Hijo Adoptivo de Soria, 1932

 Antonio Machado

HIJO ADOPTIVO DE SORIA 


Aprobación por aclamación del Ayuntamiento de Soria y Acto de Homenaje


Acto de homenaje a Machado en el Rincón del Poeta Machado (Ermita de San Saturio). 



Proposición que en homenaje al Sr. Machado se hizo y fue aprobada por el Ayuntamiento de la ciudad

16 de julio de 1932

Los pueblos hallan la expresión de su grandeza histórica, de su belleza y de sus virtudes, en las estrofas de los poetas. No hay pueblo grande del mundo, ni Ciudad famosa ni rincón magnífico, que no haya sido interpretado por el plectro de un poeta.

Soria ha tenido la dicha de encontrar cantores de sus grandezas en los hijos preclaros que han enaltecido su Historia. Así, Pedro de Rus, hizo en “Urbis Numantiae”, los exámetros más puros en honor de Soria; Mosquera fue el más insigne cantor de Numancia y de los Linajes de Soria; igual gloria tiene el nombre de Barnuevo, y Fray Bernardino Rodríguez con él Padre Muiños, fueron cantores de las costumbres sorianas, para no citar más que las figuras relevantes del Parnaso Numantino.

Ninguno de estos poetas ha recibido la corona de oro de la pública gratitud, como no han recibido tampoco ningún rendimiento de nuestro cariño dos poetas contemporáneos, que no son sorianos por naturaleza pero que lo son por espíritu; tales son Antonio Machado y Gerardo Diego, que se han hecho acreedores a tenerlos por algo nuestro, muy querido y reverenciado.

Quieren los concejales que suscriben romper el olvido en que se tiene a los poetas (…) a todos vaya alcanzando la reparación, proponen que se inicie la reparación haciendo al Poeta Machado objeto de un homenaje sencillo, pero perenne; no tan grande como merece la riqueza de su lira y el bien que nos ha hecho, pero si suficiente a declarar pública y solemnemente la gratitud de Soria al genio de Machado, al egregio lírico que ha cantado nuestras empresas de conquista como un Homero, nuestra Agricultura como un Hesíodo y nuestras costumbres como un Trueba.

Machado amamantado por las Musas de todos los lugares sorianos, ha personalizado las ideas e idealizado las cosas de Soria de tal forma que a nuestra Ciudad la conocen muchos hombres a través de los versos de Machado.

No hay hombre de letra español que no conozca “los álamos dorados del camino, en la ribera del Duero, entre San Polo y San Saturio; los montes de violeta; el castillo de Soria, arruinado sobre el Duero; las cárdenas roquedas por donde traza el Duero su curva de ballesta y tantas cosas y asuntos de nuestra Ciudad, de tal manera y en tal forma, que si el Poeta ha dicho,

Oh, sí, conmigo vais, campos de Soria

en acto de justicia y de cariño, Soria debe decir a Machado que también él está con nosotros y que también le llevamos en el corazón.

A Machado no le podemos ofrecer sesiones solemnes, academicismos garrulos o torneos de engolada oficialidad, mas le podemos ofrecer un homenaje sencillo y cordialísimo que podría entonar muy bien con la sencillez de costumbres del propio lírico.

De todos los homenajes que pudiéramos dedicar a Machado, ninguno consideramos más digno de lo que queremos ensalzar que grabar sobre piedra y mármol, en el mismo lugar en que los inspiraron las Musas, versos de Machado, por lo que solicitamos se apruebe, por aclamación, el siguiente acuerdo:

La Ciudad de Soria, reconocida al eximio poeta Antonio Machado, por el bien que le ha hecho con su lira magnífica y su plecto inmortal, lo declare hijo adoptivo.

En el Paseo de San Saturio, sobre roca viva, bronces y mármoles gravará versos de Machado, y la plazoleta final del camino de San Saturio, junto a la Ermita, se llamará, en lo sucesivo, “Rincón del Poeta Machado”.

Para que este homenaje se organice con intervención del pueblo, representado por sus instituciones de cultura y de trabajo, el Excelentísimo Ayuntamiento invitará a participar en su organización a los Centros de Cultura, Profesorado, Sociedades, Prensa, Corporaciones públicas y a las Escuelas de la capital.

Soria, a 16 de julio de 1932

 

Bienvenido Calvo, Pelayo Artigas, Manuel Ruiz, Ricardo Vallejo

La precedente proposición fue aprobada por aclamación en la sesión 

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La Voz de Soria, 16 de septiembre de 1932


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El homenaje de Soria a Antonio Machado
El Porvenir Castellano, 6/10/1932


El Porvenir Castellano, 6/10/1932

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El Avisador Numantino, 8/10/1932


El Pergamino



Placa inaugurada con motivo del Homenaje a Antonio Machado, 05/10/1932




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Discurso de Antonio Machado
05/10/1932

“Con su plena luna amoratada sobre la plomiza sierra de Santana, en una tarde de septiembre de 1907, se alza en mi recuerdo la pequeña y alta Soria. Soria pura, dice su blasón, y ¡qué bien le va ese adjetivo!.

          Toledo es, ciertamente, imperial, un gran expolio de imperios. Ávila, a del perfecto muro torreado es en verdad mística y guerrera, o acaso mejor como dice el pueblo, ciudad de cantos y de santos. Burgos conserva todavía la gracia juvenil de Rodrigo y la varonía de su guante mallado, su ceño hacia León y su sonrisa hacia la aventura de Valencia. Segovia con sus arcos de piedra, guarda las vértebras de Roma.

          Soria, sobre un paisaje mineral, planetario, telúrico. Soria, la del viento redondo con nieve menuda que siempre nos da en la cara, junto al Duero adolescente, casi niño, es pura... y nada más.

          Soria es una ciudad para poetas. Porque la lengua de Castilla, la lengua imperial de todas las Españas, parece tener su propio y más limpio manantial. Gustavo Adolfo Bécquer, aquel poeta sin retórica, aquel puro lírico, debió amarla tanto como a su natal Sevilla; acaso más, que a su admirable Toledo. Un poeta de las Asturias, de Santillana, Gerardo Diego, rompió a cantar en romance nuevo a las puertas de Soria:

 

“Río Duero, río Duero

nadie a acompañarte baja,

nadie se detiene a oír

tu eterna estrofa de agua”.

 

Y hombres de otras tierras que cruzaron sus páramos no han podido olvidarla. Soria es, acaso, lo más espiritual de esa espiritual Castilla, espíritu a su vez, de España entera. Nada hay en ella que asombre o que brille y truene. Todo es sencillo, modesto, llano. Contra el espíritu redundante y barroco que sólo aspira a exhibición y a efecto, buen antídoto es Soria, maestra de castellanía, que siempre nos invita a ser lo que somos y nada más. ¿No es esto bastante?. Hay un breve aforismo castellano; yo lo oí en Soria por primera vez, que dice así: “nadie es más que nadie”. Cuando recuerdo las tierras de Soria olvido algunas veces a Numancia, pesadilla de Roma y a Mío cid Campeador, que las cruzó en su destierro y al glorioso juglar de la sublime gesta que bien pudo nacer en ellas, pero nunca olvido al viejo pastor de cuyos labios oí ese magnífico proverbio donde a mi juicio se condensa todo el alma de Castilla; su gran orgullo y su gran humildad, su experiencia de siglos y el sentido imperial de su pobreza. Esa magnífica frase que yo me complazco en traducir así: “por mucho que valga un hombre nunca tendrá valor más alto que el valor de ser hombre”. Soria es una escuela admirable de humanismo, de democracia y de dignidad.

Por estas y otras muchas razones, queridos amigos, con toda el alma agradezco a ustedes su iniciativa y el altísimo honor que recibo de esta querida ciudad. Nada me debe Soria, creo yo. Y si algo me debiera, sería muy poco en proporción a lo que yo le debo: el haber aprendido en ella a sentir a Castilla que es la manera más directa y mejor de sentir a España. Para aceptar tan desmedido homenaje sólo me anima esta consideración: el hijo adoptivo de vuestra ciudad hace muchos años que ha adoptado Soria como patria ideal. Perdónenme si ahora sólo puedo decirles ¡gracias de todo corazón!.