A la última

 A la última

EL DÍA DE SORIA

Contraportadas 

2015-2023


Textos de Jesús Bozal Alfaro


Por orden alfabético de nombres propios.


Abel Antón Rodrigo

Embajador deportivo

Abel Antón Rodrigo nació en Ojuel -hoy pedanía de Cabrejas del Campo- en 1962. Mariano, su padre, fue pastor en el pueblo y empleado en Soria. Su madre, Carmen, trabajó en la cocina de distintos restaurantes. Cuando tenía un año, se trasladaron a Mazalbete y allí comenzó su periodo escolar, que continuó, con siete años, en el Colegio de la Barriada. Una carrera organizada por su profesor, Celestino Vallejo, supuso el inicio de su carrera deportiva. Desde entonces, y hasta los 39 años, ha ganado, nos dice, unas mil carreras: http://www.abelantonrunning.com/

    Charlar con Abel Antón es un lujo. Inteligente, sencillo, optimista, nos habla de su primer trabajo (ayudante, repartidor), durante un año, en “Soria, Hogar y Pueblo”, dirigido por Fidel Carazo. Le seguirían cuatro años en Embutidos González. La mili le llevó a Cerro Muriano (Córdoba) y al cuartel de artillería de costa RAMIX 5 de Algeciras. Entonces, comenta, ya ganaba todo. Atleta del Club “Cañada Onda Picaso”, dirigido por Lorenzo Poza, conoció a Enrique Pascual Oliva, que sería su entrenador hasta el final de su carrera. Un hombre competitivo, asegura. Tras tres años en Zaragoza, firmó un primer contrato profesional con Kelme. Reebok sería, a partir de 1990, su equipo definitivo.

    Su ilusión por participar en unas Olimpiadas lo lograría en Seul (1988), seguida de otras tres en Barcelona, Atlanta y Sidney. Destaca la convivencia entre los deportistas. Nada supersticioso, se prueba las zapatillas y los calcetines el día anterior a cada competición. ¿Cómo se gana?, le preguntamos. Su respuesta es sencilla: con trabajo, esfuerzo y cabeza. Cada carrera es distinta. En el 1500, nos indica, hay que correr por delante; en el 10000, detrás. En el maratón, lo importante ocurre a partir del kilómetro 30, señala. Así ganó dos mundiales seguidos en Atenas 1997 y Sevilla 1999.

    En 1991 abrió con Fermín Cacho su primera tienda, Antón&Cacho, en la calle Clemente Sáenz. La segunda, en El Collado, dos años más tarde. Además de ocuparse de ellas por las mañanas, imparte conferencias, organiza carreras y es embajador del Banco de Santander en el patrocinio y promoción del deporte entre clientes y empleados. Nunca lo hubiera imaginado, nos confiesa. Soria, a su juicio, es una ciudad fácil para el deporte y posee unas instalaciones de primer nivel. De su recorrido por medio mundo destaca la ciudad de París, pero también Nueva York, Adis Abeba,... Como país: Noruega, por la amabilidad y solidaridad de sus gentes, y Nueva Zelanda por el apego de sus habitantes por la naturaleza. Su número es el 5; el rojo, su color. Emiliano Revilla sería su personaje soriano y Valonsadero, en todas las estaciones, su lugar favorito. Mantiene una gran amistad con sus compañeros, Haile Gebrselassie (Etíopía), Martín Fiz y Fermín Cacho. Sus dos pasiones, el deporte y la familia. Belen Corredor Corredor, su mujer, y sus dos hijos, Tatiana y Daniel. Le gusta la música y nos da dos nombres: Freddie Mercuri y Dani Martin. En 1997 recibió el Príncipe de Asturias del Deporte y en 2004 el de Castilla y León. Concejal y senador, su objetivo fue siempre el de potenciar el deporte. Recuerda la construcción del campo de hierba artificial en San Andrés, el impulso definitivo al CAEP y su participación en la elaboración de la Ley del Deporte. Un soriano, en fin, que, desde Soria, ha alcanzado, en su campo profesional, el nivel más alto en el mundo. Una marca soriana de excelencia.



Adolfo Sainz Ruiz

Comerciante

Ser el último representante de la quinta generación de comerciantes de su familia -169 años de historia-, representa para Adolfo Sainz (Soria, 1969) todo un orgullo y un gran honor.

    Su bisabuelo Camilo Sainz Zamora vendía, en 1913, además de mantas y paños, chocolate, cerveza,… Era uno de los mayores contribuyentes de Soria y aparece citado en La Cotorra de Gerardo Diego. Su tienda, Mary Satur, forma parte de la ruta modernista de la ciudad. Recuerda que, cuando salía de los Escolapios, aquel centro comercial era su mejor sitio para jugar. De ahí que el contacto con el público forme parte de su forma de ser y de su cultura más profunda. La del consumidor ha cambiado, recuerda, convencido de que “el comercio hace ciudad y da vida a la ciudad”.

    Tras la EGB, terminó el bachillerato en el Instituto Machado. Le gustaban la literatura y las matemáticas mucho más que la física y la química. Se licenció en Económicas en la Universidad de Zaragoza. Siendo delegado de clase, nos cuenta, se las apañaba para que las fechas de los exámenes no coincidieran con los Sanjuanes, de los que fue Jurado en 1994.

    En 1993, comenzó a trabajar en un Banco en Valladolid. Pero, al jubilarse su padre, su madre y él decidieron continuar con el negocio familiar. Actividad que ha compaginado con sus estudios en la UNED (Políticas y Sociología), sus clases de inglés en la EOI, y su participación en el Consejo de la Juventud, Cámara de Comercio, Unicef, Asociación de Comerciantes, Centro Comercial Abierto…

    Antes, había sido el cantante de la orquesta “Amapola”, interpretando en bodas y pueblos canciones de moda, coplas, pasodobles y rancheras. Inquieto y observador, hizo un curso periodismo y era oyente de José Luis Bravo. Luego vendrían veinte años de colaboración con Chema Díez en un programa de toros en la Cadena Ser, la retransmisión de corridas y la publicación de numerosas crónicas en el Heraldo y El Mirón de Soria. Los toros, a su juicio, son “arte, ejemplo de vida, belleza de la vida y crudeza de la muerte”. Entre sus toreros: Curro Romero, R. de Paula, José Tomás, José L. Palomar, Rubén Sanz y Morante de la Puebla. Ahora, Pablo Aguado.

    Admirador del flamenco, Hermano de la Macarena de Sevilla, Cofrade de la Soledad y del Espino, su color es el verde/esperanza y su número el 6. Ha recorrido medio mundo. En lo más alto, las ciudades de Nueva York -un plató para él-, Cádiz, por su alegría, y la India, que le sobrecogió.

    Político de iniciativa, liberal conservador, dialogante, católico practicante, fue concejal de juventud con Javier Jiménez Vivar entre 1995 y 1999, creando los Certámenes de Cortos y Creación Joven. Hacer, trabajar, en positivo, forman parte de su personalidad. En la última legislatura fue el jefe de la oposición.

    Socio del Casino Círculo Amistad Numancia desde 1993 (su tatarabuelo Dionisio Sainz Jiménez ya lo era en 1869), es desde hace 10 años un Presidente dinámico, que, además de las actividades propias (cartas, ajedrez, billar,…), acoge cada año 200 actividades culturales en sus flamantes salones.

    A Adolfo le gusta leer poesía (Garcilaso, Machado, Lorca) y elogia el libro de su amigo Enrique Andrés Ruiz, “Los montes antiguos, los collados eternos”. Se queda con el cine de los años 40 y 50, de Berlanga y E. Neville, y los actores Pepe Isbert y Fernando F. Gómez. Luchador generoso, apuesta por su ciudad y por sus múltiples actividades, junto a Susana, su mujer, de emprendedor incansable y de abolengo.



Agustín López Ruiz

Asesor Fiscal y de Empresas

    Agustín López nació en Soria en 1964. Su padre, trabajador y lúcido, y su madre, Ascensión -la cordialidad personificada- lo hicieron en Ventosa de San Pedro. Tiene una hija, Yaiza, nombre canario que significa “princesa” en guanche. Una gran dibujante, además, recalca orgulloso. Su mujer, Mar, trabaja en Sanidad como técnico de laboratorio.

    Buen estudiante, Agustín realizó los estudios primarios en el Colegio “Bernardo Robles” de la capital, pasando a continuación al Instituto Antonio Machado, en donde cursó el bachillerato. Le gustaban las ciencias naturales y la literatura. Licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza, comenzó a trabajar en la Delegación de Hacienda de Soria, tras aprobar unas oposiciones en 1988. Dos años después haría la mili en el cuartel de aviación de Calatayud. En 1992 inició su andadura profesional en la calle Sanz Oliveros, y en 1999, creó junto a su hermano Luis, informático, y su fiel colaboradora Puri, una sociedad dedicada al Asesoramiento Fiscal, Laboral y Contable, para empresas y particulares, en Soria y provincia.

    En el año 2001 se incorpora al Grupo Asesor Adade, con presencia a nivel nacional e internacional, y va ampliando el negocio incorporando despachos en Olvega (2016), Almazán (2021) y Soria (varias carteras de clientes). A día de hoy la plantilla está formada por 17 personas.

    Premio Empresa Excelente en 2014, nos habla del rigor de la administración, de la importancia del trabajo de los asesores durante la pandemia y de la armonía necesaria para el éxito de una empresa. Se reconoce como partidario del trabajo en equipo. Cita como empresario a Amancio Ortega y a otros emprendedores sorianos de pura cepa.

    Reconoce que en España el problema de las empresas es su pequeño tamaño, y la necesidad de que sean cada vez más grandes, más europeas, más eficientes y rentables. El futuro, asegura, está en la digitalización. Él mismo cree que en poco tiempo sus clientes podrán acceder mediante la web de su empresa a sus datos y operar como una oficina virtual. En el smartphone, en la tablet, lo llevamos todo, el futuro está ahí, nos comenta. A su juicio, todos los cambios deben mejorar la productividad, y generar un mejor porvenir y mayor riqueza colectiva.

    Emprendedor y responsable, de talante dinámico y abierto, gestiona con la mayor eficacia tanto sus responsabilidades como sus obligaciones. Cree en el futuro y en el gran potencial del sector privado, innovador y sostenible, de la economía soriana y española. Y también de su propia empresa. Alude a la necesidad de mano de obra cualificada y a la importancia de la Formación Profesional. Concejal del Ayuntamiento de Garray, se siente satisfecho con esta experiencia, aportando cuanto sabe a la realización de proyectos competitivos.

    Viajero entusiasta, conoce bien España. Sevilla para él es una ciudad maravillosa, por su gente, su ambiente, su monumentalidad. Del extranjero, París sería su ciudad ideal, sin olvidar Londres. De Soria destaca el Castillo, San Saturio y Castroviejo en Duruelo de la Sierra. Lee diariamente la prensa, aprecia los ritmos latinos y la música moderna, el azul como color y el siete como número. Y el inglés como lengua extranjera. Siempre le ha gustado escribir. Su plato favorito: las patatas con costillas de su madre. Y su postre: las fresas con zumo de naranja. Confianza y trabajo, dos grandes cualidades que Agustín gestiona con absoluta dedicación.



Alberto Arribas Hernández

Funcionario

“A San Saturio hay que hablarle con el pensamiento o de forma oral, pero siempre con sinceridad y con el corazón en la mano”, nos decía Alberto Arribas Hernández (Soria, 1968), actual Santero de San Saturio, hace quince años, en una entrevista para la revista de la EOI de Soria. Era un mes de diciembre y hacía un frío que pelaba. Allí, pegados a la vieja estufa, pasamos la mañana en un ambiente que, a juicio sus visitantes, rezuma tranquilidad, sosiego, reposo,... Niño todavía, Alberto conoció a santeros pidiendo limosna por la calle. El último, recuerda, se llamaba Cipriano Lozano Lara. Era alto y delgado y “daba gusto escucharle”, comenta con admiración. Había sido monje en Sta. Mª de Huerta y vivió un tiempo en la ermita con su madre. Cuando se fue, dejó todo: muebles, ropa,...

Alberto se crió en el barrio de San Pedro con sus padres: Alfonso, electricista, y Rosa. Él era el último de sus cinco hermanos. Los Franciscanos, primero, el Instituto Machado, después, le llevaron a diplomarse en Enfermería en el Virgen del Mirón. Siempre le gustó la historia, la lengua y la literatura. Tras pasar por distintos Centros de Salud y alguna empresa, inició en 1999 su etapa de portero, limpieza, punto de información turística, bodas, tienda de recuerdos, en San Saturio. La humedad en verano, asegura, roza el 70%.

Hablar con sus visitantes forma parte de sus momentos de mayor gloria. La devoción, la cultura son dos de las muchas motivaciones que les atraen, nos indica. También el esoterismo. Ese lado mágico que muchos y muchas buscan en cada rincón de la ermita. La decepción se dibuja en algunos rostros; otros, sin embargo, creen haber encontrado lo que buscaban. El número no para de crecer. Calcula unas 700 personas de media cada semana. Entra una familia mejicana. Quieren comprar una campanilla de recuerdo. Comentamos la visita. El lugar les parece sublime, sobrio, propicio para la meditación. Abrimos el libro de visitas. Mensajes directos, peticiones, agradecimientos, cartas dirigidas al mismo Santo,...

Hombre profundo e ilustrado, pragmático y buen conversador, coleccionista de fotos, amante de su ciudad y de cada lugar de su provincia, Alberto Arribas ha viajado por Italia, Francia, Grecia, Rumanía,… Ha colaborado, con algunas fotografías, en el libro de Joaquín Alcalde, “Soria. Biografía de una ciudad II (1979-2007)” Participó en 2011 con Tomás Pérez Frías y el mismo J. Alcalde en la Revista de Soria: “Sorolla, 7 días de Octubre”. De la literatura, le interesa la novela histórica y de intriga. En cuestión de arte, se queda con el románico. Le gusta sobre todo la música que le trae recuerdos o le despierta sentimientos. A pocos días de la Fiesta de su Patrón, nos transmite su pequeña petición: la instalación del agua corriente y unos servicios en el interior de la Ermita.

Llega Don David, el capellán, y hablamos de Juan de Palafox, otrora Obispo de Osma. Alberto recuerda a Julio Garcés, Fermín Herrero, y otros escritores sorianos. Y nos enseña el libro de la escritora soriana, Sor Constanza de Castilla y Eril, que está leyendo en estos momentos. Mientras bajamos con precaución por las escaleras, vamos pensando en los secretos y leyendas que habrá ido descubriendo o le habrán contado durante estos últimos veinte años. Seguro que Sagrario, su mujer, sus dos hijos y su hija, le habrán oído contar más de uno. Y nosotros pensamos: ¡Qué suerte tiene el Santo de tener tan buen Santero!

 


Alberto Cisneros Izquierdo

Sacerdote misionero

Alberto Cisneros (Barcelona, 1971) es hijo de la emigración. Su madre, Isidra, nació en Osma y su padre, Esteban –operario en la SEAT y autónomo de la tapicería más tarde- en San Miguel de Bernuy (Segovia). Tiene dos hermanos y una hermana. Estudió, primero, en el Colegio MÍO CID de Barcelona. Luego, tras cambiar de domicilio, en el IES de Alburquerque (Cuellar), y, ya en El Burgo con su familia, 3º de BUP y COU en el IES Santa Catalina. La biología, nos cuenta, era su asignatura preferida. Nunca pensó en ser cura. Pero lo es y se lo notamos en cada palabra, en cada gesto, con absoluta convicción. Para él, ser cura significa acompañar a la gente más humilde, a los adolescentes, a quien le necesita. En el Politécnico, en Madrid, estudió además Técnico especialista en salud ambiental. La mili la hizo en el polvorín de Ibeas de Juarros, Burgos, mientras ayudaba a compañeros a sacarse el graduado. En 1993 se fue voluntario a Esmeraldas (Ecuador) con los Misioneros Combonianos, y allí trabajó durante seis meses con chavales pandilleros, de barrios sin luz ni agua. De regreso, hizo el Camino de Santiago apoyando a la delegación de jóvenes de Soria, mientras se planteaba ya hacerse sacerdote. Es decir: “testigo de misericordia”. Así que, en septiembre de aquel mismo año ingresó en el Seminario y el obispo Francisco Pérez González lo ordenó el 12 de octubre de 2001. Una fecha importante para él. “No, no soy un héroe”, nos comenta. Primero fue coadjutor en la Parroquia Virgen del Espino, de la que salió, nos dice, llorando. Era entonces el delegado de pastoral juvenil, organizando Verano-Misión a Ecuador y Camerún. Párroco de Almazán en 2008, lo es ahora de Ólvega, además de estudiar un Máster en Salamanca y encargarse de Muro, La Cueva, Beratón, Borobia, Noviercas, Pinilla del Campo, Tajahuerce y Pomer, de Aragón. No para, asiente. Junto al Moncayo se siente realizado. La gente es acogedora y atenta, reconoce. Le ayuda D. Ángel Jiménez del Campo, de 86 años, que saludamos en el hall de la Casa Diocesana. Entre sus proyectos, uno de apoyo escolar en colaboración con Cáritas. No, no quiere ser obispo, asegura, sino uno más en el seno de la gran familia de la iglesia soriana. Ha leído Patria y lee a Carlos Ruiz Zafón o a Isabel Allende. Le gusta el senderismo, el rock: Police, Phil Collins o Bruce Springsteen. Destaca la Iglesia de Santo Domingo, las Clarisas y la Plaza de Herradores, como lugar de encuentro. ¿Personajes? Jesús y Gandhi, por la no violencia, y un descubrimiento: Sor María de Jesús de Agreda.

Valiente, comprometido, rebelde, obediente, tras su etapa de Almazán, marchó a Granada (Nicaragua), para acompañar a niños en riesgo de exclusión, abandonados y huérfanos. “Lo más importante que he hecho en mi vida”, afirma. Al volver en 2018, “sentí morirme”, le escuchamos.

Delegado de Misiones en la actualidad, se ha volcado durante el mes de octubre en la Exposición ¿Misión Im-posible? (Palacio de la Audiencia), que resume la obra misionera de Soria en 37 países, con 106 misioneros y misioneras de Borobia, Ólvega, Agreda, La Cueva de Roa, Duruelo, Deza, Villar del Campo, Osona, Aldealafuente,… Julia, Santiago, Pablo, Mª Carmen, Ramiro, Gregoria, Jesús, Teodora, Juan, Alejandro, Emilio,…  Sus testimonios cercanos y sencillos, desde China, Bolivia, Perú, Camerún, Brasil,… emocionan. Son mensajes de amor, justicia y servicio. Alberto Cisneros, un sacerdote comprometido. Gracias.

 


Alejandro Puerta Cantalapiedra

Director de Orquesta

Conocimos a Alejandro Puerta Cantalapiedra (Soria, 1994) cuando ya tenía 18 años, y participó con nosotros encantado y diligente en la organización del I Centenario de Leonor. Hijo de Jesús, aparejador de Cabrejas del Pinar, y de Luisa, abogada de Mojados, Valladolid, este joven músico soriano se ha marcado como meta ser Director de Orquesta, tal y como se lo indicaba ya su profesora Miriam Alonso. Lo logrará sin duda, pues, a su preparación musical, le suma empeño, cualidades e inteligencia.

Inició sus estudios en el Colegio Numancia y terminó el bachillerato, incluido el internacional, en el Instituto Castilla. Alumno de la Politécnica de Madrid, acabó arquitectura en 2018. Ha visto muchas obras con su padre, nos dice, y ha realizado algún pequeño proyecto. Destaca, en ese contexto, dos espacios especiales: San Saturio y San Baudelio. También las cúpulas de la Ciudad del Medio Ambiente. Pero lo que le enamora de verdad es el Duero.

Se inició en la música, con tan solo cinco años, en la escuela Tannhäuser de la calle Santo Tomé. Su madre le dio a elegir oboe o clarinete, pero él prefirió el piano. En 2013, ya en el Colegio Mayor Loyola, propuso a su director crear una orquesta de Colegios Mayores. Y así fue cómo, con su aprobación, se constituyó la JOECOM. Desde entonces, su apuesta absoluta por la música no para de dar pasos firmes y fundados. Busca, nos explica, “expresar la esencia de la música”. La clásica, asegura con rotundidad, es de todos. Frente a una orquesta, explica, el lenguaje no verbal de batuta, manos, gestos, rostro, estimula, compromete, genera confianza colectiva. La música, insiste, es el lenguaje absoluto. Y, en casa, en su tierra, en Soria, acompañado por un público cálido, agradecido, entendido, mucho más.

Alejandro dirige dos orquestas más: la de la Universidad Politécnica y la orquesta profesional “Iberia”. Atrevido, goloso, crítico consigo mismo, pragmático, con el 257 como número de referencia, apuesta con determinación por proyectos de futuro e iniciativas innovadoras y participativas. Recuerda la importancia de sus profesores: Rubén, Óscar,… Admira por la elegancia del director Claudio Abbado. También a Juanjo Mena y Miguel Romea, su profesor. Su reto, afirma, es dirigir orquestas profesionales. Nos comenta que no se valora a Manuel de Falla. Nombra sus compositores favoritos: Beethoven, Brahms y Bach. Le gusta el jazz y el flamenco puro. Le recomendamos la película “Muerte en Venecia”. Nos recomienda por su parte “El hereje” y “Los santos inocentes” de Miguel de Delibes. Y “Sapiens”, del historiador israelí Yuval Noah Harari. Deportista activo, hace unas pocas semanas participó en la media maratón de Vitoria. Siempre en comunión con su tiempo, pide para Soria el reconocimiento que se merece. Considera, patrono de la ONG “Voces”, que la música es un instrumento contra la pobreza.

Nos habla en fin del escultor Jaume Plensa. Decidido, consciente, dispuesto, trabajador, Alejandro cree en lo que hace. Está convencido y convence. Su exposición en las charlas TEDx ilustran esa vitalidad sincera y contagiosa. Cuando dirige sus orquestas, Alejandro transmite energía, preparación, comunión absoluta con sus componentes y con el público. Así lo sentimos nosotros en el Palacio de la Audiencia, no hace muchos días, mientras dirigía con maestría y brío su obra favorita: “La sinfonía heroica” de Beethoven. Mucha suerte. ¡Feliz Año 2019!



Alex Ochoa

Sanitario

Alex Ochoa (Soria, 1983) es un joven tímido, sobre todo sensible, bendecido, pensamos, con el don de la humildad, las ganas de expresarse y lo novedoso de sus composiciones artísticas. Siempre le ha gustado dibujar, nos comenta. Óleo, acuarela y paisajes. Su abuelo materno, José María O. García, de Cervera del Río Alhama, ejerció la abogacía en Soria y dejó huella por su humildad y su generosidad. Su hija Pilar, madre de Alex, es también riojana. Le gustaba escribir de joven. En el mercadillo de El Burgo de Osma le compraba a su hijo cuadernos para que escribiera y pintara cuanto pudiera. Alex estudió en las Escolapias, La Arboleda y en el IES Antonio Machado. Sus asignaturas favoritas eran el lenguaje y la música. Trabaja actualmente en la Residencia de Los Royales. “Todo lo llevo muy dentro de mí”, nos asegura. Es como una terapia, confiesa. El objetivo de sus composiciones es dar una visión diferente de Soria. Y lo consigue cada día mejor. Leonor, por ejemplo, en letras barrocas, es una de las últimas. En un primer plano, Antonio y Leonor; en el centro, ocupando todo el espacio, el caserío iluminado de Soria; al fondo: una enorme silueta de agua. Todos sus trabajos (http://alexcelt.blogspot.com ) son así: arte, sabiduría y sensibilidad. Parte siempre, nos cuenta, de una idea, de un poema, de una fotografía. La digitaliza. Añade siluetas, fondos, colores ocres, verdes, grises. Todos los temas son sorianos: El Colmadito de la Calle Real, su barrio, el cigüeñal de la Ermita de la Soledad, San Juan de Duero, El Museo Numantino,... Su técnica tiene que ver con el juego y el esfuerzo. Cuesta, reconoce. Para escribir, decía una gran escritora, hay que sufrir, le decimos. Surge la conversación sobre Iván Moreno. Nos cuenta: “Conocí a sus padres cuando éramos unos niños en Almazán. Luego vino el diagnóstico. Desde entonces inicié varios proyectos para ayudarles. El primero, “La Vuelta al Cole. Contra la leucemia infantil", que duró dos años y tuvo el apoyo de Ayuntamiento y Dirección Provincial de Educación. El segundo: una iniciativa de la Fundación Uno Entre Cien Mil, con la participación de niñas y niños de cuarto de primaria de todos los colegios de Soria”. Se siente muy orgulloso de Iván, de su familia y de todo el movimiento de solidaridad humana en torno a un caso que llevará siempre en su corazón.

Su apellido significa lobo en euskera. Él lo asocia a juego, a infancia, a Rodríguez de la Fuente, del que seguía con entusiasmo todas sus emisiones y por el que siente una gran devoción. La naturaleza, lo “salvaje” le atraen sobremanera. Le inspiran y apasionan las obras de Benjamín Lacombe. “Ese misterio que envuelve a sus obras, esa nostalgia...”, comenta. También la música Blues. Se siente como un niño cuando “compone” sus estampas, casi alegóricas, cercanas, que hablan siempre del presente. ¡Cuánto le gustaría compartir lo que hace en una exposición! Los comics, la poesía -sobre todo la de verso libre-, Alfonsina Storni, Rosalía de Castro, Isabel Allende y Carlos Ruiz Zafón, autor de “La sombra del viento”, forman parte de sus lecturas de siempre. Su cine es el de acción. No estar atado a nada forma parte de su filosofía de la vida. Tiene un número, el cuatro, un color, el verde y unos rincones predilectos: la Plaza Mayor de Almazán, el Castillo, San Saturio y la Catedral de la Asunción de El Burgo. Una mirada nueva, la de Alex Ochoa, que–como escribiera el poeta- “copia cosas eternas”.



 Alicia Gonzalo Ruiz

Investigadora

El día que la conocimos, nos esperaba, puntual, junto al mostrador del bar del Campus de Soria. La enseñanza, reconoce, ha cambiado mucho, “pero no mi entusiasmo ni mi dedicación”. Nacida en Fuentetecha, tenía nueve años cuando sus padres y ella se vinieron a vivir a la calle Teatro de la capital. Su madre, Epifanía, murió joven. Era entrañable y culta, recuerda. Le transmitió el amor al trabajo, el espíritu de lucha y constante superación. Su padre, agricultor y ganadero, conservó hasta el final todas sus energías e inquietudes, además de su pasión por el “bricolaje” y los viajes.

Terminado el bachillerato, estudió magisterio en Soria y, cuando acabó,  formó parte de la 1ª promoción de Medicina en el CUS (tres cursos), cursando el resto en Zaragoza. En 1978 fue nombrada profesora ayudante de Anatomía Humana en el mismo CUS, doctorándose, dos años después, con una tesis titulada: “El desarrollo embriológico del sistema estáto-acústico”. Mujer decidida y firme en sus convicciones, se marchó ese mismo año a Londres (University College London), para trabajar en varios proyectos de investigación, a las órdenes de su mentor, el Profesor Robert Lieberman. De 1987 a 1989, trabajó en Nueva York. Una ciudad, nos cuenta, que lo tiene todo y en la que “nadie se siente extranjero”. Recorrer sus calles, tal y como hace en Soria todos los días, tiene, añade, mucho de mágico, de reencuentro con la intimidad y la identidad. A su regreso, culminó su carrera docente con sendas cátedras de Escuela Universitaria (1991) y de Universidad (2009). Su línea de investigación siempre estuvo focalizada en el estudio del sistema nervioso central (SNC), la organización neuronal y la enfermedad de Alzheimer.

Las personas, afirma, “somos cerebro”. Todos nuestros movimientos, impulsos, emociones, son regidos por él, sostiene. Miembro Fundador del  Instituto de Neurociencias de CyL, lo es también del Consejo Iberoamericano y de las Academias de las Ciencias de Nueva York y Medicina de Valladolid. Desde su pequeño laboratorio de la Facultad de Fisioterapia ha dirigido tesis doctorales, participado en conferencias, congresos, seminarios, publicado importantes artículos en revistas científicas,... Ha recibido, entre otros, el Premio “Enrique Martínez Moreno”, otorgado por la Sociedad Anatómica Española (2003 y 2007). En 2012, fue nombrada Decana de la Escuela de Fisioterapia, liderando, durante cuatro años, un nuevo plan de estudios y su conversión en Facultad. Una etapa dura y costosa, nos confiesa, a nivel personal.

Gran lectora, le gusta la novela histórica y la novela negra: “La peregrina”, de Isabel San Sebastián, “Los Austrias”, de J. L. Corral, “La tierra de nuestros padres”, de William Nicholson. Además de los EE.UU., ha recorrido Europa, China, Japón, Australia, India, Islandia. Destaca, como ciudades, San Sebastián, por su luz, Barcelona, por su cosmopolitismo, Madrid, por su cultura, París, por su romanticismo. Y ha visitado todos los museos que ha podido, para admirar los cuadros de Renoir, Degas, Monet, Dali,... Del cine, le gustan las películas de impacto: “La madre”, de Alberto Morais, o, en su tiempo, “El último tango en París”. Cosmopolita, agnóstica, su pueblo, sus plantas, su “Perrita”, sus amigos/as de la infancia y adolescencia han sido sus compañías insustituibles. La ciencia, sostiene, es el motor de su vida. Cuarenta y un años dedicados a la enseñanza y a la investigación lo atestiguan absolutamente.



Amador Carrascosa Tejedor

Doctor en Farmacia

Amador Carrascosa Tejedor (Soria, 1931) es hijo de Ignacio Carrascosa Ridruejo (Soria, 1898-1965). Doctor en Farmacia por la Universidad de Madrid, amigo de Mariano Granados Aguirre y de Juan Antonio Gaya Nuño, y fue alumno de Don Antonio Machado. Amador, el mayor de tres hermanos Carrascosa (Juan, el segundo, fallecido en un accidente, y Ángel). es una de esas personas que atesoran con discreción una visión amplia y abierta de la historia reciente de esta ciudad. Hombre instruido, lúcido, su filosofía de la vida está muy pegada al rigor de lo concreto. Su primer maestro fue Anastasio González Gómez, autor de una “Geografía particular de la Provincia de Soria” (1897). Eran tiempos de guerra y no había escuela. Tras una primera etapa en los Franciscanos, a los diez años (curso 1941-1942) continuó en el Instituto. Recuerda que el primer día, 6 de octubre, al entrar a las nueve, no encontró a nadie. El ambiente era confuso. Por la mañana daban clase los chicos, y por la tarde, las chicas. Se aprobaba entonces, apostilla, “no por lo sabíamos, sino por lo que eran nuestros padres.” Los detalles, los datos, las anécdotas, van surgiéndole con fidelidad y orden. Nos habla de su tía, Juana Carrascosa, y de su madre, Ángela Tejedor Martínez, maestra, farmacéutica, cultivada e inteligente. Su padre, por su parte, era un hombre intuitivo y de principios. Tras terminar el bachillerato, Amador inició sus estudios de farmacia en Madrid, acabándolos en Barcelona. En 1959 ya estaba al frente de la farmacia “Doctor Carrascosa”, que cumplirá en 2018 su I Centenario. Farmacia, droguería, ortopedia, perfumería, y material fotográfico, en cuya sección trabajó Tiburcio Crespo Palomar. Nos enseña sus “fórmulas” en el laboratorio. Le preguntamos por la más eficaz: “La de piojos para los niños”. ¿Y el remedio más seguro?: “la píldora”. Además de sus tareas en la farmacia, añadía al día a día sus aficiones en el campo (ovejas, vacas,…), sus caballos (Sacarino, Vinoso, Luna, Chispa), lecturas, viajes y mundo del toro. “Los toros son mejores ahora”, nos asegura. ¿Un torero? Manolo González y, por supuesto, José Luis Palomar. También le ha gustado la caza (conejos, liebres, codornices) y el tiro al plato. Fundador del Numancia (1944), fue socio, a pesar de que no le gustaba el fútbol, durante seis o siete años. ¿Religioso?, le preguntamos. No. Pero sí fundador, y cofrade, de “Las Siete Palabras de Jesús en la Cruz”. Cuando nos interesamos por sus libros favoritos, nos cita “La araña negra”, de Blasco Ibáñez, y “Sinué, El Egipcio”, de Mika Waltari. Hombre discreto, su discurso rebosa voluntad de saber, comprender, y compromiso con su tiempo. Sus explicaciones son, para nosotros, pequeñas lecciones magistrales; en muchos casos, sorprendentes. Habla francés, nos asegura, se maneja en inglés, y fue alumno de italiano de Gillermina Ricci, esposa de Oreste Camarca. Ha visitado muchos países: los Estados Unidos, Francia, Portugal, Marruecos, Italia. E Inglaterra (Canterbury), adonde fue a conocer, de primera mano, la verdadera historia de las pinturas descubiertas en la iglesia de San Nicolás.

Presidente del Colegio de Farmacéuticos de Soria (1965-1988), lo vemos retratado en el Diario “Madrid” (20 de febrero de 1968, página 6), participando en un debate sobre la Seguridad Social. La música, el ritmo, no han sido su fuerte, pero le hubiera gustado mucho bailar bien. Nos habla de Soria y de las gentes de Pinares, Campo de Gómara, Yanguas,… Y del carácter judío y su visión del dinero y del poder. Fidel Carazo, en fin, el periódico soriano “Labor”, las señales templarias en los Arcos de San Juan de Duero le traen muchos otros recuerdos. También la iglesia de San Clemente. Y así, en una sala de su farmacia, terminamos nuestras charlas. A pesar de tener una finca en Fitero, junto al Alhama, nunca ha visitado, nos dice, su Monasterio. Así que, cualquier día se lo enseñamos nosotros. Su amabilidad y confianza bien vale el paseo por un maravilloso templo cisterciense.  

 

 

 Amador Marín Gutiérrez

Presidente Asociación Gaya Nuño (Tardelcuende)

Ingeniero de montes, casado, padre de un niño, Amador Marín Gutiérrez nació en Tardelcuende en 1968. Hablamos con él de su infancia. Y nos cuenta que en la escuela del pueblo (denominada “Divino Maestro”) los profesores eran “duros”, pero “nos prepararon bien, particularmente en matemáticas y ciencias; no tanto en humanidades e idiomas.” Por las tardes, con la merienda en la mano, él y sus amigos, se divertían construyendo cabañas en el monte. Aquel tiempo recordado, con sus juegos y sus innovaciones diarias, les sirvió a todos “para conocer y valorar el entorno.” Distinguían los animales, las plantas, los insectos. Aprendían orientación y supervivencia. Eran, afirma, una familia, cuya amistad ha perdurado “a pesar de los años transcurridos.” Orgulloso de sus orígenes, Amador Marín fue alumno del IB Castilla, y se licenció en la Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Montes de Madrid, realizando, desde entonces, su carrera profesional en La Rioja (1992), Lugo (1994), Zaragoza (1995-2006), antes de entrar a trabajar en la Asociación de Propietarios de Montes de Soria, para, con otros compañeros, “darles asesoramiento, intentando mejorar sus fincas en todos los aspectos.” Solo una persona así, bien apegada a su tierra, podía escribir un libro tan trascendente, novedoso y documentado: “La desamortización forestal en la provincia de Soria. La génesis de los “Montes de Socios” (Diputación de Soria, 2015). En él, Amador Marín rinde homenaje al coraje de las gentes de unos pueblos sorianos que, para defender su proyecto de vida, tuvieron que comprar, conjuntamente, las tierras que, durante siglos, habían trabajado como propias. La Desamortización forestal, asevera: “puso “patas arriba” la vida de los pueblos.” Empobreció la provincia, “y retrasó la entrada de la modernidad.” Esa historia, vivida de cerca por su familia, le lleva a recordar a su padre, Eusebio, toda la vida en el campo, “acarreando cubas de resina y maderas, durante muchos años, y, más tarde, en la finca de Osonilla”, donde conoció a su madre, Avelina, que “siempre ha trabajado en el duro oficio de “ama de casa.” Al margen de su trabajo profesional, Amador Marín es concejal de su pueblo, y Presidente, desde 2014, de la Asociación Gaya Nuño, el “hijo del médico”. Promocionar la vida y la obra de su paisano es un esfuerzo y una ilusión compartidos. Con charlas, concursos, rutas senderistas,… Para recuperar, poco a poco, la figura de un hombre, afirma, “serio, trabajador infatigable, al que tantos artistas dedicaron y regalaron sus obras.” De sus escritos destaca el “Tratado de mendicidad”. Le impactó, nos asegura, “su forma de describir esta parte de la sociedad, casi siempre olvidada.” Amador Marín tiene un corazón grande. En él cabe todo en lo que cree, que explica con sencillez y convencimiento. Incluidos los proyectos que le rondan por la cabeza. Escribir, por ejemplo, una novela histórica sobre la Batalla de Osonilla (1811), y una biografía de Bienvenido Calvo, paisano, que considera “muy olvidado”. Y elaborar su árbol genealógico. Le preguntamos por sus parajes favoritos. Apunta “El Castillo de Gormaz” y “El Salegar de Osonilla”. Y le gusta el fútbol, el atletismo, leer (Julio Llamazares, Galdós, Avelino Hernández), pasear con su hijo Guzmán. Soria, afirma con contundencia, “es naturaleza”. Gran parte de los montes sorianos, destaca sin embargo, “están infrautilizados. La micología tiene un potencial bestial. Y la caza, y la apicultura. El turismo de naturaleza es un filón por explotar.” Le da pena “que la ganadería extensiva está casi desapareciendo de nuestros pueblos.” Su familia es lo primero, nos asegura. Su mujer, Merche, su hijo, sus padres. Pero también su pueblo, el ayuntamiento, la Asociación. De todos y de todo habla con respeto, con convicción y con entusiasmo tranquilo. Soria es, en fin, su tierra. La quiere y la valora. Tanto que, pensando en el futuro, nunca dejará de poner en valor el esfuerzo, sacrificio, abnegación y generosidad de sus antepasados.

 


Amador P. Calvet

Pintor

¿Qué sería un cuadro si no fuera un signo?, se pregunta Picasso en un diálogo con el escritor francés André Malraux (La corde et les souris). Una cosa mágica, seguramente, luminosa, como los cuadros del pintor catalán, Amador P. Calvet, nacido en Barcelona en 1957, casado con la soriana Ana Mª Morales, de Mazaterón, de madre catalana, de Viladecans, y padre de ascendencia andaluza, Carmen y Amador.

Nos han llevado hasta su taller de Mazaterón, iluminado y silencioso, para que veamos su obra. Sorprendidos y admirados, les agradecemos el regalo de un paisaje tan humano de pueblos y campos de tanta historia. ¡Cuánta belleza! Amador quería ser pintor, nos dice, como un primo de su padre, que le regaló su primera caja de pintura. Desde temprana edad, nos comenta, “cualquier imagen que tuviera que ver con un paisaje me hacía sentir feliz y a la vez me invitaba a soñar”. Tras la selectividad en el Instituto Joanot de Martorell (Esplugues de Llobregat), se matriculó en la Escuela Superior de Bellas Artes de San Jorge (Barcelona). La abstracción, la simplificación de las formas fue su primera escuela y la primera parte de su obra. Sus referencias: Mondrian, el Suprematismo ruso, Eusebio Sempere, la portada de un libro de Joaquín Torres García, Corot, La montagne de Sainte-Victoire de Cezanne, Giorgio Morandi, con su sobriedad y  audacia extemporánea. En España, Beruete, A. Redondela, M. Novillo, Darío de Regollos, enterrado en el cementerio de San Gervasio de Barcelona.

Después de la mili, descubrió a Díaz Caneja, entre la abstracción y la figuración, y a Ortega Muñoz, en el Museo Español de Arte Contemporáneo. Así que cuando, en septiembre de 1979, se iba acercando en autobús a Mazaterón,  pensó que un día vendría a pintar estos campos “ocres y amarillos, rotos en el horizonte por la silueta de alguna encina”. Y cumplió su promesa. Agregado de dibujo en 1989, el Campo de Gómara (Castiltierra, Portillo, La Alameda, Zárabes, Bordalba, Cañamaque, Cihuela, Arreñal, Mazaterón, Sierra de Miñana,…) le sirvió de modelo para sus obras de otoño y primavera, sus eras, pajares, tardes tranquilas, árboles y casas, rastrojos, la casa de Elena, el Barrio Bajo y el Alto,… Un paisaje humano y natural, rebosante de magia y de símbolos: esfuerzos y sacrificios, alegrías y penas. Desde la iglesia, la era, el tejado, la Cuesta Vela, entrando al pueblo, bajando la calle, todo queda iluminado con su espátula y su pincel. Sobria y serena belleza, al son de la música de Bach, Vivaldi o Brandon Flowers, influencia de Amador, su hijo ingeniero, mientras cae la tarde, nieva o escucha el mágico sonido de las campanas de las iglesias que, durante, tantas generaciones tocaron a himnos: bautizos, comuniones, bodas,... “Verme yo solo en el campo pintando - asegura- es lo que más me gusta”. “Un pintor debe crear lo que siente”, insistía Picasso. Por eso, su mayor premio es el saber que sus emotivas creaciones están bien cuidadas en Mazaterón, Nueva York, Portugal, Francia, Irlanda, Túnez, Australia,...

    A la vuelta, Amador nos habla con entusiasmo de L´oeuvre de Zola. Nos recomienda Pintura de Paisaje e Ideología de Mª del Carmen Pena, Catedrática de Historia de la Complutense. Jubilado ya, ha realizado múltiples exposiciones individuales y colectivas. En su casa nos enseña esculturas y jarrones pintados por él. Una obra magnífica, testimonio inmortal de la vida de tantas generaciones de gente sabia y digna de esta tierra soriana. Gracias.

 


 Ana Isabel Sanz Yagüe

Correctora

Diplomada en Fisioterapia, doctora en historia, correctora de textos, lectora profesional, traductora, Ana Isabel Sanz Yagüe (Soria, 1974) vive bien en su pueblo, Pinilla del Campo, del cual es primera teniente de alcalde y, si gana las próximas elecciones, se convertirá en su primera alcaldesa. La carretera es buena, nos dice,  tenemos buen acceso a internet, una gestión sanitaria negligente, farmacéutica a domicilio,… Su padre, Licinio, ya está jubilado y ha puesto sus tierras en renta. Su madre, Adoración, se sigue ocupando del orden de la casa.

Sus primeros estudios los hizo, interna durante la semana, en la Escuela Hogar de Agreda. El bachillerato lo hizo, también interna, en el Sagrado Corazón, obteniendo matrícula de honor en COU. Le gustaba la medicina, nos cuenta, curar, el diagnóstico, pero eligió la carrera de Fisioterapia, que terminaría en 1995. Dos años en Vigo, como interina,  dos oposiciones ganadas (una de Hospital y otra de Atención primaria, sin plaza) y seis años en el Hospital Aranda de Duero completan su trayectoria profesional relacionada con la medicina. Dispuesta siempre a no perderse nada, comenzó a estudiar historia en la UNED de Soria, antes de regresar a Soria, con una excedencia voluntaria, y dedicar todo su tiempo a preparar su tesis doctoral. Hubiera preferido un tema relacionado con Asia, siguiendo así a su director de tesis Carlos Martínez Shaw, especialista en Asia, pero fue “La ciudad de Soria en el siglo XVIII” el trabajo de investigación elegido, de 1460 página; publicado, en parte, en 2016, bajo el título: “Representación política y participación directa: El «policentrismo» político de Soria y la supervivencia del Común en el siglo XVIII”. “El siglo XVIII y el siglo XIX sorianos son clavados”, asegura. Pérdida de población, sensación de declive,... Una visión pesimista que ella refuta, absolutamente, en sus estudios, conferencias y, no hace muchos días, como Comisaria de la exposición sobre “El Catastro de Ensenada y la Soria de la Ilustración”. Soria, nos dice, ha sido siempre una sociedad bien organizada, innovadora, potente, en donde la “Universidad rural”, según la terminología de la época, ha sabido mantener el mayor peso específico posible. Leer sus trabajos reafirma la categoría intelectual de tantos y tantas investigadores e investigadoras de Soria. Nos muestra un libro más, “Europa, entre la incertidumbre y la esperanza” (Tecnos, 2016), escrito en colaboración con Salvador Rus Rubio.

Traductora, lectora profesional, correctora de textos, en la actualidad, Ana Isabel San, cree en la enorme categoría del patrimonio cultural de su tierra. Le gusta madrugar y trabajar con calma, con detenimiento -tal y como lo entiende Carlo Honoré en su libro “Éloge de la lenteur”-, con tiempo para reflexionar, apreciar, valorar, todo lo que ocurre a su alrededor. Nos habla de François Cheng (“Cinco meditaciones sobre la belleza”), académico francés, de origen chino, ya fallecido, del que está traduciendo, por puro placer, sus versos en francés. Ana Isabel aprecia enormemente la poesía norteamericana en castellano, la literatura asiática, Yasunari Kawabata (“Clamor de la montaña”), por su hipersensibilidad, por su profundidad, Machado, Luis Cernuda, del que ha trabajado ediciones bilingües.

Leer, escribir, forman parte de sus pasiones. No se ve como autora de una novela, pero sí de ensayos futuro de investigación histórica. Melómana, le hubiera gustado saber tocar el piano. Destaca la música clásica, el jazz, Bach y, sobre todo, Shostakovich.  La naturaleza, la montaña, el horizonte de los paisajes, la conversación pausada, respetuosa y enriquecedora, constituyen otros tantos momentos de satisfacción vivencial. Admira a Juan Antonio Gaya Nuño y a Ernest Bevin, como personajes español e inglés. El alemán, nos repite, es una lengua que le atrae enormemente. Pero también el italiano, el chino y el francés. Lenguas que le abren las puertas a mundos interiores llenos de humanidad y de sensibilidad.  

 


ANA MARTÍNEZ BUBEROS

Estudiante y deportista

Ana Martínez Buberos (Soria, 1999) vive el deporte desde niña. Tanto es así que, según nos dice, se inició en el atletismo, con tan solo 8 años, porque se dio cuenta de la ilusión que le hacía a su padre, Joaquín Martínez, Martínez-Romera, deportista aficionado. Desde entonces, paso a paso, con esfuerzo, planificación, convencimiento y humidad, va metiéndose de lleno en un mundo de seis días de entrenamiento a la semana, que a ella, joven estudiante soriana, le enriquece en todos los sentidos. Su sueño: poder participar con su padre en la Maratón de Nueva York.

Eligió los 1500 porque era la prueba que mejor se adaptaba a sus características. Los 3000 le resultaban muy largos, y los 800, un poco cortos. Su referencia, su ejemplo, como dice ella, es Marta Pérez, tanto en lo deportivo como en los estudios, pues también a ella le gustaría hacer medicina, para poder así ayudar a los demás. Es una chica noble, asegura su padre, que nos acompaña. Y los tres hablamos de Fermín Cacho, y de su carrera de medalla en las Olimpiadas de Barcelona; de su profesor Pascual Oliva, histórico en el mundo del atletismo español; y de Abel Antón, que, después de haber llegado a lo más alto, sigue aportando experiencia y conocimientos.

Ana Martínez, cuyo hermano Joaquín completa una familia de deportistas, estudió hasta sexto en el C. P. Las Pedrizas, pasando después al IES Antonio Machado, en donde termina este mismo mes el segundo de bachillerato, se prepara para la EBAU y piensa ya en la universidad. No, no dejará los entrenamientos. Ni a su entrenador, Ramón Zapata, que la va conduciendo, con rigor y atención, hacia la élite. Buena estudiante, sus idiomas son el español y el inglés. Y con ellos ha recorrido Portugal, Andorra, Italia, Francia, Dinamarca. Atleta del Club Atletismo de Soria-Caja Rural, y del CAEP, Ana Martínez se ilusiona cada vez que consigue una medalla. Pero también valora las marcas. ¿Qué te falta?, le preguntamos. Mucho, admite. Pero, escuchándola, uno diría que, sobre todo, el empujón de creérselo. Asiente con la cabeza. En 2014 se proclamó Campeona de España de Cross Cadete por federaciones. Fue también primera sub 20, en 2016, en los 10 kilómetros internacional ciudad de Mallorca. En los 1.500, consiguió, en 2015, en San Sebastián, la Medalla de Plata Sub-19. Y en julio de este año, participará en el campeonato de España de Granollers. Es decir: Fiestas, por la mañana, entrenamiento por la tarde. Así es su vida de deportista. Además de necesitar fuerza y resistencia en la cabeza, velocidad y acierto a la hora de arrancar. Porque, nos recuerda, no siempre salen las cosas como se plantean. En esos momentos, insiste, “los compañeros, el club, están ahí para ayudarte”. El compañerismo es fundamental.

Fuera del deporte, sus aficiones son las de su generación. Ni una más, ni una menos. Le gusta, a ella, el cine de intriga y las películas “ñoñas”. Leer. Y el Duero, como paraje de Soria. Va a los partidos del Numancia siempre que puede, pero quiere añadir a este respecto que “otros deportes, no tan comerciales, enseñan muchísimos valores”. Las nuevas tecnologías, a su juicio, mejorarán la publicación de los resultados, la foto “finish”,… El deporte de competición, insiste otra vez, es compatible con el estudio: “Solo hay que saber organizarse”. No, no tiene preferencias por ningún color, aunque se queda con el rojo, “que refleja pasión y es el color de mi equipación.” Tampoco tiene número de la suerte, porque, afirma, “no existe”. Las cosas, añade, “salen gracias al trabajo constante.” Aunque, concluye, prefiere, desde niña, los números pares. Le preguntamos, por último, si es supersticiosa; si repite algún gesto especial antes de una carrera. Sí, nos explica: “siempre que está mi padre cerca, necesito ir a darle un beso, para que se me quiten un poco los nervios.” El resto es compromiso, serenidad, esfuerzo e inteligencia. Como dice ella: “comprensión de lo obvio, tras una explicación previa”. Joven, soriana, siglo XXI. Suerte.

 

Ana Morales Lacal

Artista

 

Arte y fortaleza

 

Ana Morales Lacal, la menor de cinco hermanos, nació en 1955 en Mazaterón. Sus padres, Paula y Leonardo, eran agricultores de Deza y Matazerón respectivamente. Sus primeros recuerdos de la escuela fueron ya en Hospitalet de Llobregat (Barcelona), a cuya ciudad llegaría con su familia cuando tenía 5 años. En el Centro de E. M. de San Gervasio estudiaría Comercio y Secretariado. Muy trabajadora -“procuraba llevar mis estudios al día”, nos dice, ingresó en 1977 en la Escuela Superior de Bellas Artes de Barcelona, donde realizó estudios de Grabado y Xilografía, que simultaneaba con un trabajo de administrativa en la editorial Planeta. Diseño gráfico y Serigrafía los estudiaría en Can Xatarra y San Adrián del Besos.  

“Mi vocación ha sido siempre la pintura y todo lo que tenga que ver con el mundo del Arte”, confiesa. Trabajó algún tiempo en el estudio del grabador Magi Baleta, en el que se llevaban a cabo trabajos de A. Tapies, S. Scully, Perico Pastor,... Dibujante desde siempre, se identificó desde el principio con “la abstracción geométrica desarrollada en centro-Europa por P. Mondrian (desarrollo del manzano), Theo van Doesburg y el arquitecto diseñador G. Rietveld.” Sus obras, según ella misma, parten de “la fusión de fotografía y pintura, técnica que uso desde 2003.” El arte es un modo de vida, asegura. Y Gauguin y Tamara de Lempicka sus pintores preferidos. Nos explica algunas de sus obras. Todas reflejan fortaleza y trascendencia. Inmortalizan paisajes visitados, encinas eternas y objetos significativos. Sus jarrones decorados son preciosos. A medida que progresa la elaboración de una obra, comenta, “es la propia obra la que va hablando y se transforma en una pintura, una xilografía o un grabado.” El resultado es sin duda un éxito.

En Cataluña conoció a su marido, el profesor y pintor Amador P. Calvet, con el que compartía conceptos y visión del arte. Vivir de él, reconoce, es complicado. Así que durante muchos años dedicó parte de su tiempo, sin abandonar su obra, “en cuidar y mover la obra de Amador en el circuito de galerías de arte de Madrid, San Sebastián, Medinaceli, compartiendo experiencias con sus responsables.” He creído tanto en su obra, continúa, que “cuando me planteó volver a Soria no lo dude en ningún momento.” Contamos en su currículum 18 exposiciones individuales y colectivas, en Barcelona, Soria y Angoulême (Francia), varias nominaciones y dos premios. Uno, en un Concurso-Exposición “Contaminación y Naturaleza”, Duruelo de la Sierra, 2003. Y un segundo, importante, PHOCO´04, cuyas cinco fotografías están expuestas en el Museo municipal de Arte contemporáneo de Valdepeñas.

Ha viajado por numerosos países y destaca Florencia, “tan llena de lugares solemnes como la Cappella Brancacci.” En Madrid disfruta de muchos acontecimientos culturales. San Baudelio, los Arcos de San Juan, la Dehesa o Valonsadero forman parte de sus espacios inolvidables. Actualmente está leyendo “La noche de los tiempos” de Antonio Muñoz Molina, aunque sus preferencias son los libros de arte o las biografías de artistas. Disfruta mucho con el cine. Los amantes de Montparnasse, de Jacques Becker, por ejemplo, con Gerard Philipe en el papel Modigliani. El Adagio de Albinoni, Air de Bach o las interpretaciones de The Queen y Coldplay forman parte de sus obras musicales. Y los arroces tipo paella y la fruta del tiempo son sus platos más apetecibles. Una artista con fuerza, personalidad y arraigo soriano.

 

Ana Valen Fernández

Guía turística

Ser guía turística en Soria es más que un honor para Ana Valen Fernández, hija de Mercedes Fernández Granados y nieta de Mercedes Granados Aguirre, cuyo hermano Mariano fue el único soriano que, camino del exilio, asistió al entierro de Antonio Machado en Collioure hace ochenta y dos años: En pos de ti, y de tu sombra en pos, / llego a verte emprender tu último viaje / cual quisiste, ligero de equipaje, / pero no solo. Yo te acompaño. Adiós.”

“Qué de cosas hay y qué limpio está todo”, le comentan las personas con las que recorre El Collado, Santo Domingo, el Palacio de los Condes de Gómara, la Plaza Mayor, San Nicolás,... Les encanta la Dehesa, nos asegura. Falta, eso sí, una parada cómoda de autobús en el centro, más promoción y una mejor señalización. Soria es rica, compartimos, en rutas que encantan a las personas de fuera y también a las de aquí. Cada visitante es un mundo y requiere un discurso y una atención personalizada. Los grupos organizados son más atentos, comenta; los más juveniles, más distraídos. Para las personas mayores, sostiene, estas visitas representan una gran oportunidad para aprender.

Ana Valen nació en Burgos en 1961. Su padre, Antonio, de Fabara, cerca de Caspe, fue cajero de la Caja de Ahorros durante muchos años. A los cuatro años, ya estaba la familia entera en Soria. Tras su paso por las Escolapias y el Instituto femenino Castilla, estudió Turismo en Zaragoza (Salduba), en donde tuvo sus primeras experiencias enseñando Ordesa, El Pilar, La Seo,... Se especializó como guía porque el contacto con la gente es lo que más le gusta. Alumna aplicada, ha estudiado inglés en Londres y Washington, francés en Cahors y ha sido Au Pair en Alemania. Recepcionista en Andorra, Mallorca y Canarias, fue durante 10 años guía turístico del Patrimonio Nacional en Madrid (Palacio Real, Museo del Prado y Reina Sofía), siempre con grupos de extranjeros y preferentemente alemanes. Esta y todas las etapas de su larga trayectoria estuvieron acompañadas por una libreta en la que lleva apuntados los datos significativos de cada lugar. Le costó, nos confiesa, dejar Madrid para afincarse con su marido en Soria, donde ha trabajado casi siempre para el Ayuntamiento. ¡Cuántas veces la hemos visto guiando a sus grupos de un lado para otro de la ciudad! Y cuántas otras subiendo y bajando las escaleras de la EOI de Soria para estudiar italiano y sacarse el B2 de alemán.

En la actualidad, forma parte, junto a Ismael, Vidal, Alberto, José María, María, Anabel y Pilar, de un experto grupo de guías oficiales de la ciudad. Los días de más trabajo, nos dice, son siempre los fines de semana y los festivos. A veces, como en estos tiempos de pandemia, su trabajo se reduce y entonces ejerce de auxiliar de enfermería en el Hospital. Posee además el carnet de socorrista de la Cruz Roja y su proyecto, ahora, es que acabe pronto la pandemia.

A Ana le gusta leer novela histórica, Ken Follet, por ejemplo, pero también poesía: Miguel Hernández, Antonio Machado. Su color es el azul, su número el 27, y su día, el domingo. Ha visitado Italia, pero su ciudad emblemática será siempre Lisboa. Su última película: “Tiempos modernos” de Charles Chaplin. Le gusta la música clásica, el grupo Mocedades, la canción “Corazón partido” y la pintura de Velázquez. Sus rutas personales: el Castillo de Berlanga, la fachada de Santo Domingo y la ruta de las iglesias románicas de Soria. Una guía de lujo para una ciudad turística de primera.

 

Andrés Cámara Poza

Policía local

Conocimos a Andrés Cámara Poza en 2007, durante la I Ruta de Alvargonzález. El iba de organizador, y nosotros, dentro del grupo que disfrutó de lo lindo durante tres días de auténtico lujo; culminados, el 9 de septiembre, con un Concierto espectacular, al borde de la Laguna Negra, a cargo de la Banda Municipal de Soria.

Andrés Cámara (Covaleda, 1966) fue a la escuela “Manuela Peña”. Por las tardes, cuando salían, se iba al monte a hacer “casullos” con sus compañeros. El monte, tan influyente como mágico para todos, no es, nos dice, del Ayuntamiento, sino del pueblo, que lo compró por 125 maravedíes y 12 reales de vellón.

Su vida laboral se inició muy pronto en una fábrica de madera. Después trabajaría como camarero, transportista de muebles, empleado de la grúa municipal de la policía local de Zaragoza, hasta su ingreso, en 1992, en la policía local de Soria. “Los primeros días de turno de noche -comenta-, me chocaba que no sonara la emisora.” Le gusta su profesión. “Nos conocen todos, y conocemos a todos”, comenta. Así que, lo mejor: aplicar el sentido común.

Casado con Encarna Bartolomé, de Duruelo de la Sierra, Andrés Cámara tiene un hijo y muchas aficiones. La primera, la Historia de su pueblo, que va recopilando con entusiasmo en su conocida web: https://historiadecovaleda.wordpress.com  En ella figura su abuelo, Francisco Cámara Benito, fundador, allá por el año 1923, de la Banda de Música. Y su padre, Andrés Cámara, carpintero, que formó parte de la Orquesta Urbión, y tocaba el clarinete principal en la Banda Municipal de Soria.

La fotografía es otra de sus pasiones. Una manera, nos asegura, de “expresar sentimientos con imágenes”: unas piñas, “El puente de Soria”, paisajes nocturnos, “La cascada del paso del peñoncito”,… Tiene, además, una gran colección de fotos antiguas: unas cuatro mil de Soria, y dos mil de Covaleda. Y, por si fuera poco, recopila y edita vídeos como “Ven a Covaleda”, precioso homenaje a su tierra. Por todo este trabajo, tuvo el honor, bien merecido, de leer el Pregón de las Fiestas Patronales 2014.

Persona organizada, responsable, generosa, incansable, cita, como personaje, a Machado. Y a Abel Antón, por “haber llegado tan alto, desde la humildad de un pueblo tan pequeño como Ojuel.” Destaca también a José García Nieto, Premio Cervantes 1996, que vivió de niño en Covaleda, cuando su padre ocupaba el puesto de Secretario, e inmortalizó después en su Elegía: “Está fresco el pinar de Covaleda / en la mañana grave; / Urbión cuida celoso de su nieve; / unos caballos pacen; / un niño canta, un niño/canta, un niño que pasa canta…”

A Andrés Cámara le gusta la novela histórica. “Las catedrales del mar”, de Ildefonso Falcones, ha sido la última. Y escribir. Tiene ya dos capítulos de una novela en la que un niño va descubriendo los acontecimientos históricos de su pueblo. Caballero romántico, admirador de su monte, cree, con razón, que la comarca de Pinares está más viva que nunca. Se nota su entusiasmo por la trascendencia económica de su “Desafío Urbión”, en el que participan cada año más atletas y de más categoría, y que él organiza, con orgullo, junto a Ayuntamientos, voluntarios y colaboradores, entre los que nombra, por su apoyo permanente, a las empresas Untoria 4 x 4, Soria Natural y Campofrío.

Andrés Cámara no puede parar. Cree en sus proyectos y es agradecido. También reconocido. En 2013, la Casa de Soria en Madrid distinguió a la Asociación Deportiva de la Policía Local con el Premio al Deporte Soria. Lo tenían bien merecido. Fundada en 2005, en 2006, él, Roberto Sánchez, Eduardo Pardo, Ángel Soria, Mercedes Martínez y Gustavo Gómez, se recorrieron a pie los 897 kilómetros del cauce del Duero (Urbión-Oporto) en 26 días. La prensa los denominó como “Los policías del Duero”, y ellos legaron la Ruta GR14, o Senda del Duero. La Sierra de Santa Ana y el Mirador de la Laguna Negra son dos de sus lugares favoritos. Naturaleza e Historia. Andrés Cámara: generosidad, entusiasmo y reconocimiento.


Andrés Ollauri Nevares

Médico

Nacido en Briesca, Burgos, en 1950, ha ejercido como médico en la provincia de Soria durante más de cuarenta años.  Sus padres, Saturnino y Emilia -viuda a los 43 años- eran agricultores y ganaderos, productores y vendedores de leche. Agustín ayudaba a sus padres cuanto podía recogiendo hierba, arreglando vacas,… Su hermana Emilia es médico como él. Blanca, su mujer, de Quintanar de la Orden, ejerce como enfermera en el Hospital de Soria y su hija Claudia es investigadora médico en la UVI del Hospital de Salamanca. 

Andrés aprendió las primeras letras en la escuela de su pueblo. Ingreso y primero de bachillerato -del plan antiguo- los preparó por libre con el maestro Carrión, de madre soriana, que lo había sido también de su padre. El resto de cursos hasta el PREU, los preparó y aprobó en academias privadas de Zaragoza. Años juveniles en los que trabajó como pinche en el hotel El Vallés, por comida y propinas, nos dice, con los que se sacaba “un pequeño salario”.

Estudiante aplicado, formal y minucioso, le gustaban todas las asignaturas de ciencias: matemáticas, física, química. Así que “hubiera podido estudiar cualquier cosa”. En 1977, después de dos años como ATS en el Miguel Servet de Zaragoza, obtuvo en … la licenciatura de medicina en la Universidad de Zaragoza. Un amigo le recomendó Almazán como acercamiento a la medicina rural y, tras unos meses como interino, se quedó definitivamente en Soria: Villálvaro, el pueblo de la familia de Rocío Lucas, entre 1977 y 1987, y Quintana Redonda (Navalcaballo, Las Cuevas e Izana) hasta su jubilación en 2018.

En todos los pueblos mantuvo una buena relación con sus vecinos, disfrutando de sus costumbres y participando en sus actividades. No había medios, apunta, aunque los dispensarios eran dignos. Nunca utilizó el sistema de “igualas”, pero sí conoció permanecer de guardia las 24 horas del día. Además, nos comenta, solía visitar a sus enfermos fuera de hora.

A lo largo de sus más de 40 años como profesional de la medicina, atendió a todos sus enfermos con absoluta profesionalidad y cariño, asistió a numerosos cursos de reciclaje, simposiums, conferencias científicas, talleres y congresos, participando en muchos de ellos como coordinador o presentando ponencias concienzudamente elaboradas. Investigador vocacional, docente ocasional, recuerda su relación con la administración sanitaria, con el Colegio de Médicos como responsable y colaborador en formación, asuntos sociales, economía, y la elaboración de trabajos concienzudos y muy documentados en relación con el síndrome tóxico (1991), el mapa sanitario de la provincia (1983), o ese elaborado máster, “Demografía, economía y situación sociosanitaria de la provincia de Soria” (2001), que nos llevamos a casa en su cartera de doctor. Todo un lujo de trabajos importantes y bien hechos.

Discreto, trabajador incansable, califica de muy positiva su experiencia profesional tanto a  nivel personal como sanitaria. La salud, afirma, es un “estado de bienestar físico, psíquico y social”. La salud, apostilla, “es economía”. En Soria, concluye, la atención sanitaria es buena.

Lector de novela y, sobre todo, de ensayos, relacionados o no con su profesión, extrae de todo lo que lee numerosas notas y reflexiones. Cercano a la música clásica y a la de su época (Labordeta, Serrat), sus personajes del mundo serían Ramón y Cajal y Madame Curie. Conoce bien España y ha viajado a Canadá, Argentina, Noruega, de cuyo país destaca su naturaleza, y París como su ciudad ideal. Burgos ha cambiado mucho, asegura. Ahora es más abierta y está más cuidada. De Soria se queda con la fachada de Santo Domingo y la Laguna Negra. Libre pensador, crítico, dibujante, un tanto bohemio y nada supersticioso, apuesta por las alubias rojas como plato, la costrada de Soria como postre, el verde y el azul como colores, y el sábado como símbolo de libertad. Una vida plena al servicio de la medicina rural la sanidad soriana.


ÁNGEL CALVO CÓRDOVA 

Maestro y Árbitro

“Un maestro arbitrará el Sevilla-Betis”, tituló un periódico. El maestro era Ángel Calvo Córdova, nacido en Matalebreras en 1949. A los 10 años ingresó, como otros niños de su época, en los Padres Betharramitas de Fuenterrabía, para estudiar 2º, 3º y 4º de bachillerato y jugar al fútbol en campos de tierra y portería de árboles. Como no era muy bueno, nos dice, le propusieron arbitrar. Y sin dudarlo, inició de esta manera su larga carrera arbitral. En verano aprobó la reválida de 4º, terminando 5º y 6º en los Escolapios, en cuyo colegio, acabado el magisterio y la mili (Zaragoza y Caja de Reclutas de Soria), simultanearía la enseñanza con el arbitraje hasta su jubilación. Por entonces, un grupo de maestros creamos, nos cuenta, el C. D. Calasanz, al que sigue dedicándole todo el tiempo que puede. Te podría dar, nos asegura, el nombre de todos los componentes de nuestros equipos. Pablo Machín fue, mientras hacía sus prácticas de magisterio, el primer entrenador del equipo de fútbol.

Ángel Calvo tiene dos hijas (periodista y diplomada en Educación física) y cuatro hermanos. Su padre, Macario, se dedicaba a la agricultura. Un hombre valiente, sostiene. Su madre, Isabel, vive todavía.

Árbitro federado desde los 18 años, fue un profesional con personalidad, permaneciendo ocho temporadas en primera división. Cuando, en 1975, ascendió a Tercera, formó parte de la ANAFE (1979), prohibida entonces. Pes Pérez, De Sosa, Díez Ibarz, fueron algunos miembros destacados. La relación con directivos y jugadores ha cambiado mucho, asegura. Ahora es más cercana. ¿El jugador más protestón?, le preguntamos. Ricardo Gallego, central del Madrid. Pero lo hacía de tal manera, nos explica, que, “como no se dirigía nunca a mí, no podía sancionarle”. Amable y directo, Ángel procura llevarse bien con todo el mundo, aunque a veces, confiesa, tenga sus repentes. Butragueño fue el jugador más “señor”, afirma. También Pedro Alba, portero del Racing de Santander. El árbitro es consciente hasta de sus errores, asume, aunque no siempre mientras está en el campo. Por eso elogia el VAR.

Cuando se retiró, trabajó de “informador” de árbitros durante 20 años, y de delegado de campo cuatro más en el Zaragoza, de cuyo equipo se siente muy cercano. Nos cuenta anécdotas y más anécdotas. Podríamos estar hablando todo el día, señala. De partidos duros, como el primero que pitó, y de otros muchos, en todas las categorías. Leía, sí, toda la prensa deportiva, y dedicaba las 24 horas al fútbol. Montse, su mujer, es fiel testiga de ello.

Destaca Valonsadero y el Duero como sus lugares sorianos. De la provincia: su pueblo. Se conoce casi todos los países europeos. París es su capital favorita. Y Madrid. Ahora le gustaría visitar Rumanía.

Soriano Aladren, Undiano Mallenco, Fermín Cacho, Abel Antón, son personajes que recuerda con respeto y amistad. Práctico, discreto, nada supersticioso, recuerda todavía cuando echó a Hugo Sánchez en el Bernabeu, y cuando, voluntario de la Cruz Roja, se vio involucrado en una anécdota millonaria disparatada. Nos habla de su relación contradictoria con Jesús Gil y Gil. Y la que mantuvo, rotunda y distante, con José María García. Sintió profundamente la muerte de su amigo Emilio Guruceta. Toda una vida, en fin, recordada con satisfacción y sin nostalgia. Un relato digno, pensamos nosotros, de un interesante, sin lugar a dudas, libro de memorias. Ángel Calvo: buen maestro, buen árbitro y buen soriano. 


Ángel Crespo Alonso

Presidente Banco de Alimentos

Ángel Crespo, Presidente del Banco de Alimentos de Soria, nació en Madrid, calle del Barco, en 1947. La pobreza no se ve, asegura con rotundidad. Su madre, Ángela, era madrileña, como su padre, José, ferroviario. Su mujer, Mª Luisa, también era de Madrid, pero no así su suegra, Pilar de Marco, que vivió, hasta que se casó, en la plaza Mayor de Soria. Tiene dos hijas, Arantzazu y Mª Luisa, que vive en Soria y tiene dos hijas sorianas. Un soriano, suele decir, “consorte y con suerte”. Mientras trabajaba en Madrid, pasaba aquí muchos fines de semana y días libres. Estudió en las Escuelas Pías de San Antón, luego, tras sacarse la carrera de ingeniero aeronáutico, trabajó durante 40 años en C.A.S.A. (hoy, AIRBUS), como Director de Calidad y posteriormente de Programas. En esta empresa participó en el diseño, fabricación, gestión y ejecución de lanzadores de cohetes como el Ariane; y de satélites, como Hispasat, Meteosat, Eutelsal y L-sat. Para él, cumplir y disfrutar en el trabajo fue siempre un orgullo y una exigencia. El campo, la vida tranquila de Soria, el pantano, al que iba todos los días, supusieron el contrapunto fundamental. Una provincia, Soria, que, a su juicio, cuenta con un gran potencial de desarrollo. Cuando se jubiló en 2012, se propuso aprovechar su experiencia de gestión para desarrollar un proyecto comercial en nuestra ciudad. Pero optó por “ayudar a los demás”. Conocía a Francisco García, Presidente del Banco de Alimentos de Madrid, y este le animó a promover el de Soria, única provincia que todavía no lo tenía. Comenzaron sin nada. El resto, reconoce, salió de la solidaridad de los sorianos: una nave en Valcorba, cedida por el Ayuntamiento, las obras de acondicionamiento,… La primera empresa en llevar a cabo una campaña de alimentos fue, nos dice, el BBVA. Desde entonces, el Banco de Alimentos ha realizado muchísimas recogidas, cuyos productos se distribuyen entre 31 entidades y llega a 3500 personas. Su nuevo objetivo: realizar unos cursos-charlas en los Centros escolares para acercarles a su proyecto solidario.

Hombre satisfecho, nos cuenta su afición al golf, que le llevó a escribir un libro que no terminó. También el fútbol, el Real Madrid, los toros, desde el tendido 9 de Las Ventas. Entre sus toreros preferidos: Joselito, Curro Romero, Antoñete, Paco Camino, y José Luis Palomar, buen torero y gran matador. Católico practicante, colabora en su parroquia de San Miguel de  los Santos en el coro, como tenor, y en la Comisión económica. Sin ser un melómano, siempre le ha interesado la ópera. Entre sus títulos: El Elixir de Amor, con música de Gaetano Donizetti. Asiduo al Auditorio Nacional, el mes pasado asistió al concierto de la Misa de Réquiem en re menor de Mozart. Y, en noviembre, a la Traviata de Verdi en La Audiencia. El cine le entretiene, nos comenta. Sus actores: Clint Eastwood y Barbara Streisand. Soria, insiste, es un sitio para ver, para pararse: la Dehesa, San Saturio, La Laguna Negra, la Fuentona,… ¿Ciudades del mundo?: Río de Janeiro, por la majestuosidad y el Cristo; Toulouse, por el ambiente universitario, y Munich, por la Grand-Place, las tabernas y la amplitud. De Madrid destaca el Rastrillo, tan típico y tan cercano.

Solidario, abierto, emprendedor, a Ángel Crespo le gusta cualquier número de la lotería, aunque siempre mira si es múltiplo de tres, porque es el suyo. Sus personajes, Jesucristo y su mujer. Muchas gracias. ¡Feliz Navidad!


Ángel Lorenzo Celorrio

Bombero

Ángel Lorenzo Celorrio (Pozalmuro, 1960), bombero profesional, sargento, deportista, luce siempre sonrisa y talante. Su conversación en una terapia racional en favor del optimismo. De su profesión, iniciada en 1983, destaca su carácter de servicio público: auxilio, protección y ayuda. “El riesgo es algo asumido”, nos confiesa. Enumera los parques de bomberos existentes en Soria. Y piensa en otros necesarios: Tierras Altas, Arcos de Jalón, Pinares,... Y nos habla, y bien, de sus compañeros, y de los voluntarios.

Pero Ángel es además un hombre de Soria y de Castillos. Le gustan: “He pasado frío, calor, me he mojado los pies y a veces he llegado a casa cubierto de barro”, copiamos de uno de sus libros. No sorprende pues que haya publicado hasta tres sobre ellos. El último, muy “técnico”, auténtica guía, lleva el título de “Compendio de los Castillos Medievales de la provincia de Soria” (Soria, 2003). Y está ilustrado con 208 fotos (castillos, torres y atalayas) y 128 planos de su cosecha: Berlanga, Aldealseñor, Almenar, Barca, Cabrejas del Pinar, Caltojar, Caracena, Fuentelmonje, Monteagudo de las Vicarías, Rello, Tajahuerce, Ucero, Yanguas,... El haber visitado tantos, escribe en su introducción: “me ha decantado por las intenciones prácticas de sus constructores y no por sus experiencias íntimas.” Es decir: apuesta por las piedras, que, juntas y con alma propia, conforman un verdadero museo de fortalezas medievales sorianas. “Arqueologista”, o “castillero”, como él mismo se denomina, busca en estos “pedazos vivos” de la historia un pasado glorioso con el que comprender el presente. Su otro libro, “Compendio de vocablos referidos a los castillos” (Ed. Lancia, 1996), es un auténtico diccionario de términos rigurosamente definidos: “matacán”, “limahoya”, “almena”,... La trilogía se completa con un libro de relatos románticos, “Castillos en el aire” (Soria, 2001), que ilustran sus viajes, reales e imaginarios, de pueblo en pueblo, de castillo en castillo, “con la música de Kitaro de fondo”.

Ángel Lorenzo es un hombre de la emigración. No al extranjero, sino a Irún, en donde vivió, con sus padres (Lucinio y Esther) y hermanos, desde que tenía año y medio hasta los 23. Allí se aficionó al deporte y al piragüismo (S. D. Santiagotarrak), estudió la FP, y conserva muchos y vivos recuerdos. Pero, su casa estaba en Soria. Todo lo que él necesita para vivir con discreción y entusiasmo. Atizando el fuego la “Noche de las Ánimas” (Soria-Las Cuevas-Soria); recorriendo, en abril, la Ruta Literaria de “La Saturiada” (Bar Silencio, Bar Soan, Santo Domingo,…), con el Santero Juan Antonio Gaya Nuño; interpretando el papel de Bécquer en los Arcos de San Juan de Duero, o transmitiendo, como el día 21 de junio, invitado por la Asociación de Amigos del Museo Numantino, sus conocimientos: “Del Castillo Bajo medieval al Fuerte abaluartado”. Y todo con la misma actitud positiva, entregada y agradecida.

Un día, nos cuenta, un profesor les pidió que leyeran el “Quijote”. Y él fue el único que hizo los deberes: “Refleja la España de la época. Su lenguaje es único.” Quijote, antiguo y moderno, Ángel Lorenzo reivindica el romanticismo del siglo XIX. Y del XX y del XXI. La exaltación de valores, símbolos y gestas, que ve reflejados en  la obra del pintor Augusto Ferrer Dalmau: hechos históricos, personajes serenos. Disfrutar, nos dice, y hacer disfrutar. Charlando, por ejemplo, con el escritor Avelino Hernández, el monumental escritor de “La Sierra del Alba”. O con cualquier personaje de la Soria cosmopolita. Disfrutar siempre, en lo más alto de un castillo, o escuchando una leyenda de Bécquer. Pero siempre en su tierra, de la que conoce algunas entrañas que le gustaría compartir. Nos habla de una: “Las patadas del diablo”. La apuntamos. Pero conoce más: túneles, pasadizos, cuevas. Patrimonio soriano. Las horas pasan rápido charlando con este erudito soriano, bombero de profesión. Lleno de vitalidad, conocimiento y convicciones.

 

Ángel Martín Martínez

Entrenador personal

“Creíamos que la autovía acercaría a la gente de Soria a Almazán, pero ha sido al revés”, nos comenta Ángel Martín Martínez (Almazán-Soria, 1974). Después de haber visitado muchas en el mundo, su ciudad adnamantina es, para él, la más bonita. El símbolo de su hogar. De padre manchego, Ángel Martín-Vizcáino, alcalde de Almazán entre 1991 y 1995, y de madre burguense, este arqueólogo vocacional es una persona sincera, directa, honrada, añadimos nosotros al escucharle. Dirige actualmente un gimnasio, Almazán Fitness (https://www.entrenadorpersonalsoria.com/), en el que cada persona, de cualquier edad, recibe, entre máquinas y programas diversos, el entrenamiento más adecuado a sus necesidades y posibilidades.

Ángel Martín realizó sus estudios en el Colegio Calasancio de Soria. Le gustaba la historia, pero, tras aprobar el COU en el IES Gaya Nuño, se licenció en 1995 en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte (INEF-CyL) en la Universidad de León. Allí pasó cinco años, optando por la rama del deporte relacionado con la salud: “Actividad física para la salud”. Entre sus proyectos: crear un Centro de “Envejecimiento funcional”, de cuya técnica es especialista por el FAI (Functional Aging Institute – USA). Su objetivo: ayudar a las personas mayores a “mantener las capacidades el mayor tiempo posible.” La fuerza, nos asegura, es su mayor problema.

Al terminar en la universidad, trabajó durante doce años en la empresa de muebles de su padre. Le gustaba su oficio. Crear, innovar, siempre pensando en la mejora de la calidad de vida de las personas. ¿Qué madera?, le preguntamos. El nogal, responde sin dudarlo.  De su padre ha heredado la tenacidad, la capacidad para encontrar soluciones y realizar proyectos razonables. Los resultados animan a sentir la calidad de la vida. Padre de dos hijas, Malena y Mara, de nueve y seis años respectivamente, su mujer, Chelo Salvachua, es profesora de música del Diego Láinez y toca el clarinete en la Banda Municipal.

El Machupichu, las Pirámides de Egipto, París, Londres, México, Argentina, Perú, La India, son algunos de los lugares y ciudades del mundo que ha recorrido el matrimonio. A Ángel le gustan las piedras. San Baudelio como sitio emblemático. San Miguel de Almazán. Lee sobre todo cosas de deporte. Estudia, se documenta. Le gustan los músicos muertos: Los Beatles, Mécano (7 de septiembre). Sabina (Y sin embargo),  en cuyo último concierto estuvo presente. “Nacido para correr”, “Airbag”, “El príncipe encantado”, “Hotel Transilvania” son sus películas de niño grande y niño pequeño. Paciente para compartir, tiene facilidad para los idiomas. Ha estudiado el inglés. Su número, el 9, de delantero centro. Y el 7.

Hace unos años tuvo un alumno, Pepe, que tenía la enfermedad del ELA. Nunca se enfadaba y no faltaba al gimnasio ni un solo día. Era un hombre optimista. Su caso le llevó a organizar una Master Class de Zumba para recaudar fondos en beneficio de la Asociación Española de esta enfermedad. Recaudaron ocho mil euros. Solidario, emprendedor, entiende que el servicio a los demás forma parte de su trabajo. Seguro de sí mismo, consciente y convincente, Ángel Martín es una persona que enseña y aprende; es generosa y responsable, intenta construir el mundo que le rodea con exquisito respeto a la ciencia y a las personas. Un programa verdaderamente solidario y eficaz.

 

 Antonio Barrero Mainez

Alcalde de Matasejún

Matasejún no está bien señalizado. Pero tiene una hermosa fuente, la “del Haya”, de agua divina, quince molinos, 55 casas restauradas, D. Antonio Arroyo, el párroco, Escuela, una asociación emprendedora y una revista bien escrita y documentada, “El Castillejo”, “Mondinas y Mozo del Ramo”, “Fiesta del Judas”, en Semana Santa, un grupo montañero, observatorio astronómico,... Apunten: tres kilómetros y medio antes de llegar a San Pedro Manrique, en el cruce, a la derecha.

Matasejún cuenta también con un gran alcalde, Antonio Barrero Mainez, nacido en el pueblo en 1939, que tuvo a Doña Mercedes y a Don Félix Lacalle, de Préjano, recuerda, como maestros. Era una escuela unitaria y mixta, con 48 niños y niñas aprendiendo las primeras lecciones de la vida. Su padre, Martín, de Palacio, tenía tierras, ovejas, y, en invierno, se bajaba hasta Arcos de la Frontera para trabajar en un trujal. Su madre se llamaba Petra. A los once años dejó la escuela para dormir al raso durante unos cuantos meses, con colchón de paja y mantas encima. Un año más tarde, el 29 de mayo, trabajó en San Andrés por 45 duros al mes. Tiene 5 hermanos: Florián, María, Adela, Agustín y Miguel. Un 2 de noviembre, cuando tenía 15/16 años, emprendió, con tres compañeros, el camino de la trashumancia: dos días a pie hasta Soria; otro más en tren hasta Puertollano, y cuatro, andando, hasta Marmolejo, para vivir en un “chozo” durante siete meses. Para almorzar, migas; un trozo de pan seco como comida y, la cena, unas cucharadas, pocas, de garbanzos. Por 1.500 pesetas y el gasto de sus 18 ovejas. No ataban, tampoco allí, “los sacos con longanizas”, sentencia con inteligencia. Pastor otra vez en el pueblo, trabajó unos cuantos años en la Azucarera de Pamplona. Le preguntamos si se aburre. No. En absoluto. Tiene cobertura en su teléfono, le gusta la televisión y sus debates de política, juega al guiñote cuando tiene con quién, coche, ovejas, tractor y, en su casa, todas las comodidades. Una vida plena y tranquila, pensando en su casa y en el pueblo. Porque, nos dice, el frontón – pintado a “escote”, como casi todo – tiene un problema de humedad y se resquebraja. Lo mismo le pasa a la iglesia. Las dos obras corren prisa. Estamos en el número cinco de la calle Real, en la casa con escudo de Miguel Carrascosa, y su mujer, Carmen, primo de nuestro amigo Gregorio Vallejo Carrascosa,  cuyo padre había nacido en Oncala, de casas y calles de piedra Monumento de la Humanidad. Nos acompaña también su hijo Martín, que vive en Soria. La mesa es alargada, el café bueno, la chimenea tira de lo lindo. La charla es amena y ocurrente, de presente y de futuro.

Antonio Barrero es un hombre pragmático y de memoria prodigiosa. No se le han olvidado ni las fechas, ni los nombres de compañeros y jefes de la mili, que hizo en Jaca como cabo de cocina. El capitán se llamaba D. Saturnino Oliva Mendoza. Y el coronel: Carlos Moscoso del Prado Iza. Viajar no le ha atraído sobremanera. Tampoco leer, aunque destacaba en la escuela. Soriano prudente, extrovertido, responsable, mira su reloj, cuando cae la noche. Pronto vendrá su hijo Jesús Ángel con sus 300 ovejas y tendrá que ayudarle. Antes, insiste: “el pueblo contribuye, pero no recibe lo que le correspondería.” No es una queja. Es una cuestión de justicia distributiva. La iglesia, el frontón, las señalizaciones,... Repoblar es hacer. Matasejún, un pueblo con solera. Muchas gracias, señor Alcalde.

 

 Antonio Bueno García

Profesor Titular de la UVA en Soria

Antonio Bueno García (Valladolid 1958) es profesor titular, con acreditación de Catedrático, de la Universidad de Valladolid en Soria. Su madre, Mª de los Ángeles, enfermera, y su padre, Antonio, trabajador de la Renault y, anteriormente, de El Diario de Burgos, tuvieron cinco hijos. Antonio, el segundo, conoció Francia muy pronto gracias a un intercambio en Oloron (Bearn). Allí recorría en bicicleta los lugares de su entorno, ávido siempre por conocer lo que hay detrás de cada lugar y de cada historia. Así, siendo alumno del Instituto Zorrilla, fundó la revista Generación, que, editada a ciclostil, diseñaba, escribía y vendía él mismo casa por casa. Duró solo seis meses, pero en sus páginas siempre hubo buenas entrevistas (Amparo Rivelles, Pedro Masó, Triana), información contrastada, anuncios sencillos, y bonitas fotos que él mismo sacaba con su Pocket-Kodak. Recuerda todavía la imagen impactante de su primer día de facultad (1976): “un inmenso grupo de estudiantes y obreros de Renault en mono azul en la escalinata central.” Eran tiempos de transición, estudio, trabajo, durante los cuales escribió incluso guiones cinematográficos. “Don Quijote Superstar”, por ejemplo, que imaginaba al hidalgo personaje dentro de la Universidad. 

Terminada la licenciatura de Filología Francesa, su primer destino fue Arras (Pas de Calais). Allí, además de sus horas de auxiliar de conversación, organizó la Primera Semana Española en colaboración con el Consulado y el Ayuntamiento de Lille, presidido entonces por Pierre Mauroy. A este primer año le siguieron otros tres más como lector en la Universidad de Nantes, en donde, nos confiesa, se formó como profesor, traductor e intérprete. Años movidos y enriquecedores, entre círculos intelectuales, viajes a Londres, Amsterdam, Colonia,  y contactos con escritores como Bryce Echenique, Dominique Lapierre,… A Antonio Bueno le atrajo siempre la literatura social, urbana: Zola, Flaubert, Delibes, Péguy,... También la poesía de Valéry y Machado. Su último libro: “La España vacía”, de Sergio del Molino. Amante del bricolaje, utiliza sus manos para combatir el estrés. Le gusta la música: Albéniz, Falla, Mahler, los Beatles, Edith Piaff, Trenet, Zaz,… Y la escritura. En 1995 se publicó su tesis doctoral: “Albertine Sarrazin. La autobiografía en la prisión.” Le preguntamos cómo se sale de un espacio cerrado. Por la escritura, por la fuga, nos dice.  

A su regreso de Francia en 1987, consiguió una plaza en el CUS de Soria. Desde entonces, han sido muchos los trabajos publicados, los cursos impartidos, los logros conseguidos como investigador y como directivo. Decano entre 2008 y 2016, impulsó siempre la renovación tecnológica. Coordina actualmente dos grupos de investigación y el “Máster en traducción profesional e institucional”, reconocido y valorado internacionalmente. Además, dirige el proyecto sobre la Historia de la Traducción Monacal y misionera en América y Asia (Franciscanos, Agustinos, Dominicos), formado por más de cuarenta investigadores de Europa, Asia y América. Y organiza cada año una importante Semana Francesa, repleta de actividades, con el apoyo de la Embajada y distintas instituciones públicas y privadas sorianas. Su sitio, afirma, está en Soria. En 2012, Antonio Bueno recibió la Insignia de Plata de la Universidad de Valladolid. Un reconocimiento merecido a un trabajo de veinticinco años de dedicación generosa y fecunda. 


Antonio Callejas Hernando

Mantenedor y Maestro

Antonio Callejas Hernando (Soria, 1988), profesor, hombre de teatro, “amante de aquello con sabor a sones tradicionales”, oficia de Mantenedor de las Jornadas de la Matanza del Virrey Palafox de El Burgo de Osma desde 2016. Su familia, nos dice, ha estado siempre ligada al templo catedralicio. Su bisabuela, campanera de oficio, conoció a su bisabuelo cuando éste fue requerido para instalar la caldera de la calefacción de la Catedral. Su abuelo Antonio fue chófer de D. Saturnino Rubio y de D. Braulio Rodríguez, obispos de la Diócesis. Inés, su madre, regentó la tienda de ropas “IHERLA”, frente al Palacio Episcopal. Su padre, en fin, fue Policía Municipal del pueblo.

La trayectoria escolar de Antonio está marcada por su paso por el CEIP Manuel Ruiz Zorrilla, el IES Santa Catalina y el Seminario Diocesano. Tras terminar Magisterio, comenzó y continúa impartiendo clases de Religión y Orientación Educativa en el Colegio Calasancio de Almazán. Licenciado en Pedagogía por la UNED, obtuvo una diplomatura en Ciencias religiosas en el Instituto S. de Ciencias Religiosas de Burgos. Exigente consigo mismo, cercano, vocacional, creyente y religioso, procura que sus clases sean dinámicas y atractivas, pues su vida, confiesa, es “enseñanza y aprendizaje”.

Su primera experiencia teatral la vivió en el grupo de Magisterio, dirigido por Germán Andrés. Recuerda dos obras: “Han asesinado a Don Juan” y “Fuera de quicio”. Luego formó “Ad Ecclesiae”, con cuyo grupo sigue recorriendo la geografía española. Entre otros, ha interpretado a personajes como San Francisco, Valeriano Bécquer, San Pedro de Osma. Federico de Olmeda y San Faustino Míguez. Y ya piensa en uno nuevo. En 2017 participó como invitado en la representación de la obra “Slag om Grolle” (Groenlo/Países Bajos).

Comentamos la Ruta de Leonor, en la que él interpreta a Machado y María Gil, su mujer, a Leonor Izquierdo. También la velada poético-musical, “Mi mal cortada pluma”, en torno a Casta Esteban. Proyectos que reivindica con pasión y que el público acoge, nos comenta, con enorme interés.  El mismo que suscita el grupo de música tradicional “Fanegas y Celemines”, fundado en 2017 por Celia Gómez, al que se sumaron Agustín Pindado, él y su mujer. Su objetivo: recopilar e interpretar el folklore soriano (villancicos, romances, jotas) y difundirlo por los pueblos.

Explicar al público “el rito de la matanza tradicional, tal y como se hacía en los pueblos” es otra de las actividades que vive con devoción. Un ritual en el que su familia, en especial la materna, fueron siempre protagonistas en Bayubas. 

Soria, asevera, es una provincia acogedora, resistente y apasionada. Pensando en sus hijos -Sofía, de seis años, y Millán, de dos - elige la Dehesa como lugar ideal. El de perderse sería para él la Torre de la Catedral, hasta donde no ha subido tantas veces como su abuela Maruja, campanera, de la familia de los Otín, pero “donde me siento en paz.”

Nos cuenta, para terminar, que, para ilustrarse sobre la figura de Machado, sigue leyendo “Conmigo vais, mi corazón os lleva”, de César Ibáñez. Le gusta “La lista de Schindler”, de Steven Spielberg, como película. Y como música, la banda sonora de “La conquista del paraíso”, del compositor griego Vangelis. Los torreznos, los huevos fritos y el arroz con leche sin canela son su plato y su postre favoritos. Y su lema: “Pasó por este mundo haciendo el bien.” ¡Felices Fiestas de San Saturio!


Antonio Chain Galán

Arqueólogo

Nacido en Madrid (1975), su madre era también madrileña y su padre, gallego, de Lugo, fue policía municipal. Él reside en Soria desde 1998, está casado con una enfermera de Langa y sus dos hijas, Nuann y Kara, llevan nombre celtíbero.

Soria, nos dice, lo tiene todo. La gente es acogedora, hospitalaria, se establecen rápidamente sinergias positivas. Desde pequeño, junto con su hermano Luis, fue un gran aficionado a la historia antigua: las cruzadas, las herejías, las leyendas, los relatos fantásticos, que encontraban en los libros que su padre compraba y él y sus hermanos (Sonia, David y Luis) leían. También le atrae la historia de su familia materna, durante y después de la guerra civil: su bisabuelo exiliado en México, las cartas de amor entre sus abuelos, el cambio de apellidos a su abuela para evitar las represaliadas.

El CEIP Gonzalo de Berceo, el IES Calderón de la Barca, en Carabanchel, y la Complutense han sido sus tres Centros de enseñanza de referencia. En cuarto de carrera conoció al profesor Alfredo Jimeno, y ahí se produjo el encuentro con Soria.

Empezó a trabajar muy joven. Le restaba dedicación al estudio, pero le acercó a la dura realidad de su entorno. Hombre activo, decidido y soñador, apuesta por el rigor científico y la divulgación del conocimiento de una manera comprensiva y amena. A la gente, nos asegura, le gusta cómo les explico la historia humana de Numancia. Recuerda que en un proyecto colectivo presentado en Lugo, “El ritual funerario”, comprobó el poderío de la buena didáctica ante 4.000 personas.

Desde 1998, forma parte del Equipo Arqueológico de Numancia/Tierraquemada  y es guía de su yacimiento. Hasta 2004 recorrió España trabajando en distintos yacimientos arqueológicos. Ese mismo año fue el coordinador de la Exposición “Celtíberos. Tras la Estela de Numancia”

Numancia, a su juicio, es el producto turístico más importante de la provincia de Soria. El año pasado atrajo a más de 50.000 personas. Comentamos el 2150 Aniversario, la importancia que tendría el Centro de Interpretación y la mejora necesaria de la accesibilidad. El mundo celtibérico estaba perfectamente integrado en el territorio, afirma. Los romanos, que lo desconocían, lo destruyeron. Nos comenta el protagonismo de la mujer celtibérica, fuerte e independiente.

Además de colaborar en un programa de radio, Un Paseo por Numancia, participa, desde la Asociación Marlene Dietrich, de Cuenca, en proyectos relacionados con la reconstrucción histórica de la segunda guerra mundial. Ecologista y machadiano, se siente atraído por la naturaleza y la cultura popular. Incansable, acaricia ahora mismo un proyecto, titulado Orígenes, que trata de profundizar, a través de una nueva técnica de investigación (LIDAR), en una mejor aproximación a la realidad celtibérica.

Siempre le ha gustado leer. Antes, a Víctor Hugo, por ejemplo, pero ahora sobre todo cosas que le abstraigan: Sapiens, de Yuval N. Harari o Sidi, de Pérez Reverte. Sus aficiones musicales suenan a Rollings Stones, Metálica, AC/DC. Numancia, el Cañón del Río Lobo, España, Lugo, Ferreiros, son algunas de sus preferencias geográficas. Como personajes: Retógenes, Ricardo Corazón de León, el Cid, por su espíritu libre, Kennedy, por sus luces y sus sombras, Alfredo Jimeno, maestro y amigo, y su abuelo Rafa, ejemplos de vida. Numancia, concluye, es un yacimiento por descubrir. Una joya. Gracias al esfuerzo y rigor con el que gente como Antonio Chain la tratan.  

 

Antonio Ruiz López

Profesor

El pasado 4 de noviembre, Antonio Ruiz López (Monteagudo de las Vicarías, 1957), impartía en el salón Rojo del Instituto Antonio Machado la lección inaugural del curso 2019-2020. Sus “reflexiones en presente”, como él las califica, cautivaron a las personas asistentes. Su intervención final, emocionó. 

Su madre, Remedios, natural de Monteagudo,  que apenas salió del pueblo, tenía entre sus muchas virtudes, nos dice orgulloso su hijo, la de ser una mujer muy luchadora. Su padre, Jesús, de Pozuel de Ariza (Zaragoza), era un hombre infatigable en el trabajo y comprensivo en lo personal, habiendo dedicado su vida a las tareas del campo. Antonio heredó todo de los dos.

Su primera escuela fue la del pueblo, cuando todavía tenía cuatro unidades. Luego, hasta COU,  estuvo interno en los padres Escolapios de Soria, cursando, a continuación, una diplomatura de Humanidades en la Escuela Normal de Magisterio de la capital y una licenciatura de Filosofía y Letras por la UNED. Tras aprobar las dos oposiciones, impartió la docencia en varias escuelas unitarias y en diferentes Institutos de la provincia.

De espíritu inquieto, nos asegura que en la docencia fue “tan exigente como generoso y tan disciplinado como tolerante”. Precisa además que su última etapa en el IES “Antonio Machado”, con alumnos de nocturno y distancia, se reveló para él como una experiencia altamente enriquecedora, tanto en el plano didáctico como, sobre todo, humano.

Miembro del Centro de Estudios Sorianos (CES), ha publicado en su revista Celtiberia algunos artículos de contenido histórico y variada temática, preferentemente relacionados con su localidad natal, a la que está tan vinculado. Así, periódicamente, en el mes de agosto, es invitado a conferenciar sobre una parcela de su rica historia, colaborando, igualmente, en otras actividades relacionadas con la villa. Entre sus aportaciones, el descubrimiento documentado del nacimiento y defunción, en su pueblo, de Eugenio Gregorio Izquierdo Cuevas (1901-1903), hermano de Leonor. Con similar planteamiento, ha participado en diferentes eventos culturales en varios pueblos de la provincia, reseñando la última intervención (7 de agosto) en el octavo ciclo de conferencias “Francisco López de Gómara”, dando a conocer, junto a su compañero y amigo, José María Incausa, la personalidad del político soriano, natural de Gómara, Basilio de la Orden Oñate (1884-1904).     

Su discurso, siempre cercano y sincero, transmite excepcional serenidad. De expresión pausada, habla con enorme cariño de su esposa, Julia, docente como él, y de su hija, Miriam, hoy en Madrid, otrora en Toulouse. Prudente y discreto, es amante de la lectura. Dos temas le apasionan sobremanera: la Guerra Civil y la mortalidad catastrófica en la historia, especialmente del siglo XIX. Su último libro leído: “El tatuador de Auschwitz”. Sus paseos diarios por las márgenes del Duero son para él un reencuentro con la naturaleza y la vida que, a pesar de algunas contrariedades, significa, a su juicio, lo más hermoso que poseemos. Buen conocedor de la geografía provincial, tiene especial fijación, además de por su pueblo, por Tiermes, un espacio que él considera críptico. No duda en reconocerse taurófilo, afición que probablemente esté enraizada con su pueblo natal, de antigua tradición taurina. Antonio Ruiz López, un corazón inteligente. 


Antonio Soria Gómez

Maestro

Antonio Soria nació en 1947 en la casa de sus abuelos, Rufina (La Mayona), y Sabino (La Cuenca), de la calle “Camino de los Toros”. Mercedes, su madre, era madrileña. Había vivido en el Palacio Real con sus padres, Esteban y Aurora, que trabajaban en él. Todavía conserva el libro blanco de nácar y el rosario que le regaló la Reina Victoria Eugenia cuando hizo la Primera Comunión. Con la llegada de la República, su abuelo fue trasladado al Instituto como bedel. Su padre, Antonio como él, activo sindicalista, quiso ser fotógrafo, trabajó de impresor y acabó siendo un buen panadero. Él vivió con sus padres y sus dos hermanas, Aurora y Dolores, en la calle La Doctrina y en “las Casas de Sindicatos”. Fue alumno de las Escuelas Públicas de la plaza Bernardo Robles. Allí conoció, nos dice, a su mejor maestro: Salvador López, aragonés, tan bella persona como buen maestro y dibujante. Tenía una Lambretta, recuerda, y les llevaba al Castillo a catar las colmenas del Coto Escolar. Cuando fui maestro, comenta, “copié muchos de sus métodos y maneras para hacer de la escuela un lugar inolvidablemente agradable”. Ya en el Instituto, sus asignaturas favoritas eran las ciencias y la geografía. Tras su paso por la antigua Escuela de Magisterio de El Espolón, ejerció en Garray, Matamala de Almazán, la Escuela Hogar de Almazán y Gallinero. Hizo la mili en el cuartel Miguel Servet de Zaragoza como cabo furriel y maestro. Al terminar, enseñó en Covaleda durante veinte años, con su mujer, Mª José Fernández, también maestra. Sus últimos años de profesión los cumplió en Utebo, al frente, entre otras actividades, de un Aula-Taller de Educación Compensatoria, donde aprendió a trabajar con el barro. “Me gusta jugar con las manos”, confiesa. Y lo hace con absoluta maestría, delicadeza y arte. Nos enseña muestras bien hechas. Feliz, extrovertido y puntual, de memoria impecable y siempre disponible, Antonio tiene dos hijos: Inés, profesora, y Antonio. En 1986 fue cuatro de la cuadrilla de El Salvador. La caldera representaba el árbol de la música, que él mismo diseñó con sus cortezas. Jurados de La Mayor en 1989, raro es el año que no han estado metidos en cuadrilla, presidiendo la Asociación de Jurados, diseñando su monumento, ayudando, decorando locales, decorando botas y alguna caldera. Las Fiestas, añade, “las vamos cambiando las personas.” Siempre le ha divertido pintar, asegura. Autodidacta, nos enseña sus cuadros, variados en motivos y técnicas. La del pastel la aceptó visitando la casa de Maximino Peña en Salduero y nunca más la ha abandonado. Sus colores son los del otoño soriano. Una obra, la suya, abundante y bien distribuida. A Antonio le gusta el teatro, el cine, la música, la zarzuela, e “Imagine”, la canción de John Lennon. Oslo, por la naturaleza, por la limpieza de sus calles. De Toledo destaca su encanto, que asocia a “El Huésped del Sevillano.” Ha visitado Londres, Austria, Suiza,… Su personaje masculino: Antonio Machado. El femenino: “cualquier mujer que haya luchado por los derechos de los trabajadores.” Su plato: la caldereta, “ajo carretero”, de Pinares, acompañada de unos buenos dulces y un buen vino. De Soria destaca la Calle Real, El Duero, Covaleda, el Urbión, del que guarda muchos recuerdos y todos sus colores. El Día del Libro de cada año, víspera de su cumpleaños, su padre le regalaba uno. Casi siempre de Julio Verne o Emilio Salgari. Un gran regalo para un gran maestro.


Arantxa Aldea Romera

Milena Cruz Salinas

Capitanas CD San José


Aunque se llevan unos años de diferencia, Milena (Almería, 1996) y Arantxa (Soria, 1985) comparten no solo equipo de fútbol, el CD San José de la Liga Gonalpi, sino el pundonor, la personalidad y el deseo de alcanzar todos sus objetivos, tanto deportivos como personales. Cualidades heredadas seguramente de sus padres: Antonio Cruz y Graciela, de Milena, panadero en San Leonardo y peluquera; y Delfi y Jesús, de Arantxa, empleados de Monreal Multiópticas y Ayuntamiento.

Técnico en Farmacia, Arantxa ha sido alumna del CP Numancia y de los IES Castilla y Politécnico. Milena es graduada en Relaciones Laborales y Recursos Humanos por la UVA, y fue alumna del CEIP “María Eugenia Martínez del Campo” e IES San Leonardo. Ahora trabaja en una oficina bancaria y su compañera en la farmacia de María de Gracia Antón. Las dos aseguran haber sido siempre buenas estudiantes.

Casada con el ex futbolista del C. D. Numancia, César Huete, Arantxa tiene dos hijos: Leire de 9 años y Lucas de 5. Las dos han estudiado idiomas y han sido siempre muy deportistas. El fútbol, aseguran, lo vivieron en sus casas y lo practican desde muy pequeñas, aunque han competido en otros deportes: Milena es cinturón negro de taekwondo y Arantxa fue jugadora de Voleibol del Club Santo Domingo.

Su objetivo, y así nos lo manifiestan directamente, es el ascenso a categoría nacional. Arantxa se queda con Salma Paralluelo y Aitana Bonmati, y Milena con Irene Paredes y Mapi León. El fútbol no les quita nada. Al contrario, insisten: “Tenemos cada vez más visibilidad, más oportunidades, hay cada vez más equipos y el público acude a nuestros partidos”. Como capitanas, lideran con responsabilidad un magnífico grupo de 22 jugadoras, cuya edad ronda los veinte años. Todas se sienten satisfechas con el Club, el equipo técnico (Hugo Palomar, entrenador; Javier García Gallardo, entrenador de porteras y Diego Benedit), la atención sanitaria que les dispensan, jugar en Los Pajaritos, el apoyo de los medios y patrocinadores. Sí, afirman, “nos gustaría ser profesionales del fútbol y nos sentimos preparadas para ello.” Cuando eran pequeñas, recuerdan, iban “enseñadas” y tuvieron que apañarse como pudieron. A Milena sí le gustaría ser entrenadora.

Para Arantxa, Soria es la ciudad de volver; para Milena, su hogar. Las dos creen en Soria. Las dos han viajado mucho y las dos destacan Roma, por su cultura, por su monumentalidad, como la ciudad a la que les gustaría viajar. El Cañón del Río Lobos y la Cascada de Fuentetoba, San Sebastián y la Concha serían otros lugares destacados para Arantxa. También las natillas y los canelones de su madre, y la película “El sexto sentido”. Su lema: “Si quieres, puedes”. A Milena le gustan las vistas desde el Parador, Sevilla por su belleza, la tapa “Tabernero” y los “Papos de Vieja” de su abuela Gracia como postre. “Todo esfuerzo tiene su recompensa”, asegura. Le encanta además la canción “Time of my Life”, de “Dirty dancing” y el libro de Carmen Mola, “La novia gitana”. Entre sus personajes destacados, Arantxa cita a Cristiano Ronaldo, como jugador, y a Estela Navascués; Milena a Carles Puyol y a Marta Pérez. Coinciden en el sábado como día de la semana. Pero no en el color: amarillo el de Arantxa, azul el de Milena. Se van al entrenamiento. Les quedan muchas cosas que hacer, muchos partidos que jugar, mucha cultura que cambiar. Pero están seguras de conseguirlo.


Jagoba Arrasate Elustondo

Entrenador 

Jagoba Arrasate Elustondo es un vasco serio, tranquilo, risueño. Afable, cordial, respetuoso, con cara de bueno, y, seguramente, bueno de verdad. Observador, metódico, seguro de sí mismo, siempre interesado en aprender. En conocer mejor al otro, a los otros, a sus jugadores, técnicos, para entablar con ellos ese diálogo socrático con el que compartir, decidir, para ganar. Así es este joven entrenador del C. D. Numancia, nacido en 1978 en el Gaspar Enea (Casa Gaspar) del pueblo vizcáino de Berriatua (Berritxu). De unos mil habitantes, nos dice, tranquilo, de hermoso paisaje, con una empresa, Cikautxo, que ocupa a 700 personas. De su entorno destaca el alto de Milloi, desde donde se avista su pueblo, Ondárroa y casi el mar.

Su primer colegio fue “La Merced”, de monjas Mercenarias Misioneras, en Markina. Allí iban todos los días, él y sus primos, en la furgoneta de su tía Pilar, maestra de ese Centro. Las clases eran en euskera, pero también aprendía castellano, que dominaba a los 15/16 años. Aplicado, movido, siempre le gustó el fútbol, y la pala, pero no le importaba ir en bici o jugar al escondite con sus amigos. Terminado el bachillerato, estudió magisterio en Bilbao, y ejerció de maestro, durante 10 años, en distintas poblaciones de la Rioja alavesa (Oion, Labastida) y País Vasco (Zumárraga, Elgóibar). Lo que no le impidió seguir jugando al fútbol en equipos de segunda y tercera división. Competitivo siempre, fue máximo goleador en el Elgóibar de tercera.

Su padre, Emilio, hombre de mar, lo llevaba desde niño a Anoeta y le ha acompañado en toda su carrera deportiva. Su madre, Conchi, peluquera, es, nos comenta, una mujer reflexiva, analítica. Como él. Tiene una hermana, Maitane, y dos hijos, Xuhare, de seis años, y Luka, soriano, de año y medio. Su mujer se llama Hiart, pieza básica en su familia.

Siendo entrenador del Elgóibar, en Tercera, Bittor Alkiza, director del fútbol base de la Real, lo fichó para entrenar a los juveniles. Tres años después, cogería las riendas del primer equipo. “Un privilegio”, asegura. Su mejor recuerdo, el partido contra el Lyon, que le permitió jugar la Champions. Una victoria: el 3-1 contra el Barça en febrero de 2014.

Los jugadores de primera, nos comenta, no son distintos de los de segunda. Los conoce bien a todos. Los respeta y les ayuda. Y decide. “El fútbol es grande y yo quisiera seguir por ese camino”, dijo. Y lo repite. Crecer como entrenador, moderno y exigente. Sufriendo en las derrotas y disfrutando discretamente en las victorias.

    Le preguntamos si lee la prensa deportiva. Antes, toda. Y, por las noches, escuchaba a José María García. Lee libros relacionados con el liderazgo y la gestión de recursos humanos. Le pedimos un título y señala el que acabamos de regalarle: “Machado en el corazón de Soria”, editado por la Escuela Oficial de Idiomas. “Me lo llevaré a los viajes para leerlo”, añade agradecido.

    Está encantado en el Numancia. Y en la ciudad, magnífica para vivir, con muchos espacios, cercana, agradable, amable. ¿Y el público?  “Somos nosotros quienes tenemos que dar más al público”, subraya con contundencia. Le encantan, asegura, los sanjuanes, que vive todos los años. El último, ayudando en la Cuadrilla de San Miguel. No suele cocinar mucho, pero solo “por lo bien que cocina mi mujer”, sentencia. Un Marmitako, por ejemplo.

Valonsadero, Vinuesa, a donde le gusta ir a coger setas, el Soto Playa, San Saturio, son lugares que disfruta habitualmente. Destaca la figura de Abel Antón y las hazañas del Numancia. Le gusta la música vasca para niños. Y Fito & Fitipaldis. Y Gari, hoy, solista, cantante ayer del grupo de rock Hertzainak. “Eperrak” (Perdiz) es el título de una canción que nos recomienda. Preciosa, por  la música y por la letra. Para escuchar.

    Así de sencillo y de importante es Jagoba Arrasate Elustondo. Un hombre ilusionado, que se siente orgulloso y responsable con lo que hace. Que enseña, aprende y compite para ganar deportivamente. La verdad, un privilegio. Eskerrik asco.

 

María Madurga Herrero

Noelia Galán Iguacel

Asociación de Vecinos de “Los Royales”


María Madurga (Soria, 1983) y Noelia Galán (Zaragoza, 1978) son la Presidenta y Vicepresidenta de la A. de V. de “Los Royales”, que cuenta actualmente con 155 familias asociadas. María es Ingeniero Técnico de Telecomunicaciones por la Universidad Politécnica de Madrid y Noelia, licenciada en Medicina y Cirugía General por la de Zaragoza. Fueron alumnas, respectivamente, de las Escolapias de Soria y del Colegio de Fomento Sansueña de Zaragoza. Noelia tiene una hija, Ángela, de 6 años, y María, dos: Marta, de 8 y Silvia, de 6. Su padre, Juan Antonio, soriano, orgulloso de serlo, y su madre, Mª Eugenia, breta, de Covaleda, fortaleza y disciplina, son los “culpables”, nos dice, de su arraigo soriano y de sus ganas de “hacer y creer” en Soria. Daniel, el padre de Noelia, fue siempre, recuerda emocionada su hija, “el hombre de la sonrisa eterna. Luchador y emprendedor como pocos, amaba, junto a su compañera Mª Carmen, todo aquello que la vida pudiera ofrecerle”.

Noelia inició su carrera profesional en el Hospital San Jorge de Huesca. Desde 2009, ejerce como médico de URGENCIAS en el Hospital de Santa Bárbara. Especialidad reconocida como tal en la Comunidad Europea. María es la Directora de Mejora Continua de FICOSA. Segura de sí misma, disfruta de su trabajo, dispuesta siempre a aportar, crecer y adaptarse a los cambios.

La Asociación, nos aseguran, responde a “la necesidad de dar voz a los vecinos, realizar actividades conjuntas y reclamar mejoras en un barrio inacabado, con proyectos, calles y servicios ejecutados a medias”. El informe que presentaron en el Ayuntamiento sigue pendiente de respuesta, nos comentan.

El hobbie principal de María son las carreras de montaña. Su mayor logro, haber finalizado el Desafío Urbión 2019. Apasionada de los viajes de familia, Portugal es un país que la fascina, por su cercanía, por su gastronomía, por sus paisajes, por su gente, por la inmensidad del Duero en Oporto…” A Noelia le encanta Italia por su arte escultórico. “La piedad” y “El Moises” de Miguel Ángel, por ejemplo. María lee todo lo que cae en sus manos, pero su libro, “por la excepcionalidad de lo sencillo”, es “Seda”, de Alessandro Baricco. Noelia tiene también el suyo: “El tiempo entre costuras” de María Dueñas. A María le emociona la Sierra Santa Ana, “con San Saturio labrado en su falda”, el Pico de Urbión, el nacimiento del Duero,... Noelia admira La Dehesa, Catalañazor y el Castillo de Gormaz. Su canción: “Pero a tu lado”, de Los Secretos; su película: “El Golpe”; sus actores: Paul Newman y Glenn Close.

Hablamos de Soria en la misma mesa del restaurante Urban Enjoy, calle Fraga Iribarne, en la que ellas dos, Asunción Isla, María Mata y Sonia Lorenzo decidieron crear la Asociación. María defiende la apuesta personal, el apoyo a las buenas iniciativas, “la importancia de transmitir a nuestros hijos y a nuestro entorno el amor por nuestra tierra”. Noelia reivindica las mismas infraestructuras y servicios de las zonas más pobladas. María no es supersticiosa. Cree en la causalidad y no en la casualidad. Noelia, sí. Su color es el rojo, su número, el dos, su día, el viernes. Dos de sus pasiones: las manualidades y jugar con su hija.

“Los Royales”, un barrio enorme, luminoso, que mira de frente al Pico Frentes, a la loma de Santa Ana. Barrio nuevo, gente joven, como María y Noelia, preparadas, dispuestas, responsables y exigentes.

 

Asunción Alcoceba Aparicio

Auxiliar de enfermería y poeta

Asunción Alcoceba nació en El Burgo de Osma, calle Palafox, en 1968. Su padre, Donato, era caminero, y su madre, María, ama de casa y limpiadora. Ella fue alumna del Colegio de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul y del IES Santa Catalina (F.P., rama administrativa, y COU). Después estudió Auxiliar de Enfermería y Laboratorio en el Politécnico de Soria y ahora ejerce de Auxiliar de Enfermería en el Hospital Virgen del Mirón.

Un día, nos cuenta, “fui a trabajar y vi que todo estaba cambiado. El virus se había instalado dentro de mi planta, así que hubo que aprender a sortearlo”. La palabra es miedo. Poco a poco, nos confiesa, “te acostumbras, ves cómo la gente aplaude, aunque consideres que ese gesto no va dirigido a ti; no somos valientes, es nuestro trabajo”. Dentro, los abuelos y las abuelas, sin sus familias, expresaban una gran tristeza. La escritura me ha salvado, afirma. Escribía cuando podía, como escape. Al volver a casa, su marido Félix y sus dos hijas, María y Sara, le preguntaban: “¿Te podemos besar?”. Todos los días le repetían: “Ten cuidado, mamá”. Realista y decidida, un día les explicó lo que estaba pasando. De la pandemia ha aprendido que todo puede irse al traste en un momento. Reconoce también que le ha sorprendido. No quiere hablar de la muerte, pero, durante el periodo más duro, escribió el poema Réquiem en clave de luna, que nos entrega y leemos su primera estrofa, sentados en el Alto de la Dehesa: “Quedaos la mañana / y su bruma intensa, / quedaos con el llanto del rocío / porque hasta donde yo me dirijo / no alcanza la aurora / ni sus pétalos encarnados…”

Escribe poesía desde niña. Le gusta la rima, la melodía, la musicalidad. Discreta, tímida, ordenada, directa, le gusta estar informada, pero necesita la comunicación inmediata. Encontró twitter y, desde entonces, no para de compartir sus poemas. El año pasado, la editorial A. C. La Pluma de El Burgo le publicó su poemario: “Un yo de agua”. Mi ópera prima, escribe en el prólogo, “retazos de vivencias, quimeras y sentimientos contados desde mi yo más profundo”. Le repito algunas reflexiones de Simone de Beauvoir sobre la literatura. Lo agradece.  Hace unos años encontró en internet una escuela de poesía japonesa y aprendió a escribir poemas cortos y largos: Haiku, Hokku, Sedoka, Mondö,... Guía/Senpai en esa disciplina, ahora es ella la que enseña a alumnos de Cuba, Colombia, Ecuador, España,... Trabaja mucho cada poema, nos dice, sea cual sea el tema, el momento o el lugar: un banco, su casa, su rincón del Duero,...

Durante los meses del invierno pasado, el poeta Esteban Pérez Sánchez leyó sus poemas y los de otros poetas en los recitales de #poesianomada. No hace mucho, la Editorial Alma le seleccionó dos micro-relatos para el libro "Abril de 2020". Ha leído mucho, recuerda, pero no tiene un autor favorito. Pronuncia, sin embargo, el nombre de Lope de Vega. Y el título del libro que está leyendo: Las hijas del capitán, de María Dueñas.

Le gusta vencer su miedo, asegura. El azar es su guía. Soy, afirma, una casualidad. El silencio, pasear sola, recorrer parajes como "Los pinos" y “La hoz”, en El Burgo, o El Castillo, bajar al río, en Soria, le llena. De la pintura se queda con la abstracta. No es supersticiosa. Su color es el rojo; su país, todos; su lengua, la universal; un número, que sea siempre impar. Su proyecto: seguir escribiendo poesía desde el alma. ¡Ánimo!

 

Belén Izquierdo Hernández

Auditora de Cuentas, Gestor Administrativo y Economista

 

Es muy fácil conversar con Belén Izquierdo (Madrid, Soria, 1976), reelegida recientemente como Presidenta de la Asociación de Autónomos de Soria (FOES). Su visión es amplia, aporta conocimiento y seguridad en el compromiso. Nos habla de sus inquietudes y proyectos, de sus diálogos permanentes y abiertos con todas las administraciones. Tiene, pensamos, mucho que aportar. “Soria tendría que duplicar su población”, apostilla convencida.

Su padre, Rafael, nació en Villabuena y regentó una conocida carnicería en la calle Cortes. Ahora ejerce de abuelo y cuida de su huerto con ilusión y empeño, nos dice su hija. Su hermana Miriam es maestra en Segovia. Su madre, Sagrario, nació en Fuentelsaz, tiene el título de maestra y ejerció de carnicera. Alumna del Sagrado Corazón hasta COU, Belén fue una muy buena estudiante.  Le encantan los números, que ha heredado de su padre, los balances y la economía en general. Lo aprendió casi todo, y a gusto, recalca, durante sus cinco años de carrera de “Administración y Dirección de Empresas” en la Universidad Deusto.

Hablamos de Soria, su lugar de familia y trabajo, sentados en una sala de su Gestoría de la calle Mariano Vicén. Comenzó a trabajar, nos dice, en una empresa auditora de cuentas en Madrid, gran ciudad, pero demasiado impersonal para ella. Su tarea consistía en revisar, comprobar, porque, al final, “tiene que estar todo”. En 2004 volvió a Soria como asalariada y más tarde, ya autonóma, abrió una delegación de su antiguo despacho, antes de fundar con Jorge, su marido, la Gestoría Carretero Izquierdo, en la que trabajan diez personas.

Se aficionó al fútbol viendo partidos con su padre y, durante diez años, fue árbitra de competición provincial, juvenil y cadete. “Cuando estás dentro del campo, no escuchas nada”, comenta. Lo más divertido eran para ella los postpartidos. En ese ambiente conoció a su marido, compartiendo amistad y consejos con Ángel Calvo Córdova. Su hija pequeña ya juega en el equipo prebenjamín del Calasanz. Y su hijo quiere seguir el camino del arbitraje.

Optimista siempre, le gusta escuchar, opinar y proponer. No hay educación fiscal, afirma, pero sí presión recaudatoria, y está sin resolver, recuerda, el tema de la conciliación. A su juicio “el coste salarial en España es superior al europeo.” Pero está de acuerdo con el SoriaBonos, un éxito a su juicio.

De sus viajes, destaca la ciudad de Nueva York y la Inglaterra rural. Para vivir bien, se queda con Cádiz y la Costa de Levante; Madrid para trabajar y Soria para disfrutar de la familia. Sin olvidar Bilbao, sobre todo, ni Vitoria ni Pamplona. Aunque no es de referentes, considera a Inmaculada Hernández Delso, farmacéutica e investigadora soriana, como su personaje femenino. También Isabel la Católica, Marie Curie y Adolfo Suarez.

“Todo se consigue con esfuerzo”, repite una y otra vez. Su lema: “trabajar a gusto”. Lee libros de género negro con final feliz y nos da dos títulos: “Perseguida por toda la ciudad”, de M. H. Clark, y “Sé que estás viva”, de N. Abad. Le gustan las verbenas, bailar, la música clásica, el realismo en pintura, pintar, La Dehesa y Vinuesa, el color azul, los números 3 y 13, el chocolate y los dulces. En cine: Sean Connery y Harry Potter (La niña “empollona” también es protagonista). El fin de semana son sus días para estar con sus hijos y su familia. Una mujer rigurosa, autónoma y soriana. Muchas gracias.

 

Belén Martínez Romero

Estudiante


“Tiene un gran mérito”, nos dice un conserje de la Escuela de Arte y Superior de Diseño. Se refiere a la alumna de ese Centro, Belén Martínez Romero, 1º Premio “Antonio Machado” (FAM) de Arte Visual, que le entregó personalmente el Ministro D. Íñigo Méndez de Vigo en el Congreso de los Diputados. Belén nació en San Esteban de Gormaz en 1997, y allí vive con sus padres, Isidoro, agricultor, Marina, trabajadora de HUF España, y su hermana, María. Durante el curso se queda en Soria, trasladándose los fines de semana a su pueblo. Y allí, animada por su profesora, Piedad del Pozo, pintó el dibujo ganador, “Campo de tormenta”, inspirado en el poema “A orillas del Duero”. Colores grises, azules, negros y amarillentos, para recrear unos escenarios tan temidos. Rubens, Rembrandt, Dali, son sus pintores favoritos. Y Degas, por los colores cálidos, llamativos, y el movimiento, “La clase de ballet”, su modelo a seguir. Nos recomienda además: “Impresión sol naciente” (Monet), “El jardín de las delicias” (El Bosco). “El hijo del hombre” (Magritte),… De museos, se queda con el del Prado, que le gusta visitar sin prisa. Y con Bilbao y su Guggenheim.

Hizo hasta cuarto de la ESO en el IES “La Rambla” de San Esteban. En Soria lleva dos, y, tras terminar este año el bachillerato, continuará sus estudios de Diseño Gráfico. Le hubiera gustado hacer “Dibujo Animado”- su preferido desde niña-, pero solo hay una escuela en Madrid. Para mí, nos dice, “la animación es el arte de dar vida a seres inertes e inventados.” De su pueblo, en el “Camino del Cid”, destaca sus iglesias románicas: San Miguel (s. XI), y Nuestra Señora del Rivero (s. XII), con cuyo retrato, colorido y figurativo, consiguió -siendo portada del Programa de Fiestas- el Concurso de Carteles de San Esteban 2016. Belén forma parte de una generación que se expresa con desparpajo, escribe con soltura, reivindica con autoridad. Así lo reconoció el Señor Méndez de Vigo en el acto de entrega de premios: “He tenido la ocasión de comprobar en persona  la calidad de los intervinientes. La verdad es que los políticos deberíamos de aprender de estas intervenciones: escuetas, cortas y a punto. Y con mensaje.”

Cuando le preguntamos, nos asegura que no tiene una técnica definida; que plasma en el papel lo que quiere expresar en cada momento. Belén Martínez estudia también piano en la “Escuela de Música y Danza”, y el año que viene, nos comenta, quiere pasar el examen de entrada en el Conservatorio “Oreste Camarca”. Porque le gusta la música; la clásica, en especial, y la coral. Nos da un nombre: Yann Tiersen, autor de la banda sonora de  Amélie. Y una pieza clásica: “La suite nº 1 para chelo de Bach”. También la actual, salvo el “reguetón”. Y bailar. Y leer. Harry Potter, de pequeña. Y, ahora, libros de aventuras. Su última lectura: la biografía del patinador Javier Fernández López. A Belén Martínez le gustaría componer bandas sonoras para películas, como Hans Zimmer para “Piratas del Caribe”. Conoce París, Disneyland, y le gustaría conocer Italia, por todo el arte clásico que se encuentra allí. El azul es su color favorito. Y la primavera, su estación del año. No es supersticiosa. Su número: el dos. Hace natación y le gusta el patinaje artístico. Y tiene un sueño profesional, para más adelante: “Tener mi propio estudio de diseño grafico vinculado con la música.

Esta diseñadora de futuro está preocupada así mismo por el medio ambiente, tema principal del I Premio Antonio Machado: “La naturaleza es de todos y todos tenemos que poner de nuestra parte para luchar contra el cambio climático.” En eso mismo insistió el Ministro: “profundizar en las aulas en Campos de Castilla es una manera extraordinaria de afinar la sensibilidad de los alumnos hacia la poesía, pero también hacia lo humano y hacia la naturaleza.” Así que, cuando le entregó el diploma, el Ministro de Educación atinó al resumir en una única palabra el valor real de aquel bonito Acto y del trabajo premiado de Belén Martínez: “¡Enhorabuena!”.


Borja Quintas Melero

Director de Orquesta


Director de la Joven Orquesta Sinfónica de Soria (JOSS) desde hace once años, Borja Quintas nació en Madrid en los años ochenta, nos dice. De niño vivió en Londres y Sao Paulo (Brasil) con sus padres, sus personajes históricos, Carlos, empresario orensano, y Mª Mercedes, de San Fernando (Cádiz). De regreso a Madrid, terminó con buenas notas el bachillerato en el Colegio Británico, los estudios de piano con el Maestro Joaquín Soriano en el Real Conservatorio Superior de Música de Madrid, y, después de seis años en Rusia, el título Superior de Director de Orquesta con honores del Conservatorio Estatal Tchaikovsky de Moscú, su capital ideal. Madrid, lo es en España, aunque “todas las que he visitado tienen su encanto.”  Magnífico conversador, abierto y sincero, aprendió la lengua rusa a base de tejer amistades y conversaciones amables y permanentes con todo el mundo. “Mi vocación desde niño era la de ser director de orquesta”, nos confiesa.

Profesor del Conservatorio Superior de Música de Aragón, dirige un Máster para directores de orquesta en el Centro Superior de Música Katarina Gurska de Madrid, además de encabezar proyectos de jóvenes orquestas en Soria, Navarra, Aragón, Madrid y Rusia. Durante todos estos años, ha compartido escenarios con cantantes de primer nivel mundial como María Bayo, “soprano legendaria, grandísima profesional”, Plácido Domingo o Ara Malikian, recorriendo, siempre con buenos proyectos, España, Rusia, y otros países europeos.  La música es su vida, reitera una y otra vez, de manera que, cuando le preguntan los más jóvenes sobre su futuro, la respuesta siempre es la misma: “Si puedes vivir sin ella, dedícate a otra cosa.” En Soria hay mucho talento y buenos músicos, comenta, pero el talento, subraya, hay que potenciarlo y ayudarlo a crecer. Intérprete más que creador, estudioso, abierto y tenaz, su profesión requiere, a su juicio, experiencia, gestión e intuición. El reciente estreno mundial en Soria de la Cantata Sinfónica “Antonio Machado y Leonor”, de Jaume Aguilar i Matas, en cuya realización él apostó con firmeza, lo considera como un acontecimiento histórico tanto para sus intérpretes, dirigidos por él mismo, como para la ciudad, por su impacto social y su aportación cultural.

La música le ha llevado a muchas partes, comparte con nosotros. Al Vaticano, por ejemplo, en un concierto ante el Papa Benedicto XVI.  Disfruta por supuesto de todas las expresiones artísticas, en especial de la danza, y de las propuestas gastronómicas de todos los lugares del mundo. En Soria: la caldereta, el foie y la costrada. El norte de Navarra, Borobia, por el cariño con el que le recibieron, Tierras Altas, tan verdes y tan ricas, y los recorridos por las calles céntricas de Soria son otros de sus lugares memorables.

Le gusta la gran literatura de ficción y le fascina todo lo de Vargas Llosa. Destaca, como músicos, a Sofía Gubaidulina, Tchaikovsky, Rachmaninov,... Alguna vez acude a Brel o Aznavour, en el campo de la canción popular. Con “El Amor Brujo” de Manuel de Falla mantiene una relación casi pasional. Del arte cinematográfico singulariza “Lo que queda del día”, de James Ivory, todo Almodóvar, Anthony Hopkins y Marisa Paredes.

Antes del comienzo de cada concierto, nos confiesa, se encomienda a sus seis o siete “protectores”, digamos, sagrados. El público de Soria es siempre muy agradecido y él un Director de Orquesta de categoría nacional e internacional. Muchas gracias.


Cándido las Heras Martínez

Funcionario

 

Cándido las Heras nació en San Andrés de San Pedro, Tierras Altas, en 1960. En el mismo pueblo que sus padres, Teódulo, agricultor-ganadero, y Adoración, una luchadora, nos dice su hijo. Leemos en su blog: “Voy agarrado de la mano de la despoblación, cuando hago camino por la provincia de Soria, y con la otra, abrazo la soledad del envejecimiento que me encuentro”. “Las palabras también viajan”, comenta. Y lo hace con sencillez inteligente, términos justos y mucho corazón. Es la Otra Soria, la no oficial.

Cuando tenía 12 años, su madre se quedó viuda y, junto a sus hermanos, Jaime, José Abel y Raquel, se vinieron a vivir a la capital. Estudiar en el Colegio San Saturio e Instituto Antonio Machado y trabajar desde los 14 años construyeron su futuro. Profesor de EGB, opositó al INEM (SEPE) y ejerció en Barcelona, Pamplona y Soria. Mª Ángeles, su mujer, nació en Señuela y trabaja como técnico. Un pueblo éste que apuesta por la conservación y rehabilitación de su patrimonio. Tienen dos hijos: Diego, casado con Natalia, ingeniero informático, y Laura, funcionaria.

Nos habla con detalle de esos pueblos que atesoran tanta historia, tantas costumbres y gentes tan enormes: Vea (Bea) y su nueva oportunidad; el románico abandonado de San Bartolomé de La Borbolla, Lomeda, Villarijo, cuna de don Ezequiel Solana, que cuenta con el único trujal de la provincia; Sarnago, Valdelavilla,… La señora Romana, que, con más de noventa años, vive sola y feliz en Valdenegrillos. Y los hermanos Pérez, de Navabellida, que poseen uno de los dos últimos rebaños trashumantes. Una tradición milenaria que llega a su fin, nos comenta, y cuyos caminos han recorrido tantas generaciones, andando, en tren y ahora en camiones, hasta Trujillo (Cáceres), en donde se encuentra la otra Navabellida, la Soria del Sur.

Sensato, discreto, austero, pragmático y optimista, Cándido insiste convencido que Soria tiene futuro. Su apuesta es el turismo, “un complemento para dar vida a la Soria rural”, en la que cohabiten la grandeza del entorno, su patrimonio, y quien elija desarrollar allí, aquí, como ya ocurre, su proyecto de vida. 

Paisaje más personas, repite. El mismo discurso que Proce Lasanta, Blas Gonzalo, y otros sorianos, que reivindican el patrimonio de su tierra.  La gente joven está interesada. Fue un honor para él hablar de La Borbolla en el Circulo Amistad Numancia, colaborar en las revistas de Sarnago y Matasejún y ser propuesto por la “Asociación de Amigos del Museo Numantino” en 2020 para el premio Colodra de la Diputación. No se olvida de Antonio Zozaya You, periodista, jurista y escritor, Hijo Adoptivo de Soria en 1922, privado en 1937 y rehabilitado con su colaboración en 2015. Sus descendientes, asegura, se sienten agradecidos. Una deuda pendiente quizás: una calle con su nombre.

Su pueblo, Señuela, Castillejo, Valdelavilla, el Monasterio de San Blas en la ladera del Moncayo son lugares de preferencia. También la lectura de temas locales, libros como “Había una vez un pueblo” de Avelino Hernández o “La lluvia amarilla”, de Julio Llamazares, la caldereta merinera, la cuajada, el siete, el martes y el fin de semana. Nos muestra, para terminar, una pila bautismal románica abandonada en una iglesia derruida de un municipio soriano. Y quiere añadir unos versos de don Antonio Machado: “Cuando recordar no pueda / ¿Dónde mi recuerdo irá? / Una cosa es el recuerdo / y otra cosa el recordar”. ¡Feliz 2023! y ¡Felices Reyes Magos!


Caren Norby


Carmelo Gómez Sanz

Agricultor

 

Despacho sobrio el de Carmelo Gómez, Presidente de ASAJA-SORIA (socio número 450, año 1986), en el Vivero de Empresas. Señala su mesa y nos invita a sentarnos en otra, ovalada, discreta, mucho más cercana. En la estantería de madera, algunas placas de plata, libros y fotografías con el Rey Juan Carlos, y su amigo Jesús Hernández. Sus colaboradores entran  y salen, como en su casa, para una firma, para una decisión, para facilitarnos datos,… El ambiente es familiar, acogedor, y, por lo que observamos, directo y exigente. Porque Carmelo Gómez quiere las cosas bien hechas. Llama una periodista y le escuchamos mientras contesta con sencillez y amabilidad. Acaban de anunciar los X Premios “Espiga y Tizón”. La Espiga para Caja Rural, por su 50 Aniversario. Durante la crisis, explica, “ha seguido creyendo en los agricultores y ganaderos”. Y éstos son siempre agradecidos. También habrá una placa para “Galletas Tejedor”, por su permanente colaboración. El “Tizón”, para la “Orden de Quemas”. Cuando cuelga el teléfono, retomamos las viejas conversaciones de toda la vida: lluvia, cosecha, precios, abonos, piensos,... Era, y es, el pan de cada día. Y siempre mirando al cielo. A él, nos dice, le gusta dejar las tierras en barbecho. Y expresar sus ideas con libertad. Y que se conozcan. En la carta de felicitación a la nueva consejera le ofrecía colaboración. Y una pequeña espiga, creemos entender, por su apoyo contrastado.

Agricultor a título principal, conversador paciente, su pensamiento está ahora en la siembra. Falta agua. Pero también en su sindicato, que dirige desde 2007, con las mismas ganas que su explotación de Torreandaluz, su pueblo (1962), entidad local dependiente de Valderrodilla, del que es alcalde (PP) desde 2015. Casado, padre de dos hijos, pasó cinco años (desde los 9 a los 15) interno en los Escolapios. Un mundo demasiado cerrado para él, acostumbrado al aire, al sol, a la cercanía. Más tarde, desde los 18, compaginó, durante once años, tareas en la explotación de su padre con el oficio de conductor (Gonzalo Ruiz, Renfe-Iñigo, Car Soria). Ahora está “a gusto”, muy a gusto, en el campo. Presidente de la Cámara Agraria, vocal del Comité Nacional de Asaja, vive todo lo que hace, porque, a una con sus compañeros y compañeras, contribuye con decisión a defender soluciones prudentes y atinadas a los problemas del sector: precios bajos, maquinaria cara, costes altos, abonos, fertilizantes, etc. Problemas viejos, que impiden que más gente pueda vivir del campo y de la ganadería. En Soria son 2.100 las personas que cotizan como agricultores a título principal. Su sindicato, mayoritario, tiene 1.386 afiliados. Que ha protagonizado recientemente una Jornada de Protesta, contra “la ruina de precios”, en la plaza Mariano Granados, repartiendo a quienes se acercaron: 2.000 kilos de harina y arroz, 3,000 de peras de Aldeanueva de Ebro, 2.500 de cebollas, 1.500 litros de leche, además de compartir una caldereta de carne de conejo (2.200 raciones). Todo un éxito. Los agricultores, recalca Carmelo, somos “guerreros”.

El campo, afirma, necesita gente joven, que pueda vivir de él; regadíos económicos, rentables; y menos presión. ¿Más o menos Europa?, le preguntamos. Carmelo cree en Europa, y en todo aquello que sea útil para los ganaderos y los agricultores. Y para sus pueblos. La Diputación, recalca, es muy importante para todos.

A Carmelo le encanta leer. Todo lo que pilla. Nos cita el libro de Juan José Téllez, “Yanitos. Viaje al corazón de Gibraltar (1713-2013)”, que presentó Almudena Grandes en la Residencia de Estudiantes de Madrid. Y Soria, la Dehesa particularmente, y Segovia y Logroño. ¿Una ministra?: Loyola de Palacio. ¿Una consejera? Silvia Clemente, de la que está muy agradecido personalmente. Al despedirse, otro periodista le felicita anticipadamente las Pascuas. Con cordero, creemos entender. “El cordero que sea soriano”, contesta Carmelo Gómez. Un sencillo agricultor, con talante abierto, capaz, responsable y valiente.  


 Carmen Hernández Saldaña

Periodista

  

Riojana de nacimiento (Logroño, 1956), Carmen Hernández Saldaña acaba de publicar “Sorianas en la Historia” (Soria Edita, 2023), un libro en el que recoge la semblanza de treinta y tres mujeres de nuestra provincia. Señoras con mando en plaza, científicas, profesoras, escritoras, musas y artistas, santas y místicas, mujeres en la guerra y un verso suelto. Pero hay muchas más, recuerda en el prólogo. Se lo dedica a sus padres, Luchy y Joaquín, burgalesa y soriano, administrativa, hasta su matrimonio, y empleado de Explotaciones Forestales de RENFE. Tiene dos hermanos, Margarita y Chus, y nietos por parte de su marido, Adolfo Martínez.

Alumna de las Preparatorias de la Plaza Bernardo Robles, recuerda a la profesora Doña Didia. Años más tarde, en ese mismo edificio, estudiaría francés en la EOI. A los 10 años, ya en el Instituto Antonio Machado, “nos trataban de usted y de señorita Hernández.” Aquello le parecía impresionante. Allí empezó a gustarle la química y fue alumna de Amparo Gaya, “mujer imponente y justa”, y de Don Ricardo Apraiz, Director del Museo Numantino, que les leía a Azorín todos los días como modelo de sencillez y claridad para las redacciones. Al terminar el bachillerato, se licenció en Ciencias de la Información en la Universidad de Navarra.

Buena estudiante, comenzó a trabajar en los años 80 en “Soria Semanal”, “Campo Soriano” y “Antena 3”, donde organizó y moderó en 1982, con la ayuda de una campanilla de su tía, el primer debate electoral que se organizaba en la provincia: Gabriel Cisneros, Manuel Núñez Encabo, Fernando Modrego, Abel Hernández y Luis Castro. Ya para entonces tenía bien asentado cómo ejercer su profesión: “Observar sin protagonismo ninguno, contar lo que ves tal y cómo lo ves, claridad en el discurso y defensa de la verdad.” 

En 1984 ingresó en la plantilla de RNE, haciendo principalmente información política y parlamentaria en los hoy Centros Territoriales de Zaragoza, Burgos, Valladolid y Madrid. Le gustaba la radio, nos confiesa, por la inmediatez y la frescura al contar las noticias. A lo largo de su carrera ha vivido, nos cuenta, cambios de sección, disolución de redacciones, relevos, ataques a la independencia profesional,... Durante siete años, ocupó las corresponsalías de Oriente Medio y Moscú, “aún más oriental que occidental y más soviética que democrática. Para bien, porque la calefacción era gratuita; para mal, porque había aún mucho miedo a contradecir a las autoridades.” Durante ese tiempo vivió dos “revoluciones" democráticas:  la de Terciopelo en Georgia y la Naranja en Ucrania. Los años de Palestina fueron, en fin, “movidos y muy intensos”.

A Carmen Hernández Saldaña le encanta viajar. Italia, Sicilia, nos dice, son siempre una maravilla. Entre sus ciudades favoritas: Buenos Aires y Mendoza, en Argentina, Milán y Bolonia en Italia, San Sebastián y Granada en España, “muy agradables para vivir hasta ahora.” Y, por supuesto, Soria, ideal para pasar unos días o un verano completo. La historia y la novela negra son sus lecturas preferidas: Andrea Camilleri, Ángeles de Irisarri, Lytton Strachey, Stephan Zweig,... Y las tres partes de “El Padrino”. Sus gustos musicales se inclinan por la música clásica -el barroco sobre todo-, Haendel y sus oratorios: “Judas Macabeo” o “Julio César en Egipto”. Y como personajes; Barak Obama, Kamala Harris, Nancy Pelosi, Anne Hidalgo, Yolanda Díaz, Nadia Calviño. Sobresalientes todos. Gracias.

 

 

 Mª CARMEN HERNANDO VINUESA

Enfermera

 

Si la felicidad es algo posible y real –lo que a veces pienso- yo la identificaría con los años de mi vida en Soria y con el amor de mi mujer.” Así se expresaba Antonio Machado en una carta a Pedro Chico en 1919. Su mujer se llamaba Leonor Izquierdo Cuevas, prima carnal de Concha Vinuesa Cuevas, madre esta última de Mª Carmen Hernando Vinuesa, nacida en Soria en 1931. Sus estudios primarios los hizo en las “Reverendas Madres Adoratrices” de Zaragoza y su Primera Comunión el 2 de mayo de 1940, festividad de la Ascensión. Una señora que camina todavía con garbo por las calles de su ciudad y se expresa con prudencia y tino. Terminada la guerra, su padre, Antonio Hernando, Capitán de Sanidad Militar, fue destinado al Protectorado de Tetuán. Una ciudad tranquila en el centro de un valle rodeado de montañas, recuerda con nostalgia. Allí viviría hasta 1960, fecha en la que la familia regresó a su Soria natal, en cuya Plaza de Herradores, su abuelo, Mariano Vinuesa, tuvo un puesto de “zapatero remendón”. Carmen Hernando tiene dos hijos, Luis Manuel y David. Extrovertida, pendiente de todo, nos enseña sus fotos y sus recordatorios. El de la tía Concha, su abuela, y también el de su tía Leonor. Y una foto en El Collado, camino de la Mayor, colgada al brazo de su abuelo Mariano, con sombrero y bastón. Nos muestra la foto de la boda de su hermano Antonio, Teniente de Artillería, junto a su madre con la mantilla negra que Leonor llevó en la suya. En nuestras manos la postal escrita desde San Sebastián por Leonor a su abuela. La letra es clara y firme, de rasgos estirados y marcados: “Queridas abuela y tía Concha: reciban mil afectos y den muchos besos a los P. David y Conchita de su nieta y sobrina que no las olvida. Leonor. Muchos afectos y toda suerte de prosperidades. Antonio.

La vida en Tetuán discurrió plácidamente para ella. Finalizados sus estudios de 4º de Bachiller en el colegio “La Milagrosa”, comenzó los de enfermería y, al acabar en 1952, ejerció como enfermera durante ocho años en la Obra Sindical “18 de Julio”. Gente muy amable la de Tetuán, asegura. Nombra a Fátima, una chica que estaba siempre en su casa. Recuerda al General Varela, Alto Comisario, y a Juan José Aracama, Teniente Coronel y director durante varios años del Hospital “Gómez Ulla”, en cuyos pabellones-vivienda residieron Carmen y su familia. Siempre recordará de manera muy especial, nos asegura, aquella larga etapa de su vida.

Ya en Soria, continúa: “trabajé en el hospital, me enamoré de mi marido, Luis Hernández Martínez, y me casé”. En la Mayor precisamente. Cuando pasa por delante de la iglesia mira la estatua de su tía Leonor, obra maestra de Ricardo González. Mi casa, afirma, está llena de libros. Parece una biblioteca. Le gustaba leer de noche, antes de dormirse. También iba mucho al cine, ya que los tenía cerca de casa. Amable como ella sola, nos cuenta que, según le dijo su madre, Leonor fue madrina de bautizo de su primo Víctor Higes Cuevas e iba mucho al taller de costura de su tía Concha, que le hizo su traje de boda. Mª Carmen Hernando tiene una hermana en Burgos, Mª Esther, también enfermera, y dos hermanos ya fallecidos, Antonio y Fernando.

En 2007, Carmen y Leonor Machado, sobrina del poeta, depositaron juntas un ramo de flores ante la tumba de Leonor. En las fotos, las dos parecen señalar a aquella mujer que, como escribió el poeta, “asentó mis pasos en la tierra.” Tres mujeres dignas.


CARMEN JOSÉ RUIZ PAREJA 

Gerente

 

Carmen José Ruiz Pareja es una mujer sobresaliente. Castellana, soriana (1965), es hija de Pedro, nacido en Puebla de Alcocer (Badajoz), funcionario del Hospital Provincial durante cuarenta años, y de Consuelo, de Cañete de las Torres (Córdoba), que regentó una tienda (La Montaña) en el alto de la calle Alberca. Alumna del Colegio Numancia, estuvo interna en las Hermanas Marías Nazarenas de Palencia, pero terminó el bachillerato en el IES Antonio Machado. Le encantaba estudiar y aprobaba, recuerda. A los 19 años, puso rumbo a Londres (Totteridge), en donde pasó año y medio trabajando de au-pair, mientras aprendía inglés y bailaba claqué, que le encanta.

A los dos años de regresar a Soria, se fue a estudiar Trabajo Social y Ciencias Políticas, que no terminó, en la Universidad Pontificia de Comillas en Madrid. Sí, sigo con interés los conflictos internacionales, nos cuenta. El palestino, por ejemplo, del que destaca cuatro cuestiones importantes: Jerusalén, la frontera, los asentamientos y los refugiados. Comprometida con la causa de la paz, regala a sus amigos un olivo para que lo planten en su tierra.

En 1994, con 24 años, pensó en un proyecto para Soria. Preguntó, recorrió la ciudad, explicándolo en charlas y encuentros, y decidió crear una Asociación de Enfermos de Alzheimer con la ayuda de Aurora Lázaro. La primera sede, con 20 asociados, estuvo en la calle Tejera, 20. Luego se abrió otro en el Hospital. Tras 23 años de esfuerzo, la Asociación cuenta con tres centros de día (dos en Soria y uno en Ólvega), gestiona 9 programas y cuenta con una plantilla de 25 trabajadores/as. Carmen José es su gerente, además de vocal de su junta directiva. Es una enfermedad que apasiona, nos confiesa con orgullo. Luchadora, reconoce que ahora se investiga más, pero que se financia poco. Así que la lucha es diaria, incansable, gratificante. En estos últimos “Sanjuanes para la Memoria” han cubierto paredes con cuatro mil ganchillos con Posit–Ivos Alzheimer blancos y amarillos, y han repartido 13.000 pulseras. El 21 de septiembre pasado, Día Mundial de la enfermedad, colocaron en las calles alfombras con serrín y flores. Introvertida, tímida, se apasiona hablando de una enfermedad que significa la “pérdida de identidad personal” y representa, afirma, el 60% de la dependencia en España. “Hay un amigo en mí”, de la película Toy Story, es su símbolo más representativo.

El Rincón de Bécquer, en donde vivió su abuela Josefa, es su más emblemático. De Londres destaca el Covent Garden y Chelsea. “Cuando un hombre está cansado de Londres, está cansado de la vida”, nos dice recordando la frase del escritor Samuel Johnson. Ahora está repasando “El tango de la guardia vieja”, de Arturo Pérez-Reverte. Le gusta la música clásica, el Réquiem de Mozart, la voz de María Callas, las canciones de Supertramp, King, Silvio Rodríguez, Serrat,... Y la pintura de Kleen, de Gustav Klimt y los impresionistas. Como poeta: Miguel Hernández. El negro lo asocia al número uno, el rosa al tres, el amarillo al cinco, el rojo al ocho,…

Te voy a hacer a un regalo, nos dice para terminar. Es un CD con doce canciones de Frank Sinatra, interpretadas por Teddy Mac, un inglés de 82 años, enfermo de Altzeimer. Abrimos la caja y leemos en inglés: “Cada momento es un día”. Y cada canción una vida para recordar.

  

 

CARMEN MARÍA MORENO

Presidenta de “Redención”, protectora de animales

 

Madrileña (1957) del Barrio de Salamanca, Carmen María Moreno es hija de Francisco, uno de los primeros administradores de fincas de la capital. Su madre, Mercedes, trabajó en unos laboratorios. En 1980, Carmen María se afincó en Soria con su marido, médico en la Residencia, donde nacerían sus dos hijas, Elena e Irene, alumnas del Colegio Infantes de Lara y Madres Escolapias. Soria es una ciudad con mucha luz, nos dice. El Duero, la Sierra de Santa Ana, San Juan de la Rabanera, son tres de sus lugares de encanto. También las escarchas de la mañana, las ermitas de los pueblos pequeños y los mil rincones maravillosos de toda la provincia. Administrativa, trabajó en varios Centros de Salud de la provincia, Residencia Gaya Nuño, Colegio de Médicos e Instituto Nacional de Estadística.

La imagen, la fotografía, le atrajeron siempre. También las mascotas, que llenaban su casa madrileña: tortugas, perros, un canario,…Ahora tiene tres gatas: Chloé, Mim y Lola. Un día, tras colaborar en un congreso, se dio cuenta que le agradaría organizar eventos. Un trabajo de discreción en el que tanto importa la armonía de espacios y tiempos. Especialista en Protocolo, se graduó en la Escuela Diplomática y en la Universidad de Oviedo. Organizó durante años el Foro Mundial Soria 21 para el Desarrollo Sostenible, el Certamen de Cortos, los Cursos de Verano de la Universidad San Pablo CEU en El Burgo de Osma, además de exposiciones, bodas y actos en marcos sobresalientes. Ha coordinado así mismo la publicación de tres libros de Jesús Muñoz Monge: “Soria, un viaje a lo efímero”, con prólogo de Ian Gibson, “Otras Sorias” y “Agua de luz”. Los dos primeros, “Libro soriano del año” 2006 y 2009 de la Casa de Soria en Madrid. En ellos puso su sello y su diseño, se esmeró con su autor en la selección de cada foto, de cada color, mimando sus presentaciones.

Exigente, meticulosa, innovadora, a Carmen María Moreno le encanta el cine. Sus últimas películas: “Gorrión rojo”, de F. Lawrence, “La forma del agua”, de G. del Toro, y “Campeones”, de J. Fesser. Y la buena música: el jazz, la clásica, Fito & Fitipaldis, o todas las Zarzuelas, de las que, como buena madrileña, se sabe hasta sus letras. En verano lee buenos libros. Los últimos: “La luz sepultada”, de Irene Vallejo, “Los privilegios del ángel”, de Mª Dolores Redondo, “La fábrica de sombras”, de Ibon Martín. Asocia Paris al romanticismo y Londres al cosmopolitismo. A Soria la define como una ciudad intimista. Y a Madrid como una “chulapa”. Sus colores son los ocres, los grises, el azul institucional, el verde bonito. Su número, el cuatro. Su idioma, el inglés.

Carmen María Moreno preside desde 2015 la Asociación Protectora de Animales de nuestra capital. Premio Soria Saludable 2016 de la Fundación Científica de Caja Rural, fue declarada de Utilidad Pública en 2011. Una asociación, recuerda, fundada por Redención Blanco, una fotógrafa excepcional, en la que colaboran voluntarias y voluntarios, entusiastas y comprometidos. Nuestro afán, afirma, es proteger a mascotas sin dueño, cuidarlas, y promover su adopción. Todos, leemos en su web, “merecen una segunda oportunidad, ellos nunca nos la niegan.” En ese empeño, Carmen María no falla ni un solo día. Una actividad que complementa con su trabajo profesional y una visión amplia y profunda de la realidad. Respetuosa, generosa y agradecida.

 

CARMEN LÓPEZ CASARIEGO

Presidenta Asociación Amas de Casa

 

Carmen López Casariego es, desde 1986, Presidenta de la Asociación de Amas de Casa, Consumidores y Usuarios “Numancia”. Mientras charlamos con ella, mujeres de la asociación nos saludan al pasar a nuestro lado con paso decidido. Es la hora de la charla semanal. Van a escuchar y a debatir sobre el tema de la semana. Hoy viene Paco Parra, del Banco de Alimentos. Y también Fernando Baena, gerente de Valoriza, sobre la recogida de basuras. Antes, comenta Carmen, no preguntaban, “por no quedar mal”, pero ahora sí. “La vida ha cambiado mucho”, afirma con satisfacción.

Carmen López, que muestra un talante abierto, metódico, sabio, fue siempre ama de casa. Se preparó, no obstante, en el Colegio Calasancio de Almazán para un trabajo de oficinista, pero, después, con cinco hijos, ¿no tenía suficiente? ¿Es posible, le preguntamos, un proyecto de vida sin un empleo remunerado? Sí, afirma con sencillez. Su hogar era un espacio feliz. Nunca se sintió fuera de su sitio: estar con sus hijos, seguir sus vidas, educarlos bien, sobre todo como personas,... “Quizás sea vanidad y orgullo de ama de casa”, señala sin petulancia.

El día para ella no tenía horas suficientes. Pero nunca se cansó. La casó el padre Balbino Albir, en Madrid, a mitad de camino entre Albacete, el patria chica de su marido, Manuel, ingeniero técnico agrícola, funcionario, y Berlanga (1936), la suya. Y se vino a vivir a Soria ese mismo año, 1960. Ella administró la casa con libertad e inteligencia. Como en la Asociación, desde hace treinta años, junto a sus compañeras (más de quinientas mujeres y dos hombres; Carlos Martínez, alcalde, es uno de ellos), compartiendo experiencias, planteando propuestas, aportando soluciones. La mujer, nos dice, “está poco valorada”. “Es conformista también”, prosigue, pero no por ello menos consciente de su valía. ¿Culpables? “Los hombres”, apunta. O la cultura, le replico. No se le había ocurrido. Pero quizás sea eso. En sus reuniones de Junta Directiva nada dejan en el tintero: programan actividades, las evalúan, se autocritican. Confiesa que se sienten arropadas, escuchadas, por las administraciones: “Nos dan espacio y tiempo.”  Cree que Soria es una ciudad cada vez más accesible. Pero faltan cosas, y en ésas están todos los días. Así que, ante tanta actividad trascendente, se nos escapa la pregunta: ¿Pero qué es una ama de casa? La respuesta le sale del alma: “Una mujer completa, tanto en lo social como en lo familiar.”

En Berlanga, su familia -Ventura, su padre, y Pastora, su madre- tenía una tienda de tejidos. Luego, a sus cuatro años, se trasladaron a Almazán, y siguieron con el negocio. Aunque luzca un flamante pañuelo blanco, su color, y no sabe por qué, es el rosa. Y su calle El Collado, “por lo típico”. Y su lugar: La Dehesa, San Saturio, en Soria, y La Colegiata, en Berlanga. Madre de cinco hijos, cada uno eligió un camino diferente: Manuel hizo Geografía, y es cuidador en el Ángel de la Guarda. Rafael siguió los pasos de su padre.  María del Carmen trabaja como ATS, Javier estudió automoción, y el último, Fernando, es especialista en turismo.

Para Carmen López, las nuevas tecnologías son importantes, pero destaca su a veces mala utilización. Ella, antes, pintaba, bordaba, trabajaba el estaño repujado,… Ahora cose, la casa. Y lee mucho. Le gustó “La puerta de la esperanza” de J. A. Vallejo Nágera. Y recuerda nombres de algunos personajes: Fernando Fernán Gómez, la mujer de Paco Rabal, Asunción Balaguer, Juan Antonio Gaya Nuño, al que conoció en persona, Heliodoro Carpintero, pariente suyo,...

Carmen López Casariego podría haber sido mil cosas, pero se siente orgullosa de ser ama de casa. Siempre habrá personas, pensamos nosotros, hombres o mujeres, que, como Carmen, y como sus compañeras de asociación, encuentren su sitio, su tiempo, en este contexto vital de realización. Recuerda, para terminar, que una vez, hace algunos años, Germán Andrés, subdelegado del Gobierno, les entregó una placa de reconocimiento. Un honor bien merecido.

 

 Mª CARMEN RUIZ GÓMEZ 

Profesora


El despacho de Carmina Ruiz, profesora de la Facultad de Enfermería de Soria da a la Loma de Santa Ana. Nos recibe amablemente y nos sentamos en su despacho frente a frente. Como en el aula, pensamos, como en la vida. En las paredes, orlas antiguas de estudiantes, dibujos, imágenes y muchos recuerdos. Nos escucha y la escuchamos. Una de las cualidades, asevera, que tiene que tener, junto con la de la observación, una buena enfermera. De expresión clara, mirada segura y despierta, Carmina nació en Mataporquera (Cantabria) en 1954. Creyente y practicante, desde los 9 hasta los 17 años estudió interna en el Colegio Compañía de María de Santander, del que guarda un grato recuerdo. Cuando tenía 13 años, la familia se trasladó a Avilés (Asturias). Cinco años después, llegaba a Soria para estudiar enfermería en la Escuela de ATS; creada, sostiene, gracias al tesón del Dr. Sala de Pablo. Las Hermanas de la Caridad que la regentaban fueron determinantes, nos dice, en su formación y espíritu de disciplina.

En 1975 se casó con José Antonio Alonso (Pepe) y tuvieron cuatro hijos: Tom, Ivan, Eli y Carlos. Años después, en el curso 81/82, iniciaba su carrera docente en la ya creada Escuela Universitaria de Enfermería, ocupando los cargos de Monitora (docencia y prácticas en el hospital) y Secretaria académica. Exigente con sus estudiantes, saber, saber ser, saber estar, sobre todo, y saber hacer son los cuatro saberes que les inculca siempre. “En mi primer día de clase les digo que son tan únicos y tan diferentes como las personas que van a "cuidar". Las otras competencias fundamentales serían, para ella, la comunicación y la empatía. Profesora de Fundamentos Históricos y Metodológicos de Enfermería, Coordinadora del Practicum, las relaciones con el Complejo Hospitalario y los Centros Socio-Sanitarios, donde hacen prácticas sus estudiantes, son, asegura, muy buenas.

Este curso será su cuarta vez como madrina de Promoción de una Facultad que tiene, a su juicio, prestigio y calidad, de la que se siente muy orgullosa y de la que destaca la labor realizada por los distintos equipos directivos. Mención especial le merece el papel desempeñado por el profesor Jesús Martínez Velasco, artífice, afirma, de la integración en la Universidad. Resalta, por último, la constancia y trabajo de "todas las profesoras-enfermeras" para consolidar su plaza.

De joven, nos confiesa, era muy tímida, pero ahora es más extrovertida. Le interesan las personas, comunicarse con ellas. A su juicio, Soria es una ciudad ideal para ello.

Lee sobre todo libros relacionados con su profesión. “Nunca es suficiente lo que sabes”, afirma. En su mesilla, los últimos bet-seller que le regala una amiga para su cumpleaños. Le gustaba ir de museos a Madrid con su marido e hijos, en agosto, cuando la ciudad era transitable. Muy soriana, le hubiera ilusionado ser jurada de cuadrilla. Le encanta, por otra parte, la naturaleza, el senderismo, el teatro y el baile. Así conoció a su marido. Fue el día de San José, fiesta de Medicina, en el baile que se organizaba junto al Duero. Llevaba pantalón y polo rojos. A los dos les gustaban las mejicanas: La media vuelta. Carmina Ruiz no es supersticiosa. Su número es el 7, su mes, septiembre, su color, el negro. Hablamos por último de la personalidad de Florence Nightingale, precursora de la enfermería. Añade, para terminar, que le agrada hacer el bien. Y lo hace, a nuestro juicio, con el máximo respeto.


CAROLINA FUENTES VIDARTE

Paleontóloga

 

Carolina Fuentes es una madrileña tranquila, que, hace ya muchos años, encontró en Soria una patria ideal para su familia y para su dedicación a la paleontología. Nos cuenta, como anécdota, que, cuando se casó, en 1968, pasó su primera noche de bodas en Medinaceli; y su luna de miel en Ambrona, en cuyas excavaciones trabajaban los dos, a las órdenes de Emiliano Aguirre y Clark Howell. Carolina Fuentes, bióloga, se ha pasado media vida excavando, ordenando, clasificando, muestras de la fauna de esos periodos de la historia que se cuentan en millones, Todas, en el caso de Soria, depositadas en el Museo Numantino. Soria, asegura, es “el museo más completo para estudiar la Historia de la Tierra.” Todo un patrimonio, vivo, para atraer riqueza y potenciar el conocimiento.

Carolina Fuentes y su marido, Manuel Meijide Calvo, biólogo, -“su compañero del alma”, como ella lo recuerda- compartieron durante cincuenta años, además de cuatro hijos, toda una larga carrera de afanes investigadores. “Estuvimos entretenidos”, resume. Primero, en el Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid, clasificando los fósiles de Ambrona y Torralba; luego en París (Musée des Sciences), durante un año, disfrutando del idioma y de la Ciudad de la Luz; en Santander (Museo de Arqueología y Prehistoria), la creación del Museo de Paleontología de Salas de los Infantes (Burgos),... Profesora, Carolina impartió clases en institutos de Santander, Granada y Córdoba, hasta su llegada, en 1987, al IES Antonio Machado de Soria.

Y aquí siguió abriendo, siempre con su grupo (marido e hijos, Federico y Manuel), nuevas líneas de investigación en los yacimientos de Golmayo (“Zorralbo I”), Ambrona y otros. Sin olvidarse de “Pico Frentes”,  “con estratos de 85-90 millones de años”. Ni de la “Ruta de las Icnitas”  -Villar del Río, Bretun,…- en cuyo proyecto participó. Todo lo que no se cuida y se protege, “desaparece”, comenta.  En Soria, subraya, están catalogados, entre otras especies prehistóricas, cinco clases de dinosaurios, las primeras huellas de ave fósil (Archaeornithipus Meijide), las primeras de tortugas, nueve géneros diferentes de icnitas... Y un toro, Bos antiquus”,  de nueva especie, encontrado en Torralba, que ella misma clasificó. Nombres en latín, repite, que hablan la lengua de un pasado gigantesco.

A la vista de tantas riquezas, Carolina Fuentes cree que haría falta un museo, un sitio, aquí, en Soria, en donde conservarlas, y mostrarlas al mundo. Porque hay muestras de la era Primaria (Deza), Secundaria (Tierras Altas, Tiermes, Golmayo), Terciaria, (Layna, Mazaterón) y Cuaternaria, (Torralba y Ambrona).  Soria “es un Museo paleontológico por sí misma”.

Su labor investigadora y divulgadora no se ha detenido nunca: exposiciones, charlas, congresos, publicaciones “en revistas especializadas, y a nivel mundial.”   Le pregunto si la llaman ahora para hablar de todo esto. No. No la llaman.

Sus vivencias, sus experiencias fluyen con facilidad. Y lo hace con satisfacción. Agradecida. Para ella son muy importantes. Son toda su vida. No necesitan ruido sino dedicación, entusiasmo, generosidad. Es un gran honor potenciar, desde la humildad y el rigor, esta marca soriana, puntera en el mundo de la ciencia paleontológica.

Titulada en piano por el Conservatorio de la Música de Madrid, interpreta, siempre que puede, composiciones de Mozart, Haydn, Bach y Beethoven. Y borda. Y se acuerda de los montajes teatrales que hizo con sus alumnos a su llegada a Soria. Y escribe. Cuando tenía 5 años, nos cuenta, su padre le enseñó a leer en el libro de Juan Ramón Jiménez: “Platero y yo”. Desde entonces, nos dice, lee de casi todo;  y, desde muy joven, ha escrito cuentos para su hermano pequeño, sus hijos y sus amigos; y, ahora, para sus nietos. En estos momentos, Carolina Fuentes está escribiendo un libro sobre la fauna paleontológica soriana. Su gran pasión tranquila. Una parte importante de la historia de su tierra ideal y millonaria.

 

CAROLINA RIERA

Escritora y docente

 

Carolina Riera (Ibiza, 1964) era todavía una estudiante de BUP en el Instituto Santa María de Ibiza —el único de las islas Pitiusas (Ibiza y Formentera) en los años ochenta—, cuando fijó su atención en el admirable discurso de su profesora de literatura —Josefa Matutes—, que se había detenido en la llegada del poeta Antonio Machado a Soria. Fue entonces cuando escuchó por primera vez el nombre de Leonor, y a ella acabaría dedicando su primera novela, “Hebe, Leonor Izquierdo Cuevas 1894-1912” (Ediciones Rilke), cuyo capítulo VII recoge un valioso Diario, que ha motivado su regreso a Soria y su participación en las I Jornadas dedicadas a Leonor. “Al leerlo, —argumenta convencida— te sientes partícipe del crecimiento personal de Leonor tanto a nivel emocional como intelectual en el París de 1911.”

Si algo la define, revela, es su actitud como lectora. Es como si llevase una carta de navegación conmigo y cada representación gráfica correspondiese a un trayecto; por ejemplo: una secuencia de ¡Tierra, tierra! me orientó hacia Guerra y Paz, de Tolstói, y este último al mismísimo Goethe, el océano más profundo.” Por eso considera que no solo le apasiona leer sino releer y que ese es su verdadero viaje. Colaboradora esporádica en la prensa ibicenca, muestra especial interés por la mujer y la literatura: María Teresa León, Aurore Dupin (George Sand), Carmen Baroja,Virginia Woolf, … La actitud vital de Antonio Tur Costa, Gabrielet, un ceramista pitiuso, sigue siendo uno de sus referentes más importantes.

De larga tradición ibicenca, es Licenciada en Filología Hispánica por la Universidad Autónoma de Madrid y ejerce como profesora en Ibiza, isla que ama y conoce bien.  Nos describe con absoluta devoción su interior, sus casas payesas de piedra, cal y arcilla, sus caminos secundarios “entre algarrobos, almendros, higueras, pinos y sabinas”. Nos asegura que existe una intrahistoria” que funciona a modo de elixir cuando te sumerges en esta isla cartaginesa. Todavía puedes, concluye, adentrarte en un sendero olvidado por donde no ha pasado nadie.

Hablamos de tres de sus proyectos: una nueva novela, ambientada en el Utrecht de la primera mitad del siglo XX, su colaboración en un estudio sobre la alfarería de las islas Pitiusas (en griego, abundante reserva de pinos), con nuevas páginas dedicadas a Gabrielet, y la edición bilingüe francés-español del Diario de Leonor, prácticamente lista. Tuvo, sí, su momento de viajar y conocer ciudades europeas como Ámsterdam y Berlin, también bajó a Marruecos, cruzó el gran charco y se desplazó hasta P. E. I., una isla canadiense bellísima. Añora el Madrid del viejo profesor Tierno Galván, pero su ciudad preferida siempre será París.  A Soria la define como "la ciudad tranquila" y expresa especial atracción por la atenta, profunda y espontánea conversación de sus habitantes. "Podría vivir aquí", añade. “La Cartuja de Parma” de Stendhal, la voz de Joan Baez y la poesía de Bob Dylan, siempre las tiene cerca. Como actriz, admira a Juliette Binoche y la película Cold War, una conmovedora historia de amor. El violín de Ara Malikian y la lectura de Sándor Márai y Stefan Zweig forman parte de su actual cotidianidad. Como postre, elige la tarta de queso. Y como lengua, el ibicenco de su madre y de sus hijos —María y Yago—. “No me imagino mi vida sin la radio”, apostilla para terminar. Diligente, sensible y culta, le hubiera gustado ser una corresponsal como Carmen Sarmiento.


César Gonzalo Cabrerizo 

Arqueólogo

 

El patrimonio hay que explicarlo, hay que contarlo técnicamente, nos dice César Gonzalo Cabrerizo, nacido en Soria en 1971. Alumno de las Anejas, del Instituto Antonio Machado y del CUS, terminó su licenciatura de Geografía e Historia (Prehistoria y Arqueología) en la Universidad de Valladolid, teniendo como profesores, entre otros, a Germán Delibes, Julio Valdeón y Manolo Rojo. Pronto comenzó a trabajar en la Empresa Arquetipo. Recuerda las excavaciones en Medinaceli, Castillo de Gormaz, El Salvador,… Luego vendrían sus cinco años en el proyecto Soria Románica (2007-2012), con intervenciones en 35 iglesias románicas de la provincia, que le dejaron como enseñanza la manera de trabajar de un equipo irrepetible, dirigido por Paco Yusta. A raíz de aquella experiencia, fundaron la Asociación Sostenibilidad y Patrimonio Cultural que, entre otras actividades, ha participado en el proyecto Soria Oculta.

César Gonzalo ha trabajado en el Museo Numantino, Yacimiento de Numancia, Cuevas de Soria y Valonsadero (pinturas rupestres), de tanto valor a su juicio. Coordina, desde hace años, con Nano López y Félix Gonzalo, el Festival de las Ánimas, creado por Ángel Lorenzo y Ernesto López. Deportista, practica el piragüismo y preside el Sporting CV de Soria, recién ascendido a Superliga 2, fundado por su padre y del que él ha sido jugador.

Amante del arte en general, le gustan los cuadros de El Bosco y el Cristo muerto de Andrea Mantegna. Pianista y cantante, fundó, junto a Carlos Pascual, Nano López, Emilio López y César Asensio, el grupo musical “Polvo”, que contaba con un repertorio propio de más de 20 canciones: “Marisa, más deprisa”, “Noviembre”… Su último y memorable concierto tuvo lugar en la explanada de los Pajaritos en 1995.

Sanjuanero, nos habla de sus abuelos paternos, Aurea y Luis, torilero en la Plaza de Toros. Nos cuenta que se crió con los maternos, Paco y Pilar, que vivían en una de las casas del médico D. Jesús, en las faldas del monte de las Ánimas.

No, no se explota ni se divulga suficientemente, se lamenta, el enorme patrimonio arqueológico de Soria, que cuenta con 3500 yacimientos de distinta relevancia. Comentamos, a este propósito, los expolios y la desprotección de muchos de ellos. Le escuchamos atentamente. Conoce, sabe, se explica con rigor, rebosa seguridad e iniciativa. Le gusta leer a los clásicos y novela histórica, pero, sobre todo, informes de investigación científica. En 2006 ganó el concurso de fotografía digital organizado por EL PAÍS y Grupo Santander, con una espectacular fotografía titulada Mujer ocultándose el rostro en Kairuán.

Entre sus aficiones el teatro ha estado siempre presente. Sus primeros pasos los dio en un montaje tituladoTiermes, la tragedia de los Arévacos”, organizado por la Asociación de Artes Escénicas (ASAE). José Luis Martín Sastre, director del grupo de teatro Piripijaina-Tizona de San Esteban de Gormaz, lo fichó entonces para el papel de hojalatero enLa boda del hojalaterode John M. Synge. Ha colaborado también con “La Bo-eme”, Numantobrigay elTren Campos de Castilla”, en el papel de revisor.  

Templarios, asegura, no hay en Soria capital, pero sí hospitalarios y calatravos, 35 parroquias, grandes poetas del Duero y un personaje excepcional, Juan Antonio Gaya Nuño, desde cuyo Centro trabaja para el Ayuntamiento, con empeño y vocación, en pro de un mejor conocimiento del maravilloso patrimonio cultural soriano. Una apuesta segura.

 

 César Ibáñez París

Escritor

 

El rincón de Bécquer tenía que ser el escenario ideal para hablar con César Ibáñez París (Zaragoza, 1963), escritor premiado, poeta reconocido, profesor de lengua y literatura, casado con Begoña Gómez Barrera, padres los dos de Guillermo e Irene. El suyo se llamaba como él, César. Nació en Morés de Jalón y trabajó siempre en el sector de la hostelería. Su madre, Guillermina, dependienta de una carnicería hasta su matrimonio, nació en Cervera (Lérida).

César estudió en los Dominicos, antes de comenzar y terminar Hispánicas en la Universidad de Zaragoza. Recuerda, entre sus profesores, a Mª Antonia Martín Zorraquino, Aurora Egido y José Carlos Mainer. Afable, colaborador (“nunca digo que no”), con criterio abierto y nada presuntuoso, nos cuenta que hizo la mili en las oficinas del destructor “Méndez Núñez” (USS O´Hare), de 118 metros de eslora, fondeado en el Ferrol, con el que participó en las primeras maniobras españolas dentro de la OTAN y dio la vuelta a España, de Santander a Mallorca. Aprobadas las oposiciones, tras dos años en Tamarite de Litera (Huesca), lleva ya más de treinta y uno en Institutos de Soria: Virgen del Espino, Castilla, Margarita de Fuenmayor (Ágreda) y Antonio Machado.

“De crío leía mucho, sobre todo tebeos”, nos dice, y escribía por imitación. Poesía de amor y de desamor, inspirada en vivencias y lecturas. Religioso, pero no dogmático -a imagen de Juan de Mairena, a quien reivindica siempre-, le gustaba, además de escribir cuentos, el verso libre, Jorge Guillén, Gerardo Diego, Luis Cernuda. Su humor sutil y atinado, se refleja en un contexto de escritura de amable escepticismo casi mágico. Escribe, nos contesta, “para quien quiera leerme”, y agradece cualquier comentario sobre su obra: La máscara blanca (1999), Conjugar (2019), Los árboles de Petia (2017) (2017), La venus de las matrioskas (2020), su última novela... La conciencia del paso del tiempo, los movimientos de la naturaleza son dos de sus temas favoritos, que describe con ritmo ordenado, chispa y calidad literarias. Su próxima novela, nos anticipa, será un testimonio personal y emotivo sobre la España contemporánea. César admira a don Santiago Ramón y Cajal, el español, a su juicio, más importante del siglo XX. Ha leído casi todo de Borges. De Aramburu destaca su Viaje con Clara por Alemania y Autorretrato sin mí. Alaba la poesía de Fermín Herrero, la de Baudelaire (Les fleurs du mal) y las novelas de José Ángel González Sáinz, Volver al mundo y Ojos que no ven.

Roma, como ciudad viva, Madrid, Caracena, el Duero, la Curva de Ballesta, el Cerro de los Moros, el Mediterráneo y el Cantábrico (Asturias) forman parte de sus lugares reconocidos. Y el jazz, la música clásica, Les vieux, de Jacques Brel, y Aquellas pequeñas cosas, de Serrat. Su plato favorito, por cierto, son los huevos fritos, y el melón, su postre.

Pragmático, sencillo en las formas y en el fondo, posee una imaginación poderosa, coherente e inteligente, heredada seguramente, como tantas otras de sus cualidades, de su abuelo Miguel París, ferroviario de la línea Barcelona-Cervera-Zaragoza, exiliado después de la guerra civil en Andorra y, más tarde, en Francia, como trabajador agrícola, mientras su mujer, Benedicta, abría una tienda de alimentación en el barrio de Jesús de Zaragoza. Soria, nos comenta para terminar, está bien situada. Cordial y concienzudo, soriano y maño, su obra, premiada y reconocida, respira madurez y optimismo de futuro.

 


César Millán Díez 

 Editor y Librero


Sentados en el Salón “Antonio Machado” del Círculo Amistad Numancia, la conversación con César Millán resulta acogedora, casi solemne, distraída, instructiva. Pinariego (Covaleda, 1967), creció con los TBO y los clásicos de Verne, antes de leer a Baroja, Salinger, Dumas, Salgari, Twain,… Y así, poco a poco, a través de la lectura, fue sumando la pintura, la música, la cinematografía,... De su madre, Lili, maestra, César aprendió a escuchar, la apertura de mente y el amor por los libros. De su padre, la bondad, el ir con la verdad por delante y la pasión por el trabajo.

Hablamos de su pueblo y del vecino, Duruelo, protagonistas de oro de “La Tierra de Alvargonzález”, uno de los romances más impresionantes de la literatura universal, cuyo autor, Antonio Machado, conserva allí nombre y aprecio.

Después de la escuela, César Millán pasó unos años en el Convento de los Padres Josefinos de Murialdo, en Sigüenza. Luego vendría el Instituto “Castilla”, el CUS, en el que hizo los tres primeros años de Geografía e Historia, antes de continuar su carrera en Valladolid. Allí estudiaba y trabajaba de educador en una Residencia Universitaria, ocupándose además de su Biblioteca. El último año, nos cuenta, dirigió un campo de trabajo, hizo encuestas, alguna excavación como ayudante, y descargó alimentos en el mercado. “El Mundo” le publicó por entonces tres artículos etnográficos. De regreso a Soria, se ocupó, durante el verano de 1993, de la Biblioteca del Castillo, viviendo en casa de su abuela Cristina, antigua propietaria de “Calzados Díez” (El Collado, 11), siempre acompañada por su hijo Juanjo, tío de César, que ahora, nos asegura, “sigue siendo una compañía inestimable para mí”. La Librería “Las Heras” fue a buscarlo, y, desde entonces, como dice él, “hasta hoy”, responsable de un espacio abierto, siempre concurrido, en torno a las buenas lecturas.

Lector infatigable, descubrió un día “El Principito” de Saint-Exupéry, y, desde entonces, no ha parado de coleccionar ediciones, en todos los idiomas, hasta sumar 107. Su último viaje fue a Irán, pero antes ha visitado Marruecos, Armenia, Etiopía, Uzbekistán,... Y Siria, en donde, nos confiesa, “encontré a las mejores gentes que he visto en mis viajes”. También Turquía, Constantinopla, en busca, viaje tras viaje, de esa “tolerancia universal” de la que habla Gérard de Nerval en su “Viaje a Oriente”. Fue Carmen, su mujer, quien le enseñó a viajar. Le ayuda y apoya en todo, con la misma pasión, desde hace treinta años.

Colaborador de la prensa soriana (“Soria Semanal”, “Heraldo de Soria”, “Cadena Ser”, “Revista de Soria”, “Arevacon”, “Celtiberia”, “ThinkSo”,...), sus palabras y sus textos contienen siempre mensajes positivos. Conoció a Avelino Hernández, su segundo padre literario, afirma, sobre el que está escribiendo un libro, y al que ha reeditado su “Silvestrito”. Miembro de la Fundación Villalar, César fundó en 2011 su propia editorial: “Millán y Las Heras”. ¿Con qué objetivo?, le preguntamos. Saciar, nos dice, “una vieja inquietud de mi etapa de “Soria Edita”: fomentar la poesía de autores locales, y publicar textos que me llamasen la atención.” Y lo consigue con rigor y buen diseño, gracias, entre otras personas, a Mamen Zayas. Lleva ya editadas 5 antologías poéticas y siete libros. Y pronto saldrá el octavo. Estaremos atentos. César Millán no sabe decir no. Ayuda a quien se lo pide. A Ian Gibson, por ejemplo, a quien acompañó en su periplo por la Soria machadiana. Premiado más de una vez, él también sigue escribiendo. Le gusta hacerlo en los bares, mientras observa a la gente, escucha y aprende. En su casa guarda, inéditos, tres poemarios suyos y uno de su madre. Terminamos con un último recuerdo agradecido. Para sus abuelos paternos: “por la compañía y complicidad de mi abuelo Abencio; y la abnegación y cariño de mi abuela Quica.” El mayor de tres hermanos, César Millán vive las pasiones de su vida con respeto y reconocimiento. Y en buena compañía. La tiene bien merecida.  

 

 Concha Baena


Cristina Ortega Blanco

Realizadora

 

Para Cristina Ortega (Berlanga, 1985) la Navidad está asociada a la unión familiar. Huele a leña, a matanza y a enebro, nos dice. De ese contexto cultural y social le han surgido muchos de los trabajos cinematográficos, que, día a día, va construyendo con pasión y empeño: “Los sonidos de la soledad” (2016), “La loba parda”, candidata a los Goya 2021,… “Eres teatrera”, le decía su madre, una mujer emprendedora, activa y siempre dispuesta.

Alumna del CRA Tierras de Berlanga y del IES de El Burgo de Osma, prosiguió sus estudios en la Escuela de Artes. Le atraía la fotografía. Luego fue la pintura, y así, consiguiendo un equilibrio entre las dos, descubrió el lenguaje del cine. Si le apasionaba retratar situaciones fijas, por qué no en movimiento. Y lo consiguió. Basta ver sus realizaciones. Escenas largas con momentos completos de las vidas de sus personajes. Una manera, la suya, de intervenir, de estar presente en el espacio natural y humano. Desde niña era creativa, nos confiesa. Y estudiosa. Se graduó en la Facultad de Bellas Artes de Salamanca, terminó un máster en la Juan Carlos de Madrid, y otro, de creación e investigación, en la Complutense. Los reconocimientos la animan a proseguir con sus proyectos: selección para los Seminci (2019), Premio Avelino Hernández,... Y tiene muchos más. Le proponemos dos: Leonor y Elena G. de la Paz (Gloria Lázaro Domínguez), columnista en la prensa soriana de los años 20 y 30. Su último mediometraje, “La lamia de Lumias”, apoyado por el Ayuntamiento, la Junta y la Diputación. No nos lo perderemos. El cuerpo, insiste, “activa los espacios de la memoria, a través de la cámara.” Sus guiones forman parte de su experiencia vital y social, momentos y lugares que describe, convencida, como se merecen: Belo Horizonte (Brasil), “Quilombo” (2013), “Como es arriba, es abajo” (2015), con Abbas Kiarostami, original y magnífica, “Trouville-sur-mer” (2017), el mar y sus gentes, “El Vitor” (2017), gran reportaje.

A su regreso de Recinto de Río Piedra, trabajó como guía de San Baudelio. El curriculum es largo y provechoso. Su primer proyecto con su productora, alalofilms, Alaló, el pueblo de su padre, agricultor y guitarrista, llevaba por título “La música de los rebaños” (2014). El diálogo entre pastor y rebaño. Su homenaje a los hombres, a sus abuelos, a los hermanos Pérez, y, sobre todo, a las mujeres de la trashumancia. Tímida, resuelta, perseverante, realista e imaginativa, nos cuenta que su hermano le diseña los carteles. Hablamos de Soria. De su enorme patrimonio histórico y humano. Lo reivindica, lo defiende, lo enseña cuanto puede, porque es grande y es el suyo. De sus viajes, cita Perú, Roma y Toledo, energético, intelectual, poso de la cultura. Le gusta leer textos de divulgación histórica, antropológica y de plantas. Su libro: “Escritos de poética mística” de J. Valdelomar. Tres personajes: San Juan de la Cruz, Clara Campoamor y Fray Tomás de Berlanga, “humanista, agricultor del siglo XV e introductor de la Dieta Mediterránea.” La poesía le inspira, no es supersticiosa, el azul, el 2 y el 7, el Soto Playa, los Arcos de San Juan, la cabeza de cordero asado y las naranjas, San Baudelio, el Cañón del Río Lobos, Berlanga, Caracena y Matasejún, donde ha pasado un tiempo becada por la Fundación Castilla y León. Suenan dos canciones: “Dire Straits”, de los Sultans of Swing, y “Gracias a la vida”, de Mercedes Sosa. Y dos villancicos. ¡Feliz Navidad!


Cristina Martínez Narro

Raquel Martínez Narro

Emprendedoras

 

En el 150 aniversario de la muerte de Julián Sanz del Río, nacido en 1814 en Torrearévalo (Soria), Raquel y Cristina Martínez Narro, paisanas del filósofo krausista, lo recuerdan y se afanan, con voluntad y acierto, para promocionar su vida, su obra y su trascendencia histórica. Raquel ha ideado una web, https://juliansanzdelrio.com, que repasa su biografía, su bibliografía, lo que han dicho de él Bartolomé Cossio, Antonio Machado, Giner de los Ríos, además de otros documentos personales y periodísticos.

Las dos hermanas nacieron en Soria y se llevan un año. Fueron las últimas alumnas, con otros tres niños más, de la escuela de su pueblo. Más tarde, estudiaron en Soria hasta terminar COU. Raquel lo hizo en enfermería y actualmente ejerce en la capital. Su hermana Cristina es ingeniera agrícola, tiene un máster en consultoría ambiental (gestión de espacios naturales) y es educadora ambiental, guía de la naturaleza y de micología. Ahora regenta la empresa  El Acebarillo S. L., que, además de una casa rural, transforma, en un taller artesano, las ramillas de acebo en preciosos adornos navideños, que venden en Soria y a través de internet (www.elacebarillo.com). Ponen así en valor la planta autóctona del bosque de Garagüeta, que ocupa una superficie de 406 hectáreas y, aseguran, es el mayor de Europa. Es conocido, admiten, pero le falta más difusión. Coordinan además, entre otras actividades, rutas turísticas por su entorno. Entusiastas, optimistas, batalladoras, creen en su pueblo y en su proyecto. Y, a nuestro juicio, tienen sólidas razones para ello.

Desde que constituyeron la empresa, han recibido varios premios y reconocimientos: VII Premio regional “Fuentes Claras” de Medio Ambiente (Valladolid 2007). Premio Fundación “Ives Rocher” por el proyecto “Tierra de Mujeres”. Premio Nacional de Excelencia a la innovación para mujeres rurales 2010, otorgado por Ministerio del Medio Ambiente. En fin, el de Emprendedoras de Castilla y León 2018.

El hijo de Raquel se llama Gael; los de su hermana, Alba y Juan. A los tres les encanta el pueblo, manifiestan con orgullo. Así que, como son pequeños, disfrutan con ellos de sus ratos, aficiones, y de películas como “Abominable” y “Toy Story”. No, no les da tiempo para ver la tele, porque, asegura Raquel, “No nos da la vida”. Cristina sentencia: “Se nos va el vino en catas”. Hablamos de sus viajes. Cristina piensa en Jamaica, Raquel en Noruega. A las dos les gusta el rock: Metálica, Extremoduro y Roberto Iniesta, a Cristina; “El azogue” de Marea a Raquel.

A Cristina le encantó el libro de Almudena Grandes: “Los pacientes del doctor García”. Ahora está leyendo “La vida secreta de los árboles”, de Peter Wohlleben. A su hermana le regaló para su cumpleaños: “La España Armónica” de Capellán.

Las dos, en fin, admiran a su paisano Julián Sanz de los Ríos. Su casa, nos aseguran, es de propiedad privada, pero ya han colocado una placa en la fachada. Les gustaría recuperarla y convertirla en una referencia singular (Museo, Centro de Interpretación) de su paisano filósofo, del que poseen, entre otros documentos, una de las colecciones bibliográficas más completas. Ya les ronda la idea de publicar un libro ilustrado con todo ello. Las dos quieren que se conozca, que se estudie, que se descubra su figura y su obra. Un gran personaje como Julián Sanz del Río, la verdad, llena. Y ellas, sus paisanas, lo saben.

 

Cruz Vergara Valtueña 

Periodista

 

Cruz Vergara no es soriana de nacimiento, pues nació en Madrid, en 1965, en el antiguo hospital de la Cruz Roja. Su padre, de Fuentelmonje, trabajaba en Iberia. Y estudió en los colegios de las Salesianas y Jesús y María, cerca de su casa, en el barrio de Chamberí. A pesar de lo cual, repite, “he sido capaz de encarnar en Soria”. Y de disfrutarla, pueblo a pueblo, admirando sus paisajes, charlando con sus personajes, constatando que hay vida, y mucha, en cada uno de ellos. Licenciada en Periodismo por la Complutense, año 1988, Cruz Vergara fue alumna del profesor Manuel Núñez Encabo, quien, el primer día de clase preguntó: ¿Hay algún soriano entre vosotros? Había tres: ella misma, Pilar Ridruejo, y un chico del que no recuerda el nombre. Sin embargo, la periodista de verdad, defiende, “es mi madre”, Agustina, también de Fuentelmonje. “Le gustaba mucho el teatro. Y nos inculcó la figura y la poesía de Antonio Machado”. “Íbamos a todo. Hacíamos cola para todo: teatros, museos, cine,…”. De ahí le viene su afición a los museos, que prefiere recorrer sola, con tranquilidad, más de una vez, y a horas de poco público. Renoir, Van Gogh, Velázquez (Las Meninas), Goya (Saturno devorando a un hijo), son sus favoritos. También le tocó, en Madrid, dar clases de guitarra, y lección a los gitanos, llevar ropa al Pozo del Tío Raimundo,… Casada con un agricultor, ex alcalde de Torlengua, le toca ayudar cada año en la recolección del cereal, sensible a la dureza de la vida del campo, entre el cielo, la administración y los mercados.

Terminados sus estudios de periodismo, comenzó su actividad profesional como Asesora Sociocultural en Monteagudo de las Vicarías: talleres periodísticos, teatro, inglés,... Para todos los públicos. De allí pasó a la SER, en los estudios de la Plaza Ramón y Cajal. Y allí colaboramos en un pequeño espacio dedicado a temas sorianos. Entrevistamos una vez, recuerdo, a Gregorio Bartolomé Martínez, Presidente ahora mismo del Centro de Estudios Sorianos, especialista mundial en Juan de Palafox y Mendoza. Después, Cruz Vergara pasó 13 años, como asesora, en la FOES, en donde, afirma, “aprendí mucho”.

Su “encarnación en Soria” prosiguió su camino, colaborando en distintos medios, El Mirón, La SER, “Entérate Soria”, La 8, tertulias, hasta comenzar con su serie de pueblos, que recorrió de la mano de sus alcaldes - sus más apasionados y lúcidos responsables-, describiendo sus paisajes, destacando sus monumentos y dando la palabra a sus habitantes: Deza, Trébago, Ciguela, Fuentes de Magaña, Sotillo del Rincón, Caracena, Barahona,... El paisaje de Peñalcazar, señala, “sería un magnífico escenario para una película”. Agreda, el señorío de El Burgo, la Costrada de Almazán,... En esa “encarnación” soriana, conoció a la monja de Sotillo, Juliana, cuya estampa va siempre en su bolso. “Me transmitía una energía especial”, comenta. No se olvida de Felicidad Martínez, la primera abuela cibernauta, cuyo magnífico Blog (Recuerdos de la abuela e hijo) continúa ahora su hija. Ni de los gaiteros mayores de Fuentearmegil. Tampoco de Catalañazor, en donde conoció a la pianista Mª Cruz Galatas. De los históricos cita el nombre de Beatriz de Padilla, de Arcos de Jalón, ejecutada por la Inquisición en 1598.

Pintar, leer,... Su juventud, nos dice, quedó muy marcada por “Cien años de Soledad” (Gabriel García Márquez), y “En busca del tiempo perdido” de Marcel Proust. Y otros que le gustaron: “La vida por escrito de Virginia Woolf”, de Irene Chikiar Bauer, “Un Uomo” (Oriana Fallaci), “Patria” (Fernando Aramburu). Le preguntamos si es feminista. “Un punto”, nos dice. Con una capacidad olfativa tremenda, según ella misma, cita la Casa del Guarda, Valonsadero, como uno de sus lugares sorianos favoritos. Pero también Santo Domingo, la Plaza de Mariano Granados, como espacio. Y el azul como color. Y los idiomas: inglés, italiano. Y un Fado, “Una lágrima”, de Dulce Pontes. Lo escuchamos. Efectivamente, Cruz Vergara, periodista, está encarnada en Soria.

 

 Daniel Hernández Antona

Bailarín

Una de las paradojas de la vida del profesor de baile y bailarín, Daniel Hernández Antona (Soria, 1975), data de sus años de colegio. Según sus profesores, no valía para el deporte. Así que, cuando tocaba educación física, se sentaba en un rincón y esperaba a que terminara el partido de fútbol. Ahora sin embargo, nos dice, entre las clases en su Escuela de Baile, durante la semana; los sábados y domingos, en Madrid, entrenando con su compañera Katie Street, de Georgia, y las pesas del gimnasio, el deporte es “mi forma de vida”. Desde niño, nos cuenta, todo lo que veía en torno al mundo de la danza le apasionaba. La expresión corporal, el movimiento,… Le gustaban todos los estilos: el ballet, la danza, el jazz,… Daniel Hernández no es un hombre conformista, pero le resulta fácil comprender a los demás. A los 16 años, antes de terminar el COU, comenzó a viajar para formarse en el mundo del baile deportivo: Zaragoza, Madrid, Londres,… En Barcelona (Manresa) encontró a la que él califica como su “madre del baile”: Karina Rubio. Como ella, vive el baile, lo disfruta, y trabaja, como profesor, para que sus alumnos y sus alumnas, más de un centenar, experimenten las mismas sensaciones. Los hombres, nos asegura, se esfuerzan mucho por aprender a bailar. Les sirve además de terapia, de práctica deportiva. ¿Cuál es el secreto del baile?, le preguntamos. “Saber cómo utilizar el cuerpo, nos explica, para realizar las figuras convenientes”. Su primera pareja importante fue Esther Pérez, con la que ganó la medalla de oro en el Campeonato de España de 10 Bailes, y obtuvo, en 2011, el cuarto puesto, en la misma modalidad, en el Campeonato del Mundo de Toronto (Canadá). Una pareja de baile, comenta, es casi una pareja de hecho. Tiene que estar muy compenetrada, lo cual requiere un gran sacrificio. A Katie, la conoció en Londres. Y, desde que se trasladó a España, preparan juntos su particular conquista de España y del Mundo. Daniel Hernández ha visitado muchos países: Inglaterra, Italia (país que más le gusta), Portugal, Marruecos, Alemania, Canadá, Escocia, Grecia. Y Cuba, en donde estuvo en su salsa. Su color favorito es el amarillo. Como su coche. “Me han parado más de cuarenta veces”, comenta. ¿Por qué? Por el color. Y le atraen los idiomas: 5º de inglés (plan antiguo), de la Escuela Oficial de Idiomas, 3º de italiano, y 1º de alemán. Ahora está empeñado en aprender el griego, por su sonoridad y su musicalidad. Y en estudiar filología inglesa. Cuando abrió “Danzad, danzad, benditos”, en 2005, en la calle Gonzalo de Berceo, su ilusión era “crear, en Soria, una Escuela de Baile con calidad.” Para ello posee todos los requisitos: la categoría A como bailarín, y los títulos de profesor, entrenador y juez. Soria, para él, como para Machado, es su patria ideal. Por la proximidad, por su calidad de vida,.... Pero tiene en mente abrir una Escuela de Baile en Madrid, sin dejar, por supuesto, Soria.

A Daniel le gusta la soledad del Espino, su “Père Lachaise” de casa, que recorre, por las tardes, buscando la paz, y los detalles del recuerdo. También ha hecho teatro, durante 10 años, en La Bohème. La música, por otra parte, forma parte de su vida diaria, tanto profesional como privada: Madonna, las melodías de Javier Corcobado, Pastora Soler,… Un romántico empedernido, al que el cansancio, lástima, le impide leer más. A pesar de lo cual, conoce bien a Edgar Allan Poe (The Oval Portrait by) y acaba de terminar “Las gafas de la felicidad”, de Rafael Santandreu. Del cine, se queda con películas como “Eva al desnudo”, “Un tranvía llamado deseo”, “Muerte en Venecia” (1971), de Luchino Visconti, con banda sonora de Mahler, Sinfonía nº 5. Terminamos. Los benditos y benditas de su Escuela están a punto de llegar. Le digo que el salón de su Escuela es muy amplio, que está lleno de espejos y que quedan muy bien sus más de 60 trofeos en la estantería. No les gusta, nos dice, mirarse mientras bailan. Pero él insiste. Labor de profesor, de campeón y de artista.  


Daniel Madrid Alonso

Hermano Mayor Junta de Cofradías

Daniel Madrid (Soria,1989) es el Hermano Mayor de la Junta de Cofradías. Con él, Óscar Jiménez, de La Soledad, ocupa el cargo de secretario, y Jesús Ángel Fernández, de Ecce Homo, el de tesorero. Comentamos el atractivo programa que han preparado para este año. Se desarrollará, nos asegura, con la misma ilusión, categoría, recogimiento y sentido religioso de siempre, porque, concluye, forma parte de nuestra cultura.

Hijo de celador y enfermera, Fernando y Charo, tiene una hermana, Silvia, de la que destaca su empatía y su sentido de la familia. Su primer colegio fue el Fuente del Rey, en donde se sintió como en su casa. Más tarde, en el Politécnico, disfrutó de la historia, el latín y el griego. Seminarista durante tres meses, se graduó en Magisterio y ejerce actualmente como profesor itinerante de religión en el CRA Pinar Grande de Navaleno (Cabrejas del Pinar y Abejar). En la Facultad formó parte del grupo de teatro dirigido por el profesor Germán Andrés. Trabajador, comprometido, recuerda sus trabajados monólogos en su papel de director de un siquiátrico en “Fuera de quicio”. Su primera experiencia docente la tuvo en el C.P. Infantes de Lara. Disfruta dando clases. Ha trabajado también en el C.P. Fuente del Rey, El Burgo y, ahora, Duruelo. Nieto de Goyo Alonso, siente el tema de la despoblación. Sus abuelos paternos, Juan, guardia civil, y Juana, madre de cuatro hijos, eran de Berzosa y Valdegrulla, despoblado este último desde hace años. Su primera experiencia con la Semana Santa la tuvo en la catequesis de primera comunión. A los 20 años, ayudó a constituir la Cofradía de Jesús en Jerusalén, La Borriquilla, de la que sigue siendo Hermano Mayor. Le atrae la estética de la Semana Santa. Para el mundo cristiano es fundamental, nos dice. Miembro del Consejo Pastoral Diocesano, es delegado de Ecumenismo y diálogo interreligioso. Nos habla del grupo de rumanos ortodoxos que celebran su rito cristiano en la Ermita del Mirón, en donde se casaron sus padres y cuyos parajes ha disfrutado tanto. De espíritu crítico y abierto, se considera realista pero le gusta soñar. Y viajar. En 2007 lo hizo a Israel. Le impactó el cruce de religiones, el Muro de las Lamentaciones,… Conoce Portugal, Francia, Italia, Dinamarca, Irlanda. Jesús es su personaje histórico. Su ciudad, Venecia, por el agua, los canales, las buenas sensaciones recorriendo sus calles. Segovia es otra ciudad para perderse, apostilla. Siente predilección por la música clásica, la barroca y Vivaldi. Nunca faltaba en casa de su abuela Josefina. “Era Bruno un payaso” era el título de una de las canciones que más huellas dejó en él. Estudiante de Oboe en el Conservatorio, fundó el Coro del Campus, que dirige actualmente y en el que participa desde hace diez años, con ensayos semanales y dos actuaciones en Navidad y Primavera. Lee novela de misterio e investigación. Andrea Camilleri, por ejemplo. Pero también le interesó el trabajo de Juan Millás y Juan Luis Arsuaga, “La vida contada por un sapiens a un neandertal”, lleno de humor y simpatía. Autodidacta, ha escrito poesía y pequeños relatos. Su postre: el chocolate. El verde su color de la esperanza. Y Velázquez su pintor. ¿Una película? “Mediterráneo”, por lo bien que describe la soledad de la Italia de los aislados. Joven, entusiasta, responsable, Daniel Madrid rebosa ganas de servir y de comunicar. Propósitos que le honran en esta Semana Santa 2021. Gracias.

 

 David Gonzalo Millán

Párroco de San Pedro

David Gonzalo Millán nació hace setenta años en el número 5 de la Calle el Pradillo de Iruecha. Un lugar de paz, de recuerdos y reencuentros con la familia, Abel, su hermano, y sus hermanas Mª del Carmen y Teófila, religiosa. Timoteo, su padre, trabajaba el campo y criaba ganado. Un hombre recto y honrado, inteligente, valorado y con sentido del humor, que dejó el pueblo, como tantos otros, para trabajar en Madrid como conserje en los años sesenta. Le digo que se parece mucho a él. Sonríe. Su madre, Carmen, con menos oportunidades de formación, decía que “había aprendido por los caminos”. Una mujer sencilla, afable, intuitiva, muy querida y “siempre con la sonrisa en los labios.”

Sus primeros pasos en la escuela los dio en una de las tres de su pueblo, de cuatrocientos habitantes entonces, hasta su ingreso en el Seminario de El Burgo de Osma. Alumno más tarde de la Facultad de Teología de Salamanca, se licenció en Teología en Friburgo (Suiza), teniendo como profesor a Eugenio Corecco, obispo que fue de Lugano. Ya sacerdote, fue coadjutor en Almazán y Agreda, Director de un Colegio Mayor en Salamanca y se licenció en Derecho Canónico. De vuelta a Soria en 1991, ha sido párroco del Espino, Vicario Judicial, Vicario General con el Obispo Vicente Jiménez, canónigo, y ahora párroco de San Pedro. Capellán de la ermita de San Saturio cuatro años (2007, 2008, 2017, 2018), considera que el santo es un referente de fe para los sorianos, ejemplo y modelo de fidelidad, oración, austeridad y generosidad. El patrimonio de la diócesis se mantiene en los pueblos, nos comenta, con mucho esfuerzo y la generosidad permanente de Ayuntamientos, vecinas y vecinos. De las parroquias servidas pastoralmente destaca las iglesias románicas de San Juan de la Rabanera, Tozalmoro, Fuensauco y Omeñaca. Su mejor reconocimiento, asegura, el cariño de la gente. Nos habla de las mejores experiencias pastorales en Agreda, en Ntra. Sra, del Espino,… Don David es un hombre de vocación, pragmático y creyente, y le ha gustado siempre escribir e investigar. Colaboró en la instrucción del proceso de la causa de beatificación de Juan de Palafox, ha escrito varios artículos de historia de la diócesis y dos libros dedicados a su pueblo, el lugar al que vuelve, aunque no haya cobertura: “Iruecha (Su templo parroquial, cofradías, Fiestas y Tradiciones)”, 2011, y el que nos regala y nos dedica, “33 años de la Soldadesca de Iruecha”, editado en 2022. Magnífico ejemplo este último de las actividades culturales que se realizan en la provincia todos los años. Dotado de buena memoria, ha leído mucho. A Machado en Campos de Castilla y a Gaya Nuño en el Santero de San Saturio, pero, sobre todo, textos de historia medieval y teología. Destaca, en este último campo, la obra de Joseph Ratzinger (Benedicto XVI). Ha residido en Suiza y Perú, como misionero durante dos meses. Salamanca y Budapest, San Pablo VI y Sor María de Jesús de Agreda son sus ciudades y personajes destacados. Nos confiesa que se fía de la providencia, un estímulo permanente para él a lo largo de su vida. Nos cuenta anécdotas, comentamos coincidencias religiosas, nos confiesa su gusto por la música de Bach, el jamón y el arroz con leche. Y su predilección por el cinco, número de lotería de su padre, el domingo, las tierras de Pinares y la Ermita de San Saturio. Su lema: trabajo, servicio y caridad. Cordialidad y categoría humana. ¡Felices Fiestas de San Saturio!

 

David Ortega Gallardo

Graduado en Derecho y ADE

David Ortega Gallardo (Soria, 1996), joven, entusiasta, busca y encuentra en cada lugar, habitado o no, de los pueblos sorianos que visita -los sábados, preferentemente- todo aquello que ha formado parte de la vida de sus habitantes. Sus padres, Francisco Javier y María Fe, son burgalés y soriana, lo mismo que sus abuelos: Adolfo y Alicia, Martin y Socorro. Tiene una hermana, María, médico en Barcelona. David ha estudiado en los CEIP Fuentes del Rey y Numancia, IES Castilla, antes de terminar un doble Grado de Derecho y ADE en la Universidad Complutense de Madrid. Recuerdos felices, nos asegura, de infancia ingenua y juventud estudiosa, “de profesores y profesoras que alimentaron y despertaron mi curiosidad innata. En una ciudad de lujo, Soria, sin idas ni venidas, sin vaivenes. Amistades forjadas en ese tiempo, únicas y duraderas.” Siempre buen estudiante, oposita actualmente al cuerpo de Funcionarios de la Administración Local con habilitación de carácter nacional y trabaja como técnico (EDUSI) en el Ayuntamiento.

Dos veranos, nos cuenta, estuvo trabajando “de escucha de incendios en la torreta del bellísimo Boós, rodeado de pinar. Lo recuerdo con mucho cariño, solo, con tiempo para ver, leer y contemplar. Desde el puesto -una copa más del pinar- veía la salida y puesta del Sol, el avance de las tormentas (siempre desde el Oeste), las trochas y caminos de los corzos, sus ladridos al alba y al ocaso, los herrerillos capuchinos apurando las piñas, el golpeteo sordo del pájaro carpintero…” De vez en cuando, recuerda, venía algún vecino de Boós, Torralba o Santiuste y hablaban de aquellos montes y sus gentes, apuntando en libretas sus historias e impresiones. En su cuenta twitter (@daviddcoba, con más de 5400 seguidores) publica fotografías propias, que ilustra con textos bien documentados y precisos. Nos hablan, comenta, de un mundo que se nos va y que él no ha vivido, “del ingenio y la gracia natural y casi inconsciente de aquellos hombres que jamás descuidaron la belleza y su espiritualidad.” En esos reportajes, tan variados como coloridos, canaliza su sensibilidad y sus inquietudes. A menudo, muestra detalles, que pasarían sin duda desapercibidos, de la variada y rica arquitectura popular de esta tierra, dinteles y labras, estelas y sillares reutilizados en las viviendas, majadas y apriscos pastoriles, historias perdidas y olvidadas… Cuando le preguntan de dónde le viene esta afición, recuerda inevitablemente y un tanto emocionado la infancia con su familia, sus veranos en el pueblo y, sobre todo, a su tío Roque Ortega, miembro de ASDEN, con quien compartió de joven muchas de sus andanzas. Lector apasionado de Antonio Machado y Gerardo Diego, lo es también de José Antonio Pérez Rioja, Miguel Delibes, Avelino Hernández, las hermanas Goig-Soler, Antonio Ruiz Vega, E. Pardo Bazán, J. Ortega y Gasset, B. Pérez Galdós y su “El caballero encantado” (1909), que transcurre íntegramente en la provincia de Soria. Destaca, en fin, las Tierras Altas del Norte y las del Sur, la música electrónica, la película de Mercedes Álvarez, “El cielo gira”, las ciudades de Sofía (Bulgaria), París, Segovia, Toledo,... Qué sería de Soria, se pregunta, sin las gentes y los poetas que la cantaron y la contaron. En esa misma labor, tan justa como reconocida, David rinde, con absoluto entusiasmo, su eterno homenaje personal a los pueblos y a las gentes de su tierra, bella, sabia y digna.


Eduardo Vázquez Pérez

Ana Vázquez García

María Ángeles García Piña

Creadoras de semillas

Hace unos meses, Julita Romera, Alpargata, nos entregó una ficha-semilla MOME, amarilla. La colocamos encima de nuestra mesa y comenzamos a jugar. Cuando llegamos a Cuellar de la Sierra, Eduardo (Soria 1977), uno de sus tres creadores, transportaba a su hija Ana (Soria, 2015), segunda creadora, en un carrillo de mano. Mª Ángeles (Santander, 1978), la tercera, nos recibió en su casa de piedra, blanca, iluminada y acogedora. Mientras Ana jugaba sin parar, nosotros charlábamos sobre el juego en el que, nos dicen, todas ganamos siempre: el individuo, la sociedad y la Tierra. 

Eduardo estudió en Las Pedrizas y en el IES Antonio Machado. Mª Ángeles en la escuela Ramón y Cajal de Guanizo y en el IES El Astillero. Se conocieron en la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Valladolid y los dos trabajan como arquitectos. Ana, alumna en Fuentelfresno, se acerca a nosotros y crea un Mome: un corazón.

El padre de Eduardo era administrativo y, la madre, auxiliar de clínica. Al de Mª Ángeles le gusta la ganadería, y su madre, Inés, trabaja en casa. Entienden la arquitectura como el lenguaje de las cosas mínimas: luz, materiales naturales,… A él, más soñador, le gusta la obra de E. Miralles y los “Chozos” de Cuellar de la Sierra; a ella, analítica, el menos es más de L. Mies van der Rohe y la arquitectura de tierra de Francis Keré. A los dos, los edificios eficientes y sanos.

¿Cómo cambiar el mundo?, se preguntaron. Pues de una manera divertida. Diseñaron, buscaron y encontraron Mome. Una clave: un taller de Dragon Dreaming (Madrid, 2013). Una metodología: “Soñar, planificar, hacer y celebrar.” Eduardo puso energía, tiempo y voluntad. Mª Ángeles, confianza. Ana, la maestría de jugar. Extendemos los 120 Momes -pétalos de La flor de la vida- sobre nuestra mesa de camilla. Pensamos, escribimos, leemos: un ramo de flores, un rebaño, el 1, la V,…

Mª Ángeles propone dos libros: uno de Víctor Frank, El hombre en busca de sentido, y Alicia en el país de las maravillas. Eduardo: Un cambio de mirada de E. Zarrias y Momo. Han viajado a Pekín, Nueva York, Europa (con Interail), Marruecos, Turquía,... Ella se queda con Roma, él con Kioto, aunque nunca haya ido. Ana con el pueblo de sus abuelos. Camarón y Mercé son los preferidos de Leles; Boyz II Men y Maríah Carey, los de Eduardo. Ana tiene un número: el cuatro; y un color, el verde; su padre elige el  morado, entre el rosa y el azul, y su madre el blanco. A Ana le gustaría ser mamá, profesora y arregladora de patinetes.

Mome es, aseguran, un regalo, un encuentro, un abrazo. Se puede cambiar por galletas, por un cuento, por un taller de música, por una bonita tarde de agosto,... Ha viajado a México, Nepal, Italia, Marruecos,... Le falta la celebración: un libro o una película.

Cogemos, agradecidos, la caja con los ciento diez y nueve momes. Falta uno. Rodó por el suelo. Ana sonríe. Se agacha, lo busca, lo encuentra. Nos lo entrega. Le preguntamos por su rincón favorito: los columpios. Nos enseña su invernadero. Salimos a la calle. Del Árbol de los deseos cuelgan ya algunos. La señora Ángeles nos saluda. Junto a la iglesia, El jardín de las presencias, de colores vivos. Ana sigue jugando. De las 120 semillas azules, grises y rojas brotan cinco corazones. Uno es el nuestro. Y tres, grandes, los de Ana, Eduardo y Mª Ángeles. La música es de Édith Piaff, la Môme. La vie en rose. Un juego ganador. Un honor y muchas gracias.

 

Elena Ortega Pinilla

Concertista de guitarra

Qué bien suena la guitarra de Elena Ortega Pinilla (Madrid, 1989) interpretando el Nocturno de Soria de Carlos Vences y acompañando  al Cuarteto Chagall en una actuación magistral. La primera está dedicada a Velilla de los Ajos, de donde son sus abuelos, Ángeles y Julio, agricultora y albañil, y su madre, maestra y administrativa. Su padre, de Añover de Tajo (Toledo), compartía la dirección técnica de una empresa de tratamiento de aguas. Elena fue buena estudiante en el C. P. Victoria Kent y en el Instituto Luyfe de Rivas Vaciamadrid, antes de ingresar en el Real Conservatorio Superior de Música de Madrid y licenciarse en Ingeniería Química en la ETSII UPM. Una etapa, entre la química y la música, muy bonita, nos asegura. Luego vendrían los Máster de Guitarra Clásica de Sevilla e Interpretación Solista de Música Española en el CSKG, los cursos y las clases con los mejores guitarristas del mundo.

Además de dar conciertos en solitario e impartir clases de guitarra, forma parte de agrupaciones de música de cámara, es concertino de la Orquesta de Guitarras de Madrid y miembro del equipo organizador del Festival Internacional de Guitarra de Madrid.

La música es para ella vocación y profesión. Requiere disciplina, trabajo y mucho sacrificio, asegura. Ha tocado en el Círculo de Bellas Artes, Ateneo de Madrid, Auditorio Centro Cibeles, los Reales Alcázares de Sevilla y en Split (Croacia), interpretando el Concierto de Aranjuez junto a la Orquesta Athanor. El entorno, al aire libre, junto al Adriático, era precioso, confiesa.

La guitarra es un instrumento muy versátil, nos dice. Ella tiene seis: cinco clásicas y una eléctrica. Aparte del clásico, le gusta el flamenco, el rock y el heavy… Pensando en Soria, destaca las Evocaciones de Antón García Abril, y, en particular, “Hoy es siempre todavía”, dedicada a Antonio Machado. Velillense como la primera, pertenece a la Asociación Cultural que, si la pandemia lo permite, además de las fiestas patronales, organizará en 2021 unas jornadas culturales en Semana Santa, con música, pintura y talleres sobre costumbres y tradiciones.

De su recorrido por Europa y América, destaca las ciudades de Roma, Florencia y Venecia. También Dubrovnic, en Croacia, por su cultura y su arquitectura. Lee novela histórica, ciencia ficción, a los clásicos,… Su libro: El Señor de los Anillos. Habla inglés y aprende algo de alemán, francés e italiano. Le encantan los idiomas. Su pieza musical para este año: la Elegía de Mertz.

Disfruta, nos dice, recorriendo los caminos de Velilla y sus alrededores. Nos habla de Pinares, de Tierras Altas, la Laguna Negra, y los pueblos del Jalón, que ha recorrido pegando carteles de Fiestas. Velilla, nos confiesa, es un remanso de paz y de buenas relaciones, “el silencio solo lo interrumpen las campanas y algún animal de vez en cuando”.  La gente colabora, los vecinos se ayudan, se organizaban y se organizarán cenas y comidas; se abrían y se abrirán debates inter-generacionales. En Madrid el ruido es continuo, confiesa.

Para ella, el problema de la despoblación viene de lejos y se sigue agravando, a pesar de la mayor concienciación. Nada supersticiosa, apuesta por el ocho, el viernes y los colores morado, rojo y negro. En perspectiva: un repertorio para Soria y una cita en febrero. Y la danza, la ópera, el teatro, la pintura y la gastronomía. Muchas gracias. ¡Feliz Año 2021 para todos los lectores y todas las lectoras de El Día de Soria!

 

Eliseo Gonzalo Postigo 

Presidente Asociación Barrio de San Pedro

          Nos espera Eliseo Gonzalo Postigo en la sede de la Asociación de Vecinos San Pedro, calle Pozo Alvar. El despacho, al fondo de un largo corredor, es sencillo y suficiente. Algunas fotografías antiguas en las paredes, y sobres con cartas para los vecinos sobre la mesa.  

          Nacido en Villaseca de Arciel (Campo de Gómara), este soriano de 77 años dedica su tiempo a la familia y a su barrio, que recorre sin perderse ningún detalle: bancos de piedra demasiado bajos en el parque; convento de San Agustín, junto al Duero; preocupación por las pinturas de San Nicolás,... Muchos días, nos dice, “subo al Ayuntamiento”. A preguntar, a proponer, a consultar. A hablar con el concejal Javier Antón, ahora diputado, uno de sus principales interlocutores.

          Cuando tenía 8/9 años, sus padres se trasladaron a Soria; a la Avenida de Valladolid. Y, desde allí, poco a poco, hasta San Pedro: calle Caballeros, Real y San Vicente. La vida laboral comenzó para él a los trece años, como aprendiz de fotógrafo en “Foto Studio”. Le gustaba aquel oficio. No insiste, pero se le nota. Luego vendrían la fábrica de persianas Siscart y la construcción. Cuenta, como anécdota, que, desde el tejado de una de las naves de la estación del tren, “veíamos el ir y venir del tren y de algunos actores” durante el rodaje del Doctor Zhivago. Lo apuntamos. Si fuera por vivencias, Eliseo tendría para llenar libros. Y todas las contaría con la sencillez con las que las ha vivido. Sanjuanero, fue, con su mujer, Mª Luisa Poza Moreno, Jurado de cuadrilla en 1998. Y guarda un magnífico recuerdo. Se divirtió y colaboró, como siempre, junto con todo su barrio y colaboradores. Sus cinco hijos, siete nietos, y pronto ocho, y un biznieto, son su otra vocación.

          Eliseo es un hombre prudente y llano. A él se le podría aplicar aquella frase de Max Aub: “La inteligencia no tiene remedio.” La suya es amplia, discreta, serena. Como diría Machado: digna. Solo así, junto a Bonifacio Gallardo Gil, al que menciona continuamente, y otros, y muchas vecinas, con nombres y apellidos, han podido ver realizadas, para la ciudad, actuaciones posibles: márgenes del Duero, Soto Playa, San Saturio, Lavadero, San Nicolás,… Y el semáforo de la Cuesta Serena, que ha evitado, desde que se colocó, muchos problemas. “La gente se queja, pero antes los accidentes eran diarios”, afirma convencido. Nunca ha dejado de compartir soluciones con alcaldes y alcaldesas, aportando siempre: paciencia, experiencia, buena voluntad y perseverancia.  

          Presidente de la Asociación de San Pedro desde hace 19 años, y seis de tesorero, su barrio celebra este año el 25 aniversario. Y tiene nuevas propuestas: cubrir San Nicolás; mejorar la entrada a la ciudad desde el puente, más aparcamientos y los suelos de la calle Real y plaza de Santa Catalina. Sin olvidar la placa de la Fuente de la Paciencia, ni el convento, por supuesto, de San Agustín.

          Eliseo fue siempre un hombre de la HOAC. ¿Don Vicente Jiménez?, se pregunta: “Amigo desde que era cura”. También de Goyo Alonso, con quien ha compartido reuniones, actividades ciudadanas y la creación y desarrollo de SORIA, YA.  “Yo estuve en el simulacro de la perforación del túnel de Piqueras.” “Victimismo, victimismo,…”, repite. “Te tienes que quejar. Tienes que exigirlo.” Con respeto e inteligencia. ¿Qué personajes le han marcado impactado más?, le preguntamos. “Los poetas, Gaya Nuño”, replica sin dudar. Así suena la voz de la Soria agradecida.

          Antes de despedirnos, nos enseña dos despachos más: la sala de juntas y la biblioteca; y el almacén de los Gigantes y Cabezudos. “Antes salían fuera también, pero la crisis…”, se lamenta.

          En el salón de actos y gimnasio, junto a la escalera, Eliseo nos da cuenta de todas las actividades que allí se realizan y lo importantes que son para los vecinos. Y del futuro. Del relevo. De la gente joven. Y, sobre todo, aunque no lo diga, de lo agradecido y orgulloso que se siente de San Pedro y de sus poetas.

           

 Enrique García Garcés

Fisioterapeuta

Presidente de la Asociación Cultural Nuestras Fiestas de San Juan, a Enrique García Garcés (Soria, 1972) siempre le ha atraído el mundo del deporte y, desde hace unos años, la recopilación de documentos de la historia reciente de Soria. Abre el ordenador, teclea un nombre y aparecen un sinfín de documentos asociados a fiestas, usos y costumbres: cuadrillas, carteles, libros, periódicos, fotografías, documentos,… Le ayuda su padre, Feliciano, de Aldehuela de Periáñez, impresor en Hogar y Pueblo, Gráficas Sorianas, Campo Soriano y Grafinso, hijo a su vez de Agustín, que regentaba una zapatería en la plaza Fuentes Cabrejas. Su madre, Maricarmen, de Ledesma, se acerca para hablarnos de las muchas cosas que sabe y ha enseñado a su hijo. Una gran familia de La Barriada.

Buen estudiante, terminó la primaria en Las Pedrizas y el bachillerato en el Instituto Antonio Machado. En 1990 se matriculó en la primera promoción de la Escuela de Fisioterapia (CUS) y en ella acabó su carrera. Durante aquellos años, trabajaba en lo que podía. Eran cinco hermanos, tres chicas y dos chicos, y todos colaboraban con la familia. Su primer trabajo profesional, de 1993 a 1997, lo obtuvo en la Selección Española masculina junior de Voleibol, con sede en Palencia. Trabajo de paciencia y compromiso, psicología y enlace entre el cuerpo técnico y los deportistas. En 1997 abrió la primera consulta privada en la calle Caro. Dos años después, fue contratado por la Federación española de Judo. Y así pudo estar en las olimpiadas de Atenas y conocer países como Corea, Egipto, Japón,... Ahora mismo es vicepresidente del Colegio de Fisioterapeutas de Castilla y León, profesor durante varios años en la Escuela de Soria. Su trabajo, su vocación, nos dice, tiene relación con el cuerpo y con el alma.

La afición por la recopilación de documentos sorianos le vino gracias a un paciente, Javier Delgado Encabo, que quería publicar y registrar un vídeo, realizado por su padre, Francisco Delgado, locutor de Radio Juventud, sobre las Fiestas de San Juan de 1965. En su memoria y en la de su ciudad, cedió el documento al Ayuntamiento, organizándose con ese motivo una exposición sobre las Fiestas de San Juan, con la colaboración de Julián Lallana, Joaquín Alcalde, Paco Parra, Celedonio Martínez, Santiago García, “Ferrus”, Gustavo Encabo,…

Más tarde, potenció, con Ana Mallo, su mujer, de Tardelcuende, la reapertura del cine “El Pinar”, formando parte de la asociación “Gaya Nuño”. “Masaje en el deporte, I y II”, “Técnica física en fisioterapia”, “Técnicas manuales en la recuperación del deportista”, son los títulos de los cuatro libros que ha publicado. Gestiona, con su marca ABDfisioterapia, distintos canales (más de un millón de visitas) en internet, y todos ellos relacionados con su tierra: “nuestrasfiestas”, “Sanjuanoteca”,  “COSAS DE SORIA”, “Tardelcuende”. Sus proyectos, comenta, pasan por digitalizar cuantos documentos le lleguen a sus manos, crear un google soriano y poner en marcha el Centro de Interpretación de los Sanjuanes.

Enrique García viaja siempre que puede con sus hijos, Izan y Pablo, y su mujer, que participa con el mismo entusiasmo en todos sus proyectos. Le encantó Pekín, por la seguridad en sus calles y su cultura diferente. En España se queda con Salamanca y Málaga. Y, por su puesto, con Soria, su casa, sus personajes, sus reivindicaciones y todas sus apuestas de presente y de futuro. 

 

 Enrique Beltrán De la Ascensión

Fotógrafo

Enrique Beltrán nació en Brias en 1955. Su padre regentaba la farmacia del pueblo y, más tarde, las de Retortillo y Serón. Era, nos dice, un lector empedernido. Su madre, Manuela, fue maestra de Brías, Galapagares y Alalo. Tiene una hermana, Manuela, y tres hermanos, Gregorio, Segundo y José. Su hijo Arix es oficial en una fábrica de aluminios, y Alba, su hija, geógrafa en una empresa de energía. Buen estudiante, aunque de última hora, los estudios primarios los hizo en Serón, en casa y en la escuela, el bachillerato en el Machado y magisterio en las Anejas.

Su afición a la fotografía le llevó a aprender revelado en la Sociedad Fotográfica del Duero, situada en el Collado, por donde pasaron todos los fotógrafos actuales de Soria. Él fue su último presidente. Tras un año en Montoya, compró con su exsocio José Antonio Lacarta el local de la Plaza del Rosel. El negocio analógico funcionaba, confiesa, “el digital lo ha cambiado todo.” La fotografía es para él “un medio de vida y una satisfacción de 40 años.” A través de su objetivo ha visto evolucionar la sociedad soriana a todos los niveles. Colaboró en su día con Soria Semanal. Más tarde, creó, entre 1995 y 2003, Televisión Rosel, a través del canal 42 de Telemadrid, retransmitiendo acontecimientos puntuales: San Saturio, partidos del Numancia… Y los Sanjuanes con la colaboración de José Luis Bravo, Angelines Reglero y Luis Naveda. Corresponsal de Antena 3, trabajó para el Grupo Atlas y colaboró con el programa de TVE: “Así son las cosas”. Soria, asegura, es una ciudad importante y cómoda. Se ha llevado bien con todo el mundo. Lamenta únicamente la falta de ayuda al pequeño empresario.

Al margen de la fotografía, tiene ocho perros, gallinas y árboles frutales de distintas clases (Golden, Verde Doncella,…) en su finca de Los Rábanos. Hace unos años tuvo perros de trineo: Malamutens, Huskys, Alascanos. En la nieve, conduciéndolos, ganó 6 medallas de oro en los Campeonatos de España en la modalidad de sprint, fue subcampeón de Europa en 1996 y del mundo de media distancia en 1999 en Eslovaquia. En Navidad, recorría el Collado y en la Cabalgata fue unos años detrás de los bomberos. En Oviedo paseó a niños en la plaza Longoria Carbajal y en 2003 participó en la inauguración de la pista de nieve SnowZone (Xanadú). Todos los años, nos cuenta, trae en trineo al Papá Noel en la fábrica farmacéutica de Aranda de Duero.

Afable, discreto, pragmático, optimista, destaca como personaje a Aurelio De Barrio Martín, halconero de Félix Rodríguez de la Fuente, hombre fundamental, asegura, en aquellos reportajes. Las judías pintas con oreja y un flan como los que hace María, su mujer, tan fotógrafa como él, son su plato y su postre favoritos. Rello, afirma, es el mejor rincón de la provincia. Austria le pareció un país excepcional. Nos habla del chiquiteo de San Sebastián y de los bares de El Ferial: los mejillones de El Montico, las croquetas de El Iruña.... Adolescente, leyó todas las novelas de Lafuente Estefanía. Ahora su debilidad son los folletos de cámaras fotográficas. El cine es para él un pasatiempo, pero elogia “Los santos inocentes”, el cine de Saura y Buñuel, y, sobre todo, la película “El milagro de P. Tinto” de Javier Fesser. Le gusta toda la música de Sabina, Janis Joplin y los Rollings. Profesional y personaje, deportista y reportero, ha recopilado con devoción y entusiasmo un patrimonio de imágenes de auténtica leyenda soriana.

 

Esther Elío Grau

Profesora

Esther Elío Grau nació en Duruelo de la Sierra (1937), en donde su padre, José María Elío, farmaceútico durante muchos años, hijo de Eduardo Elío de la Llave, da nombre a una de sus calles, en recuerdo permanente a su humanidad  y a su firmeza en momentos muy duros. Alumna interna, profesora de francés en el Colegio Sagrado Corazón, Esther Elío, no dejó nunca de ser ella misma. Una mujer humanitaria y feminista, como Simone de Beauvoir, de quien leyó, “hace muchos años”, su libro “El segundo sexo”. Feminismo de la igualdad. “Así se lo explicaba a mis alumnas”, insiste. Desde el mirador de su casa de la Plaza de San Clemente, vemos la Plaza de San Esteban, con el Centro Gaya Nuño, a la izquierda, y el Banco de España, en frente. Un magnífico rincón soriano que debería trascender a nivel nacional e internacional.

Esther Elío Grau – de apellidos navarro y valenciano-, ha sido siempre, confiesa, una mujer respetuosa. Comprometida con la cultura, el conocimiento, y las iniciativas solidarias. “Ahora, como soy tan vieja, no me quieren en ningún lado.” Abuela de cinco nietos, madre de cuatro hijos, Esther es todavía, para mucha gente, la “señora de la bicicleta”. De Soria a Cidones, por ejemplo, en donde su marido, Antonio Arjona, amaba el campo y cuidaba de sus animales domésticos. Viajera, peregrina, no ha parado todavía de sumar países, continentes, paisajes cambiantes, gentes y culturas memorables: Ghana, Burkina Faso, Tanzania, Costa de Marfil, Suecia, Dinamarca, Rusia, EE.UU., Costa Rica, en donde vive su hermano,... En caravana, nos dice, “llegamos a recorrer un mes de un verano más de 6000 kilómetros”. Pero, le preguntamos: ¿tu ciudad preferida?: París. La mayor parte de su vida la ha pasado en Soria. Una ciudad que le gusta, rica en actividades culturales, de las que no se pierde casi ninguna. Habla con alegría y sencillez. Cuenta y no pararía. Sí, fue profesora auxiliar en la EOI Central de Madrid, durante dos cursos (1963-1965), y uno (1978-1979) en el Centro Asociado de ese mismo Centro de Soria. Y tradujo, en 1964, un libro (El trabajo) de Jean Ousset y Michel Creuzet. Su padre, nos recuerda, “se sabía El Quijote casi de memoria, pero yo no he podido terminarlo”. El suyo fue siempre: “El Principito”, de Antoine de Saint-Exupéry.  ¿Por qué?, le preguntamos. “Porque transmite muchos valores”. También “L´étranger” (El extranjero) de Camus. Y muchos otros. Lo importante, para ella, son los valores. Los mismos seguramente que defendía su parienta María Luisa Elío Bernal (Pamplona, 1926-México, 2009), a la que Gabriel García Márquez dedicara su “Cien años de soledad”.  No, nunca ha coincidido con ella, se lamenta. Le decimos que, por lo que nosotros hemos leído, se parece mucho a ella. Y nos anuncia, con orgullo, que, en el programa del próximo año de la UNED, figurará su magnífica película autobiográfica “En el balcón vacío”. Y que será presentada por su hijo Joaquín. Una visita verdaderamente emotiva e inolvidable.

Discreta, dueña de sus anhelos, Esther Elío ha hecho de la Asistencia Social, como voluntaria, otro relato importante de su vida. Le gustaría destacar su voluntariado en la cárcel de Soria, dirigiendo semanalmente un taller de valores humanos. Cahors, la ciudad francesa, suma otra etapa más de su experiencia vital. Animada por la profesora Alberte Bergougnoux (Colegio “Notre Dame”), Esther Elío organizó intercambios escolares (más de seiscientas alumnas y alumnos) durante veinte años. Militante socialista, en fin, durante muchos años, formó parte de su Comisión de Garantías, fue Secretaria de igualdad, y candidata en más de una ocasión.

Le pregunto, para terminar, si, como responde María Luisa Elío al periodista Víctor Núñez Jaime, (El País, 21 abril 2014), ella también disfruta de la soledad. La respuesta es un sí rotundo. Esa soledad activa, que tiene mucho de lucidez, “de gloria”, cuando se disfruta, como Esther Elío, durulense y soriana, todos los momentos de todos los días, con respeto y discreción.


Esther Vallejo de Miguel

Profesora

Maestra, licenciada en Filología Hispánica, profesora de Bachillerato, Gobernadora y Subdelegada del Gobierno en Segovia y Senadora por Soria, Esther Vallejo de Miguel (San Andrés de Cameros-La Rioja-, 1944) es una mujer con personalidad, que cree en la libertad de las personas, rechaza los adoctrinamientos y busca la mejora de los individuos y de la sociedad. Discreta, su vocación por la enseñanza iba siempre unida a su apoyo a todas las manifestaciones que enriquezcan la cultura y el conocimiento.

Cuando tenía un año, su familia se trasladó a Aranda de Duero. A su padre, Francisco, un tanto filósofo y celador de telégrafos, le gustaba la naturaleza y, sobre todo, la apicultura. San Esteban de Gormaz fue el siguiente destino, hasta afincarse en Valdealvillo (Soria). En su escuela Esther inició su larga carrera de aprendizaje. Era aplicada, nos dice. ¿Sabes por qué?, nos pregunta. La respuesta la da ella: éramos una familia humilde.

Esther tiene un hermano, Alfredo, dos hijos y dos nietos, Blanca y Pablo. Es una mujer sencilla, práctica, que no necesita mandar, que comprende lo popular como algo consustancial con cada pueblo. Así, en Segovia defendió el encierro en el barrio de San Lorenzo, tras el compromiso de las peñas de garantizar la seguridad del vallado. Un ramo de flores selló su apuesta por la tradición y la modernidad.

Esther Vallejo se siente soriana, “camerana”, de la tierra en la que un año, en febrero, nevó todos los días. Un día su padre se adentró en la sierra, con raquetas, en busca de un compañero. Hubo que ir a buscarlos, y los encontraron casi congelados.

Su madre era una mujer sencilla, a la que le gustaba coser. Gobernaba la casa con paciencia y con inteligencia.

El bachillerato lo hizo en el Instituto Machado, a quien profesa tanta admiración como a Gerardo Diego, del que recopiló su poesía soriana en su libro “Soria sucedida”. Publicó un libro antológico de 60 poetas que habían escrito sobre Soria. El Magisterio lo terminó también en Soria. Aprobó las oposiciones a magisterio en Barcelona. Su marido, Eusebio Mínguez, que había nacido en Valdealvillo, se encontraba estudiando en la ciudad condal y ella prosiguió, gracias a una beca, sus estudios de Filología Hispánica. Barcelona era una ciudad abierta, cosmopolita y tenía una vida intelectual muy intensa. A sus 19 años, vivía, asegura, “como un hombre”. Trabajó por aquel entonces en la Academia Santa Teresa. Luego estuvo un año en Murcia y tres en Puigcerdá, donde solía esquiar y pasar a Francia. Allí aprobó las oposiciones a profesora de bachillerato. Su primer destino, como agregada de bachillerato, fue Santo Domingo de la Calzada, antes de obtener la plaza del IES Castilla (1980-2000), del que fue directora. Durante todo este tiempo su marido fue catedrático de latín en el Instituto Machado. La conciencia ha sido su guía toda la vida. Junto con su marido y otros compañeros organizó el sindicato CSIF-Educación de Soria, del que fue representante en la Junta de Personal.

De sus cuatro años en Segovia y ocho en el Senado le queda una buena relación con todo el mundo. Segovia, afirma, tiene una vida cultural muy rica.

De su paso por el Senado habla muy bien de dos personajes conocidos: Pilar del Castillo y Jordi Sevilla.

Sus lecturas tienen siempre mucho que ver con el poso humano y ético. Su preferencia va para la novela rusa: “Amo y criado” de Tolstoi. Su último libro leído se titula “Literatura y disidencia: de Mayakovski a Soljenitsin”, del escritor rumano Vintila Horia. ¿Una película? El doctor Zhivago. Le gusta viajar y ha visitado Moscú, San Petersburgo y su grandioso museo del Hermitage. Su ciudad sería Praga. Y también París. 

Actualmente sigue dando clases de distinta temática, para personas mayores, en los “Centros de Cultura Popular”.

Soriana, destaca a Valdealvillo en la provincia. Y en la capital las riberas del Duero, Santo Domingo y San Juan de Rabanera, donde se casó.

Sus personajes: el soriano Julián Sanz del Río, difusor del krausismo en España y todos los sorianos y sorianas.

 

Eva Caballero Peláez 

Gestora cultural y actriz

Nacida en Soria en 1978, Eva Caballero Peláez tiene dos hermanos: Carmen y Pablo. Su padre, Pablo también, nació en Ontalvilla de Valcorba. Su madre, Carmen, es originaria de Cervera del Río Alhama (La Rioja). Eva estudió en las Escolapias hasta 3º de BUP, terminando el COU en el IES Castilla. No era de grandes notas, nos dice. Le gustaban sobre todo las asignaturas creativas: música, dibujo y plástica. Pero también las matemáticas, añade. Tras los dos primeros cursos de Empresariales en la UNED de Soria, se trasladó a la Complutense de Madrid para completar su formación con cuatro años de Administración y Dirección de Empresas. Pero ella quería ser actriz. De manera que, a sus 23 años, cogió el avión y se plantó en Dublin, para estudiar teatro en The Gaiety School of Acting. No conocía el inglés, pero, poco a poco, mientras trabajaba como dependienta en una tienda de ropa, camarera, administrativa, fue aprendiendo y practicando.

Al terminar los cursos allí, junto con un director y alumnos de la escuela,  pusieron en escena, en el parque de St. Stephen's Green, y casi diariamente durante un mes,la alocada versión del clásico de Shakespeare “A Midsummer Night's Dream”. También tuvo experiencias teatrales con gente española. Nos cuenta que montaron en castellano, con subtítulos en inglés, una obra titulada “Divorciadas evangélicas y vegetarianas”, que estrenaron en un pub de la capital irlandesa. Le gustaba la vida cotidiana de la capital irlandesa, parecía, nos comenta, a la soriana.

De regreso a Madrid, siguió estudiando teatro en el Espacio Guindalera, situado en el barrio de Salamanca, cogestionando a continuación un espacio teatral, y  fundando después, junto con Ángel Malaga, el Espacio Labruc, en donde, durante tres años y medio, mostraron y crearon piezas de teatro contemporáneo, de vanguardia, y performance, en la Calle La Palma en pleno barrio de Malasaña.

A su cierre -vivido por ella como un final de etapa -, continuó con el mismo afán en la Interacting Theatre Company, junto al Manzanares.

Gestionar, innovar, abrir nuevos caminos sin pausa y con ilusión fueron siempre sus señas de identidad. Como explica en el programa del “Festival entre Pinares”, organizado por ella misma en Navaleno, su objetivo es ahora el de “llevar arte y cultura a los pueblos; crear un espacio de convivencia entre la cultural tradicional y la actual”.

Soria, afirma, “es un nido a explorar dentro de la gestión cultural”. Así,  tras crear su propia empresa, “Creando por Soria”, va aportando su experiencia creativa en proyectos como “VI Festival Soria Clásica”, “Rural Experimenta” y “III Foro sobre cultura y Ruralidad”.  El próximo: las “Residencias artísticas”. Una beca, patrocinada por ella misma, para tres personas que desarrollen actividades artísticas, durante un mes, en un pueblo de Soria.

Practicante de yoga, adora los largos paseos junto al Duero, el Alto de la Dehesa, El Mirón,... Atrevida, aventurera, un tanto supersticiosa, nos dice que sus números preferidos son el 3, el 7 y el 11, y el rojo, pasión, su color. Le gustaría conocer Japón, nos comenta, por su zen, su tranquilidad, su exotismo, tras haber viajado ya a Cabo Verde, Cuba o Italia. Admiradora de Almodovar, destaca su Mujeres al borde un ataque de nervios, y dos películas más: Beautifull Girls (1996), Smoking Room (2002). Entre sus autores favoritos cita los nombres de Angélica Liddell, Rodrigo García, Marina Abramovic, Tirso de Molina y Shakespeare. Le gusta asistir a festivales de música y nombra a grupos como Arcade Fire (Ready to stant), Standstill (Adelante Bonaparte), La Bien Querida y Love of Lesbian, y al cantante Andrés Calamaro. Soria, nos asegura, “tiene mucha vida”. Crear, por Soria, forma parte a partir de ahora de sus objetivos más sentidos e inmediatos. No le falta experiencia. La suerte la tiene merecida.


Eva Lavilla Rey, Laura Hernández Marín

Javier Martínez Romera, Javier Arribas Pérez

Proyecto 1585

Aunar conocimiento y capacidad se demuestra indispensable a la hora de conseguir, con trabajo y dedicación, objetivos tan sorprendentes como la recreación (Proyecto 1585) de la antigua iglesia del Espíritu Santo del Colegio de los Jesuitas, hoy Instituto Antonio Machado. El equipo ha estado formado por cuatro de sus profesores: Javier Arribas Pérez, Laura Hernández Marín, Eva Lavilla Rey y Javier Martínez Romera.

Eva (Zaragoza, 1973), profesora de Historia, madre de una niña de 12 años, de nombre Violeta, que pronto comenzará la ESO, realizó todos sus estudios en Zaragoza. Sus padres, Jesús y María Pilar, nacieron, respectivamente, en Valdehorna, cerca de Daroca, y San Vicente, pedanía de Caldearenas (Huesca). Siempre, nos dice, ha estado asociada a grupos de trabajo y proyectos de investigación (“Emocionarte”, “Custodios de la Historia”, …). Le gusta enseñar, le apasionan los retos, la igualdad, servir y colaborar. Coordinadora de igualdad del Centro y delegada sindical, su tarea ha consistido en documentar artísticamente el estilo y la apariencia de la iglesia.

Laura (Soria, 1988), profesora de Tecnología y Dibujo, se formó en el IES Antonio Machado y en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de la UVA. Del Instituto recuerda a Apolinar, su profesor de dibujo, y a Inés, su profesora de Tecnología. Enseñar, asegura, le aporta “energía y aprendizaje constante.” Sus padres, Antonio y Mª Amparo, nacieron en El Royo y Soria. Nos habla de su hijo Alen y de su implicación decidida en este proyecto, trabajando con ganas en estudiar las diferentes hipótesis, dibujar los planos y modelar la iglesia en 3D. A las dos les gusta viajar. Laura destaca París, “por su arquitectura, estética y sabor”, las pirámides de Chichén Itzá, Granada,… Entre sus preferencias, la canción “Marea”, la película “El indomable Will Hunting” y la literatura fantástica. Eva busca en sus viajes reconocer lugares, obras estudiadas y comprender mejor cualquier cultura. Roma y el Panteón de Agripa, Madrid, y la escultura “Julia” de Plensa son ciudades y obras que le emocionan. El tipo de lecturas varía “según la época de mi vida”, nos comenta, Alterna ficción con ensayo. “En este momento leo un libro sobre el Paris de entreguerras, “La otra mitad de Paris” de G. Scaraffia y otro sobre Rusia, “El mago del Kremlin” de Giuliano da Empoli.” Su disco: “El Madrileño” de C. Tangana, aunque últimamente escucha bastante a Guitarricadelafuente, y su película, “Blade Runner”. Eva y Laura coinciden en que “los cuatro integrantes del Proyecto hemos trabajado de forma conjunta y coordinada aprendiendo unos de otros.” Su objetivo colectivo: “dar luz al increíble patrimonio olvidado de Soria.”

Javier M. Romera, del Departamento de Historia, ha aportado paciencia, rigor en los datos y esa pizca de pragmatismo y talante positivo que le caracteriza siempre. Javier Arribas, del Departamento de Plástica, ha contribuido a “recuperar el recuerdo” de esta iglesia sumando sus probadas cualidades de “generador de contenidos artísticos” a su capacidad -como nos dijo una vez en esta misma página- “de visualizar lo ocurrido”.

Y así, a partir de pequeños detalles, de una trampilla sospechosa, de unos accesos camuflados, este grupo de investigadoras e investigadores ha ido hilvanando, paso a paso, un proyecto innovador, de gran categoría y de muy largo recorrido. ¡Enhorabuena!

 

Eva Muñoz Herrero

Diputada Provincial

Antes de pasar el fuego el Día de las Ánimas “nos animamos entre nosotros”, comenta Eva Muñoz (Seesen, Hannover, 1974). La primera vez tuvo miedo. Ahora, no. Mi paso, nos explica, “es el de paseo, y nunca me he quemado. Son segundos en los que mi cabeza vive sensaciones de poderío y soledad. El cuerpo lo acusa después durante unos días.” Su participación, nos dice, forma parte de un compromiso sentido con la cultura soriana.

Dos meses tardó en llegar a Covaleda, recién nacida, con su madre y los apellidos de su tutor y tío. Eran aquellos tiempos. Sus padres, Rosa y Dionisio, trabajaban juntos en una conservera de la ciudad alemana y se casaron en 1975 en la iglesia de Covaleda. Él había nacido en el Barrio del Cristo de Palencia y ella en la calle Peña Pico de Covaleda.

Eva tiene tres hermanos, Dionisio, Quique y Julio, y dos hijos, Rosa, alumna del IES Antonio Machado, y Álvaro, del Trilema. Alberto, su marido, agricultor, es alcalde de Retortillo desde hace treinta y un años. Se conocieron cuando Eva fue a abrir en 2003, primero como auxiliar y luego como supervisora, la residencia de ancianos “Virgen del Prado”. Más tarde dirigió la de Santo Cristo de Atienza (Guadalajara).

Alumna del CEIP Manuela Peña y del IES Picos de Urbión, aprobó la selectividad, se matriculó en Psicología (UNED) y se diplomó finalmente como auxiliar de clínica y técnica de emergencias sanitarias en el Politécnico. Nos habla de los años de crianza de sus hijos, de Inés San Juan, de las amigas y la hermana de su madre, de su abuelo Julio, albañil, y de su abuela Petronila, ya con 94 años, pilar fundamental de su vida, que la animaba siempre con refranes antiguos: “Por pequeño que sea un poste, nunca se ha caído una casa.” Desde 2019 es concejala de Covaleda y Diputada de Servicios Sociales de la Diputación. Ha trabajado en la Cruz Roja, Hospital, y, en sus años de residencia en Burgos, en paliativos y cirugía del Hospital San Juan de Dios. La cultura de la muerte, confiesa, le llama poderosamente la atención.

Comenzó a colaborar en el Día de las Ánimas en 2015 poniendo su casa a disposición del actor Ramón Langa, invitado a leer la leyenda del Monte de las Ánimas de Bécquer. El Festival, propio de Soria, lo asocia ella con la Fiesta de Samain de Tiermes. Desde entonces, sigue colaborando como una Cicerone con entusiasmo y disponibilidad. Este año acogerá a Nuria Mediavilla y pasará el fuego, una manera, insiste, “de autoafirmarme, trascender, un regalo.” La cabeza vence al fuego, asegura. Comentamos muchas más cosas durante largo rato. El sufrimiento es peor que la muerte, asevera. Eso mismo pensaba André Malraux (La condición humana), le decimos.

Optimista, trabajadora, géminis, feliz, conoce todas o casi todas las iglesias de la provincia. Encuentra, en su interior, un espacio de paz y de espiritualidad. De su pueblo destaca el Campamento, Peña Pico, el otoño, el Urbión, tan cerca del cielo. Y Antonio Machado, Michelle Jenner, James Dean, como personajes, México, por el culto a los muertos, París, por ser una ciudad especial, la canción “Il mondo”, interpretada por Jimmy Fontana, La M.O.D.A, todas las expresiones del arte, todos los idiomas, Obama, Clara Campoamor,… Siempre le ha gustado escribir. Y las patatas a la importancia y el arroz con leche. Supersticiosa, el 2 y el 12, el morado y el miércoles son sus números, su color y su día de la semana. Su lema: “Creo en un/un mundo mejor”. Suerte.

 

 

 Fátima Reglero Heras

Jurada y diseñadora

Ayudanta de cocina en el Hospital Santa Bárbara, propietaria de la tienda REGALOS, en la calle Fueros de Soria, con la ayuda de Begoña, su madre, Fátima Reglero Heras, Jurada de la Cuadrilla de Santiago, es además biznieta de Marcelo Reglero Pérez, Jurado de “Santiago y Las Casas” en 1917, administrador, director, propietario de “El Porvenir Castellano”, fundado en julio de 1912 por un grupo de intelectuales de la época, entre los cuales se encontraba Antonio Machado. A mis padres, nos dice, “les hacía mucha ilusión que fuera yo este año”.

Fátima Reglero nació en Soria, en la calle San Pedro de Osma, en 1983. Alumna de las Escolapias (Primaria y EGB), acabó un módulo de “Arte Final” en la Escuela de Arte. Su vocación, sin duda, el diseño personalizado: papelería, invitaciones,... Para bodas, comuniones, etc. Al gusto de sus clientas, siempre exigentes, a las que ella aporta su profesionalidad y buen gusto, aprendido en su familia de impresores, y periodistas como su prima, Verónica Reglero. Como le dice su marido: “El mundo boda”. Cordial, segura de sí misma, atrevida, ser Jurada para ella es una aventura ilusionante. Responsable, generosa, por otra parte, controla toda la fiesta con seguridad y absoluta dedicación. Comentamos la problemática de las cuadrillas, pero no insiste demasiado. Prefiere hablar de la caldera que Raúl Romero y Rubén Hernández tienen ya preparada. Del santo que, según nos asegura, “tiene que llevar gallina”. De sus Cuatros, Raúl Larrad, Rebeca de Pablo, Raúl Hernández y Alberto Heras, que portarán al Santo y la ayudan en todo. Sanjuanera desde niña, le encanta la Saca, pero, confiesa: “me da mucho miedo”. ¿El Viernes de Toros?: “El día que mi marido se va de fiesta y yo me quedo con la niña.” Para el Sábado Agés ya tiene a sus subastadores: Eduardo Soria, y Ernesto López, Suso Seca Gil, Sergio de Miguel, del grupo “Soria Olímpica”. Siempre ha desfilado en el Domingo de Calderas con su Peña “El Cuadro”. Le preguntamos, curiosos, por el vestido que lucirá ese día. “Será cómodo” nos informa. ¿El Lunes de Bailas,  el “Adiós, Adiós San Juan”? Nos mira y resume: “Llorará el Jurado.” La experiencia, asegura, ha sido maravillosa. Ha disfrutado, ha honrado a su barrio, al Santo, a su bisabuelo Marcelo, regente, entonces, del Teatro Principal, promotor de la Escuela de Artes,… ¡Misión cumplida! Dispuesta como él a toda clase de compromisos, seguirá diseñando el cartel de la Operación Bocata de Manos Unidas. Entre sus premios, el Concurso, en dos ocasiones, de la Semana Santa soriana. Ahora no participa. Su padre, José Reglero, Hermano Mayor de las Cofradías de Soria, no la deja. Honestidad machadiana. El nombre de Antonio Machado sigue presente en los recuerdos de su familia. El último: la foto del homenaje de 1932. Su abuela, Encarnación Sanz, está justo detrás del poeta.

San Saturio es su lugar preferido de Soria. Numantina, estuvo en Barcelona en 1996, y su hija, con cuatro años, ya es socia. Nada supersticiosa, el toro de su cuadrilla, “Profesor”, lleva el número 77, se casó en San Juan de Rabanera en 2007, un siete de julio, a las 17,00 horas, con el Jurado, Benjamín Aragüés Alonso, llevando un ramo de 7 rosas, las mismas que llevaba el día del Catapán, y las del centro del Sábado Agés. Lee la prensa, las noticias de Soria. Sigue las redes sociales. Y le gusta escribir. Lo apunta todo en sus particulares agendas temáticas. ¿Un cantante? Antonio Flores: “No dudaría”. Y una película: “Primos”. No ha viajado mucho, pero conoce Portugal e Italia, Roma, adonde, en el año 2000, fue a ver al Papa Juan Pablo II. Eran sus años de catequista. Si tuviera que volver, sería a Venecia.

Fátima Reglero Heras se despide. El local de su cuadrilla ha sido un homenaje a las fiestas y a su bisabuelo. A los vecinos y vecinas del Calaverón, y a todas las personas que, desde el mes de abril, han colaborado y disfrutado con ella en perfecta armonía. Seguro que dentro de cien años otra Reglero seguirá la tradición. ¡Feliz fin de Fiestas!


Fermín Manuel Sanz López

Alguacil

Fermín Manuel Sanz (Soria, 1957) y Gerardo Fernández (Libran, Toreno, 1953), presidente y Vicepresidente de la Peña Barcelonista Soriana (1992-2022), nos reciben en su sede, repleta de trofeos y fotografías, del Paseo de Valobos. Sabios y llenos de vitalidad, seguirán colaborando, junto a socios y directiva, con las Fundaciones Samuel Eto´o y Sor Lucía Caram, Aspace, Alcer, AECC, Banco de Alimentos, UNICEF, etc. Durante la pandemia, recuerda Gerardo, “lo hicimos junto a las peñas del Atlético de Madrid y Real Madrid para comprar mascarillas, guantes, etc., que donamos a la Seguridad Social.”

El padre de Manolo, Fermín, nació en Morón de Almazán y trabajó en la construcción y Panesa. Pedro, el de Gerardo, lo hizo en el campo y en la mina. Las dos madres, Francisca, de Úbeda, y Josefa, berciana -que cumplió 103 años-, tuvieron cada una ocho hijos. Manolo estudió en La Arboleda, Sagrado Corazón y Casa de la Tierra. Tenía buena memoria, pero no le gustaban las matemáticas. Fue pastelero, empleado de Persianas Siscart, construcción, cementerio de Soria y ahora en Fuentelsaz, el pueblo de Azucena, su mujer, como alguacilillo. Gerardo aprovechó bien sus estudios y trabajó como delineante en Talleres Santamaría y Telefónica.

Optimista y gran conversador, nos cuenta Manolo sus avatares con la salud y el viaje terapéutico en un barco, construido en Aldealafuente por David Wagner, que emprendieron él mismo, Tomás, David, su nieto, y una furgoneta de apoyo, desde el Soto Playa hasta Oporto en 23 días. Recuerdan a Eduardo Jesús, hermano de Manolo, presidente entre 1996 y 2015. Y a José Luís Sanz Pacheco, fundador y presidente entre 1991 y1996. Tanto entusiasmo colectivo fue reconocido en 2017 por la Asociación de la Prensa Deportiva soriana.

Manolo no concibe esta vida sin la música. Tiene miles de fotografías de Soria y provincia. Participa en La Saturiada, es hermano de la Cofradía del Santo Entierro, socio del Bullicio y lector de Antonio Machado y José Mª Martínez Laseca. Nos enseña fotos de su visita a la tumba de Machado para hermanarse con la Peña BARÇA de Collioure. Gerardo ha tenido dos hermanos y una tía en Cormeilles (Francia). Sus hijos, Pedro José y Alfredo, son técnico de telecomunicaciones e informático. Su nieto, Yeray, de dos años, es la alegría de la familia. Nos cuenta que llegó a Soria un 6 de enero, cumpleaños de su mujer. Tenía billete para Barcelona, pero su hermano Gabriel le comunicó que podría haber una plaza para él en Tamesa. “Cambié el billete y me vine”, recuerda. Lee textos formativos, le gustan las comedias de entretenimiento, ha pintado dibujos, admira a Mandela, y le encanta el caldo gallego y el botillo del Bierzo. Su número, el 8. El 7 y el 57 los de Manolo. La paella y los dulces. Siete veces, nos dice, vio la película Fuenteovejuna en el Avenida. Sus personajes: Carmen, su hermana, su mujer y su hija Lorena, auxiliar en la Residencia de los Royales, a quien cantó, durante su boda, “Yo primero la amé”, con letra escrita por él, música, interpretación y grabación conocida del mexicano Gilbert Gless.

Para terminar, Manolo insiste en destacar la inigualable mantequilla dulce de Soria. Por supuesto. Nosotros les preguntamos por un lugar de Soria. San Saturio nos responden los dos. Juntos, como siempre, Manolo y Gerardo, además de buenos barcelonistas son amables, acogedores, generosos y solidarios. Muchas gracias. ¡Enhorabuena!

 

FIDEL LLORENTE ROMERA

Habilidad, estilo, pasión, son algunos de los rasgos más destacados en Fidel Llorente, con el que compartimos mantel en el restaurante Santo Domingo II. Seguro de sí mismo, en gestos y en palabras, su discurso se extiende y profundiza. Cualidades que le han servido para ser un buen profesor, y, desde hace un tiempo, el mejor pintor de su alma. Aunque, como dice él: “podría haber hecho cualquier otra cosa”. Su capacidad intelectual lucha muchas veces, lo confiesa, con sus propias facultades físicas. Pero esto no es nunca un impedimento si, como ocurrió en la reciente exposición en el IES Antonio Machado, la gente le motiva y transmite “buenos y generosos mensajes”; y las preguntas están cargadas de sensibilidad.

Nacido en Soria (1949), el Sagrado Corazón, los Franciscanos, el Patronato fueron sus primeros colegios. Cuando aprobó “ingreso” (plan de educación 1953), se matriculó en primero de bachillerato (1959-1960) en el Instituto Antonio Machado, pero, tras el accidente, no le autorizaron a examinarse.

Así que aprovechó los cinco años siguientes (Soria, Madrid, Gijón), y volvió de nuevo a los Franciscanos, gracias a la gente buena de siempre, y, con 22 años, aprobó el COU, el CUS, Filosofía y Letras, “porque era lo que había”, terminó su carrera en Zaragoza, y trabajó posteriormente en la enseñanza durante 35 años. Mis alumnos me querían, comenta. Y afirma: “Si volviera a comenzar, sería profesor.” Se acuerda del apoyo de Juan José Lucas, pero también de algunas situaciones complejas.

Fidel Llorente es el mayor de seis hermanos. Su padre, nos dice, era muy trabajador. Y su madre muy hábil para meter hombros, trabajar tendones, curar muñecas,.... Le digo que lo mismo hacía mi abuela. Su mujer, una vez jubilado, le animó a pintar. Los primeros días en la Escuela de Adultos era el personaje. Al quinto, uno más para todos. Sí, nos dice, yo ya sabía dibujar. “Mi madre me decía que tenía estilo.” Pintar con trazos gruesos, luminosos, rápidos, utilizando colores llamativos (amarillo femenino, azul espiritual, rojo pasión). En homenaje, seguramente, Vasili Kandinski, su pintor de referencia. Al principio dedicaba a la pintura seis, siete horas diarias. Podría pintar, añade, cualquier cosa, y de cualquier estilo: impresionismo, abstracción, vanguardia,… Confiesa que ha terminado unos 200 cuadros (naturaleza, paisaje, arte figurativo), que algunos los hace en horas, y que la pintura le aporta paz interior, y, sobre todo, libertad. Con mayúsculas. 

“Lo tengo todo en la mente”, asegura. Es su motor y su fuerte. Como en el aula: ni un libro; todo en la cabeza. Para pintar le bastaron dos reglas de Juan Pumareta, profesor en el Instituto. Ahora le faltan otras dos para poder dibujar el alma de los rostros. Está deseando. Porque la pintura se ha convertido para Fidel en la expresión de su fuerza. Una ambición modesta, que aspira, si cabe, a llegar más alto, y a un mayor disfrute. Y después de la pintura, le preguntamos: “escribir mis memorias; escribir un cuento.” Lo dice en serio. Y lo hará: estudió durante cuatro años escribiendo con la boca.  

Luchador, triunfador, Fidel Llorente suma modestia y firmeza; discreción y atención. Y así pasó por todos los centros de enseñanza en los que estuvo. Y así pasa por la pintura. Y, después, por la escritura. “Escribiendo soy más valiente”, concluye.

No tiene correo electrónico. Ni lo necesita. Tampoco teléfono. Ve poco la televisión. ¿Leer? Sí, salvo poesía, con las hojas del libro bien abiertas.

Urbanita, no se olvida de su huerto en Villaverde del Monte, ni de la soledad buscada en sus largos y diarios paseos por el Duero, el Mirón, el Castillo, Los Royales,... Soria, afirma con orgullo, es una ciudad hermosa. Le gusta el Mercado nuevo y todo lo que se moderniza.  Hombre positivo siempre, sigue reforzando su habilidad y su fortaleza para encontrar metas que refuercen su compromiso con la historia, agradecido por encontrar en ella paz y respeto.   .

 

 Francisca Diestro Ortega

Restauradora

Francisca Diestro, tercera de nueve hermanos, nació en Baracaldo, Vizcaya, en 1970. Nunca se aburrían en casa, nos comenta, y siempre permanecieron unidos. Su padre, Adolfo, extremeño, era pintor de brocha gorda. Recuerda a su abuela ayudando a su madre, Francisca, de Osma. Y sus canciones, sus historias, sus refranes. Gente sencilla, afable y generosa.

Su primer colegio fue el de Zuazo, Baracaldo. El segundo: San Vicente de Paul, en El Burgo de Osma. El bachillerato lo haría en el IES Santa Catalina. Buena estudiante, eligió Bellas Artes, en Lejona, porque le atraía ese mundo. Un día, nos cuenta, “acompañé a una amiga al aula de Restauración y, maravillada, supe de inmediato que mi futuro estaba ahí”.

Nada más acabar la carrera, comenzó a trabajar para la Diócesis de Osma-Soria y, a partir de 2002, en su Taller Diocesano de Restauración de la calle Pradillo. Un lugar –así lo sentimos nosotros- lleno de encanto, arte y buena acogida. Profesora de Historia del Arte y Educación Plástica y Visual en el Seminario, Francisca Diestro ha impartido numerosos cursos de restauración, ha dirigido el taller de Empleo Domus Artis y ha participado en el Proyecto Soria Románica. Tiene publicados interesantes artículos en distintas revistas y mantiene una sección fija en “Iglesia en Soria”.

Orgullosa de todos sus trabajos, el primero fue el retablo de la Virgen del Carmen de El Burgo de Osma. Desde entonces, ha participado en la restauración de imágenes, bienes muebles y retablos, tanto en Soria capital como en Duruelo, Borovia, Tarancueña, Valdegeña, Utrilla, Aldealices,... Ahora mismo, en Layna. Para ella, cada pieza constituye una obra de arte única e irrepetible.

Le fascina intervenir materialmente en ellas. Valorar su calidad estética y artística, su espiritualidad, la fe de quienes la encargaron y disfrutaron, las plegarias y oraciones que inspiraron. Contribuir a su conservación, confiesa, “es indescriptible para mí”. Un trabajo de carácter científico, sostiene, que requiere un conocimiento exhaustivo del contexto de cada pieza: ubicación, causas del deterioro, documentación,... Y, al final, una explicación precisa, para mantener así la necesaria relación entre pieza, trabajo y gente.

A Francisca le gusta leer libros de arte, historia, restauración y novela de misterio. Su autor: A. Pérez Reverte. Su libro: “El nombre de la rosa” de Umberto Eco. El último: “La cara norte del corazón” de Dolores Redondo. Del cine, el director Tim Burton, porque sabe crear un universo de ficción muy personal, y todo lo que no sea terror o violencia. Y la música de los Héroes del Silencio, La Unión o Amaral, toda la que pueda cantar y escuchar (boleros, música clásica, Candeal,…) y la que le ponen sus hijas, Gema y María: Pablo Alborán, Leiva, Marlon y LA MODA.

Catequista, forma  parte de la Asociación Musical de Amigos de El Burgo de Osma y de la ASPC. Disfruta de los paseos hacia la Güera, practica la natación, y ya ha hecho la primera etapa del Camino de Santiago con Goyo, su marido. El paisaje soriano, nos dice, es variado y está lleno de contrastes sorprendentes. Vasca de nacimiento, Soria es su casa, el lugar en el que está su familia y la tierra que le ha permitido trabajar en lo que le apasiona. Agradecida, quiere “seguir restaurando el patrimonio soriano, dar a conocer su valor, para que se cuide, aprecie y disfrute”. Un proyecto generoso e ilusionante que le honra. Compromiso de garantía.


 Francisco Javier Hernández Sáez

1970

Francisco Javier Hernández Sáez forma parte de una generación que llegó tarde a la Transición y pronto quizás a la gran revolución virtual. Diseñador gráfico, técnico de radio, compositor de música, Javi Hernández nació en Soria, en 1970, en la clínica “18 de Julio”, situada a escasos metros de su casa de la calle Cortes. El Sagrado Corazón y Los Escolapios fueron sus primeros colegios. Del segundo recuerda la figura del Padre Félix, enamorado de las matemáticas, y uno de los pioneros de la informática en la enseñanza soriana. El  Instituto Castilla, en su segundo año mixto, inició su etapa de bachillerato. De allí pasó al Instituto Virgen del Espino, terminó el bachillerato nocturno en Logroño, y los Grados medio y superior de diseño gráfico en la Escuela de Artes de Soria. Su trayectoria profesional la inició en la empresa “Órbita”. De ahí pasó a la SER, como publicista y, finalmente, como técnico de sonido. Fue en esa última etapa cuando lo conocimos nosotros al otro lado del cristal. Cordial, discreto, entraba rápidamente en conversación. Le gustaba, y le gusta, profundizar, escuchar y saber. Pero, por encima de todo, crear. Su gran meta. Innovar. Alguien, nos dice, “que, por instinto, quiere adaptarse, optimizar los recursos, los procesos.” El motor para conseguirlo: la curiosidad. Con espíritu de emprendedor: “porque asume los riesgos.”

Francisco Javier no lo tuvo todo. La Dehesa, nos cuenta, fue siempre un espacio fundamental: “donde me crié, y donde crecí.” Allí estaban los amigos, el espacio común, la Soria de cada día. Inquieto, encontró en la música, en la guitarra española, primero, en la eléctrica, el bajo, un complemento a su trabajo,  y una manera de pronunciarse y ganarse unas pesetas. Recuerda sus dos años recorriendo los pueblos de España (Castro Urdiales, por ejemplo, frente al mar), con la Orquesta “Ultima hora”. Pero no se olvida de  “Amapola”, un grupo de fin de semana (bodas, actuaciones en pequeños pueblos,,,,) en el que estaba también Adolfo Sainz. Pero el rock fue siempre su género. Y sus grupos: “Sol Negro”, “Pangea”,... De esa afición, convertida en profesión ocasional, surgió la idea de editar y publicar un disco con el grupo “DERIVA”. Le costó año y medio. Lo hizo, ayudado por Carlos Rubio, intentando conjugar  “armonías diferentes dentro de la misma canción”. Pero mereció la pena el esfuerzo. Se titula “Eclepsys”, y contiene 16 canciones instrumentales que hablan de sus preocupaciones, y, seguramente, de las de su generación: “Estrella del Este” (mezcla de rock occidental y oriental), “La fábrica y la Flor”, “Babel”, “Tras llover”, “Es por ti”, “Vía muerta”, “El laberinto”. Un trabajo magnífico.

Ecléctico, como su disco, piensa, como el maestro Falla, que la música no se hace, ni debe jamás hacerse para que se comprenda, sino para que se sienta.” Pariente de Francisco García Rubio, tío de su padre, autor de la música de las Sanjuaneras, su fuente de inspiración es, sobre todo, la melancolía. ¿Cómo compusiste los temas del disco?, le preguntamos. Su respuesta es toda una lección sobre la fusión armónica de los sonidos con el tiempo, las dudas y las certezas, y, por supuesto, los contextos.  Toda una teoría de la composición musical, pues, como manifestó André Malraux: “Nuestra única unidad es la interrogación.”

Romántico, amigo directo, responsable, le gustan los retos. Los busca con ahínco y discreción. Ahora, metido de lleno en la empresa GRAFICAL, que cumplirá el próximo año 25 años de calidad, los objetivos continúan siendo los mismos: cercanía, rigor y calidad. Porque la generación soriana de los 70, acompañada siempre por su río Duero, sabe hacer las cosas. Y muy bien.

Tenaz, Francisco Javier Hernández cree en la cultura de la pluralidad, en el mestizaje de las ideas, y de los proyectos innovadores. Conciliador, condescendiente, sabe que lo nuevo es “la suma de los días”, como escribió Isabel Allende. Que la composición  y el mensaje juntos viven sus mejores días.

 

 Gabriel Atienza Valero

Concertista y artesano

Licenciado en Oboe y Pedagogía del Oboe en el Conservatorio Superior de Música de Navarra, Gabriel Atienza (Soria, 1990) perfeccionó sus conocimientos de música antigua en Terni (Italia) y en la ESMUC de Barcelona, iniciando su carrera profesional en 2015. Desde entonces es profesor de oboe, actividad que compagina con su labor concertística.

Amante de la historia, desde los nueve años se sintió atraído por la magia de la música, su medio de vida y una manera de entenderla y compartirla. Una vocación que ha contado siempre con el apoyo incondicional de sus padres, Antonio y Mª Luisa, de Linares y Quintana Redonda, su hermana Sole, también músico, y de su pareja, María Delso Verde, emprendedora, ilustradora y diseñadora gráfica.

En 2017, participó, como instrumentista de chirimía, en el concierto inaugural del Festival de Órgano “Provincia de Palencia” junto al organista Bruno Forst. Más tarde, en 2020, quedó finalista del Concurso Vídeos Música Antigua de Xixón. Ha colaborado con diversas agrupaciones de música antigua: “Orchestra Barocca della Accademia di Santa Cecilia de Roma”, “Coral de Cámara de Navarra” o Ensembles Diletto Barocco y Renacentista de la Universidad de Murcia. Inspirándose en su referente, Jordi Savall, en 2015 fundó junto a Alejandro Delgado el grupo Stella Splendens, del que es su director musical y artístico, y con el que ha estrenado los proyectos “Fernando el Católico”, “Lux in tenebris”, “Quod dicitur Soria” y “¡Santiago y libertad!”. Un sueño hecho realidad y una manera, para él, de “recuperar y transmitir el rico patrimonio inmaterial de los reinos hispánicos.” Interpretar este tipo de música, asegura, hace posible ser más sensible al trasfondo espiritual y al momento para el que fueron compuestas. La respuesta del público siempre ha sido maravillosa y agradecida, asegura.

Además, acaba de fundar, junto al flautista Moisés Maroto, el grupo de música medieval Ensemble Arquivolta, con el concierto “El décimo Alfonso”, en homenaje al Rey Sabio en el 800 aniversario de su nacimiento, que será estrenado en Soria el próximo mes.

Nos enseña sus preciosas maquetas construidas ex novo en madera y/o cartón (edificios históricos grecolatinos y medievales, veleros históricos), hechas por él mismo, y espadas, en aluminio y hierro, manufacturadas con la inestimable ayuda de su padre. Una colección digna y completa de un gran perfeccionista.

Gabriel ha visitado varios países y recorrido rutas y regiones de España, tan diversas como ricas en patrimonio. Roma para él es “la ciudad eterna; arte, historia y emoción.” De España se queda con Toledo, Salamanca, Segovia, Granada… De Soria, destaca todos los lugares relacionados con el padre Duero. De la provincia, los lugares con castillo, río y soportales castellanos: Gormaz, Ucero, Osma, Caracena, Berlanga... Motores todos que deberían de servir, a su juicio, para dinamizar la economía de nuestra provincia.

A Gabriel le encanta la arquitectura y la escultura griega y romana, la novela histórica, la fantástica y el ensayo. Le fascina, por ejemplo, “Numancia” de José Luis Corral. Le apasionan, además de la música clásica y la celta, las bandas sonoras de cine. Entre sus películas: La trilogía de “El Señor de los Anillos”, “Star Wars”, “Master and Commander”, las de comics… Hablamos largo rato de todos sus proyectos y ambiciones, que son muchos y diversos. Todos ellos llenos de un profundo humanismo, entusiasmo y cultura.

 

Gerardo Fernández Arias

Jubilado


 Goyo Sanz Gonzalo

Portavoz de Soria, ¡YA!


Lo más importante para Goyo Sanz (Soria, 1936), después de su familia, es Soria ¡YA!, plataforma a la que se sumó en 2002 y en la que sigue trabajando con discreción, fidelidad y compromiso. Tenaz, pragmático, optimista siempre, estudió en el Sagrado Corazón con Sor Concepción, La Arboleda e Instituto Antonio Machado. Terminado el bachillerato elemental, opositó a banca y consiguió una plaza en el Banco Hispano Americano de Madrid, trasladándose dos años después a la oficina de Soria. Nos cuenta como anécdota que, antes de que aparecieran los bolígrafos, escribían con plumilla y tenían dos tinteros: uno, de tinta azul, y otro de roja para los descubiertos. La clientela era fiel y respetuosa; el trato serio y personalizado.

A los 16 años aprendió a esquiar en Piqueras. Desde entonces, y hasta los 82, no ha dejado de practicarlo en España, los Alpes y las Rocosas. Su madre, María, era de Vinuesa; su padre, Pedro, contable de profesión, fue secretario del Casino y murió cuando él tenía 11 años. Formaba parte de la rondalla “La Cumparsita” y era, como él, gran amante de la fotografía y de la música. Nos dice que se siente casino, pues su abuelo, Daniel Gonzalo, era natural de Las Casas, cuyos habitantes, hasta 1850, fueron los encargados de traer a Soria las reses para el Viernes de Toros y, en consecuencia, los precursores de la Fiesta de La Saca.

Con su mujer, Mercedes González, profesora, ha recorrido más de 50 países, de los que destaca Alaska, China y París como ciudad. Tienen dos hijas, Nuria y Laura, profesora y traductora de inglés, en Soria y Barcelona respectivamente. Su espíritu inquieto, asegura, “me hizo entrar en la Escuela de Aeromodelismo de Soria, con la que participé en varias competiciones consiguiendo ser Campeón Nacional de Vuelo Libre en 1954.” Le faltaron solo 10 horas de vuelo, nos comenta, para conseguir el título de Piloto Privado de Turismo en el Aero Club de Zaragoza. Secretario del Centro Excursionista Soriano durante 20 años, la naturaleza y recorrer los lugares más destacados de España, principalmente los Pirineos, han sido sus grandes ilusiones.

Nos habla con orgullo de la nueva generación de Soria ¡YA!”. Gente joven, afirma con orgullo, altruista y muy formada. Es feliz compartiendo con ellos su empeño en conseguir para Soria la mejora de la sanidad, el desarrollo de las comunicaciones y la conectividad en el mundo rural. Nos recuerda, en ese sentido, la capacidad de movilización de la Plataforma y su prestigio a nivel nacional. Recuerda mil anécdotas: el recibimiento a Soraya Sáez de Santa María al son de la música de “Bienvenido, míster Marshall” o la concentración de Madrid el 31 de marzo de 2019 con cerca de 100 plataformas, que visibilizó y puso en valor la Revuelta de la España Vaciada. Hablamos, en fin, de la autovía A-15, que nos unirá con Navarra y el norte de España. Reconoce, en fin, la colaboración de empresarios, medios de comunicación y población en general. Vinuesa con La Laguna Negra, Urbión y el Cañón del Río Lobos son algunos de sus lugares predilectos. Entre sus películas: “Memorias de África” y “La Misión”. Lee habitualmente: National Geographic y Readers Digest. Pronto Soria ¡YA! editará el nº 13 de La Numantrina, para conmemorar su 20 Aniversario. En ella, Goyo Alonso, Luis Giménez y otros muchos ocuparán el espacio de honor que se merecen. Toda una vida, la de Goyo Sanz, dedicada a su familia, al esquí y a Soria ¡YA!

 

Gwendolyne Raveraud

Auxiliar administrativa


Gwendolyne Raveraud nació en Saintes (Charente-Maritime) en 1992. Una ciudad tan grande como Soria, que tiene un magnífico teatro romano y se extiende en el espacio como todas las francesas. A los 4 años, sus padres se trasladaron a Saint-Palais-sur-Mer (Nouvelle-Aquitaine), de unos 3.500 habitantes, a pocos metros del Atlántico. Charlamos en su lengua. Nos cuenta que su padre, Jean-Marie, es encargado de un almacén de distribución de botellas de gas, y su madre, Christine, “assistante maternelle”. Tiene un hermano más pequeño, Josselin.

Estudiosa, las notas no se correspondían, piensa ella, con su esfuerzo.  La apreciación de sus profesores no variaba nunca: “alumna seria, pero con algunas dificultades”. Cuando terminó el bachillerato, optó por estudiar Derecho en la Universidad de La Rochelle, como mejor opción para llegar a ser “gendarme”. Le atraía el derecho del mar, el del medio ambiente, pero no dejaban de ser, subraya ella, asignaturas secundarias. Al licenciarse, comenzó un máster de carrera jurídica, pero no lo acabó, pues se vino a Soria como lectora de francés de su Escuela Oficial de Idiomas. El español no era un idioma desconocido en su casa, pues su madre lo habla perfectamente.

Desde los 15 años, los veranos los pasa trabajando en Centros de Ocio, como monitora de tiempo libre o como dependienta en una tienda de souvenirs. Le encanta el contacto con la clientela y lo mismo le ocurre con los alumnos, en sus clases, o cuando mantiene un debate que le aporte, tranquila, firme, y siempre segura de sí misma.

Llegó a Soria con toda la familia, salvo sus abuelos maternos, Yves y Mauricette, que lo hicieron, como de costumbre, en su Camping-car. Genial es la palabra que utiliza para calificar sus dos años de lectorado. Al tercero, trabajó unos días en una tienda de móviles y, siete meses, en Martín Martin, además de compartir alguna traducción institucional. Desde hace dos años, forma parte de la plantilla de Cocinas Método, de Ólvega, mientras sigue un curso on-line para profesora de lengua extranjera. Echa de menos el mar, nos confiesa, pero prefiere la montaña.

En Francia, practicaba el judo, la esgrima, la equitación,... De manera que no tardó mucho tiempo en ponerse en contacto con El Robledal (Golmayo), comprando, más tarde, un caballo, de nombre Osado, al que habla siempre en francés, ha enseñado a dar la mano y dedica todos los días, salvo el jueves, dos horas de paseos, trotes y saltos. Tímido o reservado, el 21 de abril cumplirá 12 años. Catalañazor, nos dice su dueña, es su pueblo favorito. Sus calles, los puntos elevados desde los que mirar a lo lejos, la torre. Pero también San Esteban, y su castillo, y la zona de Almajano, con su riquísimo pan, Arancón y sus casas “de antes”, Renieblas y su iglesia, con cuyas gentes comparte tertulias instructivas, cordialidad, amistad y simpatía. En Francia, nos asegura, leía mucho. Sobre todo literatura fantástica: Harry Potter, Maxime Chattam (Autre-monde),… Como autor, le encanta Giacometti. Y la música de “Soprano” (Mon Everest), Maître Gims (Zombie), Vanessa Martin (De tus ojos), Pablo Alborán (Tabú). Sus películas favoritas: “Star wars” y “Qu´est-ce qu´on a fait au Bon Dieu?”, por la épica. Y las comedias.

La lengua fue, al principio, un problema para ella. Pero, conversadora de fina inteligencia, el español le ayuda a conocer mejor la ciudad en la que tiene como proyecto seguir viviendo. ¡Felicidades!

 

Héctor Josué Franco Aguilera

Estudiante


El salto de Honduras a Soria no fue menor para Héctor (Tegucigalpa, 2003), alumno de Bachillerato con sobresalientes en el Instituto Antonio Machado. Aquí encuentra más tranquilidad, una ciudad cuidada y muchas vistas. Allí, Juan Antonio, su padre, es transportista y su hermano Osmín Antonio, ingeniero de sistema y empleado de banca.

Hace un mes ganaba, junto a un grupo de compañeras/os, el 2º premio audiovisual del V Concurso Nacional Antonio Machado. La primera idea consistía en recrear la figura de D. Antonio recorriendo los pasillos del Centro mientras observaba cómo aprendían los alumnos. La definitiva, ambientada con una bonita melodía, evoca, bajo el título de “Nuestro granito de arena”, las tareas que el Instituto lleva a cabo durante cada curso para cumplir los objetivos de la Agenda 2030.

El próximo curso, mientras se adapta al sistema educativo español, seguirá las clases del nocturno y se presentará a la selectividad. “Quiero estudiar comunicación audiovisual”, comenta con sensatez cartesiana, cordialidad y dotes de buen conversador. Los detalles son fundamentales, asevera. Su madre llegó a España hace nueve años y trabaja en Soria desde hace tres como auxiliar de enfermería.

Su primera escuela fue el C.E.B. Jehova Ishi. Luego pasó a los Institutos Hildergard y Cultura Nacional, teniendo aprobados dos cursos de bachillerato de informática y programación. Desde pequeño le gustaba crear imágenes y expresarse a través de ellas, dependiendo del tema y del momento. “Ser joven es una ventaja”, reconoce. Su currículum es breve. Un vídeo sobre la belleza, la historia y la juventud de su país, y otros dos sobre la clonación de árboles y su experiencia española. En España hay más posibilidades, reconoce, “la gente es muy amable, me encuentro bien aquí, pero echo de menos la rutina de mi país”.  Quería ser médico, pero le gusta más retratar paisajes, momentos del día. Nos enseña algunos, originales y muy logrados: San Saturio, una flor, un campo de girasoles, dos palomas volando, tres polluelos,… Ha leído muchos guiones y ha visto muchas películas. De Quentin Tarantino destaca la manera de dirigir los diálogos; de Kubrik, su estilo minucioso y detallista. Como personaje elige a Damon Albarn, por su experiencia y la búsqueda de nuevos estilos musicales. Como mujer, su madre, tan fuerte y tan perseverante. Aprecia, cómo no, la música popular de su país, pero nos da los nombres de dos canciones que le llenan: “At the Door”, de The Strokes, por el misterio y la puerta abierta a la imaginación, y “Ode to the nets”, por nostalgia de su país. De España, se queda con el flamenco y el grupo “Taburete”. Nos habla de José Sula, la segunda ciudad de su país, y de Choluteca, la ciudad en la que nació su madre. Y de Madrid, moderna y con estilo propio.

Las leyendas y los cuentos forman parte de sus lecturas favoritas. Conoció a Jorge Montenegro, padre de un amigo suyo, que presentaba el programa de televisión “Cuentos y leyendas”. Su plato favorito lleva el nombre de “Baleada”: una tortilla de trigo untada con frijoles fritos, acompañada de queso de vaca y crema de mantequilla.  También le gustan los torreznos, que en Honduras llevan el nombre de Chicharrones, con la diferencia de que allí solo se come la corteza. De postre apuesta por el arroz con leche. Un poco supersticioso y siempre en sentido positivo, su número es el cinco: sencillez, juventud, sentimiento, creación y esfuerzo. Suerte.

 

David y Jesús Romero Hernández

Comerciantes


La charla con los hermanos Romero, David y Jesús (Soria 1981 y 1975) respira frescura, optimismo, ambiente comercial y responsabilidad empresarial. Lo hacemos rodeados de ordenadores, hojas de pedido on-line, máquinas de todo tipo, relacionado todo con su comercio de la calle San Juan de Rabanera: material deportivo, trofeos, medallas.

Estudiaron en los PP. Franciscanos. Jesús, el mayor, recuerda al Padre Pinedo con el que jugaba al ajedrez. Son nietos de Ezequiel Romero, de Morcuera, relojero en la calle Claustrilla, inventor de un calorífero de arena, e hijos de Alejandro, relojero y vendedor de trofeos en la misma calle y en Puertas de Pro. Su madre, María Paz, tuvo una tienda lanas en la capital. Tienen una hermana, Desiré, profesora, y Jesús dos hijos: Leo y Gala. Su mujer, Ana, titulada en Relaciones Laborales, trabaja en Mercadona. Sara, la mujer de David, es auxiliar de enfermería en el hospital Santa Bárbara.

El mundo de la economía lo descubrió Jesús en la Universidad. A David le atraía más la biología. Estudió en el Virgen del Espino el Bachillerato Tecnológico y COU en el Machado. Luego hizo un Módulo Superior de Productos eléctricos en el Politécnico, comenzó forestales, pero, la jubilación de su padre, lo llevó a hacerse cargo de la tienda.

Los dos entienden el comercio como algo creativo, bien gestionado, realizado con pasión y ofreciendo productos originales de buena calidad.  Los trofeos, decía su padre, “se ganan y los jamones se regalan”. Jesús quería ser empresario, aunque primero fue camarero, vendedor de pisos,...  En Logroño abrió tres tiendas antes de instalarse definitivamente en Soria en 2012. Su objetivo era vivir en Inglaterra, pero, tras un verano con su hermano, convinieron en modernizar juntos el negocio e incorporar tecnología. Y en esas siguen. La pandemia les afectó, nos confiesan, pero no tardaron en reinventarse y potenciar la venta on-line. Su satisfacción por los resultados es evidente: más clientes, dos nuevos compañeros, Javi y Emi, innovación y empeño. “Nos hemos criado en el mundo del comercio”, reconocen. Ahora la logística es fundamental, señalan.

A los dos les gusta viajar. Mires por donde mires, nos dice Jesús, “siempre ves belleza en Roma”. Pero Soria es su ciudad: “Por la conciliación familiar, la cercanía del campo,...” David destaca Londres, Valencia, Vinuesa y el parque de La Alameda.  Leyó con deleite “Cien años de soledad”. Su grupo musical: “Lori Meyers”. Un artista: Leonardo. Su hermano lee novela histórica, “Los Borgia”, “El Rey Arturo”, siempre en e.book. Le gusta la música indie y “Bohemian Rhapsody” de Queen. En el taller suena la música de Radio 3.

El cine experimental de José Val del Moral, el personaje de Marvel y “Cinema Paradiso” son las apuestas cinematográficas de Jesús. A los dos les gustaría conocer bien el idioma inglés. Al mayor le ilusionaría escribir artículos en positivo. Alaba, nos repite, a todas las madres y rechaza el machismo. Sus platos favoritos son la paella, con buen vino, Jesús, y la tortilla francesa, David. Piensa, nos dice este último, que su hermano es un comerciante nato, por su empatía y su actitud siempre positiva. La constancia, la paciencia, el control de las máquinas, el diseño, la seriedad permanente son para Jesús las cualidades más importantes de su hermano. Nos acompaña hasta la puerta. ¿Algún reconocimiento? Salir en la contraportada de El Día de Soria. Muchas gracias.

 


Hermógenes Martínez Martínez

Guarda de Valonsadero


Nos sentamos en torno a la mesa-camilla del salón-comedor de su casa. “Estoy un poco sordo”, nos dice. Pero la conversación discurre sin problema alguno. Hermógenes Martínez Martínez, guarda de Valonsadero, nació en Toledillo en 1930. Su padre, Aureliano, era agricultor (trigo, cebada, centeno, patatas, judías, garbanzos,…) y ganadero. Para labrar, tenía una yunta de vacas, una “gavillera” para segar y una “vacada” en el Robledillo. Criaba de todo: ovejas, gallinas, cochinos, palomas,... Fue alcalde del pueblo y tocaba el acordeón.

Hermógenes tiene un hermano, Justo, secretario, dos hijos, Ana y Diego, a los que inculcó el amor a la naturaleza, y cuatro hermanas: Josefina, Aurora, Lidia y Mª Carmen. Nos cuenta que, cuando su madre, Justa, se sentía afligida por su pérdida, él, niño todavía, se sentaba en su “halda” y la consolaba.

Nos habla de sus maestros. Don Fidel, carpintero, y su mujer, Catalina, que le daba la clase. Recuerda también a Doña Aurora y a Doña Elia, una maestra joven. “Me falla la memoria”, confiesa algo preocupado. Le gustaban mucho las cuentas y ayudaba en casa todo lo que podía. En la mili (Huesca) se encargaba de repartir el pan entre la tropa.

Cuando terminó la escuela, siguió asistiendo, mientras iniciaba su vida laboral, a las clases nocturnas de la Escuela de Adultos del pueblo. Luego trabajó en la Explotación forestal de la Renfe (Ventorro). Por aquella época conoció a su mujer, Manuela (Manoli) Guerrero, de Cabrejas del Pinar, con quien se casó en noviembre de 1958. Era feliz en el monte, nos dice ella. Montaba a caballo y domó a algún potro. Su padre, Diego Guerrero, extremeño, era el Guarda de Valonsadero.

Al poco de venirse a vivir a Soria, su suegro se jubiló, y Hermógenes ocupó su puesto, trasladándose a vivir a la Casa del Guarda, en la que su mujer fue organizando un pequeño merendero, tan familiar como concurrido.

Discreto, buena persona, trabajador, Hermógenes controlaba el ganado autorizado, cuidaba las piedras, la arena, la gravilla, la leña de roble, el césped, además de encargarse de los toros de las Fiestas. Ante cualquier conflicto, prefería razonar, aconsejar. Nunca le gustó denunciar, nos confiesa. Sabía hacerse de respetar.

Los toros fueron siempre sus amigos. Se mezclaba entre ellos, palo en mano, sin miedo, como le habían aconsejado. Les hablaba, les llamaba por su nombre (Fanfarrón, Garrucho, Bizco, Ciervo,…), les echaba de comer y los recogía en los corrales. Nunca sufrió ningún percance. El Jueves La Saca, se colocaba encima de la tapia de los corrales hasta 5 minutos antes de las doce. Bajaba entonces, se ponía delante de la puerta, escuchaba cómo coreaban su nombre, y, a la hora en punto, abría el candado y comenzaban las carreras.

Siempre le gustó bailar, cantar y tocar la gaita. Sus cantantes favoritos fueron Manolo Escobar y Antonio Molina. Y sus toreros: Enrique Ponce, El Juli, José Mª Manzanares y, por supuesto, José Luis Palomar. El toreo fino, resume. Nos cuenta además que ha leído El Quijote entero y que todos los alcaldes le han tratado bien.

Responsable, educado y paciente, señala Valonsadero y La Alameda, adonde le gusta ir a pasear, como sus lugares preferidos. Religioso, creyente, va a misa a San Juan de Rabanera o al Espino. En 2016, la Asociación de Cuadrillas, le rindió un homenaje especial. No ha sido el único. Pero todos, absolutamente merecidos. Un enorme legado de conciencia e inteligencia.

 

 Ignacio Gutiérrez Maroto

Presidente Asociación de Vecinos de La Barriada


Ignacio Gutiérrez Maroto (Tapia de Villadiego, Burgos, 1953) es una persona sensata, tranquila, acogedora. Conoce bien “La Barriada”, de cuya Asociación es presidente desde 2003. No hay relevo, comenta. Pero él no se cansa. Le llaman para todo, nos dice. Y acude. Su dedicación es casi “media vida”. Al mediodía, después de revisar el correo, bajar al centro, si toca, darse un paseo, tomarse un vino supone una ceremonia casi religiosa para él.

Casado con Pilar Ucar, llegó a Soria en 1973 para trabajar en la Telefónica. Burgalés, soriano, su hablar es sencillo y abierto. Tiene opinión propia y conocimientos. El edificio de la Asociación, nos comenta,  pertenece a la Junta, y, añade, “no hay otro así en España”. Tendrían que reestructurarlo, pero necesitan antes renovar el convenio que firmaron en 1987. Cuando llegamos, está en la partida de cartas. “Les faltaba uno”, se disculpa.

Dejó la escuela de su pueblo cuando tenía 10 años, para estudiar en los Marianistas de Valladolid, Segovia y “El Pilar” de Carabanchel. De regreso al pueblo, su padre, Florentino, seguía haciendo un poco a todo; y su madre, Dionisia, modista, cosía para todo el pueblo. Hubiera querido entrar en Caja Círculo, pero no hubo suerte. Así que, en 1971, se fue voluntario a la mili y, como sabía francés, fue adscrito al servició de escucha y vigilancia central. Allí aprovechó el tiempo e hizo un curso de telefónica, gracias al cual consiguió, más tarde, su empleo en Telefónica. “La Exclusiva” lo trajo a Soria a sus 19 años, alojándose en la Fonda “Ferial”, de la Plaza Salvador. Luego se cambiaría a una casa de la calle Caballeros, cuyo dueño, Benito Pascual, regentaba un comercio en la Plaza Mayor. La Asociación vendría más tarde. En 1991.

Desde entonces, su dedicación al barrio y a la asociación ha sido total. Recuerda cada etapa con detalle. La actual, nos cuenta, no es la más boyante: envejecimiento de la población del barrio, menor actividad asociativa, y reducción de sus servicios. La ayuda a domicilio, por ejemplo, que realizaron durante 18 años y que ocupaba a 60 trabajadoras. A pesar de lo cual, está orgulloso de su barrio. Se lo recorre diariamente, anotando las deficiencias (una papelera mal colocada, la rotura de una tapa de registro,...), intentando darles una solución. Su principal preocupación ahora es la Avenida de Valladolid, cuyas aceras, señala, están en muy mal estado. Calle y travesía, el acuerdo entre administraciones tarda. Y, mientras tanto, asegura, el número de accidentes va aumentando. El “Abono Social”, la “Ronda Sudoeste”, la dotación de una Asistenta Social para el barrio, son algunas de las propuestas que defiende siempre que tiene ocasión. Sin descuidar las actividades diarias: los Huertos Urbanos, los cursos de manualidades, restauración de muebles, gimnasia, “Zumba”,…

Padre de dos hijos sorianos, Sonia y Rubén, Ignacio tiene a San Saturio como su lugar preferido. Le gusta leer. “El hereje” de Délibes, por ejemplo. Y todos los de Miguel Ángel Revilla, “un hombre cabal donde los haya”, afirma. Y toda la música. Desde Julio Iglesia hasta Juan Pardo, pasando por el jazz, y la clásica, que escucha en sus viejos vinilos. Y escribir. Él se encarga del Boletín Informativo. “Mi barrio…mi ciudad” lleva por título su editorial del número 91. Y en él aparecen secciones de informaciones prácticas (“¿Sabía que…?), pautas para el reciclaje, etc. Todo perfectamente ordenador en ocho páginas. Entre boletín y boletín, el correo electrónico no deja de funcionar. En verano, le gusta pasar las Fiestas en su pueblo, e ir una semana a la playa. Y viajar: España, Andorra, Portugal; pero nunca en avión, y menos en barco. Y los Sanjuanes. Fue Jurado de El Salvador en 2012 y 2014.

Terminamos hablando del movimiento vecinal, de la ley que lo rige, de sus participaciones en tertulias de radio, de televisión,… Y de todos los personajes sorianos que, desinteresadamente, como él, “dedican su tiempo a los demás: ANDE, ASAMIS, ASPACE,…” Como él. Sin cansarse.

 

Luis Carlos Pastor Laso

José María Incausa Moros

Profesores de Historia

Luis Pastor (Villanueva del Rebollar, 1959) y José Mª Incausa (Cosuenda, 1960) están casados y tienen dos hijos cada uno  -Ana y Luis, Pablo y Luis. Los padres de Luis eran agricultores; taxista, comerciante, y hosteleros en La Almunia los de José Mª. A Luis le enseñó a leer su madre, alumna premiada en tiempos de la República. Él estudió en Carrión de los Condes, Palencia y terminó la carrera de Geografía e Historia en la Complutense de Madrid. Después de dar clases en distintos Institutos, llegó al IES Antonio Machado en 2006. José María se licenció en Historia Contemporánea en la Universidad de Zaragoza, aprobó las oposiciones en Castellón en 1985 y comenzó a trabajar en el IES Antonio Machado en… Además de profesor, Luis fue teniente en el Tercio de la Armada.

José Mª decidió un día que podría asumir el trabajo de clasificar, inventariar y digitalizar el Archivo del Instituto. Y así lo hizo. Entre los documentos catalogados, destaca la grabación del discurso de Gerardo Diego en la apertura del Curso 1959-1960.

Luis es un experto en “aprendizaje”. Nos cuenta que la llegada de la pandemia no les cogió desprevenidos. Tenían ya una larga experiencia en la enseñanza on-line, bancos de recursos, etc. Entre los proyectos realizados, nos comenta, cita: “Callejero en femenino”, “Historia oral”,  “Caza del tesoro con Moodle”, “Encuentros con la Historia”, “#Lahuellasoriana”,…El resultado: mucha gente implicada y una mejora en los resultados académicos. Sin embargo, concluye, “Es posible que nos haya faltado visibilidad”.  

Junto con T. García, B. Gonzalo, C. Las Heras y M. García, los dos pilotan un proyecto de recuperación del románico soriano. Luis es emprendedor y disciplinado; José Mª, concienzudo y tenaz. Su tesis doctoral llevaba por título: El distrito uninominal, Las relaciones de poder a través de las elecciones generales (2009). Con Antonio Ruiz sigue reivindicando la figura de Basilio de la Orden. Los viajes han sido hobbies compartidos con su mujer,…, en tienda de campaña, avión o tren. Le impresionó Estambul. Le apasionan los Episodios Nacionales de Galdós, pero lee también a Javier Cercas, García Márquez, Stefan Zweig, Andrés Martín y a su hijo Pablo, con quien va a trabajar sobre El Desastre de Annual. Siempre le gustaron Los Beatles, Donizetti (El elixir del amor) y Labordeta (Somos) La Almunia, Xàtiva, Zaragoza y Soria son sus sitios de referencia. De Soria señala su exuberante zona norte y  del sur, la profundidad de su belleza.

Luis destaca Portugar, como iberista convencido, y su viaje a Jordania. Sus dos libros: La creación del mundo de Miguel Torga y Los Episodios de una guerra interminable de Almudena Grandes. Pero no se olvida J. Llamazares, M. Delibes, Abel Hernández y Fermín Herreros. Le gusta el rock, el folk, el flamenco. Su canción: Born in the U.S.A. de Bruce Springsteen. Su película: Alguien voló sobre el nido del cuco; un actor, Jack Nicholson, una actriz, Uma Thurman. Artes: Arquitectura. De Palencia, destaca Carrión de los Condes y el Monasterio de San Zoilo, en donde se formó. De Soria: San Nicolás, el claustro de la Concatedral, San Baudelio y Caracena. Trabajando en el IES Sierra de Ayllón, obtuvo una Mención Honorífica en los Premios Nacionales 1998 a la innovación educativa. En Soria, co-dirigió dos proyectos premiados por la Fundación del Patrimonio Histórico de CyL.  sobre las ruinas de San Nicolás y la Ermita de de Ntra. Sra. de la Calçada de Brías.

El mejor reconocimiento para los dos: el de sus alumnos, compañeros, comunidad y autoridades educativas.

 

 Victoria Sanz de Blas

Inés del Río Heras

Estudiantes

Jóvenes y sorianas, estudiantes y artistas, Victoria e Inés (Soria, 2006) consiguieron el pasado mes de junio el segundo premio de Arte Visual y Audiovisual de los VI Premio Nacional Antonio Machado (FAM) 2023, con sendos trabajos de gran mérito y categoría. Victoria inició sus estudios en el CEIP Infantes de Lara, en donde el profesor Miguel Íbañez le enseñó “la importancia de la motivación y a ser una misma”. Recuerda todavía la excursión al Crie de Navaleno, en donde compartió actividades con compañeros y compañeras del 12 Linajes. También fue alumna del IES Virgen del Espino. Inés inició sus estudios en el Colegio Trilema y tuvo como profesoras a Estela García Giaquinta, que le enseñó a leer, y a Patricia Oliveira, que le trasmitió la pasión por la poesía y la historia. Ahora, tras su paso por los Escolapios, estudia con Victoria en la Escuela de Arte y Superior de Diseño. Magisterio y diseño son sus carreras preferidas. Pero quiere ser actriz y piensa en los musicales y la producción cinematográfica. Victoria no sabe todavía, pero le encantaría educar “a niños y niñas a ser buenas personas y mejorar el mundo.”

La acuarela premiada de Victoria representa, bajo el título de “Campos de Villálvaro”, la loma en donde “los lugareños se reúnen a merendar”. Un homenaje, nos dice, a sus abuelos de Villálvaro y Arévalo de la Sierra. El montaje de Inés, "Melodías del Duero”, está rodado con una CANON50 y busca -y consigue- “transmitir la belleza de los lugares sorianos descritos por Machado”, que encaja perfectamente, nos asegura, con sus “sensaciones al tocar el violín o pasear por la ciudad”.

Para las dos, estos premios suponen una plataforma necesaria para mostrar su talento y su personalidad. Por el momento, Inés empieza a componer sus primeras canciones, forma parte del grupo musical Caelia y se acerca al mundo del teatro. Victoria quiere retomar el campo del dibujo y la pintura “a estilo libre”, además de introducirse en el diseño digital.

Soria es su casa, comentan, una ciudad tranquila, llena de encantos y con un ambiente cultural extraordinario. Victoria destaca el Duero, donde “podría pasar horas remando sobre una tabla de paddle”, la Dehesa y Garagüeta, cuyos paseos entre los acebos, mientras contempla el valle, “es como si estuvieras en un cuento de hadas”. A Inés le gusta el Castillo de Soria, “mágico y variado”, y el de Magaña.

Para Inés, viajar es esencial en su vida. Ha visitado México, Irlanda, Francia y le encantaría conocer El Cairo. A Victoria, Roma, patria de sus pintores favoritos. Conoce Andorra y casi toda España. Este año ha hecho la Ruta de la Plata.

A Inés le gusta la poesía -“Veinte poemas de amor” de Pablo Neruda, por ejemplo-, la película “Los miserables”, los actores Tom Hooper, Paco León, Belén Cuesta, el grupo Extremadouro y Rosalía, por su capacidad de innovar. Victoria se queda con los libros de aventuras, ficción y suspense. Su canción favorita: “Starman”, de David Bowie. Ha leído a Platón, Rick Riordan y Agatha Christie. Entre sus personajes, Lorca, que refleja que la poesía es arte, Robin Williams, Belén Cuesta y Cleopatra. Los de Inés: Johnny Deep, Pedro Almodovar, Penélope Cruz y Rosalía. El brócoli con ajo hervido y la gelatina de fresa son su plato y du postre preferidos. La pizza y la ensaimada de crema, los de Victoria. Sensibles como ellas solas, Victoria elige “todo tipo de azules relacionados con el mar”, Inés el gris, “mezcla entre la luz y la oscuridad”. ¡Muchos éxitos!

 

 Inés Soria Fernández

Profesora

Inés Soria (Soria, 1972) pasó su infancia en Covaleda, donde sus padres, Antonio y María José, ejercían de maestros. Con diez y siete años, la familia se trasladó a Zaragoza, y allí, junto al Ebro, terminaría su carrera de ingeniera en la E. U. de Ingeniería Industrial de Corona de Aragón. Buena estudiante, el IES Gallicum de Zuera fue primer destino como profesora de Tecnología. Al año siguiente, curso 1996-1997, se trasladó al Instituto Machado. Este año cumplirá su 25 aniversario. Jefa de Estudios desde hace ocho, sus puertas siempre están abiertas, buscando el trato con los demás. “Conoces a los chicos, a las chicas, haces de madre, de profesora, de amiga, de confidente…”, confiesa. Una vocación que desempeña con diligencia y dedicación, asumiendo con orgullo la enorme responsabilidad de ser, junto a sus compañeros y compañeras, “guardianes del legado de un Centro de 182 años de Historia”.

Lo peor de la pandemia, nos comenta, fue el día del cierre del Centro y la despedida. “¿Nos vamos a volver a ver?”, preguntaban. No pudo contener las lágrimas. Una experiencia dura la que vivimos. Los alumnos estuvieron a la altura y nos expresaron su agradecimiento por la ayuda, el contacto permanente, la atención. Nuestro trabajo, nos confiesa, “consiste en ayudarles, quererles, por encima de todo, y, por supuesto, enseñarles,… Es una juventud estupenda, con enormes habilidades y competencias. Lo peor, esa sensación de que, al terminar sus estudios, la mayoría no volverá.”

Primer Nacional INCIBE (Instituto Nacional de Ciberseguridad) recientemente, el Instituto prepara ya las XVI Jornadas Nacionales de Institutos Históricos como miembro de la Asociación Nacional para la Defensa del Patrimonio de los Institutos Históricos. Y preparan la noche de los museos y la competición FLL de Robótica en la que presentarán un proyecto energético que señala como objetivo fijar población. A nivel personal, le gusta colaborar. Fue Jurada de La Mayor en 2001. Sus dos hijos, Maxim, y Víctor, la hacen ser muy madre, asegura. Granada, la Alhambra, por los olores, los sonidos, sería la ciudad que nunca se cansaría de visitar. Conoce Grecia, Portugal, Italia, Rusia, París,… Y Egipto, en donde comprobó, con asombro y satisfacción, las técnicas y el gran desarrollo de una civilización antigua y riquísima. Arqueóloga de vocación, acoge como una bendición cualquier descubrimiento y la aplicación de cualquier nueva técnica.

El Castillo y el Soto Playa fueron de niña sus lugares de recreo. Recuerda la fiambrera con la tortilla de escabeche de su abuela Inés, la casa de sus abuelos maternos en la calle Mayor y el olor de la panadería donde trabajaba su abuelo Antonio. Lee mucho en vacaciones: historia costumbrista, paisajes, tradiciones y gastronomía. Un libro: “Patria”. Cose, borda y confecciona trajes de piñorro. Y apuesta por las migas y la caldereta de Pinares. “Cada momento tiene su música y cada música su momento”, nos recuerda. El rock, sin embargo, es su música preferida: Marea, Extremoduro, Fito & Fitipaldis. También el cine español, destacando al actor Luis Tosar, la cocina tradicional (el cocido y los guisos de sus abuelas, que por mucho que se empeña, no le salen igual) y el chocolate amargo. Cree en las personas, en la intuición, en la bondad. Destaca a Antonio Machado, a Marie Curie, “y a todas esas mujeres que han hecho realidad sus objetivos”. No, no le gustan las despedidas, pero sí hacer las cosas bien. Gracias.

 

 Inés Tudela Herrero

Inés Tudela Herrero es una gran mujer numantina. Sus noventa y tres años (Soria, 1922), cumplidos, son una suma de esfuerzo, rigor y conciencia. Hija de José Tudela, pasa su vida compartiendo con orgullo y gratitud la parte de la cultura soriana, hispanoamericana y universal, de la que ha sido actora, testigo e intérprete.

Hablar con ella es adentrarse en un mundo de personajes conocidos, historias enormes, que recuerda con devoción y generosidad. Vivió toda la vida de su padre. Un hombre de estudio, firmeza y compromiso, que recorrió la provincia, con Blas Taracena, para dar visibilidad a los tesoros de cada uno de sus pueblos. Y la vida de su madre, Cecilia Herrero Zardoya, profesora de lengua en varias ciudades, antes de jubilarse en el Liceo Francés de Madrid. Una mujer íntegra, nos dice, que tocaba muy bien el piano, disfrutaba de su profesión, y creó su propia obra investigadora. Sobre la pequeña mesa: un “Estudio Paleográfico”, de 1920; otro sobre “La pedagogía femenina en el siglo XVII: educación en los conventos: Mme. De Maintenon”. Y un tercero, “La letra visigoda en los reinos pirenáicos”, que recoge Isabel Goig en su espléndido libro: “José Tudela. La persona y sus espacios”, Soria, 2010.

A los nueve años, Inés Tudela conoció a Don Antonio Machado. ¡Qué hombre más raro!, pensó. Hasta que leyó su poema shakesperiano “Las encinas”: “Las hayas son la leyenda. / Alguien, en las viejas hayas, / leía una historia horrenda / de crímenes y batallas.” Desde entonces, Machado fue uno de los acompañantes más fieles de su memoria emocionada. En Soria, en Madrid, y también en el exilio, que vivió, con dolor, en primera persona: por su padre (Burdeos, 1937-1939), por su tío Bernabé Herrero Zardoya, magnífico poeta, profesor en Dax, y por ella misma, cuando, en 1948, pasó dos meses en su casa, para aprender francés. Inesita, le dijo en un viaje a Bayona, “déjame ese sitio, desde allí veo España.” De Francia se trajo la nostalgia, siempre viva, y el sonido perfecto de la “u” francesa, que pronuncia con absoluta corrección, mientras charlamos animadamente en la luminosa galería de su casa de la calle Caballeros.

Inés Tudela aprendió a leer y a escribir en las Escuelas Públicas de la Plaza Bernardo Robles. Luego pasó al Instituto. Buena estudiante, religiosa, obtuvo la licenciatura de Filosofía y Letras en la Universidad de Madrid. Bibliotecaria, durante treinta años, en el Instituto de Cultura Hispánica, se jubiló como jefa de la sección de los Cursos para profesores Hispanoamericanos. Documentalista, por otra parte, colaboró en un libro de María Laffitte, Condesa de Campo Alange, cuyas teorías están en la línea de Simone de Beauvoir.  Gracias, nos escribió un día, “por el envío de la fotocopia sobre tu estupendo artículo sobre Simone de Beauvoir. Tan leído en mi juventud, y ahora, por mi mácula, con lupa…”

Lectora empedernida, destaca dos obras de Unamuno, “San Manuel Bueno, mártir” y “La tía Tula”, y una de Pío Baroja, “Zalacaín el aventuro”. De Machado, su poesía. Pero no se olvida de Bécquer, ni de Lope, ni de Juan Antonio Gaya Nuño, ni de Gerardo Diego,… Ni de paisajes sorianos de ensueño como El Cañón del Río Lobos o el Bosque Sagrado de Beratón.

Soriana del Año, en 1989, por la Casa de Soria en Madrid; pregonera, en 1992, de las Jornadas Rito-gastronómicas de la Matanza; conferenciante, investigadora, Inés Tudela ha hecho de la cultura uno de los fundamentos de su vida.

Al despedirnos, después de ensalzar la figura, “olvidada”, se lamenta, de D. Santiago Gómez Santacruz, -“el Juan XXIII de Soria”-, nos enseña el mundo, su mundo, bajando por la escalera hasta el patio-jardín. Allí espera, silenciosa, Carlota, la tortuga. “Ahora le traeré tomate”, nos dice. Y el escudo de los Salvadores, uno de los Doce Linajes, a quienes su abuelo, Anselmo Tudela Delgado, compró la casa. Y un yugo de bueyes, discretamente colgado, junto al portalón de madera. ¡Qué inmenso es el mundo de Inés Tudela!, pensamos, mientras nos despedíamos de ella.


Irene Montes Gamero

 y Vera Allué Iberico

Estudiantes

Irene Montes Gamero y Vera Allué Iberico tienen dieciséis años y acaban de terminar la ESO en el Colegio Nuestra Señora del Pilar de Soria. La primera nació en Soria, la segunda en Barcelona. Más tarde, estudió en el Colegio Santa Margarita de Lima, país de su madre, Isabel, ingeniero industrial. Las dos han ganado dos de los IV Premio Antonio Machado promovidos por su Fundación. Irene, con un relato titulado “Vita Flumen”, título latino que significa para ella “la vida como un río”, y Vera con un vídeo titulado “Literatura al natural”, que relaciona a Machado con escenas de la naturaleza soriana. Buenas estudiantes, buenas comunicadoras, cada una con su estilo, las dos han formado parte, como titulares, del equipo que se quedó cuarto en la fase regional de la Liga de Debate de Castilla y León. A Irene le interesa la Historia y la Economía. El Inglés y las Ciencias a Vera.

Charlamos de todo y largo rato en el alto de la Dehesa. Nuestras preguntas obtienen siempre respuestas claras y bien argumentadas. Vera querría dedicarse a la investigación médica, mientras que Irene se ve en el mundo de las ciencias sociales (derecho, economía). Nos dicen que hablan mucho entre ellas, amigas como son, de medio ambiente, política,… Se sienten implicadas con las soluciones. Irene estudiaría en Madrid, Vera lo hará seguramente en Boston. Su padre se llama Sebastián y es de origen catalán. El de Irene, Epifanio, nació en Villarraso, una pedanía de Magaña, y se dedica a la construcción. Elena es el nombre de su hermana. Valora la zona de Tierras Altas, El Mirón, el entorno de San Polo,... Vera, el Cañón del Río Lobos y San Saturio. 

La pintura renacentista y barroca son las preferidas de Irene. Destaca también a Velázquez y a Caspar David Friedrich, paisajista alemán, el Pop-Rock de los 60 y 90, y dos canciones: “Wherever you will go” de The Calling y “Dime que me quieres” de Tequila. Las dos estudian con música. Vera se decanta por la música en inglés de los 70/80. Los Beatles, por ejemplo, pero también la música clásica y la canción “Sweet Child O’ Mine” de Guns N’ Roses, que le trae recuerdos de su infancia. Irene lee diariamente. Nos recomienda “Marina” de Carlos Ruiz Zafón. Le gustó, comenta, la segunda vez que leyó este año “El Camino” de Miguel Delibes. Vera se acerca más a la interpretación, el lenguaje teatral, que cultiva siempre que puede. Clint Eastwood y Morgan Freeman son los actores favoritos de Irene. Las dos apuestan por los documentales. “Free solo” es el preferido de Vera. Ella se queda con Portugal y Lisboa. Lima, asegura, es la ciudad en donde ocurren todas las cosas. Irene sueña con conocer Italia, Venecia, Florencia, y estudiar, como su compañera, italiano. El inglés es segundo idioma de las dos.

Coco Chanel y Dante son dos de los grandes personajes de Irene. Su plato favorito sería el cocido madrileño, el “Cau-Cau de pollo”, peruano, el de Vera. Ella practica el volleyball, el tenis y el fútbol. Una chica pragmática, nada supersticiosa, nos dice, que tiene el rojo como color preferido y el dos como número de la suerte. A Irene le gusta el tenis, la natación, caminar, el gris, símbolo de la templanza, de la calma, y los números 14 y 4. El destino, comenta con absoluta seguridad, es el “fruto de las acciones actuales que tienen consecuencias en el futuro.” Una generación, la de estas dos estudiantes, que contagia por su seguridad, compromiso y preparación.


Isaac Moreno Gallo

Ingeniero

Isaac Moreno Gallo (Burgos, 1958), hombre de palabra y de ciencia, empuje y conocimiento, cuenta con claridad y pasión la historia de lugares apasionantes de rico pasado romano y tanto futuro. Lo hace en Ingeniería Romana, un programa de La 2, en donde descubre, a profanos y especialistas, “los aspectos más desconocidos y sorprendentes de la ingeniería del mundo romano.” Vive en Zaragoza y es ingeniero del Estado en Aragón desde 1988. Su padre y su madre son de los pueblos burgaleses de Cardeñadijo y Gredilla de Sedano. Su hermano Miguel es periodista, historiador y arqueólogo. Tras graduarse en la Escuela Universitaria de Ingeniería Técnica de Obras Públicas de Burgos, comenzó a trabajar en 1982 en el sector privado, investigando además sobre “carreteras romanas e ingeniería antigua en general.” Se graduó en Geografía e Historia en la UNED. Conoce bien Soria y, particularmente, La Riba de Escalote, de donde es el padre de su compañera Emilia. La biología y la naturaleza son dos más de sus vocaciones. Nos confiesa que no sabe parar. Así que, cuando se jubile, seguirá viajando, investigando, buscando y encontrando nuevas rutas históricas. Aportación científica y conocimiento útil sin duda.

Su interés por las calzadas romanas remonta a los años 90 y 2000, con la publicación de sus primeros libros, y luego en 2006-2010 en un trabajo financiado por la Junta de Castilla y León. Ahora mismo, tiene pendiente la publicación, por la Diputación de Soria, de su trabajo relacionado con la Extremadura soriana: “La defensa telegráfica de la frontera califal del Duero. Atalayas y vías romanas en el siglo X”. La mayoría de las calzadas romanas están destruidas, asegura, aunque se conservan algunos tramos. Entre ellos, con su colaboración, el de la A-11, de siete kilómetros, en la zona Calatañazor/Blacos, que podrá recorrerse e interpretarse. Y quedan todavía. Entre ellos: “tramos impresionantes en todo el término de Villaciervos, Calatañazor y Rioseco.” Soria, afirma, “tiene la suerte de ser una de las provincias actuales mejor investigadas del antiguo imperio romano.” Recorrer la vía romana entre Numancia y Osma en bicicleta de montaña, sostiene, es un atractivo que puede favorecer al turismo, la hostelería, las casas rurales de estos pueblos. Poquísimos territorios, continúa, “han sido investigados en Europa con las técnicas de identificación que aquí se han empleado.” Soria, a su juicio, no está vaciada. Por el contrario: es una maravilla. Los pinares, los robledales y los sabinares, los castillos, las atalayas...

Isaac ha visitado muchas veces Francia, Italia, Turquía, pero también Grecia, Suiza, Marruecos, Londres, Berlín… Sus preferencias: el Mediterráneo.  Para visitar, Roma y Madrid. Para vivir, España, Zaragoza. Le gusta el ensayo histórico. “Imperiofobia y Leyenda Negra”, de Elvira Roca. La música de su tiempo. Casi todo el blues y el Ritm and blues, Sympathy For De Devil, de The Rolling Stones. Su película: “Predator”. Le impactó. Y no le aburre verla cada vez que la emiten. Y Apocalypto, “una película muy cruda, pero ajustada a la realidad de lo que fue.” Practica el ciclismo de montaña y de carretera. Nunca juega a la lotería y tiene el gazpacho y cuajada como su plato y su postre. Le gusta contar, dar voz a obras enormes pasadas y con mucho futuro, en vivo, en video, por streaming. Aprendiendo y enseñando, absolutamente comprometido. Muchas gracias. ¡Feliz Navidad”

 

Isabel Isla Gayo

Creadora

Sentados en sendos sillones del Salón Antonio Machado del Casino, Isabel Isla Gayo (Barcelona, 1966) nos describe para comenzar tres de sus recuerdos de infante emigrante en Cataluña: el sonido del rompeolas, la pantera negra del Zoo y la señora Leonor. Nos habla así mismo de sus abuelos, Cipriano y Agripina, y de sus padres, Manuel, de Quintana Redonda, y América, de Agoncillo. A los seis años ya estaba en Soria, estudiando en el Sagrado Corazón y, más tarde, en el IES Castilla, en donde comenzó el tiempo de rebeldía y la creación del grupo teatral “Melpómene y Talia”, siendo “La historia de la historia historiada en una histórica e histérica historieta” uno de sus montajes destacados. Alguien le dijo entonces que no valía para pintar, y aquello la llevó al teatro y a las cartas de Tarot como una forma de amistad con sus compañeras. El arte, nos confiesa, “forma parte de mi vida, me permite crear y me ayuda a controlar el caos.” El Tarot es para ella “una inquietud espiritual de niña egiptóloga y amante de las leyendas, un lenguaje, una interpretación de los datos objetivos de cada persona, el primer experimento de inteligencia artificial.” Y nos lo demuestra con un ejemplo convincente.

Siempre dispuesta, activa y optimista, colaboró con Juan Luis Lenguas en la recuperación del Carnaval de Soria en los ochenta. Luego vino el cine y la televisión en Madrid como realizadora, productora y directora de varios cortometrajes, entre los que destaca “La alergia”, una producción “coral y surrealista”, rodada con maestría juvenil en la estación del Cañuelo. Ya en este siglo, abrió un estudio de diseño gráfico y estudió pintura. Sus 17 cuadros al óleo - “La profecía de la Estrella”- los trabajó en la academia Máximo Peña de la Plaza Mayor de Madrid, expresando en ellos toda su sensibilidad humana y todo su valor artístico.

El contacto con el movimiento feminista, las exposiciones, la librería Bohindra, la llevaron a abrir un taller laboratorio mágico-artístico en Lavapiés, al que se dedicó intensamente unos cuantos años. Nuevamente el feminismo la animó a rescatar, con “Mujeres borradas”, a tantas mujeres ignoradas por los libros de historia, a la vez que “Ars Magick” le permitía expresar su “visión espiritual del mundo y su traducción en iconos”. Ávida de conocimiento, sus manifestaciones artísticas y sus trabajos profesionales conforman un bagaje profesional relevante.   

En 2020 se instaló definitivamente en Soria, creando en el Círculo Amistad Numancia -de cuya Junta Directiva forma parte- un Taller de arte, denominado “La Casa de la Juana”, que comparte con Cristina Ortega, Azahara del Campo y Miriam Tello. Un espacio de obra privada y colectiva, calidad y vocación de servicio, que nos enseña mientras nos anuncia nuevos e inmediatos proyectos.

Con una novela acabada y lista para editar, Isis Gayo ha visitado Francia, Italia, Egipto,... De París recuerda haberse sumergido en “Les Nympheas” de Claude Monet del Musée de L´Orangerie. Entre sus preferencias personales, destaca San Sebastián, como ciudad, el Pico Frentes, San Baudelio, la novela “Cien años de soledad”, de Gabriel García Márquez, las películas “La guerra de las galaxias”, de George Lucas, y “Lo que el viento se llevó”, basada en la novela de Margaret Mitchell, y la canción “Anything Goes”, de Cole Porter. La Estrella, en fin, sería su carta de Tarot, el Aciano su flor y “El amor es la fuerza” su lema principal. Suerte y muchas gracias.  

 

Jaime del Huerto Villaplana

Pintor

“La Soria vaciada no está vacía”, nos dice Jaime del Huerto, nacido en Barca y residente en Almazán, en donde tiene su estudio. Visitamos su taller en El Hueco. Seriedad, concentración, arte y plenitud. Nos enseña Trazos, su cuaderno de arte, nacido en Barca de la mano de su alcaldesa, Juanita Garzón; ilustrada con cuadros y artistas de sus talleres en Soria, Almazán, Matamala, Barca,Tardelcuende, Santa Mª de Huerta, El Burgo de Osma y Villasayas. Su poemario de juventud, “En el azul” (1981), está magníficamente editado. Visitamos su obra en su web (www.jaimedelhuerto.com): imágenes relucientes, rojas y azules, claras y con estilo. Su padre, Francisco, caminero, nació en Santa María de Huerta. Su madre, Emiliana, procedía de una familia de campesinos fuertes, cuya historia recogió Isabel Goig en su novela: “Al otro lado del puente” (2006).

Hombre de la Transición, estuvo siempre comprometido con su tierra. Vivió la bohemia y coincidió con muchos artífices de la “Movida Madrileña”. De aquella época es el libro “Del oficio de Poetastros, Pintamonas y Cronicantores”, que escribió con José Mª Martínez Laseca y José Mª Paez Balgañón.

Buen estudiante, aprendió a escribir en su pueblo natal y terminó el bachillerato en el IES Antonio Machado. Luego fue administrativo, trabajó en Escobrax, hizo la mili en las COES en Zaragoza, y, cuando se licenció, siguió estudiando Bellas Artes en Barcelona y en Madrid, conociendo allí a la Duquesa Fina de Calderón, machadiana, liberal y muy culta.

Deportista nato, trabajó en Torras antes de fijar su residencia en Marrakech, entre 1990 y 1997, cerca de la Plaza d´Jemaa el-Fna, teniendo como vecino al escritor Juan Goytisolo (“Señas de identidad”), con quien compartió tardes de té y silencios en el Café “Maticha”. Una sociedad aquella, subraya, humanitaria y próxima, que, afirma, “llevo en el corazón”, como queda patente en su obra. Una propuesta de ADEMA para montar talleres de iniciación a la pintura en el mundo rural le devolvería definitivamente a Soria.

La pintura le atraía desde niño. Nos cuenta que su tío Laureano, Padre Calasancio, pasaba los veranos con su familia. Al marcharse, en agradecimiento, dejaba estampas con reproducciones de cuadros del Museo del Prado (Velázquez, El Greco,…). Fascinado por las formas y el colorido, decidió ser pintor.

Además de Marrakech, su geografía mágica -que recuerda a la de Nerval- da la vuelta al mundo: La Habana, Senegal (Isla Goré), Florencia, Amsterdam, Lisboa, Catalañazor,... En su casa-museo posee una enorme colección de libros. Novela, poesía, historia, filosofía. Destaca él: “Cien años de soledad”, de García Márquez, y “Los 20 poemas de amor” de Neruda. Su hobbie, nos asegura, son los animales: su perra Hanut, sus hijas La Rata y La Piluca, la entrañable Maruja y La Meme, nacidas todas en Marruecos y ya en su propio cielo. Ahora tiene a Mimi, que, cuando pinta, se tumba a su lado y mira como si comprendiera. A este pintor soriano le gusta la música clásica y el rock (B. Springteen y Queen). Y las películas: “Parasitos”, “17”, “Cuando acabe la Guerra”. Mandela es su personaje. Profesor exigente y pasional, confiesa, lleva 40 años dedicados a la pintura, 21 dirigiendo su taller, y ha realizado más de 40 exposiciones. Como resumía su amigo Miguel Bordejé, ex Presidente de la Casa de Soria en Madrid, refiriendo a él: una “Sinfonía de vida y color”. A falta, sin duda, de un reconocimiento bien merecido.  

 

 Jaume Aguilar i Matas

Psiquiatra y Compositor

Jaume Aguilar (Barcelona, 1939) es un enamorado de Soria desde hace veinticinco años, cuando, junto con su esposa, Mercè Sariol Díaz, psicóloga clínica y escolar, y uno de sus hijos, pasaron unos días en nuestra ciudad releyendo a Machado, visitando la tumba de Leonor, San Saturio, San Juan de Duero, Santo Domingo y toda la provincia.” Su naturaleza es generosa, asegura, y sus gentes acogedoras.

Médico desde 1964, comenzó a trabajar en el Centro Piloto de Parálisis Cerebral de Barcelona. Allí entró en contacto con el Dr. Jordi Ponces y la Dra. Júlia Corominas, una de las fundadoras de la Sociedad Española de Psicoanálisis. Sus enfermos, comenta, “eran lactantes afectados por un cuadro de parálisis cerebral y otros tipos de encefalopatías.” La necesidad de comprender el impacto emocional vivido por los padres, recuerda, “me llevó a interesarme, cada vez más, por la psiquiatría y la formación psicoanalítica.” Los últimos 13 años de su vida profesional ha sido jefe del Departamento de Salud Mental y creador, con la ayuda de María Victoria Oliva de Cantavella y Luis Mauri, entre otros colegas, además de Carla Marsani de Milán, de la Kleinian Psychoanalytic Diagnostic Scale (KPDS), publicada en 1996 con gran difusión internacional. Actualmente, Jaume es miembro titular de la Sociedad Psicoanalítica Española.

Su padre era un hombre de gran inteligencia, nos dice. Fue oficial de la marina mercante y posteriormente director general para España y Portugal de la Universal film Studios. Su abuela, maestra, y su madre eran también pianistas y ambas cocinaban muy bien.

En ese ambiente de cultura y música, su hermano Enrique, profesor de lengua y literatura catalanas, compuso bellas piezas sardanísticas. Jaume Aguilar, entre otras obras musicales, ha compuesto recientemente la Cantata sinfónica Antonio Machado y Leonor Izquierdo, In Memoriam, interpretada magistralmente por La Orquesta Sinfónica de Bratislava, dirigida por David Hernando. En ella trata de reflejar “la experiencia dolorosa y el proceso de duelo vividos por Antonio Machado tras la pérdida de Leonor.” Sería para él un honor poder estrenarla en Soria.

Con su esposa, alumna de la escuela Isabel de Villena, dirigida entonces por Carme Serrallonga, ha visitado la mayoría de ciudades europeas. En Roma “me impresionaron de manera muy especial algunas de las obras de Caravaggio y el grupo escultórico del éxtasis de Santa Teresa de Bernini”. En vacaciones le ha gustado leer las novelas de Andrea Camilleri. Nos habla con orgullo de la última novela de su hija Laia, Les altres mares (Las otras madres), premio Josep Plâ hace dos años con Pluja d’estels (Lluvia de estrellas). Ha vivido, asegura, “momentos de intensa emoción y agradecimiento escuchando algunas de las cantatas de Bach, interpretadas por el Bach Collegium, dirigido por Pau Jorquera, o la Bach Akademie, dirigida por Daniel Terrida, en el marco del Festival Bachcelona, del que somos promotores.” Sigue la actualidad del cine y nos confiesa su admiración por Cyrano de Bergerac interpretado por José Ferrer.  Su plato: la sopa de pescado a la provenzal y las legumbres guisadas. Como postre, la fruta del tiempo y en especial la del verano. Gandhi, Angela Merkel, Antonio Machado, Miquel Martí Pol, Salvador Espriu vuelven a nuestra conversación, sentados en un banco de piedra de la Placeta del Mirón. La vista es preciosa, nos dicen los dos. ¡El muro blanco y el ciprés erguido!


Javier Arrribas


Javier Martínez Romera

Profesor de Historia

Javier Martínez Romera nació en la clínica de D. Juan Sala de Pablo en 1977. Su padre, Luis, radioaficionado, trabajaba en el laboratorio de Sanidad. Su madre, nos dice, le ha transmitido la importancia de la paciencia y de cuidar los detalles en el trato con la gente. Hijo único, estudió hasta 8º de EGB en el colegio de la Presentación, “el más moderno de Soria -afirma orgulloso- durante mucho tiempo.” Recuerda con cariño a sus maestros, la cantera de balonmano en la que jugó y el profesorado nativo para las clases extra de inglés.

Estudiante aplicado, Javier fue siempre delegado de curso. BUP y COU los cursó en el Instituto Machado y Traducción e Interpretación, primera promoción, en el Campus de Soria, en cuya facultad enseñó varios años y se doctoró cum laude. Tras ganar las oposiciones de Geografía e Historia, impartió clases en los IES de Ayllón y Castilla de Soria. Desde hace dos años, forma parte del Claustro del IES Antonio Machado, en donde se hace cargo de un programa de Bachillerato de Investigación y Excelencia. Vocacional, le apasiona la Historia. Curioso y de espíritu abierto, la lectura forma parte de sus pasiones. Recuerda a su abuela Domi leyéndole cuentos cuando era todavía un niño. Y de una de sus primeras lecturas: “Alejandro Magno”.

Siempre le gustó escribir. Premio Toro de Plata en 2003 y 2008, su libro “Soria en Seiscientos” (2022), comenzado durante la pandemia, es para él mitad memoria familiar, mitad guía de Soria; datos y detalles rigurosos, buena literatura y fino sentido del humor para nosotros.

La afición a los coches antiguos le viene de su abuelo Celedonio, conductor de ambulancia durante muchos años, y de su tío abuelo Jesús, proyectista en el IDEAL, propietario del 600, en cuyo asiento trasero Javier pasó buenos ratos recorriendo la provincia con los dos. En su cochera-museo, guarda hoy un 1500, un 600 y un flamante Ford rojo de 1932. Es presidente del Club Seat 1500 desde el año 2000 y socio de la Escudería “Laurel de Baco”. Los coches antiguos, nos comenta, le permiten disfrutar de su conducción, del paisaje, de los lugares y de las gentes que los habitan. Es un reto, añade, ir lo más lejos posible con ellos: Santiago de Compostela, Portugal, Málaga, el Pirineo francés.

Hablamos de cine. Nos cuenta que tiene un máster en historia y estética de la cinematografía y es amigo de Fernando Ganzo, redactor de la revista francesa Cahiers du cinéma. Esta afición la disfruta con su padre, que se la transmitió desde niño y con su buen amigo Julián de la Llana, con quien conversa con frecuencia. Su película: “Casablanca”. Sus actores: David Niven, Nicole Kidman y Maribel Verdú.

En sus veranos en Inglaterra, visitó Londres, York, Oxford,...  Más tarde, Roma, Bruselas, Estrasburgo y París. Ahora siente curiosidad por Buenos Aires. De Sevilla destaca su color y su luz, de Toledo su historia, y de San Sebastián, ser un París en pequeño. Le gusta toda la música de su tiempo, las novelas de Julio Verne, los libros de Stefan Zweig (“El mundo de ayer”), El Santero de San Saturio, Avelino Hernández, “Hercules Poirot” de Agatha Christie. Buen comedor, disfruta el cordero asado y le encanta la tarta costrada. Y el color azul, el río, San Saturio y El Castillo. Aunque no es de ídolos, destaca la sensatez de Rafael Nadal y la constancia y humildad de la científica Margarita Salas. Hombre de retos planificados, piensa ya en su próximo libro. Que será otro éxito. 

 

Jesús Aldea

Pescador

El oficio de impresor no tiene título artístico oficial, pero basta con verles trabajar para darles uno de categoría. Matizar los colores, observar bien los textos, los títulos, conocer al cliente, buscar, en fin, la “espectacularidad”, son las cualidades que Jesús Aldea, impresor, ha trabajado durante toda su vida profesional. En “Hogar y Pueblo”, como aprendiz, en Insoca, imprimiendo cartón, y en las imprentas sorianas, hasta su jubilación: “Atlas”, “Rubio Condado”, “Unión Gráfica”, “Grafical”.

Durante los primeros años, conoció a Jacinto Jimeno Jimeno, hombre recto, cura y editor de “Hogar y Pueblo”, en la calle de San Juan. Y a Fidel Carazo, que dirigió el mismo trisemanario con una tirada de más de 3000 ejemplares. Recuerda la Sección titulada “Séneca”, que no era sino un diálogo vecinal entre Sinforosa y Jacinta. Y se acuerda de sus compañeros (Anselmo Álvarez, encargado, e Isaías Pascual Moreno, corregidor) y de los pasos que daban todos para sacar tres días por semana el periódico.

Soriano, de “familia humilde”, como él dice, nació en 1951 en la calle Real. Su padre, Alejandro, era un zapatero remendón, con categoría de artesano del calzado. La infancia la pasó entre el Pilón de la Fuente Cabrejas y su barrio, jugando “al fresco”, a “La patada al bote”, “La Pita”, “La piola”, “Las cuadrillas”, o “La Taba”; o compitiendo con los otros barrios de la ciudad. Fue al colegio de La Arboleda, con sus refugios tenebrosos, que recorrían, chavales, con antorchas, a los Franciscanos, de donde salió con su Título de Estudios Primarios bajo el brazo, y a la Escuela de Artes y Oficios, durante cuatro curso más.

Para entonces, Antonio, su abuelo materno, ya le había instruido en el arte de la pesca: Cabezotas (Gobios), Cachos, Bermejas, que vendía a los bares (“El Caribe”, el “Bambi”), sacándose sus pesetas. Y también a cazar “cardelinas”, “turis”, “pardillos” y “pajarillos” con “liga”, hecha por él mismo de corteza de acebo.

La pesca, la naturaleza, han sido, junto con la composición, algunas de las pasiones de su vida. También la música, nos confiesa, “mi asignatura pendiente”. Toda la música. También fue “Flecha”, “Arquero”, “Cadete”, en los campamentos de la OJE. Aficionado, Jesús Aldea lee con soltura el libro del agua del río, en donde habitan las especies autóctonas: las truchas, los barbos, las bogas, las bermejuelas. Pero también, como en tantos otros sitios, las Carpas, los Alburnos, las Luciopercas y los Siduros. Habla de todas las especies con una precisión casi visual. Su relato es fluido, basado en la comprensión del lenguaje de la naturaleza, que tiene a la Luna, siempre presente, como una de sus actoras más determinantes. Nos explica el proceso de la captura. Nos habla del pescador. De su sicología y costumbres. Pero también de la sicología de los peces, cuyos objetivos son: comer y proteger su territorio. No hablan, piensa, pero si oyen, y ven, y huelen. “Lo que les interesa, se lo tragan; y, lo que no, lo expulsan por las bránqueas”, nos cuenta.

Su historial de pescador es amplio y conocido. Ha conseguido, entre otros galardones, el subcampeonato de España de pesca de salmónidos, modalidad de Lance, con el equipo de Castilla y León. Forma parte de los Clubs “El Campano” y “San Saturio”, y aunque es amigo de todos; representante del Consejo de Pesca de la Junta de Castilla y León. Organiza competiciones. La última: treinta pescadores capturaron en un solo día 600 truchas. El Ayuntamiento, nos dice, les hace caso. Y les ayuda, aunque alguna de las plataformas esté hundida y abandonada, y las orillas del río, a su paso por Soria, estén llenas de vegetación, haciendo imposible la práctica de la pesca.

Soria, afirma, es una ciudad “rica: desde la limpieza del aire, hasta la pureza del agua, y su climatología”. Para él, todos los lugares importantes están relacionados con el río. De manera que no ha dudado en darlo a conocer a través de algunos reportajes televisivos. Uno, con “Jubilados en acción”, sobre los cangrejos. Y otro, “La lucioperca en invierno en la cuerda del Pozo”, para la RTCyL. Curiosamente, es más de carne que de pescado, aunque le encantan las anchoas del Cantábrico y los chicharros de sus tiempos jóvenes. Y, de la televisión, los reportajes. Y, del mundo le hubiera gustado conocer: Río Grande (Argentina), Uruguay,..

¿Una planta?, le preguntamos, y nos da el nombre: “la peonía”. Y, de Machado, los poemas sobre el Duero. “Aunque me jubilo, no estoy harto, ni cansado”, nos dice. Pero seguirá pescando, con su mujer, Gloria, “que sabe de pesca”, con sus hijos, con todos los pescadores de Soria, en días de Sol o de Luna. Al son, quizás, de una canción de Pink Floyd. O de una sanjuanera. Aunque, para pescar, el silencia y el sigilo sean imprescindibles.


 Jesús de Lózar de Grado

Economista


Puntual a la cita, Jesús de Lózar (Villadiego, Burgos, 1952) nos sorprende desde el principio con una memoria de detalle. Nuestra curiosidad por la expresión “Tomar las de Villadiego”, en referencia a su pueblo natal, la colma recitándonos una de las citas que sobre ella se recogen en El Quijote. Segundo de una familia de cinco hermanos (Claudia, Carmelo, Marisol y Luis), Jesús tiene dos hijos, Miguel, arquitecto, Alicia, bioquímica en el Hospital de Soria, y cuatro nietos. Cruz, su madre, era de Villadiego. Una mujer activa, nos dice, que vivió 101 años y llevaba la tienda familiar de madejas y telas. Su padre, Higinio, era pellejero y lanero.

Los estudios siempre le fueron bien. Aprobó ingreso en el pueblo, hizo dos cursos de bachillerato en el Colegio La Salle de Burgos y tres por libre. El Preu lo superó en la Laboral de Alcalá. En Madrid, la ciudad de su vida, hizo Económicas en la Complutense de Somosaguas, teniendo como residencia el Colegio Mayor “Nuestra Señora del Buen Consejo.”

Aunque había trabajado ya durante los veranos, su vida profesional la inició en una empresa de importación y exportación (CIEISA) de los Hermanos Barreiros. Tiempos de silencio, como titulara Luis Martín-Santos una de sus novelas, en los que mantuvo una actividad social y política intensas.

Machado y Avelino Hernández fueron algunos nombres que le encaminaron a Soria, adonde, casado ya con Pilar y con dos hijos, decidieron venirse en 1980, primero él solo, para trabajar en la Cámara de Comercio. “Una obligación moral”, confiesa. Porque Jesús de Lózar, además de tenacidad y predisposición, asume los retos con absoluta dedicación. Nos habla, en ese sentido, de su participación en la creación de la Asociación de Artesanos y de la de Comerciantes de El Collado. Como economista independiente, colaboró con el Gobierno Civil y trabajó en Gestur, antes de crear, en 1987, con otros socios, Soria Consultores, que gestiona en solitario desde 1993. Vive feliz en Soria, asegura. Una ciudad que define como cómoda, abierta, llena de posibilidades y para nada vaciada.

Lector permanente, se incorporó a Soria Edita hace ya muchos años. Hablamos de sus últimas publicaciones, del apoyo de Caja Rural y de la próxima reedición de “Los tres sorianitos”, de J. Ortega Munilla. Miembro así mismo de la Asociación de Amigos del Museo Numantino, fue colaborador de “Campo Soriano” y “Soria Semanal”, y ahora de este periódico. Artículos que espera recoger en un libro, con el objetivo de poner en valor las cosas de Soria. De su etapa de concejal destaca su preocupación por la desigualdad y su empeño por los acuerdos y consensos.

París será siempre para él la ciudad de las sensaciones y Sevilla la de sus recuerdos de Semana Santa y su amistad con Juanjo Asenjo, su Arzobispo Emérito. Entre los países visitados destaca Cuba, por la proximidad de su cultura y su clima.

Lee permanentemente, nos comenta, sobre todo ensayo y novela negra: Simenon, Camilleri,... Un título: “Genio y ansiedad: Como los judíos cambiaron el mundo”, de Norman Lebrech. Faye Dunaway, Macron, “El acorazado Potenkin” y Francis Coppola serían su actriz, personaje, película y director de cine preferidos. Le chifla, así lo expresa, la música clásica, todo Bach, Mozart, Astor Piazzolla, Vetusta Morla y Paco Ibáñez. Elige, como plato, un cogote de merluza o un plato de almejas, y, como postre, las frambuesas de El Royo y la torta de queso de Oncala.  ¡Felices Fiestas!

 

Jesús Gonzalo Gonzalo

Coaching Nutricional

Desde muy pequeño, viviendo ya en casa de su tío Félix y de su tía Ascensión, la madre de Jesús Gonzalo (Gómara, 1949), Francisca, la mayor de 17 hermanos, comenzó a inculcarle el gusto por la lectura y las letras. Le recitaba poemas, le leía páginas de libros. Una mujer sabia, generosa, inteligente, nos dice. Su padre, Severiano, era un gran albañil y construía silos (Gómara, Zamora,…) para el Servicio Nacional del Trigo. Aficionado a la música, un día le enseñó a tocar “Por el camino verde” con un acordeón Guerini azul. El carácter casi nómada de sus padres, nos confiesa, les abrió, a él y a sus hermanos, Severiano y Anselmo, muchas oportunidades.

Sus primeras escuelas fueron las bajeras del Ayuntamiento de Gómara. Las de los Claretianos de Alagón vendrían después, antes de terminar el bachillerato elemental en Zamora y el superior en el Ramiro Maeztu de Madrid. Alumno de la Escuela de Aparejadores y empleado del estudio ESIC, su vida laboral continuó en Motor Ibérica como administrativo y en el departamento de postventa de camiones y furgonetas. En IBM fue director de marketing y vendió máquinas de escribir, fotocopiadoras y ordenadores. Ahora tiene una empresa de productos gourmet, Goland Gourmet, cuya experiencia le resulta interesante, pues le gusta el mundo de la alimentación y le permite, como Coaching Nutricional, ayudar a sus clientes a sentirse bien en todos los sentidos. Reside en Madrid, pero ha restaurado su casa de la calle Mayor de su pueblo. Cree en los ángeles custodios, nos comenta, porque “te dan lo que les das.” Tiene tres hijos: Nieves, músico, pianista y directora de orquesta; Jesús, empleado en IBM, y Pablo, licenciado en desarrollo, creación y diseño de vídeos informáticos.

Nos regala su primer poemario, “Esa flor fría del tiempo”, editado este año, romántico, nostálgico y creyente. Siempre le ha gustado escribir, nos asegura. Saca un pequeño cuaderno, lo abre y, en pleno Parque de la Dehesa, nos lee con voluntad el poema que le dedicó a su compañero de colegio:

Ha conocido y recorrido mucho mundo, nos cuenta. En coche, en tren, en avión, pero sobre todo en moto. “El primer viaje lo hice a los diez años con mi padre, en una Guzzi roja, para visitar la Cola de Caballo del Monasterio de Piedra.” Luego vendría Marruecos, casi toda Europa, la Selva Negra, Cabo Norte, el Peloponeso, Turquía, los Balcanes y los EEUU, cuando sus hijos estudiaban en sus hijos estudiaron en las Highs Schools de Iowa y Boston. La ruta Soria-Samarkanda y la Patagonia la tiene pendiente. A los diez y ocho, en 1969, se fue a París en auto-stop con su amigo Pedro Pérez. Todavía quedaban “adoquines sueltos en Saint-Germain-des-Prés.” Dominique, una parisina casada con un arquitecto griego, amigos de Picasso, les cogió en su Citroën Mehari y los alojó durante dos semanas en su buhardilla del Passage Dauphine. Aprovecharon para acercarse a Notre-Dame con Misterio de las Catedrales de Fulcanelli para ver si eran capaces de descifrar los secretos de los alquimistas. En Roma conoció a Anna Paola, su mujer, arquitecta y paisajista romana. Sin embargo, su ciudad ideal sería Madrid, tan acogedora y tan diversa. Mario Benedetti, su escritor, y El Doctor Zívago la película que más le ha impactado. Como buen gourmet, su plato son las setas de cardo con lomo de olla y pimientos verdes. Las artes, la arquitectura, la fotografía, en especial, le han atraído siempre, además de algunas salas y obras de El Prado, Le Louvre y las esculturas del Museo Rodin de Paris. Sí, encontró oportunidades fuera, asegura, pero en Soria, “esta tierra mía”, está “esa canción del Duero”, y hay muchas fortalezas también. Nostalgia, sí, pero, sobre todo, actividad y futuro.

 


Jesús Javier Muñoz Martínez

Comerciante

Desde la calle, el Autoservicio de Jesús Javier Muñoz Martínez (Soria, 1967) atrae por su fuerte colorido, su escaparate cuidado, exquisito y muy luminoso. En el interior, los vinos Ribera del Duero, las latas de mejillones, perdices, miel, queso, espárragos blancos, torreznos, crestas cascajares, pato asado, se distribuyen ordenadamente por todo el establecimiento. Al fondo, una fila de jamones ibéricos cuelgan detrás del mostrador. Nos atiende su dueño enfundado en su bata blanca. Fue alumno de los padres Escolapios y, cuando le preguntamos, recuerda al Padre Félix, su profesor de matemáticas. Pasó después al Instituto Antonio Machado, en horario diurno y nocturno, a tan solo un centenar de metros del Autoservicio de su padre en el mismo número 34 de la calle Collado. ¿Vocación o profesión?, le preguntamos. Ni lo duda: vocación. Y añade: 35 años cotizados. Mi padre, nos comenta, “siempre pendiente de todo, nos inculcó la profesionalidad, el esfuerzo, el amor por esta profesión y, sobre todo, la atención al público y el agradecimiento al cliente”. En una pequeña vitrina vemos fotos de su abuelo, Domingo Muñoz, detrás de otro mostrador y junto al peso de su tienda de Ultramarinos Finos El Triunfo, fundada en 1925, siempre en el mismo local en que charlamos con su nieto Jesús Javier. Memoria presente, pensamos nosotros, de uno de tantos comercios y comerciantes históricos de Soria. En frente vemos una máquina de hacer chorizos como la que teníamos nosotros en nuestra casa. La calidad parecer ser una de las señas de identidad de este establecimiento. Para ofrecerla, la dedicación de Jesús Javier es plena. Primer café a las 6,30 de la mañana y, ya sin parar, hasta que cierra a las nueve de la noche, de lunes a sábado y domingo por la mañana. Se podría decir que, por su situación, Autoservicio Muñoz, como todos los comercios del Collado y de la ciudad entera, atesoran la memoria viva de la ciudad, participando de todas sus celebraciones y manteniendo el espíritu emprendedor, servicial y generoso que les ha caracterizado siempre. Justo al lado, en el antiguo número 50, la primera pensión de Antonio Machado en Soria. Jesús tiene una hija, Flor, que vive y disfruta ya el mundo de la hostelería. Ella y Viviana, su madre, trabajaron durante dos años en este establecimiento.

Hablamos de estos tiempos de pandemia, duros, largos y difíciles. Por su trayectoria, la Cámara de Comercio de Soria le otorgó en 2008 el premio a su trayectoria empresarial. Alguna vez también se ha valorado su escaparate, recuerda. Nos enseña las cestas que elabora con los productos que le piden sus clientes y clientas. Los turistas, nos comenta, buscan productos de Soria. En embutidos, presume, estamos a la cabeza en Castilla. Ya llega la Navidad. Los adornos y las figuras de Papá Noel no faltan. La música pop y la latina preludian son el preludio de los villancicos. Su cantante favorito: Sebastián Yatra. Y también: la comedia en cine, la lectura de libros de gastronomía, el azul, el rojo, pasear, el número 7 y el sábado. De Soria: la Fuentona y la Laguna Negra, San Saturio y el Duero. Le dejamos atendiendo. El escaparate, ya lo hemos dicho, atrae, con su árbol y sus colores amarillo y rojizo, su sabor y su atractivo. Hace honor a una calle de grandes comerciantes, entonces y ahora, que se han esmerado siempre en ofrecer el mejor género, la mejor calidad y el mejor servicio. ¡Feliz Navidad! Salud, Paz y Felicidad.


Jesús Rivera Torres

Presidente ASOAF

El tren camina y camina, escribe Antonio Machado en su poema En Tren (Campos de Castilla). Un medio de transporte cómodo y de ir bien. Necesario para las ciudades y sus habitantes. Se necesita, sí, un poco de fe e inteligencia, para potenciarlo. Como la que tiene Jesús Rivera Torres, Presidente de la Asociación de Amigos del Ferrocarril de Soria. Un madrileño (1973) de Aluche, discreto, creyente, profesor de filosofía y de religión, en los Colegios Trilema y Escolapios.

Jesús Rivera tiene tres hijos sorianos: María, seis años, Manuel, cuatro, y Mateo, dos. Su madre le decía que había aprendido a leer en la línea 5 del metro de Madrid. Más tarde, el ferrocarril formaría parte de sus vacaciones familiares en Fuengirola. Así que, cuando encontró trabajo en Soria, tras echar 450 currícula, entregadas en mano o enviadas por correo, no dudó en subirse a este nuevo tren, con arraigo cultural y amigos tan inolvidables como el Doctor Zhivago. En septiembre de 2002, Jesús Rivera fundaría, con Alberto Peña y un puñado de entusiastas, ASOAF. Una asociación llena de ilusión, dos furgones y un museo en uno de ellos. Sus proyectos: restaurarlos, preservar el histórico edificio de viajeros y seguir presentando propuestas bien elaboradas. De todas las estaciones sorianas, Jesús Rivera destaca, cuando le preguntamos, la de Cabrejas del Pinar, junto a la Ermita de la Virgen de la Blanca.

Atlético, fue a las escuelas madrileñas de Cid Campeador y Vázquez de Mella, terminando su bachillerato en el Colegio Arzobispal, con los profesores Julián Carrón y Juan M. Palacios. Filósofo por la Complutense, teólogo y maestro, sostiene que “todo lo que uno vive está relacionado de algún modo con la fe.” La religiosidad, el humanismo, acerca, como el tren, a la cultura y a los demás. Sus escuelas filosóficas, nos dice, son el realismo existencial y la filosofía cristiana, especialmente la neoescolástica. “Hay que partir siempre de la realidad, no de las ideas”, es la frase del premio Nobel Alexis Carrel que le acompaña en su labor filosófica. Su último libro leído: Vida ética, de Giuseppe Capograssi. Y como novelas: Invierno bajo la estrella del norte, de Santiago Osácar, y Ojos que no ven, del soriano J. A. González Sáinz. De tema ferroviario: “593 datos sobre los Trenes Fiat 593”, de Juan C. Casas, y el Ferrocarril de Torralba a Soria y Castejón, de P. M. González y Pedro Pintado.

Profesor desde 1997, considera que “la enseñanza es una oportunidad única de acompañar a los alumnos en las grandes cuestiones de la vida”. Y así se lo reconocen. Hablamos largo rato sobre economía, inversiones, mejoras, en torno al 599 Soria-Madrid-Soria, casi siempre a su hora. Lo importante, nos asegura, es demostrar que se trata de un medio de transporte útil y atractivo, rentable socialmente y querido en Soria. Hay que sumar esfuerzos, repite, y mantener un discurso en positivo.

Deportista desde siempre, el footing es uno de sus hobbies. También le gusta el cine. Sobre todo las películas que plantean dilemas morales o ejemplos de vida. O historias, como La vida es bella. En la música, busca siempre las letras que narran experiencias humanas, como de La senda del tiempo, de Celtas Cortos.

El tren, al caminar, escribiría el poeta, nos hace soñar. Jesús Rivera Torres sueña, pero desde el pragmatismo de la ética y el trabajo puntualmente realizado. Entre maletas y corazones. ¡Y alegría de un viajar en compañía! Con fe, esperanza e inteligencia.

 

Jesús Rubio Jiménez

Profesor universitario

Jesús Rubio nació en Ágreda en 1953. Su madre tenía una tienda y su padre se dedicaba a la agricultura. Se familiarizó pronto con las labores del campo y todavía hoy envuelve sus cardos, cultiva verdura, planta encinas,... Es el menor de tres hermanos: María Isabel, fallecida, y Ángel. Y tiene dos hijos: Laura y Luis Ángel. En Ágreda ha sido pregonero de sus fiestas y su pueblo es para él un espacio especial e íntimo en su vida, tal y como dejó reflejado en su poemario Lugares del corazón.

De la escuela de Ágreda guarda buenos recuerdos, aunque ser zurdo, en aquellos años, le ocasionó alguna absurda regañina. El bachillerato lo hizo en los PP. Combonianos de Corella y en el Instituto Antonio Machado de Soria. Recuerda del último curso el dinámico “Club de la Unesco” del que formaba parte y que tuvo, nos dice, un final censurado. El estreno del drama de Alfonso Sastre, Guillermo Tell tiene los ojos tristes, en el que participó, o La zapatera prodigiosa, de Lorca, suscitaban todavía recelos. En aquellos años aprendió “la disciplina en el trabajo y un estricto sentido del tiempo.”

No era mal deportista, pero sí buen estudiante de las asignaturas que le interesaban. Se aficionó desde niño a la lectura: historia internacional, Tagore y Juan Ramón Jiménez, “de quien copié, a mano, una antología de sus poemas, incluidas las ilustraciones.” Licenciado en Filología Románica en la Universidad de Zaragoza, destacó por su activismo cultural. Tras trabajar brevemente en una empresa de sondeos de uranio, fue profesor en la escuela de Magisterio de la Iglesia y ayudante en el Departamento de Literatura de Universidad en la que estudió y en la que es hoy catedrático de Literatura Española. Su profesión, asegura, ha sido su vocación. En sus investigaciones prefiere ocuparse en asuntos poco frecuentados como la recepción de la poesía japonesa en España, los tratados de declamación y la relación entre las artes y la historia del teatro. Ha publicado un centenar de libros, numerosos artículos, reseñas, y ha estudiado a fondo a Valle-Inclán y a Bécquer, recibiendo por ello varios premios y reconocimientos. 

Hablamos de Machado, “el gran poeta cívico español del siglo XX”, y de José María Palacio, “un hombre de convicciones y un gran activista social, seguidor de Joaquín Costa”, sobre el que acaba de presentar un magnífico, pionero y documentado libro. Fue, comenta, “un interesante periodista de mentalidad regeneracionista”, sobre el que quedan, asegura, “parcelas completas por rescatar” y merece el reconocimiento de Soria.

Viajero agradecido, destaca París, Sevilla y las ciudades medias andaluzas: Aracena, Ronda, Antequera, Jerez,… “La luz siempre nos viene del sur, donde florece el limonero”, sentencia. Lee sobre todo poesía. Cervantes sería su autor, el Quijote, su libro. Y le interesan mucho las escritoras norteamericanas de relatos. Del cine, Casablanca y sus protagonistas, Bogart e I. Bergman. De las artes, la pintura. Sus personajes: Leonardo da Vinci, Gandhi, Luis Buñuel.

Una ensalada de cardo rojo de Ágreda, un asado de ternasco y una torrija o unas onzas de buen chocolate sería su comida perfecta. No advierte, subraya, voluntad real de abordar los verdaderos problemas del medio rural español. “Si algo he aprendido estudiando a Palacio -señala- es cuánto se esforzaron aquellas generaciones en dinamizar la provincia. Creían en Soria.” Como él. Sin memoria, recuerda, no hay futuro.

 

Joaquina Gutiérrez Peña

Azafata de vuelo e Historiadora

En 2006, durante la presentación de su Ligero de equipaje, Ian Gibson se preguntaba por qué iba tanto Antonio Machado a Cidones. Joaquina Gutiérrez le interrumpió un instante para contarle que el poeta sevillano iba a ver a Antonio Martínez Balmaseda, médico de la localidad e hijo del Director del Instituto General y Técnico, Gregorio Martínez Martínez, con cuyo nieto ella misma estaba casada.

Joaquina, Jacqueline, nació, como su padre, Antonio, su madre, Sandalia, y el pintor Zurbarán, en Fuente de Cantos (Badajoz) en 1953. A los seis años, precedida por su padre, que trabajaba en “Le grand Moulin de Paris”, y tras atravesar España en tren, se encontró junto a su hermano Cándido en la buhardilla de una casa de París, pegando al Sena, por donde, como en un cuento de hadas, navegaban los Bateaux-Mouches. Unos meses después, la familia se trasladaría a Savigny-sur-Orge, en la periferia parisina, y, más tarde, al Quai de la Gare. Extremeña, los inicios en la escuela francesa fueron duros para ella, recuerda, pero, pasado el tiempo, su balance es muy positivo. Tenía ya 11 años cuando se trasladaron a un HLM de Champigny-sur-Marne, en cuyo Instituto Langevin-Wallon conoció a profesores maravillosos, que, asegura, agradecida, le ayudaron y enseñaron tanto. Recuerda a Mme Mort, siempre elegantemente vestida, a la que regaló un vestido hecho a mano por ella misma para su niña recién nacida. Jackie, bilingüe, quería estudiar Ciencias políticas, pero acabó matriculándose, en 1972, en el departamento de español de la Universidad de Paris VIII (Vincennes). Como su objetivo era el de volver a España, tras casi seis meses como au-pair en Manchester, se instaló en Madrid, iniciando dos años después una carrera laboral de 34 años como azafata de vuelo en Iberia. Casada y con dos hijos, Guillermo y Alfonso, su profesión le fue acercando al mundo del arte. Ya en Soria (1985), se matriculó primero en la Escuela de Artes, y, más tarde, en el COUS (Geografía e Historia), especializándose en Historia del Arte en la Autónoma de Madrid. Inquieta, valiente, rigurosa y perseverante, su labor investigadora le llevó a descubrir un legado muy importante, base de su tesis doctoral, dirigida por la profesora soriana Elena Sainz Magaña desde la Universidad de Castilla la Mancha: “El taller de Herreros (Soria). Una saga de escultores, pintores, doradores y carpinteros (1715-1925)”.

Tutora en la UNED durante 15 años, su curriculum recoge sus participaciones en Congresos, su colaboración con la Universidad de la Experiencia, y la publicación de varios trabajos significativos en torno al patrimonio artístico soriano. Entre ellos, el estudio de la obra de Juan Zapata: Mazaterón, convento de la Merced, San Saturio.

El barroco, nos comenta, es el estilo que más ha estudiado. Pero, hablando de Picasso -al que conoció su padre personalmente-, concluye: “Es la Historia del Arte”. Curiosa, activa, optimista, emprendedora, conversadora infatigable, relee con pasión las biografías de Stefan Zweig: Joseph Fouché, María Estuardo, Marie Antonieta, Balzac, Erasmo de Rotterdam,… Sus momentos de ocio los llena practicando yoga, asistiendo a conciertos, ópera, cine, y apoyando o participando en actividades culturales de todo tipo. Su musa, de todas las maneras, sería el silencio. Una necesidad psicológica que le permite pensar, escuchar,… En francés y en español. Con espíritu abierto, cordial y comprensivo.

 

 

 Jorge Jiménez Lafuente

 Sonidos nuevos

Jorge Jiménez Lafuente (Barcelona, 1973) es un soriano de la diáspora. Sus padres, Mercedes y Tomás, de Lubia y Sotillo del Rincón, emigraron en 1969 a la capital catalana, y allí vivieron durante doce años. Los primeros pasos estudiantiles los dio Jorge en la “Escola Laia”, un Centro concertado del distrito de Sant Andreu. Barrio obrero, recuerda, en donde presenció, sorprendido, su primera manifestación. Tiempos aquellos en los que ir a la playa en coche era todo un privilegio. Mientras tanto, su abuelo, Bernardino Lafuente, “El Caminero”, se había trasladado a Soria, con su mujer, María Baños del Moral, que acaba de cumplir 97 años. Su otra abuela, Margarita Hernández, espléndida persona -presume su nieto-, nació también en 1920.

A su regreso de Barcelona, Jorge prosiguió sus estudios en la Escuela de Sotillo, de la que recuerda, con mucho respeto, a Doña Josefina: “buena maestra, seria y disciplinada”. Él era un chico inquieto, imaginativo, curioso y sensible. Todavía se acuerda, nos dice, del romance de “La loba parda”, que le enseñó su vecino, Bernardo del Campo, en su cuadra de vacas. La adhesión a la Comunidad Europea, señala con nostalgia, acabó con las explotaciones ganaderas en el Valle. Ya en Soria, prosiguió sus estudios en el colegio San Saturio –Plaza Bernardo Robles, 3-, que ahora recorre sin perderse: las mismas escaleras, el mismo barandado,…

El gusto por la música le llevó a estudiar piano en el Conservatorio, y musicología, opositando más tarde por la rama de Educación Musical. Tuvo su tiempo de colaborador musical, los fines de semana, en Onda Cero, Antena 3, Cadena Ser, y en la prensa diaria. Ahora, tras su paso por los IES “Virgen del Espino” y Covaleda, la antigua “Capilla” del Instituto “Antonio Machado” es su centro de trabajo. Allí convive con sus alumnos y alumnas, rodeados de partituras, instrumentos de música clásicos,  cacharros de todo tipo, bajo las bóvedas ancestrales. Se palpa el dinamismo y la proximidad. Jorge Jiménez cree en las redes sociales, con las que trabaja a diario, cuida y respeta. “Tejer redes en educación es la clave de su éxito”, afirma. Son “herramientas perfectas para crear comunidad y dar visibilidad al trabajo del alumno.” Es decir: “aprendizaje cooperativo”. Su metodología tiene mucho que ver con su afición de niño a cacharrear con “zarrias”. ¿El resultado?: “Magnífico”. Jorge quería ser musicólogo, investigador. Y estudió la música del Renacimiento. Su compositor, Juan Sebastián Bach. Pero ahora está  involucrado, junto con sus alumnos, en un proyecto novedoso: Educación musical con objetos sonoros”. ¿Cuáles?, le preguntamos. “Todos los que, fácilmente accesibles, permitan crear sonidos, desarrollar las capacidades del alumno, aunar inteligencias”, nos explica. Por eso elige siempre aquellas piezas musicales que “sean útiles para tocar, cantar y bailar.”  Las manos, los pies, el cuerpo entero, repite una y otra vez, son auténticos instrumentos musicales. Y por eso se entregan tanto sus alumnos, al sentirse protagonistas, responsables, de los sonidos en cuya creación participan.

Famoso por el sonido que arrancan, todos juntos, bajo su dirección, a contenedores de basura y otros objetos -con los que han recorrido Cuenca, Gijón, Logroño-, Jorge Jiménez quiere encontrar también los de las escobas, los balones, el PVC,... Esos enseres que forman parte del espacio humano compartido. Hombre  moderno, innovador, sus personajes llevan el nombre de Carlomagno, Napoleón,... Y Berlín, “más cosmopolita que Barcelona”, asegura, el de su ciudad. ¿Una lengua? El castellano, aunque conozca el inglés y le atraiga el alemán. Su país: España. El norte. Por su diversidad. Y el tres, su número favorito. Comprometido, en fin, encuentra que Soria tiene que creer más en sí misma. En todas sus potencialidades. Por su parte, prepara ya su reto de fin de curso: “La Danza del sol”. Junto con otros ocho institutos. Dieciséis voces. Percusión corporal. Expresión colectiva. En Soria. Allí estaremos.

 

José Ángel Mayor Alonso

 Locutor

José Ángel Mayor Alonso desciende de familia de herreros  sorianos. Sus abuelos, Adela y Sotero, eran los dueños de la Herrería Mayor, con fonda y cochera, en la Aduana Vieja, hoy Plaza del Vergel. Su hijo, el padre de José Ángel, Sotero Mayor del Río, hombre inquieto y gran pescador, trabajaba en Pablo del Barrio. Inventor, tenía registradas dos patentes: un regulador de gas y una estufa de butano que funcionaba como las de cisco. Todo un especialista. José Ángel lo es también, pero de la voz y la música. “He hecho bailar a cuatro generaciones”, nos dice.

La calle Sagunto lo vio nacer en 1959. Su madre, Amalia Alonso, nacida en en Agreda, tostaba café y cacahuetes para, con el dinero que sacaba, comprar revistas con patrones y confeccionar prendas de vestir. D. Oreste Camarca, viendo que tenía cualidades, quiso enseñarle el Chelo.

José Ángel Mayor estudió en los Escolapios, salvo un año, cuando tenía 14, en el Colegio “Mayol” de Toledo. La mili la hizo en Melilla. Su vida laboral de camarero se inició en el bar Numancia, Camping de la Teja, Tabarin, etc., antes de convertirse en disck-jockey profesional, siempre al corriente de las últimas novedades musicales. El estreno de la banda sonora de Fiebre en el sábado noche fue una de sus exclusivas. Entonces le gustaba el Rock and Roll, la música afroamericana, los Beatles, los Rolling Stones, Elvis Presley,… Gustos que no han variado, afirma, sino que se han acrecentado. “Escucho mucha música”, nos asegura. Le gustaría, nos confiesa, que la vida tuviera su propia banda sonora.

José Ángel Mayor, primo de Ángel Mayor Hernando, con quien mantenía, según nos comenta, “una fuerte relación emocional”, conocía bien su oficio. Sabía ofrecer al público la melodía más adecuada en cada momento de una sesión de discoteca. Incluso piezas de música clásica -la Tocata y Fuga de J. Sebastián Bach-, o un solo de batería, según el momento. Y siempre con criterio.

Trabajando en la discoteca Caballero, recibió la oferta de Antena 3, cuya nueva emisora se había instalado precisamente en uno de los áticos de aquel edificio. “Me fascinó”, confiesa. Hacía de todo: locutor, técnico,… Su primer director fue Rafael Bermejo. Y algunos de sus compañeros: Carmen Hernández, José Luis Bravo, Esther Terreros, Chema Díez, Enrique Asensio Vega, el cual, afirma, tenía una gran inventiva. La SER, a partir de 1987, y la COPE, como técnico de mantenimiento, completan 30 años dedicados a la radio soriana. Un medio universal e inmediato, sostiene. Le pedimos el nombre de dos comunicadores: Iñaki Gabilondo y Antonio Herrero.

El Paseo del Duero, entre San Polo y San Saturio, Los Arcos de San Juan  -“pura magia”, presume - y el Puente Romano del Pantano de La Muedra, forman parte de sus rincones sorianos predilectos. Entre sus personajes populares: Ramón Fuentes, el heladero, y Manolo, el limpiabotas. Y Gerardo Diego, a quien, de crío, recuerda haber visto alguna vez en verano en el hotel Alfonso VIII, propiedad de su tío Ángel Mayor.

La voz de José Ángel Mayor es grave y solemne. Bécquer en “Un rayo de Luna” y Machado en sus hermosos versos dedicados a Soria. Voz generosa, serena y envolvente. Noble e impecable.

De joven practicó el balonmano, le gustaba correr los novillos en el último tramo de la calle Valonsadero, el cine, America Graffiti, de Francis Ford Coppola, conducir la moto de su amigo José Antonio de la Iglesia, a cambio de un poco de ayuda en su negocio de caballos,… Ahora camina por sitios solitarios, lee novelas de aventuras (R. L. Stevenson, Julio Verne,…), participa en las redes sociales, anotando cada día una frase y una canción. El día cuatro eligió: You'll Never Walk Alone, interpretada por Louis Armstrong. Y una frase de Beethoven: “Nunca rompas el silencio si no es para mejorarlo.” José Ángel Mayor, fino analista de la realidad, ha leído El Quijote más de una vez. Cuando le pedimos el título de una última canción, no duda: Music, de John Miles. Por la letra. Por la voz y por la música. Gracias.

 

José Ángel Romera Coello

Empresario

“Los caballos hablan, pero no se les escucha”, nos comenta José Ángel Romera (Soria, 1971), dueño del Centro Ecuestre “El Robledal” de Golmayo. Su madre, Beatriz, de Valladolid, ejerció de maestra durante años en Gómara. Él estudió en los Escolapios y terminó COU en el Castilla. Hizo derecho en Valladolid y lo acabó en la UNED de Soria.

Siempre le gustó el campo. A los 16 años, su padre, José Ángel Romera Lenguas, oficial mayor de notaría y Presidente de Cruz Roja Soria, le compró un caballo de nombre Cariñoso. Desde entonces, su afición y su vocación por ellos no ha parado de crecer. Entre 1991 y 1995, sin apenas experiencia, representó al Ayuntamiento en el concurso de saltos de Valonsadero. En aquella época dio clases también de monta en la Cuadra Antares de Garray. Su primera competición la ganó con OPUS, el caballo de una clienta, en ejercicios de doma en Valladolid. Terminados los estudios, cuidó caballos y se dedicó a la doma y a la monta a nivel particular. Fue en 2004 cuando inauguró su cuadra, formada por 56 caballos, de los cuales 16 son de su propiedad, además de la yegua Daniela GB, con la que ha ganado la medalla de bronce de Castilla y León para potros de cuatro años. A pesar de su buen temperamento, es difícil de montar, nos dice, pero posee una gran calidad de paso, trote y galope. Ultimatum, número 13, criado en Soria, y Leonides, son dos caballos con los que ha competido y ganado competiciones. Pero son muchos otros, nos asegura, “los que me han dado casi todo.” En su cuadra trabaja Denisse, de Haro, profesora encargada de la cuadra, Rodrigo, que se ocupa del Poni Club, y Paula de montar los caballos.

Entiende su instalación como un centro de trabajo compartido y práctica activa de un deporte.  En Soria, asegura, hay mucha afición. Dado que se trata de un deporte muy técnico, las cualidades fundamentales son la paciencia y la constancia.  El caballo, está convencido, “es un mundo desconocido y nada elitista.” Ahora mismo es profesor de un curso de FP, “Actividades físico-deportivas al aire libre”, organizado por el IES Virgen del Espino, que forma a jóvenes expertos en actividades relacionadas con la naturaleza. Además, prepara en Segovia a futuros técnicos en equitación nivel 1 y 2. Su actividad es incesante. Técnico superior de equitación nivel 3, posee la medalla de oro en pruebas complementarias de doma; plata en caballos jóvenes; bronce, en el absoluto de Castilla y León 2010. Participó así mismo, y encantado, en el rodaje de la serie El Cid. Guardó los caballos de la película e hizo de guerrero, noble, ayudante médico y ayudante de Jaime Lorente, el Cid. Destaca La Saca como una experiencia única en el mundo. Sobre todo los diez últimos minutos antes de su comienzo: “No oyes nada, te fijas en las caras, sientes los nervios,…” La ha hecho a pie, a caballo y en helicóptero, como comentarista para Canal 4. Jurado de Cuadrilla del Rosel y San Blas en 2008, Julia Navarro es su escritora de cabecera. Cita, como ejemplo su libro La biblia de barro. También El mozárabe de Jesús Sánchez Adalid. España y Soria, sin dudar, son su país y su ciudad. Le gusta el cine de acción, el cocido y cualquier canción de El Arrebato. Hubiera querido ser, concluye, un personaje histórico. Como José María El Tempranillo, su ídolo desde niño, o El Zorro, por el caballo, el misterio y su defensa de los pobres. Soria, convenimos, tiene muchas posibilidades. El suyo es un ejemplo evidente.


 José Antonio Antón Aguilera

Cocinero

José Antonio Antón Aguilera nació en Fuentearmegil en 1968. Su padre, Severino, se ocupaba del campo, y su madre, Severina, mujer modesta e inteligente, del huerto, de la casa y de la pensión que regentaban en el pueblo. Como sus hermanos, José Antonio, ayudó siempre a su padre y a su madre, aprendiendo de ellos que el bienestar lo conforman cosas sencillas y cocinar significa aprecio y respeto por los comensales. “Lo que no quieras tu -le decía su madre-, no se lo des a tus clientes”. Tras una primera etapa escolar en el pueblo y en Navaleno, completó sus estudios con un módulo de mecánico-ajustador en El Burgo. Luego vino la mili en Vitoria y un destino tranquilo en el bar de oficiales. Allí aprendió a cocinar, asegura, aunque su verdadera maestra fuera Mª Luisa Amat Castro, dueña de “El Maño” de Navaleno, en cuyo restaurante estuvo empleado seis años.

En 1996 abrió “La Chistera”. Su lema: agradar a sus clientes y sorprenderles con menús divertidos. Nos habla de micología, de la trufa, del torrezno soriano (calidad y poca grasa). En 2013, recibió el premio a la mejor tapa micológica y en 2014, el del mejor torrezno de innovación: “pechuga de pollo con corteza de pan de gamba”. Se lo dedicó a J. M. Ruiz Liso y éste le puso el nombre de “Pollezno”.

Además de restaurador, José Antonio es un artista de la magia. Todo comenzó, recuerda, en unas Jornadas dedicadas a Heraclio Furnier, fabricante de naipes en Vitoria. Le chocó tanto lo que escuchó que no tardó en comprarse una baraja mágica, un libro de Juan Tamariz y hacer un viaje a Madrid para asesorarse en “Encarnita”, una tienda especializada de Fuencarral. Para ilusionar al público, nos comenta, hay que empatizar con él. Ha actuado solo (bromas, globos, cartomagia,…) y con su mujer, Cristina, que, subraya, le ha acompañado siempre. Nos enseña las sillas firmadas por los magos que han pasado por su local. José Antonio es un hombre feliz: familia, dos hijas, Cristina y Alejandra, magia, gastronomía, calle Alberca y, en frente, el Palacio del Marqués de Alcántara (XVII). Nos enseña libros llenos fichas de magia, otro de cartas en francés, y dos albumes repletos de recortes de prensa -siempre tan atenta con sus actividades- y dedicatorias emotivas de Félix El Gato, Fernando Arribas, Nacho Diago, Alexis Valdos,...

Hace diez y siete años, se le ocurrió crear, junto con los participantes de aquel año, el Club de la Chistera, por cuyo escenario han desfilado monologuistas de toda España. El pasado día 17 de abril tuvo lugar la final de 2019: 31 participantes, la Audiencia casi llena, un ganador, Jelete Montero, de Segovia, y una bolsita con gominolas dedicada a todo el público: “Tu risa, nuestra dulce recompensa”. José Antonio no escatima y siempre está dispuesto a colaborar. Sabe que la patria es la que se labra todos los días.

Sus momentos de distracción se los dedica a la música clásica. Le hubiera gustado, nos dice, tocar la gaita tan bien como a los de su pueblo. El Cañón del Río Lobos y el Parque de Santa Clara, que pasea disfrutando de cada detalle, son dos lugares importantes para él. De España, destaca Sevilla y el País Vasco. Conoce Inglaterra, Túnez, Irlanda, a donde llevó el torrezno, y el Hilton de Estambul y de Ankara, en donde, hace 24 años, ofreció una comida española representando al Virrey Palafox. La cultura popular soriana, pensamos nosotros, tiene en José Antonio, acogedor y agradecido, otro preclaro representante.


José Bernabé Boces Diago

Jefe Policía local

Servidor y disciplinado, curioso y perseverante, José Boces Diago (Soria, 1958), es también un hombre puntual, abierto y condescendiente. Hijo de obreros emigrantes, buen estudiante, lleva con gran orgullo los dieciséis apellidos castellanos de sus tatarabuelos, bisabuelas, abuelos, de Soria, Ávila, León, Valladolid y Béjar, la tierra de su padre, empleado, Bernabé como él, que murió muy joven, cuando vivían en Madrid.

Niño de la Bajada de la Rumba (calle Fiel de la Tierra), el Sagrado Corazón fue su primer colegio. El segundo, las Escuelas Pías de San Antón, regentadas por los PP. Escolapios, en la calle Farmacia de Madrid. Y, como sacaba buenas notas, aprovechó sus becas para terminar el bachillerato en la Universidad Laboral, y la carrera de Geografía e Historia en la Complutense. Durante ese tiempo, su madre, Ludivina, cosía y cosía, sin parar, para que él y su hermana se hicieran un hueco en la vida. Y lo consiguió. Fueron años muy duros, recuerda.

Su destino eran los libros, las bibliotecas, la investigación histórica. Ya en Soria, el año 1980 lo dedicó a colaborar, como becario, en la edición de los dos tomos de la Historia de Soria, de José Antonio Pérez-Rioja, editada por el C.S.I.C. Su artículo, Arte: Siglos XIX y XX, nos ofrece una visión valiente, bien documentada y especialmente rigurosa del renacer artístico soriano de la época, gracias, escribe, “al esfuerzo y al trabajo de los que entonces fueron sus moradores”. Las oposiciones a la plaza de subinspector de la policía local le llevaron, una vez aprobadas, a poner en práctica, como máximo responsable durante más de 25 años, los principios de servicio bien realizado, dedicación personal plena y éxito colectivo. En 2014, con el cargo de Intendente, recibiría por parte del Ayuntamiento la Cruz al Mérito Profesional de la Policía Local de Soria.

José Boces sigue siendo un hombre correcto y agradecido, amable en las formas y sentido en el fondo, y siempre bien acompañado por Montse, “una gran mujer”, nos dice. Deportista, fue Presidente del Club de Golf de Soria. Aficionado al teatro, tuvo su papel, hace muchos años, en el Salón de Actos de la Biblioteca; una experiencia que él califica de “maravillosa”. Sin oído para el inglés, le encanta la música clásica y la jota castellana. “Que sí que”, por ejemplo. Y lleva ya, confiesa, cuatro años estudiando guitarra con el profesor gallego, afincado en Almazán, Breogán Prego.

Las nociones de España, nación, construcción europea, son conceptos sobre los cuales le gusta reflexionar. Y preguntar. Y saber. Y escribir. Para, ante todo, comprender. Como buen intelectual que ha pasado su vida profesional entre la política y la eficacia. Es decir: entre la autoridad responsable, el respeto y la fidelidad compartida. Lector pausado, que subraya y toma notas, los libros forman parte de su entorno inmediato. Siempre de temática histórica, que le aporten y enseñen. Desde las reflexiones del intelectual francés, Jean-François Revel (“El conocimiento inútil”), Stanley G. Payne (“En defensa de España. Desmontando mitos y leyendas”) o Enrique Orduña Rebollo (Historia del Estado Español). Cuando se jubile, le gustaría dedicarse a la investigación histórica militar.

José B. Boces Diago es, en fin, secretario de la Asociación de Ciudades Machadianas. Entre ellas, Collioure, Francia, cuyo hermanamiento con Soria cumplirá el 20 de febrero de 2019 su XXV Aniversario. Cultura y riqueza.


 José Ignacio Morales Aragonés

Físico

José Ignacio Morales Aragonés, Físico, nació en Soria en 1964. Su padre, José Julián, trabajó durante muchos años, como ingeniero técnico, en el Ministerio de Obras Públicas. Su madre, Mª Pilar, fue maestra en Blacos y Soria (La Barriada, Las Anejas). Es el mayor de 4 hermanos y 3 hermanas.

Tras terminar los estudios primarios en Las Anejas, simultaneó el módulo de Electrónica Industrial (Virgen del Espino), con el BUP y COU en el Instituto Machado. Le gusta estudiar, por saber, nos dice. Ingeniero de Telecomunicación por la Politécnica de Madrid, su proyecto final de carrera llevaba por título: “Interfase electrónica para proyectos de reconocimiento de voz”.

El primer empleo lo ejerció en el repetidor de Santa Ana. Desde entonces, ya autónomo, no ha dejado de elaborar proyectos de infraestructuras de telecomunicación en edificios. Ahora desarrolla, en la Escuela de Ingeniería de Soria, un proyecto europeo relacionado con las plantas fotovoltaicas.

Su vocación por el conocimiento, encuentro con otras culturas y fascinación por la belleza de los entornos, le han llevado a viajar por 4 continentes y 70 países. La ciencia, afirma, es la teoría del todo. El ser humano forma parte de la naturaleza, que es, sostiene, siempre la primera. Los seres humanos estaríamos muy solos, asegura, si no fuera por la tecnología. Pronto defenderá su tesis doctoral, dirigida por la profesora Soraya Sangiao (Departamento de Física de la Materia Condensada de la Universidad de Zaragoza): “Espintrónica, o manipulación del Espín electrónico para dispositivos, que reducirían los procesadores y aumentarían su potencia de cálculo”.

Amante de la montaña, ha coronado 70 grandes picos, de los cuales 20 cinco miles y 4 seis miles. Para él, la montaña es un escape, un reto. Todo depende de ti, afirma. Requiere experiencia, sentido común, técnica, conocimiento del entorno y, sobre todo, insiste, saber ver. Se prepara practicando deporte (bicicleta, natación) y, últimamente, participando en carreras de montaña. “Todos nacemos escaladores”, recuerda. El mal de altura, defiende, lo soportan mejor las mujeres.

Buen lector, le gustan los libros divulgativos y la novela histórica: “Los conquistadores de lo inútil”, de L. Terray, que ha leído en francés; “El Dios de la lluvia llora sobre México”, del húngaro Laszlo Passuth. En las expediciones, se lleva una tablet. En la última se leyó “Los hijos de la lluvia antes de Cristo”, de T. Luca de Tena. Cuando falta la luz, metido durante muchas horas en su tienda de campaña, le fluyen ideas relacionadas con la física teórica, que apunta y guarda, y que le gustaría saber recoger en un libro, con la misma claridad que el profesor americano Richard Feynman.

Hace mucho que no va al cine. La última, “Mía y el León blanco”, que vio hace poco con su hija Raquel, de cuatro años. Destaca “Amadeus” y “El muro”, de Pynk Floyd, como grupo musical y canción favorita. “Lunes de Bailas” es, desde su móvil, la reina de todas las cumbres. El Urbión, el Moncayo, Santiago de Chile como ciudad para vivir, África, como continente, y Soria, como ciudad ideal, forman parte de algunas de sus referencias geográficas personales.

Se pasa miedo en la montaña, nos confiesa, y se asiste a escenas dolorosas, pero hace lo que le gusta, siempre acompañado, de una u otra manera, por Rosana, su mujer, profesora. Un físico soriano, inquieto, valiente, responsable y trascendente, con una gran proyección científica.


 José Javier Gómez Pardo

 Alcalde de Borobia

Nuestra primera conversación tuvo lugar, hace unos años, por vía telefónica. Escuchó. Su imagen en los medios nos hacía recordar la de los líderes sindicales de la CGT o la CFDT francesas, de nuestros tiempos de emigración. Gente corriente, y consciente, que hacía de la negociación la vía a la cohesión social. Aquellas imágenes, la del talante y la de la negociación, las mantiene todavía. Y nos lo dice así: “soy una persona trabajadora, reflexiva, perseverante. De Borobia; tierra fronteriza”.

Sus funciones actuales, como responsable del Parque de Bomberos, parecen diferentes, pero, en el fondo, forman parte de la misma filosofía: tratar de gestionar, y mejorar, en la medida de lo posible, medios materiales y humanos públicos. 

Desde el año pasado, 2015, José J. Gómez Pardo es el nuevo alcalde de Borobia, encabezando una candidatura plural, bajo las siglas de su partido (PSOE). Su proyecto es claro: potenciar todo lo bueno de su pueblo. El Observatorio Astronómico, por ejemplo, que vive de cara al cielo, y que necesita el apoyo de la Junta, para consolidar su proyecto educativo e innovador. La mina de magnesitas también, que vivió su polémica, pero que está desarrollando otro proyecto riguroso, productivo, generador de puestos de trabajo y respetuoso con el medio ambiente.

Hombre pragmático, entiende de soluciones, y cree en la unión. El acuerdo, repite, “es lo que proyecta la paz social.” Lo importante es “responder a las cuestiones sociales.” Le preguntamos por la cualidad más importante de un sindicalista. No duda: “Creérselo”. El sindicalismo ha estado cuestionado, admite. Pero es un interlocutor válido. Tiene que ser exigente, y sus propuestas, “viables”. Con la misma filosofía, reclama más justicia para Soria, y un reconocimiento “para quienes lanzaron la Plataforma Soria, Ya”. No es “victimismo”, nos recuerda: “Es una lucha por sobrevivir.” Para ello, “se requiere apoyo público”.

A los 10 años, José Javier Gómez cogió las maletas y se fue, interno, al Colegio de Padres Carmelitas de Villareal (Castellón). Desde los 14 años, recuerda, “mi padre me encontraba siempre trabajo en verano: cosechando, quitando piedras, en sondeos de uranio en la zona, roturando montes,.. Y, además, la panadería.” El bachillerato lo terminó en el Instituto Machado; y el COU, con una beca, en la Escuela Laboral de Zamora. Con su carrera de maestro en el bolsillo, trabajó un año en la mina de hierro (oligisto), y se afilió a la UGT en 1982, antes de convertirse en bombero profesional y ocupar varios cargos de responsabilidad, incluso nacional, en su sindicato. Entre tanto, acabó Historia y Derecho por la UNED, pues, afirma, “estudiar me permitía conocer más, y abarcar mejor el espacio en que me desenvuelvo.” Elegido Secretario Provincial de UGT-Soria en 2006, ocupó dicho cargo hasta 2013.

Recuerda con interés la jornada machadiana en Collioure (Francia), con motivo del I Centenario de UGT Soria (2007). En su discurso, reprodujo las palabras de Antonio Machado recordando a Pablo Iglesias: "La brevedad del camino en nada amengua el radio infinito de una injusticia. Allí donde ésta aparece, nuestro deber es combatirla."

Amante de la naturaleza, en general, elige el Duero, en Soria, y la zona del Castillo, en su pueblo, como sus lugares preferidos. De la comarca del Moncayo: el mismo monte y el Bosque Sagrado de Beratón. Su música juvenil, el “Punk rock”, pero también Gabinete Caligari, Serrat,... ¿Escritores? Gabriel García Márquez, Isabel Allende,... Benito Artigas Arpón, sería su personaje de la historia de Soria; y don Don Tristán de Luna y Arellano, de la de Borobia. Un sindicalista, en Soria: Juan Antonio Latorre.

Bombero, sindicalista, alcalde, no solo tiene las ideas claras, sino que, además, lucha por materializarlas. Con paciencia, con rigor, con entusiasmo. Con Soria en la cabeza y con la inteligencia en el día a día. Rayano, como dice él, sabe que alcanzar el cielo es, como los veranos de su juventud, no parar ni un solo día.


José Javier Romera Molina

Administrativo

José Javier Romera (Soria, 1963) pasó su infancia en casa de sus abuelos, José Molina, guardia civil, y Petronila Hernández, que compraron, el mismo año de su nacimiento, el primero izquierda de la calle Estudios 6. Un edificio de ladrillo rojo, mandado construir en 1914 por el comerciante Pedro Beltrán, sobre un proyecto de Félix Hernández. De estilo modernista, influencia gaudiana, fue fábrica de chocolate, primero, secadero de jamones, más tarde, y, finalmente, bloque de viviendas.

Valentín, su padre, era veterinario y había nacido en Almenar, el pueblo de Leonor Izquierdo. Su madre, Mª Luz, hija de guardia civil, disfruta de su jubilación de maestra. El nació en la clínica 18 de Julio, siendo su comadrona, así nos lo recuerda, la señora Mª del Carmen Longares. Las Anejas, los Escolapios, hasta 8º de EGB, y el Instituto Machado fueron sus tres centros de enseñanza, antes de comenzar la carrera de Derecho en Zaragoza, que terminaría en Alcalá de Henares. Su vida laboral se inició con un negocio de máquinas expendedoras. Regentó después una tienda de ropa de niños, trabajando finalmente como administrativo en Dragados y actualmente en Yoigo. Su experiencia más enriquecedora, nos confiesa, fue la tienda, por ese contacto permanente con la clientela, que, traducido en diálogo directo, forma parte de uno de sus disfrutes personales. Casado, separado, tiene dos hijos: Diego, licenciado en Derecho, y Jesús, de 15 años. Su hermano Pablo era  protésico-dental.

Al margen de su actividad laboral, Soria siempre fue para él su cuna, sus raíces y su memoria histórica. De niño, recuerda, el paseo por el Collado endulzaba su mirada en pastelerías y confiterías (mazapanes, costradas,…): Herrero, La Azucena, La Delicia, La Bollera, La Exquisita y Mateo. Sus tías le leían entonces poemas de Machado y capítulos de Platero y yo, de Juan Ramón Jiménez. Así surgió su absoluta devoción por el poeta sevillano y su búsqueda sin descanso de cuantos documentos hablen de él. Recuerdos y vivencias que comparte en “Eresdesoria, sí…” y en el blog del Club Barderas del Moncayo, dirigido por José Carlos Martínez desde Torrubia.

De talante abierto y componedor, Nicolás Rabal y Miguel Moreno son para él dos personajes destacados. El Casino, Santo Domingo y la tumba de Leonor, tres lugares emblemáticos de la ciudad.

El Salón Antonio Machado del Círculo Amistad-Numancia, en el que compartimos todas estas confidencias, escucha cómo este soriano culto repite de memoria el contenido íntegro de las cartas de Machado a Rubén Darío y a Juan Ramón Jiménez.

Devoto de Camilo Sesto hasta su último adiós, compraba todos sus vinilos, nos cuenta, en Casa Zapata. Coleccionista de antigüedades, posee entre otras pequeñas joyas varias tallas de vírgenes, relojes (un Morez, ojo de buey, de 1880), juguetes (Payá, Rico), belenes antiguos (Olot, Lladró). Nos enseña su última adquisición: una muñeca de Carl Bergner de tres caras. El cine antiguo, en blanco y negro, le entusiasma. También el histórico (“La túnica sagrada”, “Ben-Hur”, “Juana la Loca”), y películas como La Colmena, de Vicente Erice o Los Santos Inocentes, de Berlanga. De sus lecturas destaca Los reglones torcidos de Dios, de Torcuato Luca de Tena. En pintura se inclina por la clásica: Velázquez, Goya, Murillo.

José Javier Romera es un hombre correcto y modesto, entusiasta y educado, soñador y Quijote, como él mismo se define. Cuando se jubile, su camino será Soria.


José Luis Bravo Pacheco

Periodista

Periodista de prensa escrita, radio y televisión, José Luis Bravo (Villaciervos, 1959) estudió en la Autónoma de Barcelona y ejerce su profesión, desde 1982, con estilo propio, vocación y personalidad. No le han entrevistado muchas veces, nos dice, pero han sido innumerables las personas con las que ha intercambiado preguntas y respuestas, siempre con criterio propio y excelente comunicación. Y siempre con y por su tierra.

A los tres años ya vivía en Soria con sus padres, Timoteo, albañil, de Valderueda, y Emilia, de Fuentepinilla. Sus abuelos, sorianos, eran, y lo dice con orgullo, agricultores. Su primer colegio fue la Arboleda. Luego pasaría al Machado. Dos años en Valladolid y Vizcaya, y vuelta al mismo Instituto hasta terminar COU. Le gustaba la literatura, la geografía, la filosofía, pero no el latín. De ciencias, la química.

Se apuntó a periodismo, en la Autónoma de Barcelona, con tan solo 17 años, por casualidad. Allí comenzó a valorar la radio por su inmediatez. También estudio en el Centro de Estudios de la imagen. Años de Transición, plagados de incidentes y de aprendizajes. Al acabar, en 1981, y después de hacer la mili en Araca y Logroño, le llamaron para trabajar en Antena 3 radio, dirigida por Rafael Bermejo, y en Soria Semanal. Eligió la radio, que dirigió y gestionó durante cinco años (1984-1989). “Se me ha dado mal mandar”, nos confiesa. Sus compañeros: Esther Terreros y Chema Diez. En la SER, seguidamente, dirigió los informativos y un magazine de entrevistas. Por aquella época, fue corresponsal de El Norte de Castilla y puso voz a la retransmisión (Tele-Rosel) de los Sanjuanes 1990. Recuerda con especial satisfacción, haber sido profesor de la Universidad de la Experiencia. Y ha mantenido su columna, Sopa de guindillas, la más veterana de la prensa soriana, durante 28 años seguidos. Conciso y sincero, trabaja desde 2007 en Canal 4 y RTVCyL. Nos enseña los titulares para el boletín de Onda Cero del día siguiente. Cada uno merecerá por su parte un comentario cercano, amable y claro.

Hace muchos años, su tío le regaló una cámara de fotos. Desde entonces, la nieve, una puesta de sol, la familia, siempre con Magdalena, su mujer, conforman un universo de imágenes cercanas y con encanto. A los dos les gusta caminar por la montaña, disfrutar de La Laguna Negra, enseñar el paraje de Ambas cuerdas en Covaleda,… Tienen dos nietas, Cristina y Angie, y dos hijos, Álvaro, Licenciado en Ciencias Químicas e ingeniero de minas, y Miguel, ingeniero industrial, trabajando actualmente en dos empresas sorianas.

Leer es un hábito para él. Novela histórica, sobre todo: Patria, de Aramburu, Siri, de Pérez Reverte. En su biblioteca tiene organizados más de 1100 volúmenes. Hace unos años publicó el libro “Crónica de Cochabamba” (Perú). Ahora le gustaría escribir uno de relatos. Siente una gran preocupación por el lenguaje y reivindica el español como una lengua rica y suficiente. Nos da dos títulos de películas: “Blade Runner” y “Mientras dure la guerra”. En música, sus clásicos: las Beatles, Sabina, porque cuenta cosas, y, sobre todo, Mediterráneo de Serrat.

La mesa está repleta de micrófonos verdes. Le pedimos el nombre de un personaje político. Carlos Martínez, por su cercanía y por haber modernizado la ciudad. Además: Carlos Alsina e Iñaki Gabilondo. Tras 37 años dedicados a la información en Soria, le hubiera gustado haber hecho más. Nosotros creemos que ha sido mucho. Feliz Navidad.

 

José Luis González Lorenzo

Jubilado

José Luis González nació en 1945, en el número 14 de la calle de las Betetas de Soria. Su padre, Manuel, era funcionario y sanjuanero, y su madre, Presentación, ama de casa, de Matillas. Tiene cuatro hermanas, un hermano, dos hijas, Patricia y Noelia, y dos nietos: Astrea y Urian.

Podría escribir un libro, nos dice convencido. Su abuela paterna, Victoria Rincón Navascués, había nacido en Cintruénigo (Navarra). Su abuelo Félix Lorenzo, de Sonseca (Toledo), fue el primero de una saga de familiares músicos. Él, nos confiesa, no tiene oído. Pero sí una voz clara –“desastrosa”, a su juicio- pero contundente y cargada de recuerdos siempre presentes.

Alumno del Sagrado Corazón hasta la Primera Comunión, terminaría el bachillerato en los Franciscanos. Recuerda a los padres Eusebio, Víctor Echeverría y Matías, profesor de francés y literatura este último, que les hacía aprender versos de todos los poetas y le descubrió a Antonio Machado.

Como escribía con la mano izquierda, soportó resignado la norma de la época, aunque, cuando no le miraban, volvía a escribir con su mano verdadera. Terminada la carrera de Magisterio a los 18 años, sus primeros destinos fueron las escuelas de Suellacabras, Candilichera, Alcozar, y un curso completo en el Hogar Pignatelli de Zaragoza. Cumplido el servicio militar – cabo furriel en “Regulares de Melilla” nº 2-, se incorporó al Colegio de los Escolapios en donde ha impartido clases de sociales, tecnología y plástica durante 43 años. “La Enseñanza ha sido mi vida”, asegura. Recto, justo, generoso, ayudaba a sus alumnos, comenta, y ellos confiaban en él.

El apego a los usos y costumbres sanjuaneros le viene desde niño. Su primera Peña/Cuadrilla fue la de San José, formada por alumnos y alumnas de los PP. Franciscanos y Sagrado Corazón.  Después refundaron la “Poca Pena” y, más tarde, de ésta surgió una nueva, “La Ilusión”, formada por chicos y chicas.

Su historial sanjuanero rebosa entusiasmo y dedicación: CUATRO y colaborador en numerosas ocasiones, secretario de cinco cuadrillas, Jurado de Santiago y Pregonero de las Fiestas en 1990. Nos enseña el Pregón, breve pero medido, que leyó y recitó de memoria ante una Plaza Mayor impresionantemente llena. ¡Que corra la bota!, exclamó hasta en cinco ocasiones. Dos años después, fue nombrado Presidente de la Asociación de Jurados de Cuadrillas y durante su mandato se levantó el monumento de la Plaza de San Esteban, obra de Antonio Soria. El Catapán ha cambiado, asegura: “Antes eran los mayores los que cataban y decidían el vino de la cuadrilla”. Ahora todo es mejor, reconoce. Propone, eso sí, una mayor divulgación entre los jóvenes del significado de cada fecha y cada día de las Fiestas de San Juan. Casado con Carmen Bachiller hace cincuenta y un años, recuerda su viaje de novios recorriendo muchos lugares de Navarra y Guipúzcoa.

Sí, le gusta mucho leer. Cita a Arturo Pérez Reverte. Nos habla de sus viajes a Portugal y Francia. Coimbra le encantó. También Huelva. En Soria destaca el Burgo de Osma, San Esteban y Agreda, San Saturio, el Peñón, el Pereginal, los “Tres escalones”, en donde, de muchachos, organizaban aventuras sin cuento. Optimista, peleón, nada supersticioso, le gustaba correr los toros el Día de la Saca. Elige el negro, el trece, los domingos, el verano, el cocido, la paella y todos los dulces. Y, como personajes históricos, señala sin dudar los nombres de Emilia Pardo Bazán y Miguel de Cervantes. 

 

 

José Luis Molina Medina

Presidente Asociación de Donantes de Sangre de Soria

José Luis Molina nació en Morales en 1949. Su padre, Antonino, se dedicaba a la agricultura: trigo, cebada, viña, ajos, patatas,… Y el le ayudaba: labrar, merienda, colegio. Murió con 65 años cuando él tenía 11 años. Era como él, nos dice, jovial, entusiasta, dispuesto, tranquilo. Un hombre feliz. Nos habla de él y de un sueño que le gustaría se realizara: poder pasar dos horas con su él. Su madre, Victoria, nació en Alalo (Soria). Tiene dos hermanos: Abelardo y Araceli. Y tres hijos: Cristina, empleada en Caja Rural, José Antonio, electricista, y Patricia, bióloga, que trabaja en Mantequerías Ruiz.

Su primera escuela fue la del pueblo. Se acuerda de su maestro:.... Luego, a la muerte de su padre, la familia se trasladó a Madrid y allí, en el  tras el Colegio Nuestra Señora de la Asunción, hizo todos sus estudios. Cuando regresaron a Soria capital, a sus 16 años, fue a pedir trabajo a Mantequerías Ruiz y allí, en La Exquisita (Collado), estuvo diez años, formando parte de una plantilla de 25 personas en 1962. Fue el primer amor de su vida. Primero hizo de recadero, pero a los seis meses, lo colocaron en el obrador con oficio de pastelero: mantecados, mantequilla, bollos, buñuelos de setas,… Su jefe, Manuel Ruiz Estaban, era, y no para de repetirlo, una bella persona, y le está muy agradecido. Recuerda, entre sus tantas anécdotas vividas, los días del rodaje de El Doctor Zhivago, cuando Geraldine Chaplin se sentaba en La Exquisita para tomarse un café con su perrito. “Una mujer muy simpática”, asegura. Lo que más le gustaba de la confitería era adornar las tartas. Era mañoso y tenía una buena técnica. La electricidad, que había estudiado en cursos del PPO, fue su segundo campo profesional. Y en él sigue a sus 75 años. El teléfono no para de sonar mientras estamos sentados en un banco del Parque del Calaverón. A todos responde con prisa y atención. Un hombre activo y en activo. Siempre ha trabajado por su cuenta en su empresa Electricidad Molina Blasco. Su mujer se llama Julia y es de Morón de Almazán. La mili la hizo en el CIR de Zaragoza y en el regimiento Valladolid 65 de infantería en Huesca, como cabo de cocina y postres.

Antes de convertirse en Presidente de la Hermandad de Donantes de sangre de Soria en 1991, era socio donante desde 1986. Fue fundada por Saturio Ugarte y otras personas, y estuvo situada en el Hospital Santa Bárbara. Nos da algunas cifras. Soria cuenta con 4700 donantes, cifra que, a su juicio, está bien. 5000 donaciones en 2021. Su historial: 170 donaciones. Los sorianos, reconoce, están concienciados. Aunque su local actual está en el Instituto de Ciencias de la Salud (Parque de Santa Clara), su objetivo es ocupar un espacio en el hospital, que cuenta con los aparcamientos necesarios. Pragmático, agradece infinitamente la ayuda de todas las instituciones y empresas colaboradoras. Rezuma ilusión, ganas. “Lo hago con todo cariño”, nos asegura. Y se nota. Jovial, tranquilo, alegre, le preguntamos si se cansa. No, pero este debería ser su último mandato después de su reciente reelección. Nos dice el número de la lotería de este años: 71621.

Ha viajado mucho por el Caribe, Venezuela, Brasil, México, República Dominicana, para descansar y por asuntos profesionales. También ha estado en Italia, en Roma, que le encantó. Cita Los Arcos de San Juan, El Cañón del Río Lobos, Salamanca como ciudad castellana. De joven, no tenían dinero para comprar libros. Ahora lee libros relacionados con la pastelería. Hablamos de deportes, de música. Andar, sí, El Duo Dinámico, Rafael, Los Rollings Stones. Recuerda que en la Ruiz había un tocadiscos que sonaba todo el rato. Su primer reloj, nos cuenta, se lo compró con las propinas y le costó mil pesetas. No se olvida del grupo de amigos con los que iba al cine de lunes a viernes, al Avenida y al Rex, siempre en primera fila para no molestar. Rotundo en sus afirmaciones, seguro con su experiencia, nombra Adolfo Suarez y a su mujer como personajes importantes. Un plato, también: las alubias pintas de los Morales. Y la trufa de chocolate y nata como postre. Los roscos del Rey, los buñuelos, el membrillo,.... Lambinero, nada supersticioso, su color, sin embargo, sería el rojo, su número, el siete, el día de su cumpleaños. Todos los días son iguales para él. Un honor. Gracias.

 

José Manuel Aceña Diago

Director de la Banda Municipal de Música de Soria

Nos indican que su despacho está en la segunda planta del Centro Bécquer. Subimos hasta allí por las escaleras y nos encontramos con un laberinto de puertas iguales. Buscamos, pero es el propio José Manuel Aceña, Director de la Banda Municipal de Música de Soria, quien nos encuentra. El despacho es amplio, con vistas a la calle Duques de Soria. Nació, nos dice, en la Clínica 18 de Julio en 1966. Pero sus primeros 30 años los pasó en El Collado, en la Sastrería de sus padres, Marcelino y Celestina, junto a la Librería Jodra y, en invierno, el puesto de castañas de Ramón y Josefa Fuentes. Los Franciscanos, el Virgen del Espino, en donde obtuvo el título de Técnico especialista en Electrónica Industrial, y un año en Madrid, estudiando Ingeniería de Telecomunicación, fue su recorrido formativo. Para entonces llevaba años aprendiendo solfeo en casa de Oreste Camarca. Noveno de once hermanos, empezó violín con Jesús Ormazábal, pero acabó siendo profesor de clarinete. La Escuela de Educandos de la Banda lo acogió a los nueve años y en 2018 cumplirá 25 como Director.

Siempre le gustó la naturaleza: el Pantano de la Cuerda del Pozo, el Duero y, sobre todo, el río Razón. Paisajes, estos y otros, que conforman un conjunto sinfónico inigualable. La música, nos dice, “es mi vida”. Y a ella se dedica con absoluta pasión. Director, su trabajo consiste en “aunar criterios.” La Banda es grande, con sus 80 componentes, rica en magníficos y magníficas intérpretes, exigente, disciplinada y entusiasta.

El, como portador de la batuta, aporta un estilo, dedicación, talante, rigor y pasión por la ciudad y por todos sus públicos, exigentes y sensibles. Y para ellos interpreta, con soltura y altura, además de un repertorio abundante, otras piezas, a modo de homenaje, de Pedro Iturralde, Nino Bravo, Alaska, María Villalón,... La Banda se siente cómoda en todos los escenarios, asegura, pero sobre todo en la calle: en Navidad, en Semana Santa, en cada una de las fechas señaladas. Coordinador, codirector, a las órdenes de Don Odón Alonso, del Otoño Musical Soriano desde 1993, lleva ya siete años dirigiéndolo. Un reto que asume con esfuerzo, orgullo y discreción. Para él, este Festival, es “modesto, importante a nivel nacional, y una magnífica tarjeta de visita.”

José Manuel Aceña ha dirigido, como invitado, las Bandas de Madrid, Bilbao y la Pamplonesa, pero su sitio está en Soria, con su público, con su gente. A la que intenta, con empeño e inteligencia, ofrecerle lo mejor en cada actuación. Socio de Honor de la Casa de Soria en Barcelona, medalla de plata de la Cruz Roja, Cruz del mérito profesional de la Policía Local, Premio “Soria Saludable” 1998, Insignia de Oro de la Asociación Jurados de Cuadrilla y Soriano del Año 2005, son distinciones que guarda agradecido. Por él y por todas las personas que han formado parte de la Banda y por los públicos que la hacen suya y grande. De crío, nos cuenta, todavía llegó a tocar en el Árbol de la Música, un orgullo y un símbolo para él.

Cuando se acerca el verano, vive con emoción, él y toda la Banda, cada uno de los conciertos de barrio: El Castillo, La Dehesa, Santa Clara, Los Pajaritos, Santa Bárbara, La Barriada. En cada uno se produce el encuentro fraterno, gracias a la música, entre el paisaje y el paisanaje sorianos. El 9 de septiembre de 2007 se produjo otro memorable en la Laguna Negra, junto al agua” pura y silenciosa que copia cosas eternas”. Y el día 23, en La Audiencia, el próximo. Y el 14, en fin, la gloria.    


José Pedro Varea Martín

Taxista

José Pedro Varea nació en Almarail en 1962. Es nieto de Fermín Varea, concesionario de la primera línea de autobús entre Carrascosa de la Sierra y la capital, y de Francisco Sanz Arancón, que, después de la guerra civil, mantuvo la línea Ariza-Almazán, abrió la de Santa María de Huerta-Almazán y la amplió posteriormente hasta Baraona. Su padre, José Varea, cordial e inteligente, compañero nuestro durante algunos años, fue conductor de la línea Cubo de la Solana-Soria. Cuando tenía dos años y medio, los padres de José Pedro fijaron su residencia en Nomparedes, antes de instalarse definitivamente en Soria, en donde su madre, Teresa, nacida en El Cubo de la Solana, tuvo una tienda de comestibles. Alumno de los Escolapios, Seminario de El Burgo de Osma y PP. Franciscanos, el cambio a la ciudad, nos comenta, fue duro para él.

Con un primer grado de electricidad y electrónica, comenzó su vida laboral repartiendo guías, trabajando en Trainsa, y, tras el periodo militar como conductor en Villacarlos, Es Castella (Menorca), formó parte de la plantilla de Revilla hasta 2001. Camionero en GEPISA, conductor de autobús en Sanz Tierno, fue madurando la idea de convertirse en taxista. Le gustan los vehículos, disfruta con ellos, aunque trabaje muchas horas, desde las 7,30 de la mañana hasta las siete o las ocho de la tarde, muchos días.  El buen taxista, nos dice, es una persona reservada, que cuida su coche de servicio, lo limpia con esmero, buen profesional, que utiliza sus recursos al servicio de viajeros y viajeras. En general, suelen ser habitantes de la ciudad, más mujeres, y visitantes. Los hay habladores. Un trabajo agradecido, libre y con buenos servicios, a su juicio. José Pedro se encarga también del transporte Escolar del CRA Campos de Gómara (Cigüela,…).

Hablamos con confianza sentados en torno a una mesa en la Plaza de San Clemente. Siente no haber podido estudiar idiomas. Nos cuenta que es un tanto descuidado, de manera que sus hijos, Ester, en su último año de la carrera de medicina, Víctor, estudiante de biotecnología en el Hospital de Valencia, de Erasmus en Inglaterra, y Diego, alumno del IES Castilla, le regalaron el reloj que nos enseña y que le avisa de las llamadas de teléfono. Su mujer, Mª Lourdes, trabaja como enfermera en la UCI de Santa Bárbara.

Sus hobbies son la pesca en los ríos Duero, Razón, Abión,…, El mismo prepara sus  cebos, “moscas”, “cola de rata”, con palmas de gallo. También la caza, como a su padre y a su abuelo materno. Y viajar. El casco antiguo de Valencia le encanta. La gente, nos dice, es muy amable. Ha visitado Francia con el autobús, Carcassonne, Collioure, San Juan de Luz, y estuvo en Madeira de viaje de novios.

Lee con interés a Pérez Reverte y, como género, la novela histórica. La trilogía del “Guardián invisible”, “La estrategia del parásito”, que nos recomienda. Phil Collins y The Mamas & the Papas (California) son dos de sus referencias musicales.  Entre sus películas: “El expresso de medianoche”, “La milla verde”,… Sus personajes históricos: Isaac Peral y De la Cierva, como inventor. A su juicio, no hemos sabido aprovecharlos y reconocerlos. Nos habla de su plato favorito, el “Cocido con bola”, y de los que cocina él mismo: el arroz con leche y las torrijas. Los Arcos de San Juan, San Baudelio, los parajes del valle del Razón, el Cañón del Río Lobos, son sus lugares preferidos. Su color sería el verde, su día, el que salga bueno, y su número, el siete. Justo cuando terminamos, le suena el teléfono en el reloj. Un nuevo servicio. Buen trabajo.

 

José Marcelo Reglero Sanz

Hermano Mayor de la Junta General de Cofradías

Viernes Santo. La procesión de “Las 7 Palabras” sale a las doce, con túnicas y capuchones morados, capas, cordones, guantes y fajines blancos. Redoblarán los tambores. Sonarán los clarines en siete plazas. Se estrenarán dos marchas procesionales de Norberto Fr. Moreno Martín: “Calvario de los Florines” y “En tus manos”. Habrá solemnidad, recogimiento y arte. Por la noche, la Procesión General de la Cofradía de El Santo Entierro de Cristo. Silencio, respeto y piedad, nos dice José Marcelo Reglero Sanz, Hermano Mayor de la Junta General de Cofradías: Entrada de Jesús en Jerusalén, Oración en el Huerto, Flagelación del Señor, Ecce Homo, Santas Caídas de Jesús, Siete Palabras, Santo Entierro de Cristo y, cerrando, la Virgen de la Soledad. José Reglero nació en Soria en 1956, Calle San María, junto a la Parroquia de El Salvador. Fue monaguillo con Don Simón, el párroco, y lleva 49 años como hermano de su Cofradía. Católico, atento, generoso, vive la Semana Santa con verdadera devoción. Nunca se perdió ninguna, salvo el año de la mili en Zaragoza. Estudió en los Franciscanos y se hizo delineante en la Escuela de Artes Aplicadas de Soria. Su madre, Encarnación Sanz, era una mujer religiosa. Su padre, Ángel Reglero, fue siempre impresor: “Labor”, “Campo Soriano”, Gráficas Urbión. Era hijo de Marcelo Reglero Pérez, de Vega de Valdetronco (Valladolid), un ilustre personaje de la Soria del siglo XX, administrador, director de El Porvenir Castellano, en distintas etapas, entre 1912 y 1934. Hombre serio y decidido, siempre con sombrero, recuerda su nieto José.

En sus años juveniles, José Reglero fue aprendiz en la Imprenta Urbión. Hacía la distribución, componía “cajas”, ayudaba en lo que le mandaban. Luego, trabajó durante 38 años en Proyectos Industriales de José Manuel Peña. Le gustaba su profesión. Artista, tiene su casa repleta de dibujos a plumilla de temas sorianos: San Saturio, San Juan de Rabanera,… Su mujer, Begoña Heras, otra artista, nos enseña sus preciosos y bien trabajados centros de rosas, blancas y verdes, hechos por ella misma con porcelana. Y unos troqueles de imprenta vistosamente decorados.

A José Reglero le gusta pasear, leer el periódico todos los días, contarle cuentos, que teatraliza, a su nieta Candela. Siempre le ha atraído el teatro. De chaval no se perdía ni un “Estudio 1” (TVE), en Blanco y negro. “Cyrano de Bergerac”, de Edmundo Rostand, 1969, le viene enseguida a la memoria. No viaja mucho, pero es un ferviente seguidor de Canal Historia. Comentamos la importancia de las bandas de tambores y clarines en estas fechas. Y habla de la música de su juventud: Mocedades, Sabina, Serrat, Amaral. Hombre curioso y activo, nos enseña libros cuidadosamente editados por su abuelo y por su padre. “Por los pueblos de Soria”, de Miguel Moreno, 1957, es uno de ellos. Abre una caja en la que conserva recuerdos de la imprenta: una fotografía de José María Palacio, otra del “Olmo viejo”, otra de su abuelo, periódicos viejos,...

Como Hermano Mayor, José Marcelo Reglero coordina actos y actividades. “Un honor y una responsabilidad”, comenta. Y lo hace con entusiasmo, discreción y esmero. En la Semana soriana no falta nadie, insiste. Es Fiesta de Interés Turístico de Castilla y León. La avalan sus dos mil cuatrocientos cofrades, sus mil quinientos participantes y sus muchos años de historia. Un atractivo religioso y turístico a la altura de los más grandes.

 

 

Juan Antonio Gómez-Barrera

 Investigador

Profesor, investigador, académico Correspondiente de  la Reial Acadèmia de Bones Lletres de Barcelona, Juan A. Gómez-Barrera es, sobre todo, un intelectual soriano comprometido con la cultura de su tierra. De tiza, palabra y documento, explicaba a sus alumnos que “el pasado es imprescindible para conocer y comprender el presente.” Porque este país, nos asegura, “es uno en la diversidad.” Sus ensayos, sus libros (“De arqueología soriana”, 2004; “El ateneo de Soria”, 2006; “Tras los orígenes de la arqueología soriana”, 2014; “Una señorita llamada Numancia y otros textos de papel”, 2015), que ha trabajado con afán y esmerado rigor científico, le han llevado a vivir entre dos mundos: profesor, por la mañana; investigador, por la tarde. Comenzó con las pinturas rupestres de Valonsadero, que ayudó a proteger en 1981. Luego vino el acercamiento a personajes sorianos como Nicolás Rabal, Lorenzo Aguirre, Mariano Granados,  Pedro Chico y Rello,… Para rematar, después de trece años de trabajo, con una obra monumental de auténtico lujo: “Blas Taracena Aguirre (1895-1951)”.

Juan A. Gómez-Barrera nació en El Royo en 1955, pero a los seis años ya vivía en la capital. Fue alumno de Las Anejas y del Instituto de Enseñanzas Medias de Soria, en el que, ya profesor, y siendo director D. Ramón Pajares, impartió clases de ética en el Aula Antonio Machado. Estudiante del CUS, terminó su carrera en la Universidad de Zaragoza con 13 matrículas de honor de 25 asignaturas, obteniendo el Premio Extraordinario de Licenciatura en 1980, y el de Doctorado por la Universidad Complutense de Madrid en 1991. Agregado de Bachillerato, primero, y Catedrático, después, fue profesor de los Institutos de San Leonardo, Antonio Machado de Soria, Parla (Tierno Galván), Santo Domingo de la Calzada (Valle del Oja), Almazán (Gaya Nuño), y, desde 1993, IES Castilla, en donde firmará en septiembre su jubilación.   

Juan A. Gómez-Barrera plantea sus ideas y conocimientos con rigor y pasión. La arqueología es, por supuesto, su ilusión. Pero no la única. Cada tema de conversación, cada época, momento, lugar, son para él la ocasión de rendir un homenaje de respeto y admiración a nombres, apellidos y gestas. Si hablamos de libros, Juan A. cita “Rayuela” (Julio Cortázar), “El Santero de San Saturio” (Juan A. Gaya), “Calladas rebeldías” (Carmelo Romero), “Los frutos caídos” (César Ibáñez), aunque –matiza- sus autores de cabecera son: Javier Cercas, Javier Marías, Antonio Muñoz Molina, Juan Marsé… A Juan A. le gusta la música y el cine. Y, de los grandes monumentos de Soria, cita la primera arquivolta de Santo Domingo, el ábside de San Juan de la Rabanera y la fachada del Instituto.  “Me he quedado exhausto, después del libro de Taracena”, nos confiesa. Pero, lúcido, en el mejor momento seguramente de su carrera investigadora, enumera nuevos proyectos importantes: más sobre arqueología, más sobre cultura soriana, un epistolario,... No, no ha escrito novelas. Pero sí colaboraciones, ponencias, cuidados y emotivos artículos periodísticos. Como aquél, publicado en Diario de Soria, en el que cuenta la bonita historia de “las dos últimas numantinas”, según su propia expresión: Numancia de la Llana Arguedas (Beltejar, 1905-Tardelcuende, 1933) y Numancia Alvira de Miguel (Tardelcuende, 1934).

Su orgullo, por supuesto, ha sido siempre su familia. Sus 10 hermanos. Y su padre, Manuel Gómez Moreno, que murió cuando él tenía apenas 13 años. Su madre, Eulalia, y Julia, su mujer, maestra, referente fundamental en su vida.

En la introducción a su último libro, Juan A. Gómez-Barrera escribe que entendió este trabajo “…como una triple biografía: la de nuestro personaje, la de nuestra ciudad y la de la arqueología e instituciones sorianas y aún españolas entre 1917 y 1951”. Pues, sostiene, “no entendemos la acción cultural al margen de la sociedad política y económica que la generó”. Ni la cultura soriana sin la aportación de investigadores tan comprometidos y exigentes como Juan Antonio Gómez-Barrera.

 

 Juan Luis Lenguas Gómez de Segura

Empresario Hostelería

Juan Luis Miguel Nicolás Lenguas, el sexto de seis hermanos y tres hermanas, nació en 1950 en una casa justo enfrente de La Dehesa. Su padre, José Lenguas Santana, aficionado a la pintura, regentó la fábrica de hielo “Espumosos Lenguas”, tuvo un quiosco de bebidas en la misma Dehesa y organizaba recorridos por la ciudad en coche de caballos. Su abuelo, José Lenguas Santana, fue propietario de “El Recreo”, “el más popular de la ciudad en 1914”. Mª del Carmen, de Calahorra, era el nombre de su madre.  

Alumno del Sagrado Corazón, Escolapios e Instituto Machado, Juan Luis trabajó primero con su padre y, al terminar la mili, buscó su porvenir fuera de Soria. Eran, nos dice, tiempos de aventura y anhelos de modernidad. Siguiendo con la tradición familiar y un instinto empresarial sobresaliente, abrió en 1979 el bar “Real 35”. Un edificio antiguo, que, con poco dinero y mucha ilusión, amuebló con los aparadores de su casa, los veladores del quiosco de su padre, … Su idea era la de romper con lo establecido. Las fotos nos muestran un lugar acogedor, bohemio, con detalles ibicencos y chimenea francesa, en donde se escuchaba buena música, se organizaban exposiciones y pequeños conciertos.

Luego -como promotor de “la movida” del Casco Viejo- abrió “Zapa”, inspirado en sus viajes por el norte de África, y en ese local comenzaron a celebrarse, en 1986, “La Noche del Rocío del verano” y “La primera Feria andaluza y del Fino en Soria”, precursora de la Feria de Abril del Calaverón. Le siguieron dos locales más: “El Paleto”, con restaurante y Cervecería Internacional, y “La Sala Tropicana”. En 1984, con el fin de dinamizar el barrio, promovió con otros la recuperación del Carnaval de Soria. El Pregón fue leído en San Nicolas y José Mª Martínez Laseca compuso unas bonitas coplas para la ocasión. Más tarde, regentando el restaurante Valonsadero, impulsó “La Nochevieja del verano” (31 de agosto) y “Las Jornadas del lechal”.

Muchos fueron los viajes -casi fantásticos- que, buscando la aventura y el contacto con la gente, le llevaron a recorrer, en coche o en todoterreno, Marruecos, Costa de Marfil, Túnez, Argelia, atravesando en tres ocasiones el Sahara. Recuerda también los que, mochila al hombro, recorrió por Europa y América. Aquel, por ejemplo, en el que, dejando el coche y todo el equipo a unos misioneros en Mali, les llevó en avión hasta Moscú, alojándose durante cuatro días en el Hotel Cosmos, inaugurado para las Olimpiadas de 1992. No se olvida, en fin, ni del Camino de Santiago, que hizo en 1994 en 23 días, ni de haber superado todas las pruebas, menos la de inglés, para el Camel Trophy, organizado por Miguel de la Cuadra Salcedo. Copiloto de rallyes, practicó el windsurf, el esquí acuático en el Pantano y el alpino en Santa Inés y Piqueras.

Entre sus recuerdos más personales, destaca el antiguo estanque de la Dehesa, su participación en dos cortometrajes, las comidas familiares en el parque, las canciones de Los Clavos y los postres de su madre. Joaquín Sabina, Medinaceli, Calatañazor, Marraquech y Dakar son para él otros nombres propios importantes. Optimista y emprendedor, Juan Luis comunica, escucha y comparte con naturalidad. El negro es su color y el 13 y el 25 sus números. Ahora, nos comenta para terminar, disfruta con un buen paseo en bicicleta, una conversación distendida, las películas de los lunes en La 2, y, por supuesto, una buena menestra a la riojana.

 

Juan Ramón Maza Martínez

Funcionario de correos

En invierno, cuando era niño, nos cuenta Juan Ramón Maza (Almenar, 1941) “El ganadero del pueblo hacía sonar un cuerno por la mañana y de las casas iban saliendo las mulas que enfilaban por la calle del Mesón, por debajo del Castillo, hacia la Dehesa para pasar allí la jornada.” Recuerdos de infancia de un municipio soriano que forma parte de la Leyenda de los 7 Infantes de Lara. En él vivió hasta los diez años con sus dos hermanas y sus padres, Juan, capataz de telégrafos y María Pilar, de la Almunia de Doña Godina. “Quería salir del pueblo”, nos confiesa. Ya en la capital, terminó el bachillerato en el Instituto Machado y comenzó a trabajar como oficial de correos en Tarrasa, antes de hacer diez y ocho meses de Servicio Militar como telegrafista en Agoncillo.

Inquieto y colaborador, es miembro de distintas asociaciones y siente una profunda admiración por las piedras viejas -el arte románico en particular-, los datos precisos, los árboles y las plantas medicinales. Durante sus veinte años de residencia en Logroño, recorrió en el tren correo las rutas de Miranda, Bilbao y Zaragoza, donde ejerció posteriormente de inspector de zona. Una experiencia llena de gratos recuerdos que le enseñó la disciplina y le dio independencia.

Junto a un grupo de amigos fundó en 2011 la Asociación Cultural Amigos de la Capa San Saturio de Soria, de la que es Presidente e Ismael Boíllos, Secretario. Celebran todos los once de noviembre la fiesta de su patrón, San Martín de Tours, con misa y paseo por el Collado, portando la capa española tradicional. Le gusta ponérsela muchos domingos de invierno para conservar así una vieja tradición. En Villaciervos es blanca y con capucha. Las capas pardas antiguas, nos dice, pesaban mucho. Evoca a este propósito sus domingos de juventud, de ocho a diez de la noche, en esa calle del Collado, recitándonos los versos de Gerardo Diego: “Paseo de Portales, horas dulces y lentas. / Mirar, charlar, soñar y dar vueltas y más vueltas. / Paseo vespertino, inevitable rueda / con el ritmo infinito de las cosas eternas.”

Sentados en uno de los magníficos sillones del salón principal del Casino, de cuya Junta Directiva forma parte, no recuerda sus recorridos, con gorro y prismáticos, por los pueblos de Soria con su amigo Rodolfo, cámara en ristre. Bretún, por ejemplo, con su magnífico Museo, propiedad de Vicente Marín, y sus bien cuidados menús. Viajero concienzudo, ha visitado Argentina y las cataratas del Iguazú, la Reserva Nacional Kruger de Sudáfrica y las cataratas Victoria. De Roma destaca el Coliseo, el Circo. Piedras, todas ellas, como las de Salamanca, Segovia, Granada, Cervatos (Santander), los Arcos de San Juan, Santo Domingo, llenas de valor y simbolismo. “Homo Sapiens” de Yuval Noah Harari es para él uno de los mejores ensayos evolutivos. Nos comenta que antes solía tocar la harmónica, pero ahora prefiere el dibujo y la pintura. Otro de sus hobbies: los relojes de sol. En Soria hay seis. Lo enumera y nos invita a visitarlos: dos en Los Arcos y uno en San Agustín, La Mayor, El Salvador, que indica la hora desde el siglo XII, y el último en el polígono. Admirador de Leonardo da Vinci, disfruta de los tangos de Carlos Gardel, guarda un recuerdo especial del estreno de “Bambi” y tiene el verde y el siete como su color y su número. Un huevo frito con chorizo, acompañado de un vino tinto de su tierra, es un placer para él. Como la capa, Soria y Almenar.


Julia Sanz Domínguez

Santera Ermita de la Virgen de La Fuente

Julia Sanz (Gómara, 1943) nos espera en el interior de la Ermita de la Virgen de la Fuente, en Gómara, balcón desde el que se disfrutar de los hermosos campos que la rodean. El Día de la Cruz de Mayo de 2015, nos cuenta, se postuló para cuidarla y enseñarla, y, desde ese día, lo cumple con gusto y dedicación. En torno a la mesa de la sacristía, nos habla de su abuelo Anastasio, agricultor, amigo de Don Marcelino, el cura, con el que departía de lo divino y de lo humano. Julita fue a la escuela del pueblo hasta los 14 años con Doña Asunción y Doña Auria. Al quedarse viuda su madre, se trasladó a Soria para cuidar de los hijos de un matrimonio del Alto de la Dehesa. Allí estuvo como en su casa, entre los 15 y los 24 años, y después en Madrid, con la misma familia, hasta el año 1972, cuando se trasladaron a Tarragona y ella se quedó en la capital cuidando a personas mayores y a niños, preparando el graduado escolar y estudiando un curso de PPO de Auxiliar de Pediatría en el Colegio Senara de Moratalaz, con seis meses de prácticas en la maternidad de Santa Cristina. Paciente y generosa, discreta y formal, siempre comprensiva, vivió en la calle Hortaleza. Eran tiempos de tangos, canciones, zarzuelas, Perales, Rafael y el “El tamborilero”, Nat King Cole,… Le gustaba ir a todo: al cine, al teatro - “El diluvio que viene” -, a la Sierra, a la playa, pero, sobre todo, al Museo del Prado en donde admiraba a sus pintores y sus cuadros favoritos: “La Familia” de Murillo, “Las Tres Gracias” de Rubens, Velázquez,… Un año, pasando por la Puerta del Sol, cogió un número de lotería terminado en cinco y le tocaron 25.000 pesetas. Desde entonces ese fue siempre su número. Ya con su diploma de auxiliar, solicitó y consiguió una plaza en el Hospital Juan XXIII de Tarragona. Allí pasó treinta y cinco años (1973-2008), siempre en el servicio de maternidad. Los niños, nos confiesa, “han sido la vocación de mi vida”. En 2013, volvió a Gómara tras comprar y arreglar la casa de su abuelo, en donde había nacido, y cuya calle adorna con plantas y jardines. Todo ha cambiado mucho, reconoce, pero ella sigue conduciendo su Fort Scort, viejo de 27 años, y compra en el pueblo fruta los lunes, los martes, congelados, y los sábados, pescado. Gómara, asegura, mantiene todos los servicios necesarios. De Tarragona, eso sí, añora la playa, su segunda casa durante tantos días del año. La gente viene a despedirse de la Virgen de la Fuente cuando se marcha fuera, nos dice. Ella le tiene devoción. Lindando con la Ermita se encontraba el cuartel de la guardia civil, en donde vivió Leonor Izquierdo tres años, que a ella le gustaría se convirtiera en un museo. Hablando de Leonor, Florencia, su amiga, Gibson, Machado, nos pasamos un buen rato. Nos cuenta, para terminar, que estuvo en Rusia en 1982 y que ha visitado Alemania, Portugal, Bélgica, Holanda, Túnez,... París y Madrid serían sus dos capitales. De Soria destaca el Soto Playa, a donde iba a bailar de joven, y Vinuesa. Le gusta leer biografías. Nos da dos títulos: “La cocina de Castamar”, de A. J. Muñez, y “La leyenda de la peregrina”, de Carmen Posadas. En la cocina le gustaba hacer experimentos, pero no es golosa. Sus personajes: Suarez y Fraga Iribarne. Algo supersticiosa, su color es el azul. Julia ha puesto el Belén en su casa y en la Ermita. Una santera soriana, feliz y de toda confianza. ¡Feliz Año 2022!

 

 Julián de la Llana del Río

Cineasta

Soriano discreto y considerado, Julián de la Llana (Soria 1947) lleva años trabajando con exquisito rigor todas las facetas del mundo del cine. Sus padres, Julián, auxiliar de farmacia, y Elena, nacieron en Gallinero y Garray respectivamente. Sus abuelos maternos, Adolfo, maestro, y Rufina, eran naturales de Ágreda y Garray; y los paternos, Urseolo, practicante, y Gloria, de Blocona y Gallinero.

Alumno del Sagrado Corazón, Escuelas Preparatorias del INEM e Instituto, hoy, Antonio Machado, Julián se licenció en Filosofía y Letras por la Universidad de Zaragoza, pero antes, en 1968, presentó en la UVA un trabajo de postgrado sobre el cine portugués, centrado en “la extraordinaria figura de Manoel de Oliveira.”

Su primera experiencia laboral la tuvo en 1980 con la edición de la Historia de Soria, dirigida por José Antonio Pérez-Rioja. Desde entonces, su relación con el cine -que pronto recogerá en un libro- no hizo sino aumentar: conferencias, colaboraciones periodísticas (Soria, Hogar y Pueblo, Diario de Soria, Soriavisión y Punto Radio), cursos de formación,... Co-fundador de la Asociación de Amigos del Museo Numantino y del Cine-Club UNED, fue así mismo comisario en 2007 de la Exposición del Centenario de la llegada de Antonio Machado a Soria. El Certamen de Cortos Ciudad de Soria, de cuya organización sigue formando parte, le otorgó recientemente uno de los Caballos de Honor de su XXV Edición.

Para él, el cine es conocimiento, vida, aprendizaje, espectáculo y evasión. Recuerda a Lorenzo Soler, realizador y documentalista catalán, afincado en Calatañazor, con el que colaboró durante muchos años y que falleció en 2022. Y a John Box, diseñador de producción del Dr. Zhivago, “que solicitó de mi familia diverso mobiliario para la decoración de la película.” Nos habla de las 60 películas rodadas en Soria que tiene ya catalogadas. Echa en falta, en este sentido, la creación de rutas turísticas y la conservación de decorados como el Palacio de Hielo del Doctor Zhivago.

Entre sus referencias cinematográficas, destaca la película “To be or not to be», a los directores Ernst Lubitsch y Agnes Varda, y a Alec Guinnes y Audrey Hepburn, como actor y actriz. Su cine preferido, nos confiesa, es el de temática social y psicológica, “aquel que hace reflexionar, que dice y aporta algo.”

En sus viajes, busca conocer la forma de vida, la idiosincrasia, la cultura de las gentes que habitan en cada lugar. Disfrutó en lugares mágicos como El Museo del Hermitage y el Teatro Mariinsky en San Petersburgo; el Louvre, la Ópera y Montmartre en París, “centro mundial del arte”; el Generalife y la Alhambra en Granada; la Mezquita-Catedral en Córdoba, y el Prado y el Palacio Real en Madrid, su segunda casa. De Soria destaca la Plaza Mayor, en donde nació, Garray, donde pasó los veranos de su infancia, y Tiermes, Torralba y Ambrona “por mi afición a la arqueología y la paleontología.”

Optimista, honesto y sincero consigo mismo, leyó con extraordinario interés “El infinito en un junco”, de Irene Vallejo, con cuya escritora y con Ignacio, su padre, soriano, mantiene una gran amistad. Aunque no tiene buen oído, su favorita es la música clásica, sin despreciar ni a los Beatles ni al grupo Abba.

A punto de comenzar la Navidad, pone nombre a sus personajes entrañables: John F. Kennedy, Miguel Ángel, Julián Marías, Frida Kahlo, Teresa de Jesús, adelantada a su tiempo, y Simone de Beauvoir, precursora del feminismo. ¡Feliz Navidad!


JULIÁN HERNÁNDEZ GARCÍA

Titulado en Turismo


La Plaza Mariano Granados nos recuerda a la Place Saint-Michel de París. Las dos son lugares de cita, tránsito y encuentro. Una y otra están protegidas por personajes enormes, mirando al Sena, la de París, y al cielo abierto, la soriana. Cosmopolitas las dos, son las estampas más emblemáticas del magnífico patrimonio histórico, monumental y literario que ambas atesoran. En ese cruce de destinos, de trazados incontables, Julián Hernández, a modo de primer oficiante, desvela, desde la Oficina de Turismo de Soria, las claves de la ciudad y de sus distintos recorridos a gentes de España y del mundo entero.

El discurso es breve. Un mapa sobre la mesa, los puntos más relevantes de cada ruta (Numancia, Santo Domingo, Instituto,…), amabilidad, rigor y tacto. Solos, en pareja o en grupo, los y las visitantes de Madrid, Huelva, Bilbao, Valencia Gerona o San Sebastián, observan, atienden, solicitan consejo, y, cuando se despiden, expresan su satisfacción y agradecimiento.

Julián Hernández García, titulado en turismo y estudiante actualmente de Historia del Arte, nació en 1976 en la calle Zaragoza de Soria. Siempre le gustó la historia y el arte. Sabe escuchar y comunicar. Da respuestas coherentes y rigurosas, equilibradas y justas, a todas las preguntas. Falta, nos dice, coordinación en los horarios de apertura de los espacios visitables. También promoción y una mejor señalización. Y un plan para atraer al turista extranjero, que no llega al siete por ciento. A veces, añade, hay más oficinas de turismo abiertas que monumentos. Su experiencia en el sector es amplia. Fue, durante cuatro años, Gerente del Plan de Dinamización Turística de Soria. Y él se ocupó de elaborar un discurso global, atractivo, para todas las actividades que en él se incluyeron: las Edades del Hombre, la Ciudad del Duero, la Ruta de las Murallas, el Museo de los Poetas,... Lo mismo había hecho, con anterioridad, y como técnico de turismo, en Vinuesa, Valdeavellano, San Pedro Manrique y Duruelo de la Sierra.

Vecino de la Barriada, fue alumno de Doña Crescencia, Doña María Jesús, D. Antonio, Don José Luis y Doña Obdulia, en el Doce Linajes. Hombre afable y discreto, Julián Hernández no se considera un personaje. Nos habla de sus seis meses de estancia en Killarney (Irlanda), aprendiendo inglés. El francés, se lamenta, no es su fuerte, pero los franceses, que buscan la huella de Machado y el románico, comprenden bien su lengua rigurosa y concreta. Los ingleses, señala, son correctos. No vienen muchos portugueses, ni italianos, ni belgas. Los mejores, los holandeses, porque están habituados a viajar. Nos apunta una curiosidad: “hay ciudadanos israelíes que buscan en Soria sus orígenes”.

Julián Herández trabajó durante tres años como conductor de ambulancia. Un oficio duro, afirma. Pero sigue siendo voluntario de la Cruz Roja. Los pilares de la tierra, de Ken Follett, El nombre de la Rosa, de Umberto Eco, el género comic, forman parte de sus gustos literarios. Y el folk, de su música: “La Musgaña”, “Kepa Junquera”, “Carlos Núñez”. En pintura, “La crucifixión de San Pedro”, de Carabbagio. La Sierra de Santa Ana y el Castillo, en donde pasó tantos ratos de niño con su abuelo Julián, conforman sus lugares favoritos. Coincidimos, finalmente, en la majestuosidad del Claustro de San Pedro y en lo restrictivo de su horario de visitas. Le preguntamos por algún proyecto de futuro. No lo duda: “mi hijo Noé”. “También me gustaría ser profesor”, nos confiesa. Sería sin duda uno de los buenos.


Julio Santamaría Calvo

Ingeniero

Julio Santamaría nació en la calle Puertas de Pro en 1957. Es el mayor de cuatro hermanos, Yolanda, Alberto y Miguel Ángel, y tiene dos hijas: Ana, empleada de banca, y Leticia, profesora en la Facultad de Traducción e Interpretación (UVA). Su mujer, Maica, enfermera, nació en Torralba del Río, Tierra Estella.

Buen estudiante, estudió en los PP Franciscanos. Recuerda al Padre Florencio, gran persona, y a Don Daniel, profesor de química. El COU lo terminó en el Machado, que compaginó aquel año con el Graduado de Artes Aplicadas (delineación artística) en la Escuela de Artes. De esa etapa recuerda, entre otros profesores, a la Sra. Modesta, profesora de matemáticas, y a Carmen, profesora de Lengua, que ilustraba sus clases con “La Historia de España” de Forges. Alumno de la Escuela de Ingenieros de San Sebastián, formó parte de su tuna tocando el laúd, y participó, como donostiarra temporal, en una de sus sociedades gastronómicas. Tiempos convulsos, recuerda, en los que le tocó vivir, como cabo primero, la noche del 23F en el RACA 46 de Logroño, en cuyo destino redactó el trabajo fin de carrera y aprobó la reválida.

Ya en Soria, se reincorporó a Talleres Mecánicos Santamaría, la empresa de su padre, Julio como él, aportando sus conocimientos teóricos al desarrollo de nuevos productos y acometiendo nuevos retos. Su abuelo, Julio igualmente, fundó la empresa en 1920, con innovaciones como la técnica de uniones por soldadura autógena y la fabricación, en los años 40, de motores y bombas de gasógeno como solución a la escasez de gasolina. El desarrollo de tecnología para el aprovechamiento energético de residuos agro-forestales y ganaderos fue otro hito de la empresa, pasando él mismo el año 1981 montando una planta de biomasa en Bailén.

La tecnología ha evolucionado enormemente, comenta, de manera que con treinta personas de plantilla y clientes en España y Francia, Tamesa, “Premio Valores Humanos” 2020 (Promecal), apuesta por la automatización de la primera transformación de la madera. Nos enseña, mientras hablamos, a modo de ejemplo, cómo puede seguir desde su móvil la producción de una de sus máquinas en el Departamento de los Alpes franceses.

Concejal de urbanismo durante una legislatura, nos habla del ARI, del Plan de Urbanismo y otros proyectos de la ciudad. Una etapa positiva, reconoce Lo mismo que aquella en la que le llevó a ocupar de representación como presidente de las APAS, Colegio de Ingenieros Industriales y Cámara de Comercio.

Aficionado a la pintura y al dibujo, nos enseña con justo orgullo un pequeño cuaderno de viaje con detalladas ilustraciones suyas de algunos rincones del mundo visitados. Lee actualmente recetarios de cocina de los siglos XV, XVI y XVIII, afición culinaria que le viene de su madre, nacida en Fuentestrún, y de su abuela Basilia, a las que dedicó en 2002 un bonito “Cuento de Navidad para antes de cenar”. El congrio con patatas, la tarta de queso y las “torrijas” borrachas son sus platos favoritos.

Ha publicado, en fin, trabajos técnicos, costumbristas y biográficos (Elías Peña, L. Marichalar y Monreal, E. Valere Otlet) de mucho mérito. Soria no tiene que envidiar a ninguna otra provincia, sostiene. De ella destaca La Fuentona y Los 4 vientos. También París, Praga y Toledo. Algunas melodías populares, Beethoven, Bach, Einstein y Madame Curie son otros de sus nombres con mayúscula. Un industrial, pensamos nosotros, comprometido, abierto e inteligente.


Kelly Perroches

Profesora y traductora

En Bayonne, País Vasco francés, nació Kelly Perroches en 1994. Licenciada en LEA por la Universidad de Pau, ha sido lectora de francés durante dos cursos en la EOI, IES Politécnico y CEIP Fuente del Rey. En estos Centros, “he aprendido a enseñar a pequeños y a mayores, tan interesados estos por la vida cuotidiana de Francia.” Una experiencia, nos dice, que le afianza en su vocación por la enseñanza, la traducción y las actividades culturales.

Sus padres, Philippe, de Poitiers, agente de seguridad, y su madre, Chantal, de Bayonne, residen en Cambo-les-Bains –pequeño, pero acogedor, asegura-, en cuyo Collège Errobi (nombre en Euskera del río Nive, que pasa por el pueblo) estudió hasta los 11 años. Su hermano, Kévin, mayor que ella, es ingeniero informático. Kelly prosiguió sus estudios de Bac L (Literatura) en el Instituto-Lycée Saint-Joseph de Ustaritz, a ocho kilómetros de su casa, antes de comenzar Derecho y cambiarse a Langues Étrangères Appliquées, equivalente a Traducción e Interpretación (Español e Inglés), completando su carrera con un Master MEEF para optar a profesora de español.

Solidaria y dispuesta, a los 16 años trabajó en un centro de ocio organizando actividades para niños y monitores. “Me gusta trabajar en equipo”, asegura. En otra ocasión ayudó en Lourdes a dar de comer a peregrinos y peregrinas enfermos. Fueron unos días agotadores, reconoce, “pero llenos de felicidad, sonrisas, amistad y bondad.”

Llegó a Soria en 2016 gracias a una beca ERASMUS. Nunca había oído hablar de la ciudad, pero le gustó por la tranquilidad, la seguridad y la cercanía. Le sorprendió, sin embargo, los cambios tan bruscos del tiempo. También la acogida, el trato familiar, la ayuda que le prestaron mientras intentaba con sus padres situar el Campus. “Tres o cuatro personas se nos acercaron y nos preguntaron que qué necesitábamos”, comenta. Aprecia en fin el ambiente multicultural, cosmopolita, que reina en la ciudad.

Su preferida era, al principio, la traducción periodística, de actualidad, pero ahora está más en contacto con textos antiguos, más complicados, “que me invitan a reflexionar y a buscar.” Las traducciones deben ser fieles al original, comenta, pero con expresiones propias del idioma meta.

No ha viajado mucho, nos confiesa. Venecia la conoció de estudiante y Madrid le parece demasiado grande. La música latina es su preferida: “Bachata”, “reggaetón”, “cumbia”, etc. Su película, “Sin Escalas/Non Stop”, de Jaume Collet Serra, protagonizada magníficamente por Liam Neeson. Conoce el inglés y el euskera, practica el español y tiene nociones de Ruso, Portugués y Catalán. El verde, el 2 y el sábado son su color, su número y su día de la semana. Deportista, Rafael Nadal sería su personaje. Ella ha practicado el tenis, el rugby, la pelota vasca y el tiro con carabina (10 metros), entre los 10 y los 15 años, quedando entre las treinta primeras en dos campeonatos de Francia. Consiste, nos explica, “en tirar al objetivo, al centro de la diana, acercándose lo más posible al 10”. Ahora, añade, “voy al gimnasio y me gustaría jugar al rugby en el equipo femenino de Soria.” El “Chicharrón” boliviano, a base de carne de cerdo con mote, choclo y patatas, es su plato. Su postre: tarta de queso. Y la Dehesa, el Collado, Vinuesa, Berlanga, el Castillo de Gormaz, La Laguna Negra algunos de sus lugares destacados. Una joven francesa que ha encontrado en Soria la cercanía precisa que buscaba.

 

Javier Martínez Romera

Profesor de Historia

Javier Martínez Romera nació en la clínica de D. Juan Sala de Pablo en 1977. Su padre, Luis, radioaficionado, trabajaba en el laboratorio de Sanidad. Su madre, nos dice, le ha transmitido la importancia de la paciencia y de cuidar los detalles en el trato con la gente. Hijo único, estudió hasta 8º de EGB en el colegio de la Presentación, “el más moderno de Soria -afirma orgulloso- durante mucho tiempo.” Recuerda con cariño a sus maestros, la cantera de balonmano en la que jugó y el profesorado nativo para las clases extra de inglés.

Estudiante aplicado, Javier fue siempre delegado de curso. BUP y COU los cursó en el Instituto Machado y Traducción e Interpretación, primera promoción, en el Campus de Soria, en cuya facultad enseñó varios años y se doctoró cum laude. Tras ganar las oposiciones de Geografía e Historia, impartió clases en los IES de Ayllón y Castilla de Soria. Desde hace dos años, forma parte del Claustro del IES Antonio Machado, en donde se hace cargo de un programa de Bachillerato de Investigación y Excelencia. Vocacional, le apasiona la Historia. Curioso y de espíritu abierto, la lectura forma parte de sus pasiones. Recuerda a su abuela Domi leyéndole cuentos cuando era todavía un niño. Y de una de sus primeras lecturas: “Alejandro Magno”.

Siempre le gustó escribir. Premio Toro de Plata en 2003 y 2008, su libro “Soria en Seiscientos” (2022), comenzado durante la pandemia, es para él mitad memoria familiar, mitad guía de Soria; datos y detalles rigurosos, buena literatura y fino sentido del humor para nosotros.

La afición a los coches antiguos le viene de su abuelo Celedonio, conductor de ambulancia durante muchos años, y de su tío abuelo Jesús, proyectista en el IDEAL, propietario del 600, en cuyo asiento trasero Javier pasó buenos ratos recorriendo la provincia con los dos. En su cochera-museo, guarda hoy un 1500, un 600 y un flamante Ford rojo de 1932. Es presidente del Club Seat 1500 desde el año 2000 y socio de la Escudería “Laurel de Baco”. Los coches antiguos, nos comenta, le permiten disfrutar de su conducción, del paisaje, de los lugares y de las gentes que los habitan. Es un reto, añade, ir lo más lejos posible con ellos: Santiago de Compostela, Portugal, Málaga, el Pirineo francés.

Hablamos de cine. Nos cuenta que tiene un máster en historia y estética de la cinematografía y es amigo de Fernando Ganzo, redactor de la revista francesa Cahiers du cinéma. Esta afición la disfruta con su padre, que se la transmitió desde niño y con su buen amigo Julián de la Llana, con quien conversa con frecuencia. Su película: “Casablanca”. Sus actores: David Niven, Nicole Kidman y Maribel Verdú.

En sus veranos en Inglaterra, visitó Londres, York, Oxford,...  Más tarde, Roma, Bruselas, Estrasburgo y París. Ahora siente curiosidad por Buenos Aires. De Sevilla destaca su color y su luz, de Toledo su historia, y de San Sebastián, ser un París en pequeño. Le gusta toda la música de su tiempo, las novelas de Julio Verne, los libros de Stefan Zweig (“El mundo de ayer”), El Santero de San Saturio, Avelino Hernández, “Hercules Poirot” de Agatha Christie. Buen comedor, disfruta el cordero asado y le encanta la tarta costrada. Y el color azul, el río, San Saturio y El Castillo. Aunque no es de ídolos, destaca la sensatez de Rafael Nadal y la constancia y humildad de la científica Margarita Salas. Hombre de retos planificados, piensa ya en su próximo libro. Que será otro éxito. 

  

 Laura Fernández Morena

Profesora y Consultora

Ha pasado unos días en su casa, pero ya está en Battambang, la ciudad camboyana en la que trabaja. De la primavera soriana a la selva verde, en donde “no hay árboles caducos”, nos dice. Nació en Soria en 1992. Joven, preparada, entusiasta, decidida, comprometida, en busca de futuro y soluciones, le gustaría, nos confiesa, ser útil en su ciudad.

Matías, su padre, jubilado, fue auxiliar de enfermería. Su madre, Yolanda, es enfermera en Los Royales. Tras terminar la EGB en Fuente del Rey, prosiguió sus estudios en el Politécnico, terminó COU en el Antonio Machado, y se graduó (Magisterio de Primaria bilingüe) en el Campus de Soria. Deseosa de conocer otras culturas, otros idiomas, hizo un Erasmus en la Universidad checa de Bohemia del Sur (České Budějovice), y las prácticas, además de un año más como lectora, en el instituto Jírovcova 8. Vivía en un piso compartido e iba a clase en bicicleta. Un país precioso y amable, en el que, comenta, hizo buenas amistades. Y una capital, Praga, maravillosa. Volvió a España para cursar en la Complutense un Máster de Cooperación Internacional y Desarrollo. Al finalizar, realizó las prácticas en la organización madrileña “Alianza por la Solidaridad”, con la que llevó a cabo el trabajo fin de Máster  y otro de investigación sobre migración en clave de violencia de género. Leemos con atención e interés artículos suyos, bajo el título de “Viaje a mi blanquitud”, en blogs.público.es

En noviembre de 2018, aterrizó en el aeropuerto de Siem Reap (Camboya), formando parte del Proyecto Europeo “Phare Ponleu Selpak”, organización en la que estuvo desplegada una escuela de arte gratuita y el circo más famoso del país. Integrada, la tratan mejor, nos asegura, por ser blanca y tener pasaporte extranjero. Thida, su compañera camboyana, nos acompaña en el alto de la Dehesa. Habla poco español, pero le ha encantado Soria.

Laura trabaja ahora como profesora y consultora en la escuela privada de “Paññasastra” (University of Cambodia), continuando con sus proyectos de arte/cultura, género y derechos humanos en su tiempo libre. Vive modestamente, nos explica, trabaja mucho, es feliz y se gana la vida perfectamente, invirtiendo una parte de su sueldo en justicia social. El trabajo es para ella un pretexto, una manera de conseguir cosas para la comunidad. Su nombre no aparece nunca en los proyectos, quedando el liderazgo en manos de personas locales. Ahora mismo están luchando para conseguir un espacio seguro para los LGTBIQA+.

Le gusta viajar, “porque se aprende mucho”. Ha recorrido muchas partes de Camboya, Tailandia, Vietnam, Taiwan,... Conocemos mal, nos insiste, aquel mundo tropical. Allí predomina la juventud. Su jefa, por ejemplo, tiene treinta años y es, afirma, inmensamente rica. Sus hobbies: salir a dar una vuelta en su moto, pasar el tiempo con las personas con las que convive, llamar a la familia, asistir a eventos, charlas,… ¿Religión?, le preguntamos. Las ha estudiado todas, nos contesta, “y he asistido a ceremonias budistas, musulmanas, cristianas,...” Ángela Davis sería su personaje a destacar. Entre sus lugares: la Laguna Negra, San Saturio, cuya ermita visita su madre muchos días del año. “Los condenados de la tierra” de Frantz Fanon le cambió la vida. “Pose” sería su serie favorita. Optimista, reconoce que allí hay más oportunidades, pero, llena de proyectos, volverá, estamos seguros. Todavía más humana y más preparada. Mucha suerte.


Laura Moya Losada

“No tengo un estilo definido”, confiesa Laura Moya, diseñadora profesional de espacios interiores, Moladeco Interiorismo. “Cada sitio es diferente. Depende de las personas, de las tendencias,…” Su estudio, por ejemplo, es amplio, luminoso, acogedor, y está bien amueblado. “Diseñado con pasión”, añade ella. Marca de la casa: “Passion & Creativity”. Los colores (grises, blancos, tostados) los aplica, sin preferencias, según sienta el contexto. Le gustan los cálidos, sin embargo. Y las maderas suaves. Lo natural. Lo amplio. Todo lo que ha ido anotando en su recorrido por el mundo. Marruecos, la aventura de dormir en el desierto; Jordania, detalles y aromas; Copenhague, Berlín, Lisboa, Nueva York,… ¿Qué has aprendido?, le preguntamos. “La tolerancia”, responde.

Recorriendo algunas de sus realizaciones, observamos que todas mantienen un equilibro entre espacio y función: la Cafetería “San Francisco”, por ejemplo, en la calle José Tudela; y “Tribeca”, en El Collado; “Pan y Café” y Café Bianco (Golmayo). Nos muestra un chalet en La Moraleja y la terraza del restaurante “La Grange Da Antonio” en Yverdon-les-Bains (Suiza). Y también el Restaurante-Hotel Rural de Quintanares; la Casa Rural Bavieca (Medinaceli); “Bambú” (Leclerc); la peluquería “Miracle”, y “Suite Make Up”, en la calle Estudios.

Laura Moya nació en Zaragoza (1979), pero a los pocos meses ya estaba en Soria. Madre de dos niñas, África y Abril, comenzó en las Escolapias, y terminó el bachillerato en el IES “Castilla”. El arte le encantaba. Pero, más que estudiarlo, su vocación era la de reflejarlo en sus proyectos. De niña, nos cuenta, le gustaba ordenar las cosas, crear espacios escénicos equilibrados. Así que, después de su etapa salmantina, acabó Diseño de Interiores en la Escuela de Arte de Logroño. “Cuando miro un espacio, me gusta diseñarlo en su conjunto”, nos dice. Desde la idea hasta el detalle. Completo. ¿Una lengua?, le preguntamos. El italiano. Fue alumna, nos comenta, “de Mimina, esposa de Oreste Camarca”.  ¿Y un país? Italia. “Porque respira arte y gusto por lo bello”. Para muestra, el trampantojo de Positano, en la costa Amalfitana, que luce en la terraza.

Adaptarse a cada espacio, a cada propuesta, a todos los matices, es para ella fundamental. El conjunto y su trascendencia. El marco imaginativo que satisfaga, protector, a las personas que lo compartan. Por eso, como complemento, para añadir naturalidad y confianza, utiliza a veces estatuillas, volúmenes, muy estilo nórdico. Se acuerda, hablando de ciudades, de las plazas de Valencia, llenas de flores mimadas. Como el Rincón de Bécquer soriano, harmónico y romántico. La Plaza de Mariano Granados, sin embargo, la encuentra un tanto fría. Echa en falta un toque de calidez y de entusiasmo. Por lo demás, sostiene, “en Soria hay de todo”. A la espera, quizás, de una bonita entrada a la ciudad, un casco viejo elegante, y, sí, unos Mercadillos navideños atractivos.

La imagen es importante. Potencia lo útil, acerca, enriquece. Transmite. Su profesión tiene futuro, asegura. Y añade: “Soria es una ciudad para jóvenes”. Que den soluciones diferentes, respetuosas, actualizadas día a día. Con ayuda de las nuevas tecnologías y el alma de siempre. Eso es lo que ella intenta trasmitir en La 8, cada miércoles, en su “Espacio”. A Laura Moya le gusta, en fin, el cine español, el cine independiente, y “Moulin Rouge”, “América Beauty”, “Mustang”. Y la música: los conciertos, el “Enclave del Agua”,... ¿Una canción?: Musica è, Bocelli y Ramazzotti. Y pintar con acuarela: flores, balcones, bodegones, de tonos azulados, blancos, verdes, marrones y violetas; impresionistas. Y estar presente en las ferias internacionales ( I Saloni de Milán, Maison & Objects, París; 100 % Design, Londres,…), para seguir embelleciendo nuevos espacios. Aportando su granito de arena, como ahora, en el Ampa del CEIP Las Pedrizas o en la asociación cultural de Alcubilla de Avellaneda, el pueblo de su suegra.  Espacios sorianos. Espacios universales.

 


 Mª Dolores Escribano Valero

 Periodista

Loli Escribano Valero es una periodista de raza. Rigurosa, profesional, independiente, tiene criterio claro, y se desenvuelve con desparpajo y estilo propios. Comenzó en Cadena Dial, y, seis meses después, ya estaba en SER SORIA. El Magazine lo dirigió durante algunos años, y, desde 2007, es jefa de los informativos. Para contar lo que pasa, en el mejor formato, con su tono y sus palabras. Porque, para ella, el periodismo, la literatura, es el oficio “de ordenar las palabras”. “Es ritmo”, apostilla, mientras charlamos cerca del Árbol de la Música. Siempre quiso ser periodista “de radio”. Su madre, nos cuenta, la tenía siempre encendida: Radio Juventud, Antena 3,... Y ella, ahora, lo mismo.

Loli Escribano nació en Valladolid en 1971, pero, a los once meses, ya estaba en la Barriada. Su primer colegio fue el “Doce Linajes”. Buena estudiante, era también “buena chica y muy obediente”. Soria, entonces, para ella, era el barrio, y la calle, en donde jugaba: “A la pata del  bote”, al “Escondite”, a la “Comba”,... Luego vendría el Instituto Castilla, y las Escuelas de Periodismo de Salamanca (Pontificia) y Madrid (Complutense).

A lo largo de los años, Loli Escribano ha entrevistado a mucha gente. Nos da dos nombres: Moncho Borrajo y Pilar Sánchez Malo. Una mujer, nos comenta, “de ideas avanzadas”, casada con el doctor Calvo Melendo, y sobrina de Mariano Granados Aguirre, ilustre jurista, soriano y republicano.

Loli Escribano es también escritora. Desde niña, dice ella. En el colegio, con motivo de la conmemoración del Estatuto de Castilla y León, le dieron un premio por una redacción de la que se acuerda el tema: “Un viaje en el tiempo”. El premio consistió en un viaje a las Cortes de Fuensaldaña. Les acompañó Jesús Bárez, y fueron recibidos por el Presidente Demetrio Madrid. En la Universidad, comenta, “no me presenté a nada”. No hace muchos años, el Ayuntamiento premió “una entrevista que hice a una mujer maltratada.”

Su primera novela, “El cráneo del imbécil”, fue publicada en 2009. Cuatro años más tarde, en 2013, publicó la segunda: “No tiren Piedras”. La última es del año pasado, 2015: “Lo que nadie ve”, dedicada a su padre, Urbano Escribano, “por su lección de dignidad”, y a sus amigos, Sandra y Sergio. Una novela, señala, “de superación”, en la que las mujeres son las principales protagonistas. Marcela, la principal, pero también su hermana, Pupa, Chona, la criada, Remedios, la partera ciega, Doña Ramona,… Las tres hablan de situaciones reales y mágicas. Descritas todas con exquisita finura. “Me gusta cuando encuentro la frase que refleja exactamente mi pensamiento”, nos dice. Los detalles son un trabajo permanente, que anota y guarda en su agenda electrónica. Los personajes, siempre auténticos, se los imagina completos. Disfruta escribiendo. Lo hace, asevera, para ella misma, pero necesita el calor comprensivo, atento y generoso de cada lector y de cada lectora. Y el de la música. Porque cada libro está escrito mientras escucha “su” melodía: “Ojalá que te vaya bonito”, de Chavela Vargas, la del primero; “Y que pequeña soy”, de Pastora Soler, la del segundo. “El oboe de Gabriel”, de Ennio Morricone, la del último.

Loli Escribano es una persona, en fin, comprometida con su tiempo, que queda reflejado en sus libros, en sus informativos, en su vida diaria. “No soy una mujer constante”, asegura. Pero sí es perseverante, entregada, cercana, dispuesta siempre a ayudar. Le gusta leer en su ebook. A Gabriel García Márquez, Laura Esquivel, Isabel Allende, Carmen Martín Gaite, Ana María Matute,... Pero también andar, “pasar la vía del tren” en Quintana Redonda, el pueblo de su madre, Felisa Valero. Y recorrer, en Soria, la pasarela que bordea el Duero, y el Molino de Quintana, no lejos del río Izana.

Cada capítulo de su última novela va encabezado por una sentencia. La última reza así: “Las cosas importantes de la vida se hacen sin prisa.” Como su próxima novela, con toda seguridad, su trabajo en la radio y la vida con su familia.

 

Lucas Caraba

Realizador

En realidad su nombre es José Luis Diez (Madrid, 1964), un magnífico comunicador de imágenes y mensajes, independiente, con experiencia y buenas obras. Nos conocimos en 2011. Él necesitaba la traducción de la frase de Machado, Hoy es siempre todavía, para el proyecto de Ximena Labra 'To those who go' en el aeropuerto de Denver (Colorado), y nosotros le facilitamos la de P. Sheering, profesor de la UVA: “Today is always still.” Más tarde tuvimos el honor de colaborar en su 75 Con/Sin Machado, cuya riqueza expresiva comentamos en el Círculo Amistad-Numancia.

El arte se lo inculcó su padre, de nombre Teodosio, técnico de laboratorio y aficionado a la fotografía. Su casa era conocida en el barrio porque había libros, afición heredada de su tradición socialista y republicana. Murió cuando él era un adolescente. De él heredó el encuadre, el humor, las convicciones, la emoción por las cosas bien hechas. Su madre, Carmen, cosía y era muy trabajadora, nos dice con orgullo. "Contra pereza, diligencia", le repetía. Su hermana Celia es historiadora y restauradora de papel. Tiene un hijo, Borja, ingeniero y músico.

José Luis nació junto al Retiro y estudió en el Colegio Lope de Vega (Carabanchel). Se hizo bachiller en el Instituto Cardenal Cisneros y terminó Ciencias de la Información (Imagen y Sonido) en la Complutense. Le gustaban los números, la historia, la lengua y la literatura. A los 14 años trabajaba ya (aprendiz de todo, fotógrafo, cartelista,…) en la distribuidora de cine de su tío José Esteban Alenda, que le produjo su primer corto, “Increíble, pero mentira”, cuando tenía 16 años. Desde entonces: escritor y director teatral, realizador de radio y TV, locutor, columnista, colaborador de radio (“El lector”, “Diario de un confinado en Soria” en la SER), videógrafo de exposiciones junto con Joe Alonso, director de documentales (“Zhivago-50 años'”, “BSO-La familia banda”), cortometrajes (“Hermanos”, “Cuando te vi”, junto a Silvia Garrote),…

En 2016 formó, junto a Elena de Nicolás y Susana Gómez Redondo, “El Letrerío”, un grupo atípico de lecturas con música. Ahora, con nuevo elenco, representan en teatros “Anoche soñé contigo” recordando a los hermanos Bécquer. "La poesía es inevitable; hay que hacer creativo lo cotidiano", sostiene.

Autónomo, “freelance”, comenzó a hacer teatro en 1990 con Roberto Villanueva, Director del Teatro Colón de Buenos Aires, exiliado en España. Escribe cada día. Conoce Soria desde hace más de treinta años, pero se vino a vivir a Los Llamosos por amor en 2012. Actualmente vive en Soria.

Sus hobbies son caminar y cualquier actividad marina. Añora países como México y Argentina. Y Nueva York, la ciudad que siempre es diferente. Y Madrid, su pueblo: Las Vistillas, el Rastro,... Le gusta la buena literatura: Muñoz Molina, Javier Marías, Antonio Machado, Almudena Grandes. Su libro: ‘Esperando a Godot’ de Samuel Beckett. Sus cantantes: Alfredo Kraus y Janis Joplin. Y su película: “Las vacaciones de Monsieur Hulot”, de Jacques Tati. Fernán-Gómez y Naomi Watts, el idioma inglés y el catalán, Yolanda Díaz, las mujeres que luchan por la igualdad, una paella frente al mar, la curva de ballesta y la Fortaleza de Gormaz son otras tantas de sus señas de identidad. "Lo último que he hecho como realizador de vídeo", nos cuenta, “es celebrar el X Aniversario del Sincrotrón Alba, el más grande acelerador de electrones que hay en España.” Magnífico trabajo. Como todos los suyos.



Lucía Santamaría Nájara

Funcionaria y escritora


En pocos minutos, Lucía Santamaría, soriana, funcionaria, escritora, cabeza activa, nos da unos cuantos titulares: “No se debe engañar al lector.” “Siempre busco un tema psicológico.” “No puedo con la mentira.” “Me meto en todos los sitios”... Se lo digo. Y sigue. Es casi mediodía. Hablamos con ella de su concepción de la escritura, de su visión del mundo. “Hay mucha gente que no sabe que escribo”, nos dice. Y, sin embargo, tiene ya tres novelas publicadas: “La justicia de Cambises” (2006), “Mariposa de piel” (2009) y “El secreto de Le Mascaret” (2012). Pero también es autora de una colección de cuentos en formato reducido: “Cuentos para mi madre y para mi tía Manolita.” En uno de ellos, el protagonista es su padre, que le enseñó “a pensar y a reflexionar.” Y a “servir de abono a la tierra”: a disfrutar escribiendo -“sufriendo”, diría Simone de Beauvoir-, tan necesario para ella. Escribir con rigor, sin dejar un cabo suelto; trabajando, siempre, con documentación real. Así es su musa paciente, que no la abandona nunca.

Nacida en Soria, en 1959, Lucía Santamaría es licenciada en Geografía e Historia, delineante y diplomada en magisterio. Pero es mucho más todavía: libre. Capaz de partir de un compromiso social, transformarlo en una relato al límite de lo real, para construir algo diferente. Porque su objetivo es crear, convertir los detalles, los rincones –muchos de los cuales ha plasmado en más de doscientas plumillas- en la guía personal de sus itinerarios vitales: del Espino ha elegido la escalera; de San Polo, el manzano; del Soto Playa, el antiguo puente de madera,... Lo dijo Machado: Soria es una ciudad “para poetas”. Como Lucía Santamaría.

Ella se identifica, nos dice, con los personajes de sus novelas, pero, no, no son ella. Vuelan por sí mismos, con luz propia, ocupando, sin estorbarse, el espacio que les corresponde. Ella les da vida, un papel que jugar, los siente, vive sus situaciones, por extraordinarias que sean. Terminada la obra, el lector es llamado a encontrar el objetivo, siguiendo las pistas, siempre verdaderas, que ella ha ido colocando a modo de viaje literario, al que no falta ni un detalle, ni los guiños secretos.  

Anónima, romántica, hija de aragonesa (Calatayud) y soriano, Lucía Santamaría no ha dejado de tener proyectos en toda su vida. Los literarios los culmina siempre -me mira, como si percibiera en mí una duda- con su publicación. Es el punto y final necesario: el comienzo del siguiente. O de los siguientes, como ahora: una novela de investigación, sin título decidido; un largometraje; un corto; la continuación de sus cuentos,... Lo importante, concluye, es el presente, aunque también cuente el futuro. Para no dejar nunca de escribir en el silencio de la noche. Su gran momento. “La noche tiene muchos rincones que acogen y mecen los sueños”, escribe en su cuento “Esencia de pueblo.” (2011)

La vocación literaria, y personal, de Lucía Santamaría tiene una relación directa con la enseñanza, disfrutando y compartiendo todas sus fuentes de inspiración: el arte, el detalle, la anécdota, la vida.

Mujer inquieta, superactiva, conjuga sus sentimientos con sus acciones, su sonrisa con su coraje. Y con todas esas cualidades se atrevió a lanzar un proyecto, relacionado con su novela, “El secreto de Le Mascaret”. Un fenómeno de la naturaleza con el que ha movilizado a muchos colectivos escolares, consiguiendo convencer a las gentes de Saint-Pardon de Vayres (Gironde), población francesa en donde se produce este fenómeno: la ola del mar del Atlántico que se adentra por el río Garonne casi 200 kilómetros. En la solapa de su novela traducida al francés este mismo año, sus autores, Marie-Christine y Lucien Orio, han escrito: “Lucía Santamaría Nájara nos ofrece un ir y venir desde el siglo XIV a nuestros días, mezclando a la vez la intriga policiaca, la información histórica y el universo fantástico.” Todo un proyecto de vida.

 


 Luis Ángel García Arambilet

Director IES Castilla

 

Mientras nos acercamos a la cita con el Director del Instituto  Castilla, Luis Á. García Arambilet (Soria, 1966), recordamos el pino de su primera puerta, ahora abierta, iluminado por la EOI en la Navidad de 1984. Los dos Centros compartieron, durante cinco cursos, espacios y amistad. Entramos. El protocolo es atento y riguroso, estudiantil y responsable el ambiente.

El padre de Luis, Vivencio, era repartidor de la Cooperativa Lechera y con él comenzó a vender y recoger leche a los doce años. Su madre, Carmen, colaboraba también en el negocio familiar. Él es el mayor de los cinco hermanos: Marimar, Mamen, Mónica y Roberto. Una familia luchadora, en la que el apellido Arambilet cuenta con 10 generaciones sorianas y un origen, con intelectuales ilustres a finales del siglo XIX, en la vertiente francesa del Valle de Arán.

Los primeros estudios los hizo en los Franciscanos. Recuerda a los Padres Ángel, Ciriaco y Sebas, con quien realizó sus primeras manualidades. Tras terminar BUP y COU, por ciencias, en el Instituto Machado, estudió Filosofía en Salamanca. Sus profesores, Jesús Bárez y Ramón Pajares, le habían iniciado ya en su vocación por el pensamiento y la enseñanza. Su tesina, “La medicina popular en la provincia de Soria. Análisis y descripción de sus prácticas”, le permitió conocer de cerca esta realidad soriana. Al Tío Marcos, entre otros, de Fuentestrún, abuelo de Gloria Rubio Largo.

Antes de aprobar las oposiciones, dio clase en los Escolapios y los IES de San Leonardo, del que fue director un año, Covaleda, Castilla, Escuela de Arte y el Burgo de Osma. Después: IES Virgen del Espino, Villablino (León) y Castilla. Casado con Maribel, médico internista, tienen dos hijos: Nacho, estudiante de medicina, y Néstor, de 2º de bachillerato.

Su despacho está adornado con fotografías antiguas de Soria, una de un cuadro de su amigo Amador Pérez Calvet y numerosos trofeos y placas, conseguidos por los alumnos del Instituto a lo largo de sus 50 años de funcionamiento. Dirige, nos dice, un claustro excepcional, un equipo directivo potente y un personal activo y atento.

Hablamos largo rato de filosofía y de filósofos. Le pregunto si es un profesor exigente. “Siempre pienso en qué puedo hacer para ayudar a mis alumnos en su progresión personal e intelectual”, nos confía. De talante abierto y positivo, le gusta escuchar, observar, proponer, dialogar. Su Centro, nos explica, cuenta con 650 alumnos y cada uno de ellos exige un gran esfuerzo de adaptación al itinerario educativo elegido.

Su   principal    afición: las antigüedades y su restauración. Coleccionista desde los quince años, posee miles de piezas rústicas. “Lo primero que visito en una ciudad son sus anticuarios y el rastro, luego los museos de arte contemporáneo y el mercado”, comenta. Cada vez le atrae más el arte, en especial el escultórico: Martín Chirino, Julio González, Jaume Plensa,… Lee sobre todo libros de filosofía dedicados a los alumnos y novela histórica: “Las Tinieblas y el Alba” de Ken Follett,  “El arte de no tener talento. Revolución Hamparte” de A. García Villarán,... Se ha recorrido España, pero, si fuera a perderse, lo haría en el Cabo de Gata, asegura, aunque en Soria tiene todo lo que necesita. No conoce la provincia, afirma, quien no ha estado en Peñalcázar, Vea, Yuba, Cabreriza, Villarijo, Navapalos, Azapiedra,... Precioso recorrido que no olvida ningún rincón de una provincia con tanta historia, naturaleza y vida.

 


Luis Ramón Naveda Pallarés

Periodista

 

Corresponsal de TVE en Soria durante más de treinta años, Luis Naveda Pallarés (Zamora, 1954) fue Presidente, durante diez, de la Asociación de Periodistas Independientes de Soria (APIS). Con voz grave, matizada, segura y precisa, ha dado cientos de noticias de Soria a lo largo de toda su trayectoria periodística, con el compromiso permanente de aportar algo a la sociedad.

Nieto de Santiago Pallarés Pallarés, médico y procurador en Cortes de la República, nos cuenta que su abuelo creó la Comercial Industrial Pallarés, una de las primeras grandes galerías comerciales con sedes en Valencia, León y Madrid. Su vocación por el periodismo le viene de su madre, Asunción Pallarés, madrileña, alumna de la Institución Libre de Enseñanza, licenciada en Filosofía y Letras, y componente de La Barraca de Federico García Lorca. De ella conserva, con vistas a su publicación, cuadernos inéditos de buena poesía. Sus padres se conocieron en León, durante la guerra. Ella era enfermera voluntaria y él, Arsenio, un soldado herido del bando nacional. Se casaron en Barcena de Cicero (Santander) y allí, cerca del penal de El Dueso, pusieron una granja de gallinas. A cambio del suministro de huevos, los presos les fabricaron muebles en el taller de ebanistería. Luis, su único hijo, estudió en los Salesianos de Valencia, siendo ya su padre funcionario del SENPA, y en el Colegio seglar Santo Tomás de Burgos. Al terminar sus estudios en la Escuela de Periodismo de la Complutense de Madrid (1979), hizo dos años de prácticas en la Agencia EFE. Luego vendría la Hoja del Lunes, “El Papel Burgalés” y la COPE en Burgos; Radio Cadena Española de Miranda de Ebro y Soria, en 1984. Isabel Barbadillo fue su primera compañera, recuerda. También ha trabajado con Alfonso Andrés, Paco Parra, Chema Aparicio,… Cuando se creó Radio 5, pasó a ser Jefe de Gabinete de Virgilio Velasco (1991-1995) y seis meses más de Javier Jiménez Vivar. Virgilio era una persona extraordinaria, insiste. A su regreso a TVE, formó equipo con Wifredo García, y, más tarde, al frente de su productora, con Sergio Lacarta, antes de ingresar definitivamente en la plantilla de RTVE. En la vida, afirma, “todo es una locura, un capricho. La suerte hay que buscarla, sí, pero hay veces que las cosas surgen por sí solas”. Sus dos hijos, Antonio, el mayor, y Carmen, son, nos confiesa, su mayor orgullo y su legado. Los dos estudiaron en Madrid. El, diplomado en ADE, trabaja en una firma internacional de consultoría y auditoria, y ella, farmaceútica, en Soria Natural, aportando y apostando, reconoce con orgullo su padre, “por el futuro de esta ciudad”. Su mujer, Susana Alcalde, nació en Burgos y es Coordinadora de Salud Mental de Soria.

Después de haber recorrido medio mundo, Costa Rica es para él todo un símbolo. Como ciudad, vota por Budapest. Londres, nos comenta, es una locura, y Nueva York, el centro del mundo. Le queda por visitar, nos confiesa, un parque de África, para ver de cerca lo que admira en la televisión. No es un gran amante de la música ni de los conciertos, asegura, pero no ha olvidado todavía el de los Rolling Stones en el Manzanares en 1982. Le gusta leer. Cita a Isabel Allende, pero el libro que abre muchos días es el Romancero Gitano de Lorca. Cinéfilo, le encantó “Al Este del Eden”, de Elia Kazan. Extraordinario conversador, nos habla de la amistad con pasión. La misma que ha puesto él en su trabajo en RTVE Soria. Muchas gracias.



 Luis Romera Barranco

Ebanista


Le hubiera gustado estudiar, dice, pero “no valía”. Seguro que sí, pensamos nosotros. A los trece años y diez meses, Luis Romera (1940), soriano, de la calle Ramillete, ya estaba trabajando en la ebanistería de Félix Hernández, en la Plaza Ramón Ayllón. Lijando, barnizando,… Lo que le mandaran. “Buen chico”, como él mismo se define, y responsable: “Había que dejar las cosas como el chorro del oro. Si no, no valían.” Y, con esa filosofía, durante 28 años, antes de ponerse por su cuenta: “Romera Redondo.” Listo como él solo, prudente, afable, su único miedo: la falta de sentido común. En el trabajo, en la montaña, en todo. “La madera es mi vida”, nos confesó hace unos años. Y la transformó mil veces para crear muebles de buena calidad, de todos los tamaños, usos y motivos. “A la madera se le habla”, asegura. La olma es una de las que más le gustan, por su colorido y su nobleza. Pero ha trabajado con todas: nogal, haya, cerezo, enebro, peral,... Nos enseña fotografías de algunas de sus pequeñas obras de arte religioso: tres ambones para las iglesias de Monteagudo de las Vicarías, Cañamaque y Fuentelmonje; un pedestal para la Virgen Bienvenida,… Si hubiera tenido dinero, nos asegura, se habría quedado con todo.

Doña Águeda Atienza y Don Jesús Mª Lapeña fueron sus maestros en “Las Anejas” (Plaza Bernardo Robles). Y Don Antonio Gómez Chico (“Soria es así”, 1953), en “La Normal” (El Espolón). En invierno, al regresar a casa, recuerda, “tenía que meter los pies en un balde de agua caliente”. Por los sabañones. Tiempos de mucha casta. Y de familia numerosa: ocho hermanos. Su padre era ferroviario y tenía maña con el hierro. Su madre, de Fuentetoba, nunca fue a la escuela, pero su letra, la vemos, era clara y aprendida.

A lo largo de su vida, Luis Romera conoció a muchos personajes. José María Sáinz Ruiz, del que saca de un sobre cuadros de categoría. Su hermano Jesús, “artista, culto”, maestro-encuadernador en la imprenta de la Diputación. Don Miguel Moreno, cronista de Soria, “una enciclopedia”, del que conserva una cuidada colección de: “La Voz de Soria” (1922-1935). José Ignacio Latorre Macarrón, inseparable amigo y compañero de fatigas en sus tiempos de montañero. Al monte, advierte, “no hay que ir nunca solo”. De aquellas aventuras, conserva, entre otras distinciones, la medalla que le dieron por participar, en 1966, en el “Curso Oficial de Escalada en hielo”, teniendo a César Pérez de Tudela como profesor.

A la mili (Huesca) fue ya aprendido. Sus superiores admiraban su habilidad para todo: montar una centralita con diez líneas; subir la cuerda, lisa, de cinco metros, a escuadra,… ¿A cambio? Todo menos permiso, le dijo un día el capitán. También le gustaron los toros, en la época de José Luis Palomar. Nos muestra dos carteles de la Plaza de Toros de Soria: en uno, de 1911, el padre de “Manolete” (Manuel Rodríguez Sánchez); y en el otro, de 1913, “Mazzantinito” (Tomás Fernández Alarcón). Sanjuanero, pone sobre la mesa un toro, perfecto, de “sapelli”, pintado de negro, con el que decoró una caldera. Objetos sin cuento y con historia que conserva, ordenados, en armarios y estanterías, en su local de la Plaza Cinco Villas. Aquí un costurero, allí un perchero; copas, cajas de madera decoradas, trozos del Árbol de la Música,…Y cuatro hermosos aparatos de radio. Y el Belén que subió a Urbión en 1969. Y decenas de postales, de fotografías, en álbumes bien cuidados; y libros, y más libros: “Donde la vieja Castilla se acaba”, de Avelino Hernández, y las ediciones de 1939 y 1929 de “La Lola se va a los puertos”, de los hermanos Machado. Y los números (1906-1907) de “Tierra Soriana”. Y todo lo que no vemos, que suman toda una vida.

Luis Romera sigue entretenido. Le basta con repasar cada una de las piezas de su enorme museo de maderas finas y cultura soriana. Y, si es menester, cocina, en su casa, para su mujer, Isabel Jiménez, y sus dos hijos, una paella de alitas de pollo y boletus. Para chuparse los dedos.

 


Mª Carmen Blasco Sebastián

Presidenta Asociación Cultural de Encajeras “Leonor”


Mª del Carmen Blasco Sebastián nació en Castejón de las Armas (Zaragoza) en 1946. Se crió e hizo el graduado escolar en Ateca, pero a los 14 años ya estaba en Soria con sus padres: Pedro, trabajador en el Pantano de Los Rábanos, y Amparo, una mujer, nos dice, que cosía muy bien. Aunque no sabe bailar la jota, cuando la escucha, los pies bailan con sus recuerdos. Mª del Carmen fue aprendiz de peluquera y empleada de una fábrica de galletas antes de casarse en 1968. Tiene una hija, Beatriz, enfermera, y un hijo, Rubén, comercial. Le hubiera gustado ser peluquera autónoma, asegura. De pequeña, cosía con su madre, curiosa y empeñada siempre en querer saber. Teresa Mumany, nacida en Barcelona, y Carmen Salvachúa, de Almazán, encajeras las dos, escuchan atentas. Nos cuentan, las tres, con detalle y entusiasmo, los primeros pasos de la Asociación, que ha cumplido ya doce años. Les enseñó Araceli Zamora. Comenzaron seis: Carmen Pascual, Ana Manzano, Dori y Mª José Cortés,  además de Carmen y Teresa. Ahora son más de 100, y hemos sido hasta 120, recuerdan. Se juntan todos los miércoles en La Presentación. Durante el año, utilizan también el local de la Cuadrilla “El Rosel y San Blás”, en la calle Santa María. Representan todas a un colectivo organizado, batallador, que disfruta de sus labores y sus distintas técnicas, sin dejar de pensar en Soria y en lo que ellas pueden hacer para darle más vida.

Agradecidas, van apuntando las cosas que, gracias a distintas empresas e instituciones, entregan, entre otras, a las participantes del Encuentro anual: un producto de Soria, un “Picado” (muestra) y un detalle de “Bolillos”. Este año (30 de septiembre) se juntaron más de 300. El Ayuntamiento pone las mesas, las flores, y obsequia, por la mañana, con un “caldito” y un bocadillo a cada una. Ellas se encargan del resto, sin dejar ni un solo detalle al azar. Su objetivo: “Que Soria se vea”.

“Me relaja esta labor”, comenta Mª Carmen Blasco. Una mujer, se la ve, segura de sí misma, que nos enseña en el móvil el bonito reportaje de Elía sobre la última exposición. Mª Carmen leyó con interés, nos comenta, la trilogía de Vázquez Figueroa (Océano, Yáiza y Maradentro). Casi todos los días, a las diez en punto de la mañana, hace gimnasia en la Dehesa. Le gusta pasear. He viajado mucho, nos asegura. Y sigue haciéndolo. Recuerda aquellos bailes en la discoteca Metro, en el Corso, al son de un pasodoble largo, de una pieza de Rock and roll o de las canciones de Francisco, Julio Iglesias o Juan Pardo. Leonor, para ellas, es un símbolo y una mujer. Nos enseñan sus trabajos. Una preciosa colección de abanicos, puntillas, bolsos, ajuares de novia, que relucen en bodas, sanjuanes, exposiciones o en sus propias casas. De color blanco, negro elegante,… El caballito de Soria en hilo de cobre, San Saturio, los Arcos de San Juan, el Rosetón de Santo Domingo,… Joyas todas de la mejor artesanía soriana. Hay que tener paciencia, nos dicen. Y, sobre todo, tesón.

Mª Carmen está contenta. Presidenta voluntaria, optimista vocacional, implicada, comprometida, como sus compañeras, prepara ya sus dos pequeños trabajos de este año: un pañuelo y un abanico de colores. Carmen apunta las suyas: una liga de novia y un delantal de Piñorra. Tres excelentes compañeras, que, con su Presidenta al frente, hacen honor a una Asociación trascendente y a Santa Úrsula, su patrona.  Una labor de oro.

 


Mª Jesús Cardenal Íñigo

Vendedora de cupones

 

Mª Jesús Cardenal nació en Galapagares, pedanía de Recuerda, en 1966. Su padre, Fernando, del mismo pueblo, se dedicaba a la agricultura, primero con bueyes y burros; después, con tractores. Su madre, Dioscórides, de ascendencia vasca, emigró a los 18 años a Barcelona y allí trabajó como cocinera hasta que, mucho tiempo después, regresó al pueblo para casarse. Mª Jesús fue a la escuela de su pueblo hasta que, ya en 8º, la cerraron y tuvo que terminar la EGB en el Colegio San Vicente de Paul de El Burgo de Osma. Buena estudiante, era la menor de tres hermanos, Antonio y Mª Jesús. Nos dice que la iglesia de su pueblo, dedicada a San Juan Bautista, es de origen románico, y, según le contó su madre, fue trasladada, piedra a piedra, junto a todo el pueblo, desde una zona húmeda hasta su sitio actual.

El bachillerato lo aprobó en el IES Santa Catalina. En COU, recuerda, suprimieron el autobús y perdió el curso. Así que, ya en Soria, lo terminó e hizo Magisterio por ciencias. Le hubiera gustado ser investigadora en informática o medicina, afirma con firmeza y sin nostalgia. Nos cuenta que, mientras se ocupaba de un pequeño huertillo y de los animales de su casa, les enseñaba algunas cosas prácticas: llamar a la puerta con la pata, hacer piruetas,… Inquieta, valiente y segura de sí misma, siempre, insiste, estará a favor de la ciencia.  Ella, por un problema en la vista, no puede ver la televisión, pero no se pierde ni un debate.

Comenzó a trabajar en cuanto pudo. Primero, y durante doce años, buzoneando, de aquí para allá, propaganda comercial, cartas,... En 1999, cuando se sacó el carnet de conducir, volvió al pueblo en su pequeño Ibiza que todavía conserva. Para entonces, trabajaba ya de telefonista en una empresa de ambulancias y, posteriormente, en Funeraria Peña Santa Bárbara. Un trabajo difícil, admite, pero muy agradecido. Le gustaba. Cuidar de ancianos, en fin, fue otra de sus actividades laborales antes de comenzar a vender cupones de la ONCE. Exactamente el 30 de septiembre de 2016.

¿Cuál es tu estrategia de venta?, le preguntamos. “Me acerco a ellos o a ellas, en cuanto les veo”, nos confiesa. Siempre está cavilando en cómo darles el mejor premio. Ellos y ellas le piden la suerte y dicen que tiene buena memoria. Bien abrigada ahora, les aconseja que es más fácil ganar apostando poco a muchos números que mucho a uno. Y le hacen caso. La gente es maja y muy agradable, asegura. Le traen cosas, le invitan a café, a churros. Ella los considera sus amigos y sus amigas; como de la familia. Hace bien poco, en octubre, dio un premio de 500 euros a siete personas. Sueña con dar muchos más. Con el Covid la gente está más triste, pero ella les anima desde su puesto en Collado 16 y 58.

A esta mujer tan positiva, tan activa, le chifla La Dehesa y el Duero. Lee de todo, desde novela policiaca hasta propaganda política. Cita a Dolores Redondo, por los tres tomos de Crónicas de Bazán, a Javier Sierra, a Assimov, su padrino de lectura. Ha viajado por Tierra Santa, Jordania, el templo de Petra, Lourdes. Cuando se levanta por las mañanas pone música: Thalía, Camilo Sexto, Perales, Los Pecos, Juanes, Chayanne. Algo supersticiosa, sus colores son el verde y el azul; su día de la semana, el jueves. La recordamos en la Escuela Oficial de Idiomas con sus libros de primero de inglés y segundo de francés. El domingo le compramos dos boletos. Terminaban en 2 y en 7. Mucha suerte, Mª Jesús. Y ciencia.

 

 

María José Hernández Gómez

Enfermera


María José Hernández (Soria, 1955), enfermera del Centro de Salud Soria Sur, llega puntual a la cita en el Alto de la Dehesa. Le hubiera gustado ser psicóloga, y hubiera sido seguramente de las mejores, pero la enfermedad de su padre, Máximo, funcionario de prisiones, la retuvo en Soria, matriculándose finalmente en la Escuela Oficial de Enfermería de la Diputación. Su madre, Milagros, había nacido en Almazul, y murió cuando ella tenía nueve años.

Al terminar la carrera, trabajó tres años en el Ramón y Cajal de Madrid, antes de incorporarse a quirófano en el Hospital Santa Bárbara, recién inaugurado. De la capital recuerda el Templo de Debod, junto al Parque del Oeste, la Plaza de Castilla, lugar de paso diario, y el Museo del Prado, del que sigue siendo socia. Y las temporadas de ski de Navacerrada.

En 1987 se trasladó al Centro de Planificación Familiar, del que guarda muchos amigos y los recuerdos de una etapa de entrega completa. Mientras repasa su trayectoria profesional, comparte con nosotros sus reflexiones sobre la emigración, que evoca con especial respeto, y las nuevas demandas de pacientes y profesionales. “La profesión –nos confiesa- me eligió a mí, pero ha sido un lujo haberla ejercido”. Las enfermeras, sostiene, “somos personas capacitadas, que procuramos cuidados e informamos de los hábitos que producen salud, en un clima de confianza, empatía y necesaria corresponsabilidad”. Aprender, escuchar, sin juzgar.

Viajar y estar con los amigos es otra de sus vocaciones. Estudiante, estuvo de Au Pair, con su amiga Mª Carmen, en casa de una joven pareja de Toulouse. Allí practicaron el francés y no pararon de escuchar a Serrat, que tanto gustaba al dueño. También a ella. Desde entonces, junto a su esposo Raúl, ha visitado China, Cuba, Dubai, Turquía, Holanda,… Y México, en donde Marta, su hija pequeña, residió durante unos años. La mayor, Lara, después de seis en Sidney, ha regresado a España. Su hijo Raúl sigue trabajando en Dublín. De sus viajes, destaca La Gran Barrera de Arrecifes y Corales de Australia, la sensación de vida en las calles de El Cairo y sobrevolar en helicóptero el Cañón del Colorado.

Mujer organizada, feminista, emotiva, a María José Hernández le encanta la vida. “Pendemos de un hilo”, nos dice. Cuando plancha, escucha a María Dolores Pradera, en “Flores de la canela”, por ejemplo. Envidia a la gente que tiene una cultura musical. Le gusta la novela histórica, de intriga y misterio, como “Regreso a tu piel”, de Luz Gabas, que está ahora en su mesilla. Y la obra de John Grihtman, Almudena Grandes o Isabel Allende. En pintura, prefiere el impresionismo de Van Gogt y Josep Monpou. Y la plumilla de Lucía Santamaría. Alfred Hitchocock es su “gran maestro”, pero cita también a Alex de la Iglesia, en “Perfectos desconocidos”, o “Doctor Zhivago”, por el tema de la conciencia.

De joven, le gustaba sentarse en el banco de los Cuatro Vientos. Ahora pasea por Los Royales, va a coger setas a Pinares, cose mientras escucha la radio.

Piensa, en fin, en personajes sorianos, hombres y mujeres, que recuerda. Se queda con todas y todos sus pacientes de más de ochenta años que le saludan con las manos. David, recientemente fallecido, le llevaba todos los años una caja de bombones. María sacó a sus doce hijos adelante, nunca se queja de nada y juega todos los días a las cartas en su casa. A todos y a todas, y a usted, lector o lectora de El Día de Soria, ¡Feliz Navidad!

 

 

 Mª José Martínez Virto

Cofrade y Dependienta

 

Desde muy niña, Mª José Martínez Virto (Soria, 1971) acompañaba a Celedonio, su padre, nacido en Soria, relojero de profesión en Cronos y Beltrán, a misa, a velar al Santísimo el Jueves Santo y a todos los actos y reuniones de la Cofradía de las Siete Palabras de Jesús en la Cruz. La Semana Santa ha despertado siempre en ella un sentimiento de una emoción especial.

Alumna del Sagrado Corazón hasta COU, cursó una FP de Administración y Finanzas en el IES Virgen del Espino. Fue catequista en San Pedro, monitora de Juventudes Marianas Vicencianas y, junior, en campamentos de verano para niños. Comenzó a trabajar dando clase de natación para personas con algún tipo de dificultad. Desde hace tres años es dependienta en Joyería Beltrán. Le gusta ayudar a los demás y el contacto con el público.

En 1982, nos cuenta, “me vestí a escondidas con el hábito de mi padre y asistí a la procesión del Viernes Santo como un cofrade más, haciéndome pasar por un hombre y normalizando así una vieja y justa reivindicación colectiva.” A partir de aquel año, los y las cofrades siguen acompañando, con orgullo y devoción, al “Cristo de los Florines”. El hábito de la Cofradía, nos explica, “está compuesto de túnica, capirote morado y crismón en la parte delantera. La capa, fajín y guantes son blancos; los zapatos y los calcetines, negros.” Los cofrades que portan las cruces de las palabras llevan “hábito morado y fajín dorado, habiendo incorporado en el último año una medalla con cordón para las celebraciones en las que no se usa el capirote.” Este año, por primera vez, María José, miembro de la Junta de Cofradías desde 2018, será la encargada de ordenar las filas, en su condición de Hermano Cetro de la Cofradía. Su madre, Felisa, es cofrade y camarera de la Virgen de la Soledad.

Sanjuanera, en el año 2000 ella y sus padres fueron secretaria y jurados de la cuadrilla de Santa Catalina. Semanas Santas y Sanjuantes siempre compartidos con su hermana Ana, médica en La Paz de Madrid, y sus dos hijos, María José, ingeniera industrial, y Roberto, Graduado en ADE, Relaciones Laborales y Recursos Humanos.

A María José le gusta también tocar el piano, escuchar el susurro de las olas del mar, asistir a los partidos de fútbol de su hijo en el CD Calasanz y acompañar a su primo Javier Martínez Romera en su Ford de 1932, matrícula de Soria. Sus lecturas están relacionadas con la novela (“El código Da Vinci”, “El Símbolo perdido”), la poesía y las leyendas (“El rayo de luna”) Su escritora: Agatha Christie. Le gusta la música clásica y la de los 80: Verdi (Nabucco), Montserrat Caballé, Sabina (“19 días y 500 noches”), Hombres G, Queen, Los Pecos (“Háblame de ti”). Y las películas “El guardaespaldas” y “Titanic”, el teatro, la ópera, la pintura del Greco, la escultura románica y el francés, por sus intercambios en Toulouse y Cahors. Barcelona le sorprendió y Sevilla le encantó por la feria y por los toros. El Duero, La Dehesa, Calatañazor, La Laguna Negra son otros lugares sorianos favoritos. Sin olvidar Narros, “tan limpio, tan cuidado, tan arreglado, con casas tan señoriales” para ella. Cuentan mucho, así mismo, personajes como Jesús de Nazaret, la Virgen María, Einstein, Marie Curie, Clara Campoamor y Machado. Y las torrijas como postre, los canalones, como plato, el color rojo, el número tres y el domingo. Una hermana cofrade tan pionera que espera la Semana Santa con la misma fe y recogimiento de toda la vida.  

 

 Mª José Hernández


Modesto Fernández


Manolo Gimeno

 

 

 Manuel Madrid Castro

Funcionario y músico

 

Manuel Madrid (Alcoy, 1958) es un artista de la palabra y de la música. Compositor, intérprete, fue también alumno del Instituto de FP de Villarreal de los Infantes (Castellón), en donde obtuvo, en 1975, el título de Capacitación Hortofrutícola. Tiempos duros aquellos, llenos de emociones y de esperanzas, vividas siempre en primera fila por este alcoyano, hijo del “cantaor” de flamenco, Manolo Madrid Mellado, y de Teresa, emigrantes andaluces de Espejo, Córdoba. Con la guitarra bien cogida de la mano, ha recorrido España y una parte del mundo (Portugal, la República Checa,…), interpretando, con los grupos “Charamela”, “Zafra Folk”, “Poesía necesaria”, a grandes de la poesía: Antonio Machado, Celaya, Rubén Darío, Pablo González de Langarika, Lilián Pallarés (colombiana), Carmen Rodríguez Rendo (Argentina), José Fernández de la Sota,… “Homenaje a Violeta Parra” (1985), “La dicha del gallo”, “Bailache” y “A Leonor” (2014), son cuatro de sus 10 discos editados. El último, “Me llamarán subversivo” (2016), supone un magnífico homenaje al poeta catalán, obispo de Brasil, Pedro Casaldáliga, en colaboración con “Tierra sin males”. ¿Qué es más importante -le preguntamos- la palabra o la música? La palabra, contesta. La música, nos explica, “acompaña, amplía, favorece, pero la palabra es el alma”. A los 18 años, Manuel Madrid decidió que su aventura pasaba por Francia. La primera parada la hizo en la Hospedería de la Abadía de Saint-Michel de Cuxa, al pie del Canigó pirenáico, en donde estuvo alojado mientras trabajaba en la vendimia, la fruta, y lo que salía. Allí conoció a Ramón Solé, marchante, que le invitó a su casa de París, y, sin dudarlo, hizo el viaje en auto-stop, cantó en el metro parisino, dio un recital en la Universidad de Vincennes, y se volvió. Valenciano-hablante, Barcelona y Madrid fueron sus siguientes etapas, antes de descubrir Soria en una excursión. Aquí se casó, tiene tres hijos, y ha sido concejal de su Ayuntamiento durante ocho años.

Un frío atardecer de junio de 2009, La Laguna Negra escuchó en directo la magistral interpretación de “La Cantata de la Tierra de Alvargonzález”, con versos de Antonio Machado. “Los Arcos de San Juan”, el Palacio de la Audiencia, el Palacio de los Castejones de Ágreda, son otros escenarios de leyenda en los que Manuel Madrid ha expresado su fe en la palabra. Pero ha habido más. En 2014, participó en el XVIII Festival Internacional de Poesía de la ciudad colombiana de Cartagena de Indias. Un año más tarde, invitado por el compositor Lino Bolaños, interpretaría con absoluta maestría, nada más ni nada menos que al personaje de Pizarro en “La Cantata de Cajamarca” (2015), en la Plaza de Armas de esa ciudad peruana, ante más de 10.000 personas.

La poesía, nos dice, “tiene que tener musicalidad, ritmo, claridad, para poder ser musicada”. Y un marco – el mar, en su caso- en donde realizar el trabajo con rigor y respeto literario. El mar de Tenerife para la “Cantata” machadiana; y el de Fuenteventura, para “Canciones Intimas de Confinamiento y Destierro” (2011), de  Miguel de Unamuno. Son ya 100, nos asegura, las canciones que tiene registradas en la SGAE, de cuya Fundación recibió un premio en 2015. Manuel Madrid no se olvida nunca de sus ideas ni de sus ideales. Un día, su padre le sorprendió diciéndole: “Que sepas que yo también soy de tu cuerda.”

Pasear para él forma parte de su oficio de vivir. Los “Cuatro Vientos”, por ejemplo, pero también el camino de Los Royales, el Duero,… Le preguntamos por sus proyectos. Dos. Cantar en el Ateneo de Madrid, nos dice, y estrenar en Sabadell “Foc y Cendra”, en torno a la escritora y poeta Magda Lladó i Fuster. Hablando y escuchando, nos han dado las tantas. Dos cualidades que Manuel Madrid, agradecido a su público, practica desde que, hace cuarenta años, se subió a un escenario en su pueblo natal. Ahora, con su compañero Néstor Paz, violoncelista de Alconaba, prosigue, desde Soria, su brillante carrera de palabras y música. Y tiene cuerda para rato.

 


Manuel Melendo Pardo

Conserje

 

La mejor virtud de Manuel Melendo Pardo es la de entregarse en el discurso. Vaciarse en el pensamiento. Comunicar de manera directa, leal, sincera. Lo blanco, blanco; lo negro, negro. El salón “Antonio Machado” del Círculo Amistad-Numancia, bien acomodados en sus flamantes sillones, fue el marco en el que apuntamos datos, razones y convicciones de este soriano del 68 (1968). Un salón en el que, hace unos años, estuvimos también con el profesor, filósofo, poeta, traductor, Agustín García Calvo. Nacido en la casa de los Salvadores, Caballeros 21, Manuel Melendo Pardo lleva sangre aragonesa, por parte de padre, Manuel Melendo García-Serrano, ingeniero de montes; y madrileña, por parte de madre, Mercedes Pardo. Y esa es su segunda mejor cualidad: estar siempre al servicio de alguien o de algo. Manolo, como le llama todo el mundo, estudió en los escolapios, en el Instituto Antonio Machado, en el COUS, y se licenció en Historia en la UNED de Soria. Brillante recorrido, con sus tropiezos, que le llevaron, unos años después, por vocación, a ingresar en el Seminario “Santo Domingo de Guzmán”, de El Burgo de Osma, para estudiar filosofía, dos años, y teología, uno. ¿Querías ser sacerdote?, le preguntamos casi incrédulos. La respuesta fue contundente: Sí. Y hubiera sido, estamos seguros, un gran cura, de pueblo o de la capital. “Soy un cura frustrado”, nos confiesa. La conversación prosigue, durante un rato, en torno a la iglesia... Los curas, asegura, “están muy formados. Son muy cultos.”

Manuel quiso ser profesor, pero acabó de guía en la Iglesia de San Juan de Rabanera, que convirtió en su pasión. Explicó mil veces el significado de su magnífico ábside, describió otras tantas veces sus retablos, recordando siempre a los visitantes que las piedras, maravillosas, forman parte de un contexto de oración. Su metodología sigue siendo la del “cuentacuentos”: “explicarlo todo de manera que la gente lo entienda.” Sencillez y lógica. Sabe, pues, y mucho, de monumentos, de arte, de museos. No solo porque ha visitado muchos, sino porque, después de su etapa en San Juan de Rabanera, fue nombrado guía oficial del Museo de los Poetas, antes de ocupar un puesto de conserje en el mismo Círculo. Soria, los libros, son otras de sus devociones diarias. Sesenta, nos dice, llega a leerse al año. Sobre todo, novela histórica, que tiene mucho de rigor y de relato ameno, más cercano al detalle y a la vida de la gente corriente. Desde José María Pérez González, “Peridis”, (“Esperando al Rey” y “La maldición de la reina Leonor”), hasta Galdos. Desde El Quijote, que se ha leído entero, cuatro veces, hasta el Santero de San Saturio, Campos de Castilla o Soria Sucedida. Si su poeta es Machado, su personaje se llama Gerardo Diego, que tocaba el piano en el Casino, un Steinway & Sons modelo D, que cumple este año su 150 aniversario (1866). Una joya de época.

El Círculo Amistad-Numancia vuelve siempre a la conversación. Tiene, señala Manuel, ese “rancio señorío”, ese “abolengo”, que no pierden jamás los lugares de encuentro.

Los paseos del Duero, San Saturio, los toros (Morante de la Puebla), el fútbol, son otras tantas aficiones de Manuel Melendo. Recuerda a Juan José Peracho Soria, compañero de esta sección de El Día, y cita a María Jesús, de la Colegiata de Berlanga, a Don David, el párroco del Espino. Y no se olvida de su antigua vecina, Cecilia Herrero Zardoya, “una gran señora”, que tocaba maravillosamente el piano, ni de Alfredo Gimeno,… Tampoco de su hermana, Mercedes Melendo, ex concejala de cultura del Ayuntamiento, autora de la “Guía turística del Sur de Soria” (2003). Juan de Palafox, Sor María de Agreda y Francisco López de Gómara surgen también en la conversación. Y Soria, otra vez, su afán: “un trozo de mi alma”. Su madre, es ya tarde, le ha llamado al teléfono. Tiene que hacer un recado para ella. No hay que perder “la base de la cultura”, concluye al levantarnos de la mesa. Ni la generosidad ni la palabra. Manolo las practica todos los días.



Manuel Núñez Encabo

Presidente FAM

 

            Manuel Núñez Encabo (Muriel Viejo, 1940) es y ha ejercido siempre de soriano. Fundador de la UNED de Soria, Catedrático de Filosofía y Moral del Derecho y de Ciencias Jurídicas en la Universidad Complutense de Madrid, ha participado en todas las transiciones políticas de este país, hacia la democracia y hacia Europa, como diputado socialista por Soria (1982-1989), parlamentario del Consejo de Europa y de la Unión Europea (1984-1993). Su vida, señala él, ha tenido un eje: la universidad; como estudiante y como profesor. Pero también la política y la cultura, a través de la presidencia de la Fundación Española Antonio Machado, creada en 1984, y de sus múltiples colaboraciones en libros, periódicos y revistas. Sin olvidar su relación académica e institucional con los medios de comunicación.

            Sentados entorno a una mesa del Casino, Círculo Amistad-Numancia, que cumplió el pasado año su 150 aniversario, el profesor Núñez Encabo continúa, incansable, esa especie de actividad permanente, y armónica, que ha tenido siempre en su tierra, Soria, la referencia fundamental de su vida.

            Comprometido con su tiempo, está convencido de que las nuevas tecnologías son herramientas que dan continuidad, y valor, a las bases del conocimiento científico. Impecable en su tono, certero, ordenado, maneja el tiempo de la charla como un momento de reflexión abierto. Los papeles, que salen sueltos de su cartera, no le desordenan los pensamientos, que nunca fueron tan firmes y éticamente tan consecuentes. Es de admirar su inquebrantable coherencia con las causas que, desde el periodismo, la política, la jurisprudencia, la cultura o la enseñanza, ha defendido siempre. Expone, sabe escuchar, y admite lo nuevo con la misma estética de la palabra justa.

            Habla y habla, con pausa, con disciplina, redondeando las expresiones con frases bien construidas y reflexionadas. No es que quiera impresionar: es su manera de posicionarse, su tono, su norma. En la Maison de Culture de Collioure; en el Parador, dando una lección de periodismo; en cualquiera de los cientos de actos en los que participa y ha participado. Citando a Machado con respeto, admiración y agradecimiento: “Soria debe hacerse universal a través de Machado.”

            Manuel Núñez Encabo ha coincidido con muchos personajes, de todas las ideologías, y de todas las especialidades. Y con todos intenta establecer lazos de entendimiento. Es así como, desde el diálogo, desde lo universal compartido, expresa lo que la sociedad en su conjunto aporta de valor al futuro.

            Mientras hablamos, nos enseña el programa del 20 de febrero, aniversario de la muerte de Machado, en el que se conmemorará así mismo, en colaboración con la Embajada de Nicaragua, el Centenario del poeta Rubén Darío. El yo y el tú, tan machadianos, acercando pueblos, personas, ideas e historia.  

            Diputado en 1981, recuerda que fue el último en votar, NO, a la investidura del candidato a la presidencia del Gobierno, D. Leopoldo Calvo Sotelo, segundos antes de que el teniente coronel Tejero irrumpiera en el Congreso, el día 23 de febrero de 1981, pistola en mano. Agachado en la escalinata junto a su escaño, recordó, nos dice, el poema de Machado: “Españolito que vienes / al mundo, te guarde Dios / una de las dos Españas ha de helarte el corazón”.

            Manuel Núñez Encabo no olvida el proyecto, felizmente fallido, de “La carretera de circunvalación de Soria”, atravesando los parajes machadianos de San Polo y San Saturio. En el libro (1990) que se cuenta esta larga historia, leo su dedicatoria a mano de 1994: “…con agradecimiento y con la certeza de nuestra colaboración futura” Colaborar, colaborar, sumar, universalizar la ciudad de Soria. Siempre el mismo objetivo. La cultura soriana como motor de progreso, siempre que se salvaguarden, por supuesto, “los valores culturales y artísticos”. Toda una vida, soriana y machadiana, dedicada a relacionar lo local con lo universal.  

             


Mara Row

Cantante


Cantar es lo que le latía a Miriam Carramiñana Martín (Soria 1984),  Mara Row, cuando era niña. Le llenaba, nos dice. Y le llena, porque es lo que quiere hacer. Y lo hace. Y muy bien. A su padre, que trabajaba en la DGT, le gustaban los pasodobles, y a su madre, como a ella, la música tradicional. Los Puntos, de acordes árabes, flamencos: Cuando salga la Luna; Llorando por Granada.

Miriam fue alumna del Infantes de Lara, Virgen del Espino y Escuela de Arte de Soria y Artediez de Madrid. Allí estudió diseño. Le gustaba de verdad, nos asegura. También la Historia de España y la del Arte. A los 17 años dio el salto decidido a Madrid. Fueron años de jazz y de blues. Diez años después volaba a México, un país que siempre le había llamado la atención y al que le apetecía ir. “Poder vivir en el Caribe yo sola y empezar una nueva etapa, como un reto personal”, nos confiesa. Ahora es su segunda casa, comenta. Su primera ciudad fue Playa del Carmen (Riviera Maya), “con mucha gente y muchísimo movimiento, pero a la vez con vida de pueblo y tranquilidad caribeña, donde todo el mundo está de paso y en constante cambio”. La capital es más estable, nos cuenta, llena de contrastes, loca, repleta de arte, historia, música y cultura.

En México grabó El Parque, escrita por ella misma cuando vivía en la plaza Tirso de Molina de Madrid. Se la dedicó, recuerda, “a un hombre que vivía en la calle y al que todas las noches veía desde mi balcón”. La música mexicana la conquistó. En 2014 estuvo en Marruecos. Cantaba seis días a la semana por la noche; las mañanas y las tardes las dedicaba a hacer deporte, pasear y leer. Fue un reto más. Un aprendizaje.

Luego regresó a Soria, a su casa. Y aquí encontró su contrapunto perfecto. Un regalo. Otra etapa. En 2018, montó con Rubén Romero Altar de los Muertos, inspirado en México, para el Festival de Cortos. En él expresó “su universo mexicano”: el mestizaje, la magia de la vida y de la muerte, las costumbres, la cultura,…  Sus actuaciones musicales son para ella un encuentro en el que comparte con el público la emoción de la música.

Tenaz, resuelta, segura de sí misma en el escenario, la música, reconoce, es “mi mundo, mi modo de vida, y, a la vez, la parte divina de lo que todos llevamos dentro”. Siempre canta lo que elige, lo que le transmite, ya sea por la letra o por la melodía. Su canción favorita, La Llorona, una canción triste, mágica, romántica e intimista a la vez. En San Sebastián, durante la Semana Grande de 2016, cantó Hora de aventuras con Celtas Cortos, acompañados por la Banda de Música de Irún. Al terminar su solo, el cantante pareció detenerse un momento, como si reflexionara, se giró con su guitarra y se quedó mirándola como si acabara de hacer un descubrimiento.

Cien años de soledad, por el realismo mágico, sería su libro. Le gustan además los documentales históricos mientras borda; escuchar fado, folk, música latina de principios y mediados del siglo XX, a Lila Downs, Chavela Vargas, Mª Dolores Pradera, Buika, Mor Karbasi,… Su canción: La belleza, de Luis E. Aute.  Su película: Amanece que no es poco, de José L. Cuerda. Soria, el Duero, Molinos de Duero, su pueblo, significan para ella: paz, familia, estabilidad, comodidad y vida. Su personaje soriano: Sor María Jesús de Ágreda.

El día 18,  viernes, presenta en La Audiencia: TARAXACUM: Libres hasta la Raíz. Un proyecto ambicioso, colectivo, de empeño y trabajo, de trasfondo y calidad artística, afirma. Una señal de éxito.



Marcos Chuliá Quintana

Aparejador y Piloto

 

Pilotar aviones fue la gran vocación de Marcos Chuliá Quintana (Soria, 1964) desde niño. Se metía en un armario, se estiraba todo lo que podía, y, guiando su nave, se pasó horas y horas imaginando viajes llenos de emoción y colorido. Fueron los inicios de una larga carrera de volador responsable, aventurero soñador y suspicaz inteligente. Su padre, Juan, barcelonés, valenciano y soriano de corazón, fue catedrático de Dibujo en el IES Antonio Machado, Director de la Escuela de Artes y profesor de FP. Le gustaba la fotografía. Nos enseña una de 1964: cuatro mujeres enlutadas observan, de espalda, los trajines del equipo de rodaje de una escena del Doctor Zhivago en la estación del Cañuelo. Innovador en la enseñanza, fundó, con J. Hidalgo y otros, el Club Náutico Soriano. Su madre, Pilar, aragonesa, fue una mujer moderna y avanzada.

Sentados en torno a una mesa de un Mesón, Marcos Chuliá nos cuenta sus inicios estudiantiles en el Colegio San Saturio, su etapa en el Machado y su carrera en la Politécnica de Valencia para obtener el título de Arquitecto Técnico.

Tras un corto periodo de mili, comenzó a trabajar en una carpintería metálica de Logroño, antes de aprobar unas oposiciones en la Diputación, y, ya funcionario, trabajar en Fomento, Protección Civil, Hacienda, y, desde 2006, en Educación, como aparejador.

Sus inicios en la aeronáutica comenzaron en 1993. Primero con un ultraligero de ala fija, modelo Coyote, que compró con un socio. Su segundo avión -que montó él mismo, pieza a pieza- fue un Sakota, modelo acrobático, con el que voló hasta que comenzaron las obras del actual aeródromo de Garray. Además de piloto de ultraligero, es instructor y uno de los tres examinadores de autogiro que hay en España. “Un hobby profesionalizado”, nos asegura. En 2005 montó una Escuela de Pilotos en Aguasalada (Tudela), que trasladó tres años después a Garray, manteniéndola hasta el año pasado. “He aprendido más enseñando que volando”, nos asegura.

Previsor, rápido de reflejos, investigador riguroso, volar para él es “un disfrute, una manera diferente de ver las cosas”. Un sueño cumplido durante más de veinticinco años. Campeón del mundo en Hungría (2014), lo fue también de España de ultraligero en 2013 y 2014, y de Europa, con su hija Celia, estudiante de piano en el Conservatorio Superior de Música Katarina Gurska de Madrid, en 2015. Su participación en los Juegos aéreos de Dubái, en diciembre de ese mismo año, fue su última competición federativa. ¿Sus proyectos?: seguir volando. Lo ha hecho ya sobre Italia, Francia, Hungría, Alemania, Polonia, Ecuador, Marruecos,... Desde el aire, nos dice, “la naturaleza me permite escuchar mis pensamientos”. Le gusta la música clásica, pero también la de los Ramones. Lee poco, nos confiesa, pero recuerda algunos libros que le han encantado: “El hobbit”, “Juan Salvador Gabiota”, “La rebelión de la granja”, de G. Orwell, “La colina de Watership”,... En su blog, https://millaerea.es/blog, hemos encontrado mucha documentación interesante y un precioso relato suyo: “El patito feo”.  

Pintar, como su padre, hacer montajes en ordenador, rehabilitar espacios, son hobbies que practica. La pista de hielo del Orejas, el Rincón de Bécquer, San Juan de Rabanera, Los Arcos de San Juan, forman parte de sus rincones de infancia. Nos invita, en fin, a subir en su autogiro, y recorremos otra vez la “Autopista del Duero”. Espectacular. Gracias a Magni, su gran patito amigo.

 


María Poza Peñalba

Bibliotecaria


Mujer activa y brillante, afectuosa y comprometida, María Poza nació en Soria. Hija de Virginia y Victorino, hombre muy culto y secretario de Ayuntamiento en la comarca de San Esteban, fue alumna del Sagrado Corazón y de los Institutos Castilla y Lope de Vega (Madrid), en donde terminó el COU. Estudió Historia Medieval en la Universidad de Zaragoza, pero la tesina, dirigida por la catedrática Isabel Del Val Valdivielso, la presentó en la de Valladolid. Su título: Las mujeres y la muerte en la Edad Media. Su conclusión: “las mujeres no existían ni en los documentos ni en los yacimientos”. Licenciada en Derecho, ejerció la abogacía durante un tiempo y fue estudiante de Antropología en la UNED.

Antes de iniciar su actividad laboral en el Archivo Histórico Provincial, dirigido por Carlos Álvarez, trabajó en Madrid como correctora de pruebas y publicista. Le gustaba la capital, divertida, cosmopolita, nos confiesa, pero, como su hija Isabel, licenciada en Derecho, eligió Soria para vivir. Una ciudad, a su juicio, tranquila y llena de vida.

Desde hace 19 años es Jefa de Sección de Documentación electrónica de la UVA, en la Biblioteca del Campus soriano. Incansable, compagina su trabajo con múltiples y variadas actividades. Todo es cuestión de organizar bien el tiempo, nos asegura. Colabora, por ejemplo, en la Protectora Redención. Considera que “la humanidad se refleja en el trato a todos los seres vivos”. Y su casa es un buen ejemplo: un perro llamado Socio, una gata y un cachorro en acogida, además de una cobaya, rescatada de la basura. Participa así mismo en la Saturiada (23 de abril), que no es, nos explica, sino un homenaje a los libros, al Santero de San Saturio y a la ciudad. Su mentor fue Juan José Peracho, un hombre de gran corazón, afirma. El Santero se sentiría muy feliz, nos dice convencida, al ver que su río y su entorno son tan frecuentados hoy por los habitantes de la ciudad.

Siempre le gustó hacer de payasa e interpretar papeles cómicos. Así que participa encantada en el taller de teatro que, formado por doce mujeres, dirige Gema Pascual con un repertorio compuesto por obras propias, monólogos y adaptaciones poéticas.

En Miño de San Esteban, pueblo de su madre, ha podado, sarmentado, vendimiado, durante años, viñas de su abuelo Celestino, con cepas de 130 años de denominación de origen Ribera del Duero. El vino elaborado por ella, con uva tempranillo y albillo, ha cosechado ya tres premios.  

Alférez de fragata en su día, se encargaba de la conservación de piezas de los desguaces de los barcos en el Museo Naval de Canarias. Recuerda su estancia, como única mujer, en el Estado Mayor de la Defensa. Actualmente colabora con el grupo de la Memoria Histórica que dirige Iván Aparicio.

De Soria, elige el Duero, la Dehesa, la Sierra Pela, en Tiermes, tan desolada, nos comenta. Le sorprendió Panamá y destaca Roma como ciudad, por su ambiente y por sus gentes. Lectora incansable,  forma parte del Club de Lectura del Casino. Todos los domingos, según la cartelera, va con sus amigas a una de las dos salas de cine. Tres de sus películas favoritas: La princesa prometida, El milagro de P. Tinto y El Cielo Gira de la soriana Mercedes Álvarez. El verano, el azul y el siete son otras de sus preferencias. Le gusta, en fin, el rock, el jazz, el blues, Tom Wait y Bunbury, como intérpretes. Una mujer, María Poza, optimista, sorprendente e incansable, que cree y vive encantada en su tierra.  


Mary Satur Ruiz Muñoz

 Comerciante


 

La tienda de Mary Satur Ruiz Muñoz, en la calle Numancia 10, parece un templo. Con sus seis columnas estilo 1900, unos preciosos muebles de época, alfombra central, amplio escaparate, luz y brillo para un espléndido muestrario. En ella, Mary-Satur ha ejercido durante muchos años de gran oficiante. Mujer sencilla, profesional incansable, es descendiente, por cuarta generación, de una gran familia de comerciantes. Su hijo Adolfo, que nos acompaña, criado, como dice él, en la tienda, es ya la quinta. ¿Le da consejos?, le preguntamos. Sí, nos contesta. Y le obedece. Pura experiencia.   

Mary-Satur hizo todos sus estudios en El Sagrado Corazón. Sus compañeras se hicieron maestras, pero ella quería ser dependienta, con su padre, Julián Ruiz, en la calle Mesta. Del Colegio menciona a Sor Carmen de la Peña, Sor Ana María Usanos, Sor Margarita,...

Soriana de nacimiento (1936), sus padres, Julián, de San Pedro Manrique, y Lucía, de Almarza, fueron sus dos grandes maestros. Y de sus  hermanos, Julián y Tomás, también comerciantes. Su tienda, Mary-Satur, viene, sin embargo, de su suegro, Adolfo Sáinz Murillo, cuyo padre, Camilo Sainz Zamora, fue, además, Vice-Presidente de la Diputación y concejal del Ayuntamiento de Soria.

“El cliente siempre tiene razón”, apostillan los dos, madre e hijo. Y sus clientas, sus amigas. Antes, ahora, y siempre. Hasta hace dos años, prosigue, “me parecía tener cincuenta años”. Su marido, Camilo era “un santo varón”. “Soy muy gastadora”, le decía ella. Y él le contestaba: “pero también muy trabajadora.”

Valiente, emprendedora, acompañaba a su padre desde joven, de pueblo en pueblo, en la venta ambulante; y, después, con sus “Tupperware”, por las tardes, en su Seiscientos o en su Simca (la segunda mujer en Soria con permiso de conducir), siempre acompañada por su tía Isabelita.  “Para nada, muchas veces”, puntualiza. Hasta que su padre le pidió que lo dejara. Y lo dejó.  

Mary-Satur podría escribir unas enormes memorias de comerciante. Cabrían montones de anécdotas y vivencias. Narraría sus viajes por casi toda España (de Bayona de Galicia a Bayona de Francia, en su viaje de novios), y por París, Italia, Ámsterdam, Venecia, Bruselas,...

Su idioma fuerte es el castellano. Claro y amable. Para vender, nos asegura, hay que trasmitir confianza, conocimiento, comprensión y respeto por la clientela. Y, decir alguna mentirijilla, apunta su hijo. Empatía, seguramente. Porque sus clientas eran siempre mujeres, sabias, y también algún hombre, “que venía a comprar a su mujer un camisón o un mantón de Manila.” Sí, afirma, “tengo una bonita colección de mantones de Manila, que he expuesto en más de una ocasión, y que me permitió conocer, en El Royo, a personajes sorianos como Gabriel Cisneros.”

A Mary Satur le gustan los telediarios y las novelas. Y cantar. Hasta en la tienda, entusiasta, como su marido, de los grandes musicales: Revistas, Zarzuelas,... Nos da dos títulos: “Manojo de Rosas”, destaca ella; “Los Gavilanes”, su marido.

No ha tenido tiempo para muchas más cosas, intentando toda su vida conciliar sus dos vocaciones: el comercio y la familia. La casa, la cocina, sus seis hijos. “No me he ocupado mucho de los nietos, pero les he comprado de todo”, sostiene con orgullo de abuela.

Dueña del comercio más antiguo de Soria (1850), conserva con cariño dos cuadros de 1908 por la participación en la Exposición Universal de Zaragoza del abuelo de su marido, fabricante además de mantas e hilos. La Cámara de Comercio tuvo para con ella, en 1996, un reconocimiento como “mujer trabajadora”; las FOES, en 2012, hizo lo propio: “Por toda la vida dedicada al comercio en nuestra provincia.”

La vida, efectivamente, ha cambiado mucho, admite con una cierta nostalgia. Pero Mary Satur ha sido, y es, ante todo, una mujer positiva y optimista. Seguirá siendo una gran comerciante. Disfrutando, como siempre, de las ventas, del trato con sus amigas. Activa y digna representante de una gran familia de comerciantes de categoría. Feliz Año 2017.  


  

Maribel Zapatero Lorenzo

Vicepresidenta Asociación de Amigos del Museo Numantino


Se cumple este año el 40 Aniversario de la Asociación de Amigos del Museo Numantino. Una iniciativa a la que Maribel Zapatero (Barcelona, 1957) se sumó en 2001. Su madre, Valentina, era una maestra de Osma, que dejó de trabajar cuando, ya en la emigración, se casó con Feliciano, funcionario de Correos, de Fresno el Viejo (Valladolid).

Maribel estudió en el Instituto Verdaguer y se licenció en Ciencias Biológicas por la Universidad de Barcelona. Farmacóloga, Especialista en Archivística por la UNED y Técnico en Farmacia y Parafarmacia, trabajó durante diez años como investigadora en un laboratorio de I+D.

Conoció a su marido, Alberto Manrique Romero (Soria, 1956 – Zaragoza, 2004), mientras él estudiaba medicina en la Autónoma de Barcelona. Al terminar, ejerció su vocación de médico rural en Medinaceli y Montuenga de Soria. Ella se trasladó a Medinaceli en 1994 y trabajó de archivera en diferentes ayuntamientos, Diputación y Juzgados de Soria. En 2011 aprobó las oposiciones de celadora del SACYL y, desde entonces, trabaja en el Hospital Santa Bárbara.

Su marido, nos asegura, era una persona extraordinaria, culta y emprendedora. Entre sus trabajos publicados, destacan sus tres libros de tema soriano: “Guía para descubrir El Alto Jalón”; “Versus Numantia. Para repensar lo soriano” y “El hombre y el barro. Alfarería tradicional”. Junto con Avelino Hernández, César Millán, Carmelo Romero, Silvano Andrés de la Morena, fundaron Soria Edita en 1993; un revulsivo en aquellos tiempos, nos comenta ella, para el movimiento cultural de la provincia. La aceptación, nos dice, “era grande, la experiencia muy buena y la colaboración, excepcional”. En 1993, editaron el primer libro: “Fuentepinilla”, seguido, entre otros, “Por los ríos de Soria” y “Casos y cosas de Soria”, cuyo primer volumen tuvo una tirada de 3000 ejemplares.

Los Museos le han encantado desde niña, nos confiesa. El British de Londres el que más, pero también el Louvre de París o el Quai d´Orsay, en un marco tan magníficamente escogido. Hablamos del Numantino, de la importancia de sus fondos, de las variadas actividades de la Asociación, que cuenta con 350 socios, está presidida por Marisa Revilla Andía y tiene como uno de sus primeros objetivos la difusión del Patrimonio de Soria. Editan además la revista Arevacón, en la que quedan recogidos magníficos monográficos sobre distintos temas sorianos. Cada día, en su facebook, Alberto Arribas recoge una efeméride. Incansable, dispuesta y agradecida, cada actividad es para ella la oportunidad de compartir su entusiasmo con naturalidad y confianza.

A Maribel le gusta la novela negra y la histórica, el título “Patria”, de Fernando Aramburu, por su versión de la historia reciente, el escritor Marcos Chicot y las escritoras, Dolores Redondo e Isabel Allende. El viaje que más le ha impresionado en su vida lo hizo a Egipto. “Todo era diferente allí”, señala. Conoce Grecia, la cuna de la cultura, añade, Túnez, París, Marruecos, EE.UU., siempre a la búsqueda de cosas diferentes. Añora la Barcelona de los 90, El Burgo, Conquezuela y su ermita de la Virgen de Santa Cruz. De la música, la canción de “El Mago de Oz”, “Somewhere over the Rainbow”, cantada por el hawaiano IZ. “En algún lugar por encima del arco iris” esta mujer culta y emprendedora encuentra, seguramente, la sensibilidad tenaz y el cántico de los sueños inmortales. ¡Felicidades!


María Hernández García

Presidenta Asociación Gaya Nuño

 

María Hernández García (Soria, 1981) es enfermera y Presidenta de la Asociación Juan Antonio Gaya Nuño de Tardelcuende, soriano preclaro, autor de El Santero de San Saturio. María ejerce actualmente en el Centro de Salud de Berlanga, atendiendo a 35 pueblos de la comarca. Jesús, su padre, hombre creativo y constante, fue profesor en los IES Virgen del Espino y Pico Frentes. Su madre, Conchi, se ocupó siempre de su casa y de su familia. Una mujer culta, nos dice su hija, que forma parte de un club de lectura y escribe relatos. De ella ha aprendido el hábito de la lectura, el acercamiento a la escritura de temas cotidianos, la tradición costumbrista y la tranquilidad.

María tiene dos hijos, Hugo, de quince años, que quiere ser bombero, y Miguel, de cinco, “todo candor”, asegura. Su compañero, Javier, de Tardelcuende, goza trabajando el campo en Soria Natural. Su escuela fue la de la Barriada, tras cuatro primeros años en Arenas de San Pedro (Ávila). En el C.P. Numancia e IES Castilla completó su formación académica antes de elegir enfermería en El Mirón, con jornadas largas y llenas de contenido. Buena estudiante, siempre le gustó la biología. En 2002 comenzó su carrera profesional en el Punto de Atención Continuada de Medinaceli. Ha trabajado así mismo en el Hospital, en algunas Residencias y en 12 de los 14 centros rurales de la de la provincia. Está a punto de obtener la especialidad de enfermería comunitaria. La gente de los pueblos es muy acogedora, nos asegura. Busca el contacto humano, la empatía, la ayuda,… Y ese es su afán satisfactorio y enriquecedor de cada día. Mujer práctica, responsable, un poco cabezota también, valora sobre todo la buena gestión, la acción y la discreción. Su hermano Julián, tan bondadoso y capaz como ella, sigue siendo en ese sentido un referente importante.

Ser Presidenta de la Asociación Gaya Nuño supone para ella una atractiva manera de aportar con discreción, responsabilidad, voluntad y orgullo por la confianza. Una asociación modesta, reconoce, que tiene como objetivo la preservación de los usos y costumbres del pueblo, cavila en la creación de un jardín botánico, realiza excursiones, organiza un concurso anual de Micro-Relatos y tiene clavada una espina: la rehabilitación y conversión en museo de la casa natal de Juan Antonio Gaya Nuño.

Ordenada, de nervios templados, lo primero para ella es la familia. Pero su implicación actual le ha abierto caminos que le llaman. Ha recorrido toda España. Destaca Granada, asombrosa, por su cultura, su arte… Y la cosmopolita Berlín. Conoce Portugal, Países Bajos, Dublín, Roma... De Soria destaca La Dehesa, pasear por el Duero, Rello y San Baudelio, dos puntos de asombro de la provincia.

Prefiere el cine realista -Julio Medem en su juventud- al de ficción. Sus actores se llaman Marta Etura y Antonio de la Torre.  De joven leía a Pérez Reverte (La novena puerta), ahora a Matilde Asensi (Sakura) y escucha a Nieves Concostrina. Bécquer, sobre todo, y las canciones de los noventa (La senda del tiempo, Celtas Cortos), marcaron sus años juveniles. Apuesta por las cosas normales, “que le den un toque surrealista”. Sus personajes: Concha de Marco y Rafa Nadal. En plenas Fiestas del Santo Patrón, María elige para celebrarlo: cordero asado castellano y un postre con chocolate. Cosas cercanas y exquisitas para una mujer sencilla y dispuesta, cuyos colores son el naranja y el morado. “Feliz San Saturio”.

 


 Marisa García Largo

Jurada

 

La jurada de la Cuadrilla de “La Mayor”, Marisa García Largo, es psicóloga. Trabaja actualmente en la Mancomunidad THAM de Servicios Sociales municipales (Torrelodones, Hoyo de Manzanares, Alpedrete y Moralzarzal), como coordinadora de un Punto de atención a víctimas de violencia de género. Nació en Fuentelsaz  de Soria, pero a los tres años ya vivía en la capital con sus padres, agricultores, y sus cinco hermanos. Y, pocos años después, en la misma Plaza Mayor. El Colegio San Saturio (La Arboleda) fue su primera escuela. Luego vendría el Instituto Castilla (BUP y COU), entonces femenino, del que guarda “unos recuerdos maravillosos de las clases y de los viajes que hicimos.”

Marisa García, que nos recibe en plena faena en el local de la cuadrilla, estudió Psicología en la Universidad Autónoma de Madrid, especializándose en Recursos Humanos. Formadora en empresas privadas y en el Fondo Social Europeo, ha trabajado, y trabaja, con colectivos en riesgo de exclusión social, “entre los que se encuentran las mujeres”. Desde entonces, afirma: “…miro la vida con gafas “violetas”, y la vivo desde esa perspectiva.”

Antes de hablar con ella, comprobamos que, en la Ordenanza municipal de las Fiestas, se cita a la “Jurada” en dos artículos. En el 4: “Cada una de las Cuadrillas estará presidida en paridad por un Jurado y una Jurada…”. Y en el 17. A Marisa García le gustaría que se visualizase más “el papel de la Jurada”. Ya sabemos, afirma, “que lo que no se nombra no existe, y eso pasa con las Juradas.”  Vamos “al lado del jurado, pero andando al mismo paso.” Porque los dos aportan, en paridad, como se refleja en la Ordenanza: sus criterios, ideas, conforme “a su forma de estar y de ver la vida”, contribuyendo así “al mantenimiento de los usos y costumbres.”

Para Marisa García Largo, el Jueves la Saca es su día favorito: “todo el monte inundado de color, con las peñas, la gente, y el momento emocionante de salir los toros con los caballos.” Pero también el Miércoles El Pregón, por la alegría contagiosa del deseo de Fiestas; y el Viernes de Toros, y el Sábado Agés. Y la “elegancia” del día más importante, el Domingo de Calderas,… Para ella ser Jurada era una ilusión: “vivir San Juan desde dentro, disfrutar las Fiestas formando parte del espíritu sanjuanero.” Y, sobre todo, un orgullo como soriana y una gran responsabilidad de hacer bien las cosas, para que los vecinos y las vecinas se sientan “orgullosos” de su cuadrilla.

Sin colaboradores, sin colaboradoras, la aventura de ser Jurada sería imposible. “¡Son tantas y tantas cosas las que hay que hacer!”, nos comenta. Y lo mismo piensan el secretario y una colaboradora, con quienes compartimos una pequeña tertulia sanjuanera. Para ser jurada, destacan, hay que ser valiente, responsable, tener ganas, espíritu de servicio. Marisa asiente. Ella fue quien animó al jurado, Luis Manuel Jiménez Menéndez,  pero ahora, concluye, “está entusiasmado”.

Con el corazón partido (Soria, Madrid), Marisa García se considera “una persona responsable, trabajadora, comprometida en la consecución de  un mundo mejor, agradecida, todavía idealista, a pesar de mis 52 años,  y a veces un poco “cabezota”. Le gusta leer, y lee, en el metro, en los autobuses madrileños. Novela, en general: Almudena Grandes, Jorge Zepeda, Pierre Lemaitre; y también novela soriana: Javier Lizasoain, “El último capítulo”; “R”, de Antonio de Miguel. Los dos, amigos, nos indica. Y le gusta la música de “Revólver”. Y viajar: “Siempre hay lugares de los que disfrutar y en los que conocer cosas y personas nuevas.” Le preguntamos por un lugar de Soria: “Las ruinas de San Nicolás.”

La Jurada de la Mayor vive su cargo totalmente entusiasmada. Por ella, por su ciudad, por su familia, por sus colaboradores y por sus colaboradoras. Aprovecho, nos dice, “para darles las gracias a cada uno de ellos y de ellas.” Sanjuanera, la cita de las Fiestas está siempre en su agenda. Forma parte de sus raíces, de su cultura soriana.   

 


 María Sol Arancón Nacher

Comerciante


María Sol Arancón nació en México D. F. en 1971. Es hija del arquitecto de Castilfrío, Ricardo Arancón…, profesor de Historia de la Arquitectura de la UNAM de la capital mejicana. Su madre, Mercedes, nació en Massanassa (Valencia) y es licenciada en Historia del Arte. Rotaria, María Sol tiene cuatro hermanos: Ricardo y Pilar, residentes en Madrid y Canadá; y Mercedes y Vicente, en México.  

Platicamos -como dice ella, con su acento mexicano-, sentados en uno de los bancos de la Plaza del Ayuntamiento de Castilfrío. En el centro, la fuente fluye pura y cristalina. Su abuelo paterno, Ricardo Alarcón, nacido en este mismo pueblo, se marchó a México, nos cuenta, en 1914, solo y con tan solo 13 años. Primero trabajó de mozo en una librería, luego fundó la suya propia, “Herrero”, y allí se casó con Raquel García, de Gijón. Su abuela materna, Mercedes Rovira, estaba casada con el valenciano Vicente Nacher, y era hija de Miguel Rovira Malé, Subdirector de Industria durante la República. Toda una larga historia familiar.

María Sol estudió en el Colegio Francés del Pedregal de la capital azteca. Licenciada en Diseño Gráfico por la Universidad de Anahuac del Sur, terminó en 2011 un Máster de Administración de Empresas, gracias al cual abrió Un Centro Cultural, “Holistikos”, en el que impartía clases de kendo, kárate, historia del arte,… Diseñadora gráfica, ilustró, entre otras muchas cosas, trabajos de su padre, para lo que no dudaban en introducirse en la selva para ver de cerca los edificios Maya. En…, la editorial Fernández Editores la contrató como traductora de inglés y francés, encargándole, para la Disney, la traducción al castellano de la Guía de Tarzán. Voluntaria de la Cruz Roja, paramédico, rescatista urbano, ha trabajado también en Protección Civil.

En 2018 se vino a vivir a la calle Real de Castilfrío de la Sierra, tras comprar la casa de su familia. Enamorada de su pueblo, emprendedora, siempre positiva y decidida, aceptó con interés la sugerencia de Isabel Gabiria, farmacéutica de Almajano, para abrir una tienda en este municipio. La Cámara de Comercio le ayudó a elaborar el proyecto y el 13 de marzo de 2020 La tienda de Sol comenzó a ofrecer sus servicios de venta, reparto y atención a clientes y clientas de Almajano y sus alrededores con su plática cercana, serena y tan simpática.

La fascina, nos comenta, leer libros técnicos de medicina, historia y geografía. Es “hueso colorado” –entusiasta- de Arthur Conan y su libro “El perro de los Baskerville”. Le priva la canción Faithfull , de Journey, la música rusa, la coral -“Los cuadros de una exposición”, de Modest Músorgski, por ejemplo-, las películas de James Bond y los dibujos animados, porque la divierten y la relajan. La Catedral de México D. F., el Duero, la iglesia de planta románica, el dolmen y el centro de interpretación "Castros y Pelendones" de Castilfrío, son lugares mágicos para ella.

Alumna de Fernando Muñoz Altea, María Sol es una gran especialista en Heráldica, habiendo presidido entre 2014 y 2016 la Asociación Genealógica de México. En sus estudios sobre la relación del diseño gráfico con la heráldica defiende el mestizaje y el buen uso de la ciencia del blasón. Su rigor y enfoque científicos describen un mundo enormemente rico y sugerente. Mujer culta, María Sol compagina su pasión por los signos del pasado con un presente emprendedor que tiene todo el presente y el futuro por delante.



Marisol Encinas Manchado

Historiadora

 

Marisol Encinas (Soria, 1982) es una mujer que respira entusiasmo, conocimiento y confianza en sí misma. Su padre, Juan José, capataz durante muchos años de la finca de La Rasa, le enseñó la constancia. De su madre, María José, trabajadora y ama de casa, aprendió la paciencia. A su hermana Rebeca, Traductora Jurado y residente en Londres, la admira por su capacidad de trabajo.

Marisol estudió en La Rasa, Colegio Ruiz Zorrilla e IES Santa Catalina de El Burgo de Osma. Al terminar el bachillerato se puso a trabajar en Fico Cables. Nueve años después, abandonó la fábrica cuando le faltaba muy poco para licenciarse en Historia. También hizo Historia del Arte y un Máster en investigación histórica, artística y geográfica. Actualmente Enrique Cantera Montenegro le dirige su tesis doctoral: “Cristianos, judíos y musulmanes ante la muerte: el Alto Duero, siglos VIII-XVI”. Con ella, nos dice, recoge el testigo de Carlos de la Casa, a quien considera uno de sus maestros.

Su primera experiencia como arqueóloga la tuvo en el acueducto de Uxama. Fueron solo tres semanas a las órdenes de Carmen García Merino, pero le bastaron para entusiasmarse con el oficio. En el mismo año,  excavando en la iglesia de San Miguel de San Esteban de Gormaz, “un capricho de la fortuna me llevó a encontrar la cruz patriarcal que se expone en el Museo Numantino.” Desde entonces, no le han faltado actuaciones que realizar (Villalaín, Baltanás, Matapozuelos,…), ni visitas culturales que guiar (Osma, Tiermes,…) Su vocación prioriza, sin embargo, la investigación y la difusión: recopilar documentos, inventariar bienes culturales (Fundación Vicente Marín de Bretún), participar en charlas, dar conferencias y publicar sus investigaciones. Entre otras, el magnífico estudio realizado sobre La Estela romana de Dombellas, a la que tantas veces se ha acercado para leer sus mensajes y que ella relaciona con la Leyenda de Muño Sancho de Finojosa.

Soria, convenimos, es un universo de cultura, en cuyo desarrollo participa con rigor, dedicación y entusiasmo. No hace mucho, se inauguraba en el Archivo Histórico Provincial su última exposición, organizada por la Junta de Castilla y León, bajo el título: Fruto de la vid… Atauta y sus bodegas. El objetivo es poner en valor las bodegas tradicionales de Atauta (BIC) y el cultivo de la vid a través de sus huellas en el territorio, contando para ello con la colaboración entusiasta de las gentes del pueblo. La visitamos y nos encantó. Marisol es también la comisaria de la exposición Huerta frente al agua, instalada de manera permanente en la Sala de Profundis del Monasterio Cisterciense. Los monjes, nos asegura, la ayudaron en todo, y ella quedó impactada por el silencio del Claustro por la noche.

A Marisol Encinas le gusta viajar para comprender mejor cada rincón que visita. Recuerda con cariño el pueblo albanés de Çetush, en donde convivió con gente maravillosa. En Roma, nos confiesa, “quiero perderme con calma”.  Lee sobre todo novela histórica - “El puente de Alcántara”, de Frank Baer, por ejemplo- y no le importaría escribir una sobre la vida en la frontera andalusí. Michael Bublé o Bruce Springsteen son sus cantantes favoritos, aunque, cuando escribe, prefiere el fondo musical que mejor le vaya al tema que esté desarrollando. Hablamos, en fin, de su admirado Castillo de Gormaz, de Juan Antonio Gaya Nuño y los enigmas históricos de Medinaceli. Una provincia llena de maravillas.



María Angustias Macías Guzmán

Restauradora de Bienes culturales

 

Un verano para descubrir la iglesia soriana de San Martín de la Cuesta de Soria (siglo XII-XIII) es una de esas satisfacciones que ha ofrecido a María Angustias Macías (Zafra, Badajoz, 1982) su oficio de restauradora de bienes culturales. Con mimo, paciencia y empatía, además de conservar el material descubierto, ha recuperado, junto a la arqueóloga Teresa F. Azorín, Jesús Soler y Miguel Ángel Sánchez, los dos de Lorca (Murcia), una pintura mural, siete tumbas  y  algunos espacios de esta iglesia soriana: muros, ábside y torre.

María Angustias terminó su bachillerato artístico en la Escuela de Arte y Superior de Diseño de Mérida. Le gustaba restaurar y dibujar. Nos enseña sus pequeñas joyas. Los trazos son perfectos; tienen alma e intención. Dibuja dos más para nosotros: una vista de San Saturio en el Duero y una viñeta con humor. Tras cinco años en la Facultad de Bellas Artes de Granada, su trabajo de fin de carrera llevaba por título: “Restauración de escultura pública granadina realizada en materiales porosos (yeso, escayola y terracota).” El David de Miguel Ángel le parece una escultura excepcional por su calidad técnica. En pintura, destaca los Caprichos y los Desastres de la Guerra de Goya. En ellos, nos explica, “el pintor expresa su visión crítica y profunda de la realidad de su época”.

Marita, como la llama todo el mundo, aprobó el CAP para ser profesora, pero comenzó trabajando en la hostelería, como limpiadora de habitaciones, antes de comenzar a restaurar pintura mural, hueso, cerámica, mosaicos o metal en la Escuela Taller de Restauración de la DGA (Zaragoza). Conoce Tiermes, San Baudelio. Soria, asiente, es una ciudad muy acogedora, de gran riqueza cultural. “La gente, cuando pasa, se interesa por lo que hacemos y nos pregunta si necesitamos algo. Les acompañamos de alguna manera en sus paseos por la ladera del Castillo”, nos dice. Desde 2007, ha trabajado en la Presa romana de Muel, el yacimiento romano de Lépida Celsa en Velilla de Ebro (Zaragoza), la Domus romana de Pedreiras de Lago (Carucedo), los yacimientos de la Loma del Regadío (Urrea de Gaén, Teruel) o el Relieve de los Amantes de la Escalinata de Teruel en el Paseo del Óvalo, en donde, tras retirar los morteros de antiguas intervenciones, aparecieron los impactos de metralla sufridos por esta talla durante la Guerra Civil. 

Responsable, dinámica, polifacética, ordenada -leemos en su currículum-, a Marita le gusta toda la música y le fascina Queen. Ahora está leyendo “El barbero de Treblinka”, de Santi Osakar. Nos recomienda sus platos favoritos: las migas, el gazpacho extremeño y la manteca colorá, cuya receta consiste en cocinar la manteca de cerdo con trozos de carne, añadiéndole especias (orégano, laurel o pimentón de La Vera), para que le dé el color anaranjado-rojizo característico. Conoce Roma, Cuba y le gustaría visitar Venecia. De España destaca la Mezquita, la Alhambra, Mérida… Del cine le gustan sobre todo las comedias. Le marcó, sin embargo, Braveheart, dirigida, producida y protagonizada por Mel Gibson. Para ella, la restauración es la herramienta necesaria para poder recuperar,  preservar y poner en valor, de una manera planificada y con gran capacidad de concentración, aquellos Bienes que formaron y forman parte de nuestra historia. Como el de San Martín de la Cuesta de Soria, en cuyos trabajos de recuperación ha participado de manera entusiasta y comprometida.


 

Marta López Condado

Directora de Orquesta y Coros

 

En 2003, con 26 años y el Título Superior de Guitarra del Real Conservatorio de Música de Madrid, volar hasta Alemania suponía para Marta López Condado (Soria, 1977) alcanzar un sueño. No solo encontró allí su espacio y su tiempo, sino también la oportunidad de aprender y enseñar, para, desde hace ya unos años, poner su talento al servicio de la cultura musical de la ciudad en la que nació.

A su regreso a España, continuó su carrera profesional en el Conservatorio de Palencia, fundando, con otras personas, la Orquesta de Cámara de la ciudad. Hoy, además de sus clases en el Conservatorio de Soria, dirige con rigor y entusiasmo, las corales de Almazán, Pinares, Soria y su grupo de Voces Blancas.

Siempre le gustó cantar, nos asegura. En 1997, formó con Arturo Sanz, pianista, el Dúo Das Lied, que participa en recitales en los que interpretan, con la mayor “fidelidad y profundidad posibles”, piezas clásicas, de oratorio y, sobre todo, Lied.

En Alemania, Marta López obtuvo en la Universidad de Música de Karlsruhe, cerca de Estrasburgo, el título superior y un Máster de Dirección de Coro y Orquesta, con los profesores, Martin Schmidt y Andreas Weiss, además del título superior de Canto con las profesoras Christiane Hampe y Ruth Ziesak. 

Al principio, la timidez pudo con ella, pero no tardó en demostrarse que el alemán era también su lengua. La acogida fue generosa, nos cuenta. Le chocó la discreta iluminación de los espacios públicos. También el silencio, la tranquilidad, la enorme oferta cultural y la conciencia de lo común. Hoy siente nostalgia de un país que le costó dejar, admira y visita de vez en cuando.

Luchadora, Marta López Condado sueña con dirigir un día el Réquiem de Mozart con orquesta y coro. Nos lo cuenta porque se lo preguntamos, pero, profesional como ella sola, centra sus preocupaciones en la preparación de ensayos y actuaciones.

Regumiel, el pueblo de Rosario Condado, su madre, siempre a su lado y en su corazón, Castroviejo, la Plaza Mariano Granados, son algunos lugares significativos para ella. Soria es también poesía, recuerda. A Numancia la asocia con la defensa de lo propio. Y a la tortilla de patata como su plato favorito. El tren, en fin, hija de José Luis, ferroviario, sería su medio de transporte.

Marta López Condado estudió en el Colegio Prácticas Numancia y en el IES Castilla, cerca de su casa, en la calle Río Razón. Hizo el grado medio de guitarra en el Conservatorio, y aprendió tres idiomas: inglés, francés y alemán. Le hubiera gustado estudiar Ciencias exactas, pero su pasión es la música; y la filosofía, la griega en particular, que estudió hasta cuarto curso en la UNED.

Trabajadora, metódica, organizada -añade ella- realista, prosigue, incansable, Marta López Condado es una mujer valiente, añadimos nosotros. Luchadora. Toda una Directora de Orquesta y Coro –una autoridad, en Alemania- para el siglo XXI soriano. No, no hay diferencia, nos asegura, entre dirigir un coro o una orquesta. Las voces, son, sin embargo, su vocación. Las voces son alma. Le gusta, por supuesto, la música clásica. Y el jazz. Pero no quiere darnos ningún título, ni ningún nombre. Su repertorio, el de ella, es variado, rico y atractivo.

El martes, 31 de octubre, Marta López Condado participará, con la Coral de Soria y sus Voces Blancas, en el Samhain, Noche de Difuntos, de Garray, invitada por la Asociación Tierra Quemada. Los ojos en el cielo, las voces en el alma, su batuta iluminará el pensamiento de tantos y tantos recuerdos inolvidables.

 


Mercedes Antón Villafranca

Secretaria Provincial del SATSE Soria

 

Afirma Mercedes Antón Villafranca, Secretaria Provincial del SATSE de Soria, que las enfermeras –unas cuatrocientas en nuestra provincia- realizan hoy “la labor más importante de la cadena sanitaria.” Son quienes más tiempo pasan con los enfermos y las enfermas, a los y a las que acogen, atienden, orientan, animan, prescriben, cuidan, compadecen, acompañan, curan, apoyan, aconsejan, consuelan, arropan, cuando lo necesitan. Hoy, nos dice, para mejorar una parte de nuestro servicio, necesitaríamos espacios propios para las consultas avanzadas y especializadas.

Mercedes Antón nació en Tudela (Navarra) en 1965, aunque, a partir de los trece años, pasaba ya los veranos en Covaleda, y, a los diez y ocho, estudiaba en la Escuela Universitaria de Soria, dependiente de la Diputación, y dirigida por Sor Rosa. Le hubiera gustado hacer decoración o magisterio, pero se especializó en Urgencias y Emergencias. Una profesión gratificante, apostilla, pero también exigente. Al diplomarse, fue recorriendo, en periodos cortos de tiempo, las zonas de Agreda y El Burgo de Osma, antes de volver a su tierra: 6 meses en el Hospital Virgen del Camino (maternidad) de Pamplona y 7 años en el Reina Sofía de Tudela, en donde sigue trabajando su hermana Isabel. Desde entonces, 1993, Soria es la tierra en la que trabaja y en la que vive (Valdeavellano de Tera), casada y con dos hijos, los tres sorianos “de pura cepa”. Ese rodar, entre dos Comunidades tan próximas, le ha permitido conocer a mucha gente y formar parte de sistemas sanitarios muy distintos. En Soria necesitamos, asegura, más infraestructuras, más personal, más tiempo de dedicación al paciente, y una capital de la Comunidad más cercana. A veces, nos indica, no cubrimos ni los mínimos. No llegamos. Nos vemos desbordadas. Desde su sindicato profesional mayoritario, las propuestas son claras y concluyentes, que formulan siempre con pragmatismo e inteligencia.  Han conseguido mejorar, subraya, entre otras, las urgencias urbanas. Pero no es suficiente. Nos enseña una nota de prensa en la que denuncian medidas que “repercuten negativamente en la asistencia sanitaria.” Han quitado competencias a las Direcciones de Enfermería, señalan, y, además, está primando la gestión empresarial, dirigida incluso por personal no sanitario, en detrimento de la asistencial.

A sus 88 años, el padre de Mercedes, Manuel, trabajador en su día de la empresa Sanyo, vive feliz en Ablitas, a 80 kilómetros de Soria. Su mujer, Mercedes, padeció una larga enfermedad de Alzheimer. Cabeza visible de un colectivo de 440 enfermeras, “fisios” y comadronas, Mercedes Antón, su hija, cree y defiende un servicio sanitario de calidad, público y gratuito. Navarrica, pero también sanjuanera, ha sido Cuatra en distintas cuadrillas y secretaria en la de San Juan. Entre sus aficiones: la costura, en primer lugar, el cine, el teatro,... Y, en sus tiempos jóvenes, bailar en un grupo de Dantzaris de Tudela. Interesada por la lectura, nos apunta tres títulos significativos: Dime quién soy, de Julia Navarro; Trilogía del Baztán, de Dolores Redondo, El lector de cadáveres, de Antonio Garrido Molina. El Valle y el río Duero, que recorre en sus paseos, son lugares de privilegio para ella. De Soria, se queda con la plaza de San Juan de la Rabanera. Y con la canción de Bruce Springsteen, The River: “Vengo de la parte baja del valle,…” Bendita profesión la de estas enfermeras que velan con coraje por nuestra salud y nuestra alma. Muchas gracias.

 

 

Miguel Ángel Delgado Santa Bárbara

Director

 

Miguel Ángel Delgado (Soria, Hinojosa de la Sierra, 1967), Director del Instituto Antonio Machado, es un hombre activo y de temple. Cualidades que heredó seguramente de su madre, Mª Concepción, y de su padre, Fortunato, trabajadores ambos tanto en su pueblo como en Soria, a donde se trasladaron cuando Miguel Ángel tenía siete años. El pequeño de seis hermanos - Juanjo, Jesús, Luisa, Conchi, y Fortu-, Miguel Ángel acudía diariamente a la escuela de El Royo en una pequeña furgoneta, comía allí y aprendía con Don Alberto y Doña Beatriz. Alumno del Numancia y Virgen Espino -Técnico especialista en electricidad y electrónica- estudió Telecomunicaciones en la Universidad Politécnica de Madrid. “Me gustaba mucho cacharrear”, nos confiesa. Tras aprobar las oposiciones, inició su carrera docente en los IES Francisco de Goya / La Elipa (1987) y Vallecas I, en el que desempeñó el cargo de Administrador. Está casado con Maite, funcionaria del SEPE, y tienen dos hijos: Cristina, graduada en derecho y ADE, y Álvaro, ingeniero industrial, actualmente en Munich.

A Miguel Ángel le gusta enseñar, se implica siempre.  Sus asignaturas: programación informática y robótica. “Intento enseñarles a ser buenas personas; son buenos estudiantes, selectivos, prácticos y están muy preparados”, subraya.

Hace ocho años, tras la jubilación de Ángel Sebastián, fue nombrado Director con el apoyo y compromiso con sus compañeros. Gestionar y hacer cosas le atraían. Su primer objetivo: abrir las puertas del Instituto a la ciudad. “Somos 91 profesores y profesoras, y más de cien personas en plantilla”, comenta. Tratan entre todas y todos de ser un Centro moderno, referente a nivel regional y nacional. Imagen que consiguieron en el pasado Encuentro de Institutos Históricos. Un trabajo siempre de equipo, asegura. Como ejemplo: “La noche de los museos”. Seguir, trabajar, colaborar, son verbos que repite constantemente. El nombre de Antonio Machado, efectivamente, significa mucho para él. Su aula, nos cuenta, “es un peregrinar constante”.

A su juicio, Soria se muestra como una ciudad abierta, acogedora, cómoda, tan cerca además de su pueblo, por donde pasa el Duero, al que está absolutamente vinculado desde niño. En él aprendió a nadar, a pescar y a disfrutarlo, cerca de su casa y de un pequeño huerto que le ocupa los fines de semana. Siempre activo y sonriente, recogió hace unos días su tercera acta de concejal del Ayuntamiento de El Royo.

No, no es un gran viajero, pero ha visitado México, cuya capital le sorprendió por su volumen, Rumanía, Londres y Alemania, un país ordenado y organizado. Madrid sería su ciudad española, porque “te da de todo y te puedes implicar en lo que quieras.” Le gusta leer, el otoño por los colores del campo y la primavera por su explosividad. Le evade la actividad física, la música agradable, Serrat, Labordeta, Ana Belén. Elige la película “El río de la vida”, de Robert Redford, y los actores, Harrison Ford y Verónica Forqué.

Por lo demás, disfruta cocinando “para juntarnos muchos”. Torreznos, por ejemplo, o una caldereta de cordero, o un plato de callos o de setas. Su postre, la tarta de queso de la viña que hace su mujer.  Y como vino de origen, el de su propia viña de 300 cepas antiguas en Alcubilla del Marqués, cuya cosecha, de entre 100 y 150 botellas, bien podría llevar en la etiqueta, y con todo merecimiento, los nombres de Castillo de Hinojosa o Dominio de Delgado. ¡Feliz verano!

 


Miguel Latorre Zubiri

Director CEDER de Lubia


A 16 kilómetros de Soria, el CEDER de Lubia es uno de los 4 Centros Territoriales de Investigaciones Energéticas Medioambientales y Tecnológicas (CIEMAT), perteneciente al Ministerio de Economía, Industria y Competitividad. Su director, Miguel Latorre Zubiri (Tolosa, 1962), nos invita a visitar algunas de las numerosas instalaciones dispersas en su enorme territorio: laboratorios, talleres, aulas de enseñanza, módulos de ensayo, zonas de experimentación, plantas piloto, áreas de cultivo experimental,…

Nuestro trabajo consiste, nos dice, “en encontrar fórmulas de ahorro energético, mediante la utilización de energías renovables en industrias, edificios, zonas en desarrollo,...” En Soria es muy importante la biomasa de origen forestal. El producto base, señala, es la madera, cuya explotación sostenible en Soria no alcanza el 30% de su potencialidad. En ese sentido, cree, desde su pragmatismo responsable, que hay que hablar más de repoblación que de despoblación. Pero también de una apuesta firme por la estabilidad laboral, la investigación y el desarrollo sostenible.

Alumno de las Escuelas Pías de Tolosa y del Instituto Joaquín Turina de Madrid, Miguel Latorre, hijo de profesores de física, su padre, y de química, su madre, realizó sus estudios de Ingeniería Técnica Forestal en la Universidad Politécnica de Madrid. El Parque de Covadonga, en 1985, y el Consejo de Seguridad Nuclear fueron sus dos primeros puestos de responsabilidad, antes de llegar a Soria en 2006. El PAES, nos asegura, supuso una triple mejora: aumento de la plantilla, potenciación del personal investigador y crecimiento de las inversiones.

Socio del Numancia, es un enamorado de la naturaleza. Lubia, sostiene, es un lujo ambiental y tecnológico. Dispone de espacio, infraestructuras, materia prima, experiencia, personal ilusionado y proyectos. Uno de ellos, por ejemplo, analiza las características climáticas y energéticas de Soria como elementos diferenciales para la localización de empresas. Y, como éste, otros siete más.

A Miguel Latorre le encanta viajar. Recuerda Mongolia, por sus horizontes, y el viaje en el “Transmongoliano”, durante dos días, entre Pekín y Ulan Bator. Con su bicicleta se adentra siempre que puede por lugares que no figuran en las guías. Lo hizo en Cuba, cuyas gentes, asegura, son encantadoras. La montaña es otro de sus hobbies. El Mont Blanc, en los Alpes, el Kilimanjaro, en Tanzania, el Toubkal, en Marruecos, o el Aneto, figuran en su carnet de conquistas. Lo mismo que el Moncayo, los Picos de Urbión, la Sierra Cebollera,… Chapurrea el inglés y el francés, y un poco menos el vasco, que aprendió en el colegio. 

Las novelas históricas de ficción, forman parte de sus lecturas favoritas. “Adiós, Hemingway”, por ejemplo, de Leonardo Padura, que está leyendo en estos momentos. Le encanta, por otra parte, el cine español y el cubano. También películas como “Barry Lyndon”, de Kubrick, o “Grupo Salvaje”, una de las obras maestras de Sam Peckinpah, pero, especialmente, la mejicana, “La Ley de Herodes”.

Recientemente, su hermano Emilio editó un libro de su abuela, Elena Tuduri, catedrática de Escuelas Normales, sobre el traje y la etnografía vasca. Un gran trabajo, asegura, desde el punto de vista de la igualdad de género. Tesón y categoría que Miguel Latorre, su nieto, pone cada día al servicio del desarrollo tecnológico de un proyecto, el CEDER soriano, puntero en España.

 


Miguel Moraga Aguilera

Presidente Asociación Banco Alimentos de Soria


Presidente de la Asociación Banco de Alimentos de Soria, Miguel Moraga (Zaragoza, 1948), es un hombre sencillo, convencido, solidario, exigente y riguroso. Su padre, Inocente, fue funcionario civil y militar, nació en Quintanilla de Tres Barrios, como su mujer, Modesta. Miguel destaca su Atalaya, de origen mozárabe, y las vistas desde allí. Hace no muchos años, nos comenta, eran las mejores y más famosas fiestas de la zona, el 10 de agosto, en honor de San Lorenzo. Estudió en los Escolapios, un colegio cercano a su casa de la Avenida de Valladolid, que vio levantar y tirar. Estudiante de ingeniería técnica de electricidad en el Instituto Reyes Católicos de Zaragoza, pronto comenzó a trabajar en el Banco de Castilla, terminando su vida laboral en Jemoya y Cárnicas Villar, siempre como administrativo. “Soy más de ciencias que de letras”, confiesa.

Entró en el Banco de Alimentos en 1912 de la mano de Ángel Crespo y su grupo de amigos: Jesús Pastor, Paco Parra, Alejandro Cabezón,... Desde entonces, nos comenta, han recibido tres premios: Premio Príncipe de Asturias, en 2012, a toda la Federación, y Guinda (Asociación de la Prensa de Soria) y Valores humanos (Fundación Científica Caja Rural) en 2014. Su experiencia, nos dice, es positiva. La solidaridad le enriquece, porque, reconoce, “hay gente que lo pasa mal y necesitan ayuda.” Soria, nos asegura, es una provincia solidaria. Católico practicante colabora así mismo con la Asociación contra el Cáncer y Acnur (Manos Unidas). Tiene dos hermanas, Elisa y Felisa, y dos hijos: José Miguel, Director General de Fotovoltáica (Solaric) y Juan Francisco, maestro infantil y deportivo, trabajando actualmente en el campo de las casas de acogida. Nos da más cifras. La Asociación cuenta con 16 cooperantes fijos y 200 ocasionales, tan necesarios para la Gran Recogida de la Navidad de cada año. Necesitan leche -producto fundamental-, aceite, alimentos infantiles, conservas. Productos todos no perecederos -unos 213.000 kgs. en 2020)-, que reparten a 34 entidades y estas a unas dos mil personas. “Todo el proceso es de una pulcritud absoluta”, asegura. Aconfesional y apolítico, el Banco de Alimentos tiene el apoyo de Ayuntamiento, Diputación y Junta de Castilla y León, además de empresas sorianas como Insoca, Solaric y muchas otras.

Miguel no ha sido nunca Jurado de Cuadrilla, aunque no le hubiera importado. Le gusta viajar, conducir, conocer. Ha recorrido España y muchos otros países (Portugal, Andorra, Francia, Italia, Reino Unido, Grecia,…), solo y con su familia, en coche, en autobús, en barco,… De todos nos habla en particular y en detalle. Destaca, como ciudad, París, por su espacio, su luz, y Praga, por su encanto especial y curiosidades únicas. De España, San Sebastián, por su señorío, su playa, sus paseos, su comida, sus alrededores, y Barcelona, por su urbanismo, calles largas y anchas, sus rincones y sus preciosos monumentos. De Soria se queda con las márgenes del Duero, el paseo de San Saturio y la Dehesa, Calatañazor, Berlanga, Rello, Yanguas, etc. La novela y los autores clásicos (Homero, Cervantes) son sus lecturas preferidas. Acaba de terminar “Dispara, yo ya estoy muerto”, de Julia Navarro. Tararea muchas veces “Chiquitita”, de Abba, y recuerda a los Mustang, a los Beatles y a Nino Bravo. Anda todos los días. De joven practicaba el balonmano, del que “he sido jugador, árbitro y Presidente de la Federación Soriana de Balonmano”. Le preguntamos sobre sus personajes destacados. Miguel Ángel, pintor, Leonardo da Vinci, por sus ideas avanzadas, Adolfo Suarez, por su labor en la Transición, y Ángela Merkel por su labor en su país y en la Unión Europea. El arroz, la paella, el pescado, el chuletón del Norte, las tapas del Sur, las natillas, son sus platos favoritos. Y el azul su color y cualquier día de la semana “para vivirlo con salud”. Soria, nos dice para terminar, es una provincia solidaria.  

 


Modesto Fernández Córdoba

Presidente de Cruz Roja Soria

 

El despacho de Modesto Fernández (Soria, 1956), Presidente de la Cruz Roja de Soria, es amplio y acogedor, luminoso, sencillo y práctico. Voluntario desde 1986, fue alumno de las Anejas, de los Escolapios y del Instituto Antonio Machado. Le gustaban sobre todo, nos confiesa, las matemáticas y la física. Al terminar el bachillerato, ingresó en la Academia Militar de Lérida. Sargento a los 21, estuvo destinado en Burgos, Alcoy, Gijón, antes de volver a Soria en 1982. Su padre, Matías, natural de Pobar, era carpintero y vivía en la calle Puertas de Pro. Su madre, Emilia, había nacido en Matelebreras. Presidente desde 2007, repite sin cesar palabras tan significativas como orgullo, eficacia, vulnerabilidad, transparencia,... Por las mañanas, nos dice, pasa dos horas en el gimnasio. Y, con frecuencia, recorre su ruta favorita: Puente de piedra, San Saturio, Arcos de San Juan, Pereginal, Garray,… Unos doce kilómetros, calcula. Jurado de Cuadrilla (El Rosel y San Juan) en 2013, habla de despoblación, pero, en los pueblos, afirma, el problema es la “soledad”. Conoce Francia, Turquía, Grecia, Italia,… Pero también Kirgistan, relacionado con un proyecto sobre la tuberculosis, Rwanda, Senegal, con otro proyecto de emponderamiento de mujeres, Burundi, Kenia (Nairobi). De los países africanos destaca la energía de sus gentes, su espíritu solidario, su agradecimiento, que él asocia a la sonrisa. “Gorilas en la niebla”, nos asegura, es una película muy representativa. Aprecia la música; sobre todo la ópera. Pero también la de su juventud: Los Beatles, los Rollings Stones, Los Bravos, Los Brincos. Y la novela histórica, A. P. Reverte, el cine para distraerse, “Los intocables”, y de ciencia ficción.

En la UNED de Soria estudió Ciencias Políticas y Sociología. El diálogo, asegura, implica escuchar y ponerlo en valor. Es necesario buscar el punto de encuentro con sensibilidad, compromiso social y justicia. Una tarea que se impone todos los días, junto a 928 voluntario/as, 6.663 socias/os,  86 personas de plantilla, para desarrollar 40 proyectos relacionados con personas mayores, mujeres en dificultad, empleo, migrantes, refugiados, etc. La ambulancia, le decimos, y el bar, dirigido desde el principio por José Mª Moreno Tejedor, son dos pequeños símbolos. Sin embargo, nos indica, el servicio de las cuatro de que disponen solo representa el 3% del gasto y, a corto plazo, será necesaria reposición para su subsistencia. Nos habla de las muchas empresas e instituciones que colaboradoras: Caja Rural, Aleia, Fundación Navalpotro,.... No hace mucho, nos comenta, reconocían la labor de Saturio Ugarte y concedían, con motivo de su 140 aniversario, la medalla de oro a Ayuntamiento y Diputación.

Los derechos humanos vuelven a cada momento de la conversación. No, no distinguen nunca entre personas con o sin papeles. No existe el efecto llamada. El problema de la migración es europeo. Soria es una provincia solidaria, comprometida. En términos comparativos, somos, afirma, la segunda provincia que más lotería del oro vende. La humanidad y estar cada vez más cerca de las personas son los dos principios básicos de toda la organización. Nos viene a la cabeza la imagen de Elisabeth Eidenbenz, enfermera de la Cruz Roja Suiza y directora de la Maternidad de Elne (Francia). Una historia enorme, como todas las pequeñas y grandes que cada día, todos los del año, afronta la Cruz Roja de Soria, dirigida por un soriano de pro, arropado por cientos, miles de sorianos y sorianas de su misma categoría.

 


 Mónica Sánchez Hervalejo

Cáritas Osma-Soria


“Vienen a que les ayudemos”, nos asegura Mónica Sánchez Hervalejo (Campillo de Azaba, Salamanca, 1988), responsable del Programa de Acogida de Caritas Diocesana Osma-Soria. Y lo hace con la misma simpatía con la que trata a cada una de las personas que llaman a su despacho y reciben una atención de calidad: comprensión y trato profesional. Extrovertida, segura, paciente, Mónica es una luchadora por la inclusión social. Diplomada en Trabajo Social por la Universidad de Salamanca, su primera ocupación la consiguió a través de la bolsa de empleo del Ayuntamiento de Soria. Pero Caritas fue al final el espacio buscado y encontrado. Su despacho es sencillo, acogedor. Hablamos del perfil de las personas a las que atiende: mujeres, personas solas, familias, jóvenes. Cada día vienen más, nos comenta. “La brecha entre ricos y pobres está agrandándose”, asegura. Su marido, José Francisco, salmantino también, trabaja en una asesoría en Ólvega. Los dos se sienten cada vez más encantados e integrados en la ciudad. A muchos kilómetros de distancia, su padre, Vicente, animoso, jovial, como ella, regenta una casa rural y el bar que lleva su nombre. Su madre, María Flor, es una mujer bondadosa y respetuosa. Católica, Mónica tiene dos hermanas, Ana y Amanda. Por esa razón, cuando le preguntamos su número de la suerte, nos responde que el cinco. Y también el 13, añade. No es supersticiosa, pero sí feminista, humanitaria, caritativa. Una Ángel de la Guarda sencilla, profesional, orgullosa de poder solucionar las necesidades básicas de la vida que quien la pide y necesita: alimentación y vestido, alojamiento, gastos para educación, salud,... Sin distinción de raza, creencia o género.

La duración de la ayuda es fundamental, nos comenta. Familias enteras pueden disfrutar de un piso gratis durante un año. Y muchas, asiente, consiguen salir de la exclusión. Además de respeto, la confianza es fundamental en algunas situaciones. Le regalamos un libro cuyo primer capítulo está dedicado a Juan de Palafox, obispo de esta diócesis entre 1654 y 1659.

A Mónica le gustan los libros de suspense y que hablen de la vida real. De su adolescencia se queda con “La Lluvia Amarilla”, de Julio Llamazares. “El Niño con el pijama de rayas” le interesó más tarde. El verano pasado leyó su favorito: “La trilogía del Valle del Baztán”, de Dolores Redondo. Ahora está leyendo “El último Catón“, de M. Asensi. “Philadelphia” (Tom Hanks), “American Histori X” (Edward Norton) y la versión sueca de “Millenium” (Noomi Rapace) son sus actores y sus películas favoritas.

Pronto viajará a Roma. Conoce Londres, en donde pasó tres semanas estudiando inglés. También Estambul, que le encantó, y Nueva York. Le gusta toda la música salvo la heavy. Maná, “Justicia, tierra y libertad”, La Oreja de Van Gogh,... Soria le parece una ciudad preciosa. La gente es amable, acogedora, insiste. Le apasiona la Dehesa cuando está nevada, el Duero en otoño y la primavera siempre. “En Soria hay casos de pobreza”, nos recuerda. Necesitan ayuda y, sobre todo, esperanza.

Salmantina, a su tierra la asocia con las palabras cambio, universidad, belleza, hogar. Ahora mismo prepara un Máster por la UNED. Uno de los trabajos de este año tiene que ver con la distribución de roles familiares entre hombres y mujeres de origen dominicano. Le gustaría, termina, que un día se pudiera reconocer la labor de Cáritas. Ella es todo un ejemplo. Gracias.



Montserrat Ballesteros García

Enfermera y profesora

 

Riojana y soriana de corazón, Montserrat Ballesteros (Baños de Río Tobía, La Rioja, 1955), enfermera y profesora de la UVA, se muestra ante nosotros, sentados en torno a una mesa del Casino, como una mujer segura, firme y tolerante. Su padre, José Mª, era madrileño, comerciante, y regentó durante muchos años la Mercería Fátima del pueblo. Su madre, Mª Consuelo, había nacido en Villar de Arnedo. Chema, su hermano, ha sido profesor de gimnasia en primaria.

A los 21 años, tras atender a su familia y a su casa, retomó los estudios de BUP en el Instituto de Nájera. Le costó al principio. Carmen Llorente, su profesora de latín, mujer con criterio, la ayudó muchísimo. En 1980, tras terminar COU en Zamora, su padre le aconsejó estudiar enfermería en la Escuela de Soria. Su asignatura preferida era Médico Quirúrgica. Tras nueve años como enfermera en el Hospital Institucional (Virgen del Mirón), continuó como docente en la Escuela de Enfermería, impartiendo como asignaturas “Alteraciones de la salud” y “Cuidados paliativos”, y se jubila este año. Se siente bien entre sus alumnos. Cree en ellos y en ellas. Comparte sus conocimientos, los ve atentos, más humanos y más alegres. Como ella, pensamos. Los jóvenes piensan más, nos asegura.

Su tesis doctoral en Medicina paliativa llevaba por título: “La educación de cuidados paliativos en medicina y enfermería. Un análisis cualitativo de las reflexiones de los estudiantes.” “Cuidar es un arte”, nos dice. La pintura, las artes, sirven. “Todos somos iguales”, insiste. Hay que compartir. Como coordinadora de la Semana de los paliativos -ya en su sexta edición- agradece la colaboración de Diputación y Ayuntamiento. También la de artistas como Amador P. Calvet, Ana Morales y Vicente Molina.

Optimista, tolerante, religiosa, colabora con Cáritas y la Parroquia de La Mayor. Su padre fue su gran maestro. “La piedad es puro amor”, comenta. Y la esperanza. Se siente reconocida, sabe reconocer y no está en absoluto cansada.

Hablamos de sus viajes. De todas las ciudades que ha visitado (Francia, Alemania, Italia,…), se queda con Cracovia, huella de Juan Pablo II. Y Burgos en España, Las Huelgas, que visitaba siendo niña. De Soria destaca Santo Domingo, por la paz que allí encuentra, y San Saturio, El Burgo de Osma. Toda la provincia. Lee de todo: novela histórica (Sidi, de Arturo Pérez Reverte), libros de intriga (La Reina Roja, de Juan Gómez Jurado),… Y le gusta escribir. “Cuidar es posible” sería el título de todas sus notas ya escritas. Hay que querer, nos comenta, tener paciencia, generosidad, entrega. De ahí nace todo. Son cualidades que están inscritas en el corazón, asegura. Le sigue impactando, como a nosotros, “La vida es bella”, de Roberto Benigni. Sus grandes personajes serían Martin Lutero Quin, de niña, y Teresa de Calcuta. Le gustan todos los platos, pero nos da la receta de las “Patatas a la Riojana”. Apunten. Se ponen a fuego lento, hora u hora y media, y se añade cebolla, laurel, chorizo frito, aceite, pimentón picante y ajo. Como postre, las trufas que hacen sus amigas. Y el verde y el 15, el jueves y el invierno. Soria está llena, compartimos. No es supersticiosa. En absoluto. María Milagros Montserrat Fátima, como le pusieron sus padres, una mujer imaginativa, justa, valiente, que ha compartido su experiencia de vida con enfermos y alumnos, cuyos rostros y escritos le han manifestado siempre amor y esperanza. Gracias.



Natalia Briongos Hernández

Gerente de ASOVICA

 

Cuesta llegar hasta la nave 7 de la parcela 54 del Polígono Industrial de Las Casas en donde se encuentra ASOVICA, pero merece la pena. La  gerente de esta institución soriana de ayuda a la salud mental, Natalia Briongos (Soria, 1978), nos recibe con toda amabilidad en su pequeño y cómodo despacho. Nos cuenta que todos sus estudios primarios y secundarios los hizo en el Sagrado Corazón. Recuerda a Sor Concepción, que le impuso la primera escarapela por saber leer, y a Sor Consuelo, por la paciencia que tenía con ella y sus compañeras. Su padre fue trabajador de la construcción y su madre, hasta que se casó, empleada en Galletas Tejedor. Su hermana, ejerce la fisioterapia en Valladolid Ella quería ser psicóloga infantil, pero, por pura casualidad, estudió Psicología en la UNED de Soria. Casada, tienen dos hijos, Manuel y Arón, de ocho y cinco años, con los que comparte su afición a la pintura, películas como “COCO” y el conocimiento de artistas de su generación como Eric Clapton. La honestidad y la claridad, nos dice, son algunas de las virtudes que intenta inculcarles.

Nos explica que ASOVICA es un grupo que, además de 40 técnicos y quinientos asociados, cuenta con dos Centros Especiales de Empleo en los que trabajan cerca de 60 personas, dos centros ocupacionales, 5 viviendas, la Fundación FADESS y una Residencia dirigida por Marcos Gómez.

Voluntaria desde muy joven, ha pasado por todos los puestos de responsabilidad: cuidadora, educadora, psicóloga, coordinadora y gerente. Le gusta lo que hace. Es enriquecedor, comprometido, vivo, y proporciona, nos confiesa, muchas satisfacciones a pesar de su complejidad. Asovica tiene como objetivo la potenciación de las capacidades de las personas que integran sus Centros, el apoyo al desarrollo de su autonomía,  el fortalecimiento de su  autoestima y su recuperación. El periodo de confinamiento domiciliar supuso, en ese sentido, un fortalecimiento del proyecto, ya que el contacto telefónico y presencial entre técnicos y personas atendidas funcionó a satisfacción de todas las personas que conforman esa gran familia. La atención, el respeto, la consideración, el trato igualitario son para ella los fundamentos de su trabajo. Segura de sí misma, tenaz, exigente, justa, nos habla de la vida diaria en el Centro y sus buenos resultados.  Su proyecto de vida, afirma, está centrado en su trabajo y en su familia. Optimista y activa, trata de colaborar, ayudar y encontrar la solución adecuada. La felicidad, piensa, “no es total en todo momento”. Nos cuenta que ASOVICA recibe ayudas del Ayuntamiento, Diputación, Junta de Castilla y León y empresas sorianas. No, no es supersticiosa. Su color es el azul del cielo y del mar, pues le da tranquilidad, y el 7 su número desde pequeña. El Mirón, el Castillo, el Duero, porque le encanta el agua, son lugares que frecuenta a menudo. Conoce Méjico, Lituania, Letonia, Andorra y Portugal. Destaca Tallin, la capital de Estonia. Nos habla de Cuellar de la Sierra, en donde tiene una casa de piedra, un bonito jardín y pasa todos los fines de semana. Lee, para desconectar, novela de intriga, misterio, “El paciente” y “La reina virgen”, buscando los perfiles psicológicos de los personajes. Le gusta toda la música menos el reaggeton. Dos grupos: El Mago de Oz y Estremoduro y una película española: “La torre de Suso” de Tom Fernández. La visita final a los dos talleres nos ayudan a comprender el buen ambiente de trabajo y vitalidad compartido. Bajo la dirección de una joven soriana, activa y emprendedora. 



Natalia Tejedor Martínez

Atleta

Ante una persona joven como Natalia Tejedor Martínez (Soria, 1999), lo primero que se nos ocurre es preguntarle por sus proyectos. Atleta, becaria externa del CAEP, la respuesta no contiene las palabras éxitos, medallas, olimpiadas, sino entrenamiento, ganas, y buen ambiente entre compañeros y compañeras. Es decir: esfuerzo y generosidad. Alumna durante años del Sagrado Corazón, Natalia Tejedor cursa este año segundo de bachillerato en el IES Antonio Machado. Y le gustaría entrar en INEF. El patio de la casa, en la Plaza Ramón Ayllón, jugando con sus primos y hermana, le hizo pensar en la práctica deportiva. Inquieta, fue probando las distintas modalidades, hasta decidirse por el salto de longitud. Sus padres, Jesús y Ana, así como su hermana Beatriz, con la que se lleva un año, la apoyan y siguen a todas partes. Sus referentes son sus queridos abuelos, Efrén y Conchita, Jesús y Angelines, que le han inculcado el sentido del esfuerzo y de la familia. No tardó mucho en participar en los Campeonatos Escolares, antes de su primera participación, con su Club Deportivo Atletismo Numantino, en el Campeonato de España Cadete al aire libre (Ciudad Real, 2015), en el que quedó segunda, con una marca de 5,54 m. En 2016 fue cuarta en el Campeonato de España Juvenil. Su marca personal, 5,74 m., la obtuvo, junto con la medalla de oro, en el Campeonato Autonómico, celebrado en Salamanca el pasado mes de febrero. Lo que le permitió participar en el Campeonato de España Absoluto, siete días después, en la misma pista. ¿Cuál es, le preguntamos, el movimiento más importante en un salto? Lo piensa y responde: la “batida”. Su entrenador, Enrique Márquez Calle, Presidente de su Club y ex plusmarquista español de salto de altura, es muy querido, nos asegura, por su cercanía y dedicación. Nos enseña la APP (Dropbox) en la que lleva la programación de cada semana: saltos, arrastres y gimnasio. ¿Ayudan las nuevas tecnologías?, le preguntamos. Sí, afirma: “Sirve para difundir información deportiva, lo cual motiva a los deportistas”. El apoyo, por lo tanto, es muy importante: facebook y twitter del Instituto, familia, compañeros y amigos. Los estudios los lleva bien. Hace inglés, francés como segunda lengua, y le gusta el italiano. No le queda tiempo para leer, comenta, salvo los libros obligatorios del instituto. “Historia de un segundo”, de Jordi Sierra i Fabra, por ejemplo. Nerviosa, insegura, dice, las cualidades más importantes de una saltadora son, para ella, las ganas y la constancia. También la resistencia. La cabeza. Los días malos no son un fracaso, sino un acicate, confiesa. ¿El futuro? Sueña un poco, y no descarta nada, pero es consciente de que este oficio es de paso a paso, responsabilidad y rigor. ¿Sus atletas favoritos? “Los que reflejan humildad y sacrificio”, asevera. “De pequeña –recuerda-, mi ídolo era Marta Domínguez”. Así que le escribió y la respuesta fueron, “nada más y nada menos”, dos fotografías firmadas y una cinta con su nombre. A Natalia Tejedor le gusta viajar. Ha estado en Sicilia, en Francia, escalando con sus padres algunos Ibones de los Pirineos, Berlín, Londres, Dublín, Viena,… Su ciudad: Amsterdam. Ve cine, pero no siempre termina las películas, salvo que le interesen, como “El diario de Noa”, de Nick Cassavetes. De la música se queda con el “Reggaeton”. ¿Una canción?: “Pa la cámara”. Su color, el rojo, como el de su equipo; y su número, el que le corresponda, pero prefiere los pares y terminados en ocho. Le preguntamos por un lugar de Soria. Se queda con El Cubo de la Solana. En invierno: la nieve de Urbión. Socia del CES, esquiadora ocasional. El tenis otro deporte del que ha disfrutado mucho y participado en torneos municipales. Ambiciosa, decidida, dispuesta, y un tanto supersticiosa, el deporte de competición forma parte de su vida. Lo disfruta, lo vive intensamente y le apasiona desde niña. ¡Suerte, Campeona!

 


Nines Isla

Diseñadora industrial y artista

 

Ángeles Isla Ortega (Calatayud, 1970 ) fue durante ocho años (1993-2002) profesora de Diseño Industrial en la Escuela Elisava de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona. Un instrumento preciso y creativo, nos comenta ella, para el incremento de la productividad, gracias a la innovación, tal como lo define Bruno Munari en su libro, "¿Cómo nacen los objetos?", uno de los libros que admira.

De sangre soriana, a los diez años ya vivía en Soria. Estudió primero en el Sagrado Corazón y realizó el bachillerato en el IES Castilla, dejando su huella (16 años) en un mural de doce metros de largo que, como alumna de Carmen Pérez Aznar, diseñó, pintó y se conserva intacto en la segunda planta. Treinta y tres años después, hace unos días, frente a él, un grupo de alumnos y alumnas, su profesora, nosotros y la directora, compartíamos sus explicaciones con absoluta admiración. Su idea era la de homenajear la Libertad y a los pintores cubistas: Picasso, Dalí, Juan Gris y Léger. Heredó cualidades de su padre, Leoncio, de La Barbolla, ordenado y metódico, y de su madre, Felisa, de Fuentelaldea, intuitiva y espontánea.

A los diez y ocho años, tras formar parte de la primera promoción del Bachillerato de Arte, a nivel nacional,  prosiguió sus estudios de Diseño Industrial y Delineación CAD en la Escuela Universitaria Elisava de Barcelona. Allí estudió y diseñó los mil y un objetos durante cinco años: muebles, lámparas, grafismos, escaparates, interiores… Después, como profesional, colaboró en proyectos de diseñadores de renombre. Consolidada en su trabajo, puntera en su oficio, apostó por Soria en 2002. Desde entonces, ha trabajado en Soria como diseñadora gráfica y de interiores, delineante proyectista en ingeniería Emea y en Acciona,  dependienta, encargada de tienda, pintora, profesora,…Y siempre con el mismo ánimo, afán y alegría.

Rigurosa, organizada, innovadora, experimentada en gestión de equipos, trabaja sin parar para evolucionar. Nos comenta que este verano, en El Casino, transformó el salón Gerardo Diego en una sala de exposiciones diferente. Buscaba que sus cuadros dedicados a las mujeres, con trazos de una sola línea, colorista y contemporánea, generaran un diálogo Artista-Espectador.

A Nines Isla le gusta escribir, crear melodías espontáneas, hacer teatro. Los diseños de sus carteles e ilustraciones que narran, admírenlos en su web -www.ninesisla.com- son un pequeño lujo. Reflexiva, generosa, su reto es contribuir, crear, y siempre con colores vivos. Admira a Leonardo da Vinci, porque, como ella misma demuestra en sus creaciones, asegura, todas las artes y disciplinas de diseño están unidas entre sí.

Recreandum Diseño es su marca comercial. Con ella pretende llegar al corazón de todas las personas y compartir con ellas la sensibilidad, la igualdad, la libertad, la felicidad. Nos muestra alguno de sus originales cuadros de gran formato, de colores amarillos, rojos y verdes: “Mujer bailarina”, “Mujer leyendo en la playa”, “Niña con cordera”, “Dos mujeres con sombrero”. Y un cartel, de fondo inmaculado, con palomas rojas y blancas, libres. En 2015, obtuvo uno de los premios del Festival de Cortos. Una bonita alegoría al encuentro, al amor: “Alegría Soria-Zhivago 1965-2015”. Nos cuenta sus performance de este verano con cartón ondulado, cuyo material le apasiona.

Nines Isla va siempre con su libreta para anotar sus nuevas ideas. El caso, pensamos nosotros, es crear. Una artista global. Suerte de ciudad.



Nines Ruiz Díez

Sara Carnicero Boyano

Presidenta y jugadora Sporting-Santo Domingo

Nines Ruiz (Ciria, 1958) y Sara Carnicero (Soria, 1991) son la Presidenta y capitana del recién fusionado CD Voleibol Sporting-Santo Domingo de Soria; equipo este último que nació, nos cuenta Nines, en 1997 gracias a Pilar, Inés, Quique, Nines y Feli. Desde entonces, con el apoyo permanente de Autoescuela 2000, ha visto pasar por sus equipos de todas las categorías a más de dos mil jugadoras. La Presidenta se define como una mujer luchadora. Escuchándola, añadiríamos: decidida y convencida. Estudiante del Sagrado Corazón, Castilla y Politécnico, ha trabajado durante muchos años como auxiliar de enfermería (Sala de Pablos, 35 años en urgencias del Hospital Santa Bárbara), y ha formado parte de la Junta de personal. El Covid tiene dos caras para ella: el dolor personal y el de las personas que lo padecen. Es fácil recordarlo y difícil de olvidar, apostilla. Junto a Jaime, su marido, han criado a dos hijas, Paula y Elena, y tres nietos: Yara, Iker, Alejandro. Su padre, Manuel, era obrero, y su madre, Ángeles, ama de casa. Los padres de Sara, Roberto y Mª Jesús, son maquinista y funcionaria. Estudió en el Infantes de Lara, Virgen del Espino, y se especializó en el INEF de Madrid en rehabilitación. Desde este curso, trabaja como profesora de Educación Física en los Escolapios. “Me gusta enseñar”, nos dice. Está vinculada al voleibol desde los 10/11. A su regreso a Soria, tras jugar en el equipo de la Universidad Autónoma y su año de Erasmus en el Reims Metropole, de 2ª división francesa, quería volver al Santo Domingo. La fusión de los equipos masculino y femenino ha supuesto, para Nines, el broche de oro de la trayectoria del Santo Domingo como promotor del voleibol femenino. En este sentido, recuerda con agradecimiento la labor de J. Ignacio Osuna como entrenador durante todos estos años.

La historia del club, nos aseguran las dos, está llena de entusiasmo, generosidad y reivindicación de un espacio justo en Los Pajaritos, tras su paso por el San Andrés y Las Pedrizas. Reciben el apoyo económico -aunque no sea suficiente- de instituciones, empresas y su propia aportación. Las dos expresan su satisfacción por el trabajo y los logros conseguidos. Sara, receptora, es para Nines una jugadora luchadora, comprometida, trabajadora. Fue campeona de España infantil con la selección de Castilla y León y le gusta escribir. Nines nos cuenta, por su parte, su cuarto de siglo plagado de vivencias en el club.

El voleibol, nos recuerda Sara, es un deporte técnico, táctico y explosivo. Se necesita potencia y control del balón. Ha viajado por medio mundo al encuentro siempre de la cultura de cada país: Europa, Japón, Duway, Finlandia, Tailandia,... De Soria subraya la calidad de vida, El Mirón, La Laguna Negra. Le gusta el género novelístico. Janne Musso, por ejemplo. A Nines le sorprendieron China e Israel. También las historias nazis de Polonia. Su personaje sería Clara Campoamor. Su postre y plato favoritos, un bocadillo de jamón serrano con tomate y el chocolate. Los de Sara: las lentejas y la tarta de queso. El naranja sería el color de Sara; el negro, el de Nines. Como cantante, se queda con Sabina y con Serrat. Y con las películas: La vida es bella, El Pianista o Ben-Hur. A Sara le gustan todas las que le hagan pensar. Entre ellas, Origen, de Christopher Nolan. Dos deportistas, Sara y Nines, de categoría y primer nivel humano y deportivo.

 


Norberto Francisco Moreno Martín

Saxofonista y compositor


Hace unos días, Norberto F. Moreno (Soria, 1983) daba un recital de música de saxofón, Sefarad-España, brillo, cultura y arte, en el Conservatorio. Su padre, Norberto, ferroviario, recorrió el país durante cuarenta años. Su madre, enfermera, ejerce con mimo su profesión. Recuerda a sus abuelas, Teresa, de Golmayo, y Emilia, madrileña, que emigró a Barcelona cuando la Guerra. Tampoco se olvida de su abuelo Norberto, de Cazorla (Jaén), que tanto influyó en él. Un día de los años 50 llegó a Soria para a ocupar la plaza de bombardino en la Banda Municipal, la dirigió después, enseñó a muchos de sus miembros y compuso, siempre tan atento, “Añoranza Sanjuanera”.

Nos enseña sus dos libros: “El gran piano de la Amistad” (2018), trabajado y completo, y “El sonido de la vida” (2017). Y sus dos discos: “Impresiones de Autor” (2014) y “Sefarad” (2019).  A los cinco años ingresó en la escuela de música del japonés Shiro Sato. Fran Cruz fue su profesor de piano.  A los nueve, ya estudiaba en el Conservatorio. Los Franciscanos, las Anejas y el Sagrado Corazón lo tuvieron en EGB. Pero su cabeza “estaba en la música”. En el IES Castilla, los profesores Alfredo Vallejo y Ángel Tejedor le descubrieron a Platón y a Santo Tomás. Allí le entró la curiosidad y las ganas de conocer el mundo. Tiempos de “La Pasión según San Mateo” de Bach, que, a su juicio, une “el cielo (lo divino) y la tierra (lo humano)”. Maestro de Música desde 2007 en un sinfín de aventuras docentes, terminó aquel año el Primer Ciclo de Grado Superior de Saxofón en el Real Conservatorio Superior de  Madrid, formando parte de la Banda del RCSM. Investigador apasionado, se graduaría en 2015 en Geografía e Historia por la UNED.

        Verónica, su mejor consejera y musa, es la madre de sus hijos: Sofía y Víctor. Riguroso, exigente, perfeccionista, ha sido saxofonista en numerosas agrupaciones, comenzando por la Banda Municipal de Soria, donde aprendió el apasionante oficio de músico, y lo es desde hace una década en la de Almazán. Entre sus compositores: Wagner, Chopin, Brahms, Dvorak…. Entre sus sueños: poner música a una película y ser profesor universitario. La SGAE tiene registradas 97 piezas suyas o adaptadas por él. Entre ellas, sus marchas para las cofradías sorianas.

    Solista, nos habla de sus conciertos y, en particular, de los que interpreta en los pueblos de Soria, con cuyas gentes comparte cultura y sentimientos. “Eso es música desde el corazón”, afirma convencido. Le conmovió, como lectura juvenil, “El Jarama” de Ferlosio. Le apasiona “El nombre de la Rosa”. También Galdós, Pío Baroja, y las películas: “Los Goonies”, de su infancia, “Casablanca” y “Ciudadano Kane”. Atleta, correr es para él un estilo de vida, una fuente de inspiración. En su mochila, además de las zapatillas, nunca falta un pentagrama, un lápiz y una goma. Le encanta, como sitio, el Mirador de Valhondo, esa “sinfonía de paz” que no deja de visitar cada año en sus cuatro estaciones. Más lejos, elige Roma, como ciudad eterna, Nueva Orleans, y, como personaje, Eduardo Lallana, “un artesano del pensamiento”. Su número es el doce y sus colores tienen nombre de notas musicales. Uno para cada una.  El concierto ha comenzado. La música, afirma convencido, es “el primer regalo de Dios para el hombre, junto con la vida”.  Su saxofón, laico, está listo para rezar una oración por Antonio Machado el día 22 en la Plaza del Vergel. No se lo pierdan.

 


 Nuria Rita Sebastián Cisneros

Editora y gestora de proyectos web


Nacida en Barakaldo en 1977, Nuria Rita tiene en Casa Tía Julia de Ciria, el pueblo de Nuri, su madre -mujer pragmática y con seny, a decir de su hija, uno de los centros de su vida familiar y profesional. Un refugio de ideas, un proyecto en donde compartir, innovar y crear: talleres de literatura, seminarios de ética y tecnología, eventos culturales,... Julia, la dueña de esta casa, era la hermana de su abuelo Antonio Cisneros, casado con su abuela Laureana García en 1942 en La Mayor.

Afincada en Vitoria, todavía bebé, con su familia, nos cuenta que su padre, Domingo, de Pineda de la Sierra (Burgos), ha sido siempre creativo e inventor y le regaló su primer ordenador con un pequeño premio de la Bono Loto.

Periodista por la Universidad del País Vasco, en donde diseñó su primera web, a los 14 años ya dirigía la revista de su colegió, Valle Inclán, de la capital alavesa. Era estudiante de notas, le gusta aprender y recuerda el orgullo que sentía, mezclado con una cierta timidez, cuando, estudiando COU en “Los Herran”, escuchaba relacionar a Soria con Machado.

Doctoranda en torno al cine de Alberto Cavalcanti, realizó, entre otros estudios, un proyecto digital en México, un postgrado de publicación y edición de textos y un master de cine documental. En su primera etapa profesional, trabajó durante siete años, como miembro de su equipo fundador, en la revista on-line Consumer de la Fundación Eroski. La UNED la contrató más tarde para programar su matrícula y liderar los contenidos web de los nuevos planes de estudios. Mi profesión, comenta, “consiste en traducir e interpretar, buscar soluciones innovadoras a problemas informáticos y de comunicación en distintos campos.” Para ella, la fusión entre letras y ciencias es indispensable. De manera que, a su juicio, las profesiones relacionadas con la lingüística “tienen un gran futuro, pues la base de la comunicación sigue siendo el lenguaje escrito.” Además de Casa Tía Julia, dirige como autónoma una empresa de consultoría tecnológica de contenidos, edición de webs y redes sociales. Editora con carrito, su blog, nos acerca a esas cosas pequeñas, llenas de recuerdos y vivencias, que tanta trascendencia tienen para ella. Disfruta aprendiendo con la gente mayor. Le cuentan y les cuenta. Sabe y comunica con soltura y claridad.

Nos enseña el último número de la revista Iguazú, dirigida por ella desde los 19 años. Un modelo, a nuestro juicio, de arte y edición, formato y contenido. Conoce mundo:  Canterbury, donde estudió el último año de carrera, México, Buenos Aires y sus librerías de la calle Corrientes, Nueva York, París, Italia… Pero no se olvida de Vitoria, una ciudad pensada para las personas, asegura. Ni de Ciria, en la Ruta de Leonor Izquierdo (1903), a mitad de camino entre la capital y la estación del AVE, con la casa del maestro en la Placetilla, presidida por una Olma. Cita Peñalcazar, como sitio mágico, el verde y el cinco como su color y su número. Nos recomienda “La historia interminable” de Michael Ende, “que ha crecido conmigo y yo con él”, y como plato las migas con piña de la Venta de Malanquilla. Nuria habla inglés, catalán, entiende euskera y no se cansa de recordar la película «80 egunean», a María Moliner y a Carmen Martín Gaite, a la que le tiene dedicada la web https://loraroesvivir.com. Soria, concluye, está llena de un enorme patrimonio, material y humano, y tiene que mirar al futuro.

 

 

Matilde Lafuente Baños

 Comerciante


Cerrar su puesto en el Mercado de Abastos (viejo-Nuevo), “Pollería Matilde”, no acaba con 48 años de dedicación de Matilde Lafuente, su dueña, a la venta al público. Son muchos días de historia. Primero, durante 28 años, como empleada, en una pollería de toda la vida, para pasar después, en 1998, a ser propietaria de un puesto en el Mercado de Abastos, remozado por ella misma, nos dice, “por todo lo alto”. En su primer empleo, Matilde entró con 15 años. Su hermana Mercedes leyó un anuncio en “Hogar y Pueblo”, y allí que se presentó para solicitarlo. Y en él fue feliz, trabajó a gusto, se implicó, fue respetada y querida, y, mientras trabajaba, se esforzó en seguir aprendiendo y creciendo como persona. De su clientela sólo cuenta maravillas. La conocen, la aprecian, y ella les corresponde con cariño, atención, elegancia y agradecimiento. Matilde Lafuente nació en el Hospital Provincial de Soria (Nicolás Rabal), pero vivió en Lubia hasta los 14 años. Su padre trabajaba allí de caminero, y el padre de su madre, fue guarda de la casa forestal de Lubia. Activa, organizada, ayudaba a su padre a cuantas tareas hicieran falta: atender al ganado, los quehaceres del campo,... En el verano, en las eras; en el invierno, en el monte. Fue cuidada por sus hermanos mayores y ella cuidó de los “pequeñitos” (sus hermanos menores). Ayudaba también a su madre, María, que, a sus 97, lee, nos cuenta, “vuestro periódico” (El Día de Soria), y vive en su casa como una reina, acordándose de todo, orgullosa de sus 11 hijos. Matilde lee menos. No tiene tiempo. Le gusta, sí, la música clásica; “y bailar”, añade. Y ha sido jurada de la cuadrilla de “Santa Catalina” en 2002. Le encanta cultivar flores, criar tulipanes, y, los domingos, bajar a “Los Pajaritos” como buena numantina. El último día, los tulipanes la acompañaron en su despedida. ¿Viajar? El año pasado estuvo en París. Era su sueño. Ya lo ha cumplido. ¿Otros países? Se queda pensativa. Su afición es trabajar. Se sienta, le da vueltas. La nostalgia. Le cuesta hacerse a la idea del adiós a su clientela, a su puesto, a sus flores, a sus fotos, que lo decoran. Nos enseña la foto de su hija, que trabajaba con ella. Muy guapa, le decimos. Las madres, nos asegura, somos así. Echa ya de menos levantarse pronto, estar en el puesto a las siete, hasta las tres, de lunes a sábado, más dos días, por la tarde, cada semana. Ha sido su vida. Dueña y señora. Le da pena. Se calla. La esperan la familia, la hija, la nieta -“la niña de sus ojos”, el marido, numantino de la calle Numancia,... No parará. No le quedará tiempo. Seguirá siendo la misma, de palabra justa, reflexiva, amable y discreta. Inteligente. Le quedan las anécdotas, las vivencias. Y una obra para la historia. Le preguntamos por su librillo de comerciante. Amabilidad, primero, “cariño, calidad de los productos, presentación y frescura”. Sí, existe una gran competencia entre los puestos, afirma, pero también mucho respeto y buen ambiente. Exigente con los proveedores, su clientela lo era también con ella. Mujeres, sobre todo, pero también algunos hombres. A todas y a todos ha tratado y servido por igual. Todas y todos la aprecian y la echarán de menos. Nos habla de los regalos que le hacen y han hecho. El último, dos cajas de bombones para su nieta. En el bar, en el que nos invita a lo que queramos, Matilde tiene su sitio y su nombre. A unos y a otros va diciendo que ya no irá al nuevo Mercado Nuevo. Lo sienten, pero comprenden. ¿Qué pasará con tus clientas y tus clientes?, le preguntamos. Irán a otras pollerías, nos asegura. Soriana de corazón, no les olvidará. Es la hora de cerrar. El puesto está lleno. Se escucha el silencio y el ruido. Es jueves, 30 de marzo de 2017. El Nuevo Mercado ha quedado muy bien, señala. No, no se va por cansancio. “Afrontaré esta nueva etapa –la escuchamos- con discreción, elegancia y alegría. ¿Qué haré? De momento, el lunes me daré un paseo por el Duero.” Ha sido feliz. Una vida entera. ¡Adiós! No. Hasta mañana. Gracias.  



 Nuria Santa Cruz García

Gerenta Autismo Soria

 

La soriana Nuria Santa Cruz García es una mujer dinámica, comprometida, directa, con una visión clara de sus objetivos y una idea concreta, estudiada, de su tarea: situar el trastorno del autismo en el lugar que le corresponde. Explica, razona, se posiciona,… Conoce la realidad de su trabajo y quiere compartir su comprensión. Estudió en el Sagrado Corazón hasta 8º. De su madre, Encarna, recibió una buena educación religiosa. Tiene un hermano, Raúl, y dos hijos, Raquel, de 14 años, y Daniel, que quiere ser ingeniero militar. Luis Alberto, su marido, es capataz forestal

Buena estudiante, terminó 1º y 2º de BUP en el Instituto Castilla. Y dejó de estudiar. Quería trabajar, ganarse la vida. Pero, tras tres meses como dependienta en una droguería, se apuntó al nocturno del IES Machado, terminó cuatro cursos de psicología en la UNED y acabó graduándose en Educación Social. Sus asignaturas favoritas estuvieron siempre relacionadas con las personas: sociología, antropología, psicología. A los 16 años, ya era voluntaria de ANDE; después lo sería de ASAMIS, en cuyo Centro comenzó a trabajar en 1991, encargándose, durante dos años, del Programa de Empleo para personas con discapacidad. Cuidadora hasta el año 2000, califica de buena, dura y a días difícil su experiencia laboral. Escuchar, hablar, empatizar son tareas imprescindibles, comenta. El compañerismo y el espíritu de familia son, por otra parte, las señas de identidad de todo el colectivo. Hay medios, nos recuerda, pero también mucha voluntad. La atención es suficiente, pero hay menos opciones. Trabajó en el Colegio Santa Isabel y en la Residencia Fuente del Rey. Allí aprendió a superar sus propios límites “y a ser capaz de hacer cosas que no esperabas.” Las personas mayores, asegura, aportan mucho.

Se incorporó a la Asociación Autismo de Soria en 2014, cuatro años después de su fundación en 2010. Está financiada por las propias familias, algunos convenios con entidades e instituciones y subvenciones a proyectos concretos y competitivos de instituciones públicas y privadas: Caja Rural, Club Voleibol Rio Duero, Copiso, Orona, Ayuntamiento, Diputación, Fundación Once... El Centro lo llevan ocho profesionales totalmente cualificadas e implicadas: Trini, Raquel, Eva, Inés, Itziar, Rachel y Berta. Un trabajo agradecido, nos dice, y muy valorado por las familias. El autismo no se ve, no se nota, nos recuerda.

A Nuria le gusta viajar, pero lo ha hecho poco. Destacaría Londres, por su mezcla de culturas, Oporto, Mérida, Toledo. De Soria, cualquier rincón de El Valle y, sobre todo, la capital: “Lo tiene todo, lo que se ve y sus oportunidades.” Siempre le ha gustado escribir. Y leer. Novela, por ejemplo: El humor de vez en cuando, de Javier del Castillo. Sus autores: Stephen King y Gloria Fuertes. Una canción: “Sweet Child O' Mine” de Guns N' Roses. Una película: Avatar.

Le gusta probar haciendo postres. Su plato: la Lasaña. Valora el arte de Dalí y a personajes como Clara Campoamor, por su defensa de los derechos de las mujeres, y a Greta Thunberg “por su juventud, por su lucha y por el ímpetu que pone en todas las cosas en las que cree.” A su juicio, “faltan cosas en Soria, pero tenemos que aprender a valorar y potenciar lo que tenemos ya.” Su mejor reconocimiento: “ver que mis hijos se convierten en unas fantásticas personas y acostarme con la sensación de haber dado lo mejor de mí.” Voluntad personal y servicio público. Gracias.



Óscar Jiménez Morales

Empleado

 

Se acerca la Semana Santa. Óscar Jiménez (Soria, 1972), Cofrade Mayor de la Virgen de la Soledad desde 2022 y secretario de la Junta General de Cofradías, lo tiene todo preparado. Trabajador, constante, emprendedor, tiene dos hermanas: Paz y Alicia, son farmacéutica y directora del Sagrado Corazón en su tiempo. Sus padres, Javier, empresario, y Manuela, él nació en Soria y ella en Cabretón-Cervera, como mi padre, un bonito pueblo de La Rioja.  Estudió en los Escolapios y en el IES Castilla, y se graduó en Derecho en la Universidad de Zaragoza. Máster en riesgos laborales, monitor de tiempo libre, fue socorrista de la Cruz Roja y colaboró durante dos años en Cadena Dial.

Su vida laboral comenzó trabajando con su padre, luego de asesor financiero y, desde hace diez años, administrativo en Hierros Gil. Le gusta el contacto con la gente, nos asegura. Hablamos largo y tendido de todo: de nuestras familias, de tantas anécdotas, de tantos detalles y recuerdos. En 2008, un año importante para él, le propusieron ser secretario de la cofradía La Virgen de la Soledad. “Ella me ayudó”, confiesa. También Tomás, el párroco del Espino. Le dieron un pen driver y, convencido y entusiasmado, se dedicó desde el primero momento a mejorar todo lo que fuera posible: el nuevo manto para la Virgen, el engalanamiento de la Ermita, el archivo, el Cristo del Humilladero, influencia de Juan de Juni. Para él, la Ermita da paz y tranquilidad a mucha gente. Y está bien muy cuidada por sus fieles Camareras.

Religioso, comprometido, le gusta lo que hace. Le llena, le permite desarrollar sus inquietudes, estar con mucha gente, ser solidario y trabajar para los demás.  Aunque pertenece a la Parroquia del Espino, colabora con la de San Francisco (encuentros de villancicos, Navidad, concierto “Música para María” en septiembre, exposiciones, concurso de fotografía), y cuida de la Ermita de la Soledad, sede de la Cofradía, compuesta por 520 cofrades, más mujeres que hombres, cuyo símbolo es un corazón atravesado por siete puñales. En Semana Santa se revisten de blanco, con capa negra y cinturón amarillo en su procesión del Jueves Santo por la noche, escoltados por la guardia civil -Hermanos de Honor-, entre la Ermita y San Pedro, con llegada a las dos de la madrugada. A las doce, la procesión se para delante de la Casa de los Poetas y una persona declama un poema o lee un texto. En la 10 edición fue Manuel Melendo, conserje del Casino. En otras, Carlos de la Casa,.... Las mujeres acompañan a la Virgen, los hombres al Cristo del Humilladero. El viernes Santo suben a la Virgen desde la Concatedral, le cantan un salmo y la recogen en la Ermita. El Domingo de Ramos los protagonistas son los niños y las niñas.

Terminamos hablando de muchas más cosas. Sus lugares predilectos: San Saturio, la Dehesa, Vinuesa, la Riviera Maya de México, Roma, la ciudad entera y el Vaticano. Y El Pilar en Zaragoza. Sus libros: “Los pobres de la Tierra”, de Ken Follet, y todos los de historia. Dos personajes: Bécquer, Garcilaso de la Vega y Juan Pablo II. Le gustan los toros y Roca Rey como torero. Desordenado, reconoce, le gusta la improvisación, respetar los usos y costumbres, “las patatas a la riojana”, el “Rayo de luna”, la costrada, el tres y el lunes. Vive la guerra de Ucrania con desazón, con tristeza, con pena. Se levanta muy temprano. Le cunde. No se cansa. Motivación religiosa y carácter personal. Convencimiento y trabajo. Personalidad.  

 


Óscar Moreno García

Campeón de España

 

Óscar Moreno García nació en 1976 en Igualada, adonde, en 1964, sus abuelos (Ignacio y Catalina), su madre, Pilar, con 16 años, 4 tías y 4 tíos más habían emigrado procedentes de Guijosa (Soria). Después de ejercer varios oficios, el abuelo abrió una frutería, “Hermanos García”, en Vilanova del Camì, junto a Igualada y a una veintena de kilómetros del Monasterio de Montserrat. Un hombre emprendedor, recuerda su nieto con admiración y reconocimiento. Su padre, Vicente, nació en Tarragona, aunque su familia procedía de Dos Aguas (Valencia).

El pasado Sábado Agés, Óscar Moreno, catalán y soriano, se proclamaba en Fuenlabrada Campeón de España de lanzamiento peso, con una marca de 8,57 m. Ahora se prepara para el Campeonato del Mundo, que se celebrará en 2019 en Doha (Arabia Saudi), teniendo como objetivo su participación en las Paraolimpiadas de Tokio de 2020.

Desde los 5 a los 14 años aprendió castellano y catalán en la escuela Joan Maragall de Vilanova. Inquieto, tras un año estudiando electrónica, trabajó diez como chapista en el taller de su padre, con el que abrió posteriormente una tienda recambios en la que trabajó 10 años más. “Me sabía todas las piezas del coche sin ver. Hasta el último tornillo”, nos dice.

Muchas mañanas nos lo encontramos sentado en un banco bajando al Duero desde el Calaverón. Siempre con Simon, su Pastor alemán mezcla de Labrador, enorme, tranquilo y silencioso. Para conseguirlo, tuvo que pasar en 2009 un mes en los EEUU, junto con un intérprete, para recoger el perro que el “Club de Leones”, gracias a un convenio con la ONCE, entrega cada año a seis invidentes españoles. Necesitó un año de paciencia y pundonor para traerlo a mandamiento y convertirlo en un amigo fiel, autónomo, buen compañero de carreras, cabezón y, a veces, mimoso.

Ana, la mujer de Óscar desciende de Guijosa. Sus abuelas vivían una en frente de la otra, en una calle cerca de la fuente. Estudió enfermería en Barcelona, y, después de ejercer en Bellvitge, trabaja ahora en el hospital de Soria.

A Óscar Moreno le ha privado siempre el deporte. Siendo alevín, jugó en la misma categoría nacional A que el Barcelona C. F.  Lo dejó a los 12 años. Luego jugó al fútbol sala, pero no quería hacerlo con máscara. Así que probó el judo, el atletismo, los cien metros, el salto de longitud y hasta la prueba de maratón. Siguió con los ocho cientos, consiguiendo el séptimo puesto en los mundiales de Lyon 2013. En 2014 se lesionó, pero no dejó de trabajar la bicicleta hasta que se recuperó. Después de dos años parado, probó con el disco y el peso. Tiene posibilidades, le dicen, si depura su técnica, en esta última modalidad. Así que no deja un solo día de hacer pesas en el gimnasio Gálvez y la próxima temporada se entrenará en las instalaciones del CAEP.

A Óscar encanta pasear con el perro por el Pinar de Guijosa y pararse a pensar detrás de la pared del Convento de los Jerónimos. Leyó “Los pilares de la tierra”. Ha viajado por España y se cruza en Soria, nos comenta, con muchos catalanes. Escucha la radio, es conversador, animoso, sensible y directo. Aprender, investigar, conocer los mecanismos de cada cosa, son otras tantas de sus pasiones.

Mientras camina hacia su banco favorito, Simón le sigue con lealtad y aplomo. Los observamos de lejos. No le gusta el exceso de caricias, pero sí que se acerquen a él. En Tokio cumplirán 12 años juntos. Amigos para siempre. La medalla está asegurada. Mucha suerte.



 Palmira Llorente Romera

Administradora de Lotería


Estudios, número 7, frente al Nuevo Mercado Municipal, es el domicilio postal de la Administración Nº 5 de Loterías del Estado. Su propietaria, Palmira Llorente Romera (Soria, 1945), se instaló allí en 1984, y ya lleva 33 años compartiendo la suerte con toda su clientela. Empezó con la lotería de los sábados, pero ahora son todos los días de la semana: Lotería Nacional, Primitiva, Bonoloto,... Recuerda que su padre, Nicolás, cobrador de la luz y cajero en Iberdrola, tenía la costumbre de comprar un décimo con la paga del mes. Su madre, Manuela, de Las Casas, crió a cuatro hijas y un hijo, siendo un ejemplo para toda la  familia.

El colegio del Sagrado Corazón fue su único colegio. Recuerda a Sor Hernando, una monja vasca, alegre, hincha del Athletic. A los catorce años, comenzó a trabajar en casa de una modista, al tiempo que aprendía “corte y confección”. Dos años después, entraba de dependienta en la sección de mercería de los Grandes Almacenes Redondo y Jiménez, General Mola 41, ocupando, poco después, el puesto de cajera, hasta el cierre del establecimiento en 1978. En 1980 abrió, con Teresa Tejedor, la Librería Bécquer, en la Ronda Sanz Villa. Fue entonces cuando le concedieron una de las tres plazas de lotería. No se vendía mucho, recuerda, y la comprobación de los premios resultaba muy complicada. Ahora, el sistema informático que gestiona con habilidad no falla nunca, nos asegura. Tampoco la buena relación lotera-jugador-jugadora, el lenguaje del mundo de la lotería, y hasta el mismo San Pancracio, que preside el local desde lo alto.

Después de tantos años de trabajo y suerte, Palmira Llorente sigue siendo una mujer pragmática, tranquila y nada supersticiosa. Le gusta leer y escuchar la radio. Compra el periódico todos los días. Su primer libro fue “Viento del este, viento del oeste”, de la escritora americana, Pearl S. Buck, Premio Nobel de Literatura 1938. El último, un libro de viajes, regalo de su hermana. Entre medias: Javier Marías, Arturo Pérez-Reverte, Almudena Grandes,…

En todos sus años de lotera, Palmira Llorente ha repartido muchos premios, grandes y pequeños, a sus clientes, clientas, abonados o no. El 17.033, por ejemplo, fue el quinto en el sorteo de Navidad de 1997, que compró casi íntegro el Frente Rojillo. Y dio otro de primera categoría de la Bonoloto, sellado el 3 de junio de 2016. Mientras hablamos, la gente entra y sale. Pregunta. Comenta. En general, los números bajos no gustan, nos cuenta. Tampoco los que llevan muchos ceros, pero sí los terminados en 13. Hay quien pide el número que sume una cifra concreta, y otros no exigen nada. Pragmática, rigurosa, atiende con discreción y generosidad. Ellos gastan más, comenta, pero, con todos y con todas comparte las noticias de cada día, la salud y la suerte.  

Su hobbie más importante es viajar. Primero fue a Lourdes, pero New York ha sido la ciudad que más le ha impactado. En España: Madrid, Cáceres,... Estuvo en Rusia en tiempos de Gorbachov. También ha visitado San Petersburgo, Cuba, Argentina (Patagonia), París,… Los paseos junto al río son diarios. Su música preferida, la clásica: Beethoven (la Novena Sinfonía), Mozart,… Recuerda con nostalgia Clásicos Populares, de Carlos Tena, Fernando Argenta y Araceli González, en RNE. Y nombra a Serrat, El Mediterráneo, Sabina, Mocedades,… Y aquella canción del Dúo Dinámico: Quince años tiene mi amor. Le encantaba. Una mujer, Palmira, justa, sabia y culta.

 


Enrique Pascual Oliva

Entrenador


Cuando era niño, Enrique Pascual Oliva (Brias, 1957) no pedía juguetes a los Reyes Magos. Le traían, como a tantos otros de su generación, unos calcetines, golosinas, y, como manjar, águilas de mazapán. Más tarde, algún camión,… Este año, tras 32 años como profesor de Educación Física en el Instituto Antonio Machado, el regalo será la jubilación. Solo administrativa, por supuesto, pues proyectos no le han faltado nunca, y seguirá con su gran hobby: entrenar a su pequeño grupo de atletas, entre los que se encuentra Dani Mateo, octavo en los pasados Campeonatos de Europa de Cross. “Toda una hazaña”, asegura.

El deporte le ha gustado siempre. A los once años, cuando iba a esperar a su madre a la salida del trabajo (auxiliar en el Hospital antiguo), echaba ya sus buenas carreras con ella. Una mujer, nos dice,  que gobernaba con tino la casa, y que hoy, a sus 87 años, se maneja divinamente con las nuevas tecnologías. Su padre era el hombre del pundonor, del esfuerzo y de la constancia. Así que, hijo de ambos, Enrique Pascual Oliva cree en el trabajo y en lo que de positivo tienen los nuevos avances tecnológicos. “El resto no ha cambiado mucho”, apostilla. Enrique Pascual Oliva no cree en el consumo, ni en la moda, ni le gustan los regalos. No es fetichista. Ya no saca fotografías ni colecciona nada. Conserva, no obstante, monedas que le han sobrado de los países adonde ha viajado con sus atletas. A ellos les aconseja una alimentación variada, nada estricta. Y les pide: voluntad, compromiso y creer que a veces se alcanza lo imposible. Discreto, este maestro de deportistas tiene dos hijos, un hermano y dos hermanas.

Su primera escuela en Soria fue el Sagrado Corazón. Luego pasó a los Franciscanos, en donde conoció a Miguel Serrato. COU lo aprobó en el Machado. Continuó sus estudios en el INEF de Madrid. Durante esos años, fue primero y segundo en el Campeón Universitario de pértiga, y participó en dos Copas de Europa.

Siempre quiso ser profesor de educación física. Así que, a los 22 años ya lo era en los Franciscanos, que simultaneaba con clases de gimnasia de mantenimiento en el Ayuntamiento.

A Abel Antón lo conoció entrenando con vaqueros por la Dehesa. A Fermín Cacho, en Agreda, cuando trabajaba en su Ayuntamiento. Y así llegaron los tres a ganar la medalla de oro de las Olimpiadas de Barcelona (Fermín Cacho) o la Maratón de Berlín (Abel Antón), entre otras muchas carreras y campeonatos. El, ayudándoles; ellos sumando paciencia y ambición deportiva.

En 1985 comenzó a trabajar en el Instituto Machado. Todavía conserva el cuaderno de 1987, en el que tiene anotados todos los ejercicios preparados para sus alumnos. Su mujer, Amalia, profesora de química del mismo Centro, lectora empedernida, le aconseja en sus lecturas. La última: “Nacidos para correr”, de Christopher Mcdougall. Pero fue Isaac Asimov, y su trilogía, en la que cuenta la historia del desarrollo de la humanidad, quien le marcó en su día.

Aprendió a entrenar, nos dijo hace ya algunos años, “en el propio entrenamiento de la vida.Y así ha recorrido el mundo entero. De todos los países, se queda con Nueva Zelanda: “Un país agradable, tranquilo, limpio, con una naturaleza abrumadora, impresionante.” De Soria destaca sitios como La Toba, Castroviejo, Cueva Serena, y los rincones del Castillo, que recorrió tantas veces de niño.

“Mis ídolos son siempre los de mi infancia”, nos dijo aquella vez. Pero cita a Sebastian Coe, o al pertiguista sueco Issacson. Conserva de su juventud el sonido de algunas canciones de rock duro, interpretadas por Deep Purple, ACDC y otros como Pink Floyd, Alan Parson,… Las escucha en sus vinilos. Ahora está más cerca de la música clásica: Mozart, Borsak, Bach. Carmina Burana fue su musa en el glorioso 1992, que PROMECAL ha recordado este año concediendo su Premio Especial a Fermín Cacho, medalla de Oro de aquellos míticos 1500.

Inquieto, seguro, sereno, Enrique Pascual Oliva es un personaje de oro para el gran libro de una ciudad, Soria, que cuenta con tan magníficas instalaciones deportivas y tan históricos e históricas deportistas.

 


Patricia Muro Sánchez

Guarda rural

 

Mientras nos acercamos a Magaña, por Matalebreras y Castilruiz, Fuentestrún, en la misma carretera, nos trae a la memoria las visitas al Tío Marcos. Trébago, a la izquierda, nos acerca, tras la gran bajada, hasta el cruce. En lo alto, un hermoso castillo. Llueve. En el bar “buena ventura”, amplio y moderno, hablamos con Patricia Muro (Tudela, 1993), la guarda rural del Coto de Caza (San Martin), con una extensión de 5.000 hectáreas, que agrupa a Magaña, Villarraso y Pobar, y cuenta con más de 80 socios. Toñi, onubense, sirve en la barra a tres clientes: Arturo, Armando y Juan José. Está contenta en el pueblo. Nos habla orgullosa de la receta del pincho con la que participó en las jornadas de “La rinconada” (ruta por los bares de Magaña, Trébago, Fuentestrún, Castilruiz, Matalebreras, Añavieja y San Felices): “una bola de patata llena de picadillo, con una base de alioli y una salsa picante por encima.” Exquisita, nos dicen.

De niña, a Patricia le gustaba el campo e ir a cazar con su padre, Roberto, guarda rural como ella. Tiene un hermano, Carlos, que trabaja en Gamesa y participa en los concursos de anillas. Patricia vive en Magaña desde 2018. “Formamos una gran familia, para hablar, para ayudarnos. Nunca te sientes sola aquí”, asegura. Sus dos perras, Shira y Haya, “van a todo conmigo”. Su trabajo consiste en llevar el control de cazadores y el seguimiento de enfermedades, daños y beneficios relacionados con los animales (ciervo, corzo, jabalí, perdices, liebres, más las temporales). El coche, los prismáticos y la cámara de fotos son sus instrumentos de trabajo.

Estudió en la escuela de Aguilar del Río Alhama, en los institutos de Tudela (COU) y Alfaro (Grado superior de gestión y organización de los recursos naturales y paisajísticos) y Campus de Soria, graduándose como Ingeniera Forestal. Tenía vocación. Le gusta contemplar la naturaleza, valorarla, observar sus cambios, datos recoge y envía, desde hace años, a la AEMET. Distingue, nos confiesa, los sonidos del cuco, del ruiseñor, de la abubilla o del autillo en las noches de primavera. Es feliz en Magaña. En sus pocos ratos libres, se apunta a cursos por internet, comparte murales, fotos.

Premio Caja Rural de Soria, por su Proyecto fin de carrera 2021, “El coto de caza. Proyecto de ordenación cinegética del coto SO-10366”, le gusta escuchar música, leer libros de caza. Da charlas, disfruta de las plantas (tomillo, romero, lavanda, encinas, robles) y de la comida. Nos detalla su receta de “Lomos de corzo empanados”. Apunten. “Los meto en un recipiente, los cubro con leche y echo un poco de orégano por encima. Y lo dejo un día en el frigorífico con la leche. Una vez macerado, lo corto en filetitos de un centímetro, lo sazono, lo paso por huevo y pan rallado y lo meto en la freidora sin pasarme de tiempo.” Como postre: chocolate negro. A Patricia le encanta el flamenco, que asocia al mundo de los toros, y el campo, la cantante India Martínez y el grupo de música “Galván Real”. Sus personajes: Félix Rodríguez de la Fuente y su abuela Ramos, Ramona, de Aguilar, siempre al frente de su granja de cerdos. Magaña es turismo, nos recuerda al despedirnos, rutas, convivencia. El dos, su número, es el día del cumpleaños de Josefina, su madre, empleada de una fábrica de alpargatas. Y el verde, el mejor sinónimo de campo y vida. Conocemos a sus abuelos paternos, Pilar y Teodoro, de Fitero, tan emprendedor como su nieta, navarra, riojana y soriana.



Paula Morales Martín

Misionera


Paula Morales Martín (Soria, 1992) es una mujer joven, de notas brillantes, espíritu colaborativo, y fe. Está pasando unos meses en Soria, su ciudad, disfrutando de sus comidas, con ganas de trabajar, hasta junio, julio, que emprenderá el viaje de retorno a Zambia, en donde desarrolla su trabajo de misionera. Allí le esperan niños de la calle, que, nos dice: “cuando voy al mercado, me llevan las bolsas, para que no me las quite nadie; me acompañan y protegen.” Ella, a cambio, les enseña matemáticas, inglés,…;  y les ayuda a creer en el mundo que les rodea. Trabajó de ayudante, en 2011 y 2013, en el Centro “Ipusukilo (Salvación) Children´s Trust”, y ahora, desde enero de 2015, como voluntaria en prácticas, en la ciudad de KITWE, poblado de GARNETON, para la asociación confesional “ABBA´S Heart For Zambia” (El corazón de Dios por Zambia). En su pequeña casa, tiene un calendario con una foto de Molinos de Duero, el pueblo de su madre, y una colección de fotos de su tío Toño, diseñador, con escenas nevadas de Soria. Vive en medio del bosque, rodeada de mangos, lichis, y… serpientes peligrosas. ¿Y cómo te defiendes?, le preguntamos. Hay un guarda, comenta, y tenemos perros. El trabajo, nos cuenta, es duro, y hay días para todo. ¿Qué cualidades hay que desarrollar para ser misionera? Nos enumera algunas: “paciencia, comprensión, constancia, fuerza de voluntad,…” Y un gran corazón, añadimos. África, sí, se me ha metido en el corazón”.  

Paula Morales tomó sus primeras lecciones en La Arboleda. Luego vendría el Instituto “Castilla” y el Campus soriano, para estudiar Magisterio Infantil. Le daba la nota para enfermería, pero prefirió los niños. “Puesto que yo tengo una vida confortable –explica- pienso que puedo hacer algo para que otros puedan vivir mejor.”

Zambia, nos sigue contando, es un país en el que el 70% de la población es pobre. Tiene agricultura, minería, turismo (las cataratas Victoria),… Los meses de lluvia, de abril a octubre, se contraponen a los secos, durante los cuales se sirven del agua que se almacena en su subsuelo. Paula había viajado mucho, influenciada seguramente por su abuela Pilar, antes de afincarse en Zambia: Italia, Irlanda, Escocia, Portugal, Sudáfrica,... En Londres estuvo tres meses como “au pair”. Disfrutó del British Museum, por su enorme variedad. Conoce también Francia. De París le encantó el Museo del Petit Palais y la Plaza de los Pintores. Cuando tenía 14 años, su padre la llevó a Madagascar porque había comenzado a estudiar francés. No le gustó y se prometió no volver. Pero, tres años después, en su segundo viaje: “Me enamoré de África”, afirma. La gente de Zambia es muy amable. Canta y baila constantemente. Vive la música. Menciona a Abel Chungu, que canta en inglés y Bemba, la lengua de la región, rica en refranes: “Mayompapa na nga ku papa” (Hoy por ti, mañana por mí.) Y nos habla de “Alumbwe”, la canción típica de allí. La comida básica es el NSHIMA: arina de maíz (espeso), que comen con la mano.

En el Hogar-Centro, su misión consiste en intentar, junto con sus compañeros y compañeras, que niños como Mulenga, Justin, Rabson, Morgan, Baldwin, atrapados por las drogas, el alcohol, el sida, etc., recuperen su independencia y su autonomía. Pero su integración es difícil, pues existe un fuerte rechazo social. A pesar de lo cual, un chico va para profesor; otro tiene una beca para los Estados Unidos; y otros han montado ya algún negocio. Sylvester, de 22 años, quiere abrir, en un futuro, un nuevo Centro para ayudar a otros.

Paula Morales, que tiene tres hermanos, Jairo, José y Tsu, se siente satisfecha viendo la cara de satisfacción de los niños de su Centro. Le gusta visitar a sus amigos, ir de compras, mejorar poco a poco el Centro. Su color preferido es el de las puestas de sol, entre rosa y naranja. Y su lugar de Soria, el entorno natural de San Saturio. Cuando vuelva, ocupará el puesto de Coordinadora. Más responsabilidad para una soriana valiente, responsable y segura de sí misma.  

 

                                                                           

Pedro Estepa Menéndez

Cineasta


Pedro Estepa Menéndez (Madrid, 1985) es hijo de Javier Estepa (Soria, 1959) y de María Luisa, un matrimonio inseparable que se conoció en el Departamento de Comunicación con los Ciudadanos del Palacio de La Moncloa. Su abuelo José Estepa (Garray, 1929), oficial de primera, trabajó en la obra del depósito del Castillo.

Aplicado en las asignaturas de letras, Pedro estudió, como Juan Echanove, en el Colegio Menesiano, Comunicación Audiovisual en la CEU San Pablo y guión de comedia de situación en la Escuela Internacional de Cine y Televisión de Cuba. Informar, hacer cine, han sido siempre sus objetivos y sus sueños. Y rodar y rodar, aprendiendo siempre, desde 2004, con disciplina, rigor, equipo, como ayudante de dirección y de cámara, sonidista, eléctrico… “Esto es lo que quiero hacer”, pensó tras asistir a la proyección de El Cielo gira, de Mercedes Álvarez, en el Rex. Para él, Soria significa familia, amistad, felicidad, recuerdos, Machado, Gerardo Diego, Bécquer, Gaya Nuño, La Dehesa, el Castillo, el Puente de Hierro, donde pidió matrimonio a su mujer, Elena Ferrándiz, y muchos rincones de la provincia. El cine soriano tiene grandes protagonistas, nos dice: Roberto Lázaro, Alberto del Campo, Néstor Calvo... Títulos reconocibles: El valle de las espadas, Campanadas a medianoche, Doctor Zhivago, ¡Agáchate, maldito!, Los tres mosqueteros, Total. E iniciativas destacables: el Certamen de Cortos y los Cines Mercado.

Comenzó su carrera profesional en Telemadrid antes de recalar en México en 2008. Ahora trabaja en el departamento de comunicación de la Fundación Universitaria San Pablo CEU y es vicepresidente de la Plataforma de Nuevos Realizadores. Reflexivo, decidido, ha encontrado en el cine su espacio de conocimiento y desarrollo personal. Como director, ha escrito y dirigido largometrajes como Bienvenido Mr. Heston, contando con Emilio Gutiérrez Caba, Gil Parrondo o Andrea Bronston. Un cine amable, confiesa. El género documental le permite crear historias que crecen y evolucionan a medida que avanza el proyecto. Nos habla de Deep Soria, su último trabajo, tan gratificante para él. Numerario de la Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas de España, es miembro de la Comisión de Especialidad de Dirección. Su aspiración diaria es ser feliz y hacer las cosas lo mejor posible. Practica el buceo, es piloto profesional de drones… Le encanta la escritura y colabora en El Día de Soria, El Norte de Castilla, El Huffpost... Su género es el ensayo. Todo aquello, confiesa, que pueda influir en la sociedad, sobre todo en el ámbito de la comunicación y el arte. Un ejemplo: Misión de la Universidad, de José Ortega y Gasset.

Curioso, extrovertido, le gusta viajar y descubrir nuevas culturas. Aprendes a afrontar la vida con amplitud de miras, comenta. Ciudad de México y Salamanca serían sus capitales preferidas. La paella, el arroz con leche, el flan de su abuela y la compota de Navidad con vino tinto caliente son su plato y postres favoritos. Admira la voz rasgada de Chavela Vargas en La llorona, y la reflexión que le provoca Cambia, todo cambia, de Mercedes Sosa. También a Fernando Fernán Gómez, que trabajó con su abuelo Emilio Menéndez Martínez, actor, y a Carmen Maura. Su película: Bienvenido Míster Marshall. Como personajes, su hijo Leo, de tan solo dos años, Alice Guy, la primera mujer directora de cine de ficción y su profesora Margarita Garbisu. ¡Suerte y muchos éxitos!


Pilar de la Viña Guzmán


Pilar Monreal Angulo

Empresaria

 

Pilar Monreal Angulo (Madrid, 1958) es hija de Ramón Monreal Berdejo, primer propietario de la relojería-joyería-óptica que lleva su nombre desde 1929, números 31 y 32 de la calle El Collado. Nos regala el libro del 75 aniversario de su establecimiento que su hermano Ramón (Multiópticas Monreal), promotor del mismo, nos ha entregado amablemente poco antes: la familia, la empresa, las instalaciones, los colaboradores y las anécdotas de toda una carrera de esfuerzo, innovación y generosidad.

Pilar Monreal estudió en el Sagrado Corazón pero terminó COU en el Instituto Castilla. Alumna brillante siempre, se licenció en Farmacia en la Universidad Complutense de Madrid, especializándose a continuación, durante tres años más en la rama de optometría. Hubiera sido una magnífica profesora pero volvió a Soria para dedicarse a un negocio que cumple este año su 90 aniversario.

El Duero, nos dice, es su lugar preferido. El verano, el Collado, la luz, el sol, la naturaleza y el mar son otras de sus referencias. Lo que más le gusta: estudiar, investigar y crear. El trabajo bien hecho. María, su madre, era afirma, una mujer emprendedora y valiente. El personal ha sido siempre como de la familia, nos asegura. Y sus clientes son amigos. Conoce y valora el rico patrimonio cultural y colectivo de la provincia y los símbolos de la sociedad soriana que inspiran, actualizados, cada una de sus colecciones: “El Caballo de Soria”, símbolo de la resistencia y la lucha por la libertad  relacionado con la Diosa Épona. “Noche” o la magia de la luna y su influencia. “Cielo de Soria” en homenaje a Gerardo Diego. “Orígenes”  con las pinturas rupestres de Valonsadero. “San Juan”… Sin olvidar, por supuesto, los aromas inspirados por ellas. Luz, sol, protección, naturaleza, fuerza, vida, purificación, fecundidad, memoria, sueños, imaginación, belleza, espiritualidad son nombres que acompañan a todas sus colecciones.

A Pilar Monreal le encanta la música: el jazz, la clásica. Nos da el título de una canción, “Imagine”, de John Lennon. Liverpool, Tokio (disciplina, resistencia, zen), Nueva York (fantasía y vitalidad) son ciudades que recuerda con admiración. Le gusta leer novela histórica y ensayo. “Los pilares de la tierra” de Ken Follett. “Biografía del silencio” de Pablo D`ors. Admira a Virginia Wolf. Y la poesía de Walt Whitman y Kavafis. Como su padre, adora el cine. ¿Un título? “La favorita”, de Yorgos Lanthimos.

Optimista, acogedora está siempre dispuesta a apoyar iniciativas culturales y sociales, abriendo espacios de exposición en sus escaparates,  desarrollando joyas solidarias, recibiendo a grupos de universitarios, impartiendo charlas en colegios, promocionando el cine en versión original. En la última subasta solidaria  el dinero recaudado irá destinado a financiar tres proyectos: un vehículo habilitado para enfermos de Alzheimer, Soria Solidaria con  los niños y las niñas en la calle de Zambia y a los animales abandonados de Redención.

Además de todas sus actividades, nuevos proyectos en Bahrein (Dilmun) y Santo Domingo (Quisqueya), Pilar Monreal mantiene siempre en hora los dos relojes más representativos de la ciudad. El propio, el “Reloj de Monreal”, que marca la hora de El Collado y el de la Audiencia, que da la una de Soria, tan bella, como escribe el poeta, “bajo la luna”.

 

 

 Rafael Romera Ibáñez

Coleccionista

 

Hace algunos años, Rafael Romera nos regaló varios carteles y una lista con libros de temas machadianos. Pensamos entonces que su labor era meritoria y eficaz. No solo buscaba, guardaba e intercambiaba documentos de mucha historia, sino que además se acercaba a quien él consideraba que podría interesarle, para contársela. Al cabo de los años, nos hemos vuelto a encontrar y, con el mismo entusiasmo de entonces, nos enseña, ahora, cómodamente sentados en los sillones del Círculo Amistad Numancia, un álbum con algunas de sus muchas joyas: cartas, postales, fotografías, publicaciones,... Todo un museo ambulante. Su vocación, “su locura”, como él la llama, se remonta, nos asegura, a sus “16 años”. Había nacido en 1943, en la calle Lagunas de la capital, y sus primeras colecciones fueron de monedas españolas. Luego vinieron los sellos, hasta que fundó, en 1980, con otros, la Asociación Filatélica y Numismática, cuyo presidente es actualmente Juan Carlos De la Orden. Una manera, afirma, “de pasar el invierno”. Ser tesorero no le crea ningún problema, pues la cuota de sus 72 miembros actuales da para realizar todas las actividades que organizan: la tertulia y mercadillo de los domingos, el ciclo de conferencias, y alguna exposición. Siempre en el Casino, su sede oficial desde siempre. El verano, nos dice, lo pasa en Molinos del Duero. Mientras abre el álbum de la memoria, nos recuerda con orgullo las firmas ilustres que vamos a ver: Mariano Vicén, Gabriel Cisneros, Ramiro Cercós, Eloy Sanz Villa, Pelayo Artigas, José Tudela, Mariano Granados, Eliodoro Carpintero, obispos, gobernadores, Juan March, Camón Aznar, tan ligado a José Antonio Gaya Nuño, Marcel Bataillon, francés, tan próximo a Antonio Machado, el General Miaja y el General Yagüe, Concha Espina,... Transcribir su contenido, los destinatarios, las fechas, llenarían una guía soriana de categoría. Enriquecida por publicaciones como las tres que nos regala: una revista dedicada a Soria, redactada por alumnos de la Autónoma de Madrid en 1978; dos cartillas escolares de Teógenes Ortego Frías (1948 y 1964), y un librito, “Elementos de Lectura”, de Nicolás Nalda y Sáenz (1889). Se lo agradecemos. Abrimos la revista, “Narria”, y apuntamos dos títulos: “Algunas aportaciones a la música popular soriana” (Pedro Montalvo); “La economía pinariega y su incidencia en la vida popular” (E. Sánchez Moreno, Mª Pía Timón Tiemblo). ¡Cuánta riqueza! Lo sabe. Por eso no ha dudado, ni duda, en ofrecer lo que tiene a instituciones y asociaciones que las aprecien y conserven. Al Archivo Provincial, por ejemplo, a quien entregó el listado completo de la recaudación, realizada por Acción Ciudadana, en favor de los soldados sorianos de la guarnición de Guadalajara. “Si mañana viniera una asociación pidiéndome libros, no dudaría en dejárselos.” Le pregunto por esos personajes sorianos que más le han chocado. Me da el nombre de Arsenio Gállego Hernández (Castilruiz, 1886-1969), que coincidió con Machado en Baeza, y que lo cuenta así en 1927: “Allí viví con Machado / horas de mi juventud / gozoso e ilusionado. // En su Instituto rural / éramos dos profesores / con un común ideal. // Campos de Urbión y Moncayo / en los campos de Baeza / mil veces os evocamos”. Y otro más: Anastasio González Gómez, de Valdeavellano de Tera, con calle dedicada en Vinuesa. Rafael Romera, de lenguaje abundante y claro, conciso y directo, no tenía ningún ascendiente coleccionista. Su padre fue funcionario, y su madre se dedicaba a sus labores. Durante años, Rafael Romera fue empleado de un Banco. Sanjuanero, fue jurado de la cuadrilla El Rosel y San Blás, en 1979, con su mujer, Mª Carmen Blasco Sebastián. También directivo del Numancia, “en tercera división”, y del Casino. Y cofrade. Y muchas más cosas. Pero, la principal: apasionado por las cosas de Soria, que guarda con celo, respeta con dignidad, y enseña con orgullo. Son las nueve. Es la hora de la partida. Todo un personaje.

 


 Raquel Muñoz Álvarez

 

Raquel Muñoz Álvarez nació en Lausanne, Suiza, en 1981. Sus padres, José Luis, soriano, de Ciria, en la misma raya con Aragón, y María del Carmen, gallega, cocinera y conserje, ya jubilados, forman parte de una de las últimas generaciones de españoles y españolas que emigraron a Europa, constituyendo lo que se denominó entonces “segunda fuente de divisas”. Pero de eso hace tantos años, que ya solo nos acordamos nosotros. Raquel  Muñoz, la segunda hija del matrimonio, nos recibe en “Bassic”, su peluquería y tienda de cosméticos de la calle Numancia. Pequeña, cómoda, destaca por sus colores rosa y blanco, y una música que parece ir a juego.  

Mientras le preguntamos, sentado detrás del mostrador principal, Raquel Muñoz va contándonos el tiempo de su vida en Suiza y de su vida en España. De un día para otro, nos dice, “hicimos las maletas y nos vinimos”. Mi padre, asegura, “añoraba Soria; a mi madre no le hubiera importado quedarse.” Pero era la edad de volver. Un poco más y, como en tantos casos, hubiera sido ya imposible. Viví aquel momento, prosigue, como “si me arrancaran de mi sitio”. Un país limpio, cuidado, amable, con calidad de vida. Una gente,  abierta, acogedora, respetuosa. Mientras hablamos, llega María del Carmen, la madre, y se suma a la charla.  Raquel atiende a una clienta. Nosotros hablamos de  los años 70, del cambio de la moneda, del avión que la trasladó a Suiza a los veinte años, de la morriña,… Y de la lengua, que entiende y habla, pero que nunca intentó escribir. Raquel Muñoz se siente suiza. Añora su escuela en francés, el Parc de Vidy, a donde iba con su madre a andar en bicicleta, patinar, y dar de comer a los cisnes.  

La emigración es para contarla sin prisa. Vivíamos, afirma su madre, para trabajar, pero la vida era muy digna. Raquel fue, primero, a la escuela de Montchoisi, y, luego, al Collège de la Croix d'Ouchy, en la calle Champs Elysées, cerca del Lago Leman. “Parecía una escuela internacional”, recuerda. Había un chino, un africano, un alemán, ingleses,… Y tenía amigas españolas, como Tanya, y francesas: Yelila y Amélie. A la primera le perdió la pista a los trece años, y la encontró, gracias a facebook, no hace mucho. Estudia y vive en Madrid.

La peluquería, nos cuenta, le ha gustado desde niña. Así que, cuando vino a España, se sacó un grado medio de peluquería en el Instituto Polítécnico, antes de trasladarse a Zaragoza para ampliar sus estudios en una academia especializada. Desde hace ya unos años, arregla el cabello a sus clientes masculinos, y aconseja el mejor producto a su clientela femenina y masculina. Pilar, española residente en París, con casa en Soria, forma parte de sus fieles. Mientras le corta el pelo, cuando viene, hablan de Suiza, de Soria,…  Y de París. La emigración es una patria compartida. Tiene su lenguaje y sus puntos de referencia, su espacio, su historia, su épica y su poesía. En “Una barraca en el Oise” (Bilbao, 1968), un emigrante bilbaíno, se lo cuenta así a sus lectores y a sus lectoras: “Y me he limitado a relatar lo que he vivido estos años con esas personas corrientes que son mis amigos, que trabajan en tierras extrañas y que ganan el pan de sus hijos y las divisas tan codiciadas en el mundo de hoy. Son unos patriotas.” Unos patriotas.

Ya en España, en 1994, Raquel fue inscrita en el CEIP “Los Doce Linajes” –entonces, “Juan Yagüe”-  de la Barriada. Y allí aprendió el difícil tránsito de Suiza a España: la lengua, la cultura, los usos y costumbres. Se fue integrando poco a poco en su nuevo sitio. No fue nada fácil, nos confiesa.

Dependienta, peluquera, ejerce su oficio con tino y naturalidad. Su rincón favorito sería San Saturio. Y el rojo de Suiza. Le gusta pasear, bailar. Y las “Sanjuaneras”. Y la música de Richard  Clayderman, Balada para Adelina”. Y la de Enya, “Gladiator”. Y las canciones de Claude François y Chantal Goya.

Le preguntamos, para terminar, cómo ve Suiza desde Soria. Lo dice en francés: “Un paradis”. Un paraíso. Su sitio. En Soria.

 


Roberto Sánchez Grande

Policía local

 

Roberto Sánchez (Tenebrón, Salamanca, 1969) fue guía y coordinador de la I Ruta Antonio Machado, que, partiendo de la Plaza Mayor de Soria el 7 de septiembre de 2007, transcurrió por Vinuesa, Molinos de Duero, Covaleda, Duruelo, nacimiento del Duero, hasta llegar el día nueve por la tarde, tras noventa y siete kilómetros, a la Laguna Negra para asistir, tal que broche de oro, al Concierto de la Banda Municipal de Soria junto al agua impasible que guarda / en su seno las estrellas.”  

Componíamos el grupo treinta personas, varios policías y José Antonio (La Chistera) como cocinero. Armonía, ganas de ver, conocer, hablar, escuchar y una magnífica organización por parte de la Asociación Cultural de la Policía Local de Soria, presidida por Andrés Cámara. Tres días inolvidable, que, quince años después, rememoramos con Roberto en el alto de la Dehesa. Su discreción, humildad, atención y amabilidad siguen absolutamente vivas.

Su pueblo salmantino, nos cuenta, tiene apenas 180 habitantes y es para él un símbolo familiar donde encuentra relajación y tranquilidad. Sus padres se dedicaban a la agricultura y ganadería y con ellos aprendió todas las tareas del campo y terminó una FP en la Escuela de Agrarias de Ciudad Rodrigo. Actualmente es su hermana Toñy quien gestiona la hacienda. Su otra hermana, Pepi, cocinera en el Hospital de Salamanca, fue quien le ayudó a acercarse a Soria. Así, tras trabajar en la hostelería y en Cárnicas Villar, consiguió en 1992 una plaza por oposición de policía local en nuestra ciudad. Le gusta su profesión, nos confiesa. Ayudar y comprender forman parte de su personalidad. “La gente me trata con cariño y estoy encantado”, asegura.  Soria, sostiene con orgullo, “es la tierra ideal, pues está llena de calidad de vida. Disfruto de sus montes y practico el senderismo.”

En 2006 participó en la I Ruta del Duero de 936 kilómetros, y, tres años después, en el partido más largo del mundo de 101 horas sin descanso. Con estas iniciativas, trataban de demostrar que su dinámica asociación cultural era capaz de dar a conocer Soria, enseñar sus parajes universales y poner de relieve las posibilidades de la provincia. ¡Y a fe que lo consiguieron!

Roberto ha viajado por Alemania, Francia y Portugal. Nos habla de Aveiro, la playa más cercana a su tierra. Le gusta leer libros de yoga, que practica todos los días en la sala “Resq Yoga Shala”, una de las cinco abiertas en Soria. Disciplina, nos dice, que practican desde niños hasta personas de avanzada edad. Para él, el “Ashtanga Yoga” representa un estilo de vida, ocho ramas, ocho pasos para una completa conexión entre cuerpo y mente. “No sabría vivir sin él”, sostiene. Durante la Ruta por la Tierra de Alvargonzález (Mundial Magazine, París, enero 1911), un niño se hizo notar un día. Era su hijo Christian, estudiante hoy de un Master en Bellas Artes y Daw. Tranquilo, afable, romántico y de sencilla simpatía, a Roberto le priva la música relajante. Nos da dos ejemplos: “Nuvole Bianche”, de Ludovico Einaudi, y Journey to the center-Parijat. Como película, cita Ghost (el fantasma del amor). A Julia Robert, como actriz, y a Antonio Machado como personaje. Los platos sencillos son sus preferidos. Nos da uno: huevos con patatas fritas. Salamanca vuelve otra vez al final de nuestra conversación. Tierra de toros, enormes dehesas, belleza monumental y cultura. Tan grande, bella y culta como la que recorrimos juntos en 2002. Sin lugar a dudas.

 


Ana Frías Rubio

Premio Nacional Endesa


Cuando tan solo tenía 22 años, Ana Frías Rubio (Soria, 1960), terminada su carrera de Geografía e Historia (COUS y Universidad de Zaragoza), trabajando ya, como tutora, en la UNED de Soria, se presentó un día en el despacho de Javier Tusell, catedrático de Historia Contemporánea en la UNED, y le pidió que le dirigiera su tesis doctoral. El profesor madrileño, al verla tan joven, le preguntó: ¿Y usted quién es? Cuando le presentó su tesina ya terminada, “El estudio de las … sorianas en el XIX”, que le había dirigido Carmelo Romero, aceptó su propuesta, la motivó a estudiar idiomas, le dio el nombre de “doctoresa”, y, tras presentar su tesis, “Las instituciones franquistas…”, la envió a Florencia a continuar sus estudios.

Ana Frías hizo todos sus estudios primarios y secundarios en el Colegio Sagrado Corazón. Muy buena estudiante, nos dice, recuerda entre otras profesoras a Carmen Sancho, de…, Esther Elío y Sor Laura, de francés. Su empeño por los idiomas le ha llevado a alcanzar en la EOI de Soria los niveles B2 en inglés y B1 en alemán. Le gusta comunicarse, nos confiesa, porque para ella, nos asegura, la educación “se transmite”. Estando en Florencia aprobó las oposiciones y, tras cumplir su primer destino en el IES “Arquitecto Pedro Gumiel” de Alcalá de Henares, fue siete años Jefa de Programas en la Dirección Provincial de Educación, antes de integrarse al Claustro del IES Castilla en 2004.

Activa, decidida, preparada y comprometida, pensó que una buena manera de celebrar el 50 Aniversario de su Centro era ganar un premio. Así. Con la cabeza y con el corazón. Potenciando, en esa línea, la importancia de la curiosidad y la aplicación del rigor científico. El proyecto presentado tenía ya 10 años de recorrido. Consistía en estudiar el grado de sostenibilidad, en sus distintas facetas, de una ciudad media como Soria. Una tarea que, realizada durante el confinamiento, contó con el trabajo de campo de ocho alumnos: No sobra ninguno, pues representan a tantos estudiantes, chicas y chicos, que trabajan con la misma seriedad y entusiasmo en todos los Centros educativos de Soria. Resultado: Premio Nacional de Eco-Innovación de Endesa. ¿Qué sentiste?, le preguntamos. Satisfacción. Pensó en esos momentos, nos dice emocionada, en su madre, Mª Visitación, y en su hermana. Su padre, José María, es contable de profesión.

Ana es una mujer apasionada, exigente consigo misma y con sus alumnos, a los que inculca siempre la importancia fundamental del razonamiento por encima de la memoria. Le gusta viajar, recorrer las ciudades y rincones del mundo que visita: Venecia, Londres, Roncesvalles (Navarra), Saint-Jean-de-Pied-de-Port… Antes corría por la Junta de los Ríos, ahora la recorre paseando. Los libros de historia, las esculturas de Chillida, forman parte de su universo cultural. No es supersticiosa, afirma, ni tiene un número preferido, pero sí un color, el verde, y un día de la semana, el viernes. Y las canciones de Sabina, Serrat,…

 

 

 Rubén Vinuesa Lesmes

 Presidente de Aspace Soria


Rubén Vinuesa Lesmes, Presidente de Aspace Soria (Asociación de Parálisis Cerebral y patologías afines), fue uno de los protagonistas de los Premios de Promecal 2016. Ante un Palacio de La Audiencia repleto, recogió, ilusionado, el “Premio a los Valores Humanos”. Su intervención fue agradecida, y pidió, con sencillez, “ayuda”. Para las cincuenta personas (Sergio, Mario, Mara, Ricard, Cristina, Ainhoa,…) que componen la pequeña familia de su asociación; y para las ciento diez que, según sus cálculos, sumarían el total de la provincia.

Hombre discreto, convencido, pragmático, no dispone ni necesita despacho. Tiempo, sí, y se lo dedica, con generosidad, a una Asociación necesaria en la sociedad del bienestar.

Nacido en Soria en 1962, Rubén Vinuesa estudió en el Colegio “Los Doce Linajes” (Juan Yagüe), y en el Instituto Antonio Machado, hasta los dieciséis años. Comenzó su vida laboral como camarero en el bar Avenida, “que inauguré”, nos dice,  continuando después con una pequeña empresa de mensajería y otros negocios de hostelería. Su padre, Mariano, hombre optimista, pasó su vida, junto a Filomena, su mujer, confeccionando trajes a medida (El Collado, Plaza de San Clemente).

Hace 28 años nació su hijo Roberto. Un chico cariñoso, metódico,  “que sabe abrazar”,  subraya, y con el que él mismo, su mujer, Conchi Del Cura, y sus hijos, Luis Miguel y Pablo, han creado un lenguaje compartido. “Siempre que salimos, lo hacemos con él”, señala con orgullo.   

En 2002, Rubén y cinco familias más decidieron crear ASPACE. Las reuniones las tenían en la oficina de su empresa. Cuando tuvieron toda la documentación en regla, nos cuenta, contrataron a una asistenta social. El Ayuntamiento (Eloísa Álvarez, Encarnación Redondo, Carlos Martínez) les cedió el local actual (Enrique Pascual Oliva, 4): 160 metros cuadrados; cinco salas. Pequeño e insuficiente, confiesa,  para optimizar el trabajo eficaz de sus diez profesionales: fisioterapia (Maite, Mario, Marta); logopedia (Carla); educación especial (Idoia); terapia ocupacional (Rebeca); conductor/cuidador (Jorge); cuidadora (Marian); trabajadora social (Eugenia); gerente (Laura);  contable (Honorato).

El ambiente en el Centro es amable, alegre y comprometido. “La sociedad ha cambiado mucho”, asume Rubén. Además de realizar sus tareas habituales, no se pierden nada: ni los sanjuanes, ni los conciertos (Melendi, en Almazán), ni las excursiones,...

Rubén es su persona de referencia. Consecuente, cree en lo que hace, en lo que quiere, en lo que ve como necesario y posible. En Cáceres, nos asegura, hay cinco centros Aspace. Soria necesita uno. Tienen ya el terreno, un proyecto. Pero siguen. Cuentan con una cantidad razonable, que va creciendo, gracias a la campaña “Ladrillo solidario”. Abarcaría, nos explica, todas las necesidades, crearía empleo, daría servicio y prestigio a la ciudad y a la provincia. Nos desglosa, una a una, cada cifra del presupuesto actual. Las administraciones aportan mucho, pero el resto lo completan con la contribución de las familias y sus múltiples actividades. “La gente se vuelca”, señala agradecido. “Te conoce todo el mundo”, le decimos. Asiente con la cabeza. ¿Cuál es tu principal actividad de ocio?, le preguntamos. “Estar con la familia”, nos contesta. Le gusta toda la música. Al cine va poco. Lee la prensa. Le privan los caballos. Y piensa volver a ellos. Y los toros: Enrique Ponce, de los actuales, y José Luis Palomar. No se pierde ni un encierro. Ni los reportajes sobre Canadá, su país favorito.

Concluimos la charla, frente a frente, descubriendo nuevos aspectos de su asociación: el único Centro de Soria, afirma, autorizado para aplicar la Ley de Dependencia. Con un objetivo concreto y encomiable: hacer posible que las personas afectadas por esta patología, y otras similares, lleven una vida plena. Justo premio, creemos, para una Asociación y un Presidente, Rubén Vinuesa Lesmes, que representan valores humanos tan altos y tan propios de una sociedad moderna. Enhorabuena.

 


 Rubén Álvaro Lorenzo

Poeta

 

Nacido en la calle Alvar Salvadores de Soria en 1981, tiene a Cazalla de la Sierra (Sevilla) y a San Sebastián como lugares importantes de su periplo vital. En el primero nació su madre, Mª Josefa (Pepi o Mari Pepa). Una mujer inteligente, nos dice, y de gran personalidad, que cosía con habilidad y fue ordenanza de la Junta de Castilla y León. El segundo forma parte del momento en que sus padres, emigrantes los dos, se conocieron en un baile irunés. Él, Hermenegildo, nacido en Soria, entregado y de gran fortaleza, según su hijo, trabajó en los talleres ferroviarios de Irún y fue chapista de coches. Al tiempo, fijaron su residencia en Soria formando una gran familia.

Rubén estudió en los Infantes de Lara, en los Franciscanos y en el Instituto Politécnico (FP sanitaria de Grado Superior). Ha trabajado en distintos laboratorios, y fue vigilante en los yacimientos arqueológicos de Tiermes y de Numancia. Desde 2005, colabora como voluntario de la Asociación Española Contra el Cáncer, ayudando en las campañas de prevención, obtención de recursos, rutas saludables, etc.

No hace muchos meses, la Editorial Mirahadas de Sevilla le publicaba su primer poemario: “Emociones y sentimientos. Un testimonio íntimo verso a verso”. Nos lo envió, lo leímos y apreciamos un buen trabajo. “Lo comencé durante la pandemia”, nos comenta. Recoge palabras íntimas en las que homenajea a sus seres queridos, reflexiona sobre temas sociales y evoca la belleza de lugares como Numancia. En la portada, un corazón desgarrado tallado sobre un chopo.

Nos habla de la triste partida a la Argentina de las hermanas de su abuelo paterno, Justo, casado con Cecilia Andrés, los dos de Soria; y de Carmelo, padre de María del Rosario Lorenzo, insigne poeta ("Jardines interiores", "Mi tiempo adormecido"), hermano de su abuelo Pepe, casado con Pepa Cubero.

Tranquilo, tímido, aunque no se le nota, reflexivo, espiritual -reconoce él mismo-, ha demostrado su carácter a la hora de promocionar su opera prima a modo de un “Buenos días” amable y educado. En su poema “Donosti” retrata en dos versos el romance eterno de sus padres: “Igeldo mendia da, monte peinado / de la Bella Easo también enamorado”. La Concha, nos confiesa, es uno de sus lugares emblemáticos. Pero también lo son el camino hacia la Ermita de la Virgen del Monte de Cazalla de la Sierra, el entorno de San Saturio y Tiermes. Recuerda los largos y bonitos viajes a Sevilla, en aquellos entrañables expresos. Y la huella sanjuanera de su padre en la peña “El Desbarajuste”. 

Atleta en sus años de estudiante, trabaja con afán la escritura. Nos cuenta cómo, al inicio de la pandemia, donó la máquina de coser de su madre a un grupo de “Puntadas Solidarias”, para que pudieran confeccionar mascarillas.

Lee mucho, asegura, sobre todo autores del Romanticismo, como Bécquer, y de la Generación del 98, como Antonio Machado. Nos recomienda: “El infinito en un junco” de Irene Vallejo. El flamenco y los cantautores son su música de cabecera. Añora el sabor del gazpacho andaluz de su madre. En casa, nos cuenta su hermano David -aventajado alumno de francés en la EOI, cocina él. Y lo hace muy bien; sobre todo el “bacalao al pil pil”. Cita en fin algunas de las películas que más le han conmovido: “Viaje al cuarto de una madre”, de Celia Rico, “Adú”, de Salvador Calvo y “Maixabel”, de Icíar Bollaín. Recuerdos y sentimientos bajo el azul del cielo soriano siempre presentes. ¡Felices Fiestas!

 

 

 José Rubén Moreno Lafuente

Librero on-line


José Rubén Moreno Lafuente (Soria, 1967) se crió en la calle San Martín de Finojosa, en una casa con mirador, rodeada de huertas, en donde su padre, Julián, regentaba una tienda de ultramarinos, Alimentación Lidia, que no tenía letrero. Durante su niñez, nos dice, hizo una vida de salvaje, rodeado “por todo bicho viviente”: grillos, sapos parteros, ruiseñores nocturnos, ranas,... Y allí jugaba al fútbol, bebía agua en la fuente, iba a merendar al río, se subía al árbol que nos enseña y cazaba pajarillas con sus amigos de La Rumba. Su ídolo: Félix Rodríguez de la Fuente.

Las Anejas fue su colegio y el Castilla su Instituto. Por aquel tiempo, su padre perdió la vista. Era un manitas, recuerda con emoción y admiración, y le encantaba escuchar música. Luego se trasladó a Palencia para estudiar ingeniería técnica agrícola en la EUPA. Siempre he sido, nos confiesa, un poco temerario. Lo dice porque se dejó todas las asignaturas de matemáticas para el último curso y las aprobó. Su proyecto de fin de carrera lo basó en el “Cultivo industrial del lavandín”, una mezcla de aroma de la lavanda y rusticidad del espliego, que se encuentra en la Provenza francesa y en la Sierra de Santa Ana soriana.

José Rubén es un autodidacta nato. Él mismo se fabricaba sus coches de niño, montaba amplificadores, circuitos, cadenas de sonido,.. Si le faltaba algo, lo pedía por teléfono o por carta. Lidia, su madre, trabajó como personal de limpieza en el Sagrado Corazón durante más de 25 años y, nos dice, sirvió café en la York a Omar Sarif, G. Chaplin y Larissa (Julie Christie) durante el rodaje del Doctor Zivago. Había nacido en Matasejún, y allí tuvo José Rubén un pequeño jardín botánico en un huerto, que solo abandonó por la distancia y las malas comunicaciones.

Su vida laboral comenzó en Indesfor, cuyo vivero estaba en Almazán. En esta empresa desarrolló con entusiasmo proyectos de lo más variados para repoblar autovías y líneas de AVE con encinas, robles, chopos, pinos, aladiezmos, zarzamoras,... Fueron 11 años creativos y enormemente agradecidos. Luego trabajó otros seis años en Hormisoria como restaurador ambiental (plantaciones de cerezos, etc.).

Discreto, responsable, exacto, José Rubén abrió con Maria Infância Lopes, su mujer, ingeniera topográfica y diseñadora de ropa, nacida en Tras os montes (Portugal), una tienda múltiple en la calle Aduana Vieja. Vendían libros, periódicos, ropa, productos típicos de Portugal y artesanía. Todo en plan exquisito. Tienen una niña, Larissa, a la que, gran padre, cuida, adora y mima. 

La naturaleza, el senderismo, correr por la Dehesa, la electrónica, son sus aficiones sin obligación. Le gusta toda clase de música. Y los idiomas. De pequeño estudió inglés en Eurospan. Ahora ha comenzado el alemán y se familiariza con el portugués, que practica con precaución para evitar los equívocos. El ensayo y la ciencia son sus lecturas preferidas. Un libro: “Mi familia y otros animales”, de Gerald Durrell. Pero ha leído también a Délibes, Saramago, Julio Llamazares o Avelino Hernández. En su casa abundan cuadros pintados por él mismo: una “Locomotora de Vapor”, un “Elefante” enorme,... Siempre pintura realista.

En la actualidad, José Rubén Moreno dirige Siglo Actual Libros, una librería on-line a la que dedica tiempo y entusiasmo. Un emprendedor soriano, José Rubén Romero, capaz de llenar un espacio en cualquier parte del mundo.

 

 María Rupérez Domingo

Guía turística


Ser guía de Soria es un orgullo y una vocación para María Rupérez (San Leonardo, Día de San Blas de 1971). También una profesión. Todo surgió a raíz de un viaje de estudios a Mallorca. Se dijo: “Me gustaría ser guía”. Y lo consiguió. Enamorada del románico, cuida la documentación que maneja -que estudia, repasa y actualiza-, el tono del discurso que emplea, la interlocución con el grupo. Su objetivo es “despertar la curiosidad del turista/viajero”. Para ello, les habla de la Soria vaciada y de la llena, sin victimismos, de su patrimonio, de su historia y de su cultura.

Pedro, su padre, trabajó siempre en el mundo del monte y la madera. Su madre, Carmen, fue una mujer “generosa, trabajadora, honesta, el pilar sobre el que creció mi familia.” Tiene tres hermanos, Pedro, Javier y José Ignacio. Su marido, Juan Luis, licenciado en historia, trabaja como educador ambiental y ornitólogo. El mayor experto en aves de la provincia, afirma. Su hijo Eduardo, alumno del IES Castilla, tiene vocación de historiador.

Peleona y reflexiva, estudió en el CEIP María Eugenia Martínez del Campo y en el instituto de su pueblo. Luego acabaría un grado de técnico de empresas y actividades turísticas (TEAT) en Burgos. Recepcionista, guía de exposiciones, primeramente, trabajó cinco años como monitora de medioambiente en la casa del Parque del Río Lobos. En 2009 se convirtió en guía autónoma y ahora es la Presidenta de la Asociación de Guías Oficiales de Turismo Río Duero de Soria, que agrupa a ocho guías habilitados por la Junta de Castilla y León.

Perfeccionista y dinámica, su objetivo es dejar contentas a las personas que la acompañan en sus recorridos por la ciudad y la provincia. Las mujeres mayores son más atentas, asegura. A su juicio, una guía tiene que ser sincera, empática y comprensiva. Soria les sorprende, comenta, y la valoran más después de la visita. Lo ideal para ella “es combinar la naturaleza con los monumentos y lugares concretos.”

Hablamos del turismo de Soria y de esos pequeños servicios que ella juzga tan necesarios: aparcamiento de autobuses céntrico, aseos públicos, horario del Aula Antonio Machado y Fielato,... Apuesta además por nuevas rutas, tanto en Soria como en la provincia. 2019 fue un año bueno, reconoce, y 2023 va por el mismo camino. No nos olvidamos de comentar las posibilidades del Museo de los Poetas y del futuro Centro Nacional de Fotografía.

Orgullosa de San Leonardo, presto a desarrollar un turismo verde, de paisaje y de pinares, destaca el Paseo de las Fuentes. Meticulosa, le gusta bordar, coser y las manualidades en general. Presume del Mantón de Serrana que bordó durante la pandemia. De sus viajes resalta todos y cada uno de los rincones de Roma. Le gusta la novela histórica como género - “El batallador”, de José Luis Corral, por ejemplo-, la poesía de Gerardo Diego, y el pop español, Sabina, Pet Shop Boys, Luis Miguel, la voz de Natalia Jiménez y la canción “Y sin embargo te quiero”. Del cine, las series “y las películas que no me angustien, que me permitan evadirme: “Love Actually”, “La vida de Brian”, “Qué bello es vivir”,…” Desde hace cinco años practica el bádminton con entusiasmo. Le encanta también cocinar y “soy buena, - asegura-, sobre todo haciendo postres.” Sus platos, los chipirones rellenos y el flan de huevo de su madre. Y todos los dulces. Nada supersticiosa, su color es el blanco, porque le va con todo, el lunes su día y la primavera su estación del año.



Sergio del Rincón Ruiz

Frutero

 

Haber nacido en Tierras Altas (San Pedro Manrique, 1953) otorga a este comerciante soriano cualidades comunes a los hombres y mujeres de toda la comarca: apego a la tierra y a sus recursos, el comercio y un carácter despierto e innovador.

Su padre, Mario, era también sampedrano. En los años 50 y 60, recorría con su burro los pueblos vecinos de Acrijos, Fuentebella, Valdenegrillos, Buimanco, Armejún, Villarijo, transportando en los serones: cerámica, alimentación, detergentes, aceite,... Regentaba además una taberna en la calle Mayor, hoy tienda de ultramarinos, a cuyo frente está su hermano José María. Destacaban entonces los almuerzos que Dorotea, su madre, nacida en Cigudosa, además de atender a su puesto, preparaba para los lunes de mercado: patorrillo, caracoles, bacalao, asadurilla.

El bachiller elemental lo hizo en una academia de maestros y sacerdotes que había en el pueblo. Recuerda, entre otros, los nombres de Juan Antonio Chamarro, Carmelo Enciso, David Yubero,... El ingreso y la reválida de cuarto los aprobó, por libre, en el Instituto Antonio Machado. Pero, como casi toda su generación, tuvo que dejar pronto los estudios, porque hacía falta en casa. Él era el segundo de tres hermanos y dos hermanas. Jesús, el mayor, trabajó en Correos y fue dirigente sindical. Su hermana Milagros es veterinaria y María del Mar, socióloga en la Universidad de Zaragoza.

La mili la hizo en una compañía de servicios en Zaragoza y allí se sacó el carnet de conducir, tan necesario para ayudar a su padre. Desde entonces, Sergio vivió siempre del comercio: comprar y vender (frutas, verduras,…), siempre de un lado para otro, en la venta fija y en la ambulante. A los 22 años, inició su etapa en el mercado de Soria. Primero, jueves y sábado, desde las cuatro y media de la madrugada. Y después, durante treinta años, todos los días, con la ayuda de Marisol Domínguez y Teresa Delgado. En total: 43 años en las Plazas Bernardo Robles y de las Concepciones. Una plaza impresionante, la primera, antes del cambio, nos asegura. También el mercado provisional lo fue, añade. Conocer a su clientela y atenderla como se merecía fue siempre su profesión y su vocación.

Además de frutero, heredó la pasión política de su abuelo Ubaldo del Rincón Calvo, militante del P.R.R.S. de Juan A. Gaya, casado con Valentina Mingo Cuevas, prima de Leonor Izquierdo Cuevas, con la que tuvo 12 hijos. Fue concejal por UCD en 1979 y del PSOE, como cabeza de lista en San Pedro Manrique, en 1983, 1991, 1995 y 1999.

Despierto, locuaz y callado, autónomo económicamente y de pensamiento, a Sergio del Rincón le gusta leer la prensa y escuchar música (Serrat, Miguel Ríos, Los Beatles), aunque reconoce su mal oído. Se siente, nos confiesa, muy orgulloso de sus dos hijos, Vidal e Isabel, de 16 y 14 años, buenos estudiantes en el Instituto Politécnico. A su mujer, Eugenia, agente forestal, nacida en Almanza (León), le gusta también leer. A Almudena Grandes, entre otros y otras. Y viajar. Con ella ha recorrido Galicia, Asturias, Peñíscola, Burgos,... Y Rosas, desde donde pasaron a visitar, como tantos sorianos y tantas sorianas, la tumba de Antonio Machado en Collioure.

    Pronto se jubilará. Le seguirá apasionando la dialéctica, sus compromisos y la lealtad a su tierra sampedrana. Y se perderá por el monte, uno de sus hobbies, en busca de setas. Terminamos hablando del “Paso del fuego”, una tradición, afirma, “muy arraigada entre los sampedranos”.


Sheila Fernández Herrero

Profesora y traductora 


Sheila Fernández nació en Navaleno en 1976. Su padre, Francisco, Paqui, de Duruelo de la Sierra, era pintor, pero, antes de jubilarse, trabajó en una empresa de muebles. Fue Campeón (1973 y 1977) y Subcampeón (1971) de España de pelota individual aficionados y dos años mejor deportista soriano en su modalidad. Su madre, Mª Cristina, es una mujer muy luchadora, nos dice su hija,  y trabajó muchos años en la conservera Arotz. Tiene dos hermanos, Francisco y Pedro, y tres niños: Ander, Aldara y Aimar, de 5, 8 y 12 años. Miguel Ángel, su marido, regenta, con dos socios más, Navalmueble.

Sheyla hizo la EGB en el C. P. Tomás Sáinz del Río de su pueblo; BUP y COU en el Instituto “Alejandro Rodríguez de Valcárcel” de San Leonardo. Tras terminar Traducción e Interpretación en el Campus de Soria, acabó un máster, comenzó Educación Primaria y, actualmente, prepara su tesis, dirigida por Juan Zarandona, sobre Javier Sierra, al que ha tenido la suerte de conocer y le ayudando mucho, nos comenta.

Tenía 16 años cuando, para ayudar a sus padres, comenzó a trabajar de dependienta, empleada municipal, recepcionista, profesora y comercial. Los idiomas, y en particular el francés, le han gustado siempre.  Tiene un buen nivel de inglés, italiano, y conocimientos de neerlandés y japonés. Actualmente, enseña francés en la EOI (Sección de Almazán) y lengua española en la Facultad de Traducción e Interpretación. Encantada en los dos sitios, ha encontrado en esta profesión la vocación de su vida. Es además tutora en “ADR formación”.

Entre sus publicaciones, varias traducciones, alguna colaboración en Hermeneus y su ponencia en el Congreso de Trujillo: “Estudio comparado de anglicismos económicos en las lenguas francesa y española. Aplicaciones para la traducción”. Traducir es, sostiene, “un acto de mediación entre dos culturas, dos formas de ver la vida”. Traductora-jurada, le gustaría “hacer traducción editorial y literaria”.

 “No concibo pasar el día sin leer”, nos asegura. En cualquier formato, idioma que conozca y género: ensayo, thriller, novela histórica,… Le apasiona Mario Benedetti. En prosa, la lista es larga: Jane Austen, Orgullo y prejuicio, Almudena Grandes, El corazón helado, Eva García Sáenz de Urturi, La saga de los longevos, Zola, las novelas policiacas de Fred Vargas,...

Su cine es el clásico: Alfred Hitchcock, Cary Grant, James Stewart,… Como actores: Gérard Depardieu -también como personaje-, A. Banderas, D. Kerr, Maribel Verdú, Pilar López de Ayala,... Una película: “Con la muerte en los talones”. Isabel Coixet como directora. Para trabajar, prefiere la música clásica (Pachelbel, Mozart). Si no, el rock: Revólver (El peligro), Quique González, M.O.D.A. Y, por supuesto, romántica como ella sola, José Luis Perales, Michael Bolton y Los Huayra.

La bajada del Duero, la ermita de San Saturio, Otawa como ciudad extranjera, Castroviejo, el pinar de Navaleno, por su espectacularidad, visto desde el mirador, son algunos de sus lugares predilectos. Un personaje soriano, Domingo Heras, “porque fue muy importante para Navaleno”, Abel Antón y Marta Pérez. Para ella, Soria Ya representa las aspiraciones de toda una provincia, desde la unidad y al margen de ideologías. Nada supersticiosa, su número es el 5 y su color el amarillo. Sus hobbies: el punto de cruz, la repostería casera y el line dance, que le apasiona. Una mujer joven, inteligente y tremendamente comprometida con su tierra.

 


Silvia Aceña Martínez

Enfermera

 

Silvia Aceña, Secretaria Provincial del Sindicato de Enfermería SATSE, nació en Valdeavellano de Tera en 1974. Su padre, Juan José, del mismo pueblo, era camionero, y su madre, Andrea, limpiadora, de Tera. Tiene dos hermanos, Gloria y Eduardo, y dos hijas, Andrea y Cristina. Inició sus estudios en el C. P. Los Doce Linajes y el bachillerato en el Castilla, de cuyos profesores y profesoras guarda gratos recuerdos. Buena estudiante, sus asignaturas preferidas eran la Biología y las Matemáticas. La primera, por los contenidos y la segunda por su profesora Marisé. Cursó Enfermería en la Facultad de Soria (UVA). Un sueño desde pequeñita. Le encantaba ayudar a los demás, curar… Así que no escatimó ningún esfuerzo para lograrlo. Graduada por la Facultad de León, además de tener un máster de Gestión de Servicios Sanitarios, es especialista en enfermería geriátrica y experta universitaria en Fundamentos Clínicos para la práctica enfermera en el ámbito de Emergencias y Cuidados Críticos. Su primer destino fue el Hospital Militar Gómez Ulla de Madrid en 1998. Le siguieron: Hospital Santa Barbara, Virgen del Mirón, Residencia Los Royales, San Esteban de Gormaz y El Royo, Centros de Salud de Soria Norte y Sur, San Pedro Manrique, Ólvega, Burgo de Osma,... Ha impartido cursos de formación y talleres de empleo de cuidados geriátricos.

Una enfermera, comparte con nosotros, es una persona preparada, vocacional, que cuida, ayuda y empatiza con las personas enfermos. Un trabajo “para el que tienes que demostrar valor, decisión y templanza.”

Como tantos profesionales, cogió el COVID y estuvo ingresada unos días en la UCI. Esto le ayudó a ver la profesión como paciente. Me emocioné, nos dice, “por el trato, la profesionalidad y el buen hacer de todos mis compañeros y compañeras.” Como sindicalista, su dedicación y compromiso son absolutos. Compensa, sostiene. Sus objetivos: mejorar las condiciones laborales y retributivas de enfermeras y fisioterapeutas, estabilidad, ratios europeas, enfermeras en los Centros educativos, recuperación 35 horas semanales,... En Soria, concluye, tenemos unos profesionales magníficos, pero también grandes carencias.

Viajar en familia es su afición principal. Conoce bien España, Oporto e Italia. Roma le encantó. Santiago de Compostela, como capital, y Galicia en su conjunto, por su cultura, monumentos y gastronomía. Dos de sus libros favoritos: “Los Pilares de la Tierra” y “Un lugar llamado libertad” de Ken Follett. Una canción: “Resistiré”. “Me emociona cada vez que la oigo”, confiesa. También los musicales: “El Rey León” y “Anastasia”. Una película: Pretty Woman. Un plato: la Paella de Marisco. Le encantan los paseos por los márgenes del Duero. “Somos afortunados de tener un sitio así en la capital”, apostilla. De la provincia destaca la zona del Valle, la Cebollera, el verdor de sus paisajes, las casas, todo en general. Para ella, la situación geográfica de la provincia es inmejorable. Lo importante es fijar población.

Fue un orgullo, nos comenta para terminar, recibir el premio PROMECAL 2020 de VALORES HUMANOS en representación de todos los colectivos sanitarios de Soria. Uno de los días más emocionantes de su vida, nos asegura. El reconocimiento a la labor de tantas personas que lo han pasado muy mal, con medios insuficientes, pero sin dejar de luchar y cumplir con su deber. Un premio bien merecido. Por su coraje y su responsabilidad. Muchas gracias.   



Susana Blanco Rodríguez

Investigadora e informadora turística

 

“La muralla de Soria fue una de las más grandes de España”, afirma la historiadora gallega, Susana Blanco (Rubiá, A Veiga de Cascallá, Ourense, 1975), afincada en Soria desde hace doce años, orgullosa de haber colaborado en mejorar su conocimiento a través de su magnífico libro: La ciudad de Soria, su castillo y su muralla (2019).

De niña, fue a la escuela pública “Virxe do Camiño” de Rubiá. El entorno era tan maravillosamente tranquilo que estudiar y disfrutarlo eran casi lo mismo. “Soy más de campo que las amapolas”, asegura sonriendo. Inquieta, decidida, practicaba el atletismo, jugaba al fútbol,... Recuerda con cariño un trabajo que escribió cuando tenía 12 años sobre la leyenda el “El Rayo de luna”. En la vida, comenta, “algunas cosas son como un rayo de Luna.”

Del Instituto Martaguisela, en O Barco de Valdeorras, recuerda a los profesores y profesoras que le ayudaron a amar la literatura y todo el arte. Licenciada en Historia por la Universidad de Vigo, nunca dejó de ayudar a sus padres, Irene y Fulgencio, en su pequeña explotación agro-ganadera (castañas, cereal, terneros,…). Fueron emigrantes en París y allí nacería su hermano Fernando.

Lo que más le gusta, nos confiesa, es hacer cosas por los demás. Escuchar, compartir, vivir con pasión cada situación, cada acontecimiento. De lágrima fácil, le hubiera gustado ser militar o policía para tener capacidad de resolver conflictos. Las armaduras, los escudos, las fortificaciones le han atraído siempre. Entre sus publicaciones, nos habla de dos: Aspectos significativos de la guerra griega en la Edad Oscura y Arcaica y Ares, El dios más odiado del Olimpo, publicadas en la revista Minius. De sus tres libros publicados, dos están escritos en gallego: Cruces, cruceiros e petos do Concello de Ribadavia e Leiro. En mente, una novela histórica.

Profesora de academias y de la Universidad de Vigo, recepcionista, guía, informadora turística, actualmente forma parte del grupo Defensa del Patrimonio de la Asociación del Museo Numantino. De él surgió la idea de estudiar las murallas de manera colectiva (Alberto Arribas, Ángel Lorenzo,…), aunque ella pusiera en esta empresa todo su empeño, tiempo, conocimiento y entusiasmo. Hay ciudades que tienen menos restos de muralla, reconoce, y le sacan más partido.

Entre sus hobbies, las manualidades (el punto de cruz). De sus lecturas, se queda con “El nombre de la rosa”, “Momo” y “O lapis do carpinteiro”. Y con las obras de Bécquer, Machado, G. G. Márquez, Rosalía de Castro,... Le gusta la música clásica, la moderna (Malú, Miguel Bosé, Melendi) y el folk: Luar na Lubre, Mercedes Peón, Nuevo Mester de Juglaría.

La morriña existe, asegura. En casa habla en gallego con su marido, Fernando, gallego, funcionario, y con su hija Naia, nacida en Soria un 25 de julio, día de Galicia. A ella le escribe cartas, cuentos y dibujos en un pequeño diario. Soria es para ella una ciudad ideal, por sus parques, sus espacios y sus gentes.

Exigente con ella misma, introvertida en apariencia, Susana Blanco es una mujer de genio y de cordura, sensible a todo lo que ve, con criterio propio y argumentos sólidos.

“Los franceses reconstruyeron probablemente el castillo y algún lienzo de muralla”, sostiene. Su recuperación supondría, a su juicio, enriquecer un espacio importante de la ciudad, incrementando así su patrimonio y su atractivo turístico. Tarea para la que ella se siente plenamente dispuesta.

 

 

 Susana Torres Romero

 Alma

 

Profesora de canto moderno y técnica vocal, Susana Torres Romero, nacida en la calle Levante de Soria, junto al Duero, en 1969, es también directora de teatro. Y actriz. Cantar y contar. Cantatriz. Para llegar al público y emocionarle. Porque, nos dice, a la gente le interesa el arte. El Sagrado Corazón fue su primer colegio, y el “Castilla” su último Instituto. Esthéticienne, a los diecisiete años ya estaba trabajando en el Salón de Belleza de su madre, Maribel Romero. Nos habla de su abuela, Inocencia Romero, de Tardajos de Duero, que trabajó en Sastrería Rafael. Y de su padre, Ernesto Torres Pasanis, un histórico de la UGT, maestro ebanista y trabajador de Explotaciones Forestales. Y no se olvida nunca de sus cuatro hermanos: María, Ana, Carlos y Tito.

Su primer escenario fue el Hotel Virrey Palafox, una Nochevieja de 1990. Tenía voz, se formó bien, y, cuando canta, le pone el alma. En el año 2000, fundó un grupo musical, Cristal 975, con el que recorrió España, Portugal y Andorra. Le preguntamos por el mejor público. El vasco, contesta. “El catalán es muy educado”, reconoce. El soriano, generoso. Sabe apreciar. Recuerda un concierto en Plasencia. La plaza llena. Más de dos horas. Al final, todos de pie, aplaudiendo. “Me casé con la música”, concluye.

Susana Torres dice ser una mujer sincera, honesta, leal, muy sociable, valiente, tolerante. Le gusta la nieve, los camiones, las motos. Le fascina viajar. Penetrar en el alma de las ciudades que visita con los grupos que coordina, y a los que, ya en ruta, recita siempre un poema: Lorca, Borges, Machado,…

Susana Torres es, ya lo hemos dicho, una mujer de teatro. Solidaria, ha coordinado y dirigido las tres galas de “Vamos a dar el Cante”, a beneficio de FADESS y ASOVICA. Le preguntamos: ¿Música o Teatro? La respuesta es clara: las tablas. Ese lugar privilegiado en el que, después del primer momento de tensión, se siente a gusto frente al público. Interpretó, hace años, “La zapatera prodigiosa”, de García Lorca, que se estrenó en el Cine Avenida. Participó también, como actriz, en la obra “El agujerito”, dirigida por Nicasio Martínez. Y en La Audiencia intervino en “Entre Telones”, de Begoña Martínez. Ahora dirige el grupo “Alma teatro”, de Almazán. Entre sus proyectos estaría el de realizar una gira con “La casa de Bernarda Alba” de Federico García Lorca.

El otoño – y mejor todavía el invierno-, sola, en medio del monte alto, con libros, y una chimenea, por la magia del fuego, sería su espacio ideal. Su color es el azul, y su número, el siete. Como pintor, El Greco; como cuadro, “Las Meninas” de Velázquez. Como museo: el Guggenheim de Bilbao, El Prado,… Y un personaje soriano: Roberto Lázaro.

Volviendo a la música, Susana Torres destaca las voces de Marta Sánchez, Mónica Naranjo, Ana Belén, Edith Piaf, Alfredo Kraus, María Callas,... Pero su canción más especial se titula “Caruso”, cantada por Lucio Dalla, que cuenta la vida del tenor italiano. Difícil, romántica, la interpretó ella misma en 2015, en La Audiencia, acompañada al piano por Miriam Núñez.

Leer, afirma, es “una forma de salir del mundo y entrar en otro que tiene un tiempo paralelo.” Una forma de aprender, de desarrollar la imaginación. Le gusta la manera de escribir de Almudena Grandes, Boris Vian, Kafka, del que ha leído “La metamorfosis”. Acaba de terminar  “Los girasoles ciegos”, de Alberto Méndez. Pero, si tuviera que elegir un libro, no lo dudaría: “El Perfume”, de Patrick Süskind. ¿Una película? “El club de los poetas muertos”, de Peter Weir y Robin Williams.

El Soto Playa forma parte de su niñez. Allí jugaba con los niños y niñas del barrio. Pero se siente bien en “Los Cuatro Vientos”. Y cita lugares como Castroviejo, el Moncayo y el Hayedo de Diustes.

Susana Torres se confiesa, en fin, como una escritora anónima. Tiene escritos tres cuentos fantásticos. Luz, en el que da forma humana a los sentimientos. Silencio. Y Soledad, que cuenta la historia de amor entre el Sol y una mujer. Fantasía y alma. Y recuerdo.



Tamara Sánchez Montejo

Danzas Sorianas

 

Hoy, 30 de septiembre, sábado, el Grupo de Danzas Sorianas, el único de la ciudad, y uno de los tres, con Duruelo y Valdeavellano de Tera, de la provincia, bailará la Jota de San Juan en la Plaza Mayor: “A la jota, jota, jota de San Juan/ Que toque la gaita, que quiero bailar / A la jota, jota, dame de beber / Que el tinto me alegra y anima los pies…” Y una de las protagonistas será Tamara Sánchez Montejo (Soria, 1987), con falda negra, cinta de terciopelo, pasamanerías, pañuelo morado, delantal y moño recogido.

De padre vallisoletano y madre soriana, Tamara Sánchez forma parte del grupo desde los siete años. Entonces bailaba el pingacho y las carrasquillas; ahora canta, baila y toca la pandereta con la misma sencillez, soltura y categoría que sus compañeras y compañeros: Carmen, María, Begoña, de azul, rojo, verde, Enrique Borobio, chaleco marrón y faja azul, al son de la música, Santos, Miguel y Fernando, dulzainas, y Juan Carlos, caja. El gimnasio de la Policía Local, cedido por el Ayuntamiento, es el lugar en donde, semanalmente, ensayan las Ruedas, los Pasacalles, el Paloteado, el Zarrón,… Su objetivo, reza su web: “Rescatar y poner en valor el baile popular y todos los factores asociados al vestir tradicional de Soria como parte de nuestra historia como pueblo”. Un compromiso de lujo para un saber popular, rico en danzas y canciones, que ellas y ellos, dignos y dignas, “cultivan, hacen revivir y salvan del olvido”.

A Tamara Sánchez siempre le ha gustado bailar. También cantar, como ahora, historias sencillas, que hablan de la vida del campo y de sus personajes, con letras desenfadas y tiernas. Y lo hace, lo hacen, allí donde las llaman: en bodas, iglesias, pueblos, como Tardelcuende, este año. Pues, como dijo el compositor Rafael Benito Vives: “La Provincia de Soria es, entre las de Castilla la Vieja, la que atesora lo más bello, lo más puro, lo más intenso del hermoso folklore castellano, que es lo más hermoso de España.”

Tamara fue a la Escuela de la Barriada, terminó el bachillerato de Ciencias Sociales en el Virgen del Espino, y acabó empresariales en el Campus de Soria en 2008. Actualmente, tras haber trabajado en un comercio de Camaretas, ocupa una plaza de auxiliar en la oficina de la Concejalía de Festejos y Protocolo del Ayuntamiento de Soria.

Le gusta, nos dice, todo tipo de música, pero, de manera especial, la pop-rock y electro-house Alesso. Le pedimos una canción: París, de La Oreja de Van Gogh, y Penélope, de Serrat. No la vuelve loca el cine, afirma, pero sí le gustan las películas infantiles, que vuelve a ver con su hermana Patricia, un año más pequeña. La bella y la bestia, sobre todo. Pearl Harbor, también. Siempre la historia, que tanto apasiona a su madre. Memoria y recuerdo vivo. Romántica, Tamara argumenta que no tiene mucho tiempo para leer. Pero nos apunta dos títulos: “La historia de España para niños”, de Ricardo de la Cierva, y “Las aventuras del capitán Alatriste”, de Arturo Pérez-Reverte. Conoce, de sus viajes, Punta Cana, Ibiza, Holanda, Bélgica, Francia. Y destaca algunos lugares concretos: Le Sacré Coeur, la Plaza Mayor de Sevilla, Eurodisney... De Soria, la Ermita de la Soledad, de cuya Cofradía forma parte, y la Plaza Mayor, cerca de la casa de su abuela.

Tamara Sánchez es una mujer muy extrovertida, confiada, confiesa, tolerante, pensamos nosotros. Y, sobre todo, una mujer segura de sí misma. De las personas, nos dice, “aprecio sobre todo la mano tendida en los momentos difíciles.”

Hablamos de Soria, de Numancia,... De Carmen de la Mata, una de las grandes del folklore soriano. Estamos en el Alto de la Dehesa. Todavía es verano. Parece que, desde allí, resulte obligado proclamar que el folklore de Soria, como dijo Rafael Benedito, “es oro de ley”. Y eso es lo que Tamara Sánchez, y sus compañeras y compañeros, tratan de demostrar cada día. La Ruta de las Danzas Sorianas, pueblo a pueblo, sería una magnífica manera de honrar, bailando, la memoria de esta cultura nuestra. Gracias, Tamara.

 

 

Teresa Fernández Azorín

Arqueóloga


Soria es una ciudad Monumental. Entre los siglos XII y XIII contaba con 35 iglesias, correspondientes a 35 barrios, nos recuerda Teresa Fernández Azorín (Águilas, Murcia, 1981), que dirige las excavaciones de la iglesia de San Martín de la Cuesta, cuyo barrio, señala, no tiene que estar muy lejos. Se tienen referencias de la mayoría, pero falta por catalogar la de Santa Cristina. Nos señala las seis tumbas descubiertas junto a lo que va a ser pequeño aterrazamiento para acomodo de visitantes. Con esta intervención, nos asegura, la obra final se conservará otros cien años más como mínimo.

Teresa Fernández es licenciada en Historia con especialización en “Arqueología, prehistoria e historia antigua” por la Universidad de Murcia. Su TFM versó sobre un vertedero  de época tardorromana al pie del castillo de Águilas, actual población donde posiblemente se encontraba la antigua ciudad romana de “Urci”. En 2016 terminaría un Máster sobre “Arqueología aplicada a la gestión de patrimonio”. Dos conceptos que considera inseparables. De sus trabajos, destaca los realizados en la necrópolis ibera de “Archivel” de Caravaca de la Cruz, en donde descubrieron una miniatura de busto de soldado romano y el ajuar del enterramiento con vasos de bronce, asas de ánade y un simpulum. Destaca también la Calle Jabonería de Murcia, en donde encontraron 400 monedas de oro en una jarrita de época califal.

¿Qué es la arqueología?, le preguntamos. “Encontrar”, realizar una labor social, completar la historia de los lugares en los que vivimos. La labor de una arqueóloga, nos asegura, es  “crear la conexión de la gente con su propia historia.”

Ahora trabaja dentro del equipo de SALMER cantería y restauración S. L., que ha realizado, en otros, trabajos en la Catedral de Murcia, Teatro Romano de Cartagena y antigua sede del Banco de España en Vitoria. Vocacional, para ella su trabajo es una satisfacción permanente.

Soria le ha sorprendido por el cuidado y la progresiva recuperación de monumentos y antiguos edificios. Desta los Arcos de San Juan de Duero y la Alameda de Cervantes. El proyecto de San Martín es obra del arquitecto soriano Luis López. Una iglesia es de una sola nave, de 11,80 m. por 6,50 m. Insiste en la importancia de concienciar sobre la buena gestión y mantenimiento del patrimonio. Produce riqueza. Da trabajo. Favorece el turismo cultural. Teresa Fernández es Presidenta de la Asociación de  “Amigos del Museo Arqueológico de Águilas” y de la “Sociedad de Estudios Historiológicos y Etnográficos”, fundada por Pedro Lucas Salcedo, técnico en documentación gráfica y descubridor de arte rupestre.

Rockera, Loquillo y Billie Holiday son sus cantantes favoritos. Pero también Sabina y el Jazz. Le gusta “Mary Poppins”, además del cine de animación y el antiguo, a fin de intentar comprender la evolución de la sociedad. Conoce Roma, que encuentra descuidada, Gales, de donde destaca “Las Termas romanas de Bath”. De España conoce algo de casi todas las comunidades y siempre visita sus sitios arqueológicos. Prefiere los pueblos a las ciudades. Arthur Conan Doyle, Agatha Christie son dos de sus escritores favoritos.

El concepto de turista, nos dice para terminar, ha cambiado. Quiere ver y participar. Y recordar a quienes con su trabajo han contribuido a recuperarlo para el común. Muchas gracias. 

 

Teresa Martínez González

Médico

 

Positiva, tolerante, pragmática, Teresa Martínez (Serón de Nágima, 1955) ha dedicado 42 años de su vida a la sanidad pública. Con conciencia, esmero y respeto, buscando siempre la cercanía con compañeras, pacientes y familiares. Una experiencia siempre positiva, nos dice. Su madre, María, era de Serón y su padre, Juan, albañil, de Goian, una parroquia del municipio pontevedrés de Tomiño. Su hermana María trabajó en COPISO.

Guarda un gran recuerdo de Silvina y Nemesia, sus primeras maestras en el pueblo. Desde los 11 a los 15 años estudió interna en el Sagrado Corazón. En la Universidad Laboral de Zaragoza terminó el bachillerato superior y el COU. Buena estudiante, le gustaban las matemáticas, pero optó por la medicina. Su promoción fue la única que terminó los cinco cursos en Soria. El 6º lo hizo en Zaragoza, regresando a Soria para especializarse en medicina interna y dedicarse a ella durante 20 años. Tras terminar un Master de paliativos en la Universidad de Valladolid, sus últimos 22 años ha ejercido en el Centro de Paliativos de Soria. Feliz, jubilada, echa en falta el Hospital, pero no ha perdido el contacto. La recuerdan, le muestran simpatía, se siente reconocida. Recuerda al doctor Galparsoro, pediatra, buen médico y gran persona. “He aprendido y he enseñado mucho”, comenta. Ha recibido el premio colectivo a los Valores Humanos de la Fundación Científica Caja Rural (2003) y los personales de la JCyL (2018), Uva (2022) y 1º Premio Memorial Dr. Emilio López Martin 2022.

El trabajo es fundamental, nos asegura. Se necesita empatía con enfermos y familia, sentido del humor, ciencia. Cada caso es diferente, cada situación, cada hospital. Depende del contacto, del trato, de la sicología. Los enfermos son sabios, concluye.

Ha rotado en el Clínico de Valladolid, Unidad del dolor de Salamanca, Centro Sociosanitario El Sabinal y Hospital Doctor Negrín de Las Palmas de Gran Canaria. Y en Oncología del Hospital U. de Bellvitge y Vic para estudiar su funcionamiento. Allí conoció al Doctor Marcos Gómez Sancho, un médico cercano y gran maestro. Teresa tiene dos hijos: Juan, ingeniero en Zaragoza, y Ana, orientadora en Soria, y dos nietos de ella, Claudia y Miguel, a los que está confeccionando unos preciosos trajes de piñorro. Sanjuanera y socia del Numancia, le gusta el punto de cruz. Colabora así mismo con la AECC y el Banco de Alimentos. Su marido, Manolo, es funcionario y nació en Gómara Le ha ayudado mucho durante su carrera profesional (viajes, guardias), ocupándose de sus hijos. Él y su hermana serían sus personajes destacados.

En su autocaravana ha recorrido los Pirineos, Portugal y Francia. Conoce así mismo Alsacia, Selva Negra, Praga,… Sus ciudades serían Soria, Berlín, por su historia, y San Sebastián. Y La Dehesa su sitio de la capital. De Serón, rico en manzanas, ciruelas, nueces, peras, destaca la Fuente Vieja, la Iglesia de la Santa Cruz y la de Nuestra Señora del Mercado, asentada sobre una antigua mezquita, en donde fue bautizada. Y, por supuesto, el Castillo, tan necesitado de protección.

Le hubiera gustado estudiar criminalística. Lee novela negra y policiaca. Un libro: Trilogía de Terra alta, de Javier Cercas. Como película, “Los renglones torcidos de Dios”, de Oriol Paulo. Destaca en fin a Amaral, “Sin ti no soy nada”, como canción, el tres, el rojo, el sábado, la primavera, las alubias, como plato, y la sandía. Gracias por tu dedicación, tu excelente trato y tu disponibilidad.

 


Valentín Guisande Sancho

Fotógrafo

 

Valentín Guisande Sancho (Soria, 1966), diplomado en magisterio, reportero gráfico de profesión, es biznieto de Valentín Ramón Guisande de Brea, uno de los médicos que atendieron a Leonor Izquierdo en su enfermedad hasta su fallecimiento en agosto de 1912. Su madre, Pilar Sancho, de Borja, gran persona y gran mujer, pintaba bonitos retratos, bodegones coloridos y bellas reproducciones de cuadros conocidos. A su padre, Rafael, médico forense y psiquiatra, le gustaba la música clásica. A él, la melodía “Alone Again” de Gilbert O´Sullivan. Valentín es el mayor de seis hermanos.

Tuvo una infancia feliz, asegura, tanto en Soria como en la finca de Matamala, rodeado de plena naturaleza.  El programa de Félix Rodríguez de Lafuente, “El hombre y la tierra”, era “sagrado” para él. Nunca se lo perdía. Estudió en los Escolapios y en el Instituto Machado. Le gustaban las asignaturas de ciencias naturales, la biología y hasta las matemáticas; el resto las trabajaba, para aprobar, con sumo ahínco.

Su vida de reportero gráfico comenzó en 1993 en El Buho, suplemento de EL MUNDO/Diario de Soria, a cuya redacción se incorporó seguidamente y a la que ha pertenecido durante 26 años. Este verano ha trabajado en El Día de Soria. Valentín tiene fotografiada una gran parte de la fauna soriana. Miembro y socio fundador de AEFONA (Asociación Española de Fotógrafos de Naturaleza), nos enseña sus libros, magníficamente ilustrados: “Naturaleza Soriana” (2004), “Encuentros con la Fauna” (2014), y su última publicación, “Guía de la fauna de Valonsadero” (2020). ¡Cuánta riqueza y cuánta belleza!, pensamos nosotros. Fotógrafo certificado de Google y local guide de nivel 8, cuenta, nos asegura, “con 3.261 fotografías en el Google Maps -la mayoría de la provincia- y más de 25 millones de vistas o visitas.” Nos recuerda que Soria goza de un eco-sistema de gran variedad paisajística y muchas clases de bosques distintos: acebales, sabinares, pinares, hayedos, encinares, robledales,…

En España ha recorrido con su cámara, Doñana, Santoña, los Picos de Europa,..., y le gusta mucho acercarse por Urbión y Cebollera, pero su gran viaje lo hizo a Tanzania, Kenia, Zanzibar con Mamen, su mujer, llevándose más de cincuenta carretes de diapositivas, que trajeron llenos de maravillas africanas. Ahora comparten con su hijo David jornadas fotográficas. Toda una familia dedicada a la imagen. Su primera cámara fue una Werlisa, luego una Canon y ahora una Nikon. Su objetivo: divulgar la biodiversidad de Soria, sus cielos azules, su clima continental, y crear conciencia medioambiental. Nos comenta, como anécdota, “que los murciélagos (26 especies en Soria) son los insecticidas naturales”. Leemos los textos de sus libros. Su escritura fluye amena, repleta de detalles, que nos acercan con sencillez y encanto a cada una de las características de los animales que describe. “Fotografía creativa de fauna” y “Carquesia florida, loba parida”, son sus lecturas naturales, y “Barbacana. La huella del lobo” y “Cantábrico”, sus películas.

Fotógrafo de devoción y de profesión, paciencia y constancia, brillo y personalidad, su plato es el chuletón de ternera y su postre el helado. Una foto no se improvisa, nos recuerda. Requiere preparación, mimo y tiempo. Y un talante como el suyo que suma esfuerzo, buen servicio (revelados, reportajes, material fotográfico), experiencia y conocimiento desde la calle Doctrina de la capital en Focal 400.

 


Victoria Puig Sanchís

Trabajadora y poeta

 

Victoria Puig (Valencia, 1967) vive en Soria desde los siete años. José Antonio, su padre, tenía orígenes sorianos por su parentesco con Jorge Olcina, marido de la Marquesa de la Vilueña, enterrado en la ermita de la Monjía (s. XI) de Fuentetoba. Le gustaban los libros y teníamos en casa, nos dice su hija, una preciosa biblioteca a nuestra disposición. Crítica con los academicismos, estudió en las Escolapias. Le gustaba la literatura y siempre la requerían para cantar, declamar, y actuar en comedias y obras de teatro. De pequeña, su madre les hacía memorizar poemas de Zorrilla, Campoamor, José Carlos de Luna.... Conserva como una reliquia, “Las mil mejores poesías de la lengua castellana”, de J. B. Bergua, entre los que se encuentra “A un olmo seco”, que a ella le gustaría recitar alguna vez en la iglesia de San Nicolás. Porque Victoria Puig tiene voz de declamadora y espíritu de poeta. Así se lo dijo su homólogo aragonés Ángel Guinda. Ganadora del VI Premio de Poesía de Miedo 2011, otorgado por el público en Papeles de Trasmoz, Ediciones Olifante, destaca con entusiasmo su participación directa en el Festival Internacional de Poesía del Moncayo entre 2009 y 2013. Le gusta la poesía sabia, cercana y comprometida. Como la de J. Agustín Goytisolo, del que nos recita, con solemnidad, su poema: “En tiempos de ignominia”. 

La Toba es un lugar sagrado para ella. Allí ha pasado con su familia muchos momentos de vida familiar. Un lugar tranquilo, mágico. También le gusta pasear, escuchar música, investigar, conversar y debatir.

De las Escolapias pasó al Castilla y terminó en el Instituto Machado, antes de desplazarse a Madrid para estudiar fotografía -vocación de su padre-, durante dos años. En 1999 expuso en la Audiencia fotos tomadas por ella misma de la selección española de Voleibol.

Colaboradora de radio, hace años, ha trabajado de recepcionista, dependienta, guía de Valonsadero, y, ahora, telefonista en el Servicio Territorial de Cultura de la Junta. Siempre le ha interesado la sicología. La empatía con el otro, la comprensión, la ayuda que, afirma, forma parte de su comportamiento diario. Lo que das de bueno, asegura, “retorna a uno con creces”. Bondadosa, humilde, intuitiva y extrovertida, es una mujer optimista y de convicciones. Reflexiva, argumenta con corrección, enfoque personal y tino. Denuncia, por supuesto, las barbaridades. Las respuestas, asegura, “se encuentran siempre en el silencio.” En la meditación, como herramienta de conocimiento. Practica el Chi Kung y el Tai-Chi, sobre el que nos pide recoger dos bonitos versos suyos: “Un susurro en el aire ha desvelado la respuesta, / todas las respuestas escondidas en la eternidad del tiempo.” Durante los tres años que pasó en Denia, daba clases de Chi Kung en la playa. Le gustaba estar a solas con el mar. De pequeña, recuerda, podía pasar horas subida a un árbol, contemplando los hermosos parajes de Fuentetoba. Como destacaba en gimnasia deportiva, la propusieron, cuando tenía 13 años, dedicarse profesionalmente a este deporte. Valiente, siempre le ha gustado la espeleología, la escalada, el parapente.

Victoria ha viajado por España, Londres, Lisboa, a donde acudió invitada por el poeta Casimiro de Brito. Amable y contundente, correcta y entusiasta, siempre encuentra un momento durante las jornadas de Expoesía para facilitar la participación del público. El marco es excepcional y la necesidad de expresarse, permanente.

 


Vitaly Lagutik

Músico


Lo mejor de Soria, nos dice Vitaly Lagutik, es su gente: generosa, buena, agradecida. Subraya cada adjetivo en su lengua sencilla, paciente, amistosa. Nació en Majachkalá (1979), una ciudad mediana,  al Norte del Cáucaso y a orillas del mar Caspio. Su familia vive la música. Su padre, ingeniero, toca el acordeón y canta, como su mujer, Valentina. Sergi, su hermano mayor, dirige una pequeña orquesta en Moscú y canta en otra militar. Y Valery, el  hermano más pequeño, se dedica a la música en Oviedo.

Llegaron a España en 2005. Más de 4000 kilómetros en autobús: Moscú, Alemania, Italia, Francia. La situación allí no era como la de ahora, comenta. En España pasaron por Zaragoza, Vitoria y Bilbao. Regresaron a su país y, otra vez de vuelta: Asturias,  Sevilla, y, desde allí, a Soria.

Comenzó a estudiar el “garmon”, acordeón pequeño, en su ciudad natal. Recuerda al profesor Matujin Anatoliy Borisovich, tan buen profesional y tan importante para él, ya fallecido. En Astrajan estudió en una Escuela de Música y cinco años en su Conservatorio Superior. Hizo las prácticas en la Banda de Música de la ciudad, viviendo en una residencia de músicos, gracias a la ayuda económica del Presidente, como premio a ser uno de los jóvenes músicos que destacaban.

Eligieron Soria por su situación geográfica. Su primera imagen: la estación de autobuses. La pensión en la que se alojaron daba al Collado y tenía su entrada por la Plaza del Olivo. Al día siguiente, bajaron a la calle y dieron su primer concierto: música clásica y rusa. No hablaba español, pero sí un pequeño diccionario para traducir. Ahora toca de todo: pasodobles, jotas, rancheras, sanjuaneras. El Collado lo conoce bien, escucha con agrado sus interpretaciones y agradece su simpatía y el acompañamiento de su música.

Además del “Vayan”, acordeón grande, Vitaly toca el piano, la guitarra y la percusión. Nos cuenta que fue Carlos Martínez, alcalde de Soria, quien ofició en el Ayuntamiento la ceremonia de su matrimonio civil con Anastasia, su mujer, el siete de abril de 2009. Comieron en El Parador y bajaron después al Duero con sus amigos, hermanos y Javier, el cura, para colocar el primer candado en la pasarela de San Saturio.

Vitaly habla despacio, medita cada palabra, pragmático y vivo como él solo. Su mujer, nos dice, habla mucho mejor. Soria, insiste, es la ciudad que mejor le ha acogido siempre. Por eso vuelve cada año en San Juan, Carnaval, Semana Santa, San Saturio, Mercado Medieval y Navidad. Ha tocado en el Árbol de la Música, en la Plaza de Toros, en la Laguna Negra, en La Audiencia, con la Banda Municipal. Sueña con repetir la misma experiencia.

Vitaly se siente soriano. Nos muestra su camiseta del Numancia. Aunque sus jornadas tocando son largas, no se cansa. Disfruta por la mañana con la música popular, tradicional, española o de otros países. Por la noche, las piezas son más románticas. Le agrada cantar con los niños que se le acercan.

Su plato favorito es la tortilla de patata española y, de Rusia, el “Pilmeni”, una especie de ravioli. No es supersticioso, ni tiene ningún número de la suerte. Le gusta el cine, la televisión, los colores suaves y seguir las noticias de Rusia.

Vitaly Lagutik tiene dos hijos. Sergei, nacido en Rusia, e Ivan, en Soria. Su sueño y el de su mujer sería que su suegra, monja, los casara en Rusia por el rito de la iglesia ortodoxa. Nos despedimos. Nos desea lo mejor. Lo mismo para él. Sentimiento y música. Muchas gracias.

 


 Yolanda Santos Grande

 Turismo


Yolanda Santos Grande, presidenta de Asohtur, es una mujer joven y optimista, con una visión valiente e innovadora de la industria del turismo. Conoce bien la ciudad y la provincia. Gracias, seguramente, a su lema: “Andar y escuchar”. Nació en Soria en 1976 y fue bautizada en su Concatedral, pues sus abuelos maternos, Justina Gallego y Crescencio Grande, pastor de profesión, vivían en la calle Obispo Agustín. Al poco de nacer, hizo con su madre, María Jesús (Adradas, 1950), el viaje de regreso a La Floresta (Sant Cugat del Vallès), en donde su padre, José María Santos de las Heras, trabajaba como alicatador. Seis años después, con el catalán aprendido, regresaron todos a Soria. La Arboleda, Las Pedrizas y el Instituto Castilla fueron sus Centros de enseñanza, antes de diplomarse como Ingeniera Técnica Agrícola en la Escuela de Agrícolas. Su asignatura favorita fue siempre la biología, y la naturaleza su gran pasión. Sus abuelos paternos vivieron en el histórico pueblo de La Muedra. Ella, Josefa de las Heras, nació allí, y su marido, Marcelino Santos, había venido para trabajar en la obra del Pantano. “Una bonita historia de amor”, recuerda la nieta con nostalgia.

En 2007, tras haber trabajado como cajera, limpiadora, dependienta, socorrista y delineante, fundó, junto con tres compañeras, Marta, Cristina y Araceli, la empresa de educación ambiental y servicios turísticos “Biosfera Soria”, que gestiona los equipamientos ambientales del Ayuntamiento, y programa rutas y visitas guiadas (Laguna Negra, Acebal de Garagüeta,…). “Todo el mundo se va con una sonrisa”, señala con orgullo. Habla de los parajes sorianos con conocimiento y sensibilidad. El nuevo Mirador de la Galiana, comenta, además de “innecesario”, “va a romper con el encanto de un sitio tan fantástico”. Yolanda cree en el potencial turístico de Soria. Lo siente, lo vive, tanto en sus grandes como en sus pequeñas cosas. Tiene cultura, patrimonio monumental, naturaleza,... El sector del micoturismo se ha desarrollado mucho, afirma. Incluido el de la trufa, que ha incrementado el turismo de invierno,... Desestacionalizar, diversificar (gastronomía, rutas, fotografía, congresos,…), se presentan como retos necesarios. Un turismo sostenible, subraya, “con una apuesta clara por la internacionalización”.

Le preguntamos por personajes de la hostelería soriana. Piensa en todos los pequeños bares, restaurantes, sitios turísticos, que, además de innovar, atender a su clientela, indican, aconsejan, informan. Esos son sus personajes. Los detalles en las ciudades son muy importantes, asiente. Hay que cuidarlos. Atraen visitantes y crean riqueza. “Esos chopos del río…” ¡Qué enorme Museo! El Tren “Campos de Castilla” es un acierto, asegura. Y la zona peatonal y el parking en el Centro son muy agradecidos por las personas que visitan la ciudad. Su paraje favorito, el Duero. Un lugar que, junto a San Saturio y los Arcos de San Juan son muy visitados. Mucho más que el interior de la ciudad, admite. Yolanda ha leído a Saramago, García Márquez,… Ahora lee bestseller, novelas de misterio,… Su madre es también una gran lectora y, añade: “una auténtica luchadora”. ¿Cine? “La vida es bella”, “El milagro de P. Tinto”. El cine español en general.  De música se queda con la clásica, Serrat, “Camino Soria”,… Su monumento preferido, San Juan de la Rabanera. Por dentro y por fuera. Comentamos el proyecto intramuros, San Nicolás, Numancia 2017,…

Nos habla en fin de sus nuevos proyectos. Un curso de formación sobre la riqueza de los bosques y las setas. Y, a nivel personal, escribir un libro de micro-relatos: “Entre cuentos y tonterías”. Que ilustrará, por supuesto, con esos detalles de la flora y la fauna sorianas que tan bien conoce y que tanto disfruta describiéndolos en sus rutas. La Plaza de Herradores, en torno a un café, ha sido un magnífico lugar para hablar con seriedad de turismo, cultura y desarrollo sostenible con Yolanda Santos Grande. Una magnífica guía del potencial turístico de Soria.