II Seminario, Noviembre 2016: PONENCIAS Seminario Octubre 2015: Ponencias completas



FORO INTERNACIONAL DE EXCELENCIA
              Y DE DEBATE CIUDADANO             

“ANTONIO MACHADO”

II SEMINARIO
4 de Noviembre 2016

Textos Ponencias



LAUDATO SI’, EVALUACIÓN Y RETOS


Por Mons. Vicente JIMÉNEZ ZAMORA

Arzobispo de Zaragoza


Introducción

         Saludo con particular afecto a D. Manuel Núñez Encabo, Presidente de la Fundación Española Antonio Machado, organizador del II Seminario: “La protección y el desarrollo de la Naturaleza y el Medio Ambiente”; a las Excelentísimas e Ilustrísimas Autoridades; a las personas, entidades e instituciones colaboradoras de este Foro Internacional de Excelencia Antonio Machado ; al Sr. Presidente del Círculo Amistad-Numancia; a todos los participantes; a los paisanos y amigos aquí presentes, especialmente a los sacerdotes. Para todos, mi saludo cordial y fraterno. Gracias por vuestra presencia.

         El año pasado en este mismo lugar y en el marco del I Seminario Machadiano, pronunciaba la conferencia inaugural sobre la encíclica del Papa Francisco, Laudato si’ sobre el cuidado de la ‘casa común’.

         La Fundación Antonio Machado, que dignamente preside D. Manuel Núñez Encabo, además de su misión cultural, se proyecta también en las actividades relacionadas con la naturaleza y medio ambiente, porque D. Antonio Machado es figura emblemática por su magna obra Campos de Castilla. Es, además, “la marca ética de prestigio”.

         El año pasado hacía una introducción, a modo de pórtico y evocación, de D. Antonio Machado sobre su amor a la naturaleza y, especialmente, a la tierra, al paisaje y a las gentes de Soria.

         En el poema Campos de Soria, inserto en el libro Campos de Castilla (1912), nos muestra la esencialidad y la identificación espiritual del propio poeta con la realidad de Soria. Se trata temáticamente de la ‘humanización’ del paisaje soriano, el cual viene a ser para A. Machado como una quinta esencia o arquetipo ideal del paisaje castellano y, por extensión, un símbolo de España.

         Machado nos ofrece la idea de paisaje-alma, a través de una gama recíproca y diversa de impresiones visuales y cromáticas. En el poema de Campos de Soria, ve los “verdes” prados; los cerros “cenicientos”; las tierras labrantías como retazos de estameñas “pardas”; los llanos “plomizos”; y ve también las colinas “plateadas”, los “grises” alcores, las “cárdenas” roquedas. Machado ama y vive la naturaleza y el paisaje como ‘casa común’. Para él la tierra es como su madre y hermana, en sintonía con lo que afirma el Papa Francisco en su novedosa encíclica Laudato si’.

Síntesis de la encíclica Laudato si’

         Antes de entrar en el desarrollo del tema de esta conferencia inaugural, en la que pretendo hacer una evaluación y ofrecer los retos de la  encíclica Laudato si’, es conveniente recordar las grandes líneas y hacer una breve síntesis global de la misma.

         La encíclica se articula en torno al concepto de ecología integral, esto es, el medio ambiente en el que se desarrollan las relaciones básicas del ser humano: con Dios, consigo mismo, con los demás y con la creación.

         El punto de partida es el análisis de la situación actual en el capítulo primero, titulado Lo que está pasando en nuestra casa. El Papa aborda la situación generada en torno al calentamiento global y la contaminación, el problema del agua, la pérdida de la biodiversidad y sus consecuencias en  ser humano. Ello se manifiesta en el deterioro de la calidad de vida y la falta de igualdad de condiciones para la vida y el desarrollo en el planeta, que afecta a las personas y a países enteros. Ante esta situación, por encima de la legítima diversidad de opiniones sobre las causas y las soluciones, el Papa denuncia la debilidad de las reacciones en la política internacional y en los poderes económicos.

         El segundo capítulo, El Evangelio de la creación, es la propuesta de la relación con la creación que se desprende de la Sagrada Escritura. Establece la grandeza de la dignidad humana y cómo el pecado rompe el equilibrio de toda la creación.

         En el tercer capítulo, La raíz humana de la crisis ecológica, se presenta un análisis de las causas que han provocado la situación actual en diálogo con la filosofía y con las ciencias humanas. El desarrollo tecnológico ha dado a algunos un dominio impresionante sobre el conjunto de la humanidad y del mundo entero. Además, la mentalidad tecnológica dominante concibe toda la realidad como objeto ilimitadamente manipulable, incluyendo los recursos naturales y al propio hombre.

         La propuesta del Papa recogida en el capítulo cuarto habla de una Ecología integral. Un nuevo paradigma de justicia, una ecología que tenga en cuenta el lugar peculiar del ser humano en el mundo y en las relaciones con el mundo que le rodea. La naturaleza no es algo separado de nosotros o un mero marco de nuestra vida. Esto se aplica a todo lo que vivimos en los distintos campos: en la economía, en la política, en las distintas culturas  - especialmente las más avanzadas - y todo lo que afecta a nuestra vida cotidiana. De hecho, la ecología, afirma el Papa en la encíclica, es inseparable del bien común, lo cual implica tomar decisiones solidarias basadas en “una opción preferencial por los más pobres”.

         Como consecuencia de los planteamientos propuestos, el Papa Francisco propone en el quinto capítulo Algunas líneas de orientación y acción. En él se plantea la pregunta sobre lo que podemos y debemos hacer. En primer lugar propone establecer diálogo sobre el medio ambiente en la política internacional que responda a las necesidades y a las expectativas y alentar también el diálogo hacia las políticas nacionales y locales. Propone también incorporar la responsabilidad  ambiental y social a la hora de evaluar y analizar la actuación de las empresas y en particular el impacto ambiental de cada nuevo proyecto.

         El último capítulo, Educación y espiritualidad ecológica, va al centro de la conversión ecológica a la que invita la encíclica. Las raíces de la crisis cultural son profundas y no es fácil rediseñar hábitos y comportamientos, pero la educación y la formación siguen siendo desafíos claves. Como señala el Papa “todo cambio necesita motivaciones y un camino educativo”, por lo que se han de implicar la escuela, la familia, los medio de comunicación, la catequesis, etc., apostando por cambiar el estilo de vida y educar en la alianza entre humanidad y ambiente.

EVALUACIÓN DE LA ENCÍCLICA LAUDATO SI’

         Firmada el 24 de mayo de 2015, pero hecha pública el 18 de junio de 2015, solemnidad de Pentecostés, la encíclica Laudato Si’ (LS), sobre el cuidado de la ‘casa común’, tiene una importancia excepcional. Es cierto también que la exhortación apostólica Evangelii Gaudium se ha convertido en el documento programático del pontificado del Papa Francisco. Pero la fuerza de LS y el amplio impacto que ya ha tenido en la Iglesia y en la sociedad, así como el enfoque y el contenido de la encíclica, permiten entrever una nueva etapa en la Doctrina Social de la Iglesia. En 1891, León XIII abordó las “cosas nuevas” en su encíclica Rerum novarum; 125 años más tarde, Francisco se sitúa a la altura de los nuevos retos de la época. Si la llamada cuestión social marcó el siglo XX, la cuestión socio-ambiental dominará las preocupaciones de nuestro siglo XXI.        

         En general, la recepción  de la encíclica ha sido muy positiva tanto fuera como dentro de la Iglesia, tras un cierto desconcierto en un primer momento por lo novedoso de la temática.

         Que un Papa se pronuncie sobre la degradación del medio ambiente, dedicándole toda una encíclica, sorprendió a propios y extraños, aunque una vez leído el texto y escuchado a los expertos resulta evidente que la Iglesia exprese su opinión y fije su doctrina sobre una cuestión social tan nuclear como es el cuidado de la creación.

         El gran número de ediciones, publicaciones, libros, comentarios, conferencias, mesas redondas, que ha generado LS (sólo en España) en el año transcurrido desde su promulgación dan buena cuenta de su enorme eco mediático.

         La encíclica ha tenido un gran impacto e influencia en tres eventos celebrados en el año 2015: 1) La Tercera Conferencia Internacional sobre la Financiación para el Desarrollo (Addis Abeba, Etiopía, del 13 al 16 de julio ; 2) La Cumbre de las Naciones Unidas para la adopción de la Agenda de Desarrollo a partir de 2015 (Nueva York, del 25 al 27 de septiembre); 3) La Vigésimo Primera Sesión de la Conferencia de las Partes en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP21), celebrada en París del 30 de noviembre al 11 de diciembre).

         Ofrezco solamente algunos ecos de la voz de la encíclica:

1.     La creación de un curso sobre la encíclica desde la Red de Soluciones del Desarrollo Sostenible de la ONU.

https://www.sdsnedu.org/learn/laudato-si-on-care-for-our-common-home-september-2015

2.     La recepción positiva de las organizaciones sociales católicas, por ejemplo en la campaña Enlázate por la Justicia:



         En el plano internacional, el Secretario General de las Naciones Unidas, Ban Ki-Moon, al poco tiempo de la publicación, destacó que las conclusiones de la encíclica sobre el calentamiento global “tienen consenso científico”. Indicó que esperaba recibir al Papa Francisco en las Naciones Unidas en septiembre cuando el Pontífice se dirija a la Asamblea General. Así fue. El Papa en esa ocasión solemne tuvo un importante discurso, comentando pasajes de su encíclica LS.

         El Papa Francisco ha abierto un camino nuevo para la ecología. Así lo afirma, por ejemplo, Marcelo Sánchez Sorondo, Canciller de las Academias Pontificias de las Ciencias, que asesoró al Papa en la redacción de la encíclica, y que desde su publicación ha participado en encuentros internacionales sobre el documento. Para Sánchez Sorondo la encíclica ha tenido una influencia decisiva en la aprobación de los nuevos Objetivos de Desarrollo Sostenible, en la cumbre inaugurada en septiembre por el mismo Papa en la sede de la ONU en Nueva York. Y, sobre todo, en el éxito de la XXI Conferencia Internacional sobre el Cambio Climático celebrada en París en diciembre, de la que salió por primera vez un acuerdo global.

         La evaluación de Sánchez Sorondo sobre el papel de la encíclica LS en París la comparte en gran medida Thomas Stocker, coordinador del último Informe científico que el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático preparó para esta cita. LS - explica este físico ambiental - es un documento sin precedentes, del máximo valor. Es la primera vez que un Santo Padre habla del cambio climático, la biodiversidad, y de nuestro propio comportamiento de una forma tan completa. A título personal, - decía-  me impresiona la amplitud de su enfoque, desde los datos científicos hasta las raíces del comportamiento humano hacia la naturaleza.

         El Papa ha tocado el corazón de los hombres creyentes y no creyentes. La razón reside en la idea fundamental de que no será posible solucionar la crisis ambiental y crear un mundo con más justicia sin perfilar qué es el hombre.

         El Premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel destaca que el documento es la “primera encíclica dirigida a toda la humanidad”. La encíclica habla de “una auténtica deuda ecológica” sobre todo del Norte con el Sur del mundo, reconociendo que frente al cambio climático hay “distintas responsabilidades”, y son mayores las de los países desarrollados.

         Las Organizaciones Ecológicas Internacionales también respaldaron el documento, como el caso de Greempeace, que indicó en un comunicado: “Todo el mundo, ya sea religioso o secular, puede y debe responder a este llamamiento con la acción urgente”.

         En este sentido, la Fundación Mundial para la Naturaleza (WWF), por sus siglas en inglés) señaló que el texto LS “supone una llamada a la acción para todos, en todas partes”.

         El Director de la Organización Ecologista en el Reino Unido, David Nussbaum, señaló: “Estoy muy animado de que el Papa haya trazado la intrínseca relación entre los humanos y la naturaleza y que no se pueda dividir la justicia económica, social y ecológica”. “Para que la gente y la naturaleza puedan prosperar, para promover el bien común, debemos cuidar de nuestro hogar común”, completó.
        
         Hasta aquí algunas indicaciones sobre la evaluación  y los ecos que ha tenido la recepción eclesial y mundial de la encíclica LS.

RETOS DE LA ENCÍCLICA LAUDATO SI’

         En la segunda parte de mi conferencia trato de presentar un marco de lectura que permita entender las implicaciones y plantear los retos. Lo hago en diez puntos, que forman una especie de decálogo ecológico, que resume los retos fundamentales.

1.     La causa de los pobres

         Hay que reconocer que, a pesar de la buena recepción de la encíclica como he apuntado en la primera parte de mi conferencia, en no pocos ambientes eclesiales y sociales, la causa de la ecología es aún considerada como algo exótico, como un lujo propio de sociedades ricas, como un freno al desarrollo de los pueblos o, poniendo un ejemplo gráfico, como un desenfoque que prioriza los animales como las focas antes que las personas.

         Por eso, a algunos les ha podido sorprender que un Papa que viene del sur del planeta, y que ha mostrado una sensibilidad social tan aguda, haya dedicado su primera encíclica a esta cuestión. Esas voces escépticas parecen olvidar que muchas personas y grupos, dentro y fuera de la Iglesia, vienen insistiendo desde décadas en que las principales víctimas de la crisis ecológica son las poblaciones más pobres de la tierra. El Papa Francisco asume esta visión cuando indica que “entre los pobres más abandonados y maltratados, está nuestra oprimida y devastada tierra” (LS 2).

         Más aún, la encíclica desgrana “las consecuencias dramáticas de la degradación ambiental en las vidas de los pobres del mundo” (LS 13). A lo largo de la encíclica, el Papa describe algunos efectos de la crisis medioambiental. Veamos algunos ejemplos. 1º) “La exposición a los contaminantes atmosféricos produce un amplio espectro de efectos sobre la salud, especialmente de los pobres” (LS 20); 2º) el calentamiento global es particularmente grave “en los lugares más pobres de la tierra, especialmente en África, donde el aumento de la temperatura unido a la sequía hace estragos en el rendimiento de los cultivos” (LS 51); 3º) la situación de los migrantes y refugiados medioambientales (LS 25); y 4º) las graves dificultades que sufren las poblaciones empobrecidas para acceder al agua potable (LS 28 ss.).

2.     Preocupación por la biodiversidad

         Junto al modo de tratar la “cuestión socio-ambiental” como única, las palabras del Papa Francisco introducen otra novedad significativa en la historia de la Doctrina Social de la Iglesia: una sorprendente preocupación por la biodiversidad (cfr. LS 32-42).

         ¿A qué se debe esta novedad significativa? Se debe, sin duda, a la centralidad de la cuestión la cual va más allá de su valor estético o sentimental hacia algunos animales icónicos en peligro de extinción. Así, se recuerda a los menos familiarizados con la biología que “algunas especies poco numerosas, que suelen pasar desapercibidas, juegan un rol crítico fundamental para estabilizar el equilibrio de un lugar” (LS 34).

         Muchas de las numerosas especies que están desapareciendo a gran velocidad debido a la acción del hombre poseen un valor irremplazable puesto que “podrán significar en  el futuro recursos sumamente importantes, no sólo para la alimentación, sino también para la curación de enfermedades y para múltiples servicios” (LS 32). En efecto, “estamos hablando de valores que exceden todo cálculo” (LS 36). Pero, además de su potencial utilidad, las especies con las que convivimos en nuestra ‘casa común’, aquellas con las que compartimos un cierto grado de fraternidad, deben ser conservadas porque “tienen un valor en sí mismas” (LS 33).

         En último término, en la preservación de la biodiversidad está en juego mucho más que la conservación de algunas especies, la calidad y la preservación de nuestra propia vida: “Porque todas las criaturas están conectadas, cada una debe ser valorada con afecto y admiración, y todos los seres nos necesitamos unos a otros” (LS 42).

3.     Los consensos científicos

         Aunque la separación entre la fe y la ciencia constituye uno de los dramas de la Modernidad, hace ya mucho tiempo que la postura del magisterio eclesial admite, defiende y valora el campo propio de investigación científica. De ello da fe el Concilio Vaticano II cuando reconoce que “las cosas creadas y las sociedades gozan de leyes y valores propios, que el hombre va gradualmente conociendo” y que, por tanto, la autonomía de las realidades terrenas “no solo es una reclamación de los hombres de hoy, sino algo que responde a la voluntad del Creador” (Gaudium et spes, 36).

         En coherencia con este planteamiento y como no podía ser de otro modo, LS se apoya en el trabajo de los científicos. El Papa afirma con claridad que “hay un consenso científico muy consistente que indica que nos encontramos ante un preocupante calentamiento del sistema climático” y que “numerosos estudios científicos señalan que la mayor parte del calentamiento global de las últimas décadas se debe a la gran concentración de gases de efecto invernadero (anhídrido carbónico, metano, óxidos de nitrógeno y otros) emitidos sobre todo a causa de la actividad humana” (LS 23).

         El cambio climático y el calentamiento global no son los únicos temas, aunque sí son especialmente significativos y relevantes. Una postura igualmente fundamentada y matizada puede encontrarse, por ejemplo, al analizar los organismos genéticamente manipulados (cfr. LS 133). De hecho, la encíclica ha venido precedida de una serie de estudios y jornadas de debate, en las que ha jugado un papel destacado la Academia Pontificia de las Ciencias. Participan en ella numerosos y prestigiosos científicos, incluyendo varios galardonados con el premio Nobel, independientemente de sus creencias religiosas. La última de sus Conferencias Internacionales tuvo lugar en el mes de abril de 2015, en torno al siguiente tema: “Proteger la tierra, dignificar la humanidad: las dimensiones morales del cambio climático y de la humanidad sostenible”. Al respecto, Juan Pablo II ya escribió en 1988: “Al expresar mi admiración y mi aliento hacia estos valiosos pioneros de la investigación científica, a los cuales la humanidad debe tanto de su desarrollo actual, siento el deber de exhortarlos a continuar en sus esfuerzos permaneciendo siempre en el horizonte sapiencial en el cual los logros científicos y tecnológicos están acompañados por los valores filosóficos y éticos” (Fides et Ratio [FR], 106).

4.     Superación del  cientificismo y de la tecnocracia

         Al tiempo que valora y se apoya en la ciencia, la enseñanza social de la Iglesia critica el cientificismo y la tecnocracia. A eso se refería Juan Pablo II que constató: “la mentalidad cientificista ha conseguido que muchos acepten la idea según la cual lo que es técnicamente realizable llega a ser por ello moralmente admisible” (FR ,88).

         En este sentido, el Papa Francisco alude al paradigma de la tecnocracia, es decir, al “modo cómo la humanidad de hecho ha asumido la tecnología y su desarrollo junto con un paradigma homogéneo y unidimensional” (LS 106). Dicho paradigma condiciona la vida de las personas y el funcionamiento de la sociedad, también en los ámbitos económico y político. Por ello, insiste el Papa, que es preciso alentar “una mirada distinta, un pensamiento, una política, un programa educativo, un estilo de vida y una espiritualidad que conformen una resistencia ante el avance del paradigma tecnocrático” (LS 111).

         Todo esto se hace particularmente significativo, porque las cuestiones tratadas no se elaboran desde la teoría científica ni desde la imagen del mundo, sino a partir de aspectos prácticos de la “tecnociencia”, que marcan toda nuestra sociedad y cultura. En realidad, estamos hablando de la necesidad de repensar el modelo de desarrollo y de progreso, para lograr realmente una calidad de vida integral: el desarrollo sostenible, equitativo e integral (cfr. LS 13; 18; 52; 102; 159; 161; 191).

         En este punto, la encíclica se aleja de toda ingenuidad y gana en profundidad crítica al desenmascarar no sólo el mito del “crecimiento ilimitado” (cfr. LS 106), sino también los modos interesados en los que “el discurso del crecimiento sostenible suele convertirse en un recurso diversivo y exculpatorio” (LS 194). Por todo ello, “no basta con incluir consideraciones ecológicas superficiales mientras no se cuestione la lógica subyacente en la cultura actual” (LS 198).

5.     Impulsar decisiones necesarias, aunque sean costosas, ante la débil reacción política internacional

         Ante la grave situación socio-ambiental que vivimos, “llama la atención la debilidad de la reacción política internacional. El sometimiento de la política ante la tecnología y las finanzas se muestra en el fracaso de las Cumbres mundiales sobre medio ambiente” (LS 54). No podemos olvidar el liderazgo moral y la libertad evangélica que  ejerce la persona del Papa Francisco sin esperar todo de la política ni de una ingenuidad idealista o inclusive espiritualista.

         Así, se reconoce y se denuncia que, en las últimas Cumbres, “por falta de decisión política, no alcanzaron acuerdos ambientales globales realmente significativos y eficaces” (LS 166). De hecho, no es casual, como he señalado en la primera parte al presentar la evaluación de la encíclica, que la encíclica se haya promulgado en el verano de 2015, con tiempo suficiente para poder hacerse presente en el debate público mundial de cara a la Cumbre de la ONU sobre los objetivos de desarrollo sostenible (25-27 de septiembre en Nueva York) y la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (del 30 de noviembre al 11 de diciembre de 2015, en Paris), ya citadas.

         La persuasión del Papa es que “necesitamos una política que piense con visión amplia, y que lleve adelante un replanteo integral […] Si la política no es capaz de romper una lógica perversa, y también queda subsumida en discursos empobrecidos, seguiremos sin afrontar los grandes problemas de la humanidad” (LS 197). Esta amplitud de miras, de ante mano, insta a superar las lógicas cortoplacistas, partidistas e interesadas; y significa también caer en la cuenta de que estamos ante un reto muy amplio, en el tiempo (solidaridad intergeneracional) y en el espacio (dimensión global que trasciende las políticas nacionales): “La grandeza política se muestra cuando, en momentos difíciles, se obra por grandes principios y pensando en el bien común a largo plazo” (LS 178).

         Como en otros retos de envergadura, el principio clásico de la subsidiariedad ofrece pistas sabias para combinar las acciones políticas en los últimos niveles: hay que pensar globalmente y actuar localmente, al mismo tiempo que mantenemos la mirada local e incidimos globalmente. Y, en todo caso, es necesario superar la lógica de la eficiencia y de lo inmediato  para que la acción política “asuma estas responsabilidades con los costos que implican” (LS 181).

6.     La política y la economía al servicio de la vida humana

                   “La política no debe someterse a la economía y ésta no debe someterse a los dictámenes y al paradigma eficientista de la tecnocracia. Hoy, pensando en el bien común, necesitamos imperiosamente que la política       y la economía, en diálogo, se coloquen decididamente al servicio de la         vida, especialmente de la vida humana” (LS 189).

         Éste es, precisamente, el sentido de la economía en el gobierno de la ‘casa común’. Sin embargo, en la actualidad, se ha producido una grave “distorsión conceptual” de la economía (cfr. LS 195), pues prima más la maximización de los beneficios a corto plazo y, aún más, la economía financiera es más importante que la economía real (cfr. LS 85).

         Por eso, las palabras del Papa Francisco nos alertan en este sentido, cuando afirma: “las finanzas ahogan a la economía real” (LS 109). En consecuencia, se producen una serie de disfunciones en el sistema, primero, “muy fácilmente el interés económico llega a prevalecer sobre el bien común” (LS 54) y, segundo, “los poderes económicos continúan justificando el actual sistema mundial, donde priman una especulación y una búsqueda de la renta financiera que tienden a ignorar todo contexto y los efectos sobre la dignidad humana y el medio ambiente” (LS 55).

7.     Cambio de actitudes. “Tú debes cambiar de vida”

         Otra economía es  necesaria, pero no será posible ni viable sin un cambio profundo de actitudes. Un cambio que, en último término, demanda fuertes motivaciones espirituales, las llamemos así o no. Un ejemplo puede resultar iluminador: el sobre-consumo de una minoría de la población mundial. Este es el desorden antropológico que no puede ser abordado sólo con análisis económicos, medidas políticas e innovación tecnológica. Es una patología espiritual que requiere de un ejercicio espiritual. A ello se refieren el filósofo francés Pierre Hadot con el ‘cuidado de sí mismo’ (souci de soi) o el filósofo alemán Peter Sloterdijk con el imperativo categórico Tú debes cambiar tu vida. En este sentido, las religiones pueden hacer una valiosa contribución, ayudando a “superar la ansiedad enfermiza que nos vuelve superficiales, agresivos y consumistas desenfrenados” (LS 226). Para un economista, el sobre-consumo es una ineficiente asignación en el uso de los recursos; para un científico, uno de los vectores culturales que alimenta la desbocada demanda de recursos naturales; para un creyente es, además de todo lo anterior, reflejo de un grave desajuste espiritual.

         De ahí que la espiritualidad resulte una pieza clave en el rompecabezas de la sostenibilidad. “No se trata de hablar tanto de ideas, sino sobre todo de las motivaciones que surgen de  la espiritualidad para alimentar una pasión por el cuidado del mundo. Porque no será posible comprometerse en cosas grandes sólo con doctrinas sin una mística que nos anime, sin unos móviles interiores que impulsan, motivan, alientan y dan sentido a la acción personal y comunitaria” (LS 216).

         En este momento de impasse histórico, la espiritualidad se presenta como una fuente imprescindible para la movilización social de tipo ascético que la crisis socio-ecológica demanda.

8.     El valor de la sobriedad en la propia vida

         Las crisis son tiempos de purificación, renovación y redescubrimiento. Las crisis se convierten en oportunidades para volver a la experiencia fundante, a lo más básico. La actual crisis global de la sostenibilidad puede ser un callejón sin salida para nuestra civilización o puede convertirse en una excelente oportunidad de trasformación, crecimiento y aprendizaje colectivo.

         A la luz de la crisis socio-ecológica que denuncia la encíclica, la ascesis cristiana no aparece ya como una rémora histórica de la que convendría deshacerse; al contrario, adquiere una actualidad insospechada que trasciende el ámbito privado de una religión particular para adquirir una nueva relevancia pública: “La espiritualidad cristiana propone un crecimiento con sobriedad y una capacidad de gozar con poco. Es un retorno a la sobriedad que nos permite detenernos a valorar lo pequeño, agradecer las posibilidades que ofrece la vida sin apegarnos a lo que tenemos ni entristecernos por lo que no poseemos. Esto supone evitar la dinámica del dominio y de la mera acumulación de placeres” (LS 222). De esta manera, la espiritualidad cristiana implica también redescubrir los ciclos de la naturaleza y aprender a vivir con serenidad, es decir, “dedicar algo de tiempo para recuperar la serena armonía con la creación, para reflexionar acerca de nuestro estilo de vida y nuestros ideales, para contemplar al Creador” (LS 225). La búsqueda de la sostenibilidad es una oportunidad para volver a la fuente de nuestra propia tradición y beber de ella.

9.     Promover una “conversión ecológica”

         El regreso a un estilo de vida más sencillo implica una metanoia, un cambio de dirección: la ‘conversión ecológica’ a la que apela el Papa Francisco (cfr. LS 216-221).

         Esto se fundamenta en la transformación de hábitos mentales y patrones de comportamiento, producción y consumo que precisamos con urgencia, lo cual no se consigue sólo con informes científicos más precisos, con más regulación legal o con la invocación de grandes principios éticos. Requiere, además, un compromiso personal, “implica también reconocer los propios errores, pecados, vicios o negligencias, y arrepentirse de corazón, cambiar desde adentro” (LS 218).

         Desde este marco, nos parece imprescindible subrayar la necesidad, hoy en día, de articular redes de apoyo y comunidades de solidaridad capaces de sostener opciones de vida individuales que no resultan nada sencillas: “A problemas sociales se responde con redes comunitarias, no con la mera suma de bienes individuales […] La conversión ecológica que se requiere para crear un dinamismo de cambio duradero es también una conversión comunitaria” (LS 219). Frente a la propuesta individualista de “empoderamiento del consumidor”, que circula en muchos círculos ecologistas, la propuesta católica es universal y eclesial, comunitaria y mística; llama a la responsabilidad social corporativa, sí, pero del “cuerpo de Cristo” que es la Iglesia, un cuerpo capaz de nutrir los compromisos individuales y sostenerlos en el tiempo.

10.                       Valorar la importancia de los comportamientos cotidianos

         La envergadura de los asuntos tratados, la complejidad de los mismos, la fuerza de los intereses políticos y económicos, lo arraigado de los patrones culturales dominantes, la cómoda inercia de la vida, pueden resultar obstáculos o resistencias que empujan hacia un cierto escepticismo e impotencia. ¿Podemos hacer algo? ¿Es ya demasiado tarde? ¿No es un tema que nos desborda? La encíclica quiere anclarse en la esperanza. Y afirma, con convicción, que “un cambio en los estilos de vida podría llegar a ejercer una sana presión sobre los que tienen poder político, económico y social” (LS 206), animando a una acción coordinada “junto con la importancia de los pequeños gestos cotidianos, el amor social nos mueve a pensar en grandes estrategias” (LS 231).
        
         A esto debe añadírsele, algunas pistas que la encíclica ofrece para ayudar a concretar el compromiso y la conversión ecológica en los comportamientos cotidianos, al alcance de la mano de todos. Y es que, “cuando somos capaces de superar el individualismo, realmente se puede desarrollar un estilo de vida alternativo y se vuelve posible un cambio importante en la sociedad” (LS 208). Desde esta convicción. LS menciona una serie de propuestas que brotan de una ética rompedora de la ‘autoreferencialidad’ y el individualismo: evitar el uso de material plástico y de papel, reducir el consumo de agua, separar los residuos, cocinar sólo lo que razonablemente se podrá comer, tratar con cuidado a los demás seres vivos, utilizar transporte público o compartir un mismo vehículo entre varias personas, plantar árboles, apagar las luces innecesarias” (LS 211), “dar gracias a Dios antes y después de las comidas” (LS 227) y otros gestos que expresan y desarrollan “una sana humildad y una feliz sobriedad” (LS 224), ejemplos de esas virtudes sólidas que tanto necesitamos.

Conclusión

         Estos diez retos se resumen en dos: “escucharás el clamor de los pobres” y “escucharás el clamor de la tierra” (cfr. LS 49). Y los escucharás de tal manera, y con tal hondura, que descubrirás que “no hay dos crisis separadas, una ambiental y otra social, sino una sola y compleja crisis socio-ambiental” (LS 139). Descubrirás “la íntima relación entre los pobres y la fragilidad del planeta, la convicción de que en el mundo todo está conectado, la crítica al nuevo paradigma y a las formas de poder que derivan de la tecnología, la invitación a buscar otros modos de entender la economía y el progreso, el valor propio de cada criatura, el sentido humano de la ecología, la necesidad de debates sinceros y honestos, la grave responsabilidad de la política internacional y local, la cultura del descarte y la propuesta de un nuevo estilo de vida” (LS 16). O dicho de otro modo, te adentrarás por el camino de la ecología integral.


         



I Seminario:
“Antonio Machado: el ejemplo
y el valor de la naturaleza y el medio ambiente”
16 de octubre de 2015


PONENCIAS PUBLICADAS


1. Vicente Jiménez Zamora, Arzobispo de Zaragoza


2. María García Angós
Fiscal Delegada del Medio Ambiente en Soria


I


+ Vicente Jiménez Zamora
Arzobispo de Zaragoza

LAUDATO SI’: EL CUIDADO DE LA CASA COMÚN

PRESENTACIÓN Y SIGNIFICADO DE LA ENCÍCLICA

La primera encíclica del Papa Francisco
sobre el desarrollo y protección de la naturaleza


         INTRODUCCIÓN

         Antes de entrar en la exposición de mi conferencia sobre el cuidado de la casa común, sobre el desarrollo y protección de la naturaleza, a la luz de la encíclica del Papa Francisco, LAUDATO SI’, quiero hacer una evocación del amor de D. Antonio Machado a la Naturaleza y, especialmente, a la tierra, al paisaje y a las gentes de Soria.

         Quiero entonar con D. Antonio Machado, parafraseando a San Francisco de Asís en el Cántico de las criaturas, con el que el Papa Francisco inicia su carta-encíclica Laudato Si’, un canto a Soria, “casa común” de todos nosotros, que es también como una hermana, con la cual compartimos la existencia, y como una madre bella que nos acoge entre sus brazos.

1.    El periodo de Soria (1907-1912)

“Mi corazón está donde ha nacido
no a la vida, al amor, cerca del Duero.
¡El muro blanco y el ciprés erguido!

 Soria es fundamental en Machado. Allí descubre su gran amor, Leonor, con su posterior desenlace trágico y allí se fragua una nueva temática para su poesía, la que es claramente constatable en dos de sus obras capitales: Campos de Castilla y La tierra de Alvargónzalez.

Así lo demuestra el propio A. Machado, cuando un año antes de su muerte contestaba con estas palabras a las preguntas de un periodista: “No es extraño. Soy hombre extraordinariamente sensible al lugar en que vivo. La geografía, las tradiciones, las costumbres de las poblaciones por donde paso, me impresionan profundamente y dejan huella en mi espíritu. Allá, en el año 1907, fui destinado como catedrático a Soria. Soria es lugar rico en tradiciones poéticas. Allí nace el Duero, que tanto papel juega en nuestra historia. Allí, entre San Esteban de Gormaz y Medinaceli se produjo el monumento literario del poema del Cid. Por si ello fuera poco, guardo de allí el recuerdo de mi breve matrimonio con una mujer a la que adoré con pasión y que la muerte me arrebató. Y “viví y sentí” aquel ambiente con toda intensidad. Subí al Urbión, al nacimiento del Duero. Hice excursiones a Salas, escenario de la trágica leyenda de los infantes. Y allí nació mi poema de Alvargónzalez” (Entrevista concedida a “Voz de Madrid”. Paris, núm. 13, 8-X-1938).     

2.    Soria y Machado.

Si en Soria había encontrado el amor, el primero, el más puro, trocado pronto en dolor por la muerte prematura de Leonor, en Soria halló también el verdadero camino espiritual por el que había de encauzar su poesía.

         En el poema Campos de Soria, inserto en el libro Campos de Castilla (1912), nos muestra la esencialidad y la identificación espiritual del propio poeta con la realidad de Soria. Se trata temáticamente de la “humanización” del paisaje soriano, el cual viene  a ser para A. Machado como una quinta esencia o arquetipo ideal del paisaje castellano y, por extensión, un símbolo de España.

         El poeta nos ofrece la idea de paisaje-alma, a través de una gama recíproca y diversa de impresiones visuales y cromáticas. En el poema citado Campos de Soria, A. Machado ve los “verdes” prados; los cerros “cenicientos”; las tierras labrantías, como retazos de estameñas “pardas”; los llanos “plomizos”; y ve también las colinas “plateadas”, los “grises” alcores, las “cárdenas” roquedas… Y en la última estrofa, la IX, síntesis de las anteriores, exclama:

         “¡Oh, sí! Conmigo vais, campos de Soria
         tardes tranquilas, montes de violeta,
         alamedas del río, verde sueño
         del suelo gris y de la parda tierra,
         agria melancolía
         de la ciudad decrépita.
         ¡Me habéis llegado al alma,
         ¿o acaso estabais en el fondo de ella?
         ¡Gentes del alto llano numantino
         que a Dios guardáis como cristianas viejas,
         que el sol de España os llene
         de alegría, de luz y de riqueza!.

         Machado nunca olvidó a Soria y Soria no olvidó a Machado. Por eso el Ayuntamiento de la ciudad, acordó el 16 de julio de 1932, nombrarle por aclamación, “hijo adoptivo” de la Ciudad, “por haber sabido  -se decía en la propuesta-  describir en versos sublimes el paisaje, las costumbres y el alma Soriana”. Se propuso hacerle entrega del título acreditativo el 5 de octubre de ese año, como digno remate de las fiestas de San Saturio.

         El 19 de agosto contestaba Antonio Machado para dar las gracias y decía: “Nada me debe Soria, creo yo, y si algo me debiera, sería muy poco en proporción a lo que yo le debo: el haber aprendido en ella a sentir a Castilla, que es la manera más directa y mejor de sentir a España. Para aceptar tan desmedido homenaje sólo me anima esta consideración: el hijo adoptivo de vuestra Ciudad ya hace muchos años que ha adoptado a Soria como Patria ideal”.

         El acto se celebró con toda sencillez el 5 de octubre de 1932. Y, según la prensa local, Machado dijo, entre otras cosas: “Cuando yo os oí hablar tan puramente este rico tesoro de la lengua, penetré en vuestra alma, y como mi arte es el del lenguaje, aquí ha brotado el manantial de mis versos. Ya veis claramente que soy yo quien os debe todo”. Y luego se extendió en otros aspectos que fueron, en realidad, los mismos de un hermoso artículo que, solicitado por “El Porvenir Castellano –el periódico que el propio Machado había impulsado y animado desde 1912- apareció en sus páginas del 1 de octubre de 1932, como pórtico del acto del homenaje.

         Se titula SORIA, y en verdad que no cabe una más precisa ni hermosa evocación. Como no se ha incluido en todas las ediciones de sus obras y, en general, es poco conocido, creo que vale la pena recordarlo, aquí y ahora:

         “Con su plena luna amoratada sobre la plomiza sierra de Santana, en una tarde de septiembre de 1907, se alza en mi recuerdo la pequeña y alta Soria. Soria pura, dice su blasón. Y ¡qué bien le va este adjetivo!

         “Toledo, es ciertamente, imperial, un gran expoliario de imperios, Ávila, la del perfecto muro torreado, es, en verdad, mística y guerrera, o acaso mejor, como dice el pueblo, ciudad de cantos y santos, Burgos conserva todavía la gracia juvenil de Rodrigo y la varonía de su guante mallado, su ceño hacia León y su sonrisa hacia la aventura de Valencia, Segovia, con sus arcos de piedra, guarda las vértebras de Roma. Soria…sobre un paisaje mineral, planetario, telúrico, Soria, la del viento “redondo” con nieve menuda, que siempre nos da en la cara, junto al Duero adolescente, casi niño, es pura y nada más”.

         “Soria es una ciudad para poetas, porque allí la lengua de Castilla, la lengua imperial de todas las Españas, parece tener su propio y más limpio manantial. Gustavo Adolfo Bécquer, aquel poeta sin retórica, aquel puro lírico, debió amarla tanto como a su natal Sevilla, acaso más que a su admirada Toledo. Un poeta de las Asturias de Santillana, Gerardo Diego, rompió a cantar en romance nuevo a las puertas de Soria:

                   “Río Duero, río Duero
                   nadie a acompañarte baja,
                   nadie se detiene a oír
                   tu eterna estrofa de agua.”

         “Y hombres de otras tierras, que cruzaron sus páramos, no han podido olvidarla. Soria es, acaso, lo más espiritual de esa espiritual Castilla, espíritu a su vez de España entera. Nada en ella que asombre, o que brille y truene. Todo es allí sencillo, modesto, llano. Contra el espíritu redundante y barroco, que sólo aspira a exhibiciones y a efecto, buen antídoto es Soria, maestra de castellanía, que siempre nos invita a ser lo que somos y nada más. ¿No es esto bastante?... Hay un breve aforismo castellano  -yo lo oí en Soria por primera vez- , que dice así:”nadie es más que nadie”. Cuando recuerdo las tierras de Soria, olvido a veces a Numancia, pesadilla de Roma, y a Myo Cid Campeador que las cruzó en su destierro, y al glorioso juglar de la sublime gesta, que bien pudo nacer en ellas, pero nunca olvido al viejo pastor de cuyos labios oí este magnífico proverbio, donde, a mi juicio, se condensa toda el alma de Castilla, su gran orgullo y su gran humildad, su experiencia de siglos y el sentido imperial de su pobreza; esa magnífica frase que yo me complazco en traducirla así. Por mucho que valga un hombre nunca tendrá valor más alto que el valor de ser hombre. Soria es una escuela admirable de humanismo, de democracia y de dignidad”.

         Valía bien la pena, como dije antes, leer esta magistral evocación de Soria, tras de la cual vemos, asimismo, el espíritu de Antonio Machado. Soria ha tenido en Machado su mejor intérprete y su máximo cantor.

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         Después de este amplio pórtico evocador del inmenso amor de Antonio Machado a Soria, entro ya en el tema que se me ha pedido: la presentación y el significado de la carta encíclica del Papa Francisco: Laudato Si’ sobre el cuidado de la casa común.


PRESENTACIÓN Y SIGNIFICADO DE LA ENCÍCLICA
DEL PAPA FRANCISCO LAUDATO SI’


         La encíclica toma su nombre de la invocación de San Francisco de Asís; “Laudato si’, mi’ Signore”, que en el Cántico de las creaturas recuerda que la tierra, nuestra casa común, “es también como una hermana con la que compartimos la existencia, y como una madre bella que nos acoge entre sus brazos” (1). Nosotros mismos “somos tierra (cfr. Gn 2, 7). Nuestro propio cuerpo está formado por elementos del planeta, su aire nos da el aliento y su agua nos vivifica y restaura” (2).

         “Esta hermana protesta por el daño que le hacemos por el uso irresponsable y el abuso de los bienes que Dios ha puesto en ella” (2). Su gemido, unido al de los pobres, interpela nuestra conciencia “a reconocer los pecados contra la creación” (8).

         La respuesta adecuada a esta conciencia es la que San Juan Pablo II llamaba “una conversión ecológica global” (5). En este recorrido, San Francisco de Asís “es el ejemplo por excelencia del cuidado de lo que es débil y de una ecología integral, vivida con alegría y autenticidad. […] En él se advierte hasta qué punto son inseparables la preocupación por la naturaleza, la justicia con los pobres, el compromiso con la sociedad y la paz interior” (10).

         La encíclica Laudato si’ se desarrolla en torno al concepto de ecología integral, como paradigma capaz de articular las relaciones fundamentales de la persona: con Dios Creador, consigo misma, con los demás seres humanos, con los animales, con las plantas y con toda la creación.

         Algunas características de la encíclica Laudato si’:

1)   Es la primera vez que un Papa aborda el tema de la ecología en el sentido de una ecología integral de forma tan completa (por tanto que va más allá de la ecología del ambiente). Y una gran sorpresa: elabora el tema dentro del nuevo paradigma ecológico, cosa que ningún documento oficial de la ONU ha hecho hasta el día de hoy.

2)   Es  bueno que su discurso se base en los datos más seguros de las ciencias de la vida y de la tierra. Lee los datos científicos no fríamente, sino con el corazón, pues discierne que detrás de ellos se esconden dramas humanos y mucho sufrimiento también por parte de la madre tierra.

3)   La situación actual es grave, pero el Papa Francisco siempre encuentra razones para la esperanza y la confianza en que el ser humano puede encontrar soluciones viables. No es profeta de calamidades, sino un mensajero de esperanza.

4)   Enlaza con los Papas que le han precedido Juan Pablo II y Benedicto XVI, citándolos con frecuencia.

5)   Es un documento que se inscribe dentro de la colegialidad con el resto de Obispos, pues valora las contribuciones de decenas de Conferencias Episcopales del mundo entero, desde la de Estados Unidos, Alemania, Brasil, la Patagonia-Camahue, hasta la de Paraguay. Acoge también las contribuciones de otros pensadores, como los católicos (Pierre Teilhard de Chadin, Romano Guardini, Dante Alighieri, de su maestro argentino Juan Carlos Scannone), del protestante (Paul Ricoeur) y del musulmán sufí (Ali Al-Khawwas).

6)   Los destinatarios son todos los seres humanos, hombres y mujeres, pues todos son habitantes de la misma casa común (palabra muy usada por el Papa Francisco).

7)   Un elemento merece ser destacado, pues revela la forma mentis (formación y estilo) del Papa Francisco: él es deudor de la experiencia pastoral y teológica de las Iglesias Latinoamericanas, que, a la luz de los documentos del Episcopado Latinoamericano (CELAM) de Medellín (1968), Puebla (1979), Aparecida (2007), hicieron una opción preferencial por los pobres contra la pobreza y a favor de la liberación.

8)   El texto y el tono de la encíclica son típicos del Papa Francisco y de la cultura ecológica que ha acumulado: los temas de la “casa común”, de la “madre tierra”, del “grito de la tierra y del grito de los pobres”, del “cuidado”, de la “interdependencia entre todos los seres”, del “ser humano como tierra” que siente, piensa, ama y venera, de la “ecología integral”.

9)   La estructura sigue el esquema del ver, juzgar y actuar, y añade el apartado de celebrar.

10)                      Después de una larga reflexión, gozosa y dramática a la vez, propone al final dos oraciones: una que podamos compartir con los creyentes de otras Religiones, que creemos en Dios creador omnipotente; y otra para que los cristianos sepamos asumir los compromisos con la creación que nos plantea el Evangelio de Jesús.

I.      VER

         La encíclica comienza con el VER  “lo que le está pasando a nuestra casa”  (nn. 17-61).

         Afirma el Papa: “Basta mirar la realidad con sinceridad para ver que hay un gran deterioro de nuestra casa común” (61). En el  capítulo primero incorpora y sume los más recientes descubrimientos científicos en materia ambiental  y los datos más serios y consistentes acerca del cambio climático (23-26): la cuestión del agua (27-31); la pérdida de la biodiversidad (32-42); el deterioro de la calidad de la vida humana y decadencia social (43-47); la denuncia de la inequidad planetaria que afecta a todos los ámbitos de la vida (48-52) y tiene a los pobres como víctimas principales (48); la debilidad de las reacciones (53-59).

         En este mismo capítulo hay una frase que nos remite a la reflexión hecha en América Latina: “Pero hoy no podemos dejar de reconocer que un planteo ecológico se convierte siempre en un planteo social, que debe integrar justicia en las discusiones sobre el ambiente, para escuchar tanto el clamor de la tierra como el clamor de los pobres” (49). Después añade: “el gemido de la hermana tierra […] se une al gemido de los abandonados del mundo” (53). Esto es absolutamente coherente, pues al principio dijo que “nosotros mismos somos tierra” (n. 2; Cfr. Gén 2, 7), muy en la línea del gran cantor y poeta indígena argentino Atahualpa Yupanqui: “el ser humano es tierra que camina, que siente, que piensa y que ama”.

         Condena la propuesta de internacionalización de la Amazonía, que “solamente serviría a los intereses económicos de las multinacionales (38). Hace una afirmación de gran vigor ético: es una gravísima inequidad “obtener importantes beneficios haciendo pagar al resto de la humanidad, presente y futura, los altísimos costos de la degradación ambiental” (36).

         Con tristeza reconoce: “nunca hemos maltratado y lastimado nuestra casa común como en los últimos siglos” (53). Frente a esta ofensiva humana contra la madre tierra que muchos científicos han denunciado como la inauguración de la nueva era geológica lamenta la debilidad de los poderes de este mundo que, engañados, “piensan que el planeta podría persistir por mucho tiempo en las actuales condiciones”, como coartada para “alimentar todos los vicios autodestructivos” (59) con un comportamiento que a veces parece suicida” (55).

         Prudente, reconoce la diversidad de opiniones (60-61) y que “no hay un solo camino de solución” (60). Así y todo, “lo cierto es que el actual sistema mundial es insostenible desde diversos puntos de vista, porque hemos dejado de pensar en los fines de la acción humana” (61), y nos perdemos en la construcción de medios destinados a la acumulación ilimitada a costa de la injusticia ecológica (degradación de los ecosistemas) y de la justicia social (empobrecimiento de las poblaciones). La humanidad “ha defraudado las expectativas divinas” (61).

         El desafío urgente, entonces, consiste en “proteger nuestra casa común” (13); y para eso necesitamos, citando al Papa Juan Pablo II: “una conversión ecológica global” (5); “una cultura del cuidado que impregne toda la sociedad” (231).


II.  JUZGAR

         Después de realizar la dimensión del VER, se impone ahora la dimensión del JUZGAR. Este juzgar se realiza desde dos vertientes: una teológica y otra científica.

         1.Dimensión teológica. La encíclica reserva un amplio espacio al “evangelio de la creación” (62-100). Es el capítulo II, que ofrece la visión general que proviene de la tradición judeo-cristiana, y ofrece estos apartados: la luz que ofrece la fe (63-64); la sabiduría de los relatos bíblicos(65-75); el misterio del universo(76-83); el mensaje de cada criatura en la armonía de todo lo creado (84-88); una comunión universal (89-92); destino común de los bienes (93-95); la mirada de Jesús (96-100).

         La sección se inicia justificando la aportación de las religiones y del cristianismo, pues siendo la crisis global, cada instancia debe, con su capital religioso, contribuir al cuidado de la tierra (cfr. 62). La encíclica no insiste en las doctrinas sino en la sabiduría presente en los distintos caminos espirituales. El cristianismo prefiere hablar de creación en lugar de naturaleza, pues creación “tiene que ver con un proyecto del amor de Dios” (76). Cita más de una vez un bello texto del libro bíblico de la Sabiduría (11, 24), donde aparece con claridad que “la creación es del orden del amor” (77) y que Dios es “el Señor que ama la vida” (cfr. Sab 11, 26)” (89).

         El capítulo se abre con una visión evolucionista del universo, no utilizando la palabra sino haciendo un circunloquio al referirse al universo “conformado por sistemas abiertos que entran en comunión unos con otros” (79). Utiliza los principales textos que vinculan a Cristo encarnado y resucitado con el mundo y con todo el universo, haciendo sagrada la materia y toda la tierra. En este contexto menciona a Pierre Teilhard de Chardin (1881-1955) (cfr. 83, nota 53) como precursor de esta visión cósmica.

         El hecho de que Dios-Trinidad sea una relación de personas divinas tiene como consecuencia que todas las cosas en relación sean resonancias de la Trinidad divina (cfr. 240).

         Citando al patriarca ecuménico de la Iglesia ortodoxa, Bartolomé, reconoce que “un crimen contra la naturaleza es […] un pecado contra Dios” (8). De ahí la urgencia de una conversión ecológica colectiva que rehaga la armonía perdida.

         3.Dimensión científica. La encíclica dedica todo el capítulo III al análisis de “la raíz humana de la crisis ecológica”. En esta parte, el Papa se propone analizar sin preconceptos la tecnociencia, acogiendo lo que ésta ha traído de “cosas realmente valiosas para mejorar la calidad de vida del ser humano” (103). Pero este no es el problema. El problema reside en que se independizó, sometió a su dominio la economía, la política y la naturaleza con vistas a la acumulación de bienes materiales (cfr. 109). Ella parte de una suposición equivocada que es la “disponibilidad infinita de los bienes del planeta” (106), cuando sabemos que ya hemos tocado los límites físicos de la tierra y que gran parte de los bienes físicos de la tierra y que gran parte de los bienes y servicios no son renovables” La tecnociencia se ha vuelto tecnocracia, una verdadera dictadura con una férrea lógica de dominio, sobre todo y sobre todos” (cfr. 108).

         La gran ilusión, hoy dominante, reside en la creencia de que con la tecnociencia se pueden resolver todos los problemas ecológicos. Esta es una idea engañosa porque implica “aislar cosas que en realidad están entrelazadas” (111). En realidad, “todo está conectado” (117), “todo está relacionado” (120), una afirmación que recorre todo el texto de la encíclica como un ritornelo, pues es un concepto clave del nuevo paradigma contemporáneo. El gran límite de la tecnocracia está en la “fragmentación de los saberes”  hasta “perder el sentido de la totalidad” (110). Lo peor es que “no reconoce a los demás seres un valor propio” y hasta “negar todo valor peculiar al ser humano” (118).

         El valor intrínseco de cada ser, por minúsculo que sea, es enfatizado permanentemente en la encíclica (cfr. 69), como lo hace la Carta de la Tierra (Declaración de principios éticos fundamentales aprobados a nivel internacional en el año 2000 en la sede de la UNESCO, en París). Al negar ese valor intrínseco estamos impidiendo que miles de especies den “gloria a Dios con su existencia” y nos comuniquen “su propio mensaje” (33).

         La mayor desviación producida por la tecnocracia es el antropocentrismo moderno. Este supone ilusoriamente que las cosas sólo tienen valor en la medida en se ordenan al uso humano, olvidando que ellas tienen valor por sí  mismas (cfr. 33). Si es verdad que todo está en relación, entonces “todos los seres humanos estamos juntos como hermanos y hermanas en una maravillosa peregrinación, entrelazados por el amor que Dios tiene a cada una de sus criaturas y que nos une también, con tierno cariño, al hermano sol, a la hermana luna, al hermano río y a la madre tierra” (92).

         Todas estas “virtudes ecológicas” (88) se pierden por la voluntad de poder como dominación sobre los otros y sobre la naturaleza. Vivimos una angustiante “pérdida del sentido de la vida y de la convivencia” (110). El Papa cita algunas veces al teólogo ítalo-alemán Romano Guardini (1885-1968), uno de los más leídos a mediados del siglo pasado, que escribió un libro crítico contra las pretensiones de la modernidad (cfr. Romano Guardini, El ocaso de la Edad Moderna. Guadarrama, Madrid 1958).

         La encíclica concluye esta parte: una vez que el análisis ha indicado “la necesidad de un cambio de rumbo”, debemos “salir de la espiral de la autodestrucción en la que nos estamos hundiendo” (163). No se trata de una reforma, sino  -citando la Carta de la Tierra – de buscar “un nuevo comienzo” (207). La interdependencia de todos nos lleva a “pensar en un solo mundo, en un proyecto común” (164).

         Puesto que la realidad presenta múltiples aspectos, todos íntimamente relacionados, el Papa Francisco propone una “ecología integral”, que va más allá de la ecología ambiental a la que estamos acostumbrados (137). Ella cubre todos los campos: el ambiental, el económico, el social, el cultural y también la vida cotidiana (cfr. 147-148). Nunca olvida a los pobres, que testimonian también su forma de ecología humana y social viviendo lazos de pertenencia y de solidaridad de unos con otros (cfr. 149).


III.           ACTUAR

         El tercer paso metodológico es el ACTUAR. Es el capítulo V, en el que la encíclica trata los grandes temas de la política internacional, nacional y local (164-181).  Subraya la interdependencia de lo social  y de la educación con la ecología y constata las lamentables dificultades que trae consigo el predominio de la tecnocracia, que dificulta los cambios que ponen freno a la voracidad de acumulación y de consumo y pueden inaugurar lo nuevo (cfr. 182-188).
        
         Retoma el tema de la economía y la política, que deben servir al bien común y crear condiciones para una plenitud humana posible (cfr. 189-198). Aquí el Papa ofrece algunas pistas de actuación.
         La primera es la acción política, crucial para contener lógicas tecnocráticas y especulativas y para poner de nuevo en el centro la perspectiva de la persona y del bien común. Esto vale a todos los niveles, desde los barrios de periferia hasta la comunidad internacional. La mirada dirigida a la política no es  ingenua o acrítica, puesto que parte de la conciencia de la tendencia a “enmascarar los problemas” o “esconder los síntomas” (26), a cerrarse en una “lógica perversa” y en “discursos empobrecidos” (197).

         La segunda pista de actuación es que la acción política requiere la participación de todos, una verdadera “ciudadanía ecológica” (211), capaz de ejercer “una sana presión sobre los que tienen poder político, económico y social” (206). Sin el compromiso competente y desinteresado de cada uno en el propio ampo de actividad `profesional no se podrá llegar muy lejos.

          La tercera pista de actuación que señala el Papa Francisco es el diálogo: un diálogo sincero y honesto, que estructure procesos de decisión transparentes, huyendo de las ambigüedades detrás de las cuales anida a menudo la corrupción (cfr. 182).

         En este capítulo vuelve a insistir en el diálogo entre ciencia y religión, como lo viene sugiriendo el gran biólogo Edward O. Wilson (Cfr. Edward O. Wilson, La creación: salvemos la vida en la tierra. Madrid 2007). Todas las religiones deben “entrar en un diálogo entre ellas orientado al cuidado de la naturaleza, a la defensa de los pobres· (201).

         Siempre en el apartado del actuar, la encíclica desafía a la educación en el sentido de crear una “ciudadanía ecológica” (211) y un nuevo estilo de vida fundado en el cuidado, la compasión, la sobriedad compartida, la alianza entre la humanidad y el ambiente, pues ambos están íntimamente ligados, así como la corresponsabilidad por todo lo que existe y vive y por nuestro destino común (cfr. 203 – 208).


IV.           CELEBRAR


         Por último está el momento del CELEBRAR. Es el capítulo VI. La celebración se realiza en un contexto de “conversión ecológica” (216), que implica una “espiritualidad ecológica” (Ib). Esta espiritualidad ecológica deriva no tanto de las doctrinas teológicas, sino de las motivaciones que la fe suscita para cuidar de la casa común y “alimentar una pasión por el cuidado del mundo” (Ib). Esa vivencia es más bien una mística que moviliza a las personas a vivir el equilibrio ecológico: “el interno con uno mismo, el solidario con los demás, el natural con todos los seres vivos, el espiritual con Dios” (210). Ahí se manifiesta la verdad de que “lo menos es más” (222) y de que podemos ser felices con poco.

         En el sentido de la celebración, “el mundo es algo más que un problema para resolver, es un misterio gozoso para contemplar con jubilosa alabanza” (12).

         El espíritu tierno y fraterno de San Francisco de Asís atraviesa todo el texto de la encíclica Laudato si’. La situación  actual no significa una tragedia anunciada, sino un desafío para que cuidemos la casa común y unos de  los otros. El texto posee poesía y alegría en el Espíritu, como también una apasionante esperanza en que, si grande es la amenaza, mayor aún es la oportunidad de solución de nuestros problemas ecológicos.

         La encíclica concluye, poéticamente con las palabras: “Más allá del sol”, diciendo: “Caminemos cantado. Que nuestras luchas y nuestra preocupación por este planeta no nos quiten el gozo de la esperanza” (244).

         Quiero terminar con las palabras finales de la Carta de la Tierra que el mismo Papa cita (207): “Que el nuestro sea un tiempo que se recuerde por el despertar de una nueva reverencia ante la vida; por la firme resolución de alcanzar la sostenibilidad; por el aceleramiento en la lucha por la justicia y la paz y por la alegre celebración de la vida”.

        
Mesa Redonda

“Los retos actuales de la salvaguarda y desarrollo de los múltiples valores de la naturaleza”

II

Ponente: María García Angós
Fiscal Delegada del Medio Ambiente en Soria
Introducción:
Nuestra Constitución no sólo consagra el derecho a disfrutar el medio ambiente, Artículo 45 CE sino que además ha optado por prever sanciones penales para las conductas que más gravemente atenten contra este bien jurídico. El medio ambiente junto al patrimonio histórico, cultural y artístico son los únicos supuestos cuya tutela penal asume directamente la Constitución.
La opción por la protección penal es también una clara decisión de la Unión Europea cuyo Consejo adoptó el 27 de Enero de 2003, la Decisión Marco relativa a la protección del medio ambiente a través del Derecho Penal. Dicha Decisión fue anulada por Sentencia de 13 de septiembre de 2005 del TJCE, a favor de una mayor implicación de la Unión en la protección penal del medio ambiente. La protección penal del medio ambiente cuenta por tanto con amplísimo consenso desde el punto de vista nacional e internacional.
Un papel muy relevante en esta tarea se encuentra el Ministerio Público como órgano defensor de la legalidad y de los derechos de los ciudadanos, más aún si se tienen en cuenta las especiales características del bien jurídico protegido ya que se trata de un interés tradicionalmente denominado colectivo o difuso. El sujeto pasivo, la víctima de estas infracciones, es la sociedad por cuanto que es la misma la también beneficiaria directa de un medio ambiente adecuado, y aunque en determinados casos pueda haber una persona o grupo afectados más directamente, en general son todos los ciudadanos, e incluso los futuros ciudadanos los que sufren y sufrirán el perjuicio derivados de estas actividades delictivas.
La especialidad al Ministerio Público en materia de medio ambiente fue a partir de la Ley 10/2006 de 28 de abril por la que se modifica la Ley 43/2003 de 21 de noviembre de Montes, prevé en su Disposición Final Primera, una modificación de la Ley 50/1981 de 30 de diciembre, reguladora del Estatuto Orgánico del
Ministerio Fiscal, en virtud de la cual se incorpora al Estatuto como delegado del Fiscal General del Estado, un Fiscal coordinador para los delitos relativos a la ordenación del territorio y la protección del patrimonio histórico artístico, del medio ambiente e incendios forestales con categoría de Fiscal de Sala.
Esta Ley incorpora también las Secciones de Medio Ambiente en las Fiscalías Territoriales para establecer en cada Fiscalía de Tribunal Superior de Justicia y de Audiencia Provincial, las que denomina Secciones de Medio Ambiente especializadas en delitos relativos a la ordenación del territorio, la protección del patrimonio histórico, los recursos naturales y el medio ambiente, la protección de la flora, fauna y animales domésticos y los incendios forestales.
Para el ejercicio de sus funciones específicas se exige que se le adscriban profesionales y expertos que le auxilien de manera permanente y ocasional. Concretamente se adscribirá al Fiscal de Sala una Unidad del Servicio de Protección de la Naturaleza de la Guardia Civil (SEPRONA) así como, en su caso los efectivos necesarios pertenecientes al resto de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad con competencias medioambientales. Igualmente se prevé la posibilidad de adscripción de los profesionales y técnicos precisos para auxiliarle de manera permanente y ocasional. Y se cuenta con la colaboración del Centro Internacional de Estudios de Derecho Ambiental en Soria.
La Sección en materia medioambiental debe emprender una labor de relación y coordinación con las autoridades administrativas y con los miembros de la Policía Judicial responsables de la protección medioambiental en sus distintos aspectos. En cada Provincia, como Soria, existe una coordinación y colaboración con el Equipo de Seprona y con la Sección de Medio Ambiente de la Junta de Castilla y León.
Intervención del Ministerio Fiscal en la especialidad de medio ambiente, con algunas breves reseñas de los casos más frecuentes de reproche penal en nuestro ordenamiento jurídico.
CONDUCTAS DEL ARTÍCULO 319 CÓDIGO PENAL
La acción típica consiste en la realización de obras de urbanización, construcción o edificación no autorizables.
Dentro del ámbito del Derecho Urbanístico, el acto de urbanizar se entiende como aquella actividad material consistente en dotar a un terreno de los servicios e infraestructuras necesarias, fijados en el planeamiento o legislación urbanística para que adquiera la condición de solar. Ello implica, por lo tanto la realización de movimientos de tierra para dotar a los terrenos de acceso rodado por vía urbana, abastecimiento de agua, instalaciones de saneamiento, suministro de energía eléctrica en baja tensión y en general, de los servicios básicos que pueden servir de soporte a las posteriores edificaciones.
La Sentencia de 29 de noviembre de 2006 de la Sala II del Tribunal Supremo cuando señalaba que la construcción debe alterar el suelo de una manera artificial, o por medios mecánicos o técnicos y significar una sustancial modificación con vocación de permanencia, por lo que este elemento del tipo debe referirse necesariamente a la ilegalidad de la edificación en el momento en que se realiza, de modo que no basta que se haya levantado sin licencia y que se haya hecho en suelo no urbanizable, sino que es necesario que, además , sea contraria a la legalidad urbanística vigente en ese momento y que, por ello no hubiera sido posible su autorización.
Todo lo cual supone que el carácter no autorizable de una obra depende del planeamiento urbanístico vigente al tiempo de realizarse los hechos. El delito, por tanto, no desaparece ni con la modificación posterior de ese planeamiento ni con la simple intención de proceder a dicho cambio.
La demolición es una medida que viene prevista en el apartado tercero del artículo 319 y que tiene por objeto la reparación de la legalidad infringida, incardinándose, en consecuencia, dentro de la responsabilidad civil derivada del delito, que comprende la restitución, la reparación del daño y la indemnización de los perjuicios materiales y morales de los artículos 109 y siguientes del Código Penal.
La Sentencia de 18 de marzo de 2010 de la Audiencia Provincial de Sevilla reconoce que la demolición es ya mayoritariamente considerada como la verdadera consecuencia civil derivada de un ilícito penal. La Sentencia de 28 de Mayo de 2010 de la Audiencia Provincial de Almería, señala que la demolición debe ser la regla general como única medida posible para restaurar el daño causado al bien jurídico protegido, porque de otra forma se perpetuaría el daño causado sin solución, lo que supondría la ineficacia de la finalidad preventiva que pretende la norma penal, que se eludiría fácilmente sin mucho riesgo ni personal ni económico.
En Soria, nos encontramos con una protección en este ámbito dentro del Espacio Natural Protegido de la Sierra de Urbión, por la Ley 8/1991 de 10 de Mayo.
PREVARICACIÓN URBANÍSTICA
El artículo 320 castiga a la autoridad o funcionario que hubiere informado favorablemente instrumentos de planeamiento, proyectos de urbanización, parcelación, reparcelación, construcción o edificación o la concesión de licencias contrarias a las normas de ordenación territorial o urbanísticas vigentes.
La aceptación jurisprudencial de la comisión por omisión en la prevaricación ordinaria del artículo 404 del Código Penal, Pleno no Jurisdiccional de la Sala II del Tribunal Supremo de 30 de junio de 1997. Sentencia de 19 de abril de 2010 del Juzgado de lo Penal nº 7 de Málaga, después de condenar al autor de una construcción ilegal, condena igualmente al Alcalde-Presidente de la Corporación dado que el mismo tenía obligación legal de velar por el cumplimiento de la legalidad urbanística en el territorio de su Municipio.
Artículo 320: Autoridad o funcionario público que con motivo de inspecciones haya silenciado la infracción de dichas normas o haya omitido la realización de inspecciones de carácter obligatorio. La especialidad dentro del concepto general de prevaricación, viene acompañada de los graves sucesos y los perturbadores casos de corrupción que se han producido en España en materia de urbanismo.
TRASLADO DE RESIDUOS
Una de las conductas delictivas incorporadas al Código Penal a instancias de la normativa europea, fue el traslado de residuos contraviniendo las leyes, de modo que causen o puedan causar daños sustanciales a la calidad del aire, del suelo o de las aguas, o a animales o plantas, muerte o lesiones graves a personas, o puedan perjudicar gravemente el equilibrio de los sistemas
naturales. La situación del reciclaje y tratamiento de residuos es muy irregular, y de manera especial en el caso de Residuos de Aparatos Eléctricos y Electrónicos, donde cabe destacar por su peligrosidad, aquellos que utilizan en su composición gases refrigerantes, como son los frigoríficos y los aparatos de Aire Acondicionado.
DESTRUCCIÓN O ALTERACIÓN GRAVE DE LOS HABITATS
El Código Penal prevé los delitos relativos a la protección de la flora y la fauna.
La directiva 92/43/CEE del Consejo, de 21 de mayo de 1992, relativa a la conservación de los hábitats naturales y de fauna y flora silvestres, define al hábitat de una especie como el medio definido por factores abióticos y bióticos específicos donde vive la especie en una de las fases de su ciclo biológico.
Art. 336 empleo para la caza o pesca veneno, medios explosivos u otros instrumentos o artes de similar eficacia destructiva o no selectiva para la fauna. La investigación criminal de los casos de envenenamiento supone un reto por su dificultad y complejidad, la característica común a la mayor parte de los casos es la ausencia de testigos reales o funcionales. Y solemos tener conocimiento de su comisión a posteriori, casi siempre se encubren y en muchas ocasiones se cometen en lugares remotos y de difícil acceso. De modo que es fundamental que los agentes de la autoridad, Agentes de Medio Ambiente y SEPRONA de la Guardia civil estén técnicamente cualificados y posean recursos y herramientas que les ayuden a reconocer e identificar a los sospechosos y dirigir las investigaciones e inspecciones técnico oculares en la dirección adecuada.
MALTRATO INJUSTIFICADO A ANIMALES
Art. 337 deben entenderse incluidos en el precepto aquellos casos lamentablemente cada vez más frecuentes, de grave falta de atención y cuidado de los animales que han derivado en situaciones que cabe calificar como deplorables, al mantener a los animales en condiciones de desnutrición y absoluta falta de salubridad e higiene.
DELITOS CONTRA EL PATRIMONIO HISTÓRICO
El artículo 46 de la Constitución contiene un mandato para que la Ley Penal castigue los atentados contra el patrimonio histórico, cultural y artístico.
Como elementos del patrimonio arqueológico se distinguen en primer lugar, las piezas arqueológicas que son bienes muebles fácilmente sustraíbles e introducibles en el mercado ilegal, en segundo lugar la arqueología tiene una dimensión monumental o arquitectónica, y de fuente de información científica y por último comporta una riqueza medioambiental al ser partes constitutivas de paisajes relevantes por su interés cultural.
La lucha contra esta actividad deben hacerlo los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, Jueces y Fiscales. Tanto la Guardia Civil como la Policía Nacional tienen especialidades de policía judicial dedicadas a la lucha contra las formas organizadas de expolio del patrimonio cultural, del cual el arqueológico es uno de los más dañados.
Los daños no son sólo los ocasionados sobre las piezas arqueológicas sino mucho más importante sobre el contexto. El valor de recuperar el conocimiento es un valor de naturaleza intangible. Cuando se destruye el contexto del yacimiento por un expolio llevado a cabo por furtivos, lo que realmente se pierde es la capacidad intrínseca que tiene todo contexto intacto a la hora de generar conocimiento sobre los acontecimientos de nuestro pasado.
La provincia de Soria, cuenta con el Yacimiento Celtibérico-romano-medieval, declarado Bien de Interés Cultural con Categoría de Zona Arqueológica desde el 1 de Octubre de 1999 y está sometido al régimen especial de protección que establece la Ley 12/2002 de Patrimonio Cultural de Castilla y León.
INCENDIOS
Los grandes incendios generan una importante alarma social y dejan una profunda huella en las comarcas en las que se producen. Un gran incendio provoca una serie de perturbaciones sobre el ecosistema que puede ser incluso irreversible en caso de que el suelo resulte dañado y se desencadenen procesos erosivos. El suelo es un recurso de vital importancia como asiento de vida y sustrato esencial para el desarrollo de vegetación, cultivos y seres vivos en general. Si hay suelo, la vegetación, tarde o temprano, de mayor o menor calidad ecológica, acaba por recuperarse. Sin embargo, el suelo es el único recurso que puede ser dañado de forma irreversible tras un incendio.
Medidas para garantizar la existencia de bosques sanos y productivos en el futuro:
* Impulsar estrategias de restauración de las masas afectadas: crear equipos especializados multidisciplinares, integrados por técnicos e investigadores, para la planificación, ejecución, seguimiento y evaluación de los trabajos de restauración.
* Asumir la importancia del carácter de urgencia de las labores de emergencia tras el incendio.
* Promover procesos de participación pública que impliquen a la población local en la definición del modelo de nuevo monte y de territorio al que dirigir la restauración.
* Garantizar la existencia de financiación a largo plazo que asegure la realización de las acciones necesarias para favorecer la regeneración natural y recuperar la cubierta vegetal.
Medidas para reducir el número de siniestros:
* Modificar conductas para reducir el uso del fuego en el medio rural, poner en marcha programas de intervención social en aquellas regiones de gran incidencia de incendios.
* Potenciar el efecto disuasorio con un régimen sancionador proporcionado al delito, incrementar los esfuerzos por investigar las causas de los incendios y orientar las soluciones a los conflictos sociales reales, mejorar la identificación de causantes y la aplicación efectiva y ejemplar de sanciones y condenas para disuadir a quienes están detrás de los incendios y terminar con la actual impunidad.
* Reforzar el compromiso de la sociedad: promover programas de sensibilización y divulgación ambiental efectivos, dirigidos tanto a la población urbana como a la rural, haciendo especial hincapié en grupos clave como ganaderos y agricultores, que persigan recuperar el vínculo con el bosque, mejorar la comprensión social ante los incendios y promover una cultura de prevención de riesgos.
COMBATIR EL CAMBIO CLIMÁTICO
La estrecha relación que existe entre la ocurrencia e intensidad de los incendios y la adversidad meteorológica y climática obliga a adoptar serios compromisos para combatir el cambio global.
Intensificar los esfuerzos para lograr un acuerdo climático global ambicioso que contemple la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero en los sectores más contaminantes y apueste por un modelo energético basado en la eficiencia y en las energías renovables.
Los efectos del cambio climático, con un aumento de las temperaturas medias globales.
Los Fiscales especialistas tienen cometidos atribuidos tanto en la persecución de los hechos delictivos como en el aspecto preventivo. Así en lo relativo a la quema de rastrojos y otros restos agrícolas y forestales es necesaria la autorización pertinente, de informar de forma clara y detallada de las medidas de prevención y de seguridad ineludibles que han de adoptarse cuando se procede a una de dichas quemas. Por otro lado, es conveniente instar a que se extremen las labores de vigilancia por parte de los agentes forestales y medioambientales de tales actividades como modo de combatir más eficazmente tales situaciones. Y en colaboración con las Administraciones competentes, haciéndoles saber la existencia de ese punto con alto riesgo de incendio forestal y que se pone en su conocimiento a fin de que se adopten las medidas procedentes en evitación de los incendios forestales.
Es necesario un proceso de concienciación individual y colectiva que evite no sólo las actuaciones dolosas sino también aquellas conductas imprudentes que pueden provocar resultados terriblemente gravosos. El Ministerio Público en cumplimiento de las funciones constitucionales recogidas en el Art. 124 de la Constitución, de ejercicio de la acción pública en defensa de la legalidad, de los derechos de los ciudadanos, y del interés público tutelado por la ley debe contribuir a la lucha contra esta problemática que tanto perjudica al mantenimiento de un entorno habitable.