Leonor en París, enero-septiembre 1911

 


Por Jesús Bozal Alfaro
Fundación Española Antonio Machado

Antonio Machado llega a Soria en la primavera de 1907 [1], tras aprobar las oposiciones a catedrático de francés y elegir como destino su Instituto General y Técnico. Francia no era un país desconocido para él. Antes de su tercera estancia en la capital francesa con su mujer, Leonor Izquierdo, entre enero y septiembre de 1911, Antonio Machado había residido en dos ocasiones en la capital francesa. La primera, entre junio y octubre de 1899, coincidiendo con el Affaire Dreyfus [2], y la segunda, de febrero a agosto de 1902. Durante esta última habría conocido al poeta nicaragüense Rubén Darío [3]. Por su parte, el abuelo de Antonio Machado, Antonio Machado Núñez (1815-1896), Rector de la Universidad de Sevilla en dos ocasiones (1868-1870 y 1872-1874), fue, hacia 1840, “ayudante del profesor Orfila” [4] en la Facultad de Medicina de la Universidad de la Sorbona de París.

Para avanzar en la investigación sobre el último viaje de 1911, parece necesario seguir profundizando en el contexto y las circunstancias que lo rodearon. 

 

SORIA, 1907-1912

 

Cuando Antonio Machado llega a Soria en 1907, su primera pensión, Collado 50 [5], estaba regentada por el matrimonio compuesto por Regina Cuevas Acebes y Isidoro Martínez Ruiz [6], y en ella vivía ya Leonor Izquierdo (Almenar, 1894), sobrina de la patrona e hija mayor del matrimonio Isabel Cuevas Acebes e Ceferino Izquierdo Caballero [7], que acababa de obtener la licencia definitiva en el cuerpo de la guardia civil. En esta pensión se hospedaba así mismo el Doctor D. Mariano Íñiguez Ortiz [8].

    Tierra Soriana, periódico dirigido por Eduardo Martínez de Azagra, recogía la llegada de Antonio Machado a Soria en su edición del 23 de septiembre:

 “Crónica local y provincial: “Hemos tenido el gusto de saludar a nuestro querido amigo D. Antonio Machado, distinguido poeta y profesor de francés del Instituto general y técnico de Soria, que viene a comenzar las tareas de curso. Igualmente hemos tenido el gusto de saludar al Ayudante de la sección de Letras don Lorenzo Pina que ha venido a posesionarse de su cargo. Tanto al Sr. Machado como al Sr. Pina y familia damos nuestra más cordial bienvenida”.

Heliodoro Carpintero, en su libro Soria, en la vida y en la obra de Antonio Machado[9], describía de esta manera la ciudad:

“A principios de siglo, Soria es una ciudad breve y clara como un romance truncado. Es como una de esas familias que han pasado alternativamente por épocas de gran esplendor y épocas de abatimiento. Y, a última hora, la más vieja de las abuelas – muertos sus hijos – con sencillo ahínco y sobrehumano esfuerzo, saca adelante a los nietecillos, con más trabajo que brillantez, pero sin perder nunca el gesto grave e hidalgo. De las glorias y grandezas legendarias de Soria quedan los petrificados escudos de los viejos palacios, la historia de sus Doce Linajes Troncales, sus monumentos admirables y algo impalpable – el aire de sus plazuelas, la luz de sus esquinas, no se sabe qué – que se adueña de las almas. Los abatimientos han dejado también su huella, traducida en una mansa resignación, en una impasible serenidad, en un comedido gesto de cansancio.”

 

LA TUBERCULOSIS

 

Desde su aparición en 1906, Tierra Soriana -periódico dirigido por Benito Artigas Arpón- se hizo eco de los problemas sanitarios de la ciudad. En el número del 13 de diciembre de ese año, el doctor Mariano Íñiguez publicaba un artículo titulado: El Doctor Behring y la tuberculosis. Es, escribía, “una enfermedad que produce muchas víctimas, tantas que en todas partes, médicos, sociólogos, y políticos han emprendido y realizado enérgica campaña de propaganda con el fin de prevenirla y combatirla”.

En enero de 1907, tres editoriales[10] del mismo periódico alertaban sobre la mortalidad en Soria, achacándolo, entre otras causas, a las condiciones higiénicas de la ciudad, sistema de abastecimiento de agua potable, etc. En otro artículo del mismo bisemanal (5 de septiembre de 1907), Santiago Aparicio[11] señalaba, en su artículo, En bien de todos (Anexo I), los problemas acarreados por las visitas de gente que se alojaba en la ciudad atraídos por su salubridad.

La campaña de Tierra Soriana no fue bien acogida por todos los sectores. Sin embargo, entre noviembre y diciembre de 1907, El Avisador Numantino[12] fue publicando, íntegro, el informe (http://fundacioncajarural.net/docs/soriasalud/41.pdf)  que el Alcalde de la capital había solicitado al Doctor D. Valentín Ramón Guisande de Brea. En él exponía, con singular crudeza, apoyado además en detalladas estadísticas, la problemática sanitaria en Soria y las causas de mortalidad, que, según los datos publicados en Tierra Soriana (24/01/1907), doblaban la media de España. El informe del Doctor Guisande llevaba la siguiente introducción:

“Solicitado por el Sr. Alcalde-Presidente del Excmo. Ayuntamiento de esta Ciudad de Soria en comunicación que él me dirige con fecha 31 del actual para emitir informe acerca de las causas que determinan un aumento de mortalidad en esta Capital, muy especialmente a partir del mes de Octubre de 1903, fecha en que comenzó a usarse el agua elevada del río Duero, y para que manifieste si el consumo de dicho líquido ha podido influir en la salud pública, aceptando gustoso la misión con que se me honra, procuraré cumplir lo mejor que pueda con este mi cometido, y para mayor claridad dividiré esta Memoria en partes.”

          Y continuaba:

A la mortalidad coopera la insalubridad de la mayor parte de las viviendas, y especialmente las habitadas por clases de escasos recursos, verdaderas zahurdas impropias de ser habitadas ni siquiera por bestias. Tales moradas en una sola pieza tienen muchas veces todos los departamentos de la casa, y sus moradores duermen amontonados en el mismo departamento en que se guisa, en una atmósfera viciada por el ácido carbónico que se desprende en toda combustión, por las mismas exhalados del cuerpo humano a que da lugar la acumulación de personas en un mismo recinto, por el humo del tabaco y por el de las sustancias aromáticas que emplean para enmascarar olores nauseabundos. Añádase a todas estas circunstancias antihigiénicas, la de la lobreguez de esos antros, a los cuales nunca llega el sol, empobreciendo la sangre de los que los habitan y se comprenderá que lo verdaderamente asombroso es que en ellos puedan vivir seres humanos, pues es axiomático que “donde no mira el sol entra a menudo el médico.”

Por su parte, el médico de Valdeavellano, D. Lucas Abad, insistía en sus artículos casi diarios, entre el 21/01/1908 y el 14/05/1909[13], en la necesidad de poner remedio a la extensión de la enfermedad de la tuberculosis aplicando las medidas necesarias. Entre otras, el cambio del punto de bombeo del agua del Duero a las fuentes y a algunos domicilios de la ciudad, que se hacía entonces desde un punto situado más abajo que el cauce del vertedero, “Arroyo de la ciudad”.

Ese mismo año, el 23 de marzo de 1909, Santiago Aparicio[14] afirmaba con rotundidad que el agua del Duero “es de consumo peligroso en épocas normales”:

¡Quién sabe los trastornos y perjuicios que un toque de atención dado a tiempo puede evitar! El mío, por si se cumplieran los tristes pronósticos que eminencias médicas anuncian para la presente primavera, ya está dado. El agua del Duero es de CONSUMO PELIGROSO en épocas normales; así lo han declarado los análisis bacteriológicos y así también lo concita el sentido común. Dígaseme ahora, en tiempo de epidemia, cuáles serán sus condiciones higiénicas. Por de pronto, si mi indicación concreta puede servir para algo allá va: Se debe proscribir en absoluto para evitar en lo posible, futuras tristes consecuencias, el uso de las aguas elevadas del río Duero. S. Aparicio” (Tierra Soriana, 23 de marzo de 1909).

En fin, la recepción de dicha obra de desviación del Arroyo de la ciudad era recogida en un artículo, Mejoras, firmado por José Mª Palacio y publicado en Tierra Soriana el 23 de julio de 1910:


MEJORAS

 

Ha debido hacerse ya, según lo solicitado por el contratista, la recepción provisional de las obras para la desviación del arroyo de la ciudad, y si las tales obras están en condiciones, no tardará mucho en hacerse la recepción definitiva. Va adelantando la sólida construcción del primer hotel entre los que han de adornar el ensanche urbano en la parte O. de la población. Es de suponer no transcurrirán muchos años sin que los hoteles cuyos solares están adjudicados comiencen también a ser construidos. Y de ese modo, aunque lentamente, va progresando nuestra ciudad. Es muy justo consignar que ambas mejoras, la desviación del arroyo, y la del ensanche, corresponden a la anterior Corporación municipal, a aquella Corporación que tuvo enemigos fiscales en su labor y hasta detractores, pero que al fin y a la postre, dejó de ella algo práctico.

Puede argüirse que el expediente para la desviación del arroyo, dormía hacía 20 años, y fue precisa una campaña de la Prensa local para despertar mayor actividad en este respecto, pero lo cierto es que tal mejora, de imprescindible necesidad, ha tenido feliz ejecución. Y la ocasión no puede ser más oportuna; no muy lejos de nuestra provincia, en la de Zaragoza, se ha desarrollado con carácter alarmante el tifus exantemático; el cólera morbo asiático sigue haciendo su mayor extensión en Rusia; -ahí está la Gaceta que no nos dejará mentir,- periódico ha habido en el que se ha escrito que de esta última enfermedad había habido casos en Francia, y si bien este aserto no aparece comprobado siempre son cortas las distancias para estas cosas y el peligro, por mediato que sea, merecedor de las más eficaces previsiones. El agua es un elemento propagador de muchas bacterias; si a esto se añade el que pueda ser mezclada con residuos fecales aquella parte del líquido que se destina al consumo público, se comprenderá en cuanto puede aumentar su acción nociva en la salud. Y esta última condición que la hacía infinitamente peligrosa, ha desaparecido de la del Duero por virtud de la ya ejecutada desviación del arroyo. (…)”

 

PENSIONES DE ANTONIO MACHADO EN SORIA:

EL COLLADO, 50 y ESTUDIOS, 7

 


Regina Cuevas Acebes, Concha Vinuesa Cuevas e Isidoro Martínez Ruiz

Como ya hemos indicado, a su llegada a Soria, Antonio Machado estuvo hospedado en la pensión de la calle Collado. En el otoño-invierno de aquel mismo año quedó cerrada dicha pensión, trasladándose sus dueños a San Pedro Manrique, en cuyo municipio, Isidoro Martínez Ruiz, uno de los amigos más fieles de Antonio Machado -según su hija- durante sus años en Soria, ocuparía el puesto de practicante además de corresponsal de Tierra Soriana[15]. Por esas mismas fechas, Isabel Cuevas Acebes[16], hermana de Regina, abrió otra pensión en la calle Estudios siete, piso primero, esquina Teatinos, con entrada por dicha calle, acogiendo en ella a todos los pensionistas de Collado 50.

Collado, 50. Primer piso.



Calle Estudios, 7


Entrada a la pensión de Isabel Cuevas por la calle de Teatinos.



                                                           Calle Estudios 7



Venancio Arribas García, Victoria Nafrías Ibáñez, Juana Arribas Nafrías; Antonio Machado Ruiz, Leonor Izquierdo Cuevas; Isabel Cuevas Acebes, Ceferino Izquierdo Caballero, Sinforiano Izquierdo Cuevas, Antonia Izquierdo Cuevas, Federico Zunón Díaz, Laura Zunón Subías,... 


Federico Zunón Díaz[17]: Jaén (19/07/1882) – Huesca (18/09/1971). Laura Zunón Subías, Huesca  (4/12/1917- 6/02/1952), Huesca. María Zunón Zunón (Soria, 11/02/1910). Carmen Zunón Zunón (Soria, 15/03/1914).

 

Desde su llegada a Soria hasta el enlace matrimonial con Leonor, en julio de 1909, transcurrieron dos años sin que la presencia de Antonio Machado despertara un interés particular, al margen de su actividad en el Instituto, la publicación de algunos trabajos suyos en la prensa soriana[18] y noticias sueltas sobre alguno de sus desplazamientos.

                         

El Noticiero de Soria, 11 de abril de 1908


 “Anteayer marchó a Zaragoza y Madrid el profesor de francés del Instituto general y técnico D. Antonio Machado”. Tierra Soriana, 13 de junio de 1908

 “Ha regresado nuestro particular y querido amigo don Antonio Machado, profesor de francés del Instituto General y Técnico de la capital”, Tierra Soriana, 6 de marzo de 1909.

Destaca en 1908 la publicación en El Prensa de Soria (2/05/1908) del artículo de Antonio Machado: “Nuestro patriotismo y la marcha de Cádiz” (Anexo IX),

 

NOVIAZGO Y BODA

 

No se conoce el momento en el que Antonio Machado y Leonor Izquierdo decidieron hacer público su noviazgo. Heliodoro Carpintero escribe en su libro Antonio Machado en su vivir, p. 111: “Pienso que la declaración informal debió tener lugar en los últimos días de marzo o primeros de abril.” En la Revista de Soria de 1976 (Año X, Nº 30), Jesús Díez alude a este noviazgo en una entrevista que hace a su tía, Juana González Antón, amiga de Leonor:

“¿Le decían Vdes. algo sobre el noviazgo?

 

Algunas veces. Don Antonio solía ir por la ermita de La Soledad, donde acudíamos a jugar, y Felisa, la mayor de todas, le incordiaba diciéndole “chica qué mayor y qué seco es”, ¡no sé de qué te has enamorado!”. Pero ella no hacía caso pues estaba muy influenciada por su madre doña Isabel. En esta época vivían encima del bar Torcuato.

 

¿Dónde paseaban los novios?

 

En aquella época, era costumbre que las parejas de novios paseasen por los soportales del Collado, en donde está la librería de Jodra, entonces se denominaba de Miguel Viñals, lo hacían pasadas las ocho de la tarde cuando Leonor salía del trabajo. Nosotras íbamos detrás de ellos. Nuestros comentarios eran desaprobatorios.”

 

Conocemos, sin embargo, la fecha de la primera amonestación de la pareja por una noticia aparecida en el periódico Tierra Soriana del día 1 de julio de 1909:


“El domingo próximo[19] (4 de julio) será leída la primera amonestación para el matrimonio que en breve piensan contraer, don Manuel Guzmán[20], inteligente encuadernador de esta capital con la señorita Felisa García, y el ilustre poeta, catedrático de francés en el Instituto general y técnico don Antonio Machado, con la señorita Leonor Izquierdo Cuevas. A ambos contrayentes, queridos amigos nuestros, y a sus futuras esposas deseamos muchas felicidades.”

Junto ellos, fueron amonestados, en la misma fecha, la pareja de novios compuesta por Felisa García[21], amiga de Leonor, y Manuel Guzmán, quien, según Miguel Moreno Moreno[22], habría sido el encuadernador del ejemplar de Campos de Castilla que tenía la madre de Leonor:

“Noticias. Fue el domingo último[23] (11 de julio), el designado finalmente para que se leyera la primera amonestación del inspirado y conocidísimo poeta, catedrático de francés en el Instituto de Soria, D. Antonio Machado, con la Srta. Leonor Izquierdo Cuevas. Con este motivo, la casa del Sr. Machado y de su futura consorte, se vio muy concurrida de amigos, relacionados y familiares que hicieron patentes sus deseos de felicidad al próximo matrimonio y que, por nuestra parte, les reiteramos desde aquí. Los invitados a la enhorabuena fueron obsequiados con pastas, dulces y licores exquisitos”. Tierra Soriana, 13 de julio de 1909.

El 22 de julio de 1909, nueve días antes de la boda, Tierra Soriana recoge la reseña de la conferencia impartida por Antonio Machado en la Sociedad de Obreros[24].

Para oficializar la ceremonia, los dos contrayentes necesitaron los certificados de soltería (Madrid, 8 de diciembre de 1906[25]), dispensa del obispo (28 de julio de 1909, con la firma de Manuel Mª Vidal y Bullón, por mandato de Juan Pablo del Amo) y el documento de consentimiento (29 de julio de 1909), que rezaba así:

 “Consentimiento para contraer un matrimonio a favor de Antonio Machado Ruiz y Leonor Izquierdo Cuebas.

En la ciudad de Soria a veintinueve de julio de mil novecientos nueve por el presente escrito hace constar los que suscriben Ceferino Izquierdo Caballero de treinta y nueve años de edad casado vecino de la ciudad de Soria y Ana Ruiz Hernández vecina de Madrid: autorizan para contraer matrimonio previas las formalidades católicas a sus hijos Antonio Machado Ruiz y Leonor Izquierdo Cuebas.

Y para que conste firman a continuación, como también el testigo Isidoro Martínez hay fecha…

Ana Ruiz Hernández, Ceferino Izquierdo Caballero Isidoro Martínez Ruiz (Cura párroco de la Iglesia de la Mayor y profesor de religión del Instituto)”

 

LA BODA

 

La ceremonia tuvo lugar el 30 de julio de 1909 en la Iglesia de La Mayor de Soria. El acta de inscripción del Matrimonio Canónigo, fechada ese mismo día, está firmado por José María Fernández, Juez Municipal, Antonio Machado, Leonor Izquierdo Cuevas, Mariano Íñiguez Ortiz y Leonardo Simal García.

De la ceremonia, Leonor Machado, hija de Francisco Machado Ruiz, escribe en su libro Recuerdos y vivencias con los poetas Manuel y Antonio Machado (Madrid, 2007): “Conociendo a Antonio podemos imaginar el suplicio de verse como protagonista de la boda, blanco de todas las miradas, deseando terminar y desaparecer, no obstante, se celebró a continuación espléndidamente con los familiares y amigos.”

Tierra Soriana (nº 402, 31 de julio de 1909) se hizo eco así mismo de dicha ceremonia:

 “Ayer se celebró en la iglesia de La Mayor, de esta ciudad, el matrimonio del inspirado poeta y catedrático de francés D. Antonio Machado con la Srta. Leonor Izquierdo Cuevas. A la ceremonia nupcial asistió el Claustro de profesores del Instituto general y técnico y buen número de amigos y familiares de los contrayentes. Los invitados fueron espléndidamente obsequiados en casa de los padres de la novia. Fue padrino el conocido cirujano-dentista de esta capital nuestro querido amigo D. Gregorio Cuevas Acebes, tío de la novia, y madrina la respetable Sra. Dª Ana Ruiz, madre del novio. También ha venido con motivo de la boda D. José Machado y nuestro estimado corresponsal en San Pedro Manrique D. Isidoro Martínez. El nuevo matrimonio salió anoche para Zaragoza y otras capitales. Que obtenga venturas inacabables.

***

 A propósito de la ceremonia de ayer no nos explicamos todavía la insana curiosidad que en actos semejantes se suele despertar en gentes desocupadas. Tampoco nos explicamos lo ocurrido anoche en la estación, donde unos cuantos jóvenes ineducados faltaron al respeto que se debe a todo el mundo y que desdicen mucho de la indudable cultura de nuestro pueblo.”

Ese mismo día y en el mismo periódico se daba cuenta de la medalla de oro y diploma otorgados por el Ministro de la Gobernación a un informe sobre la tuberculosis redactado por el Doctor Íñiguez y el jefe provincial de Estadística, D. Máximo Hercilla:



“Nuestros muy queridos amigos el notable cirujano don Mariano Íñiguez y el jefe provincial de Estadística D. Máximo Hercilla, a más del triunfo que en Zaragoza y con motivo de la Exposición Hispano-francesa, obtuvo su memoria referente a la tuberculosis en esta provincial, otorgándoles medalla de oro y diploma, el Sr. Ministro de la Gobernación, después de examinar el documento, ha donado a sus autores la cantidad de 1.000 pesetas para que procedan a su impresión. Tal galardón otorgado al estudio y al mérito científico de los señores Íñiguez y Hercilla nos satisface extraordinariamente y debe animarles para seguir en empresa de esta naturaleza. Dichos señores, a quienes felicitamos muy cordialmente piensan dedicar las 1000 pesetas a la mayor brevedad, y distribuir gratuitamente la interesantísima memoria.”

Tras la ceremonia, el matrimonio pasó unos días en Madrid y San Sebastián, desde donde Leonor escribió una tarjeta postal a su abuela.


Portada de la postal

 “Queridas abuela y tía Concha: reciban mil afectos y den muchos besos a los P. David y Conchita de su nieta y sobrina que no las olvida. Leonor. Muchos afectos y toda suerte de prosperidades. Antonio.”


Hasta la fecha del matrimonio, Antonio Machado, “exquisito poeta”, según La Verdad, no había dedicado ni un solo poema a su prometida. Los primeros fueron escritos en Baeza y solo en uno de ellos aparece su nombre.  


Curso 1909-1910


El curso 1909-1910, tras la boda, transcurrió para el matrimonio de una manera discreta y rutinaria. La prensa se hizo eco de dos viajes del matrimonio a Madrid y Sevilla, con motivo este último de la boda del hermano de Antonio Machado.


La Verdad, 21/12/1909

1910

La Verdad, 11 de enero de 1910

***

“Han llegado: De Madrid, nuestro distinguido amigo el inspirado poeta, catedrático de francés en el Instituto de Soria D. Antonio Machado y señora, y doña Petra Peña Lucia; de La Rioja, el Inspector del Timbre, también querido amigo nuestro, D. Eugenio Remón”. (Tierra Soriana, 13 de enero de 1910).


SOLICITUD DE BECA DE AMPLIACIÓN DE ESTUDIOS

“Así en marzo de 1910 (27 de marzo), solicitó una beca a la Junta de Ampliación[32] de Estudios e Investigaciones Científicas para estudiar un año en Paris, y mientras esperaba la respuesta siguió con sus clases y trabajando en su obra Campos de Castilla”.


                                                   

                                              Fuente: Residencia de Estudiantes (Madrid) 2a
       

Instituto General y Técnico de Soria

Número (10)

Tengo el honor de remitirle la adjunta instancia que a su autoridad promueve el Catedrático numerario de Lengua francesa de este Instituto Don Antonio Machado y Ruiz, en súplica de que se le incluya con los aspirantes a las pensiones en el Extranjero para realizar los trabajos que en la presentada instancia consigna autorizándole para residir durante un año en Paris y otras Ciudades de Francia.

Dios guarde a V. E. muchos años.

Soria 27 de Marzo de 1910

El Director    Gregorio Martínez

Excmo Señor Presidente de la Junta para ampliación de estudios en el Extranjero

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Fuente: Residencia de Estudiantes (Madrid)

(Célula persona exhibida de clase 1ª (…) 1908

Expedida en Soria el 24 julio 1909)

Exmo Señor.

Antonio Machado y Ruiz, Catedrático de lengua francesa en el Instituto General y Técnico de Soria a Vd. respetuosamente expone.

Que dedicado por los deberes de (…) a estudiar la lengua y la literatura francesa desearía se le incluyera entre los aspirantes a las pensiones en el extranjero que concede el Ministerio de Instrucción Pública a propuesta de la Junta que V. tan dignamente preside.

Nunca se encarecerá bastante la importancia y utilidad de este pensionado, muy especialmente para los profesores confinados en estos rincones de España aislados de todo movimiento.

Los trabajos que me propongo realizar son los siguientes: 1º Influencia dialectales en la formación de la lengua francesa y en los primeros monumentos de su literatura. 2º Evolución de la lengua francesa. -Grado de desarrollo en que hoy se encuentra. –Su porvenir según las tendencias morfológicas y sintácticas que en ella se marcan. 3º Enseñanzas de las lenguas vivas en Francia y frutos obtenidos en la práctica de los diversos métodos.

Para llevar a cabo estos estudios me atrevo a suplicar a esa Junta se digne proporcionarme para un año de residencia en París -Biblioteca Nacional -Colegio de Altos Estudios - Sorbonne – y en algunas otras ciudades de Francia -Bordeaux, Toulouse, Montpellier- con la provisión mensual de 300 francos, sobre el sueldo de catedrático que actualmente disfruto, más los gastos de viaje, que calculo en unos 500 francos.

Es gracia que espera (obtener) de la reconocida (…) de V. E.

Antonio Machado

Soria 27 de mayo de 1910 

Al Señor Presidente de la Junta para Ampliación de Estudios en el Extranjero

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La solicitud de esta beca nos lleva a pensar en la hipótesis de que, al margen de ser su oportunidad, la intención de Antonio Machado podría ir más allá.

En relación con la petición de esta beca, Ian Gibson recoge en su Ligero de Equipaje la carta que Antonio Machado habría enviado solicitando dicha beca: “La carta empieza con un halago muy justificado, ya que la Junta, creada por Real Orden en 1907, está haciendo una contribución señera a la vida intelectual española:

“Nunca se encarecerá bastante la importancia y utilidad de este pensionado, muy especialmente para los profesores confinados en estos rincones de España aislados de todo movimiento (…)

Los trabajos que me propongo realizar son los siguientes:

1º Influencias dialectales en la formación de la lengua francesa y en los primeros monumentos de su literatura. 2º Evolución de la lengua francesa. –Grado de desarrollo en que hoy se encuentra. – Su porvenir según las tendencias morfológicas y sintácticas que en ella se marcan. 3º Enseñanza de las lenguas vivas en Francia y frutos obtenidos en la práctica de los diversos métodos.

Para llevar a cabo estos estudios me atrevo a suplicar a esa Junta se digne proporcionarme para un año de residencia en Paría –Biblioteca Nacional –Colegio de Altos Estudios – Sorbonne – y en algunas otras ciudades de Francia – Bordeaux, Toulouse, Montpellier- con la provisión mensual de 300 francos, sobre el sueldo de catedrático que actualmente disfruto, más los gastos de viaje, que calculo en unos 500 francos”.

 

A Machado le interesaba mucho aquella beca, insiste el escritor inglés, “por la posibilidad de residir un año más en París, porque podría ser una ventaja para opositar “a un destino más apropiado.” En cuanto a Leonor, según Gibson, vivir en París “al lado de Antonio le encantaría”.

En realidad, Antonio Machado como otros intelectuales de la época (Unamuno entre ellos) dudaban de la eficacia de aquellas becas, creyendo que el problema de la educación en España estaba en nuestro país y no en el extranjero. Así lo afirma Paul Aubert[33]:

“Machado, como otros intelectuales de la época, centraban su preocupación en la necesidad de mejorar el sistema de enseñanza de nuestro país y el acercamiento a los postulados europeos. De manera que, estando de acuerdo con los postulados de la Junta para Ampliación de Estudios, la fórmula les inspira algún recelo.”

En un artículo publicado en El Porvenir CastellanoSobre Pedagogía, Soria, el 10 de marzo de 1913, Antonio Machado incidiría sobre esta misma cuestión:

“A esa labor de europeizar a España, tan insistentemente aconsejada por el egregio Costa, y que hoy tiene una expresión práctica y concreta en la Junta para Ampliación de Estudios, que manda al extranjero jóvenes estudiosos, hemos de darle su necesario complemento con esta otra labor, no menos fecunda, de los investigadores del alma popular. Esto parece claro y puede que no se entienda […]. Tenemos jóvenes que van a estudiar a Francia, Alemania, Inglaterra. Muy bien. Por muchos que sean nunca serán bastantes. Tenemos quienes investigan en archivos y bibliotecas, con el doble deseo de desempolvar y sacar al sol nuestra cultura y nuestra historia. Son pocos; hacen falta más. Pero ¿quiénes son los investigadores del pasado vivo en el presente de nuestra raza? ¡Cuántos que pretenden arrancar secretos a las piedras de España se han olvidado de interrogar a los hombres!”

La argumentación de Machado está relacionada con su propia experiencia:

“Yo he vivido cuatro años en París y algo, aunque poco, he aprendido allí. En seis años, rodando por poblaciones de quinto orden, he aprendido infinitamente más. No sé si esto es para todos, pero cada cual es hijo de su experiencia.”[34]

***

Antonio Machado, Luis Amorena y D. Lorenzo Cabrerizo representaron al Instituto General y Técnico en la Asamblea de enseñanza que tuvo lugar en Madrid el 20 de diciembre de 1910.


La Verdad, 18 de abril de 1910

***

(Han salido) “..; para Sevilla, y con objeto de asistir a la boda de su hermano D. Luis[26], el inspirado poeta, catedrático de francés del Instituto de esta capital D. Antonio Machado y señora. Feliz viaje”. (Tierra Soriana, 16 de junio de 1910).




El 1 de octubre, con motivo de la apertura del curso 1910-1911 del Instituto General y Técnico, Antonio Machado participó en el homenaje al filósofo soriano Antonio Pérez de la Mata con un discurso, reproducido íntegramente por el periódico Tierra Soriana en su edición del día 4. Pocos días después, “los primeros días de octubre”[27], realiza una excursión por los Picos de Urbión para conocer el nacimiento del Duero y la Laguna Negra.


Petición de traslado al Instituto de Barcelona, Octubre 1910


El día 24[28] de ese mismo mes, Antonio Machado pide el traslado al Instituto de Barcelona. Según Ian Gibson: “Sigue empeñado en escaparse de Soria y su ambiente tan provinciano y conservador.”[29] Sin embargo, las razones fueron seguramente otras. En principio, su estancia en Soria no contravenía sus aspiraciones literarias, incluso todo lo contrario, como escribe a José Ortega y Gasset[30]:  

“A mí me atrae la vida rural, la vida trágica del campo y del villorrio; creo que de este modo estoy más en contacto con la realidad española. Además esto me inspira a algo; aquello, nada.” 

Por otra parte, Leonor tenía toda la familia en la ciudad y la madre de Machado vivía en Madrid, mucho más cerca que Barcelona. La motivación, por lo tanto, es probable, insistimos, que fuera otra. Sabemos, en ese sentido, que Leonor se hizo visitar por el doctor Philip M. Hauser y Kobler, 1883-1925[31] de Madrid, médico e investigador, amigo del abuelo paterno de Antonio Machado. 


*****

Constitución de la Junta para ampliación de estudios e investigaciones científicas (JAE), 15 de enero de 1907

Acta de constitución de la Junta para ampliación de estudios e investigaciones científicas (JAE). Presidente: Señor Ramón y Cajal. Secretario: José Castillejo. Madrid, 15 de enero de 1907.

Entre los miembros de la Junta, D. Luis Simarro, quien, según la nota de El Porvenir Castellano de 3 de septiembre de 1912, habría atendido también a Leonor durante su enfermedad. 




 

Concesión de la beca, 19 de diciembre de 1910

El 18 de diciembre la Gaceta de Madrid publica la concesión de dicha beca: “13. A Antonio Machado Ruiz, Catedrático del Instituto de Soria, una de un año, desde el 1 de Enero, para hacer estudios de Filología Francesa en Francia, con 350 pesetas mensuales, 500 para viajes y 200 para matrículas”. 


        


Esta concesión coincide con la publicación, pocos días después, en la revista madrileña La Lectura, del poema “Por tierras del Duero”, que reproduce Tierra Soriana en su primera página el 12 de enero de 1911 y levanta una verdadera polvareda en los ambientes conservadores de la ciudad.

José María Palacio sale al paso de estos comentarios en un artículo publicado en El Porvenir Castellano (Anexo VII) dos días más tarde, el 14 de enero.


1911


Antonio y Leonor en París (Enero-Septiembre, 1911)

 

El 15 de enero, aproximadamente, el matrimonio ya estaba en la capital francesa, alojado en la pensión de 2 rue Perronet, en pleno centro del Quartier Saint-Germain y no lejos del río Sena y de la Catedral de Notre-Dame y del Hôpital de la Charité (rue des Saints-Pères, 45). El mismo en el que se habían alojado los dos hermanos Manuel y Antonio en 1899. 


Alojamiento en París

En la carta fechada el 24 de marzo, dirigida a..., Antonio Machado indica que, antes de alojarse en la pensión 2 rue de Perronet, habría estado alojado en otro lugar, a la espera de encontrar "un alojamiento en condiciones":

"París 24 Marzo 1911

Muy estimado amigo.

No pude, como era mi deber despedirme de V. cuando salí de Madrid. Yo también estuve enfermo algunos días y V. se encontraba ausente.

Desde mi llegada a París salvo los días empleados en buscar un alojamiento en condiciones estoy trabajando para reunir materiales con que emprender una gramática histórica de la lengua francesa, algo más lógica y ordenada que la que tenemos en España – especie de cajón de sastre para opositores pedantes. Paso muchas horas en la Biblioteca, y no creo hasta ahora haber perdido yo mi tiempo."


Antonio Machado y Leonor Izquierdo se alojaron por consiguiente en el edificio actual del Hôtel de l´Académie. Sería más tarde, después de la segunda guerra mundial, cuando, según la web del Hôtel de l´Académie, la pensión en la que vivió Antonio Machado y Leonor se convertiría en hotel. Mientras tanto, según esta misma página, sería aquella casa una pensión  de familia

"Édifié, en 1900, pour abriter une pension de famille, l'immeuble devient rapidement le rendez-vous des intellectuels qui apprécient son emplacement au cœur de Saint-Germain-des-Prés et y louent des chambres à l'année : Albert Camus, Jean-Paul Sartre, Simone de Beauvoir, Robert Kobayashi et tant d'autres y ont leurs habitudes. Il faudra attendre l'après-guerre pour que la pension de famille s’agrandisse et devienne un hôtel."

"Edificado en 1900, para albergar una pensión de familia, el immueble se convierte rápidamente en el lugar de cita de los intelectuales que aprecian su emplazamiento en el  corazón de Saint-Germain-des-Près y alquilan allí habitaciones por año: Albert Camus, Jean-Paul Sartre, Simone de Beauvoir, Robert Kobayashi y tantos otros encuentran allí sus hábitos. Será necesario esperar a la post-guerra para que la pensión de familia se agrande y se convierta en hotel."


Ecos del viaje en la prensa soriana.


La Verdad y El Avisador Numantico se hicieron eco del viaje en enero y febrero de ese mismo año.

“El poeta Antonio Machado, profesor de francés de este Instituto ha marchado a París, a donde va comisionado por el Gobierno para hacer estudios de filología. Le deseamos feliz estancia en la ville lumière”. La Verdad, 13 de enero de 1911.

“Veraneantes.- En pleno invierno veranean, unos con licencia, otros licenciosamente, teniendo abandonados sus destinos, los siguientes funcionarios… Del Instituto siempre hay que decir algo: el profesor de francés estudia francés en Francia; pero los alumnos lo estudiarán aquí como puedan. (Sabia disposición del Sr. Burell)… ¿Y para qué continuar? Puesto que es irremediable, que siga el veraneo. ¿No es posible lograr que el que no cumpla con su deber se quede de verano? (El Avisador Numantino, 18 de febrero de 1911).

El viaje, desde Madrid, lo realizaron en tren, vía Irún y Hendaye, línea de ferrocarril abierta no hacía muchos años, y que, según la prensa francesa,  conoce incidentes de todo tipo:

“Les accidents du chemin de fer.”, L´Aurore, 16/02/1911

“L´attentat contre le rapide du Havre.” L´Aurore, 16 de febrero de 1911

“Un Sud-Express déraille près de Ruffec”, Le Journal, 16 de febrero de 1911

“Les voyageurs des chemins de fer”, Le Petit Parisien, 27/05/1911

“Le déraillement du sud-express,” Le Petit Parisien, 11 de julio de 1911

“Des malfaiteurs font dérailler le rapide venant du Havre”, L´Aurore, 23/07/1911

 

La vida de Antonio Machado y Leonor Izquierdo en París


“Nada sabemos de su reacción (de Leonor) al encontrarse en aquel ambiente tan ajeno –con su bullicio callejero, su elegancia y su desbordante vitalidad- al de la tranquila y provincial Soria”, apunta Gibson. Aunque reconoce, poco después, que “nuestra ignorancia acerca de Leonor es casi absoluta.”

  Sin embargo, sí que conocemos, gracias a la prensa de la época, noticias que, durante aquellos meses (enero-septiembre), se fueron produciendo en la capital francesa:

“La jupe-culotte a fait son apparition”, Le Petit Journal, 17/01/1911

"La falda-pantalón ha hecho su aparición"

“La caravelle de Cristophe Colomba au Musée de la Marine.” Le Petit Parisien, 9/01/1911

"La carabela de Cristobal Colón en el Museo de la Marina."

“On retire de la Seine le corps de deux fiancés”, Le Petit Parisien, 3/03/1911

"Retiran del Sena el cuerpo de dos novios."

“Le fleau contemporain (La tuberculose), Le Petit Journal, 17/03/1911

"La plaga contemporánea (La tuberculosis)"

“Course d´aéroplane organisée par le Petit Parisien 1º Prix: 100.000 francs.”, Le Petit Parisien, 22/03/1911

"Carrera de aeroplanos organizada por el Petit Parisien. 1º Premio: 100.000 francos."



Le Figaro, 5 de abril de 1911

“La loi des retraites ouvrières et paysannes”, Le Petit Journal, 14/05/1911

"La ley de las jubilaciones obreras y campesinas."

“Le monument de Paul Verlaine au Jardin du Luxembuourg”, Le Petit Journal, 26/05/1911

"El monumento de Paul Verlaine en el Jardin del Luxemburgo."

“Védrines est l´idole des espagnols”, Le Petit Parisien, 27/05/1911

"Védrines est el ídolo de los españoles."

“La réorganisation du Collège de France”, L´Aurore, 29/05/1911

"La reorganización del Colegio de Francia."

“L´eau manque à Paris”, L´Aurore, 12/06/1911

"El agua escasea en París"

“Contre la chertè de la viande”, Le Petit Journal, 21/06/1911

"Contra la carestía de la carne."


             

Le Figaro, 11 de julio de 1911


“La Reine d´Espagne à Paris”, L´Aurore, 23/07/1911

“Le feu ravage la fôret de Fontenebleau”, Le Petit Parisien, 24/07/1911

“Un ballon atterrit à l´hôpital de la Charité”, Le Petit Parisien, 31/07/1911

“38º dégrés à l´ombre”, Le Petit Parisien, 21/08/1911

“La “Joconde” a disparu”, L´Aurore, 23/08/1911

“L´Espagne de Gauthier”, Le Petit Journal, 2/09/1911

 

El 12 de febrero de aquel año, Antonio Machado escribe a Antonia Acebes, abuela de Leonor, una tarjeta postal[37] desde París en la que se incluye un saludo final de Leonor.




Sra. Doña Antonia Acebes, Vda. de Cuevas. Calle Campo, 2. Soria. Querida abuela: Ya nos tiene en París[38], gozando de perfecta salud, contentos y satisfechos de nuestra excursión, pero recordando mucho a Vds. a quienes deseamos toda suerte de prosperidades. Antonio. Y muchos besos de su nieta Leonor. Rue Perronet – 2 (Carta con sello de correos del 12 de febrero de 1911).

 

El Avisador Numantino, 25 de febrero de 1911

El Avisador Numantino, 22 de marzo de 1911


Además de la correspondencia de Antonio Machado con la Junta de Ampliación de Estudios, sabemos de otras actividades suyas a través de la correspondencia que mantuvo con Ortega y Gasset.

En febrero, prosigue Gibson:

el poeta escribe al secretario de la Junta para Ampliación de Estudios, José Castillejo, para ponerle al tanto de sus actividades en París. Dice que está refrescando sus conocimientos de gramática histórica y filología medieval francesas antes de empezar un proyecto concreto, y que asiste a las excelentes clases de Joseph Bédier sobre los orígenes de las canciones de gesta, también a sus “explicaciones de textos” de poesía medieval. ¿La Junta le podría proporcionar una carta de presentación para el distinguido erudito, pues desearía pedirle algunas indicaciones? Se lo agradecería. Pronto enviará un informe sobre lo que ha conseguido hasta la fecha. Cree no haber perdido el tiempo. Sus “dos centros de operaciones” habituales van a ser el Colegio de Francia y la Biblioteca Nacional. Ya tiene tarjeta de lector para ésta –a veinte minutos a pie al otro lado del Sena-, y pasa allí las mañanas. La carta rezuma satisfacción y energía”.

Entre enero y Julio de aquel año, señala Ian Gibson en su Ligero de Equipaje, “la vida en París del matrimonio discurrió, aparentemente, de una manera rutinaria. El, siguiendo los cursos correspondientes a la beca concedida en el Collège de France, y ella de una manera mucho más anónima.”

Sin embargo, dos crónicas, firmadas por Antonio Machado con el seudónimo de El Corresponsal, publicadas por Tierra Soriana los días 21 de marzo (Anexo II) y 4 de abril de 1911 (Anexo III), daban cuenta de dos acontecimientos puntuales de la vida parisina de aquellos momentos.

En la primera, Antonio Machado estudia “el nuevo drama de Paul Bourget”, Le Tribun, estrenado el día 15 de marzo de 1911 en el Vaudeville [39]. Un estreno que, “a guisa de reclamo”, los creadores franceses anticipan a sus posibles espectadores. Pero, escribe Machado, “gracias a esta costumbre –buena o mala- podemos conocer nosotros el pensamiento dominante de la última producción de Paul Bourget, que se estrenará en el Vaudeville una de estas noches.”  Anexo III [40]

En la segunda (4 de abril), Antonio Machado trata de los tópicos que españoles y franceses hemos atribuido siempre, de manera absurda, al país vecino. [41]


Según leemos en L´Aurore, el Collège de France, destino de Antonio Machado durante aquel año, era objeto de estudio y de reconstitution: “Théodor Steeg, Ministre de l´instruction publique vient de soumettre à la signature du Président de la République un projet de reconstitution du Collège de France des (idées) plus modernes. Déjà dans son rapport sur le budget de l´instruction publique, à la Chambre, en 1907, M. Steeg avait présenté cette idée.»


Ingreso de Leonor en la Maison Municipale de Santé, 200, rue du Faubourg Saint-Denis de París. 14 de Julio de 1911.

Ese día, fiesta nacional de Francia, Leonor sufrió una hemoptisis brutal, síntoma de la tuberculosis, siendo ingresada, al día siguiente, en la Maison Municipale de Santé [42], Maison Dubois [43], en donde el matrimonio permanecería alojado hasta su regreso a Soria:

«Ces maisons ne sont, pour bien dire, que des hôpitaux d´un ordre supérieur, où l´on est admit moyennant un prix proportionnel au logement et au service que l´on désire. Elles offrent aux voyageurs provenant d´un pays éloignés de leur pays et de leurs familles des asiles consolants, où ils trouvent les soins les plus habiles.»[44]

(Estas casas son, por decirlo de alguna manera, como hospitales de orden superior, en los que se acoge mediante un precio proporcional al alojamiento y al servicio deseado. Ofrecen a los viajeros procedentes de un país alejado del suyo y de sus familias asilos reconfortantes, en los que dispensa los cuidados más adecuados).

Heliodoro Carpintero recoge en su libro, Antonio Machado en su vivir, el relato que le hizo Concha Cuevas, tía de Leonor, de aquellos días de julio de 1911:

“En una mañana de los primeros días de julio, días en los que le matrimonio se complacía en planear sus vacaciones, don Antonio marchó a sus quehaceres y Leonor quedó terminándose de arreglar, para salir a sus compras. Quedaron en encontrase en el lugar habitual. Salió, fue a hacer sus provisiones a los establecimientos conocidos. Le quedaba sobrado tiempo hasta reunirse con su marido. Y lo aprovechó para ir a los grandes Almacenes la “Samaritana”, en la orilla derecha, frente al Puente Nuevo. Era un placer que sólo podía lograr estando sola. Don Antonio sólo entró una vez y quedó mareado y cansado. Leonor recordaba que hizo alguna compra. Se distrajo. Cuando se dio cuenta de la hora salió precipitadamente.

Llovía. Cruzó el Puente. Se disponía a tomar un coche para que don Antonio no se impacientara, cuando advirtió que había perdido el bolso. Se sobresaltó. Sin pensar más volvió a cruzar el puente, entró en la Samaritana, preguntó en las secciones en que se había detenido. Nada. El bolso se había perdido o se lo habían quitado. Quedó anonadada. Era muy tarde. Llovía con fuerza. Y se dio la caminata angustiada, chorreándole el agua, sudando del sofoco.

Cuando don Antonio la vio en tan deplorable estado quedó anonadado. Hubiera necesitado gritar y la estampa angustiada de su mujer, se lo impedía. Le pidió que se serenara, que no hablara. Tomaron un coche y regresaron al hotel. La hizo cambiar de ropa, entre sollozos y estremecimientos. Mientras tanto, él hizo café, que ella bebió a pequeños sorbos. Mientras don Antonio trataba de secar aquella amada cabeza, dijo con ternura: “dime, hija mía ¿qué te ha pasado?

Cuando se enteró, no pudo contener la indignación: ¡y todo por un maldito bolso!. Antonio, que era el que era el que tú me regalaste… La indignación se canalizó en risa –y contemos que Antonio en muy contadas ocasiones rió-, pero la risa quedó cortada. Leonor no reaccionaba. Don Antonio, la tomó en sus brazos. Quería darle el calor de su cuerpo.

Durante unos días Leonor no se encuentra bien. Don Antonio redobla sus cuidados y ternuras. Ha encarecido a su mujer que olvide la pequeña peripecia. En cuanto cobre fuerzas saldrán juntos a comprar otro bolso. Pero ya no tendrán ocasión de hacerlo Porque el 14 de julio de 1911 –precisamente en esa fecha en que París parece perder la razón entre músicas y bailes populares- Leonor sufre la primera hemoptisis. Don Antonio recorre su más doloroso vía-crucis en busca de un médico. Nunca en su vida se sentirá más sólo que hoy, entre la multitud. Alguien, sin embargo, ha debido tenderle la mano, y realizar las gestiones oportunas. Sentimos no conocer su nombre. Pero sabemos que al día siguiente -15 de julio- fue trasladada a la Maison Municipale de Santé, rue du Faubourg St. Denis 200, donde quedó debidamente instalada y atendida”.

Bernard Sesé se sorprende, en su libro Claves de Antonio Machado [45], de la elección del hospital en el que fue ingresada Leonor Izquierdo:

 “Pero lo curioso es que la calle Perronet acaba en la calle de Saints-Pères (deformación del nombre de la Capilla Saint-Pierre), y en esta calle había entonces un gran hospital: el hospital de la Charité, fundado en 1601 por María de Médicis, que había mandado venir de Florencia a cinco hermanos de la Orden de San Juan de Dios. En 1911, la entrada principal estaba en la calle Jacob, muy cerca del hotel donde se alojaban Antonio y Leonor. No he podido averiguar si entonces existía allí un servicio de urgencia... Pero es extraño que no hubieran podido encontrar a nadie que les asistiera. (El hospital de la Charité se demolió en 1935; en su lugar se alza hoy la Nueva Facultad de Medicina, que no se terminó hasta 1953. En este hospital de la Charité murió, en 1907, Alfred Jarry, a los 34 años, y también Modigliani, en 1920, a los 36 años)”.


Parece lógico que, ante el estado de salud de Leonor, Antonio Machado recurriera al hospital o servicio sanitario más cercano al lugar en el que se encontrara, La Charité (47, rue Jacob), cerca de la rue Perronet u otro. El ingreso en la Maison Municipale de Santé (200, rue du Faubourg Saint-Denis), muy alejado de la rue du Perronet, pudo ser debido al hecho de que se trataba de un hospital-residencia para enfermos extranjeros, en el que estuvieron alojados, tanto Leonor como Antonio, entre ese día de julio y, aproximadamente, el 10 de septiembre de ese mismo año 1911.


Es posible que Leonor fuera atendida por alguno de los doctores que figuran en las dos fotos que reproducimos a continuación.



Médicos de la Maison Municipale de Santé (1912) [46]

 (Foto 1912):

Doctores Pironneau, Cassard, Paul Dufour, F. Bourgeois (proviseur), Frédault (proviseur), de pie Gassier y A. Vielle, sentados


Médicos de la Maison Municipale de Santé (1912-1913)

Jacques Cassard, François Bourgeois y Charles Gassier, de pie

Paul Dufour y Albert Vielle, sentados

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Sobre este trágico momento (14/07/1911), Ian Gibson da su propia versión en su libro Ligero de equipaje:

“Horrorizado, Antonio se lanza en busca de un médico por las calles atestadas de muchedumbre jubilosa. No encuentra a ninguno. A la mañana siguiente, después de una noche de angustia atroz, lleva a Leonor a la Maison Municipale de Santé situada en la calle Faubourg Saint-Denis, número 200, donde se suele acoger a los extranjeros enfermos. No sabemos qué diagnóstico hacen allí a lo largo de los siguientes días, pero Leonor tiene tuberculosis (nota 124). ”¿Lo sabía, o sospecha, Machado al casarse con ella? ¿Se trataba de una tragedia anunciada”. En Soria, donde al parecer la tuberculosis era frecuente, se dice insistentemente que el poeta estaba al tanto de la condición de Leonor desde el principio. Pero si fue así no hay constancia alguna de ello ni en la obra ni entre los papeles que se conocen del poeta”.

 



Placa de mármol situada a el patio interior de la Maison Municipale de Sante. En ella figura el nombre de Mlle. BARRÉ Cécile Berthe 1ère infermière, 30 ans, décédée le 19 octobre 1918 (Grippe Asiatique). Posible enfermera de Leonor en su estancia de 1911 (Hebe. Leonor Izquierdo Cuevas 1894-1912, Carolina Riera, Ediciones Rilke, Madrid, 2021). Foto: Carolina Riera.

 

    Un artículo, bajo el título de La Soirée, publicado en el periódico Le Petit Parisien (15/07/1911), ilustra el ambiente en París durante aquella jornada del 14 de julio:

Si la journée fut belle, la soirée ne le fut pas moins. Elle fut tiède et douce, agréable à souhait. Le peuple de Paris s´amuse, chante, danse joyeusement. Dès huit heures du soir, la ville s´était embrassée toute entière. De longues guirlandes de lumière … de la base au faite des monuments s´accrochant à tous les contours, accusant les détails d´architecture et désignant en lignes flamboyantes, les formes grandioses des palais.  Et le public, toujours gran amateur de ces fêtes, s´est porté en foule partout où brûlaient ces illuminations. L´initiative de chacun avait, d´ailleurs, fait des merveilles. Les monuments  publics, parfois, paraissaient sombres, à côté des débauches de lumière jetées sur les façades des maisons. Foule immense, place de l´Opéra, la décoration de l´immeuble entier de la Société Immobilière Maggi, retenait tous les regards: c´est artistique, nouveau et audacieux. Partout, sur les boulevards, dans les avenues, des cordons de lampes éclatantes de lumière, des guirlandes de plus humbles lampions multicolores faisaient comme une voûte, au-dessous de laquelle circulait la foule bruyante et joyeuse. On s´arrêtait surtout aux carrefours, où les bars offraient un plaisir gratuit et d´autant plus apprécié que rien ne le gênait, ni voitures, ni omnibus,…, ni tramways fâcheux. On dansa à perdre haleine, follement, jusqu´à l´heure où les premiers feux du soleil vinrent faire pâlir l´éclat des lampions et rappeler à chacun qu´il était temps de rentrer chez soi. Mais les Parisiens n´ont pas manqué de se porter non plus aux endroits où devaient être tirés des feux d´artifice. Il y avait foule immense place de la Bastille, à Auteuil, au parc Montsouris et au Pont-Neuf. Et l´on s´est émerveillé, cette année comme les autres, des feux éblouissants, des pièces pyrotechniques, des fusées s´élevant au ciel et retombant en pluie d´or, en étoiles multicolores, en gerbes de feu et s´éteignant doucement, doucement, au-dessus des têtes. Vraiment ce fut une délicieuse soirée.»


La correspondencia entre Antonio Machado y Rubén Darío aporta algunas noticias más sobre la estancia del matrimonio en París. Así, en la fechada el 17 de julio, Antonio Machado se disculpa por no haber podido ir a visitarle como prometido:

“Querido y admirado maestro: Una enfermedad de mi mujer, que me ha tenido muy preocupado y convertido en enfermero, ha sido la causa de que no haya ido a visitarle como le prometí. Afortunadamente hoy, más tranquilo, puedo anunciarle mi visita para dentro de unos cuantos días - al fin de semana – Le quiere y admira. Antonio Machado”

 

REGRESO A SORIA

La estancia en París puso su punto final en la primera quincena del mes de septiembre. Había durado ocho meses, de los cuales 55 en la Maison Municipale de Santé, y su regreso a Soria fue debido, según el mismo Antonio Machado en carta a Rubén Darío, “en busca de salud para mi mujer”. Aquel verano las temperaturas en París habían sido muy elevadas 36º/38º y habrían causado, según la prensa francesa, más de 40.000 muertes. Estos eran algunos de los titulares:

«La chaleur persiste». «La chaleur sévit toujours ». «Pourquoi fait-il si chaud ?». «La Vague Rouge». «Paris sous les tropiques». «On meurt de la chaleur à Paris».

El regreso anticipado supuso el final de la beca y las consiguientes dificultades económicas para el matrimonio, tal y como se refleja en la carta de Antonio Machado a Rubén Darío, fechada en París el 6 de septiembre de 1911:


Sello de correos en París: 8 de septiembre de 1911


París 6 de septiembre de 1911

               Querido y admirado maestro:

            Le supongo al tanto de nuestras desventuras por Paca y Mariquita que tuvieron la bondad de visitarme en este Sanatorio. Leonor se encuentra algo mejorada y los médicos me ordenan que me la lleve a España, huyendo del clima de París que juzgan para ella mortal.

            Así pues, yo he renunciado a mi pensión y me han concedido permiso para regresar a mi cátedra; pero los gastos del viaje no me los abonan hasta el próximo mes en España.

            He aquí mi conflicto. ¿Podría V. adelantarme 250 o 300 francos que yo le pagaría a V. a mi llegada a Soria?

            Tengo algunos trabajos para la Revista que le remitiré sí usted quiere. Le ruego que me conteste lo antes posible y que perdone tanta molestia a su mejor amigo.

Antonio Machado. Faubourg Saint-Denis 200-Maison de Santé.

 

Ya en Irún, Antonio Machado vuelve a escribirle el martes día 12 (sello de correos de Irún, 11 septiembre):





Irún 11 de septiembre de 1911

“Al Sr. D. Rubén Darío 4 Rue Herschel, 4 París (France)

Querido y admirado maestro: He tenido que partir de París en circunstancias muy apremiantes y me ha sido imposible despedirme de usted, como hubiera sido mi deseo. Voy camino de Soria en busca de la salud para mi mujer. Mucho le agradecería que hiciera que enviaran la Revista[47] y las pruebas de mi artículo[48], que yo le devolvería corregidos. (Soria-Instituto). Mil abrazos de su invariable amigo que no le olvida. Antonio Machado.


Carta de Antonio Machado a su madre, 

a su regreso de París (sin fecha):

Queridísima mamá:

Acabo de recibir

Conviene esperar un poco, sin embargo, por lo que te he indicado. Por lo demás, Leonor también desea verte y hoy mismo me lo dice, aunque no le he leído tu carta no le extrañará ni le preocupará el que tú le hables de venir aquí, al contrario le agradará mucho. Su deseo es también ir allá y, de no poder, que tú vengas.

Mucho me entristece el haberte inquietado y entristecido tanto con mi última carta. Sería vano que yo tratara de ocultarte mi sufrimiento; pero también has de tener en cuenta que con las grandes calamidades vienen las grandes resignaciones; que yo tengo el consuelo de poderme consagrar a cuidarla y el cumplimiento de lo que el cariño y el deber me imponen no pueden determinar en mí un estado de espíritu de violento y agudo dolor sino de triste conformidad con lo irremediable. Te digo esto porque creo que sientes al par que la tristeza natural por la enfermedad de Leonor, una gran inquietud imaginando en mí un estado de ánimo vecino de la desesperación. No, mi tristeza es grandísima, pero no puede tener nada de violenta. Tampoco tengo perdida toda esperanza en una mejoría si no absoluta, relativa.

Mi salud, por lo demás, no puede ser mejor. Es cierto que los sufrimientos morales siempre perjudican; pero hay algo más nocivo a la salud que es la vida desordenada y esta hace mucho tiempo que terminó para mí y hoy, más que nunca, mi vida está regularizada por las mismas necesidades del enfermo. Vivo ajustado a cronómetro y mi única expansión consiste en respirar aire puro. Aunque te parezca extraño, nunca he estado más fuerte de salud.

Así, pues, queridísima mamá, no te acongojes tú por mi situación; el golpe terrible para mí fue el que me llevé en París, cuando la enfermedad de Leonor nos hirió como un rayo en plena felicidad. Nuestro ánimo, al fin, se adapta a todo, y las ocupaciones y deberes que impone la misma son otros tantos cauces del dolor que lo alivian y mitigan.

De esto sabes tú más que yo, pues que tu vida ha sido de constante sufrimiento por los seres queridos. Además, la felicidad es simplemente una cuestión de egoísmo o de inconsciencia. Siempre tenemos motivos para sufrir; pero los únicos dolores que no (…) y que llevan su consuelo en sí mismos, son los que pasamos por los demás.

El plan mío y el de Leonor es desde luego es ir a Madrid, si la mejoría se acentúa, pero, en caso contrario, que tú vengas aquí. Hoy me decía hoy: ahora puede la mamá Anita venir a su niña, si su niña no va a verla a ella. Cuando nos escribas, háblanos de tu viaje, pues a ella le agradará sobre todo que tú estás dispuesta a venir.

A Manuel le escribiré uno de estos días. Hoy recibo las crónicas de Unamuno sobre el libro muy hermosas en que habla de los dos con grandeza. Se las remites.

Mil abrazos para todos y mil besos para ti.

Antonio 


La noticia del regreso del matrimonio a Soria, vía Madrid, fue objeto de atención en la prensa soriana:

“Han llegado. De París, el laureado y distinguido poeta D. Antonio Machado y señora”. El Avisador Numantino, 16 de septiembre de 1911

“Han regresado de París y Santander, respectivamente, nuestros queridos amigos D. Antonio Machado y D. Francisco Santamaría, espiritual poeta el uno y eminente espeleólogo el otro, y ambos profesores de nuestro Instituto general y técnico. Sean bien venidos”. La Verdad, 19 de septiembre de 1911.

Unos días más tarde, el 20 de septiembre de 1911, Antonio Machado escribe a Juan Ramón Jiménez dándole cuenta de su regreso de Francia.

Querido Juan Ramón:

Hoy, de vuelta de Francia, me encuentro con la colección de sus libros, de los cuales dos conocía. Mil gracias, querido poeta. Los leo y los releo con verdadero amor y quisiera —¡bien lo sabe Dios!— escribir de ellos algo que no fuera tan vulgar y ramplón como las cosas que hoy se escriben de los poetas. V. hace cada día cantos más bellos y sus libros son para mí un placer, un consuelo y el recuerdo de un hermano nunca olvidado, pero ausente de larga fecha. En breve publicaré un libro que le remitiré. Es un intermedio. Mi libro vendrá más tarde. Empiezo a verlo hoy y lo escribiré en unos cuantos años. Le escribiré largamente. Le admira y quiere mucho, Antonio Machado S/C. Soria. Instituto.

Fechada el 20 de octubre de 1911, Leonor Izquierdo escribe a Ana Ruiz, madre de Antonio Machado, y a su cuñada, Eulalia Cáceres:

Queridísima mamá y Eulalia. Recibimos sus cartas (y las de J) y la de Joaquín y aguardábamos a recoger los cuadros para escribirles. Ya están en casa y mañana tendrán sus marcos que quedarán muy bonitos. Tanto el retrato de Antoñito como el cuadro de Pepe los colocaremos en la sala. Yo sigo mejorando mucho pues Soria me sienta muy bien. Como con buen apetito y como el tiempo es bueno salimos con frecuencia a pasear pues no olvido los consejos de Quimaco[49] y a tomar los aires del Mirón. Durante las fiestas de San Saturio hemos asistido a algunos festejos la procesión con la tradicional soldadesca la música militar que ha tocado en la plaza y en la alameda de cervantes. La tía Concha me está haciendo un abrigo de invierno muy hermoso, para pasar los fríos que no tardarán en venir. Mucho celebramos que están todos buenos en esa y que Joaquín siga mejorando. En esta casa todos buenos de salud. Suponemos que Paco estará próximo a terminar su oposición obteniendo un gran triunfo y que Pepito habrá entrado ya en combate con el mismo éxito. Muchos afectos a todos y Vds.


1912

La Gaceta de Madrid publica, en su número 4, correspondiente al 4 de enero de 1912, la orden de abono “a Don Miguel Ángel Trilles, Don Antonio Machado y don Juan Ruiz Esterlich, pensionados por Real Orden de 15 de diciembre último, la segunda mitad, que para viajes de regreso les fue asignada, y se den por caducadas las referidas pensiones en el tiempo que les queda por disfrutar” (29 de diciembre de 1911)

Mundial Magazine, cuyo director literario era Rubén Darío, publica la versión en prosa de La tierra de Alvargonzález en su número 9 de enero de 1912.


9 de Enero de 1912

El 8 de febrero de 1912, Antonio Machado escribe una carta a Juan Ramón Jiménez comunicándole, entre otras cosas, la pronta publicación de Campos de Castilla:

“Señor don Juan Ramón Jiménez. Queridísimo Juan Ramón: Aunque con algún retraso me llega su libro Poemas mágicos y dolientes que con toda el alma le agradezco. Vivo retirado en un rincón de Castilla donde me siento –con harta satisfacción- olvidado de casi todo el mundo, y me encanta saber que me recuerdan los pocos a quienes yo no olvidaré nunca. Hace dos años me casé y una larga enfermedad de mi mujer, a quien adoro, me tiene entristecido. Su libro de V. es para mí un solaz y un consuelo. Sus poemas son admirables y por ellos veo que su lira se enriquece con nuevas cuerdas como un árbol con ramas nuevas. Las Marinas me han entusiasmado. Ellas me recuerdan sensaciones de mi infancia, cuando yo vivía en esos puertos atlánticos. Hoy que tanto se ha hecho rastrera y banal la musa de la juventud, es V. de los pocos, poquísimos, que conservan pura y acorde la lira de Apolo. Conservo sus libros, sus portentosos libros, y los leo y releo con delectación quizá morbosa, pues harto sé que en ellos hay tanta belleza como amargura. En breve publicaré mi librito “Campos de Castilla”, en el cual va un poema que dedico a usted y titulo “Las Tierras de Alvargonzález”. Hace ya muchos meses que está en poder de “Renacimiento” y no sé a qué aguarda para publicarlo. Ruégole que me escriba algo de su vida. Quede con Dios y sepa cuánto le admira y quiere Antonio Machado.”


CASARES EN MUNDIAL MAGAZINE


El 20 de febrero de 1912 está fechado el relato-cuento de Antonio Machado titulado Casares, segunda versión de otro, Gentes de mi tierra, fechado, con incógnita, por Oreste Macri, en 1911. Es decir, durante, probablemente, la estancia del matrimonio Antonio y Leonor en París. Esta segunda versión parece la definitiva o, si se quiere, la oficial. En ella, Antonio Machado recoge un pasaje de su encuentro en París con dos personajes conocidos: Casares (Benito Artigas Arpón) y Perico Lija, sevillano y compañero de Machado, tal y como él mismo indica en el texto, en sus tiempos de adolescencia. En la primera versión, el acompañante de Machado es un amigo (Mundial Magazine, Nº 26, París junio 1913). En la segunda, y definitiva, el amigo resulta ser Rubén Darío.


Nº 26, 20 de febrero de 1912


                                                                 Nº 26, 20 de febrero de 1912


***

Segunda versión

Una tarde que me encontraba en París, tomando cerveza con mi amigo el poeta Rubén Darío en la terraza de un café del “Quartier”, se me acercó un hombre cuya traza no me era desconocida y a quien, sin embargo, yo no acertaba a reconocer.

-        ¿No se acuerda de mí..? – Y como yo no le contestara, añadió-: Casares.

               Era un joven alto y delgado, de rostro imberbe, de ojos verdes, inquietos y sin cejas. Vestía un gabán raído.

En efecto, yo había conocido a Casares en una pequeña capital de provincia hacía ya ocho o diez años. Casares era entonces un muchachuelo bastante presumido, que redactaba un periódico conservador titulado “El Avisador de X”, sostenido por el cacique de la comarca. Casares se peleó con el cacique, ignoro por qué causa, y fundó entonces “El Desmoche”, periódico radical, furibundo defensor de los intereses del pueblo.

Aquel papelucho fue el terror de la ciudad. En él arremetía Casares contra todo el mundo; denunciaba el juego del casino, los chanchullos de la Hacienda, las piraterías de los usureros. Durante los primeros meses respetó a los curas, temeroso de una excomunión del obispo, que le hubiese privado de suscriptores; pero los curas lanzaron a su vez un periódico titulado, que redactaban otro periodiquillo titulado “El Triunfo de la Fe”, se arremetieron a Casares. Casares entonces embistió fieramente a los curas. Entre ambos papeles trabase una lucha enconada”.

Un relato-cuento que vuelve a reafirmar la personalidad intelectual de Antonio Machado, posicionándose expresamente a favor de Casares: “No sé si admirar o compadecer a estos hombres que, entre otras cosas, tienen para su vida un billete circular que no les permite parar dos veces en la misma estación. Sí haré constar que el caso de mi amigo Casares no constituye una rara excepción en nuestra tierra. En algunas capitales de tercer orden, y en algunos pueblos, he podido conocer a muchos hombres del temple y laya de Casares. Este hombre batallador y romántico, absurdo si queréis, y capaz de tornarse como Don Quijote con Satanás en persona, me inspira profunda simpatía.

Bajo una apariencia vulgar, humilde y trasnochada, el fiero individualismo de nuestra raza persiste en estos hombres, para quienes el medio no ha de ser necesariamente más fuerte que el individuo. Allí donde la uniformidad mental ejerce presión más formidable y donde un elemento de rebeldía se encuentran el más absoluto desamparo, el hombre-Casares lucha solo y a cuerpo limpio contra el obispo y el cabildo catedral; el gobernador, el alcalde, los concejales, los jueces, los caciques y los usureros, contra el pueblo entero, si es preciso. Yo he presenciado esta épica lucha durante años enteros sostenida y en alguna ocasión, hasta me pareció la victoria indecisa. Al cabo, un puntapié unánime, al que concurren aun aquellos que parecían afectos, da con Casares en tierra. Cierto… Pero a los pocos meses de la desaparición de Casares y de la muerte definitiva de “El Desmoche”, veréis a un joven con el pelo largo y el rostro sombrío, que se pasea por las calles con un enorme garrote en la mano. Es el director y fundador del “Luchador”, “El Alacrán” que viene dispuesto a pelearse con su propia sombra”. “Los hombres como Casares tienen una psicología de toro de lidia. La vida les torea; ellos embisten y casi siempre se les mata a traición”.


Casita en El Mirón


Por aquella época Antonio Machado alquiló una casita próxima al paseo del Mirón. José María Palacio, en un emotivo artículo publicado en El Porvenir Castellano el 29 de junio de 1913, evoca esta circunstancia:

“Hoy hace un año que llevé a su inolvidable Leonor (q.e.p.d.) un ramo de rosas cortado en el jardín de nuestro amigo Aparicio. Y se las entregué en la plazoleta de El Mirón, adonde la llevaba usted y una madre amante, para que la malograda esposa encontrase alivio a su mal, respirando aire puro bajo un olmo secular.

Cuando yo llevé las rosas estaba sola Leonor. ¡Y cuánto la alegraron nuestras flores! Ellas despertaban nuevas esperanzas en nuestra pobre enferma, sin duda, porque su espíritu era tan delicado como las rosas.”


Cartas a Ortega y Gasset (9 y 17 de julio de 1912).

Pocos días antes de la muerte de Leonor, Antonio Machado contestaba a una carta de Ortega y Gasset, la tercera durante ese mes (9 y 17 de julio) en la que hacía largas reflexiones sobre el panorama literario en España. Entre ellas, su opinión sobre el concepto de hombre bohemio asociado a su persona:

“Mi aversión a la Universidad no puede ser, ni mucho menos, desdeño a quienes como V. honran a la Universidad. Jamás le tuve por cuistre y tampoco crea V. que he sido yo demasiado bohemio. Acepto su reprimenda humildemente; pero conste que no la merezco.” Carta a José Ortega y Gasset, 20 de julio de 1912.

En junio de 1912, Antonio responde a otra carta de su madre [50]:

“Queridísima mamá: Acabo de recibir tu carta por conducto de Don Vicente. Leonor se encuentra un poco repuesta de la última crisis. Yo he llegado a concebir esperanzas de que si se acentuara un poco su mejoría y cobrase alguna fuerza, pudiéramos ir a Madrid para que Hausser y algún especialista la tratase. Excuso decirte cuanto placer sería para mí tenerte aquí.

Conviene esperar un poco, sin embargo, por lo que te he indicado. Por lo demás, Leonor también desea verte y hoy mismo me lo dice, aunque no le he leído tu carta no le extrañará ni le preocupará el que tú le hables de venir aquí, al contrario le agradará mucho. Su deseo es también ir allá y, de no poder, que tú vengas.

Mucho me entristece el haberte inquietado y entristecido tanto con mi última carta. Sería vano que yo tratara de ocultarte mi sufrimiento; pero también has de tener en cuenta que con las grandes calamidades vienen las grandes resignaciones; que yo tengo el consuelo de poderme consagrar a cuidarla y el cumplimiento de lo que el cariño y el deber me imponen no pueden determinar en mí un estado de espíritu de violento y agudo dolor sino de triste conformidad con lo irremediable. Te digo esto porque creo que sientes al par que la tristeza natural por la enfermedad de Leonor, una gran inquietud imaginando en mí un estado de ánimo vecino de la desesperación. No, mi tristeza es grandísima, pero no puede tener nada de violenta. Tampoco tengo perdida toda esperanza en una mejoría si no absoluta, relativa.

Mi salud, por lo demás, no puede ser mejor. Es cierto que los sufrimientos morales siempre perjudican; pero hay algo más nocivo a la salud que es la vida desordenada y esta hace mucho tiempo que terminó para mí y hoy, más que nunca, mi vida está regularizada por las mismas necesidades del enfermo. Vivo ajustado a cronómetro y mi única expansión consiste en respirar aire puro. Aunque te parezca extraño, nunca he estado más fuerte de salud.

Así, pues, queridísima mamá, no te acongojes tú por mi situación; el golpe terrible para mí fue el que me llevé en París, cuando la enfermedad de Leonor nos hirió como un rayo en plena felicidad. Nuestro ánimo, al fin, se adapta a todo, y las ocupaciones y deberes que impone la misma son otros tantos cauces del dolor que lo alivian y mitigan.

De esto sabes tú más que yo, pues que tu vida ha sido de constante sufrimiento por los seres queridos. Además, la felicidad es simplemente una cuestión de egoísmo o de inconsciencia. Siempre tenemos motivos para sufrir; pero los únicos dolores que no (…) y que llevan su consuelo en sí mismos, son los que pasamos por los demás.

El plan mío y el de Leonor es desde luego es ir a Madrid, si la mejoría se acentúa, pero, en caso contrario, que tú vengas aquí. Hoy me decía hoy: ahora puede la mamá Anita venir a su niña, si su niña no va a verla a ella. Cuando nos escribas, háblanos de tu viaje, pues a ella le agradará sobre todo que tú estás dispuesta a venir.

A Manuel le escribiré uno de estos días. Hoy recibo las crónicas de Unamuno sobre el libro muy hermosas en que habla de los dos con grandeza. Se las remites.

Mil abrazos para todos y mil besos para ti.

Antonio


Carta de Unamuno a José María Palacio, Número 1 del Porvenir Castellano (1 de julio de 1912).

El 1 de julio de ese mismo año, El Porvenir Castellano, primer número del periódico, publica una Carta de Unamuno a José María Palacio en la que comenta.

Sr. D. José María Palacio. A los dos días de recibir su carta, señor mío, recibí el libro de Machado y sin haberlo aún terminado, después de un hojeo, en caliente – según mi modo – le escribí una carta y el mismo día, al acabarlo, otra. Lo he vuelto a leer y va asentándose mi impresión primera. Al principio me saltó al alma una impresión casi mística, después he sentido mejor lo que de trágico tiene. Es todo un poeta Machado y Soria le ha suscitado un fondo del alma que acaso de no haber ido ahí dormiría en él. Llevo años ya en mi labor de La Nación y sin apartarme de mi línea de conducta y haciendo a mi modo españolismo. En un principio desconcertaba a muchos, hoy van ya entrando en mi manera de ver. Es cosa difícil decir la verdad sobre España, sin mentir ni atenuar la verdad y sin dar tampoco pábulo a las leyendas criollas y a las de los indianos. Conozco y reconozco nuestros males pero estoy cada vez más enamorado del recio temple de nuestra alma, de nuestro desdén al destino. Hay algo grande en nuestra pobreza misma. Mejor sería atenuarla pero no crea usted que deseo a mi patria la hartura de otras naciones ni me entusiasman los pueblos ahítos de bienestar material y de comodidades y que acaban en diabetes colectiva. Ese hombre-tipo con los ojos siempre turbios de envidia o de tristeza a quien hiere y acongojan fortuna y maladanza tiene sus virtudes, las recias virtudes cainitas. Y no me cabe duda de que si Caín no mata a Abel éste habría matado a aquél pero poco a poco, a alfilerazos. Salude a Machado. Y usted cuente como un amigo con Miguel de UNAMUNO Salamanca 7-V-XII (Anexo III)


Durante la ausencia del Director del Instituto, D. Ildefonso Maes, Antonio Machado se hizo cargo de dicha Dirección.

El Porvenir Castellano, 1 de julio de 1912

El día 4 de julio de 1912, Antonio Machado publica[51] un artículo, sin firma dedicado a Unamuno (Anexo V). 

El Porvenir Castellano, 8 de julio de 1912, publica un artículo sin firma titulado, Don Antonio Machado y su libro Campos de Castilla, en el que recoge el propósito de organizar un homenaje a Antonio Machado (Anexo VI).

FALLECIMIENTO DE LEONOR IZQUIERDO CUEVAS




Con fecha 26 de agosto, El Porvenir Castellano publica la noticia del regreso del Director del Instituto, D. Ildefonso Maes:

El Porvenir Castellano, 26 de agosto de 1912


Agradecimiento de Antonio Machado al doctor Valentín Guisande de Brea, Mariano Íñiguez, Hausser y Simarro.

En fin, el 5 de septiembre de 1912, El Porvenir Castellano publica una nota redactada por José María Palacio en la que expresa, en nombre de Antonio Machado, el agradecimiento de este a los médicos, Sr. Guisande, Simarro[52] y Hausser de Madrid y Sr. Íñiguez, que había atendido a su mujer, Leonor Izquierdo, en uno u otro momento de su enfermedad. La nota dice así:


                            El Porvenir Castellano, 5 de septiembre de 1912



“Y ya que del Sr. Guisande nos ocupamos, cumpliremos hoy un encargo que nos encomienda nuestro entrañable amigo D. Antonio Machado. En días luctuosos para él, bajo el peso de la desgracia cuyo desenlace había prolongado su ciencia el Sr. Guisande, el poeta (…) por esto palabras de admiración y de gratitud hacia el notable médico que había (…) en el tratamiento de una enfermedad (horri/terrible), con el indicado por eminentes como los señores Simarro y Hausser de Madrid[53]

"El agradecimiento del Sr. Machado y (...) es también extensivo a otro médico  (...), al Sr. Íñiguez, que con solicitud (...) cariñoso, estuvo al lado de la paciente y  (...) inconsolable esposo, en cuantas ocasiones fue necesario."



 ANEXOS

 I

En bien de todos

Desde hace algún tiempo y a causa de su excelente clima, está siendo objeto nuestra provincia de las constantes visitas de enfermos tuberculosos que, por recomendación de su médico, vienen aquí en la creencia de encontrar alivio a su terrible enfermedad. Reúne, en efecto, nuestra provincia excelentes condiciones higiénicas; pero es de temer que, si no se adoptan precauciones sumamente necesarias, dichas excelencias se tornen en condiciones favorables –no para curar, ni aun siquiera para aliviar, - sino para fomentar la propagación del bacilo productor, que constituye, hoy día, uno de los mayores azotes de la humanidad. Duro es decirlo, pero es muy humano el confesarlo; solo perjuicios nos acarrean dichos enfermos que, en uso de su perfectísimo derecho, de un derecho que la más sana moral aprueba acuden a nuestra capital llevados del natural deseo de curarse. Mas para descargo suyo, también hemos de confesar, que no son ellos los responsables de este mal que, aunque terriblemente cierto, los producen. ¿Quiénes son pues los culpables?

La cosa está clara; son aquellos que, por razón del lugar que ocupan, están obligados a velar por nuestra salud; aquellos otros que conociendo también el mal, por apatía o indiferencia, que es peor, no lo ponen de manifiesto para que esta su manifestación sirviera de acicate a los de más allá; lo seréis también vosotros, mis queridos lectores, si después de penetraros de la verdad que encierran estas líneas, no os apresuráis a atajar el mal que a pasos agigantados amenaza invadirnos; lo sería yo, finalmente, sino descargara mi conciencia como lo hago, para decir todo esto.

La tuberculosis, todos lo sabéis, es contagiosa; el agente que la produce, lo llevan los enfermos en gran número, y en gran número también los expulsan con sus esputos, que desecados después y llevado con el polvo al aire, penetra en nuestros pulmones dispuesto a hacer presa en nosotros, si las condiciones del organismo son apropiadas para que en él octonice.

Lógicamente se deduce de todo esto, que cuanto mayor sea el número de tuberculosos que en nuestra capital alberguemos, mayor será también el de agentes propagadores de la enfermedad, y por lo tanto , que más cargado estará el aire de estos gérmenes y en mayor proporción pasarán con él a nuestros pulmones. ¡Qué triste decepción la nuestra, cuando llevados del afán de aspirar aire puro, vayamos a buscarlo y encontremos un aire mefítico y contagioso en el que pulule el gérmen de una enfermedad mortal!! No exageramos en nada; la tuberculosis arrebata la vida a millares de españoles al año.

Por otra parte, no se conoce, a pesar de los constantes trabajos de Koch, Bhering y otros bacteriólogos eminentes, ningún remedio que sirva para curar dicha enfermedad; no siendo de extrañar, por consiguiente, que la Higiene ocupe en esta cuestión un lugar principalísimo y los preceptos higiénicos sean los únicos eficaces para evitar el contagio.

Ahora bien, que yo sepa, no se han adoptado hasta la fecha medidas preventivas de ninguna clase para precavernos de los efectos perniciosos que dejo apuntados.

Consecuencia de este abandono es el peligro que corremos de contagiarnos y adquirir esta enfermedad de tan fatales resultados; menos mal cuando, por efecto de la lucha que con todos los agentes patógenos sostenemos, salimos victoriosos; mas si por alguna circunstancia, nuestras resistencias orgánicas se debilitan, entonces, haciendo presa en nosotros estos micro-seres, seremos víctimas de su voracidad; seguiremos luchando no obstante, pero al fin de la jornada, nuestra derrota será inminente, habremos sucumbido, porque el enemigo mayor en número ha inutilizado a nuestras defensas. Y el enemigo de que tratamos en este artículo, es tanto más de temer cuanto se desconoce la naturaleza de su arma ofensiva, de su toxina.

Urge, pues, en bien de todos, hacer algo para librarnos de él; es necesario aniquilarlo antes de que nos declare la guerra. De otro modo, constantemente estaremos amenazados con su presencia; y la única esperanza que podremos abrigar, será la que nuestras defensas orgánicas debidamente reforzadas y organizadas, podrán hacerle frente con probabilidades de éxito. Es preciso que, sin excluir la idea de hospitalidad que nunca debe negarse, se atienda también a nuestra seguridad personal.

 

ANEXO II

 

CRÓNICA DE PARÍS

Tierra Soriana, 1911, nº 859, 21 de marzo.

(Subrayamos los párrafos que Antonio Machado traduce del artículo de Paul Bourget, en su artículo publicado por Le Matin con fecha 15 de marzo de 1911. Además de estos párrafos traducidos, se pueden encontrar más referencias que indicarían la relación entre ambos artículos, confirmando así que la obra de teatro a la que alude Antonio Machado es Le Tribun, de Paul Bourget.)

El acontecimiento más saliente de la semana es el nuevo drama de Paul Bourget. Los dramaturgos franceses no quieren sorprender al público con sus obras. Las avant-première – reparad en lo ilógico del vocablo – dan a conocer las producciones dramáticas, en vísperas de su estreno, a los periodistas, a los críticos y al gran mundo parisino. El mismo autor expone, a guisa de reclamo, en los diarios más leídos, el pensamiento capital de su obra. Mr. Paul Bourget se pregunta si esta moda, ya arraigada en París, es ventajosa o perjudicial.

“Evidentemente – se responde – un público que conoce por anticipado lo esencial del espectáculo a que asiste, está más capacitado para apreciar el detalle, la factura, las cualidades de arte; pero corre el peligro de formar prejuicios que le impidan juzgar imparcialmente la obra cuyo estreno presencia.”

Pero gracias a esta costumbre –buena o mala- podemos conocer nosotros el pensamiento dominante de la última producción de Paul Bourget, que se estrenará en el Vaudeville una de estas noches.

Paul Bourget continúa en su nuevo drama la serie de estudios de crítica social emprendidos en otras anteriores: L´Étape, Le Divorce, L´Émigré, L´Échéance, Paul Bourget pertenece a esa brillante pléyade de pensadores a quienes se ha llamado justamente tradicionalistas por positivismo y que constituyen en Francia, acaso, la expresión de la más alta intelectualidad.

Lemaître, Paul Adam, Barrès, Bourmont, Bourget, figuran en este grupo de franceses que inauguraron, hace ya algunos años, una tenaz reacción contra las tendencias ultra individualistas del resto de Francia.

“Mientras más estudio nuestra época – habla Paul Bourget – más me afirmo en la creencia de que parte de los males que hoy sufrimos, proviene del desconocimiento de esta ley, formulada al mismo tiempo por el católico Bonald y el empírico Augusto Comte, por el novelista Balzac y el biólogo, Haeckel: la unidad social no es el individuo sino la familia.

“Si esta ley es verdadera – añade – tratar de organizar la sociedad en función del individuo es sencillamente obrar contra natura. El hombre tiene este poder; le es dado pensar erróneamente e imponer su error a los hechos, hasta el momento en que los hechos se tomen por sí mismos la revancha. La necesidad conduce a quienes la siguen y arrastra a quienes a ella resisten. El proverbio latino: fata volentem ducunt; nolentem trahunt, es la misma verdad.”

Los hechos en Francia, según Bourget, han dado el más rotundo mentís al dogma del partido francés que se jacta de representar al porvenir. (Alude al sueño dorado del individualismo radical que constituye el fondo común y la común bandera de los partidos avanzados y del programa revolucionario.) Los derechos del individuo, la felicidad del individuo, el mérito del individuo, la libertad del individuo: tales expresiones van y vienen infatigablemente, desde hace años, en el Parlamento, en la prensa, en el teatro, en la novela, en las conversaciones particulares. El culto del individuo, tal es el dogma revolucionario por excelencia. Y en un país donde se profesa y se practica esta doctrina, parece que debieran abundar las grandes individualidades. Sin embargo, añade, nunca han escaseado tanto como hoy las individualidades poderosas. Las medianías pululan, las personalidades fuertes no aparecen por ninguna parte.

Recordad, en cambio, aquella generación de gigantes de fines del siglo XVIII y principios del XIX. Los hombres de la Revolución francesa rompieron, en efecto, los principios fundamentales de la sociedad a la que pertenecían; pero evidentemente ella los engendró, de ella salieron: de una sociedad de familias, no de individuos. Y no fueron los acontecimientos extraordinarios y terribles la causa de la producción de estas potentes personalidades: las tragedias de 1870 y 71 fueron, en cambio, fecundas en valores íntimos y medianos.

Reconozcamos que en las sociedades fundadas sobre la familia se opera una fecunda y poderosa elaboración de energía; y un trabajo de constante despilfarro y agotamiento en las sociedades fundadas en el individuo. Individualismo e individualidad, que parecen sinónimos, pudieran ser dos términos contradictorios.

Sobre esta idea y en torno a ella, Paul Bourget ha escrito un drama, que en breve sancionará la crítica y el público. Esto nos importa poco.

Pero nos interesa mucho conocer; hoy que nuestra política sigue fielmente los giros de la política francesa, lo que piensan en Francia los hombres cuyo pensamiento merece tomarse en cuenta, que no son, precisamente, los hombres políticos.

 

 III


CRÓNICA DE PARÍS

Tierra Soriana, nº 665, 4 de abril de 1911

Cuando juzgamos un país que no es el nuestro, señalamos en él como rasgo distintivo aquella nota que más nos sorprende, más en desacuerdo con vuestro carácter, con nuestras costumbres, con cuanto nos era familiar en nuestra tierra. Hay sobrados motivos para que obremos así y formulemos tales conclusiones;  pero no hay razón alguna para que nuestro juicio sea acertado. Cuanto nosotros – españoles – tengamos de más opuesto al genio de un inglés, ¿será necesariamente la característica de España? ¿Por qué ha de ser lo más francés de Francia, aquello que más hiera o deslumbre mis ojos españoles? ¿Por qué ha de ser una diferencia y no una semejanza lo que constituya la nota esencial, la verdadera entraña del pueblo que juzgamos al traspasar nuestras fronteras? Este criterio groseramente simplificador nos lleva a desatinar cuando hablamos de países extraños; con este criterio bárbaro se nos juzga a nosotros. Y al señalar las diferencias, sin reparar en las semejanzas, nuestro juicio suele ser negativo, inclinándose del lado de la censura o del menosprecio, porque nuestro amor propio nos lleva por mil caminos a considerar como un vicio – nunca como una virtud – la cualidad de que nosotros carecemos. Lo que los franceses llaman galantería, se designa en español con palabras que no pueden escribirse; lo que llaman franqueza catalanes y aragoneses se llama grosería y brutalidad en tierra de Castilla; quien guarda su dinero, piensa que es un fanfarrón el que lo gasta, y el hombre dadivoso piensa que el ahorrativo es un miserable. De pueblo a pueblo, de región a región, de hombre a hombre, cuando anotamos las diferencias, sólo la censura es sincera en nuestros labios, y bajo mil formas de aparente simpatía nuestras palabras sólo encierran aversión o desdeño.

El lector preguntará, acaso, qué relación pueden guardar estas consideraciones con una crónica de París. Voy a contestarle. Cuando un español llega a esta gran ciudad, ha de sufrir necesariamente, al ver su personalidad disminuida por la idea falsa y despectiva que los franceses han formado de nuestra España. Desde Madame D´Aulnoy hasta nuestros días – pasando por Mérimée, Hugo, Gautier, Richepin, etc,..” – una multitud de viajeros aburridos y observadores superficiales, han contribuido a forjar una España absurda y fantástica que a los españoles nos mueve a risa, cuando no llega a indignarnos. 

Es en vano que pretendáis convencer a estas gentes de que en España no existen ya inquisidores y autos de fe, ni hidalgos de gotera; es en vano decirles que la mayoría de los españoles no somos toreros, ni bailadores, ni guitarristas. Se lamentarán, en último caso, de que vayamos perdiendo nuestro carácter y afirmarán que, en breve, desapareceremos del mapa. ¡Como si no tuviéramos otra misión en el mundo que divertir al público de sus cafés cantantes!

La primera vez que estuve en París me preguntó una señora por qué no usaba el traje propio de mi país, asombrándose de que no fuera vestido de torero. ¿No es España, añadió, un país de toreadores? Tentado estuve de pagarle con otra pregunta, igualmente absurda, pero que hubiese encerrado una lógica semejante.

¿Cómo es que existen en París mujeres hornadas, que respetan a sus maridos y educan a sus hijos como buenas madres? Y ante la consiguiente estupefacción de la señora hubiese añadido: ¿No es París una ciudad de cocottes?

Tamaña grosería hubiera hecho comprender a la buena señora que no hay derecho a discurrir con las posaderas.

 

***

Para la mayoría de españoles y sudamericanos París es sencillamente la ciudad del placer y de la pornografía. He aquí una creencia absurda que encierra una enorme injusticia y una gran ignorancia. Es cierto que durante algún tiempo se han publicado en París las tres cuartas partes de las obras perversas, libidinosas o francamente obscenas que producía la literatura universal. Pero también es cierto que ni en el periodo de mayor rebajamiento estético ha sido Francia infecunda en hombres de alta y potente mentalidad consagrados a una labor honrada en el arte, en la filosofía, en las ciencias. Cierto es también que nunca sería más inoportuno reprochar a los franceses su desdén por la moral en las letras y en las costumbres que en esta época de potente reacción contra todas las tendencias insanas y degradantes, contra toda la literatura corruptora, contra todo arte afeminado y enfermizo, cuando la elite de la intelectualidad francesa parece de acuerdo para colocar por encima de todo – aun en detrimento de los fueros del arte y del pensamiento – los intereses de la sociedad y de la patria.

En nuestra tierra, en cambio, la más grosera pornografía empieza reinar en la literatura. Una turba de erotómanos se ha lanzado a la brecha. Ya tenemos casas editoriales que son fábricas de novelas sicalípticas, y a las librerías de Paris donde se venden libros españoles contemporáneos llegan multitud de obras con títulos y portadas que arden en un candil: La mujer fácil, El amor en pelota, La lengua X. ¡Apaga y vámonos!



La famillle et la société

 

                                                          Le Matin, 15 mars 1911

Paul Bourget

Ce soir aura lieu, au théâtre du Vaudeville la répétition générale du Tribun, de M. Paul Bourget. L´éminent auteur du Divorce et de la Barricade soulève, dans cette nouvelle pièce, l´une des plus graves questions de la sociologie: la question de la famille. C´est cette idée fondamentale de son drame que M. Paul Bourget va exposer aujourd´hui aux lecteurs du Matin, avant que le rideau se lève pour la première fois sur l´oeuvre haute et puissante qu´il vient d´achever.


Les moeurs littéraires d´aujourd´hui veulent qu´une pièce de théâtre soit discutée avant même d´avoir été représentée. Le rideau de la représentation générale se lève sur une intrigue déjà connue dans ses grandes lignes. Le reportaje contemporain nous ramène ainsi -ce qui n´est pas sans ironie- aux conditions qui furent celles du théâtre antique. Les dramaturges grecs et romains, qui prenaient pour matière un Oédipe, une Hécube, un Hercule, un Ajaz, étaient eux aussi, privés de cet élément d´intérêt: la surprise du sujet. Y a-t-il avantage ou non à cette connaissance anticipée du thème mis en action par l´auteur? L´un et l´autre se peut soutenir. Un public averti et qui connaît par avance l´essentiel du spectacle auquel il doit assister se trouve peut-être plus à son aise pour saisir le détail et la facture, c´est-à-dire les qualités d´art. D´un autre côté, il risque de n´être pas impartiel, s´étant fait, d´après ce qu´il sait du sujet et d´après ce qu´il sait de l´auteur, une image préalable.

Que les habitudes actuelles des avant-premières- quel néologisme significatif dans sa barbarie!- soient bonnes ou mauvaises, elles existent. Cette constatation me met à l´aise pour expliquer, à l´occasion du Tribun, quelques-unes des raisons qui m´ont déterminé dans le choix du problème que j´ai essayé d´y poser. On a imprimé un peu partout que le Tribun était de nouveau une étude sur l´idée de famille. On a dit qu´il se rattachait à la série de cliniques sociales -si j´ose hasarder ces mots- que j´ai données dans l´Étape, le Divorce, l´Échéance, l´Émigré. C´est exact encore. Plus j´ai observé notre époque, plus j´ai cru voir que toute une part des maux dont nous souffrons venait de la méconnaissance de cette loi, formulée également par le catholique Bonald et par l´empirique Auguste Comté, par le romancier Balzac et par le naturaliste Haeckel: “L´unité sociale est la famille et non l´individu…” Si cette loi est vraie, essayer d´organiser la société en fonction de l´individu, c´est proprement aller contre la nature. L´homme possède ce dangereux pouvoir. Il peut penser faux et imposer son erreur aux faits, jusqu´au moment où ceux-ci prennent leur revanche. Ils la prennent toujours. Le vieil axiome: “Fata volentem ducunt, nolentem trahunt” (La nécessité conduit ceux qui la suivent; elle traîne ceux qui lui résistent.) est la formule même de la vérité.

Cette revanche des faits, comment ne pas la reconnaître quand ont observe l´étonnant démenti donné par les résultats à l´effort le plus perseverant du parti qui se prétend, chez nous, le parti de l´avenir? Je veux parler de ce rêve de développpement individuel qui est le fond commun du programme révolutionnaire. Les droits de l´individu, le bonheur de l´individu, le mérite de l´individu, l´affranchissement de l´individu -ces expressions vienent et reviennent nfatigablement, chaque jour, depuis des années, à la tribune du Parlement et dans les conversations privées, au théâtre et dans la presse, dans les romains et dans les réunions publiques. Le culte de l´individu, tel est le dogme révolutionnaire par excellence, et la Déclaration des droits de l´homme en était déjà l´affirmation la plus nette. Il semblerait qu´un pays où se professe et se pratique une pareille doctrine dût abonder en individualités remarquables. Il se trouve que, tout au contraire, jamais les individualités puissantes n´ont été plus rares qu´aujourd´hui. C´est la plainte universelle, dans la politique comme dans les lettres. Le talent moyen est partout, celui qu´un dressage adroit peut produire. Les personnalités fortes, ces hommes “dont chaque pouce est un homme”, comme disait si heureusement Shakespeare, comptez-les! Reportez-vous maintenant par la pensée à la fin du dix-huitième siècle. La génération qui est arrivée à l´action en 1789 a bien pu renier en esprit tous les príncipes d´après lesquels était construite la société dont elle sortait. Il n´est pas moins vrai qu´elle en sortait. Et cette société, avec ses droits d´aînesse et ses substitutions, avec l´autorité qu´elle attribuait au père et tout l´ensemble de ses moeurs, était la mise en oeuvre de l´idée la plus contraire à l´individualisme. C´était réellement une société non pas d´individus, mais de familles. Or quel est le caractère surprenant de la tragique période qui s´est écoulée entre 1789 et 1815? Une extraordinaire apparition d´individualités supérieures. Ne dites pas que ce sont les événements terribles qui en sont la cause. La guerre de 1870 et la Commune de 1871 ont été aussi des événements terribles, et qui n´ont mis au jour que des valeurs moyennes. Reconnaissons plutôt que dans les sociétés fondées sur la famille, il s´opère une féconde et puissante élaboration d´énergie. Un travail de constant gaspillage et d´épuisement s´accomplit au contraire dans les sociétés fondées sur l´individu. Si bien que ces deux mots: individualisme et individualité, qui paraissent synonymes, peuvent être donnés comme deux termes contradictoires. Ils sont, pourrait-on dire, en raison inverse l´un de l´autre.

Ces quelques réflexions suffisent pour montrer combien sont dangereuses un certain nombre de mesures qui figurant dans le programme politique des parties actuellement au pouvoir. Il est équitable de renonnaître que le problème ne se pose pas pour eux sous cette forme. La qualité du produit humain à créer ne les préoccupe point. S´ils considèrent l´héritage, ils n´y voient que l´iniquité qui attribute au fils d´un millionaire des bien tout acquis et qu´il n´a pas mérités. S´ils considérent le mariage indissoluble, ils n´y voient qu´un lien accablant pour l´homme ou la femme mal mariés et l´iniquité de leur sort. S´ils considèrent l´enseignement, ils n´y voient que l´inégalité des éducations et les diversités futures des opinions, du moment que les enfants auront été élevés d´après la fortune et les idées de leur père. Et ils s´essayent à corriger, à coups d´impôts, l´injustice des transmissions pécuniaires, à élargir le divorce en attendant l´union libre, à paralyser le contrôle des parents sur l´éducation. Le malheur est que ces mesures, si elles font une société d´apparence plus rationnelle, font aussi une société appauvrie, amaigrie, anémiée. La cellule vitale, la famille, dépérit. Nos gens ressemblent à des ingénieurs qui construiraient de rigides canaux de marbre pour l´écoulement d´une source, et qui, en fouillant le sol pour installer ces marbres, tariraient la source. Par quels moyens les arrêter dans leur redoutable besogne? En leur montrant les conséquences et d´abord en les forçant à considérer le phénomène-famille dans sa réalité féconde et dans ses conditions. C´est à quoi toute une école, celle des traditionnalistes par positivisme, s´applique depuis des années. Le signataire de ces lignes en est un modeste ouvrier. 

 

   IV


 

 V




VI

“Nuestro amigo el culto redactor de España Libre D. Manuel H. Ayuso ha publicado en el número de dicho diario correspondiente al 18 de junio último un bello artículo que tuvo la bondad de remitirnos y en el que se ocupa del último libro publicado por D. Antonio Machado, altísimo e ilustre poeta a quien nosotros admiramos mucho y queremos muy hondamente. Ayuso nos envió ese artículo para que diéramos a conocer a las gentes de letras de Soria y ver si cuajaba su propósito, que no es otro que el expresado en las siguientes líneas:

“Aunque tentado estaba de seguir copiando, temo faltar a la obliga la brevedad que me he impuesto como norma de pensamiento, de oratoria, de escritura y hasta de conversación, (si bien no falta quien me cree prolijo en esta última parladora facilidad) y concluyo estos renglones aconsejando a los intelectuales de aquel rinconcito de la vieja Castilla que testimonien de alguna manera el afecto y la admiración que debemos al cantor insigne de los campos sorianos, paisano de Bécquer y enamorado como él de la “tierra triste y noble”, sedienta de árboles en las cumbres y rebaños en las laderas… Si de mí deseo hubieran de guiarse, no sería este homenaje vocinglero ni aparatoso: se limitaría a un sencillo acto de lectura de “Campos de Castilla” y al envío de flores, muchas flores, todas las que merecen su juventud y su primer puesto en el corazón del poeta, a la señora de Machado, mujer soriana que trasplantó a los altozanos numantinos el alma sevillana del rimador insigne, cuyos talentos y arte noblemente envidio.”

También por nuestra cuenta habíamos acariciado la idea de un homenaje, que bien lo merece la representación delicadísima y exacta que de estos campos hoscos y bravos, soleados y pobres, ha hecho el gran poeta. Entre observaciones psicológicas muy profundas; pero hemos tenido que asistir, porque sabíamos que contrariábamos con ello a nuestro queridísimo amigo. La idea de Ayuso es apropiada, y tomándola como buena, el Porvenir Castellano ha llevado flores a la esposa del poeta. Doña Leonor Izquierdo de Machado es digna de él, y en el alma noble y noble de su esposo ha encontrado todas las predilecciones, todos los cariños que la compensan y la curan de sufrimientos físicos, por cuya total desaparición ¡bien lo sabe Dios! hacemos votos muy fervorosos.

El homenaje más grande que a Machado se le puede rendir, es rendírselo a su esposa, y nosotros lo hemos dicho, también con una envidia noble: Señora, puede calmar vuestros sufrimientos físicos de ahora la idea de vuestra felicidad ideal. Sois dueña de un corazón que canta una lira de oro, y cuyas esencias mejores a vos os pertenecen. Y por si algo faltara el esposo-poeta os hace vivir constantemente entre azucenas y entre rosas naturales. La Poesía del espíritu y la de la Naturaleza unidas, han penetrado en vuestra alma, y la placidez y la alegría que esto produce es el bálsamo ideal que poco a poco ha de ir conquistando de nuevo la salud ahora quebrantada. Así vivían las antiguas princesas juglarescas, llevándoles de ventaja el que a vos os correspondió un príncipe de la poesía. ¡Salud, señora! Y otro día hablaremos del libro de Machado”.



 VII





Tierra Soriana, nº 631, 14 de enero de 1911


VIII

    


Carta de Antonio Machado al Doctor Simarro

Querido y admirado maestro: mi más completa adhesión a cuantas campañas en favor de la libertad de expresión del pensamiento emprenda esa Liga de los defensores de los derechos del hombre. Disponga de su buen amigo s.s., Antonio Machado

 

 IX




Bibliografía

Carpintero, Heliodoro, Antonio Machado en su vivir, Centros de Estudios Sorianos, Soria, 2009.

Fernández Palmeral, Ramón, Buscando a Antonio Machado en Soria, Editorial Palmeral, Alicante, 2007.

Machado, José, Últimas Soledades del poeta Antonio Machado, Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales, Madrid, 2008.

Machado, Leonor, Recuerdos y vivencias con los poetas Manuel y Antonio Machado, Fundación Unicaja, Madrid, 2006.

Martínez Laseca, José Mª, Antonio Machado: su paso por Soria, Diputación Provincial de Soria, IES Antonio Machado, 2006.

Riera, Carolina, Hebe, Leonor Izquierdo Cuevas, 1894-19012, Ediciones Rilke, 2021.

Sesé, Bernard: Machado y París: https://books.openedition.org/cvz/2326?lang=es

Sesé, Bernard: Claves de Antonio Machado, Colección Austral, España Calpe, Madrid, 1990.

Manuel Casillas (Carta a Rubén Darío, Paris, 1911, p. 1490, Obras completas): EL LIBRO ESPAÑOL EN PARÍS A COMIENZOS DEL SIGLO XX. ESCRITORES I TRADUCTORES, Denise Fischer Hubert, Universitat Rubira i Virgil, 2014.

 



[1]La línea Torralba-Soria había sido inaugurada el 1 de junio de 1892.

[2] Zola publica su artículo “J´accuse” en el periódico L´Aurore en enero de 1898.

[3] Rubén Darío llegó a París en 1900 como corresponsal de La Nación de Buenos Aires, para cubrir la Exposición Universal de París. Su primera estancia duró cinco años. En 1912, Rubén Darío año aceptó la oferta de los empresarios uruguayos Rubén y Alfredo Guido para dirigir las revistas de París Mundial y Elegancias.

[4] Machado, Leonor, Recuerdos y vivencias con los poetas Manuel y Antonio Machado, Fundación Unicaja, Madrid, 2006, p. 11.

[5] Heraldo de Soria, 25 de abril de 2007), artículo de Julio Santamaría Calvo y José Antonio Martín de Marco, según el cual existe una hoja de rectificación del padrón municipal de 1905, firmada por don Ceferino Izquierdo Caballero[5] el 29 de diciembre de 1907, en la que se indica lo siguiente: “CEDULA de empadronamiento que presenta al Excmo. Ayuntamiento el cabeza de familia D. Ceferino Izquierdo Caballero habitante de esta Ciudad de Soria en la calle del Collado número 50 cuarto…” Estos datos vienen a confirmar que Don Antonio Machado vivió, desde su llegada a Soria, en el mismo domicilio de Leonor Izquierdo, pensión de su tía, primero, y, posteriormente, en la pensión de sus padres de la calle Estudios 7.

[6] Isidoro Martínez estuvo casado, en primeras nupcias, con Regina Cuevas Acebes (Revista Idiomas 2007), pero, a la muerte de ésta, se casó con Joaquina García del Val, de la que tuvo tres hijos: Mª Dolores, Mª del Carmen e Isidoro Martínez García. Practicante en el Hospital de Soria, en San Pedro Manrique, a partir de septiembre de 1907, fue chofer ocasional de la Brigada Sanitaria y fundador de la Unión Automovilista Soriana en 1925. Falleció el 23 de junio de 1960.

José Antonio Pérez-Rioja escribe, a propósito de Isidoro Martínez, una reseña en su libro “Apuntes para un Diccionario Biográfico de Soria”, Caja Duero, Soria, 1998: “Apodado El Rojo. Fue barbero –tenía una peluquería en El Collado- y practicante del Hospital Provincial, ha sido –en la primera mitad del XX-, uno de los tipos más simpáticos y populares de Soria, donde fundó –años “20”- la Unión Automovilista Soriana, iniciando la organización de los festejos anuales del Día de San Cristóbal. Aficionado a la música, tocaba asimismo la dulzaina. Don Rafael Arjona lo tomó como antecedente real del protagonista literario de su relato Las fiestas de San Juan y James Home (1954).”

Así mismo, y sobre el mismo Isidoro Martínez Ruiz, recogemos la nota publicada en El Avisador Numantino, 3 de febrero de 1915: “La Federación de Obreros. El presidente de la mencionada asociación D. Emilio Benito nos ruega en atento B. L. M. hagamos constar que el activo de la Sociedad arroja un saldo de 1.266,08 pesetas, suma hallase depositada en la Caja de Ahorros. La Junta de la Federación acordó aprobar el ingreso en la “Unión general de Trabajadores de España”, y aceptar los generosos ofrecimientos del obrero practicante de medicina y cirugía D. Isidoro Martínez, quien se compromete a prestar servicios a sus compañeros gratuitamente, por lo que la Federación le otorgó un voto de gracia, significando de este modo el cariño de la clase trabajadora al Sr. Martínez, cuya noble conducta merece las mayores alabanzas”.

[7] “En 1906 volvió a pedir un reenganche por otros cuatro años más. Hallándose en el puesto de Gómara, cansado de tantos destinos y de la dura y sacrificada vida militar de aquellos años, y mala paga, y viendo poco porvenir para sus tres hijos: Leonor de 13 años, Sinforiano, de 10 años (observar que llevaba el mismo nombre del abuelo paterno) y Antonia de pocos años. Pide la licencia absoluta y  se la conceden el 31 de agosto de 1907 (día de San Ramón Nonato). Figura anotada en su ficha y firmada por el 2º Jefe Accidental, Narciso Hernández Hernández. Llevaba unos 22 años de servicio, ya que los años del Colegio también le contaba. Tenía 37 años de edad cuando se licenció. Después de licenciado, la familia Izquierdo/Cuevas se trasladan desde Gómara  a Soria y cuando el matrimonio Isidoro Martínez Ruiz y su esposa Regina Cuevas Acebes, hermana de Isabel Cuevas, deciden  cerrar la pensión de la calle Collado 54, los Izquierdo abren otra pensión en  Estudios, 7, esquina Teatinos a donde también se cambiará Antonio Machado, que se hospedaba en la pensión de Isidoro, y además acababa de llegar en octubre al Instituto de Soria con su cátedra de francés” (Expediente militar de Ceferino Izquierdo Caballero, suegro de Antonio Machado, Ramón Fernández Palmeral). Datos extraídos del libro, Buscando a Antonio Machado en Soria, Ramón Fernández Palmeral (Piedrabuena, Ciudad Real, 1947).

[9] CARPINTERO, Heliodoro, Soria, en la vida y en la obra de Antonio Machado, Escorial, Revista de Cultura y Letras, Tomo XII, Madrid, Julio 1943.

[10] La mortalidad en Soria, 14, 16 y 24 de enero de 1907.

[11] Oficial de Sanidad militar, La Verdad, 23 de diciembre de 1911.

[12] Los días 2, 7, 9, 14, 23, 28, 30 de noviembre y 5, 7, 11, 12 de diciembre, El Avisador Numantino. El informe del Sr. Guisande ha sido publicado, íntegro, en la revista Soria Salud, Boletín provincial de educación para la salud, de la Fundación Caja Rural, nº 41, Otoño 2022: http://fundacioncajarural.net/docs/soriasalud/41.pdf 

[13] Lucha antituberculosa, Lucas Abad: 21/01; 25/01; 04/02; 06/02; 11/02; 18/02; 29/02;  05/03; 17/03; 11/04; 25/04; 02/06; 04/06; 06/06; 09/06; 13/06; 16/06; 20/06; 23/06; 30/06; 14/07 de 1907.

[14]Antes, lo había hecho ya en otros artículos de 1908: 7 de enero, 14 de marzo, 6 de octubre; y, posteriormente, el 22 de mayo de 1909.

[15] Tierra Soriana, 05/07/1910, nº 548.

[16] Murió a los 83 años en la calle de San Juan, nº 4, 2º piso.

[17] 5 de octubre de 1910. Fuente: Juan A. Gómez-Barrera.

[18] Fantasía de una noche de abril, Tierra Soriana, 18 de abril de 1908. Los sueños malos, Tierra Soriana, 16 de junio de 1908. Sol de invierno, Tierra Soriana, 21 de julio de 1908. El libro de versos,… En la Sociedad de Obreros, Conferencia de Antonio Machado. Palacio, Tierra Soriana, 22 de julio de 1909.

[19] 4 de julio.

[21] Era amiga de Leonor, según el testimonio de Juana González Antón (Revista de Soria, 1976): “Efectivamente, y también Felisa, esposa de Manuel Guzmán; María, hija del que en aquellos años era propietario de “El Molinete”; de Julia Ayllón, que su padre tenía una carpintería en la placita del Teatro, y de María, a la que denominábamos con el apodo de “La Chata”, cuñada de “Las Peladas”, que vivían en la plaza de Herradores. El hermano de ésta estaba casado con otra amiga que también se llamaba Leonor y ejercía de Maestra en Soria. Todas éramos modistas o sastras. Leonor trabajaba de modista con su tía Concepción Cuevas”.

La foto de Leonor publicada en la portada del libro, Antonio Machado en el corazón de Soria (Escuela Oficial de Idiomas de Soria 2007), pertenece a Pilar Cervero Díez, nacida en Madrid, pero residente en Soria desde los tres años, y, actualmente, en Alicante, era sobrina nieta de Vicenta Ochoa Díez (Gómara 1892–Valencia 1962), amiga de Leonor en ese municipio soriano. El reverso de la foto contiene una dedicatoria dedicada a ella. Esta amiga pudo enseñarle, según se recoge en el libro Leonor Memoria de la niña-esposa de Miguel Ángel Baamonde, p. 83, “algunas actividades o manualidades, como coser, bordar, o incluso lectura o escritura”.

[22] No tenía dedicatoria; era una encuadernación de pastas en tela, azul, y el lomo, en piel. Estaba encuadernado por Guzmán, que tenía su taller que muy cerca de su casa. Se podía leer: M. Guzmán, encuadernador, Soria. Ese libro, que estaba encuadernado con el lomo en piel, y en lo que montaba la lomera sobre las tapas había dos iniciales engarzadas: LI (Leonor Izquierdo). De manera que ese libro de encuadernación singular en aquellos tiempos en Soria es el que regaló Machado a Leonor. Era el primer ejemplar. No sé dónde ha ido a parar. Cuando me fui de la casa, allí estaba. Pues bien, este libro era el que me pedía Doña Isabel a menudo, cuando habíamos acabado de comer, y estábamos los dos en una mesita-camilla: “Miguelito, tráeme el libro de Don Antonio.” Yo ya sabía qué libro quería. Lo abría, no leía nada, porque tampoco estaba ya en condiciones para leer, se lo llevaba a la boca para besarlo, besaba el libro y lo dejaba encima de la mesa.” (Entrevista de Miguel Moreno Moreno en el libro, Soria en el corazón de Antonio Machado, EOI Soria, 2007)

[23] 11 de julio.

[24] Presidida por Benito Artigas Arpón, la Federación de Obreros de Soria organizó varias conferencias en la Sociedad de Obreros (Sociedad de Socorros Mutuos de Obreros): Doctor Mariano Iñiguez: “Curación de los heridos en los accidentes de trabajo.” (Tierra Soriana, 8 de julio de 1909); Sr. Aparicio. (Tierra Soriana, 15 de julio de 1909); Antonio Machado. (Tierra Soriana, 22 de julio de 1909); Mariano Granados Campos: El salario y las huelgas (Tierra Soriana, 6 de noviembre de 1909); Hilario Ayuso, político republicano de El Burgo de Osma. (Tierra Soriana, 11 y 13 de Noviembre de 1909); Don Valentín Gómez Ugalde, abogado del Estado en Soria. (Tierra Soriana, 20 de Noviembre de 1909).

[25] Certificado de soltería (Madrid, 8 de diciembre de 1906), expedido por la Zona de Reclutamiento de Madrid, 1.

[26] En realidad, el hermano se llamaba Manuel. La boda tuvo lugar el día 15 y se celebró en la iglesia de San Juan de la Palma de Sevilla.

[27] Día 5 de octubre. Juan Antonio Gómez Barrera. 

[28] Septiembre, según Gibson.

[29] Ligero de equipaje.

[30] Carta de 9 de julio de 1912.

[31] http://dbe.rah.es/biografias/16447/felipe-hauser-y-kobler Nacido en 1832 en Nàdasban (actual Trstín), una pequeña ciudad de Eslovaquia perteneciente al Imperio austrohúngaro. En 1852 se trasladó a Viena donde estudiaría medicina de la mano de los más prestigiosos maestros de la Neue Wiener Schule (Hyrtlvon BrückeRokitanskySkoda, y von Hebra). Más tarde, tuvo la oportunidad de completar su actividad formativa en París y Berna, donde concluyó en 1858 su tesis doctoral bajo la dirección de Moritz Schiff, analizando experimentalmente la influencia del sistema nervioso sobre la nutrición. Posteriormente, ejerció como médico en Tetuán, donde se ocupó de los sectores más desfavorecidos de la ciudad y realizó numerosas actividades humanitarias y asistenciales en el seno de la comunidad judía, a la que el mismo perteneció. En 1863 se desplazó a París donde contraerá matrimonio con Paulina Neuburger, y tras una serie de estancias en Londres y Gibraltar, en 1872 fijó su residencia en Sevilla. Durante los diez años que vivió en la capital hispalense, alcanzó fama como médico de las élites sociales –aristocracia y alta burguesía-, aunque también supo conectar con la intelectualidad progresista. Precisamente, en este contexto hay que enmarcar la aparición de sus Estudios médico-topográficos de Sevilla (1882-1884). En 1883 el doctor Hauser y su familia marcharon a Madrid por motivos de estudio de uno de los hijos del matrimonio y allí residirá hasta su muerte en 1925. Durante todo este tiempo, Hauser alternará su profesión médica con la investigación. Fruto de ella serán Estudios epidemiológicos relativos a la etiología y profilaxis del cólera (1887), Madrid desde el punto de vista médico-social (1902) y La Geografía Médica de la Península Ibérica (1913). A lo largo de su vida Philip Hauser consiguió atesorar una importante biblioteca especializada en temas médicos en alemán, francés, inglés y castellano, biblioteca que decidió donar al Ayuntamiento de Sevilla para uso y aprovechamiento tras su merecida jubilación en 1914. Dicha colección, adscrita a la Biblioteca del Archivo Municipal de Sevilla, en cuya sede de las Casas Consistoriales se instaló provisionalmente, consta de 3.695 volúmenes y desde 1926 se encuentra depositada para su consulta por parte de la comunidad científica en la Biblioteca de la Real Academia de Medicina de Sevilla. Fallecido en 1925 en Madrid,1​ está enterrado en el Cementerio Civil de Madrid.”

[32] “A estos jóvenes los llevaría yo a la Alpujarra y los dejaría un par de años allí. Creo que esto sería más útil que pensionarlos para estudiar en la Sorbona. Muchos seguramente desaparecerían del mundo de las letras, pero acaso alguno encontraría acentos más hondos y verdaderos”. Carta a Ortega y Gasset, Baeza, después de mayo de 1913.

“Me parece muy bien que se mande a los grandes centros de cultura a la juventud estudiosa, pero me parece muchísimo mejor la labor de V. cuando nos aconseja sacar con nuestras propias uñas algo de nuestras mismas entrañas. Esto, que no excluye lo otro, me parece lo esencial. Yo he vivido cuatro años en París y algo, aunque poco, he aprendido allí. En seis años rodando por poblaciones de quinto orden, he aprendido infinitamente más. No sé si esto es para todos, pero cada cual es hijo de su experiencia”. (Carta a Ortega y Gasset, Baeza, después de mayo de 1913).

[33] Paul Aubert, En torno a las ideas políticas de Antonio Machado, Cuadernos para el Diálogo, n° Extra XLIX, ed. de A. de Albornoz, P. Aubert y M. Tuñón de Lara, noviembre de 1975, pp. 105-113.

[34] Ibidem, P. Aubert.

[35] L´Aurore, 29/05/2011.

[36] “Théodor Steeg, Ministro de Instrucción Pública acaba de someter a la firma del Presidente de la República un proyecto de reconstitución del Collège de France de las (ideas) más modernas. Ya en su informe sobre el presupuesto de la instrucción pública, en la Chambre, en 1907, el señor Steeg había presentado esta idea». 

[37] La tarjeta está fechada el 21 de febrero de, seguramente, 1912, cuando el matrimonio Antonio Machado y Leonor Izquierdo residían en París, hotel Médicis, podemos leer: PARIS – 25, 17`45 h., 21 – 2 (febrero), R. (rue) DANTON. Debajo, a la izquierda, figura el remite: Rue Perronet – 2. Las dos calles, Danton y Perronet están muy cerca entre sí y forman parte del Barrio Latino de la capital francesa, muy cerca las dos de la Plaza Saint-Germain-des-Prés.

[38]Recordemos algunos precios en Francia, en julio de 1911: un litro de vino: 0,50 fr; un pan: 0,20 fr; un kilo de bistec: 2,25 fr; salario medio por hora: 0,88 fr. El Presidente de la República era entonces M. Armand Fallières; el Presidente del Consejo era M. Joseph Caillaux”. (Bernard Sesé)

[39] L´Aurore, 14/03/1911.

[40] Sobre este artículo, merece la pena leer el artículo del propio M. Paul Bourget, La famille et l´individu, publicado en Le Matin, con fecha 15 de marzo de ese mismo año.

[41] Ligero de equipaje, Ian Gibson.

[42] «La Maison de santé du faubourg Saint-Denis a été fondée par en 1812 par Mr. Dubois, chirurgien célèbre ; contient 30 salles de 13 à14 lits, où l´on peut recevoir 350 personnes. Des appartements séparés sont destinés à des personnes qui veulent être seules. On paye 2,50 fr. dans les salles de 12 à 14 têtes ; 3,50 fr. dans les pièces de 2 ou 3 têtes ; 5 fr. dans les chambres à feu pour les femmes, avec un seul lit, et 6 fr. pour celle des hommes. La quinzaine se paye d´avance. Si l´on reste plus de quinze jours, on doit renouveler deux jours à l´avance, si le malade sort avant la fin de la 2è quittance, l´excédant est restitué. Dans le prix ci-compris sont compris le logement, la nourriture, le linge, le service, le traitement, les médicaments, les bains, etc. Les condamnés pour délits politiques sont admis. Sont exclus les galeux, les épileptiques et les aliénés ». Conducteur géneral de l´étranger à Paris. A. de Fontaine de Resbecq, Paris, Garnières-Frères, 1842.

[43] Historique de l´Hôpital Widal. À l’origine, vers le milieu du xvie siècle, on trouve une maison de santé créée par Vincent de Paul qui était située dans l'actuelle rue du Faubourg-Saint-Martin. C’était un hôpital de quelque 40 lits où se dévouaient les Filles de la Charité. Au début du xixe siècle, cet établissement qui devient maison municipale de santé, est payant et il est donc plutôt accessible à la petite bourgeoisie. Il comprend 88 lits. Le docteur Antoine Dubois y crée un service de chirurgie. L’établissement est communément appelé la « Maison Dubois ». Sa capacité passera à 300 lits lorsqu’il sera transféré en 1858 au 200, rue du Faubourg-Saint-Denis à l’emplacement actuel de l’hôpital qui porte depuis 1959 le nom de Fernand Widal (1862-1929) qui y a installé un laboratoire très moderne. Un projet de restructuration de l'hôpital Lariboisière est en cours, prévoyant le transfert sur le site des activités de l'hôpital Fernand-Widal (psychiatrie, addictologie, médecine physique et réadaptation).

[44] Conducteur géneral de l´étranger à Paris. A. de Fontaine de Resbecq, Paris, Garnières-Frères, 1842.

[45] Bernard Sesé, Claves de Antonio Machado, Colección Austral, Espasa Calpe, 1990.

[47] Seguramente que Mundial Magazine.

[48] Seguramente que La Tierra de Alvargonzález en su versión en prosa.

[49] Francisco Machado Ruiz.

[50] Esta es la misiva, de junio de 1912, inédita hasta ahora, que forma parte del lote de 4.750 documentos de Manuel y Antonio Machado, recién adquiridos (16/05/2018) por la Fundación Unicaja a sus siete sobrinos herederos. Un primer lote de escritos de ambos hermanos ya lo había obtenido esta entidad en noviembre de 2003. Fue publicada por José Mª Martínez Laseca en Heraldo-Diario de Soria, 20 de febrero de 2020.

[51] Artículos semejantes a éste de Miguel de Unamuno y referentes a José Martínez Azorín, Valle-Inclán y Pío Baroja aparecen en idéntica página 3 de El Porvenir Castellano los días 8, 11 y 22 de julio de 1912, por lo que igualmente consideramos deben ser atribuidos a Antonio Machado”. (JM Martínez Laseca, Antonio Machado: su paso por Soria” (p. 114)

[52] En 1992, tal y como queda recogido en Antonio Machado Hoy 1939-1989, editado por Paul Aubert, Casa de Velazquez, pp. 343, en 1922 Antonio Machado firma el manifiesto de adhesión a la Liga española de los Derechos del Hombre “que exige, el 4 de marzo de 1922, el respeto de la libertad de expresión y el restablecimiento de las garantías constitucionales.” A continuación, añade: “Es precisamente para adherirse a las manifestaciones organizadas por la Liga de los Derechos del Hombre de París en favor de Unamuno que el poeta escribe al Doctor Simarro, Gran Maestre del Gran Oriente Español, probablemente en septiembre de 1920.” Ver la carta en el Anexo VIII. (El Doctor Simarro vivió en Paris entre 1880 y 1885.)

[53] Luis Simarro Lacabra (Roma, 1851 – Madrid, 1921).  Neurólogo. “Dio clases de divulgación científica y fisiología del sistema nervioso en la recién creada Institución Libre de Enseñanza y en la Escuela Libre de Medicina y Cirugía, siendo redactor de la revista El Anfiteatro Anatómico Español, editada por dicha institución. Amplía sus estudios en París: 1880-1885. En 1907, al crearse la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas se incorporan a ella los dos más eminentes neurocientíficos españoles: Santiago Ramón y Cajal y Luis Simarro.