Los colores de Machado

 





La Casa de la Juana -taller de arte en el Círculo Amistad Numancia de Soria- es un espacio de libertad y creación entre cuatro mujeres. Con motivo del 150 Aniversario de su nacimiento, pensamos que el rédito cultural que tiene Soria con Machado debíamos redimensionarlo desde nuestro lenguaje. De este pensamiento nace esta muestra colectiva.

Es el color nuestra herramienta primordial y desde ahí nos sentíamos autorizadas para abordarlo. Tomamos el poemario y subrayamos en sus versos toda alusión cromática. Brotó un caudal impresionante.

Machado es primero blanco y luego dorado. Blancos son todos sus caminos, los muros, cierta sombra insistente que vaga por sus versos, blancas son las florecillas y la juventud. Son dorados los desengaños, las tardes, las ausencias, los álamos del río, las abejas, los campos amarillos y los rubios trigales. Los pinos verdes casi azules. Verdes son los prados, las ramas, las veredas, el humo verde de las ramas de los chopos agitados al viento en primavera. Plata son las colinas ceniza, y el río que refleja el cielo, las sienes, los grises alcores. Es la montés negra y dorada, y negros son los muros, los toros, los cipreses, las encinas. El cielo es “en el azul” color que transita por muchos matices, sombrío, lejano, añil, cobalto, monótono incluso. Fogonazos rojos encienden el cielo y el hogar. Las cumbres son blancas de nieve sonrosada. El Moncayo es blanco, es azul y blanco, o azul y rosa, como rosa es la flor del melocotonero. El Guadarrama es frío y áspero. Todos los matices del morado al violeta quedan reflejados en el aire, la luna, el cielo, las montañas, el mar. Pardos son los borriquillos y los ruiseñores y algunos ojos, aunque otros son glaucos. ¿Quién tendría los ojos glaucos? Tiene el poeta en sus versos mañas de pintor impresionista pues hay un torbellino de color en sus poemas.

En principio buscamos artistas locales afines, de plurales lenguajes pictóricos, que creasen una obra original con esta pauta. Pero tras la inmersión en el poemario observamos que Machado entreteje a Soria con Sevilla, Baeza, Segovia, Madrid, Rocafort, Barcelona y Colliure de manera inseparable. Ahí comprendimos que era fundamental invitar a un o una artista de cada ciudad en que habitó el poeta, lo que acortaba la lista local, tantos y tantas colegas que han quedado en el tintero, pero había que intentar recrear su cartografía cromática y emocional. Esto nos acercó a la Red de Ciudades Machadianas. Esperamos que esta muestra viaje por ella tras su estancia en Soria. Aspiramos a que tras su itinerario repose un tiempo en el Círculo Amistad Numancia, alojada en la La casa de los poetas, como nos sugirió la Fundación Antonio Machado.

Al contactar nos sorprendió su acogida entusiasta, tanto en artistas emergentes como consagrados, hay artistas muy relevantes en esta exposición colectiva. Tenían un denominador común que les impelía a participar, el respeto a Machado, a su universalidad, las ganas de verlo desde su propio mirar. Les lanzamos el reto, crear una obra original y pictórica desde ese poemario subrayado.

A mediados de septiembre empezaron a llegar las obras. Todo lo que habíamos visto estaba y mucho más. El Machado caminante exaltado en paisajes tormentosos, surrealistas, expresionistas, abstractos. Paisajes que jugaban juegos interdimensionales, paisajes relumbrantes como tumbas. Los blancos fulgurantes, la luz fría dominante, pero enseguida transitaba a su complementario violeta. El dorado, divino, trigueño u otoñal. La plenitud de verdes, azules y negros, o todos explotando juntos en las abstracciones. ¿Se pueden calificar de alegres estas abstracciones? Llegaron retratos contundentes, grisallas en las que tras el vigoroso trazo cabrilleaba la luz dorada. Retratos que se fundían con el paisaje transitando en el tiempo. Retratos interiores. Encuentros personales e íntimos con su poesía y lugares. Alegorías. Naturalezas muertas. Las vindicaciones denunciando los paisajes perdidos o amenazados por la especulación o el deterioro ambiental. El arte urbano incómodo, que grita o se mofa, la irrupción de los teléfonos móviles en nuestra vida. Lo iconoclasta. Llegó el genocidio de Gaza, no podía ser de otro modo en este momento. El drama de la guerra, el exilio y la muerte. El viaje estaba completo. Nuevas miras a lo inmutable desde lo contemporáneo, arte vivo, casi fresco en las paredes. Escuchen los versos interactúen con el color. Disfruten LOS COLORES DE MACHADO. Y lo más importante si no lo han hecho, léanlo.

La casa de la Juana

Isis Gayo, Azahara del Campo, Miriam Tella, Cristina Ortega



OBRAS EXPUESTAS


Susana Gaitán Giménez, Soria

Sin título

 

2025

Oleo sobre lino, acrílico, bordados en hilo, pan de oro, 128/60 cm.

 

Desarraigo, nostalgia, soledad, escepticismo, decepción, tiempo o muerte…, lo bello, la Naturaleza, lo sublime, lo esencial, lo total… todo lo que la figura y obra de Machado me sugiere, queda concentrado en el color crudo del lino o del hueso, en el plumaje de un rabilargo, en los rojizos o pardos de las tierras áridas, en el oro de la divinidad… el gusto por la técnica del óleo se mezcla con el bordado, que obligan a la lentitud del proceso, a la reflexión con cada pincelada, con cada puntada que confecciona la raíz-neurona.






Vanessa Gallardo, Soria

Horizonte dorado de macizas espigas

 

2025

Collage de serigrafía oro sobre papel, 50 x 40 cm.

 

“Ya con macizas espigas, preñadas de rubios granos, a los campos de Miguel tornó el fecundo verano”. Con esta pieza se ha querido representar la profundidad de los campos de Castilla que Machado ilustraba a través de sus palabras como un horizonte dorado, amarillento y con segmentos blancos. Soria es, desde que tengo memoria, recogida y siembra, el labrador cultiva su tierra conformando una suerte de estructuras extensas de cereal que bañan la provincia de campos de trigo, cebada, girasol o colza. Crean así un sedimento que ilumina el amplio paisaje soriano, brillan sus tierras en cultivo y en barbecho, que aquí es representado por los espacios en blanco, como silencios que dejan intuir el descanso de la herencia.


 





Hilos del aguacero

 

2025

Técnica mixta sobre tela, 25 x 80 cm

 

A diario paseo por donde él lo hizo. El Duero soriano junto con sus cielos me son necesarios desde niña, y mirar las nubes me hace volar alto, como debe ser. Antonio Machado es profundamente atmosférico. El clima está muy presente en su obra; constantemente lo pinta, lo evoca, y en “Campos de Castilla” se respira intensamente.

Por mi parte he intentado -porque nunca lo podré hacer como é-, plasmar esa luz de la tormenta: la “nube lejana” con su “centella amarilla”,, los “trozos de añil entre nublado y nublado”, “los hilos del aguacero”… Y esas nubes ascendentes de “En abril las aguas mil”:

“…Hacia la sierra plomiza van rodando en pelotones nubes de guata y ceniza.”




 


Marta Lapeña

Luz dorada



2025

Acrílico y óleo sobre lienzo

146 x 110 cm

 

Mi obra establece un diálogo con aquellos versos de Antonio Machado que evocan los “dorados atardeceres” de sus poemas. Esa luz cálida y envolvente, tan presente en su lírica, se transforma en color y atmósfera en mi obra. No solo recurro al dorado como tono predominante, sino que lo utilizo como una fuente lumínica que baña la escena, como si atravesara una ventana e inundar los objetos cotidianos con la misma calidez contemplativa que habita en la poesía de Machado.

Este bodegón se centra en elementos sencillos del entorno que me rodea para, a través de una mirada sensible, captar lo común como una fuente de verdad y emoción, reconociendo en lo cotidiano ese valor poético que Machado supo transmitir en sus versos.





Ana Morales

Álamos dorados

 

2025

Acrílico sobre tabla

86 x 122 cm

 

El arte nos enseña una valiosa lección: “La belleza radica en la armonía y la simplicidad”, como nos decía la pintora canadiense Agnes Martin.

Antonio Machado nos ayuda a sentir la belleza y la armonía que surge de lo más cercano, de la serenidad de un paisaje, trasmitiéndonos incluso el aroma del tomillo al roce de una pisada.

La sencillez y la armonía van juntas en nuestras vidas, haciéndonos ver la belleza que nos envuelve. Ya lo decía Leonardo da Vinci, “La poesía es pintura ciega y pintura es poesía muda”, ambas comparten un mismo propósito, desde lo más íntimo y a través de nuestras emociones donde lo consciente y lo inconsciente se unen para dar forma y hacer visible nuestra obra.

Antonio Machado utiliza palabras para pintar escenas y crear imágenes mentales en la imaginación del lector que, como define Leonardo, en su poesía son un ejemplo de la pintura ciega.

Mi entorno forma parte de las emociones y sensaciones que me llevan a dar visibilidad a a1uello que hasta ese momento era invisible, quedarme con lo esencial y conseguir un resultado plástico y armónico con la mayor simplicidad.

El título de mi obra “Álamos dorados” forma parte de ese entorno que nos rodea y que tanto apreciamos los sorianos, corresponde al poema Campos de Soria.






Lidia Sancho Heras


2025

Acrílico sobre lienzo

55 cm

 

XXIV

“El sol es un globo de fuego,

la luna es disco morado”.

 

XVII

HORIZONTE

“La gloria del ocaso era purpúreo espejo,

era cristal de llamas, que el infinito viejo”.

 

2

“iba arrojando el grave soñar en la llanura…

Y yi sentí la espuela sonora de mi paso

repercutir lejana en el sangriento ocaso,

y más allá, la alegre canción de un alba pura”

 

Fragmentos del libro “POESÍAS COMPLETAS” de Antonio Machado.





Carlos Sanz Aldea





Susana Villar de la Villa 

Anoche cuando dormía soñé ¡bendita ilusión!

 

2025

Acrílico, spray, tinta y óleo sobre lienzo sin imprimar

100 x 130 cm

 

“Anoche cuando dormía
soñé, ¡bendita ilusión!,
que una fontana fluía
dentro de mi corazón”.

 

“Anoche cuando dormía
soñé, ¡bendita ilusión!,
que una colmena tenía
dentro de mi corazón”.

 

Tanto el cuadro como el poema nos invitan a contemplar un paisaje interior rico y complejo, donde la realidad se transforma en un torrente de sentimientos y símbolos.

 




Isis Gayo / Soria

El río plata

 

2025

Óleo, pigmentos y plata sobre lienzo

150 x 120 cm

 

Dos fotografías antiguas me han impactado recientemente, la del Duero antes de la construcción de las presas y la de Machado junto a sus compañeros de Instituto.

La una por la belleza abrupta del río y la otra por el aire bohemio, moderno del joven poeta en comparación con sus relamidos colegas. Recuerdo la anécdota familiar de Teodosia, amiga de mi abuela María, que narraba como ella y Leonor, de niñas, importunaban al excéntrico y despistado poeta cautiva das por su diferencia.

Siempre lo vemos representado como el pausado señor de cincuenta que vino un día a ser nombrado hijo adoptivo de Soria en 1932, pero el Machado que vivió en nuestra tierra en 1907, era un joven atractivo que triscaba enérgico por los cerros que atraviesan el río, susurrando sus versos con un suave acento andaluz, rendido ante la belleza fría de una tierra tan diferente a la suya. Mi obra es tenue, desvaída, el bello poeta en grises se funde con el paisaje, que metálico le atraviesa el corazón, “…Yo tuve patria por donde corre el Duero…” escribirá después, esperando por siempre que quizá la primavera, tal vez, solo tal vez, le rescate de la tristeza.

 

 



Azahara del Campo Granada / Soria

Colliure, 1979

 

2025

Técnica mixta sobre tabla

150 x 90 cm

 

Cuando comenzamos a organizar esta exposición mi único apego tangible con la obra de Machado, era una de mis canciones favoritas, la fantástica “tus ojos me recuerdan” de Paco Ibáñez.

Un día, de improviso, me llegó un mensaje enviado por una buena amiga de mi madre, con una foto en blanco y negro en la que se las veía imposiblemente jóvenes y felices, en una playa, al preguntar dónde era, y tras alguna duda, resultó ser Colliure.

La casualidad, o causalidad, me resultó lo suficientemente sorprendente como para dejar una profunda impresión, de repente Machado y yo estábamos vinculados de una manera muy personal. Mi conexión más cercana y más dolorosa con la muerte, mi madre, en el marco del pueblo que albergó sus últimos días de vida.

Esto me empujó a buscar otras uniones con el poeta, quizás un contrapunto más amable; descubrí lo que siempre me reverberaba al leer su obra, sus retratos de las flores silvestres.

Mis recuerdos infantiles no me llevan a un patio de Sevilla, sino a un campo de almendros bajo el solo de otoño, al olor a humo de leña, a tierra roja y aromáticas de secano, los cantuesos morados, las fiestas de oro…

De esa espiral de muerte, de infancia, de nostalgia y de recuerdos felices, nace este cuadro.

 

 



Miriam Tello / Soria

El Cerro de los moros. (Se canta lo que se pierde)

 

2025

Técnica mixta sobre tabla

120 x 150 cm

 

Desde hace unos años trabajo sobre un proyecto que llamo, apropiándome de un verso de Antonio Machado, “Se canta lo que se pierde”. En él rescato lugares simbólicos que han desaparecido, están degradados o sobrevuela sobre ellos una transformación que los vaciará de sentido, provocando una grieta en nuestra memoria y una pérdida patrimonial irreparable. El Cerros de los Moros podría ser uno de ellos. Yo lo observo y lo paseo a menudo. Contiene todos los colores con los que Machado des cribe el paisaje castellano: “negros encinares, cárdenos alcores sobre la parda sierra, montes azules de la sierra, cielos blancos, campillo amarillento, nubes cenicientas, pardas encinas, negra encina, montes de violeta, verdes pradillos, cerros cenicientos, plomizos peñascales, polvorientas colinas plateadas, álamos dorados, hojas otoñales, amarillas”.

Un día escuché a Julio Llamazares decir que “los paisajes son contenedores de memoria viva”, Espero que el legado de Machado nos ayude a entender que debemos protegerlos y no sean solo la imagen de un cuadro que la gente mira.

Enmarcándolo todo he elegido el amarillo cadmio, recordando su origen sevillano:

“Mi infancia son recuerdos de un patio de verano

Y un huerto claro donde madura el limonero.”



 


Cristina Ortega Blanco / Soria

Entre plomizos cerros, mi corazón está vagando, en sueños.

Materia viva del territorio.

 

2025

Técnica mixta sobre lienzo

150 x 120 cm

 

La materia late en la obra de Antonio. Poesía que es tierra. Reflejos del recuerdo del caminar, del sentir el viento en el rostro mientras la melodía de la memoria nos acompaña. Campos de Soria y de Castilla, aguaespejo de ríos y cielos, que en su entraña guardan el pálpito del territorio.

Las tierras de Soria son materia creadora de esta pieza. Mapa imaginario y sensitivo de la experiencia de vagar por caminos y veredas, donde los trazos de los ríos y sus vegas se transforman en n solo plano bidimensional, hasta componer una topografía cromática de la memoria.

La pieza consta de dos soportes, el sonoro y el visual, ambos se entrelazan mediante la contemplación, por un lado, de las palabras y, por otro lado, de los colores y la materia. La palabra como huella de la memoria, del sentir, del ser y del estar en un territorio real e imaginario a la vez. Para desarrollar la narración sonora, he realizado un ejercicio de identificación de colores y sustantivos contenidos en el libro Campos de Castilla. Su lectura busca el tono de un “rosario machadiano”, en modo perfomático.

¡Campillo amarillento cono, tosco sayal de campesina, pan moreno, globo morado, nieves blancas, pardas encinas..!





Manuel León Moreno / Sevilla

San Justo y San Rufino

 

2017

Acuarela sobre papel Fabriano

29,7 x 21 cm

 

La obra se concibe como un doble retrato de Antonio Machado: el niño que juega en los patios de Las Dueñas y el anciano que, en el umbral de la muerte, recuerda aquella luz primera.

Las dos figuras -una que porta la llama, otra que la observa- condensan el tránsito entre la infancia y la despedida, entre la creación y la memoria.

El entorno vegetal, casi sacro, alude a un “sin pecado” naturalista, donde la fe se vuelve contemplación del mundo.

En esa tensión luminosa, Manuel León invoca la permanencia del tema andaluz a través del tiempo.

 

 



María Gimeno / Madrid

Los colores de Machado. Antología cromática

 

2025

Tinta al óleo sobre papel

45 x 65 cm

“Los colores de Machado. Antología cromática” toma como punto de partida los pasajes donde el color es protagonista en la obra de Machado, creando con ellos una nueva narrativa poética que se sucede de manera continua como escritura automática. Es una obra fragmentada realizada con técnica de estampación por lo que el texto se invierte y su lectura solo es posible a través de un espejo o de la cámara selfi de un Smart-phone. Además, los textos están recopilados a modo de antología en un cuaderno de páginas finísima en cuyo reverso se transparenta y se hace legibles.

La artista presenta una obra que ensalza y pone en valor los versos cromáticos del poeta en una discreta oda a la lectura. Nos invita a cuestionar el uso del teléfono móvil. Como este nos aleja de la lectura y sustituye por la maraña visual y ligera de las redes. Nos propone una lectura imposible, un texto repetitivo que se sucede como el mantra de una lengua remota y cuya clave, paradójicamente, tenemos al alcance de la mano en nuestro teléfono móvil, ese aparato del cual no podemos prescindir.






Gema Perales / Baeza

Machado en Baeza

 

2025

Óleo sobre tabla

150 x 122 cm

 

Antonio Machado solicitó el traslado a la ciudad de Baeza tras la prematura muerte de su amada esposa Leonor, en un intento de huir del dolor y del pasado.

Describió la ciudad como “poesía en piedra” y allí residió 7 años ejerciendo como profesor de francés en la Universidad de Baeza, donde, el aula en la que daba clase aún se conserva intacta.

El poeta solía caminar ensimismado por el Paseo de las murallas, actual Paseo Antonio Machado. En 1916 se produce el encuentro de Antonio Machado y García Lorca, un joven granadino estudiante de 18 años. La influencia y admiración fue mutua entre ambos poetas.

Ese tiempo en Baeza fue uno de los periodos más duros de su vida, pero también le sirvió como inspiración para escribir algunas de sus obras más relevantes.




                                        

Santiago Ydáñez / Artista invitado / Jaén

Machado

 

2025

Óleo sobre lienzo

100x70 cm

 

 

                             

Carlos León Escudero / Segovia

Hafrika


2022

Técnica mixta sobre tabla

120 x 80 cm

 

Nacido en Ceuta en 1948 se cría en Segovia. Abandona la medicina por la pintura y su ciudad por Madrid, París y Nueva York, aunque actualmente reside de nuevo en Segovia. Es un pintor expresionista abstracto, pionero en la investigación de nuevos soportes y lenguajes. Medalla de oro al Mérito en las Bellas Artes en2022. Su obra está en museos y colecciones principales del mundo, incluido el Museo de Bellas Artes de Bilbao, la Fundación de Helga Alvear o el Reina Sofía.

Sin posibilidades de crear una obra para esta muestra, nos manda un trabajo anterior. Llevándolo a LOS COORES DE MACHADO nos evoca a las aliagas agitadas por el viento o a berros revueltos por las aguas de un río turbulento. De trazo rotundo, y airoso combina el negro y el amarillo sobre la tabla en un torbellino de gran fuerza. Una elección muy acertada para representar a Segovia en esta muestra sobre el color machadiano.

La casa de la Juana

 


 



Aneta Tarmokas / Rocafort

La muerte del niño herido

 

2025

Estampación con sellos de linograbado. Cinco tintas sobre papel verjurado 300 fr.

50 x 35 cm

 

Otra vez.

Sobrevivir a una hija, a un hijo, debe ser una de las mayores condenas. Ser testigo de cómo se apaga la vida entre tus manos y mo poder hacer nada.

He escogido como inspiración el poema “La muerte del niño herido”, de Antonio Machado, uno de los sonetos escritos una noche de bombardeos durante su estancia en Rocafort (Valencia), en marzo de 1939.

Elegí estos versos por la dolorosa actualidad de su temática. La referencia de la madre sujetando la mano muerta de su hijo es una foto real de una madre gazatí en 2025.

Han pasado más de 85 años entre el horror de la guerra civil española, que retrató el escritor en muchos de sus poemas, y el genocidio en Gaza a manos de Israel.

Machado evocó aq2uel durísimo episodio de nuestra historia a través de sus textos. Hoy, todas y todos somos testigos de una de lasa peores crisis humanitarias. Casi en tiempo real. Espectadores del horror desde el sofá de nuestras casas, que aún conservan por fortuna todas sus paredes y techos.

Y ahora esas ocho décadas han conseguido comprimirse hasta parecer solo unas horas, oprimidas por el odio, el capricho y la sinrazón. Y entre aquel niño herido moribundo que nos trajo el poeta y esta imagen que inspira el cuadro que hoy expongo, apenas hay diferencia.

Todo este tiempo que separa un hecho del otro parece no haber servido para nada. Parece habernos enmudecido, cegado y ensordecido más aún, a pesar de estar viéndolo casi en primera fila.

Mi aportación a la exposición es una expresión de este dolor que sentimos como sociedad ante este horror del que somos cómplices en silencio.

Por todas aquella niñas y niños. Por todas esas madres rotas.

 

 

 


Clara S Prous / Barcelona

Bufón Jocoso

 

2025

Óleo sobre tela

100 x 70 cm

 

La obra Bufón Jocoso parte de un poema de Antonio Machado, en el que un demonio grotesco -pequeño, jorobado, con barba y mirada viva- se ríe del propio yo mientras baila sin motivo. Me interesó cómo ese bufón encarnaba la risa amarga que muchas veces sentimos hacia nuestra propia desgracia. En el cuadro, ese personaje se actualiza: aparece vestido con un chándal rojo chillón, como si viniera de un descampado urbano o un vídeo viral. Lleva el móvil colgado, símbolo de exhibición constante y soledad compartida. El fondo oscuro y sucio contrasta con la calidez agresiva del rojo, que remite tanto al peligro como al deseo de atención. El gesto del bufón es una mezcla entre burla y euforia. Me interesa ese límite entre lo grotesco y lo cómico, lo degradado y lo teatral. Aquí, el bufón no es un acompañante: es el protagonista. Y en su mirada hay una pregunta sin respuesta: ¿de quién te estás riendo exactamente?



 


Felicity McCartan / Colliure

El último camino

 

2025

Óleo sobre tabla

140 x 80 cm

 

Agotado y enfermo, Antonio Machado llegó a Colliure con su familia el 29 de enero de 1939. Encontraron alojamiento para el grupo en un pequeño hotel y allí pasó sus últimas tres semanas.

Ian Gibson en “Ligero de equipaje”, relata que se arrepintió de haber dejado España. Le dijo a Navarro Tomás, que viajaba con él: “No debí salir de España; sería mejor para mí quedarme y morir en una zanja”.

Este cuadro busca reflejar sus colores como exiliado que llora la muerte de la República Española y todo lo que ha dejado atrás. Habría mirado hacia el río El Dui que fluye bajo los dos puentes hacia el mar. En su horizonte habría visto el Cacizo de la Albera, frontera que acababa de cruzar. Estaba tan cerca pero tan lejos. Los elementos paisajísticos de su poesía: los caminos blancos, los ríos verdes, los robles y cipreses, las colinas azules y grises, los montes azules y las colinas plateadas de Soria, presente también en Colliure.

Los colores fríos reflejan la terrible situación del poeta pero sin duda sus pensamientos también irían al recuerdo de la Sevilla de su infancia que se divisa tras los puentes.

Esta pintura busca transmitir un viaje de la oscuridad a la luz, de las montañas opresivas recién cruzadas a la libertad:

Y cuando llegue el día del último viaje,
y esté al partir la nave que nunca ha de tornar
15,
me encontraréis a bordo ligero de equipaje,
casi desnudo, como los hijos de la mar.