A la última
EL DÍA DE SORIA
Contraportadas
2015-2023
Textos de Jesús Bozal Alfaro
Por orden alfabético de nombres propios.
Abel
Antón Rodrigo
Embajador deportivo
Abel
Antón Rodrigo nació en Ojuel -hoy pedanía de Cabrejas del Campo- en 1962.
Mariano, su padre, fue pastor en el pueblo y empleado en Soria. Su madre,
Carmen, trabajó en la cocina de distintos restaurantes. Cuando tenía un año, se
trasladaron a Mazalbete y allí comenzó su periodo escolar, que continuó, con
siete años, en el Colegio de la Barriada. Una carrera organizada por su
profesor, Celestino Vallejo, supuso el inicio de su carrera deportiva. Desde
entonces, y hasta los 39 años, ha ganado, nos dice, unas mil carreras: http://www.abelantonrunning.com/
Charlar con Abel Antón es
un lujo. Inteligente, sencillo, optimista, nos habla de su primer trabajo
(ayudante, repartidor), durante un año, en “Soria, Hogar y Pueblo”, dirigido
por Fidel Carazo. Le seguirían cuatro años en Embutidos González. La mili le llevó
a Cerro Muriano (Córdoba) y al cuartel de artillería de costa RAMIX 5 de
Algeciras. Entonces, comenta, ya ganaba todo. Atleta del Club “Cañada Onda
Picaso”, dirigido por Lorenzo Poza, conoció a Enrique Pascual Oliva, que sería
su entrenador hasta el final de su carrera. Un hombre competitivo, asegura.
Tras tres años en Zaragoza, firmó un primer contrato profesional con Kelme.
Reebok sería, a partir de 1990, su equipo definitivo.
Su ilusión por participar
en unas Olimpiadas lo lograría en Seul (1988), seguida de otras tres en
Barcelona, Atlanta y Sidney. Destaca la convivencia entre los deportistas. Nada
supersticioso, se prueba las zapatillas y los calcetines el día anterior a cada
competición. ¿Cómo se gana?, le preguntamos. Su respuesta es sencilla: con
trabajo, esfuerzo y cabeza. Cada carrera es distinta. En el 1500, nos indica,
hay que correr por delante; en el 10000, detrás. En el maratón, lo importante
ocurre a partir del kilómetro 30, señala. Así ganó dos mundiales seguidos en
Atenas 1997 y Sevilla 1999.
En 1991 abrió con Fermín Cacho su primera tienda, Antón&Cacho, en la calle Clemente Sáenz. La segunda, en El Collado, dos años más tarde. Además de ocuparse de ellas por las mañanas, imparte conferencias, organiza carreras y es embajador del Banco de Santander en el patrocinio y promoción del deporte entre clientes y empleados. Nunca lo hubiera imaginado, nos confiesa. Soria, a su juicio, es una ciudad fácil para el deporte y posee unas instalaciones de primer nivel. De su recorrido por medio mundo destaca la ciudad de París, pero también Nueva York, Adis Abeba,... Como país: Noruega, por la amabilidad y solidaridad de sus gentes, y Nueva Zelanda por el apego de sus habitantes por la naturaleza. Su número es el 5; el rojo, su color. Emiliano Revilla sería su personaje soriano y Valonsadero, en todas las estaciones, su lugar favorito. Mantiene una gran amistad con sus compañeros, Haile Gebrselassie (Etíopía), Martín Fiz y Fermín Cacho. Sus dos pasiones, el deporte y la familia. Belen Corredor Corredor, su mujer, y sus dos hijos, Tatiana y Daniel. Le gusta la música y nos da dos nombres: Freddie Mercuri y Dani Martin. En 1997 recibió el Príncipe de Asturias del Deporte y en 2004 el de Castilla y León. Concejal y senador, su objetivo fue siempre el de potenciar el deporte. Recuerda la construcción del campo de hierba artificial en San Andrés, el impulso definitivo al CAEP y su participación en la elaboración de la Ley del Deporte. Un soriano, en fin, que, desde Soria, ha alcanzado, en su campo profesional, el nivel más alto en el mundo. Una marca soriana de excelencia.
Adolfo Sainz Ruiz
Comerciante
Ser el último
representante de la quinta generación de comerciantes de su familia -169 años
de historia-, representa para Adolfo Sainz (Soria, 1969) todo un orgullo y un
gran honor.
Su bisabuelo Camilo Sainz Zamora vendía, en 1913, además
de mantas y paños, chocolate, cerveza,… Era uno de los mayores contribuyentes
de Soria y aparece citado en La Cotorra de Gerardo Diego. Su tienda,
Mary Satur, forma parte de la ruta modernista de la ciudad. Recuerda que,
cuando salía de los Escolapios, aquel centro comercial era su mejor sitio para
jugar. De ahí que el contacto con el público forme parte de su forma de ser y
de su cultura más profunda. La del consumidor ha cambiado, recuerda, convencido
de que “el comercio hace ciudad y da vida a la ciudad”.
Tras la EGB, terminó el
bachillerato en el Instituto Machado. Le gustaban la literatura y las
matemáticas mucho más que la física y la química. Se licenció en Económicas en
la Universidad de Zaragoza. Siendo delegado de clase, nos cuenta, se las
apañaba para que las fechas de los exámenes no coincidieran con los Sanjuanes,
de los que fue Jurado en 1994.
En 1993, comenzó a
trabajar en un Banco en Valladolid. Pero, al jubilarse su padre, su madre y él
decidieron continuar con el negocio familiar. Actividad que ha compaginado con
sus estudios en la UNED (Políticas y Sociología), sus clases de inglés en la EOI,
y su participación en el Consejo de la Juventud, Cámara de Comercio, Unicef,
Asociación de Comerciantes, Centro Comercial Abierto…
Antes, había sido el
cantante de la orquesta “Amapola”, interpretando en bodas y pueblos canciones
de moda, coplas, pasodobles y rancheras. Inquieto y observador, hizo un curso
periodismo y era oyente de José Luis Bravo. Luego vendrían veinte años de
colaboración con Chema Díez en un programa de toros en la Cadena Ser, la
retransmisión de corridas y la publicación de numerosas crónicas en el Heraldo
y El Mirón de Soria. Los toros, a su juicio, son “arte, ejemplo de vida,
belleza de la vida y crudeza de la muerte”. Entre sus toreros: Curro Romero, R.
de Paula, José Tomás, José L. Palomar, Rubén Sanz y Morante de la Puebla.
Ahora, Pablo Aguado.
Admirador del flamenco,
Hermano de la Macarena de Sevilla, Cofrade de la Soledad y del Espino, su color
es el verde/esperanza y su número el 6. Ha recorrido medio mundo. En lo más
alto, las ciudades de Nueva York -un plató para él-, Cádiz, por su alegría, y
la India, que le sobrecogió.
Político de iniciativa, liberal
conservador, dialogante, católico practicante, fue concejal de juventud con
Javier Jiménez Vivar entre 1995 y 1999, creando los Certámenes de Cortos y
Creación Joven. Hacer, trabajar, en positivo, forman parte de su personalidad. En
la última legislatura fue el jefe de la oposición.
Socio del Casino Círculo
Amistad Numancia desde 1993 (su tatarabuelo Dionisio Sainz Jiménez ya lo era en
1869), es desde hace 10 años un Presidente dinámico, que, además de las
actividades propias (cartas, ajedrez, billar,…), acoge cada año 200 actividades
culturales en sus flamantes salones.
A Adolfo le gusta leer
poesía (Garcilaso, Machado, Lorca) y elogia el libro de su amigo Enrique Andrés
Ruiz, “Los montes antiguos, los collados eternos”. Se queda con el cine de los
años 40 y 50, de Berlanga y E. Neville, y los actores Pepe Isbert y Fernando F.
Gómez. Luchador generoso, apuesta por su ciudad y por sus múltiples
actividades, junto a Susana, su mujer, de emprendedor incansable y de abolengo.
Agustín López Ruiz
Asesor Fiscal y de Empresas
Agustín
López nació en Soria en 1964. Su padre, trabajador y lúcido, y su madre,
Ascensión -la cordialidad personificada- lo hicieron en Ventosa de San Pedro. Tiene
una hija, Yaiza, nombre canario que significa “princesa” en guanche. Una gran
dibujante, además, recalca orgulloso. Su mujer, Mar, trabaja en Sanidad como técnico
de laboratorio.
Buen
estudiante, Agustín realizó los estudios primarios en el Colegio “Bernardo Robles”
de la capital, pasando a continuación al Instituto Antonio Machado, en donde cursó
el bachillerato. Le gustaban las ciencias naturales y la literatura. Licenciado
en Derecho por la Universidad de Zaragoza, comenzó a trabajar en la Delegación
de Hacienda de Soria, tras aprobar unas oposiciones en 1988. Dos años después
haría la mili en el cuartel de aviación de Calatayud. En 1992 inició su
andadura profesional en la calle Sanz Oliveros, y en 1999, creó junto a su
hermano Luis, informático, y su fiel colaboradora Puri, una sociedad dedicada
al Asesoramiento Fiscal, Laboral y Contable, para empresas y particulares, en
Soria y provincia.
En
el año 2001 se incorpora al Grupo Asesor Adade, con presencia a nivel nacional
e internacional, y va ampliando el negocio incorporando despachos en Olvega
(2016), Almazán (2021) y Soria (varias carteras de clientes). A día de hoy la
plantilla está formada por 17 personas.
Premio
Empresa Excelente en 2014, nos habla del rigor de la administración, de la
importancia del trabajo de los asesores durante la pandemia y de la armonía
necesaria para el éxito de una empresa. Se reconoce como partidario del trabajo
en equipo. Cita como empresario a Amancio Ortega y a otros emprendedores sorianos
de pura cepa.
Reconoce
que en España el problema de las empresas es su pequeño tamaño, y la necesidad
de que sean cada vez más grandes, más europeas, más eficientes y rentables. El
futuro, asegura, está en la digitalización. Él mismo cree que en poco tiempo
sus clientes podrán acceder mediante la web de su empresa a sus datos y operar
como una oficina virtual. En el smartphone, en la tablet, lo llevamos todo, el
futuro está ahí, nos comenta. A su juicio, todos los cambios deben mejorar la
productividad, y generar un mejor porvenir y mayor riqueza colectiva.
Emprendedor
y responsable, de talante dinámico y abierto, gestiona con la mayor eficacia
tanto sus responsabilidades como sus obligaciones. Cree en el futuro y en el gran
potencial del sector privado, innovador y sostenible, de la economía soriana y española.
Y también de su propia empresa. Alude a la necesidad de mano de obra
cualificada y a la importancia de la Formación Profesional. Concejal del
Ayuntamiento de Garray, se siente satisfecho con esta experiencia, aportando
cuanto sabe a la realización de proyectos competitivos.
Viajero
entusiasta, conoce bien España. Sevilla para él es una ciudad maravillosa, por
su gente, su ambiente, su monumentalidad. Del extranjero, París sería su ciudad
ideal, sin olvidar Londres. De Soria destaca el Castillo, San Saturio y
Castroviejo en Duruelo de la Sierra. Lee diariamente la prensa, aprecia los ritmos
latinos y la música moderna, el azul como color y el siete como número. Y el
inglés como lengua extranjera. Siempre le ha gustado escribir. Su plato
favorito: las patatas con costillas de su madre. Y su postre: las fresas con
zumo de naranja. Confianza y trabajo, dos grandes cualidades que Agustín gestiona
con absoluta dedicación.
Alberto Arribas Hernández
Funcionario
“A San Saturio hay que
hablarle con el pensamiento o de forma oral, pero siempre con sinceridad y con el
corazón en la mano”, nos decía Alberto Arribas Hernández (Soria, 1968), actual
Santero de San Saturio, hace quince años, en una entrevista para la revista de
la EOI de Soria. Era un mes de diciembre y hacía un frío que pelaba. Allí,
pegados a la vieja estufa, pasamos la mañana en un ambiente que, a juicio sus
visitantes, rezuma tranquilidad, sosiego, reposo,... Niño todavía, Alberto
conoció a santeros pidiendo limosna por la calle. El último, recuerda, se
llamaba Cipriano Lozano Lara. Era alto y delgado y “daba gusto escucharle”,
comenta con admiración. Había sido monje en Sta. Mª de Huerta y vivió un tiempo
en la ermita con su madre. Cuando se fue, dejó todo: muebles, ropa,...
Alberto se crió en el
barrio de San Pedro con sus padres: Alfonso, electricista, y Rosa. Él era el
último de sus cinco hermanos. Los Franciscanos, primero, el Instituto Machado,
después, le llevaron a diplomarse en Enfermería en el Virgen del Mirón. Siempre
le gustó la historia, la lengua y la literatura. Tras pasar por distintos
Centros de Salud y alguna empresa, inició en 1999 su etapa de portero, limpieza,
punto de información turística, bodas, tienda de recuerdos, en San Saturio. La
humedad en verano, asegura, roza el 70%.
Hablar con sus visitantes
forma parte de sus momentos de mayor gloria. La devoción, la cultura son dos de
las muchas motivaciones que les atraen, nos indica. También el esoterismo. Ese
lado mágico que muchos y muchas buscan en cada rincón de la ermita. La
decepción se dibuja en algunos rostros; otros, sin embargo, creen haber
encontrado lo que buscaban. El número no para de crecer. Calcula unas 700
personas de media cada semana. Entra una familia mejicana. Quieren comprar una
campanilla de recuerdo. Comentamos la visita. El lugar les parece sublime, sobrio,
propicio para la meditación. Abrimos el libro de visitas. Mensajes directos,
peticiones, agradecimientos, cartas dirigidas al mismo Santo,...
Hombre profundo e
ilustrado, pragmático y buen conversador, coleccionista de fotos, amante de su ciudad
y de cada lugar de su provincia, Alberto Arribas ha viajado por Italia,
Francia, Grecia, Rumanía,… Ha colaborado, con algunas fotografías, en el libro
de Joaquín Alcalde, “Soria. Biografía de una ciudad II (1979-2007)” Participó
en 2011 con Tomás Pérez Frías y el mismo J. Alcalde en la Revista de Soria:
“Sorolla, 7 días de Octubre”. De la literatura, le interesa la novela histórica
y de intriga. En cuestión de arte, se queda con el románico. Le gusta sobre
todo la música que le trae recuerdos o le despierta sentimientos. A pocos días
de la Fiesta de su Patrón, nos transmite su pequeña petición: la instalación
del agua corriente y unos servicios en el interior de la Ermita.
Llega Don David, el
capellán, y hablamos de Juan de Palafox, otrora Obispo de Osma. Alberto recuerda
a Julio Garcés, Fermín Herrero, y otros escritores sorianos. Y nos enseña el
libro de la escritora soriana, Sor Constanza de Castilla y Eril, que está
leyendo en estos momentos. Mientras bajamos con precaución por las escaleras,
vamos pensando en los secretos y leyendas que habrá ido descubriendo o le
habrán contado durante estos últimos veinte años. Seguro que Sagrario, su
mujer, sus dos hijos y su hija, le habrán oído contar más de uno. Y nosotros
pensamos: ¡Qué suerte tiene el Santo de tener tan buen Santero!
Alberto Cisneros
Izquierdo
Sacerdote misionero
Alberto Cisneros
(Barcelona, 1971) es hijo de la emigración. Su madre, Isidra, nació en Osma y
su padre, Esteban –operario en la SEAT y autónomo de la tapicería más tarde- en
San Miguel de Bernuy (Segovia). Tiene dos hermanos y una hermana. Estudió,
primero, en el Colegio MÍO CID de Barcelona. Luego, tras cambiar de domicilio,
en el IES de Alburquerque (Cuellar), y, ya en El Burgo con su familia, 3º de
BUP y COU en el IES Santa Catalina. La biología, nos cuenta, era su asignatura preferida.
Nunca pensó en ser cura. Pero lo es y se lo notamos en cada palabra, en cada
gesto, con absoluta convicción. Para él, ser cura significa acompañar a la
gente más humilde, a los adolescentes, a quien le necesita. En el Politécnico,
en Madrid, estudió además Técnico
especialista en salud ambiental. La mili la hizo en el polvorín de Ibeas de
Juarros, Burgos, mientras ayudaba a compañeros a sacarse el graduado. En 1993
se fue voluntario a Esmeraldas (Ecuador) con los Misioneros Combonianos, y allí
trabajó durante seis meses con chavales pandilleros, de barrios sin luz ni
agua. De regreso, hizo el Camino de Santiago apoyando a la delegación de
jóvenes de Soria, mientras se planteaba ya hacerse sacerdote. Es decir:
“testigo de misericordia”. Así que, en septiembre de aquel mismo año ingresó en
el Seminario y el obispo Francisco Pérez González lo ordenó el 12 de octubre de
2001. Una fecha importante para él. “No, no soy un héroe”, nos comenta. Primero
fue coadjutor en la Parroquia Virgen del Espino, de la que salió, nos dice,
llorando. Era entonces el delegado de pastoral juvenil, organizando
Verano-Misión a Ecuador y Camerún. Párroco de Almazán en 2008, lo es ahora de
Ólvega, además de estudiar un Máster en Salamanca y encargarse de Muro, La
Cueva, Beratón, Borobia, Noviercas, Pinilla del Campo, Tajahuerce y Pomer, de
Aragón. No para, asiente. Junto al Moncayo se siente realizado. La gente es
acogedora y atenta, reconoce. Le ayuda D. Ángel Jiménez del Campo, de 86 años,
que saludamos en el hall de la Casa Diocesana. Entre sus proyectos, uno de
apoyo escolar en colaboración con Cáritas. No, no quiere ser obispo, asegura,
sino uno más en el seno de la gran familia de la iglesia soriana. Ha leído Patria y lee a Carlos Ruiz Zafón o a
Isabel Allende. Le gusta el senderismo, el rock: Police, Phil Collins o Bruce Springsteen.
Destaca la Iglesia de Santo Domingo, las Clarisas y la Plaza de Herradores,
como lugar de encuentro. ¿Personajes? Jesús y Gandhi, por la no violencia, y un
descubrimiento: Sor María de Jesús de Agreda.
Valiente, comprometido,
rebelde, obediente, tras su etapa de Almazán, marchó a Granada (Nicaragua),
para acompañar a niños en riesgo de exclusión, abandonados y huérfanos. “Lo más
importante que he hecho en mi vida”, afirma. Al volver en 2018, “sentí morirme”,
le escuchamos.
Delegado de Misiones en
la actualidad, se ha volcado durante el mes de octubre en la Exposición ¿Misión Im-posible? (Palacio de la
Audiencia), que resume la obra misionera de Soria en 37 países, con 106 misioneros
y misioneras de Borobia, Ólvega, Agreda, La Cueva de Roa, Duruelo, Deza, Villar
del Campo, Osona, Aldealafuente,… Julia, Santiago, Pablo, Mª Carmen, Ramiro,
Gregoria, Jesús, Teodora, Juan, Alejandro, Emilio,… Sus testimonios cercanos y sencillos, desde
China, Bolivia, Perú, Camerún, Brasil,… emocionan. Son mensajes de amor, justicia
y servicio. Alberto Cisneros, un sacerdote comprometido. Gracias.
Alejandro
Puerta Cantalapiedra
Director de Orquesta
Conocimos
a Alejandro Puerta Cantalapiedra (Soria, 1994) cuando ya tenía 18 años, y
participó con nosotros encantado y diligente en la organización del I Centenario
de Leonor. Hijo de Jesús, aparejador de Cabrejas del Pinar, y de Luisa, abogada
de Mojados, Valladolid, este joven músico soriano se ha marcado como meta ser
Director de Orquesta, tal y como se lo indicaba ya su profesora Miriam Alonso.
Lo logrará sin duda, pues, a su preparación musical, le suma empeño, cualidades
e inteligencia.
Inició
sus estudios en el Colegio Numancia y terminó el bachillerato, incluido el
internacional, en el Instituto Castilla. Alumno de la Politécnica de Madrid,
acabó arquitectura en 2018. Ha visto muchas obras con su padre, nos dice, y ha
realizado algún pequeño proyecto. Destaca, en ese contexto, dos espacios
especiales: San Saturio y San Baudelio. También las cúpulas de la Ciudad del
Medio Ambiente. Pero lo que le enamora de verdad es el Duero.
Se
inició en la música, con tan solo cinco años, en la escuela Tannhäuser de la calle Santo Tomé. Su madre le dio
a elegir oboe o clarinete, pero él prefirió el piano. En 2013, ya en el Colegio
Mayor Loyola, propuso a su director crear una orquesta de Colegios Mayores. Y
así fue cómo, con su aprobación, se constituyó la JOECOM. Desde entonces, su
apuesta absoluta por la música no para de dar pasos firmes y fundados. Busca,
nos explica, “expresar la esencia de la música”. La clásica, asegura con
rotundidad, es de todos. Frente a una orquesta, explica, el lenguaje no verbal
de batuta, manos, gestos, rostro, estimula, compromete, genera confianza
colectiva. La música, insiste, es el lenguaje absoluto. Y, en casa, en su
tierra, en Soria, acompañado por un público cálido, agradecido, entendido,
mucho más.
Alejandro dirige dos
orquestas más: la de la Universidad Politécnica y la orquesta profesional
“Iberia”. Atrevido, goloso, crítico consigo mismo, pragmático, con el 257 como
número de referencia, apuesta con determinación por proyectos de futuro e
iniciativas innovadoras y participativas. Recuerda la importancia de sus
profesores: Rubén, Óscar,… Admira por la elegancia del director Claudio Abbado.
También a Juanjo Mena y Miguel Romea, su profesor. Su reto, afirma, es dirigir
orquestas profesionales. Nos comenta que no se valora a Manuel de Falla. Nombra
sus compositores favoritos: Beethoven, Brahms y Bach. Le gusta el jazz y el
flamenco puro. Le recomendamos la película “Muerte en Venecia”. Nos recomienda
por su parte “El hereje” y “Los santos inocentes” de Miguel de Delibes. Y
“Sapiens”, del historiador israelí Yuval Noah Harari. Deportista activo, hace
unas pocas semanas participó en la media maratón de Vitoria. Siempre en comunión
con su tiempo, pide para Soria el reconocimiento que se merece. Considera, patrono de la ONG “Voces”, que la
música es un
instrumento contra la pobreza.
Nos habla en fin del escultor Jaume Plensa. Decidido, consciente, dispuesto, trabajador, Alejandro cree en lo que hace. Está convencido y convence. Su exposición en las charlas TEDx ilustran esa vitalidad sincera y contagiosa. Cuando dirige sus orquestas, Alejandro transmite energía, preparación, comunión absoluta con sus componentes y con el público. Así lo sentimos nosotros en el Palacio de la Audiencia, no hace muchos días, mientras dirigía con maestría y brío su obra favorita: “La sinfonía heroica” de Beethoven. Mucha suerte. ¡Feliz Año 2019!
Alex Ochoa
Sanitario
Alex
Ochoa (Soria, 1983) es un joven tímido, sobre todo sensible, bendecido,
pensamos, con el don de la humildad, las ganas de expresarse y lo novedoso de
sus composiciones artísticas. Siempre le ha gustado dibujar, nos comenta. Óleo,
acuarela y paisajes. Su abuelo materno, José María O. García, de Cervera del
Río Alhama, ejerció la abogacía en Soria y dejó huella por su humildad y su generosidad.
Su hija Pilar, madre de Alex, es también riojana. Le gustaba escribir de joven.
En el mercadillo de El Burgo de Osma le compraba a su hijo cuadernos para que
escribiera y pintara cuanto pudiera. Alex estudió en las Escolapias, La
Arboleda y en el IES Antonio Machado. Sus asignaturas favoritas eran el
lenguaje y la música. Trabaja actualmente en la Residencia de Los Royales. “Todo
lo llevo muy dentro de mí”, nos asegura. Es como una terapia, confiesa. El
objetivo de sus composiciones es dar una visión diferente de Soria. Y lo
consigue cada día mejor. Leonor, por ejemplo, en letras barrocas, es una de las
últimas. En un primer plano, Antonio y Leonor; en el centro, ocupando todo el
espacio, el caserío iluminado de Soria; al fondo: una enorme silueta de agua.
Todos sus trabajos (http://alexcelt.blogspot.com ) son así: arte, sabiduría
y sensibilidad. Parte siempre, nos cuenta, de una idea, de un poema, de una
fotografía. La digitaliza. Añade siluetas, fondos, colores ocres, verdes,
grises. Todos los temas son sorianos: El Colmadito de la Calle Real, su barrio,
el cigüeñal de la Ermita de la Soledad, San Juan de Duero, El Museo
Numantino,... Su técnica tiene que ver con el juego y el esfuerzo. Cuesta, reconoce.
Para escribir, decía una gran escritora, hay que sufrir, le decimos. Surge la
conversación sobre Iván Moreno. Nos cuenta: “Conocí a sus padres
cuando éramos unos niños en Almazán. Luego vino el diagnóstico. Desde entonces
inicié varios proyectos para ayudarles. El primero, “La Vuelta al Cole. Contra
la leucemia infantil", que duró dos años y tuvo el apoyo de Ayuntamiento y
Dirección Provincial de Educación. El segundo: una iniciativa de la Fundación Uno Entre Cien Mil, con la participación
de niñas y niños de cuarto de primaria de todos los colegios de Soria”. Se
siente muy orgulloso de Iván, de su familia y de todo el movimiento de
solidaridad humana en torno a un caso que llevará siempre en su corazón.
Su apellido significa lobo en euskera. Él lo asocia a juego, a infancia, a Rodríguez de la Fuente, del que seguía con entusiasmo todas sus emisiones y por el que siente una gran devoción. La naturaleza, lo “salvaje” le atraen sobremanera. Le inspiran y apasionan las obras de Benjamín Lacombe. “Ese misterio que envuelve a sus obras, esa nostalgia...”, comenta. También la música Blues. Se siente como un niño cuando “compone” sus estampas, casi alegóricas, cercanas, que hablan siempre del presente. ¡Cuánto le gustaría compartir lo que hace en una exposición! Los comics, la poesía -sobre todo la de verso libre-, Alfonsina Storni, Rosalía de Castro, Isabel Allende y Carlos Ruiz Zafón, autor de “La sombra del viento”, forman parte de sus lecturas de siempre. Su cine es el de acción. No estar atado a nada forma parte de su filosofía de la vida. Tiene un número, el cuatro, un color, el verde y unos rincones predilectos: la Plaza Mayor de Almazán, el Castillo, San Saturio y la Catedral de la Asunción de El Burgo. Una mirada nueva, la de Alex Ochoa, que–como escribiera el poeta- “copia cosas eternas”.
Investigadora
El día que la conocimos, nos esperaba, puntual, junto
al mostrador del bar del Campus de Soria. La enseñanza, reconoce, ha cambiado
mucho, “pero no mi entusiasmo ni mi dedicación”. Nacida en Fuentetecha, tenía
nueve años cuando sus padres y ella se vinieron a vivir a la calle Teatro de la
capital. Su madre, Epifanía, murió joven. Era entrañable y culta, recuerda. Le
transmitió el amor al trabajo, el espíritu de lucha y constante superación. Su
padre, agricultor y ganadero, conservó hasta el final todas sus energías e inquietudes,
además de su pasión por el “bricolaje” y los viajes.
Terminado el bachillerato, estudió magisterio en Soria
y, cuando acabó, formó parte de la 1ª
promoción de Medicina en el CUS (tres cursos), cursando el resto en Zaragoza. En
1978 fue nombrada profesora ayudante de Anatomía Humana en el mismo CUS,
doctorándose, dos años después, con una tesis titulada: “El desarrollo embriológico
del sistema estáto-acústico”. Mujer decidida y firme en sus convicciones, se
marchó ese mismo año a Londres (University College London), para trabajar en
varios proyectos de investigación, a las órdenes de su mentor, el Profesor Robert
Lieberman. De 1987 a 1989, trabajó en Nueva York. Una ciudad, nos cuenta, que
lo tiene todo y en la que “nadie se siente extranjero”. Recorrer sus calles, tal
y como hace en Soria todos los días, tiene, añade, mucho de mágico, de
reencuentro con la intimidad y la identidad. A su regreso, culminó su carrera
docente con sendas cátedras de Escuela Universitaria (1991) y de Universidad
(2009). Su línea de investigación siempre estuvo focalizada en el estudio del
sistema nervioso central (SNC), la organización neuronal y la enfermedad de
Alzheimer.
Las personas, afirma, “somos cerebro”. Todos nuestros
movimientos, impulsos, emociones, son regidos por él, sostiene. Miembro
Fundador del Instituto de Neurociencias de
CyL, lo es también del Consejo Iberoamericano y de las Academias de las
Ciencias de Nueva York y Medicina de Valladolid. Desde su pequeño laboratorio
de la Facultad de Fisioterapia ha dirigido tesis doctorales, participado en
conferencias, congresos, seminarios, publicado importantes artículos en
revistas científicas,... Ha recibido, entre otros, el Premio “Enrique Martínez
Moreno”, otorgado por la Sociedad Anatómica Española (2003 y 2007). En 2012,
fue nombrada Decana de la Escuela de Fisioterapia, liderando, durante cuatro
años, un nuevo plan de estudios y su conversión en Facultad. Una etapa dura y
costosa, nos confiesa, a nivel personal.
Gran lectora, le gusta la
novela histórica y la novela negra: “La peregrina”, de Isabel San Sebastián,
“Los Austrias”, de J. L. Corral, “La
tierra de nuestros padres”, de William Nicholson. Además de los EE.UU., ha recorrido
Europa, China, Japón, Australia, India, Islandia. Destaca, como ciudades, San
Sebastián, por su luz, Barcelona, por su cosmopolitismo, Madrid, por su cultura,
París, por su romanticismo. Y ha visitado todos los museos que ha podido, para
admirar los cuadros de Renoir, Degas, Monet, Dali,... Del cine, le gustan las
películas de impacto: “La madre”, de Alberto Morais, o, en su tiempo, “El
último tango en París”. Cosmopolita, agnóstica, su pueblo, sus plantas, su
“Perrita”, sus amigos/as de la infancia y adolescencia han sido sus compañías
insustituibles. La ciencia, sostiene, es el motor de su vida. Cuarenta y un años dedicados a la enseñanza y a la
investigación lo atestiguan absolutamente.
Amador Carrascosa Tejedor
Doctor en Farmacia
Amador
Carrascosa Tejedor (Soria, 1931) es hijo de Ignacio Carrascosa Ridruejo (Soria,
1898-1965). Doctor en Farmacia por la Universidad de Madrid, amigo de Mariano Granados
Aguirre y de Juan Antonio Gaya Nuño, y fue alumno de Don Antonio Machado.
Amador, el mayor de tres hermanos Carrascosa (Juan, el segundo, fallecido en un
accidente, y Ángel). es una de esas personas que atesoran con discreción una visión
amplia y abierta de la historia reciente de esta ciudad. Hombre instruido,
lúcido, su filosofía de la vida está muy pegada al rigor de lo concreto. Su
primer maestro fue Anastasio González Gómez, autor de una “Geografía particular de la Provincia de Soria” (1897). Eran tiempos de guerra y no había
escuela. Tras una primera etapa en los Franciscanos, a los diez años (curso 1941-1942)
continuó en el Instituto. Recuerda que el primer día, 6 de octubre, al entrar a
las nueve, no encontró a nadie. El ambiente era confuso. Por la mañana daban
clase los chicos, y por la tarde, las chicas. Se aprobaba entonces, apostilla, “no
por lo sabíamos, sino por lo que eran nuestros padres.” Los detalles, los
datos, las anécdotas, van surgiéndole con fidelidad y orden. Nos habla de su
tía, Juana Carrascosa, y de su madre, Ángela Tejedor Martínez, maestra, farmacéutica,
cultivada e inteligente. Su padre, por su parte, era un hombre intuitivo y de principios.
Tras terminar el bachillerato, Amador inició sus estudios de farmacia en
Madrid, acabándolos en Barcelona. En 1959 ya estaba al frente de la farmacia “Doctor
Carrascosa”, que cumplirá en 2018 su I Centenario. Farmacia, droguería,
ortopedia, perfumería, y material fotográfico, en cuya sección trabajó Tiburcio
Crespo Palomar. Nos enseña sus “fórmulas” en el laboratorio. Le preguntamos por
la más eficaz: “La de piojos para los niños”. ¿Y el remedio más seguro?: “la
píldora”. Además de sus tareas en la farmacia, añadía al día a día sus
aficiones en el campo (ovejas, vacas,…), sus caballos (Sacarino, Vinoso, Luna,
Chispa), lecturas, viajes y mundo del toro. “Los toros son mejores ahora”, nos
asegura. ¿Un torero? Manolo González y, por supuesto, José Luis Palomar. También
le ha gustado la caza (conejos, liebres, codornices) y el tiro al plato.
Fundador del Numancia (1944), fue socio, a pesar de que no le gustaba el
fútbol, durante seis o siete años. ¿Religioso?, le preguntamos. No. Pero sí fundador,
y cofrade, de “Las Siete Palabras de Jesús en la Cruz”. Cuando nos interesamos
por sus libros favoritos, nos cita “La araña negra”, de Blasco Ibáñez, y
“Sinué, El Egipcio”, de Mika Waltari. Hombre discreto, su discurso rebosa voluntad
de saber, comprender, y compromiso con su tiempo. Sus explicaciones son, para
nosotros, pequeñas lecciones magistrales; en muchos casos, sorprendentes. Habla
francés, nos asegura, se maneja en inglés, y fue alumno de italiano de
Gillermina Ricci, esposa de Oreste Camarca. Ha visitado muchos países: los
Estados Unidos, Francia, Portugal, Marruecos, Italia. E Inglaterra (Canterbury),
adonde fue a conocer, de primera mano, la verdadera historia de las pinturas
descubiertas en la iglesia de San Nicolás.
Presidente
del Colegio de Farmacéuticos de Soria (1965-1988), lo vemos retratado en el
Diario “Madrid” (20 de febrero de 1968, página 6), participando en un debate sobre
la Seguridad Social. La música, el ritmo, no han sido su fuerte, pero le hubiera
gustado mucho bailar bien. Nos habla de Soria y de las gentes de Pinares, Campo
de Gómara, Yanguas,… Y del carácter judío y su visión del dinero y del poder. Fidel
Carazo, en fin, el periódico soriano “Labor”, las señales templarias en los
Arcos de San Juan de Duero le traen muchos otros recuerdos. También la iglesia
de San Clemente. Y así, en una sala de su farmacia, terminamos nuestras charlas.
A pesar de tener una finca en Fitero, junto al Alhama, nunca ha visitado, nos
dice, su Monasterio. Así que, cualquier día se lo enseñamos nosotros. Su amabilidad
y confianza bien vale el paseo por un maravilloso templo cisterciense.
Presidente Asociación Gaya Nuño (Tardelcuende)
Ingeniero de montes, casado,
padre de un niño, Amador Marín Gutiérrez nació en Tardelcuende en 1968. Hablamos
con él de su infancia. Y nos cuenta que en la escuela del pueblo (denominada
“Divino Maestro”) los profesores eran “duros”, pero “nos prepararon bien, particularmente
en matemáticas y ciencias; no tanto en humanidades e idiomas.” Por las tardes,
con la merienda en la mano, él y sus amigos, se divertían construyendo cabañas
en el monte. Aquel tiempo recordado, con sus juegos y sus innovaciones diarias,
les sirvió a todos “para conocer y valorar el entorno.” Distinguían los
animales, las plantas, los insectos. Aprendían orientación y supervivencia.
Eran, afirma, una familia, cuya amistad ha perdurado “a pesar de los años
transcurridos.” Orgulloso de sus orígenes, Amador Marín fue alumno del IB
Castilla, y se licenció en la Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Montes
de Madrid, realizando, desde entonces, su carrera profesional en La Rioja
(1992), Lugo (1994), Zaragoza (1995-2006), antes de entrar a trabajar en la
Asociación de Propietarios de Montes de Soria, para, con otros compañeros, “darles
asesoramiento, intentando mejorar sus fincas en todos los aspectos.” Solo una
persona así, bien apegada a su tierra, podía escribir un libro tan trascendente,
novedoso y documentado: “La desamortización forestal en la provincia de Soria.
La génesis de los “Montes de Socios” (Diputación de Soria, 2015). En él, Amador
Marín rinde homenaje al coraje de las gentes de unos pueblos sorianos que, para
defender su proyecto de vida, tuvieron que comprar, conjuntamente, las tierras
que, durante siglos, habían trabajado como propias. La Desamortización
forestal, asevera: “puso “patas arriba” la vida de los pueblos.” Empobreció la
provincia, “y retrasó la entrada de la modernidad.” Esa historia, vivida de
cerca por su familia, le lleva a recordar a su padre, Eusebio, toda la vida en
el campo, “acarreando cubas de resina y maderas, durante muchos años, y, más
tarde, en la finca de Osonilla”, donde conoció a su madre, Avelina, que “siempre
ha trabajado en el duro oficio de “ama de casa.” Al margen de su trabajo
profesional, Amador Marín es concejal de su pueblo, y Presidente, desde 2014,
de la Asociación Gaya Nuño, el “hijo del médico”. Promocionar la vida y la obra
de su paisano es un esfuerzo y una ilusión compartidos. Con charlas, concursos,
rutas senderistas,… Para recuperar, poco a poco, la figura de un hombre,
afirma, “serio, trabajador infatigable, al que tantos artistas dedicaron y
regalaron sus obras.” De sus escritos destaca el “Tratado de mendicidad”. Le
impactó, nos asegura, “su forma de describir esta parte de la sociedad, casi
siempre olvidada.” Amador Marín tiene un corazón grande. En él cabe todo en lo
que cree, que explica con sencillez y convencimiento. Incluidos los proyectos
que le rondan por la cabeza. Escribir, por ejemplo, una novela histórica sobre
la Batalla de Osonilla (1811), y una biografía de Bienvenido Calvo, paisano, que
considera “muy olvidado”. Y elaborar su árbol genealógico. Le preguntamos por
sus parajes favoritos. Apunta “El Castillo de Gormaz” y “El Salegar de
Osonilla”. Y le gusta el fútbol, el atletismo, leer (Julio Llamazares, Galdós,
Avelino Hernández), pasear con su hijo Guzmán. Soria, afirma con contundencia, “es
naturaleza”. Gran parte de los montes sorianos, destaca sin embargo,
“están infrautilizados. La micología tiene un potencial bestial. Y la caza, y la
apicultura. El turismo de naturaleza es un filón por explotar.” Le da pena “que
la ganadería extensiva está casi desapareciendo de nuestros pueblos.” Su familia
es lo primero, nos asegura. Su mujer, Merche, su hijo, sus padres. Pero también
su pueblo, el ayuntamiento, la Asociación. De todos y de todo habla con
respeto, con convicción y con entusiasmo tranquilo. Soria es, en fin, su
tierra. La quiere y la valora. Tanto que, pensando en el futuro, nunca dejará
de poner en valor el esfuerzo, sacrificio, abnegación y generosidad de sus
antepasados.
Amador P. Calvet
Pintor
¿Qué
sería un cuadro si no fuera un signo?, se pregunta Picasso en un diálogo con el
escritor francés André Malraux (La corde
et les souris). Una cosa mágica, seguramente, luminosa, como los cuadros
del pintor catalán, Amador P. Calvet, nacido en Barcelona en 1957, casado con
la soriana Ana Mª Morales, de Mazaterón, de madre catalana, de Viladecans, y
padre de ascendencia andaluza, Carmen y Amador.
Nos
han llevado hasta su taller de Mazaterón, iluminado y silencioso, para que
veamos su obra. Sorprendidos y admirados, les agradecemos el regalo de un paisaje
tan humano de pueblos y campos de tanta historia. ¡Cuánta belleza! Amador quería
ser pintor, nos dice, como un primo de su padre, que le regaló su primera caja
de pintura. Desde temprana edad, nos comenta, “cualquier imagen que tuviera que
ver con un paisaje me hacía sentir feliz y a la vez me invitaba a soñar”. Tras la
selectividad en el Instituto Joanot de Martorell (Esplugues de Llobregat), se
matriculó en la Escuela Superior de Bellas Artes de San Jorge (Barcelona). La
abstracción, la simplificación de las formas fue su primera escuela y la
primera parte de su obra. Sus referencias: Mondrian, el Suprematismo ruso,
Eusebio Sempere, la portada de un libro de Joaquín Torres García, Corot, La montagne de Sainte-Victoire de
Cezanne, Giorgio Morandi, con su sobriedad y
audacia extemporánea. En España, Beruete, A. Redondela, M. Novillo, Darío
de Regollos, enterrado en el cementerio de San Gervasio de Barcelona.
Después
de la mili, descubrió a Díaz Caneja, entre la abstracción y la figuración, y a
Ortega Muñoz, en el Museo Español de Arte Contemporáneo. Así que cuando, en
septiembre de 1979, se iba acercando en autobús a Mazaterón, pensó que un día vendría a pintar estos
campos “ocres y amarillos,
rotos en el horizonte por
la silueta de alguna encina”. Y
cumplió su promesa. Agregado de dibujo en 1989, el Campo de Gómara (Castiltierra,
Portillo, La Alameda, Zárabes, Bordalba, Cañamaque, Cihuela, Arreñal, Mazaterón,
Sierra de Miñana,…) le sirvió de modelo para sus obras de otoño y primavera,
sus eras, pajares, tardes tranquilas, árboles y casas, rastrojos, la casa de
Elena, el Barrio Bajo y el Alto,… Un paisaje humano y natural, rebosante de
magia y de símbolos: esfuerzos y sacrificios, alegrías y penas. Desde la
iglesia, la era, el tejado, la Cuesta Vela, entrando al pueblo, bajando la
calle, todo queda iluminado con su espátula y su pincel. Sobria y serena
belleza, al son de la música de Bach, Vivaldi o Brandon Flowers, influencia de
Amador, su hijo ingeniero, mientras cae la tarde, nieva o escucha el mágico
sonido de las campanas de las iglesias que, durante, tantas generaciones tocaron
a himnos: bautizos, comuniones, bodas,... “Verme yo solo en el campo pintando -
asegura- es lo que más me gusta”. “Un pintor debe crear lo que siente”,
insistía Picasso. Por eso, su mayor premio es el saber que sus emotivas creaciones
están bien cuidadas en Mazaterón, Nueva York, Portugal, Francia, Irlanda,
Túnez, Australia,...
A
la vuelta, Amador nos habla con entusiasmo de L´oeuvre de Zola. Nos recomienda Pintura de Paisaje e Ideología de Mª del Carmen Pena, Catedrática
de Historia de la Complutense. Jubilado
ya, ha realizado múltiples exposiciones individuales y colectivas. En su
casa nos enseña esculturas y jarrones pintados por él. Una obra magnífica, testimonio
inmortal de la vida de tantas generaciones de gente sabia y digna de esta
tierra soriana. Gracias.
Ana Isabel Sanz Yagüe
Correctora
Diplomada
en Fisioterapia, doctora en historia, correctora de textos, lectora
profesional, traductora, Ana Isabel Sanz Yagüe (Soria, 1974) vive bien en su
pueblo, Pinilla del Campo, del cual es primera teniente de alcalde y, si gana
las próximas elecciones, se convertirá en su primera alcaldesa. La carretera es
buena, nos dice, tenemos buen acceso a internet,
una gestión sanitaria negligente, farmacéutica a domicilio,… Su padre, Licinio,
ya está jubilado y ha puesto sus tierras en renta. Su madre, Adoración, se
sigue ocupando del orden de la casa.
Sus primeros estudios los hizo,
interna durante la semana, en la Escuela Hogar de Agreda. El bachillerato lo
hizo, también interna, en el Sagrado Corazón, obteniendo matrícula de honor en
COU. Le gustaba la medicina, nos cuenta, curar, el diagnóstico, pero eligió la
carrera de Fisioterapia, que terminaría en 1995. Dos años en Vigo, como
interina, dos oposiciones ganadas (una
de Hospital y otra de Atención primaria, sin plaza) y seis años en el Hospital
Aranda de Duero completan su trayectoria profesional relacionada con la
medicina. Dispuesta siempre a no perderse nada, comenzó a estudiar historia en
la UNED de Soria, antes de regresar a Soria, con una excedencia voluntaria, y
dedicar todo su tiempo a preparar su tesis doctoral. Hubiera preferido un tema
relacionado con Asia, siguiendo así a su director de tesis Carlos Martínez
Shaw, especialista en Asia, pero fue “La
ciudad de Soria en el siglo XVIII” el trabajo de investigación elegido, de
1460 página; publicado, en parte, en 2016, bajo el título: “Representación
política y participación directa: El «policentrismo» político de Soria y la
supervivencia del Común en el siglo XVIII”. “El
siglo XVIII y el siglo XIX sorianos son clavados”, asegura. Pérdida de
población, sensación de declive,... Una visión pesimista que ella refuta,
absolutamente, en sus estudios, conferencias y, no hace muchos días, como
Comisaria de la exposición sobre “El Catastro de Ensenada y la Soria de la
Ilustración”. Soria, nos
dice, ha sido siempre una sociedad bien organizada, innovadora, potente, en
donde la “Universidad rural”, según la terminología de la época, ha sabido
mantener el mayor peso específico posible. Leer sus trabajos reafirma la
categoría intelectual de tantos y tantas investigadores e investigadoras de
Soria. Nos muestra un libro más, “Europa, entre la incertidumbre y la
esperanza” (Tecnos, 2016), escrito en colaboración con Salvador Rus Rubio.
Traductora, lectora profesional,
correctora de textos, en la actualidad, Ana Isabel San, cree en la enorme
categoría del patrimonio cultural de su tierra. Le gusta madrugar y trabajar
con calma, con detenimiento -tal y como lo entiende Carlo Honoré en su libro
“Éloge de la lenteur”-, con tiempo para reflexionar, apreciar, valorar, todo lo
que ocurre a su alrededor. Nos habla de François Cheng (“Cinco meditaciones
sobre la belleza”), académico francés, de origen chino, ya fallecido, del que
está traduciendo, por puro placer, sus versos en francés. Ana Isabel aprecia
enormemente la poesía norteamericana en castellano, la literatura asiática, Yasunari
Kawabata (“Clamor de la montaña”), por su hipersensibilidad, por su
profundidad, Machado, Luis Cernuda, del que ha trabajado ediciones bilingües.
Leer,
escribir, forman parte de sus pasiones. No se ve como autora de una novela,
pero sí de ensayos futuro de investigación histórica. Melómana, le hubiera
gustado saber tocar el piano. Destaca la música clásica, el jazz, Bach y, sobre
todo, Shostakovich. La naturaleza, la
montaña, el horizonte de los paisajes, la conversación pausada, respetuosa y
enriquecedora, constituyen otros tantos momentos de satisfacción vivencial. Admira
a Juan Antonio Gaya Nuño y a Ernest Bevin, como personajes español e inglés. El
alemán, nos repite, es una lengua que le atrae enormemente. Pero también el
italiano, el chino y el francés. Lenguas que le abren las puertas a mundos
interiores llenos de humanidad y de sensibilidad.
ANA MARTÍNEZ BUBEROS
Estudiante y deportista
Ana
Martínez Buberos (Soria, 1999) vive el deporte desde niña. Tanto es así que,
según nos dice, se inició en el atletismo, con tan solo 8 años, porque se dio
cuenta de la ilusión que le hacía a su padre, Joaquín Martínez, Martínez-Romera,
deportista aficionado. Desde entonces, paso a paso, con esfuerzo, planificación,
convencimiento y humidad, va metiéndose de lleno en un mundo de seis días de entrenamiento
a la semana, que a ella, joven estudiante soriana, le enriquece en todos los
sentidos. Su sueño: poder participar con su padre en la Maratón de Nueva York.
Eligió
los 1500 porque era la prueba que mejor se adaptaba a sus características. Los
3000 le resultaban muy largos, y los 800, un poco cortos. Su referencia, su
ejemplo, como dice ella, es Marta Pérez, tanto en lo deportivo como en los
estudios, pues también a ella le gustaría hacer medicina, para poder así ayudar
a los demás. Es una chica noble, asegura su padre, que nos acompaña. Y los tres
hablamos de Fermín Cacho, y de su carrera de medalla en las
Olimpiadas de Barcelona; de su profesor Pascual Oliva, histórico en el mundo
del atletismo español; y de Abel Antón, que, después de haber llegado a lo más
alto, sigue aportando experiencia y conocimientos.
Ana Martínez, cuyo hermano Joaquín completa una familia de deportistas, estudió
hasta sexto en el C. P. Las Pedrizas, pasando después al IES Antonio Machado,
en donde termina este mismo mes el segundo de bachillerato, se prepara para la
EBAU y piensa ya en la universidad. No, no dejará los entrenamientos. Ni a su
entrenador, Ramón Zapata, que la va conduciendo, con rigor y atención, hacia la
élite. Buena estudiante, sus idiomas son el español y el inglés. Y con ellos ha
recorrido Portugal, Andorra, Italia, Francia, Dinamarca. Atleta del Club
Atletismo de Soria-Caja Rural, y del CAEP, Ana Martínez se ilusiona cada vez
que consigue una medalla. Pero también valora las marcas. ¿Qué te falta?, le
preguntamos. Mucho, admite. Pero, escuchándola, uno diría que, sobre todo, el
empujón de creérselo. Asiente con la cabeza. En 2014 se proclamó Campeona de España de Cross Cadete por federaciones. Fue
también primera sub 20, en 2016, en los 10 kilómetros
internacional ciudad de Mallorca. En los 1.500, consiguió, en 2015, en San
Sebastián, la Medalla de Plata Sub-19. Y en julio de este año, participará en el campeonato de España de Granollers.
Es decir: Fiestas, por la mañana, entrenamiento por la tarde. Así es su vida de
deportista. Además de necesitar fuerza y resistencia en la cabeza, velocidad y
acierto a la hora de arrancar. Porque, nos recuerda, no siempre
salen las cosas como se plantean. En esos momentos, insiste, “los compañeros, el club, están ahí para ayudarte”. El
compañerismo es fundamental.
Fuera
del deporte, sus aficiones son las de su generación. Ni una más, ni una menos. Le
gusta, a ella, el cine de intriga y las películas “ñoñas”. Leer. Y el Duero,
como paraje de Soria. Va a los partidos del Numancia siempre que puede, pero
quiere añadir a este respecto que “otros deportes, no
tan comerciales, enseñan muchísimos valores”. Las nuevas tecnologías, a su
juicio, mejorarán la publicación de los resultados, la foto
“finish”,… El deporte de competición, insiste otra vez, es compatible con el
estudio: “Solo hay que saber organizarse”. No, no tiene
preferencias por ningún color, aunque se queda con el rojo, “que refleja pasión
y es el color de mi equipación.” Tampoco tiene número de la suerte, porque,
afirma, “no existe”. Las cosas, añade, “salen gracias al trabajo constante.”
Aunque, concluye, prefiere, desde niña, los números pares. Le preguntamos, por
último, si es supersticiosa; si repite algún gesto especial antes de una
carrera. Sí, nos explica: “siempre que está mi padre cerca, necesito ir a darle
un beso, para que se me quiten un poco los nervios.” El resto es compromiso, serenidad,
esfuerzo e inteligencia. Como dice ella: “comprensión de lo obvio, tras una
explicación previa”. Joven, soriana, siglo XXI. Suerte.
Ana Morales Lacal
Artista
Arte y fortaleza
Ana
Morales Lacal, la menor de cinco hermanos, nació en 1955 en Mazaterón. Sus
padres, Paula y Leonardo, eran agricultores de Deza y Matazerón
respectivamente. Sus primeros recuerdos de la escuela fueron ya en Hospitalet
de Llobregat (Barcelona), a cuya ciudad llegaría con su familia cuando tenía 5
años. En el Centro de E. M. de San Gervasio estudiaría Comercio y Secretariado.
Muy trabajadora -“procuraba llevar mis estudios al día”, nos dice, ingresó en 1977
en la Escuela Superior de Bellas Artes de Barcelona, donde realizó estudios de
Grabado y Xilografía, que simultaneaba con un trabajo de administrativa en la
editorial Planeta. Diseño gráfico y Serigrafía los estudiaría en Can Xatarra y San
Adrián del Besos.
“Mi
vocación ha sido siempre la pintura y todo lo que tenga que ver con el mundo
del Arte”, confiesa. Trabajó algún tiempo en el estudio del grabador Magi
Baleta, en el que se llevaban a cabo trabajos de A. Tapies, S. Scully, Perico
Pastor,... Dibujante desde siempre, se identificó desde el principio con “la
abstracción geométrica desarrollada en centro-Europa por P. Mondrian
(desarrollo del manzano), Theo van Doesburg y el arquitecto diseñador G.
Rietveld.” Sus obras, según ella misma, parten de “la fusión de fotografía y
pintura, técnica que uso desde 2003.” El arte es un modo de vida, asegura. Y Gauguin
y Tamara de Lempicka sus pintores preferidos. Nos explica algunas de sus obras.
Todas reflejan fortaleza y trascendencia. Inmortalizan paisajes visitados, encinas
eternas y objetos significativos. Sus jarrones decorados son preciosos. A
medida que progresa la elaboración de una obra, comenta, “es la propia obra la
que va hablando y se transforma en una pintura, una xilografía o un grabado.” El
resultado es sin duda un éxito.
En
Cataluña conoció a su marido, el profesor y pintor Amador P. Calvet, con el que
compartía conceptos y visión del arte. Vivir de él, reconoce, es complicado.
Así que durante muchos años dedicó parte de su tiempo, sin abandonar su obra,
“en cuidar y mover la obra de Amador en el circuito de galerías de arte de
Madrid, San Sebastián, Medinaceli, compartiendo experiencias con sus
responsables.” He creído tanto en su obra, continúa, que “cuando me planteó
volver a Soria no lo dude en ningún momento.” Contamos en su currículum 18
exposiciones individuales y colectivas, en Barcelona, Soria y Angoulême
(Francia), varias nominaciones y dos premios. Uno, en un Concurso-Exposición
“Contaminación y Naturaleza”, Duruelo de la Sierra, 2003. Y un segundo, importante,
PHOCO´04, cuyas cinco fotografías están expuestas en el Museo municipal de Arte
contemporáneo de Valdepeñas.
Ha
viajado por numerosos países y destaca Florencia, “tan llena de lugares
solemnes como la Cappella Brancacci.” En Madrid disfruta de muchos
acontecimientos culturales. San Baudelio, los Arcos de San Juan, la Dehesa o
Valonsadero forman parte de sus espacios inolvidables. Actualmente está leyendo
“La noche de los tiempos” de Antonio Muñoz Molina, aunque sus preferencias son
los libros de arte o las biografías de artistas. Disfruta mucho con el cine. Los
amantes de Montparnasse, de Jacques Becker, por ejemplo, con Gerard Philipe en
el papel Modigliani. El Adagio de Albinoni, Air de Bach o las interpretaciones
de The Queen y Coldplay forman parte de sus obras musicales. Y los arroces tipo
paella y la fruta del tiempo son sus platos más apetecibles. Una artista con
fuerza, personalidad y arraigo soriano.
Ana Valen Fernández
Guía turística
Ser
guía turística en Soria es más que un honor para Ana Valen Fernández, hija de
Mercedes Fernández Granados y nieta de Mercedes Granados Aguirre, cuyo hermano
Mariano fue el único soriano que, camino del exilio, asistió al entierro de
Antonio Machado en Collioure hace ochenta y dos años: “En pos de ti, y de tu sombra en pos, / llego a verte
emprender tu último viaje / cual quisiste, ligero de equipaje, / pero no solo.
Yo te acompaño. Adiós.”
“Qué
de cosas hay y qué limpio está todo”, le comentan las personas con las que recorre
El Collado, Santo Domingo, el Palacio de los Condes de Gómara, la Plaza Mayor,
San Nicolás,... Les encanta la Dehesa, nos asegura. Falta, eso sí, una parada cómoda
de autobús en el centro, más promoción y una mejor señalización. Soria es rica,
compartimos, en rutas que encantan a las personas de fuera y también a las de
aquí. Cada visitante es un mundo y requiere un discurso y una atención
personalizada. Los grupos organizados son más atentos, comenta; los más
juveniles, más distraídos. Para las personas mayores, sostiene, estas visitas representan
una gran oportunidad para aprender.
Ana
Valen nació en Burgos en 1961. Su padre, Antonio, de Fabara, cerca de Caspe,
fue cajero de la Caja de Ahorros durante muchos años. A los cuatro años, ya
estaba la familia entera en Soria. Tras su paso por las Escolapias y el
Instituto femenino Castilla, estudió Turismo en Zaragoza (Salduba), en donde
tuvo sus primeras experiencias enseñando Ordesa, El Pilar, La Seo,... Se
especializó como guía porque el contacto con la gente es lo que más le gusta. Alumna
aplicada, ha estudiado inglés en Londres y Washington, francés en Cahors y ha sido
Au Pair en Alemania. Recepcionista en Andorra, Mallorca y Canarias, fue durante
10 años guía turístico del Patrimonio Nacional en Madrid (Palacio Real, Museo
del Prado y Reina Sofía), siempre con grupos de extranjeros y preferentemente
alemanes. Esta y todas las etapas de su larga trayectoria estuvieron acompañadas
por una libreta en la que lleva apuntados los datos significativos de cada
lugar. Le costó, nos confiesa, dejar Madrid para afincarse con su marido en
Soria, donde ha trabajado casi siempre para el Ayuntamiento. ¡Cuántas veces la
hemos visto guiando a sus grupos de un lado para otro de la ciudad! Y cuántas
otras subiendo y bajando las escaleras de la EOI de Soria para estudiar italiano
y sacarse el B2 de alemán.
En
la actualidad, forma parte, junto a Ismael, Vidal, Alberto, José María, María,
Anabel y Pilar, de un experto grupo de guías oficiales de la ciudad. Los días
de más trabajo, nos dice, son siempre los fines de semana y los festivos. A
veces, como en estos tiempos de pandemia, su trabajo se reduce y entonces
ejerce de auxiliar de enfermería en el Hospital. Posee además el carnet de socorrista
de la Cruz Roja y su proyecto, ahora, es que acabe pronto la pandemia.
A
Ana le gusta leer novela histórica, Ken Follet, por ejemplo, pero también
poesía: Miguel Hernández, Antonio Machado. Su color es el azul, su número el
27, y su día, el domingo. Ha visitado Italia, pero su ciudad emblemática será
siempre Lisboa. Su última película: “Tiempos modernos” de Charles Chaplin. Le
gusta la música clásica, el grupo Mocedades, la canción “Corazón partido” y la
pintura de Velázquez. Sus rutas personales: el Castillo de Berlanga, la fachada
de Santo Domingo y la ruta de las iglesias románicas de Soria. Una guía de lujo
para una ciudad turística de primera.
Andrés Cámara Poza
Policía local
Conocimos a Andrés Cámara
Poza en 2007, durante la I Ruta de
Alvargonzález. El iba de organizador, y nosotros, dentro del grupo que disfrutó
de lo lindo durante tres días de auténtico lujo; culminados, el 9 de septiembre,
con un Concierto espectacular, al borde de la Laguna Negra, a cargo de la Banda
Municipal de Soria.
Andrés Cámara (Covaleda, 1966)
fue a la escuela “Manuela Peña”. Por las tardes, cuando salían, se iba al monte
a hacer “casullos” con sus compañeros. El monte, tan influyente como mágico
para todos, no es, nos dice, del Ayuntamiento, sino del pueblo, que lo compró por
125 maravedíes y 12 reales de vellón.
Su vida laboral se inició
muy pronto en una fábrica de madera. Después trabajaría como camarero,
transportista de muebles, empleado de la grúa municipal de la policía local de
Zaragoza, hasta su ingreso, en 1992, en la policía local de Soria. “Los primeros
días de turno de noche -comenta-, me chocaba que no sonara la emisora.” Le
gusta su profesión. “Nos conocen todos, y conocemos a todos”, comenta. Así que,
lo mejor: aplicar el sentido común.
Casado con Encarna
Bartolomé, de Duruelo de la Sierra, Andrés Cámara tiene un hijo y muchas aficiones.
La primera, la Historia de su pueblo, que va recopilando con entusiasmo en su
conocida web: https://historiadecovaleda.wordpress.com En ella figura su
abuelo, Francisco
Cámara Benito, fundador, allá por el año 1923, de la Banda de Música. Y su
padre, Andrés Cámara, carpintero, que formó parte de la Orquesta Urbión, y tocaba
el clarinete principal en la Banda Municipal de Soria.
La
fotografía es otra de sus pasiones. Una manera, nos asegura, de “expresar sentimientos
con imágenes”: unas piñas, “El puente de Soria”, paisajes nocturnos, “La
cascada del paso del peñoncito”,… Tiene, además, una gran colección de fotos
antiguas: unas cuatro mil de Soria, y dos mil de Covaleda. Y, por si fuera
poco, recopila y edita vídeos como “Ven a Covaleda”, precioso homenaje a su
tierra. Por
todo este trabajo, tuvo el honor, bien merecido, de leer el Pregón de las
Fiestas Patronales 2014.
Persona organizada,
responsable, generosa, incansable, cita, como personaje, a Machado. Y a Abel
Antón, por “haber llegado tan alto, desde la humildad de un pueblo tan pequeño
como Ojuel.” Destaca también a José García Nieto, Premio Cervantes 1996,
que vivió de niño en Covaleda, cuando su padre ocupaba el puesto de Secretario,
e inmortalizó después en su Elegía: “Está fresco el pinar de Covaleda / en la
mañana grave; / Urbión cuida celoso de su nieve; / unos caballos pacen; / un niño canta, un niño/canta, un niño que pasa canta…”
A
Andrés Cámara le gusta la novela histórica. “Las catedrales del mar”, de
Ildefonso Falcones, ha sido la última. Y escribir. Tiene ya dos capítulos de
una novela en la que un niño va descubriendo los acontecimientos históricos de
su pueblo. Caballero romántico, admirador de su monte, cree, con razón, que la
comarca de Pinares está más viva que nunca. Se nota su entusiasmo por la
trascendencia económica de su “Desafío Urbión”, en el que participan cada año
más atletas y de más categoría, y que él organiza, con orgullo, junto a Ayuntamientos,
voluntarios y colaboradores, entre los que nombra, por su apoyo permanente, a
las empresas Untoria 4 x 4, Soria Natural y Campofrío.
Andrés Cámara no puede parar. Cree en sus proyectos y es agradecido. También reconocido. En 2013, la Casa de Soria en Madrid distinguió a la Asociación Deportiva de la Policía Local con el Premio al Deporte Soria. Lo tenían bien merecido. Fundada en 2005, en 2006, él, Roberto Sánchez, Eduardo Pardo, Ángel Soria, Mercedes Martínez y Gustavo Gómez, se recorrieron a pie los 897 kilómetros del cauce del Duero (Urbión-Oporto) en 26 días. La prensa los denominó como “Los policías del Duero”, y ellos legaron la Ruta GR14, o Senda del Duero. La Sierra de Santa Ana y el Mirador de la Laguna Negra son dos de sus lugares favoritos. Naturaleza e Historia. Andrés Cámara: generosidad, entusiasmo y reconocimiento.
Andrés
Ollauri Nevares
Médico
Nacido
en Briesca, Burgos, en 1950, ha ejercido como médico en la provincia de Soria
durante más de cuarenta años. Sus
padres, Saturnino y Emilia -viuda a los 43 años- eran agricultores y ganaderos,
productores y vendedores de leche. Agustín ayudaba a sus padres cuanto podía
recogiendo hierba, arreglando vacas,… Su hermana Emilia es médico como él. Blanca,
su mujer, de Quintanar de la Orden, ejerce como enfermera en el Hospital de
Soria y su hija Claudia es investigadora médico en la UVI del Hospital de
Salamanca.
Andrés
aprendió las primeras letras en la escuela de su pueblo. Ingreso y primero de
bachillerato -del plan antiguo- los preparó por libre con el maestro Carrión, de
madre soriana, que lo había sido también de su padre. El resto de cursos hasta
el PREU, los preparó y aprobó en academias privadas de Zaragoza. Años juveniles
en los que trabajó como pinche en el hotel El Vallés, por comida y propinas,
nos dice, con los que se sacaba “un pequeño salario”.
Estudiante
aplicado, formal y minucioso, le gustaban todas las asignaturas de ciencias:
matemáticas, física, química. Así que “hubiera podido estudiar cualquier cosa”.
En 1977, después de dos años como ATS en el Miguel Servet de Zaragoza, obtuvo
en … la licenciatura de medicina en la Universidad de Zaragoza. Un amigo le
recomendó Almazán como acercamiento a la medicina rural y, tras unos meses como
interino, se quedó definitivamente en Soria: Villálvaro, el pueblo de la
familia de Rocío Lucas, entre 1977 y 1987, y Quintana Redonda (Navalcaballo, Las
Cuevas e Izana) hasta su jubilación en 2018.
En
todos los pueblos mantuvo una buena relación con sus vecinos, disfrutando de
sus costumbres y participando en sus actividades. No había medios, apunta,
aunque los dispensarios eran dignos. Nunca utilizó el sistema de “igualas”,
pero sí conoció permanecer de guardia las 24 horas del día. Además, nos
comenta, solía visitar a sus enfermos fuera de hora.
A
lo largo de sus más de 40 años como profesional de la medicina, atendió a todos
sus enfermos con absoluta profesionalidad y cariño, asistió a numerosos cursos
de reciclaje, simposiums, conferencias científicas, talleres y congresos,
participando en muchos de ellos como coordinador o presentando ponencias
concienzudamente elaboradas. Investigador vocacional, docente ocasional,
recuerda su relación con la administración sanitaria, con el Colegio de Médicos
como responsable y colaborador en formación, asuntos sociales, economía, y la
elaboración de trabajos concienzudos y muy documentados en relación con el
síndrome tóxico (1991), el mapa sanitario de la provincia (1983), o ese elaborado
máster, “Demografía, economía y situación sociosanitaria de la provincia de
Soria” (2001), que nos llevamos a casa en su cartera de doctor. Todo un lujo de
trabajos importantes y bien hechos.
Discreto,
trabajador incansable, califica de muy positiva su experiencia profesional tanto
a nivel personal como sanitaria. La salud,
afirma, es un “estado de bienestar físico, psíquico y social”. La salud,
apostilla, “es economía”. En Soria, concluye, la atención sanitaria es buena.
Lector de novela y, sobre todo, de ensayos, relacionados o no con su profesión, extrae de todo lo que lee numerosas notas y reflexiones. Cercano a la música clásica y a la de su época (Labordeta, Serrat), sus personajes del mundo serían Ramón y Cajal y Madame Curie. Conoce bien España y ha viajado a Canadá, Argentina, Noruega, de cuyo país destaca su naturaleza, y París como su ciudad ideal. Burgos ha cambiado mucho, asegura. Ahora es más abierta y está más cuidada. De Soria se queda con la fachada de Santo Domingo y la Laguna Negra. Libre pensador, crítico, dibujante, un tanto bohemio y nada supersticioso, apuesta por las alubias rojas como plato, la costrada de Soria como postre, el verde y el azul como colores, y el sábado como símbolo de libertad. Una vida plena al servicio de la medicina rural la sanidad soriana.
ÁNGEL CALVO CÓRDOVA
Maestro y Árbitro
“Un maestro arbitrará el Sevilla-Betis”, tituló un periódico. El maestro era Ángel Calvo Córdova, nacido en Matalebreras en 1949. A los 10 años ingresó, como otros niños de su época, en los Padres Betharramitas de Fuenterrabía, para estudiar 2º, 3º y 4º de bachillerato y jugar al fútbol en campos de tierra y portería de árboles. Como no era muy bueno, nos dice, le propusieron arbitrar. Y sin dudarlo, inició de esta manera su larga carrera arbitral. En verano aprobó la reválida de 4º, terminando 5º y 6º en los Escolapios, en cuyo colegio, acabado el magisterio y la mili (Zaragoza y Caja de Reclutas de Soria), simultanearía la enseñanza con el arbitraje hasta su jubilación. Por entonces, un grupo de maestros creamos, nos cuenta, el C. D. Calasanz, al que sigue dedicándole todo el tiempo que puede. Te podría dar, nos asegura, el nombre de todos los componentes de nuestros equipos. Pablo Machín fue, mientras hacía sus prácticas de magisterio, el primer entrenador del equipo de fútbol.
Ángel Calvo tiene dos hijas (periodista y diplomada en Educación física) y cuatro hermanos. Su padre, Macario, se dedicaba a la agricultura. Un hombre valiente, sostiene. Su madre, Isabel, vive todavía.
Árbitro federado desde los 18 años, fue un profesional con personalidad, permaneciendo ocho temporadas en primera división. Cuando, en 1975, ascendió a Tercera, formó parte de la ANAFE (1979), prohibida entonces. Pes Pérez, De Sosa, Díez Ibarz, fueron algunos miembros destacados. La relación con directivos y jugadores ha cambiado mucho, asegura. Ahora es más cercana. ¿El jugador más protestón?, le preguntamos. Ricardo Gallego, central del Madrid. Pero lo hacía de tal manera, nos explica, que, “como no se dirigía nunca a mí, no podía sancionarle”. Amable y directo, Ángel procura llevarse bien con todo el mundo, aunque a veces, confiesa, tenga sus repentes. Butragueño fue el jugador más “señor”, afirma. También Pedro Alba, portero del Racing de Santander. El árbitro es consciente hasta de sus errores, asume, aunque no siempre mientras está en el campo. Por eso elogia el VAR.
Cuando se retiró, trabajó de “informador” de árbitros durante 20 años, y de delegado de campo cuatro más en el Zaragoza, de cuyo equipo se siente muy cercano. Nos cuenta anécdotas y más anécdotas. Podríamos estar hablando todo el día, señala. De partidos duros, como el primero que pitó, y de otros muchos, en todas las categorías. Leía, sí, toda la prensa deportiva, y dedicaba las 24 horas al fútbol. Montse, su mujer, es fiel testiga de ello.
Destaca Valonsadero y el Duero como sus lugares sorianos. De la provincia: su pueblo. Se conoce casi todos los países europeos. París es su capital favorita. Y Madrid. Ahora le gustaría visitar Rumanía.
Soriano Aladren, Undiano Mallenco, Fermín Cacho, Abel Antón, son personajes que recuerda con respeto y amistad. Práctico, discreto, nada supersticioso, recuerda todavía cuando echó a Hugo Sánchez en el Bernabeu, y cuando, voluntario de la Cruz Roja, se vio involucrado en una anécdota millonaria disparatada. Nos habla de su relación contradictoria con Jesús Gil y Gil. Y la que mantuvo, rotunda y distante, con José María García. Sintió profundamente la muerte de su amigo Emilio Guruceta. Toda una vida, en fin, recordada con satisfacción y sin nostalgia. Un relato digno, pensamos nosotros, de un interesante, sin lugar a dudas, libro de memorias. Ángel Calvo: buen maestro, buen árbitro y buen soriano.
Ángel Crespo Alonso
Presidente Banco de Alimentos
Ángel
Crespo, Presidente del Banco de Alimentos de Soria, nació en Madrid, calle del
Barco, en 1947. La pobreza no se ve, asegura con rotundidad. Su madre, Ángela,
era madrileña, como su padre, José, ferroviario. Su mujer, Mª Luisa, también
era de Madrid, pero no así su suegra, Pilar de Marco, que vivió, hasta que se
casó, en la plaza Mayor de Soria. Tiene dos hijas, Arantzazu y Mª Luisa, que
vive en Soria y tiene dos hijas sorianas. Un soriano, suele decir, “consorte y
con suerte”. Mientras trabajaba en Madrid, pasaba aquí muchos fines de semana y
días libres. Estudió en las Escuelas Pías de San Antón, luego, tras sacarse la
carrera de ingeniero aeronáutico, trabajó durante 40 años en C.A.S.A. (hoy,
AIRBUS), como Director de Calidad y posteriormente de Programas. En esta empresa
participó en el diseño, fabricación, gestión y ejecución de lanzadores de
cohetes como el Ariane; y de satélites, como Hispasat, Meteosat, Eutelsal y L-sat.
Para él, cumplir y disfrutar en el trabajo fue siempre un orgullo y una exigencia.
El campo, la vida tranquila de Soria, el pantano, al que iba todos los días, supusieron
el contrapunto fundamental. Una provincia, Soria, que, a su juicio, cuenta con
un gran potencial de desarrollo. Cuando se jubiló en 2012, se propuso
aprovechar su experiencia de gestión para desarrollar un proyecto comercial en nuestra
ciudad. Pero optó por “ayudar a los demás”. Conocía a Francisco García, Presidente
del Banco de Alimentos de Madrid, y este le animó a promover el de Soria, única
provincia que todavía no lo tenía. Comenzaron sin nada. El resto, reconoce, salió
de la solidaridad de los sorianos: una nave en Valcorba, cedida por el
Ayuntamiento, las obras de acondicionamiento,… La primera empresa en llevar a
cabo una campaña de alimentos fue, nos dice, el BBVA. Desde entonces, el Banco
de Alimentos ha realizado muchísimas recogidas, cuyos productos se distribuyen
entre 31 entidades y llega a 3500 personas. Su nuevo objetivo: realizar unos
cursos-charlas en los Centros escolares para acercarles a su proyecto
solidario.
Hombre
satisfecho, nos cuenta su afición al golf, que le llevó a escribir un libro que
no terminó. También el fútbol, el Real Madrid, los toros, desde el tendido 9 de
Las Ventas. Entre sus toreros preferidos: Joselito, Curro Romero, Antoñete,
Paco Camino, y José Luis Palomar, buen torero y gran matador. Católico
practicante, colabora en su parroquia de San Miguel de los Santos en el coro, como tenor, y en la
Comisión económica. Sin ser un melómano, siempre le ha interesado la ópera.
Entre sus títulos: El Elixir de Amor,
con música de Gaetano Donizetti. Asiduo al Auditorio Nacional, el mes pasado
asistió al concierto de la Misa de Réquiem en re menor de Mozart. Y, en noviembre, a la Traviata de Verdi en La Audiencia. El cine le entretiene, nos
comenta. Sus actores: Clint Eastwood y Barbara Streisand. Soria, insiste, es un
sitio para ver, para pararse: la Dehesa, San Saturio, La Laguna Negra, la
Fuentona,… ¿Ciudades del mundo?: Río de Janeiro, por la majestuosidad y el
Cristo; Toulouse, por el ambiente universitario, y Munich, por la Grand-Place,
las tabernas y la amplitud. De Madrid destaca el Rastrillo, tan típico y tan
cercano.
Solidario, abierto, emprendedor, a Ángel Crespo le gusta cualquier número de la lotería, aunque siempre mira si es múltiplo de tres, porque es el suyo. Sus personajes, Jesucristo y su mujer. Muchas gracias. ¡Feliz Navidad!
Ángel Lorenzo Celorrio
Bombero
Ángel Lorenzo Celorrio
(Pozalmuro, 1960), bombero profesional, sargento, deportista, luce siempre sonrisa
y talante. Su conversación en una terapia racional en favor del optimismo. De
su profesión, iniciada en 1983, destaca su carácter de servicio público:
auxilio, protección y ayuda. “El riesgo es algo asumido”, nos confiesa. Enumera
los parques de bomberos existentes en Soria. Y piensa en otros necesarios:
Tierras Altas, Arcos de Jalón, Pinares,... Y nos habla, y bien, de sus
compañeros, y de los voluntarios.
Pero Ángel es además un
hombre de Soria y de Castillos. Le gustan: “He pasado frío, calor, me he mojado
los pies y a veces he llegado a casa cubierto de barro”, copiamos de uno de sus
libros. No sorprende pues que haya publicado hasta tres sobre ellos. El último,
muy “técnico”, auténtica guía, lleva el título de “Compendio de los Castillos
Medievales de la provincia de Soria” (Soria, 2003). Y está ilustrado con 208
fotos (castillos, torres y atalayas) y 128 planos de su cosecha: Berlanga, Aldealseñor,
Almenar, Barca, Cabrejas del Pinar, Caltojar, Caracena, Fuentelmonje,
Monteagudo de las Vicarías, Rello, Tajahuerce, Ucero, Yanguas,... El haber
visitado tantos, escribe en su introducción: “me ha decantado por las
intenciones prácticas de sus constructores y no por sus experiencias íntimas.”
Es decir: apuesta por las piedras, que, juntas y con alma propia, conforman un
verdadero museo de fortalezas medievales sorianas. “Arqueologista”, o
“castillero”, como él mismo se denomina, busca en estos “pedazos vivos” de la
historia un pasado glorioso con el que comprender el presente. Su otro libro, “Compendio
de vocablos referidos a los castillos” (Ed. Lancia, 1996), es un auténtico
diccionario de términos rigurosamente definidos: “matacán”, “limahoya”, “almena”,...
La trilogía se completa con un libro de relatos románticos, “Castillos en el
aire” (Soria, 2001), que ilustran sus viajes, reales e imaginarios, de pueblo
en pueblo, de castillo en castillo, “con la música de Kitaro de fondo”.
Ángel Lorenzo es un
hombre de la emigración. No al extranjero, sino a Irún, en donde vivió, con sus
padres (Lucinio y Esther) y hermanos, desde que tenía año y medio hasta los 23.
Allí se aficionó al deporte y al piragüismo (S. D. Santiagotarrak), estudió la
FP, y conserva muchos y vivos recuerdos. Pero, su casa estaba en Soria. Todo lo
que él necesita para vivir con discreción y entusiasmo. Atizando el fuego la “Noche
de las Ánimas” (Soria-Las Cuevas-Soria); recorriendo, en abril, la Ruta Literaria
de “La Saturiada” (Bar Silencio, Bar Soan, Santo Domingo,…), con el Santero Juan Antonio Gaya Nuño;
interpretando el papel de Bécquer en los Arcos de San Juan de Duero, o
transmitiendo, como el día 21 de junio, invitado por la Asociación de Amigos
del Museo Numantino, sus conocimientos: “Del Castillo Bajo medieval al Fuerte
abaluartado”. Y todo con la misma actitud positiva, entregada y agradecida.
Un día, nos cuenta, un
profesor les pidió que leyeran el “Quijote”. Y él fue el único que hizo los
deberes: “Refleja la España de la época. Su lenguaje es único.” Quijote,
antiguo y moderno, Ángel Lorenzo reivindica el romanticismo del siglo XIX. Y
del XX y del XXI. La exaltación de valores, símbolos y gestas, que ve
reflejados en la obra del pintor Augusto
Ferrer Dalmau: hechos históricos, personajes serenos. Disfrutar, nos dice, y
hacer disfrutar. Charlando, por ejemplo, con el escritor Avelino Hernández, el
monumental escritor de “La Sierra del Alba”. O con cualquier personaje de la
Soria cosmopolita. Disfrutar siempre, en lo más alto de un castillo, o
escuchando una leyenda de Bécquer. Pero siempre en su tierra, de la que conoce algunas
entrañas que le gustaría compartir. Nos habla de una: “Las patadas del diablo”.
La apuntamos. Pero conoce más: túneles, pasadizos, cuevas. Patrimonio soriano. Las
horas pasan rápido charlando con este erudito soriano, bombero de profesión. Lleno
de vitalidad, conocimiento y convicciones.
Ángel Martín Martínez
Entrenador personal
“Creíamos
que la autovía acercaría a la gente de Soria a Almazán, pero ha sido al revés”,
nos comenta Ángel Martín Martínez (Almazán-Soria, 1974). Después de haber
visitado muchas en el mundo, su ciudad adnamantina es, para él, la más bonita.
El símbolo de su hogar. De padre manchego, Ángel Martín-Vizcáino, alcalde de
Almazán entre 1991 y 1995, y de madre burguense, este arqueólogo vocacional es
una persona sincera, directa, honrada, añadimos nosotros al escucharle. Dirige
actualmente un gimnasio, Almazán Fitness (https://www.entrenadorpersonalsoria.com/),
en el que cada persona, de cualquier edad, recibe, entre máquinas y programas
diversos, el entrenamiento más adecuado a sus necesidades y posibilidades.
Ángel Martín realizó sus estudios en el
Colegio Calasancio de Soria. Le gustaba la historia, pero, tras aprobar el COU
en el IES Gaya Nuño, se licenció en 1995 en Ciencias de la
Actividad Física y el Deporte (INEF-CyL) en la Universidad de León. Allí pasó cinco años, optando por la rama del deporte
relacionado con la salud: “Actividad física para la salud”. Entre sus
proyectos: crear un Centro de “Envejecimiento funcional”, de cuya técnica es
especialista por el FAI (Functional Aging Institute – USA). Su objetivo: ayudar
a las personas mayores a “mantener las capacidades el mayor tiempo posible.” La
fuerza, nos asegura, es su mayor problema.
Al
terminar en la universidad, trabajó durante doce años en la empresa de muebles
de su padre. Le gustaba su oficio. Crear, innovar, siempre pensando en la
mejora de la calidad de vida de las personas. ¿Qué madera?, le preguntamos. El
nogal, responde sin dudarlo. De su padre
ha heredado la tenacidad, la capacidad para encontrar soluciones y realizar
proyectos razonables. Los resultados animan a sentir la calidad de la vida. Padre
de dos hijas, Malena y Mara, de nueve y seis años respectivamente, su mujer, Chelo
Salvachua, es profesora de música del Diego Láinez y toca el clarinete en la
Banda Municipal.
El
Machupichu, las Pirámides de Egipto, París, Londres, México, Argentina, Perú,
La India, son algunos de los lugares y ciudades del mundo que ha recorrido el
matrimonio. A Ángel le gustan las piedras. San Baudelio como sitio emblemático.
San Miguel de Almazán. Lee sobre todo cosas de deporte. Estudia, se documenta. Le
gustan los músicos muertos: Los Beatles, Mécano (7 de septiembre). Sabina (Y
sin embargo), en cuyo último concierto
estuvo presente. “Nacido para correr”, “Airbag”, “El príncipe encantado”,
“Hotel Transilvania” son sus películas de niño grande y niño pequeño. Paciente
para compartir, tiene facilidad para los idiomas. Ha estudiado el inglés. Su
número, el 9, de delantero centro. Y el 7.
Hace
unos años tuvo un alumno, Pepe, que tenía la enfermedad del ELA. Nunca se
enfadaba y no faltaba al gimnasio ni un solo día. Era un hombre optimista. Su
caso le llevó a organizar una Master Class de Zumba para recaudar fondos en
beneficio de la Asociación Española de esta enfermedad. Recaudaron ocho mil
euros. Solidario, emprendedor, entiende que el servicio a los demás forma parte
de su trabajo. Seguro de sí mismo, consciente y convincente, Ángel Martín es
una persona que enseña y aprende; es generosa y responsable, intenta construir
el mundo que le rodea con exquisito respeto a la ciencia y a las personas. Un programa
verdaderamente solidario y eficaz.
Antonio Barrero Mainez
Alcalde de Matasejún
Matasejún
no está bien señalizado. Pero tiene una hermosa fuente, la “del Haya”, de agua
divina, quince molinos, 55 casas restauradas, D. Antonio Arroyo, el párroco, Escuela,
una asociación emprendedora y una revista bien escrita y documentada, “El
Castillejo”, “Mondinas y Mozo del Ramo”, “Fiesta del Judas”, en Semana Santa, un
grupo montañero, observatorio astronómico,... Apunten: tres kilómetros y medio
antes de llegar a San Pedro Manrique, en el cruce, a la derecha.
Matasejún
cuenta también con un gran alcalde, Antonio Barrero Mainez, nacido en el pueblo
en 1939, que tuvo a Doña Mercedes y a Don Félix Lacalle, de Préjano, recuerda,
como maestros. Era una escuela unitaria y mixta, con 48 niños y niñas
aprendiendo las primeras lecciones de la vida. Su padre, Martín, de Palacio,
tenía tierras, ovejas, y, en invierno, se bajaba hasta Arcos de la Frontera
para trabajar en un trujal. Su madre se llamaba Petra. A los once años dejó la
escuela para dormir al raso durante unos cuantos meses, con colchón de paja y
mantas encima. Un año más tarde, el 29 de mayo, trabajó en San Andrés por 45
duros al mes. Tiene 5 hermanos: Florián, María, Adela, Agustín y Miguel. Un 2
de noviembre, cuando tenía 15/16 años, emprendió, con tres compañeros, el
camino de la trashumancia: dos días a pie hasta Soria; otro más en tren hasta
Puertollano, y cuatro, andando, hasta Marmolejo, para vivir en un “chozo”
durante siete meses. Para almorzar, migas; un trozo de pan seco como comida y, la
cena, unas cucharadas, pocas, de garbanzos. Por 1.500 pesetas y el gasto de sus
18 ovejas. No ataban, tampoco allí, “los sacos con longanizas”, sentencia con
inteligencia. Pastor otra vez en el pueblo, trabajó unos cuantos años en la
Azucarera de Pamplona. Le preguntamos si se aburre. No. En absoluto. Tiene cobertura
en su teléfono, le gusta la televisión y sus debates de política, juega al
guiñote cuando tiene con quién, coche, ovejas, tractor y, en su casa, todas las
comodidades. Una vida plena y tranquila, pensando en su casa y en el pueblo. Porque,
nos dice, el frontón – pintado a “escote”, como casi todo – tiene un problema
de humedad y se resquebraja. Lo mismo le pasa a la iglesia. Las dos obras
corren prisa. Estamos en el número cinco de la calle Real, en la casa con
escudo de Miguel Carrascosa, y su mujer, Carmen, primo de nuestro amigo
Gregorio Vallejo Carrascosa, cuyo padre
había nacido en Oncala, de casas y calles de piedra Monumento de la Humanidad. Nos
acompaña también su hijo Martín, que vive en Soria. La mesa es alargada, el
café bueno, la chimenea tira de lo lindo. La charla es amena y ocurrente, de
presente y de futuro.
Antonio Barrero es un hombre pragmático y de memoria prodigiosa. No se le han olvidado ni las fechas, ni los nombres de compañeros y jefes de la mili, que hizo en Jaca como cabo de cocina. El capitán se llamaba D. Saturnino Oliva Mendoza. Y el coronel: Carlos Moscoso del Prado Iza. Viajar no le ha atraído sobremanera. Tampoco leer, aunque destacaba en la escuela. Soriano prudente, extrovertido, responsable, mira su reloj, cuando cae la noche. Pronto vendrá su hijo Jesús Ángel con sus 300 ovejas y tendrá que ayudarle. Antes, insiste: “el pueblo contribuye, pero no recibe lo que le correspondería.” No es una queja. Es una cuestión de justicia distributiva. La iglesia, el frontón, las señalizaciones,... Repoblar es hacer. Matasejún, un pueblo con solera. Muchas gracias, señor Alcalde.
Antonio Bueno García
Profesor Titular de la UVA en Soria
Antonio Bueno García (Valladolid 1958) es
profesor titular, con acreditación de Catedrático, de la Universidad de
Valladolid en Soria. Su madre, Mª de los Ángeles, enfermera, y su padre,
Antonio, trabajador de la Renault y, anteriormente, de El Diario de Burgos, tuvieron cinco hijos. Antonio, el segundo,
conoció Francia muy pronto gracias a un intercambio en Oloron (Bearn). Allí
recorría en bicicleta los lugares de su entorno, ávido siempre por conocer lo
que hay detrás de cada lugar y de cada historia. Así, siendo alumno del
Instituto Zorrilla, fundó la revista Generación,
que, editada a ciclostil, diseñaba, escribía y vendía él mismo casa por casa. Duró
solo seis meses, pero en sus páginas siempre hubo buenas entrevistas (Amparo
Rivelles, Pedro Masó, Triana), información contrastada, anuncios sencillos, y bonitas
fotos que él mismo sacaba con su Pocket-Kodak. Recuerda todavía la imagen
impactante de su primer día de facultad (1976): “un inmenso grupo de
estudiantes y obreros de Renault en mono azul en la escalinata central.” Eran tiempos
de transición, estudio, trabajo, durante los cuales escribió incluso guiones cinematográficos.
“Don Quijote Superstar”, por ejemplo, que imaginaba al hidalgo personaje dentro
de la Universidad.
Terminada la licenciatura de Filología
Francesa, su primer destino fue Arras (Pas de Calais). Allí, además de sus
horas de auxiliar de conversación, organizó la Primera Semana Española en
colaboración con el Consulado y el Ayuntamiento de Lille, presidido entonces por
Pierre Mauroy. A este primer año le siguieron otros tres más como lector en la Universidad
de Nantes, en donde, nos confiesa, se formó como profesor, traductor e
intérprete. Años movidos y enriquecedores, entre círculos intelectuales, viajes
a Londres, Amsterdam, Colonia, y
contactos con escritores como Bryce Echenique, Dominique Lapierre,… A Antonio
Bueno le atrajo siempre la literatura social, urbana: Zola, Flaubert, Delibes,
Péguy,... También la poesía de Valéry y Machado. Su último libro: “La España
vacía”, de Sergio del Molino. Amante del bricolaje, utiliza sus manos para
combatir el estrés. Le gusta la música: Albéniz, Falla, Mahler, los Beatles,
Edith Piaff, Trenet, Zaz,… Y la escritura. En 1995 se publicó su tesis
doctoral: “Albertine Sarrazin. La
autobiografía en la prisión.” Le preguntamos cómo se sale de un espacio
cerrado. Por la escritura, por la fuga, nos dice.
A su regreso de Francia en 1987, consiguió
una plaza en el CUS de Soria. Desde entonces, han sido muchos los trabajos publicados,
los cursos impartidos, los logros conseguidos como investigador y como directivo.
Decano entre 2008 y 2016, impulsó siempre la renovación tecnológica. Coordina
actualmente dos grupos de investigación y el “Máster en traducción profesional
e institucional”, reconocido y valorado internacionalmente. Además, dirige el
proyecto sobre la Historia de la
Traducción Monacal y misionera en América y Asia (Franciscanos, Agustinos,
Dominicos), formado por más de cuarenta investigadores de Europa, Asia y
América. Y organiza cada año una importante Semana Francesa, repleta de
actividades, con el apoyo de la Embajada y distintas instituciones públicas y
privadas sorianas. Su sitio, afirma, está en Soria. En 2012, Antonio Bueno recibió
la Insignia de Plata de la Universidad de Valladolid. Un reconocimiento
merecido a un trabajo de veinticinco años de dedicación generosa y fecunda.
Antonio Callejas Hernando
Mantenedor y Maestro
Antonio Callejas Hernando (Soria, 1988), profesor,
hombre de teatro, “amante de aquello con sabor a sones tradicionales”, oficia
de Mantenedor de las Jornadas de la Matanza del Virrey Palafox de El Burgo de
Osma desde 2016. Su familia, nos dice, ha estado siempre ligada al templo
catedralicio. Su bisabuela, campanera de oficio, conoció a su bisabuelo cuando
éste fue requerido para instalar la caldera de la calefacción de la Catedral.
Su abuelo Antonio fue chófer de D. Saturnino Rubio y de D. Braulio Rodríguez,
obispos de la Diócesis. Inés, su madre, regentó la tienda de ropas “IHERLA”,
frente al Palacio Episcopal. Su padre, en fin, fue Policía Municipal del pueblo.
La trayectoria escolar de Antonio está marcada por
su paso por el CEIP Manuel Ruiz Zorrilla, el IES Santa Catalina y el Seminario
Diocesano. Tras terminar Magisterio, comenzó y continúa impartiendo clases de
Religión y Orientación Educativa en el Colegio Calasancio de Almazán.
Licenciado en Pedagogía por la UNED, obtuvo una diplomatura en Ciencias
religiosas en el Instituto S. de Ciencias Religiosas de Burgos. Exigente
consigo mismo, cercano, vocacional, creyente y religioso, procura que sus
clases sean dinámicas y atractivas, pues su vida, confiesa, es “enseñanza y
aprendizaje”.
Su primera experiencia teatral la vivió en el grupo
de Magisterio, dirigido por Germán Andrés. Recuerda dos obras: “Han asesinado a
Don Juan” y “Fuera de quicio”. Luego formó “Ad Ecclesiae”, con cuyo grupo sigue
recorriendo la geografía española. Entre otros, ha interpretado a personajes
como San Francisco, Valeriano Bécquer, San Pedro de Osma. Federico de Olmeda y
San Faustino Míguez. Y ya piensa en uno nuevo. En 2017 participó como invitado en
la representación de la obra “Slag om Grolle” (Groenlo/Países Bajos).
Comentamos la Ruta de Leonor, en la que él interpreta
a Machado y María Gil, su mujer, a Leonor Izquierdo. También la velada
poético-musical, “Mi mal cortada pluma”, en torno a Casta Esteban. Proyectos
que reivindica con pasión y que el público acoge, nos comenta, con enorme
interés. El mismo que suscita el grupo
de música tradicional “Fanegas y Celemines”, fundado en 2017 por Celia Gómez,
al que se sumaron Agustín Pindado, él y su mujer. Su objetivo: recopilar e
interpretar el folklore soriano (villancicos, romances, jotas) y difundirlo por
los pueblos.
Explicar al público “el rito de la matanza
tradicional, tal y como se hacía en los pueblos” es otra de las actividades que
vive con devoción. Un ritual en el que su familia, en especial la materna,
fueron siempre protagonistas en Bayubas.
Soria, asevera, es una provincia acogedora,
resistente y apasionada. Pensando en sus hijos -Sofía, de seis años, y Millán,
de dos - elige la Dehesa como lugar ideal. El de perderse sería para él la
Torre de la Catedral, hasta donde no ha subido tantas veces como su abuela
Maruja, campanera, de la familia de los Otín, pero “donde me siento en paz.”
Nos cuenta, para terminar, que, para ilustrarse
sobre la figura de Machado, sigue leyendo “Conmigo vais, mi corazón os lleva”,
de César Ibáñez. Le gusta “La lista de Schindler”, de Steven Spielberg, como película. Y
como música, la banda sonora de “La conquista del paraíso”, del compositor
griego Vangelis. Los torreznos, los huevos fritos y el arroz con leche sin
canela son su plato y su postre favoritos. Y su lema: “Pasó por este mundo
haciendo el bien.” ¡Felices Fiestas de San Saturio!
Antonio Chain Galán
Arqueólogo
Nacido
en Madrid (1975), su madre era también madrileña y su padre, gallego, de Lugo,
fue policía municipal. Él reside en Soria desde 1998, está casado con una
enfermera de Langa y sus dos hijas, Nuann y Kara, llevan nombre celtíbero.
Soria,
nos dice, lo tiene todo. La gente es acogedora, hospitalaria, se establecen
rápidamente sinergias positivas. Desde pequeño, junto con su hermano Luis, fue un
gran aficionado a la historia antigua: las cruzadas, las herejías, las
leyendas, los relatos fantásticos, que encontraban en los libros que su padre
compraba y él y sus hermanos (Sonia, David y Luis) leían. También le atrae la
historia de su familia materna, durante y después de la guerra civil: su bisabuelo
exiliado en México, las cartas de amor entre sus abuelos, el cambio de
apellidos a su abuela para evitar las represaliadas.
El
CEIP Gonzalo de Berceo, el IES Calderón de la Barca, en Carabanchel, y la
Complutense han sido sus tres Centros de enseñanza de referencia. En cuarto de
carrera conoció al profesor Alfredo Jimeno, y ahí se produjo el encuentro con
Soria.
Empezó
a trabajar muy joven. Le restaba dedicación al estudio, pero le acercó a la dura
realidad de su entorno. Hombre activo, decidido y soñador, apuesta por el rigor
científico y la divulgación del conocimiento de una manera comprensiva y amena.
A la gente, nos asegura, le gusta cómo les explico la historia humana de Numancia.
Recuerda que en un proyecto colectivo presentado en Lugo, “El ritual
funerario”, comprobó el poderío de la buena didáctica ante 4.000 personas.
Desde
1998, forma parte del Equipo Arqueológico de Numancia/Tierraquemada y es guía de su yacimiento. Hasta 2004 recorrió
España trabajando en distintos yacimientos arqueológicos. Ese mismo año fue el
coordinador de la Exposición “Celtíberos. Tras la Estela de Numancia”
Numancia,
a su juicio, es el producto turístico más importante de la provincia de Soria. El
año pasado atrajo a más de 50.000 personas. Comentamos el 2150 Aniversario, la
importancia que tendría el Centro de Interpretación y la mejora necesaria de la
accesibilidad. El mundo celtibérico estaba perfectamente integrado en el
territorio, afirma. Los romanos, que lo desconocían, lo destruyeron. Nos
comenta el protagonismo de la mujer celtibérica, fuerte e independiente.
Además
de colaborar en un programa de radio, Un Paseo por Numancia, participa, desde la Asociación Marlene Dietrich, de Cuenca, en
proyectos relacionados con la reconstrucción histórica de la segunda guerra
mundial. Ecologista y machadiano, se siente atraído por la naturaleza y la
cultura popular. Incansable, acaricia ahora mismo un proyecto, titulado Orígenes, que trata de profundizar, a
través de una nueva técnica de investigación (LIDAR), en una mejor aproximación
a la realidad celtibérica.
Siempre
le ha gustado leer. Antes, a Víctor Hugo, por ejemplo, pero ahora sobre todo
cosas que le abstraigan: Sapiens, de
Yuval N. Harari o Sidi, de Pérez
Reverte. Sus aficiones musicales suenan a Rollings Stones, Metálica, AC/DC. Numancia,
el Cañón del Río Lobo, España, Lugo, Ferreiros, son algunas de sus preferencias
geográficas. Como personajes: Retógenes, Ricardo Corazón de León, el Cid, por
su espíritu libre, Kennedy, por sus luces y sus sombras, Alfredo Jimeno,
maestro y amigo, y su abuelo Rafa, ejemplos de vida. Numancia, concluye, es un
yacimiento por descubrir. Una joya. Gracias al esfuerzo y rigor con el que
gente como Antonio Chain la tratan.
Antonio
Ruiz López
Profesor
El
pasado 4 de noviembre, Antonio Ruiz López (Monteagudo de las Vicarías, 1957),
impartía en el salón Rojo del Instituto Antonio Machado la lección inaugural
del curso 2019-2020. Sus “reflexiones en presente”, como él las califica,
cautivaron a las personas asistentes. Su intervención final, emocionó.
Su
madre, Remedios, natural de Monteagudo,
que apenas salió del pueblo, tenía entre sus muchas virtudes, nos dice
orgulloso su hijo, la de ser una mujer muy luchadora. Su padre, Jesús, de
Pozuel de Ariza (Zaragoza), era un hombre infatigable en el trabajo y
comprensivo en lo personal, habiendo dedicado su vida a las tareas del campo.
Antonio heredó todo de los dos.
Su
primera escuela fue la del pueblo, cuando todavía tenía cuatro unidades. Luego,
hasta COU, estuvo interno en los padres
Escolapios de Soria, cursando, a continuación, una diplomatura de Humanidades
en la Escuela Normal de Magisterio de la capital y una licenciatura de
Filosofía y Letras por la UNED. Tras aprobar las dos oposiciones, impartió la
docencia en varias escuelas unitarias y en diferentes Institutos de la
provincia.
De
espíritu inquieto, nos asegura que en la docencia fue “tan exigente como
generoso y tan disciplinado como tolerante”. Precisa además que su última etapa
en el IES “Antonio Machado”, con alumnos de nocturno y distancia, se reveló
para él como una experiencia altamente enriquecedora, tanto en el plano
didáctico como, sobre todo, humano.
Miembro
del Centro de Estudios Sorianos (CES), ha publicado en su revista Celtiberia algunos artículos de
contenido histórico y variada temática, preferentemente relacionados con su
localidad natal, a la que está tan vinculado. Así, periódicamente, en el mes de
agosto, es invitado a conferenciar sobre una parcela de su rica historia, colaborando,
igualmente, en otras actividades relacionadas con la villa. Entre sus
aportaciones, el descubrimiento documentado del nacimiento y defunción, en su
pueblo, de Eugenio Gregorio Izquierdo Cuevas (1901-1903), hermano de Leonor.
Con similar planteamiento, ha participado en diferentes eventos culturales en
varios pueblos de la provincia, reseñando la última intervención (7 de agosto)
en el octavo ciclo de conferencias “Francisco López de Gómara”, dando a
conocer, junto a su compañero y amigo, José María Incausa, la personalidad del
político soriano, natural de Gómara, Basilio de la Orden Oñate
(1884-1904).
Su
discurso, siempre cercano y sincero, transmite excepcional serenidad. De
expresión pausada, habla con enorme cariño de su esposa, Julia, docente como
él, y de su hija, Miriam, hoy en Madrid, otrora en Toulouse. Prudente y
discreto, es amante de la lectura. Dos temas le apasionan sobremanera: la
Guerra Civil y la mortalidad catastrófica en la historia, especialmente del siglo
XIX. Su último libro leído: “El tatuador de Auschwitz”. Sus paseos diarios por
las márgenes del Duero son para él un reencuentro con la naturaleza y la vida
que, a pesar de algunas contrariedades, significa, a su juicio, lo más hermoso
que poseemos. Buen conocedor de la geografía provincial, tiene especial
fijación, además de por su pueblo, por Tiermes, un espacio que él considera críptico.
No duda en reconocerse taurófilo, afición que probablemente esté enraizada con
su pueblo natal, de antigua tradición taurina. Antonio Ruiz López, un corazón
inteligente.
Antonio Soria Gómez
Maestro
Antonio Soria nació en 1947 en la casa de sus abuelos, Rufina (La Mayona), y Sabino (La Cuenca), de la calle “Camino de los Toros”. Mercedes, su madre, era madrileña. Había vivido en el Palacio Real con sus padres, Esteban y Aurora, que trabajaban en él. Todavía conserva el libro blanco de nácar y el rosario que le regaló la Reina Victoria Eugenia cuando hizo la Primera Comunión. Con la llegada de la República, su abuelo fue trasladado al Instituto como bedel. Su padre, Antonio como él, activo sindicalista, quiso ser fotógrafo, trabajó de impresor y acabó siendo un buen panadero. Él vivió con sus padres y sus dos hermanas, Aurora y Dolores, en la calle La Doctrina y en “las Casas de Sindicatos”. Fue alumno de las Escuelas Públicas de la plaza Bernardo Robles. Allí conoció, nos dice, a su mejor maestro: Salvador López, aragonés, tan bella persona como buen maestro y dibujante. Tenía una Lambretta, recuerda, y les llevaba al Castillo a catar las colmenas del Coto Escolar. Cuando fui maestro, comenta, “copié muchos de sus métodos y maneras para hacer de la escuela un lugar inolvidablemente agradable”. Ya en el Instituto, sus asignaturas favoritas eran las ciencias y la geografía. Tras su paso por la antigua Escuela de Magisterio de El Espolón, ejerció en Garray, Matamala de Almazán, la Escuela Hogar de Almazán y Gallinero. Hizo la mili en el cuartel Miguel Servet de Zaragoza como cabo furriel y maestro. Al terminar, enseñó en Covaleda durante veinte años, con su mujer, Mª José Fernández, también maestra. Sus últimos años de profesión los cumplió en Utebo, al frente, entre otras actividades, de un Aula-Taller de Educación Compensatoria, donde aprendió a trabajar con el barro. “Me gusta jugar con las manos”, confiesa. Y lo hace con absoluta maestría, delicadeza y arte. Nos enseña muestras bien hechas. Feliz, extrovertido y puntual, de memoria impecable y siempre disponible, Antonio tiene dos hijos: Inés, profesora, y Antonio. En 1986 fue cuatro de la cuadrilla de El Salvador. La caldera representaba el árbol de la música, que él mismo diseñó con sus cortezas. Jurados de La Mayor en 1989, raro es el año que no han estado metidos en cuadrilla, presidiendo la Asociación de Jurados, diseñando su monumento, ayudando, decorando locales, decorando botas y alguna caldera. Las Fiestas, añade, “las vamos cambiando las personas.” Siempre le ha divertido pintar, asegura. Autodidacta, nos enseña sus cuadros, variados en motivos y técnicas. La del pastel la aceptó visitando la casa de Maximino Peña en Salduero y nunca más la ha abandonado. Sus colores son los del otoño soriano. Una obra, la suya, abundante y bien distribuida. A Antonio le gusta el teatro, el cine, la música, la zarzuela, e “Imagine”, la canción de John Lennon. Oslo, por la naturaleza, por la limpieza de sus calles. De Toledo destaca su encanto, que asocia a “El Huésped del Sevillano.” Ha visitado Londres, Austria, Suiza,… Su personaje masculino: Antonio Machado. El femenino: “cualquier mujer que haya luchado por los derechos de los trabajadores.” Su plato: la caldereta, “ajo carretero”, de Pinares, acompañada de unos buenos dulces y un buen vino. De Soria destaca la Calle Real, El Duero, Covaleda, el Urbión, del que guarda muchos recuerdos y todos sus colores. El Día del Libro de cada año, víspera de su cumpleaños, su padre le regalaba uno. Casi siempre de Julio Verne o Emilio Salgari. Un gran regalo para un gran maestro.
Arantxa Aldea Romera
Milena Cruz Salinas
Capitanas CD San José
Aunque se llevan
unos años de diferencia, Milena (Almería, 1996) y Arantxa (Soria, 1985)
comparten no solo equipo de fútbol, el CD San José de la Liga Gonalpi, sino el
pundonor, la personalidad y el deseo de alcanzar todos sus objetivos, tanto
deportivos como personales. Cualidades heredadas seguramente de sus padres:
Antonio Cruz y Graciela, de Milena, panadero en San Leonardo y peluquera; y
Delfi y Jesús, de Arantxa, empleados de Monreal Multiópticas y Ayuntamiento.
Técnico en Farmacia,
Arantxa ha sido alumna del CP Numancia y de los IES Castilla y Politécnico.
Milena es graduada en Relaciones Laborales y Recursos Humanos por la UVA, y fue
alumna del CEIP “María Eugenia Martínez del Campo” e IES San Leonardo. Ahora
trabaja en una oficina bancaria y su compañera en la farmacia de María de
Gracia Antón. Las dos aseguran haber sido siempre buenas estudiantes.
Casada con el ex
futbolista del C. D. Numancia, César Huete, Arantxa tiene dos hijos: Leire de 9
años y Lucas de 5. Las dos han estudiado idiomas y han sido siempre muy
deportistas. El fútbol, aseguran, lo vivieron en sus casas y lo practican desde
muy pequeñas, aunque han competido en otros deportes: Milena es cinturón negro
de taekwondo y Arantxa fue jugadora de Voleibol del Club Santo Domingo.
Su objetivo, y así
nos lo manifiestan directamente, es el ascenso a categoría nacional. Arantxa se
queda con Salma Paralluelo y Aitana Bonmati, y Milena con Irene Paredes y Mapi
León. El fútbol no les quita nada. Al contrario, insisten: “Tenemos cada vez
más visibilidad, más oportunidades, hay cada vez más equipos y el público acude
a nuestros partidos”. Como capitanas, lideran con responsabilidad un magnífico grupo
de 22 jugadoras, cuya edad ronda los veinte años. Todas se sienten satisfechas
con el Club, el equipo técnico (Hugo Palomar, entrenador; Javier García
Gallardo, entrenador de porteras y Diego Benedit), la atención sanitaria que
les dispensan, jugar en Los Pajaritos, el apoyo de los medios y patrocinadores.
Sí, afirman, “nos gustaría ser profesionales del fútbol y nos sentimos
preparadas para ello.” Cuando eran pequeñas, recuerdan, iban “enseñadas” y tuvieron
que apañarse como pudieron. A Milena sí le gustaría ser entrenadora.
Para Arantxa, Soria es la ciudad de volver; para Milena, su hogar. Las dos creen en Soria. Las dos han viajado mucho y las dos destacan Roma, por su cultura, por su monumentalidad, como la ciudad a la que les gustaría viajar. El Cañón del Río Lobos y la Cascada de Fuentetoba, San Sebastián y la Concha serían otros lugares destacados para Arantxa. También las natillas y los canelones de su madre, y la película “El sexto sentido”. Su lema: “Si quieres, puedes”. A Milena le gustan las vistas desde el Parador, Sevilla por su belleza, la tapa “Tabernero” y los “Papos de Vieja” de su abuela Gracia como postre. “Todo esfuerzo tiene su recompensa”, asegura. Le encanta además la canción “Time of my Life”, de “Dirty dancing” y el libro de Carmen Mola, “La novia gitana”. Entre sus personajes destacados, Arantxa cita a Cristiano Ronaldo, como jugador, y a Estela Navascués; Milena a Carles Puyol y a Marta Pérez. Coinciden en el sábado como día de la semana. Pero no en el color: amarillo el de Arantxa, azul el de Milena. Se van al entrenamiento. Les quedan muchas cosas que hacer, muchos partidos que jugar, mucha cultura que cambiar. Pero están seguras de conseguirlo.
Jagoba Arrasate Elustondo
Entrenador
Jagoba
Arrasate Elustondo es un vasco serio, tranquilo, risueño. Afable, cordial,
respetuoso, con cara de bueno, y, seguramente, bueno de verdad. Observador,
metódico, seguro de sí mismo, siempre interesado en aprender. En conocer mejor
al otro, a los otros, a sus jugadores, técnicos, para entablar con ellos ese
diálogo socrático con el que compartir, decidir, para ganar. Así es este joven
entrenador del C. D. Numancia, nacido en 1978 en el Gaspar Enea (Casa Gaspar) del pueblo vizcáino de Berriatua (Berritxu). De unos mil habitantes, nos
dice, tranquilo, de hermoso paisaje, con una empresa, Cikautxo,
que
ocupa a 700 personas. De su entorno destaca el alto de Milloi, desde donde se avista
su pueblo, Ondárroa y casi el mar.
Su
primer colegio fue “La Merced”, de monjas Mercenarias Misioneras, en Markina. Allí
iban todos los días, él y sus primos, en la furgoneta de su tía Pilar, maestra
de ese Centro. Las clases eran en euskera, pero también aprendía castellano,
que dominaba a los 15/16 años. Aplicado, movido, siempre le gustó el fútbol, y
la pala, pero no le importaba ir en bici o jugar al escondite con sus amigos. Terminado
el bachillerato, estudió magisterio en Bilbao, y ejerció de maestro, durante 10
años, en distintas poblaciones de la Rioja alavesa (Oion, Labastida) y País
Vasco (Zumárraga, Elgóibar). Lo que no le impidió seguir jugando al fútbol en
equipos de segunda y tercera división. Competitivo siempre, fue máximo goleador
en el Elgóibar de tercera.
Su
padre, Emilio, hombre de mar, lo llevaba desde niño a Anoeta y le ha acompañado
en toda su carrera deportiva. Su madre, Conchi, peluquera, es, nos comenta, una
mujer reflexiva, analítica. Como él. Tiene una hermana, Maitane, y dos hijos,
Xuhare, de seis años, y Luka, soriano, de año y medio. Su mujer se llama Hiart,
pieza básica en su familia.
Siendo
entrenador del Elgóibar, en Tercera, Bittor Alkiza, director del fútbol base de
la Real, lo fichó para entrenar a los juveniles. Tres años después, cogería las
riendas del primer equipo. “Un privilegio”,
asegura. Su mejor recuerdo, el partido contra el Lyon, que le permitió jugar la
Champions. Una victoria: el 3-1 contra el Barça en febrero de 2014.
Los
jugadores de primera, nos comenta, no son distintos de los de segunda. Los
conoce bien a todos. Los respeta y les ayuda. Y decide. “El fútbol es grande y yo quisiera seguir por ese camino”, dijo. Y
lo repite. Crecer como entrenador, moderno y exigente. Sufriendo en las
derrotas y disfrutando discretamente en las victorias.
Le
preguntamos si lee la prensa deportiva. Antes, toda. Y, por las noches,
escuchaba a José María García. Lee libros relacionados con el liderazgo y la
gestión de recursos humanos. Le pedimos un título y señala el que acabamos de
regalarle: “Machado en el corazón de Soria”, editado por la Escuela Oficial de
Idiomas. “Me lo llevaré a los viajes para leerlo”, añade agradecido.
Está
encantado en el Numancia. Y en la ciudad, magnífica para vivir, con muchos
espacios, cercana, agradable, amable. ¿Y el público? “Somos nosotros quienes tenemos que dar más
al público”, subraya con contundencia. Le encantan, asegura, los sanjuanes, que
vive todos los años. El último, ayudando en la Cuadrilla de San Miguel. No
suele cocinar mucho, pero solo “por lo bien que cocina mi mujer”, sentencia. Un
Marmitako, por ejemplo.
Valonsadero, Vinuesa, a donde le gusta ir a coger setas, el Soto Playa,
San Saturio, son lugares que disfruta habitualmente. Destaca la figura de Abel
Antón y las hazañas del Numancia. Le gusta la música vasca para niños. Y Fito & Fitipaldis. Y Gari, hoy, solista, cantante ayer del
grupo de rock Hertzainak. “Eperrak” (Perdiz) es el título de una canción que
nos recomienda. Preciosa, por la música y
por la letra. Para
escuchar.
Así de sencillo y de importante es Jagoba Arrasate Elustondo. Un
hombre ilusionado, que se siente orgulloso y responsable con lo que hace. Que
enseña, aprende y compite para ganar deportivamente. La verdad, un privilegio. Eskerrik
asco.
María Madurga
Herrero
Noelia Galán
Iguacel
Asociación de Vecinos de “Los Royales”
María
Madurga (Soria, 1983) y Noelia Galán (Zaragoza, 1978) son la Presidenta y Vicepresidenta
de la A. de V. de “Los Royales”, que cuenta actualmente con 155 familias
asociadas. María es Ingeniero Técnico de Telecomunicaciones por la Universidad
Politécnica de Madrid y Noelia, licenciada en Medicina y Cirugía General por la
de Zaragoza. Fueron alumnas, respectivamente, de las Escolapias de Soria y del Colegio
de Fomento Sansueña de Zaragoza. Noelia tiene una hija, Ángela, de 6 años, y
María, dos: Marta, de 8 y Silvia, de 6. Su padre, Juan Antonio, soriano, orgulloso
de serlo, y su madre, Mª Eugenia, breta, de Covaleda, fortaleza y disciplina, son
los “culpables”, nos dice, de su arraigo soriano y de sus ganas de “hacer y
creer” en Soria. Daniel, el padre de Noelia, fue
siempre, recuerda emocionada su hija, “el hombre de la sonrisa eterna. Luchador
y emprendedor como pocos, amaba, junto a su compañera Mª Carmen, todo aquello
que la vida pudiera ofrecerle”.
Noelia
inició su carrera profesional en el Hospital San Jorge de Huesca. Desde 2009, ejerce
como médico de URGENCIAS en el Hospital de Santa Bárbara. Especialidad
reconocida como tal en la Comunidad Europea. María es la Directora de Mejora
Continua de FICOSA. Segura de sí misma, disfruta
de su trabajo, dispuesta siempre a aportar, crecer y adaptarse a los cambios.
La
Asociación, nos aseguran, responde a “la necesidad de dar voz a los vecinos, realizar
actividades conjuntas y reclamar mejoras en un barrio inacabado, con proyectos,
calles y servicios ejecutados a medias”. El informe que presentaron en el
Ayuntamiento sigue pendiente de respuesta, nos comentan.
El
hobbie principal de María son las carreras de montaña. Su mayor logro, haber
finalizado el Desafío Urbión 2019. Apasionada de los viajes de familia,
Portugal es un país que la fascina, “por
su cercanía, por su gastronomía, por sus paisajes, por su gente, por la
inmensidad del Duero en Oporto…” A Noelia le encanta Italia por su arte
escultórico. “La piedad” y “El Moises” de Miguel Ángel, por ejemplo. María lee
todo lo que cae en sus manos, pero su libro, “por la excepcionalidad de lo
sencillo”, es “Seda”, de Alessandro Baricco. Noelia tiene también el suyo: “El
tiempo entre costuras” de María Dueñas. A María le emociona la Sierra Santa
Ana, “con San Saturio labrado en su falda”, el Pico de Urbión, el nacimiento
del Duero,... Noelia admira La Dehesa, Catalañazor y el Castillo de Gormaz. Su
canción: “Pero a tu lado”, de Los Secretos; su película: “El Golpe”; sus
actores: Paul Newman y Glenn Close.
Hablamos
de Soria en la misma mesa del restaurante Urban Enjoy, calle Fraga Iribarne, en
la que ellas dos, Asunción Isla, María Mata y Sonia Lorenzo decidieron crear la
Asociación. María defiende la apuesta personal, el apoyo a las buenas
iniciativas, “la importancia de transmitir a nuestros hijos y a nuestro entorno
el amor por nuestra tierra”. Noelia reivindica las mismas infraestructuras y
servicios de las zonas más pobladas. María no es supersticiosa. Cree en la
causalidad y no en la casualidad. Noelia, sí. Su color es el rojo, su número,
el dos, su día, el viernes. Dos de sus pasiones: las manualidades y jugar con
su hija.
“Los
Royales”, un barrio enorme, luminoso, que mira de frente al Pico Frentes, a la
loma de Santa Ana. Barrio nuevo, gente joven, como María y Noelia, preparadas,
dispuestas, responsables y exigentes.
Asunción Alcoceba
Aparicio
Auxiliar de enfermería y poeta
Asunción Alcoceba nació
en El Burgo de Osma, calle Palafox, en 1968. Su padre, Donato, era caminero, y
su madre, María, ama de casa y limpiadora. Ella fue alumna del Colegio de las
Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul y del IES Santa Catalina (F.P., rama
administrativa, y COU). Después estudió Auxiliar de Enfermería y Laboratorio en el
Politécnico de Soria y ahora ejerce de Auxiliar de Enfermería en el Hospital
Virgen del Mirón.
Un día, nos cuenta, “fui
a trabajar y vi que todo estaba cambiado. El virus se había instalado dentro de
mi planta, así que hubo que aprender a sortearlo”. La palabra es miedo. Poco a
poco, nos confiesa, “te acostumbras, ves cómo la gente aplaude, aunque
consideres que ese gesto no va dirigido a ti; no somos valientes, es nuestro
trabajo”. Dentro, los abuelos y las abuelas, sin sus familias, expresaban una
gran tristeza. La escritura me ha salvado, afirma. Escribía cuando podía, como
escape. Al volver a casa, su marido Félix y sus dos hijas, María y Sara, le
preguntaban: “¿Te podemos besar?”. Todos los días le repetían: “Ten cuidado,
mamá”. Realista y decidida, un día les explicó lo que estaba pasando. De la
pandemia ha aprendido que todo puede irse al traste en un momento. Reconoce
también que le ha sorprendido. No quiere hablar de la muerte, pero, durante el
periodo más duro, escribió el poema Réquiem
en clave de luna, que nos entrega y leemos su primera estrofa, sentados en
el Alto de la Dehesa: “Quedaos la mañana / y su bruma intensa, / quedaos con el
llanto del rocío / porque hasta donde yo me dirijo / no alcanza la aurora / ni
sus pétalos encarnados…”
Escribe poesía desde
niña. Le gusta la rima, la melodía, la musicalidad. Discreta, tímida, ordenada,
directa, le gusta estar informada, pero necesita la comunicación inmediata.
Encontró twitter y, desde entonces, no para de compartir sus poemas. El año pasado,
la editorial A. C. La Pluma de El Burgo
le publicó su poemario: “Un yo de agua”. Mi ópera prima, escribe en el prólogo,
“retazos de vivencias, quimeras y sentimientos contados desde mi yo más
profundo”. Le repito algunas reflexiones de Simone de Beauvoir sobre la
literatura. Lo agradece. Hace unos años
encontró en internet una escuela de poesía japonesa y aprendió a escribir
poemas cortos y largos: Haiku, Hokku, Sedoka, Mondö,... Guía/Senpai en esa
disciplina, ahora es ella la que enseña a alumnos de Cuba, Colombia, Ecuador,
España,... Trabaja mucho cada poema, nos dice, sea cual sea el tema, el momento
o el lugar: un banco, su casa, su rincón del Duero,...
Durante los meses del
invierno pasado, el poeta Esteban Pérez Sánchez leyó sus poemas y los de otros
poetas en los recitales de #poesianomada. No hace mucho, la Editorial Alma le
seleccionó dos micro-relatos para el libro "Abril de 2020". Ha leído mucho, recuerda, pero no tiene un
autor favorito. Pronuncia, sin embargo, el nombre de Lope de Vega. Y el título
del libro que está leyendo: Las hijas del
capitán, de María Dueñas.
Le gusta vencer su
miedo, asegura. El azar es su guía. Soy, afirma, una casualidad. El silencio,
pasear sola, recorrer parajes como "Los pinos" y “La hoz”, en El
Burgo, o El Castillo, bajar al río, en Soria, le llena. De la pintura se queda
con la abstracta. No es supersticiosa. Su color es el rojo; su país, todos; su
lengua, la universal; un número, que sea siempre impar. Su proyecto: seguir
escribiendo poesía desde el alma. ¡Ánimo!
Belén Izquierdo Hernández
Auditora de Cuentas, Gestor Administrativo y Economista
Es muy fácil conversar con Belén Izquierdo (Madrid,
Soria, 1976), reelegida recientemente como Presidenta de la Asociación de
Autónomos de Soria (FOES). Su visión es amplia, aporta conocimiento y seguridad
en el compromiso. Nos habla de sus inquietudes y proyectos, de sus diálogos
permanentes y abiertos con todas las administraciones. Tiene, pensamos, mucho
que aportar. “Soria tendría que duplicar su población”, apostilla convencida.
Su padre, Rafael, nació en Villabuena y regentó una conocida
carnicería en la calle Cortes. Ahora ejerce de abuelo y cuida de su huerto con
ilusión y empeño, nos dice su hija. Su hermana Miriam es maestra en Segovia. Su
madre, Sagrario, nació en Fuentelsaz, tiene el título de maestra y ejerció de carnicera.
Alumna del Sagrado Corazón hasta COU, Belén fue una muy buena estudiante. Le encantan los números, que ha heredado de su
padre, los balances y la economía en general. Lo aprendió casi todo, y a gusto,
recalca, durante sus cinco años de carrera de “Administración y Dirección de
Empresas” en la Universidad Deusto.
Hablamos de Soria, su lugar de familia y trabajo,
sentados en una sala de su Gestoría de la calle Mariano Vicén. Comenzó a
trabajar, nos dice, en una empresa auditora de cuentas en Madrid, gran ciudad,
pero demasiado impersonal para ella. Su tarea consistía en revisar, comprobar,
porque, al final, “tiene que estar todo”. En 2004 volvió a Soria como
asalariada y más tarde, ya autonóma, abrió una delegación de su antiguo
despacho, antes de fundar con Jorge, su marido, la Gestoría Carretero Izquierdo,
en la que trabajan diez personas.
Se aficionó al fútbol viendo partidos con su padre y,
durante diez años, fue árbitra de competición provincial, juvenil y cadete.
“Cuando estás dentro del campo, no escuchas nada”, comenta. Lo más divertido eran
para ella los postpartidos. En ese ambiente conoció a su marido, compartiendo amistad
y consejos con Ángel Calvo Córdova. Su hija pequeña ya juega en el equipo prebenjamín
del Calasanz. Y su hijo quiere seguir el camino del arbitraje.
Optimista siempre, le gusta escuchar, opinar y
proponer. No hay educación fiscal, afirma, pero sí presión recaudatoria, y está
sin resolver, recuerda, el tema de la conciliación. A su juicio “el coste
salarial en España es superior al europeo.” Pero está de acuerdo con el SoriaBonos,
un éxito a su juicio.
De sus viajes, destaca la ciudad de Nueva York y la
Inglaterra rural. Para vivir bien, se queda con Cádiz y la Costa de Levante; Madrid
para trabajar y Soria para disfrutar de la familia. Sin olvidar Bilbao, sobre
todo, ni Vitoria ni Pamplona. Aunque no es de referentes, considera a Inmaculada
Hernández Delso, farmacéutica e investigadora soriana, como su personaje
femenino. También Isabel la Católica, Marie Curie y Adolfo Suarez.
“Todo se consigue con esfuerzo”, repite una y otra
vez. Su lema: “trabajar a gusto”. Lee libros de género negro con final feliz y
nos da dos títulos: “Perseguida por toda la ciudad”, de M. H. Clark, y “Sé que
estás viva”, de N. Abad. Le gustan las verbenas, bailar, la música clásica, el
realismo en pintura, pintar, La Dehesa y Vinuesa, el color azul, los números 3
y 13, el chocolate y los dulces. En cine: Sean Connery y Harry Potter (La
niña “empollona” también es protagonista). El fin de semana son sus días
para estar con sus hijos y su familia. Una mujer rigurosa, autónoma y soriana.
Muchas gracias.
Belén Martínez Romero
Estudiante
“Tiene
un gran mérito”, nos dice un conserje de la Escuela de Arte y Superior de
Diseño. Se refiere a la alumna de ese Centro, Belén Martínez Romero, 1º Premio
“Antonio Machado” (FAM) de Arte Visual, que le entregó personalmente el
Ministro D. Íñigo Méndez de Vigo en el Congreso de los Diputados. Belén nació
en San Esteban de Gormaz en 1997, y allí vive con sus padres, Isidoro,
agricultor, Marina, trabajadora de HUF España, y su hermana, María. Durante el
curso se queda en Soria, trasladándose los fines de semana a su pueblo. Y allí,
animada por su profesora, Piedad
del Pozo, pintó el dibujo ganador, “Campo de tormenta”, inspirado en el
poema “A orillas del Duero”.
Colores grises, azules, negros y amarillentos, para recrear unos escenarios tan
temidos. Rubens, Rembrandt, Dali,
son sus pintores favoritos.
Y Degas, por los colores cálidos, llamativos, y el movimiento, “La clase de
ballet”, su modelo a seguir.
Nos recomienda además: “Impresión sol naciente” (Monet), “El jardín de las
delicias” (El Bosco). “El hijo del hombre” (Magritte),… De museos, se queda con el del Prado,
que le gusta visitar sin prisa. Y con Bilbao y su Guggenheim.
Hizo
hasta cuarto de la ESO en el IES “La Rambla” de San Esteban. En Soria lleva
dos, y, tras terminar este año el bachillerato, continuará sus estudios de Diseño
Gráfico. Le hubiera gustado hacer “Dibujo Animado”- su preferido desde niña-,
pero solo hay una escuela en Madrid. Para mí, nos dice, “la animación es el arte de dar vida a seres inertes
e inventados.” De su pueblo, en el “Camino del Cid”, destaca sus
iglesias románicas: San Miguel (s. XI), y Nuestra Señora del Rivero
(s. XII), con cuyo retrato, colorido y figurativo, consiguió -siendo portada del
Programa de Fiestas- el Concurso de Carteles de San Esteban 2016. Belén forma parte de una generación que se
expresa con desparpajo, escribe con soltura, reivindica con autoridad. Así lo
reconoció el Señor Méndez de Vigo en el acto de entrega de premios: “He
tenido la ocasión de comprobar en persona
la calidad de los intervinientes. La verdad es que los políticos
deberíamos de aprender de estas intervenciones: escuetas, cortas y a punto. Y
con mensaje.”
Cuando le preguntamos, nos asegura que no tiene una técnica definida; que plasma en el papel
lo que quiere expresar en cada momento. Belén
Martínez estudia también piano en la “Escuela de Música y Danza”, y el año que
viene, nos comenta, quiere pasar el examen de entrada en el Conservatorio
“Oreste Camarca”. Porque le gusta la música; la clásica, en especial, y la coral.
Nos da un nombre: Yann Tiersen, autor de la banda sonora
de Amélie. Y una pieza clásica: “La suite nº 1 para chelo de Bach”. También la
actual, salvo el “reguetón”. Y bailar. Y leer. Harry Potter, de pequeña. Y,
ahora, libros de aventuras. Su última lectura: la biografía del patinador
Javier Fernández López. A Belén Martínez le gustaría componer bandas sonoras para películas, como Hans Zimmer
para “Piratas del Caribe”. Conoce París, Disneyland, y le gustaría conocer
Italia, por todo el arte clásico que se encuentra allí. El azul es su color favorito. Y la primavera,
su estación del año. No es supersticiosa. Su número: el dos. Hace natación y le
gusta el patinaje artístico. Y tiene un sueño profesional, para más adelante: “Tener mi
propio estudio de diseño grafico vinculado con la música.”
Esta diseñadora de futuro está preocupada así mismo por el medio ambiente, tema principal del I Premio Antonio Machado: “La naturaleza es de todos y todos tenemos que poner de nuestra parte para luchar contra el cambio climático.” En eso mismo insistió el Ministro: “profundizar en las aulas en Campos de Castilla es una manera extraordinaria de afinar la sensibilidad de los alumnos hacia la poesía, pero también hacia lo humano y hacia la naturaleza.” Así que, cuando le entregó el diploma, el Ministro de Educación atinó al resumir en una única palabra el valor real de aquel bonito Acto y del trabajo premiado de Belén Martínez: “¡Enhorabuena!”.
Borja Quintas Melero
Director de Orquesta
Director
de la Joven Orquesta Sinfónica de Soria (JOSS) desde hace once años, Borja
Quintas nació en Madrid en los años ochenta, nos dice. De niño vivió en Londres
y Sao Paulo (Brasil) con sus padres, sus personajes históricos, Carlos,
empresario orensano, y Mª Mercedes, de San Fernando (Cádiz). De regreso a
Madrid, terminó con buenas notas el bachillerato en el Colegio Británico, los
estudios de piano con el Maestro Joaquín Soriano en el Real Conservatorio
Superior de Música de Madrid, y, después de seis años en Rusia, el título
Superior de Director de Orquesta con honores del Conservatorio Estatal Tchaikovsky
de Moscú, su capital ideal. Madrid, lo es en España, aunque “todas las que he
visitado tienen su encanto.” Magnífico
conversador, abierto y sincero, aprendió la lengua rusa a base de tejer
amistades y conversaciones amables y permanentes con todo el mundo. “Mi
vocación desde niño era la de ser director de orquesta”, nos confiesa.
Profesor
del Conservatorio Superior de Música de Aragón, dirige un Máster para
directores de orquesta en el Centro Superior de Música Katarina Gurska de
Madrid, además de encabezar proyectos de jóvenes orquestas en Soria, Navarra,
Aragón, Madrid y Rusia. Durante todos estos años, ha compartido escenarios con
cantantes de primer nivel mundial como María Bayo, “soprano legendaria, grandísima
profesional”, Plácido Domingo o Ara Malikian, recorriendo, siempre con buenos
proyectos, España, Rusia, y otros países europeos. La música es su vida, reitera una y otra vez,
de manera que, cuando le preguntan los más jóvenes sobre su futuro, la
respuesta siempre es la misma: “Si puedes vivir sin ella, dedícate a otra cosa.”
En Soria hay mucho talento y buenos músicos, comenta, pero el talento, subraya,
hay que potenciarlo y ayudarlo a crecer. Intérprete más que creador, estudioso,
abierto y tenaz, su profesión requiere, a su juicio, experiencia, gestión e
intuición. El reciente estreno mundial en Soria de la Cantata Sinfónica “Antonio
Machado y Leonor”, de Jaume Aguilar i Matas, en cuya realización él apostó con
firmeza, lo considera como un acontecimiento histórico tanto para sus
intérpretes, dirigidos por él mismo, como para la ciudad, por su impacto social
y su aportación cultural.
La
música le ha llevado a muchas partes, comparte con nosotros. Al Vaticano, por
ejemplo, en un concierto ante el Papa Benedicto XVI. Disfruta por supuesto de todas las expresiones
artísticas, en especial de la danza, y de las propuestas gastronómicas de todos
los lugares del mundo. En Soria: la caldereta, el foie y la costrada. El norte
de Navarra, Borobia, por el cariño con el que le recibieron, Tierras Altas, tan
verdes y tan ricas, y los recorridos por las calles céntricas de Soria son otros
de sus lugares memorables.
Le
gusta la gran literatura de ficción y le fascina todo lo de Vargas Llosa. Destaca,
como músicos, a Sofía Gubaidulina, Tchaikovsky, Rachmaninov,... Alguna vez
acude a Brel o Aznavour, en el campo de la canción popular. Con “El Amor Brujo”
de Manuel de Falla mantiene una relación casi pasional. Del arte
cinematográfico singulariza “Lo que queda del día”, de James Ivory, todo
Almodóvar, Anthony Hopkins y Marisa Paredes.
Antes del comienzo de cada concierto, nos confiesa, se encomienda a sus seis o siete “protectores”, digamos, sagrados. El público de Soria es siempre muy agradecido y él un Director de Orquesta de categoría nacional e internacional. Muchas gracias.
Cándido las Heras
Martínez
Funcionario
Cándido las Heras nació en San Andrés de San Pedro,
Tierras Altas, en 1960. En el mismo pueblo que sus padres, Teódulo,
agricultor-ganadero, y Adoración, una luchadora, nos dice su hijo. Leemos en su
blog: “Voy agarrado de la mano de la despoblación,
cuando hago camino por la provincia de Soria, y con la otra, abrazo la soledad
del envejecimiento que me encuentro”. “Las palabras también viajan”,
comenta. Y lo hace con sencillez inteligente, términos justos y mucho corazón.
Es la Otra Soria,
la no oficial.
Cuando tenía 12 años, su madre se quedó viuda y, junto
a sus hermanos, Jaime, José Abel y Raquel, se vinieron a vivir a la capital.
Estudiar en el Colegio San Saturio e Instituto Antonio Machado y trabajar desde
los 14 años construyeron su futuro. Profesor de EGB, opositó al INEM (SEPE) y
ejerció en Barcelona, Pamplona y Soria. Mª Ángeles, su mujer, nació en Señuela
y trabaja como técnico. Un pueblo éste que apuesta por la conservación y
rehabilitación de su patrimonio. Tienen dos hijos: Diego, casado con Natalia,
ingeniero informático, y Laura, funcionaria.
Nos habla con detalle de esos pueblos
que atesoran tanta historia, tantas costumbres y gentes tan enormes: Vea (Bea)
y su nueva oportunidad; el románico abandonado de San Bartolomé de La Borbolla,
Lomeda, Villarijo, cuna de don Ezequiel Solana, que cuenta con el único trujal
de la provincia; Sarnago, Valdelavilla,… La señora Romana, que, con más de
noventa años, vive sola y feliz en Valdenegrillos. Y los hermanos Pérez, de
Navabellida, que poseen uno de los dos últimos rebaños trashumantes. Una
tradición milenaria que llega a su fin, nos comenta, y cuyos caminos han
recorrido tantas generaciones, andando, en tren y ahora en camiones, hasta
Trujillo (Cáceres), en donde se encuentra la otra Navabellida, la Soria del
Sur.
Sensato, discreto, austero,
pragmático y optimista, Cándido insiste convencido que Soria tiene futuro. Su
apuesta es el turismo, “un complemento para dar vida a la Soria rural”, en la
que cohabiten la grandeza del entorno, su patrimonio, y quien elija desarrollar
allí, aquí, como ya ocurre, su proyecto de vida.
Paisaje más personas, repite. El
mismo discurso que Proce Lasanta, Blas Gonzalo, y otros sorianos, que
reivindican el patrimonio de su tierra.
La gente joven está interesada. Fue un honor para él hablar de La Borbolla
en el Circulo Amistad Numancia, colaborar en las revistas de Sarnago y
Matasejún y ser propuesto por la “Asociación de Amigos del Museo Numantino” en
2020 para el premio Colodra de la Diputación. No se olvida de Antonio Zozaya
You, periodista, jurista y escritor, Hijo Adoptivo de Soria en 1922, privado en
1937 y rehabilitado con su colaboración en 2015. Sus descendientes, asegura, se
sienten agradecidos. Una deuda pendiente quizás: una calle con su nombre.
Su pueblo, Señuela, Castillejo, Valdelavilla, el Monasterio de San Blas en la ladera del Moncayo son lugares de preferencia. También la lectura de temas locales, libros como “Había una vez un pueblo” de Avelino Hernández o “La lluvia amarilla”, de Julio Llamazares, la caldereta merinera, la cuajada, el siete, el martes y el fin de semana. Nos muestra, para terminar, una pila bautismal románica abandonada en una iglesia derruida de un municipio soriano. Y quiere añadir unos versos de don Antonio Machado: “Cuando recordar no pueda / ¿Dónde mi recuerdo irá? / Una cosa es el recuerdo / y otra cosa el recordar”. ¡Feliz 2023! y ¡Felices Reyes Magos!
Caren Norby
Carmelo Gómez Sanz
Agricultor
Despacho
sobrio el de Carmelo Gómez, Presidente de ASAJA-SORIA (socio número 450, año
1986), en el Vivero de Empresas. Señala su mesa y nos invita a sentarnos en otra,
ovalada, discreta, mucho más cercana. En la estantería de madera, algunas placas
de plata, libros y fotografías con el Rey Juan Carlos, y su amigo Jesús
Hernández. Sus colaboradores entran y
salen, como en su casa, para una firma, para una decisión, para facilitarnos datos,…
El ambiente es familiar, acogedor, y, por lo que observamos, directo y
exigente. Porque Carmelo Gómez quiere las cosas bien hechas. Llama una
periodista y le escuchamos mientras contesta con sencillez y amabilidad. Acaban
de anunciar los X Premios “Espiga y Tizón”. La Espiga para Caja Rural, por su
50 Aniversario. Durante la crisis, explica, “ha seguido creyendo en los
agricultores y ganaderos”. Y éstos son siempre agradecidos. También habrá una
placa para “Galletas Tejedor”, por su permanente colaboración. El “Tizón”, para
la “Orden de Quemas”. Cuando cuelga el teléfono, retomamos las viejas conversaciones
de toda la vida: lluvia, cosecha, precios, abonos, piensos,... Era, y es, el
pan de cada día. Y siempre mirando al cielo. A él, nos dice, le gusta dejar las
tierras en barbecho. Y expresar sus ideas con libertad. Y que se conozcan. En
la carta de felicitación a la nueva consejera le ofrecía colaboración. Y una pequeña
espiga, creemos entender, por su apoyo contrastado.
Agricultor
a título principal, conversador paciente, su pensamiento está ahora en la
siembra. Falta agua. Pero también en su sindicato, que dirige desde 2007, con
las mismas ganas que su explotación de Torreandaluz, su pueblo (1962), entidad
local dependiente de Valderrodilla, del que es alcalde (PP) desde 2015. Casado,
padre de dos hijos, pasó cinco años (desde los 9 a los 15) interno en los
Escolapios. Un mundo demasiado cerrado para él, acostumbrado al aire, al sol, a
la cercanía. Más tarde, desde los 18, compaginó, durante once años, tareas en
la explotación de su padre con el oficio de conductor (Gonzalo Ruiz, Renfe-Iñigo,
Car Soria). Ahora está “a gusto”, muy a gusto, en el campo. Presidente de la Cámara
Agraria, vocal del Comité Nacional de Asaja, vive todo lo que hace, porque, a
una con sus compañeros y compañeras, contribuye con decisión a defender
soluciones prudentes y atinadas a los problemas del sector: precios bajos,
maquinaria cara, costes altos, abonos, fertilizantes, etc. Problemas viejos, que
impiden que más gente pueda vivir del campo y de la ganadería. En Soria son 2.100
las personas que cotizan como agricultores a título principal. Su sindicato,
mayoritario, tiene 1.386 afiliados. Que ha protagonizado recientemente una Jornada
de Protesta, contra “la ruina de precios”, en la plaza Mariano Granados,
repartiendo a quienes se acercaron: 2.000 kilos de harina y arroz, 3,000 de
peras de Aldeanueva de Ebro, 2.500 de cebollas, 1.500 litros de leche, además
de compartir una caldereta de carne de conejo (2.200 raciones). Todo un éxito. Los
agricultores, recalca Carmelo, somos “guerreros”.
El
campo, afirma, necesita gente joven, que pueda vivir de él; regadíos
económicos, rentables; y menos presión. ¿Más o menos Europa?, le preguntamos. Carmelo
cree en Europa, y en todo aquello que sea útil para los ganaderos y los
agricultores. Y para sus pueblos. La Diputación, recalca, es muy importante
para todos.
A
Carmelo le encanta leer. Todo lo que pilla. Nos cita el libro de Juan José Téllez, “Yanitos. Viaje al corazón de Gibraltar (1713-2013)”, que presentó Almudena
Grandes en la Residencia de Estudiantes de Madrid. Y Soria, la Dehesa particularmente,
y Segovia y Logroño. ¿Una ministra?: Loyola de Palacio. ¿Una consejera? Silvia
Clemente, de la que está muy agradecido personalmente. Al despedirse, otro
periodista le felicita anticipadamente las Pascuas. Con cordero, creemos
entender. “El cordero que sea soriano”, contesta Carmelo Gómez. Un sencillo
agricultor, con talante abierto, capaz, responsable y valiente.
Carmen Hernández Saldaña
Periodista
Riojana de nacimiento (Logroño, 1956), Carmen Hernández Saldaña acaba de
publicar “Sorianas en la Historia” (Soria Edita, 2023), un libro en el que
recoge la semblanza de treinta y tres mujeres de nuestra provincia. Señoras con
mando en plaza, científicas, profesoras, escritoras, musas y artistas, santas y
místicas, mujeres en la guerra y un verso suelto. Pero hay muchas más, recuerda
en el prólogo. Se lo dedica a sus padres, Luchy y Joaquín, burgalesa y soriano,
administrativa, hasta su matrimonio, y empleado de Explotaciones Forestales de
RENFE. Tiene dos hermanos, Margarita y Chus, y nietos por parte de su marido,
Adolfo Martínez.
Alumna de las Preparatorias de la Plaza Bernardo Robles, recuerda a la
profesora Doña Didia. Años más tarde, en ese mismo edificio, estudiaría francés
en la EOI. A los 10 años, ya en el Instituto Antonio Machado, “nos trataban de
usted y de señorita Hernández.” Aquello le parecía impresionante. Allí empezó a
gustarle la química y fue alumna de Amparo Gaya, “mujer imponente y justa”, y de
Don Ricardo Apraiz, Director del Museo Numantino, que les leía a Azorín todos
los días como modelo de sencillez y claridad para las redacciones. Al terminar
el bachillerato, se licenció en Ciencias de la Información en la Universidad de
Navarra.
Buena estudiante, comenzó a trabajar en los años 80 en “Soria
Semanal”, “Campo Soriano” y “Antena 3”, donde organizó y moderó en 1982, con la
ayuda de una campanilla de su tía, el primer debate electoral que se organizaba
en la provincia: Gabriel Cisneros, Manuel Núñez Encabo, Fernando Modrego, Abel
Hernández y Luis Castro. Ya para entonces tenía bien asentado cómo ejercer su
profesión: “Observar sin protagonismo ninguno, contar lo que ves tal y cómo lo
ves, claridad en el discurso y defensa de la verdad.”
En 1984 ingresó en la
plantilla de RNE, haciendo
principalmente información política y parlamentaria en los hoy Centros Territoriales
de Zaragoza, Burgos, Valladolid y Madrid. Le gustaba la radio, nos
confiesa, por la inmediatez y la frescura al contar las noticias. A lo largo de
su carrera ha vivido, nos cuenta, cambios de sección, disolución de
redacciones, relevos, ataques a la independencia profesional,... Durante siete
años, ocupó las corresponsalías de Oriente Medio y Moscú, “aún más oriental que
occidental y más soviética que democrática. Para bien, porque la calefacción
era gratuita; para mal, porque había aún mucho miedo a contradecir a las
autoridades.” Durante ese tiempo vivió dos “revoluciones"
democráticas: la de Terciopelo en
Georgia y la Naranja en Ucrania. Los años de Palestina fueron, en fin, “movidos
y muy intensos”.
A Carmen
Hernández Saldaña le encanta viajar. Italia, Sicilia, nos dice, son siempre una
maravilla. Entre sus ciudades favoritas: Buenos Aires y Mendoza, en Argentina,
Milán y Bolonia en Italia, San Sebastián y Granada en España, “muy agradables
para vivir hasta ahora.” Y, por supuesto, Soria, ideal para pasar unos días o un
verano completo. La historia y la novela negra son sus lecturas preferidas: Andrea Camilleri, Ángeles de Irisarri, Lytton
Strachey, Stephan Zweig,... Y las tres partes de “El Padrino”. Sus gustos
musicales se inclinan por la música clásica -el barroco sobre todo-, Haendel y
sus oratorios: “Judas Macabeo” o “Julio César en Egipto”. Y como personajes; Barak
Obama, Kamala Harris, Nancy Pelosi, Anne Hidalgo, Yolanda Díaz, Nadia Calviño. Sobresalientes
todos. Gracias.
Mª CARMEN HERNANDO VINUESA
Enfermera
“Si la felicidad es algo posible y real –lo
que a veces pienso- yo la identificaría con los años de mi vida en Soria y con
el amor de mi mujer.” Así se expresaba Antonio Machado en una carta a Pedro
Chico en 1919. Su mujer se llamaba Leonor
Izquierdo Cuevas, prima carnal de Concha Vinuesa Cuevas, madre esta última de Mª
Carmen Hernando Vinuesa, nacida en Soria en 1931. Sus estudios primarios los
hizo en las “Reverendas Madres Adoratrices” de Zaragoza y su Primera Comunión
el 2 de mayo de 1940, festividad de la Ascensión. Una señora que camina todavía
con garbo por las calles de su ciudad y se expresa con prudencia y tino.
Terminada la guerra, su padre, Antonio Hernando, Capitán de Sanidad Militar,
fue destinado al Protectorado de Tetuán. Una ciudad tranquila en el centro de
un valle rodeado de montañas, recuerda con nostalgia. Allí viviría hasta 1960,
fecha en la que la familia regresó a su Soria natal, en cuya Plaza de
Herradores, su abuelo, Mariano Vinuesa, tuvo un puesto de “zapatero remendón”.
Carmen Hernando tiene dos hijos, Luis Manuel y David. Extrovertida, pendiente
de todo, nos enseña sus fotos y sus recordatorios. El de la “tía Concha”, su abuela, y también el de su tía Leonor. Y una foto en El
Collado, camino de la Mayor, colgada al brazo de su abuelo Mariano, con
sombrero y bastón. Nos muestra la foto de la boda de su hermano Antonio,
Teniente de Artillería, junto a su madre con la mantilla negra que Leonor llevó
en la suya.
En nuestras manos la postal escrita desde San
Sebastián por Leonor a su abuela. La letra es clara y firme, de rasgos
estirados y marcados: “Queridas abuela y
tía Concha: reciban mil afectos y den muchos besos a los P. David y Conchita de
su nieta y sobrina que no las olvida. Leonor. Muchos afectos y toda suerte de
prosperidades. Antonio.”
La vida en Tetuán discurrió plácidamente para ella. Finalizados
sus estudios de 4º de Bachiller en el colegio “La Milagrosa”, comenzó los de enfermería
y, al acabar en 1952, ejerció como enfermera durante ocho años en la Obra
Sindical “18 de Julio”. Gente muy amable la de Tetuán, asegura. Nombra a
Fátima, una chica que estaba siempre en su casa. Recuerda al General Varela,
Alto Comisario, y a Juan José Aracama, Teniente Coronel y director durante
varios años del Hospital “Gómez Ulla”, en cuyos pabellones-vivienda residieron
Carmen y su familia. Siempre recordará de manera muy especial, nos asegura,
aquella larga etapa de su vida.
Ya en Soria, continúa: “trabajé en el hospital, me
enamoré de mi marido, Luis Hernández Martínez, y me casé”. En la Mayor
precisamente. Cuando pasa por delante de la iglesia mira la estatua de su tía
Leonor, obra maestra de Ricardo González. Mi casa, afirma, está llena de
libros. Parece una biblioteca. Le gustaba leer de noche, antes de dormirse.
También iba mucho al cine, ya que los tenía cerca de casa. Amable como ella
sola, nos cuenta que, según le dijo su madre, Leonor fue madrina de bautizo de
su primo Víctor Higes Cuevas e iba mucho al taller de costura de su tía Concha,
que le hizo su traje de boda. Mª Carmen Hernando tiene una hermana en Burgos, Mª
Esther, también enfermera, y dos hermanos ya fallecidos, Antonio y Fernando.
En 2007, Carmen y Leonor Machado, sobrina del poeta, depositaron juntas un ramo de flores ante la tumba de Leonor. En las fotos, las dos parecen señalar a aquella mujer que, como escribió el poeta, “asentó mis pasos en la tierra.” Tres mujeres dignas.
CARMEN JOSÉ RUIZ PAREJA
Gerente
Carmen José Ruiz Pareja es una mujer sobresaliente. Castellana,
soriana (1965), es hija de Pedro, nacido en Puebla de Alcocer (Badajoz),
funcionario del Hospital Provincial durante cuarenta años, y de Consuelo, de
Cañete de las Torres (Córdoba), que regentó una tienda (La Montaña) en el alto
de la calle Alberca. Alumna del Colegio Numancia, estuvo interna en las
Hermanas Marías Nazarenas de Palencia, pero terminó el bachillerato en el IES
Antonio Machado. Le encantaba estudiar y aprobaba, recuerda. A los 19 años,
puso rumbo a Londres (Totteridge), en donde pasó año y medio trabajando de
au-pair, mientras aprendía inglés y bailaba claqué, que le encanta.
A los dos años de regresar a Soria, se fue a estudiar Trabajo
Social y Ciencias Políticas, que no terminó, en la Universidad Pontificia de
Comillas en Madrid. Sí, sigo con interés los conflictos internacionales, nos
cuenta. El palestino, por ejemplo, del que destaca cuatro cuestiones
importantes: Jerusalén, la frontera, los asentamientos y los refugiados. Comprometida
con la causa de la paz, regala a sus amigos un olivo para que lo planten en su
tierra.
En 1994, con 24 años, pensó en un proyecto para Soria. Preguntó,
recorrió la ciudad, explicándolo en charlas y encuentros, y decidió crear una Asociación
de Enfermos de Alzheimer con la ayuda de Aurora Lázaro. La primera sede, con 20
asociados, estuvo en la calle Tejera, 20. Luego se abrió otro en el Hospital. Tras
23 años de esfuerzo, la Asociación cuenta con tres centros de día (dos en Soria
y uno en Ólvega), gestiona 9 programas y cuenta con una plantilla de 25
trabajadores/as. Carmen José es su gerente, además de vocal de su junta
directiva. Es una enfermedad que apasiona, nos confiesa con orgullo. Luchadora,
reconoce que ahora se investiga más, pero que se financia poco. Así que la
lucha es diaria, incansable, gratificante. En estos últimos “Sanjuanes para la
Memoria” han cubierto paredes con cuatro mil ganchillos con Posit–Ivos
Alzheimer blancos y amarillos, y han repartido 13.000 pulseras. El 21 de
septiembre pasado, Día Mundial de la enfermedad, colocaron en las calles
alfombras con serrín y flores. Introvertida, tímida, se apasiona hablando de una
enfermedad que significa la “pérdida de identidad personal” y representa,
afirma, el 60% de la dependencia en España. “Hay un amigo en mí”, de la
película Toy Story, es su símbolo más representativo.
El Rincón de Bécquer, en donde vivió su abuela Josefa, es su más
emblemático. De Londres destaca el Covent Garden y Chelsea. “Cuando un hombre está cansado de Londres, está
cansado de la vida”, nos dice recordando la frase del escritor Samuel Johnson. Ahora está repasando “El tango de la guardia vieja”, de Arturo Pérez-Reverte. Le
gusta la música clásica, el Réquiem de Mozart, la voz de María Callas, las
canciones de Supertramp, King, Silvio Rodríguez, Serrat,... Y la pintura de
Kleen, de Gustav Klimt y los impresionistas. Como poeta: Miguel Hernández. El
negro lo asocia al número uno, el rosa al tres, el amarillo al cinco, el rojo
al ocho,…
Te voy a hacer a un regalo, nos dice para terminar. Es un CD con
doce canciones de Frank Sinatra, interpretadas por Teddy Mac, un inglés de 82
años, enfermo de Altzeimer. Abrimos la caja y leemos en inglés: “Cada momento
es un día”. Y cada canción una vida para recordar.
CARMEN MARÍA MORENO
Presidenta
de “Redención”, protectora de animales
Madrileña
(1957) del Barrio de Salamanca, Carmen María Moreno es hija de Francisco, uno
de los primeros administradores de fincas de la capital. Su madre, Mercedes,
trabajó en unos laboratorios. En 1980, Carmen María se afincó en Soria con su marido,
médico en la Residencia, donde nacerían sus dos hijas, Elena e Irene, alumnas
del Colegio Infantes de Lara y Madres Escolapias. Soria es una ciudad con mucha
luz, nos dice. El Duero, la Sierra de Santa Ana, San Juan de la Rabanera, son tres
de sus lugares de encanto. También las escarchas de la mañana, las ermitas de
los pueblos pequeños y los mil rincones maravillosos de toda la provincia.
Administrativa, trabajó en varios Centros de Salud de la provincia, Residencia
Gaya Nuño, Colegio de Médicos e Instituto Nacional de Estadística.
La
imagen, la fotografía, le atrajeron siempre. También las mascotas, que llenaban
su casa madrileña: tortugas, perros, un canario,…Ahora tiene tres gatas: Chloé,
Mim y Lola. Un día, tras colaborar en un congreso, se dio cuenta que le agradaría
organizar eventos. Un trabajo de discreción en el que tanto importa la armonía
de espacios y tiempos. Especialista en Protocolo, se graduó en la Escuela
Diplomática y en la Universidad de Oviedo. Organizó durante años el Foro Mundial
Soria 21 para el Desarrollo Sostenible, el Certamen de Cortos, los Cursos de
Verano de la Universidad San Pablo CEU en El Burgo de Osma, además de exposiciones,
bodas y actos en marcos sobresalientes. Ha coordinado así mismo la publicación
de tres libros de Jesús Muñoz Monge: “Soria, un viaje a lo efímero”, con
prólogo de Ian Gibson, “Otras Sorias” y “Agua de luz”. Los dos primeros, “Libro
soriano del año” 2006 y 2009 de la Casa de Soria en Madrid. En ellos puso su
sello y su diseño, se esmeró con su autor en la selección de cada foto, de cada
color, mimando sus presentaciones.
Exigente,
meticulosa, innovadora, a Carmen María Moreno le encanta el cine. Sus últimas
películas: “Gorrión rojo”, de F. Lawrence, “La forma del agua”, de G. del Toro,
y “Campeones”, de J. Fesser. Y la buena música: el jazz, la clásica, Fito & Fitipaldis, o todas las Zarzuelas, de las que, como buena madrileña, se
sabe hasta sus letras. En verano lee buenos libros. Los últimos:
“La luz sepultada”, de Irene Vallejo, “Los privilegios del ángel”, de Mª
Dolores Redondo, “La fábrica de sombras”, de Ibon Martín. Asocia Paris al romanticismo
y Londres al cosmopolitismo. A Soria la define como una ciudad intimista. Y a
Madrid como una “chulapa”. Sus colores son los ocres, los grises, el azul
institucional, el verde bonito. Su número, el cuatro. Su idioma, el inglés.
Carmen
María Moreno preside desde 2015 la Asociación Protectora de Animales de nuestra
capital. Premio Soria Saludable 2016 de la Fundación Científica de Caja Rural, fue
declarada de Utilidad Pública en 2011. Una asociación, recuerda, fundada por
Redención Blanco, una fotógrafa excepcional, en la que colaboran voluntarias y
voluntarios, entusiastas y comprometidos. Nuestro afán, afirma, es proteger a
mascotas sin dueño, cuidarlas, y promover su adopción. Todos, leemos en su web,
“merecen una segunda oportunidad, ellos nunca nos la niegan.” En ese empeño,
Carmen María no falla ni un solo día. Una actividad que complementa con su
trabajo profesional y una visión amplia y profunda de la realidad. Respetuosa,
generosa y agradecida.
CARMEN LÓPEZ CASARIEGO
Presidenta Asociación
Amas de Casa
Carmen López Casariego es,
desde 1986, Presidenta de la Asociación de Amas de Casa, Consumidores y
Usuarios “Numancia”. Mientras charlamos con ella, mujeres de la asociación nos
saludan al pasar a nuestro lado con paso decidido. Es la hora de la charla
semanal. Van a escuchar y a debatir sobre el tema de la semana. Hoy viene Paco
Parra, del Banco de Alimentos. Y también Fernando Baena, gerente de Valoriza,
sobre la recogida de basuras. Antes, comenta Carmen, no preguntaban, “por no
quedar mal”, pero ahora sí. “La vida ha cambiado mucho”, afirma con
satisfacción.
Carmen López, que muestra
un talante abierto, metódico, sabio, fue siempre ama de casa. Se preparó, no
obstante, en el Colegio Calasancio de Almazán para un trabajo de oficinista, pero,
después, con cinco hijos, ¿no tenía suficiente? ¿Es posible, le preguntamos, un
proyecto de vida sin un empleo remunerado? Sí, afirma con sencillez. Su hogar
era un espacio feliz. Nunca se sintió fuera de su sitio: estar con sus hijos,
seguir sus vidas, educarlos bien, sobre todo como personas,... “Quizás sea vanidad
y orgullo de ama de casa”, señala sin petulancia.
El día para ella no tenía
horas suficientes. Pero nunca se cansó. La casó el padre Balbino Albir, en
Madrid, a mitad de camino entre Albacete, el patria chica de su marido, Manuel,
ingeniero técnico agrícola, funcionario, y Berlanga (1936), la suya. Y se vino
a vivir a Soria ese mismo año, 1960. Ella administró la casa con libertad e
inteligencia. Como en la Asociación, desde hace treinta años, junto a sus
compañeras (más de quinientas mujeres y dos hombres; Carlos Martínez, alcalde, es
uno de ellos), compartiendo experiencias, planteando propuestas, aportando soluciones.
La mujer, nos dice, “está poco valorada”. “Es conformista también”, prosigue, pero
no por ello menos consciente de su valía. ¿Culpables? “Los hombres”, apunta. O
la cultura, le replico. No se le había ocurrido. Pero quizás sea eso. En sus
reuniones de Junta Directiva nada dejan en el tintero: programan actividades,
las evalúan, se autocritican. Confiesa que se sienten arropadas, escuchadas,
por las administraciones: “Nos dan espacio y tiempo.” Cree que Soria es una ciudad cada vez más accesible.
Pero faltan cosas, y en ésas están todos los días. Así que, ante tanta
actividad trascendente, se nos escapa la pregunta: ¿Pero qué es una ama de
casa? La respuesta le sale del alma: “Una mujer completa, tanto en lo social
como en lo familiar.”
En Berlanga, su familia -Ventura,
su padre, y Pastora, su madre- tenía una tienda de tejidos. Luego, a sus cuatro
años, se trasladaron a Almazán, y siguieron con el negocio. Aunque luzca un flamante
pañuelo blanco, su color, y no sabe por qué, es el rosa. Y su calle El Collado, “por lo típico”. Y su lugar:
La Dehesa, San Saturio, en Soria, y La
Colegiata, en Berlanga. Madre de cinco hijos, cada uno eligió un camino diferente:
Manuel hizo Geografía, y es cuidador en el Ángel de la Guarda. Rafael siguió
los pasos de su padre. María del Carmen
trabaja como ATS, Javier estudió automoción, y el último, Fernando, es
especialista en turismo.
Para Carmen López, las
nuevas tecnologías son importantes, pero destaca su a veces mala utilización.
Ella, antes, pintaba, bordaba, trabajaba el estaño repujado,… Ahora cose, la
casa. Y lee mucho. Le gustó “La puerta de la esperanza” de J. A. Vallejo Nágera.
Y recuerda nombres de algunos personajes: Fernando Fernán Gómez, la mujer de Paco
Rabal, Asunción Balaguer, Juan Antonio Gaya Nuño, al que conoció en persona, Heliodoro
Carpintero, pariente suyo,...
Carmen López Casariego podría
haber sido mil cosas, pero se siente orgullosa de ser ama de casa. Siempre
habrá personas, pensamos nosotros, hombres o mujeres, que, como Carmen, y como
sus compañeras de asociación, encuentren su sitio, su tiempo, en este contexto
vital de realización. Recuerda, para terminar, que una vez, hace algunos años,
Germán Andrés, subdelegado del Gobierno, les entregó una placa de
reconocimiento. Un honor bien merecido.
Mª CARMEN RUIZ GÓMEZ
Profesora
El
despacho de Carmina Ruiz, profesora de la Facultad de Enfermería de Soria da a
la Loma de Santa Ana. Nos recibe amablemente y nos sentamos en su despacho
frente a frente. Como en el aula, pensamos, como en la vida. En las paredes, orlas
antiguas de estudiantes, dibujos, imágenes y muchos recuerdos. Nos escucha y la
escuchamos. Una de las cualidades, asevera, que tiene que tener, junto con la
de la observación, una buena enfermera. De expresión clara, mirada segura y despierta,
Carmina nació en Mataporquera (Cantabria) en 1954. Creyente y practicante, desde
los 9 hasta los 17 años estudió interna en el Colegio Compañía de María de
Santander, del que guarda un grato recuerdo. Cuando tenía 13 años, la familia
se trasladó a Avilés (Asturias). Cinco años después, llegaba a Soria para
estudiar enfermería en la Escuela de ATS; creada, sostiene, gracias al tesón
del Dr. Sala de Pablo. Las Hermanas de la Caridad que la regentaban fueron
determinantes, nos dice, en su formación y espíritu de disciplina.
En
1975 se casó con José Antonio Alonso (Pepe) y tuvieron cuatro hijos: Tom, Ivan,
Eli y Carlos. Años después, en el curso 81/82, iniciaba su carrera docente en
la ya creada Escuela Universitaria de Enfermería, ocupando los cargos de Monitora
(docencia y prácticas en el hospital) y Secretaria académica. Exigente con sus estudiantes,
saber, saber ser, saber estar, sobre todo, y saber hacer son los cuatro saberes
que les inculca siempre. “En mi primer día de clase les digo que son tan únicos
y tan diferentes como las personas que van a "cuidar". Las otras competencias
fundamentales serían, para ella, la comunicación y la empatía. Profesora de Fundamentos Históricos y Metodológicos de
Enfermería, Coordinadora del Practicum,
las relaciones con el Complejo Hospitalario y los Centros Socio-Sanitarios,
donde hacen prácticas sus estudiantes, son, asegura, muy buenas.
Este
curso será su cuarta vez como madrina de Promoción de una Facultad que tiene, a
su juicio, prestigio y calidad, de la que se siente muy orgullosa y de la que destaca
la labor realizada por los distintos equipos directivos. Mención especial le
merece el papel desempeñado por el profesor Jesús Martínez Velasco, artífice, afirma,
de la integración en la Universidad. Resalta, por último, la constancia y
trabajo de "todas las profesoras-enfermeras" para consolidar su
plaza.
De
joven, nos confiesa, era muy tímida, pero ahora es más extrovertida. Le
interesan las personas, comunicarse con ellas. A su juicio, Soria es una ciudad
ideal para ello.
Lee sobre todo libros relacionados con su profesión. “Nunca es
suficiente lo que sabes”, afirma. En su mesilla, los últimos bet-seller que le
regala una amiga para su cumpleaños. Le gustaba ir de museos a Madrid con su
marido e hijos, en agosto, cuando la ciudad era transitable. Muy soriana, le
hubiera ilusionado ser jurada de cuadrilla. Le encanta, por otra parte, la
naturaleza, el senderismo, el teatro y el baile. Así conoció a su marido. Fue
el día de San José, fiesta de Medicina, en el baile que se organizaba junto al
Duero. Llevaba pantalón y polo rojos. A los dos les gustaban las mejicanas: La media vuelta. Carmina Ruiz no es supersticiosa. Su número es el
7, su mes, septiembre, su color, el negro. Hablamos por último de la
personalidad de Florence Nightingale, precursora de la enfermería. Añade, para
terminar, que le agrada hacer el bien. Y lo hace, a nuestro juicio, con el
máximo respeto.
CAROLINA FUENTES VIDARTE
Paleontóloga
Carolina
Fuentes es una madrileña tranquila, que, hace ya muchos años, encontró en Soria
una patria ideal para su familia y para su dedicación a la paleontología. Nos
cuenta, como anécdota, que, cuando se casó, en 1968, pasó su primera noche de
bodas en Medinaceli; y su luna de miel en Ambrona, en cuyas excavaciones
trabajaban los dos, a las órdenes de Emiliano Aguirre y Clark Howell. Carolina
Fuentes, bióloga, se ha pasado media vida excavando, ordenando, clasificando, muestras
de la fauna de esos periodos de la historia que se cuentan en millones, Todas,
en el caso de Soria, depositadas en el Museo Numantino. Soria, asegura, es “el
museo más completo para estudiar la Historia de la Tierra.” Todo un patrimonio,
vivo, para atraer riqueza y potenciar el conocimiento.
Carolina
Fuentes y su marido, Manuel Meijide Calvo, biólogo, -“su compañero del alma”,
como ella lo recuerda- compartieron durante cincuenta años, además de cuatro
hijos, toda una larga carrera de afanes investigadores. “Estuvimos
entretenidos”, resume. Primero, en el Museo Nacional de Ciencias Naturales de
Madrid, clasificando los fósiles de Ambrona y Torralba; luego en París (Musée
des Sciences), durante un año, disfrutando del idioma y de la Ciudad de la Luz;
en Santander (Museo de Arqueología y Prehistoria), la creación del Museo
de Paleontología de Salas de los Infantes (Burgos),... Profesora, Carolina impartió
clases en institutos de Santander, Granada y Córdoba, hasta su llegada, en 1987, al IES Antonio Machado de Soria.
Y aquí siguió abriendo, siempre con su grupo (marido e hijos, Federico y Manuel), nuevas líneas de investigación en los yacimientos de Golmayo (“Zorralbo I”), Ambrona y otros. Sin olvidarse de “Pico Frentes”, “con estratos de 85-90 millones de años”. Ni de la “Ruta de las Icnitas” -Villar del Río, Bretun,…- en cuyo proyecto participó. Todo lo que no se cuida y se protege, “desaparece”, comenta. En Soria, subraya, están catalogados, entre otras especies prehistóricas, cinco clases de dinosaurios, las primeras huellas de ave fósil (Archaeornithipus Meijide), las primeras de tortugas, nueve géneros diferentes de icnitas... Y un toro, “Bos antiquus”, de nueva especie, encontrado en Torralba, que ella misma clasificó. Nombres en latín, repite, que hablan la lengua de un pasado gigantesco.
A la vista de tantas riquezas, Carolina Fuentes cree que haría falta un museo, un sitio, aquí, en Soria, en donde conservarlas, y mostrarlas al mundo. Porque hay muestras de la era Primaria (Deza), Secundaria (Tierras Altas, Tiermes, Golmayo), Terciaria, (Layna, Mazaterón) y Cuaternaria, (Torralba y Ambrona). Soria “es un Museo paleontológico por sí misma”.
Su
labor investigadora y divulgadora no se ha detenido nunca: exposiciones,
charlas, congresos, publicaciones “en revistas especializadas, y a nivel
mundial.” Le pregunto si la llaman
ahora para hablar de todo esto. No. No la llaman.
Sus
vivencias, sus experiencias fluyen con facilidad. Y lo hace con satisfacción.
Agradecida. Para ella son muy importantes. Son toda su vida. No necesitan ruido
sino dedicación, entusiasmo, generosidad. Es un gran honor potenciar, desde la
humildad y el rigor, esta marca soriana, puntera en el mundo de la ciencia
paleontológica.
Titulada
en piano por el Conservatorio de la Música de Madrid, interpreta, siempre que
puede, composiciones de Mozart, Haydn, Bach y Beethoven. Y
borda. Y se acuerda de los montajes teatrales que hizo con sus alumnos a su
llegada a Soria. Y escribe. Cuando tenía 5 años, nos cuenta, su
padre le enseñó a leer en el libro de Juan Ramón Jiménez: “Platero y yo”. Desde
entonces, nos dice, lee de casi todo; y,
desde muy joven, ha escrito cuentos para su hermano pequeño, sus hijos y sus
amigos; y, ahora, para sus nietos. En estos momentos, Carolina Fuentes está
escribiendo un libro sobre la fauna paleontológica soriana. Su gran pasión
tranquila. Una parte importante de la historia de su tierra ideal y millonaria.
CAROLINA RIERA
Escritora y docente
Carolina Riera
(Ibiza, 1964) era todavía una estudiante de BUP en el Instituto Santa María de
Ibiza —el único de las islas Pitiusas (Ibiza y Formentera) en los años ochenta—, cuando fijó su atención en el admirable discurso de su profesora de
literatura —Josefa Matutes—, que se había detenido en la llegada del poeta
Antonio Machado a Soria. Fue entonces cuando escuchó por primera vez el nombre
de Leonor, y a ella acabaría dedicando su primera novela, “Hebe, Leonor
Izquierdo Cuevas 1894-1912” (Ediciones Rilke), cuyo capítulo VII recoge un
valioso Diario, que ha motivado su regreso a Soria y su participación en
las I Jornadas dedicadas a Leonor. “Al leerlo,
—argumenta convencida— te sientes partícipe del crecimiento personal de Leonor
tanto a nivel emocional como intelectual en el París de 1911.”
Si
algo la define, revela, es su actitud como lectora. “Es como si llevase una carta de navegación conmigo y cada representación
gráfica correspondiese a un trayecto; por ejemplo: una secuencia de ¡Tierra,
tierra! me orientó hacia Guerra y Paz, de Tolstói, y este
último al mismísimo Goethe, el océano más profundo.” Por eso considera
que no solo le apasiona leer sino releer y que ese es su verdadero viaje. Colaboradora
esporádica en la prensa ibicenca, muestra especial interés por la mujer y la
literatura: María Teresa León, Aurore Dupin (George Sand), Carmen
Baroja,Virginia Woolf, … La actitud vital de Antonio Tur Costa, Gabrielet, un ceramista
pitiuso, sigue siendo uno de sus referentes más importantes.
De larga tradición
ibicenca, es Licenciada en Filología Hispánica por la Universidad Autónoma de
Madrid y ejerce como profesora en Ibiza, isla
que ama y conoce bien. Nos
describe con absoluta devoción su interior, sus casas payesas de piedra, cal y
arcilla, sus caminos secundarios “entre algarrobos, almendros, higueras, pinos
y sabinas”. Nos asegura que existe una “intrahistoria” que
funciona a modo de elixir cuando te sumerges en esta isla cartaginesa. Todavía
puedes, concluye, adentrarte en un sendero olvidado por donde no ha pasado
nadie.
Hablamos de tres de
sus proyectos: una nueva novela, ambientada en el Utrecht de la primera mitad
del siglo XX, su colaboración en un estudio sobre la alfarería de las islas
Pitiusas (en griego, abundante reserva de pinos), con nuevas páginas
dedicadas a Gabrielet, y la
edición bilingüe francés-español del Diario de Leonor, prácticamente
lista. Tuvo, sí, su momento de viajar y conocer ciudades europeas como
Ámsterdam y Berlin, también bajó a Marruecos, cruzó el gran charco y se
desplazó hasta P. E. I., una isla canadiense bellísima. Añora el Madrid del
viejo profesor Tierno Galván, pero su ciudad preferida siempre será París. A Soria la define como "la ciudad
tranquila" y expresa especial atracción por la atenta, profunda y
espontánea conversación de sus habitantes. "Podría vivir aquí",
añade. “La Cartuja de Parma” de Stendhal, la voz de Joan Baez y la poesía de
Bob Dylan, siempre las tiene cerca. Como actriz, admira a Juliette Binoche y la
película Cold War, una conmovedora historia de amor. El violín de Ara
Malikian y la lectura de Sándor Márai y Stefan Zweig
forman parte de su actual cotidianidad. Como postre, elige la tarta de queso. Y
como lengua, el ibicenco de su madre y de sus hijos —María y Yago—. “No me
imagino mi vida sin la radio”, apostilla para terminar. Diligente, sensible y
culta, le hubiera gustado ser una corresponsal como Carmen Sarmiento.
Arqueólogo
El
patrimonio hay que explicarlo, hay que contarlo técnicamente, nos dice César
Gonzalo Cabrerizo, nacido en Soria en 1971. Alumno de las Anejas, del Instituto
Antonio Machado y del CUS, terminó su licenciatura de Geografía e Historia
(Prehistoria y Arqueología) en la Universidad de Valladolid, teniendo como
profesores, entre otros, a Germán Delibes, Julio Valdeón y Manolo Rojo. Pronto
comenzó a trabajar en la Empresa Arquetipo. Recuerda las excavaciones en
Medinaceli, Castillo de Gormaz, El Salvador,… Luego vendrían sus cinco años en
el proyecto Soria Románica
(2007-2012), con intervenciones en 35 iglesias románicas de la provincia, que le
dejaron como enseñanza la manera de trabajar de un equipo irrepetible, dirigido
por Paco Yusta. A raíz de aquella experiencia, fundaron la Asociación Sostenibilidad y Patrimonio Cultural que, entre otras
actividades, ha participado en el proyecto Soria
Oculta.
César
Gonzalo ha trabajado en el Museo Numantino, Yacimiento de Numancia, Cuevas de
Soria y Valonsadero (pinturas rupestres), de tanto valor a su juicio. Coordina,
desde hace años, con Nano López y Félix Gonzalo, el Festival de las Ánimas, creado
por Ángel Lorenzo y Ernesto López. Deportista, practica el piragüismo y preside
el Sporting CV de Soria, recién ascendido a Superliga 2, fundado por su padre y
del que él ha sido jugador.
Amante
del arte en general, le gustan los cuadros de El Bosco y el Cristo muerto de Andrea Mantegna. Pianista
y cantante, fundó, junto a Carlos Pascual, Nano López, Emilio López y César
Asensio, el grupo musical “Polvo”, que contaba con un repertorio propio de más de
20 canciones: “Marisa, más deprisa”, “Noviembre”… Su último y memorable
concierto tuvo lugar en la explanada de los Pajaritos en 1995.
Sanjuanero,
nos habla de sus abuelos paternos, Aurea y Luis, torilero en la Plaza de Toros.
Nos cuenta que se crió con los maternos, Paco y Pilar, que vivían en una de las
casas del médico D. Jesús, en las faldas del monte de las Ánimas.
No,
no se explota ni se divulga suficientemente, se lamenta, el enorme patrimonio
arqueológico de Soria, que cuenta con 3500 yacimientos de distinta relevancia.
Comentamos, a este propósito, los expolios y la desprotección de muchos de
ellos. Le escuchamos atentamente. Conoce, sabe, se explica con rigor, rebosa
seguridad e iniciativa. Le gusta leer a los clásicos y novela histórica, pero,
sobre todo, informes de investigación científica. En 2006 ganó el concurso de fotografía digital organizado por EL PAÍS y
Grupo Santander, con una espectacular fotografía titulada Mujer ocultándose
el rostro en Kairuán.
Entre sus aficiones el teatro ha estado siempre
presente. Sus primeros pasos los dio en un montaje titulado“Tiermes, la tragedia de los Arévacos”,
organizado por la Asociación de Artes Escénicas (ASAE). José Luis Martín
Sastre, director del grupo de teatro Piripijaina-Tizona
de San Esteban de Gormaz, lo fichó entonces para el papel de hojalatero en“La boda del hojalatero”de John M. Synge. Ha colaborado también con “La
Bo-eme”, “Numantobriga”y el“Tren
Campos de Castilla”, en el papel de revisor.
Templarios, asegura, no hay en Soria capital,
pero sí hospitalarios y calatravos, 35 parroquias, grandes poetas del Duero y
un personaje excepcional, Juan Antonio Gaya Nuño, desde cuyo Centro trabaja para
el Ayuntamiento, con empeño y vocación, en pro de un mejor conocimiento del
maravilloso patrimonio cultural soriano. Una apuesta segura.
Escritor
El
rincón de Bécquer tenía que ser el escenario ideal para hablar con César Ibáñez
París (Zaragoza, 1963), escritor premiado, poeta reconocido, profesor de lengua
y literatura, casado con Begoña Gómez Barrera, padres los dos de Guillermo e
Irene. El suyo se llamaba como él, César. Nació en Morés de Jalón y trabajó
siempre en el sector de la hostelería. Su madre, Guillermina, dependienta de
una carnicería hasta su matrimonio, nació en Cervera (Lérida).
César
estudió en los Dominicos, antes de comenzar y terminar Hispánicas en la
Universidad de Zaragoza. Recuerda, entre sus profesores, a Mª Antonia Martín
Zorraquino, Aurora Egido y José Carlos Mainer. Afable, colaborador (“nunca digo
que no”), con criterio abierto y nada presuntuoso, nos cuenta que hizo la mili en
las oficinas del destructor “Méndez Núñez” (USS O´Hare), de 118 metros de
eslora, fondeado en el Ferrol, con el que participó en las primeras maniobras
españolas dentro de la OTAN y dio la vuelta a España, de Santander a Mallorca. Aprobadas
las oposiciones, tras dos años en Tamarite de Litera (Huesca), lleva ya más de
treinta y uno en Institutos de Soria: Virgen del Espino, Castilla, Margarita de
Fuenmayor (Ágreda) y Antonio Machado.
“De
crío leía mucho, sobre todo tebeos”, nos dice, y escribía por imitación. Poesía
de amor y de desamor, inspirada en vivencias y lecturas. Religioso, pero no
dogmático -a imagen de Juan de Mairena, a quien reivindica siempre-, le gustaba,
además de escribir cuentos, el verso libre, Jorge Guillén, Gerardo Diego, Luis Cernuda.
Su humor sutil y atinado, se refleja en un contexto de escritura de amable escepticismo
casi mágico. Escribe, nos contesta, “para quien quiera leerme”, y agradece cualquier
comentario sobre su obra: La máscara blanca (1999), Conjugar
(2019), Los árboles de Petia (2017) (2017), La venus de las matrioskas
(2020), su última novela... La conciencia del paso del tiempo, los
movimientos de la naturaleza son dos de sus temas favoritos, que describe con
ritmo ordenado, chispa y calidad literarias. Su próxima novela, nos anticipa, será
un testimonio personal y emotivo sobre la España contemporánea. César admira a
don Santiago Ramón y Cajal, el español, a su juicio, más importante del siglo
XX. Ha leído casi todo de Borges. De Aramburu destaca su Viaje con Clara por
Alemania y Autorretrato sin mí. Alaba la poesía de Fermín Herrero,
la de Baudelaire (Les fleurs du mal) y las novelas de José Ángel
González Sáinz, Volver al mundo y Ojos que no ven.
Roma,
como ciudad viva, Madrid, Caracena, el Duero, la Curva de Ballesta, el Cerro de
los Moros, el Mediterráneo y el Cantábrico (Asturias) forman parte de sus
lugares reconocidos. Y el jazz, la música clásica, Les vieux, de Jacques
Brel, y Aquellas pequeñas cosas, de Serrat. Su plato favorito, por
cierto, son los huevos fritos, y el melón, su postre.
Pragmático,
sencillo en las formas y en el fondo, posee una imaginación poderosa, coherente
e inteligente, heredada seguramente, como tantas otras de sus cualidades, de su
abuelo Miguel París, ferroviario de la línea Barcelona-Cervera-Zaragoza, exiliado
después de la guerra civil en Andorra y, más tarde, en Francia, como trabajador
agrícola, mientras su mujer, Benedicta, abría una tienda de alimentación en el
barrio de Jesús de Zaragoza. Soria, nos comenta para terminar, está bien
situada. Cordial y concienzudo, soriano y maño, su obra, premiada y reconocida,
respira madurez y optimismo de futuro.
César Millán Díez
Editor y Librero
Sentados
en el Salón “Antonio Machado” del Círculo Amistad Numancia, la conversación con
César Millán resulta acogedora, casi solemne, distraída, instructiva. Pinariego
(Covaleda, 1967), creció con los TBO y los clásicos de Verne, antes de leer a Baroja,
Salinger, Dumas, Salgari, Twain,… Y así, poco a poco, a
través de la lectura, fue sumando la pintura, la música, la cinematografía,... De su madre, Lili,
maestra, César aprendió a escuchar, la apertura de mente y el amor por los
libros. De su padre, la bondad, el ir con la verdad por delante y la pasión por
el trabajo.
Hablamos
de su pueblo y del vecino, Duruelo, protagonistas de oro de “La Tierra de
Alvargonzález”, uno de los romances más impresionantes de la literatura
universal, cuyo autor, Antonio Machado, conserva allí nombre y aprecio.
Después
de la escuela, César Millán pasó unos años en el Convento de los Padres
Josefinos de Murialdo, en Sigüenza. Luego vendría el Instituto “Castilla”, el CUS,
en el que hizo los tres primeros años de Geografía e Historia, antes de continuar
su carrera en Valladolid. Allí estudiaba y trabajaba de educador en una Residencia Universitaria, ocupándose además de su Biblioteca. El último año, nos
cuenta, dirigió un campo de trabajo, hizo encuestas, alguna excavación como
ayudante, y descargó alimentos en el mercado. “El Mundo” le publicó por
entonces tres artículos etnográficos. De regreso a Soria, se ocupó, durante el
verano de 1993, de la Biblioteca del Castillo, viviendo en casa de su abuela
Cristina, antigua propietaria de “Calzados Díez” (El Collado, 11), siempre acompañada
por su hijo Juanjo, tío de César, que ahora, nos asegura, “sigue siendo una
compañía inestimable para mí”. La Librería “Las Heras” fue a buscarlo, y, desde
entonces, como dice él, “hasta hoy”, responsable de un espacio abierto, siempre concurrido,
en torno a las buenas lecturas.
Lector
infatigable, descubrió un día “El Principito” de Saint-Exupéry, y, desde
entonces, no ha parado de coleccionar ediciones, en todos los idiomas, hasta
sumar 107. Su último viaje fue a Irán, pero antes ha visitado Marruecos, Armenia, Etiopía, Uzbekistán,... Y Siria, en donde, nos confiesa, “encontré a las mejores
gentes que he visto en mis viajes”. También Turquía, Constantinopla, en busca, viaje tras viaje, de esa
“tolerancia universal” de la que habla Gérard de Nerval en su “Viaje a Oriente”.
Fue Carmen, su mujer, quien le enseñó a viajar. Le ayuda y apoya en todo, con
la misma pasión, desde hace treinta años.
Colaborador de la prensa soriana (“Soria Semanal”, “Heraldo de
Soria”, “Cadena Ser”, “Revista de Soria”, “Arevacon”, “Celtiberia”,
“ThinkSo”,...), sus palabras
y sus textos contienen siempre mensajes positivos. Conoció a Avelino Hernández,
su segundo padre literario, afirma, sobre el que está escribiendo un libro, y
al que ha reeditado su “Silvestrito”. Miembro de la Fundación Villalar, César
fundó en 2011 su propia editorial: “Millán y Las Heras”. ¿Con qué objetivo?, le preguntamos. Saciar, nos dice, “una vieja inquietud de
mi etapa de “Soria Edita”: fomentar la poesía de autores locales, y publicar
textos que me llamasen la atención.” Y lo consigue con rigor y buen diseño,
gracias, entre otras personas, a Mamen Zayas. Lleva ya editadas 5 antologías poéticas y siete
libros. Y pronto saldrá el octavo. Estaremos atentos. César Millán no sabe
decir no. Ayuda a quien se lo pide. A Ian Gibson, por ejemplo, a quien acompañó
en su periplo por la Soria machadiana. Premiado más de una vez, él también sigue
escribiendo. Le gusta hacerlo en los bares, mientras observa a la
gente, escucha y aprende. En
su casa guarda, inéditos, tres poemarios suyos y uno de su madre. Terminamos con
un último recuerdo agradecido. Para sus abuelos paternos:
“por la compañía y complicidad de mi abuelo Abencio; y la abnegación y cariño
de mi abuela Quica.” El mayor de tres hermanos, César Millán vive las pasiones
de su vida con respeto y reconocimiento. Y en buena compañía. La tiene bien
merecida.
Concha Baena
Cristina Ortega Blanco
Realizadora
Para
Cristina Ortega (Berlanga, 1985) la Navidad está asociada a la unión familiar. Huele
a leña, a matanza y a enebro, nos dice. De ese contexto cultural y social le han
surgido muchos de los trabajos cinematográficos, que, día a día, va
construyendo con pasión y empeño: “Los sonidos de la soledad” (2016), “La loba
parda”, candidata a los Goya 2021,… “Eres teatrera”, le decía su madre, una mujer
emprendedora, activa y siempre dispuesta.
Alumna
del CRA Tierras de Berlanga y del IES de El Burgo de Osma, prosiguió sus
estudios en la Escuela de Artes. Le atraía la fotografía. Luego fue la pintura,
y así, consiguiendo un equilibrio entre las dos, descubrió el lenguaje del cine.
Si le apasionaba retratar situaciones fijas, por qué no en movimiento. Y lo
consiguió. Basta ver sus realizaciones. Escenas largas con momentos completos de
las vidas de sus personajes. Una manera, la suya, de intervenir, de estar
presente en el espacio natural y humano. Desde niña era creativa, nos confiesa.
Y estudiosa. Se graduó en la Facultad de Bellas Artes de Salamanca, terminó un
máster en la Juan Carlos de Madrid, y otro, de creación e investigación, en la
Complutense. Los reconocimientos la animan a proseguir con sus proyectos: selección
para los Seminci (2019), Premio Avelino Hernández,...
Y tiene muchos más. Le proponemos dos: Leonor y Elena G. de la Paz (Gloria
Lázaro Domínguez), columnista en la prensa soriana de los años 20 y 30. Su último
mediometraje, “La lamia de Lumias”, apoyado por el Ayuntamiento, la Junta y la
Diputación. No nos lo perderemos. El cuerpo, insiste, “activa los espacios de
la memoria, a través de la cámara.” Sus guiones forman parte de su experiencia
vital y social, momentos y lugares que describe, convencida, como se merecen: Belo
Horizonte (Brasil), “Quilombo” (2013), “Como es arriba, es abajo” (2015), con
Abbas Kiarostami, original y magnífica, “Trouville-sur-mer” (2017), el mar y
sus gentes, “El Vitor” (2017), gran reportaje.
A
su regreso de Recinto de Río Piedra, trabajó como guía de San Baudelio. El curriculum
es largo y provechoso. Su primer proyecto con su productora, alalofilms, Alaló,
el pueblo de su padre, agricultor y guitarrista, llevaba por título “La música
de los rebaños” (2014). El diálogo entre pastor y rebaño. Su homenaje a los
hombres, a sus abuelos, a los hermanos Pérez, y, sobre todo, a las mujeres de
la trashumancia. Tímida, resuelta, perseverante, realista e imaginativa, nos
cuenta que su hermano le diseña los carteles. Hablamos de Soria. De su enorme
patrimonio histórico y humano. Lo reivindica, lo defiende, lo enseña cuanto
puede, porque es grande y es el suyo. De sus viajes, cita Perú, Roma y Toledo,
energético, intelectual, poso de la cultura. Le gusta leer textos de
divulgación histórica, antropológica y de plantas. Su libro: “Escritos de
poética mística” de J. Valdelomar. Tres personajes: San Juan de la Cruz, Clara
Campoamor y Fray Tomás de Berlanga, “humanista, agricultor del siglo XV e
introductor de la Dieta Mediterránea.” La poesía le inspira, no es supersticiosa,
el azul, el 2 y el 7, el Soto Playa, los Arcos de San Juan, la cabeza de
cordero asado y las naranjas, San Baudelio, el Cañón del Río Lobos, Berlanga,
Caracena y Matasejún, donde ha pasado un tiempo becada por la Fundación
Castilla y León. Suenan dos canciones: “Dire Straits”, de los Sultans of Swing,
y “Gracias a la vida”, de Mercedes Sosa. Y dos villancicos. ¡Feliz Navidad!
Cristina
Martínez Narro
Raquel Martínez Narro
Emprendedoras
En
el 150 aniversario de la muerte de Julián Sanz del Río, nacido en 1814 en
Torrearévalo (Soria), Raquel y Cristina Martínez Narro, paisanas del filósofo
krausista, lo recuerdan y se afanan, con voluntad y acierto, para promocionar
su vida, su obra y su trascendencia histórica. Raquel ha ideado una web, https://juliansanzdelrio.com, que repasa su biografía, su bibliografía, lo que han
dicho de él Bartolomé Cossio, Antonio Machado, Giner de los Ríos, además de
otros documentos personales y periodísticos.
Las dos hermanas nacieron en Soria y se
llevan un año. Fueron las últimas alumnas, con otros tres niños más, de la
escuela de su pueblo. Más tarde, estudiaron en Soria hasta terminar COU. Raquel
lo hizo en enfermería y actualmente ejerce en la capital. Su hermana Cristina
es ingeniera agrícola, tiene un máster en consultoría ambiental (gestión de
espacios naturales) y es educadora ambiental, guía de la naturaleza y de
micología. Ahora regenta la empresa El Acebarillo S. L., que, además de una
casa rural, transforma, en un taller artesano, las ramillas de acebo en
preciosos adornos navideños, que venden en Soria y a través de internet (www.elacebarillo.com).
Ponen así en valor la planta autóctona del bosque de
Garagüeta, que ocupa una superficie de 406 hectáreas y, aseguran, es el mayor
de Europa. Es conocido, admiten, pero le falta más difusión. Coordinan además,
entre otras actividades, rutas turísticas por su entorno. Entusiastas,
optimistas, batalladoras, creen en su pueblo y en su proyecto. Y, a nuestro
juicio, tienen sólidas razones para ello.
Desde
que constituyeron la empresa, han recibido varios premios y reconocimientos:
VII Premio regional “Fuentes Claras” de Medio Ambiente (Valladolid 2007).
Premio Fundación “Ives Rocher” por el proyecto “Tierra de Mujeres”. Premio
Nacional de Excelencia a la innovación para mujeres rurales 2010, otorgado por
Ministerio del Medio Ambiente. En fin, el de Emprendedoras de Castilla y León
2018.
El
hijo de Raquel se llama Gael; los de su hermana, Alba y Juan. A los tres les
encanta el pueblo, manifiestan con orgullo. Así que, como son pequeños, disfrutan
con ellos de sus ratos, aficiones, y de películas como “Abominable” y “Toy
Story”. No, no les da tiempo para ver la tele, porque, asegura Raquel, “No nos
da la vida”. Cristina sentencia: “Se nos va el vino en catas”. Hablamos de sus
viajes. Cristina piensa en Jamaica, Raquel en Noruega. A las dos les gusta el
rock: Metálica, Extremoduro y Roberto Iniesta, a Cristina; “El azogue” de Marea a
Raquel.
A
Cristina le encantó el libro de Almudena Grandes: “Los pacientes del doctor
García”. Ahora está leyendo “La vida secreta de los árboles”, de Peter
Wohlleben. A su hermana le regaló para su cumpleaños: “La España Armónica” de
Capellán.
Las dos, en fin, admiran a su paisano Julián Sanz de
los Ríos. Su casa, nos aseguran, es de propiedad privada, pero ya han colocado una
placa en la fachada. Les gustaría recuperarla y convertirla en una referencia
singular (Museo, Centro de Interpretación) de su paisano filósofo, del que
poseen, entre otros documentos, una de las colecciones bibliográficas más
completas. Ya les ronda la idea de publicar un libro ilustrado con todo ello.
Las dos quieren que se conozca, que se estudie, que se descubra su figura y su
obra. Un gran personaje como Julián Sanz del Río, la verdad, llena. Y ellas,
sus paisanas, lo saben.
Cruz Vergara Valtueña
Periodista
Cruz
Vergara no es soriana de nacimiento, pues nació en Madrid, en 1965, en el
antiguo hospital de la Cruz Roja. Su padre, de Fuentelmonje, trabajaba en
Iberia. Y estudió en los colegios de las Salesianas y Jesús y María, cerca de
su casa, en el barrio de Chamberí. A pesar de lo cual, repite, “he sido capaz
de encarnar en Soria”. Y de disfrutarla, pueblo a pueblo, admirando sus
paisajes, charlando con sus personajes, constatando que hay vida, y mucha, en
cada uno de ellos. Licenciada en Periodismo por la Complutense, año 1988, Cruz
Vergara fue alumna del profesor Manuel Núñez Encabo, quien, el primer día de
clase preguntó: ¿Hay algún soriano entre vosotros? Había tres: ella misma,
Pilar Ridruejo, y un chico del que no recuerda el nombre. Sin embargo, la
periodista de verdad, defiende, “es mi madre”, Agustina, también de
Fuentelmonje. “Le gustaba mucho el teatro. Y nos inculcó la figura y la poesía
de Antonio Machado”. “Íbamos a todo. Hacíamos cola para todo: teatros, museos,
cine,…”. De ahí le viene su afición a los museos, que prefiere recorrer sola, con
tranquilidad, más de una vez, y a horas de poco público. Renoir, Van Gogh,
Velázquez (Las Meninas), Goya (Saturno devorando a un hijo), son sus favoritos.
También le tocó, en Madrid, dar clases de guitarra, y lección a los gitanos,
llevar ropa al Pozo del Tío Raimundo,… Casada con un agricultor, ex alcalde de
Torlengua, le toca ayudar cada año en la recolección del cereal, sensible a la
dureza de la vida del campo, entre el cielo, la administración y los mercados.
Terminados
sus estudios de periodismo, comenzó su actividad profesional como Asesora
Sociocultural en Monteagudo de las Vicarías: talleres periodísticos, teatro,
inglés,... Para todos los públicos. De allí pasó a la SER, en los estudios de
la Plaza Ramón y Cajal. Y allí colaboramos en un pequeño espacio dedicado a
temas sorianos. Entrevistamos una vez, recuerdo, a Gregorio Bartolomé Martínez,
Presidente ahora mismo del Centro de Estudios Sorianos, especialista mundial en
Juan de Palafox y Mendoza. Después, Cruz Vergara pasó 13 años, como asesora, en
la FOES, en donde, afirma, “aprendí mucho”.
Su
“encarnación en Soria” prosiguió su camino, colaborando en distintos medios, El
Mirón, La SER, “Entérate Soria”, La 8, tertulias, hasta comenzar con su serie
de pueblos, que recorrió de la mano de sus alcaldes - sus más apasionados y
lúcidos responsables-, describiendo sus paisajes, destacando sus monumentos y dando
la palabra a sus habitantes: Deza, Trébago, Ciguela, Fuentes de Magaña, Sotillo
del Rincón, Caracena, Barahona,... El paisaje de Peñalcazar, señala, “sería un magnífico
escenario para una película”. Agreda, el señorío de El Burgo, la Costrada de
Almazán,... En esa “encarnación” soriana, conoció a la monja de Sotillo, Juliana,
cuya estampa va siempre en su bolso. “Me transmitía una energía especial”,
comenta. No se olvida de Felicidad Martínez, la primera abuela cibernauta, cuyo
magnífico Blog (Recuerdos de la abuela e hijo) continúa ahora su hija. Ni de los
gaiteros mayores de Fuentearmegil. Tampoco de Catalañazor, en donde conoció a
la pianista Mª Cruz Galatas. De los históricos cita el nombre de Beatriz de
Padilla, de Arcos de Jalón, ejecutada por la Inquisición en 1598.
Pintar,
leer,... Su juventud, nos dice, quedó muy marcada por “Cien años de
Soledad” (Gabriel García Márquez), y “En busca del tiempo perdido” de Marcel
Proust. Y otros que le gustaron: “La vida por escrito de Virginia Woolf”, de
Irene Chikiar Bauer, “Un Uomo” (Oriana Fallaci), “Patria” (Fernando Aramburu).
Le preguntamos si es feminista. “Un punto”, nos dice. Con una capacidad olfativa tremenda, según
ella misma, cita la Casa del Guarda, Valonsadero, como uno de sus lugares
sorianos favoritos. Pero también Santo Domingo, la Plaza de Mariano Granados,
como espacio. Y el azul como color. Y los idiomas: inglés, italiano. Y un Fado,
“Una lágrima”, de Dulce Pontes. Lo escuchamos. Efectivamente, Cruz Vergara,
periodista, está encarnada en Soria.
Daniel Hernández Antona
Bailarín
Una
de las paradojas de la vida del profesor de baile y bailarín, Daniel Hernández
Antona (Soria, 1975), data de sus años de colegio. Según sus profesores, no
valía para el deporte. Así que, cuando tocaba educación física, se sentaba en
un rincón y esperaba a que terminara el partido de fútbol. Ahora sin embargo,
nos dice, entre las clases en su Escuela de Baile, durante la semana; los
sábados y domingos, en Madrid, entrenando con su compañera Katie Street, de
Georgia, y las pesas del gimnasio, el deporte es “mi forma de vida”. Desde
niño, nos cuenta, todo lo que veía en torno al mundo de la danza le apasionaba.
La expresión corporal, el movimiento,… Le gustaban todos los estilos: el ballet,
la danza, el jazz,… Daniel Hernández no es un hombre conformista, pero le
resulta fácil comprender a los demás. A los 16 años, antes de terminar el COU, comenzó
a viajar para formarse en el mundo del baile deportivo: Zaragoza, Madrid,
Londres,… En Barcelona (Manresa) encontró a la que él califica como su “madre
del baile”: Karina Rubio. Como ella, vive el baile, lo disfruta, y trabaja,
como profesor, para que sus alumnos y sus alumnas, más de un centenar,
experimenten las mismas sensaciones. Los hombres, nos asegura, se esfuerzan
mucho por aprender a bailar. Les sirve además de terapia, de práctica deportiva.
¿Cuál es el secreto del baile?, le preguntamos. “Saber cómo utilizar el cuerpo,
nos explica, para realizar las figuras convenientes”. Su primera pareja
importante fue Esther Pérez, con la
que ganó la medalla de oro en el Campeonato de España de 10 Bailes, y obtuvo,
en 2011, el cuarto puesto, en la misma modalidad, en el Campeonato del Mundo de
Toronto (Canadá). Una pareja de baile, comenta, es casi una pareja de hecho. Tiene
que estar muy compenetrada, lo cual requiere un gran sacrificio. A Katie, la
conoció en Londres. Y, desde que se trasladó a España, preparan juntos su
particular conquista de España y del Mundo. Daniel Hernández ha visitado muchos
países: Inglaterra, Italia (país que más le gusta), Portugal, Marruecos,
Alemania, Canadá, Escocia, Grecia. Y Cuba, en donde estuvo en su salsa. Su
color favorito es el amarillo. Como su coche. “Me han parado más de cuarenta
veces”, comenta. ¿Por qué? Por el color. Y le atraen los idiomas: 5º de inglés
(plan antiguo), de la Escuela Oficial de Idiomas, 3º de italiano, y 1º de
alemán. Ahora está empeñado en aprender el griego, por su sonoridad y su
musicalidad. Y en estudiar filología inglesa. Cuando abrió “Danzad, danzad,
benditos”, en 2005, en la calle Gonzalo de Berceo, su ilusión era “crear, en
Soria, una Escuela de Baile con calidad.” Para ello posee todos los requisitos:
la categoría A como bailarín, y los títulos de profesor, entrenador y juez.
Soria, para él, como para Machado, es su patria ideal. Por la proximidad, por
su calidad de vida,.... Pero tiene en mente abrir una Escuela de Baile en
Madrid, sin dejar, por supuesto, Soria.
A Daniel le gusta la soledad del Espino, su
“Père Lachaise” de casa, que recorre, por las tardes, buscando la paz, y los
detalles del recuerdo. También ha hecho teatro, durante 10 años, en La Bohème.
La música, por otra parte, forma parte de su vida diaria, tanto profesional
como privada: Madonna, las melodías de Javier Corcobado, Pastora Soler,… Un
romántico empedernido, al que el cansancio, lástima, le impide leer más. A
pesar de lo cual, conoce bien a Edgar Allan Poe (The Oval Portrait by) y acaba
de terminar “Las gafas de la felicidad”, de Rafael Santandreu. Del cine, se
queda con películas como “Eva al desnudo”, “Un tranvía llamado deseo”, “Muerte
en Venecia” (1971), de Luchino Visconti, con banda sonora de Mahler, Sinfonía
nº 5. Terminamos. Los benditos y benditas de su Escuela están a punto de
llegar. Le digo que el salón de su Escuela es muy amplio, que está lleno de
espejos y que quedan muy bien sus más de 60 trofeos en la estantería. No les
gusta, nos dice, mirarse mientras bailan. Pero él insiste. Labor de profesor,
de campeón y de artista.
Daniel
Madrid Alonso
Hermano Mayor Junta de Cofradías
Daniel
Madrid (Soria,1989) es el Hermano Mayor de la Junta de Cofradías. Con él, Óscar
Jiménez, de La Soledad, ocupa el cargo de secretario, y Jesús Ángel Fernández, de
Ecce Homo, el de tesorero. Comentamos el atractivo programa que han preparado
para este año. Se desarrollará, nos asegura, con la misma ilusión, categoría,
recogimiento y sentido religioso de siempre, porque, concluye, forma parte de nuestra
cultura.
Hijo
de celador y enfermera, Fernando y Charo, tiene una hermana, Silvia, de la que
destaca su empatía y su sentido de la familia. Su primer colegio fue el Fuente
del Rey, en donde se sintió como en su casa. Más tarde, en el Politécnico,
disfrutó de la historia, el latín y el griego. Seminarista durante tres meses,
se graduó en Magisterio y ejerce actualmente como profesor itinerante de
religión en el CRA Pinar Grande de Navaleno (Cabrejas del Pinar y Abejar). En
la Facultad formó parte del grupo de teatro dirigido por el profesor Germán
Andrés. Trabajador, comprometido, recuerda sus trabajados monólogos en su papel
de director de un siquiátrico en “Fuera de quicio”. Su primera experiencia
docente la tuvo en el C.P. Infantes de Lara. Disfruta dando clases. Ha
trabajado también en el C.P. Fuente del Rey, El Burgo y, ahora, Duruelo. Nieto
de Goyo Alonso, siente el tema de la despoblación. Sus abuelos paternos, Juan,
guardia civil, y Juana, madre de cuatro hijos, eran de Berzosa y Valdegrulla, despoblado este último desde hace años. Su
primera experiencia con la Semana Santa la tuvo en la catequesis de primera comunión.
A los 20 años, ayudó a constituir la Cofradía de Jesús en Jerusalén, La
Borriquilla, de la que sigue siendo Hermano Mayor. Le atrae la estética de
la Semana Santa. Para el mundo cristiano es fundamental, nos dice. Miembro del
Consejo Pastoral Diocesano, es delegado de Ecumenismo y diálogo interreligioso.
Nos habla del grupo de rumanos ortodoxos que celebran su rito cristiano en la
Ermita del Mirón, en donde se casaron sus padres y cuyos parajes ha disfrutado
tanto. De espíritu crítico y abierto, se considera realista pero le gusta
soñar. Y viajar. En 2007 lo hizo a Israel. Le impactó el cruce de religiones,
el Muro de las Lamentaciones,… Conoce Portugal, Francia, Italia, Dinamarca,
Irlanda. Jesús es su personaje histórico. Su ciudad, Venecia, por el agua, los
canales, las buenas sensaciones recorriendo sus calles. Segovia es otra ciudad
para perderse, apostilla. Siente predilección por la música clásica, la barroca
y Vivaldi. Nunca faltaba en casa de su abuela Josefina. “Era Bruno un payaso” era el título de una de las canciones que
más huellas dejó en él. Estudiante de Oboe en el Conservatorio, fundó
el Coro del Campus, que dirige actualmente y en el que participa desde hace
diez años, con ensayos semanales y dos actuaciones en Navidad y Primavera. Lee novela
de misterio e investigación. Andrea Camilleri, por ejemplo. Pero también le interesó
el trabajo de Juan Millás y Juan Luis Arsuaga, “La vida contada por un sapiens
a un neandertal”, lleno de humor y simpatía. Autodidacta, ha escrito poesía y
pequeños relatos. Su postre: el chocolate. El verde su color de la esperanza. Y
Velázquez su pintor. ¿Una película? “Mediterráneo”, por lo bien que describe la
soledad de la Italia de los aislados. Joven, entusiasta, responsable, Daniel
Madrid rebosa ganas de servir y de comunicar. Propósitos que le honran en esta
Semana Santa 2021. Gracias.
Párroco de San Pedro
David Gonzalo Millán nació hace setenta años en el
número 5 de la Calle el Pradillo de Iruecha. Un lugar de paz, de recuerdos y reencuentros
con la familia, Abel, su hermano, y sus hermanas Mª del Carmen y Teófila,
religiosa. Timoteo, su padre, trabajaba el campo y criaba ganado. Un hombre recto
y honrado, inteligente, valorado y con sentido del humor, que dejó el pueblo,
como tantos otros, para trabajar en Madrid como conserje en los años sesenta.
Le digo que se parece mucho a él. Sonríe. Su madre, Carmen, con menos oportunidades
de formación, decía que “había aprendido por los caminos”. Una mujer sencilla,
afable, intuitiva, muy querida y “siempre con la sonrisa en los labios.”
Sus primeros pasos en la escuela los dio en una de
las tres de su pueblo, de cuatrocientos habitantes entonces, hasta su ingreso
en el Seminario de El Burgo de Osma. Alumno más tarde de la Facultad de
Teología de Salamanca, se licenció en Teología en Friburgo (Suiza), teniendo
como profesor a Eugenio Corecco, obispo que fue de Lugano. Ya sacerdote, fue coadjutor
en Almazán y Agreda, Director de un Colegio Mayor en Salamanca y se licenció en
Derecho Canónico. De vuelta a Soria en 1991, ha sido párroco del Espino,
Vicario Judicial, Vicario General con el Obispo Vicente Jiménez, canónigo, y
ahora párroco de San Pedro. Capellán de la ermita de San Saturio cuatro años (2007,
2008, 2017, 2018), considera que el santo es un referente de fe para los sorianos,
ejemplo y modelo de fidelidad, oración, austeridad y generosidad. El patrimonio
de la diócesis se mantiene en los pueblos, nos comenta, con mucho esfuerzo y la
generosidad permanente de Ayuntamientos, vecinas y vecinos. De las parroquias
servidas pastoralmente destaca las iglesias románicas de San Juan de la
Rabanera, Tozalmoro, Fuensauco y Omeñaca. Su mejor reconocimiento, asegura, el
cariño de la gente. Nos habla de las mejores experiencias pastorales en Agreda,
en Ntra. Sra, del Espino,… Don David es un hombre de vocación, pragmático y
creyente, y le ha gustado siempre escribir e investigar. Colaboró en la
instrucción del proceso de la causa de beatificación de Juan de Palafox, ha
escrito varios artículos de historia de la diócesis y dos libros dedicados a su
pueblo, el lugar al que vuelve, aunque no haya cobertura: “Iruecha (Su templo
parroquial, cofradías, Fiestas y Tradiciones)”, 2011, y el que nos regala y nos
dedica, “33 años de la Soldadesca de Iruecha”, editado en 2022. Magnífico ejemplo
este último de las actividades culturales que se realizan en la provincia todos
los años. Dotado de buena memoria, ha leído mucho. A Machado en Campos de
Castilla y a Gaya Nuño en el Santero de San Saturio, pero, sobre todo, textos
de historia medieval y teología. Destaca, en este último campo, la obra de
Joseph Ratzinger (Benedicto XVI). Ha residido en Suiza
y Perú, como misionero durante dos meses. Salamanca y Budapest, San Pablo VI y
Sor María de Jesús de Agreda son sus ciudades y personajes destacados. Nos
confiesa que se fía de la providencia, un estímulo permanente para él a lo
largo de su vida. Nos cuenta anécdotas,
comentamos coincidencias religiosas, nos confiesa su gusto por la música de
Bach, el jamón y el arroz con leche. Y su predilección por el cinco, número de
lotería de su padre, el domingo, las tierras de Pinares y la Ermita de San
Saturio. Su lema: trabajo, servicio y caridad. Cordialidad y categoría
humana. ¡Felices Fiestas de San Saturio!
David Ortega Gallardo
Graduado en Derecho y ADE
David Ortega Gallardo (Soria, 1996), joven,
entusiasta, busca y encuentra en cada lugar, habitado o no, de los pueblos
sorianos que visita -los sábados, preferentemente- todo aquello que ha formado
parte de la vida de sus habitantes. Sus padres, Francisco Javier y María Fe, son
burgalés y soriana, lo mismo que sus abuelos: Adolfo y Alicia,
Martin y Socorro. Tiene una
hermana, María, médico en Barcelona. David ha estudiado en los CEIP Fuentes del
Rey y Numancia, IES Castilla, antes de terminar un doble Grado de Derecho y ADE
en la Universidad Complutense de Madrid. Recuerdos felices, nos asegura,
de infancia ingenua y juventud estudiosa, “de profesores y profesoras que
alimentaron y despertaron mi curiosidad innata. En una ciudad de lujo, Soria,
sin idas ni venidas, sin vaivenes. Amistades forjadas en ese tiempo, únicas y
duraderas.” Siempre buen estudiante, oposita actualmente al cuerpo de
Funcionarios de la Administración Local con habilitación de carácter nacional y
trabaja como técnico (EDUSI) en el
Ayuntamiento.
Dos veranos, nos cuenta, estuvo trabajando “de escucha de incendios en la torreta del bellísimo Boós, rodeado de pinar. Lo recuerdo con mucho cariño, solo, con tiempo para ver, leer y contemplar. Desde el puesto -una copa más del pinar- veía la salida y puesta del Sol, el avance de las tormentas (siempre desde el Oeste), las trochas y caminos de los corzos, sus ladridos al alba y al ocaso, los herrerillos capuchinos apurando las piñas, el golpeteo sordo del pájaro carpintero…” De vez en cuando, recuerda, venía algún vecino de Boós, Torralba o Santiuste y hablaban de aquellos montes y sus gentes, apuntando en libretas sus historias e impresiones. En su cuenta twitter (@daviddcoba, con más de 5400 seguidores) publica fotografías propias, que ilustra con textos bien documentados y precisos. Nos hablan, comenta, de un mundo que se nos va y que él no ha vivido, “del ingenio y la gracia natural y casi inconsciente de aquellos hombres que jamás descuidaron la belleza y su espiritualidad.” En esos reportajes, tan variados como coloridos, canaliza su sensibilidad y sus inquietudes. A menudo, muestra detalles, que pasarían sin duda desapercibidos, de la variada y rica arquitectura popular de esta tierra, dinteles y labras, estelas y sillares reutilizados en las viviendas, majadas y apriscos pastoriles, historias perdidas y olvidadas… Cuando le preguntan de dónde le viene esta afición, recuerda inevitablemente y un tanto emocionado la infancia con su familia, sus veranos en el pueblo y, sobre todo, a su tío Roque Ortega, miembro de ASDEN, con quien compartió de joven muchas de sus andanzas. Lector apasionado de Antonio Machado y Gerardo Diego, lo es también de José Antonio Pérez Rioja, Miguel Delibes, Avelino Hernández, las hermanas Goig-Soler, Antonio Ruiz Vega, E. Pardo Bazán, J. Ortega y Gasset, B. Pérez Galdós y su “El caballero encantado” (1909), que transcurre íntegramente en la provincia de Soria. Destaca, en fin, las Tierras Altas del Norte y las del Sur, la música electrónica, la película de Mercedes Álvarez, “El cielo gira”, las ciudades de Sofía (Bulgaria), París, Segovia, Toledo,... Qué sería de Soria, se pregunta, sin las gentes y los poetas que la cantaron y la contaron. En esa misma labor, tan justa como reconocida, David rinde, con absoluto entusiasmo, su eterno homenaje personal a los pueblos y a las gentes de su tierra, bella, sabia y digna.
Eduardo Vázquez Pérez
Ana Vázquez García
María Ángeles García Piña
Creadoras de semillas
Hace unos meses, Julita Romera, Alpargata, nos entregó una ficha-semilla
MOME, amarilla. La colocamos encima
de nuestra mesa y comenzamos a jugar. Cuando llegamos a Cuellar de la Sierra,
Eduardo (Soria 1977), uno de sus tres creadores, transportaba a su hija Ana
(Soria, 2015), segunda creadora, en un carrillo de mano. Mª Ángeles (Santander,
1978), la tercera, nos recibió en su casa de piedra, blanca, iluminada y
acogedora. Mientras Ana jugaba sin parar, nosotros charlábamos sobre el juego
en el que, nos dicen, todas ganamos siempre: el individuo, la sociedad y la
Tierra.
Eduardo estudió en Las Pedrizas y en el IES Antonio Machado. Mª Ángeles en la
escuela Ramón y Cajal de Guanizo y en
el IES El Astillero. Se conocieron en
la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Valladolid y los dos trabajan
como arquitectos. Ana, alumna en Fuentelfresno, se acerca a nosotros y crea un Mome: un corazón.
El padre de Eduardo era
administrativo y, la madre, auxiliar de clínica. Al de Mª Ángeles le gusta la
ganadería, y su madre, Inés, trabaja en casa.
Entienden la arquitectura como el lenguaje de las cosas mínimas: luz, materiales naturales,… A él, más soñador, le gusta la
obra de E. Miralles y los “Chozos” de Cuellar de la Sierra; a ella, analítica,
el menos es más de L. Mies van der Rohe y la arquitectura de tierra de Francis
Keré. A los dos, los edificios eficientes y sanos.
¿Cómo cambiar el mundo?, se
preguntaron. Pues de una manera divertida. Diseñaron, buscaron y encontraron Mome. Una clave: un taller de Dragon Dreaming (Madrid, 2013). Una
metodología: “Soñar, planificar, hacer y celebrar.” Eduardo puso energía,
tiempo y voluntad. Mª Ángeles, confianza. Ana, la maestría de jugar. Extendemos
los 120 Momes -pétalos de La flor de la vida- sobre nuestra mesa
de camilla. Pensamos, escribimos, leemos: un ramo de flores, un rebaño, el 1,
la V,…
Mª Ángeles propone dos libros: uno
de Víctor Frank, El hombre en busca de
sentido, y Alicia en el país de las
maravillas. Eduardo: Un cambio de
mirada de E. Zarrias y Momo. Han
viajado a Pekín, Nueva York, Europa (con Interail), Marruecos, Turquía,... Ella
se queda con Roma, él con Kioto, aunque nunca haya ido. Ana con el pueblo de
sus abuelos. Camarón y Mercé son los preferidos de Leles; Boyz II Men y
Maríah Carey, los de Eduardo. Ana tiene un número: el cuatro; y un color, el
verde; su padre elige el morado, entre
el rosa y el azul, y su madre el blanco. A Ana le gustaría ser mamá, profesora
y arregladora de patinetes.
Mome es,
aseguran, un regalo, un encuentro, un abrazo. Se puede cambiar por galletas,
por un cuento, por un taller de música, por una bonita tarde de agosto,... Ha
viajado a México, Nepal, Italia, Marruecos,... Le falta la celebración: un
libro o una película.
Cogemos, agradecidos, la caja con
los ciento diez y nueve momes. Falta
uno. Rodó por el suelo. Ana sonríe. Se agacha, lo busca, lo encuentra. Nos lo
entrega. Le preguntamos por su rincón favorito: los columpios. Nos enseña su
invernadero. Salimos a la calle. Del Árbol
de los deseos cuelgan ya algunos.
La señora Ángeles nos saluda. Junto a la iglesia, El jardín de las presencias, de colores vivos. Ana sigue jugando. De
las 120 semillas azules, grises y rojas brotan cinco corazones. Uno es el nuestro. Y tres, grandes, los de Ana, Eduardo
y Mª Ángeles. La música es de Édith Piaff, la Môme. La vie en rose. Un juego ganador. Un honor y muchas gracias.
Elena
Ortega Pinilla
Concertista de guitarra
Qué
bien suena la guitarra de Elena Ortega Pinilla (Madrid, 1989) interpretando el Nocturno de Soria de Carlos Vences y acompañando
al Cuarteto Chagall en una actuación magistral.
La primera está dedicada a Velilla de los Ajos, de donde son sus abuelos,
Ángeles y Julio, agricultora y albañil, y su madre, maestra y administrativa. Su
padre, de Añover de Tajo (Toledo), compartía la dirección técnica de una empresa
de tratamiento de aguas. Elena fue buena estudiante en el C. P. Victoria Kent y
en el Instituto Luyfe de Rivas Vaciamadrid, antes de ingresar en el Real
Conservatorio Superior de Música de Madrid y licenciarse en Ingeniería Química en
la ETSII UPM. Una etapa, entre la química y la música, muy bonita, nos asegura.
Luego vendrían los Máster de Guitarra Clásica de Sevilla e Interpretación
Solista de Música Española en el CSKG, los cursos y las clases con los mejores
guitarristas del mundo.
Además
de dar conciertos en solitario e impartir clases de guitarra, forma parte de agrupaciones
de música de cámara, es concertino de la Orquesta de Guitarras de Madrid y
miembro del equipo organizador del Festival Internacional de Guitarra de Madrid.
La
música es para ella vocación y profesión. Requiere disciplina, trabajo y mucho
sacrificio, asegura. Ha tocado en el Círculo de Bellas Artes, Ateneo de Madrid,
Auditorio Centro Cibeles, los Reales Alcázares de Sevilla y en Split (Croacia),
interpretando el Concierto de Aranjuez junto a la Orquesta Athanor. El entorno,
al aire libre, junto al Adriático, era precioso, confiesa.
La
guitarra es un instrumento muy versátil, nos dice. Ella tiene seis: cinco
clásicas y una eléctrica. Aparte del clásico, le gusta el flamenco, el rock y
el heavy… Pensando en Soria, destaca las Evocaciones
de Antón García Abril, y, en particular, “Hoy es siempre todavía”, dedicada a
Antonio Machado. Velillense como la primera, pertenece a la Asociación Cultural que, si la pandemia lo permite, además
de las fiestas patronales, organizará en 2021 unas jornadas culturales en Semana
Santa, con música, pintura y talleres sobre costumbres y tradiciones.
De
su recorrido por Europa y América, destaca las ciudades de Roma, Florencia y Venecia.
También Dubrovnic, en Croacia, por su cultura y su arquitectura. Lee novela
histórica, ciencia ficción, a los clásicos,… Su libro: El Señor de los Anillos. Habla
inglés y aprende algo de alemán, francés e italiano. Le encantan los idiomas. Su
pieza musical para este año: la Elegía de Mertz.
Disfruta,
nos dice, recorriendo los caminos de Velilla y sus alrededores. Nos habla de Pinares,
de Tierras Altas, la Laguna Negra, y los pueblos del Jalón, que ha recorrido pegando
carteles de Fiestas. Velilla, nos confiesa, es un remanso de paz y de buenas
relaciones, “el silencio solo lo interrumpen las campanas y algún animal de vez
en cuando”. La gente colabora, los
vecinos se ayudan, se organizaban y se organizarán cenas y comidas; se abrían y
se abrirán debates inter-generacionales. En Madrid el ruido es continuo,
confiesa.
Para
ella, el problema de la despoblación viene de lejos y se sigue agravando, a
pesar de la mayor concienciación. Nada supersticiosa, apuesta por el ocho, el
viernes y los colores morado, rojo y negro. En perspectiva: un
repertorio para Soria y una cita en febrero. Y la danza, la ópera, el teatro,
la pintura y la gastronomía. Muchas gracias. ¡Feliz Año 2021 para todos los
lectores y todas las lectoras de El Día de Soria!
Eliseo Gonzalo Postigo
Presidente Asociación Barrio de San Pedro
Nos
espera Eliseo Gonzalo Postigo en la sede de la Asociación de Vecinos San Pedro,
calle Pozo Alvar. El despacho, al fondo de un largo corredor, es sencillo y
suficiente. Algunas fotografías antiguas en las paredes, y sobres con cartas
para los vecinos sobre la mesa.
Nacido
en Villaseca de Arciel (Campo de Gómara), este soriano de 77 años dedica su
tiempo a la familia y a su barrio, que recorre sin perderse ningún detalle: bancos
de piedra demasiado bajos en el parque; convento de San Agustín, junto al Duero;
preocupación por las pinturas de San Nicolás,... Muchos días, nos dice, “subo
al Ayuntamiento”. A preguntar, a proponer, a consultar. A hablar con el
concejal Javier Antón, ahora diputado, uno de sus principales interlocutores.
Cuando
tenía 8/9 años, sus padres se trasladaron a Soria; a la Avenida de Valladolid.
Y, desde allí, poco a poco, hasta San Pedro: calle Caballeros, Real y San
Vicente. La vida laboral comenzó para él a los trece años, como aprendiz de
fotógrafo en “Foto Studio”. Le gustaba aquel oficio. No insiste, pero se le
nota. Luego vendrían la fábrica de persianas Siscart y la construcción. Cuenta,
como anécdota, que, desde el tejado de una de las naves de la estación del tren,
“veíamos el ir y venir del tren y de algunos actores” durante el rodaje del
Doctor Zhivago. Lo apuntamos. Si fuera por vivencias, Eliseo tendría para
llenar libros. Y todas las contaría con la sencillez con las que las ha vivido.
Sanjuanero, fue, con su mujer, Mª Luisa Poza Moreno, Jurado de cuadrilla en
1998. Y guarda un magnífico recuerdo. Se divirtió y colaboró, como siempre,
junto con todo su barrio y colaboradores. Sus cinco hijos, siete nietos, y
pronto ocho, y un biznieto, son su otra vocación.
Eliseo
es un hombre prudente y llano. A él se le podría aplicar aquella frase de Max
Aub: “La inteligencia no tiene remedio.” La suya es amplia, discreta, serena. Como
diría Machado: digna. Solo así, junto a Bonifacio Gallardo Gil, al que menciona
continuamente, y otros, y muchas vecinas, con nombres y apellidos, han podido
ver realizadas, para la ciudad, actuaciones posibles: márgenes del Duero, Soto
Playa, San Saturio, Lavadero, San Nicolás,… Y el semáforo de la Cuesta Serena,
que ha evitado, desde que se colocó, muchos problemas. “La gente se queja, pero
antes los accidentes eran diarios”, afirma convencido. Nunca ha dejado de
compartir soluciones con alcaldes y alcaldesas, aportando siempre: paciencia,
experiencia, buena voluntad y perseverancia.
Presidente
de la Asociación de San Pedro desde hace 19 años, y seis de tesorero, su barrio
celebra este año el 25 aniversario. Y tiene nuevas propuestas: cubrir San
Nicolás; mejorar la entrada a la ciudad desde el puente, más aparcamientos y los
suelos de la calle Real y plaza de Santa Catalina. Sin olvidar la placa de la
Fuente de la Paciencia, ni el convento, por supuesto, de San Agustín.
Eliseo
fue siempre un hombre de la HOAC. ¿Don Vicente Jiménez?, se pregunta: “Amigo
desde que era cura”. También de Goyo Alonso, con quien ha compartido reuniones,
actividades ciudadanas y la creación y desarrollo de SORIA, YA. “Yo estuve en el simulacro de la perforación
del túnel de Piqueras.” “Victimismo, victimismo,…”, repite. “Te tienes que
quejar. Tienes que exigirlo.” Con respeto e inteligencia. ¿Qué personajes le
han marcado impactado más?, le preguntamos. “Los poetas, Gaya Nuño”, replica sin
dudar. Así suena la voz de la Soria agradecida.
Antes
de despedirnos, nos enseña dos despachos más: la sala de juntas y la biblioteca;
y el almacén de los Gigantes y Cabezudos. “Antes salían fuera también, pero la
crisis…”, se lamenta.
En
el salón de actos y gimnasio, junto a la escalera, Eliseo nos da cuenta de todas
las actividades que allí se realizan y lo importantes que son para los vecinos.
Y del futuro. Del relevo. De la gente joven. Y, sobre todo, aunque no lo diga, de
lo agradecido y orgulloso que se siente de San Pedro y de sus poetas.
Enrique García Garcés
Fisioterapeuta
Presidente
de la Asociación Cultural Nuestras Fiestas de San Juan, a Enrique García Garcés
(Soria, 1972) siempre le ha
atraído el mundo del deporte y, desde hace unos años, la recopilación de
documentos de la historia reciente de Soria. Abre el ordenador, teclea un
nombre y aparecen un sinfín de documentos asociados a fiestas, usos y
costumbres: cuadrillas, carteles, libros, periódicos, fotografías, documentos,…
Le ayuda su padre, Feliciano, de Aldehuela de Periáñez, impresor en Hogar y
Pueblo, Gráficas Sorianas, Campo Soriano y Grafinso, hijo a su vez de Agustín, que
regentaba una zapatería en la plaza Fuentes Cabrejas. Su madre, Maricarmen, de
Ledesma, se acerca para hablarnos de las muchas cosas que sabe y ha enseñado a
su hijo. Una gran familia de La Barriada.
Buen estudiante, terminó la primaria en Las Pedrizas
y el bachillerato en el Instituto Antonio Machado. En 1990 se matriculó en la
primera promoción de la Escuela de Fisioterapia (CUS) y en ella acabó su
carrera. Durante aquellos años, trabajaba en lo que podía. Eran cinco hermanos,
tres chicas y dos chicos, y todos colaboraban con la familia. Su primer trabajo
profesional, de 1993 a 1997, lo obtuvo en la Selección Española masculina
junior de Voleibol, con sede en Palencia. Trabajo de paciencia y compromiso, psicología
y enlace entre el cuerpo técnico y los deportistas. En 1997 abrió la primera consulta
privada en la calle Caro. Dos años después, fue contratado por la Federación
española de Judo. Y así pudo estar en las olimpiadas de Atenas y conocer países
como Corea, Egipto, Japón,... Ahora mismo es vicepresidente del Colegio de Fisioterapeutas
de Castilla y León, profesor durante varios años en la Escuela de Soria. Su
trabajo, su vocación, nos dice, tiene relación con el cuerpo y con el alma.
La afición por la recopilación de documentos
sorianos le vino gracias a un paciente, Javier Delgado Encabo, que quería
publicar y registrar un vídeo, realizado por su padre, Francisco Delgado,
locutor de Radio Juventud, sobre las Fiestas de San Juan de 1965. En su memoria
y en la de su ciudad, cedió el documento al Ayuntamiento, organizándose con ese
motivo una exposición sobre las Fiestas de San Juan, con la colaboración de
Julián Lallana, Joaquín Alcalde, Paco Parra, Celedonio Martínez, Santiago
García, “Ferrus”, Gustavo Encabo,…
Más tarde, potenció, con Ana Mallo, su mujer,
de Tardelcuende, la reapertura del cine “El Pinar”, formando parte de la
asociación “Gaya Nuño”. “Masaje en el deporte, I y II”, “Técnica física en fisioterapia”,
“Técnicas manuales en la recuperación del deportista”, son los títulos de los
cuatro libros que ha publicado. Gestiona, con su marca ABDfisioterapia,
distintos canales (más de un millón de visitas) en internet, y todos ellos
relacionados con su tierra: “nuestrasfiestas”, “Sanjuanoteca”, “COSAS DE SORIA”, “Tardelcuende”. Sus
proyectos, comenta, pasan por digitalizar cuantos documentos le lleguen a sus
manos, crear un google soriano y poner en marcha el Centro de Interpretación de
los Sanjuanes.
Enrique García viaja siempre que puede con sus
hijos, Izan y Pablo, y su mujer, que participa con el mismo entusiasmo en todos
sus proyectos. Le encantó Pekín, por la seguridad en sus calles y su cultura
diferente. En España se queda con Salamanca y Málaga. Y, por su puesto, con
Soria, su casa, sus personajes, sus reivindicaciones y todas sus apuestas de
presente y de futuro.
Fotógrafo
Enrique Beltrán nació en Brias en 1955. Su padre
regentaba la farmacia del pueblo y, más tarde, las de Retortillo y Serón. Era,
nos dice, un lector empedernido. Su madre, Manuela, fue maestra de Brías,
Galapagares y Alalo. Tiene una hermana, Manuela, y tres hermanos, Gregorio,
Segundo y José. Su hijo Arix es oficial en una fábrica de aluminios, y Alba, su
hija, geógrafa en una empresa de energía. Buen estudiante, aunque de última
hora, los estudios primarios los hizo en Serón, en casa y en la escuela, el
bachillerato en el Machado y magisterio en las Anejas.
Su afición a la fotografía le llevó a aprender
revelado en la Sociedad Fotográfica del Duero, situada en el Collado, por donde
pasaron todos los fotógrafos actuales de Soria. Él fue su último presidente. Tras
un año en Montoya, compró con su exsocio José Antonio Lacarta el local de la
Plaza del Rosel. El negocio analógico funcionaba, confiesa, “el digital lo ha
cambiado todo.” La fotografía es para él “un medio de vida y una satisfacción
de 40 años.” A través de su objetivo ha visto evolucionar la sociedad soriana a
todos los niveles. Colaboró en su día con Soria Semanal. Más tarde, creó,
entre 1995 y 2003, Televisión Rosel, a través del canal 42 de Telemadrid,
retransmitiendo acontecimientos puntuales: San Saturio, partidos del Numancia…
Y los Sanjuanes con la colaboración de José Luis Bravo, Angelines Reglero y
Luis Naveda. Corresponsal de Antena 3, trabajó para el Grupo Atlas y colaboró
con el programa de TVE: “Así son las cosas”. Soria, asegura, es una ciudad importante
y cómoda. Se ha llevado bien con todo el mundo. Lamenta únicamente la falta de
ayuda al pequeño empresario.
Al margen de la fotografía, tiene ocho perros,
gallinas y árboles frutales de distintas clases (Golden, Verde
Doncella,…) en su finca de Los Rábanos. Hace unos años tuvo perros de
trineo: Malamutens, Huskys, Alascanos. En la nieve,
conduciéndolos, ganó 6 medallas de oro en los Campeonatos de España en la modalidad
de sprint, fue subcampeón de Europa en 1996 y del mundo de media distancia en
1999 en Eslovaquia. En Navidad, recorría el Collado y en la Cabalgata fue unos
años detrás de los bomberos. En Oviedo paseó a niños en la plaza Longoria
Carbajal y en 2003 participó en la inauguración de la pista de nieve SnowZone
(Xanadú). Todos los años, nos cuenta, trae en trineo al Papá Noel en la fábrica
farmacéutica de Aranda de Duero.
Afable, discreto, pragmático, optimista, destaca como
personaje a Aurelio De Barrio Martín, halconero de Félix Rodríguez de la Fuente,
hombre fundamental, asegura, en aquellos reportajes. Las judías pintas con
oreja y un flan como los que hace María, su mujer, tan fotógrafa como él, son
su plato y su postre favoritos. Rello, afirma, es el mejor rincón de la
provincia. Austria le pareció un país excepcional. Nos habla del chiquiteo de
San Sebastián y de los bares de El Ferial: los mejillones de El Montico,
las croquetas de El Iruña.... Adolescente, leyó todas las novelas de
Lafuente Estefanía. Ahora su debilidad son los folletos de cámaras fotográficas.
El cine es para él un pasatiempo, pero elogia “Los santos inocentes”, el cine
de Saura y Buñuel, y, sobre todo, la película “El milagro de P. Tinto” de
Javier Fesser. Le gusta toda la música de Sabina, Janis Joplin y los Rollings. Profesional
y personaje, deportista y reportero, ha recopilado con devoción y entusiasmo un
patrimonio de imágenes de auténtica leyenda soriana.
Esther Elío Grau
Profesora
Esther Elío Grau nació en Duruelo de
la Sierra (1937), en donde su padre, José María Elío, farmaceútico durante
muchos años, hijo de Eduardo Elío de la Llave, da nombre a una de sus calles, en
recuerdo permanente a su humanidad y a
su firmeza en momentos muy duros. Alumna interna, profesora de francés en el
Colegio Sagrado Corazón, Esther Elío, no dejó nunca de ser ella misma. Una
mujer humanitaria y feminista, como Simone de Beauvoir, de quien leyó, “hace
muchos años”, su libro “El segundo sexo”. Feminismo de la igualdad. “Así se lo
explicaba a mis alumnas”, insiste. Desde el mirador de su casa de la Plaza de
San Clemente, vemos la Plaza de San Esteban, con el Centro Gaya Nuño, a la
izquierda, y el Banco de España, en frente. Un magnífico rincón soriano que debería
trascender a nivel nacional e internacional.
Esther Elío Grau – de apellidos
navarro y valenciano-, ha sido siempre, confiesa, una mujer respetuosa. Comprometida
con la cultura, el conocimiento, y las iniciativas solidarias. “Ahora, como soy
tan vieja, no me quieren en ningún lado.” Abuela de cinco nietos, madre de
cuatro hijos, Esther es todavía, para mucha gente, la “señora de la bicicleta”.
De Soria a Cidones, por ejemplo, en donde su marido, Antonio Arjona, amaba el
campo y cuidaba de sus animales domésticos. Viajera, peregrina, no ha parado todavía
de sumar países, continentes, paisajes cambiantes, gentes y culturas memorables:
Ghana, Burkina Faso, Tanzania, Costa de Marfil, Suecia, Dinamarca, Rusia, EE.UU.,
Costa Rica, en donde vive su hermano,... En caravana, nos dice, “llegamos a
recorrer un mes de un verano más de 6000 kilómetros”. Pero, le preguntamos: ¿tu
ciudad preferida?: París. La mayor parte de su vida la ha pasado en Soria. Una
ciudad que le gusta, rica en actividades culturales, de las que no se pierde
casi ninguna. Habla con alegría y sencillez. Cuenta y no pararía. Sí, fue profesora
auxiliar en la EOI Central de Madrid, durante dos cursos (1963-1965), y uno
(1978-1979) en el Centro Asociado de ese mismo Centro de Soria. Y tradujo, en
1964, un libro (El trabajo) de Jean Ousset y Michel Creuzet. Su padre, nos
recuerda, “se sabía El Quijote casi de memoria, pero yo no he podido
terminarlo”. El suyo fue siempre: “El Principito”, de Antoine de Saint-Exupéry.
¿Por qué?, le preguntamos. “Porque transmite
muchos valores”. También “L´étranger” (El extranjero) de Camus. Y muchos otros.
Lo importante, para ella, son los valores. Los mismos seguramente que defendía su
parienta María Luisa Elío Bernal (Pamplona, 1926-México, 2009), a la que
Gabriel García Márquez dedicara su “Cien años de soledad”. No, nunca ha coincidido con ella, se lamenta. Le
decimos que, por lo que nosotros hemos leído, se parece mucho a ella. Y nos
anuncia, con orgullo, que, en el programa del próximo año de la UNED, figurará
su magnífica película autobiográfica “En el balcón vacío”. Y que será
presentada por su hijo Joaquín. Una visita verdaderamente emotiva e inolvidable.
Discreta, dueña de sus anhelos, Esther
Elío ha hecho de la Asistencia Social, como voluntaria, otro relato importante
de su vida. Le gustaría destacar su voluntariado en la cárcel de Soria,
dirigiendo semanalmente un taller de valores humanos. Cahors, la ciudad
francesa, suma otra etapa más de su experiencia vital. Animada por la profesora
Alberte Bergougnoux (Colegio “Notre Dame”), Esther Elío organizó intercambios escolares
(más de seiscientas alumnas y alumnos) durante veinte años. Militante
socialista, en fin, durante muchos años, formó parte de su Comisión de
Garantías, fue Secretaria de igualdad, y candidata en más de una ocasión.
Le pregunto, para terminar, si, como responde María Luisa Elío al periodista Víctor Núñez Jaime, (El País, 21 abril 2014), ella también disfruta de la soledad. La respuesta es un sí rotundo. Esa soledad activa, que tiene mucho de lucidez, “de gloria”, cuando se disfruta, como Esther Elío, durulense y soriana, todos los momentos de todos los días, con respeto y discreción.
Esther Vallejo de Miguel
Profesora
Maestra, licenciada en
Filología Hispánica, profesora de Bachillerato, Gobernadora y Subdelegada del
Gobierno en Segovia y Senadora por Soria, Esther Vallejo de Miguel (San Andrés
de Cameros-La Rioja-, 1944) es una mujer con personalidad, que cree en la
libertad de las personas, rechaza los adoctrinamientos y busca la mejora de los
individuos y de la sociedad. Discreta, su vocación por la enseñanza iba siempre
unida a su apoyo a todas las manifestaciones que enriquezcan la cultura y el
conocimiento.
Cuando tenía un año, su
familia se trasladó a Aranda de Duero. A su padre, Francisco, un tanto filósofo
y celador de telégrafos, le gustaba la naturaleza y, sobre todo, la apicultura.
San Esteban de Gormaz fue el siguiente destino, hasta afincarse en Valdealvillo
(Soria). En su escuela Esther inició su larga carrera de aprendizaje. Era
aplicada, nos dice. ¿Sabes por qué?, nos pregunta. La respuesta la da ella:
éramos una familia humilde.
Esther tiene un hermano,
Alfredo, dos hijos y dos nietos, Blanca y Pablo. Es una mujer sencilla,
práctica, que no necesita mandar, que comprende lo popular como algo
consustancial con cada pueblo. Así, en Segovia defendió el encierro en el
barrio de San Lorenzo, tras el compromiso de las peñas de garantizar la
seguridad del vallado. Un ramo de flores selló su apuesta por la tradición y la
modernidad.
Esther Vallejo se siente
soriana, “camerana”, de la tierra en la que un año, en febrero, nevó todos los
días. Un día su padre se adentró en la sierra, con raquetas, en busca de un
compañero. Hubo que ir a buscarlos, y los encontraron casi congelados.
Su madre era una mujer
sencilla, a la que le gustaba coser. Gobernaba la casa con paciencia y con
inteligencia.
El bachillerato lo hizo
en el Instituto Machado, a quien profesa tanta admiración como a Gerardo Diego,
del que recopiló su poesía soriana en su libro “Soria sucedida”. Publicó un
libro antológico de 60 poetas que habían escrito sobre Soria. El Magisterio lo
terminó también en Soria. Aprobó las oposiciones a magisterio en Barcelona. Su
marido, Eusebio Mínguez, que había nacido en Valdealvillo, se encontraba
estudiando en la ciudad condal y ella prosiguió, gracias a una beca, sus
estudios de Filología Hispánica. Barcelona era una ciudad abierta, cosmopolita
y tenía una vida intelectual muy intensa. A sus 19 años, vivía, asegura, “como
un hombre”. Trabajó por aquel entonces en la Academia Santa Teresa. Luego
estuvo un año en Murcia y tres en Puigcerdá, donde solía esquiar y pasar a
Francia. Allí aprobó las oposiciones a profesora de bachillerato. Su primer
destino, como agregada de bachillerato, fue Santo Domingo de la Calzada, antes
de obtener la plaza del IES Castilla (1980-2000), del que fue directora. Durante
todo este tiempo su marido fue catedrático de latín en el Instituto Machado. La
conciencia ha sido su guía toda la vida. Junto con su marido y otros compañeros
organizó el sindicato CSIF-Educación de Soria, del que fue representante en la
Junta de Personal.
De sus cuatro años en
Segovia y ocho en el Senado le queda una buena relación con todo el mundo.
Segovia, afirma, tiene una vida cultural muy rica.
De su paso por el Senado
habla muy bien de dos personajes conocidos: Pilar del Castillo y Jordi Sevilla.
Sus lecturas tienen
siempre mucho que ver con el poso humano y ético. Su preferencia va para la
novela rusa: “Amo y criado” de Tolstoi. Su último libro leído se titula
“Literatura y disidencia: de Mayakovski a Soljenitsin”, del escritor rumano Vintila
Horia. ¿Una película? El doctor Zhivago. Le gusta viajar y ha visitado Moscú,
San Petersburgo y su grandioso museo del Hermitage. Su ciudad sería Praga. Y también
París.
Actualmente sigue dando
clases de distinta temática, para personas mayores, en los “Centros de Cultura
Popular”.
Soriana, destaca a
Valdealvillo en la provincia. Y en la capital las riberas del Duero, Santo
Domingo y San Juan de Rabanera, donde se casó.
Sus personajes: el
soriano Julián Sanz del Río, difusor del krausismo en España y todos los
sorianos y sorianas.
Eva Caballero Peláez
Gestora cultural y actriz
Nacida en Soria en
1978, Eva Caballero Peláez tiene dos hermanos: Carmen y Pablo. Su padre, Pablo
también, nació en Ontalvilla de Valcorba. Su madre, Carmen, es originaria de
Cervera del Río Alhama (La Rioja). Eva estudió en las Escolapias hasta 3º de
BUP, terminando el COU en el IES Castilla. No era de grandes notas, nos dice.
Le gustaban sobre todo las asignaturas creativas: música, dibujo y plástica.
Pero también las matemáticas, añade. Tras los dos primeros cursos de
Empresariales en la UNED de Soria, se trasladó a la Complutense de Madrid para
completar su formación con cuatro años de Administración y Dirección de
Empresas. Pero ella quería ser actriz. De manera que, a sus 23 años, cogió el
avión y se plantó en Dublin, para estudiar teatro en The Gaiety School of
Acting. No conocía el inglés, pero, poco a poco, mientras trabajaba como
dependienta en una tienda de ropa, camarera, administrativa, fue aprendiendo y
practicando.
Al terminar los cursos allí, junto
con un director y alumnos de la escuela,
pusieron en escena, en el parque de St. Stephen's Green, y casi
diariamente durante un mes,la alocada versión del clásico de Shakespeare “A
Midsummer Night's Dream”. También tuvo experiencias teatrales con gente
española. Nos cuenta que montaron en castellano, con subtítulos en inglés, una
obra titulada “Divorciadas evangélicas y vegetarianas”, que estrenaron en un
pub de la capital irlandesa. Le gustaba la vida cotidiana de la capital irlandesa,
parecía, nos comenta, a la soriana.
De regreso a Madrid, siguió
estudiando teatro en el Espacio Guindalera, situado en el barrio de Salamanca,
cogestionando a continuación un espacio teatral, y
fundando después, junto con Ángel Malaga, el Espacio Labruc, en donde,
durante tres años y medio, mostraron y crearon piezas de teatro contemporáneo,
de vanguardia, y performance, en la Calle La Palma en pleno barrio de Malasaña.
A su cierre -vivido por ella como
un final de etapa -, continuó con el mismo afán en la Interacting Theatre
Company, junto al Manzanares.
Gestionar, innovar, abrir nuevos
caminos sin pausa y con ilusión fueron siempre sus señas de identidad. Como
explica en el programa del “Festival entre Pinares”, organizado por ella misma
en Navaleno, su objetivo es ahora el de “llevar arte y cultura a los pueblos;
crear un espacio de convivencia entre la cultural tradicional y la actual”.
Soria, afirma, “es un nido a
explorar dentro de la gestión cultural”. Así,
tras crear su propia empresa, “Creando
por Soria”, va aportando su experiencia creativa en proyectos como “VI Festival Soria Clásica”, “Rural Experimenta” y “III Foro sobre cultura y Ruralidad”. El próximo: las “Residencias artísticas”. Una
beca, patrocinada por ella misma, para tres personas que desarrollen
actividades artísticas, durante un mes, en un pueblo de Soria.
Practicante de yoga,
adora los largos paseos junto al Duero, el Alto de la Dehesa, El Mirón,... Atrevida,
aventurera, un tanto supersticiosa, nos dice que sus números preferidos son el 3, el 7 y el 11, y el rojo, pasión, su color. Le gustaría conocer Japón,
nos comenta, por su zen, su tranquilidad, su exotismo, tras haber viajado ya a Cabo
Verde, Cuba o Italia. Admiradora de Almodovar, destaca
su Mujeres al borde un ataque de nervios, y dos películas más: Beautifull Girls
(1996), Smoking Room (2002). Entre sus autores favoritos cita los nombres de
Angélica Liddell, Rodrigo García, Marina Abramovic, Tirso de Molina y Shakespeare. Le gusta asistir a festivales de música y nombra a grupos
como Arcade Fire (Ready to stant), Standstill (Adelante Bonaparte), La Bien
Querida y Love of Lesbian, y al cantante Andrés Calamaro. Soria,
nos asegura, “tiene mucha vida”. Crear, por Soria, forma parte a partir de
ahora de sus objetivos más sentidos e inmediatos. No le falta experiencia. La
suerte la tiene merecida.
Eva
Lavilla Rey, Laura Hernández Marín
Javier Martínez Romera, Javier Arribas Pérez
Proyecto 1585
Aunar
conocimiento y capacidad se demuestra indispensable a la hora de conseguir, con
trabajo y dedicación, objetivos tan sorprendentes como la recreación (Proyecto
1585) de la antigua iglesia del Espíritu Santo del Colegio de los Jesuitas, hoy
Instituto Antonio Machado. El equipo ha estado formado por cuatro de sus
profesores: Javier Arribas Pérez,
Laura Hernández Marín, Eva Lavilla Rey
y Javier Martínez Romera.
Eva (Zaragoza, 1973), profesora de Historia, madre
de una niña de 12 años, de nombre Violeta, que pronto comenzará la ESO, realizó
todos sus estudios en Zaragoza. Sus padres, Jesús y María Pilar, nacieron,
respectivamente, en Valdehorna, cerca de Daroca, y San Vicente, pedanía de
Caldearenas (Huesca). Siempre, nos dice, ha estado asociada a grupos de trabajo
y proyectos de investigación (“Emocionarte”, “Custodios de la Historia”, …). Le
gusta enseñar, le apasionan los retos, la igualdad, servir y colaborar. Coordinadora
de igualdad del Centro y delegada sindical, su tarea ha consistido en
documentar artísticamente el estilo y la apariencia de la iglesia.
Laura (Soria, 1988), profesora de Tecnología y
Dibujo, se formó en el IES Antonio Machado y en la Escuela Técnica Superior de
Arquitectura de la UVA. Del Instituto recuerda a Apolinar, su profesor de dibujo,
y a Inés, su profesora de Tecnología. Enseñar, asegura, le aporta “energía y
aprendizaje constante.” Sus padres, Antonio y Mª Amparo, nacieron en El Royo y
Soria. Nos habla de su hijo Alen y de su implicación decidida en este proyecto,
trabajando con ganas en estudiar las diferentes hipótesis, dibujar los planos y
modelar la iglesia en 3D. A las dos les gusta viajar. Laura
destaca París, “por su arquitectura, estética y sabor”, las pirámides de
Chichén Itzá, Granada,… Entre sus preferencias, la canción “Marea”, la película
“El indomable Will Hunting” y la literatura fantástica. Eva busca en sus viajes
reconocer lugares, obras estudiadas y comprender mejor cualquier cultura. Roma
y el Panteón de Agripa, Madrid, y la escultura “Julia” de Plensa son ciudades y
obras que le emocionan. El tipo de lecturas varía “según la época de mi vida”,
nos comenta, Alterna ficción con ensayo. “En este momento leo un libro sobre el
Paris de entreguerras, “La otra mitad de Paris” de G. Scaraffia y otro sobre
Rusia, “El mago del Kremlin” de Giuliano da Empoli.” Su disco: “El Madrileño”
de C. Tangana, aunque últimamente escucha bastante a Guitarricadelafuente, y su
película, “Blade Runner”. Eva y Laura coinciden en que “los cuatro integrantes
del Proyecto hemos trabajado de forma conjunta y coordinada aprendiendo unos de
otros.” Su objetivo colectivo: “dar
luz al increíble patrimonio olvidado de Soria.”
Javier
M. Romera, del Departamento de Historia, ha aportado paciencia, rigor en los datos y esa pizca de pragmatismo y talante
positivo que le caracteriza siempre. Javier Arribas, del Departamento de
Plástica, ha contribuido a “recuperar el recuerdo” de esta iglesia sumando sus
probadas cualidades de “generador de contenidos artísticos” a su capacidad -como
nos dijo una vez en esta misma página- “de visualizar lo ocurrido”.
Y
así, a partir de pequeños detalles, de una trampilla sospechosa, de unos
accesos camuflados, este grupo de investigadoras e investigadores ha ido hilvanando,
paso a paso, un proyecto innovador, de gran categoría y de muy largo recorrido.
¡Enhorabuena!
Eva Muñoz Herrero
Diputada Provincial
Antes de pasar el fuego el Día de las Ánimas “nos
animamos entre nosotros”, comenta Eva Muñoz (Seesen, Hannover, 1974). La
primera vez tuvo miedo. Ahora, no. Mi paso, nos explica, “es el de paseo, y
nunca me he quemado. Son segundos en los que mi cabeza vive sensaciones de poderío
y soledad. El cuerpo lo acusa después durante unos días.” Su participación, nos
dice, forma parte de un compromiso sentido con la cultura soriana.
Dos meses tardó en llegar a Covaleda, recién nacida,
con su madre y los apellidos de su tutor y tío. Eran aquellos tiempos. Sus
padres, Rosa y Dionisio, trabajaban juntos en una conservera de la ciudad
alemana y se casaron en 1975 en la iglesia de Covaleda. Él había nacido en el
Barrio del Cristo de Palencia y ella en la calle Peña Pico de Covaleda.
Eva tiene tres hermanos, Dionisio, Quique y Julio, y
dos hijos, Rosa, alumna del IES Antonio Machado, y Álvaro, del Trilema. Alberto,
su marido, agricultor, es alcalde de Retortillo desde hace treinta y un años.
Se conocieron cuando Eva fue a abrir en 2003, primero como auxiliar y luego
como supervisora, la residencia de ancianos “Virgen del Prado”. Más tarde
dirigió la de Santo Cristo de Atienza (Guadalajara).
Alumna del CEIP Manuela Peña y del IES Picos de
Urbión, aprobó la selectividad, se matriculó en Psicología (UNED) y se diplomó
finalmente como auxiliar de clínica y técnica de emergencias sanitarias en el
Politécnico. Nos habla de los años de crianza de sus hijos, de Inés San Juan, de
las amigas y la hermana de su madre, de su abuelo Julio, albañil, y de su
abuela Petronila, ya con 94 años, pilar fundamental de su vida, que la animaba
siempre con refranes antiguos: “Por pequeño que sea un poste, nunca se ha caído
una casa.” Desde 2019 es concejala de Covaleda y Diputada de Servicios Sociales
de la Diputación. Ha trabajado en la Cruz Roja, Hospital, y, en sus años de
residencia en Burgos, en paliativos y cirugía del Hospital San Juan de Dios. La
cultura de la muerte, confiesa, le llama poderosamente la atención.
Comenzó a colaborar en el Día de las Ánimas en 2015
poniendo su casa a disposición del actor Ramón Langa, invitado a leer la
leyenda del Monte de las Ánimas de Bécquer. El Festival, propio de Soria, lo
asocia ella con la Fiesta de Samain de Tiermes. Desde entonces, sigue
colaborando como una Cicerone con entusiasmo y disponibilidad. Este año acogerá
a Nuria Mediavilla y pasará el fuego, una manera, insiste, “de autoafirmarme,
trascender, un regalo.” La cabeza vence al fuego, asegura. Comentamos muchas
más cosas durante largo rato. El sufrimiento es peor que la muerte, asevera. Eso
mismo pensaba André Malraux (La condición humana), le decimos.
Optimista, trabajadora, géminis, feliz, conoce todas
o casi todas las iglesias de la provincia. Encuentra, en su interior, un espacio
de paz y de espiritualidad. De su pueblo destaca el Campamento, Peña Pico, el
otoño, el Urbión, tan cerca del cielo. Y Antonio Machado, Michelle Jenner,
James Dean, como personajes, México, por el culto a los muertos, París, por ser
una ciudad especial, la canción “Il mondo”, interpretada por Jimmy Fontana, La
M.O.D.A, todas las expresiones del arte, todos los idiomas, Obama, Clara
Campoamor,… Siempre le ha gustado escribir. Y las patatas a la importancia y el
arroz con leche. Supersticiosa, el 2 y el 12, el morado y el miércoles son sus
números, su color y su día de la semana. Su lema: “Creo en un/un mundo mejor”. Suerte.
Fátima Reglero Heras
Jurada y diseñadora
Ayudanta
de cocina en el Hospital Santa Bárbara, propietaria de la tienda REGALOS, en la
calle Fueros de Soria, con la ayuda de Begoña, su madre, Fátima Reglero Heras,
Jurada de la Cuadrilla de Santiago, es además biznieta de Marcelo Reglero
Pérez, Jurado de “Santiago y Las Casas” en 1917, administrador, director,
propietario de “El Porvenir Castellano”, fundado en julio de 1912 por un grupo
de intelectuales de la época, entre los cuales se encontraba Antonio Machado. A
mis padres, nos dice, “les hacía mucha ilusión que fuera yo este año”.
Fátima
Reglero nació en Soria, en la calle San Pedro de Osma, en 1983. Alumna de las
Escolapias (Primaria y EGB), acabó un módulo de “Arte Final” en la Escuela de
Arte. Su vocación, sin duda, el diseño personalizado: papelería, invitaciones,...
Para bodas, comuniones, etc. Al gusto de sus clientas, siempre exigentes, a las
que ella aporta su profesionalidad y buen gusto, aprendido en su familia de
impresores, y periodistas como su prima, Verónica Reglero. Como le dice su
marido: “El mundo boda”. Cordial, segura de sí misma, atrevida, ser Jurada para
ella es una aventura ilusionante. Responsable, generosa, por otra parte, controla
toda la fiesta con seguridad y absoluta dedicación. Comentamos la problemática
de las cuadrillas, pero no insiste demasiado. Prefiere hablar de la caldera que
Raúl Romero y Rubén Hernández tienen ya preparada. Del santo que, según nos
asegura, “tiene que llevar gallina”. De sus Cuatros, Raúl Larrad, Rebeca de
Pablo, Raúl Hernández y Alberto Heras, que portarán al Santo y la ayudan en
todo. Sanjuanera desde niña, le encanta la Saca, pero, confiesa: “me da mucho
miedo”. ¿El Viernes de Toros?: “El día que mi marido se va de fiesta y yo me
quedo con la niña.” Para el Sábado Agés ya tiene a sus subastadores: Eduardo
Soria, y Ernesto López, Suso Seca Gil, Sergio de Miguel, del grupo “Soria
Olímpica”. Siempre ha desfilado en el Domingo de Calderas con su Peña “El
Cuadro”. Le preguntamos, curiosos, por el vestido que lucirá ese día. “Será
cómodo” nos informa. ¿El Lunes de Bailas, el “Adiós, Adiós San Juan”? Nos mira y resume:
“Llorará el Jurado.” La experiencia, asegura, ha sido maravillosa. Ha
disfrutado, ha honrado a su barrio, al Santo, a su bisabuelo Marcelo, regente,
entonces, del Teatro Principal, promotor de la Escuela de Artes,… ¡Misión
cumplida! Dispuesta como él a toda clase de compromisos, seguirá diseñando el
cartel de la Operación Bocata de Manos Unidas. Entre sus premios, el Concurso, en
dos ocasiones, de la Semana Santa soriana. Ahora no participa. Su padre, José
Reglero, Hermano Mayor de las Cofradías de Soria, no la deja. Honestidad
machadiana. El nombre de Antonio Machado sigue presente en los recuerdos de su
familia. El último: la foto del homenaje de 1932. Su abuela, Encarnación Sanz,
está justo detrás del poeta.
San
Saturio es su lugar preferido de Soria. Numantina, estuvo en Barcelona en 1996,
y su hija, con cuatro años, ya es socia. Nada supersticiosa, el toro de su
cuadrilla, “Profesor”, lleva el número 77, se casó en San Juan de Rabanera en
2007, un siete de julio, a las 17,00 horas, con el Jurado, Benjamín Aragüés
Alonso, llevando un ramo de 7 rosas, las mismas que llevaba el día del Catapán,
y las del centro del Sábado Agés. Lee la prensa, las noticias de Soria. Sigue
las redes sociales. Y le gusta escribir. Lo apunta todo en sus particulares agendas
temáticas. ¿Un cantante? Antonio Flores: “No dudaría”. Y una película: “Primos”.
No ha viajado mucho, pero conoce Portugal e Italia, Roma, adonde, en el año 2000,
fue a ver al Papa Juan Pablo II. Eran sus años de catequista. Si tuviera que
volver, sería a Venecia.
Fátima
Reglero Heras se despide. El local de su cuadrilla ha sido un homenaje a las
fiestas y a su bisabuelo. A los vecinos y vecinas del Calaverón, y a todas las
personas que, desde el mes de abril, han colaborado y disfrutado con ella en
perfecta armonía. Seguro que dentro de cien años otra Reglero seguirá la
tradición. ¡Feliz fin de Fiestas!
Fermín
Manuel Sanz López
Alguacil
Fermín
Manuel Sanz (Soria, 1957) y Gerardo Fernández (Libran, Toreno, 1953), presidente
y Vicepresidente de la Peña Barcelonista Soriana (1992-2022), nos reciben en su
sede, repleta de trofeos y fotografías, del Paseo de Valobos. Sabios y llenos
de vitalidad, seguirán colaborando, junto a socios y directiva, con las Fundaciones
Samuel Eto´o y Sor Lucía Caram, Aspace, Alcer, AECC, Banco de Alimentos,
UNICEF, etc. Durante la pandemia, recuerda Gerardo, “lo hicimos junto a las
peñas del Atlético de Madrid y Real Madrid para comprar mascarillas, guantes,
etc., que donamos a la Seguridad Social.”
El
padre de Manolo, Fermín, nació en Morón de Almazán y trabajó en la construcción
y Panesa. Pedro, el de Gerardo, lo hizo en el campo y en la mina. Las dos
madres, Francisca, de Úbeda, y Josefa, berciana -que cumplió 103 años-,
tuvieron cada una ocho hijos. Manolo estudió en La Arboleda, Sagrado Corazón y
Casa de la Tierra. Tenía buena memoria, pero no le gustaban las matemáticas. Fue
pastelero, empleado de Persianas Siscart, construcción, cementerio de Soria y
ahora en Fuentelsaz, el pueblo de Azucena, su mujer, como alguacilillo. Gerardo
aprovechó bien sus estudios y trabajó como delineante en Talleres Santamaría y Telefónica.
Optimista
y gran conversador, nos cuenta Manolo sus avatares con la salud y el viaje
terapéutico en un barco, construido en Aldealafuente por David Wagner, que
emprendieron él mismo, Tomás, David, su nieto, y una furgoneta de apoyo, desde
el Soto Playa hasta Oporto en 23 días. Recuerdan a Eduardo Jesús, hermano de
Manolo, presidente entre 1996 y 2015. Y a José Luís Sanz Pacheco, fundador y
presidente entre 1991 y1996. Tanto entusiasmo colectivo fue reconocido en 2017
por la Asociación de la Prensa Deportiva soriana.
Manolo
no concibe esta vida sin la música. Tiene miles de fotografías de Soria y
provincia. Participa en La Saturiada, es hermano de la Cofradía del Santo
Entierro, socio del Bullicio y lector de Antonio Machado y José Mª Martínez
Laseca. Nos enseña fotos de su visita a la tumba de Machado para hermanarse con
la Peña BARÇA de Collioure. Gerardo ha tenido dos hermanos y una tía en
Cormeilles (Francia). Sus hijos, Pedro José y Alfredo, son técnico de
telecomunicaciones e informático. Su nieto, Yeray, de dos años, es la alegría
de la familia. Nos cuenta que llegó a Soria un 6 de enero, cumpleaños de su
mujer. Tenía billete para Barcelona, pero su hermano Gabriel le comunicó que podría
haber una plaza para él en Tamesa. “Cambié el billete y me vine”, recuerda. Lee
textos formativos, le gustan las comedias de entretenimiento, ha pintado
dibujos, admira a Mandela, y le encanta el caldo gallego y el botillo del
Bierzo. Su número, el 8. El 7 y el 57 los de Manolo. La paella y los dulces.
Siete veces, nos dice, vio la película Fuenteovejuna en el Avenida. Sus
personajes: Carmen, su hermana, su mujer y su hija Lorena, auxiliar en la
Residencia de los Royales, a quien cantó, durante su boda, “Yo primero la amé”,
con letra escrita por él, música, interpretación y grabación conocida del
mexicano Gilbert Gless.
Para
terminar, Manolo insiste en destacar la inigualable mantequilla dulce de Soria.
Por supuesto. Nosotros les preguntamos por un lugar de Soria. San Saturio nos
responden los dos. Juntos, como siempre, Manolo y Gerardo, además de buenos
barcelonistas son amables, acogedores, generosos y solidarios. Muchas gracias. ¡Enhorabuena!
FIDEL LLORENTE ROMERA
Habilidad, estilo, pasión, son
algunos de los rasgos más destacados en Fidel Llorente, con el que compartimos mantel
en el restaurante Santo Domingo II. Seguro de sí mismo, en gestos y en palabras,
su discurso se extiende y profundiza. Cualidades que le han servido para ser un
buen profesor, y, desde hace un tiempo, el mejor pintor de su alma. Aunque, como
dice él: “podría haber hecho cualquier otra cosa”. Su capacidad intelectual
lucha muchas veces, lo confiesa, con sus propias facultades físicas. Pero esto no
es nunca un impedimento si, como ocurrió en la reciente exposición en el IES
Antonio Machado, la gente le motiva y transmite “buenos y generosos mensajes”;
y las preguntas están cargadas de sensibilidad.
Nacido en Soria (1949), el Sagrado
Corazón, los Franciscanos, el Patronato fueron sus primeros colegios. Cuando
aprobó “ingreso” (plan de educación 1953), se matriculó en primero de
bachillerato (1959-1960) en el Instituto Antonio Machado, pero, tras el
accidente, no le autorizaron a examinarse.
Así que aprovechó los cinco años siguientes
(Soria, Madrid, Gijón), y volvió de nuevo a los Franciscanos, gracias a la
gente buena de siempre, y, con 22 años, aprobó el COU, el CUS, Filosofía y
Letras, “porque era lo que había”, terminó su carrera en Zaragoza, y trabajó
posteriormente en la enseñanza durante 35 años. Mis alumnos me querían, comenta.
Y afirma: “Si volviera a comenzar, sería profesor.” Se acuerda del apoyo de
Juan José Lucas, pero también de algunas situaciones complejas.
Fidel Llorente es el mayor de seis
hermanos. Su padre, nos dice, era muy trabajador. Y su madre muy hábil para
meter hombros, trabajar tendones, curar muñecas,.... Le digo que lo mismo hacía
mi abuela. Su mujer, una vez jubilado, le animó a pintar. Los primeros días en
la Escuela de Adultos era el personaje. Al quinto, uno más para todos. Sí, nos
dice, yo ya sabía dibujar. “Mi madre me decía que tenía estilo.” Pintar con
trazos gruesos, luminosos, rápidos, utilizando colores llamativos (amarillo
femenino, azul espiritual, rojo pasión). En homenaje, seguramente, Vasili
Kandinski, su pintor de referencia. Al principio dedicaba a la pintura seis,
siete horas diarias. Podría pintar, añade, cualquier cosa, y de cualquier
estilo: impresionismo, abstracción, vanguardia,… Confiesa que ha terminado unos
200 cuadros (naturaleza, paisaje, arte figurativo), que algunos los hace en
horas, y que la pintura le aporta paz interior, y, sobre todo, libertad. Con
mayúsculas.
“Lo tengo todo en la mente”, asegura.
Es su motor y su fuerte. Como en el aula: ni un libro; todo en la cabeza. Para
pintar le bastaron dos reglas de Juan Pumareta, profesor en el Instituto. Ahora
le faltan otras dos para poder dibujar el alma de los rostros. Está deseando. Porque
la pintura se ha convertido para Fidel en la expresión de su fuerza. Una
ambición modesta, que aspira, si cabe, a llegar más alto, y a un mayor disfrute.
Y después de la pintura, le preguntamos: “escribir mis memorias; escribir un cuento.”
Lo dice en serio. Y lo hará: estudió durante cuatro años escribiendo con la
boca.
Luchador, triunfador, Fidel Llorente suma
modestia y firmeza; discreción y atención. Y así pasó por todos los centros de
enseñanza en los que estuvo. Y así pasa por la pintura. Y, después, por la
escritura. “Escribiendo soy más valiente”, concluye.
No tiene correo electrónico. Ni lo
necesita. Tampoco teléfono. Ve poco la televisión. ¿Leer? Sí, salvo poesía, con
las hojas del libro bien abiertas.
Urbanita, no se olvida de su huerto
en Villaverde del Monte, ni de la soledad buscada en sus largos y diarios
paseos por el Duero, el Mirón, el Castillo, Los Royales,... Soria, afirma con
orgullo, es una ciudad hermosa. Le gusta el Mercado nuevo y todo lo que se
moderniza. Hombre positivo siempre, sigue
reforzando su habilidad y su fortaleza para encontrar metas que refuercen su
compromiso con la historia, agradecido por encontrar en ella paz y
respeto. .
Francisca Diestro Ortega
Restauradora
Francisca
Diestro, tercera de nueve hermanos, nació en Baracaldo, Vizcaya, en 1970. Nunca
se aburrían en casa, nos comenta, y siempre permanecieron unidos. Su padre,
Adolfo, extremeño, era pintor de brocha gorda. Recuerda a su abuela ayudando a
su madre, Francisca, de Osma. Y sus canciones, sus historias, sus refranes.
Gente sencilla, afable y generosa.
Su
primer colegio fue el de Zuazo, Baracaldo. El segundo: San Vicente de Paul, en
El Burgo de Osma. El bachillerato lo haría en el IES Santa Catalina. Buena
estudiante, eligió Bellas Artes, en Lejona, porque le atraía ese mundo. Un día,
nos cuenta, “acompañé a una amiga al aula de Restauración y, maravillada, supe
de inmediato que mi futuro estaba ahí”.
Nada
más acabar la carrera, comenzó a trabajar para la Diócesis de Osma-Soria y, a
partir de 2002, en su Taller Diocesano de Restauración de la calle Pradillo. Un
lugar –así lo sentimos nosotros- lleno de encanto, arte y buena acogida.
Profesora de Historia del Arte y Educación Plástica y Visual en el Seminario, Francisca
Diestro ha impartido numerosos cursos de restauración, ha dirigido el taller de
Empleo Domus Artis y ha participado en el Proyecto Soria Románica. Tiene
publicados interesantes artículos en distintas revistas y mantiene una sección
fija en “Iglesia en Soria”.
Orgullosa
de todos sus trabajos, el primero fue el retablo de la Virgen del Carmen de El
Burgo de Osma. Desde entonces, ha participado en la restauración de imágenes, bienes
muebles y retablos, tanto en Soria capital como en Duruelo, Borovia, Tarancueña,
Valdegeña, Utrilla, Aldealices,... Ahora mismo, en Layna. Para ella, cada pieza
constituye una obra de arte única e irrepetible.
Le
fascina intervenir materialmente en ellas. Valorar su calidad estética y
artística, su espiritualidad, la fe de quienes la encargaron y disfrutaron, las
plegarias y oraciones que inspiraron. Contribuir a su conservación, confiesa, “es
indescriptible para mí”. Un trabajo de carácter científico, sostiene, que
requiere un conocimiento exhaustivo del contexto de cada pieza: ubicación,
causas del deterioro, documentación,... Y, al final, una explicación precisa,
para mantener así la necesaria relación entre pieza, trabajo y gente.
A Francisca le gusta leer libros de arte, historia, restauración y novela de misterio. Su autor: A. Pérez
Reverte. Su libro: “El nombre de la rosa” de Umberto Eco. El último: “La cara
norte del corazón” de Dolores Redondo. Del cine, el director Tim Burton, porque
sabe crear un universo de ficción muy personal, y todo lo que no sea terror o
violencia. Y la música de los Héroes del Silencio, La Unión o Amaral, toda la
que pueda cantar y escuchar (boleros, música clásica, Candeal,…) y la que le
ponen sus hijas, Gema y María: Pablo Alborán, Leiva, Marlon y LA MODA.
Catequista, forma parte de la Asociación Musical de Amigos de El
Burgo de Osma y de la ASPC. Disfruta de los paseos hacia la Güera, practica la
natación, y ya ha hecho la primera etapa del Camino de Santiago con Goyo, su
marido. El paisaje soriano, nos dice, es variado y está lleno de contrastes
sorprendentes. Vasca de nacimiento, Soria es su casa, el lugar en el que está su
familia y la tierra que le ha permitido trabajar en lo que le apasiona. Agradecida,
quiere
“seguir restaurando el patrimonio soriano, dar a conocer su valor, para que se
cuide, aprecie y disfrute”. Un proyecto generoso e ilusionante que le honra.
Compromiso de garantía.
1970
Francisco
Javier Hernández Sáez forma parte de una generación que llegó tarde a la Transición
y pronto quizás a la gran revolución virtual. Diseñador gráfico, técnico de
radio, compositor de música, Javi Hernández nació en Soria, en 1970, en la clínica
“18 de Julio”, situada a escasos metros de su casa de la calle Cortes. El
Sagrado Corazón y Los Escolapios fueron sus primeros colegios. Del segundo
recuerda la figura del Padre Félix, enamorado de las matemáticas, y uno de los pioneros
de la informática en la enseñanza soriana. El Instituto Castilla, en su segundo año mixto, inició
su etapa de bachillerato. De allí pasó al Instituto Virgen del Espino, terminó
el bachillerato nocturno en Logroño, y los Grados medio y superior de diseño
gráfico en la Escuela de Artes de Soria. Su trayectoria profesional la inició
en la empresa “Órbita”. De ahí pasó a la SER, como publicista y, finalmente, como
técnico de sonido. Fue en esa última etapa cuando lo conocimos nosotros al otro
lado del cristal. Cordial, discreto, entraba rápidamente en conversación. Le
gustaba, y le gusta, profundizar, escuchar y saber. Pero, por encima de todo,
crear. Su gran meta. Innovar. Alguien, nos dice, “que, por instinto, quiere
adaptarse, optimizar los recursos, los procesos.” El motor para conseguirlo: la
curiosidad. Con espíritu de emprendedor: “porque asume los riesgos.”
Francisco
Javier no lo tuvo todo. La Dehesa, nos cuenta, fue siempre un espacio fundamental:
“donde me crié, y donde crecí.” Allí estaban los amigos, el espacio común, la
Soria de cada día. Inquieto, encontró en la música, en la guitarra española, primero,
en la eléctrica, el bajo, un complemento a su trabajo, y una manera de pronunciarse y ganarse unas
pesetas. Recuerda sus dos años recorriendo los pueblos de España (Castro
Urdiales, por ejemplo, frente al mar), con la Orquesta “Ultima hora”. Pero no
se olvida de “Amapola”, un grupo de fin
de semana (bodas, actuaciones en pequeños pueblos,,,,) en el que estaba también
Adolfo Sainz. Pero el rock fue siempre su género. Y sus grupos: “Sol Negro”,
“Pangea”,... De esa afición, convertida en profesión ocasional, surgió la idea de
editar y publicar un disco con el grupo “DERIVA”. Le costó año y medio. Lo
hizo, ayudado por Carlos Rubio, intentando conjugar “armonías diferentes dentro de la misma
canción”. Pero mereció la pena el esfuerzo. Se titula “Eclepsys”, y contiene 16
canciones instrumentales que hablan de sus preocupaciones, y, seguramente, de las
de su generación: “Estrella del Este” (mezcla de rock occidental y oriental),
“La fábrica y la Flor”, “Babel”, “Tras llover”, “Es por ti”, “Vía muerta”, “El
laberinto”. Un trabajo magnífico.
Ecléctico,
como su disco, piensa, como el maestro Falla, que la música “no se hace,
ni debe jamás hacerse para que se comprenda, sino para que se sienta.”
Pariente
de Francisco García Rubio, tío de su padre, autor de la música de las
Sanjuaneras, su fuente de inspiración es, sobre todo, la melancolía. ¿Cómo
compusiste los temas del disco?, le preguntamos. Su respuesta es toda una
lección sobre la fusión armónica de los sonidos con el tiempo, las dudas y las certezas,
y, por supuesto, los contextos. Toda una
teoría de la composición musical, pues, como manifestó André Malraux: “Nuestra única
unidad es la interrogación.”
Romántico,
amigo directo, responsable, le gustan los retos. Los busca con ahínco y
discreción. Ahora, metido de lleno en la empresa GRAFICAL, que cumplirá el
próximo año 25 años de calidad, los objetivos continúan siendo los mismos:
cercanía, rigor y calidad. Porque la generación soriana de los 70, acompañada
siempre por su río Duero, sabe hacer las cosas. Y muy bien.
Tenaz,
Francisco Javier Hernández cree en la cultura de la pluralidad, en el mestizaje
de las ideas, y de los proyectos innovadores. Conciliador, condescendiente, sabe
que lo nuevo es “la suma de los días”, como escribió Isabel Allende. Que la
composición y el mensaje juntos viven
sus mejores días.
Gabriel Atienza Valero
Concertista y artesano
Licenciado en Oboe y Pedagogía del Oboe en el Conservatorio Superior de
Música de Navarra, Gabriel Atienza (Soria, 1990) perfeccionó sus conocimientos de
música antigua en Terni (Italia) y en la ESMUC de Barcelona, iniciando su carrera
profesional en 2015. Desde entonces es profesor de oboe, actividad que
compagina con su labor concertística.
Amante
de la historia, desde los nueve años se sintió atraído por la magia de la
música, su medio de vida y una manera de entenderla y compartirla. Una vocación
que ha contado siempre con el apoyo incondicional de sus padres, Antonio y Mª
Luisa, de Linares y Quintana Redonda, su hermana Sole, también músico, y de su
pareja, María Delso Verde, emprendedora, ilustradora y diseñadora gráfica.
En 2017, participó, como instrumentista de chirimía, en el concierto
inaugural del Festival de Órgano “Provincia de Palencia” junto al organista
Bruno Forst. Más tarde, en 2020, quedó finalista del Concurso Vídeos Música
Antigua de Xixón. Ha colaborado con diversas agrupaciones de música antigua: “Orchestra
Barocca della Accademia di Santa Cecilia de Roma”, “Coral de Cámara de Navarra”
o Ensembles Diletto Barocco y Renacentista de la Universidad de Murcia. Inspirándose
en su referente, Jordi Savall, en 2015 fundó junto a Alejandro Delgado el grupo
Stella Splendens, del que es su director musical y artístico, y con el
que ha estrenado los proyectos “Fernando el Católico”, “Lux in
tenebris”, “Quod dicitur Soria” y
“¡Santiago y libertad!”. Un sueño
hecho realidad y una manera, para él,
de “recuperar y transmitir el rico patrimonio inmaterial de los reinos
hispánicos.” Interpretar este
tipo de música, asegura, hace posible ser más sensible al trasfondo espiritual
y al momento para el que fueron compuestas. La respuesta del público siempre ha
sido maravillosa y agradecida, asegura.
Además, acaba de fundar, junto al flautista Moisés
Maroto, el grupo de música medieval Ensemble Arquivolta, con el
concierto “El décimo Alfonso”, en homenaje al Rey Sabio en el 800
aniversario de su nacimiento, que será estrenado en Soria el próximo mes.
Nos enseña sus preciosas maquetas construidas ex
novo en madera y/o cartón (edificios históricos grecolatinos y medievales,
veleros históricos), hechas por él mismo, y espadas, en aluminio y hierro,
manufacturadas con la inestimable ayuda de su padre. Una colección digna y
completa de un gran perfeccionista.
Gabriel ha visitado varios países y recorrido rutas
y regiones de España, tan diversas como ricas en patrimonio. Roma para él es
“la ciudad eterna; arte, historia y emoción.”
De España se queda con Toledo, Salamanca, Segovia,
Granada… De Soria, destaca todos los lugares relacionados con el padre Duero. De
la provincia, los lugares con castillo, río y soportales castellanos: Gormaz,
Ucero, Osma, Caracena, Berlanga... Motores todos que deberían de servir, a su
juicio, para dinamizar la economía de nuestra provincia.
A Gabriel le encanta la arquitectura y la escultura
griega y romana, la novela histórica, la fantástica y el ensayo. Le fascina, por
ejemplo, “Numancia” de José Luis Corral. Le apasionan, además de la música
clásica y la celta, las bandas sonoras de cine. Entre sus películas: La
trilogía de “El Señor de los Anillos”, “Star Wars”, “Master and Commander”, las
de comics… Hablamos largo rato de todos sus proyectos y ambiciones, que son
muchos y diversos. Todos ellos llenos de un profundo humanismo, entusiasmo y cultura.
Gerardo Fernández Arias
Jubilado
Goyo Sanz Gonzalo
Portavoz de Soria, ¡YA!
Lo más importante para Goyo Sanz (Soria,
1936), después de su familia, es Soria ¡YA!, plataforma a la que se sumó en
2002 y en la que sigue trabajando con discreción, fidelidad y compromiso.
Tenaz, pragmático, optimista siempre, estudió en el Sagrado Corazón con Sor
Concepción, La Arboleda e Instituto Antonio Machado. Terminado el bachillerato
elemental, opositó a banca y consiguió una plaza en el Banco Hispano Americano
de Madrid, trasladándose dos años después a la oficina de Soria. Nos cuenta
como anécdota que, antes de que aparecieran los bolígrafos, escribían con plumilla
y tenían dos tinteros: uno, de tinta azul, y otro de roja para los
descubiertos. La clientela era fiel y respetuosa; el trato serio y
personalizado.
A los 16 años aprendió a esquiar en
Piqueras. Desde entonces, y hasta los 82, no ha dejado de practicarlo en
España, los Alpes y las Rocosas. Su madre, María, era de Vinuesa; su padre,
Pedro, contable de profesión, fue secretario del Casino y murió cuando él tenía
11 años. Formaba parte de la rondalla “La Cumparsita” y era, como él, gran
amante de la fotografía y de la música. Nos dice que se siente casino, pues su
abuelo, Daniel Gonzalo, era natural de Las Casas, cuyos habitantes, hasta 1850,
fueron los encargados de traer a Soria las reses para el Viernes de Toros y, en
consecuencia, los precursores de la Fiesta de La Saca.
Con su mujer, Mercedes González,
profesora, ha recorrido más de 50 países, de los que destaca Alaska, China y
París como ciudad. Tienen dos hijas, Nuria y Laura, profesora y traductora
de inglés, en Soria y Barcelona respectivamente. Su espíritu inquieto, asegura,
“me hizo entrar en la Escuela de Aeromodelismo de Soria, con la que participé
en varias competiciones consiguiendo ser Campeón Nacional de Vuelo Libre en
1954.” Le faltaron solo 10 horas de vuelo, nos comenta, para conseguir el
título de Piloto Privado de Turismo en el Aero Club de Zaragoza. Secretario del
Centro Excursionista Soriano durante 20 años, la naturaleza y recorrer los
lugares más destacados de España, principalmente los Pirineos, han sido sus
grandes ilusiones.
Nos habla con orgullo de la nueva
generación de Soria ¡YA!”. Gente joven, afirma con orgullo, altruista y muy
formada. Es feliz compartiendo con ellos su empeño en conseguir para Soria la
mejora de la sanidad, el desarrollo de las comunicaciones y la conectividad en
el mundo rural. Nos recuerda, en ese sentido, la capacidad de movilización de
la Plataforma y su prestigio a nivel nacional. Recuerda mil anécdotas: el
recibimiento a Soraya Sáez de Santa María al son de la música de “Bienvenido,
míster Marshall” o la concentración de Madrid el 31 de marzo de 2019 con cerca
de 100 plataformas, que visibilizó y puso en valor la Revuelta de la España
Vaciada. Hablamos, en fin, de la autovía A-15, que nos unirá con Navarra y el
norte de España. Reconoce, en fin, la colaboración de empresarios, medios de
comunicación y población en general. Vinuesa con La Laguna Negra, Urbión y el
Cañón del Río Lobos son algunos de sus lugares predilectos. Entre sus
películas: “Memorias de África” y “La Misión”. Lee habitualmente: National
Geographic y Readers Digest. Pronto Soria ¡YA! editará el
nº 13 de La Numantrina, para conmemorar su 20 Aniversario. En ella, Goyo
Alonso, Luis Giménez y otros muchos ocuparán el espacio de honor que se
merecen. Toda una vida, la de Goyo Sanz, dedicada a su familia, al esquí y a
Soria ¡YA!
Gwendolyne Raveraud
Auxiliar administrativa
Gwendolyne
Raveraud nació en Saintes (Charente-Maritime) en 1992. Una ciudad tan grande como
Soria, que tiene un magnífico teatro romano y se extiende en el espacio como
todas las francesas. A los 4 años, sus padres se trasladaron a
Saint-Palais-sur-Mer (Nouvelle-Aquitaine), de unos 3.500 habitantes, a pocos
metros del Atlántico. Charlamos en su lengua. Nos cuenta que su padre,
Jean-Marie, es encargado de un almacén de distribución de botellas de gas, y su
madre, Christine, “assistante maternelle”. Tiene un hermano más pequeño, Josselin.
Estudiosa,
las notas no se correspondían, piensa ella, con su esfuerzo. La apreciación de sus profesores no variaba
nunca: “alumna seria, pero con algunas dificultades”. Cuando terminó el
bachillerato, optó por estudiar Derecho en la Universidad de La Rochelle, como
mejor opción para llegar a ser “gendarme”. Le atraía el derecho del mar, el del
medio ambiente, pero no dejaban de ser, subraya ella, asignaturas secundarias. Al
licenciarse, comenzó un máster de carrera jurídica, pero no lo acabó, pues se
vino a Soria como lectora de francés de su Escuela Oficial de Idiomas. El
español no era un idioma desconocido en su casa, pues su madre lo habla
perfectamente.
Desde
los 15 años, los veranos los pasa trabajando en Centros de Ocio, como monitora
de tiempo libre o como dependienta en una tienda de souvenirs. Le encanta el
contacto con la clientela y lo mismo le ocurre con los alumnos, en sus clases,
o cuando mantiene un debate que le aporte, tranquila, firme, y siempre segura
de sí misma.
Llegó
a Soria con toda la familia, salvo sus abuelos maternos, Yves y Mauricette, que
lo hicieron, como de costumbre, en su Camping-car. Genial es la palabra que utiliza
para calificar sus dos años de lectorado. Al tercero, trabajó unos días en una
tienda de móviles y, siete meses, en Martín
Martin, además de compartir alguna traducción institucional. Desde hace dos
años, forma parte de la plantilla de Cocinas
Método, de Ólvega, mientras sigue un curso on-line para profesora de lengua
extranjera. Echa de menos el mar, nos confiesa, pero prefiere la montaña.
En
Francia, practicaba el judo, la esgrima, la equitación,... De manera que no tardó
mucho tiempo en ponerse en contacto con El
Robledal (Golmayo), comprando, más tarde, un caballo, de nombre Osado, al que habla siempre en francés,
ha enseñado a dar la mano y dedica todos los días, salvo el jueves, dos horas
de paseos, trotes y saltos. Tímido o reservado, el 21 de abril cumplirá 12
años. Catalañazor, nos dice su dueña, es su pueblo favorito. Sus calles, los
puntos elevados desde los que mirar a lo lejos, la torre. Pero también San
Esteban, y su castillo, y la zona de Almajano, con su riquísimo pan, Arancón y
sus casas “de antes”, Renieblas y su iglesia, con cuyas gentes comparte
tertulias instructivas, cordialidad, amistad y simpatía. En Francia, nos
asegura, leía mucho. Sobre todo literatura fantástica: Harry Potter, Maxime
Chattam (Autre-monde),… Como autor, le encanta Giacometti. Y la música de
“Soprano” (Mon Everest), Maître Gims (Zombie), Vanessa Martin (De tus ojos),
Pablo Alborán (Tabú). Sus películas
favoritas: “Star wars” y “Qu´est-ce qu´on a fait au Bon Dieu?”, por la épica. Y
las comedias.
La
lengua fue, al principio, un problema para ella. Pero, conversadora de fina
inteligencia, el español le ayuda a conocer mejor la ciudad en la que tiene
como proyecto seguir viviendo. ¡Felicidades!
Héctor Josué Franco Aguilera
Estudiante
El
salto de Honduras a Soria no fue menor para Héctor (Tegucigalpa, 2003), alumno de
Bachillerato con sobresalientes en el Instituto Antonio Machado. Aquí encuentra
más tranquilidad, una ciudad cuidada y muchas vistas. Allí, Juan Antonio, su
padre, es transportista y su hermano Osmín Antonio, ingeniero de sistema y empleado
de banca.
Hace
un mes ganaba, junto a un grupo de compañeras/os, el 2º premio audiovisual del
V Concurso Nacional Antonio Machado. La primera idea consistía en recrear la
figura de D. Antonio recorriendo los pasillos del Centro mientras observaba
cómo aprendían los alumnos. La definitiva, ambientada con una bonita melodía, evoca,
bajo el título de “Nuestro granito de arena”, las tareas que el Instituto lleva
a cabo durante cada curso para cumplir los objetivos de la Agenda 2030.
El
próximo curso, mientras se adapta al sistema educativo español, seguirá las
clases del nocturno y se presentará a la selectividad. “Quiero estudiar comunicación
audiovisual”, comenta con sensatez cartesiana, cordialidad y dotes de buen
conversador. Los detalles son fundamentales, asevera. Su madre llegó a España hace
nueve años y trabaja en Soria desde hace tres como auxiliar de enfermería.
Su
primera escuela fue el C.E.B. Jehova Ishi. Luego pasó a los Institutos
Hildergard y Cultura Nacional, teniendo aprobados dos cursos de bachillerato de
informática y programación. Desde pequeño le gustaba crear imágenes y
expresarse a través de ellas, dependiendo del tema y del momento. “Ser joven es
una ventaja”, reconoce. Su currículum es breve. Un vídeo sobre la belleza, la
historia y la juventud de su país, y otros dos sobre la clonación de árboles y su
experiencia española. En España hay más posibilidades, reconoce, “la gente es
muy amable, me encuentro bien aquí, pero echo de menos la rutina de mi país”. Quería ser médico, pero le gusta más retratar
paisajes, momentos del día. Nos enseña algunos, originales y muy logrados: San
Saturio, una flor, un campo de girasoles, dos palomas volando, tres polluelos,…
Ha leído muchos guiones y ha visto muchas películas. De Quentin Tarantino destaca
la manera de dirigir los diálogos; de Kubrik, su estilo minucioso y detallista.
Como personaje elige a Damon Albarn, por su experiencia y la búsqueda de nuevos
estilos musicales. Como mujer, su madre, tan fuerte y tan perseverante. Aprecia,
cómo no, la música popular de su país, pero nos da los nombres de dos canciones
que le llenan: “At the Door”, de The Strokes, por el misterio y la puerta
abierta a la imaginación, y “Ode to the nets”, por nostalgia de su país. De
España, se queda con el flamenco y el grupo “Taburete”. Nos habla de José Sula,
la segunda ciudad de su país, y de Choluteca, la ciudad en la que nació su
madre. Y de Madrid, moderna y con estilo propio.
Las
leyendas y los cuentos forman parte de sus lecturas favoritas. Conoció a Jorge
Montenegro, padre de un amigo suyo, que presentaba el programa de televisión “Cuentos
y leyendas”. Su plato favorito lleva el nombre de “Baleada”: una tortilla de trigo
untada con frijoles fritos, acompañada de queso de vaca y crema de mantequilla.
También le gustan los torreznos, que en Honduras
llevan el nombre de Chicharrones, con la diferencia de que allí solo se come la
corteza. De postre apuesta por el arroz con leche. Un poco supersticioso y
siempre en sentido positivo, su número es el cinco: sencillez, juventud,
sentimiento, creación y esfuerzo. Suerte.
David y Jesús Romero Hernández
Comerciantes
La charla con los hermanos Romero, David y Jesús
(Soria 1981 y 1975) respira frescura, optimismo, ambiente comercial y
responsabilidad empresarial. Lo hacemos rodeados de ordenadores, hojas de
pedido on-line, máquinas de todo tipo, relacionado todo con su comercio de la
calle San Juan de Rabanera: material deportivo, trofeos, medallas.
Estudiaron en los PP. Franciscanos. Jesús, el mayor,
recuerda al Padre Pinedo con el que jugaba al ajedrez. Son nietos de Ezequiel
Romero, de Morcuera, relojero en la calle Claustrilla, inventor de un
calorífero de arena, e hijos de Alejandro, relojero y vendedor de trofeos en la
misma calle y en Puertas de Pro. Su madre, María Paz, tuvo una tienda lanas en la
capital. Tienen una hermana, Desiré, profesora, y Jesús dos hijos: Leo y Gala. Su
mujer, Ana, titulada en Relaciones Laborales, trabaja en Mercadona. Sara, la mujer
de David, es auxiliar de enfermería en el hospital Santa Bárbara.
El mundo de la economía lo descubrió Jesús en la
Universidad. A David le atraía más la biología. Estudió en el Virgen del Espino
el Bachillerato Tecnológico y COU en el Machado. Luego hizo un Módulo Superior
de Productos eléctricos en el Politécnico, comenzó forestales, pero, la
jubilación de su padre, lo llevó a hacerse cargo de la tienda.
Los dos entienden el comercio como algo creativo, bien
gestionado, realizado con pasión y ofreciendo productos originales de buena
calidad. Los trofeos, decía su padre,
“se ganan y los jamones se regalan”. Jesús quería ser empresario, aunque
primero fue camarero, vendedor de pisos,...
En Logroño abrió tres tiendas antes de instalarse definitivamente en
Soria en 2012. Su objetivo era vivir en Inglaterra, pero, tras un verano con su
hermano, convinieron en modernizar juntos el negocio e incorporar tecnología. Y
en esas siguen. La pandemia les afectó, nos confiesan, pero no tardaron en reinventarse
y potenciar la venta on-line. Su satisfacción por los resultados es evidente:
más clientes, dos nuevos compañeros, Javi y Emi, innovación y empeño. “Nos
hemos criado en el mundo del comercio”, reconocen. Ahora la logística es fundamental,
señalan.
A los dos les gusta viajar. Mires por donde mires,
nos dice Jesús, “siempre ves belleza en Roma”. Pero Soria es su ciudad: “Por la
conciliación familiar, la cercanía del campo,...” David destaca Londres,
Valencia, Vinuesa y el parque de La Alameda.
Leyó con deleite “Cien años de soledad”. Su grupo musical: “Lori Meyers”.
Un artista: Leonardo. Su hermano lee novela histórica, “Los Borgia”, “El Rey
Arturo”, siempre en e.book. Le gusta la música indie y “Bohemian Rhapsody” de
Queen. En el taller suena la música de Radio 3.
El cine experimental de José Val del Moral, el
personaje de Marvel y “Cinema Paradiso” son las apuestas cinematográficas de
Jesús. A los dos les gustaría conocer bien el idioma inglés. Al mayor le
ilusionaría escribir artículos en positivo. Alaba, nos repite, a todas las
madres y rechaza el machismo. Sus platos favoritos son la paella, con buen vino,
Jesús, y la tortilla francesa, David. Piensa, nos dice este último, que su
hermano es un comerciante nato, por su empatía y su actitud siempre positiva. La
constancia, la paciencia, el control de las máquinas, el diseño, la seriedad
permanente son para Jesús las cualidades más importantes de su hermano. Nos
acompaña hasta la puerta. ¿Algún reconocimiento? Salir en la contraportada de
El Día de Soria. Muchas gracias.
Hermógenes
Martínez Martínez
Guarda de Valonsadero
Nos
sentamos en torno a la mesa-camilla del salón-comedor de su casa. “Estoy un
poco sordo”, nos dice. Pero la conversación discurre sin problema alguno.
Hermógenes Martínez Martínez, guarda de Valonsadero, nació en Toledillo en 1930.
Su padre, Aureliano, era agricultor (trigo, cebada, centeno, patatas, judías,
garbanzos,…) y ganadero. Para labrar, tenía una yunta de vacas, una “gavillera”
para segar y una “vacada” en el Robledillo.
Criaba de todo: ovejas, gallinas, cochinos, palomas,... Fue alcalde del pueblo
y tocaba el acordeón.
Hermógenes
tiene un hermano, Justo, secretario, dos hijos, Ana y Diego, a los que inculcó
el amor a la naturaleza, y cuatro hermanas: Josefina, Aurora, Lidia y Mª
Carmen. Nos cuenta que, cuando su madre, Justa, se sentía afligida por su pérdida,
él, niño todavía, se sentaba en su “halda” y la consolaba.
Nos
habla de sus maestros. Don Fidel, carpintero, y su mujer, Catalina, que le daba
la clase. Recuerda también a Doña Aurora y a Doña Elia, una maestra joven. “Me
falla la memoria”, confiesa algo preocupado. Le gustaban mucho las cuentas y ayudaba
en casa todo lo que podía. En la mili (Huesca) se encargaba de repartir el pan
entre la tropa.
Cuando
terminó la escuela, siguió asistiendo, mientras iniciaba su vida laboral, a las
clases nocturnas de la Escuela de Adultos del pueblo. Luego trabajó en la
Explotación forestal de la Renfe (Ventorro). Por aquella época conoció a su
mujer, Manuela (Manoli) Guerrero, de Cabrejas del Pinar, con quien se casó en
noviembre de 1958. Era feliz en el monte, nos dice ella. Montaba a caballo y
domó a algún potro. Su padre, Diego Guerrero, extremeño, era el Guarda de
Valonsadero.
Al
poco de venirse a vivir a Soria, su suegro se jubiló, y Hermógenes ocupó su
puesto, trasladándose a vivir a la Casa del Guarda, en la que su mujer fue
organizando un pequeño merendero, tan familiar como concurrido.
Discreto,
buena persona, trabajador, Hermógenes controlaba el ganado autorizado, cuidaba
las piedras, la arena, la gravilla, la leña de roble, el césped, además de encargarse
de los toros de las Fiestas. Ante cualquier conflicto, prefería razonar, aconsejar.
Nunca le gustó denunciar, nos confiesa. Sabía hacerse de respetar.
Los
toros fueron siempre sus amigos. Se mezclaba entre ellos, palo en mano, sin
miedo, como le habían aconsejado. Les hablaba, les llamaba por su nombre
(Fanfarrón, Garrucho, Bizco, Ciervo,…), les echaba de comer y los recogía en
los corrales. Nunca sufrió ningún percance. El Jueves La Saca, se colocaba
encima de la tapia de los corrales hasta 5 minutos antes de las doce. Bajaba
entonces, se ponía delante de la puerta, escuchaba cómo coreaban su nombre, y,
a la hora en punto, abría el candado y comenzaban las carreras.
Siempre
le gustó bailar, cantar y tocar la gaita. Sus cantantes favoritos fueron Manolo
Escobar y Antonio Molina. Y sus toreros: Enrique Ponce, El Juli, José Mª Manzanares
y, por supuesto, José Luis Palomar. El toreo fino, resume. Nos cuenta además
que ha leído El Quijote entero y que todos los alcaldes le han tratado bien.
Responsable,
educado y paciente, señala Valonsadero y La Alameda, adonde le gusta ir a
pasear, como sus lugares preferidos. Religioso, creyente, va a misa a San Juan
de Rabanera o al Espino. En 2016, la Asociación de Cuadrillas, le rindió un
homenaje especial. No ha sido el único. Pero todos, absolutamente merecidos. Un
enorme legado de conciencia e inteligencia.
Ignacio Gutiérrez Maroto
Presidente Asociación de Vecinos de La Barriada
Ignacio
Gutiérrez Maroto (Tapia de Villadiego, Burgos, 1953) es una persona sensata,
tranquila, acogedora. Conoce bien “La Barriada”, de cuya Asociación es
presidente desde 2003. No hay relevo, comenta. Pero él no se cansa. Le llaman
para todo, nos dice. Y acude. Su dedicación es casi “media vida”. Al mediodía, después
de revisar el correo, bajar al centro, si toca, darse un paseo, tomarse un vino
supone una ceremonia casi religiosa para él.
Casado
con Pilar Ucar, llegó a Soria en 1973 para trabajar en la Telefónica. Burgalés,
soriano, su hablar es sencillo y abierto. Tiene opinión propia y conocimientos.
El edificio de la Asociación, nos comenta, pertenece a la Junta, y, añade, “no hay otro
así en España”. Tendrían que reestructurarlo, pero necesitan antes renovar el
convenio que firmaron en 1987. Cuando llegamos, está en la partida de cartas.
“Les faltaba uno”, se disculpa.
Dejó la escuela de su pueblo cuando tenía 10 años,
para estudiar en los Marianistas de Valladolid, Segovia y “El Pilar” de
Carabanchel. De regreso al pueblo, su padre, Florentino, seguía haciendo un
poco a todo; y su madre, Dionisia, modista, cosía para todo el pueblo. Hubiera
querido entrar en Caja Círculo, pero no hubo suerte. Así que, en 1971, se fue
voluntario a la mili y, como sabía francés, fue adscrito al servició de escucha
y vigilancia central. Allí aprovechó el tiempo e hizo un curso de telefónica,
gracias al cual consiguió, más tarde, su empleo en Telefónica. “La Exclusiva”
lo trajo a Soria a sus 19 años, alojándose en la Fonda “Ferial”, de la Plaza
Salvador. Luego se cambiaría a una casa de la calle Caballeros, cuyo dueño,
Benito Pascual, regentaba un comercio en la Plaza Mayor. La Asociación vendría
más tarde. En 1991.
Desde entonces, su dedicación al barrio y a la
asociación ha sido total. Recuerda cada etapa con detalle. La actual, nos
cuenta, no es la más boyante: envejecimiento de la población del barrio, menor
actividad asociativa, y reducción de sus servicios. La ayuda a domicilio, por
ejemplo, que realizaron durante 18 años y que ocupaba a 60 trabajadoras. A
pesar de lo cual, está orgulloso de su barrio. Se lo recorre diariamente, anotando
las deficiencias (una papelera mal colocada, la rotura de una tapa de
registro,...), intentando darles una solución. Su principal preocupación ahora
es la Avenida de Valladolid, cuyas aceras, señala, están en muy mal estado. Calle
y travesía, el acuerdo entre administraciones tarda. Y, mientras tanto, asegura,
el número de accidentes va aumentando. El “Abono Social”, la “Ronda Sudoeste”,
la dotación de una Asistenta Social para el barrio, son algunas de las
propuestas que defiende siempre que tiene ocasión. Sin descuidar las
actividades diarias: los Huertos Urbanos, los cursos de manualidades,
restauración de muebles, gimnasia, “Zumba”,…
Padre de dos hijos sorianos, Sonia y Rubén, Ignacio
tiene a San Saturio como su lugar preferido. Le gusta leer. “El hereje” de
Délibes, por ejemplo. Y todos los de Miguel Ángel Revilla, “un hombre cabal
donde los haya”, afirma. Y toda la música. Desde Julio Iglesia hasta Juan
Pardo, pasando por el jazz, y la clásica, que escucha en sus viejos vinilos. Y
escribir. Él se encarga del Boletín Informativo. “Mi barrio…mi ciudad” lleva
por título su editorial del número 91. Y en él aparecen secciones de informaciones
prácticas (“¿Sabía que…?), pautas para el reciclaje, etc. Todo perfectamente
ordenador en ocho páginas. Entre boletín y boletín, el correo electrónico no
deja de funcionar. En verano, le gusta pasar las Fiestas en su pueblo, e ir una
semana a la playa. Y viajar: España, Andorra, Portugal; pero nunca en avión, y
menos en barco. Y los Sanjuanes. Fue Jurado de El Salvador en 2012 y 2014.
Terminamos hablando del movimiento vecinal, de la ley
que lo rige, de sus participaciones en tertulias de radio, de televisión,… Y de
todos los personajes sorianos que, desinteresadamente, como él, “dedican su
tiempo a los demás: ANDE, ASAMIS, ASPACE,…” Como él. Sin cansarse.
Luis
Carlos Pastor Laso
José
María Incausa Moros
Profesores de Historia
Luis
Pastor (Villanueva del Rebollar, 1959) y José Mª Incausa (Cosuenda, 1960) están
casados y tienen dos hijos cada uno -Ana
y Luis, Pablo y Luis. Los padres de Luis eran agricultores; taxista,
comerciante, y hosteleros en La Almunia los de José Mª. A Luis le enseñó a leer
su madre, alumna premiada en tiempos de la República. Él estudió en Carrión de
los Condes, Palencia y terminó la carrera de Geografía e Historia en la
Complutense de Madrid. Después de dar clases en distintos Institutos, llegó al
IES Antonio Machado en 2006. José María se licenció en Historia Contemporánea
en la Universidad de Zaragoza, aprobó las oposiciones en Castellón en 1985 y comenzó
a trabajar en el IES Antonio Machado en… Además de profesor, Luis fue teniente
en el Tercio de la Armada.
José
Mª decidió un día que podría asumir el trabajo de clasificar, inventariar y
digitalizar el Archivo del Instituto. Y así lo hizo. Entre los documentos catalogados,
destaca la grabación del discurso de Gerardo Diego en la apertura del Curso
1959-1960.
Luis
es un experto en “aprendizaje”. Nos cuenta que la llegada de la pandemia no les
cogió desprevenidos. Tenían ya una larga experiencia en la enseñanza on-line, bancos
de recursos, etc. Entre los proyectos realizados, nos comenta, cita: “Callejero
en femenino”, “Historia oral”, “Caza del
tesoro con Moodle”, “Encuentros con la Historia”, “#Lahuellasoriana”,…El
resultado: mucha gente implicada y una mejora en los resultados académicos. Sin
embargo, concluye, “Es posible que nos haya faltado visibilidad”.
Junto
con T. García, B. Gonzalo, C. Las Heras y M. García, los dos pilotan un
proyecto de recuperación del románico soriano. Luis es emprendedor y
disciplinado; José Mª, concienzudo y tenaz. Su tesis doctoral llevaba por
título: El distrito uninominal, Las
relaciones de poder a través de las elecciones generales (2009). Con
Antonio Ruiz sigue reivindicando la figura de Basilio de la Orden. Los viajes
han sido hobbies compartidos con su mujer,…, en tienda de campaña, avión o
tren. Le impresionó Estambul. Le apasionan los Episodios Nacionales de Galdós, pero
lee también a Javier Cercas, García Márquez, Stefan Zweig, Andrés Martín y a su
hijo Pablo, con quien va a trabajar sobre El Desastre de Annual. Siempre le gustaron Los Beatles, Donizetti
(El elixir del amor) y Labordeta (Somos) La Almunia, Xàtiva, Zaragoza y
Soria son sus sitios de referencia. De Soria señala su exuberante zona norte y del sur, la profundidad de su belleza.
Luis
destaca Portugar, como iberista convencido, y su viaje a Jordania. Sus dos
libros: La creación del mundo de
Miguel Torga y Los Episodios de una
guerra interminable de Almudena Grandes. Pero no se olvida J. Llamazares, M.
Delibes, Abel Hernández y Fermín Herreros. Le gusta el rock, el folk, el
flamenco. Su canción: Born in the U.S.A. de Bruce Springsteen. Su película: Alguien voló sobre el nido del cuco; un
actor, Jack Nicholson, una actriz, Uma Thurman. Artes: Arquitectura. De
Palencia, destaca Carrión de los Condes y el Monasterio de San Zoilo, en donde
se formó. De Soria: San Nicolás, el claustro de la Concatedral, San Baudelio y
Caracena. Trabajando en el IES Sierra de Ayllón, obtuvo una Mención Honorífica
en los Premios Nacionales 1998 a la innovación educativa. En Soria, co-dirigió dos
proyectos premiados por la Fundación del Patrimonio Histórico de CyL. sobre las ruinas de San Nicolás y la Ermita de
de Ntra. Sra. de la Calçada de Brías.
El
mejor reconocimiento para los dos: el de sus alumnos, compañeros, comunidad y
autoridades educativas.
Inés del Río Heras
Estudiantes
Jóvenes y sorianas, estudiantes y artistas, Victoria e Inés (Soria, 2006) consiguieron el
pasado mes de junio el segundo premio de Arte Visual y Audiovisual de los VI Premio
Nacional Antonio Machado (FAM) 2023, con sendos trabajos de gran mérito y categoría.
Victoria inició sus estudios en el CEIP Infantes de Lara, en donde el profesor
Miguel Íbañez le enseñó “la
importancia de la motivación y a ser una misma”. Recuerda todavía la excursión al Crie de Navaleno, en donde compartió
actividades con compañeros y compañeras del 12 Linajes. También fue alumna del
IES Virgen del Espino. Inés inició sus estudios en el Colegio Trilema y tuvo
como profesoras a Estela García Giaquinta, que le enseñó a leer, y a Patricia
Oliveira, que le trasmitió la pasión por la poesía y la historia. Ahora, tras
su paso por los Escolapios, estudia con Victoria en la Escuela de Arte y
Superior de Diseño. Magisterio y diseño son sus carreras preferidas. Pero
quiere ser actriz y piensa en los musicales y la producción cinematográfica. Victoria
no sabe todavía, pero le encantaría educar “a niños y niñas a ser buenas
personas y mejorar el mundo.”
La
acuarela premiada de Victoria representa, bajo el título de “Campos de
Villálvaro”, la loma en donde “los lugareños se reúnen a merendar”. Un homenaje,
nos dice, a sus abuelos de Villálvaro y Arévalo de la Sierra. El montaje de
Inés, "Melodías del Duero”, está rodado con una CANON50 y busca -y consigue-
“transmitir la belleza de los lugares sorianos descritos por Machado”, que
encaja perfectamente, nos asegura, con sus “sensaciones al tocar el violín o pasear por la ciudad”.
Para las
dos, estos premios suponen una plataforma necesaria para mostrar su talento y
su personalidad. Por el momento, Inés empieza a componer sus primeras
canciones, forma parte del grupo musical Caelia y se acerca al mundo del
teatro. Victoria quiere retomar el campo del dibujo y la pintura “a estilo
libre”, además de introducirse en el diseño digital.
Soria es
su casa, comentan, una ciudad tranquila, llena de encantos y con un ambiente
cultural extraordinario. Victoria destaca el Duero, donde “podría pasar horas remando sobre una
tabla de paddle”, la Dehesa y Garagüeta,
cuyos paseos entre los acebos, mientras contempla el valle, “es como si
estuvieras en un cuento de hadas”. A Inés le gusta el Castillo de Soria,
“mágico y variado”, y el de Magaña.
Para Inés,
viajar es esencial en su vida. Ha visitado México, Irlanda, Francia y le
encantaría conocer El Cairo. A Victoria, Roma, patria de sus pintores favoritos.
Conoce Andorra y casi toda España. Este año ha hecho la Ruta de la Plata.
A Inés le
gusta la poesía -“Veinte poemas de amor” de Pablo Neruda, por ejemplo-, la
película “Los miserables”, los actores Tom Hooper, Paco León, Belén Cuesta, el
grupo Extremadouro y Rosalía, por su capacidad de innovar. Victoria se queda
con los libros de aventuras, ficción y suspense. Su canción favorita: “Starman”, de David Bowie. Ha leído a Platón, Rick Riordan y Agatha Christie. Entre sus personajes, Lorca, que refleja que la poesía
es arte, Robin Williams, Belén Cuesta y Cleopatra. Los de Inés: Johnny Deep, Pedro
Almodovar, Penélope Cruz y Rosalía. El brócoli con ajo hervido y la gelatina de
fresa son su plato y du postre preferidos. La pizza y la ensaimada de crema, los
de Victoria. Sensibles como ellas solas, Victoria elige “todo tipo de azules relacionados con el mar”, Inés el gris, “mezcla entre la luz y la
oscuridad”. ¡Muchos éxitos!
Profesora
Inés
Soria (Soria, 1972) pasó su infancia
en Covaleda, donde sus padres, Antonio y María José, ejercían de
maestros. Con diez y siete años, la familia se trasladó a Zaragoza, y allí,
junto al Ebro, terminaría su carrera de ingeniera en la E. U. de Ingeniería Industrial de Corona de
Aragón. Buena estudiante, el IES Gallicum de Zuera fue primer destino como
profesora de Tecnología. Al año siguiente, curso 1996-1997, se trasladó al
Instituto Machado. Este año cumplirá su 25 aniversario. Jefa de Estudios desde
hace ocho, sus puertas siempre están abiertas, buscando el trato con los demás.
“Conoces a los chicos, a las chicas, haces de madre, de profesora, de amiga, de
confidente…”, confiesa. Una vocación que desempeña con diligencia y dedicación,
asumiendo con orgullo la enorme responsabilidad de ser, junto a sus compañeros
y compañeras, “guardianes del legado de un Centro de 182 años de Historia”.
Lo
peor de la pandemia, nos comenta, fue el día del cierre del Centro y la
despedida. “¿Nos vamos a volver a ver?”, preguntaban. No pudo contener las
lágrimas. Una experiencia dura la que vivimos. Los alumnos estuvieron a la altura y nos expresaron su
agradecimiento por la ayuda, el contacto permanente, la atención. Nuestro
trabajo, nos confiesa, “consiste en ayudarles, quererles, por encima de todo,
y, por supuesto, enseñarles,… Es una juventud estupenda, con enormes habilidades y competencias.
Lo peor, esa sensación de que, al terminar sus estudios, la mayoría no volverá.”
Primer Nacional INCIBE (Instituto Nacional de
Ciberseguridad) recientemente, el Instituto prepara ya las XVI
Jornadas Nacionales de
Institutos Históricos como miembro de la Asociación Nacional para la Defensa del Patrimonio de los Institutos
Históricos. Y preparan la noche de los museos y la competición FLL de Robótica
en la que presentarán un proyecto energético que señala como objetivo fijar
población. A nivel personal, le gusta colaborar. Fue Jurada de La Mayor en
2001. Sus dos hijos, Maxim, y Víctor, la hacen ser muy madre, asegura. Granada,
la Alhambra, por los olores, los sonidos, sería la ciudad que nunca se cansaría
de visitar. Conoce Grecia, Portugal, Italia, Rusia, París,… Y Egipto, en donde comprobó,
con asombro y satisfacción, las técnicas y el gran desarrollo de una
civilización antigua y riquísima. Arqueóloga de vocación, acoge como una
bendición cualquier descubrimiento y la aplicación de cualquier nueva técnica.
El Castillo y el Soto Playa fueron de niña sus
lugares de recreo. Recuerda la fiambrera con la tortilla de escabeche de su
abuela Inés, la casa de sus abuelos maternos en la calle Mayor y el olor de la
panadería donde trabajaba su abuelo Antonio. Lee mucho en
vacaciones: historia costumbrista, paisajes, tradiciones y gastronomía. Un
libro: “Patria”. Cose, borda y confecciona trajes de piñorro. Y apuesta por las
migas y la caldereta de Pinares. “Cada momento tiene su música y cada música su
momento”, nos recuerda. El rock, sin embargo, es su música preferida: Marea,
Extremoduro, Fito & Fitipaldis. También el cine español, destacando al
actor Luis Tosar, la cocina tradicional (el cocido y los guisos de sus abuelas,
que por mucho que se empeña, no
le salen igual) y el chocolate amargo. Cree en las personas, en la
intuición, en la bondad. Destaca a Antonio Machado, a Marie Curie, “y a todas
esas mujeres que han hecho realidad sus objetivos”. No, no le gustan las
despedidas, pero sí hacer las cosas bien. Gracias.
Inés Tudela Herrero
Inés
Tudela Herrero es una gran mujer numantina. Sus noventa y tres años (Soria,
1922), cumplidos, son una suma de esfuerzo, rigor y conciencia. Hija de José
Tudela, pasa su vida compartiendo con orgullo y gratitud la parte de la cultura
soriana, hispanoamericana y universal, de la que ha sido actora, testigo e
intérprete.
Hablar
con ella es adentrarse en un mundo de personajes conocidos, historias enormes, que
recuerda con devoción y generosidad. Vivió toda la vida de su padre. Un hombre de
estudio, firmeza y compromiso, que recorrió la provincia, con Blas Taracena,
para dar visibilidad a los tesoros de cada uno de sus pueblos. Y la vida de su
madre, Cecilia Herrero Zardoya, profesora de lengua en varias ciudades, antes
de jubilarse en el Liceo Francés de Madrid. Una mujer íntegra, nos dice, que tocaba
muy bien el piano, disfrutaba de su profesión, y creó su propia obra
investigadora. Sobre la pequeña mesa: un “Estudio Paleográfico”, de 1920; otro
sobre “La pedagogía femenina en el siglo XVII: educación en los conventos: Mme.
De Maintenon”. Y un tercero, “La letra visigoda en los reinos pirenáicos”, que
recoge Isabel Goig en su espléndido libro: “José Tudela. La persona y sus
espacios”, Soria, 2010.
A
los nueve años, Inés Tudela conoció a Don Antonio Machado. ¡Qué hombre más
raro!, pensó. Hasta que leyó su poema shakesperiano “Las
encinas”: “Las hayas son la leyenda. / Alguien, en las viejas hayas, / leía una
historia horrenda / de crímenes y batallas.”
Desde entonces, Machado fue uno de los acompañantes más fieles de su
memoria emocionada. En Soria, en Madrid, y también en el exilio, que vivió, con
dolor, en primera persona: por su padre (Burdeos, 1937-1939), por su tío
Bernabé Herrero Zardoya, magnífico poeta, profesor en Dax, y por ella misma,
cuando, en 1948, pasó dos meses en su casa, para aprender francés. Inesita, le
dijo en un viaje a Bayona, “déjame ese sitio, desde allí veo España.” De
Francia se trajo la nostalgia, siempre viva, y el sonido perfecto de la “u”
francesa, que pronuncia con absoluta corrección, mientras charlamos
animadamente en la luminosa galería de su casa de la calle Caballeros.
Inés
Tudela aprendió a leer y a escribir en las Escuelas Públicas de la Plaza
Bernardo Robles. Luego pasó al Instituto. Buena estudiante, religiosa, obtuvo
la licenciatura de Filosofía y Letras en la Universidad de Madrid. Bibliotecaria,
durante treinta años, en el Instituto de Cultura Hispánica, se jubiló como jefa
de la sección de los Cursos para profesores Hispanoamericanos. Documentalista,
por otra parte, colaboró en un libro de María Laffitte, Condesa de Campo Alange, cuyas teorías están en la línea de Simone de
Beauvoir. Gracias, nos
escribió un día, “por el envío de la fotocopia sobre tu estupendo artículo
sobre Simone de Beauvoir. Tan leído en mi juventud, y ahora, por mi mácula, con
lupa…”
Lectora
empedernida, destaca dos obras de Unamuno, “San Manuel Bueno, mártir” y “La tía
Tula”, y una de Pío Baroja, “Zalacaín el aventuro”. De Machado, su poesía. Pero
no se olvida de Bécquer, ni de Lope, ni de Juan Antonio Gaya Nuño, ni de
Gerardo Diego,… Ni de paisajes sorianos de ensueño como El Cañón del Río Lobos
o el Bosque Sagrado de Beratón.
Soriana
del Año, en 1989, por la Casa de Soria en Madrid; pregonera, en 1992, de las Jornadas
Rito-gastronómicas de la Matanza; conferenciante, investigadora, Inés Tudela ha hecho de la cultura uno de los fundamentos de
su vida.
Al
despedirnos, después de ensalzar la figura, “olvidada”, se lamenta, de D.
Santiago Gómez Santacruz, -“el Juan XXIII de Soria”-, nos enseña el mundo, su
mundo, bajando por la escalera hasta el patio-jardín. Allí espera, silenciosa,
Carlota, la tortuga. “Ahora le traeré tomate”, nos dice. Y el escudo de los
Salvadores, uno de los Doce Linajes, a quienes su abuelo, Anselmo Tudela
Delgado, compró la casa. Y un yugo de bueyes, discretamente colgado, junto al
portalón de madera. ¡Qué inmenso es el mundo de Inés Tudela!, pensamos,
mientras nos despedíamos de ella.
Irene Montes Gamero
y Vera Allué Iberico
Estudiantes
Irene Montes Gamero y Vera Allué Iberico tienen dieciséis años y acaban de
terminar la ESO en el Colegio Nuestra Señora del Pilar de
Soria. La primera nació en Soria, la segunda en Barcelona. Más tarde,
estudió en el Colegio Santa Margarita de Lima, país de su madre, Isabel,
ingeniero industrial. Las dos han ganado dos de los IV Premio Antonio Machado
promovidos por su Fundación. Irene, con un relato titulado “Vita Flumen”,
título latino que significa para ella “la vida como un río”, y Vera con un
vídeo titulado “Literatura al natural”, que relaciona a Machado con escenas de
la naturaleza soriana. Buenas estudiantes, buenas comunicadoras, cada una con
su estilo, las dos han formado parte, como titulares, del equipo que se quedó
cuarto en la fase regional de la Liga de Debate de Castilla y León. A Irene le interesa
la Historia y la Economía. El Inglés y las Ciencias a Vera.
Charlamos de todo y largo rato en el alto de la Dehesa. Nuestras preguntas
obtienen siempre respuestas claras y bien argumentadas. Vera querría dedicarse
a la investigación médica, mientras que Irene se ve en el mundo de las ciencias
sociales (derecho, economía). Nos dicen que hablan mucho entre ellas, amigas
como son, de medio ambiente, política,… Se sienten implicadas con las
soluciones. Irene estudiaría en Madrid, Vera lo hará seguramente en Boston. Su
padre se llama Sebastián y es de origen catalán. El de Irene, Epifanio, nació
en Villarraso, una pedanía de Magaña, y se dedica a la construcción. Elena es
el nombre de su hermana. Valora la zona de Tierras Altas, El Mirón, el entorno
de San Polo,... Vera, el Cañón del Río Lobos y
San Saturio.
La pintura
renacentista y barroca son las preferidas de Irene. Destaca también a Velázquez
y a Caspar David Friedrich, paisajista alemán, el Pop-Rock de los 60 y 90, y dos
canciones: “Wherever you will go” de The Calling y “Dime que me quieres” de
Tequila. Las dos estudian con música. Vera se decanta por la música en inglés
de los 70/80. Los Beatles, por ejemplo, pero también la música clásica y la
canción “Sweet Child O’ Mine” de Guns N’ Roses, que le trae recuerdos de su
infancia. Irene lee diariamente. Nos recomienda “Marina” de Carlos Ruiz Zafón. Le
gustó, comenta, la segunda vez que leyó este año “El Camino” de Miguel Delibes.
Vera se acerca más a la interpretación, el lenguaje teatral, que cultiva
siempre que puede. Clint Eastwood y Morgan Freeman son los actores favoritos de
Irene. Las dos apuestan por los documentales. “Free solo” es el preferido de
Vera. Ella se queda con Portugal y Lisboa. Lima, asegura, es la ciudad en donde
ocurren todas las cosas. Irene sueña con conocer Italia, Venecia, Florencia, y
estudiar, como su compañera, italiano. El inglés es segundo idioma de las dos.
Coco Chanel y Dante son dos de los grandes personajes de Irene. Su plato favorito sería el cocido madrileño, el “Cau-Cau de pollo”, peruano, el de Vera. Ella practica el volleyball, el tenis y el fútbol. Una chica pragmática, nada supersticiosa, nos dice, que tiene el rojo como color preferido y el dos como número de la suerte. A Irene le gusta el tenis, la natación, caminar, el gris, símbolo de la templanza, de la calma, y los números 14 y 4. El destino, comenta con absoluta seguridad, es el “fruto de las acciones actuales que tienen consecuencias en el futuro.” Una generación, la de estas dos estudiantes, que contagia por su seguridad, compromiso y preparación.
Isaac
Moreno Gallo
Ingeniero
Isaac Moreno Gallo (Burgos, 1958), hombre de palabra
y de ciencia, empuje y conocimiento, cuenta con claridad y pasión la historia
de lugares apasionantes de rico pasado romano y tanto futuro. Lo hace en
Ingeniería Romana, un programa de La 2, en donde descubre, a profanos y
especialistas, “los aspectos más desconocidos y sorprendentes de la ingeniería
del mundo romano.” Vive en Zaragoza y es ingeniero del Estado en Aragón desde
1988. Su padre y su madre son de los pueblos burgaleses de Cardeñadijo y Gredilla
de Sedano. Su hermano Miguel es periodista, historiador y arqueólogo. Tras
graduarse en la Escuela Universitaria de Ingeniería Técnica de Obras Públicas
de Burgos, comenzó a trabajar en 1982 en el sector privado, investigando además
sobre “carreteras romanas e ingeniería antigua en general.” Se graduó en
Geografía e Historia en la UNED. Conoce bien Soria y, particularmente, La Riba
de Escalote, de donde es el padre de su compañera Emilia. La biología y la
naturaleza son dos más de sus vocaciones. Nos confiesa que no sabe parar. Así
que, cuando se jubile, seguirá viajando, investigando, buscando y encontrando
nuevas rutas históricas. Aportación científica y conocimiento útil sin duda.
Su interés por las calzadas romanas remonta a los
años 90 y 2000, con la publicación de sus primeros libros, y luego en 2006-2010
en un trabajo financiado por la Junta de Castilla y León. Ahora mismo, tiene
pendiente la publicación, por la Diputación de Soria, de su trabajo relacionado
con la Extremadura soriana: “La defensa telegráfica de la frontera califal del
Duero. Atalayas y vías romanas en el siglo X”. La mayoría de las calzadas
romanas están destruidas, asegura, aunque se conservan algunos tramos. Entre
ellos, con su colaboración, el de la A-11, de siete kilómetros, en la zona Calatañazor/Blacos,
que podrá recorrerse e interpretarse. Y quedan todavía. Entre ellos: “tramos impresionantes en todo el término de
Villaciervos, Calatañazor y Rioseco.”
Soria, afirma, “tiene la suerte de ser una de las provincias actuales mejor
investigadas del antiguo imperio romano.” Recorrer la vía romana entre Numancia y Osma en bicicleta de montaña,
sostiene, es un atractivo que puede favorecer al turismo, la hostelería, las
casas rurales de estos pueblos. Poquísimos
territorios, continúa, “han sido investigados en Europa con las técnicas de
identificación que aquí se han empleado.” Soria, a su juicio, no está vaciada.
Por el contrario: es una maravilla. Los pinares, los
robledales y los sabinares, los castillos, las atalayas...
Isaac
ha visitado muchas veces Francia, Italia, Turquía, pero también Grecia, Suiza,
Marruecos, Londres, Berlín… Sus preferencias: el Mediterráneo. Para visitar, Roma y Madrid. Para vivir,
España, Zaragoza. Le gusta el ensayo histórico. “Imperiofobia y Leyenda Negra”,
de Elvira Roca. La música de su tiempo. Casi todo el blues y el Ritm and blues,
Sympathy For De Devil, de The Rolling Stones. Su película: “Predator”. Le
impactó. Y no le aburre verla cada vez que la emiten. Y Apocalypto, “una
película muy cruda, pero ajustada a la realidad de lo que fue.” Practica el
ciclismo de montaña y de carretera. Nunca juega a la lotería y tiene el
gazpacho y cuajada como su plato y su postre. Le gusta contar, dar voz a obras
enormes pasadas y con mucho futuro, en vivo, en video, por streaming.
Aprendiendo y enseñando, absolutamente comprometido. Muchas gracias. ¡Feliz
Navidad”
Isabel Isla Gayo
Creadora
Sentados en sendos sillones
del Salón Antonio Machado del Casino, Isabel Isla Gayo (Barcelona, 1966) nos
describe para comenzar tres de sus recuerdos de infante emigrante en Cataluña:
el sonido del rompeolas, la pantera negra del Zoo y la señora Leonor. Nos habla
así mismo de sus abuelos, Cipriano y Agripina, y de sus padres, Manuel, de
Quintana Redonda, y América, de Agoncillo. A los seis años ya estaba en Soria,
estudiando en el Sagrado Corazón y, más tarde, en el IES Castilla, en donde
comenzó el tiempo de rebeldía y la creación del grupo teatral “Melpómene y
Talia”, siendo “La historia de la historia historiada en una histórica e
histérica historieta” uno de sus montajes destacados. Alguien le dijo entonces
que no valía para pintar, y aquello la llevó al teatro y a las cartas de Tarot
como una forma de amistad con sus compañeras. El arte, nos confiesa, “forma
parte de mi vida, me permite crear y me ayuda a controlar el caos.” El Tarot es
para ella “una inquietud espiritual de niña egiptóloga y amante de las
leyendas, un lenguaje, una interpretación de los datos objetivos de cada
persona, el primer experimento de inteligencia artificial.” Y nos lo demuestra
con un ejemplo convincente.
Siempre dispuesta, activa y
optimista, colaboró con Juan Luis Lenguas en la recuperación del Carnaval de
Soria en los ochenta. Luego vino el cine y la televisión en Madrid como realizadora,
productora y directora de varios cortometrajes, entre los que destaca “La
alergia”, una producción “coral y surrealista”, rodada con maestría juvenil en
la estación del Cañuelo. Ya en este siglo, abrió un estudio de diseño gráfico y
estudió pintura. Sus 17 cuadros al óleo - “La profecía de la Estrella”- los
trabajó en la academia Máximo Peña de la Plaza Mayor de Madrid, expresando en
ellos toda su sensibilidad humana y todo su valor artístico.
El contacto con el
movimiento feminista, las exposiciones, la librería Bohindra, la llevaron a
abrir un taller laboratorio mágico-artístico en Lavapiés, al que se dedicó
intensamente unos cuantos años. Nuevamente el feminismo la animó a rescatar,
con “Mujeres borradas”, a tantas mujeres ignoradas por los libros de historia,
a la vez que “Ars Magick” le permitía expresar su “visión espiritual del mundo
y su traducción en iconos”. Ávida de conocimiento, sus manifestaciones
artísticas y sus trabajos profesionales conforman un bagaje profesional relevante.
En 2020 se instaló
definitivamente en Soria, creando en el Círculo Amistad Numancia -de cuya Junta
Directiva forma parte- un Taller de arte, denominado “La Casa de la Juana”, que
comparte con Cristina Ortega, Azahara del Campo y Miriam Tello. Un espacio de
obra privada y colectiva, calidad y vocación de servicio, que nos enseña
mientras nos anuncia nuevos e inmediatos proyectos.
Con una novela acabada y lista
para editar, Isis Gayo ha visitado Francia, Italia, Egipto,... De París
recuerda haberse sumergido en “Les Nympheas” de Claude Monet del Musée de
L´Orangerie. Entre sus preferencias personales, destaca San Sebastián, como
ciudad, el Pico Frentes, San Baudelio, la novela “Cien años de soledad”, de Gabriel
García Márquez, las películas “La guerra de las galaxias”, de George Lucas, y “Lo
que el viento se llevó”, basada en la novela de Margaret Mitchell, y la canción
“Anything Goes”, de Cole Porter. La Estrella, en fin, sería su carta de Tarot, el
Aciano su flor y “El amor es la fuerza” su lema principal. Suerte y muchas
gracias.
Jaime
del Huerto Villaplana
Pintor
“La
Soria vaciada no está vacía”, nos dice Jaime del Huerto, nacido en Barca y
residente en Almazán, en donde tiene su estudio. Visitamos su taller en El
Hueco. Seriedad, concentración, arte y plenitud. Nos enseña Trazos, su cuaderno de arte, nacido en
Barca de la mano de su alcaldesa, Juanita Garzón; ilustrada con cuadros y
artistas de sus talleres en Soria, Almazán, Matamala, Barca,Tardelcuende, Santa
Mª de Huerta, El Burgo de Osma y Villasayas. Su poemario de juventud, “En el
azul” (1981), está magníficamente editado. Visitamos su obra en su web (www.jaimedelhuerto.com):
imágenes relucientes, rojas y azules, claras y con estilo. Su padre, Francisco,
caminero, nació en Santa María de Huerta. Su madre, Emiliana, procedía de una
familia de campesinos fuertes, cuya historia recogió Isabel Goig en su novela: “Al
otro lado del puente” (2006).
Hombre
de la Transición, estuvo siempre comprometido con su tierra. Vivió la bohemia y
coincidió con muchos artífices de la “Movida Madrileña”. De aquella época es el
libro “Del oficio de Poetastros, Pintamonas y Cronicantores”, que escribió con
José Mª Martínez Laseca y José Mª Paez Balgañón.
Buen
estudiante, aprendió a escribir en su pueblo natal y terminó el bachillerato en
el IES Antonio Machado. Luego fue administrativo, trabajó en Escobrax, hizo la
mili en las COES en Zaragoza, y, cuando se licenció, siguió estudiando Bellas
Artes en Barcelona y en Madrid, conociendo allí a la Duquesa Fina de Calderón,
machadiana, liberal y muy culta.
Deportista
nato, trabajó en Torras antes de fijar su residencia en Marrakech, entre 1990 y
1997, cerca de la Plaza d´Jemaa el-Fna, teniendo como vecino al escritor Juan
Goytisolo (“Señas de identidad”), con quien compartió tardes de té y silencios
en el Café “Maticha”. Una sociedad aquella, subraya, humanitaria y próxima, que,
afirma, “llevo en el corazón”, como queda patente en su obra. Una propuesta de
ADEMA para montar talleres de iniciación a la pintura en el mundo rural le
devolvería definitivamente a Soria.
La
pintura le atraía desde niño. Nos cuenta que su tío Laureano, Padre Calasancio,
pasaba los veranos con su familia. Al marcharse, en agradecimiento, dejaba
estampas con reproducciones de cuadros del Museo del Prado (Velázquez, El Greco,…).
Fascinado por las formas y el colorido, decidió ser pintor.
Además
de Marrakech, su geografía mágica -que recuerda a la de Nerval- da la vuelta al
mundo: La Habana, Senegal (Isla Goré), Florencia, Amsterdam, Lisboa, Catalañazor,...
En su casa-museo posee una enorme colección de libros. Novela, poesía,
historia, filosofía. Destaca él: “Cien años de soledad”, de García Márquez, y “Los
20 poemas de amor” de Neruda. Su hobbie, nos asegura, son los animales: su
perra Hanut, sus hijas La Rata y La Piluca, la entrañable Maruja y La Meme,
nacidas todas en Marruecos y ya en su propio cielo. Ahora tiene a Mimi, que,
cuando pinta, se tumba a su lado y mira como si comprendiera. A este pintor
soriano le gusta la música clásica y el rock (B. Springteen y Queen). Y las
películas: “Parasitos”, “17”, “Cuando acabe la Guerra”. Mandela es su personaje.
Profesor exigente y pasional, confiesa, lleva 40 años dedicados a la pintura,
21 dirigiendo su taller, y ha realizado más de 40 exposiciones. Como resumía su
amigo Miguel Bordejé, ex Presidente de la Casa de Soria en Madrid, refiriendo a
él: una “Sinfonía de vida y color”. A falta, sin duda, de un reconocimiento
bien merecido.
Psiquiatra y Compositor
Jaume Aguilar (Barcelona, 1939)
es un enamorado de Soria desde hace veinticinco años, cuando, junto con su
esposa, Mercè Sariol Díaz, psicóloga clínica y escolar, y uno de sus hijos, pasaron
unos días en nuestra ciudad releyendo a
Machado, visitando la tumba de Leonor, San Saturio, San Juan de Duero, Santo Domingo y toda la provincia.” Su naturaleza es generosa, asegura, y sus gentes
acogedoras.
Médico desde 1964, comenzó a
trabajar en el Centro Piloto de Parálisis Cerebral de Barcelona. Allí entró en
contacto con el Dr. Jordi Ponces y la Dra. Júlia Corominas, una de las
fundadoras de la Sociedad Española de Psicoanálisis. Sus enfermos, comenta, “eran
lactantes afectados por un cuadro de parálisis cerebral y otros tipos de
encefalopatías.” La necesidad de comprender el impacto emocional vivido por los
padres, recuerda, “me llevó a interesarme, cada vez más, por la psiquiatría y
la formación psicoanalítica.” Los últimos 13 años de su vida profesional ha
sido jefe del Departamento de Salud Mental y creador, con la ayuda de María
Victoria Oliva de Cantavella y Luis Mauri, entre otros colegas, además de Carla
Marsani de Milán, de la Kleinian Psychoanalytic Diagnostic Scale (KPDS), publicada
en 1996 con gran difusión internacional. Actualmente, Jaume es miembro titular
de la Sociedad Psicoanalítica Española.
Su padre era un hombre de gran
inteligencia, nos dice. Fue oficial de la marina mercante y posteriormente
director general para España y Portugal de la Universal film Studios. Su abuela, maestra, y su madre eran también
pianistas y ambas cocinaban muy bien.
En ese ambiente de cultura y
música, su hermano Enrique, profesor de lengua y literatura catalanas, compuso bellas
piezas sardanísticas. Jaume Aguilar,
entre otras obras musicales, ha compuesto recientemente la Cantata sinfónica
Antonio Machado y Leonor Izquierdo, In Memoriam, interpretada magistralmente por La Orquesta Sinfónica de
Bratislava, dirigida por David Hernando. En ella trata de reflejar “la experiencia dolorosa y el proceso de duelo vividos por
Antonio Machado tras la pérdida de Leonor.” Sería para él un honor poder
estrenarla en Soria.
Con su esposa, alumna de la
escuela Isabel de Villena, dirigida entonces por Carme Serrallonga, ha visitado
la mayoría de ciudades europeas. En Roma “me impresionaron de manera muy
especial algunas de las obras de Caravaggio y el grupo escultórico del éxtasis
de Santa Teresa de Bernini”. En vacaciones le ha gustado leer las novelas de Andrea
Camilleri. Nos habla con orgullo de la última novela de su hija Laia, Les altres mares (Las otras madres),
premio Josep Plâ hace dos años con Pluja
d’estels (Lluvia de estrellas). Ha vivido, asegura, “momentos de intensa
emoción y agradecimiento escuchando algunas de las cantatas de Bach, interpretadas
por el Bach Collegium, dirigido por Pau Jorquera, o la Bach Akademie, dirigida
por Daniel Terrida, en el marco del Festival Bachcelona, del que somos promotores.”
Sigue la actualidad del cine y nos confiesa su admiración por Cyrano de
Bergerac interpretado por José Ferrer. Su
plato: la sopa de pescado a la provenzal y las legumbres guisadas. Como postre,
la fruta del tiempo y en especial la del verano. Gandhi, Angela Merkel, Antonio
Machado, Miquel Martí Pol, Salvador Espriu vuelven a nuestra conversación,
sentados en un banco de piedra de la Placeta del Mirón. La vista es preciosa,
nos dicen los dos. ¡El muro blanco y el ciprés erguido!
Javier Arrribas
Javier Martínez Romera
Profesor de Historia
Javier Martínez Romera nació en la clínica de D.
Juan Sala de Pablo en 1977. Su padre, Luis, radioaficionado, trabajaba en el
laboratorio de Sanidad. Su madre, nos dice, le ha transmitido la importancia de
la paciencia y de cuidar los detalles en el trato con la gente. Hijo único, estudió
hasta 8º de EGB en el colegio de la Presentación, “el más moderno de Soria -afirma
orgulloso- durante mucho tiempo.” Recuerda con cariño a sus maestros, la
cantera de balonmano en la que jugó y el profesorado nativo para las clases
extra de inglés.
Estudiante aplicado, Javier fue siempre delegado de
curso. BUP y COU los cursó en el Instituto Machado y Traducción e
Interpretación, primera promoción, en el Campus de Soria, en cuya facultad enseñó
varios años y se doctoró cum laude. Tras ganar las oposiciones de
Geografía e Historia, impartió clases en los IES de Ayllón y Castilla de Soria.
Desde hace dos años, forma parte del Claustro del IES Antonio Machado, en donde
se hace cargo de un programa de Bachillerato de Investigación y Excelencia. Vocacional,
le apasiona la Historia. Curioso y de espíritu abierto, la lectura forma parte
de sus pasiones. Recuerda a su abuela Domi leyéndole cuentos cuando era todavía
un niño. Y de una de sus primeras lecturas: “Alejandro Magno”.
Siempre le gustó escribir. Premio Toro de Plata en
2003 y 2008, su libro “Soria en Seiscientos” (2022), comenzado durante la
pandemia, es para él mitad memoria familiar, mitad guía de Soria; datos y
detalles rigurosos, buena literatura y fino sentido del humor para nosotros.
La afición a los coches antiguos le viene de su
abuelo Celedonio, conductor de ambulancia durante muchos años, y de su tío
abuelo Jesús, proyectista en el IDEAL, propietario del 600, en cuyo asiento
trasero Javier pasó buenos ratos recorriendo la provincia con los dos. En su
cochera-museo, guarda hoy un 1500, un 600 y un flamante Ford rojo de 1932. Es presidente
del Club Seat 1500 desde el año 2000 y socio de la Escudería “Laurel de Baco”. Los
coches antiguos, nos comenta, le permiten disfrutar de su conducción, del
paisaje, de los lugares y de las gentes que los habitan. Es un reto, añade, ir
lo más lejos posible con ellos: Santiago de Compostela, Portugal, Málaga, el
Pirineo francés.
Hablamos de cine. Nos cuenta que tiene un máster en
historia y estética de la cinematografía y es amigo de Fernando Ganzo, redactor
de la revista francesa Cahiers du cinéma. Esta afición la disfruta con
su padre, que se la transmitió desde niño y con su buen amigo Julián de la
Llana, con quien conversa con frecuencia. Su película: “Casablanca”. Sus
actores: David Niven, Nicole Kidman y Maribel Verdú.
En sus veranos en Inglaterra, visitó Londres, York,
Oxford,... Más tarde, Roma, Bruselas,
Estrasburgo y París. Ahora siente curiosidad por Buenos Aires. De Sevilla
destaca su color y su luz, de Toledo su historia, y de San Sebastián, ser un
París en pequeño. Le gusta toda la música de su tiempo, las novelas de Julio
Verne, los libros de Stefan Zweig (“El mundo de ayer”), El Santero de San
Saturio, Avelino Hernández, “Hercules Poirot” de Agatha Christie. Buen comedor,
disfruta el cordero asado y le encanta la tarta costrada. Y el color azul, el
río, San Saturio y El Castillo. Aunque no es de ídolos, destaca la sensatez de
Rafael Nadal y la constancia y humildad de la científica Margarita Salas. Hombre
de retos planificados, piensa ya en su próximo libro. Que será otro éxito.
Jesús
Aldea
Pescador
El
oficio de impresor no tiene título artístico oficial, pero basta con verles
trabajar para darles uno de categoría. Matizar los colores, observar bien los
textos, los títulos, conocer al cliente, buscar, en fin, la “espectacularidad”,
son las cualidades que Jesús Aldea, impresor, ha trabajado durante toda su vida
profesional. En “Hogar y Pueblo”, como aprendiz, en Insoca, imprimiendo cartón,
y en las imprentas sorianas, hasta su jubilación: “Atlas”, “Rubio Condado”,
“Unión Gráfica”, “Grafical”.
Durante
los primeros años, conoció a Jacinto Jimeno Jimeno, hombre recto, cura y editor
de “Hogar y Pueblo”, en la calle de San Juan. Y a Fidel Carazo, que dirigió el
mismo trisemanario con una tirada de más de 3000 ejemplares. Recuerda la
Sección titulada “Séneca”, que no era sino un diálogo vecinal entre Sinforosa y
Jacinta. Y se acuerda de sus compañeros (Anselmo Álvarez, encargado, e Isaías
Pascual Moreno, corregidor) y de los pasos que daban todos para sacar tres días
por semana el periódico.
Soriano,
de “familia humilde”, como él dice, nació en 1951 en la calle Real. Su padre,
Alejandro, era un zapatero remendón, con categoría de artesano del calzado. La
infancia la pasó entre el Pilón de la Fuente Cabrejas y su barrio, jugando “al
fresco”, a “La patada al bote”, “La Pita”, “La piola”, “Las cuadrillas”, o “La
Taba”; o compitiendo con los otros barrios de la ciudad. Fue al colegio de La
Arboleda, con sus refugios tenebrosos, que recorrían, chavales, con antorchas, a
los Franciscanos, de donde salió con su Título de Estudios Primarios bajo el
brazo, y a la Escuela de Artes y Oficios, durante cuatro curso más.
Para
entonces, Antonio, su abuelo materno, ya le había instruido en el arte de la
pesca: Cabezotas (Gobios), Cachos, Bermejas, que vendía a los bares (“El
Caribe”, el “Bambi”), sacándose sus pesetas. Y también a cazar “cardelinas”,
“turis”, “pardillos” y “pajarillos” con “liga”, hecha por él mismo de corteza
de acebo.
La
pesca, la naturaleza, han sido, junto con la composición, algunas de las
pasiones de su vida. También la música, nos confiesa, “mi asignatura
pendiente”. Toda la música. También fue “Flecha”, “Arquero”, “Cadete”, en los
campamentos de la OJE. Aficionado, Jesús Aldea lee con soltura el libro del
agua del río, en donde habitan las especies autóctonas: las truchas, los
barbos, las bogas, las bermejuelas. Pero también, como en tantos otros sitios,
las Carpas, los Alburnos, las Luciopercas y los Siduros. Habla de todas las
especies con una precisión casi visual. Su relato es fluido, basado en la
comprensión del lenguaje de la naturaleza, que tiene a la Luna, siempre
presente, como una de sus actoras más determinantes. Nos explica el proceso de
la captura. Nos habla del pescador. De su sicología y costumbres. Pero también
de la sicología de los peces, cuyos objetivos son: comer y proteger su
territorio. No hablan, piensa, pero si oyen, y ven, y huelen. “Lo que les
interesa, se lo tragan; y, lo que no, lo expulsan por las bránqueas”, nos
cuenta.
Su
historial de pescador es amplio y conocido. Ha conseguido, entre otros
galardones, el subcampeonato de España de pesca de salmónidos, modalidad de
Lance, con el equipo de Castilla y León. Forma parte de los Clubs “El Campano”
y “San Saturio”, y aunque es amigo de todos; representante del Consejo de Pesca
de la Junta de Castilla y León. Organiza competiciones. La última: treinta
pescadores capturaron en un solo día 600 truchas. El Ayuntamiento, nos dice, les
hace caso. Y les ayuda, aunque alguna de las plataformas esté hundida y
abandonada, y las orillas del río, a su paso por Soria, estén llenas de
vegetación, haciendo imposible la práctica de la pesca.
Soria,
afirma, es una ciudad “rica: desde la limpieza del aire, hasta la pureza del
agua, y su climatología”. Para él, todos los lugares importantes están
relacionados con el río. De manera que no ha dudado en darlo a conocer a través
de algunos reportajes televisivos. Uno, con “Jubilados en acción”, sobre los
cangrejos. Y otro, “La lucioperca en invierno en la cuerda del Pozo”, para la
RTCyL. Curiosamente, es más de carne que de pescado, aunque le encantan las
anchoas del Cantábrico y los chicharros de sus tiempos jóvenes. Y, de la
televisión, los reportajes. Y, del mundo le hubiera gustado conocer: Río Grande
(Argentina), Uruguay,..
¿Una planta?, le preguntamos, y nos da el nombre: “la peonía”. Y, de Machado, los poemas sobre el Duero. “Aunque me jubilo, no estoy harto, ni cansado”, nos dice. Pero seguirá pescando, con su mujer, Gloria, “que sabe de pesca”, con sus hijos, con todos los pescadores de Soria, en días de Sol o de Luna. Al son, quizás, de una canción de Pink Floyd. O de una sanjuanera. Aunque, para pescar, el silencia y el sigilo sean imprescindibles.
Economista
Puntual
a la cita, Jesús de Lózar (Villadiego, Burgos, 1952) nos sorprende desde el
principio con una memoria de detalle. Nuestra curiosidad por la expresión “Tomar
las de Villadiego”, en referencia a su pueblo natal, la colma recitándonos una
de las citas que sobre ella se recogen en El Quijote. Segundo de una familia de
cinco hermanos (Claudia, Carmelo, Marisol y Luis), Jesús tiene dos hijos,
Miguel, arquitecto, Alicia, bioquímica en el Hospital de Soria, y cuatro
nietos. Cruz, su madre, era de Villadiego. Una mujer activa, nos dice, que vivió
101 años y llevaba la tienda familiar de madejas y telas. Su padre, Higinio, era
pellejero y lanero.
Los
estudios siempre le fueron bien. Aprobó ingreso en el pueblo, hizo dos cursos
de bachillerato en el Colegio La Salle de Burgos y tres por libre. El Preu lo superó
en la Laboral de Alcalá. En Madrid, la ciudad de su vida, hizo Económicas en la
Complutense de Somosaguas, teniendo como residencia el Colegio Mayor “Nuestra
Señora del Buen Consejo.”
Aunque
había trabajado ya durante los veranos, su vida profesional la inició en una
empresa de importación y exportación (CIEISA) de los Hermanos Barreiros. Tiempos
de silencio, como titulara Luis Martín-Santos una de sus novelas, en los que mantuvo
una actividad social y política intensas.
Machado
y Avelino Hernández fueron algunos nombres que le encaminaron a Soria, adonde,
casado ya con Pilar y con dos hijos, decidieron venirse en 1980, primero él
solo, para trabajar en la Cámara de Comercio. “Una obligación moral”, confiesa.
Porque Jesús de Lózar, además de tenacidad y predisposición, asume los retos con
absoluta dedicación. Nos habla, en ese sentido, de su participación en la
creación de la Asociación de Artesanos y de la de Comerciantes de El Collado. Como
economista independiente, colaboró con el Gobierno Civil y trabajó en Gestur,
antes de crear, en 1987, con otros socios, Soria Consultores, que gestiona en
solitario desde 1993. Vive feliz en Soria, asegura. Una ciudad que define como cómoda,
abierta, llena de posibilidades y para nada vaciada.
Lector
permanente, se incorporó a Soria Edita hace ya muchos años. Hablamos de sus
últimas publicaciones, del apoyo de Caja Rural y de la próxima reedición de
“Los tres sorianitos”, de J. Ortega Munilla. Miembro así mismo de la Asociación
de Amigos del Museo Numantino, fue colaborador de “Campo Soriano” y “Soria Semanal”,
y ahora de este periódico. Artículos que espera recoger en un libro, con el
objetivo de poner en valor las cosas de Soria. De su etapa de concejal destaca
su preocupación por la desigualdad y su empeño por los acuerdos y consensos.
París
será siempre para él la ciudad de las sensaciones y Sevilla la de sus recuerdos
de Semana Santa y su amistad con Juanjo Asenjo, su Arzobispo Emérito. Entre los
países visitados destaca Cuba, por la proximidad de su cultura y su clima.
Lee
permanentemente, nos comenta, sobre todo ensayo y novela negra: Simenon,
Camilleri,... Un título: “Genio y ansiedad: Como los judíos cambiaron el mundo”,
de Norman Lebrech. Faye Dunaway, Macron, “El acorazado Potenkin” y Francis
Coppola serían su actriz, personaje, película y director de cine preferidos. Le
chifla, así lo expresa, la música clásica, todo Bach, Mozart, Astor Piazzolla, Vetusta
Morla y Paco Ibáñez. Elige, como plato, un cogote de merluza o un plato de
almejas, y, como postre, las frambuesas de El Royo y la torta de queso de Oncala.
¡Felices Fiestas!
Jesús Gonzalo Gonzalo
Coaching Nutricional
Desde
muy pequeño, viviendo ya en casa de su tío Félix y de su tía Ascensión, la
madre de Jesús Gonzalo (Gómara, 1949), Francisca, la mayor de 17 hermanos,
comenzó a inculcarle el gusto por la lectura y las letras. Le recitaba poemas,
le leía páginas de libros. Una mujer sabia, generosa, inteligente, nos dice. Su
padre, Severiano, era un gran albañil y construía silos (Gómara, Zamora,…) para
el Servicio Nacional del Trigo. Aficionado a la música, un día le enseñó a
tocar “Por el camino verde” con un acordeón Guerini azul. El carácter casi nómada
de sus padres, nos confiesa, les abrió, a él y a sus hermanos, Severiano y
Anselmo, muchas oportunidades.
Sus primeras escuelas fueron las
bajeras del Ayuntamiento de Gómara. Las de los Claretianos de Alagón vendrían
después, antes de terminar el bachillerato elemental en Zamora y el superior en
el Ramiro Maeztu de Madrid. Alumno de la Escuela de Aparejadores y empleado del
estudio ESIC, su vida laboral continuó en Motor Ibérica como administrativo y
en el departamento de postventa de camiones y furgonetas. En IBM fue director
de marketing y vendió máquinas de escribir, fotocopiadoras y ordenadores. Ahora
tiene una empresa de productos gourmet, Goland Gourmet, cuya experiencia le
resulta interesante, pues le gusta el mundo de la alimentación y le permite,
como Coaching Nutricional, ayudar a sus clientes a sentirse bien en todos los
sentidos. Reside en Madrid, pero ha restaurado su casa de la calle Mayor de su
pueblo. Cree en los ángeles custodios, nos comenta, porque “te dan lo que les
das.” Tiene tres hijos: Nieves, músico, pianista y directora de orquesta;
Jesús, empleado en IBM, y Pablo, licenciado en desarrollo, creación y diseño de
vídeos informáticos.
Nos
regala su primer poemario, “Esa flor fría del tiempo”, editado este año, romántico,
nostálgico y creyente. Siempre le ha gustado escribir, nos asegura. Saca un
pequeño cuaderno, lo abre y, en pleno Parque de la Dehesa, nos lee con voluntad
el poema que le dedicó a su compañero de colegio:
Ha
conocido y recorrido mucho mundo, nos cuenta. En coche, en tren, en avión, pero
sobre todo en moto. “El primer viaje lo hice a los
diez años con mi padre, en una Guzzi roja, para visitar la Cola de Caballo del
Monasterio de Piedra.” Luego vendría Marruecos, casi toda Europa, la Selva
Negra, Cabo Norte, el Peloponeso, Turquía, los Balcanes y los EEUU, cuando sus
hijos estudiaban en sus hijos estudiaron en las Highs Schools de Iowa y Boston.
La ruta Soria-Samarkanda y la Patagonia la tiene pendiente. A los diez y ocho,
en 1969, se fue a París en auto-stop con su amigo Pedro Pérez. Todavía quedaban
“adoquines sueltos en Saint-Germain-des-Prés.” Dominique, una parisina casada
con un arquitecto griego, amigos de Picasso, les cogió en su Citroën Mehari y los
alojó durante dos semanas en su buhardilla del Passage Dauphine. Aprovecharon
para acercarse a Notre-Dame con Misterio de las Catedrales de Fulcanelli para ver
si eran capaces de descifrar los secretos de los alquimistas. En Roma conoció a
Anna Paola, su mujer, arquitecta y paisajista romana. Sin embargo, su ciudad
ideal sería Madrid, tan acogedora y tan diversa. Mario Benedetti, su escritor,
y El Doctor Zívago la película que más le ha impactado. Como buen gourmet, su
plato son las setas de cardo con lomo de olla y pimientos verdes. Las artes, la
arquitectura, la fotografía, en especial, le han atraído siempre, además de algunas
salas y obras de El Prado, Le Louvre y las esculturas del Museo Rodin de Paris.
Sí, encontró oportunidades fuera, asegura, pero en Soria, “esta tierra mía”, está
“esa canción del Duero”, y hay muchas fortalezas también. Nostalgia, sí, pero,
sobre todo, actividad y futuro.
Jesús
Javier Muñoz Martínez
Comerciante
Desde
la calle, el Autoservicio de Jesús Javier Muñoz Martínez (Soria, 1967) atrae
por su fuerte colorido, su escaparate cuidado, exquisito y muy luminoso. En el
interior, los vinos Ribera del Duero, las latas de mejillones, perdices, miel,
queso, espárragos blancos, torreznos, crestas cascajares, pato asado, se
distribuyen ordenadamente por todo el establecimiento. Al fondo, una fila de
jamones ibéricos cuelgan detrás del mostrador. Nos atiende su dueño enfundado
en su bata blanca. Fue alumno de los padres Escolapios y, cuando le
preguntamos, recuerda al Padre Félix, su profesor de matemáticas. Pasó después
al Instituto Antonio Machado, en horario diurno y nocturno, a tan solo un centenar
de metros del Autoservicio de su padre en el mismo número 34 de la calle
Collado. ¿Vocación o profesión?, le preguntamos. Ni lo duda: vocación. Y añade:
35 años cotizados. Mi padre, nos comenta, “siempre pendiente de todo, nos
inculcó la profesionalidad, el esfuerzo, el amor por esta profesión y, sobre
todo, la atención al público y el agradecimiento al cliente”. En una pequeña
vitrina vemos fotos de su abuelo, Domingo Muñoz, detrás de otro mostrador y
junto al peso de su tienda de Ultramarinos Finos El Triunfo, fundada en 1925, siempre en el mismo local en que
charlamos con su nieto Jesús Javier. Memoria
presente, pensamos nosotros, de uno de tantos comercios y comerciantes
históricos de Soria. En frente vemos una máquina de hacer chorizos como la que
teníamos nosotros en nuestra casa. La calidad parecer ser una de las señas de
identidad de este establecimiento. Para ofrecerla, la dedicación de Jesús
Javier es plena. Primer café a las 6,30 de la mañana y, ya sin parar, hasta que
cierra a las nueve de la noche, de lunes a sábado y domingo por la mañana. Se
podría decir que, por su situación, Autoservicio Muñoz, como todos los
comercios del Collado y de la ciudad entera, atesoran la memoria viva de la
ciudad, participando de todas sus celebraciones y manteniendo el espíritu
emprendedor, servicial y generoso que les ha caracterizado siempre. Justo al
lado, en el antiguo número 50, la primera pensión de Antonio Machado en Soria. Jesús
tiene una hija, Flor, que vive y disfruta ya el mundo de la hostelería. Ella y
Viviana, su madre, trabajaron durante dos años en este establecimiento.
Hablamos
de estos tiempos de pandemia, duros, largos y difíciles. Por su trayectoria, la
Cámara de Comercio de Soria le otorgó en 2008 el premio a su trayectoria
empresarial. Alguna vez también se ha valorado su escaparate, recuerda. Nos
enseña las cestas que elabora con los productos que le piden sus clientes y
clientas. Los turistas, nos comenta, buscan productos de Soria. En embutidos, presume,
estamos a la cabeza en Castilla. Ya llega la Navidad. Los adornos y las figuras
de Papá Noel no faltan. La música pop y la latina preludian son el preludio de
los villancicos. Su cantante favorito: Sebastián Yatra. Y también: la comedia
en cine, la lectura de libros de gastronomía, el azul, el rojo, pasear, el
número 7 y el sábado. De Soria: la Fuentona y la Laguna Negra, San Saturio y el
Duero. Le dejamos atendiendo. El escaparate, ya lo hemos dicho, atrae, con su
árbol y sus colores amarillo y rojizo, su sabor y su atractivo. Hace honor a
una calle de grandes comerciantes, entonces y ahora, que se han esmerado
siempre en ofrecer el mejor género, la mejor calidad y el mejor servicio. ¡Feliz
Navidad! Salud, Paz y Felicidad.
Jesús Rivera Torres
Presidente ASOAF
El tren camina y camina,
escribe Antonio Machado en su poema En
Tren (Campos de Castilla). Un medio de transporte cómodo y de ir bien. Necesario para las ciudades
y sus habitantes. Se necesita, sí, un
poco de fe e inteligencia, para potenciarlo. Como la que tiene Jesús Rivera
Torres, Presidente de la Asociación de Amigos del Ferrocarril de Soria. Un madrileño
(1973) de Aluche, discreto, creyente, profesor de filosofía y de religión, en
los Colegios Trilema y Escolapios.
Jesús
Rivera tiene tres hijos sorianos: María, seis años, Manuel, cuatro, y Mateo,
dos. Su madre le decía que había aprendido a leer en la línea 5 del metro de
Madrid. Más tarde, el ferrocarril formaría parte de sus vacaciones familiares
en Fuengirola. Así que, cuando encontró trabajo en Soria, tras echar 450
currícula, entregadas en mano o enviadas por correo, no dudó en subirse a este
nuevo tren, con arraigo cultural y amigos tan inolvidables como el Doctor
Zhivago. En septiembre de 2002, Jesús Rivera fundaría, con Alberto Peña y un puñado
de entusiastas, ASOAF. Una asociación llena de ilusión, dos furgones y un museo
en uno de ellos. Sus proyectos: restaurarlos, preservar el histórico edificio
de viajeros y seguir presentando propuestas bien elaboradas. De todas las estaciones
sorianas, Jesús Rivera destaca, cuando le preguntamos, la de Cabrejas del
Pinar, junto a la Ermita de la Virgen de la Blanca.
Atlético,
fue a las escuelas madrileñas de Cid Campeador
y Vázquez de Mella, terminando su
bachillerato en el Colegio Arzobispal, con los profesores Julián Carrón y Juan
M. Palacios. Filósofo por la Complutense, teólogo y maestro, sostiene que “todo
lo que uno vive está relacionado de algún modo con la fe.” La religiosidad, el
humanismo, acerca, como el tren, a la cultura y a los demás. Sus escuelas
filosóficas, nos dice, son el realismo existencial y la filosofía cristiana,
especialmente la neoescolástica. “Hay que
partir siempre de la realidad, no de las ideas”, es la frase del premio
Nobel Alexis Carrel que le acompaña en su labor filosófica. Su último libro
leído: Vida ética, de Giuseppe
Capograssi. Y como novelas: Invierno bajo
la estrella del norte, de Santiago Osácar, y Ojos que no ven, del soriano J. A. González Sáinz. De tema
ferroviario: “593 datos sobre los Trenes
Fiat 593”, de Juan C. Casas, y el Ferrocarril
de Torralba a Soria y Castejón, de P. M. González y Pedro Pintado.
Profesor
desde 1997, considera que “la enseñanza es una oportunidad única de acompañar a
los alumnos en las grandes cuestiones de la vida”. Y así se lo reconocen.
Hablamos largo rato sobre economía, inversiones, mejoras, en torno al 599 Soria-Madrid-Soria,
casi siempre a su hora. Lo importante, nos asegura, es demostrar que se trata
de un medio de transporte útil y atractivo, rentable socialmente y querido en
Soria. Hay que sumar esfuerzos, repite, y mantener un discurso en positivo.
Deportista
desde siempre, el footing es uno de
sus hobbies. También le gusta el cine. Sobre todo las películas que plantean
dilemas morales o ejemplos de vida. O historias, como La vida es bella. En la música, busca siempre las letras que narran
experiencias humanas, como de La senda del tiempo, de Celtas Cortos.
El tren, al caminar,
escribiría el poeta, nos hace soñar.
Jesús Rivera Torres sueña, pero desde el pragmatismo de la ética y el trabajo
puntualmente realizado. Entre maletas y corazones. ¡Y alegría de un viajar en compañía! Con fe, esperanza e
inteligencia.
Jesús
Rubio Jiménez
Profesor universitario
Jesús Rubio nació en Ágreda en 1953. Su madre tenía
una tienda y su padre se dedicaba a la agricultura. Se familiarizó pronto con
las labores del campo y todavía hoy envuelve sus cardos, cultiva verdura,
planta encinas,... Es el menor de tres hermanos: María Isabel, fallecida, y
Ángel. Y tiene dos hijos: Laura y Luis Ángel. En Ágreda ha sido
pregonero de sus fiestas y su pueblo es para él un espacio especial e íntimo en
su vida, tal y como dejó reflejado en su poemario Lugares del corazón.
De
la escuela de Ágreda guarda buenos recuerdos, aunque ser zurdo, en aquellos
años, le ocasionó alguna absurda regañina. El bachillerato lo hizo en los PP.
Combonianos de Corella y en el Instituto Antonio Machado de Soria. Recuerda del
último curso el dinámico “Club de la Unesco” del que formaba parte y que tuvo,
nos dice, un final censurado. El estreno del drama de Alfonso Sastre, Guillermo Tell tiene los ojos tristes,
en el que participó, o La zapatera prodigiosa, de Lorca, suscitaban todavía
recelos. En aquellos años aprendió “la disciplina en el trabajo y un estricto
sentido del tiempo.”
No
era mal deportista, pero sí buen estudiante de las asignaturas que le
interesaban. Se aficionó desde niño a la lectura: historia internacional, Tagore
y Juan Ramón Jiménez, “de quien copié, a mano, una antología de sus poemas,
incluidas las ilustraciones.” Licenciado
en Filología Románica en la Universidad de Zaragoza, destacó por su activismo
cultural. Tras trabajar brevemente en una empresa de sondeos de uranio, fue
profesor en la escuela de Magisterio de la Iglesia y ayudante en el
Departamento de Literatura de Universidad en la que estudió y en la que es hoy
catedrático de Literatura Española. Su profesión, asegura, ha sido su vocación.
En sus investigaciones prefiere ocuparse en asuntos poco frecuentados como la recepción
de la poesía japonesa en España, los tratados de declamación y la relación
entre las artes y la historia del teatro. Ha publicado un centenar de libros,
numerosos artículos, reseñas, y ha estudiado a fondo a Valle-Inclán y a
Bécquer, recibiendo por ello varios premios y reconocimientos.
Hablamos
de Machado, “el gran poeta cívico español del siglo XX”, y de José María
Palacio, “un hombre de convicciones y un gran activista social, seguidor de
Joaquín Costa”, sobre el que acaba de presentar un magnífico, pionero y
documentado libro. Fue, comenta, “un interesante periodista de mentalidad
regeneracionista”, sobre el que quedan, asegura, “parcelas completas por
rescatar” y merece el reconocimiento de Soria.
Viajero
agradecido, destaca París, Sevilla y las ciudades medias andaluzas: Aracena,
Ronda, Antequera, Jerez,… “La luz siempre nos viene del sur, donde florece el
limonero”, sentencia. Lee sobre todo poesía. Cervantes sería su autor, el Quijote, su libro. Y le interesan mucho
las escritoras norteamericanas de relatos. Del cine, Casablanca y sus protagonistas, Bogart e I. Bergman. De las artes,
la pintura. Sus personajes: Leonardo da Vinci, Gandhi, Luis Buñuel.
Una
ensalada de cardo rojo de Ágreda, un asado de ternasco y una torrija o unas
onzas de buen chocolate sería su comida perfecta. No advierte, subraya,
voluntad real de abordar los verdaderos problemas del medio rural español. “Si
algo he aprendido estudiando a Palacio -señala- es cuánto se esforzaron
aquellas generaciones en dinamizar la provincia. Creían en Soria.” Como él. Sin
memoria, recuerda, no hay futuro.
Joaquina Gutiérrez Peña
Azafata de vuelo e Historiadora
En
2006, durante la presentación de su Ligero
de equipaje, Ian Gibson se preguntaba por qué iba tanto Antonio Machado a
Cidones. Joaquina Gutiérrez le interrumpió un instante para contarle que el
poeta sevillano iba a ver a Antonio Martínez Balmaseda, médico de la localidad
e hijo del Director del Instituto General y Técnico, Gregorio Martínez
Martínez, con cuyo nieto ella misma estaba casada.
Joaquina,
Jacqueline, nació, como su padre, Antonio, su madre, Sandalia, y el pintor
Zurbarán, en Fuente de Cantos (Badajoz) en 1953. A los seis años, precedida por
su padre, que trabajaba en “Le grand Moulin de Paris”, y tras atravesar España en
tren, se encontró junto a su hermano Cándido en la buhardilla de una casa de
París, pegando al Sena, por donde, como en un cuento de hadas, navegaban los
Bateaux-Mouches. Unos meses después, la familia se trasladaría a
Savigny-sur-Orge, en la periferia parisina, y, más tarde, al Quai de la Gare.
Extremeña, los inicios en la escuela francesa fueron duros para ella, recuerda,
pero, pasado el tiempo, su balance es muy positivo. Tenía ya 11 años cuando se
trasladaron a un HLM de Champigny-sur-Marne, en cuyo Instituto Langevin-Wallon conoció
a profesores maravillosos, que, asegura, agradecida, le ayudaron y enseñaron
tanto. Recuerda a Mme Mort, siempre elegantemente vestida, a la que regaló un
vestido hecho a mano por ella misma para su niña recién nacida. Jackie,
bilingüe, quería estudiar Ciencias políticas, pero acabó matriculándose, en
1972, en el departamento de español de la Universidad de Paris VIII (Vincennes).
Como su objetivo era el de volver a España, tras casi seis meses como au-pair
en Manchester, se instaló en Madrid, iniciando dos años después una carrera
laboral de 34 años como azafata de vuelo en Iberia. Casada y con dos hijos, Guillermo
y Alfonso, su profesión le fue acercando al mundo del arte. Ya en Soria (1985),
se matriculó primero en la Escuela de Artes, y, más tarde, en el COUS (Geografía
e Historia), especializándose en Historia del Arte en la Autónoma de Madrid. Inquieta,
valiente, rigurosa y perseverante, su labor investigadora le llevó a descubrir
un legado muy importante, base de su tesis doctoral, dirigida por la profesora
soriana Elena Sainz Magaña desde la Universidad de Castilla la Mancha: “El
taller de Herreros (Soria). Una saga de escultores, pintores, doradores y
carpinteros (1715-1925)”.
Tutora
en la UNED durante 15 años, su curriculum recoge sus participaciones en
Congresos, su colaboración con la Universidad de la Experiencia, y la publicación
de varios trabajos significativos en torno al patrimonio artístico soriano. Entre
ellos, el estudio de la obra de Juan Zapata: Mazaterón, convento de la Merced,
San Saturio.
El
barroco, nos comenta, es el estilo que más ha estudiado. Pero, hablando de
Picasso -al que conoció su padre personalmente-, concluye: “Es la Historia del
Arte”. Curiosa, activa, optimista, emprendedora, conversadora infatigable, relee
con pasión las biografías de Stefan Zweig: Joseph Fouché, María Estuardo, Marie
Antonieta, Balzac, Erasmo de Rotterdam,… Sus momentos de ocio los llena
practicando yoga, asistiendo a conciertos, ópera, cine, y apoyando o
participando en actividades culturales de todo tipo. Su musa, de todas las
maneras, sería el silencio. Una necesidad psicológica que le permite pensar,
escuchar,… En francés y en español. Con espíritu abierto, cordial y
comprensivo.
Jorge Jiménez Lafuente
Jorge Jiménez Lafuente (Barcelona, 1973) es un
soriano de la diáspora. Sus padres, Mercedes y Tomás, de Lubia y Sotillo del
Rincón, emigraron en 1969 a la capital catalana, y allí vivieron durante doce
años. Los primeros pasos estudiantiles los dio Jorge en la “Escola Laia”, un
Centro concertado del distrito de Sant Andreu. Barrio obrero, recuerda, en
donde presenció, sorprendido, su primera manifestación. Tiempos aquellos en los
que ir a la playa en coche era todo un privilegio. Mientras tanto, su abuelo,
Bernardino Lafuente, “El Caminero”, se había trasladado a Soria, con su mujer, María
Baños del Moral, que acaba de cumplir 97 años. Su otra abuela, Margarita
Hernández, espléndida persona -presume su nieto-, nació también en 1920.
A su regreso de Barcelona, Jorge prosiguió sus
estudios en la Escuela de Sotillo, de la que recuerda, con mucho respeto, a
Doña Josefina: “buena maestra, seria y disciplinada”. Él era un chico inquieto,
imaginativo, curioso y sensible. Todavía se acuerda, nos dice, del romance de
“La loba parda”, que le enseñó su vecino, Bernardo del Campo, en su cuadra de
vacas. La adhesión a la Comunidad Europea, señala con nostalgia, acabó con las
explotaciones ganaderas en el Valle. Ya en Soria, prosiguió sus estudios en el
colegio San Saturio –Plaza Bernardo Robles, 3-, que ahora recorre sin perderse:
las mismas escaleras, el mismo barandado,…
El gusto por la música le llevó a estudiar
piano en el Conservatorio, y musicología, opositando más tarde por la rama de Educación
Musical. Tuvo su tiempo de colaborador musical, los fines de semana, en Onda
Cero, Antena 3, Cadena Ser, y en la prensa diaria. Ahora, tras su paso por los
IES “Virgen del Espino” y Covaleda, la antigua “Capilla” del Instituto “Antonio
Machado” es su centro de trabajo. Allí convive con sus alumnos y alumnas, rodeados
de partituras, instrumentos de música clásicos, cacharros de todo tipo, bajo las bóvedas ancestrales.
Se palpa el dinamismo y la proximidad. Jorge Jiménez cree en las redes sociales,
con las que trabaja a diario, cuida y respeta. “Tejer redes en
educación es la clave de su éxito”, afirma. Son “herramientas perfectas para
crear comunidad y dar visibilidad al trabajo del alumno.” Es decir:
“aprendizaje cooperativo”. Su metodología tiene mucho que ver con su afición de
niño a cacharrear con “zarrias”. ¿El
resultado?: “Magnífico”. Jorge quería ser musicólogo, investigador. Y estudió
la música del Renacimiento. Su compositor, Juan Sebastián Bach. Pero ahora
está involucrado, junto con sus alumnos,
en un proyecto novedoso: “Educación
musical con objetos sonoros”. ¿Cuáles?, le preguntamos. “Todos los que,
fácilmente accesibles, permitan crear sonidos, desarrollar las capacidades del
alumno, aunar inteligencias”, nos explica. Por eso elige siempre aquellas
piezas musicales que “sean útiles para tocar, cantar y bailar.” Las manos, los pies, el cuerpo entero, repite
una y otra vez, son auténticos instrumentos musicales. Y por eso se entregan tanto
sus alumnos, al sentirse protagonistas, responsables, de los sonidos en cuya
creación participan.
Famoso
por el sonido que arrancan, todos juntos, bajo su dirección, a contenedores de
basura y otros objetos -con los que han recorrido Cuenca, Gijón, Logroño-,
Jorge Jiménez quiere encontrar también los de las escobas, los balones, el PVC,...
Esos enseres que forman parte del espacio humano compartido. Hombre moderno, innovador, sus personajes llevan el
nombre de Carlomagno, Napoleón,... Y Berlín, “más cosmopolita que Barcelona”,
asegura, el de su ciudad. ¿Una lengua? El castellano, aunque conozca el inglés
y le atraiga el alemán. Su país: España. El norte. Por su diversidad. Y el
tres, su número favorito. Comprometido, en fin, encuentra que Soria tiene que
creer más en sí misma. En todas sus potencialidades. Por su parte, prepara ya su
reto de fin de curso: “La Danza del sol”. Junto con otros ocho institutos. Dieciséis
voces. Percusión corporal. Expresión colectiva. En Soria. Allí estaremos.
José
Ángel Mayor Alonso
Locutor
José
Ángel Mayor Alonso desciende de familia de herreros sorianos. Sus abuelos, Adela y Sotero, eran
los dueños de la Herrería Mayor, con fonda y cochera, en la Aduana Vieja, hoy
Plaza del Vergel. Su hijo, el padre de José Ángel, Sotero Mayor del Río, hombre
inquieto y gran pescador, trabajaba en Pablo del Barrio. Inventor, tenía
registradas dos patentes: un regulador de gas y una estufa de butano que
funcionaba como las de cisco. Todo un especialista. José Ángel lo es también,
pero de la voz y la música. “He hecho bailar a cuatro generaciones”, nos dice.
La
calle Sagunto lo vio nacer en 1959. Su madre, Amalia Alonso, nacida en en
Agreda, tostaba café y cacahuetes para, con el dinero que sacaba, comprar
revistas con patrones y confeccionar prendas de vestir. D. Oreste Camarca,
viendo que tenía cualidades, quiso enseñarle el Chelo.
José
Ángel Mayor estudió en los Escolapios, salvo un año, cuando tenía 14, en el
Colegio “Mayol” de Toledo. La mili la hizo en Melilla. Su vida laboral de
camarero se inició en el bar Numancia,
Camping de la Teja, Tabarin, etc., antes de convertirse en
disck-jockey profesional, siempre al corriente de las últimas novedades
musicales. El estreno de la banda sonora de Fiebre
en el sábado noche fue una de sus exclusivas. Entonces le gustaba el Rock
and Roll, la música afroamericana, los Beatles, los Rolling Stones, Elvis
Presley,… Gustos que no han variado, afirma, sino que se han acrecentado. “Escucho
mucha música”, nos asegura. Le gustaría, nos confiesa, que la vida tuviera su
propia banda sonora.
José
Ángel Mayor, primo de Ángel Mayor Hernando, con quien mantenía, según nos
comenta, “una fuerte relación emocional”, conocía bien su oficio. Sabía ofrecer
al público la melodía más adecuada en cada momento de una sesión de discoteca. Incluso
piezas de música clásica -la Tocata y Fuga de J. Sebastián Bach-, o un solo de
batería, según el momento. Y siempre con criterio.
Trabajando
en la discoteca Caballero, recibió la
oferta de Antena 3, cuya nueva emisora se había instalado precisamente en uno
de los áticos de aquel edificio. “Me fascinó”, confiesa. Hacía de todo:
locutor, técnico,… Su primer director fue Rafael Bermejo. Y algunos de sus
compañeros: Carmen Hernández, José Luis Bravo, Esther Terreros, Chema Díez, Enrique
Asensio Vega, el cual, afirma, tenía una gran inventiva. La SER, a partir de 1987,
y la COPE, como técnico de mantenimiento, completan 30 años dedicados a la
radio soriana. Un medio universal e inmediato, sostiene. Le pedimos el nombre
de dos comunicadores: Iñaki Gabilondo y Antonio Herrero.
El
Paseo del Duero, entre San Polo y San Saturio, Los Arcos de San Juan -“pura magia”, presume - y el Puente Romano
del Pantano de La Muedra, forman parte de sus rincones sorianos predilectos. Entre
sus personajes populares: Ramón Fuentes, el heladero, y Manolo, el limpiabotas.
Y Gerardo Diego, a quien, de crío, recuerda haber visto alguna vez en verano en
el hotel Alfonso VIII, propiedad de su tío Ángel Mayor.
La voz de José Ángel Mayor es grave
y solemne. Bécquer en “Un rayo de Luna” y Machado en sus hermosos versos
dedicados a Soria. Voz generosa, serena y envolvente. Noble e impecable.
De joven practicó el balonmano, le
gustaba correr los novillos en el último tramo de la calle Valonsadero, el
cine, America Graffiti, de Francis
Ford Coppola, conducir la moto de su amigo José Antonio de la Iglesia, a cambio de un
poco de ayuda en su negocio de caballos,… Ahora camina por sitios solitarios,
lee novelas de aventuras (R. L. Stevenson, Julio Verne,…), participa en las
redes sociales, anotando cada día una frase y una canción. El día cuatro
eligió: You'll Never Walk Alone,
interpretada por Louis
Armstrong. Y una frase de Beethoven: “Nunca rompas el silencio si no es para
mejorarlo.” José Ángel Mayor, fino analista de la realidad, ha leído El Quijote
más de una vez. Cuando le pedimos el título de una última canción, no duda: Music, de John Miles. Por la letra. Por
la voz y por la música. Gracias.
José Ángel Romera Coello
Empresario
“Los
caballos hablan, pero no se les escucha”, nos comenta José Ángel Romera (Soria,
1971), dueño del Centro Ecuestre “El Robledal” de Golmayo. Su madre, Beatriz, de
Valladolid, ejerció de maestra durante años en Gómara. Él estudió en los
Escolapios y terminó COU en el Castilla. Hizo derecho en Valladolid y lo acabó
en la UNED de Soria.
Siempre
le gustó el campo. A los 16 años, su padre, José Ángel Romera Lenguas, oficial
mayor de notaría y Presidente de Cruz Roja Soria, le compró un caballo de
nombre Cariñoso. Desde entonces, su afición y su vocación por ellos no
ha parado de crecer. Entre 1991 y 1995, sin apenas experiencia, representó al
Ayuntamiento en el concurso de saltos de Valonsadero. En aquella época dio
clases también de monta en la Cuadra Antares de Garray. Su primera competición la
ganó con OPUS, el caballo de una clienta, en ejercicios de doma en Valladolid. Terminados
los estudios, cuidó caballos y se dedicó a la doma y a la monta a nivel
particular. Fue en 2004 cuando inauguró su cuadra, formada por 56 caballos, de
los cuales 16 son de su propiedad, además de la yegua Daniela GB, con la que ha
ganado la medalla de bronce de Castilla y León para potros de cuatro años. A pesar
de su buen temperamento, es difícil de montar, nos dice, pero posee una gran calidad
de paso, trote y galope. Ultimatum, número
13, criado en Soria, y Leonides, son
dos caballos con los que ha competido y ganado competiciones. Pero son muchos otros,
nos asegura, “los que me han dado casi todo.” En su cuadra trabaja Denisse, de
Haro, profesora encargada de la cuadra, Rodrigo, que se ocupa del Poni Club, y Paula
de montar los caballos.
Entiende su instalación como un centro de trabajo compartido y práctica activa de un deporte. En Soria, asegura, hay mucha afición. Dado que se trata de un deporte muy técnico, las cualidades fundamentales son la paciencia y la constancia. El caballo, está convencido, “es un mundo desconocido y nada elitista.” Ahora mismo es profesor de un curso de FP, “Actividades físico-deportivas al aire libre”, organizado por el IES Virgen del Espino, que forma a jóvenes expertos en actividades relacionadas con la naturaleza. Además, prepara en Segovia a futuros técnicos en equitación nivel 1 y 2. Su actividad es incesante. Técnico superior de equitación nivel 3, posee la medalla de oro en pruebas complementarias de doma; plata en caballos jóvenes; bronce, en el absoluto de Castilla y León 2010. Participó así mismo, y encantado, en el rodaje de la serie El Cid. Guardó los caballos de la película e hizo de guerrero, noble, ayudante médico y ayudante de Jaime Lorente, el Cid. Destaca La Saca como una experiencia única en el mundo. Sobre todo los diez últimos minutos antes de su comienzo: “No oyes nada, te fijas en las caras, sientes los nervios,…” La ha hecho a pie, a caballo y en helicóptero, como comentarista para Canal 4. Jurado de Cuadrilla del Rosel y San Blas en 2008, Julia Navarro es su escritora de cabecera. Cita, como ejemplo su libro La biblia de barro. También El mozárabe de Jesús Sánchez Adalid. España y Soria, sin dudar, son su país y su ciudad. Le gusta el cine de acción, el cocido y cualquier canción de El Arrebato. Hubiera querido ser, concluye, un personaje histórico. Como José María El Tempranillo, su ídolo desde niño, o El Zorro, por el caballo, el misterio y su defensa de los pobres. Soria, convenimos, tiene muchas posibilidades. El suyo es un ejemplo evidente.
Cocinero
José
Antonio Antón Aguilera nació en Fuentearmegil en 1968. Su padre, Severino, se
ocupaba del campo, y su madre, Severina, mujer modesta e inteligente, del
huerto, de la casa y de la pensión que regentaban en el pueblo. Como sus
hermanos, José Antonio, ayudó siempre a su padre y a su madre, aprendiendo de
ellos que el bienestar lo conforman cosas sencillas y cocinar significa aprecio
y respeto por los comensales. “Lo que no quieras tu -le decía su madre-, no se
lo des a tus clientes”. Tras una primera etapa escolar en el pueblo y en
Navaleno, completó sus estudios con un módulo de mecánico-ajustador en El Burgo.
Luego vino la mili en Vitoria y un destino tranquilo en el bar de oficiales.
Allí aprendió a cocinar, asegura, aunque su verdadera maestra fuera Mª Luisa
Amat Castro, dueña de “El Maño” de Navaleno, en cuyo restaurante estuvo
empleado seis años.
En
1996 abrió “La Chistera”. Su lema: agradar a sus clientes y sorprenderles con
menús divertidos. Nos habla de micología, de la trufa, del torrezno soriano (calidad
y poca grasa). En 2013, recibió el premio a la mejor tapa micológica y en 2014,
el del mejor torrezno de innovación: “pechuga de pollo con corteza de pan de
gamba”. Se lo dedicó a J. M. Ruiz Liso y éste le puso el nombre de “Pollezno”.
Además
de restaurador, José Antonio es un artista de la magia. Todo comenzó, recuerda,
en unas Jornadas dedicadas a Heraclio Furnier, fabricante de naipes en Vitoria.
Le chocó tanto lo que escuchó que no tardó en comprarse una baraja mágica, un
libro de Juan Tamariz y hacer un viaje a Madrid para asesorarse en “Encarnita”,
una tienda especializada de Fuencarral. Para ilusionar al público, nos comenta,
hay que empatizar con él. Ha actuado solo (bromas, globos, cartomagia,…) y con
su mujer, Cristina, que, subraya, le ha acompañado siempre. Nos enseña las
sillas firmadas por los magos que han pasado por su local. José Antonio es un
hombre feliz: familia, dos hijas, Cristina y Alejandra, magia, gastronomía, calle
Alberca y, en frente, el Palacio del Marqués de Alcántara (XVII). Nos enseña libros
llenos fichas de magia, otro de cartas en francés, y dos albumes repletos de
recortes de prensa -siempre tan atenta con sus actividades- y dedicatorias
emotivas de Félix El Gato, Fernando Arribas, Nacho Diago, Alexis Valdos,...
Hace
diez y siete años, se le ocurrió crear, junto con los participantes de aquel
año, el Club de la Chistera, por cuyo escenario han desfilado monologuistas de toda
España. El pasado día 17 de abril tuvo lugar la final de 2019: 31 participantes,
la Audiencia casi llena, un ganador, Jelete Montero, de Segovia, y una bolsita con
gominolas dedicada a todo el público: “Tu risa, nuestra dulce recompensa”. José
Antonio no escatima y siempre está dispuesto a colaborar. Sabe que la patria es
la que se labra todos los días.
Sus momentos de distracción se los dedica a la música clásica. Le hubiera gustado, nos dice, tocar la gaita tan bien como a los de su pueblo. El Cañón del Río Lobos y el Parque de Santa Clara, que pasea disfrutando de cada detalle, son dos lugares importantes para él. De España, destaca Sevilla y el País Vasco. Conoce Inglaterra, Túnez, Irlanda, a donde llevó el torrezno, y el Hilton de Estambul y de Ankara, en donde, hace 24 años, ofreció una comida española representando al Virrey Palafox. La cultura popular soriana, pensamos nosotros, tiene en José Antonio, acogedor y agradecido, otro preclaro representante.
José Bernabé Boces Diago
Jefe Policía local
Servidor
y disciplinado, curioso y perseverante, José Boces Diago (Soria, 1958), es
también un hombre puntual, abierto y condescendiente. Hijo de obreros emigrantes,
buen estudiante, lleva con gran orgullo los dieciséis apellidos castellanos de
sus tatarabuelos, bisabuelas, abuelos, de Soria, Ávila, León, Valladolid y
Béjar, la tierra de su padre, empleado, Bernabé como él, que murió muy joven,
cuando vivían en Madrid.
Niño
de la Bajada de la Rumba (calle Fiel de la Tierra), el Sagrado Corazón fue su
primer colegio. El segundo, las Escuelas Pías de San Antón, regentadas por los
PP. Escolapios, en la calle Farmacia de Madrid. Y, como sacaba buenas notas,
aprovechó sus becas para terminar el bachillerato en la Universidad Laboral, y
la carrera de Geografía e Historia en la Complutense. Durante ese tiempo, su
madre, Ludivina, cosía y cosía, sin parar, para que él y su hermana se hicieran
un hueco en la vida. Y lo consiguió. Fueron años muy duros, recuerda.
Su
destino eran los libros, las bibliotecas, la investigación histórica. Ya en
Soria, el año 1980 lo dedicó a colaborar, como becario, en la edición de los
dos tomos de la Historia de Soria, de José Antonio Pérez-Rioja, editada por el
C.S.I.C. Su artículo, Arte: Siglos XIX y
XX, nos ofrece una visión valiente, bien documentada y especialmente
rigurosa del renacer artístico soriano de la época, gracias, escribe, “al
esfuerzo y al trabajo de los que entonces fueron sus moradores”. Las
oposiciones a la plaza de subinspector de la policía local le llevaron, una vez
aprobadas, a poner en práctica, como máximo responsable durante más de 25 años,
los principios de servicio bien realizado, dedicación personal plena y éxito
colectivo. En 2014, con el cargo de Intendente, recibiría por parte del
Ayuntamiento la Cruz al Mérito Profesional de la Policía Local de Soria.
José
Boces sigue siendo un hombre correcto y agradecido, amable en las formas y
sentido en el fondo, y siempre bien acompañado por Montse, “una gran mujer”, nos
dice. Deportista, fue Presidente del Club de Golf de Soria. Aficionado al
teatro, tuvo su papel, hace muchos años, en el Salón de Actos de la Biblioteca;
una experiencia que él califica de “maravillosa”. Sin oído para el inglés, le
encanta la música clásica y la jota castellana. “Que sí que”, por ejemplo. Y lleva
ya, confiesa, cuatro años estudiando guitarra con el profesor gallego, afincado
en Almazán, Breogán Prego.
Las
nociones de España, nación, construcción europea, son conceptos sobre los
cuales le gusta reflexionar. Y preguntar. Y saber. Y escribir. Para, ante todo,
comprender. Como buen intelectual que ha pasado su vida profesional entre la política
y la eficacia. Es decir: entre la autoridad responsable, el respeto y la
fidelidad compartida. Lector pausado, que subraya y toma notas, los libros
forman parte de su entorno inmediato. Siempre de temática histórica, que le
aporten y enseñen. Desde las reflexiones del intelectual francés, Jean-François
Revel (“El conocimiento inútil”), Stanley G. Payne (“En defensa de España.
Desmontando mitos y leyendas”) o Enrique Orduña Rebollo (Historia del Estado
Español). Cuando se jubile, le gustaría dedicarse a la investigación histórica militar.
José
B. Boces Diago es, en fin, secretario de la Asociación de Ciudades Machadianas.
Entre ellas, Collioure, Francia, cuyo hermanamiento con Soria cumplirá el 20 de
febrero de 2019 su XXV Aniversario. Cultura y riqueza.
Físico
José
Ignacio Morales Aragonés, Físico, nació en Soria en 1964. Su padre, José
Julián, trabajó durante muchos años, como ingeniero técnico, en el Ministerio
de Obras Públicas. Su madre, Mª Pilar, fue maestra en Blacos y Soria (La
Barriada, Las Anejas). Es el mayor de 4 hermanos y 3 hermanas.
Tras
terminar los estudios primarios en Las Anejas, simultaneó el módulo de Electrónica
Industrial (Virgen del Espino), con el BUP y COU en el Instituto Machado. Le
gusta estudiar, por saber, nos dice. Ingeniero de Telecomunicación por la
Politécnica de Madrid, su proyecto final de carrera llevaba por título: “Interfase
electrónica para proyectos de reconocimiento de voz”.
El
primer empleo lo ejerció en el repetidor de Santa Ana. Desde entonces, ya
autónomo, no ha dejado de elaborar proyectos de infraestructuras de
telecomunicación en edificios. Ahora desarrolla, en la Escuela de Ingeniería de
Soria, un proyecto europeo relacionado con las plantas fotovoltaicas.
Su
vocación por el conocimiento, encuentro con otras culturas y fascinación por la
belleza de los entornos, le han llevado a viajar por 4 continentes y 70 países.
La ciencia, afirma, es la teoría del todo. El ser humano forma parte de la
naturaleza, que es, sostiene, siempre la primera. Los seres humanos estaríamos
muy solos, asegura, si no fuera por la tecnología. Pronto defenderá su tesis
doctoral, dirigida por la profesora Soraya Sangiao (Departamento de Física de
la Materia Condensada de la Universidad de Zaragoza): “Espintrónica, o
manipulación del Espín electrónico para dispositivos, que reducirían los
procesadores y aumentarían su potencia de cálculo”.
Amante
de la montaña, ha coronado 70 grandes picos, de los cuales 20 cinco miles y 4
seis miles. Para él, la montaña es un escape, un reto. Todo depende de ti,
afirma. Requiere experiencia, sentido común, técnica, conocimiento del entorno
y, sobre todo, insiste, saber ver. Se prepara practicando deporte (bicicleta,
natación) y, últimamente, participando en carreras de montaña. “Todos nacemos
escaladores”, recuerda. El mal de altura, defiende, lo soportan mejor las
mujeres.
Buen
lector, le gustan los libros divulgativos y la novela histórica: “Los
conquistadores de lo inútil”, de L. Terray, que ha leído en francés; “El Dios
de la lluvia llora sobre México”, del húngaro Laszlo Passuth. En las
expediciones, se lleva una tablet. En la última se leyó “Los hijos de la lluvia
antes de Cristo”, de T. Luca de Tena. Cuando falta la luz, metido durante
muchas horas en su tienda de campaña, le fluyen ideas relacionadas con la
física teórica, que apunta y guarda, y que le gustaría saber recoger en un
libro, con la misma claridad que el profesor americano Richard Feynman.
Hace
mucho que no va al cine. La última, “Mía y el León blanco”, que vio hace poco con
su hija Raquel, de cuatro años. Destaca “Amadeus” y “El muro”, de Pynk Floyd,
como grupo musical y canción favorita. “Lunes de Bailas” es, desde su móvil, la
reina de todas las cumbres. El Urbión, el Moncayo, Santiago de Chile como ciudad
para vivir, África, como continente, y Soria, como ciudad ideal, forman parte
de algunas de sus referencias geográficas personales.
Se
pasa miedo en la montaña, nos confiesa, y se asiste a escenas dolorosas, pero
hace lo que le gusta, siempre acompañado, de una u otra manera, por Rosana, su
mujer, profesora. Un físico soriano, inquieto, valiente, responsable y
trascendente, con una gran proyección científica.
José Javier Gómez Pardo
Alcalde de Borobia
Nuestra
primera conversación tuvo lugar, hace unos años, por vía telefónica. Escuchó.
Su imagen en los medios nos hacía recordar la de los líderes sindicales de la
CGT o la CFDT francesas, de nuestros tiempos de emigración. Gente corriente, y
consciente, que hacía de la negociación la vía a la cohesión social. Aquellas
imágenes, la del talante y la de la negociación, las mantiene todavía. Y nos lo
dice así: “soy una persona trabajadora, reflexiva,
perseverante. De Borobia; tierra fronteriza”.
Sus
funciones actuales, como responsable del Parque de Bomberos, parecen
diferentes, pero, en el fondo, forman parte de la misma filosofía: tratar de
gestionar, y mejorar, en la medida de lo posible, medios materiales y humanos públicos.
Desde
el año pasado, 2015, José J. Gómez Pardo es el nuevo alcalde de Borobia,
encabezando una candidatura plural, bajo las siglas de su partido (PSOE). Su
proyecto es claro: potenciar todo lo bueno de su pueblo. El Observatorio Astronómico,
por ejemplo, que vive de cara al cielo, y que necesita el apoyo de la Junta,
para consolidar su proyecto educativo e innovador. La mina de magnesitas
también, que vivió su polémica, pero que está desarrollando otro proyecto
riguroso, productivo, generador de puestos de trabajo y respetuoso con el medio
ambiente.
Hombre pragmático, entiende de
soluciones, y cree en la unión. El acuerdo, repite, “es lo que proyecta la paz
social.” Lo importante es “responder a las cuestiones sociales.” Le preguntamos
por la cualidad más importante de un sindicalista. No duda: “Creérselo”. El
sindicalismo ha estado cuestionado, admite. Pero es un interlocutor válido.
Tiene que ser exigente, y sus propuestas, “viables”. Con la misma filosofía,
reclama más justicia para Soria, y un reconocimiento “para quienes lanzaron la
Plataforma Soria, Ya”. No es “victimismo”, nos recuerda: “Es una lucha por sobrevivir.”
Para ello, “se requiere apoyo público”.
A
los 10 años, José Javier Gómez cogió las maletas y se fue, interno, al Colegio
de Padres Carmelitas de Villareal (Castellón). Desde
los 14 años, recuerda, “mi padre me encontraba siempre trabajo en verano:
cosechando, quitando piedras, en sondeos de uranio en la zona, roturando
montes,.. Y, además, la panadería.” El bachillerato lo terminó en el
Instituto Machado; y el COU, con una beca, en la Escuela Laboral de Zamora. Con
su carrera de maestro en el bolsillo, trabajó un año en la mina de hierro
(oligisto), y se afilió a la UGT en 1982, antes de convertirse en bombero
profesional y ocupar varios cargos de responsabilidad, incluso nacional, en su sindicato.
Entre tanto, acabó Historia y Derecho por la UNED, pues, afirma, “estudiar me permitía conocer más, y abarcar mejor el espacio en
que me desenvuelvo.” Elegido Secretario Provincial
de UGT-Soria en 2006, ocupó dicho cargo hasta 2013.
Recuerda
con interés la jornada machadiana en Collioure (Francia), con motivo del I Centenario de UGT Soria (2007). En su discurso, reprodujo
las palabras de Antonio Machado recordando a Pablo Iglesias: "La brevedad del camino en nada amengua el radio
infinito de una injusticia. Allí donde ésta aparece, nuestro deber
es combatirla."
Amante de la naturaleza, en general, elige el Duero, en Soria, y
la zona del Castillo, en su pueblo, como sus lugares preferidos. De la comarca
del Moncayo: el mismo monte y el Bosque Sagrado de Beratón. Su música juvenil,
el “Punk rock”, pero también Gabinete Caligari, Serrat,... ¿Escritores? Gabriel
García Márquez, Isabel Allende,... Benito Artigas Arpón, sería su personaje de
la historia de Soria; y don Don Tristán de Luna y Arellano, de la de Borobia. Un
sindicalista, en Soria: Juan Antonio Latorre.
Bombero, sindicalista, alcalde, no solo tiene las ideas claras, sino que, además, lucha por materializarlas. Con paciencia, con rigor, con entusiasmo. Con Soria en la cabeza y con la inteligencia en el día a día. Rayano, como dice él, sabe que alcanzar el cielo es, como los veranos de su juventud, no parar ni un solo día.
José Javier Romera Molina
Administrativo
José
Javier Romera (Soria, 1963) pasó su infancia en casa de sus abuelos, José
Molina, guardia civil, y Petronila Hernández, que compraron, el mismo año de su
nacimiento, el primero izquierda de la calle Estudios 6. Un edificio de
ladrillo rojo, mandado construir en 1914 por el comerciante Pedro Beltrán,
sobre un proyecto de Félix Hernández. De estilo modernista, influencia gaudiana, fue fábrica de chocolate, primero,
secadero de jamones, más tarde, y, finalmente, bloque de viviendas.
Valentín,
su padre, era veterinario y había nacido en Almenar, el pueblo de Leonor
Izquierdo. Su madre, Mª Luz, hija de guardia civil, disfruta de su jubilación
de maestra. El nació en la clínica 18 de Julio, siendo su comadrona, así nos lo
recuerda, la señora Mª del Carmen Longares. Las Anejas, los Escolapios, hasta
8º de EGB, y el Instituto Machado fueron sus tres centros de enseñanza, antes
de comenzar la carrera de Derecho en Zaragoza, que terminaría en Alcalá de
Henares. Su vida laboral se inició con un negocio de máquinas expendedoras. Regentó
después una tienda de ropa de niños, trabajando finalmente como administrativo
en Dragados y actualmente en Yoigo. Su experiencia más enriquecedora, nos
confiesa, fue la tienda, por ese contacto permanente con la clientela, que,
traducido en diálogo directo, forma parte de uno de sus disfrutes personales.
Casado, separado, tiene dos hijos: Diego, licenciado en Derecho, y Jesús, de 15
años. Su hermano Pablo era protésico-dental.
Al
margen de su actividad laboral, Soria siempre fue para él su cuna, sus raíces y
su memoria histórica. De niño, recuerda, el paseo por el Collado endulzaba su
mirada en pastelerías y confiterías (mazapanes, costradas,…): Herrero, La Azucena, La Delicia, La Bollera, La Exquisita y Mateo. Sus
tías le leían entonces poemas de Machado y capítulos de Platero y yo, de Juan Ramón Jiménez. Así surgió su absoluta
devoción por el poeta sevillano y su búsqueda sin descanso de cuantos
documentos hablen de él. Recuerdos y vivencias que comparte en “Eresdesoria, sí…” y en el blog del Club Barderas del Moncayo, dirigido por
José Carlos Martínez desde Torrubia.
De
talante abierto y componedor, Nicolás Rabal y Miguel Moreno son para él dos
personajes destacados. El Casino, Santo Domingo y la tumba de Leonor, tres
lugares emblemáticos de la ciudad.
El
Salón Antonio Machado del Círculo
Amistad-Numancia, en el que compartimos todas estas confidencias, escucha cómo
este soriano culto repite de memoria el contenido íntegro de las cartas de
Machado a Rubén Darío y a Juan Ramón Jiménez.
Devoto
de Camilo Sesto hasta su último adiós, compraba todos sus vinilos, nos cuenta,
en Casa Zapata. Coleccionista de antigüedades, posee entre otras pequeñas joyas
varias tallas de vírgenes, relojes (un Morez, ojo de buey, de 1880), juguetes
(Payá, Rico), belenes antiguos (Olot, Lladró). Nos enseña su última
adquisición: una muñeca de Carl Bergner de tres caras. El cine antiguo, en
blanco y negro, le entusiasma. También el histórico (“La túnica sagrada”,
“Ben-Hur”, “Juana la Loca”), y películas como La Colmena, de Vicente Erice o Los
Santos Inocentes, de Berlanga. De sus lecturas destaca Los reglones torcidos de Dios, de Torcuato Luca de Tena. En pintura
se inclina por la clásica: Velázquez, Goya, Murillo.
José Javier Romera es un hombre correcto y modesto, entusiasta y educado, soñador y Quijote, como él mismo se define. Cuando se jubile, su camino será Soria.
José
Luis Bravo Pacheco
Periodista
Periodista
de prensa escrita, radio y televisión, José Luis Bravo (Villaciervos, 1959)
estudió en la Autónoma de Barcelona y ejerce su profesión, desde 1982, con estilo
propio, vocación y personalidad. No le han entrevistado muchas veces, nos dice,
pero han sido innumerables las personas con las que ha intercambiado preguntas
y respuestas, siempre con criterio propio y excelente comunicación. Y siempre
con y por su tierra.
A
los tres años ya vivía en Soria con sus padres, Timoteo, albañil, de Valderueda,
y Emilia, de Fuentepinilla. Sus abuelos, sorianos, eran, y lo dice con orgullo,
agricultores. Su primer colegio fue la Arboleda. Luego pasaría al Machado. Dos
años en Valladolid y Vizcaya, y vuelta al mismo Instituto hasta terminar COU.
Le gustaba la literatura, la geografía, la filosofía, pero no el latín. De
ciencias, la química.
Se
apuntó a periodismo, en la Autónoma de Barcelona, con tan solo 17 años, por
casualidad. Allí comenzó a valorar la radio por su inmediatez. También estudio
en el Centro de Estudios de la imagen. Años de Transición, plagados de
incidentes y de aprendizajes. Al acabar, en 1981, y después de hacer la mili en
Araca y Logroño, le llamaron para trabajar en Antena 3 radio, dirigida por Rafael Bermejo, y en Soria Semanal. Eligió la radio, que
dirigió y gestionó durante cinco años (1984-1989). “Se me ha dado mal mandar”,
nos confiesa. Sus compañeros: Esther Terreros y Chema Diez. En la SER,
seguidamente, dirigió los informativos y un magazine de entrevistas. Por
aquella época, fue corresponsal de El
Norte de Castilla y puso voz a la retransmisión (Tele-Rosel) de los
Sanjuanes 1990. Recuerda con especial satisfacción, haber sido profesor de la
Universidad de la Experiencia. Y ha mantenido su columna, Sopa de guindillas, la más veterana de la prensa soriana, durante
28 años seguidos. Conciso y sincero, trabaja desde 2007 en Canal 4 y RTVCyL. Nos
enseña los titulares para el boletín de Onda Cero del día siguiente. Cada uno
merecerá por su parte un comentario cercano, amable y claro.
Hace
muchos años, su tío le regaló una cámara de fotos. Desde entonces, la nieve, una
puesta de sol, la familia, siempre con Magdalena, su mujer, conforman un
universo de imágenes cercanas y con encanto. A los dos les gusta caminar por la
montaña, disfrutar de La Laguna Negra, enseñar el paraje de Ambas cuerdas en Covaleda,… Tienen dos nietas,
Cristina y Angie, y dos hijos, Álvaro, Licenciado en Ciencias Químicas e ingeniero
de minas, y Miguel, ingeniero industrial, trabajando actualmente en dos
empresas sorianas.
Leer
es un hábito para él. Novela histórica, sobre todo: Patria, de Aramburu, Siri,
de Pérez Reverte. En su biblioteca tiene organizados más de 1100 volúmenes. Hace
unos años publicó el libro “Crónica de Cochabamba” (Perú). Ahora le gustaría escribir
uno de relatos. Siente una gran preocupación por el lenguaje y reivindica el
español como una lengua rica y suficiente. Nos da dos títulos de películas:
“Blade Runner” y “Mientras dure la guerra”. En música, sus clásicos: las
Beatles, Sabina, porque cuenta cosas, y, sobre todo, Mediterráneo de Serrat.
La
mesa está repleta de micrófonos verdes. Le pedimos el nombre de un personaje
político. Carlos Martínez, por su cercanía y por haber modernizado la ciudad.
Además: Carlos Alsina e Iñaki Gabilondo. Tras 37 años dedicados a la
información en Soria, le hubiera gustado haber hecho más. Nosotros creemos que
ha sido mucho. Feliz Navidad.
José Luis González
Lorenzo
Jubilado
José
Luis González nació en 1945, en el número 14 de la calle de las Betetas de
Soria. Su padre, Manuel, era funcionario y sanjuanero, y su madre,
Presentación, ama de casa, de Matillas. Tiene cuatro hermanas, un hermano, dos
hijas, Patricia y Noelia, y dos nietos: Astrea y Urian.
Podría
escribir un libro, nos dice convencido. Su abuela paterna, Victoria Rincón
Navascués, había nacido en Cintruénigo (Navarra). Su abuelo Félix Lorenzo, de
Sonseca (Toledo), fue el primero de una saga de familiares músicos. Él, nos confiesa,
no tiene oído. Pero sí una voz clara –“desastrosa”, a su juicio- pero
contundente y cargada de recuerdos siempre presentes.
Alumno
del Sagrado Corazón hasta la Primera Comunión, terminaría el bachillerato en
los Franciscanos. Recuerda a los padres Eusebio, Víctor Echeverría y Matías,
profesor de francés y literatura este último, que les hacía aprender versos de
todos los poetas y le descubrió a Antonio Machado.
Como
escribía con la mano izquierda, soportó resignado la norma de la época, aunque,
cuando no le miraban, volvía a escribir con su mano verdadera. Terminada la carrera
de Magisterio a los 18 años, sus primeros destinos fueron las escuelas de Suellacabras,
Candilichera, Alcozar, y un curso completo en el Hogar Pignatelli de Zaragoza. Cumplido
el servicio militar – cabo furriel en “Regulares de Melilla” nº 2-, se incorporó
al Colegio de los Escolapios en donde ha impartido clases de sociales, tecnología
y plástica durante 43 años. “La Enseñanza ha sido mi vida”, asegura. Recto, justo,
generoso, ayudaba a sus alumnos, comenta, y ellos confiaban en él.
El
apego a los usos y costumbres sanjuaneros le viene desde niño. Su primera Peña/Cuadrilla
fue la de San José, formada por alumnos y alumnas de los PP. Franciscanos y
Sagrado Corazón. Después refundaron la “Poca
Pena” y, más tarde, de ésta surgió una nueva, “La Ilusión”, formada por chicos
y chicas.
Su
historial sanjuanero rebosa entusiasmo y dedicación: CUATRO y colaborador en numerosas
ocasiones, secretario de cinco cuadrillas, Jurado de Santiago y Pregonero de
las Fiestas en 1990. Nos enseña el Pregón, breve pero medido, que leyó y recitó
de memoria ante una Plaza Mayor impresionantemente llena. ¡Que corra la bota!, exclamó
hasta en cinco ocasiones. Dos años después, fue nombrado Presidente de la
Asociación de Jurados de Cuadrillas y durante su mandato se levantó el
monumento de la Plaza de San Esteban, obra de Antonio Soria. El Catapán ha
cambiado, asegura: “Antes eran los mayores los que cataban y decidían el vino
de la cuadrilla”. Ahora todo es mejor, reconoce. Propone, eso sí, una mayor
divulgación entre los jóvenes del significado de cada fecha y cada día de las
Fiestas de San Juan. Casado con Carmen Bachiller hace cincuenta y un años,
recuerda su viaje de novios recorriendo muchos lugares de Navarra y Guipúzcoa.
Sí, le gusta mucho leer. Cita a Arturo Pérez Reverte. Nos habla de sus viajes a Portugal y Francia. Coimbra le encantó. También Huelva. En Soria destaca el Burgo de Osma, San Esteban y Agreda, San Saturio, el Peñón, el Pereginal, los “Tres escalones”, en donde, de muchachos, organizaban aventuras sin cuento. Optimista, peleón, nada supersticioso, le gustaba correr los toros el Día de la Saca. Elige el negro, el trece, los domingos, el verano, el cocido, la paella y todos los dulces. Y, como personajes históricos, señala sin dudar los nombres de Emilia Pardo Bazán y Miguel de Cervantes.
José Luis Molina Medina
Presidente Asociación de Donantes de Sangre de Soria
José
Luis Molina nació en Morales en 1949. Su padre, Antonino, se dedicaba a la
agricultura: trigo, cebada, viña, ajos, patatas,… Y el le ayudaba: labrar,
merienda, colegio. Murió con 65 años cuando él tenía 11 años. Era como él, nos
dice, jovial, entusiasta, dispuesto, tranquilo. Un hombre feliz. Nos habla de
él y de un sueño que le gustaría se realizara: poder pasar dos horas con su él.
Su madre, Victoria, nació en Alalo (Soria). Tiene dos hermanos: Abelardo y
Araceli. Y tres hijos: Cristina, empleada en Caja Rural, José Antonio,
electricista, y Patricia, bióloga, que trabaja en Mantequerías Ruiz.
Su
primera escuela fue la del pueblo. Se acuerda de su maestro:.... Luego, a la
muerte de su padre, la familia se trasladó a Madrid y allí, en el tras el Colegio Nuestra Señora de la Asunción,
hizo todos sus estudios. Cuando regresaron a Soria capital, a sus 16 años, fue
a pedir trabajo a Mantequerías Ruiz y allí, en La Exquisita (Collado), estuvo
diez años, formando parte de una plantilla de 25 personas en 1962. Fue el
primer amor de su vida. Primero hizo de recadero, pero a los seis meses, lo
colocaron en el obrador con oficio de pastelero: mantecados, mantequilla,
bollos, buñuelos de setas,… Su jefe, Manuel Ruiz Estaban, era, y no para de
repetirlo, una bella persona, y le está muy agradecido. Recuerda, entre sus
tantas anécdotas vividas, los días del rodaje de El Doctor Zhivago, cuando Geraldine
Chaplin se sentaba en La Exquisita para tomarse un café con su perrito. “Una
mujer muy simpática”, asegura. Lo que más le gustaba de la confitería era
adornar las tartas. Era mañoso y tenía una buena técnica. La electricidad, que
había estudiado en cursos del PPO, fue su segundo campo profesional. Y en él
sigue a sus 75 años. El teléfono no para de sonar mientras estamos sentados en
un banco del Parque del Calaverón. A todos responde con prisa y atención. Un
hombre activo y en activo. Siempre ha trabajado por su cuenta en su empresa
Electricidad Molina Blasco. Su mujer se llama Julia y es de Morón de Almazán. La
mili la hizo en el CIR de Zaragoza y en el regimiento Valladolid 65 de
infantería en Huesca, como cabo de cocina y postres.
Antes
de convertirse en Presidente de la Hermandad de Donantes de sangre de Soria en
1991, era socio donante desde 1986. Fue fundada por Saturio Ugarte y otras
personas, y estuvo situada en el Hospital Santa Bárbara. Nos da algunas cifras.
Soria cuenta con 4700 donantes, cifra que, a su juicio, está bien. 5000
donaciones en 2021. Su historial: 170 donaciones. Los sorianos, reconoce, están
concienciados. Aunque su local actual está en el Instituto de Ciencias de la
Salud (Parque de Santa Clara), su objetivo es ocupar un espacio en el hospital,
que cuenta con los aparcamientos necesarios. Pragmático, agradece infinitamente
la ayuda de todas las instituciones y empresas colaboradoras. Rezuma ilusión,
ganas. “Lo hago con todo cariño”, nos asegura. Y se nota. Jovial, tranquilo,
alegre, le preguntamos si se cansa. No, pero este debería ser su último mandato
después de su reciente reelección. Nos dice el número de la lotería de este
años: 71621.
Ha
viajado mucho por el Caribe, Venezuela, Brasil, México, República Dominicana,
para descansar y por asuntos profesionales. También ha estado en Italia, en Roma,
que le encantó. Cita Los Arcos de San Juan, El Cañón del Río Lobos, Salamanca
como ciudad castellana. De joven, no tenían dinero para comprar libros. Ahora
lee libros relacionados con la pastelería. Hablamos de deportes, de música.
Andar, sí, El Duo Dinámico, Rafael, Los Rollings Stones. Recuerda que en la
Ruiz había un tocadiscos que sonaba todo el rato. Su primer reloj, nos cuenta, se
lo compró con las propinas y le costó mil pesetas. No se olvida del grupo de
amigos con los que iba al cine de lunes a viernes, al Avenida y al Rex, siempre
en primera fila para no molestar. Rotundo en sus afirmaciones, seguro con su
experiencia, nombra Adolfo Suarez y a su mujer como personajes importantes. Un
plato, también: las alubias pintas de los Morales. Y la trufa de chocolate y
nata como postre. Los roscos del Rey, los buñuelos, el membrillo,.... Lambinero,
nada supersticioso, su color, sin embargo, sería el rojo, su número, el siete,
el día de su cumpleaños. Todos los días son iguales para él. Un honor. Gracias.
José Manuel Aceña Diago
Director de la Banda Municipal de Música de Soria
Nos
indican que su despacho está en la segunda planta del Centro Bécquer. Subimos hasta
allí por las escaleras y nos encontramos con un laberinto de puertas iguales.
Buscamos, pero es el propio José Manuel Aceña, Director de la Banda Municipal
de Música de Soria, quien nos encuentra. El despacho es amplio, con vistas a la
calle Duques de Soria. Nació, nos dice, en la Clínica 18 de Julio en 1966. Pero
sus primeros 30 años los pasó en El Collado, en la Sastrería de sus padres,
Marcelino y Celestina, junto a la Librería Jodra y, en invierno, el puesto de
castañas de Ramón y Josefa Fuentes. Los Franciscanos, el Virgen del Espino, en
donde obtuvo el título de Técnico especialista en Electrónica
Industrial, y un año en Madrid, estudiando Ingeniería de
Telecomunicación, fue su recorrido formativo. Para entonces llevaba años
aprendiendo solfeo en casa de Oreste Camarca. Noveno de once hermanos, empezó
violín con Jesús Ormazábal, pero acabó siendo profesor de clarinete. La Escuela
de Educandos de la Banda lo acogió a los nueve años y en 2018 cumplirá 25 como
Director.
Siempre
le gustó la naturaleza: el Pantano de la Cuerda del Pozo, el Duero y, sobre
todo, el río Razón. Paisajes, estos y otros, que conforman un conjunto
sinfónico inigualable. La música, nos dice, “es mi vida”. Y a ella se dedica
con absoluta pasión. Director, su trabajo consiste en “aunar criterios.” La
Banda es grande, con sus 80 componentes, rica en magníficos y magníficas
intérpretes, exigente, disciplinada y entusiasta.
El,
como portador de la batuta, aporta un estilo, dedicación, talante, rigor y
pasión por la ciudad y por todos sus públicos, exigentes y sensibles. Y para
ellos interpreta, con soltura y altura, además de un repertorio abundante, otras
piezas, a modo de homenaje, de Pedro Iturralde, Nino Bravo, Alaska, María
Villalón,... La Banda se siente cómoda en todos los escenarios, asegura, pero
sobre todo en la calle: en Navidad, en Semana Santa, en cada una de las fechas señaladas.
Coordinador, codirector, a las órdenes de Don Odón Alonso, del Otoño Musical Soriano
desde 1993, lleva ya siete años dirigiéndolo. Un reto que asume con esfuerzo, orgullo
y discreción. Para él, este Festival, es “modesto, importante a nivel nacional,
y una magnífica tarjeta de visita.”
José
Manuel Aceña ha dirigido, como invitado, las Bandas de Madrid, Bilbao y la
Pamplonesa, pero su sitio está en Soria, con su público, con su gente. A la que
intenta, con empeño e inteligencia, ofrecerle lo mejor en cada actuación. Socio
de Honor de la Casa de Soria en Barcelona, medalla de plata de la Cruz Roja,
Cruz del mérito profesional de la Policía Local, Premio “Soria Saludable” 1998,
Insignia de Oro de la Asociación
Jurados de Cuadrilla y Soriano del Año 2005, son distinciones que guarda
agradecido. Por él y por todas las personas que han formado parte de la Banda y
por los públicos que la hacen suya y grande. De crío, nos cuenta, todavía llegó
a tocar en el Árbol de la Música, un orgullo y un símbolo para él.
Cuando
se acerca el verano, vive con emoción, él y toda la Banda, cada uno de los
conciertos de barrio: El Castillo, La Dehesa, Santa Clara, Los Pajaritos, Santa
Bárbara, La Barriada. En cada uno se produce el encuentro fraterno, gracias a
la música, entre el paisaje y el paisanaje sorianos. El 9 de septiembre de 2007
se produjo otro memorable en la Laguna Negra, junto al agua” pura y silenciosa que
copia cosas eternas”. Y el día 23, en La Audiencia, el próximo. Y el 14, en
fin, la gloria.
José
Pedro Varea Martín
Taxista
José
Pedro Varea nació en Almarail en 1962. Es nieto de Fermín Varea, concesionario
de la primera línea de autobús entre Carrascosa de la Sierra y la capital, y de
Francisco Sanz Arancón, que, después de la guerra civil, mantuvo la línea
Ariza-Almazán, abrió la de Santa María de Huerta-Almazán y la amplió
posteriormente hasta Baraona. Su padre, José Varea, cordial e inteligente, compañero
nuestro durante algunos años, fue conductor de la línea Cubo de la
Solana-Soria. Cuando tenía dos años y medio, los padres de José Pedro fijaron
su residencia en Nomparedes, antes de instalarse definitivamente en Soria, en
donde su madre, Teresa, nacida en El Cubo de la Solana, tuvo una tienda de
comestibles. Alumno de los Escolapios, Seminario de El Burgo de Osma y PP. Franciscanos,
el cambio a la ciudad, nos comenta, fue duro para él.
Con
un primer grado de electricidad y electrónica, comenzó su vida laboral
repartiendo guías, trabajando en Trainsa, y, tras el periodo militar como
conductor en Villacarlos, Es Castella (Menorca), formó parte de la plantilla de
Revilla hasta 2001. Camionero en GEPISA, conductor de autobús en Sanz Tierno, fue
madurando la idea de convertirse en taxista. Le gustan los vehículos, disfruta
con ellos, aunque trabaje muchas horas, desde las 7,30 de la mañana hasta las
siete o las ocho de la tarde, muchos días. El buen taxista, nos dice, es una persona
reservada, que cuida su coche de servicio, lo limpia con esmero, buen
profesional, que utiliza sus recursos al servicio de viajeros y viajeras. En
general, suelen ser habitantes de la ciudad, más mujeres, y visitantes. Los hay
habladores. Un trabajo agradecido, libre y con buenos servicios, a su juicio. José
Pedro se encarga también del transporte Escolar del CRA Campos de Gómara (Cigüela,…).
Hablamos
con confianza sentados en torno a una mesa en la Plaza de San Clemente. Siente
no haber podido estudiar idiomas. Nos cuenta que es un tanto descuidado, de
manera que sus hijos, Ester, en su último año de la carrera de medicina,
Víctor, estudiante de biotecnología en el Hospital de Valencia, de Erasmus en
Inglaterra, y Diego, alumno del IES Castilla, le regalaron el reloj que nos
enseña y que le avisa de las llamadas de teléfono. Su mujer, Mª Lourdes,
trabaja como enfermera en la UCI de Santa Bárbara.
Sus
hobbies son la pesca en los ríos Duero, Razón, Abión,…, El mismo prepara sus cebos, “moscas”, “cola de rata”, con palmas de
gallo. También la caza, como a su padre y a su abuelo materno. Y viajar. El
casco antiguo de Valencia le encanta. La gente, nos dice, es muy amable. Ha
visitado Francia con el autobús, Carcassonne, Collioure, San Juan de Luz, y
estuvo en Madeira de viaje de novios.
Lee
con interés a Pérez Reverte y, como género, la novela histórica. La trilogía
del “Guardián invisible”, “La estrategia del parásito”, que nos recomienda. Phil
Collins y The Mamas & the Papas (California) son
dos de sus referencias musicales. Entre
sus películas: “El expresso de medianoche”, “La milla verde”,… Sus personajes
históricos: Isaac Peral y De la Cierva, como inventor. A su juicio, no hemos
sabido aprovecharlos y reconocerlos. Nos habla de su plato favorito, el “Cocido
con bola”, y de los que cocina él mismo: el arroz con leche y las torrijas. Los
Arcos de San Juan, San Baudelio, los parajes del valle del Razón, el Cañón del
Río Lobos, son sus lugares preferidos. Su color sería el verde, su día, el que
salga bueno, y su número, el siete. Justo cuando terminamos, le suena el
teléfono en el reloj. Un nuevo servicio. Buen trabajo.
José Marcelo Reglero Sanz
Hermano Mayor de la Junta General de Cofradías
Viernes Santo. La
procesión de “Las 7 Palabras” sale a las doce, con túnicas y capuchones
morados, capas, cordones, guantes y fajines blancos. Redoblarán los tambores.
Sonarán los clarines en siete plazas. Se estrenarán dos marchas procesionales de
Norberto Fr. Moreno Martín: “Calvario de los Florines” y “En tus manos”. Habrá
solemnidad, recogimiento y arte. Por la noche, la Procesión General de la Cofradía de El Santo
Entierro de Cristo. Silencio, respeto y piedad, nos dice José
Marcelo Reglero Sanz, Hermano Mayor de la Junta General de Cofradías: Entrada
de Jesús en Jerusalén, Oración en el Huerto, Flagelación del Señor, Ecce Homo,
Santas Caídas de Jesús, Siete Palabras, Santo Entierro de Cristo y, cerrando,
la Virgen de la Soledad. José Reglero nació en Soria en 1956, Calle San María, junto
a la Parroquia de El Salvador. Fue monaguillo con Don Simón, el párroco, y lleva
49 años como hermano de su Cofradía. Católico, atento, generoso, vive la Semana
Santa con verdadera devoción. Nunca se perdió ninguna, salvo el año de la mili
en Zaragoza. Estudió en los Franciscanos y se hizo delineante en la Escuela de
Artes Aplicadas de Soria. Su madre, Encarnación Sanz, era una mujer religiosa.
Su padre, Ángel Reglero, fue siempre impresor: “Labor”, “Campo Soriano”,
Gráficas Urbión. Era hijo de Marcelo Reglero Pérez, de Vega de Valdetronco
(Valladolid), un ilustre personaje de la Soria del siglo XX, administrador, director
de El Porvenir Castellano, en distintas etapas, entre 1912 y 1934. Hombre serio
y decidido, siempre con sombrero, recuerda su nieto José.
En sus años juveniles,
José Reglero fue aprendiz en la Imprenta Urbión. Hacía la distribución,
componía “cajas”, ayudaba en lo que le mandaban. Luego, trabajó durante 38 años
en Proyectos Industriales de José Manuel Peña. Le gustaba su profesión.
Artista, tiene su casa repleta de dibujos a plumilla de temas sorianos: San Saturio,
San Juan de Rabanera,… Su mujer, Begoña Heras, otra artista, nos enseña sus preciosos
y bien trabajados centros de rosas, blancas y verdes, hechos por ella misma con
porcelana. Y unos troqueles de imprenta vistosamente decorados.
A José Reglero le gusta
pasear, leer el periódico todos los días, contarle cuentos, que teatraliza, a
su nieta Candela. Siempre le ha atraído el teatro. De chaval no se perdía ni un
“Estudio 1” (TVE), en Blanco y negro. “Cyrano de Bergerac”, de Edmundo Rostand,
1969, le viene enseguida a la memoria. No viaja mucho, pero es un ferviente
seguidor de Canal Historia. Comentamos la importancia de las bandas de tambores
y clarines en estas fechas. Y habla de la música de su juventud: Mocedades,
Sabina, Serrat, Amaral. Hombre curioso y activo, nos enseña libros cuidadosamente
editados por su abuelo y por su padre. “Por los pueblos de Soria”, de Miguel
Moreno, 1957, es uno de ellos. Abre una caja en la que conserva recuerdos de la
imprenta: una fotografía de José María Palacio, otra del “Olmo viejo”, otra de
su abuelo, periódicos viejos,...
Como Hermano Mayor, José Marcelo
Reglero coordina actos y actividades. “Un honor y una responsabilidad”, comenta.
Y lo hace con entusiasmo, discreción y esmero. En la Semana soriana no falta
nadie, insiste. Es Fiesta de Interés Turístico de Castilla y León. La avalan
sus dos mil cuatrocientos cofrades, sus mil quinientos participantes y sus muchos
años de historia. Un atractivo religioso y turístico a la altura de los más
grandes.
Juan Antonio Gómez-Barrera
Profesor,
investigador, académico Correspondiente de la Reial Acadèmia de Bones Lletres de
Barcelona, Juan A. Gómez-Barrera es, sobre todo, un intelectual soriano comprometido
con la cultura de su tierra. De tiza, palabra y documento, explicaba a sus
alumnos que “el pasado es imprescindible para conocer y comprender el
presente.” Porque este país, nos asegura, “es uno en la diversidad.” Sus
ensayos, sus libros (“De arqueología soriana”, 2004; “El ateneo de Soria”,
2006; “Tras los orígenes de la arqueología soriana”, 2014; “Una señorita
llamada Numancia y otros textos de papel”, 2015), que ha trabajado con afán y
esmerado rigor científico, le han llevado a vivir entre dos mundos: profesor,
por la mañana; investigador, por la tarde. Comenzó con las pinturas rupestres
de Valonsadero, que ayudó a proteger en 1981. Luego vino el acercamiento a
personajes sorianos como Nicolás Rabal, Lorenzo Aguirre, Mariano Granados, Pedro Chico y Rello,… Para rematar, después de
trece años de trabajo, con una obra monumental de auténtico lujo: “Blas
Taracena Aguirre (1895-1951)”.
Juan
A. Gómez-Barrera nació en El Royo en 1955, pero a los seis años ya vivía en la
capital. Fue alumno de Las Anejas y del Instituto de Enseñanzas Medias de
Soria, en el que, ya profesor, y siendo director D. Ramón Pajares, impartió
clases de ética en el Aula Antonio Machado. Estudiante del CUS, terminó su
carrera en la Universidad de Zaragoza con 13 matrículas de honor de 25
asignaturas, obteniendo el Premio Extraordinario de Licenciatura en 1980, y el
de Doctorado por la Universidad Complutense de Madrid en 1991. Agregado de
Bachillerato, primero, y Catedrático, después, fue profesor de los Institutos
de San Leonardo, Antonio Machado de Soria, Parla (Tierno Galván), Santo Domingo
de la Calzada (Valle del Oja), Almazán (Gaya Nuño), y, desde 1993, IES Castilla,
en donde firmará en septiembre su jubilación.
Juan
A. Gómez-Barrera plantea sus ideas y conocimientos con rigor y pasión. La
arqueología es, por supuesto, su ilusión. Pero no la única. Cada tema de
conversación, cada época, momento, lugar, son para él la ocasión de rendir un
homenaje de respeto y admiración a nombres, apellidos y gestas. Si hablamos de
libros, Juan A. cita “Rayuela” (Julio Cortázar), “El Santero de San Saturio”
(Juan A. Gaya), “Calladas rebeldías” (Carmelo Romero), “Los frutos caídos”
(César Ibáñez), aunque –matiza- sus autores de cabecera son: Javier Cercas, Javier
Marías, Antonio Muñoz Molina, Juan Marsé… A Juan A. le gusta la música y el
cine. Y, de los grandes monumentos de Soria, cita la primera arquivolta de
Santo Domingo, el ábside de San Juan de la Rabanera y la fachada del Instituto.
“Me he quedado exhausto, después del
libro de Taracena”, nos confiesa. Pero, lúcido, en el mejor momento seguramente
de su carrera investigadora, enumera nuevos proyectos importantes: más sobre
arqueología, más sobre cultura soriana, un epistolario,... No, no ha escrito
novelas. Pero sí colaboraciones, ponencias, cuidados y emotivos artículos
periodísticos. Como aquél, publicado en Diario de Soria, en el que cuenta la bonita
historia de “las dos últimas numantinas”, según su propia expresión: Numancia
de la Llana Arguedas (Beltejar, 1905-Tardelcuende, 1933) y Numancia Alvira de
Miguel (Tardelcuende, 1934).
Su
orgullo, por supuesto, ha sido siempre su familia. Sus 10 hermanos. Y su padre,
Manuel Gómez Moreno, que murió cuando él tenía apenas 13 años. Su madre, Eulalia,
y Julia, su mujer, maestra, referente fundamental en su vida.
En
la introducción a su último libro, Juan A. Gómez-Barrera escribe que entendió
este trabajo “…como una triple biografía: la de nuestro personaje, la de
nuestra ciudad y la de la arqueología e instituciones sorianas y aún españolas
entre 1917 y 1951”. Pues, sostiene, “no entendemos la acción cultural al margen
de la sociedad política y económica que la generó”. Ni la cultura soriana sin
la aportación de investigadores tan comprometidos y exigentes como Juan Antonio
Gómez-Barrera.
Juan Luis Lenguas Gómez de Segura
Empresario Hostelería
Juan
Luis Miguel Nicolás Lenguas, el sexto de seis hermanos y tres hermanas, nació en
1950 en una casa justo enfrente de La Dehesa. Su padre, José Lenguas Santana,
aficionado a la pintura, regentó la fábrica de hielo “Espumosos Lenguas”, tuvo
un quiosco de bebidas en la misma Dehesa y organizaba recorridos por la ciudad
en coche de caballos. Su abuelo, José Lenguas Santana, fue propietario de “El
Recreo”, “el más popular de la ciudad en 1914”. Mª del Carmen, de Calahorra,
era el nombre de su madre.
Alumno
del Sagrado Corazón, Escolapios e Instituto Machado, Juan Luis trabajó primero
con su padre y, al terminar la mili, buscó su porvenir fuera de Soria. Eran,
nos dice, tiempos de aventura y anhelos de modernidad. Siguiendo con la
tradición familiar y un instinto empresarial sobresaliente, abrió en 1979 el
bar “Real 35”. Un edificio antiguo, que, con poco dinero y mucha ilusión,
amuebló con los aparadores de su casa, los veladores del quiosco de su padre, …
Su idea era la de romper con lo establecido. Las fotos nos muestran un lugar
acogedor, bohemio, con detalles ibicencos y chimenea francesa, en donde se
escuchaba buena música, se organizaban exposiciones y pequeños conciertos.
Luego -como promotor de “la movida” del Casco Viejo- abrió “Zapa”, inspirado
en sus viajes por el norte de África, y en ese local comenzaron a celebrarse,
en 1986, “La Noche del Rocío del verano” y “La primera Feria andaluza y del Fino
en Soria”, precursora de la Feria de Abril del Calaverón. Le siguieron dos
locales más: “El Paleto”, con restaurante y Cervecería Internacional, y “La
Sala Tropicana”. En 1984, con el fin de dinamizar el barrio, promovió con otros
la recuperación del Carnaval de Soria. El Pregón fue leído en San Nicolas y
José Mª Martínez Laseca compuso unas bonitas coplas para la ocasión. Más tarde,
regentando el restaurante Valonsadero, impulsó “La Nochevieja del verano” (31
de agosto) y “Las Jornadas del lechal”.
Muchos
fueron los viajes -casi fantásticos- que, buscando la aventura y el contacto
con la gente, le llevaron a recorrer, en coche o en todoterreno, Marruecos,
Costa de Marfil, Túnez, Argelia, atravesando en tres ocasiones el Sahara.
Recuerda también los que, mochila al hombro, recorrió por Europa y América.
Aquel, por ejemplo, en el que, dejando el coche y todo el equipo a unos
misioneros en Mali, les llevó en avión hasta Moscú, alojándose durante cuatro
días en el Hotel Cosmos, inaugurado para las Olimpiadas de 1992. No se olvida,
en fin, ni del Camino de Santiago, que hizo en 1994 en 23 días, ni de haber
superado todas las pruebas, menos la de inglés, para el Camel Trophy,
organizado por Miguel de la Cuadra Salcedo. Copiloto de rallyes, practicó el
windsurf, el esquí acuático en el Pantano y el alpino en Santa Inés y Piqueras.
Entre
sus recuerdos más personales, destaca el antiguo estanque de la Dehesa, su
participación en dos cortometrajes, las comidas familiares en el parque, las
canciones de Los Clavos y los postres de su madre. Joaquín Sabina, Medinaceli,
Calatañazor, Marraquech y Dakar son para él otros nombres propios importantes. Optimista
y emprendedor, Juan Luis comunica, escucha y comparte con naturalidad. El negro
es su color y el 13 y el 25 sus números. Ahora, nos comenta para terminar,
disfruta con un buen paseo en bicicleta, una conversación distendida, las
películas de los lunes en La 2, y, por supuesto, una buena menestra a la
riojana.
Juan
Ramón Maza Martínez
Funcionario de correos
En
invierno, cuando era niño, nos cuenta Juan Ramón Maza (Almenar, 1941) “El
ganadero del pueblo hacía sonar un cuerno por la mañana y de las casas iban
saliendo las mulas que enfilaban por la calle del Mesón, por debajo del
Castillo, hacia la Dehesa para pasar allí la jornada.” Recuerdos de infancia de
un municipio soriano que forma parte de la Leyenda de los 7 Infantes de Lara.
En él vivió hasta los diez años con sus dos hermanas y sus padres, Juan, capataz
de telégrafos y María Pilar, de la Almunia de Doña Godina. “Quería salir del
pueblo”, nos confiesa. Ya en la capital, terminó el bachillerato en el
Instituto Machado y comenzó a trabajar como oficial de correos en Tarrasa,
antes de hacer diez y ocho meses de Servicio Militar como telegrafista en
Agoncillo.
Inquieto
y colaborador, es miembro de distintas asociaciones y siente una profunda
admiración por las piedras viejas -el arte románico en particular-, los datos
precisos, los árboles y las plantas medicinales. Durante sus veinte años de
residencia en Logroño, recorrió en el tren correo las rutas de Miranda, Bilbao
y Zaragoza, donde ejerció posteriormente de inspector de zona. Una experiencia llena
de gratos recuerdos que le enseñó la disciplina y le dio independencia.
Junto
a un grupo de amigos fundó en 2011 la Asociación Cultural Amigos de la Capa San
Saturio de Soria, de la que es Presidente e Ismael Boíllos, Secretario. Celebran
todos los once de noviembre la fiesta de su patrón, San Martín de Tours, con
misa y paseo por el Collado, portando la capa española tradicional. Le gusta
ponérsela muchos domingos de invierno para conservar así una vieja tradición. En
Villaciervos es blanca y con capucha. Las capas pardas antiguas, nos dice,
pesaban mucho. Evoca a este propósito sus domingos de juventud, de ocho a diez
de la noche, en esa calle del Collado, recitándonos los versos de Gerardo
Diego: “Paseo de Portales, horas dulces y
lentas. / Mirar, charlar, soñar y dar
vueltas y más vueltas. / Paseo
vespertino, inevitable rueda / con el
ritmo infinito de las cosas eternas.”
Sentados en uno de los magníficos sillones del salón principal del Casino, de cuya Junta Directiva forma parte, no recuerda sus recorridos, con gorro y prismáticos, por los pueblos de Soria con su amigo Rodolfo, cámara en ristre. Bretún, por ejemplo, con su magnífico Museo, propiedad de Vicente Marín, y sus bien cuidados menús. Viajero concienzudo, ha visitado Argentina y las cataratas del Iguazú, la Reserva Nacional Kruger de Sudáfrica y las cataratas Victoria. De Roma destaca el Coliseo, el Circo. Piedras, todas ellas, como las de Salamanca, Segovia, Granada, Cervatos (Santander), los Arcos de San Juan, Santo Domingo, llenas de valor y simbolismo. “Homo Sapiens” de Yuval Noah Harari es para él uno de los mejores ensayos evolutivos. Nos comenta que antes solía tocar la harmónica, pero ahora prefiere el dibujo y la pintura. Otro de sus hobbies: los relojes de sol. En Soria hay seis. Lo enumera y nos invita a visitarlos: dos en Los Arcos y uno en San Agustín, La Mayor, El Salvador, que indica la hora desde el siglo XII, y el último en el polígono. Admirador de Leonardo da Vinci, disfruta de los tangos de Carlos Gardel, guarda un recuerdo especial del estreno de “Bambi” y tiene el verde y el siete como su color y su número. Un huevo frito con chorizo, acompañado de un vino tinto de su tierra, es un placer para él. Como la capa, Soria y Almenar.
Julia Sanz Domínguez
Santera Ermita de la Virgen de La Fuente
Julia
Sanz (Gómara, 1943) nos espera en el interior de la Ermita de la Virgen de la
Fuente, en Gómara, balcón desde el que se disfrutar de los hermosos campos que
la rodean. El Día de la Cruz de Mayo de 2015, nos cuenta, se postuló para cuidarla
y enseñarla, y, desde ese día, lo cumple con gusto y dedicación. En torno a la
mesa de la sacristía, nos habla de su abuelo Anastasio, agricultor, amigo de
Don Marcelino, el cura, con el que departía de lo divino y de lo humano. Julita
fue a la escuela del pueblo hasta los 14 años con Doña Asunción y Doña Auria.
Al quedarse viuda su madre, se trasladó a Soria para cuidar de los hijos de un matrimonio
del Alto de la Dehesa. Allí estuvo como en su casa, entre los 15 y los 24 años,
y después en Madrid, con la misma familia, hasta el año 1972, cuando se trasladaron
a Tarragona y ella se quedó en la capital cuidando a personas mayores y a
niños, preparando el graduado escolar y estudiando un curso de PPO de Auxiliar
de Pediatría en el Colegio Senara de Moratalaz, con seis meses de prácticas en
la maternidad de Santa Cristina. Paciente y generosa, discreta y formal,
siempre comprensiva, vivió en la calle Hortaleza. Eran tiempos de tangos,
canciones, zarzuelas, Perales, Rafael y el “El tamborilero”, Nat King Cole,… Le
gustaba ir a todo: al cine, al teatro - “El diluvio que viene” -, a la Sierra, a
la playa, pero, sobre todo, al Museo del Prado en donde admiraba a sus pintores
y sus cuadros favoritos: “La Familia” de Murillo, “Las Tres Gracias” de Rubens,
Velázquez,… Un año, pasando por la Puerta del Sol, cogió un número de lotería
terminado en cinco y le tocaron 25.000 pesetas. Desde entonces ese fue siempre
su número. Ya con su diploma de auxiliar, solicitó y consiguió una plaza en el
Hospital Juan XXIII de Tarragona. Allí pasó treinta y cinco años (1973-2008),
siempre en el servicio de maternidad. Los niños, nos confiesa, “han sido la
vocación de mi vida”. En 2013, volvió a Gómara tras comprar y arreglar la casa
de su abuelo, en donde había nacido, y cuya calle adorna con plantas y jardines.
Todo ha cambiado mucho, reconoce, pero ella sigue conduciendo su Fort Scort,
viejo de 27 años, y compra en el pueblo fruta los lunes, los martes, congelados,
y los sábados, pescado. Gómara, asegura, mantiene todos los servicios
necesarios. De Tarragona, eso sí, añora la playa, su segunda casa durante
tantos días del año. La gente viene a despedirse de la Virgen de la Fuente cuando
se marcha fuera, nos dice. Ella le tiene devoción. Lindando con la Ermita se
encontraba el cuartel de la guardia civil, en donde vivió Leonor Izquierdo tres
años, que a ella le gustaría se convirtiera en un museo. Hablando de Leonor,
Florencia, su amiga, Gibson, Machado, nos pasamos un buen rato. Nos cuenta,
para terminar, que estuvo en Rusia en 1982 y que ha visitado Alemania,
Portugal, Bélgica, Holanda, Túnez,... París y Madrid serían sus dos capitales. De
Soria destaca el Soto Playa, a donde iba a bailar de joven, y Vinuesa. Le gusta
leer biografías. Nos da dos títulos: “La cocina de Castamar”, de A. J. Muñez, y
“La leyenda de la peregrina”, de Carmen Posadas. En la cocina le gustaba hacer
experimentos, pero no es golosa. Sus personajes: Suarez y Fraga Iribarne. Algo
supersticiosa, su color es el azul. Julia ha puesto el Belén en su casa y en la
Ermita. Una santera soriana, feliz y de toda confianza. ¡Feliz Año 2022!
Julián de la Llana del Río
Cineasta
Soriano discreto y considerado, Julián de la Llana
(Soria 1947) lleva años trabajando con exquisito rigor todas las facetas del
mundo del cine. Sus padres, Julián, auxiliar de farmacia, y Elena, nacieron en
Gallinero y Garray respectivamente. Sus abuelos maternos, Adolfo, maestro, y
Rufina, eran naturales de Ágreda y Garray; y los paternos, Urseolo,
practicante, y Gloria, de Blocona y Gallinero.
Alumno del Sagrado Corazón, Escuelas Preparatorias
del INEM e Instituto, hoy, Antonio Machado, Julián se licenció en Filosofía y
Letras por la Universidad de Zaragoza, pero antes, en 1968, presentó en la UVA un
trabajo de postgrado sobre el cine portugués, centrado en “la extraordinaria
figura de Manoel de Oliveira.”
Su primera experiencia laboral la tuvo en 1980 con
la edición de la Historia de Soria, dirigida por José Antonio Pérez-Rioja. Desde
entonces, su relación con el cine -que pronto recogerá en un libro- no hizo
sino aumentar: conferencias, colaboraciones periodísticas (Soria, Hogar y
Pueblo, Diario de Soria, Soriavisión y Punto Radio), cursos de formación,... Co-fundador
de la Asociación de Amigos del Museo Numantino y del Cine-Club UNED, fue así
mismo comisario en 2007 de la Exposición del Centenario de la llegada de
Antonio Machado a Soria. El Certamen de Cortos Ciudad de Soria, de cuya
organización sigue formando parte, le otorgó recientemente uno de los Caballos
de Honor de su XXV Edición.
Para él, el cine es conocimiento, vida, aprendizaje,
espectáculo y evasión. Recuerda a Lorenzo Soler, realizador y documentalista
catalán, afincado en Calatañazor, con el que colaboró durante muchos años y que
falleció en 2022. Y a John Box, diseñador de producción del Dr. Zhivago, “que
solicitó de mi familia diverso mobiliario para la decoración de la película.” Nos
habla de las 60 películas rodadas en Soria que tiene ya catalogadas. Echa en
falta, en este sentido, la creación de rutas turísticas y la conservación de
decorados como el Palacio de Hielo del Doctor Zhivago.
Entre sus referencias cinematográficas, destaca la
película “To be or not to be», a los directores Ernst Lubitsch y Agnes Varda, y
a Alec Guinnes y Audrey Hepburn, como actor y actriz. Su cine preferido, nos
confiesa, es el de temática social y psicológica, “aquel que hace reflexionar,
que dice y aporta algo.”
En sus viajes, busca conocer la forma de vida, la
idiosincrasia, la cultura de las gentes que habitan en cada lugar. Disfrutó en
lugares mágicos como El Museo del Hermitage y el Teatro Mariinsky en San
Petersburgo; el Louvre, la Ópera y Montmartre en París, “centro mundial del
arte”; el Generalife y la Alhambra en Granada; la Mezquita-Catedral en Córdoba,
y el Prado y el Palacio Real en Madrid, su segunda casa. De Soria destaca la Plaza
Mayor, en donde nació, Garray, donde pasó los veranos de su infancia, y Tiermes,
Torralba y Ambrona “por mi afición a la arqueología y la paleontología.”
Optimista, honesto y sincero consigo mismo, leyó con
extraordinario interés “El infinito en un junco”, de Irene Vallejo, con cuya escritora
y con Ignacio, su padre, soriano, mantiene una gran amistad. Aunque no tiene
buen oído, su favorita es la música clásica, sin despreciar ni a los Beatles ni
al grupo Abba.
A punto de comenzar la Navidad, pone nombre a sus
personajes entrañables: John F. Kennedy, Miguel Ángel, Julián Marías, Frida
Kahlo, Teresa de Jesús, adelantada a su tiempo, y Simone de Beauvoir,
precursora del feminismo. ¡Feliz Navidad!
JULIÁN HERNÁNDEZ GARCÍA
Titulado en Turismo
La Plaza Mariano Granados
nos recuerda a la Place Saint-Michel de París. Las dos son lugares de cita, tránsito
y encuentro. Una y otra están protegidas por personajes enormes, mirando al
Sena, la de París, y al cielo abierto, la soriana. Cosmopolitas las dos, son las
estampas más emblemáticas del magnífico patrimonio histórico, monumental y
literario que ambas atesoran. En ese cruce de destinos, de trazados incontables,
Julián Hernández, a modo de primer oficiante, desvela, desde la Oficina de
Turismo de Soria, las claves de la ciudad y de sus distintos recorridos a gentes
de España y del mundo entero.
El discurso es breve. Un
mapa sobre la mesa, los puntos más relevantes de cada ruta (Numancia, Santo
Domingo, Instituto,…), amabilidad, rigor y tacto. Solos, en pareja o en grupo,
los y las visitantes de Madrid, Huelva, Bilbao, Valencia Gerona o San Sebastián,
observan, atienden, solicitan consejo, y, cuando se despiden, expresan su
satisfacción y agradecimiento.
Julián Hernández García,
titulado en turismo y estudiante actualmente de Historia del Arte, nació en
1976 en la calle Zaragoza de Soria. Siempre le gustó la historia y el arte. Sabe
escuchar y comunicar. Da respuestas coherentes y rigurosas, equilibradas y
justas, a todas las preguntas. Falta, nos dice, coordinación en los horarios de
apertura de los espacios visitables. También promoción y una mejor
señalización. Y un plan para atraer al turista extranjero, que no llega al
siete por ciento. A veces, añade, hay más oficinas de turismo abiertas que
monumentos. Su experiencia en el sector es amplia. Fue, durante cuatro años, Gerente
del Plan de Dinamización Turística de Soria. Y él se ocupó de elaborar un
discurso global, atractivo, para todas las actividades que en él se incluyeron:
las Edades del Hombre, la Ciudad del Duero, la Ruta de las Murallas, el Museo
de los Poetas,... Lo mismo había hecho, con anterioridad, y como técnico de
turismo, en Vinuesa, Valdeavellano, San Pedro Manrique y Duruelo de la Sierra.
Vecino de la Barriada, fue
alumno de Doña Crescencia, Doña María Jesús, D. Antonio, Don José Luis y Doña
Obdulia, en el Doce Linajes. Hombre afable y discreto, Julián Hernández no se
considera un personaje. Nos habla de sus seis meses de estancia en Killarney (Irlanda),
aprendiendo inglés. El francés, se lamenta, no es su fuerte, pero los
franceses, que buscan la huella de Machado y el románico, comprenden bien su
lengua rigurosa y concreta. Los ingleses, señala, son correctos. No vienen
muchos portugueses, ni italianos, ni belgas. Los mejores, los holandeses, porque
están habituados a viajar. Nos apunta una curiosidad: “hay ciudadanos israelíes
que buscan en Soria sus orígenes”.
Julián Herández trabajó
durante tres años como conductor de ambulancia. Un oficio duro, afirma. Pero
sigue siendo voluntario de la Cruz Roja. Los
pilares de la tierra, de Ken Follett, El nombre de la Rosa, de
Umberto Eco, el género comic, forman parte de sus gustos literarios. Y el
folk, de su música: “La Musgaña”, “Kepa Junquera”, “Carlos Núñez”. En pintura,
“La crucifixión de San Pedro”, de
Carabbagio. La Sierra de Santa Ana y el Castillo, en donde pasó tantos ratos de
niño con su abuelo Julián, conforman sus lugares favoritos. Coincidimos, finalmente,
en la majestuosidad del Claustro de San Pedro y en lo restrictivo de su horario
de visitas. Le preguntamos por algún proyecto de futuro. No lo duda: “mi hijo
Noé”. “También me gustaría ser profesor”, nos confiesa. Sería sin duda uno de
los buenos.
Julio Santamaría Calvo
Ingeniero
Julio
Santamaría nació en la calle Puertas de Pro en 1957. Es el mayor de cuatro
hermanos, Yolanda, Alberto y Miguel Ángel, y tiene dos hijas: Ana, empleada de
banca, y Leticia, profesora en la Facultad de Traducción e Interpretación (UVA).
Su mujer, Maica, enfermera, nació en Torralba del Río, Tierra Estella.
Buen
estudiante, estudió en los PP Franciscanos. Recuerda al Padre Florencio, gran
persona, y a Don Daniel, profesor de química. El COU lo terminó en el Machado, que
compaginó aquel año con el Graduado de Artes Aplicadas (delineación artística) en
la Escuela de Artes. De esa etapa recuerda, entre otros profesores, a la Sra.
Modesta, profesora de matemáticas, y a Carmen, profesora de Lengua, que
ilustraba sus clases con “La Historia de España” de Forges. Alumno de la
Escuela de Ingenieros de San Sebastián, formó parte de su tuna tocando el laúd,
y participó, como donostiarra temporal, en una de sus sociedades gastronómicas.
Tiempos convulsos, recuerda, en los que le tocó vivir, como cabo primero, la
noche del 23F en el RACA 46 de Logroño, en cuyo destino redactó el trabajo fin
de carrera y aprobó la reválida.
Ya
en Soria, se reincorporó a Talleres Mecánicos Santamaría, la empresa de su
padre, Julio como él, aportando sus conocimientos teóricos al desarrollo de
nuevos productos y acometiendo nuevos retos. Su abuelo, Julio igualmente, fundó
la empresa en 1920, con innovaciones como la técnica de uniones por soldadura
autógena y la fabricación, en los años 40, de motores y bombas de gasógeno como
solución a la escasez de gasolina. El desarrollo de tecnología para el
aprovechamiento energético de residuos agro-forestales y ganaderos fue otro
hito de la empresa, pasando él mismo el año 1981 montando una planta de biomasa
en Bailén.
La
tecnología ha evolucionado enormemente, comenta, de manera que con treinta
personas de plantilla y clientes en España y Francia, Tamesa, “Premio Valores
Humanos” 2020 (Promecal), apuesta por la automatización de la primera
transformación de la madera. Nos enseña, mientras hablamos, a modo de ejemplo, cómo
puede seguir desde su móvil la producción de una de sus máquinas en el
Departamento de los Alpes franceses.
Concejal
de urbanismo durante una legislatura, nos habla del ARI, del Plan de Urbanismo
y otros proyectos de la ciudad. Una etapa positiva, reconoce Lo mismo que
aquella en la que le llevó a ocupar de representación como presidente de las APAS,
Colegio de Ingenieros Industriales y Cámara de Comercio.
Aficionado
a la pintura y al dibujo, nos enseña con justo orgullo un pequeño cuaderno de
viaje con detalladas ilustraciones suyas de algunos rincones del mundo visitados.
Lee actualmente recetarios de cocina de los siglos XV, XVI y XVIII, afición
culinaria que le viene de su madre, nacida en Fuentestrún, y de su abuela
Basilia, a las que dedicó en 2002 un bonito “Cuento de Navidad para antes de
cenar”. El congrio con patatas, la tarta de queso y las “torrijas” borrachas
son sus platos favoritos.
Ha publicado, en fin, trabajos técnicos, costumbristas y biográficos (Elías Peña, L. Marichalar y Monreal, E. Valere Otlet) de mucho mérito. Soria no tiene que envidiar a ninguna otra provincia, sostiene. De ella destaca La Fuentona y Los 4 vientos. También París, Praga y Toledo. Algunas melodías populares, Beethoven, Bach, Einstein y Madame Curie son otros de sus nombres con mayúscula. Un industrial, pensamos nosotros, comprometido, abierto e inteligente.
Kelly Perroches
Profesora y traductora
En Bayonne, País Vasco francés, nació Kelly Perroches en
1994. Licenciada en LEA por la Universidad de Pau, ha sido lectora de francés
durante dos cursos en la EOI, IES Politécnico y CEIP Fuente del Rey. En estos
Centros, “he aprendido a enseñar a pequeños y a mayores, tan interesados estos
por la vida cuotidiana de Francia.” Una experiencia, nos dice, que le afianza
en su vocación por la enseñanza, la traducción y las actividades culturales.
Sus padres, Philippe, de Poitiers, agente de seguridad, y
su madre, Chantal, de Bayonne, residen en Cambo-les-Bains –pequeño, pero
acogedor, asegura-, en cuyo Collège Errobi (nombre en Euskera del río Nive, que
pasa por el pueblo) estudió hasta los 11 años. Su hermano, Kévin, mayor que
ella, es ingeniero informático. Kelly prosiguió sus estudios de Bac L
(Literatura) en el Instituto-Lycée Saint-Joseph de Ustaritz, a ocho kilómetros
de su casa, antes de comenzar Derecho y cambiarse a Langues Étrangères
Appliquées, equivalente a Traducción e Interpretación (Español e Inglés), completando
su carrera con un Master MEEF para optar a profesora de español.
Solidaria y dispuesta, a los 16 años trabajó en un centro
de ocio organizando actividades para niños y monitores. “Me gusta trabajar en
equipo”, asegura. En otra ocasión ayudó en Lourdes a dar de comer a peregrinos
y peregrinas enfermos. Fueron unos días agotadores, reconoce, “pero llenos de
felicidad, sonrisas, amistad y bondad.”
Llegó a Soria en 2016 gracias a una beca ERASMUS. Nunca
había oído hablar de la ciudad, pero le gustó por la tranquilidad, la seguridad
y la cercanía. Le sorprendió, sin embargo, los cambios tan bruscos del tiempo.
También la acogida, el trato familiar, la ayuda que le prestaron mientras
intentaba con sus padres situar el Campus. “Tres o cuatro personas se nos
acercaron y nos preguntaron que qué necesitábamos”, comenta. Aprecia en fin el
ambiente multicultural, cosmopolita, que reina en la ciudad.
Su preferida era, al principio, la traducción
periodística, de actualidad, pero ahora está más en contacto con textos
antiguos, más complicados, “que me invitan a reflexionar y a buscar.” Las
traducciones deben ser fieles al original, comenta, pero con expresiones
propias del idioma meta.
No ha viajado mucho, nos confiesa. Venecia la conoció de
estudiante y Madrid le parece demasiado grande. La música latina es su preferida:
“Bachata”, “reggaetón”, “cumbia”, etc. Su película, “Sin Escalas/Non Stop”, de
Jaume Collet Serra, protagonizada magníficamente por Liam Neeson. Conoce el
inglés y el euskera, practica el español y tiene nociones de Ruso, Portugués y
Catalán. El verde, el 2 y el sábado son su color, su número y su día de la
semana. Deportista, Rafael Nadal sería su personaje. Ella ha practicado el
tenis, el rugby, la pelota vasca y el tiro con carabina (10 metros), entre los
10 y los 15 años, quedando entre las treinta primeras en dos campeonatos de
Francia. Consiste, nos explica, “en tirar al objetivo, al centro de la diana,
acercándose lo más posible al 10”. Ahora, añade, “voy al gimnasio y me gustaría
jugar al rugby en el equipo femenino de Soria.” El “Chicharrón” boliviano, a
base de carne de cerdo con mote, choclo y patatas, es su plato. Su postre:
tarta de queso. Y la Dehesa, el Collado, Vinuesa, Berlanga, el Castillo de
Gormaz, La Laguna Negra algunos de sus lugares destacados. Una joven francesa
que ha encontrado en Soria la cercanía precisa que buscaba.
Javier Martínez Romera
Profesor de Historia
Javier Martínez Romera nació en la clínica de D.
Juan Sala de Pablo en 1977. Su padre, Luis, radioaficionado, trabajaba en el
laboratorio de Sanidad. Su madre, nos dice, le ha transmitido la importancia de
la paciencia y de cuidar los detalles en el trato con la gente. Hijo único, estudió
hasta 8º de EGB en el colegio de la Presentación, “el más moderno de Soria -afirma
orgulloso- durante mucho tiempo.” Recuerda con cariño a sus maestros, la
cantera de balonmano en la que jugó y el profesorado nativo para las clases
extra de inglés.
Estudiante aplicado, Javier fue siempre delegado de
curso. BUP y COU los cursó en el Instituto Machado y Traducción e
Interpretación, primera promoción, en el Campus de Soria, en cuya facultad enseñó
varios años y se doctoró cum laude. Tras ganar las oposiciones de
Geografía e Historia, impartió clases en los IES de Ayllón y Castilla de Soria.
Desde hace dos años, forma parte del Claustro del IES Antonio Machado, en donde
se hace cargo de un programa de Bachillerato de Investigación y Excelencia. Vocacional,
le apasiona la Historia. Curioso y de espíritu abierto, la lectura forma parte
de sus pasiones. Recuerda a su abuela Domi leyéndole cuentos cuando era todavía
un niño. Y de una de sus primeras lecturas: “Alejandro Magno”.
Siempre le gustó escribir. Premio Toro de Plata en
2003 y 2008, su libro “Soria en Seiscientos” (2022), comenzado durante la
pandemia, es para él mitad memoria familiar, mitad guía de Soria; datos y
detalles rigurosos, buena literatura y fino sentido del humor para nosotros.
La afición a los coches antiguos le viene de su
abuelo Celedonio, conductor de ambulancia durante muchos años, y de su tío
abuelo Jesús, proyectista en el IDEAL, propietario del 600, en cuyo asiento
trasero Javier pasó buenos ratos recorriendo la provincia con los dos. En su
cochera-museo, guarda hoy un 1500, un 600 y un flamante Ford rojo de 1932. Es presidente
del Club Seat 1500 desde el año 2000 y socio de la Escudería “Laurel de Baco”. Los
coches antiguos, nos comenta, le permiten disfrutar de su conducción, del
paisaje, de los lugares y de las gentes que los habitan. Es un reto, añade, ir
lo más lejos posible con ellos: Santiago de Compostela, Portugal, Málaga, el
Pirineo francés.
Hablamos de cine. Nos cuenta que tiene un máster en
historia y estética de la cinematografía y es amigo de Fernando Ganzo, redactor
de la revista francesa Cahiers du cinéma. Esta afición la disfruta con
su padre, que se la transmitió desde niño y con su buen amigo Julián de la
Llana, con quien conversa con frecuencia. Su película: “Casablanca”. Sus
actores: David Niven, Nicole Kidman y Maribel Verdú.
En sus veranos en Inglaterra, visitó Londres, York,
Oxford,... Más tarde, Roma, Bruselas,
Estrasburgo y París. Ahora siente curiosidad por Buenos Aires. De Sevilla
destaca su color y su luz, de Toledo su historia, y de San Sebastián, ser un
París en pequeño. Le gusta toda la música de su tiempo, las novelas de Julio
Verne, los libros de Stefan Zweig (“El mundo de ayer”), El Santero de San
Saturio, Avelino Hernández, “Hercules Poirot” de Agatha Christie. Buen comedor,
disfruta el cordero asado y le encanta la tarta costrada. Y el color azul, el
río, San Saturio y El Castillo. Aunque no es de ídolos, destaca la sensatez de
Rafael Nadal y la constancia y humildad de la científica Margarita Salas. Hombre
de retos planificados, piensa ya en su próximo libro. Que será otro éxito.
Laura Fernández Morena
Profesora y Consultora
Ha
pasado unos días en su casa, pero ya está en Battambang, la ciudad camboyana en
la que trabaja. De la primavera soriana a la selva verde, en donde “no hay
árboles caducos”, nos dice. Nació en Soria en 1992. Joven, preparada,
entusiasta, decidida, comprometida, en busca de futuro y soluciones, le
gustaría, nos confiesa, ser útil en su ciudad.
Matías,
su padre, jubilado, fue auxiliar de enfermería. Su madre, Yolanda, es enfermera
en Los Royales. Tras terminar la EGB en Fuente del Rey, prosiguió sus estudios
en el Politécnico, terminó COU en el Antonio Machado, y se graduó (Magisterio
de Primaria bilingüe) en el Campus de Soria. Deseosa
de conocer otras culturas, otros idiomas, hizo un Erasmus en la Universidad
checa de Bohemia del Sur (České Budějovice), y las prácticas, además de un año
más como lectora, en el instituto Jírovcova 8. Vivía en un piso compartido e
iba a clase en bicicleta. Un país precioso y amable, en el que, comenta, hizo
buenas amistades. Y una capital, Praga, maravillosa. Volvió a España para
cursar en la Complutense un Máster de Cooperación Internacional y Desarrollo.
Al finalizar, realizó las prácticas en la organización madrileña “Alianza por
la Solidaridad”, con la que llevó a cabo el trabajo fin de Máster y otro de investigación sobre migración en
clave de violencia de género. Leemos con atención e interés artículos suyos,
bajo el título de “Viaje a mi blanquitud”, en blogs.público.es
En
noviembre de 2018, aterrizó en el aeropuerto de Siem Reap (Camboya), formando
parte del Proyecto Europeo “Phare Ponleu Selpak”, organización en la que estuvo
desplegada una escuela de arte gratuita y el circo más famoso del país. Integrada,
la tratan mejor, nos asegura, por ser blanca y tener pasaporte extranjero. Thida,
su compañera camboyana, nos acompaña en el alto de la Dehesa. Habla poco
español, pero le ha encantado Soria.
Laura
trabaja ahora como profesora y consultora en la escuela privada de
“Paññasastra” (University of
Cambodia), continuando con sus proyectos de arte/cultura, género y derechos humanos
en su tiempo libre. Vive
modestamente, nos explica, trabaja mucho, es feliz y se gana la vida
perfectamente, invirtiendo una parte de su sueldo en justicia social. El
trabajo es para ella un pretexto, una manera de conseguir cosas para la
comunidad. Su nombre no aparece
nunca en los proyectos, quedando el liderazgo en manos de personas locales. Ahora
mismo están luchando para conseguir un espacio seguro para los LGTBIQA+.
Le gusta viajar, “porque se aprende mucho”. Ha recorrido muchas partes de Camboya, Tailandia, Vietnam, Taiwan,... Conocemos mal, nos insiste, aquel mundo tropical. Allí predomina la juventud. Su jefa, por ejemplo, tiene treinta años y es, afirma, inmensamente rica. Sus hobbies: salir a dar una vuelta en su moto, pasar el tiempo con las personas con las que convive, llamar a la familia, asistir a eventos, charlas,… ¿Religión?, le preguntamos. Las ha estudiado todas, nos contesta, “y he asistido a ceremonias budistas, musulmanas, cristianas,...” Ángela Davis sería su personaje a destacar. Entre sus lugares: la Laguna Negra, San Saturio, cuya ermita visita su madre muchos días del año. “Los condenados de la tierra” de Frantz Fanon le cambió la vida. “Pose” sería su serie favorita. Optimista, reconoce que allí hay más oportunidades, pero, llena de proyectos, volverá, estamos seguros. Todavía más humana y más preparada. Mucha suerte.
Laura Moya Losada
“No
tengo un estilo definido”, confiesa Laura Moya, diseñadora profesional de
espacios interiores, Moladeco
Interiorismo. “Cada sitio es diferente. Depende de las personas, de las
tendencias,…” Su estudio, por ejemplo, es amplio, luminoso, acogedor, y está bien
amueblado. “Diseñado con pasión”, añade ella. Marca de la casa: “Passion &
Creativity”. Los colores (grises, blancos, tostados) los aplica, sin
preferencias, según sienta el contexto. Le gustan los cálidos, sin embargo. Y las
maderas suaves. Lo natural. Lo amplio. Todo lo que ha ido anotando en su
recorrido por el mundo. Marruecos, la aventura de dormir en el desierto;
Jordania, detalles y aromas; Copenhague, Berlín, Lisboa, Nueva York,… ¿Qué has
aprendido?, le preguntamos. “La tolerancia”, responde.
Recorriendo
algunas de sus realizaciones, observamos que todas mantienen un equilibro entre
espacio y función: la Cafetería “San Francisco”, por ejemplo, en la calle José
Tudela; y “Tribeca”, en El Collado; “Pan y Café” y Café Bianco (Golmayo). Nos muestra un chalet en La Moraleja
y la terraza del restaurante “La Grange
Da Antonio” en Yverdon-les-Bains (Suiza).
Y también el Restaurante-Hotel Rural de Quintanares; la Casa Rural Bavieca (Medinaceli); “Bambú” (Leclerc); la
peluquería “Miracle”, y “Suite Make Up”, en la calle Estudios.
Laura
Moya nació en Zaragoza (1979), pero a los pocos meses ya estaba en Soria. Madre
de dos niñas, África y Abril, comenzó en
las Escolapias, y terminó el bachillerato en el IES “Castilla”. El arte le encantaba.
Pero, más que estudiarlo, su vocación era la de reflejarlo en sus proyectos. De
niña, nos cuenta, le gustaba ordenar las cosas, crear espacios escénicos
equilibrados. Así que, después de su etapa salmantina, acabó Diseño de Interiores
en la Escuela de Arte de Logroño. “Cuando miro un espacio, me gusta diseñarlo
en su conjunto”, nos dice. Desde la idea hasta el detalle. Completo. ¿Una
lengua?, le preguntamos. El italiano. Fue alumna, nos comenta, “de Mimina,
esposa de Oreste Camarca”. ¿Y un país?
Italia. “Porque respira arte y gusto
por lo bello”. Para muestra, el trampantojo de Positano, en la costa Amalfitana, que luce en la terraza.
Adaptarse a cada espacio, a cada
propuesta, a todos los matices, es para ella fundamental. El conjunto y su
trascendencia. El marco imaginativo que satisfaga, protector, a las personas
que lo compartan. Por eso, como complemento, para añadir naturalidad y
confianza, utiliza a veces estatuillas, volúmenes, muy estilo nórdico. Se
acuerda, hablando de ciudades, de las plazas de Valencia, llenas de flores mimadas.
Como el Rincón de Bécquer soriano, harmónico y romántico. La Plaza de Mariano
Granados, sin embargo, la encuentra un tanto fría. Echa en falta un toque de
calidez y de entusiasmo. Por lo demás, sostiene, “en Soria hay de todo”. A la
espera, quizás, de una bonita entrada a la ciudad, un casco viejo elegante, y, sí,
unos Mercadillos navideños atractivos.
La
imagen es importante. Potencia lo útil, acerca, enriquece. Transmite. Su
profesión tiene futuro, asegura. Y añade: “Soria es una ciudad para jóvenes”. Que
den soluciones diferentes, respetuosas, actualizadas día a día. Con ayuda de
las nuevas tecnologías y el alma de siempre. Eso es lo que ella intenta
trasmitir en La 8, cada miércoles, en su “Espacio”. A Laura Moya le gusta, en
fin, el cine español, el cine independiente, y “Moulin Rouge”, “América
Beauty”, “Mustang”. Y la música: los conciertos, el “Enclave del Agua”,... ¿Una
canción?: Musica è, Bocelli y Ramazzotti. Y pintar con acuarela: flores,
balcones, bodegones, de tonos azulados, blancos, verdes, marrones y violetas; impresionistas.
Y estar presente
en las ferias internacionales ( I Saloni de Milán, Maison
& Objects, París; 100 % Design, Londres,…), para seguir embelleciendo nuevos espacios. Aportando su granito de arena,
como ahora, en el Ampa del CEIP Las Pedrizas o en la asociación cultural de Alcubilla de Avellaneda,
el pueblo de su suegra. Espacios sorianos. Espacios universales.
Mª Dolores Escribano Valero
Periodista
Loli
Escribano Valero es una periodista de raza. Rigurosa, profesional, independiente,
tiene criterio claro, y se desenvuelve con desparpajo y estilo propios. Comenzó
en Cadena Dial, y, seis meses después, ya estaba en SER SORIA. El Magazine lo
dirigió durante algunos años, y, desde 2007, es jefa de los informativos. Para
contar lo que pasa, en el mejor formato, con su tono y sus palabras. Porque,
para ella, el periodismo, la literatura, es el oficio “de ordenar las palabras”.
“Es ritmo”, apostilla, mientras charlamos cerca del Árbol de la Música. Siempre
quiso ser periodista “de radio”. Su madre, nos cuenta, la tenía siempre encendida:
Radio Juventud, Antena 3,... Y ella, ahora, lo mismo.
Loli
Escribano nació en Valladolid en 1971, pero, a los once meses, ya estaba en la
Barriada. Su primer colegio fue el “Doce Linajes”. Buena estudiante, era
también “buena chica y muy obediente”. Soria, entonces, para ella, era el
barrio, y la calle, en donde jugaba: “A la pata del bote”, al “Escondite”, a la “Comba”,... Luego
vendría el Instituto Castilla, y las Escuelas de Periodismo de Salamanca
(Pontificia) y Madrid (Complutense).
A
lo largo de los años, Loli Escribano ha entrevistado a mucha gente. Nos da dos
nombres: Moncho Borrajo y Pilar Sánchez Malo. Una mujer, nos comenta, “de ideas
avanzadas”, casada con el doctor Calvo Melendo, y sobrina de Mariano Granados
Aguirre, ilustre jurista, soriano y republicano.
Loli Escribano es también escritora. Desde niña, dice ella. En el colegio, con motivo de la conmemoración del Estatuto de Castilla y León, le dieron un premio por una redacción de la que se acuerda el tema: “Un viaje en el tiempo”. El premio consistió en un viaje a las Cortes de Fuensaldaña. Les acompañó Jesús Bárez, y fueron recibidos por el Presidente Demetrio Madrid. En la Universidad, comenta, “no me presenté a nada”. No hace muchos años, el Ayuntamiento premió “una entrevista que hice a una mujer maltratada.”
Su
primera novela, “El cráneo del imbécil”, fue publicada en 2009. Cuatro años más
tarde, en 2013, publicó la segunda: “No tiren Piedras”. La última es del año
pasado, 2015: “Lo que nadie ve”, dedicada a su padre, Urbano Escribano, “por su
lección de dignidad”, y a sus amigos, Sandra y Sergio. Una novela, señala, “de
superación”, en la que las mujeres son las principales protagonistas. Marcela,
la principal, pero también su hermana, Pupa, Chona, la criada, Remedios, la
partera ciega, Doña Ramona,… Las tres hablan de situaciones reales
y mágicas. Descritas todas con exquisita finura. “Me gusta cuando encuentro la
frase que refleja exactamente mi pensamiento”, nos dice. Los detalles son un
trabajo permanente, que anota y guarda en su agenda electrónica. Los personajes,
siempre auténticos, se los imagina completos. Disfruta escribiendo. Lo hace,
asevera, para ella misma, pero necesita el calor comprensivo, atento y generoso
de cada lector y de cada lectora. Y el de la música. Porque cada libro está
escrito mientras escucha “su” melodía: “Ojalá que te vaya
bonito”, de Chavela Vargas, la del primero; “Y que pequeña soy”, de Pastora
Soler, la del segundo. “El oboe de
Gabriel”, de Ennio Morricone, la del último.
Loli
Escribano es una persona, en fin, comprometida con su tiempo, que queda
reflejado en sus libros, en sus informativos, en su vida diaria. “No soy una
mujer constante”, asegura. Pero sí es perseverante, entregada, cercana,
dispuesta siempre a ayudar. Le gusta leer en su ebook. A Gabriel García
Márquez, Laura Esquivel, Isabel Allende, Carmen Martín Gaite, Ana
María Matute,... Pero también andar, “pasar la vía del tren” en Quintana
Redonda, el pueblo de su madre, Felisa Valero. Y recorrer, en Soria, la
pasarela que bordea el Duero, y el Molino de Quintana, no lejos del río Izana.
Cada capítulo de su última novela va encabezado por una sentencia. La
última reza así: “Las cosas importantes de la vida se hacen
sin prisa.” Como su próxima novela, con toda seguridad, su trabajo en la radio y
la vida con su familia.
Lucas
Caraba
Realizador
En
realidad su nombre es José Luis Diez (Madrid, 1964), un magnífico comunicador
de imágenes y mensajes, independiente, con experiencia y buenas obras. Nos
conocimos en 2011. Él necesitaba la traducción de la frase de Machado, Hoy
es siempre todavía, para el proyecto de Ximena Labra 'To those who go' en
el aeropuerto de Denver (Colorado), y nosotros le facilitamos la de P. Sheering,
profesor de la UVA: “Today is always still.” Más tarde tuvimos el honor de colaborar
en su 75 Con/Sin Machado, cuya riqueza expresiva comentamos en el
Círculo Amistad-Numancia.
El
arte se lo inculcó su padre, de nombre Teodosio, técnico de laboratorio y aficionado
a la fotografía. Su casa era conocida en el barrio porque había libros, afición
heredada de su tradición socialista y republicana. Murió cuando él era un adolescente.
De él heredó el encuadre, el humor, las convicciones, la emoción por las cosas
bien hechas. Su madre, Carmen, cosía y era muy trabajadora, nos dice con
orgullo. "Contra pereza, diligencia", le repetía. Su hermana Celia es
historiadora y restauradora de papel. Tiene un hijo, Borja, ingeniero y músico.
José
Luis nació junto al Retiro y estudió en el Colegio Lope de Vega (Carabanchel). Se
hizo bachiller en el Instituto Cardenal Cisneros y terminó Ciencias de la
Información (Imagen y Sonido) en la Complutense. Le gustaban los números, la
historia, la lengua y la literatura. A los 14 años trabajaba ya (aprendiz de
todo, fotógrafo, cartelista,…) en la distribuidora de cine de su tío José
Esteban Alenda, que le produjo su primer corto, “Increíble, pero mentira”,
cuando tenía 16 años. Desde entonces: escritor y director teatral, realizador
de radio y TV, locutor, columnista, colaborador de radio (“El lector”, “Diario
de un confinado en Soria” en la SER), videógrafo de exposiciones junto con Joe
Alonso, director de documentales (“Zhivago-50 años'”, “BSO-La familia banda”),
cortometrajes (“Hermanos”, “Cuando te vi”, junto a Silvia Garrote),…
En
2016 formó, junto a Elena de Nicolás y Susana Gómez Redondo, “El Letrerío”, un
grupo atípico de lecturas con música. Ahora, con nuevo elenco, representan en
teatros “Anoche soñé contigo” recordando a los hermanos Bécquer. "La
poesía es inevitable; hay que hacer creativo lo cotidiano", sostiene.
Autónomo,
“freelance”, comenzó a hacer teatro en 1990 con Roberto Villanueva, Director del
Teatro Colón de Buenos Aires, exiliado en España. Escribe cada día. Conoce
Soria desde hace más de treinta años, pero se vino a vivir a Los Llamosos por
amor en 2012. Actualmente vive en Soria.
Sus
hobbies son caminar y cualquier actividad marina. Añora países como México y Argentina. Y Nueva
York, la ciudad que siempre es diferente. Y Madrid, su pueblo: Las Vistillas,
el Rastro,... Le gusta la buena literatura: Muñoz Molina, Javier
Marías, Antonio Machado, Almudena Grandes. Su libro: ‘Esperando a Godot’ de
Samuel Beckett. Sus cantantes: Alfredo Kraus y Janis Joplin. Y su película: “Las vacaciones de Monsieur Hulot”,
de Jacques Tati. Fernán-Gómez y Naomi Watts, el idioma inglés y el catalán,
Yolanda Díaz, las mujeres que luchan por la igualdad, una paella frente al mar, la curva de ballesta y la Fortaleza de Gormaz son otras tantas de sus señas de identidad.
"Lo último que he hecho como realizador de
vídeo", nos cuenta, “es celebrar el X Aniversario del Sincrotrón Alba,
el más grande acelerador de electrones que hay en España.” Magnífico trabajo.
Como todos los suyos.
Lucía Santamaría
Nájara
Funcionaria y escritora
En pocos minutos,
Lucía Santamaría, soriana, funcionaria, escritora, cabeza activa, nos da unos
cuantos titulares: “No se debe engañar al lector.” “Siempre busco un tema psicológico.”
“No puedo con la mentira.” “Me meto en todos los sitios”... Se lo digo. Y sigue.
Es casi mediodía. Hablamos con ella de su concepción de la escritura, de su
visión del mundo. “Hay mucha gente que no sabe que escribo”, nos dice. Y, sin
embargo, tiene ya tres novelas publicadas: “La justicia de Cambises” (2006), “Mariposa
de piel” (2009) y “El secreto de Le Mascaret” (2012). Pero también es autora de
una colección de cuentos en formato reducido: “Cuentos para mi madre y para mi
tía Manolita.” En uno de ellos, el protagonista es su padre, que le enseñó “a
pensar y a reflexionar.” Y a “servir de abono a la tierra”: a disfrutar
escribiendo -“sufriendo”, diría Simone de Beauvoir-, tan necesario para ella. Escribir
con rigor, sin dejar un cabo suelto; trabajando, siempre, con documentación
real. Así es su musa paciente, que no la abandona nunca.
Nacida en Soria,
en 1959, Lucía Santamaría es licenciada en Geografía e Historia, delineante y diplomada
en magisterio. Pero es mucho más todavía: libre. Capaz de partir de un
compromiso social, transformarlo en una relato al límite de lo real, para
construir algo diferente. Porque su objetivo es crear, convertir los detalles,
los rincones –muchos de los cuales ha plasmado en más de doscientas plumillas-
en la guía personal de sus itinerarios vitales: del Espino ha elegido la
escalera; de San Polo, el manzano; del Soto Playa, el antiguo puente de madera,...
Lo dijo Machado: Soria es una ciudad “para poetas”. Como Lucía Santamaría.
Ella se
identifica, nos dice, con los personajes de sus novelas, pero, no, no son ella.
Vuelan por sí mismos, con luz propia, ocupando, sin estorbarse, el espacio que
les corresponde. Ella les da vida, un papel que jugar, los siente, vive sus
situaciones, por extraordinarias que sean. Terminada la obra, el lector es llamado
a encontrar el objetivo, siguiendo las pistas, siempre verdaderas, que ella ha
ido colocando a modo de viaje literario, al que no falta ni un detalle, ni los
guiños secretos.
Anónima,
romántica, hija de aragonesa (Calatayud) y soriano, Lucía Santamaría no ha
dejado de tener proyectos en toda su vida. Los literarios los culmina siempre -me
mira, como si percibiera en mí una duda- con su publicación. Es el punto y
final necesario: el comienzo del siguiente. O de los siguientes, como ahora:
una novela de investigación, sin título decidido; un largometraje; un corto; la
continuación de sus cuentos,... Lo importante, concluye, es el presente, aunque
también cuente el futuro. Para no dejar nunca de escribir en el silencio de la
noche. Su gran momento. “La noche tiene muchos rincones que acogen y mecen los
sueños”, escribe en su cuento “Esencia de pueblo.” (2011)
La vocación
literaria, y personal, de Lucía Santamaría tiene una relación directa con la
enseñanza, disfrutando y compartiendo todas sus fuentes de inspiración: el
arte, el detalle, la anécdota, la vida.
Mujer inquieta,
superactiva, conjuga sus sentimientos con sus acciones, su sonrisa con su
coraje. Y con todas esas cualidades se atrevió a lanzar un proyecto,
relacionado con su novela, “El secreto de Le Mascaret”. Un fenómeno de la naturaleza
con el que ha movilizado a muchos colectivos escolares, consiguiendo convencer
a las gentes de Saint-Pardon de Vayres (Gironde), población francesa en donde
se produce este fenómeno: la ola del mar del Atlántico que se adentra por el
río Garonne casi 200 kilómetros. En la solapa de su novela traducida al francés
este mismo año, sus autores, Marie-Christine y Lucien Orio, han escrito: “Lucía
Santamaría Nájara nos ofrece un ir y venir desde el siglo XIV a nuestros días,
mezclando a la vez la intriga policiaca, la información histórica y el universo
fantástico.” Todo un proyecto de vida.
Director IES Castilla
Mientras nos
acercamos a la cita con el Director
del Instituto Castilla, Luis Á. García
Arambilet (Soria, 1966), recordamos el pino de su primera puerta, ahora
abierta, iluminado por la EOI en la
Navidad de 1984. Los dos Centros compartieron, durante cinco cursos, espacios y
amistad. Entramos. El protocolo es atento y riguroso, estudiantil y responsable el ambiente.
El padre de Luis, Vivencio, era repartidor de la
Cooperativa Lechera y con él comenzó a vender y recoger leche a los doce años.
Su madre, Carmen, colaboraba también en el negocio familiar. Él es el mayor de
los cinco hermanos: Marimar, Mamen, Mónica y Roberto. Una familia luchadora, en
la que el apellido Arambilet cuenta con 10 generaciones sorianas y un origen,
con intelectuales ilustres a finales del siglo
XIX, en la vertiente francesa del Valle de Arán.
Los primeros estudios los hizo en los
Franciscanos. Recuerda a los Padres Ángel, Ciriaco y Sebas, con quien realizó
sus primeras manualidades. Tras terminar BUP y COU, por ciencias, en el
Instituto Machado, estudió Filosofía en Salamanca. Sus profesores, Jesús Bárez
y Ramón Pajares, le habían iniciado ya en su vocación por el pensamiento y la
enseñanza. Su tesina, “La medicina popular en la provincia de Soria. Análisis y
descripción de sus prácticas”, le permitió conocer de cerca esta realidad
soriana. Al Tío Marcos, entre otros, de Fuentestrún, abuelo de Gloria Rubio
Largo.
Antes de aprobar las oposiciones, dio
clase en los Escolapios y los IES de San Leonardo, del que fue director un año,
Covaleda, Castilla, Escuela de Arte y el Burgo de Osma. Después: IES Virgen del
Espino, Villablino (León) y Castilla. Casado con Maribel, médico internista,
tienen dos hijos: Nacho, estudiante
de medicina, y Néstor, de 2º de bachillerato.
Su despacho está adornado
con fotografías antiguas de Soria, una de un cuadro de su amigo Amador Pérez
Calvet y numerosos trofeos y placas, conseguidos por los alumnos del Instituto
a lo largo de sus 50 años de funcionamiento. Dirige, nos dice, un claustro
excepcional, un equipo directivo potente y un personal activo y atento.
Hablamos largo rato de filosofía y de filósofos. Le pregunto si es un
profesor exigente. “Siempre pienso en qué puedo hacer para ayudar a mis alumnos
en su progresión personal e intelectual”, nos confía. De talante abierto y
positivo, le gusta escuchar, observar, proponer, dialogar. Su Centro, nos
explica, cuenta con 650 alumnos y cada uno de ellos exige un gran esfuerzo de
adaptación al itinerario educativo elegido.
Su principal afición: las antigüedades y su restauración.
Coleccionista desde los quince años, posee miles de piezas rústicas. “Lo primero
que visito en una ciudad son sus anticuarios y el rastro, luego los museos de
arte contemporáneo y el mercado”, comenta.
Cada vez le atrae más el arte, en especial el escultórico: Martín
Chirino, Julio González, Jaume Plensa,… Lee sobre todo libros de filosofía
dedicados a los alumnos y novela histórica: “Las Tinieblas y el Alba” de Ken
Follett, “El arte de no tener talento.
Revolución Hamparte” de A. García Villarán,... Se ha recorrido España, pero, si
fuera a perderse, lo haría en el Cabo de Gata, asegura, aunque en Soria tiene
todo lo que necesita. No conoce la provincia, afirma, quien no ha estado en
Peñalcázar, Vea, Yuba, Cabreriza, Villarijo, Navapalos, Azapiedra,... Precioso
recorrido que no olvida ningún rincón de una provincia con tanta historia,
naturaleza y vida.
Luis Ramón Naveda
Pallarés
Periodista
Corresponsal
de TVE en Soria durante más de treinta años, Luis Naveda Pallarés (Zamora,
1954) fue Presidente, durante diez, de la Asociación de Periodistas
Independientes de Soria (APIS). Con voz grave, matizada, segura y precisa, ha
dado cientos de noticias de Soria a lo largo de toda su trayectoria
periodística, con el compromiso permanente de aportar algo a la sociedad.
Nieto
de Santiago Pallarés Pallarés, médico y procurador en Cortes de la República, nos
cuenta que su abuelo creó la Comercial Industrial Pallarés, una de las primeras
grandes galerías comerciales con sedes en Valencia, León y Madrid. Su vocación
por el periodismo le viene de su madre, Asunción Pallarés, madrileña, alumna de
la Institución Libre de Enseñanza, licenciada en Filosofía y Letras, y
componente de La Barraca de Federico
García Lorca. De ella conserva, con vistas a su publicación, cuadernos inéditos
de buena poesía. Sus padres se conocieron en León, durante la guerra. Ella era
enfermera voluntaria y él, Arsenio, un soldado herido del bando nacional. Se
casaron en Barcena de Cicero (Santander) y allí, cerca del penal de El Dueso,
pusieron una granja de gallinas. A cambio del suministro de huevos, los presos
les fabricaron muebles en el taller de ebanistería. Luis, su único hijo, estudió
en los Salesianos de Valencia, siendo ya su padre funcionario del SENPA, y en
el Colegio seglar Santo Tomás de Burgos. Al terminar sus estudios en la Escuela
de Periodismo de la Complutense de Madrid (1979), hizo dos años de prácticas en
la Agencia EFE. Luego vendría la Hoja del Lunes, “El Papel Burgalés” y la COPE
en Burgos; Radio Cadena Española de Miranda de Ebro y Soria, en 1984. Isabel
Barbadillo fue su primera compañera, recuerda. También ha trabajado con Alfonso
Andrés, Paco Parra, Chema Aparicio,… Cuando se creó Radio 5, pasó a ser Jefe de
Gabinete de Virgilio Velasco (1991-1995) y seis meses más de Javier Jiménez
Vivar. Virgilio era una persona extraordinaria, insiste. A su regreso a TVE,
formó equipo con Wifredo García, y, más tarde, al frente de su productora, con
Sergio Lacarta, antes de ingresar definitivamente en la plantilla de RTVE. En
la vida, afirma, “todo es una locura, un capricho. La suerte hay que buscarla,
sí, pero hay veces que las cosas surgen por sí solas”. Sus dos hijos, Antonio,
el mayor, y Carmen, son, nos confiesa, su mayor orgullo y su legado. Los dos
estudiaron en Madrid. El, diplomado en ADE, trabaja en una firma internacional
de consultoría y auditoria, y ella, farmaceútica, en Soria Natural, aportando y
apostando, reconoce con orgullo su padre, “por el futuro de esta ciudad”. Su
mujer, Susana Alcalde, nació en Burgos y es Coordinadora de Salud Mental de
Soria.
Después de haber recorrido medio mundo, Costa Rica es para él todo un símbolo. Como ciudad, vota por Budapest. Londres, nos comenta, es una locura, y Nueva York, el centro del mundo. Le queda por visitar, nos confiesa, un parque de África, para ver de cerca lo que admira en la televisión. No es un gran amante de la música ni de los conciertos, asegura, pero no ha olvidado todavía el de los Rolling Stones en el Manzanares en 1982. Le gusta leer. Cita a Isabel Allende, pero el libro que abre muchos días es el Romancero Gitano de Lorca. Cinéfilo, le encantó “Al Este del Eden”, de Elia Kazan. Extraordinario conversador, nos habla de la amistad con pasión. La misma que ha puesto él en su trabajo en RTVE Soria. Muchas gracias.
Ebanista
Le
hubiera gustado estudiar, dice, pero “no valía”. Seguro que sí, pensamos
nosotros. A los trece años y diez meses, Luis Romera (1940), soriano, de la
calle Ramillete, ya estaba trabajando en la ebanistería de Félix Hernández, en la
Plaza Ramón Ayllón. Lijando, barnizando,… Lo que le mandaran. “Buen chico”,
como él mismo se define, y responsable: “Había que dejar las cosas como el
chorro del oro. Si no, no valían.” Y, con esa filosofía, durante 28 años, antes
de ponerse por su cuenta: “Romera Redondo.” Listo como él solo, prudente,
afable, su único miedo: la falta de sentido común. En el trabajo, en la montaña,
en todo. “La madera es mi vida”, nos confesó hace unos años. Y la transformó
mil veces para crear muebles de buena calidad, de todos los tamaños, usos y
motivos. “A la madera se le habla”, asegura. La olma es una de las que más le
gustan, por su colorido y su nobleza. Pero ha trabajado con todas: nogal, haya,
cerezo, enebro, peral,... Nos enseña fotografías de algunas de sus pequeñas obras
de arte religioso: tres ambones para las iglesias de Monteagudo de las Vicarías,
Cañamaque y Fuentelmonje; un pedestal para la Virgen Bienvenida,… Si hubiera
tenido dinero, nos asegura, se habría quedado con todo.
Doña
Águeda Atienza y Don Jesús Mª Lapeña fueron sus maestros en “Las Anejas” (Plaza
Bernardo Robles). Y Don Antonio Gómez Chico (“Soria es así”, 1953), en “La
Normal” (El Espolón). En invierno, al regresar a casa, recuerda, “tenía que
meter los pies en un balde de agua caliente”. Por los sabañones. Tiempos de mucha
casta. Y de familia numerosa: ocho hermanos. Su padre era ferroviario y tenía maña
con el hierro. Su madre, de Fuentetoba, nunca fue a la escuela, pero su letra, la
vemos, era clara y aprendida.
A
lo largo de su vida, Luis Romera conoció a muchos personajes. José María Sáinz
Ruiz, del que saca de un sobre cuadros de categoría. Su hermano Jesús, “artista,
culto”, maestro-encuadernador en la imprenta de la Diputación. Don Miguel
Moreno, cronista de Soria, “una enciclopedia”, del que conserva una cuidada
colección de: “La Voz de Soria” (1922-1935). José Ignacio Latorre Macarrón, inseparable
amigo y compañero de fatigas en sus tiempos de montañero. Al monte, advierte, “no
hay que ir nunca solo”. De aquellas aventuras, conserva, entre otras distinciones,
la medalla que le dieron por participar, en 1966, en el “Curso Oficial de
Escalada en hielo”, teniendo a César Pérez de Tudela como profesor.
A la mili (Huesca) fue ya
aprendido. Sus superiores admiraban su habilidad para todo: montar una
centralita con diez líneas; subir la cuerda, lisa, de cinco metros, a
escuadra,… ¿A cambio? Todo menos permiso, le dijo un día el capitán. También le
gustaron los toros, en la época de José Luis Palomar. Nos muestra dos carteles
de la Plaza de Toros de Soria: en uno, de 1911, el padre de “Manolete” (Manuel
Rodríguez Sánchez); y en el otro, de 1913, “Mazzantinito” (Tomás Fernández
Alarcón). Sanjuanero, pone sobre la mesa un toro, perfecto, de “sapelli”,
pintado de negro, con el que decoró una caldera. Objetos sin cuento y con
historia que conserva, ordenados, en armarios y estanterías, en su local de la Plaza
Cinco Villas. Aquí un costurero, allí un perchero; copas, cajas de madera
decoradas, trozos del Árbol de la Música,…Y cuatro hermosos aparatos de radio. Y
el Belén que subió a Urbión en 1969. Y decenas de postales, de fotografías, en
álbumes bien cuidados; y libros, y más libros: “Donde la vieja Castilla se
acaba”, de Avelino Hernández, y las ediciones de 1939 y 1929 de “La Lola se va
a los puertos”, de los hermanos Machado. Y los números (1906-1907) de “Tierra
Soriana”. Y todo lo que no vemos, que suman toda una vida.
Luis
Romera sigue entretenido. Le basta con repasar cada una de las piezas de su
enorme museo de maderas finas y cultura soriana. Y, si es menester, cocina, en
su casa, para su mujer, Isabel Jiménez, y sus dos hijos, una paella de alitas de
pollo y boletus. Para chuparse los dedos.
Mª Carmen Blasco Sebastián
Presidenta Asociación Cultural de Encajeras “Leonor”
Mª
del Carmen Blasco Sebastián nació en Castejón de las Armas (Zaragoza) en 1946.
Se crió e hizo el graduado escolar en Ateca, pero a los 14 años ya estaba en
Soria con sus padres: Pedro, trabajador en el Pantano de Los Rábanos, y Amparo,
una mujer, nos dice, que cosía muy bien. Aunque no sabe bailar la jota, cuando
la escucha, los pies bailan con sus recuerdos. Mª del Carmen fue aprendiz de
peluquera y empleada de una fábrica de galletas antes de casarse en 1968. Tiene
una hija, Beatriz, enfermera, y un hijo, Rubén, comercial. Le hubiera gustado ser
peluquera autónoma, asegura. De pequeña, cosía con su madre, curiosa y empeñada
siempre en querer saber. Teresa Mumany, nacida en Barcelona, y Carmen Salvachúa,
de Almazán, encajeras las dos, escuchan atentas. Nos cuentan, las tres, con detalle
y entusiasmo, los primeros pasos de la Asociación, que ha cumplido ya doce
años. Les enseñó Araceli Zamora. Comenzaron seis: Carmen Pascual, Ana Manzano,
Dori y Mª José Cortés, además de Carmen
y Teresa. Ahora son más de 100, y hemos sido hasta 120, recuerdan. Se juntan todos
los miércoles en La Presentación. Durante el año, utilizan también el local de
la Cuadrilla “El Rosel y San Blás”, en la calle Santa María. Representan todas
a un colectivo organizado, batallador, que disfruta de sus labores y sus
distintas técnicas, sin dejar de pensar en Soria y en lo que ellas pueden hacer
para darle más vida.
Agradecidas,
van apuntando las cosas que, gracias a distintas empresas e instituciones,
entregan, entre otras, a las participantes del Encuentro anual: un producto de
Soria, un “Picado” (muestra) y un detalle de “Bolillos”. Este año (30 de
septiembre) se juntaron más de 300. El Ayuntamiento pone las mesas, las flores,
y obsequia, por la mañana, con un “caldito” y un bocadillo a cada una. Ellas se
encargan del resto, sin dejar ni un solo detalle al azar. Su objetivo: “Que
Soria se vea”.
“Me
relaja esta labor”, comenta Mª Carmen Blasco. Una mujer, se la ve, segura de sí
misma, que nos enseña en el móvil el bonito reportaje de Elía sobre la última
exposición. Mª Carmen leyó con interés, nos comenta, la trilogía de Vázquez
Figueroa (Océano, Yáiza y Maradentro). Casi todos los días, a las diez en punto
de la mañana, hace gimnasia en la Dehesa. Le gusta pasear. He viajado mucho,
nos asegura. Y sigue haciéndolo. Recuerda aquellos bailes en la discoteca Metro,
en el Corso, al son de un pasodoble largo, de una pieza de Rock and roll o de
las canciones de Francisco, Julio Iglesias o Juan Pardo. Leonor, para ellas, es
un símbolo y una mujer. Nos enseñan sus trabajos. Una preciosa colección de
abanicos, puntillas, bolsos, ajuares de novia, que relucen en bodas, sanjuanes,
exposiciones o en sus propias casas. De color blanco, negro elegante,… El
caballito de Soria en hilo de cobre, San Saturio, los Arcos de San Juan, el
Rosetón de Santo Domingo,… Joyas todas de la mejor artesanía soriana. Hay que
tener paciencia, nos dicen. Y, sobre todo, tesón.
Mª
Carmen está contenta. Presidenta voluntaria, optimista vocacional, implicada,
comprometida, como sus compañeras, prepara ya sus dos pequeños trabajos de este
año: un pañuelo y un abanico de colores. Carmen apunta las suyas: una liga de
novia y un delantal de Piñorra. Tres excelentes compañeras, que, con su
Presidenta al frente, hacen honor a una Asociación trascendente y a Santa
Úrsula, su patrona. Una labor de oro.
Mª Jesús Cardenal Íñigo
Vendedora de cupones
Mª
Jesús Cardenal nació en Galapagares, pedanía de Recuerda, en 1966. Su padre, Fernando,
del mismo pueblo, se dedicaba a la agricultura, primero con bueyes y burros; después,
con tractores. Su madre, Dioscórides, de ascendencia vasca, emigró a los 18
años a Barcelona y allí trabajó como cocinera hasta que, mucho tiempo después,
regresó al pueblo para casarse. Mª Jesús fue a la escuela de su pueblo hasta
que, ya en 8º, la cerraron y tuvo que terminar la EGB en el Colegio San Vicente
de Paul de El Burgo de Osma. Buena estudiante, era la menor de tres hermanos,
Antonio y Mª Jesús. Nos dice que la iglesia de su pueblo, dedicada a San Juan
Bautista, es de origen románico, y, según le contó su madre, fue trasladada,
piedra a piedra, junto a todo el pueblo, desde una zona húmeda hasta su sitio
actual.
El
bachillerato lo aprobó en el IES Santa Catalina. En COU, recuerda, suprimieron
el autobús y perdió el curso. Así que, ya en Soria, lo terminó e hizo Magisterio
por ciencias. Le hubiera gustado ser investigadora en informática o medicina, afirma
con firmeza y sin nostalgia. Nos cuenta que, mientras se ocupaba de un pequeño
huertillo y de los animales de su casa, les enseñaba algunas cosas prácticas:
llamar a la puerta con la pata, hacer piruetas,… Inquieta, valiente y segura de
sí misma, siempre, insiste, estará a favor de la ciencia. Ella, por un problema en la vista, no puede
ver la televisión, pero no se pierde ni un debate.
Comenzó
a trabajar en cuanto pudo. Primero, y durante doce años, buzoneando, de aquí
para allá, propaganda comercial, cartas,... En 1999, cuando se sacó el carnet
de conducir, volvió al pueblo en su pequeño Ibiza que todavía conserva. Para
entonces, trabajaba ya de telefonista en una empresa de ambulancias y, posteriormente,
en Funeraria Peña Santa Bárbara. Un trabajo difícil, admite, pero muy
agradecido. Le gustaba. Cuidar de ancianos, en fin, fue otra de sus actividades
laborales antes de comenzar a vender cupones de la ONCE. Exactamente el 30 de
septiembre de 2016.
¿Cuál
es tu estrategia de venta?, le preguntamos. “Me acerco a ellos o a ellas, en
cuanto les veo”, nos confiesa. Siempre está cavilando en cómo darles el mejor
premio. Ellos y ellas le piden la suerte y dicen que tiene buena memoria. Bien
abrigada ahora, les aconseja que es más fácil ganar apostando poco a muchos
números que mucho a uno. Y le hacen caso. La gente es maja y muy agradable,
asegura. Le traen cosas, le invitan a café, a churros. Ella los considera sus
amigos y sus amigas; como de la familia. Hace bien poco, en octubre, dio un
premio de 500 euros a siete personas. Sueña con dar muchos más. Con el Covid la
gente está más triste, pero ella les anima desde su puesto en Collado 16 y 58.
A
esta mujer tan positiva, tan activa, le chifla La Dehesa y el Duero. Lee de
todo, desde novela policiaca hasta propaganda política. Cita a Dolores Redondo,
por los tres tomos de Crónicas de Bazán,
a Javier Sierra, a Assimov, su padrino de lectura. Ha viajado por Tierra Santa,
Jordania, el templo de Petra, Lourdes. Cuando se levanta por las mañanas pone
música: Thalía, Camilo Sexto, Perales, Los Pecos, Juanes, Chayanne. Algo
supersticiosa, sus colores son el verde y el azul; su día de la semana, el
jueves. La recordamos en la Escuela Oficial de Idiomas con sus libros de
primero de inglés y segundo de francés. El domingo le compramos dos boletos.
Terminaban en 2 y en 7. Mucha suerte, Mª Jesús. Y ciencia.
María José Hernández Gómez
Enfermera
María
José Hernández (Soria, 1955), enfermera del Centro de Salud Soria Sur, llega
puntual a la cita en el Alto de la Dehesa. Le hubiera gustado ser psicóloga, y hubiera
sido seguramente de las mejores, pero la enfermedad de su padre, Máximo, funcionario
de prisiones, la retuvo en Soria, matriculándose finalmente en la Escuela
Oficial de Enfermería de la Diputación. Su madre, Milagros, había nacido en Almazul,
y murió cuando ella tenía nueve años.
Al
terminar la carrera, trabajó tres años en el Ramón y Cajal de Madrid, antes de incorporarse
a quirófano en el Hospital Santa Bárbara, recién inaugurado. De la capital
recuerda el Templo de Debod, junto al Parque del Oeste, la Plaza de Castilla, lugar
de paso diario, y el Museo del Prado, del que sigue siendo socia. Y las
temporadas de ski de Navacerrada.
En
1987 se trasladó al Centro de Planificación Familiar, del que guarda muchos amigos
y los recuerdos de una etapa de entrega completa. Mientras repasa su trayectoria
profesional, comparte con nosotros sus reflexiones sobre la emigración, que
evoca con especial respeto, y las nuevas demandas de pacientes y profesionales.
“La profesión –nos confiesa- me eligió a mí, pero ha sido un lujo haberla
ejercido”. Las enfermeras, sostiene, “somos personas capacitadas, que procuramos
cuidados e informamos de los hábitos que producen salud, en un clima de
confianza, empatía y necesaria corresponsabilidad”. Aprender, escuchar, sin
juzgar.
Viajar
y estar con los amigos es otra de sus vocaciones. Estudiante, estuvo de Au Pair,
con su amiga Mª Carmen, en casa de una joven pareja de Toulouse. Allí practicaron
el francés y no pararon de escuchar a Serrat, que tanto gustaba al dueño. También
a ella. Desde entonces, junto a su esposo Raúl, ha visitado China, Cuba, Dubai,
Turquía, Holanda,… Y México, en donde Marta, su hija pequeña, residió durante
unos años. La mayor, Lara, después de seis en Sidney, ha regresado a España. Su
hijo Raúl sigue trabajando en Dublín. De sus viajes, destaca La Gran Barrera de
Arrecifes y Corales de Australia, la sensación de vida en las calles de El
Cairo y sobrevolar en helicóptero el Cañón del Colorado.
Mujer
organizada, feminista, emotiva, a María José Hernández le encanta la vida. “Pendemos
de un hilo”, nos dice. Cuando plancha, escucha a María Dolores Pradera, en “Flores
de la canela”, por ejemplo. Envidia a la gente que tiene una cultura musical. Le
gusta la novela histórica, de intriga y misterio, como “Regreso a tu piel”, de
Luz Gabas, que está ahora en su mesilla. Y la obra de John Grihtman, Almudena Grandes o
Isabel Allende. En pintura, prefiere el impresionismo de Van Gogt y Josep Monpou.
Y la plumilla de Lucía Santamaría. Alfred Hitchocock es su “gran maestro”, pero
cita también a Alex de la Iglesia, en “Perfectos desconocidos”, o “Doctor
Zhivago”, por el tema de la conciencia.
De
joven, le gustaba sentarse en el banco de los Cuatro Vientos. Ahora pasea por
Los Royales, va a coger setas a Pinares, cose mientras escucha la radio.
Piensa,
en fin, en personajes sorianos, hombres y mujeres, que recuerda. Se queda con
todas y todos sus pacientes de más de ochenta años que le saludan con las
manos. David, recientemente fallecido, le llevaba todos los años una caja de
bombones. María sacó a sus doce hijos adelante, nunca se queja de nada y juega
todos los días a las cartas en su casa. A todos y a todas, y a usted, lector o
lectora de El Día de Soria, ¡Feliz Navidad!
Cofrade y Dependienta
Desde muy niña, Mª José Martínez Virto (Soria, 1971) acompañaba a
Celedonio, su padre, nacido en Soria, relojero de profesión en Cronos y Beltrán, a misa, a velar
al Santísimo el Jueves Santo y a todos los actos y reuniones de la Cofradía de
las Siete Palabras de Jesús en la Cruz. La Semana Santa ha despertado siempre
en ella un sentimiento de una emoción especial.
Alumna del Sagrado Corazón hasta COU, cursó una FP de Administración y
Finanzas en el IES Virgen del Espino. Fue catequista en San Pedro, monitora de
Juventudes Marianas Vicencianas y, junior, en campamentos de verano para niños.
Comenzó a trabajar dando clase de natación para personas con algún tipo de dificultad.
Desde hace tres años es dependienta en Joyería Beltrán. Le gusta ayudar a los
demás y el contacto con el público.
En 1982, nos cuenta, “me vestí a escondidas con el hábito de mi padre y
asistí a la procesión del Viernes Santo como un cofrade más, haciéndome pasar
por un hombre y normalizando así una vieja y justa reivindicación colectiva.” A
partir de aquel año, los y las cofrades siguen acompañando, con orgullo y
devoción, al “Cristo de los Florines”. El hábito de la Cofradía, nos explica, “está
compuesto de túnica, capirote morado y crismón en la parte delantera. La capa,
fajín y guantes son blancos; los zapatos y los calcetines, negros.” Los
cofrades que portan las cruces de las palabras llevan “hábito morado y fajín dorado,
habiendo incorporado en el último año una medalla con cordón para las
celebraciones en las que no se usa el capirote.” Este año, por primera vez, María
José, miembro de la Junta de Cofradías desde 2018, será la encargada de ordenar
las filas, en su condición de Hermano Cetro de la Cofradía. Su
madre, Felisa, es cofrade y camarera de la Virgen de la Soledad.
Sanjuanera,
en el año 2000 ella y sus padres fueron secretaria y jurados de la cuadrilla de
Santa Catalina. Semanas Santas y Sanjuantes siempre compartidos con su hermana
Ana, médica en La Paz de Madrid, y sus dos hijos, María José, ingeniera
industrial, y Roberto, Graduado en ADE, Relaciones Laborales y Recursos
Humanos.
A María José le gusta también tocar el piano, escuchar el susurro de las
olas del mar, asistir a los partidos de fútbol de su hijo en el CD Calasanz y
acompañar a su primo Javier Martínez Romera en su Ford de 1932, matrícula de
Soria. Sus lecturas están relacionadas con la novela (“El código Da Vinci”, “El
Símbolo perdido”), la poesía y las leyendas (“El rayo de luna”) Su escritora:
Agatha Christie. Le gusta la música clásica y la de los 80: Verdi (Nabucco),
Montserrat Caballé, Sabina (“19 días y 500 noches”), Hombres G, Queen, Los
Pecos (“Háblame de ti”). Y las películas “El guardaespaldas” y “Titanic”, el teatro,
la ópera, la pintura del Greco, la escultura románica y el francés, por sus
intercambios en Toulouse y Cahors. Barcelona le sorprendió y Sevilla le encantó
por la feria y por los toros. El Duero, La Dehesa, Calatañazor, La Laguna Negra
son otros lugares sorianos favoritos. Sin olvidar Narros, “tan limpio, tan cuidado,
tan arreglado, con casas tan señoriales” para ella. Cuentan mucho, así mismo, personajes
como Jesús de Nazaret, la Virgen María, Einstein, Marie Curie, Clara Campoamor
y Machado. Y las torrijas como postre, los canalones, como plato, el color rojo,
el número tres y el domingo. Una hermana cofrade tan pionera que espera la
Semana Santa con la misma fe y recogimiento de toda la vida.
Mª José Hernández
Modesto Fernández
Manolo Gimeno
Manuel Madrid Castro
Funcionario y músico
Manuel
Madrid (Alcoy, 1958) es un artista de la palabra y de la música. Compositor,
intérprete, fue también alumno del Instituto de FP de Villarreal de los
Infantes (Castellón), en donde obtuvo, en 1975, el título de Capacitación
Hortofrutícola. Tiempos duros aquellos, llenos de emociones y de esperanzas,
vividas siempre en primera fila por este alcoyano, hijo del “cantaor” de
flamenco, Manolo Madrid Mellado, y de Teresa, emigrantes andaluces de Espejo,
Córdoba. Con la guitarra bien cogida de la mano, ha recorrido España y una
parte del mundo (Portugal, la República Checa,…), interpretando, con los grupos
“Charamela”, “Zafra Folk”, “Poesía necesaria”, a grandes de la poesía: Antonio Machado,
Celaya, Rubén Darío, Pablo
González de Langarika, Lilián Pallarés (colombiana), Carmen Rodríguez Rendo
(Argentina), José Fernández de la Sota,… “Homenaje a Violeta Parra” (1985), “La dicha del gallo”, “Bailache”
y “A Leonor” (2014), son cuatro de sus 10 discos editados. El
último, “Me llamarán subversivo” (2016), supone un magnífico homenaje al poeta
catalán, obispo de Brasil, Pedro Casaldáliga, en colaboración con “Tierra sin
males”. ¿Qué es más importante -le preguntamos- la palabra o la música? La
palabra, contesta. La música, nos explica, “acompaña, amplía, favorece, pero la
palabra es el alma”. A los 18 años, Manuel Madrid decidió que su aventura
pasaba por Francia. La primera parada la hizo en la Hospedería de la Abadía de Saint-Michel de Cuxa,
al pie del Canigó pirenáico, en donde estuvo alojado mientras trabajaba en
la vendimia, la fruta, y lo que salía. Allí conoció a Ramón Solé, marchante,
que le invitó a su casa de París, y, sin dudarlo, hizo el viaje en auto-stop,
cantó en el metro parisino, dio un recital en la Universidad de Vincennes, y se
volvió. Valenciano-hablante, Barcelona y Madrid fueron sus siguientes etapas,
antes de descubrir Soria en una excursión. Aquí se casó, tiene tres hijos, y ha
sido concejal de su Ayuntamiento durante ocho años.
Un frío atardecer de junio de 2009, La Laguna Negra
escuchó en directo la magistral interpretación de “La Cantata de la Tierra de
Alvargonzález”, con versos de Antonio Machado. “Los Arcos de San Juan”, el
Palacio de la Audiencia, el Palacio de los Castejones de Ágreda, son otros
escenarios de leyenda en los que Manuel Madrid ha expresado su fe en la
palabra. Pero ha habido más. En 2014, participó en el XVIII Festival
Internacional de Poesía de la ciudad colombiana de Cartagena de Indias. Un año
más tarde, invitado por el compositor Lino Bolaños, interpretaría con absoluta maestría,
nada más ni nada menos que al personaje de Pizarro en “La Cantata
de Cajamarca” (2015), en la Plaza de Armas de esa ciudad peruana, ante más de 10.000 personas.
La poesía, nos dice,
“tiene que tener musicalidad, ritmo, claridad, para poder ser musicada”. Y un
marco – el mar, en su caso- en donde realizar el trabajo con rigor y respeto
literario. El mar de Tenerife para la “Cantata” machadiana; y el de
Fuenteventura, para “Canciones
Intimas de Confinamiento y Destierro” (2011), de Miguel de Unamuno. Son ya 100, nos asegura, las canciones que
tiene registradas en la SGAE, de cuya Fundación recibió un premio en 2015. Manuel Madrid no se
olvida nunca de sus ideas ni de sus ideales. Un día, su padre le sorprendió diciéndole: “Que sepas que
yo también soy de tu cuerda.”
Pasear para él forma parte de su oficio de
vivir. Los “Cuatro Vientos”, por ejemplo, pero también el camino de Los
Royales, el Duero,… Le preguntamos por sus proyectos. Dos. Cantar en el Ateneo
de Madrid, nos dice, y estrenar en Sabadell “Foc y Cendra”, en torno a la
escritora y poeta Magda Lladó i Fuster. Hablando y escuchando, nos han dado las
tantas. Dos cualidades que Manuel Madrid, agradecido a su público, practica
desde que, hace cuarenta años, se subió a un escenario en su pueblo natal.
Ahora, con su compañero Néstor Paz, violoncelista de Alconaba, prosigue, desde
Soria, su brillante carrera de palabras y música. Y tiene cuerda para rato.
Manuel
Melendo Pardo
Conserje
La
mejor virtud de Manuel Melendo Pardo es la de entregarse en el discurso. Vaciarse
en el pensamiento. Comunicar de manera directa, leal, sincera. Lo blanco,
blanco; lo negro, negro. El salón “Antonio Machado” del Círculo
Amistad-Numancia, bien acomodados en sus flamantes sillones, fue el marco en el
que apuntamos datos, razones y convicciones de este soriano del 68 (1968). Un
salón en el que, hace unos años, estuvimos también con el profesor, filósofo, poeta,
traductor, Agustín García Calvo. Nacido en la casa de los Salvadores, Caballeros
21, Manuel Melendo Pardo lleva sangre aragonesa, por parte de padre, Manuel
Melendo García-Serrano, ingeniero de montes; y madrileña, por parte de madre,
Mercedes Pardo. Y esa es su segunda mejor cualidad: estar siempre al servicio
de alguien o de algo. Manolo, como le llama todo el mundo, estudió en los
escolapios, en el Instituto Antonio Machado, en el COUS, y se licenció en Historia
en la UNED de Soria. Brillante recorrido, con sus tropiezos, que le llevaron,
unos años después, por vocación, a ingresar en el Seminario “Santo Domingo de
Guzmán”, de El Burgo de Osma, para estudiar filosofía, dos años, y teología, uno.
¿Querías ser sacerdote?, le preguntamos casi incrédulos. La respuesta fue
contundente: Sí. Y hubiera sido, estamos seguros, un gran cura, de pueblo o de
la capital. “Soy un cura frustrado”, nos confiesa. La conversación prosigue,
durante un rato, en torno a la iglesia... Los curas, asegura, “están muy
formados. Son muy cultos.”
Manuel
quiso ser profesor, pero acabó de guía en la Iglesia de San Juan de Rabanera,
que convirtió en su pasión. Explicó mil veces el significado de su magnífico
ábside, describió otras tantas veces sus retablos, recordando siempre a los
visitantes que las piedras, maravillosas, forman parte de un contexto de
oración. Su metodología sigue siendo la del “cuentacuentos”: “explicarlo todo
de manera que la gente lo entienda.” Sencillez y lógica. Sabe, pues, y mucho,
de monumentos, de arte, de museos. No solo porque ha visitado muchos, sino
porque, después de su etapa en San Juan de Rabanera, fue nombrado guía oficial
del Museo de los Poetas, antes de ocupar un puesto de conserje en el mismo
Círculo. Soria, los libros, son otras de sus devociones diarias. Sesenta, nos
dice, llega a leerse al año. Sobre todo, novela histórica, que tiene mucho de
rigor y de relato ameno, más cercano al detalle y a la vida de la gente corriente.
Desde José María Pérez González, “Peridis”, (“Esperando al Rey” y “La maldición
de la reina Leonor”), hasta Galdos. Desde El Quijote, que se ha leído entero, cuatro
veces, hasta el Santero de San Saturio, Campos de Castilla o Soria Sucedida. Si
su poeta es Machado, su personaje se llama Gerardo Diego, que tocaba el piano
en el Casino, un Steinway & Sons modelo
D, que cumple este año su 150 aniversario (1866). Una joya de época.
El
Círculo Amistad-Numancia vuelve siempre a la conversación. Tiene, señala
Manuel, ese “rancio señorío”, ese “abolengo”, que no pierden jamás los lugares
de encuentro.
Los
paseos del Duero, San Saturio, los toros (Morante de la Puebla), el fútbol, son
otras tantas aficiones de Manuel Melendo. Recuerda a Juan José Peracho Soria, compañero
de esta sección de El Día, y cita a María Jesús, de la Colegiata de Berlanga, a
Don David, el párroco del Espino. Y no se olvida de su antigua vecina, Cecilia
Herrero Zardoya, “una gran señora”, que tocaba maravillosamente el piano, ni de
Alfredo Gimeno,… Tampoco de su hermana, Mercedes Melendo, ex concejala de
cultura del Ayuntamiento, autora de la “Guía turística del Sur de Soria” (2003).
Juan de Palafox, Sor María de Agreda y Francisco López de Gómara surgen también
en la conversación. Y Soria, otra vez, su afán: “un trozo de mi alma”. Su madre,
es ya tarde, le ha llamado al teléfono. Tiene que hacer un recado para ella. No
hay que perder “la base de la cultura”, concluye al levantarnos de la mesa. Ni
la generosidad ni la palabra. Manolo las practica todos los días.
Manuel Núñez Encabo
Presidente FAM
Manuel Núñez Encabo (Muriel Viejo, 1940)
es y ha ejercido siempre de soriano. Fundador
de la UNED de Soria, Catedrático de Filosofía y Moral del Derecho y de
Ciencias Jurídicas en la Universidad Complutense de Madrid, ha participado en
todas las transiciones políticas de este país, hacia la democracia y hacia
Europa, como diputado socialista por Soria (1982-1989), parlamentario del
Consejo de Europa y de la Unión Europea (1984-1993). Su vida, señala él, ha
tenido un eje: la universidad; como estudiante y como profesor. Pero también la
política y la cultura, a través de la presidencia de la Fundación Española Antonio
Machado, creada en 1984, y de sus múltiples colaboraciones en libros,
periódicos y revistas. Sin olvidar su relación académica e institucional con
los medios de comunicación.
Sentados entorno a una mesa del
Casino, Círculo Amistad-Numancia, que cumplió el pasado año su 150 aniversario,
el profesor Núñez Encabo continúa, incansable, esa especie de actividad
permanente, y armónica, que ha tenido siempre en su tierra, Soria, la
referencia fundamental de su vida.
Comprometido con su tiempo, está
convencido de que las nuevas tecnologías son herramientas que dan continuidad,
y valor, a las bases del conocimiento científico. Impecable en su tono,
certero, ordenado, maneja el tiempo de la charla como un momento de reflexión
abierto. Los papeles, que salen sueltos de su cartera, no le desordenan los
pensamientos, que nunca fueron tan firmes y éticamente tan consecuentes. Es de
admirar su inquebrantable coherencia con las causas que, desde el periodismo, la
política, la jurisprudencia, la cultura o la enseñanza, ha defendido siempre.
Expone, sabe escuchar, y admite lo nuevo con la misma estética de la palabra
justa.
Habla y habla, con pausa, con
disciplina, redondeando las expresiones con frases bien construidas y
reflexionadas. No es que quiera impresionar: es su manera de posicionarse, su
tono, su norma. En la Maison de Culture de Collioure; en el Parador, dando una
lección de periodismo; en cualquiera de los cientos de actos en los que participa
y ha participado. Citando a Machado con respeto, admiración y agradecimiento:
“Soria debe hacerse universal a través de Machado.”
Manuel Núñez Encabo ha coincidido
con muchos personajes, de todas las ideologías, y de todas las especialidades. Y
con todos intenta establecer lazos de entendimiento. Es así como, desde el
diálogo, desde lo universal compartido, expresa lo que la sociedad en su
conjunto aporta de valor al futuro.
Mientras hablamos, nos enseña el
programa del 20 de febrero, aniversario de la muerte de Machado, en el que se
conmemorará así mismo, en colaboración con la Embajada de Nicaragua, el Centenario
del poeta Rubén Darío. El yo y el tú, tan machadianos, acercando pueblos,
personas, ideas e historia.
Diputado en 1981, recuerda que fue
el último en votar, NO, a la investidura del candidato a la presidencia del
Gobierno, D. Leopoldo Calvo Sotelo, segundos antes de que el teniente coronel
Tejero irrumpiera en el Congreso, el día 23 de febrero de 1981, pistola en
mano. Agachado en la escalinata junto a su escaño, recordó, nos dice, el poema
de Machado: “Españolito que vienes / al
mundo, te guarde Dios / una de las dos Españas ha de helarte el corazón”.
Manuel Núñez Encabo no olvida el
proyecto, felizmente fallido, de “La carretera de circunvalación de Soria”, atravesando
los parajes machadianos de San Polo y San Saturio. En el libro (1990) que se
cuenta esta larga historia, leo su dedicatoria a mano de 1994: “…con agradecimiento y con la certeza de
nuestra colaboración futura” Colaborar, colaborar, sumar, universalizar la
ciudad de Soria. Siempre el mismo objetivo. La cultura soriana como motor de
progreso, siempre que se salvaguarden, por supuesto, “los valores culturales y artísticos”. Toda una vida, soriana y machadiana,
dedicada a relacionar lo local con lo universal.
Mara Row
Cantante
Cantar
es lo que le latía a Miriam Carramiñana Martín (Soria 1984), Mara Row, cuando era niña. Le llenaba, nos
dice. Y le llena, porque es lo que quiere hacer. Y lo hace. Y muy bien. A su
padre, que trabajaba en la DGT, le gustaban los pasodobles, y a su madre, como
a ella, la música tradicional. Los Puntos,
de acordes árabes, flamencos: Cuando salga
la Luna; Llorando por Granada.
Miriam
fue alumna del Infantes de Lara, Virgen del Espino y Escuela de Arte de Soria y
Artediez de Madrid. Allí estudió
diseño. Le gustaba de verdad, nos asegura. También la Historia de España y la
del Arte. A los 17 años dio el salto decidido a Madrid.
Fueron años de jazz y de blues. Diez años después volaba a México, un país
que siempre le había llamado la atención y al que le apetecía ir. “Poder vivir
en el Caribe yo sola y empezar una nueva etapa, como un reto personal”, nos
confiesa. Ahora es su segunda casa, comenta. Su primera ciudad fue Playa del Carmen (Riviera Maya), “con
mucha gente y muchísimo movimiento, pero a la vez con vida de pueblo y
tranquilidad caribeña, donde todo el mundo está de paso y en constante cambio”.
La capital es más estable, nos cuenta, llena de contrastes, loca, repleta de
arte, historia, música y cultura.
En
México grabó El Parque, escrita por
ella misma cuando vivía en la plaza Tirso de Molina de Madrid. Se la dedicó,
recuerda, “a un hombre que vivía en la calle y al que todas las noches veía
desde mi balcón”. La música mexicana la conquistó. En 2014 estuvo en Marruecos.
Cantaba seis días a la semana por la noche; las mañanas y las tardes las
dedicaba a hacer deporte, pasear y leer. Fue un reto más. Un aprendizaje.
Luego
regresó a Soria, a su casa. Y aquí encontró su contrapunto perfecto. Un regalo.
Otra etapa. En 2018, montó con Rubén Romero Altar
de los Muertos, inspirado en México, para el Festival de Cortos. En él expresó “su universo mexicano”: el
mestizaje, la magia de la vida y de la muerte, las costumbres, la cultura,… Sus actuaciones musicales son para ella un
encuentro en el que comparte con el público la emoción de la música.
Tenaz,
resuelta, segura de sí misma en el escenario, la música, reconoce, es “mi
mundo, mi modo de vida, y, a la vez, la parte divina de lo que todos llevamos
dentro”. Siempre canta lo que elige, lo que le transmite, ya sea por la letra o
por la melodía. Su canción favorita, La
Llorona, una canción triste, mágica, romántica e intimista a la vez. En San
Sebastián, durante la Semana Grande de 2016, cantó Hora de aventuras con Celtas Cortos, acompañados por la Banda de
Música de Irún. Al terminar su solo,
el cantante pareció detenerse un momento, como si reflexionara, se giró con su
guitarra y se quedó mirándola como si acabara de hacer un descubrimiento.
Cien años de soledad,
por el realismo mágico, sería su libro. Le gustan además los documentales
históricos mientras borda; escuchar fado, folk, música latina de principios y
mediados del siglo XX, a Lila Downs, Chavela Vargas, Mª Dolores Pradera, Buika,
Mor Karbasi,… Su canción: La belleza,
de Luis E. Aute. Su película: Amanece que no es poco, de José L.
Cuerda. Soria, el Duero, Molinos de Duero, su pueblo, significan para ella: paz,
familia, estabilidad, comodidad y vida. Su personaje soriano: Sor María Jesús
de Ágreda.
El día 18, viernes, presenta en La Audiencia: TARAXACUM: Libres hasta la Raíz. Un proyecto ambicioso, colectivo, de empeño y trabajo, de trasfondo y calidad artística, afirma. Una señal de éxito.
Marcos
Chuliá Quintana
Aparejador
y Piloto
Pilotar aviones fue la gran vocación de Marcos
Chuliá Quintana (Soria, 1964) desde niño. Se metía en un armario, se estiraba
todo lo que podía, y, guiando su nave, se pasó horas y horas imaginando viajes llenos
de emoción y colorido. Fueron los inicios de una larga carrera de volador responsable,
aventurero soñador y suspicaz inteligente. Su padre, Juan, barcelonés,
valenciano y soriano de corazón, fue catedrático de Dibujo en el IES Antonio
Machado, Director de la Escuela de Artes y profesor de FP. Le gustaba la
fotografía. Nos enseña una de 1964: cuatro mujeres enlutadas observan, de
espalda, los trajines del equipo de rodaje de una escena del Doctor Zhivago en
la estación del Cañuelo. Innovador en la enseñanza, fundó, con J. Hidalgo y
otros, el Club Náutico Soriano. Su madre, Pilar, aragonesa, fue una mujer
moderna y avanzada.
Sentados en torno a una mesa de un Mesón,
Marcos Chuliá nos cuenta sus inicios estudiantiles en el Colegio San Saturio, su
etapa en el Machado y su carrera en la Politécnica de Valencia para obtener el
título de Arquitecto Técnico.
Tras un corto periodo de mili, comenzó a
trabajar en una carpintería metálica de Logroño, antes de aprobar unas
oposiciones en la Diputación, y, ya funcionario, trabajar en Fomento, Protección
Civil, Hacienda, y, desde 2006, en Educación, como aparejador.
Sus inicios en la aeronáutica comenzaron en
1993. Primero con un ultraligero de ala fija, modelo Coyote, que compró con un
socio. Su segundo avión -que montó él mismo, pieza a pieza- fue un Sakota,
modelo acrobático, con el que voló hasta que comenzaron las obras del actual
aeródromo de Garray. Además de piloto de ultraligero, es instructor y uno de
los tres examinadores de autogiro que hay en España. “Un hobby
profesionalizado”, nos asegura. En 2005 montó una Escuela de Pilotos en Aguasalada
(Tudela), que trasladó tres años después a Garray, manteniéndola hasta el año
pasado. “He aprendido más enseñando que volando”, nos asegura.
Previsor, rápido de reflejos, investigador
riguroso, volar para él es “un disfrute, una manera diferente de ver las
cosas”. Un sueño cumplido durante más de veinticinco años. Campeón del mundo en
Hungría (2014), lo fue también de España de ultraligero en 2013 y 2014, y de
Europa, con su hija Celia, estudiante de piano en el Conservatorio Superior de
Música Katarina Gurska de Madrid, en 2015. Su participación en los Juegos
aéreos de Dubái, en diciembre de ese mismo año, fue su última competición
federativa. ¿Sus proyectos?: seguir volando. Lo ha hecho ya sobre Italia,
Francia, Hungría, Alemania, Polonia, Ecuador, Marruecos,... Desde el aire, nos
dice, “la naturaleza me permite escuchar mis pensamientos”. Le gusta la música
clásica, pero también la de los Ramones. Lee poco, nos confiesa, pero recuerda
algunos libros que le han encantado: “El hobbit”, “Juan Salvador Gabiota”, “La
rebelión de la granja”, de G. Orwell, “La colina de Watership”,... En su blog, https://millaerea.es/blog, hemos encontrado mucha documentación
interesante y un precioso relato suyo: “El patito feo”.
Pintar, como su padre, hacer montajes en ordenador,
rehabilitar espacios, son hobbies que practica. La pista de hielo del Orejas,
el Rincón de Bécquer, San Juan de Rabanera, Los Arcos de San Juan, forman parte
de sus rincones de infancia. Nos invita, en fin, a subir en su autogiro, y recorremos
otra vez la “Autopista del Duero”. Espectacular. Gracias a Magni, su gran patito
amigo.
María
Poza Peñalba
Bibliotecaria
Mujer
activa y brillante, afectuosa y comprometida, María Poza nació en Soria. Hija
de Virginia y Victorino, hombre muy culto y secretario de Ayuntamiento en la
comarca de San Esteban, fue alumna del Sagrado Corazón y de los Institutos
Castilla y Lope de Vega (Madrid), en donde terminó el COU. Estudió Historia
Medieval en la Universidad de Zaragoza, pero la tesina, dirigida por la catedrática
Isabel Del Val Valdivielso, la presentó en la de Valladolid. Su título: Las mujeres y la muerte en la Edad Media.
Su conclusión: “las mujeres no existían ni en los documentos ni en los
yacimientos”. Licenciada en Derecho, ejerció la abogacía durante un tiempo y
fue estudiante de Antropología en la UNED.
Antes
de iniciar su actividad laboral en el Archivo Histórico Provincial, dirigido
por Carlos Álvarez, trabajó en Madrid como correctora de pruebas y publicista.
Le gustaba la capital, divertida, cosmopolita, nos confiesa, pero, como su hija
Isabel, licenciada en Derecho, eligió Soria para vivir. Una ciudad, a su juicio,
tranquila y llena de vida.
Desde
hace 19 años es Jefa de Sección de Documentación electrónica de la UVA, en la
Biblioteca del Campus soriano. Incansable, compagina su trabajo con múltiples y
variadas actividades. Todo es cuestión de organizar bien el tiempo, nos
asegura. Colabora, por ejemplo, en la Protectora
Redención. Considera que “la humanidad se refleja en el trato a todos los
seres vivos”. Y su casa es un buen ejemplo: un perro llamado Socio, una gata y un cachorro en acogida,
además de una cobaya, rescatada de la basura. Participa así mismo en la Saturiada (23 de abril), que no es, nos explica,
sino un homenaje a los libros, al Santero
de San Saturio y a la ciudad. Su mentor fue Juan José Peracho, un hombre de
gran corazón, afirma. El Santero se sentiría muy feliz, nos dice convencida, al
ver que su río y su entorno son tan frecuentados hoy por los habitantes de la
ciudad.
Siempre
le gustó hacer de payasa e interpretar papeles cómicos. Así que participa
encantada en el taller de teatro que, formado por doce mujeres, dirige Gema
Pascual con un repertorio compuesto por obras propias, monólogos y adaptaciones
poéticas.
En
Miño de San Esteban, pueblo de su madre, ha podado, sarmentado, vendimiado,
durante años, viñas de su abuelo Celestino, con cepas de 130 años de
denominación de origen Ribera del Duero. El
vino elaborado por ella, con uva tempranillo y albillo, ha cosechado ya
tres premios.
Alférez
de fragata en su día, se encargaba de la conservación de piezas de los
desguaces de los barcos en el Museo Naval de Canarias. Recuerda su estancia, como
única mujer, en el Estado Mayor de la Defensa. Actualmente colabora con el
grupo de la Memoria Histórica que dirige Iván Aparicio.
De Soria, elige el Duero, la Dehesa, la Sierra Pela, en Tiermes, tan desolada, nos comenta. Le sorprendió Panamá y destaca Roma como ciudad, por su ambiente y por sus gentes. Lectora incansable, forma parte del Club de Lectura del Casino. Todos los domingos, según la cartelera, va con sus amigas a una de las dos salas de cine. Tres de sus películas favoritas: La princesa prometida, El milagro de P. Tinto y El Cielo Gira de la soriana Mercedes Álvarez. El verano, el azul y el siete son otras de sus preferencias. Le gusta, en fin, el rock, el jazz, el blues, Tom Wait y Bunbury, como intérpretes. Una mujer, María Poza, optimista, sorprendente e incansable, que cree y vive encantada en su tierra.
Mary Satur Ruiz Muñoz
Comerciante
La tienda de Mary Satur Ruiz Muñoz, en la calle Numancia 10, parece
un templo. Con sus seis columnas estilo 1900, unos preciosos muebles de época, alfombra
central, amplio escaparate, luz y brillo para un espléndido muestrario. En
ella, Mary-Satur ha ejercido durante muchos años de gran oficiante. Mujer
sencilla, profesional incansable, es descendiente, por cuarta generación, de
una gran familia de comerciantes. Su hijo Adolfo, que nos acompaña, criado,
como dice él, en la tienda, es ya la quinta. ¿Le da consejos?, le preguntamos.
Sí, nos contesta. Y le obedece. Pura experiencia.
Mary-Satur hizo todos sus estudios en El Sagrado Corazón. Sus
compañeras se hicieron maestras, pero ella quería ser dependienta, con su padre,
Julián Ruiz, en
la calle Mesta. Del Colegio menciona a Sor Carmen de la Peña, Sor Ana María Usanos,
Sor Margarita,...
Soriana de nacimiento (1936), sus padres, Julián, de
San Pedro Manrique, y Lucía, de Almarza, fueron sus dos grandes maestros. Y de
sus hermanos, Julián y Tomás, también comerciantes.
Su tienda, Mary-Satur, viene, sin embargo, de su suegro, Adolfo Sáinz Murillo, cuyo padre, Camilo Sainz Zamora, fue, además, Vice-Presidente
de la Diputación y concejal del Ayuntamiento de Soria.
“El cliente siempre tiene razón”, apostillan los dos, madre
e hijo. Y sus clientas, sus amigas. Antes, ahora, y siempre. Hasta hace dos
años, prosigue, “me parecía tener cincuenta años”. Su marido, Camilo era “un
santo varón”. “Soy muy gastadora”, le decía ella. Y él le contestaba: “pero
también muy trabajadora.”
Valiente, emprendedora, acompañaba a su padre desde
joven, de pueblo en pueblo, en la venta ambulante; y, después, con sus “Tupperware”, por las tardes, en su Seiscientos o en su Simca
(la segunda mujer en Soria con permiso de conducir), siempre acompañada por su
tía Isabelita. “Para nada, muchas veces”,
puntualiza. Hasta que su padre le pidió que lo dejara. Y lo dejó.
Mary-Satur podría escribir unas enormes memorias de
comerciante. Cabrían montones de anécdotas y vivencias. Narraría sus viajes por
casi toda España (de Bayona de Galicia a Bayona de Francia, en su viaje de
novios), y por París, Italia, Ámsterdam, Venecia, Bruselas,...
Su idioma fuerte es el castellano. Claro y amable. Para
vender, nos asegura, hay que trasmitir confianza, conocimiento, comprensión y
respeto por la clientela. Y, decir alguna mentirijilla, apunta su hijo. Empatía,
seguramente. Porque sus clientas eran siempre mujeres, sabias, y también algún
hombre, “que venía a comprar a su mujer un camisón o un mantón de Manila.” Sí,
afirma, “tengo una bonita colección de mantones de Manila, que he expuesto en
más de una ocasión, y que me permitió conocer, en El Royo, a personajes
sorianos como Gabriel Cisneros.”
A Mary Satur le
gustan los telediarios y las novelas. Y cantar. Hasta
en la tienda, entusiasta, como su marido, de los grandes musicales: Revistas,
Zarzuelas,... Nos da dos títulos: “Manojo de Rosas”, destaca ella; “Los
Gavilanes”, su marido.
No ha tenido tiempo para muchas más cosas, intentando
toda su vida conciliar sus dos vocaciones: el comercio y la familia. La casa,
la cocina, sus seis hijos. “No me he ocupado mucho de los nietos, pero les he
comprado de todo”, sostiene con orgullo de abuela.
Dueña del comercio más antiguo de Soria (1850), conserva
con cariño dos cuadros de 1908 por la participación en la Exposición Universal de
Zaragoza del abuelo de su marido, fabricante además de
mantas e hilos. La Cámara de Comercio tuvo para con ella, en 1996, un
reconocimiento como “mujer trabajadora”; las FOES, en 2012, hizo lo propio: “Por
toda la vida dedicada al comercio en nuestra provincia.”
La vida, efectivamente, ha cambiado mucho, admite con una cierta nostalgia. Pero Mary Satur ha sido, y es, ante todo, una mujer positiva y optimista. Seguirá siendo una gran comerciante. Disfrutando, como siempre, de las ventas, del trato con sus amigas. Activa y digna representante de una gran familia de comerciantes de categoría. Feliz Año 2017.
Maribel Zapatero Lorenzo
Vicepresidenta Asociación
de Amigos del Museo Numantino
Se cumple este año el 40 Aniversario de
la Asociación de Amigos del Museo Numantino. Una iniciativa a la que Maribel
Zapatero (Barcelona, 1957) se sumó en 2001. Su madre, Valentina, era una maestra
de Osma, que dejó de trabajar cuando, ya en la emigración, se casó con
Feliciano, funcionario de Correos, de Fresno el Viejo (Valladolid).
Maribel estudió en el Instituto
Verdaguer y se licenció en Ciencias Biológicas por la Universidad de Barcelona.
Farmacóloga, Especialista en Archivística por la UNED y Técnico en Farmacia y
Parafarmacia, trabajó durante diez años como investigadora en un laboratorio de
I+D.
Conoció a su marido, Alberto Manrique
Romero (Soria, 1956 – Zaragoza, 2004), mientras él estudiaba medicina en la
Autónoma de Barcelona. Al terminar, ejerció su vocación de médico rural en Medinaceli
y Montuenga de Soria. Ella se trasladó a Medinaceli en 1994 y trabajó de
archivera en diferentes ayuntamientos, Diputación y Juzgados de Soria. En 2011
aprobó las oposiciones de celadora del SACYL y, desde entonces, trabaja en el
Hospital Santa Bárbara.
Su marido, nos asegura, era una
persona extraordinaria, culta y emprendedora. Entre sus trabajos publicados, destacan
sus tres libros de tema soriano: “Guía para descubrir El Alto Jalón”; “Versus
Numantia. Para repensar lo soriano” y “El hombre y el barro. Alfarería
tradicional”. Junto con Avelino Hernández, César Millán, Carmelo Romero,
Silvano Andrés de la Morena, fundaron Soria
Edita en 1993; un revulsivo en aquellos tiempos, nos comenta ella, para el
movimiento cultural de la provincia. La aceptación, nos dice, “era grande, la
experiencia muy buena y la colaboración, excepcional”. En 1993, editaron el
primer libro: “Fuentepinilla”, seguido, entre otros, “Por los ríos de Soria” y “Casos
y cosas de Soria”, cuyo primer volumen tuvo una tirada de 3000 ejemplares.
Los Museos le han encantado desde
niña, nos confiesa. El British de Londres el que más, pero también el Louvre de
París o el Quai d´Orsay, en un marco tan magníficamente escogido. Hablamos del Numantino,
de la importancia de sus fondos, de las variadas actividades de la Asociación, que
cuenta con 350 socios, está presidida por Marisa Revilla Andía y tiene como uno
de sus primeros objetivos la difusión del Patrimonio de Soria. Editan además la
revista Arevacón, en la que quedan recogidos magníficos monográficos sobre
distintos temas sorianos. Cada día, en su facebook, Alberto Arribas recoge una
efeméride. Incansable, dispuesta y agradecida, cada actividad es para ella la
oportunidad de compartir su entusiasmo con naturalidad y confianza.
A Maribel le gusta la novela negra y la histórica, el
título “Patria”, de Fernando Aramburu, por su versión de la historia reciente,
el escritor Marcos Chicot y las escritoras, Dolores Redondo e Isabel Allende. El
viaje que más le ha impresionado en su vida lo hizo a Egipto. “Todo era
diferente allí”, señala. Conoce Grecia, la cuna de la cultura, añade, Túnez,
París, Marruecos, EE.UU., siempre a la búsqueda de cosas diferentes. Añora la
Barcelona de los 90, El Burgo, Conquezuela y su ermita de la Virgen de Santa
Cruz. De la música, la canción de “El Mago de Oz”, “Somewhere over the
Rainbow”, cantada por el hawaiano IZ. “En algún lugar por encima del arco iris”
esta mujer culta y emprendedora encuentra, seguramente, la sensibilidad tenaz y
el cántico de los sueños inmortales. ¡Felicidades!
María Hernández
García
Presidenta
Asociación Gaya Nuño
María
Hernández García (Soria, 1981) es enfermera y Presidenta de la Asociación Juan
Antonio Gaya Nuño de Tardelcuende, soriano preclaro, autor de El Santero de
San Saturio. María ejerce actualmente en el Centro de Salud de Berlanga, atendiendo
a 35 pueblos de la comarca. Jesús, su padre, hombre creativo y constante, fue
profesor en los IES Virgen del Espino y Pico Frentes. Su madre, Conchi, se
ocupó siempre de su casa y de su familia. Una mujer culta, nos dice su hija, que
forma parte de un club de lectura y escribe relatos. De ella ha aprendido el
hábito de la lectura, el acercamiento a la escritura de temas cotidianos, la
tradición costumbrista y la tranquilidad.
María
tiene dos hijos, Hugo, de quince años, que quiere ser bombero, y Miguel, de
cinco, “todo candor”, asegura. Su compañero, Javier, de Tardelcuende, goza trabajando
el campo en Soria Natural. Su escuela fue la de la Barriada, tras cuatro
primeros años en Arenas de San Pedro (Ávila). En el C.P. Numancia e IES Castilla
completó su formación académica antes de elegir enfermería en El Mirón, con
jornadas largas y llenas de contenido. Buena estudiante, siempre le gustó la
biología. En 2002 comenzó su carrera profesional en el Punto de Atención
Continuada de Medinaceli. Ha trabajado así mismo en el Hospital, en algunas
Residencias y en 12 de los 14 centros rurales de la de la provincia. Está a
punto de obtener la especialidad de enfermería comunitaria. La gente de los
pueblos es muy acogedora, nos asegura. Busca el contacto humano, la empatía, la
ayuda,… Y ese es su afán satisfactorio y enriquecedor de cada día. Mujer
práctica, responsable, un poco cabezota también, valora sobre todo la buena gestión,
la acción y la discreción. Su hermano Julián, tan bondadoso y capaz como ella,
sigue siendo en ese sentido un referente importante.
Ser
Presidenta de la Asociación Gaya Nuño supone para ella una atractiva manera de
aportar con discreción, responsabilidad, voluntad y orgullo por la confianza. Una
asociación modesta, reconoce, que tiene como objetivo la preservación de los
usos y costumbres del pueblo, cavila en la creación de un jardín botánico, realiza
excursiones, organiza un concurso anual de Micro-Relatos y tiene clavada una
espina: la rehabilitación y conversión en museo de la casa natal de Juan
Antonio Gaya Nuño.
Ordenada,
de nervios templados, lo primero para ella es la familia. Pero su implicación
actual le ha abierto caminos que le llaman. Ha recorrido toda España. Destaca
Granada, asombrosa, por su cultura, su arte… Y la cosmopolita Berlín. Conoce
Portugal, Países Bajos, Dublín, Roma... De Soria destaca La Dehesa, pasear por
el Duero, Rello y San Baudelio, dos puntos de asombro de la provincia.
Prefiere
el cine realista -Julio Medem en su juventud- al de ficción. Sus actores se
llaman Marta Etura y Antonio de la Torre. De joven leía a Pérez Reverte (La novena
puerta), ahora a Matilde Asensi (Sakura) y escucha a Nieves Concostrina.
Bécquer, sobre todo, y las canciones de los noventa (La senda del tiempo, Celtas
Cortos), marcaron sus años juveniles. Apuesta por las cosas normales, “que le
den un toque surrealista”. Sus personajes: Concha de Marco y Rafa Nadal. En
plenas Fiestas del Santo Patrón, María elige para celebrarlo: cordero asado
castellano y un postre con chocolate. Cosas cercanas y exquisitas para una mujer
sencilla y dispuesta, cuyos colores son el naranja y el morado. “Feliz San
Saturio”.
Marisa García Largo
Jurada
La
jurada de la Cuadrilla de “La Mayor”, Marisa García Largo, es psicóloga. Trabaja
actualmente en la Mancomunidad THAM de Servicios Sociales municipales (Torrelodones,
Hoyo de Manzanares, Alpedrete y Moralzarzal), como coordinadora de un Punto de
atención a víctimas de violencia de género. Nació en Fuentelsaz de Soria, pero a los tres años ya vivía en la
capital con sus padres, agricultores, y sus cinco hermanos. Y, pocos años
después, en la misma Plaza Mayor. El Colegio San Saturio (La Arboleda) fue su
primera escuela. Luego vendría el Instituto Castilla (BUP y COU), entonces femenino,
del que guarda “unos recuerdos maravillosos de las clases y de los viajes que
hicimos.”
Marisa
García, que nos recibe en plena faena en el local de la cuadrilla, estudió
Psicología en la Universidad Autónoma de Madrid, especializándose en Recursos
Humanos. Formadora en empresas privadas y en el Fondo Social Europeo, ha
trabajado, y trabaja, con colectivos en riesgo de exclusión social, “entre los
que se encuentran las mujeres”. Desde entonces, afirma: “…miro la vida con
gafas “violetas”, y la vivo desde esa perspectiva.”
Antes
de hablar con ella, comprobamos que, en la Ordenanza municipal de las Fiestas, se
cita a la “Jurada” en dos artículos. En el 4: “Cada una de las Cuadrillas
estará presidida en paridad por un Jurado y una Jurada…”. Y en el 17. A Marisa
García le gustaría que se visualizase más “el papel de la Jurada”. Ya sabemos, afirma, “que lo que no se
nombra no existe, y eso pasa con las Juradas.” Vamos “al lado del jurado,
pero andando al mismo paso.” Porque los dos aportan, en paridad, como se
refleja en la Ordenanza: sus criterios, ideas, conforme “a su forma de estar y
de ver la vida”, contribuyendo así “al mantenimiento de los usos y costumbres.”
Para
Marisa García Largo, el Jueves la Saca es su día favorito: “todo el monte
inundado de color, con las peñas, la gente, y el momento emocionante de salir
los toros con los caballos.” Pero también el Miércoles El Pregón, por la alegría
contagiosa del deseo de Fiestas; y el Viernes de Toros, y el Sábado Agés. Y la
“elegancia” del día más importante, el Domingo de Calderas,… Para ella ser Jurada
era una ilusión: “vivir San Juan desde dentro, disfrutar las Fiestas formando parte
del espíritu sanjuanero.” Y, sobre todo, un orgullo como soriana y una gran
responsabilidad de hacer bien las cosas, para que los vecinos y las vecinas se
sientan “orgullosos” de su cuadrilla.
Sin
colaboradores, sin colaboradoras, la aventura de ser Jurada sería imposible. “¡Son
tantas y tantas cosas las que hay que hacer!”, nos comenta. Y lo mismo piensan el
secretario y una colaboradora, con quienes compartimos una pequeña tertulia
sanjuanera. Para ser jurada, destacan, hay que ser valiente, responsable, tener
ganas, espíritu de servicio. Marisa asiente. Ella fue quien animó al jurado,
Luis Manuel Jiménez Menéndez, pero ahora,
concluye, “está entusiasmado”.
Con
el corazón partido (Soria, Madrid), Marisa García se considera “una persona
responsable, trabajadora, comprometida en la consecución de un mundo mejor, agradecida, todavía
idealista, a pesar de mis 52 años, y a
veces un poco “cabezota”. Le gusta leer, y lee, en el metro, en los autobuses
madrileños. Novela, en general: Almudena Grandes, Jorge Zepeda, Pierre Lemaitre;
y también novela soriana: Javier Lizasoain, “El último capítulo”; “R”, de Antonio de Miguel. Los dos,
amigos, nos indica. Y le gusta la música de “Revólver”. Y viajar: “Siempre hay
lugares de los que disfrutar y en los que conocer cosas y personas nuevas.” Le
preguntamos por un lugar de Soria: “Las ruinas de San Nicolás.”
La
Jurada de la Mayor vive su cargo totalmente entusiasmada. Por ella, por su
ciudad, por su familia, por sus colaboradores y por sus colaboradoras. Aprovecho,
nos dice, “para darles las gracias a cada uno de ellos y de ellas.” Sanjuanera,
la cita de las Fiestas está siempre en su agenda. Forma parte de sus raíces, de
su cultura soriana.
María Sol Arancón Nacher
Comerciante
María
Sol Arancón nació en México D. F. en 1971. Es hija del arquitecto de
Castilfrío, Ricardo Arancón…, profesor de Historia de la Arquitectura de la UNAM
de la capital mejicana. Su madre, Mercedes, nació en Massanassa (Valencia)
y es licenciada en Historia del Arte. Rotaria, María Sol tiene
cuatro hermanos: Ricardo y Pilar, residentes en Madrid y Canadá; y Mercedes y
Vicente, en México.
Platicamos
-como dice ella, con su acento mexicano-, sentados en uno de los bancos de la
Plaza del Ayuntamiento de Castilfrío. En el centro, la fuente fluye pura y cristalina.
Su abuelo paterno, Ricardo Alarcón, nacido en este mismo pueblo, se marchó a
México, nos cuenta, en 1914, solo y con tan solo 13 años. Primero trabajó de
mozo en una librería, luego fundó la suya propia, “Herrero”, y allí se casó con
Raquel García, de Gijón. Su abuela materna, Mercedes Rovira, estaba casada con
el valenciano Vicente Nacher, y era hija de Miguel Rovira Malé, Subdirector de
Industria durante la República. Toda una larga historia familiar.
María
Sol estudió en el Colegio Francés del Pedregal de la capital azteca. Licenciada
en Diseño Gráfico por la Universidad de Anahuac del Sur, terminó en 2011 un Máster
de Administración de Empresas, gracias al cual abrió Un Centro Cultural, “Holistikos”, en el que impartía clases de
kendo, kárate, historia del arte,… Diseñadora gráfica, ilustró, entre otras
muchas cosas, trabajos de su padre, para lo que no dudaban en introducirse en
la selva para ver de cerca los edificios Maya. En…, la editorial Fernández
Editores la contrató como traductora de inglés y francés, encargándole, para la
Disney, la traducción al castellano de la Guía
de Tarzán. Voluntaria de la Cruz Roja, paramédico, rescatista urbano, ha
trabajado también en Protección Civil.
En
2018 se vino a vivir a la calle Real de Castilfrío de la Sierra, tras comprar
la casa de su familia. Enamorada de su pueblo, emprendedora, siempre positiva y
decidida, aceptó con interés la sugerencia de Isabel Gabiria, farmacéutica de
Almajano, para abrir una tienda en este municipio. La Cámara de Comercio le
ayudó a elaborar el proyecto y el 13 de marzo de 2020 La tienda de Sol comenzó a ofrecer
sus servicios de venta, reparto y atención a clientes y clientas de Almajano y sus
alrededores con su plática cercana, serena y tan simpática.
La
fascina, nos comenta, leer libros técnicos de medicina, historia y geografía. Es
“hueso colorado” –entusiasta- de Arthur Conan y su libro “El perro de los
Baskerville”. Le priva la canción Faithfull , de Journey, la música rusa, la coral -“Los cuadros
de una exposición”, de Modest
Músorgski, por ejemplo-, las películas de James Bond y los dibujos
animados, porque la divierten y la relajan. La Catedral de México D. F., el
Duero, la iglesia de planta románica, el dolmen y el centro de interpretación "Castros y Pelendones" de
Castilfrío, son lugares mágicos para ella.
Alumna de Fernando Muñoz Altea, María Sol es una gran especialista en Heráldica, habiendo presidido entre 2014 y 2016 la Asociación Genealógica de México. En sus estudios sobre la relación del diseño gráfico con la heráldica defiende el mestizaje y el buen uso de la ciencia del blasón. Su rigor y enfoque científicos describen un mundo enormemente rico y sugerente. Mujer culta, María Sol compagina su pasión por los signos del pasado con un presente emprendedor que tiene todo el presente y el futuro por delante.
Marisol Encinas Manchado
Historiadora
Marisol
Encinas (Soria, 1982) es una mujer que respira entusiasmo, conocimiento y
confianza en sí misma. Su padre, Juan José, capataz durante muchos años de la
finca de La Rasa, le enseñó la constancia. De su madre, María José, trabajadora
y ama de casa, aprendió la paciencia. A su hermana Rebeca, Traductora Jurado y residente
en Londres, la admira por su capacidad de trabajo.
Marisol
estudió en La Rasa, Colegio Ruiz Zorrilla e IES Santa Catalina de El Burgo de
Osma. Al terminar el bachillerato se puso a trabajar en Fico Cables. Nueve años
después, abandonó la fábrica cuando le faltaba muy poco para licenciarse en
Historia. También hizo Historia del Arte y un Máster en investigación
histórica, artística y geográfica. Actualmente Enrique Cantera Montenegro le
dirige su tesis doctoral: “Cristianos, judíos y musulmanes ante la muerte: el
Alto Duero, siglos VIII-XVI”. Con ella, nos dice, recoge el testigo de Carlos
de la Casa, a quien considera uno de sus maestros.
Su
primera experiencia como arqueóloga la tuvo en el acueducto de Uxama. Fueron solo
tres semanas a las órdenes de Carmen García Merino, pero le bastaron para
entusiasmarse con el oficio. En el mismo año, excavando en la iglesia de San Miguel de San
Esteban de Gormaz, “un capricho de la fortuna me llevó a encontrar la cruz
patriarcal que se expone en el Museo Numantino.” Desde entonces, no le han
faltado actuaciones que realizar (Villalaín, Baltanás, Matapozuelos,…), ni visitas
culturales que guiar (Osma, Tiermes,…) Su vocación prioriza, sin embargo, la
investigación y la difusión: recopilar documentos, inventariar bienes
culturales (Fundación Vicente Marín de Bretún), participar en charlas, dar conferencias
y publicar sus investigaciones. Entre otras, el magnífico estudio realizado
sobre La Estela romana de Dombellas,
a la que tantas veces se ha acercado para leer sus mensajes y que ella
relaciona con la Leyenda de Muño Sancho de Finojosa.
Soria,
convenimos, es un universo de cultura, en cuyo desarrollo participa con rigor,
dedicación y entusiasmo. No hace mucho, se inauguraba en el Archivo Histórico
Provincial su última exposición, organizada por la Junta de Castilla y León,
bajo el título: Fruto de la vid… Atauta y
sus bodegas. El objetivo es poner en valor las bodegas tradicionales de
Atauta (BIC) y el cultivo de la vid a través de sus huellas en el territorio, contando
para ello con la colaboración entusiasta de las gentes del pueblo. La visitamos
y nos encantó. Marisol es también la comisaria de la exposición Huerta frente al agua, instalada de
manera permanente en la Sala de Profundis del Monasterio Cisterciense. Los
monjes, nos asegura, la ayudaron en todo, y ella quedó impactada por el
silencio del Claustro por la noche.
A Marisol Encinas le gusta viajar para comprender mejor cada rincón que visita. Recuerda con cariño el pueblo albanés de Çetush, en donde convivió con gente maravillosa. En Roma, nos confiesa, “quiero perderme con calma”. Lee sobre todo novela histórica - “El puente de Alcántara”, de Frank Baer, por ejemplo- y no le importaría escribir una sobre la vida en la frontera andalusí. Michael Bublé o Bruce Springsteen son sus cantantes favoritos, aunque, cuando escribe, prefiere el fondo musical que mejor le vaya al tema que esté desarrollando. Hablamos, en fin, de su admirado Castillo de Gormaz, de Juan Antonio Gaya Nuño y los enigmas históricos de Medinaceli. Una provincia llena de maravillas.
María Angustias Macías Guzmán
Restauradora de Bienes culturales
Un
verano para descubrir la iglesia soriana de San Martín de la Cuesta de Soria (siglo
XII-XIII) es una de esas satisfacciones que ha ofrecido a María Angustias
Macías (Zafra, Badajoz, 1982) su oficio de restauradora de bienes culturales.
Con mimo, paciencia y empatía, además de conservar el material descubierto, ha recuperado,
junto a la arqueóloga Teresa F. Azorín, Jesús Soler y Miguel Ángel Sánchez, los
dos de Lorca (Murcia), una pintura mural, siete tumbas y algunos
espacios de esta iglesia soriana: muros, ábside y torre.
María
Angustias terminó su bachillerato artístico en la Escuela de Arte y Superior de
Diseño de Mérida. Le gustaba restaurar y dibujar. Nos enseña sus pequeñas joyas.
Los trazos son perfectos; tienen alma e intención. Dibuja dos más para
nosotros: una vista de San Saturio en el Duero y una viñeta con humor. Tras
cinco años en la Facultad de Bellas Artes de Granada, su trabajo de fin de
carrera llevaba por título: “Restauración de escultura pública granadina
realizada en materiales porosos (yeso, escayola y terracota).” El David de Miguel Ángel le parece una
escultura excepcional por su calidad técnica. En pintura, destaca los Caprichos
y los Desastres de la Guerra de Goya. En ellos, nos explica, “el pintor expresa
su visión crítica y profunda de la realidad de su época”.
Marita,
como la llama todo el mundo, aprobó el CAP para ser profesora, pero comenzó
trabajando en la hostelería, como limpiadora de habitaciones, antes de comenzar
a restaurar pintura mural, hueso, cerámica, mosaicos o metal en la Escuela
Taller de Restauración de la DGA (Zaragoza). Conoce Tiermes, San Baudelio.
Soria, asiente, es una ciudad muy acogedora, de gran riqueza cultural. “La
gente, cuando pasa, se interesa por lo que hacemos y nos pregunta si
necesitamos algo. Les acompañamos de alguna manera en sus paseos por la ladera
del Castillo”, nos dice. Desde 2007, ha trabajado en la Presa romana de Muel, el
yacimiento romano de Lépida Celsa en Velilla de Ebro (Zaragoza), la Domus romana
de Pedreiras de Lago (Carucedo), los yacimientos de la
Loma del Regadío (Urrea de Gaén, Teruel) o el Relieve de los Amantes de la
Escalinata de Teruel en el Paseo del Óvalo, en donde, tras retirar los morteros
de antiguas intervenciones, aparecieron los impactos de metralla sufridos por esta
talla durante la Guerra Civil.
Responsable, dinámica, polifacética, ordenada -leemos en su currículum-, a Marita le gusta toda la música y le fascina Queen. Ahora está leyendo “El barbero de Treblinka”, de Santi Osakar. Nos recomienda sus platos favoritos: las migas, el gazpacho extremeño y la manteca colorá, cuya receta consiste en cocinar la manteca de cerdo con trozos de carne, añadiéndole especias (orégano, laurel o pimentón de La Vera), para que le dé el color anaranjado-rojizo característico. Conoce Roma, Cuba y le gustaría visitar Venecia. De España destaca la Mezquita, la Alhambra, Mérida… Del cine le gustan sobre todo las comedias. Le marcó, sin embargo, Braveheart, dirigida, producida y protagonizada por Mel Gibson. Para ella, la restauración es la herramienta necesaria para poder recuperar, preservar y poner en valor, de una manera planificada y con gran capacidad de concentración, aquellos Bienes que formaron y forman parte de nuestra historia. Como el de San Martín de la Cuesta de Soria, en cuyos trabajos de recuperación ha participado de manera entusiasta y comprometida.
Marta López Condado
Directora de Orquesta y Coros
En
2003, con 26 años y el Título Superior de Guitarra del
Real
Conservatorio de Música de Madrid, volar hasta Alemania suponía
para Marta López Condado (Soria, 1977) alcanzar un sueño. No solo encontró allí
su espacio y su tiempo, sino también la oportunidad de aprender y enseñar,
para, desde hace ya unos años, poner su talento al servicio de la cultura
musical de la ciudad en la que nació.
A
su regreso a España, continuó su carrera profesional en el Conservatorio de
Palencia, fundando, con otras personas, la Orquesta de Cámara de la ciudad. Hoy,
además de sus clases en el Conservatorio de Soria, dirige con rigor y entusiasmo,
las corales de Almazán, Pinares, Soria y su grupo de Voces Blancas.
Siempre
le gustó cantar, nos asegura. En 1997, formó con Arturo Sanz, pianista,
el Dúo Das Lied, que participa en recitales
en los que interpretan, con la mayor “fidelidad y profundidad posibles”, piezas
clásicas, de oratorio y, sobre todo, Lied.
En Alemania, Marta López obtuvo en la Universidad de
Música de Karlsruhe, cerca de
Estrasburgo, el título superior y
un Máster de Dirección de Coro y Orquesta, con los profesores, Martin Schmidt y Andreas Weiss,
además del título superior de Canto con las profesoras Christiane Hampe y Ruth
Ziesak.
Al
principio, la timidez pudo con ella, pero no tardó en demostrarse que el alemán
era también su lengua. La acogida fue generosa, nos cuenta. Le chocó la discreta
iluminación de los espacios públicos. También el silencio, la tranquilidad, la
enorme oferta cultural y la conciencia de lo común. Hoy siente nostalgia de un
país que le costó dejar, admira y visita de vez en cuando.
Luchadora,
Marta López Condado sueña con dirigir un día el Réquiem de Mozart con orquesta y coro. Nos lo cuenta porque se lo
preguntamos, pero, profesional como ella sola, centra sus preocupaciones en la
preparación de ensayos y actuaciones.
Regumiel,
el pueblo de Rosario Condado, su madre, siempre a su lado y en su corazón,
Castroviejo, la Plaza Mariano Granados, son algunos lugares significativos para
ella. Soria es también poesía, recuerda. A Numancia la asocia con la defensa de
lo propio. Y a la tortilla de patata como su plato favorito. El tren, en fin,
hija de José Luis, ferroviario, sería su medio de transporte.
Marta
López Condado estudió en el Colegio Prácticas Numancia y en el IES Castilla,
cerca de su casa, en la calle Río Razón.
Hizo el grado medio de guitarra en el Conservatorio, y aprendió tres idiomas: inglés,
francés y alemán. Le hubiera gustado estudiar Ciencias exactas, pero su pasión
es la música; y la filosofía, la griega en particular, que estudió hasta cuarto
curso en la UNED.
Trabajadora,
metódica, organizada -añade ella- realista, prosigue, incansable, Marta López
Condado es una mujer valiente, añadimos nosotros. Luchadora. Toda una Directora
de Orquesta y Coro –una autoridad, en Alemania- para el siglo XXI soriano. No, no
hay diferencia, nos asegura, entre dirigir un coro o una orquesta. Las voces, son,
sin embargo, su vocación. Las voces son alma. Le gusta, por supuesto, la música
clásica. Y el jazz. Pero no quiere darnos ningún título, ni ningún nombre. Su
repertorio, el de ella, es variado, rico y atractivo.
El
martes, 31 de octubre, Marta López Condado participará, con la Coral de Soria y
sus Voces Blancas, en el Samhain, Noche de Difuntos, de
Garray, invitada por la Asociación Tierra Quemada. Los ojos en el cielo, las
voces en el alma, su batuta iluminará el pensamiento de tantos y tantos recuerdos
inolvidables.
Mercedes Antón Villafranca
Secretaria Provincial del
SATSE Soria
Afirma Mercedes Antón
Villafranca, Secretaria Provincial del SATSE de Soria, que las enfermeras –unas
cuatrocientas en nuestra provincia- realizan hoy “la labor más importante de la
cadena sanitaria.” Son quienes más tiempo pasan con los enfermos y las enfermas,
a los y a las que acogen, atienden, orientan, animan, prescriben, cuidan, compadecen,
acompañan, curan, apoyan, aconsejan, consuelan, arropan, cuando lo necesitan. Hoy,
nos dice, para mejorar una parte de nuestro servicio, necesitaríamos espacios
propios para las consultas avanzadas y especializadas.
Mercedes Antón nació en
Tudela (Navarra) en 1965, aunque, a partir de los trece años, pasaba ya los
veranos en Covaleda, y, a los diez y ocho, estudiaba en la Escuela Universitaria
de Soria, dependiente de la Diputación, y dirigida por Sor Rosa. Le hubiera
gustado hacer decoración o magisterio, pero se especializó en Urgencias y
Emergencias. Una profesión gratificante, apostilla, pero también exigente. Al diplomarse,
fue recorriendo, en periodos cortos de tiempo, las zonas de Agreda y El Burgo
de Osma, antes de volver a su tierra: 6 meses en el Hospital Virgen del Camino
(maternidad) de Pamplona y 7 años en el Reina Sofía de Tudela, en donde sigue
trabajando su hermana Isabel. Desde entonces, 1993, Soria es la tierra en la
que trabaja y en la que vive (Valdeavellano de Tera), casada y con dos hijos,
los tres sorianos “de pura cepa”. Ese rodar, entre dos Comunidades tan próximas,
le ha permitido conocer a mucha gente y formar parte de sistemas sanitarios muy
distintos. En Soria necesitamos, asegura, más infraestructuras, más personal, más
tiempo de dedicación al paciente, y una capital de la Comunidad más cercana. A
veces, nos indica, no cubrimos ni los mínimos. No llegamos. Nos vemos desbordadas.
Desde su sindicato profesional mayoritario, las propuestas son claras y
concluyentes, que formulan siempre con pragmatismo e inteligencia. Han conseguido mejorar, subraya, entre otras,
las urgencias urbanas. Pero no es suficiente. Nos enseña una nota de prensa en
la que denuncian medidas que “repercuten negativamente en la asistencia
sanitaria.” Han quitado competencias a las Direcciones de Enfermería, señalan,
y, además, está primando la gestión empresarial, dirigida incluso por personal
no sanitario, en detrimento de la asistencial.
A sus 88 años, el padre
de Mercedes, Manuel, trabajador en su día de la empresa Sanyo, vive feliz en
Ablitas, a 80 kilómetros de Soria. Su mujer, Mercedes, padeció una larga
enfermedad de Alzheimer.
Cabeza visible de un colectivo de 440 enfermeras, “fisios” y comadronas,
Mercedes Antón, su hija, cree y defiende un servicio sanitario de calidad, público
y gratuito. Navarrica, pero también sanjuanera, ha sido Cuatra en distintas
cuadrillas y secretaria en la de San Juan. Entre sus aficiones: la costura, en
primer lugar, el cine, el teatro,... Y, en sus tiempos jóvenes, bailar en un
grupo de Dantzaris de Tudela. Interesada por la lectura, nos apunta tres títulos
significativos: Dime quién soy, de Julia Navarro; Trilogía del Baztán, de
Dolores Redondo, El lector de cadáveres, de Antonio Garrido Molina. El Valle y
el río Duero, que recorre en sus paseos, son lugares de privilegio para ella.
De Soria, se queda con la plaza de San Juan de la Rabanera. Y con la canción de
Bruce Springsteen, The River: “Vengo de la parte baja del valle,…” Bendita
profesión la de estas enfermeras que velan con coraje por nuestra salud y
nuestra alma. Muchas gracias.
Miguel
Ángel Delgado Santa Bárbara
Director
Miguel
Ángel Delgado (Soria, Hinojosa de la Sierra, 1967), Director del Instituto
Antonio Machado, es un hombre activo y de temple. Cualidades que heredó
seguramente de su madre, Mª Concepción, y de su padre, Fortunato, trabajadores
ambos tanto en su pueblo como en Soria, a donde se trasladaron cuando Miguel
Ángel tenía siete años. El pequeño de seis hermanos - Juanjo, Jesús, Luisa,
Conchi, y Fortu-, Miguel Ángel acudía diariamente a la escuela de El Royo en
una pequeña furgoneta, comía allí y aprendía con Don Alberto y Doña Beatriz.
Alumno del Numancia y Virgen Espino -Técnico especialista en electricidad y
electrónica- estudió Telecomunicaciones en la Universidad Politécnica de
Madrid. “Me gustaba mucho cacharrear”, nos confiesa. Tras aprobar las
oposiciones, inició su carrera docente en los IES Francisco de Goya / La Elipa
(1987) y Vallecas I, en el que desempeñó el cargo de Administrador. Está casado
con Maite, funcionaria del SEPE, y tienen dos hijos: Cristina, graduada en
derecho y ADE, y Álvaro, ingeniero industrial, actualmente en Munich.
A
Miguel Ángel le gusta enseñar, se implica siempre. Sus asignaturas: programación informática y
robótica. “Intento enseñarles a ser buenas personas; son buenos estudiantes, selectivos,
prácticos y están muy preparados”, subraya.
Hace
ocho años, tras la jubilación de Ángel Sebastián, fue nombrado Director con el
apoyo y compromiso con sus compañeros. Gestionar y hacer cosas le atraían. Su
primer objetivo: abrir las puertas del Instituto a la ciudad. “Somos 91
profesores y profesoras, y más de cien personas en plantilla”, comenta. Tratan
entre todas y todos de ser un Centro moderno, referente a nivel regional y
nacional. Imagen que consiguieron en el pasado Encuentro de Institutos
Históricos. Un trabajo siempre de equipo, asegura. Como ejemplo: “La noche de
los museos”. Seguir, trabajar, colaborar, son verbos que repite constantemente.
El nombre de Antonio Machado, efectivamente, significa mucho para él. Su aula,
nos cuenta, “es un peregrinar constante”.
A
su juicio, Soria se muestra como una ciudad abierta, acogedora, cómoda, tan
cerca además de su pueblo, por donde pasa el Duero, al que está absolutamente
vinculado desde niño. En él aprendió a nadar, a pescar y a disfrutarlo, cerca
de su casa y de un pequeño huerto que le ocupa los fines de semana. Siempre
activo y sonriente, recogió hace unos días su tercera acta de concejal del
Ayuntamiento de El Royo.
No,
no es un gran viajero, pero ha visitado México, cuya capital le sorprendió por
su volumen, Rumanía, Londres y Alemania, un país ordenado y organizado. Madrid
sería su ciudad española, porque “te da de todo y te puedes implicar en lo que
quieras.” Le gusta leer, el otoño por los colores del campo y la primavera por
su explosividad. Le evade la actividad física, la música agradable, Serrat,
Labordeta, Ana Belén. Elige la película “El río de la vida”, de Robert Redford, y los actores,
Harrison Ford y Verónica Forqué.
Por
lo demás, disfruta cocinando “para juntarnos muchos”. Torreznos, por ejemplo, o
una caldereta de cordero, o un plato de callos o de setas. Su postre, la tarta
de queso de la viña que hace su mujer. Y
como vino de origen, el de su propia viña de 300 cepas antiguas en Alcubilla
del Marqués, cuya cosecha, de entre 100 y 150 botellas, bien podría llevar en
la etiqueta, y con todo merecimiento, los nombres de Castillo de Hinojosa o Dominio
de Delgado. ¡Feliz verano!
Miguel
Latorre Zubiri
Director
CEDER de Lubia
A
16 kilómetros de Soria, el CEDER de Lubia es uno de los 4 Centros
Territoriales de Investigaciones Energéticas Medioambientales y Tecnológicas
(CIEMAT), perteneciente al Ministerio de Economía, Industria y Competitividad.
Su director, Miguel Latorre Zubiri (Tolosa, 1962), nos invita a visitar algunas
de las numerosas instalaciones dispersas en su enorme territorio: laboratorios,
talleres, aulas de enseñanza, módulos de ensayo, zonas de experimentación,
plantas piloto, áreas de cultivo experimental,…
Nuestro trabajo
consiste, nos dice, “en encontrar fórmulas de ahorro energético, mediante la
utilización de energías renovables en industrias, edificios, zonas en
desarrollo,...” En Soria es muy importante la biomasa de origen forestal. El
producto base, señala, es la madera, cuya explotación sostenible en Soria no
alcanza el 30% de su potencialidad. En ese sentido, cree,
desde su pragmatismo responsable, que hay que hablar más de repoblación que de despoblación.
Pero también de una apuesta firme por la estabilidad laboral, la investigación
y el desarrollo sostenible.
Alumno de las Escuelas Pías de Tolosa y del
Instituto Joaquín Turina de Madrid, Miguel Latorre, hijo de profesores de
física, su padre, y de química, su madre, realizó sus estudios de Ingeniería
Técnica Forestal en la Universidad Politécnica de Madrid. El Parque de
Covadonga, en 1985, y el Consejo de Seguridad Nuclear fueron sus
dos primeros puestos de responsabilidad, antes de llegar a Soria en 2006. El
PAES, nos asegura, supuso una triple mejora: aumento de la plantilla, potenciación
del personal investigador y crecimiento de las inversiones.
Socio
del Numancia, es un enamorado de la naturaleza. Lubia, sostiene, es un lujo ambiental
y tecnológico. Dispone de espacio, infraestructuras, materia prima, experiencia,
personal ilusionado y proyectos. Uno de ellos, por ejemplo, analiza las
características climáticas y energéticas de Soria como elementos diferenciales
para la localización de empresas. Y, como éste, otros siete más.
A
Miguel Latorre le encanta viajar. Recuerda Mongolia, por sus horizontes, y el
viaje en el “Transmongoliano”, durante dos días, entre Pekín y Ulan Bator. Con
su bicicleta se adentra siempre que puede por lugares que no figuran en las
guías. Lo hizo en Cuba, cuyas gentes, asegura, son encantadoras. La montaña es
otro de sus hobbies. El Mont Blanc, en los Alpes, el Kilimanjaro, en Tanzania,
el Toubkal, en Marruecos, o el Aneto, figuran en su carnet de conquistas. Lo
mismo que el Moncayo, los Picos de Urbión, la Sierra Cebollera,… Chapurrea el
inglés y el francés, y un poco menos el vasco, que aprendió en el colegio.
Las novelas históricas de
ficción, forman parte de sus lecturas favoritas. “Adiós,
Hemingway”, por ejemplo, de Leonardo Padura, que está leyendo en estos
momentos. Le encanta, por otra parte, el cine español y el cubano. También
películas como “Barry Lyndon”, de Kubrick, o “Grupo Salvaje”, una de las obras
maestras de Sam Peckinpah, pero, especialmente, la
mejicana, “La Ley de Herodes”.
Recientemente, su hermano Emilio editó un libro de su abuela, Elena
Tuduri, catedrática de Escuelas Normales, sobre el traje y la etnografía vasca.
Un gran trabajo, asegura, desde el punto de vista de la igualdad de género.
Tesón y categoría que Miguel Latorre, su nieto, pone cada día al servicio del
desarrollo tecnológico de un proyecto, el CEDER soriano, puntero en España.
Miguel Moraga Aguilera
Presidente
Asociación Banco Alimentos de Soria
Presidente
de la Asociación Banco de Alimentos de Soria, Miguel Moraga (Zaragoza, 1948),
es un hombre sencillo, convencido, solidario, exigente y riguroso. Su padre,
Inocente, fue funcionario civil y militar, nació en Quintanilla de Tres
Barrios, como su mujer, Modesta. Miguel destaca su Atalaya, de origen mozárabe,
y las vistas desde allí. Hace no muchos años, nos comenta, eran las mejores y
más famosas fiestas de la zona, el 10 de agosto, en honor de San Lorenzo.
Estudió en los Escolapios, un colegio cercano a su casa de la Avenida de
Valladolid, que vio levantar y tirar. Estudiante de ingeniería técnica de
electricidad en el Instituto Reyes Católicos de Zaragoza, pronto comenzó a
trabajar en el Banco de Castilla, terminando su vida laboral en Jemoya y
Cárnicas Villar, siempre como administrativo. “Soy más de ciencias que de
letras”, confiesa.
Entró
en el Banco de Alimentos en 1912 de la mano de Ángel Crespo y su grupo de
amigos: Jesús Pastor, Paco Parra, Alejandro Cabezón,... Desde entonces, nos
comenta, han recibido tres premios: Premio Príncipe de Asturias, en 2012, a
toda la Federación, y Guinda (Asociación de la Prensa de Soria) y Valores
humanos (Fundación Científica Caja Rural) en 2014. Su experiencia, nos dice, es
positiva. La solidaridad le enriquece, porque, reconoce, “hay gente que lo pasa
mal y necesitan ayuda.” Soria, nos asegura, es una provincia solidaria.
Católico practicante colabora así mismo con la Asociación contra el Cáncer y
Acnur (Manos Unidas). Tiene dos hermanas, Elisa y Felisa, y dos hijos: José
Miguel, Director General de Fotovoltáica (Solaric) y Juan Francisco, maestro
infantil y deportivo, trabajando actualmente en el campo de las casas de
acogida. Nos da más cifras. La Asociación cuenta con 16 cooperantes fijos y 200
ocasionales, tan necesarios para la Gran Recogida de la Navidad de cada año.
Necesitan leche -producto fundamental-, aceite, alimentos infantiles,
conservas. Productos todos no perecederos -unos 213.000 kgs. en 2020)-, que
reparten a 34 entidades y estas a unas dos mil personas. “Todo el proceso es de
una pulcritud absoluta”, asegura. Aconfesional y apolítico, el Banco de
Alimentos tiene el apoyo de Ayuntamiento, Diputación y Junta de Castilla y
León, además de empresas sorianas como Insoca, Solaric y muchas otras.
Miguel
no ha sido nunca Jurado de Cuadrilla, aunque no le hubiera importado. Le gusta
viajar, conducir, conocer. Ha recorrido España y muchos otros países (Portugal,
Andorra, Francia, Italia, Reino Unido, Grecia,…), solo y con su familia, en
coche, en autobús, en barco,… De todos nos habla en particular y en detalle. Destaca,
como ciudad, París, por su espacio, su luz, y Praga, por su encanto especial y curiosidades
únicas. De España, San Sebastián, por su señorío, su playa, sus paseos, su
comida, sus alrededores, y Barcelona, por su urbanismo, calles largas y anchas,
sus rincones y sus preciosos monumentos. De Soria se queda con las márgenes del
Duero, el paseo de San Saturio y la Dehesa, Calatañazor, Berlanga, Rello,
Yanguas, etc. La novela y los autores clásicos (Homero, Cervantes) son sus
lecturas preferidas. Acaba de terminar “Dispara, yo ya estoy muerto”, de Julia
Navarro. Tararea muchas veces “Chiquitita”, de Abba, y recuerda a los Mustang, a
los Beatles y a Nino Bravo. Anda todos los días. De joven practicaba el
balonmano, del que “he sido jugador, árbitro y Presidente de la Federación
Soriana de Balonmano”. Le preguntamos sobre sus personajes destacados. Miguel
Ángel, pintor, Leonardo da Vinci, por sus ideas avanzadas, Adolfo Suarez, por
su labor en la Transición, y Ángela Merkel por su labor en su país y en la
Unión Europea. El arroz, la paella, el pescado, el chuletón del Norte, las
tapas del Sur, las natillas, son sus platos favoritos. Y el azul su color y
cualquier día de la semana “para vivirlo con salud”. Soria, nos dice para
terminar, es una provincia solidaria.
Modesto Fernández Córdoba
Presidente de Cruz Roja Soria
El
despacho de Modesto Fernández (Soria, 1956), Presidente de la Cruz Roja de
Soria, es amplio y acogedor, luminoso, sencillo y práctico. Voluntario desde 1986,
fue alumno de las Anejas, de los Escolapios y del Instituto Antonio Machado. Le
gustaban sobre todo, nos confiesa, las matemáticas y la física. Al terminar el
bachillerato, ingresó en la Academia Militar de Lérida. Sargento a los 21,
estuvo destinado en Burgos, Alcoy, Gijón, antes de volver a Soria en 1982. Su
padre, Matías, natural de Pobar, era carpintero y vivía en la calle Puertas de
Pro. Su madre, Emilia, había nacido en Matelebreras. Presidente desde 2007, repite
sin cesar palabras tan significativas como orgullo, eficacia, vulnerabilidad,
transparencia,... Por las mañanas, nos dice, pasa dos horas en el gimnasio. Y,
con frecuencia, recorre su ruta favorita: Puente de piedra, San Saturio, Arcos
de San Juan, Pereginal, Garray,… Unos doce kilómetros, calcula. Jurado de
Cuadrilla (El Rosel y San Juan) en 2013, habla de despoblación, pero, en los
pueblos, afirma, el problema es la “soledad”. Conoce Francia, Turquía, Grecia,
Italia,… Pero también Kirgistan, relacionado con un proyecto sobre la
tuberculosis, Rwanda, Senegal, con otro proyecto de emponderamiento de mujeres,
Burundi, Kenia (Nairobi). De los países africanos destaca la energía de sus
gentes, su espíritu solidario, su agradecimiento, que él asocia a la sonrisa. “Gorilas
en la niebla”, nos asegura, es una película muy representativa. Aprecia la
música; sobre todo la ópera. Pero también la de su juventud: Los Beatles, los
Rollings Stones, Los Bravos, Los Brincos. Y la novela histórica, A. P. Reverte,
el cine para distraerse, “Los intocables”, y de ciencia ficción.
En
la UNED de Soria estudió Ciencias Políticas y Sociología. El diálogo, asegura,
implica escuchar y ponerlo en valor. Es necesario buscar el punto de encuentro
con sensibilidad, compromiso social y justicia. Una tarea que se impone todos
los días, junto a 928 voluntario/as, 6.663 socias/os, 86 personas de plantilla, para desarrollar 40
proyectos relacionados con personas mayores, mujeres en dificultad, empleo,
migrantes, refugiados, etc. La ambulancia, le decimos, y el bar, dirigido desde
el principio por José Mª Moreno Tejedor, son dos pequeños símbolos. Sin
embargo, nos indica, el servicio de las cuatro de que disponen solo representa
el 3% del gasto y, a corto plazo, será necesaria reposición para su
subsistencia. Nos habla de las muchas empresas e instituciones que
colaboradoras: Caja Rural, Aleia, Fundación Navalpotro,.... No hace mucho, nos
comenta, reconocían la labor de Saturio Ugarte y concedían, con motivo de su
140 aniversario, la medalla de oro a Ayuntamiento y Diputación.
Los
derechos humanos vuelven a cada momento de la conversación. No, no distinguen nunca
entre personas con o sin papeles. No existe el efecto llamada. El problema de
la migración es europeo. Soria es una provincia solidaria, comprometida. En
términos comparativos, somos, afirma, la segunda provincia que más lotería del
oro vende. La humanidad y estar cada vez más cerca de las personas son los dos
principios básicos de toda la organización. Nos viene a la cabeza la imagen de Elisabeth Eidenbenz, enfermera de
la Cruz Roja Suiza y directora de la Maternidad de Elne (Francia). Una historia
enorme, como todas las pequeñas y grandes que cada día, todos los del año, afronta
la Cruz Roja de Soria, dirigida por un soriano de pro, arropado por cientos, miles
de sorianos y sorianas de su misma categoría.
Cáritas
Osma-Soria
“Vienen a que les
ayudemos”, nos asegura Mónica Sánchez Hervalejo (Campillo de Azaba, Salamanca,
1988), responsable del Programa de Acogida de Caritas Diocesana Osma-Soria. Y
lo hace con la misma simpatía con la que trata a cada una de las personas que llaman
a su despacho y reciben una atención de calidad: comprensión y trato
profesional. Extrovertida, segura, paciente, Mónica es una luchadora por la
inclusión social. Diplomada en Trabajo Social por la Universidad de Salamanca, su
primera ocupación la consiguió a través de la bolsa de empleo del Ayuntamiento
de Soria. Pero Caritas fue al final el espacio buscado y encontrado. Su
despacho es sencillo, acogedor. Hablamos del perfil de las personas a las que
atiende: mujeres, personas solas, familias, jóvenes. Cada día vienen más, nos
comenta. “La brecha entre ricos y pobres está agrandándose”, asegura. Su
marido, José Francisco, salmantino también, trabaja en una asesoría en Ólvega. Los
dos se sienten cada vez más encantados e integrados en la ciudad. A muchos
kilómetros de distancia, su padre, Vicente, animoso, jovial, como ella, regenta
una casa rural y el bar que lleva su nombre. Su madre, María Flor, es una mujer
bondadosa y respetuosa. Católica, Mónica tiene dos hermanas, Ana y Amanda. Por
esa razón, cuando le preguntamos su número de la suerte, nos responde que el
cinco. Y también el 13, añade. No es supersticiosa, pero sí feminista,
humanitaria, caritativa. Una Ángel de la Guarda sencilla, profesional,
orgullosa de poder solucionar las necesidades básicas de la vida que quien la
pide y necesita: alimentación y vestido, alojamiento, gastos para educación,
salud,... Sin distinción de raza, creencia o género.
La duración de la
ayuda es fundamental, nos comenta. Familias enteras pueden disfrutar de un piso
gratis durante un año. Y muchas, asiente, consiguen salir de la exclusión.
Además de respeto, la confianza es fundamental en algunas situaciones. Le regalamos
un libro cuyo primer capítulo está dedicado a Juan de Palafox, obispo de esta
diócesis entre 1654 y 1659.
A Mónica le
gustan los libros de suspense y que hablen de la vida real. De su adolescencia se
queda con “La Lluvia Amarilla”, de
Julio Llamazares. “El Niño con el pijama
de rayas” le interesó más tarde. El verano pasado leyó su favorito: “La trilogía del Valle del Baztán”, de
Dolores Redondo. Ahora está leyendo “El último Catón“, de M. Asensi. “Philadelphia” (Tom Hanks), “American Histori X” (Edward Norton) y la
versión sueca de “Millenium” (Noomi
Rapace) son sus actores y sus películas favoritas.
Pronto viajará a Roma. Conoce Londres, en donde pasó tres
semanas estudiando inglés. También Estambul, que le encantó, y Nueva York. Le
gusta toda la música salvo la heavy. Maná, “Justicia, tierra y libertad”, La
Oreja de Van Gogh,... Soria le parece una ciudad preciosa. La gente es amable, acogedora, insiste. Le apasiona la
Dehesa cuando está nevada, el Duero en otoño y la primavera siempre. “En Soria
hay casos de pobreza”, nos recuerda. Necesitan ayuda y, sobre todo, esperanza.
Salmantina, a su tierra la asocia con las palabras cambio, universidad, belleza, hogar. Ahora mismo prepara un Máster por la UNED. Uno de los trabajos de este año tiene que ver con la distribución de roles familiares entre hombres y mujeres de origen dominicano. Le gustaría, termina, que un día se pudiera reconocer la labor de Cáritas. Ella es todo un ejemplo. Gracias.
Montserrat
Ballesteros García
Enfermera y profesora
Riojana
y soriana de corazón, Montserrat Ballesteros (Baños de Río Tobía, La Rioja,
1955), enfermera y profesora de la UVA, se muestra ante nosotros, sentados en
torno a una mesa del Casino, como una mujer segura, firme y tolerante. Su
padre, José Mª, era madrileño, comerciante, y regentó durante muchos años la
Mercería Fátima del pueblo. Su madre, Mª Consuelo, había nacido en Villar de
Arnedo. Chema, su hermano, ha sido profesor de gimnasia en primaria.
A
los 21 años, tras atender a su familia y a su casa, retomó los estudios de BUP
en el Instituto de Nájera. Le costó al principio. Carmen Llorente, su profesora
de latín, mujer con criterio, la ayudó muchísimo. En 1980, tras terminar COU en
Zamora, su padre le aconsejó estudiar enfermería en la Escuela de Soria. Su
asignatura preferida era Médico Quirúrgica. Tras nueve años como enfermera en
el Hospital Institucional (Virgen del Mirón), continuó como docente en la
Escuela de Enfermería, impartiendo como asignaturas “Alteraciones de la salud”
y “Cuidados paliativos”, y se jubila este año. Se siente bien entre sus
alumnos. Cree en ellos y en ellas. Comparte sus conocimientos, los ve atentos,
más humanos y más alegres. Como ella, pensamos. Los jóvenes piensan más, nos
asegura.
Su
tesis doctoral en Medicina paliativa llevaba por título: “La educación de
cuidados paliativos en medicina y enfermería. Un análisis cualitativo de las
reflexiones de los estudiantes.” “Cuidar es un arte”, nos dice. La pintura, las
artes, sirven. “Todos somos iguales”, insiste. Hay que compartir. Como
coordinadora de la Semana de los paliativos -ya en su sexta edición- agradece
la colaboración de Diputación y Ayuntamiento. También la de artistas como
Amador P. Calvet, Ana Morales y Vicente Molina.
Optimista,
tolerante, religiosa, colabora con Cáritas y la Parroquia de La Mayor. Su padre
fue su gran maestro. “La piedad es puro amor”, comenta. Y la esperanza. Se
siente reconocida, sabe reconocer y no está en absoluto cansada.
Hablamos de sus viajes. De todas las ciudades que ha visitado (Francia, Alemania, Italia,…), se queda con Cracovia, huella de Juan Pablo II. Y Burgos en España, Las Huelgas, que visitaba siendo niña. De Soria destaca Santo Domingo, por la paz que allí encuentra, y San Saturio, El Burgo de Osma. Toda la provincia. Lee de todo: novela histórica (Sidi, de Arturo Pérez Reverte), libros de intriga (La Reina Roja, de Juan Gómez Jurado),… Y le gusta escribir. “Cuidar es posible” sería el título de todas sus notas ya escritas. Hay que querer, nos comenta, tener paciencia, generosidad, entrega. De ahí nace todo. Son cualidades que están inscritas en el corazón, asegura. Le sigue impactando, como a nosotros, “La vida es bella”, de Roberto Benigni. Sus grandes personajes serían Martin Lutero Quin, de niña, y Teresa de Calcuta. Le gustan todos los platos, pero nos da la receta de las “Patatas a la Riojana”. Apunten. Se ponen a fuego lento, hora u hora y media, y se añade cebolla, laurel, chorizo frito, aceite, pimentón picante y ajo. Como postre, las trufas que hacen sus amigas. Y el verde y el 15, el jueves y el invierno. Soria está llena, compartimos. No es supersticiosa. En absoluto. María Milagros Montserrat Fátima, como le pusieron sus padres, una mujer imaginativa, justa, valiente, que ha compartido su experiencia de vida con enfermos y alumnos, cuyos rostros y escritos le han manifestado siempre amor y esperanza. Gracias.
Natalia
Briongos Hernández
Gerente de ASOVICA
Cuesta
llegar hasta la nave 7 de la parcela 54 del Polígono Industrial de Las Casas en
donde se encuentra ASOVICA, pero merece la pena. La gerente de esta institución soriana de ayuda
a la salud mental, Natalia Briongos (Soria, 1978), nos recibe con toda
amabilidad en su pequeño y cómodo despacho. Nos cuenta que todos sus estudios
primarios y secundarios los hizo en el Sagrado Corazón. Recuerda a Sor
Concepción, que le impuso la primera escarapela por saber leer, y a Sor
Consuelo, por la paciencia que tenía con ella y sus compañeras. Su padre fue
trabajador de la construcción y su madre, hasta que se casó, empleada en
Galletas Tejedor. Su hermana, ejerce la fisioterapia en Valladolid Ella quería
ser psicóloga infantil, pero, por pura casualidad, estudió Psicología en la
UNED de Soria. Casada, tienen dos hijos, Manuel y Arón, de ocho y cinco años,
con los que comparte su afición a la pintura, películas como “COCO” y el
conocimiento de artistas de su generación como Eric Clapton. La honestidad y la
claridad, nos dice, son algunas de las virtudes que intenta inculcarles.
Nos
explica que ASOVICA es un grupo que, además de 40 técnicos y quinientos
asociados, cuenta con dos Centros Especiales de Empleo en los que trabajan
cerca de 60 personas, dos centros ocupacionales, 5 viviendas, la Fundación
FADESS y una Residencia dirigida por Marcos Gómez.
Voluntaria
desde muy joven, ha pasado por todos los puestos de responsabilidad: cuidadora,
educadora, psicóloga, coordinadora y gerente. Le gusta lo que hace. Es
enriquecedor, comprometido, vivo, y proporciona, nos confiesa, muchas
satisfacciones a pesar de su complejidad. Asovica tiene como objetivo la
potenciación de las capacidades de las personas que integran sus Centros, el
apoyo al desarrollo de su autonomía, el
fortalecimiento de su autoestima y su
recuperación. El periodo de confinamiento domiciliar supuso, en ese sentido, un
fortalecimiento del proyecto, ya que el contacto telefónico y presencial entre
técnicos y personas atendidas funcionó a satisfacción de todas las personas que
conforman esa gran familia. La atención, el respeto, la consideración, el trato
igualitario son para ella los fundamentos de su trabajo. Segura de sí misma,
tenaz, exigente, justa, nos habla de la vida diaria en el Centro y sus buenos
resultados. Su proyecto de vida, afirma,
está centrado en su trabajo y en su familia. Optimista y activa, trata de
colaborar, ayudar y encontrar la solución adecuada. La felicidad, piensa, “no
es total en todo momento”. Nos cuenta que ASOVICA recibe ayudas del
Ayuntamiento, Diputación, Junta de Castilla y León y empresas sorianas. No, no
es supersticiosa. Su color es el azul del cielo y del mar, pues le da
tranquilidad, y el 7 su número desde pequeña. El Mirón, el Castillo, el Duero,
porque le encanta el agua, son lugares que frecuenta a menudo. Conoce Méjico,
Lituania, Letonia, Andorra y Portugal. Destaca Tallin, la capital de Estonia. Nos
habla de Cuellar de la Sierra, en donde tiene una casa de piedra, un bonito
jardín y pasa todos los fines de semana. Lee, para desconectar, novela de
intriga, misterio, “El paciente” y “La reina virgen”, buscando los perfiles
psicológicos de los personajes. Le gusta toda la música menos el reaggeton. Dos
grupos: El Mago de Oz y Estremoduro y una película española: “La torre de Suso”
de Tom Fernández. La visita final a los dos talleres nos ayudan a comprender el
buen ambiente de trabajo y vitalidad compartido. Bajo la dirección de una joven
soriana, activa y emprendedora.
Natalia Tejedor Martínez
Atleta
Ante una persona joven como Natalia Tejedor
Martínez (Soria, 1999), lo primero que se nos ocurre es preguntarle por sus
proyectos. Atleta, becaria externa del CAEP, la respuesta no contiene las
palabras éxitos, medallas, olimpiadas, sino entrenamiento, ganas, y buen
ambiente entre compañeros y compañeras. Es decir: esfuerzo y generosidad.
Alumna durante años del Sagrado Corazón, Natalia Tejedor cursa este año segundo
de bachillerato en el IES Antonio Machado. Y le gustaría entrar en INEF. El
patio de la casa, en la Plaza Ramón Ayllón, jugando con sus primos y hermana,
le hizo pensar en la práctica deportiva. Inquieta, fue probando las distintas
modalidades, hasta decidirse por el salto de longitud. Sus padres, Jesús y Ana,
así como su hermana Beatriz, con la que se lleva un año, la apoyan y siguen a
todas partes. Sus referentes son sus queridos abuelos, Efrén y Conchita, Jesús
y Angelines, que le han inculcado el sentido del esfuerzo y de la familia. No
tardó mucho en participar en los Campeonatos Escolares, antes de su primera
participación, con su Club Deportivo Atletismo Numantino, en el Campeonato de
España Cadete al aire libre (Ciudad Real, 2015), en el que quedó segunda, con
una marca de 5,54 m. En 2016 fue cuarta en el Campeonato de España Juvenil. Su
marca personal, 5,74 m., la obtuvo, junto con la medalla de oro, en el
Campeonato Autonómico, celebrado en Salamanca el pasado mes de febrero. Lo que
le permitió participar en el Campeonato de España Absoluto, siete días después,
en la misma pista. ¿Cuál es, le preguntamos, el movimiento más importante en un
salto? Lo piensa y responde: la “batida”. Su entrenador, Enrique Márquez Calle,
Presidente de su Club y ex plusmarquista español de salto de altura, es muy
querido, nos asegura, por su cercanía y dedicación. Nos enseña la APP (Dropbox)
en la que lleva la programación de cada semana: saltos, arrastres y gimnasio.
¿Ayudan las nuevas tecnologías?, le preguntamos. Sí, afirma: “Sirve para
difundir información deportiva, lo cual motiva a los deportistas”. El apoyo,
por lo tanto, es muy importante: facebook y twitter del Instituto, familia,
compañeros y amigos. Los estudios los lleva bien. Hace inglés, francés como
segunda lengua, y le gusta el italiano. No le queda tiempo para leer, comenta,
salvo los libros obligatorios del instituto. “Historia de un segundo”, de Jordi
Sierra i Fabra, por ejemplo. Nerviosa, insegura, dice, las cualidades más
importantes de una saltadora son, para ella, las ganas y la constancia. También
la resistencia. La cabeza. Los días malos no son un fracaso, sino un acicate,
confiesa. ¿El futuro? Sueña un poco, y no descarta nada, pero es consciente de
que este oficio es de paso a paso, responsabilidad y rigor. ¿Sus atletas
favoritos? “Los que reflejan humildad y sacrificio”, asevera. “De pequeña
–recuerda-, mi ídolo era Marta Domínguez”. Así que le escribió y la respuesta
fueron, “nada más y nada menos”, dos fotografías firmadas y una cinta con su
nombre. A Natalia Tejedor le gusta viajar. Ha estado en Sicilia, en Francia,
escalando con sus padres algunos Ibones de los Pirineos, Berlín, Londres,
Dublín, Viena,… Su ciudad: Amsterdam. Ve cine, pero no siempre termina las
películas, salvo que le interesen, como “El diario de Noa”, de Nick Cassavetes.
De la música se queda con el “Reggaeton”. ¿Una canción?: “Pa la cámara”. Su
color, el rojo, como el de su equipo; y su número, el que le corresponda, pero
prefiere los pares y terminados en ocho. Le preguntamos por un lugar de Soria.
Se queda con El Cubo de la Solana. En invierno: la nieve de Urbión. Socia del
CES, esquiadora ocasional. El tenis otro deporte del que ha disfrutado mucho y
participado en torneos municipales. Ambiciosa, decidida, dispuesta, y un tanto
supersticiosa, el deporte de competición forma parte de su vida. Lo disfruta,
lo vive intensamente y le apasiona desde niña. ¡Suerte, Campeona!
Diseñadora industrial y artista
Ángeles
Isla Ortega (Calatayud, 1970 ) fue durante ocho años (1993-2002) profesora de
Diseño Industrial en la Escuela Elisava de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona.
Un instrumento preciso y creativo, nos comenta ella, para el incremento de la
productividad, gracias a la innovación, tal como lo define Bruno Munari en su
libro, "¿Cómo nacen los objetos?", uno de los libros que admira.
De
sangre soriana, a los diez años ya vivía en Soria. Estudió primero en el
Sagrado Corazón y realizó el bachillerato en el IES Castilla, dejando su huella
(16 años) en un mural de doce metros de largo que, como alumna de Carmen Pérez
Aznar, diseñó, pintó y se conserva intacto en la segunda planta. Treinta y tres
años después, hace unos días, frente a él, un grupo de alumnos y alumnas, su
profesora, nosotros y la directora, compartíamos sus explicaciones con absoluta
admiración. Su idea era la de homenajear la Libertad y a los pintores cubistas:
Picasso, Dalí, Juan Gris y Léger. Heredó cualidades de su padre, Leoncio, de La
Barbolla, ordenado y metódico, y de su madre, Felisa, de Fuentelaldea, intuitiva
y espontánea.
A
los diez y ocho años, tras formar parte de la primera promoción del
Bachillerato de Arte, a nivel nacional, prosiguió sus estudios de Diseño Industrial y
Delineación CAD en la Escuela Universitaria Elisava de Barcelona. Allí estudió
y diseñó los mil y un objetos durante cinco años: muebles, lámparas, grafismos,
escaparates, interiores… Después, como profesional, colaboró en proyectos de
diseñadores de renombre. Consolidada en su trabajo, puntera en su oficio,
apostó por Soria en 2002. Desde entonces, ha trabajado en Soria como diseñadora
gráfica y de interiores, delineante proyectista en ingeniería Emea y en Acciona,
dependienta, encargada de tienda,
pintora, profesora,…Y siempre con el mismo ánimo, afán y alegría.
Rigurosa,
organizada, innovadora, experimentada en gestión de equipos, trabaja sin parar
para evolucionar. Nos comenta que este verano, en El Casino, transformó el
salón Gerardo Diego en una sala de exposiciones diferente. Buscaba que sus
cuadros dedicados a las mujeres, con trazos de una sola línea, colorista y
contemporánea, generaran un diálogo Artista-Espectador.
A
Nines Isla le gusta escribir, crear melodías espontáneas, hacer teatro. Los
diseños de sus carteles e ilustraciones que narran, admírenlos en su web -www.ninesisla.com- son
un pequeño lujo. Reflexiva, generosa, su reto es contribuir, crear, y siempre
con colores vivos. Admira a Leonardo da Vinci, porque, como ella misma demuestra
en sus creaciones, asegura, todas las artes y disciplinas de diseño están
unidas entre sí.
Recreandum
Diseño es su marca comercial. Con ella pretende llegar al corazón de todas las
personas y compartir con ellas la sensibilidad, la igualdad, la libertad, la
felicidad. Nos muestra alguno de sus originales cuadros
de gran formato, de colores amarillos, rojos y verdes: “Mujer bailarina”,
“Mujer leyendo en la playa”, “Niña con cordera”, “Dos mujeres con sombrero”. Y
un cartel, de fondo inmaculado, con palomas rojas y blancas, libres. En 2015,
obtuvo uno de los premios del Festival de Cortos. Una bonita alegoría al
encuentro, al amor: “Alegría Soria-Zhivago 1965-2015”. Nos cuenta sus
performance de este verano con cartón ondulado, cuyo material le apasiona.
Nines Isla va siempre con su libreta para anotar sus nuevas ideas. El caso, pensamos nosotros, es crear. Una artista global. Suerte de ciudad.
Nines Ruiz Díez
Sara Carnicero Boyano
Presidenta y jugadora Sporting-Santo Domingo
Nines Ruiz (Ciria, 1958) y Sara Carnicero
(Soria, 1991) son la Presidenta y capitana del recién fusionado CD Voleibol
Sporting-Santo Domingo de Soria; equipo este último que nació, nos cuenta
Nines, en 1997 gracias a Pilar, Inés, Quique, Nines y Feli. Desde entonces, con
el apoyo permanente de Autoescuela 2000, ha visto pasar por sus equipos de
todas las categorías a más de dos mil jugadoras. La Presidenta se define como
una mujer luchadora. Escuchándola, añadiríamos: decidida y convencida. Estudiante
del Sagrado Corazón, Castilla y Politécnico, ha trabajado durante muchos años
como auxiliar de enfermería (Sala de Pablos, 35 años en urgencias del Hospital
Santa Bárbara), y ha formado parte de la Junta de personal. El Covid tiene dos
caras para ella: el dolor personal y el de las personas que lo padecen. Es
fácil recordarlo y difícil de olvidar, apostilla. Junto a Jaime, su marido, han criado a dos hijas, Paula y Elena, y tres nietos: Yara, Iker,
Alejandro. Su padre,
Manuel, era obrero, y su madre, Ángeles, ama de casa. Los padres de Sara,
Roberto y Mª Jesús, son maquinista y funcionaria. Estudió en el Infantes de
Lara, Virgen del Espino, y se especializó en el INEF de Madrid en
rehabilitación. Desde este curso, trabaja como profesora de Educación Física en
los Escolapios. “Me gusta enseñar”, nos dice. Está vinculada al voleibol desde
los 10/11. A su regreso a Soria, tras jugar en el equipo de la Universidad
Autónoma y su año de Erasmus en el Reims Metropole, de 2ª división francesa,
quería volver al Santo Domingo. La fusión de los equipos masculino y femenino
ha supuesto, para Nines, el broche de oro de la trayectoria del Santo Domingo
como promotor del voleibol femenino. En este sentido, recuerda con
agradecimiento la labor de J. Ignacio Osuna como entrenador durante todos estos
años.
La historia del club, nos aseguran las dos,
está llena de entusiasmo, generosidad y reivindicación de un espacio justo en
Los Pajaritos, tras su paso por el San Andrés y Las Pedrizas. Reciben el apoyo
económico -aunque no sea suficiente- de instituciones, empresas y su propia
aportación. Las dos expresan su satisfacción por el trabajo y los logros
conseguidos. Sara, receptora, es para Nines una jugadora luchadora,
comprometida, trabajadora. Fue campeona de España infantil con la selección de
Castilla y León y le gusta escribir. Nines nos cuenta, por su parte, su cuarto
de siglo plagado de vivencias en el club.
El voleibol, nos recuerda Sara,
es un deporte técnico, táctico y explosivo. Se necesita potencia y control del
balón. Ha viajado por medio mundo al encuentro siempre de la cultura de cada país:
Europa, Japón, Duway, Finlandia, Tailandia,... De Soria subraya la calidad de
vida, El Mirón, La Laguna Negra. Le gusta el género novelístico. Janne Musso,
por ejemplo. A Nines le sorprendieron China e Israel. También las historias
nazis de Polonia. Su personaje sería Clara Campoamor. Su postre y plato favoritos,
un bocadillo de jamón serrano con tomate y el chocolate. Los de Sara: las
lentejas y la tarta de queso. El naranja sería el color de Sara; el negro, el
de Nines. Como cantante, se queda con Sabina y con Serrat. Y con las películas:
La vida es bella, El Pianista o Ben-Hur. A Sara le gustan todas las que le
hagan pensar. Entre ellas, Origen, de Christopher Nolan. Dos deportistas, Sara
y Nines, de categoría y primer nivel humano y deportivo.
Norberto
Francisco Moreno Martín
Saxofonista
y compositor
Hace unos
días, Norberto F. Moreno (Soria, 1983) daba un recital de música de saxofón,
Sefarad-España, brillo, cultura y arte, en el Conservatorio. Su padre, Norberto, ferroviario, recorrió el
país durante cuarenta años. Su
madre, enfermera, ejerce con mimo su profesión. Recuerda a sus abuelas,
Teresa, de Golmayo, y Emilia, madrileña, que emigró a Barcelona cuando la
Guerra. Tampoco se olvida de su abuelo Norberto, de Cazorla (Jaén), que tanto
influyó en él. Un día de los años 50
llegó a Soria para a ocupar la plaza de bombardino en la Banda Municipal, la
dirigió después, enseñó a muchos de sus miembros y compuso, siempre tan atento,
“Añoranza Sanjuanera”.
Nos enseña
sus dos libros: “El gran piano de la Amistad” (2018), trabajado y completo, y
“El sonido de la vida” (2017). Y sus dos discos: “Impresiones de Autor” (2014)
y “Sefarad” (2019). A los cinco años ingresó
en la escuela de música del japonés Shiro Sato. Fran Cruz fue su profesor de
piano. A los nueve, ya estudiaba en el
Conservatorio. Los Franciscanos, las Anejas y el Sagrado Corazón lo tuvieron en
EGB. Pero su cabeza “estaba en la música”. En el IES Castilla, los profesores
Alfredo Vallejo y Ángel Tejedor le descubrieron a Platón y a Santo Tomás. Allí
le entró la curiosidad y las ganas de conocer el mundo. Tiempos de “La Pasión
según San Mateo” de Bach, que, a su juicio, une “el cielo (lo divino) y la
tierra (lo humano)”. Maestro de Música desde 2007 en un sinfín de aventuras
docentes, terminó aquel año el Primer Ciclo de Grado Superior de Saxofón en el
Real Conservatorio Superior de Madrid,
formando parte de la Banda del RCSM. Investigador apasionado, se graduaría en
2015 en Geografía e Historia por la UNED.
Verónica, su mejor consejera y musa, es
la madre de sus hijos: Sofía y Víctor. Riguroso, exigente, perfeccionista, ha
sido saxofonista en numerosas agrupaciones, comenzando por la Banda Municipal
de Soria, donde aprendió el apasionante oficio de músico, y lo es desde hace
una década en la de Almazán. Entre sus
compositores: Wagner, Chopin, Brahms, Dvorak…. Entre sus sueños: poner música a
una película y ser profesor universitario. La SGAE tiene registradas 97 piezas suyas o adaptadas por él. Entre ellas, sus marchas
para las cofradías sorianas.
Solista, nos
habla de sus conciertos y, en particular, de los que interpreta en los pueblos
de Soria, con cuyas gentes comparte cultura y sentimientos. “Eso es música desde el corazón”, afirma convencido. Le conmovió, como lectura
juvenil, “El Jarama” de Ferlosio. Le apasiona “El nombre de la Rosa”. También
Galdós, Pío Baroja, y las películas: “Los Goonies”, de su infancia,
“Casablanca” y “Ciudadano Kane”. Atleta, correr es para él un estilo de vida, una
fuente de inspiración. En su mochila, además de las zapatillas, nunca falta un
pentagrama, un lápiz y una goma. Le encanta,
como sitio, el Mirador de Valhondo, esa “sinfonía de paz” que no deja de visitar cada año
en sus cuatro estaciones. Más lejos, elige Roma, como ciudad eterna, Nueva
Orleans, y, como personaje, Eduardo Lallana, “un artesano del pensamiento”. Su
número es el doce y sus colores tienen nombre de notas musicales. Uno para cada
una. El concierto ha comenzado. La
música, afirma convencido, es “el primer regalo de Dios para el hombre, junto
con la vida”. Su saxofón, laico, está
listo para rezar una oración por Antonio Machado el día 22 en la Plaza del
Vergel. No se lo pierdan.
Nuria Rita Sebastián Cisneros
Editora y gestora de proyectos web
Nacida
en Barakaldo en 1977, Nuria Rita tiene en Casa Tía Julia de Ciria, el
pueblo de Nuri, su madre -mujer pragmática y con seny, a decir de su
hija, uno de los centros de su vida familiar y profesional. Un refugio de
ideas, un proyecto en donde compartir, innovar y crear: talleres de literatura,
seminarios de ética y tecnología, eventos culturales,... Julia, la dueña de esta
casa, era la hermana de su abuelo Antonio Cisneros, casado con su abuela Laureana
García en 1942 en La Mayor.
Afincada
en Vitoria, todavía bebé, con su familia, nos cuenta que su padre, Domingo, de
Pineda de la Sierra (Burgos), ha sido siempre creativo e inventor y le regaló
su primer ordenador con un pequeño premio de la Bono Loto.
Periodista
por la Universidad del País Vasco, en donde diseñó su primera web, a los 14
años ya dirigía la revista de su colegió, Valle Inclán, de la capital
alavesa. Era estudiante de notas, le gusta aprender y recuerda el orgullo que
sentía, mezclado con una cierta timidez, cuando, estudiando COU en “Los
Herran”, escuchaba relacionar a Soria con Machado.
Doctoranda
en torno al cine de Alberto Cavalcanti, realizó, entre otros estudios, un
proyecto digital en México, un postgrado de publicación y edición de textos y
un master de cine documental. En su primera etapa profesional, trabajó durante
siete años, como miembro de su equipo fundador, en la revista on-line Consumer
de la Fundación Eroski. La UNED la contrató más tarde para programar su
matrícula y liderar los contenidos web de los nuevos planes de estudios. Mi
profesión, comenta, “consiste en traducir e interpretar, buscar soluciones
innovadoras a problemas informáticos y de comunicación en distintos campos.” Para
ella, la fusión entre letras y ciencias es indispensable. De manera que, a su
juicio, las profesiones relacionadas con la lingüística “tienen un gran futuro,
pues la base de la comunicación sigue siendo el lenguaje escrito.” Además de Casa
Tía Julia, dirige como autónoma una empresa de consultoría tecnológica de
contenidos, edición de webs y redes sociales. Editora con carrito, su
blog, nos acerca a esas cosas pequeñas, llenas de recuerdos y vivencias, que
tanta trascendencia tienen para ella. Disfruta aprendiendo con la gente mayor. Le
cuentan y les cuenta. Sabe y comunica con soltura y claridad.
Nos
enseña el último número de la revista Iguazú, dirigida por ella desde
los 19 años. Un modelo, a nuestro juicio, de arte y edición, formato y
contenido. Conoce mundo: Canterbury,
donde estudió el último año de carrera, México, Buenos Aires y sus librerías de
la calle Corrientes, Nueva York, París, Italia… Pero no se olvida de Vitoria,
una ciudad pensada para las personas, asegura. Ni de Ciria, en la Ruta de
Leonor Izquierdo (1903), a mitad de camino entre la capital y la estación del
AVE, con la casa del maestro en
la Placetilla, presidida por una Olma. Cita Peñalcazar, como sitio mágico, el
verde y el cinco como su color y su número. Nos recomienda “La historia
interminable” de Michael Ende, “que ha crecido conmigo y yo con él”, y como
plato las migas con piña de la Venta de Malanquilla. Nuria habla inglés,
catalán, entiende euskera y no se cansa de
recordar la película «80 egunean», a María Moliner y a Carmen Martín Gaite, a
la que le tiene dedicada la web https://loraroesvivir.com. Soria, concluye, está llena de un enorme patrimonio,
material y humano, y tiene que mirar al futuro.
Matilde Lafuente Baños
Cerrar
su puesto en el Mercado de Abastos (viejo-Nuevo), “Pollería Matilde”, no acaba
con 48 años de dedicación de Matilde Lafuente, su dueña, a la venta al público.
Son muchos días de historia. Primero, durante 28 años, como empleada, en una
pollería de toda la vida, para pasar después, en 1998, a ser propietaria de un
puesto en el Mercado de Abastos, remozado por ella misma, nos dice, “por todo
lo alto”. En su primer empleo, Matilde
entró con 15 años. Su hermana Mercedes leyó un anuncio en “Hogar y Pueblo”, y
allí que se presentó para solicitarlo. Y en él fue feliz, trabajó a gusto, se
implicó, fue respetada y querida, y, mientras trabajaba, se esforzó en seguir
aprendiendo y creciendo como persona. De su clientela sólo cuenta maravillas.
La conocen, la aprecian, y ella les corresponde con cariño, atención, elegancia
y agradecimiento. Matilde Lafuente nació en el Hospital Provincial de Soria (Nicolás
Rabal), pero vivió en Lubia hasta los 14 años. Su padre trabajaba allí de caminero,
y el padre de su madre, fue guarda de la casa forestal de Lubia. Activa,
organizada, ayudaba a su padre a cuantas tareas hicieran falta: atender al
ganado, los quehaceres del campo,... En el verano, en las eras; en el invierno,
en el monte. Fue cuidada por sus hermanos mayores y ella cuidó de los
“pequeñitos” (sus hermanos menores). Ayudaba también a su madre, María, que, a
sus 97, lee, nos cuenta, “vuestro periódico” (El Día de Soria), y vive en su
casa como una reina, acordándose de todo, orgullosa de sus 11 hijos. Matilde
lee menos. No tiene tiempo. Le gusta, sí, la música clásica; “y bailar”, añade.
Y ha sido jurada de la cuadrilla de “Santa Catalina” en 2002. Le encanta
cultivar flores, criar tulipanes, y, los domingos, bajar a “Los Pajaritos” como
buena numantina. El último día, los tulipanes la acompañaron en su despedida. ¿Viajar?
El año pasado estuvo en París. Era su sueño. Ya lo ha cumplido. ¿Otros países?
Se queda pensativa. Su afición es trabajar. Se sienta, le da vueltas. La
nostalgia. Le cuesta hacerse a la idea del adiós a su clientela, a su puesto, a
sus flores, a sus fotos, que lo decoran. Nos enseña la foto de su hija, que trabajaba
con ella. Muy guapa, le decimos. Las madres, nos asegura, somos así. Echa ya de
menos levantarse pronto, estar en el puesto a las siete, hasta las tres, de
lunes a sábado, más dos días, por la tarde, cada semana. Ha sido su vida. Dueña
y señora. Le da pena. Se calla. La esperan la familia, la hija, la nieta -“la
niña de sus ojos”, el marido, numantino de la calle Numancia,... No parará. No le
quedará tiempo. Seguirá siendo la misma, de palabra justa, reflexiva, amable y
discreta. Inteligente. Le quedan las anécdotas, las vivencias. Y una obra para la
historia. Le preguntamos por su librillo de comerciante. Amabilidad, primero,
“cariño, calidad de los productos, presentación y frescura”. Sí, existe una
gran competencia entre los puestos, afirma, pero también mucho respeto y buen
ambiente. Exigente con los proveedores, su clientela lo era también con ella. Mujeres,
sobre todo, pero también algunos hombres. A todas y a todos ha tratado y
servido por igual. Todas y todos la aprecian y la echarán de menos. Nos habla
de los regalos que le hacen y han hecho. El último, dos cajas de bombones para
su nieta. En el bar, en el que nos invita a lo que queramos, Matilde tiene su
sitio y su nombre. A unos y a otros va diciendo que ya no irá al nuevo Mercado
Nuevo. Lo sienten, pero comprenden. ¿Qué pasará con tus clientas y tus clientes?,
le preguntamos. Irán a otras pollerías, nos asegura. Soriana de corazón, no les
olvidará. Es la hora de cerrar. El puesto está lleno. Se escucha el silencio y
el ruido. Es jueves, 30 de marzo de 2017. El Nuevo Mercado ha quedado muy bien,
señala. No, no se va por cansancio. “Afrontaré esta nueva etapa –la escuchamos-
con discreción, elegancia y alegría. ¿Qué haré? De momento, el lunes me daré un
paseo por el Duero.” Ha sido feliz. Una vida entera. ¡Adiós! No. Hasta mañana.
Gracias.
Nuria Santa Cruz García
Gerenta Autismo Soria
La soriana Nuria Santa Cruz García es
una mujer dinámica, comprometida, directa, con una visión clara de sus
objetivos y una idea concreta, estudiada, de su tarea: situar el trastorno del autismo en el lugar que le corresponde. Explica,
razona, se posiciona,… Conoce la realidad de su trabajo
y quiere compartir su comprensión. Estudió en el Sagrado Corazón hasta
8º. De su madre, Encarna, recibió una buena educación religiosa. Tiene un
hermano, Raúl, y dos hijos, Raquel, de 14 años, y Daniel, que quiere ser
ingeniero militar. Luis Alberto, su marido, es capataz forestal
Buena
estudiante, terminó 1º y 2º de BUP en el Instituto Castilla. Y dejó de
estudiar. Quería trabajar, ganarse la vida. Pero, tras tres meses como
dependienta en una droguería, se apuntó al nocturno del IES Machado, terminó
cuatro cursos de psicología en la UNED y acabó graduándose en Educación Social.
Sus asignaturas favoritas estuvieron siempre relacionadas con las personas: sociología,
antropología, psicología. A los 16 años, ya era voluntaria de ANDE; después lo
sería de ASAMIS, en cuyo Centro comenzó a trabajar en 1991, encargándose,
durante dos años, del Programa de Empleo para personas con discapacidad.
Cuidadora hasta el año 2000, califica de buena, dura y a días difícil su
experiencia laboral. Escuchar, hablar, empatizar son tareas imprescindibles,
comenta. El compañerismo y el espíritu de familia son, por otra parte, las
señas de identidad de todo el colectivo. Hay medios, nos recuerda, pero también
mucha voluntad. La atención es suficiente, pero hay menos opciones. Trabajó en
el Colegio Santa Isabel y en la Residencia Fuente del Rey. Allí aprendió a
superar sus propios límites “y a ser capaz de hacer cosas que no esperabas.” Las
personas mayores, asegura, aportan mucho.
Se
incorporó a la Asociación Autismo de Soria en 2014, cuatro años después de su
fundación en 2010. Está financiada por las propias familias, algunos convenios con
entidades e instituciones y subvenciones a proyectos concretos y competitivos
de instituciones públicas y privadas: Caja Rural, Club Voleibol Rio Duero, Copiso,
Orona, Ayuntamiento, Diputación, Fundación Once... El Centro lo llevan ocho
profesionales totalmente cualificadas e implicadas: Trini, Raquel, Eva, Inés,
Itziar, Rachel y Berta. Un trabajo agradecido, nos dice, y muy valorado por las
familias. El autismo no se ve, no se nota, nos recuerda.
A
Nuria le gusta viajar, pero lo ha hecho poco. Destacaría Londres, por su mezcla
de culturas, Oporto, Mérida, Toledo. De Soria, cualquier rincón de El Valle y,
sobre todo, la capital: “Lo tiene todo, lo que se ve y sus oportunidades.”
Siempre le ha gustado escribir. Y leer. Novela, por ejemplo: El humor de
vez en cuando, de Javier del Castillo. Sus autores: Stephen King y Gloria
Fuertes. Una canción: “Sweet Child O' Mine” de Guns N' Roses. Una película: Avatar.
Le gusta probar haciendo postres. Su plato: la Lasaña. Valora el arte de Dalí y a personajes como Clara Campoamor, por su defensa de los derechos de las mujeres, y a Greta Thunberg “por su juventud, por su lucha y por el ímpetu que pone en todas las cosas en las que cree.” A su juicio, “faltan cosas en Soria, pero tenemos que aprender a valorar y potenciar lo que tenemos ya.” Su mejor reconocimiento: “ver que mis hijos se convierten en unas fantásticas personas y acostarme con la sensación de haber dado lo mejor de mí.” Voluntad personal y servicio público. Gracias.
Óscar Jiménez Morales
Empleado
Se
acerca la Semana Santa. Óscar Jiménez (Soria, 1972), Cofrade Mayor de la Virgen
de la Soledad desde 2022 y secretario de la Junta General de Cofradías, lo
tiene todo preparado. Trabajador, constante, emprendedor, tiene dos hermanas: Paz
y Alicia, son farmacéutica y directora del Sagrado Corazón en su tiempo. Sus
padres, Javier, empresario, y Manuela, él nació en Soria y ella en Cabretón-Cervera,
como mi padre, un bonito pueblo de La Rioja. Estudió en los Escolapios y en el IES Castilla,
y se graduó en Derecho en la Universidad de Zaragoza. Máster en riesgos
laborales, monitor de tiempo libre, fue socorrista de la Cruz Roja y colaboró
durante dos años en Cadena Dial.
Su
vida laboral comenzó trabajando con su padre, luego de asesor financiero y,
desde hace diez años, administrativo en Hierros Gil. Le gusta el contacto con
la gente, nos asegura. Hablamos largo y tendido de todo: de nuestras familias,
de tantas anécdotas, de tantos detalles y recuerdos. En 2008, un año importante
para él, le propusieron ser secretario de la cofradía La Virgen de la Soledad.
“Ella me ayudó”, confiesa. También Tomás, el párroco del Espino. Le dieron un
pen driver y, convencido y entusiasmado, se dedicó desde el primero momento a
mejorar todo lo que fuera posible: el nuevo manto para la Virgen, el
engalanamiento de la Ermita, el archivo, el Cristo del Humilladero, influencia
de Juan de Juni. Para él, la Ermita da paz y tranquilidad a mucha gente. Y está
bien muy cuidada por sus fieles Camareras.
Religioso,
comprometido, le gusta lo que hace. Le llena, le permite desarrollar sus
inquietudes, estar con mucha gente, ser solidario y trabajar para los demás. Aunque pertenece a la Parroquia del Espino, colabora
con la de San Francisco (encuentros de villancicos, Navidad, concierto “Música
para María” en septiembre, exposiciones, concurso de fotografía), y cuida de la
Ermita de la Soledad, sede de la Cofradía, compuesta por 520 cofrades, más
mujeres que hombres, cuyo símbolo es un corazón atravesado por siete puñales. En
Semana Santa se revisten de blanco, con capa negra y cinturón amarillo en su
procesión del Jueves Santo por la noche, escoltados por la guardia civil -Hermanos
de Honor-, entre la Ermita y San Pedro, con llegada a las dos de la madrugada. A
las doce, la procesión se para delante de la Casa de los Poetas y una persona declama
un poema o lee un texto. En la 10 edición fue Manuel Melendo, conserje del
Casino. En otras, Carlos de la Casa,.... Las mujeres acompañan a la Virgen, los
hombres al Cristo del Humilladero. El viernes Santo suben a la Virgen desde la
Concatedral, le cantan un salmo y la recogen en la Ermita. El Domingo de Ramos
los protagonistas son los niños y las niñas.
Terminamos
hablando de muchas más cosas. Sus lugares predilectos: San Saturio, la Dehesa,
Vinuesa, la Riviera Maya de México, Roma, la ciudad entera y el Vaticano. Y El
Pilar en Zaragoza. Sus libros: “Los pobres de la Tierra”, de Ken Follet, y
todos los de historia. Dos personajes: Bécquer, Garcilaso de la Vega y Juan
Pablo II. Le gustan los toros y Roca Rey como torero. Desordenado, reconoce, le
gusta la improvisación, respetar los usos y costumbres, “las patatas a la
riojana”, el “Rayo de luna”, la costrada, el tres y el lunes. Vive la guerra de
Ucrania con desazón, con tristeza, con pena. Se levanta muy
temprano. Le cunde. No se cansa. Motivación religiosa y carácter personal.
Convencimiento y trabajo. Personalidad.
Óscar Moreno García
Campeón
de España
Óscar
Moreno García nació en 1976 en Igualada, adonde, en 1964, sus abuelos (Ignacio
y Catalina), su madre, Pilar, con 16 años, 4 tías y 4 tíos más habían emigrado procedentes
de Guijosa (Soria). Después de ejercer varios oficios, el abuelo abrió una
frutería, “Hermanos García”, en Vilanova del Camì, junto a Igualada y a una
veintena de kilómetros del Monasterio de Montserrat. Un hombre emprendedor,
recuerda su nieto con admiración y reconocimiento. Su padre, Vicente, nació en
Tarragona, aunque su familia procedía de Dos Aguas (Valencia).
El
pasado Sábado Agés, Óscar Moreno, catalán y soriano, se proclamaba en
Fuenlabrada Campeón de España de lanzamiento peso, con una marca de 8,57 m. Ahora
se prepara para el Campeonato del Mundo, que se celebrará en 2019 en Doha (Arabia
Saudi), teniendo como objetivo su participación en las Paraolimpiadas de Tokio
de 2020.
Desde
los 5 a los 14 años aprendió castellano y catalán en la escuela Joan Maragall
de Vilanova. Inquieto, tras un año estudiando electrónica, trabajó diez como
chapista en el taller de su padre, con el que abrió posteriormente una tienda
recambios en la que trabajó 10 años más. “Me sabía todas las piezas del coche
sin ver. Hasta el último tornillo”, nos dice.
Muchas
mañanas nos lo encontramos sentado en un banco bajando al Duero desde el
Calaverón. Siempre con Simon, su Pastor alemán mezcla de Labrador, enorme, tranquilo
y silencioso. Para conseguirlo, tuvo que pasar en 2009 un mes en los EEUU,
junto con un intérprete, para recoger el perro que el “Club de Leones”, gracias
a un convenio con la ONCE, entrega cada año a seis invidentes españoles. Necesitó
un año de paciencia y pundonor para traerlo a mandamiento y convertirlo en un
amigo fiel, autónomo, buen compañero de carreras, cabezón y, a veces, mimoso.
Ana,
la mujer de Óscar desciende de Guijosa. Sus abuelas vivían una en frente de la
otra, en una calle cerca de la fuente. Estudió enfermería en Barcelona, y,
después de ejercer en Bellvitge, trabaja ahora en
el hospital de Soria.
A
Óscar Moreno le ha privado siempre el deporte. Siendo alevín, jugó en la misma categoría
nacional A que el Barcelona C. F. Lo
dejó a los 12 años. Luego jugó al fútbol sala, pero no quería hacerlo con
máscara. Así que probó el judo, el atletismo, los cien metros, el salto de
longitud y hasta la prueba de maratón. Siguió con los ocho cientos,
consiguiendo el séptimo puesto en los mundiales de Lyon 2013. En 2014 se
lesionó, pero no dejó de trabajar la bicicleta hasta que se recuperó. Después
de dos años parado, probó con el disco y el peso. Tiene posibilidades, le
dicen, si depura su técnica, en esta última modalidad. Así que no deja un solo
día de hacer pesas en el gimnasio Gálvez y la próxima temporada se entrenará en
las instalaciones del CAEP.
A
Óscar encanta pasear con el perro por el Pinar de Guijosa y pararse a pensar detrás
de la pared del Convento de los Jerónimos. Leyó “Los pilares de la tierra”. Ha
viajado por España y se cruza en Soria, nos comenta, con muchos catalanes. Escucha
la radio, es conversador, animoso, sensible y directo. Aprender, investigar,
conocer los mecanismos de cada cosa, son otras tantas de sus pasiones.
Mientras camina hacia su banco favorito, Simón le sigue con lealtad y aplomo. Los observamos de lejos. No le gusta el exceso de caricias, pero sí que se acerquen a él. En Tokio cumplirán 12 años juntos. Amigos para siempre. La medalla está asegurada. Mucha suerte.
Administradora de Lotería
Estudios,
número 7, frente al Nuevo Mercado Municipal, es el domicilio postal de la
Administración Nº 5 de Loterías del Estado. Su propietaria, Palmira Llorente
Romera (Soria, 1945), se instaló allí en 1984, y ya lleva 33 años compartiendo
la suerte con toda su clientela. Empezó con la lotería de los sábados, pero
ahora son todos los días de la semana: Lotería Nacional, Primitiva, Bonoloto,...
Recuerda que su padre, Nicolás, cobrador de la luz y cajero en Iberdrola, tenía
la costumbre de comprar un décimo con la paga del mes. Su madre, Manuela, de
Las Casas, crió a cuatro hijas y un hijo, siendo un ejemplo para toda la familia.
El
colegio del Sagrado Corazón fue su único colegio. Recuerda a Sor Hernando, una
monja vasca, alegre, hincha del Athletic. A los catorce años, comenzó a
trabajar en casa de una modista, al tiempo que aprendía “corte y confección”. Dos
años después, entraba de dependienta en la sección de mercería de los Grandes
Almacenes Redondo y Jiménez, General Mola 41, ocupando, poco después, el puesto
de cajera, hasta el cierre del establecimiento en 1978. En 1980 abrió, con
Teresa Tejedor, la Librería Bécquer, en la Ronda Sanz Villa. Fue entonces
cuando le concedieron una de las tres plazas de lotería. No se vendía mucho,
recuerda, y la comprobación de los premios resultaba muy complicada. Ahora, el
sistema informático que gestiona con habilidad no falla nunca, nos asegura. Tampoco
la buena relación lotera-jugador-jugadora, el lenguaje del mundo de la lotería,
y hasta el mismo San Pancracio, que preside el local desde lo alto.
Después
de tantos años de trabajo y suerte, Palmira Llorente sigue siendo una mujer
pragmática, tranquila y nada supersticiosa. Le gusta leer y escuchar la radio. Compra
el periódico todos los días. Su primer libro fue “Viento del este, viento del
oeste”, de la escritora americana, Pearl S. Buck, Premio Nobel de Literatura
1938. El último, un libro de viajes, regalo de su hermana. Entre medias: Javier
Marías, Arturo Pérez-Reverte, Almudena Grandes,…
En
todos sus años de lotera, Palmira Llorente ha repartido muchos premios, grandes
y pequeños, a sus clientes, clientas, abonados o no. El 17.033, por ejemplo,
fue el quinto en el sorteo de Navidad de 1997, que compró casi íntegro el Frente
Rojillo. Y dio otro de primera categoría de la Bonoloto, sellado el 3 de junio
de 2016. Mientras hablamos, la gente entra y sale. Pregunta. Comenta. En
general, los números bajos no gustan, nos cuenta. Tampoco los que llevan muchos
ceros, pero sí los terminados en 13. Hay quien pide el número que sume una
cifra concreta, y otros no exigen nada. Pragmática, rigurosa, atiende con
discreción y generosidad. Ellos gastan más, comenta, pero, con todos y con
todas comparte las noticias de cada día, la salud y la suerte.
Su
hobbie más importante es viajar. Primero fue a Lourdes, pero New York ha sido
la ciudad que más le ha impactado. En España: Madrid, Cáceres,... Estuvo en
Rusia en tiempos de Gorbachov. También ha visitado San Petersburgo, Cuba,
Argentina (Patagonia), París,… Los paseos junto al río son diarios. Su música
preferida, la clásica: Beethoven (la Novena Sinfonía), Mozart,… Recuerda con
nostalgia Clásicos Populares, de
Carlos Tena, Fernando Argenta y Araceli González, en RNE. Y nombra a Serrat, El Mediterráneo, Sabina, Mocedades,… Y
aquella canción del Dúo Dinámico: Quince
años tiene mi amor. Le encantaba. Una mujer, Palmira, justa, sabia y culta.
Enrique
Pascual Oliva
Entrenador
Cuando
era niño, Enrique Pascual Oliva (Brias, 1957) no pedía juguetes a los Reyes
Magos. Le traían, como a tantos otros de su generación, unos calcetines,
golosinas, y, como manjar, águilas de mazapán. Más tarde, algún camión,… Este
año, tras 32 años como profesor de Educación Física en el Instituto Antonio Machado,
el regalo será la jubilación. Solo administrativa, por supuesto, pues proyectos
no le han faltado nunca, y seguirá con su gran hobby: entrenar a su pequeño
grupo de atletas, entre los que se encuentra Dani Mateo, octavo en los pasados
Campeonatos de Europa de Cross. “Toda una hazaña”, asegura.
El
deporte le ha gustado siempre. A los once años, cuando iba a esperar a su madre
a la salida del trabajo (auxiliar en el Hospital antiguo), echaba ya sus buenas
carreras con ella. Una mujer, nos dice, que gobernaba con tino la casa, y que hoy, a
sus 87 años, se maneja divinamente con las nuevas tecnologías. Su padre era el
hombre del pundonor, del esfuerzo y de la constancia. Así que, hijo de ambos,
Enrique Pascual Oliva cree en el trabajo y en lo que de positivo tienen los
nuevos avances tecnológicos. “El resto no ha cambiado mucho”, apostilla. Enrique
Pascual Oliva no cree en el consumo, ni en la moda, ni le gustan los regalos. No
es fetichista. Ya no saca fotografías ni colecciona nada. Conserva, no
obstante, monedas que le han sobrado de los países adonde ha viajado con sus
atletas. A ellos les aconseja una alimentación variada, nada estricta. Y les
pide: voluntad, compromiso y creer que a veces se alcanza lo imposible. Discreto,
este maestro de deportistas tiene dos hijos, un hermano y dos hermanas.
Su
primera escuela en Soria fue el Sagrado Corazón. Luego pasó a los Franciscanos,
en donde conoció a Miguel Serrato. COU lo aprobó en el Machado. Continuó sus
estudios en el INEF de Madrid. Durante esos años, fue primero y segundo en el Campeón
Universitario de pértiga, y participó en dos Copas de Europa.
Siempre
quiso ser profesor de educación física. Así que, a los 22 años ya lo era en los
Franciscanos, que simultaneaba con clases de gimnasia de mantenimiento en el Ayuntamiento.
A
Abel Antón lo conoció entrenando con vaqueros por la Dehesa. A Fermín Cacho, en
Agreda, cuando trabajaba en su Ayuntamiento. Y así llegaron los tres a ganar la
medalla de oro de las Olimpiadas de Barcelona (Fermín Cacho) o la Maratón de
Berlín (Abel Antón), entre otras muchas carreras y campeonatos. El, ayudándoles;
ellos sumando paciencia y ambición deportiva.
En
1985 comenzó a trabajar en el Instituto Machado. Todavía conserva el cuaderno
de 1987, en el que tiene anotados todos los ejercicios preparados para sus
alumnos. Su mujer, Amalia, profesora de química del mismo Centro, lectora
empedernida, le aconseja en sus lecturas. La última: “Nacidos para correr”, de Christopher Mcdougall. Pero
fue Isaac Asimov, y su trilogía, en la que cuenta la historia del desarrollo de
la humanidad, quien le marcó en su día.
Aprendió
a entrenar, nos dijo hace ya algunos años, “en el propio
entrenamiento de la vida.”
Y
así ha recorrido el mundo entero. De todos los países, se
queda con Nueva Zelanda: “Un país agradable, tranquilo, limpio, con
una naturaleza abrumadora, impresionante.” De Soria destaca sitios como La
Toba, Castroviejo, Cueva Serena, y los rincones del Castillo, que recorrió
tantas veces de niño.
“Mis
ídolos son siempre los de mi infancia”, nos dijo aquella vez. Pero cita a
Sebastian Coe, o al pertiguista sueco Issacson. Conserva de su juventud el sonido
de algunas canciones de rock duro, interpretadas por
Deep Purple, ACDC y otros como Pink Floyd, Alan Parson,… Las escucha en
sus vinilos. Ahora está más cerca de la música clásica: Mozart, Borsak, Bach. Carmina Burana fue su musa en el
glorioso 1992, que PROMECAL ha recordado este año concediendo su Premio Especial
a Fermín Cacho, medalla de Oro de aquellos míticos 1500.
Inquieto,
seguro, sereno, Enrique Pascual Oliva es un personaje de oro para el gran libro
de una ciudad, Soria, que cuenta con tan magníficas instalaciones deportivas y
tan históricos e históricas deportistas.
Patricia Muro Sánchez
Guarda rural
Mientras
nos acercamos a Magaña, por Matalebreras y Castilruiz, Fuentestrún, en la misma
carretera, nos trae a la memoria las visitas al Tío Marcos. Trébago, a la
izquierda, nos acerca, tras la gran bajada, hasta el cruce. En lo alto, un
hermoso castillo. Llueve. En el bar “buena
ventura”, amplio y moderno, hablamos con Patricia Muro (Tudela, 1993), la guarda
rural del Coto de Caza (San Martin), con una extensión de 5.000 hectáreas, que
agrupa a Magaña, Villarraso y Pobar, y cuenta con más de 80 socios. Toñi,
onubense, sirve en la barra a tres clientes: Arturo, Armando y Juan José. Está
contenta en el pueblo. Nos habla orgullosa de la receta del pincho con la que
participó en las jornadas de “La rinconada” (ruta por los bares de Magaña,
Trébago, Fuentestrún, Castilruiz, Matalebreras, Añavieja y San Felices): “una
bola de patata llena de picadillo, con una base de alioli y una salsa picante
por encima.” Exquisita, nos dicen.
De
niña, a Patricia le gustaba el campo e ir a cazar con su padre, Roberto, guarda
rural como ella. Tiene un hermano, Carlos, que trabaja en Gamesa y participa en
los concursos de anillas. Patricia vive en Magaña desde 2018. “Formamos una
gran familia, para hablar, para ayudarnos. Nunca te sientes sola aquí”, asegura.
Sus dos perras, Shira y Haya, “van a todo conmigo”. Su trabajo consiste en llevar
el control de cazadores y el seguimiento de enfermedades, daños y beneficios relacionados
con los animales (ciervo, corzo, jabalí, perdices, liebres, más las temporales).
El coche, los prismáticos y la cámara de fotos son sus instrumentos de trabajo.
Estudió
en la escuela de Aguilar del Río Alhama, en los institutos de Tudela (COU) y
Alfaro (Grado superior de gestión y organización de los recursos naturales y
paisajísticos) y Campus de Soria, graduándose como Ingeniera Forestal. Tenía
vocación. Le gusta contemplar la naturaleza, valorarla, observar sus cambios, datos
recoge y envía, desde hace años, a la AEMET. Distingue, nos confiesa, los sonidos
del cuco, del ruiseñor, de la abubilla o del autillo en las noches de primavera.
Es feliz en Magaña. En sus pocos ratos libres, se apunta a cursos por internet,
comparte murales, fotos.
Premio Caja Rural de Soria, por su Proyecto fin de carrera 2021, “El coto de caza. Proyecto de ordenación cinegética del coto SO-10366”, le gusta escuchar música, leer libros de caza. Da charlas, disfruta de las plantas (tomillo, romero, lavanda, encinas, robles) y de la comida. Nos detalla su receta de “Lomos de corzo empanados”. Apunten. “Los meto en un recipiente, los cubro con leche y echo un poco de orégano por encima. Y lo dejo un día en el frigorífico con la leche. Una vez macerado, lo corto en filetitos de un centímetro, lo sazono, lo paso por huevo y pan rallado y lo meto en la freidora sin pasarme de tiempo.” Como postre: chocolate negro. A Patricia le encanta el flamenco, que asocia al mundo de los toros, y el campo, la cantante India Martínez y el grupo de música “Galván Real”. Sus personajes: Félix Rodríguez de la Fuente y su abuela Ramos, Ramona, de Aguilar, siempre al frente de su granja de cerdos. Magaña es turismo, nos recuerda al despedirnos, rutas, convivencia. El dos, su número, es el día del cumpleaños de Josefina, su madre, empleada de una fábrica de alpargatas. Y el verde, el mejor sinónimo de campo y vida. Conocemos a sus abuelos paternos, Pilar y Teodoro, de Fitero, tan emprendedor como su nieta, navarra, riojana y soriana.
Paula Morales Martín
Misionera
Paula
Morales Martín (Soria, 1992) es una mujer joven, de notas brillantes, espíritu
colaborativo, y fe. Está pasando unos meses en Soria, su ciudad, disfrutando de
sus comidas, con ganas de trabajar, hasta junio, julio, que emprenderá el viaje
de retorno a Zambia, en donde desarrolla su trabajo de misionera. Allí le esperan
niños de la calle, que, nos dice: “cuando voy al mercado, me llevan las bolsas,
para que no me las quite nadie; me acompañan y protegen.” Ella, a cambio, les
enseña matemáticas, inglés,…; y les
ayuda a creer en el mundo que les rodea. Trabajó de ayudante, en 2011 y 2013, en
el Centro “Ipusukilo (Salvación) Children´s Trust”, y ahora, desde enero de
2015, como voluntaria en prácticas, en la ciudad de KITWE, poblado de GARNETON,
para la asociación confesional “ABBA´S Heart For Zambia” (El corazón de Dios
por Zambia). En su pequeña casa, tiene un calendario con una foto de Molinos de
Duero, el pueblo de su madre, y una colección de fotos de su tío Toño,
diseñador, con escenas nevadas de Soria. Vive en medio del bosque, rodeada de
mangos, lichis, y… serpientes peligrosas. ¿Y cómo te defiendes?, le
preguntamos. Hay un guarda, comenta, y tenemos perros. El trabajo, nos cuenta,
es duro, y hay días para todo. ¿Qué cualidades hay que desarrollar para ser misionera? Nos enumera algunas: “paciencia,
comprensión, constancia, fuerza de voluntad,…” Y un gran corazón, añadimos. “África, sí, se me ha metido en el
corazón”.
Paula
Morales tomó sus primeras lecciones en La Arboleda. Luego vendría el Instituto “Castilla”
y el Campus soriano, para estudiar Magisterio Infantil. Le daba la nota para
enfermería, pero prefirió los niños. “Puesto que yo tengo una vida confortable
–explica- pienso que puedo hacer algo para que otros puedan vivir mejor.”
Zambia,
nos sigue contando, es un país en el que el 70% de la población es pobre. Tiene
agricultura, minería, turismo (las cataratas Victoria),… Los meses de lluvia,
de abril a octubre, se contraponen a los secos, durante los cuales se sirven
del agua que se almacena en su subsuelo. Paula había viajado mucho,
influenciada seguramente por su abuela Pilar, antes de afincarse en Zambia: Italia,
Irlanda, Escocia, Portugal, Sudáfrica,... En Londres estuvo tres meses como “au
pair”. Disfrutó del British Museum, por su enorme variedad. Conoce también Francia.
De París le encantó el Museo del Petit Palais y la Plaza de los Pintores.
Cuando tenía 14 años, su padre la llevó a Madagascar porque había comenzado a
estudiar francés. No le gustó y se prometió no volver. Pero, tres años después,
en su segundo viaje: “Me enamoré de África”, afirma. La gente de Zambia es muy
amable. Canta y baila constantemente. Vive la música. Menciona a Abel Chungu,
que canta en inglés y Bemba, la lengua de la región, rica en refranes:
“Mayompapa na nga ku papa” (Hoy por ti, mañana por mí.) Y nos habla de
“Alumbwe”, la canción típica de allí. La comida básica es el NSHIMA: arina de
maíz (espeso), que comen con la mano.
En
el Hogar-Centro, su misión consiste en intentar, junto con sus compañeros y
compañeras, que niños como Mulenga, Justin, Rabson, Morgan, Baldwin, atrapados
por las drogas, el alcohol, el sida, etc., recuperen su independencia y su
autonomía. Pero su integración es difícil, pues existe un fuerte rechazo
social. A pesar de lo cual, un chico va para profesor; otro tiene una beca para
los Estados Unidos; y otros han montado ya algún negocio. Sylvester, de 22 años,
quiere abrir, en un futuro, un nuevo Centro para ayudar a otros.
Paula
Morales, que tiene tres hermanos, Jairo, José y Tsu, se siente satisfecha
viendo la cara de satisfacción de los niños de su Centro. Le gusta visitar a
sus amigos, ir de compras, mejorar poco a poco el Centro. Su color preferido es
el de las puestas de sol, entre rosa y naranja. Y su lugar de Soria, el entorno
natural de San Saturio. Cuando vuelva, ocupará el puesto de Coordinadora. Más responsabilidad
para una soriana valiente, responsable y segura de sí misma.
Pedro Estepa Menéndez
Cineasta
Pedro
Estepa Menéndez (Madrid, 1985) es hijo de Javier Estepa (Soria, 1959) y de
María Luisa, un matrimonio inseparable que se conoció en el Departamento de Comunicación
con los Ciudadanos del Palacio de La Moncloa. Su abuelo José Estepa (Garray,
1929), oficial de primera, trabajó en
la obra del depósito del Castillo.
Aplicado en las asignaturas de
letras, Pedro estudió, como Juan Echanove, en el Colegio Menesiano, Comunicación
Audiovisual en la CEU San Pablo y guión de comedia de situación en la Escuela
Internacional de Cine y Televisión de Cuba. Informar, hacer cine, han sido
siempre sus objetivos y sus sueños. Y rodar y rodar, aprendiendo siempre, desde
2004, con disciplina, rigor, equipo, como ayudante de dirección y de cámara,
sonidista, eléctrico… “Esto es lo que quiero hacer”, pensó tras asistir a la
proyección de El Cielo gira, de
Mercedes Álvarez, en el Rex. Para él, Soria
significa familia, amistad, felicidad, recuerdos, Machado, Gerardo Diego,
Bécquer, Gaya Nuño, La Dehesa, el Castillo, el Puente de Hierro, donde pidió
matrimonio a su mujer, Elena Ferrándiz, y muchos rincones de la provincia. El
cine soriano tiene grandes protagonistas, nos dice: Roberto Lázaro, Alberto del
Campo, Néstor Calvo... Títulos
reconocibles: El valle de las espadas, Campanadas a medianoche, Doctor Zhivago, ¡Agáchate,
maldito!, Los tres mosqueteros, Total.
E iniciativas destacables: el Certamen de Cortos y los Cines Mercado.
Comenzó su carrera profesional en
Telemadrid antes de recalar en México en 2008. Ahora
trabaja en el departamento de comunicación de la Fundación Universitaria San
Pablo CEU y es vicepresidente de la
Plataforma de Nuevos Realizadores. Reflexivo, decidido, ha encontrado en el cine su espacio
de conocimiento y desarrollo personal. Como director, ha escrito y dirigido largometrajes
como Bienvenido Mr. Heston, contando
con Emilio Gutiérrez Caba, Gil Parrondo o Andrea Bronston. Un cine amable,
confiesa. El género documental le permite crear historias que crecen y
evolucionan a medida que avanza el proyecto. Nos habla de Deep Soria, su
último trabajo, tan gratificante para él. Numerario de la Academia de las Artes
y Ciencias Cinematográficas de España, es miembro de la Comisión de
Especialidad de Dirección. Su aspiración diaria es ser feliz y hacer las cosas
lo mejor posible. Practica el buceo, es piloto profesional de drones… Le
encanta la escritura y colabora en El Día de Soria, El Norte de Castilla, El
Huffpost... Su género es el ensayo. Todo aquello, confiesa, que pueda influir
en la sociedad, sobre todo en el ámbito de la comunicación y el arte. Un ejemplo: Misión de la Universidad, de José Ortega y Gasset.
Curioso, extrovertido, le gusta viajar y descubrir nuevas culturas. Aprendes a afrontar la vida con amplitud de miras, comenta. Ciudad de México y Salamanca serían sus capitales preferidas. La paella, el arroz con leche, el flan de su abuela y la compota de Navidad con vino tinto caliente son su plato y postres favoritos. Admira la voz rasgada de Chavela Vargas en La llorona, y la reflexión que le provoca Cambia, todo cambia, de Mercedes Sosa. También a Fernando Fernán Gómez, que trabajó con su abuelo Emilio Menéndez Martínez, actor, y a Carmen Maura. Su película: Bienvenido Míster Marshall. Como personajes, su hijo Leo, de tan solo dos años, Alice Guy, la primera mujer directora de cine de ficción y su profesora Margarita Garbisu. ¡Suerte y muchos éxitos!
Pilar de la Viña Guzmán
Pilar Monreal Angulo
Empresaria
Pilar Monreal Angulo
(Madrid, 1958) es hija de Ramón Monreal Berdejo, primer propietario de la
relojería-joyería-óptica que lleva su nombre desde 1929, números 31 y 32 de la
calle El Collado. Nos regala el libro del 75 aniversario de su establecimiento
que su hermano Ramón (Multiópticas Monreal), promotor del mismo, nos ha
entregado amablemente poco antes: la familia, la empresa, las instalaciones,
los colaboradores y las anécdotas de toda una carrera de esfuerzo, innovación y
generosidad.
Pilar Monreal estudió en
el Sagrado Corazón pero terminó COU en el Instituto Castilla. Alumna brillante
siempre, se licenció en Farmacia en la Universidad Complutense de Madrid,
especializándose a continuación, durante tres años más en la rama de optometría.
Hubiera sido una magnífica profesora pero volvió a Soria para dedicarse a un
negocio que cumple este año su 90 aniversario.
El Duero, nos dice, es su
lugar preferido. El verano, el Collado, la luz, el sol, la naturaleza y el mar
son otras de sus referencias. Lo que más le gusta: estudiar, investigar y
crear. El trabajo bien hecho. María, su madre, era afirma, una mujer emprendedora
y valiente. El personal ha sido siempre como de la familia, nos asegura. Y sus
clientes son amigos. Conoce y valora el rico patrimonio cultural y colectivo de
la provincia y los símbolos de la sociedad soriana que inspiran, actualizados,
cada una de sus colecciones: “El Caballo de Soria”, símbolo de la resistencia y
la lucha por la libertad relacionado con
la Diosa Épona. “Noche” o la magia de la luna y su influencia. “Cielo de Soria”
en homenaje a Gerardo Diego. “Orígenes”
con las pinturas rupestres de Valonsadero. “San Juan”… Sin olvidar, por
supuesto, los aromas inspirados por ellas. Luz, sol, protección, naturaleza,
fuerza, vida, purificación, fecundidad, memoria, sueños, imaginación, belleza,
espiritualidad son nombres que acompañan a todas sus colecciones.
A Pilar Monreal le
encanta la música: el jazz, la clásica. Nos da el título de una canción, “Imagine”,
de John Lennon. Liverpool, Tokio (disciplina, resistencia, zen), Nueva York
(fantasía y vitalidad) son ciudades que recuerda con admiración. Le gusta leer
novela histórica y ensayo. “Los pilares de la tierra” de Ken Follett. “Biografía
del silencio” de Pablo D`ors. Admira a Virginia Wolf. Y la poesía de Walt
Whitman y Kavafis. Como su padre, adora el cine. ¿Un título? “La favorita”, de
Yorgos Lanthimos.
Optimista, acogedora está
siempre dispuesta a apoyar iniciativas culturales y sociales, abriendo espacios
de exposición en sus escaparates,
desarrollando joyas solidarias, recibiendo a grupos de universitarios,
impartiendo charlas en colegios, promocionando el cine en versión original. En
la última subasta solidaria el dinero
recaudado irá destinado a financiar tres proyectos: un vehículo habilitado para
enfermos de Alzheimer, Soria Solidaria con
los niños y las niñas en la calle de Zambia y a los animales abandonados
de Redención.
Además de todas sus
actividades, nuevos proyectos en Bahrein (Dilmun) y Santo Domingo (Quisqueya),
Pilar Monreal mantiene siempre en hora los dos relojes más representativos de
la ciudad. El propio, el “Reloj de Monreal”, que marca la hora de El Collado y
el de la Audiencia, que da la una de Soria, tan bella, como escribe el poeta,
“bajo la luna”.
Rafael Romera Ibáñez
Coleccionista
Hace
algunos años, Rafael Romera nos regaló varios carteles y una lista con libros de
temas machadianos. Pensamos entonces que su labor era meritoria y eficaz. No
solo buscaba, guardaba e intercambiaba documentos de mucha historia, sino que además
se acercaba a quien él consideraba que podría interesarle, para contársela. Al
cabo de los años, nos hemos vuelto a encontrar y, con el mismo entusiasmo de
entonces, nos enseña, ahora, cómodamente sentados en los sillones del Círculo
Amistad Numancia, un álbum con algunas de sus muchas joyas: cartas, postales,
fotografías, publicaciones,... Todo un museo ambulante. Su vocación, “su
locura”, como él la llama, se remonta, nos asegura, a sus “16 años”. Había
nacido en 1943, en la calle Lagunas de la capital, y sus primeras colecciones
fueron de monedas españolas. Luego vinieron los sellos, hasta que fundó, en
1980, con otros, la Asociación Filatélica y Numismática, cuyo presidente es
actualmente Juan Carlos De la Orden. Una manera, afirma, “de pasar el
invierno”. Ser tesorero no le crea ningún problema, pues la cuota de sus 72
miembros actuales da para realizar todas las actividades que organizan: la tertulia
y mercadillo de los domingos, el ciclo de conferencias, y alguna exposición. Siempre
en el Casino, su sede oficial desde siempre. El verano, nos dice, lo pasa en
Molinos del Duero. Mientras abre el álbum de la memoria, nos recuerda con
orgullo las firmas ilustres que vamos a ver: Mariano Vicén, Gabriel Cisneros, Ramiro
Cercós, Eloy Sanz Villa, Pelayo Artigas, José Tudela, Mariano Granados,
Eliodoro Carpintero, obispos, gobernadores, Juan March, Camón Aznar, tan ligado
a José Antonio Gaya Nuño, Marcel Bataillon, francés, tan próximo a Antonio
Machado, el General Miaja y el General Yagüe, Concha Espina,... Transcribir su
contenido, los destinatarios, las fechas, llenarían una guía soriana de
categoría. Enriquecida por publicaciones como las tres que nos regala: una
revista dedicada a Soria, redactada por alumnos de la Autónoma de Madrid en
1978; dos cartillas escolares de Teógenes Ortego Frías (1948 y 1964), y un
librito, “Elementos de Lectura”, de Nicolás Nalda y Sáenz (1889). Se lo
agradecemos. Abrimos la revista, “Narria”, y apuntamos dos títulos: “Algunas
aportaciones a la música popular soriana” (Pedro Montalvo); “La economía
pinariega y su incidencia en la vida popular” (E. Sánchez Moreno, Mª Pía Timón
Tiemblo). ¡Cuánta riqueza! Lo sabe. Por eso no ha dudado, ni duda, en ofrecer
lo que tiene a instituciones y asociaciones que las aprecien y conserven. Al Archivo
Provincial, por ejemplo, a quien entregó el listado completo de la recaudación,
realizada por Acción Ciudadana, en favor de los soldados sorianos de la
guarnición de Guadalajara. “Si mañana viniera una asociación pidiéndome libros,
no dudaría en dejárselos.” Le pregunto por esos personajes sorianos que más le
han chocado. Me da el nombre de Arsenio Gállego Hernández (Castilruiz, 1886-1969), que coincidió
con Machado en Baeza, y que lo cuenta así en 1927: “Allí viví con Machado /
horas de mi juventud / gozoso e ilusionado. // En su Instituto rural / éramos dos profesores / con un común ideal. // Campos de Urbión y Moncayo / en los campos de Baeza
/ mil veces os evocamos”. Y otro más: Anastasio González Gómez, de Valdeavellano de Tera, con
calle dedicada en Vinuesa. Rafael Romera, de lenguaje abundante
y claro, conciso y directo, no tenía ningún ascendiente coleccionista. Su padre
fue funcionario, y su madre se dedicaba a sus labores. Durante años, Rafael
Romera fue empleado de un Banco. Sanjuanero, fue jurado de la cuadrilla El
Rosel y San Blás, en 1979, con su mujer, Mª Carmen Blasco Sebastián. También directivo
del Numancia, “en tercera división”, y del Casino. Y cofrade. Y muchas más
cosas. Pero, la principal: apasionado por las cosas de Soria, que guarda con
celo, respeta con dignidad, y enseña con orgullo. Son las nueve. Es la hora de
la partida. Todo un personaje.
Raquel Muñoz Álvarez
Raquel
Muñoz Álvarez nació en Lausanne, Suiza, en 1981. Sus padres, José Luis, soriano,
de Ciria, en la misma raya con Aragón, y María del Carmen, gallega, cocinera y
conserje, ya jubilados, forman parte de una de las últimas generaciones de españoles
y españolas que emigraron a Europa, constituyendo lo que se denominó entonces “segunda
fuente de divisas”. Pero de eso hace tantos años, que ya solo nos acordamos
nosotros. Raquel Muñoz, la segunda hija
del matrimonio, nos recibe en “Bassic”, su peluquería y tienda de cosméticos de
la calle Numancia. Pequeña, cómoda, destaca por sus colores rosa y blanco, y
una música que parece ir a juego.
Mientras
le preguntamos, sentado detrás del mostrador principal, Raquel Muñoz va contándonos
el tiempo de su vida en Suiza y de su vida en España. De un día para otro, nos
dice, “hicimos las maletas y nos vinimos”. Mi padre, asegura, “añoraba Soria; a
mi madre no le hubiera importado quedarse.” Pero era la edad de volver. Un poco
más y, como en tantos casos, hubiera sido ya imposible. Viví aquel momento, prosigue,
como “si me arrancaran de mi sitio”. Un país limpio, cuidado, amable, con
calidad de vida. Una gente, abierta,
acogedora, respetuosa. Mientras hablamos, llega María del Carmen, la madre, y
se suma a la charla. Raquel atiende a
una clienta. Nosotros hablamos de los
años 70, del cambio de la moneda, del avión que la trasladó a Suiza a los
veinte años, de la morriña,… Y de la lengua, que entiende y habla, pero que
nunca intentó escribir. Raquel Muñoz se siente suiza. Añora su escuela en
francés, el Parc de Vidy, a donde iba con su madre a andar en bicicleta, patinar,
y dar de comer a los cisnes.
La
emigración es para contarla sin prisa. Vivíamos, afirma su madre, para
trabajar, pero la vida era muy digna. Raquel fue, primero, a la escuela de
Montchoisi, y, luego, al Collège de la Croix d'Ouchy, en la calle Champs Elysées,
cerca del Lago Leman. “Parecía una escuela internacional”, recuerda. Había un
chino, un africano, un alemán, ingleses,… Y tenía amigas españolas, como Tanya,
y francesas: Yelila y Amélie. A la primera le perdió la pista a los
trece años, y la encontró, gracias a facebook, no hace mucho. Estudia y vive en
Madrid.
La
peluquería, nos cuenta, le ha gustado desde niña. Así que, cuando vino a España,
se sacó un grado medio de peluquería en el Instituto Polítécnico, antes de
trasladarse a Zaragoza para ampliar sus estudios en una academia especializada.
Desde hace ya unos años, arregla el cabello a sus clientes masculinos, y
aconseja el mejor producto a su clientela femenina y masculina. Pilar, española
residente en París, con casa en Soria, forma parte de sus fieles. Mientras le
corta el pelo, cuando viene, hablan de Suiza, de Soria,… Y de París. La emigración es una patria
compartida. Tiene su lenguaje y sus puntos de referencia, su espacio, su
historia, su épica y su poesía. En “Una barraca en el Oise” (Bilbao, 1968), un
emigrante bilbaíno, se lo cuenta así a sus lectores y a sus lectoras: “Y me he
limitado a relatar lo que he vivido estos años con esas personas corrientes que
son mis amigos, que trabajan en tierras extrañas y que ganan el pan de sus
hijos y las divisas tan codiciadas en el mundo de hoy. Son unos patriotas.” Unos
patriotas.
Ya
en España, en 1994, Raquel fue inscrita en el CEIP “Los Doce Linajes”
–entonces, “Juan Yagüe”- de la Barriada.
Y allí aprendió el difícil tránsito de Suiza a España: la lengua, la cultura, los
usos y costumbres. Se fue integrando poco a poco en su nuevo sitio. No fue nada
fácil, nos confiesa.
Dependienta,
peluquera, ejerce su oficio con tino y naturalidad. Su rincón favorito sería
San Saturio. Y el rojo de Suiza. Le gusta pasear, bailar. Y las “Sanjuaneras”.
Y la música de Richard Clayderman, “Balada para Adelina”. Y la de Enya, “Gladiator”. Y las canciones de
Claude François y Chantal Goya.
Le preguntamos, para terminar, cómo ve Suiza desde Soria. Lo dice
en francés: “Un paradis”. Un paraíso. Su sitio. En Soria.
Roberto Sánchez Grande
Policía local
Roberto Sánchez (Tenebrón, Salamanca, 1969) fue
guía y coordinador de la I Ruta Antonio Machado, que, partiendo de la Plaza
Mayor de Soria el 7 de septiembre de 2007, transcurrió por Vinuesa, Molinos de Duero,
Covaleda, Duruelo, nacimiento del Duero, hasta llegar el día nueve por la tarde,
tras noventa y siete kilómetros, a la Laguna Negra para asistir, tal que broche
de oro, al Concierto de la Banda Municipal de Soria junto al “agua impasible que guarda / en su
seno las estrellas.”
Componíamos el grupo treinta personas, varios policías
y José Antonio (La Chistera) como cocinero. Armonía, ganas de ver, conocer,
hablar, escuchar y una magnífica organización por parte de la Asociación
Cultural de la Policía Local de Soria, presidida por Andrés Cámara. Tres días
inolvidable, que, quince años después, rememoramos con Roberto en el alto de la
Dehesa. Su discreción, humildad, atención y amabilidad siguen absolutamente
vivas.
Su pueblo salmantino, nos cuenta, tiene apenas
180 habitantes y es para él un símbolo familiar donde encuentra relajación y
tranquilidad. Sus padres se dedicaban a la agricultura y ganadería y con ellos
aprendió todas las tareas del campo y terminó una FP en la Escuela de Agrarias
de Ciudad Rodrigo. Actualmente es su hermana Toñy quien gestiona la hacienda.
Su otra hermana, Pepi, cocinera en el Hospital de Salamanca, fue quien le ayudó
a acercarse a Soria. Así, tras trabajar en la hostelería y en Cárnicas Villar, consiguió
en 1992 una plaza por oposición de policía local en nuestra ciudad. Le gusta su
profesión, nos confiesa. Ayudar y comprender forman parte de su personalidad. “La
gente me trata con cariño y estoy encantado”, asegura. Soria, sostiene con orgullo, “es la tierra
ideal, pues está llena de calidad de vida. Disfruto de sus montes y practico el
senderismo.”
En 2006 participó en la I Ruta del Duero de 936
kilómetros, y, tres años después, en el partido más largo del mundo de 101
horas sin descanso. Con estas iniciativas, trataban de demostrar que su
dinámica asociación cultural era capaz de dar a conocer Soria, enseñar sus parajes
universales y poner de relieve las posibilidades de la provincia. ¡Y a fe que
lo consiguieron!
Roberto ha viajado por Alemania, Francia y
Portugal. Nos habla de Aveiro, la playa más cercana a su tierra. Le gusta leer
libros de yoga, que practica todos los días en la sala “Resq Yoga Shala”, una
de las cinco abiertas en Soria. Disciplina, nos dice, que practican desde niños
hasta personas de avanzada edad. Para él, el “Ashtanga Yoga” representa un
estilo de vida, ocho ramas, ocho pasos para una completa conexión entre cuerpo
y mente. “No sabría vivir sin él”, sostiene. Durante la Ruta por la Tierra de
Alvargonzález (Mundial Magazine, París, enero 1911), un niño se hizo notar un
día. Era su hijo Christian, estudiante hoy de un Master en Bellas Artes y Daw.
Tranquilo, afable, romántico y de sencilla simpatía, a Roberto le priva la
música relajante. Nos da dos ejemplos: “Nuvole Bianche”, de Ludovico Einaudi, y
Journey to the center-Parijat. Como película, cita Ghost (el fantasma del
amor). A Julia Robert, como actriz, y a Antonio Machado como personaje. Los
platos sencillos son sus preferidos. Nos da uno: huevos con patatas fritas. Salamanca
vuelve otra vez al final de nuestra conversación. Tierra de toros, enormes
dehesas, belleza monumental y cultura. Tan grande, bella y culta como la que
recorrimos juntos en 2002. Sin lugar a dudas.
Ana Frías Rubio
Premio Nacional Endesa
Cuando
tan solo tenía 22 años, Ana Frías Rubio (Soria, 1960), terminada su carrera de
Geografía e Historia (COUS y Universidad de Zaragoza), trabajando ya, como
tutora, en la UNED de Soria, se presentó un día en el despacho de Javier Tusell,
catedrático de Historia Contemporánea en la UNED, y le pidió que le dirigiera
su tesis doctoral. El profesor madrileño, al verla tan joven, le preguntó: ¿Y
usted quién es? Cuando le presentó su tesina ya terminada, “El estudio de las …
sorianas en el XIX”, que le había dirigido Carmelo Romero, aceptó su propuesta,
la motivó a estudiar idiomas, le dio el nombre de “doctoresa”, y, tras presentar
su tesis, “Las instituciones franquistas…”, la envió a Florencia a continuar
sus estudios.
Ana
Frías hizo todos sus estudios primarios y secundarios en el Colegio Sagrado
Corazón. Muy buena estudiante, nos dice, recuerda entre otras profesoras a
Carmen Sancho, de…, Esther Elío y Sor Laura, de francés. Su empeño por los
idiomas le ha llevado a alcanzar en la EOI de Soria los niveles B2 en inglés y
B1 en alemán. Le gusta comunicarse, nos confiesa, porque para ella, nos
asegura, la educación “se transmite”. Estando en Florencia aprobó las
oposiciones y, tras cumplir su primer destino en el IES “Arquitecto Pedro Gumiel”
de Alcalá de Henares, fue siete años Jefa de Programas en la Dirección
Provincial de Educación, antes de integrarse al Claustro del IES Castilla en
2004.
Activa,
decidida, preparada y comprometida, pensó que una buena manera de celebrar el
50 Aniversario de su Centro era ganar un premio. Así. Con la cabeza y con el
corazón. Potenciando, en esa línea, la importancia de la curiosidad y la
aplicación del rigor científico. El proyecto presentado tenía ya 10 años de recorrido.
Consistía en estudiar el grado de sostenibilidad, en sus distintas facetas, de
una ciudad media como Soria. Una tarea que, realizada durante el confinamiento,
contó con el trabajo de campo de ocho alumnos: No sobra ninguno, pues
representan a tantos estudiantes, chicas y chicos, que trabajan con la misma
seriedad y entusiasmo en todos los Centros educativos de Soria. Resultado:
Premio Nacional de Eco-Innovación de Endesa. ¿Qué sentiste?, le preguntamos. Satisfacción.
Pensó en esos momentos, nos dice emocionada, en su madre, Mª Visitación, y en
su hermana. Su padre, José María, es contable de profesión.
Ana
es una mujer apasionada, exigente consigo misma y con sus alumnos, a los que
inculca siempre la importancia fundamental del razonamiento por encima de la
memoria. Le gusta viajar, recorrer las ciudades y rincones del mundo que
visita: Venecia, Londres, Roncesvalles (Navarra), Saint-Jean-de-Pied-de-Port… Antes
corría por la Junta de los Ríos, ahora la recorre paseando. Los libros de
historia, las esculturas de Chillida, forman parte de su universo cultural. No
es supersticiosa, afirma, ni tiene un número preferido, pero sí un color, el
verde, y un día de la semana, el viernes. Y las canciones de Sabina, Serrat,…
Presidente de Aspace Soria
Rubén
Vinuesa Lesmes, Presidente de Aspace Soria (Asociación de Parálisis Cerebral y patologías
afines), fue uno de los protagonistas de los Premios de Promecal 2016. Ante un
Palacio de La Audiencia repleto, recogió, ilusionado, el “Premio a los Valores
Humanos”. Su intervención fue agradecida, y pidió, con sencillez, “ayuda”. Para
las cincuenta personas (Sergio, Mario, Mara, Ricard, Cristina, Ainhoa,…) que componen
la pequeña familia de su asociación; y para las ciento diez que, según sus
cálculos, sumarían el total de la provincia.
Hombre
discreto, convencido, pragmático, no dispone ni necesita despacho. Tiempo, sí,
y se lo dedica, con generosidad, a una Asociación necesaria en la sociedad del
bienestar.
Nacido
en Soria en 1962, Rubén Vinuesa estudió en el Colegio “Los Doce Linajes” (Juan
Yagüe), y en el Instituto Antonio Machado, hasta los dieciséis años. Comenzó su
vida laboral como camarero en el bar Avenida, “que inauguré”, nos dice, continuando después con una pequeña empresa de
mensajería y otros negocios de hostelería. Su padre, Mariano, hombre optimista,
pasó su vida, junto a Filomena, su mujer, confeccionando trajes a medida (El
Collado, Plaza de San Clemente).
Hace
28 años nació su hijo Roberto. Un chico cariñoso, metódico, “que sabe abrazar”, subraya, y con el que él mismo, su mujer, Conchi
Del Cura, y sus hijos, Luis Miguel y Pablo, han creado un lenguaje compartido.
“Siempre que salimos, lo hacemos con él”, señala con orgullo.
En
2002, Rubén y cinco familias más decidieron crear ASPACE. Las reuniones las
tenían en la oficina de su empresa. Cuando tuvieron toda la documentación en
regla, nos cuenta, contrataron a una asistenta social. El Ayuntamiento (Eloísa
Álvarez, Encarnación Redondo, Carlos Martínez) les cedió el local actual
(Enrique Pascual Oliva, 4): 160 metros cuadrados; cinco salas. Pequeño e insuficiente,
confiesa, para optimizar el trabajo
eficaz de sus diez profesionales: fisioterapia (Maite, Mario, Marta); logopedia
(Carla); educación especial (Idoia); terapia ocupacional (Rebeca); conductor/cuidador
(Jorge); cuidadora (Marian); trabajadora social (Eugenia); gerente (Laura); contable (Honorato).
El
ambiente en el Centro es amable, alegre y comprometido. “La sociedad ha
cambiado mucho”, asume Rubén. Además de realizar sus tareas habituales, no se
pierden nada: ni los sanjuanes, ni los conciertos (Melendi, en Almazán), ni las
excursiones,...
Rubén
es su persona de referencia. Consecuente, cree en lo que hace, en lo que
quiere, en lo que ve como necesario y posible. En Cáceres, nos asegura, hay
cinco centros Aspace. Soria necesita uno. Tienen ya el terreno, un proyecto. Pero
siguen. Cuentan con una cantidad razonable, que va creciendo, gracias a la
campaña “Ladrillo solidario”. Abarcaría, nos explica, todas las necesidades,
crearía empleo, daría servicio y prestigio a la ciudad y a la provincia. Nos
desglosa, una a una, cada cifra del presupuesto actual. Las administraciones
aportan mucho, pero el resto lo completan con la contribución de las familias y
sus múltiples actividades. “La gente se vuelca”, señala agradecido. “Te conoce
todo el mundo”, le decimos. Asiente con la cabeza. ¿Cuál es tu principal
actividad de ocio?, le preguntamos. “Estar con la familia”, nos contesta. Le
gusta toda la música. Al cine va poco. Lee la prensa. Le privan los caballos. Y
piensa volver a ellos. Y los toros: Enrique Ponce, de los actuales, y José Luis
Palomar. No se pierde ni un encierro. Ni los reportajes sobre Canadá, su país
favorito.
Concluimos
la charla, frente a frente, descubriendo nuevos aspectos de su asociación: el
único Centro de Soria, afirma, autorizado para aplicar la Ley de Dependencia. Con
un objetivo concreto y encomiable: hacer posible que las personas afectadas por
esta patología, y otras similares, lleven una vida plena. Justo premio, creemos,
para una Asociación y un Presidente, Rubén Vinuesa Lesmes, que representan valores
humanos tan altos y tan propios de una sociedad moderna. Enhorabuena.
Poeta
Nacido en la calle Alvar Salvadores
de Soria en 1981, tiene a Cazalla de la Sierra (Sevilla) y a San Sebastián como
lugares importantes de su periplo vital. En el primero nació su madre, Mª
Josefa (Pepi o Mari Pepa). Una mujer inteligente, nos dice, y de gran
personalidad, que cosía con habilidad y fue ordenanza de la Junta de Castilla y
León. El segundo forma parte del momento en que sus padres, emigrantes los dos,
se conocieron en un baile irunés. Él, Hermenegildo, nacido en Soria, entregado
y de gran fortaleza, según su hijo, trabajó en los talleres ferroviarios de
Irún y fue chapista de coches. Al tiempo, fijaron su residencia en Soria
formando una gran familia.
Rubén estudió en los Infantes de
Lara, en los Franciscanos y en el Instituto Politécnico (FP sanitaria de Grado
Superior). Ha trabajado en distintos laboratorios, y fue vigilante en los
yacimientos arqueológicos de Tiermes y de Numancia. Desde 2005, colabora como
voluntario de la Asociación Española Contra el Cáncer, ayudando en las campañas
de prevención, obtención de recursos, rutas saludables, etc.
No hace muchos meses, la Editorial
Mirahadas de Sevilla le publicaba su primer poemario: “Emociones y
sentimientos. Un testimonio íntimo verso a verso”. Nos lo envió, lo leímos y
apreciamos un buen trabajo. “Lo comencé durante la pandemia”, nos comenta. Recoge
palabras íntimas en las que homenajea a sus seres queridos, reflexiona sobre
temas sociales y evoca la belleza de lugares como Numancia. En la portada, un
corazón desgarrado tallado sobre un chopo.
Nos habla de la triste partida a la
Argentina de las hermanas de su abuelo paterno, Justo, casado con Cecilia
Andrés, los dos de Soria; y de Carmelo, padre de María del Rosario Lorenzo,
insigne poeta ("Jardines interiores",
"Mi tiempo adormecido"), hermano de su abuelo Pepe, casado con
Pepa Cubero.
Tranquilo, tímido, aunque no se le
nota, reflexivo, espiritual -reconoce él mismo-, ha demostrado su carácter a la
hora de promocionar su opera prima a modo de un “Buenos días” amable y educado.
En su poema “Donosti” retrata en dos versos el romance eterno de sus padres:
“Igeldo mendia da, monte peinado / de la Bella Easo también enamorado”. La
Concha, nos confiesa, es uno de sus lugares emblemáticos. Pero también lo son
el camino hacia la Ermita de la Virgen del Monte de Cazalla de la Sierra, el
entorno de San Saturio y Tiermes. Recuerda los largos y bonitos viajes a
Sevilla, en aquellos entrañables expresos. Y la huella sanjuanera de su padre
en la peña “El Desbarajuste”.
Atleta en sus años de estudiante,
trabaja con afán la escritura. Nos cuenta cómo, al inicio de la pandemia, donó
la máquina de coser de su madre a un grupo de “Puntadas Solidarias”, para que
pudieran confeccionar mascarillas.
Lee mucho, asegura, sobre todo
autores del Romanticismo, como Bécquer, y de la Generación del 98, como Antonio
Machado. Nos recomienda: “El infinito en un junco” de Irene Vallejo. El
flamenco y los cantautores son su música de cabecera. Añora el sabor del
gazpacho andaluz de su madre. En casa, nos cuenta su hermano David -aventajado
alumno de francés en la EOI, cocina él. Y lo hace muy bien; sobre todo el
“bacalao al pil pil”. Cita en fin algunas de las películas que más le han
conmovido: “Viaje al cuarto de una madre”, de Celia Rico, “Adú”, de Salvador
Calvo y “Maixabel”, de Icíar Bollaín. Recuerdos y sentimientos bajo el azul del
cielo soriano siempre presentes. ¡Felices Fiestas!
José Rubén Moreno Lafuente
Librero on-line
José
Rubén Moreno Lafuente (Soria, 1967) se crió en la calle San Martín de Finojosa,
en una casa con mirador, rodeada de huertas, en donde su padre, Julián,
regentaba una tienda de ultramarinos, Alimentación
Lidia, que no tenía letrero. Durante su niñez, nos dice, hizo una vida de
salvaje, rodeado “por todo bicho viviente”: grillos, sapos parteros, ruiseñores
nocturnos, ranas,... Y allí jugaba al fútbol, bebía agua en la fuente, iba a
merendar al río, se subía al árbol que nos enseña y cazaba pajarillas con sus
amigos de La Rumba. Su ídolo: Félix Rodríguez de la Fuente.
Las
Anejas fue su colegio y el Castilla su Instituto. Por aquel tiempo, su padre perdió
la vista. Era un manitas, recuerda con emoción y admiración, y le encantaba
escuchar música. Luego se trasladó a Palencia para estudiar ingeniería técnica
agrícola en la EUPA. Siempre he sido, nos confiesa, un poco temerario. Lo dice
porque se dejó todas las asignaturas de matemáticas para el último curso y las
aprobó. Su proyecto de fin de carrera lo basó en el “Cultivo industrial del lavandín”,
una mezcla de aroma de la lavanda y rusticidad del espliego, que se encuentra
en la Provenza francesa y en la Sierra de Santa Ana soriana.
José
Rubén es un autodidacta nato. Él mismo se fabricaba sus coches de niño, montaba
amplificadores, circuitos, cadenas de sonido,.. Si le faltaba algo, lo pedía
por teléfono o por carta. Lidia, su madre, trabajó como personal de limpieza en
el Sagrado Corazón durante más de 25 años y, nos dice, sirvió café en la York a
Omar Sarif, G. Chaplin y Larissa (Julie Christie) durante el rodaje del Doctor
Zivago. Había nacido en Matasejún, y allí tuvo José Rubén un pequeño jardín
botánico en un huerto, que solo abandonó por la distancia y las malas
comunicaciones.
Su
vida laboral comenzó en Indesfor, cuyo vivero estaba en Almazán. En esta
empresa desarrolló con entusiasmo proyectos de lo más variados para repoblar
autovías y líneas de AVE con encinas, robles, chopos, pinos, aladiezmos, zarzamoras,...
Fueron 11 años creativos y enormemente agradecidos. Luego trabajó otros seis
años en Hormisoria como restaurador ambiental (plantaciones de cerezos, etc.).
Discreto,
responsable, exacto, José Rubén abrió con Maria Infância Lopes, su mujer, ingeniera
topográfica y diseñadora de ropa, nacida en Tras
os montes (Portugal), una tienda múltiple en la calle Aduana Vieja. Vendían
libros, periódicos, ropa, productos típicos de Portugal y artesanía. Todo en
plan exquisito. Tienen una niña, Larissa, a la que, gran padre, cuida, adora y
mima.
La
naturaleza, el senderismo, correr por la Dehesa, la electrónica, son sus
aficiones sin obligación. Le gusta toda clase de música. Y los idiomas. De
pequeño estudió inglés en Eurospan. Ahora ha comenzado el alemán y se
familiariza con el portugués, que practica con precaución para evitar los
equívocos. El ensayo y la ciencia son sus lecturas preferidas. Un libro: “Mi
familia y otros animales”, de Gerald Durrell. Pero ha
leído también a Délibes, Saramago, Julio Llamazares o Avelino Hernández.
En su casa abundan cuadros pintados por él mismo: una
“Locomotora de Vapor”, un “Elefante” enorme,... Siempre pintura realista.
En la actualidad, José Rubén Moreno dirige Siglo Actual Libros, una librería on-line a la que dedica tiempo y entusiasmo.
Un emprendedor soriano, José Rubén Romero, capaz de llenar un espacio en
cualquier parte del mundo.
Guía turística
Ser
guía de Soria es un orgullo y una vocación para María Rupérez (San Leonardo,
Día de San Blas de 1971). También una profesión. Todo surgió a raíz de un viaje
de estudios a Mallorca. Se dijo: “Me gustaría ser guía”. Y lo consiguió. Enamorada
del románico, cuida la documentación que maneja -que estudia, repasa y
actualiza-, el tono del discurso que emplea, la interlocución con el grupo. Su
objetivo es “despertar la curiosidad del turista/viajero”. Para ello, les habla
de la Soria vaciada y de la llena, sin victimismos, de su patrimonio, de su
historia y de su cultura.
Pedro,
su padre, trabajó siempre en el mundo del monte y la madera. Su madre, Carmen,
fue una mujer “generosa, trabajadora, honesta, el pilar sobre el que creció mi
familia.” Tiene tres hermanos, Pedro, Javier y José Ignacio. Su marido, Juan
Luis, licenciado en historia, trabaja como educador ambiental y ornitólogo. El
mayor experto en aves de la provincia, afirma. Su hijo Eduardo, alumno del IES
Castilla, tiene vocación de historiador.
Peleona
y reflexiva, estudió en el CEIP María Eugenia Martínez del Campo y en el
instituto de su pueblo. Luego acabaría un grado de técnico de empresas y
actividades turísticas (TEAT) en Burgos. Recepcionista, guía de exposiciones,
primeramente, trabajó cinco años como monitora de medioambiente en la casa del
Parque del Río Lobos. En 2009 se convirtió en guía autónoma y ahora es la Presidenta
de la Asociación de Guías Oficiales de Turismo Río Duero de Soria, que agrupa a
ocho guías habilitados por la Junta de Castilla y León.
Perfeccionista
y dinámica, su objetivo es dejar contentas a las personas que la acompañan en
sus recorridos por la ciudad y la provincia. Las mujeres mayores son más
atentas, asegura. A su juicio, una guía tiene que ser sincera, empática y
comprensiva. Soria les sorprende, comenta, y la valoran más después de la
visita. Lo ideal para ella “es combinar la naturaleza con los monumentos y
lugares concretos.”
Hablamos
del turismo de Soria y de esos pequeños servicios que ella juzga tan necesarios:
aparcamiento de autobuses céntrico, aseos públicos, horario del Aula Antonio
Machado y Fielato,... Apuesta además por nuevas rutas, tanto en Soria como en
la provincia. 2019 fue un año bueno, reconoce, y 2023 va por el mismo camino. No
nos olvidamos de comentar las posibilidades del Museo de los Poetas y del futuro
Centro Nacional de Fotografía.
Orgullosa de San Leonardo, presto a desarrollar un turismo verde, de paisaje y de pinares, destaca el Paseo de las Fuentes. Meticulosa, le gusta bordar, coser y las manualidades en general. Presume del Mantón de Serrana que bordó durante la pandemia. De sus viajes resalta todos y cada uno de los rincones de Roma. Le gusta la novela histórica como género - “El batallador”, de José Luis Corral, por ejemplo-, la poesía de Gerardo Diego, y el pop español, Sabina, Pet Shop Boys, Luis Miguel, la voz de Natalia Jiménez y la canción “Y sin embargo te quiero”. Del cine, las series “y las películas que no me angustien, que me permitan evadirme: “Love Actually”, “La vida de Brian”, “Qué bello es vivir”,…” Desde hace cinco años practica el bádminton con entusiasmo. Le encanta también cocinar y “soy buena, - asegura-, sobre todo haciendo postres.” Sus platos, los chipirones rellenos y el flan de huevo de su madre. Y todos los dulces. Nada supersticiosa, su color es el blanco, porque le va con todo, el lunes su día y la primavera su estación del año.
Sergio del Rincón Ruiz
Frutero
Haber
nacido en Tierras Altas (San Pedro Manrique, 1953) otorga a este comerciante
soriano cualidades comunes a los hombres y mujeres de toda la comarca: apego a
la tierra y a sus recursos, el comercio y un carácter despierto e innovador.
Su
padre, Mario, era también sampedrano. En los años 50 y 60, recorría con su
burro los pueblos vecinos de Acrijos, Fuentebella, Valdenegrillos, Buimanco,
Armejún, Villarijo, transportando en los serones: cerámica, alimentación,
detergentes, aceite,... Regentaba además una taberna en la calle Mayor, hoy tienda
de ultramarinos, a cuyo frente está su hermano José María. Destacaban entonces
los almuerzos que Dorotea, su madre, nacida en Cigudosa, además de atender a su
puesto, preparaba para los lunes de mercado: patorrillo, caracoles, bacalao, asadurilla.
El
bachiller elemental lo hizo en una academia de maestros y sacerdotes que había
en el pueblo. Recuerda, entre otros, los nombres de Juan Antonio Chamarro,
Carmelo Enciso, David Yubero,... El ingreso y la reválida de cuarto los aprobó,
por libre, en el Instituto Antonio Machado. Pero, como casi toda su generación,
tuvo que dejar pronto los estudios, porque hacía falta en casa. Él era el
segundo de tres hermanos y dos hermanas. Jesús, el mayor, trabajó en Correos y fue
dirigente sindical. Su hermana Milagros es veterinaria y María del Mar,
socióloga en la Universidad de Zaragoza.
La
mili la hizo en una compañía de servicios en Zaragoza y allí se sacó el carnet
de conducir, tan necesario para ayudar a su padre. Desde entonces, Sergio vivió
siempre del comercio: comprar y vender (frutas, verduras,…), siempre de un lado
para otro, en la venta fija y en la ambulante. A los 22 años, inició su etapa
en el mercado de Soria. Primero, jueves y sábado, desde las cuatro y media de
la madrugada. Y después, durante treinta años, todos los días, con la ayuda de Marisol
Domínguez y Teresa Delgado. En total: 43 años en las Plazas Bernardo Robles y
de las Concepciones. Una plaza impresionante, la primera, antes del cambio, nos
asegura. También el mercado provisional lo fue, añade. Conocer a su clientela y
atenderla como se merecía fue siempre su profesión y su vocación.
Además
de frutero, heredó la pasión política de su abuelo Ubaldo del Rincón Calvo, militante
del P.R.R.S. de Juan A. Gaya, casado con Valentina Mingo Cuevas, prima de
Leonor Izquierdo Cuevas, con la que tuvo 12 hijos. Fue concejal por UCD en 1979
y del PSOE, como cabeza de lista en San Pedro Manrique, en 1983, 1991, 1995 y
1999.
Despierto,
locuaz y callado, autónomo económicamente y de pensamiento, a Sergio del Rincón
le gusta leer la prensa y escuchar música (Serrat, Miguel Ríos, Los Beatles), aunque
reconoce su mal oído. Se siente, nos confiesa, muy orgulloso de sus dos hijos, Vidal
e Isabel, de 16 y 14 años, buenos estudiantes en el Instituto Politécnico. A su
mujer, Eugenia, agente forestal, nacida en Almanza (León), le gusta también
leer. A Almudena Grandes, entre otros y otras. Y viajar. Con ella ha recorrido
Galicia, Asturias, Peñíscola, Burgos,... Y Rosas, desde donde pasaron a visitar,
como tantos sorianos y tantas sorianas, la tumba de Antonio Machado en
Collioure.
Pronto se jubilará. Le seguirá apasionando la dialéctica, sus compromisos y la lealtad a su tierra sampedrana. Y se perderá por el monte, uno de sus hobbies, en busca de setas. Terminamos hablando del “Paso del fuego”, una tradición, afirma, “muy arraigada entre los sampedranos”.
Sheila Fernández Herrero
Profesora y
traductora
Sheila
Fernández nació en Navaleno en 1976. Su padre, Francisco, Paqui, de Duruelo de la Sierra, era pintor, pero, antes de
jubilarse, trabajó en una empresa de muebles. Fue Campeón (1973 y 1977) y
Subcampeón (1971) de España de pelota individual aficionados y dos años mejor
deportista soriano en su modalidad. Su madre, Mª Cristina, es una mujer muy
luchadora, nos dice su hija, y trabajó
muchos años en la conservera Arotz. Tiene dos hermanos, Francisco y Pedro, y
tres niños: Ander, Aldara y Aimar, de 5, 8 y 12 años. Miguel Ángel, su marido, regenta,
con dos socios más, Navalmueble.
Sheyla
hizo la EGB en el C. P. Tomás Sáinz del Río de su pueblo; BUP y COU en el
Instituto “Alejandro Rodríguez de Valcárcel” de San Leonardo. Tras terminar
Traducción e Interpretación en el Campus de Soria, acabó un máster, comenzó
Educación Primaria y, actualmente, prepara su tesis, dirigida por Juan
Zarandona, sobre Javier Sierra, al que ha tenido la suerte de conocer y le
ayudando mucho, nos comenta.
Tenía
16 años cuando, para ayudar a sus padres, comenzó a trabajar de dependienta,
empleada municipal, recepcionista, profesora y comercial. Los idiomas, y en
particular el francés, le han gustado siempre.
Tiene un buen nivel de inglés, italiano, y conocimientos de neerlandés y
japonés. Actualmente, enseña francés en la EOI (Sección de Almazán) y lengua
española en la Facultad de Traducción e Interpretación. Encantada en los dos
sitios, ha encontrado en esta profesión la vocación de su vida. Es además tutora
en “ADR formación”.
Entre
sus publicaciones, varias traducciones, alguna colaboración en Hermeneus y su ponencia en el Congreso
de Trujillo: “Estudio comparado de
anglicismos económicos en las lenguas francesa y española. Aplicaciones para la
traducción”. Traducir es, sostiene, “un acto de mediación entre dos
culturas, dos formas de ver la vida”. Traductora-jurada, le gustaría “hacer
traducción editorial y literaria”.
“No concibo pasar el día sin leer”, nos
asegura. En cualquier formato, idioma que conozca y género:
ensayo, thriller, novela histórica,… Le apasiona Mario
Benedetti. En prosa, la lista es larga: Jane Austen, Orgullo y prejuicio, Almudena Grandes, El corazón helado, Eva García Sáenz de Urturi, La saga de los longevos, Zola, las novelas policiacas de Fred Vargas,...
Su cine
es el clásico: Alfred Hitchcock, Cary Grant, James Stewart,… Como actores:
Gérard Depardieu -también como personaje-, A. Banderas, D. Kerr, Maribel Verdú,
Pilar López de Ayala,... Una película: “Con la muerte en los talones”. Isabel
Coixet como directora. Para trabajar, prefiere la música clásica (Pachelbel,
Mozart). Si no, el rock: Revólver (El peligro), Quique González, M.O.D.A. Y,
por supuesto, romántica como ella sola, José Luis Perales, Michael Bolton y Los
Huayra.
La
bajada del Duero, la ermita de San Saturio, Otawa como ciudad extranjera,
Castroviejo, el pinar de Navaleno, por su espectacularidad, visto desde el
mirador, son algunos de sus lugares predilectos. Un personaje soriano, Domingo
Heras, “porque fue muy importante para Navaleno”, Abel Antón y Marta Pérez. Para
ella, Soria Ya representa las
aspiraciones de toda una provincia, desde la unidad y al margen de ideologías.
Nada supersticiosa, su número es el 5 y su color el amarillo. Sus hobbies: el
punto de cruz, la repostería casera y el line dance, que le apasiona. Una mujer
joven, inteligente y tremendamente comprometida con su tierra.
Silvia Aceña Martínez
Enfermera
Silvia Aceña, Secretaria Provincial del Sindicato
de Enfermería SATSE, nació en Valdeavellano de Tera en 1974. Su padre, Juan
José, del mismo pueblo, era camionero, y su madre, Andrea, limpiadora, de Tera.
Tiene dos hermanos, Gloria y Eduardo, y dos hijas, Andrea y Cristina. Inició
sus estudios en el C. P. Los Doce Linajes y el bachillerato en el Castilla, de
cuyos profesores y profesoras guarda gratos recuerdos. Buena estudiante, sus
asignaturas preferidas eran la Biología y las Matemáticas. La primera, por los
contenidos y la segunda por su profesora Marisé. Cursó Enfermería en la
Facultad de Soria (UVA). Un sueño desde pequeñita. Le encantaba ayudar a los
demás, curar… Así que no escatimó ningún esfuerzo para lograrlo. Graduada por
la Facultad de León, además de tener un máster de Gestión de Servicios
Sanitarios, es especialista en enfermería geriátrica y experta universitaria en
Fundamentos Clínicos para la práctica enfermera en el ámbito de Emergencias y
Cuidados Críticos. Su primer destino fue el Hospital Militar Gómez Ulla de
Madrid en 1998. Le siguieron: Hospital Santa Barbara, Virgen del Mirón,
Residencia Los Royales, San Esteban de Gormaz y El Royo, Centros de Salud de
Soria Norte y Sur, San Pedro Manrique, Ólvega, Burgo de Osma,... Ha impartido cursos
de formación y talleres de empleo de cuidados geriátricos.
Una enfermera, comparte con nosotros, es una
persona preparada, vocacional, que cuida, ayuda y empatiza con las personas enfermos.
Un trabajo “para el que tienes que demostrar valor, decisión y templanza.”
Como tantos profesionales, cogió el COVID y estuvo
ingresada unos días en la UCI. Esto le ayudó a ver la profesión como paciente.
Me emocioné, nos dice, “por el trato, la profesionalidad y el buen hacer de
todos mis compañeros y compañeras.” Como sindicalista, su dedicación y
compromiso son absolutos. Compensa, sostiene. Sus objetivos: mejorar las
condiciones laborales y retributivas de enfermeras y fisioterapeutas, estabilidad,
ratios europeas, enfermeras en los Centros educativos, recuperación 35 horas
semanales,... En Soria, concluye, tenemos unos profesionales magníficos, pero
también grandes carencias.
Viajar en familia es su afición principal. Conoce
bien España, Oporto e Italia. Roma le encantó. Santiago de Compostela, como
capital, y Galicia en su conjunto, por su cultura, monumentos y gastronomía. Dos
de sus libros favoritos: “Los Pilares de la Tierra” y “Un lugar llamado
libertad” de Ken Follett. Una canción: “Resistiré”. “Me emociona cada vez que
la oigo”, confiesa. También los musicales: “El Rey León” y “Anastasia”. Una
película: Pretty Woman. Un plato: la Paella de Marisco. Le encantan los paseos
por los márgenes del Duero. “Somos afortunados de tener un sitio así en la
capital”, apostilla. De la provincia destaca la zona del Valle, la Cebollera, el
verdor de sus paisajes, las casas, todo en general. Para ella, la situación geográfica
de la provincia es inmejorable. Lo importante es fijar población.
Fue un orgullo, nos comenta para terminar, recibir el premio PROMECAL 2020 de VALORES HUMANOS en representación de todos los colectivos sanitarios de Soria. Uno de los días más emocionantes de su vida, nos asegura. El reconocimiento a la labor de tantas personas que lo han pasado muy mal, con medios insuficientes, pero sin dejar de luchar y cumplir con su deber. Un premio bien merecido. Por su coraje y su responsabilidad. Muchas gracias.
Susana
Blanco Rodríguez
Investigadora
e informadora turística
“La
muralla de Soria fue una de las más grandes de España”, afirma la historiadora
gallega, Susana Blanco (Rubiá, A Veiga de Cascallá, Ourense, 1975), afincada en
Soria desde hace doce años, orgullosa de haber colaborado en mejorar su
conocimiento a través de su magnífico libro: La ciudad de Soria, su castillo y su muralla (2019).
De
niña, fue a la escuela pública “Virxe do Camiño” de Rubiá. El entorno era tan
maravillosamente tranquilo que estudiar y disfrutarlo eran casi lo mismo. “Soy
más de campo que las amapolas”, asegura sonriendo. Inquieta, decidida,
practicaba el atletismo, jugaba al fútbol,... Recuerda con cariño un trabajo
que escribió cuando tenía 12 años sobre la leyenda el “El Rayo de luna”. En la
vida, comenta, “algunas cosas son como un rayo de Luna.”
Del
Instituto Martaguisela, en O Barco de Valdeorras, recuerda a los profesores y
profesoras que le ayudaron a amar la literatura y todo el arte. Licenciada en
Historia por la Universidad de Vigo, nunca dejó de ayudar a sus padres, Irene y
Fulgencio, en su pequeña explotación agro-ganadera (castañas, cereal, terneros,…).
Fueron emigrantes en París y allí nacería su hermano Fernando.
Lo
que más le gusta, nos confiesa, es hacer cosas por los demás. Escuchar, compartir,
vivir con pasión cada situación, cada acontecimiento. De lágrima fácil, le
hubiera gustado ser militar o policía para tener capacidad de resolver
conflictos. Las armaduras, los escudos, las fortificaciones le han atraído
siempre. Entre sus publicaciones, nos habla de dos: Aspectos significativos de la guerra griega en la Edad Oscura y Arcaica y Ares, El
dios más odiado del Olimpo, publicadas en la revista Minius. De sus tres libros publicados,
dos están escritos en gallego: Cruces, cruceiros e petos do Concello de Ribadavia e Leiro.
En
mente, una novela histórica.
Profesora
de academias y de la Universidad de Vigo, recepcionista, guía, informadora
turística, actualmente forma parte del grupo Defensa del Patrimonio de la Asociación
del Museo Numantino. De él surgió la idea de estudiar las murallas de manera
colectiva (Alberto Arribas, Ángel Lorenzo,…), aunque ella pusiera en esta
empresa todo su empeño, tiempo, conocimiento y entusiasmo. Hay ciudades que
tienen menos restos de muralla, reconoce, y le sacan más partido.
Entre
sus hobbies, las manualidades (el punto de cruz). De sus lecturas, se queda con
“El nombre de la rosa”, “Momo” y “O lapis do carpinteiro”. Y con las obras de Bécquer,
Machado, G. G. Márquez, Rosalía de Castro,... Le gusta la música clásica, la
moderna (Malú, Miguel Bosé, Melendi) y el folk: Luar na Lubre, Mercedes Peón,
Nuevo Mester de Juglaría.
La
morriña existe, asegura. En casa habla en gallego con su marido, Fernando,
gallego, funcionario, y con su hija Naia, nacida en Soria un 25 de julio, día
de Galicia. A ella le escribe cartas, cuentos y dibujos en un pequeño diario. Soria
es para ella una ciudad ideal, por sus parques, sus espacios y sus gentes.
Exigente
con ella misma, introvertida en apariencia, Susana Blanco es una mujer de genio
y de cordura, sensible a todo lo que ve, con criterio propio y argumentos
sólidos.
“Los
franceses reconstruyeron probablemente el castillo y algún lienzo de muralla”, sostiene.
Su recuperación supondría, a su juicio, enriquecer un espacio importante de la
ciudad, incrementando así su patrimonio y su atractivo turístico. Tarea para la
que ella se siente plenamente dispuesta.
Susana Torres Romero
Alma
Profesora
de canto moderno y técnica vocal, Susana Torres Romero, nacida en la calle
Levante de Soria, junto al Duero, en 1969, es también directora de teatro. Y actriz.
Cantar y contar. Cantatriz. Para llegar al público y emocionarle. Porque, nos
dice, a la gente le interesa el arte. El Sagrado Corazón fue su primer colegio,
y el “Castilla” su último Instituto. Esthéticienne, a los diecisiete años ya
estaba trabajando en el Salón de Belleza de su madre, Maribel Romero. Nos habla
de su abuela, Inocencia Romero, de Tardajos de Duero, que trabajó en Sastrería
Rafael. Y de su padre, Ernesto Torres Pasanis, un histórico de la UGT, maestro
ebanista y trabajador de Explotaciones Forestales. Y no se olvida nunca de sus
cuatro hermanos: María, Ana, Carlos y Tito.
Su
primer escenario fue el Hotel Virrey Palafox, una Nochevieja de 1990. Tenía voz,
se formó bien, y, cuando canta, le pone el alma. En el año 2000, fundó un grupo
musical, Cristal 975, con el que
recorrió España, Portugal y Andorra. Le preguntamos por el mejor público. El
vasco, contesta. “El catalán es muy educado”, reconoce. El soriano, generoso.
Sabe apreciar. Recuerda un concierto en Plasencia. La plaza llena. Más de dos
horas. Al final, todos de pie, aplaudiendo. “Me casé con la música”, concluye.
Susana
Torres dice ser una mujer sincera, honesta, leal, muy sociable, valiente,
tolerante. Le gusta la nieve, los camiones, las motos. Le fascina viajar. Penetrar
en el alma de las ciudades que visita con los grupos que coordina, y a los que,
ya en ruta, recita siempre un poema: Lorca, Borges, Machado,…
Susana
Torres es, ya lo hemos dicho, una mujer de teatro. Solidaria, ha coordinado y
dirigido las tres galas de “Vamos a dar el Cante”, a beneficio de FADESS y
ASOVICA. Le preguntamos: ¿Música o Teatro? La respuesta es clara: las tablas.
Ese lugar privilegiado en el que, después del primer momento de tensión, se
siente a gusto frente al público. Interpretó, hace años, “La zapatera
prodigiosa”, de García Lorca, que se estrenó en el Cine Avenida. Participó
también, como actriz, en la obra “El agujerito”, dirigida por Nicasio Martínez.
Y en La Audiencia intervino en “Entre Telones”, de Begoña Martínez. Ahora
dirige el grupo “Alma teatro”, de Almazán. Entre sus proyectos estaría el de realizar
una gira con “La casa de Bernarda Alba” de Federico García Lorca.
El
otoño – y mejor todavía el invierno-, sola, en medio del monte alto, con
libros, y una chimenea, por la magia del fuego, sería su espacio ideal. Su
color es el azul, y su número, el siete. Como pintor, El Greco; como cuadro, “Las
Meninas” de Velázquez. Como museo: el Guggenheim de Bilbao, El Prado,… Y un
personaje soriano: Roberto Lázaro.
Volviendo
a la música, Susana Torres destaca las voces de Marta Sánchez, Mónica Naranjo,
Ana Belén, Edith Piaf, Alfredo Kraus, María Callas,... Pero su canción más
especial se titula “Caruso”, cantada por Lucio Dalla, que cuenta la vida del
tenor italiano. Difícil, romántica, la interpretó ella misma en 2015, en La
Audiencia, acompañada al piano por Miriam Núñez.
Leer,
afirma, es “una forma de salir del mundo y entrar en otro que tiene un tiempo
paralelo.” Una forma de aprender, de desarrollar la imaginación. Le gusta la manera
de escribir de Almudena Grandes, Boris Vian, Kafka, del que ha leído “La
metamorfosis”. Acaba de terminar “Los
girasoles ciegos”, de Alberto Méndez. Pero, si tuviera que elegir un libro, no
lo dudaría: “El Perfume”, de Patrick Süskind. ¿Una película? “El club de los
poetas muertos”, de Peter Weir y Robin Williams.
El
Soto Playa forma parte de su niñez. Allí jugaba con los niños y niñas del
barrio. Pero se siente bien en “Los Cuatro Vientos”. Y cita lugares como
Castroviejo, el Moncayo y el Hayedo de Diustes.
Susana
Torres se confiesa, en fin, como una escritora anónima. Tiene escritos tres
cuentos fantásticos. Luz, en el que da
forma humana a los sentimientos. Silencio.
Y Soledad, que cuenta la historia de amor entre el Sol y una mujer. Fantasía
y alma. Y recuerdo.
Tamara Sánchez Montejo
Danzas Sorianas
Hoy, 30 de septiembre, sábado,
el Grupo de Danzas Sorianas, el único de la ciudad, y uno de los tres, con Duruelo
y Valdeavellano de Tera, de la provincia, bailará la Jota de San Juan en la Plaza Mayor: “A la jota, jota, jota de San
Juan/ Que toque la gaita, que quiero bailar / A la jota, jota, dame de beber / Que
el tinto me alegra y anima los pies…” Y una de las protagonistas será Tamara
Sánchez Montejo (Soria, 1987),
con falda negra, cinta de terciopelo, pasamanerías, pañuelo morado, delantal y moño
recogido.
De padre vallisoletano y
madre soriana, Tamara Sánchez forma parte del grupo desde los siete años.
Entonces bailaba el pingacho y las carrasquillas; ahora canta, baila y toca
la pandereta con la misma sencillez, soltura y categoría que sus compañeras y
compañeros: Carmen, María, Begoña, de azul, rojo, verde, Enrique Borobio,
chaleco marrón y faja azul, al son de la música, Santos, Miguel y
Fernando, dulzainas, y Juan Carlos, caja. El gimnasio de la
Policía Local, cedido por el Ayuntamiento, es el lugar en donde, semanalmente,
ensayan las Ruedas, los Pasacalles, el Paloteado, el Zarrón,… Su
objetivo, reza su web: “Rescatar y poner en valor el baile popular y todos los
factores asociados al vestir tradicional de Soria como parte de nuestra
historia como pueblo”. Un compromiso de lujo para un saber popular, rico en danzas
y canciones, que ellas y ellos, dignos y dignas, “cultivan, hacen revivir y salvan del olvido”.
A Tamara Sánchez siempre
le ha gustado bailar. También cantar, como ahora, historias sencillas, que hablan
de la vida del campo y de sus personajes, con letras desenfadas y tiernas. Y lo
hace, lo hacen, allí donde las llaman: en bodas, iglesias, pueblos, como
Tardelcuende, este año. Pues, como dijo el compositor Rafael Benito Vives: “La Provincia de Soria es, entre las de
Castilla la Vieja, la que atesora lo más bello, lo más puro, lo más intenso del
hermoso folklore castellano, que es lo más hermoso de España.”
Tamara fue a la Escuela
de la Barriada, terminó el bachillerato de Ciencias Sociales en el Virgen del
Espino, y acabó empresariales en el Campus de Soria en 2008. Actualmente, tras
haber trabajado en un comercio de Camaretas, ocupa una plaza de auxiliar en la
oficina de la Concejalía de Festejos y Protocolo del Ayuntamiento de Soria.
Le gusta, nos dice, todo
tipo de música, pero, de manera especial, la pop-rock y electro-house Alesso. Le pedimos una canción: París, de La Oreja de Van Gogh, y Penélope, de Serrat. No la vuelve loca
el cine, afirma, pero sí le gustan las películas infantiles, que vuelve a ver
con su hermana Patricia, un año más pequeña. La bella y la bestia, sobre todo. Pearl Harbor, también. Siempre la historia, que tanto apasiona a su
madre. Memoria y recuerdo vivo. Romántica, Tamara argumenta que no tiene mucho
tiempo para leer. Pero nos apunta dos títulos: “La historia de España para
niños”, de Ricardo de la Cierva, y “Las aventuras del capitán Alatriste”, de Arturo
Pérez-Reverte. Conoce, de sus viajes, Punta Cana, Ibiza, Holanda, Bélgica,
Francia. Y destaca algunos lugares concretos: Le Sacré Coeur, la Plaza Mayor de Sevilla, Eurodisney... De Soria,
la Ermita de la Soledad, de cuya Cofradía forma parte, y la Plaza Mayor, cerca
de la casa de su abuela.
Tamara Sánchez es una
mujer muy extrovertida, confiada, confiesa, tolerante, pensamos nosotros. Y,
sobre todo, una mujer segura de sí misma. De las personas, nos dice, “aprecio
sobre todo la mano tendida en los momentos difíciles.”
Hablamos de Soria, de
Numancia,... De Carmen de la Mata, una de las grandes del folklore soriano. Estamos
en el Alto de la Dehesa. Todavía es verano. Parece que, desde allí, resulte
obligado proclamar que el folklore de Soria, como dijo Rafael Benedito, “es oro
de ley”. Y eso es lo que Tamara Sánchez, y sus compañeras y compañeros, tratan
de demostrar cada día. La Ruta de las Danzas Sorianas, pueblo a pueblo, sería una
magnífica manera de honrar, bailando, la memoria de esta cultura nuestra.
Gracias, Tamara.
Teresa Fernández Azorín
Arqueóloga
Soria es una ciudad Monumental. Entre los siglos XII y
XIII contaba con 35 iglesias, correspondientes a 35 barrios, nos recuerda
Teresa Fernández Azorín (Águilas, Murcia, 1981), que dirige las excavaciones de
la iglesia de San Martín de la Cuesta, cuyo barrio, señala, no tiene que estar
muy lejos. Se tienen referencias de la mayoría, pero falta por catalogar la de
Santa Cristina. Nos señala las seis tumbas descubiertas junto a lo que va a ser
pequeño aterrazamiento para acomodo de visitantes. Con esta intervención, nos asegura,
la obra final se conservará otros cien años más como mínimo.
Teresa
Fernández es licenciada en Historia con especialización en “Arqueología, prehistoria
e historia antigua” por la Universidad de Murcia. Su TFM versó sobre un
vertedero de época tardorromana al pie
del castillo de Águilas, actual población donde posiblemente se encontraba la
antigua ciudad romana de “Urci”. En 2016 terminaría un Máster sobre
“Arqueología aplicada a la gestión de patrimonio”. Dos conceptos que considera inseparables. De sus
trabajos, destaca los realizados en la necrópolis ibera de “Archivel” de Caravaca
de la Cruz, en donde descubrieron una miniatura de busto de soldado romano y el
ajuar del enterramiento con vasos de bronce, asas de ánade y un simpulum. Destaca
también la Calle Jabonería de Murcia, en donde encontraron 400 monedas de oro
en una jarrita de época califal.
¿Qué
es la arqueología?, le preguntamos. “Encontrar”, realizar una labor social,
completar la historia de los lugares en los que vivimos. La labor de una
arqueóloga, nos asegura, es “crear la
conexión de la gente con su propia historia.”
Ahora
trabaja dentro del equipo de SALMER cantería y restauración S. L., que ha
realizado, en otros, trabajos en la Catedral de Murcia, Teatro Romano de
Cartagena y antigua sede del Banco de España en Vitoria. Vocacional, para ella
su trabajo es una satisfacción permanente.
Soria
le ha sorprendido por el cuidado y la progresiva recuperación de monumentos y
antiguos edificios. Desta los Arcos de San Juan de Duero y la Alameda de
Cervantes. El proyecto de San Martín
es obra del arquitecto soriano Luis López. Una iglesia es de una sola nave, de
11,80 m. por 6,50 m. Insiste en la importancia de concienciar sobre
la buena gestión y mantenimiento del patrimonio. Produce riqueza. Da trabajo.
Favorece el turismo cultural. Teresa Fernández es Presidenta de la Asociación
de “Amigos del Museo Arqueológico de
Águilas” y de la “Sociedad de Estudios Historiológicos y Etnográficos”, fundada
por Pedro Lucas Salcedo, técnico en documentación gráfica y descubridor de arte
rupestre.
Rockera,
Loquillo y Billie Holiday son sus cantantes favoritos. Pero también Sabina y el
Jazz. Le gusta “Mary Poppins”, además del cine de animación y el antiguo, a fin
de intentar comprender la evolución de la sociedad. Conoce Roma, que encuentra
descuidada, Gales, de donde destaca “Las Termas romanas de Bath”. De España
conoce algo de casi todas las comunidades y siempre visita sus sitios
arqueológicos. Prefiere los pueblos a las ciudades. Arthur Conan Doyle, Agatha
Christie son dos de sus escritores favoritos.
El
concepto de turista, nos dice para terminar, ha cambiado. Quiere ver y
participar. Y recordar a quienes con su trabajo han contribuido a recuperarlo
para el común. Muchas gracias.
Teresa Martínez González
Médico
Positiva,
tolerante, pragmática, Teresa Martínez (Serón de Nágima, 1955) ha dedicado 42
años de su vida a la sanidad pública. Con conciencia, esmero y respeto, buscando
siempre la cercanía con compañeras, pacientes y familiares. Una experiencia
siempre positiva, nos dice. Su madre, María, era de Serón y su padre, Juan, albañil,
de Goian, una parroquia del municipio pontevedrés de Tomiño. Su hermana María
trabajó en COPISO.
Guarda
un gran recuerdo de Silvina y Nemesia, sus primeras maestras en el pueblo. Desde
los 11 a los 15 años estudió interna en el Sagrado Corazón. En la Universidad
Laboral de Zaragoza terminó el bachillerato superior y el COU. Buena
estudiante, le gustaban las matemáticas, pero optó por la medicina. Su
promoción fue la única que terminó los cinco cursos en Soria. El 6º lo hizo en
Zaragoza, regresando a Soria para especializarse en medicina interna y
dedicarse a ella durante 20 años. Tras terminar un Master de paliativos en la
Universidad de Valladolid, sus últimos 22 años ha ejercido en el Centro de
Paliativos de Soria. Feliz, jubilada, echa en falta el Hospital, pero no ha
perdido el contacto. La recuerdan, le muestran simpatía, se siente reconocida. Recuerda
al doctor Galparsoro, pediatra, buen médico y gran persona. “He aprendido y he
enseñado mucho”, comenta. Ha recibido el premio colectivo a los Valores Humanos
de la Fundación Científica Caja Rural (2003) y los personales de la JCyL
(2018), Uva (2022) y 1º Premio Memorial Dr. Emilio López Martin 2022.
El
trabajo es fundamental, nos asegura. Se necesita empatía con enfermos y
familia, sentido del humor, ciencia. Cada caso es diferente, cada situación,
cada hospital. Depende del contacto, del trato, de la sicología. Los enfermos
son sabios, concluye.
Ha
rotado en el Clínico de Valladolid, Unidad del dolor de Salamanca, Centro
Sociosanitario El Sabinal y Hospital Doctor Negrín de Las Palmas de Gran
Canaria. Y en Oncología del Hospital U. de Bellvitge y Vic para estudiar su
funcionamiento. Allí conoció al Doctor Marcos Gómez Sancho, un médico cercano y
gran maestro. Teresa tiene dos hijos: Juan, ingeniero en Zaragoza, y Ana,
orientadora en Soria, y dos nietos de ella, Claudia y Miguel, a los que está confeccionando
unos preciosos trajes de piñorro. Sanjuanera y socia del Numancia, le gusta el punto
de cruz. Colabora así mismo con la AECC y el Banco de Alimentos. Su marido,
Manolo, es funcionario y nació en Gómara Le ha ayudado mucho durante su carrera
profesional (viajes, guardias), ocupándose de sus hijos. Él y su hermana serían
sus personajes destacados.
En
su autocaravana ha recorrido los Pirineos, Portugal y Francia. Conoce así mismo
Alsacia, Selva Negra, Praga,… Sus ciudades serían Soria, Berlín, por su
historia, y San Sebastián. Y La Dehesa su sitio de la capital. De Serón, rico
en manzanas, ciruelas, nueces, peras, destaca la Fuente Vieja, la Iglesia de la
Santa Cruz y la de Nuestra Señora del Mercado, asentada sobre una antigua
mezquita, en donde fue bautizada. Y, por supuesto, el Castillo, tan necesitado
de protección.
Le
hubiera gustado estudiar criminalística. Lee novela negra y policiaca. Un libro:
Trilogía de Terra alta, de Javier Cercas. Como película, “Los renglones
torcidos de Dios”, de Oriol Paulo. Destaca en fin a Amaral, “Sin ti no soy
nada”, como canción, el tres, el rojo, el sábado, la primavera, las alubias,
como plato, y la sandía. Gracias por tu dedicación, tu excelente trato y tu
disponibilidad.
Valentín
Guisande Sancho
Fotógrafo
Valentín
Guisande Sancho (Soria, 1966), diplomado en magisterio, reportero gráfico de
profesión, es biznieto de Valentín Ramón Guisande de Brea, uno de los médicos
que atendieron a Leonor Izquierdo en su enfermedad hasta su fallecimiento en agosto
de 1912. Su madre, Pilar Sancho, de Borja, gran persona y gran mujer, pintaba bonitos
retratos, bodegones coloridos y bellas reproducciones de cuadros conocidos. A
su padre, Rafael, médico forense y psiquiatra, le gustaba la música clásica. A
él, la melodía “Alone Again” de Gilbert O´Sullivan. Valentín es el mayor de
seis hermanos.
Tuvo
una infancia feliz, asegura, tanto en Soria como en la finca de Matamala,
rodeado de plena naturaleza. El programa
de Félix Rodríguez de Lafuente, “El hombre y la tierra”, era “sagrado” para él.
Nunca se lo perdía. Estudió en los Escolapios y en el Instituto Machado. Le
gustaban las asignaturas de ciencias naturales, la biología y hasta las
matemáticas; el resto las trabajaba, para aprobar, con sumo ahínco.
Su
vida de reportero gráfico comenzó en 1993 en El Buho, suplemento de EL
MUNDO/Diario de Soria, a cuya redacción se incorporó seguidamente y a la que ha
pertenecido durante 26 años. Este verano ha trabajado en El Día de Soria. Valentín
tiene fotografiada una gran parte de la fauna soriana. Miembro y socio fundador
de AEFONA (Asociación Española de Fotógrafos de Naturaleza), nos enseña sus
libros, magníficamente ilustrados: “Naturaleza Soriana” (2004), “Encuentros con
la Fauna” (2014), y su última publicación, “Guía de la fauna de Valonsadero”
(2020). ¡Cuánta riqueza y cuánta belleza!, pensamos nosotros. Fotógrafo
certificado de Google y local guide de nivel 8, cuenta, nos asegura, “con 3.261
fotografías en el Google Maps -la mayoría de la provincia- y más de 25 millones
de vistas o visitas.” Nos recuerda que Soria goza de un eco-sistema de gran
variedad paisajística y muchas clases de bosques distintos: acebales, sabinares,
pinares, hayedos, encinares, robledales,…
En
España ha recorrido con su cámara, Doñana, Santoña, los Picos de Europa,..., y
le gusta mucho acercarse por Urbión y Cebollera, pero su gran viaje lo hizo a
Tanzania, Kenia, Zanzibar con Mamen, su mujer, llevándose más de cincuenta
carretes de diapositivas, que trajeron llenos de maravillas africanas. Ahora
comparten con su hijo David jornadas fotográficas. Toda una familia dedicada a
la imagen. Su primera cámara fue una Werlisa, luego una Canon y ahora una
Nikon. Su objetivo: divulgar la biodiversidad de Soria, sus cielos azules, su
clima continental, y crear conciencia medioambiental. Nos comenta, como
anécdota, “que los murciélagos (26 especies en Soria) son los insecticidas
naturales”. Leemos los textos de sus libros. Su escritura fluye amena, repleta
de detalles, que nos acercan con sencillez y encanto a cada una de las características
de los animales que describe. “Fotografía creativa de fauna” y “Carquesia
florida, loba parida”, son sus lecturas naturales, y “Barbacana. La huella del
lobo” y “Cantábrico”, sus películas.
Fotógrafo
de devoción y de profesión, paciencia y constancia, brillo y personalidad, su
plato es el chuletón de ternera y su postre el helado. Una foto no se improvisa,
nos recuerda. Requiere preparación, mimo y tiempo. Y un talante como el suyo
que suma esfuerzo, buen servicio (revelados, reportajes, material fotográfico),
experiencia y conocimiento desde la calle Doctrina de la capital en Focal 400.
Victoria Puig Sanchís
Trabajadora y poeta
Victoria Puig (Valencia, 1967) vive en Soria desde los siete años. José
Antonio, su padre, tenía orígenes sorianos por su parentesco
con Jorge Olcina, marido de la Marquesa de la Vilueña, enterrado en la ermita
de la Monjía (s. XI) de Fuentetoba. Le gustaban los libros y teníamos en casa, nos dice su hija, una
preciosa biblioteca a nuestra disposición. Crítica con los academicismos,
estudió en las Escolapias. Le gustaba la literatura y siempre la requerían para
cantar, declamar, y actuar en comedias y obras de teatro. De pequeña, su madre les
hacía memorizar poemas de Zorrilla, Campoamor, José Carlos
de Luna.... Conserva como
una reliquia, “Las mil mejores poesías de la lengua castellana”, de J. B.
Bergua, entre los que se encuentra “A un olmo seco”, que a ella le gustaría recitar
alguna vez en la iglesia de San Nicolás. Porque Victoria Puig tiene voz de
declamadora y espíritu de poeta. Así se lo dijo su homólogo aragonés Ángel
Guinda. Ganadora del VI Premio de Poesía de Miedo 2011, otorgado por el público
en Papeles de Trasmoz, Ediciones Olifante, destaca con entusiasmo su
participación directa en el Festival Internacional de Poesía del Moncayo entre
2009 y 2013. Le gusta la
poesía sabia, cercana y comprometida. Como la de J. Agustín Goytisolo, del que
nos recita, con solemnidad, su poema: “En tiempos de ignominia”.
La
Toba es un lugar sagrado para ella. Allí ha pasado con su familia muchos
momentos de vida familiar. Un lugar tranquilo, mágico. También le gusta pasear,
escuchar música, investigar, conversar y debatir.
De
las Escolapias pasó al Castilla y terminó en el Instituto Machado, antes de
desplazarse a Madrid para estudiar fotografía -vocación de su padre-, durante
dos años. En 1999 expuso en la Audiencia fotos tomadas por ella misma de la
selección española de Voleibol.
Colaboradora
de radio, hace años, ha trabajado de recepcionista, dependienta, guía de
Valonsadero, y, ahora, telefonista en el Servicio Territorial de Cultura de la
Junta. Siempre le ha interesado la sicología. La empatía con el otro, la
comprensión, la ayuda que, afirma, forma parte de su comportamiento diario. Lo
que das de bueno, asegura, “retorna a uno con creces”. Bondadosa, humilde, intuitiva
y extrovertida, es una mujer optimista y de convicciones. Reflexiva, argumenta con
corrección, enfoque personal y tino. Denuncia, por supuesto, las barbaridades.
Las respuestas, asegura, “se encuentran siempre en el silencio.” En la
meditación, como herramienta de conocimiento. Practica el Chi Kung y el Tai-Chi,
sobre el que nos pide recoger dos bonitos versos suyos: “Un susurro en el aire
ha desvelado la respuesta, / todas las respuestas escondidas en la eternidad
del tiempo.” Durante los tres años que pasó en Denia, daba clases de Chi Kung
en la playa. Le gustaba estar a solas con el mar. De pequeña, recuerda, podía
pasar horas subida a un árbol, contemplando los hermosos parajes de Fuentetoba.
Como destacaba en gimnasia deportiva, la propusieron, cuando tenía 13 años,
dedicarse profesionalmente a este deporte. Valiente, siempre le ha gustado la
espeleología, la escalada, el parapente.
Victoria
ha viajado por España, Londres, Lisboa, a donde acudió invitada por el poeta
Casimiro de Brito. Amable y contundente, correcta y entusiasta, siempre encuentra
un momento durante las jornadas de Expoesía para facilitar la participación del
público. El marco es excepcional y la necesidad de expresarse, permanente.
Vitaly Lagutik
Músico
Lo
mejor de Soria, nos dice Vitaly Lagutik, es su gente: generosa, buena,
agradecida. Subraya cada adjetivo en su lengua sencilla, paciente, amistosa.
Nació en Majachkalá (1979), una ciudad mediana, al Norte del Cáucaso y a orillas del mar
Caspio. Su familia vive la música. Su padre, ingeniero, toca el acordeón y
canta, como su mujer, Valentina. Sergi, su hermano mayor, dirige una pequeña
orquesta en Moscú y canta en otra militar. Y Valery, el hermano más pequeño, se dedica a la música en
Oviedo.
Llegaron
a España en 2005. Más de 4000 kilómetros en autobús: Moscú, Alemania, Italia,
Francia. La situación allí no era como la de ahora, comenta. En España pasaron
por Zaragoza, Vitoria y Bilbao. Regresaron a su país y, otra vez de vuelta:
Asturias, Sevilla, y, desde allí, a
Soria.
Comenzó
a estudiar el “garmon”, acordeón pequeño, en su ciudad natal. Recuerda al profesor
Matujin Anatoliy Borisovich, tan buen profesional y tan importante para él, ya
fallecido. En Astrajan estudió en una Escuela de Música y cinco años en su
Conservatorio Superior. Hizo las prácticas en la Banda de Música de la ciudad, viviendo
en una residencia de músicos, gracias a la ayuda económica del Presidente, como
premio a ser uno de los jóvenes músicos que destacaban.
Eligieron
Soria por su situación geográfica. Su primera imagen: la estación de autobuses.
La pensión en la que se alojaron daba al Collado y tenía su entrada por la
Plaza del Olivo. Al día siguiente, bajaron a la calle y dieron su primer
concierto: música clásica y rusa. No hablaba español, pero sí un pequeño
diccionario para traducir. Ahora toca de todo: pasodobles, jotas, rancheras,
sanjuaneras. El Collado lo conoce bien, escucha con agrado sus interpretaciones
y agradece su simpatía y el acompañamiento de su música.
Además
del “Vayan”, acordeón grande, Vitaly toca el piano, la guitarra y la percusión.
Nos cuenta que fue Carlos Martínez, alcalde de Soria, quien ofició en el
Ayuntamiento la ceremonia de su matrimonio civil con Anastasia, su mujer, el
siete de abril de 2009. Comieron en El Parador y bajaron después al Duero con
sus amigos, hermanos y Javier, el cura, para colocar el primer candado en la
pasarela de San Saturio.
Vitaly
habla despacio, medita cada palabra, pragmático y vivo como él solo. Su mujer,
nos dice, habla mucho mejor. Soria, insiste, es la ciudad que mejor le ha
acogido siempre. Por eso vuelve cada año en San Juan, Carnaval, Semana Santa,
San Saturio, Mercado Medieval y Navidad. Ha tocado en el Árbol de la Música, en
la Plaza de Toros, en la Laguna Negra, en La Audiencia, con la Banda Municipal.
Sueña con repetir la misma experiencia.
Vitaly
se siente soriano. Nos muestra su camiseta del Numancia. Aunque sus jornadas tocando
son largas, no se cansa. Disfruta por la mañana con la música popular,
tradicional, española o de otros países. Por la noche, las piezas son más
románticas. Le agrada cantar con los niños que se le acercan.
Su
plato favorito es la tortilla de patata española y, de Rusia, el “Pilmeni”, una
especie de ravioli. No es supersticioso, ni tiene ningún número de la suerte.
Le gusta el cine, la televisión, los colores suaves y seguir las noticias de
Rusia.
Vitaly
Lagutik tiene dos hijos. Sergei, nacido en Rusia, e Ivan, en Soria. Su sueño y
el de su mujer sería que su suegra, monja, los casara en Rusia por el rito de la
iglesia ortodoxa. Nos despedimos. Nos desea lo mejor. Lo mismo para él. Sentimiento
y música. Muchas gracias.
Yolanda Santos Grande
Turismo
Yolanda
Santos Grande, presidenta de Asohtur, es una mujer joven y optimista, con una visión
valiente e innovadora de la industria del turismo. Conoce bien la ciudad y la
provincia. Gracias, seguramente, a su lema: “Andar y escuchar”. Nació en Soria
en 1976 y fue bautizada en su Concatedral, pues sus abuelos maternos, Justina
Gallego y Crescencio Grande, pastor de profesión, vivían en la calle Obispo
Agustín. Al poco de nacer, hizo con su madre, María Jesús (Adradas, 1950), el
viaje de regreso a La Floresta (Sant Cugat del Vallès), en donde su padre, José
María Santos de las Heras, trabajaba como alicatador. Seis años después, con el
catalán aprendido, regresaron todos a Soria. La Arboleda, Las Pedrizas y el
Instituto Castilla fueron sus Centros de enseñanza, antes de diplomarse como
Ingeniera Técnica Agrícola en la Escuela de Agrícolas. Su asignatura favorita
fue siempre la biología, y la naturaleza su gran pasión. Sus abuelos paternos vivieron
en el histórico pueblo de La Muedra. Ella, Josefa de las Heras, nació allí, y
su marido, Marcelino Santos, había venido para trabajar en la obra del Pantano.
“Una bonita historia de amor”, recuerda la nieta con nostalgia.
En
2007, tras haber trabajado como cajera, limpiadora, dependienta, socorrista y
delineante, fundó, junto con tres compañeras, Marta, Cristina y Araceli, la empresa
de educación ambiental y servicios turísticos “Biosfera Soria”, que gestiona los
equipamientos ambientales del Ayuntamiento, y programa rutas y visitas guiadas
(Laguna Negra, Acebal de Garagüeta,…). “Todo el mundo se va con una
sonrisa”, señala con orgullo. Habla de los parajes sorianos con conocimiento y
sensibilidad. El nuevo Mirador de la Galiana, comenta, además de “innecesario”,
“va a romper con el encanto de un sitio tan fantástico”. Yolanda cree en el
potencial turístico de Soria. Lo siente, lo vive, tanto en sus grandes como en
sus pequeñas cosas. Tiene cultura, patrimonio monumental, naturaleza,... El
sector del micoturismo se ha desarrollado mucho, afirma. Incluido el de la
trufa, que ha incrementado el turismo de invierno,... Desestacionalizar,
diversificar (gastronomía, rutas, fotografía, congresos,…), se presentan como
retos necesarios. Un turismo sostenible, subraya, “con una apuesta clara por la
internacionalización”.
Le
preguntamos por personajes de la hostelería soriana. Piensa en todos los
pequeños bares, restaurantes, sitios turísticos, que, además de innovar,
atender a su clientela, indican, aconsejan, informan. Esos son sus personajes. Los
detalles en las ciudades son muy importantes, asiente. Hay que cuidarlos.
Atraen visitantes y crean riqueza. “Esos chopos del río…” ¡Qué enorme Museo! El
Tren “Campos de Castilla” es un acierto, asegura. Y la zona peatonal y el
parking en el Centro son muy agradecidos por las personas que visitan la ciudad.
Su paraje favorito, el Duero. Un lugar que, junto a San Saturio y los Arcos de
San Juan son muy visitados. Mucho más que el interior de la ciudad, admite. Yolanda
ha leído a Saramago, García Márquez,… Ahora lee bestseller, novelas de
misterio,… Su madre es también una gran lectora y, añade: “una auténtica
luchadora”. ¿Cine? “La vida es bella”, “El milagro de P. Tinto”. El cine
español en general. De música se queda
con la clásica, Serrat, “Camino Soria”,… Su monumento preferido, San Juan de la
Rabanera. Por dentro y por fuera. Comentamos el proyecto intramuros, San
Nicolás, Numancia 2017,…
Nos
habla en fin de sus nuevos proyectos. Un curso de formación sobre la riqueza de
los bosques y las setas. Y, a nivel personal, escribir un libro de micro-relatos:
“Entre cuentos y tonterías”. Que ilustrará, por supuesto, con esos detalles de la
flora y la fauna sorianas que tan bien conoce y que tanto disfruta
describiéndolos en sus rutas. La Plaza de Herradores, en torno a un café, ha
sido un magnífico lugar para hablar con seriedad de turismo, cultura y
desarrollo sostenible con Yolanda Santos Grande. Una magnífica guía del
potencial turístico de Soria.