Por Andrés Gallardo. Es maestro de primaria jubilado y un apasionado lector.
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EN EL CEMENTERIO DE COLLIOURE*
“Olmo. . . mi corazón espera
otro milagro de la primavera".
Por Ángel López-Amo Calatayud (Valencia)
Admirado Don Antonio Machado,
después de tantos almanaques nuevos
la ciencia hoy tintinea en los bolsillos
y el tren no tose ya con tos ferina;
el hombre ha conseguido ir a la Luna
y hasta la nube sube la cartera.
Pero también le digo, Don Antonio
que entre las ramas de su poesía
perdura cierta gracia verdecida,
esqueje vivo de su propia pluma.
¡Ay olmo octogenario,
esos latidos
aniversario tras aniversario,
vaya milagro de la primavera!
*En los ochenta años del fallecimiento del poeta.
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PARA
ANTONIO,
LEONOR
Por Francisco Javier Romera
Querido amor, no quisiera
herirte. Ya se que eres frágil y no es nada fácil lo que voy a decirte.
Antonio, mis dieciocho primaveras se convierten en otoños y mis otoños en
inviernos. Siento que me estoy muriendo sin remedio.
Fui a tu lado tan feliz, que recordándolo no
puedo callar.
Fui tan feliz que hasta voy a llorar.
Se de lo que soy capaz por el amor de un hombre
si cuando le pido amor, con amor responde.
La primavera no quiso hacer el milagro.
Ya no estoy contigo, búscame en la lluvia de Abril,
buscame en el Sol de Mayo.
Tu dolor Antonio, es también mi dolor.
Tu corazón clamando a Dios, se queda solo frente al mar
y desde allí, desde ese inmenso cielo azul,
tu niña tan querida, tu amor del alma que nunca te olvida
continuará sintiendo tu mano en la mía.
Y mi voz seguirá con bella melodía
repitiendo en tu oído "No sabes cuánto te
quiero"
como una campana nueva, como una campana virgen
de un alba de primavera.
No todo se lo traga la tierra.
Que bien lo expresas amor mío
en uno de tus poemas.
Y cada noche dormida en mi dulce sueño eterno
yo siento tus besos y tu voz diciéndome
"Yo también te quiero"
MUCHAS HORAS
A D. Benito Pérez Galdós*
Han sido muchas horas, Don Benito,
llenando mis bolsillos con sus letras :
aquel aprendizaje
adolescente y solitario
que huérfano de amigos
husmeaba
entre las páginas de
tantos personajes
para aprehender así la vida encuadernada.
¡Qué historias intrahumanas y hazañas nacionales
desde el bullicio de la
Fontana de Oro
hasta el silente rezo
de su Misericordia!
He recorrido la ilusión
de sus palabras,
discursos, cigarrillos
y tabernas;
y con la misma realidad
de los garbanzos
he aprendido a caminar
junto a su pluma
buscando hacerme en la
novela de mi vida
Gabriel, Celín, Benina,
Marianela,
o cualquier otro
lazarillo amigo
de aquellos que me escriben desde el alma.
Y en este siglo XXI al
lado
de tanta inmadurez en
los cristales,
procuro yo salir por
los caminos
para encender palabras
y razones
y luego demostrar que
lo correcto
no está en sacarle brillo a
los perfumes,
sino en urgir al alma cultivando
las páginas de autores con
talento.
ÁNGEL LÓPEZ-AMO
A
Antonio Machado
Por Luis Valverde Maldonado
Tu ausencia es una estrella clavada en nuestro cielo,
una vergüenza unánime cuyo clamor no cesa...
No nos bastan las rosas de Ronsard en tu suelo
que la tierra que exige tus cenizas no es esa.
Tal vez no merecemos, tal vez no merecimos
ni tu voz buena y limpia ni que regreses más.
Tal vez pagar debamos lo poco que te dimos
mientras se enciende España con la luz que nos das.
El rubor de tu ausencia ¡al fin! nos hace hermanos,
las esperanzas tuyas comprendimos al fin:
... Las dos Españas, mira, cogidas de las manos,
fugitiva ¡por siempre! la sombra de Caín.
A tu conjuro canta Guadalquivir florido,
la triste alma del páramo por ti quiere cantar;
cantarán tu regreso con tu voz, tu latido
el yermo y la ribera, los ríos y la mar.
Vendrás. Será tu sueño tranquilo y verdadero;
se cubrirá tu tumba de flores del camino...
La albahaca y hierbabuena, y el áspero romero...
Y la voz niña de ella cantando en El Espino.
Vendrás. Necesitamos que tus cenizas santas
alienten nuestro sueño, calienten nuestro frío,
que yermos y riberas nos canten cuando cantas...
El pedregal arisco, los álamos del río.
Vendrás. Y en esta tierra que tu recuerdo baña
florecerán tus huesos, tus sueños, tu quimera,
y el olmo centenario de nuestra hermosa España
contemplará el milagro de cada primavera.