viernes, 11 de septiembre de 2015


FORO INTERNACIONAL DE EXCELENCIA Y DEBATE CIUDADANO, “ANTONIO MACHADO”

SEMINARIO:
Antonio Machado y el ejemplo y valor de la naturaleza y el medio ambiente

16 de Octubre 2015
Lugar: Salón Gerardo Diego
Círculo Amistad-Numancia

El seminario parte de los múltiples componentes y valores de la naturaleza que se encuentran en la Magna obra de Antonio Machado, principalmente en "Campos de Castilla": paisajes, personas, territorio y sus frutos, entorno cultural y artístico. Su objetivo -de total actualidad- es la salvaguarda de la naturaleza y el medio ambiente, indispensable para la supervivencia de la humanidad, y compatible con un desarrollo equilibrado. Se celebra este Seminario, coincidiendo con dos acontecimientos del máximo relieve: Cumbre de la ONU sobre el Clima, prevista en el mes de diciembre en París, y solicitud a la UNESCO, por parte del Ayuntamiento de Soria, para que sea declarada nuestra ciudad como Reserva de la Biosfera. 
Antonio Machado, poeta de la humanidad -reconocido por la UNESCO a instancias de nuestra Fundación-, pueden ser punto de referencia en España para un desarrollo integral y sostenible de la naturaleza. Dada su trascendencia permanente, la Fundación Española Antonio Machado celebrará anualmente un Seminario sobre el mismo tema en Soria. 

PROGRAMA 

11,45 horas. CASA DE LOS POETAS. Exposición Machadiana. 

Como acto previo al seminario, el día 16 de octubre a las 11:45 horas se visitará la exposición a la que la FAM ha cedido una colección de poemas, manuscritos y cuadros dedicados a Antonio Machado por poetas, escritores y pintores de prestigio nacional e internacional.

Presentación e intervenciones del Alcalde de Soria. Presidente del Círculo Amistad Numancia. Presidente de la Fundación Antonio Machado. 

SEMINARIO

12.30 horas. SALÓN GERARDO DIEGO. CÍRCULO AMISTAD-NUMANCIA. 

Acto de Inauguración. Representantes de los Ministerios de Educación. Medio Ambiente. Sr. Alcalde de la ciudad. Sr. Presidente de la Diputación. Dña. Leonor Machado, sobrina del poeta y Presidenta de honor de la Fundación. D. Manuel Núñez Encabo, Presidente de la Fundación.

13.00 horas. Conferencia inaugural. Vicente Jiménez Zamora. Arzobispo de Zaragoza, con el título de: "Presentación y  significado de la Encíclica del Papa Francisco: Laudato. Sí."

                     PRIMERA MESA REDONDA

18.00 horas. SALÓN GERARDO DIEGO. CÍRCULO AMISTAD-NUMANCIA. 

"Los retos actuales de la salvaguarda y desarrollo de los múltiples valores de la naturaleza y del medio ambiente". 

Coordinador Antonio Bueno García, Decano de la Facultad de traducción e interpretación de la Universidad de Valladolid, Campus de Soria

PONENTES

Doña María García Angós. Fiscal Delegada del Medio Ambiente en Soria. 

D. José María BallesterExperto europeo y Director del área de desarrollo rural de la Fundación Botín.  

D. Anselmo GarcíaDirector de Soria Activa. Caja Rural de Soria.

D. Miguel Latorre, Director del Centro de Energías Renovables (CEDER) de Soria. 



SEGUNDA MESA REDONDA

19.15 horas. SALÓN GERARDO DIEGO. CÍRCULO AMISTAD-NUMANCIA.

“Matices de la naturaleza en el entorno de las ciudades machadianas: Sevilla, Madrid, Soria, Segovia, Baeza, Valencia”. 

Presentación D. Manuel Núñez Encabo, Presidente de la Fundación. 

MODERA: D. José Miguel FERNÁNDEZ.

Ponentes: Representantes de las ciudades machadianas: Manuel Núñez Encabo (Soria) D. Eusebio Ortega (Baeza), D. Bernardo Bueno (Sevilla) y D. Roberto Cantos (Valencia).


CONFERENCIA DE CLAUSURA

20.15 horas. SALÓN GERARDO DIEGO. CÍRCULO AMISTAD-NUMANCIA.

"La solicitud de reconocimiento de Soria por la UNESCO de Reserva de la Biosfera." Doña Marta Cáceres, concejala del Ayuntamiento de Soria

20.45 horas. Recital de poemas de Antonio Machado por profesores y alumnos de Centros de enseñanza de Soria 

COLABORAN: 

  Emiliano Revilla 


Patrocinado por: 

Fundación Española Antonio Machado 


jueves, 10 de septiembre de 2015

Carlos Barral 1980

MACHADO, EN COLLIOURE


CARLOS BARRAL
Exclusiva Agencia Efe, S. A., 1980

¿Conoces a monsieur Valls? Es la persona que reconoció a Antonio Machado a su llegada a Collioure el 28 de enero de 1939. El señor Valls era entonces ferroviario. Saludo al señor Valls y conversó con él unos minutos. Es miembro del recién fundado Patronato del Premio Internacional de Literatura Antonio Machado, a cuya primera sesión pública, en este cuarenta y un aniversario de la muerte del poeta, he acudido esta vez a Colliure desde Barcelona. El señor Valls me habla de los libros que prestó a Machado durante las semanas de agonía del poeta en el pueblo, del orgullo que siente por haber sido su amigo, quizá el único, a lo largo de aquellos días y de un penoso paseo, muy al final de la estancia, desde la plazuela donde está aún el Hotel Quintana hasta la playa, hoy puertecillo, en el que siguen amarrando históricos faluchos. Me sorprende no haber conocido al señor Valls en viajes anteriores, en otras conmemoraciones machadianas y quisiera preguntarle por qué y dónde reconoció al poeta, que yo tenía entendido que llegó a este lugar en un automóvil que Corpus Barga había puesto a su disposición en la frontera, pero que don Antonio y su madre alcanzaron en ella, tras una larga caminata desde la masía donde habían pasado la noche, ya repleto de gente, de modo que el poeta tuvo que acomodar a la anciana sobre las fatigadas rodillas. Pero en ese momento un numeroso grupo de gente cruza la cercana puerta del cementerio y se acerca a la tumba, rodeándola, e inmediatamente después entran varios gendarmes con un mazo de flores y un señor al que todos hacen sitio, que debe ser el alcalde. Me quedaré sin saber cómo se conocieron Valls y Machado y sin acabar de ordenar los datos hasta ahora contradictorios que he ido acumulando sobre la última escala del poeta en esta hermosa orilla del Rosellón. El alcalde deposita las flores atadas con una fina cinta con los colores franceses y pide simplemente un minuto de silencio. No puedo menos que pensar en el despliegue de banderas republicanas de hace veinte años o de hace quince y aún menos y en los encendidos discursos de aquellas conmemoraciones. Luego, monsieur Le Maire nos pide que le acompañemos a la vecina tumba de madame Quintana, símbolo de la hospitalidad que Colliure brindó al poeta y que su tierra sigue otorgando a sus despojos y a los de Ana Ruiz. A madame Quintana sí que la conocí y hablé largamente con ella. Cuando el veinte aniversario, había reconstruido la cámara mortuoria, volviendo a armar las dos escuetas camas de hierro y restituyendo a su rincón un arrumbado aguamanil que los tristes viajeros usaron en aquel invierno de la derrota republicana. Era ya vieja y había hecho una devoción de práctica casi cotidiana del cuidado de la tumba, alrededor de la cual peinaba la grava y arrancaba las hierbecillas. Intenté en aquella época publicar un artículo de homenaje a la espontánea sacerdotisa de la beatería machadiana que, por supuesto, no tenía ningún contenido político, pero que no gustó a la censura franquista. Desde entonces la tumba ha cambiado muy poco. Es una losa grande con los nombres y los títulos de “poeta español” y “madre del poeta” y un espaldar de cemento en el que no recuerdo si había entonces, pero hay ahora, un retrato, más bien un daguerrotipo, y un buzón de hierro y vidrio en el que los devotos introducen mensajes y poemas. ¿Qué harán con ellos?
Han estado presentes hasta este domingo dos conferenciantes madrileños, el poeta José Luis Cano y José María Moreiro, dos profesores sorbonenses, Berard Sesé y Claude Couffon y algún artista, venido también de Madrid, como el escultor Juan Haro, pero en la ceremonia resultó ser el único español venido a propósito, con la excepción del cineasta Ricardo Muñoz Suay, que aparece como mágicamente a mitad del acto. Me habían dicho que este cuarenta y un aniversario con premio, conferencias y coloquio, supliría el cuarenta no celebrado, pero nadie parece haberse dado cuenta de ello. Las conferencias han versado sobre un tema entre vidrioso y frívolo: “La mujer en la obra y la vida de Antonio Machado”, asunto más bien banal de crítica poética y oscuro en lo tocante a investigación biográfica. Y al coloquio han aflorado, claro está, numerosas cuestiones impertinentes. Don Antonio no se hubiera divertido. Pero muchos de los asistentes eran gente de la comarca o de comarcas cercanas y es de notar el arraigo que la presencia del gran poeta español ha ido tomando en este lugar y en sus cercanías. Una tumba honrada como parte del más noble patrimonio local, una calle con el nombre de Antonio Machado y un futuro museo en la que fue última residencia en vida del escritor, afianzan el derecho de la villa de Colliure a custodiar para siempre los despojos del que fue uno de los grandes poetas de este siglo.
Varias veces, a lo largo de la inacabable noche del franquismo, las conmemoraciones machadianas en Colliure fueron ocasión de extraordinarios encuentros entre intelectuales del exilio interior y escritores y políticos exiliados. En 1959, en el vigésimo aniversario de la muerte, coincidimos allí con los entonces ya famosos Gabriel Celaya y Blas de Otero, un numeroso grupo de escritores de versos todavía jóvenes que iríamos constituyendo lo que Juan García Hortelano llama “grupo de los años cincuenta”: José Angel Valente, José Agustín Goytisolo, José Manuel Caballero Bonald, Jaime Gil de Biedma, Angel González, yo mismo..., al lado de novelistas, críticos, gentes de teatro y numerosos artistas plásticos venidos de todos los rincones de la España enrejada. Para un grupo de entre nosotros, ese primer encuentro en Colliure fue algo así como el centenario de Góngora para nuestros abuelos literarios de la generación del veintisiete. Para casi todos la fundación de una amistad y de un compañerismo que echaba allí, a la sombra de un Machado que no era sólo un escritor, sino también un símbolo cívico y una referencia histórica, raíces literarios y políticas. Eran tiempos de reivindicaciones y protestas, de arriesgados pliegos de firmas y de proyectos de lucha cultural. Machado muerto era enormemente fecundo y no sólo por sus versos. En la biografía de muchos escritores españoles, las ingenuas y sentimentales liturgias de la devoción machadiana, las celebraciones fúnebres en ese acastillado puertecillo rosellonense, constituirán un obligado referente.
Años más tarde, quizás con ocasión del veinticinco aniversario, se otorgaron en Colliure los primeros premios de la editorial ruedo Ibérico. Esta vez los protagonistas del encuentro fueron novelistas y los jurados que debían deliberar y votar. Pero, de nuevo, acudieron a Colliure gentes de todas las profesiones que se insertan en las múltiples actividades de la creación cultural. Y coincidieron con ellos políticos e ideólogos y simples resistentes y exiliados forzosos y voluntarios. De nuevo las calles de la villa templaria se llenaron de voces entusiastas y conspiratorias y se reavivaron en muchos los proyectos y las esperanzas de un futuro cívico decoroso. Los huesos de Machado seguían ejerciendo una función histórica. Luego, a lo largo de los años, muchos hemos vuelto a Colliure sin ser convocados, en fechas de aniversario o con cualquier otra ocasión y hemos pasado por la escueta tumba del poeta y de su madre. La etapa rosellonense de la biografía de Machado no se limita al seguramente angustioso, ciertamente dolorido y poco estudiado periodo de su agonía, entre el 28 de enero y el 22 de febrero de 1939, sino que se prolonga a lo largo de los cuarenta años de dictadura franquista. Machado muerto y enterrado, aunque hubiera sido con tardíos honores, en cualquier lugar de España, no hubiera ejercido la función civil que ha llevado a cabo con la pura presencia de sus restos, desde su tumba extranjera. Se empieza a hablar de posibilidades de traslado a distintos lugares de España de los despojos de Antonio Machado, lo que no es nuevo, sino que es un proyecto que ya tentó hace tiempo a los falangistas durante el franquismo. Por fortuna, los que tendrían derecho a autorizar ese traslado se hubieran opuesto entonces y, según me dicen, se siguen oponiendo ahora y uno de los objetivos del patronato constituido en Colliure es el de combatir esa descabellada idea. ¿Qué lugar de España, podría reclamar, por otra parte, con justificadas razones, la custodia de las cenizas de Machado? Ni su Sevilla natal, ni la Soria de Leonor, ni Baeza, ni la Segovia de Guiomar, ni el Madrid de los últimos tiempos parecen tener especial derecho, por mucho que el poeta las hubiese amado. Los restos del poeta deben permanecer en Colliure, convertidos por la historia española en lugar de peregrinación no tanto literaria – que sería más bien tonta beatería – como cívica y en una permanente referencia a la desgraciada historia reciente de los españoles. Las ciudades y pueblos que se crean en la obligación de honrar la memoria de Antonio machado harán bien en dedicarles calles y monumentos. Tampoco estaría mal que los españoles que se sienten agradecidos a Antonio Machado como lectores o como conciudadanos contribuyeran a erigir un monumento en el cementerio francés o simplemente a mejorar con un testimonio de admiración en piedra la modesta tumba de la pequeña y pueblerina necrópolis de Collioure.

miércoles, 9 de septiembre de 2015

Louis ARAGON

POUR MACHADO


Par LOUIS ARAGON

22 février 1939

Trente-neuf la terre tremble
O torrent d´hommes en marche
Ce déluge n´a point d´arche
Le jour à la nuit ressemble
C´est l´heure prémonitoire
Sur l´autel du sacrifice
Où l´Espagne offre ses fils
Au feu sombre de l´histoire
Sur les chemins de l´exode
Où vous demandiez asile
Voici la terre d´exil
Ses camps ses fusils ses codes
C´est ici que tout commence
Ici la Mort en voyage
Arrête son attelage
Elle inspecte un peu la France
Regarde les gens qui passent
Avec leurs yeux de Castille
Elle arrange sa mantille
Et s´assied car elle est lasse
Mais dites-moi c´est étrange
N´est-ce pas une guitare
Qui peut en jouer si tard
Dans la paille d´une grange
Qu´a-t-elle entendu Qu´était-ce
A Saint Pierre de Cardègene
Le Cid embaumé qui saigne
Ou le coeur de Cervantes
La brise qui gongorise
Le cri de Sainte-Thérèse
Un rouge-gorge une braise
Toute l´ombre qui se grise
Cette voix que chante-t-elle
Qui fait dans la nuit le jour
Et l´Espagne à Collioure
Dans la lumière immortelle
Immortelle Le mot brûle
A sa lèvre violette
La Mort lève sa voilette
Elle a peur elle recule
Puis la noire voyageuse
S´approche et longtemps écoute
La chanson du bord de route
Qui la fait jalouse et songeuse
C´est trop même d´une larme
Elle a peur qu´on la désarme
Elle a peur pour son empire
Avant aussi de reprendre
Ses chevaux et sa voiture
Elle tarit ce murmure
On l´attend là-bas en Flandres
Elle tarit cette source
L´âme et ce qu´elle recèle
Elle éteint cette étincelle
Sous les sabots de sa course
A jamais ici demeure
De qui les yeux se fermèrent
Au bruit amer de la mer
Machado qu´ailleurs l´on meure
Machado qu´ailleurs les flammes
Le saccage et l´épouvante
Ailleurs les camps la mort lente
Oslo Dunkerque Ámsterdam
Il faut pour que Paris tombe
Et viennent pendre les hordes
Leurs drapeaux à la Concorde
Machado mis dans la tombe
Machado que l´homme acquiesce
A la foudre qui le perce
Le pourchasse et le disperse
Comme un bétail mis en pièces
Le monde coure à sa perte
La guerre frappe à la porte
Comme le sang dans l´aorte
O mort la voie est ouverte



lunes, 7 de septiembre de 2015

Jean Cassou

Dans la revue “Les Langues néo-latines”, nº 217 (pp. 17 à 21) du troisième trimestre 1976, nous avions publié – avec son aimable autorisation, bien sûr, quelques pages écrites para Jean Cassou sur Antonio Machado (“Trois poètes: RILKE, MILOS, MACHADO” Librairie Plon: 1954) les plus belles jamais publiées à ce jour...
Le grand humaniste et hispaniste que fut Jean Cassou n´a pas reçu, à notre avis, l´hommage qu´il méritait lorsqu´il est mort en 1986.
Que cette nouvelle publication soit un hommage à l´auteur de ces pages et, bien sûr, au poète dont elles parlent si bien!
Quel magnifique plaidoyer aussi pour la langue castillane!

Georges COLOMER (Novembre, 1996)


JEAN CASSOU

“La première fois que je vis don Antonio Machado, il enseignait encore à Ségovie. Le soir de ce jour il m´emmena promener par la campagne aux abords de la ville, dans l´intention de me la montrer au clair de lune, du haut de l´Alcazar. Mais la lune ne sortait pas. Il parlait peu, tout à son idée de la lune, et grommelant de temps à autre quelques propos où je distinguais le mot lune, qui si souvent revient dans sa poésie et en éclaire les bribes de rêves. Il marchait de son pas lourd de vieux berger somnambule et je le suivasi respectueusement. Enfin la lune parut au rendez-vous et je le vis soulagé. A notre retour dans la ville, une autre joie m´attendait et qui, pour moi, fit de cette nuit ségovienne une nuit privilégiée: il y avait une panne d´électricité, et seul le clair de lune régnait par les rues de la vieille cité castillane. J´avais vraiment accès à une nuit de Machado, je pouvais y errer avec, pour guide, le poète lui-même, duca e maestro, son rameau d´or à la main!
J´ai vu Antonio Machado tel qu´on peut se le représenter à travers ses poèmes, tel qu´il se promène dans la nuit de ses poèmes, avec sa stature épaisse et sa pesante face espagnole au sourire tordu entre de mauvaises dents et des lèvres amères, au regard illuminé de bonté.” (...) P. 87 et 88

“J´ai aimé la poésie de Machado plus que nulle autre. D´abord parce qu´écrite en espagnol, la langue de ma mère, donc capable de me toucher au plus intime de moi, et qui est aussi, en toute objectivité, la langue royale, faite pour la poésie. Et de tous les poètes espagnols, Machado est celui qui l´a le plus espagnolement parlée, celui qui lui a fait rendre au mieux son caractère et sa spécificité de langue espagnole. Certes cette langue dispose des plus diverses et magnifiques ressources et qui peuvent la porter à la pompe, et jusqu´à une pompe si éclatante qu´elle se dépasse, se domine et, se raillant elle-même, s´identifie à un prodigieux burlesque. Mais la langue espagnole de Machado n´a pas besoin de pareils jeux, elle se passe de toute science apparente, de toute rhétorique, bien que la langue espagnole soit aussi celle des plus savants rhétoriqueurs. La langue espagnole de Machado est au contraire dénuée de tout extérieur et en reste à son état naturel. C´est en ce sens qu´on peut dire qu´elle est celle qui ressemble le plus à la langue espagnole, qui ressemble le plus à l´Espagne. Elle est, comme l´Espagne, sobre, grave et brève, avec des mots concrets, rudes, humbles, simples, d´une princière et gueuse simplicité, langue toute drue et nue, langue paysanne sans affectation, sonore sans apprêt, riche sans atours, sentencieuse sans effet, expresssion directe de la terre, de l´âme et de la mort.
Ainsi dépouillée, étrangement modeste, la poésie de Machado s´approche avec toute sa puissance d´envoûtement, vous l´impose et vous laisse en suspens et le coeur déchiré. C´est véritablement une poésie qui va du coeur au coeur, et c´est pourqoui elle est intraduisible”. P 92, 93, 94.

Par deux fois donc, ce poète continental et terrier, ce poète des hauts-plateaux, enfermé dans son horizon de steppe infinie ou clos de sierras, évoque la mer. La première dans ce poème, qui n´est qu´un quatrain et, sous le coup d´une douleur soudaine, qu´un cri de rage:

Señor, ya me arrancaste lo que yo más quería.
Oye, otra vez, Dios mío, mi corazón clamar.
Tu voluntad se hizo, Señor, contra la mía.
Señor, ya estamos solos, mi corazón y el mar.

Et voici l´autre apparition de la mer, dans un poème intitulé “Portrait”, un autoportrait où l´auteur, sur un ton de simple et franche confidence, raconte son humeur et son art, par conséquent, comme le précédent, l´un de ses poèmes les plus intimes. Et il termine:

Y cuando llegue el día del último viaje,
y esté a partir la nave que nunca ha de tornar,
me encontraréis a bordo ligero de equipaje,
casi desnudo como los hijos del mar.

Cette mer, entrevue par ces deux déchirures, n´est pas seulement un idéal de l´ esprit, mais une réalité prophétisée. Machado devait l´atteindre au terme de son aventure, et sur ses rivages trouver son sépulcre. Emporté par son indesserrable attachement dans le glissement de terrain de l´Espagne vaincue, jusqu´aux extrêmes frontières de celle-ci, jusqu´au point où n´eut plus d´armes, ni d´armée, ni de nom, où elle fut elle-même attachée à son attachement, patrie sans patrie, alors, à Collioure, en terre étrangère, sur le bord de la terre étrangère, le poète vit s´illuminer et s´étendre la mer étrangère, celle-là dont il avait eu le pressentiment en deux instants de pensée funèbre. Les gens de Collioure, qui n´ont pas oublié le bref séjour chez eux de cet homme discret, si profondément et dignement malheureux et en qui, avec leur infaillible intuition populaire, ils avaient tout de suite reconnu quelque chose comme un saint, m´ ont conté comment il aimait à conduire ses promenades, les dernières de sa vie, à un certain rocher qui s´avance dans la mer. Là s´asseyant et contemplant autour de lui le bleu du ciel et le bleu de la mer, plongé, immergé dans cette contemplation, il murmurait avec ravissemnt: “C´est la Grèce”. Ainsi un âpre Castillan a-t-il, avant de s´éteindre, pieusement salué les flots d´où sont nées les déesses, nos grandes immortelles, chères à toute l´humanité civilisée: la raison, la beauté.

Le plus farouche attachement du coeur aux choses prochaines et au prochain, à sa terre et à son peuple, peut fort bien s´accompagner d´une aspiration de l´esprit au général et à l´universel, aux grandes idées qui mènent le monde, à la civilisation; à l´ historie. C´est là cette agilité de l´esprit dont j´ai parlé tout à l´heure et qui achève la grandeur d´un hommme. Si humble soit celui-ci et lié aux humilités du séjour qui le borne, si fixé que soit son coeur, son esprit n´en jouit pas moins d´une athlétique et magnanime vigueur qu´il excerce à s´égaler aux plus vastes dimensions du temps et de l´ espace. Machado n´était pas seulement un poète espagnol, mais un homme et ses pensées étaient d´un humaiste. Dans ce même autoportrait il nous dit qu´il y a dans ses veines “des gouttes de sang jacobin”. Il ne craignait pas les déterminations temporelles et historiques et savait déclarer les siennes en tous les problèmes de la philosophie, de la morale et la politique. Il avait pris son parti, qui était celui de l´humanisme méditerranéen, de la France démocratique et de l ´Espagne républicaine. Cela certes sans déclamation aucune, mais aussi sans que cela restât sous-entendu, mais aussi de façon que nul n´en ignorât, encore moins lui-même qui savait à quoi s´en tenir sur tout ce qui était de lui-même et avait suffisamment fréquenté ses galeries sousterraines pour envisager aussi les avenues où s´engage le destin de l´espèce. Son coeur l´avait conduit à demeurer jusqu´au bout avec son peuple, de Madrid bombardé, qu´il n´avait consenti à quitter que sur l´ordre exprès des autorités militaires, à Valence investie, de Valence à la déroute totale et même indissolublement mêlés dans le même attachement. Mais cet attachement ne consistait pas de sa part dans une fatalité instinctive et par cela touchante sans doute, mais obscure et peu satisfaisante pour l´intelligence qui aime voir clair. Et l´esprit de Machado, qui aimait voir clair, étant un esprit de race latine, acceptait les accidents et les contingences, savait fort bien la signification de cet attachement et l´élevait au rang d´un choix. Il savait fort bien quelle vivante Espagne particulière se découvrait dans cette Espagne des moulins et des norias qu´il avait emportée avec lui depuis son terroir poétique jusqu à cette douloureuse agonie sous les coups de la plus abominable iniquité que l´histoire ait jamais commise, l´histoire c´est-à-dire des nations contre une nation, des hommes d´état contre un peuple, une certaine politique contre une autre politique. Il savait fort bien que, par son geste et par sa mort, les mots de poésie, lesquels ne semblent qu´effusion, sentiment, rêverie, modeste charité, se transposaient en termes de doctrine et de volonté historiques. Mais quoi? Il n´ y avait  dans ce savoir rien de forcé ni d´artificiel. Antonio Machado mourait comme il avait vécu, de la sorte de mort conséquente à sa sorte de vie, en ramenant à une même unité, sans effort et en toute sérénité, les songes de son coeur et les pensées de son esprit. Fidèle à ses attaches, il ne faisait rien de plus que de donner à ces mêmes attaches, par un fier baptême de sang, leur nom temporel et charnel, leur nom de guerre.” (...) pp. 97 à 103.
“Confiants et graves ont dû être les dialogues de l´innocent Machado avec la mort.  Nous savons au moins qu´à la sienne il a offert comme lit la plus belle des mers, celle qui se pare d´azur et de sagesse. Nous savons aussi que s´il pensait à l´intimité essentielle des êtres qui lui étaient chers il me pouvait, pour mieux l´atteindre et lui reconnaître toute sa noblesse, que la situer dans son dialogue avec la mort. C´est au coeur du dialogue avec la mort. C´est au coeur du dialogue avec la mort que lui est apparu Federico García Lorca, lorsque ce jeune compagnon, son successeur dans la poésie, son devancier dans la mort, tomba frappé par la main de celui qui fait triplement proclamer son nom et que je ne saurais nommer une seule fois ici. Le bruit des assassins passera: il reste ce soudain vivrant silence, où l´innocent salue la mort qui lui sera donnée et la tient devant lui, dressée dans toute la tendre séduction de son chant, telle la vierge guerrière se révélant à Siegmund: pour l´un de nos chers poètes, ce fut, ce sonore silence, la rumeur del flots, pour l´autre le claquement de castagnettes d´une belle gitane. Prenante mélodie, chant profond auquel l´âme a bien le droit de s´ abandonner sans être taxée de lâche et malasain renoncement: cet abandon est un acte d´ amour où se résument tous les actes d´amour d´une existence courageusement consentie dans la plénitude de la réalité.
Ce n´est pas assez d´aimer vivants ceux que nous aimons: il faut encore les aimer mortels. Ainsi Machado a-t-il aimé son beau cadet Federico. Ainsi devons-nous aimer les poètes que nous aimons: dans cette suprême méditaiton qu´ils ont poussée jusqu´ aux parages de la mort, dans ce plus secret conseil qu´elle leur a été. Parmi tous les colloques du poète au fond de sa retraite le plus vif est bien celui qu´il mène avec la mort. Car c´est celui où sa vie, il peut enfin l´appeler un destin. Elle y dit son dernier mot, elle s´y dévoile complètement, elle s´éclaire de la lumière qui la définira tout entière, dans son intégrité humaine. Baudelaire a voulu voir dans la mémoire la principale faculté de l´imagination poétique: cette faculté ne s´exerce que sur le passé, dont elle quintessencie les charmes, dont elle fait surgir les allégories et les correspondances, dont elle fait vibrer tous les harmoniques. Mais il est une autre faculté poétique, tournée au contraire vers l´inconnu final, ouverte sur l´accomplissement, passionnément curieuse d´une nouvelle sorte de perfection, de la perfection même. Cette faculté plus mystérieuse donne au poème l´ultime tour de main, en fait le chef-d´oeuvre d´un homme qui s´accepte déjà mort.
Merveilleux colloque, celui du poète avec la mort. Il y est au comble de sa conscience de vivre et à la source la plus fertile de son génie. Quand c´est avec celle-là de ses habituelles compagnes qu´il s´entretient, il baisse la voix. Que de confidences et d´amoureuses délicatesses dans ce chuchotement, quelle couleur de crépuscule! C´est alors que cet homme est le plus homme, entièrement homme, et le plus pur, et le plus simple, et le plus vrai. Et le plus libre. Libre et nu “comme les fils de la mer”. (1940-1951) pp. 112-115.









LEÓN FELIPE

         La paz nace cuando la Justicia abre la puerta, las entrañas, sus entrañas amorosas, como la madre, para que nazca el hijo.
La paz es un acto de amor de la Justicia. La Justicia es amor. Y nada existe que tenga más valor sobre la Tierra. La Justicia es amor. ¡Amor! Lo que origina, organiza, y hace caminar al mundo. La esencia primera que está en el corazón del hombre, y que nos dice siempre cuál es lo tuyo y lo mío. En forma de Justicia está contenido en las más rígidas pragmáticas, lo mismo que en el Decálogo. Por amor se hacen las revoluciones y se establece la política. Lo llamamos Justicia, pero no es más que amor. Es la luz que gobierna el espíritu, como la gravedad gobierna la materia. Si esta ley se rompe, se descompone o se debilita, no puede haber paz entre los hombres, aunque se llenen las audiencias de magistrados y las calles de policías. La paz no se pide. Viene, llega sola, como la luz, cuando la Justicia se cumple.
Sólo en días tenebrosos como éstos, en que el sol de la Justicia no sale en ninguna latitud de la Tierra... ¡se pide la paz!
Y la pide el ladrón y el asesino para que a él -¡claro!- no le pidan, no le pidan cuentas ni la Justicia de los hombres ni la Justicia de Dios.
            La paz no la puede pedir nadie..., menos el criminal. Ni imponerla nada..., menos la bomba atómica. Ni impetrarla un Pontífice cuando se le antoje... y se le puede antojar cuando aún tiene sus vestiduras llenas de sangre.

Os he defraudado... os he engañado... ¿verdad? ¿Creíais que venía yo aquí esta noche a hablar de Antonio Machado, con un discurso de ocasión, y que me iba a comportar como un mantenedor de juegos funerales?
Machado, que está ahí en efigie... y su espíritu invade el ámbito de este templo, porque todos ahora pensamos en él, sabe que todo cuanto he dicho de los poetas muertos y de la Poesía asesinada, lo he dicho por él y para él.
Machado fue un gran hombre... uno de los pocos poetas españoles ungidos con aceite puro y sagrado de olivos. Y un mártir –algo forzado ya- del ensueño y de la esperanza. Quiso creer, pero no pudo, como don Miguel de Unamuno.
Su nombre queda escrito en el santoral trágico y poético español, que no sabemos la suerte que correrá “en la muerte, el silencio y el olvido” de España, de este pueblo extraño que nació para que sus poetas cantasen el triunfo de la Justicia... y no pudieron cantar más que la envidia, la traición y la desventura.
¡España... España! ¿Por qué tú que viniste al mundo a defender la Justicia “con una lanza rota y con una visera de papel”, acabaste siendo madre de traidores y te has deshecho en polvo rencoroso?
Cuando dentro de algunos siglos, si el mundo sigue caminando, los eruditos y los paleógrafos venideros encuentren los libros de Machado, en algún rincón defendido por el viento, se quedarán absortos y ceñudos ante versos como éstos, que no podrán transcribir:

Veréis llanuras bélicas y páramos de asceta.
No fue por estos campos el bíblico jardín...
Son tierra para el águila... un trozo del planeta
por donde cruza errante la sombra de Caín.

¿Qué querría decir aquí el poeta?... ¿Y aquí? ¿Qué quiere decir?

Tiene el padre entre las cejas un ceño que le aborrasca
el rostro un tachón sombrío como la huella de un hacha.
Los hijos de Alvar González ya tienen huerta y majada.

Y otra vez aquí la palabra Caín, que se repite tanto:

Mucha sangre de Caín
tiene la gente labriega...

Y este soneto..., ¿por qué terminaría así este soneto el poeta Machado?

Hoy que es espalda el lomo de tu fiera
y es el milagro de no ser cumplido,
brinda, poeta, un canto de frontera
a la muerte, al silencio y al olvido

Ya no es más que un símbolo. Ahora Machado ya no es más que un símbolo... un símbolo y una acusación, como García Lorca y como don Miguel de Unamuno.
Ayer... hace ahora poco más de diez años, todavía era un hombre. Lo conocí. Fuimos amigos apretados por la tragedia y el desvelo. Podría contar hechos y palabras suyas que yo sólo sé. Pero no es ésa, la hora de las anécdotas ni de la historia puntual tampoco.
Subimos y bajamos muchas escaleras juntos en los días oscuros de la guerra. ¿De qué guerra? ¿De qué guerra de España? No ha habido nunca más que una guerra en el mundo... ¡la del hombre! Como no ha habido nunca más que una sola Poesía... y un solo poeta: el viento... el viento cantando su vieja y monótona canción por el gran embudo de la Tierra.
Y este viento, que es la voz de Dios, ha enmudecido ahora. Y la Tierra que antes nos mostraba signos misteriosos que esperaban la fecundación – la interpretación del viento-, se ha vuelto hoy estéril, opaca y enemiga. Porque el mundo está ganado por una ráfaga sorda y acusadora del hombre. Aquella ciudad ideal que queríais levantar los filósofos y los santos, es ahora una Babel dirigida por la codicia, por el fraude y por el miedo, y donde la voz misma de Isaías quedaría aplastada bajo el pregón mecánico del mercader.
El poeta y el profeta no tienen silla ni lugar hoy en esta ciudad..., donde los ladrones del pan y del espíritu se han apoderado de todas las tribunas.
Y la piedra... aquella piedra que había en el ejido, a la puerta de la ciudad, donde el poeta extraviado y el profeta vagabundo se levantaban con los pies descalzos, a pedir perdón y hospitalidad, y desde donde decían la palabra de Dios, con la espada del verbo en la boca ya ha derribado la piqueta del odio y del terror. Porque tienen miedo de todo y piensan que hasta el poeta puede ser un espía enmascarado.
Yo no soy un espía enmascarado.
Tal vez soy el último poeta del mundo. Podéis subrayar la palabra último para significar que soy el último en méritos y el último en la gran causa de los poetas condenados de España, que sólo han sabido cantar desesperadamente la muerte:

¡España...España! todos pensaban...
el hombre, la historia y la fábula...
todos pensaban
que ibas a terminar en una llama
y has terminado en una charca.
¡Mirad! Allí no queda nada.
Al borde de las aguas cenagosas:
una sotana negra... una gran calavera...
y una espada...

Sí, yo soy el último poeta condenado de España, ya próximo a enloquecer y enmudecer. Y he venido aquí esta noche a dejar esas palabras acusadoras, esta corona de rosas negras, a los pies de un poeta muerto, de El Poeta Muerto... de la Poesía asesinada.





Julián Marías

JULIÁN MARÍAS

Cuando entra en Soria, hace una nueva y más radical experiencia de amor y de dolor – y de pertenencia, de compartir una vida que es siempre otra –, no es que Machado pierda lirismo, no es que se vuelva poeta descriptivo, “objetivo” o anecdótico. Al contrario: su vida pierde un residuo de abstracción y se hace ligeramente concreta – y por ello más poética-; adquiere plena circunstancialidad. Y surge la experiencia de su propia vida en un lugar definido:

Yo en este viejo pueblo paseando
solo, como un fantasma.

Y la experiencia de la vida de los demás, con los cuales se siente en comunión fraterna: los viajeros que cabalgan en pardos borriquillos, las “plebeyas figurillas /que el lienzo de oro del ocaso manchan”, el hombre y la mujer que aran, mientras
bajo el pesado yugo,
pende un cesto de juncos y retama,
que es la cuna de un niño,

el viejo acurrucado junto al fuego, que tiembla y tose, la vieja que hila, la niña que “cose verde ribete a su estameña grana”; la nieve los envuelve, pero en medio de la escena invernal se desliza el futuro, la anticipación de la vida por venir:
La niña piensa que en los verdes prados
ha de correr con otras doncellitas
en los día azules y dorados,
cuando crecen las blancas margaritas.

Y la historia entera: la vida que pasa aquí y ahora: en Soria, en Castilla, en la ribera del Duero, entre San Polo y San Saturio, junto a los álamos del amor. La vida de que Antonio Machado tiene experiencia, cada vez es menos “la vida en general”; va siendo esta, la mía, la de cada cual, circunstancial y única, destino libremente aceptado, porque “nadie elige su amor.”


JULIÁN MARÍAS 
(Antonio Machado y la experiencia de la vida)