FORO INTERNACIONAL DE EXCELENCIA
Y DE DEBATE CIUDADANO
“ANTONIO MACHADO”
II SEMINARIO
4 de Noviembre 2016
Textos Ponencias
II SEMINARIO
4 de Noviembre 2016
Textos Ponencias
LAUDATO SI’, EVALUACIÓN Y RETOS
Por Mons. Vicente JIMÉNEZ ZAMORA
Arzobispo de Zaragoza
Introducción
Saludo
con particular afecto a D. Manuel Núñez Encabo, Presidente de la Fundación Española
Antonio Machado, organizador del II Seminario: “La protección y el desarrollo de la Naturaleza y el Medio Ambiente”;
a las Excelentísimas e Ilustrísimas Autoridades; a las personas, entidades e
instituciones colaboradoras de este Foro Internacional de Excelencia Antonio
Machado ; al Sr. Presidente del Círculo Amistad-Numancia; a
todos los participantes; a los paisanos y amigos aquí presentes, especialmente
a los sacerdotes. Para todos, mi saludo cordial y fraterno. Gracias por vuestra
presencia.
El
año pasado en este mismo lugar y en el marco del I Seminario Machadiano,
pronunciaba la conferencia inaugural sobre la encíclica del Papa Francisco, Laudato si’ sobre el cuidado de la ‘casa
común’.
La Fundación Antonio Machado, que
dignamente preside D. Manuel Núñez Encabo, además de su misión cultural, se
proyecta también en las actividades relacionadas con la naturaleza y medio ambiente, porque D. Antonio Machado es figura
emblemática por su magna obra Campos de
Castilla. Es, además, “la marca ética de prestigio”.
El
año pasado hacía una introducción, a modo de pórtico y evocación, de D. Antonio
Machado sobre su amor a la naturaleza y, especialmente, a la tierra, al paisaje
y a las gentes de Soria.
En el poema Campos de Soria, inserto en el libro Campos de Castilla (1912), nos muestra la esencialidad y la
identificación espiritual del propio poeta con la realidad de Soria. Se trata
temáticamente de la ‘humanización’
del paisaje soriano, el cual viene a ser para A. Machado como una quinta
esencia o arquetipo ideal del paisaje castellano y, por extensión, un símbolo
de España.
Machado nos ofrece la idea de paisaje-alma, a través de una gama
recíproca y diversa de impresiones visuales y cromáticas. En el poema de Campos de Soria, ve los “verdes” prados;
los cerros “cenicientos”; las tierras labrantías como retazos de estameñas
“pardas”; los llanos “plomizos”; y ve también las colinas “plateadas”, los
“grises” alcores, las “cárdenas” roquedas. Machado ama y vive la naturaleza y
el paisaje como ‘casa común’. Para él la tierra es como su madre y hermana, en
sintonía con lo que afirma el Papa Francisco en su novedosa encíclica Laudato si’.
Síntesis de la encíclica Laudato si’
Antes de entrar
en el desarrollo del tema de esta conferencia inaugural, en la que pretendo
hacer una evaluación y ofrecer los retos de la encíclica Laudato
si’, es conveniente recordar las grandes líneas y hacer una breve síntesis
global de la misma.
La encíclica se articula en torno al
concepto de ecología integral, esto
es, el medio ambiente en el que se desarrollan las relaciones básicas del ser
humano: con Dios, consigo mismo, con los demás y con la creación.
El punto de partida es el análisis de
la situación actual en el capítulo primero, titulado Lo que está pasando en nuestra casa. El Papa aborda la situación
generada en torno al calentamiento global y la contaminación, el problema del
agua, la pérdida de la biodiversidad y sus consecuencias en ser humano. Ello se manifiesta en el deterioro
de la calidad de vida y la falta de igualdad de condiciones para la vida y el
desarrollo en el planeta, que afecta a las personas y a países enteros. Ante
esta situación, por encima de la legítima diversidad de opiniones sobre las
causas y las soluciones, el Papa denuncia la debilidad de las reacciones en la
política internacional y en los poderes económicos.
El segundo capítulo, El Evangelio de la creación, es la
propuesta de la relación con la creación que se desprende de la Sagrada
Escritura. Establece la grandeza de la dignidad humana y cómo el pecado rompe
el equilibrio de toda la creación.
En el tercer capítulo, La raíz humana de la crisis ecológica, se
presenta un análisis de las causas que han provocado la situación actual en
diálogo con la filosofía y con las ciencias humanas. El desarrollo tecnológico
ha dado a algunos un dominio impresionante sobre el conjunto de la humanidad y
del mundo entero. Además, la mentalidad tecnológica dominante concibe toda la
realidad como objeto ilimitadamente manipulable, incluyendo los recursos naturales
y al propio hombre.
La propuesta del Papa recogida en el
capítulo cuarto habla de una Ecología
integral. Un nuevo paradigma de justicia, una ecología que tenga en cuenta
el lugar peculiar del ser humano en el mundo y en las relaciones con el mundo
que le rodea. La naturaleza no es algo separado de nosotros o un mero marco de
nuestra vida. Esto se aplica a todo lo que vivimos en los distintos campos: en
la economía, en la política, en las distintas culturas - especialmente las más avanzadas - y todo lo
que afecta a nuestra vida cotidiana. De hecho, la ecología, afirma el Papa en
la encíclica, es inseparable del bien común, lo cual implica tomar decisiones
solidarias basadas en “una opción preferencial por los más pobres”.
Como consecuencia de los planteamientos
propuestos, el Papa Francisco propone en el quinto capítulo Algunas líneas de orientación y acción. En
él se plantea la pregunta sobre lo que podemos y debemos hacer. En primer lugar
propone establecer diálogo sobre el medio ambiente en la política internacional
que responda a las necesidades y a las expectativas y alentar también el
diálogo hacia las políticas nacionales y locales. Propone también incorporar la
responsabilidad ambiental y social a la
hora de evaluar y analizar la actuación de las empresas y en particular el
impacto ambiental de cada nuevo proyecto.
El último capítulo, Educación y espiritualidad ecológica, va
al centro de la conversión ecológica a la que invita la encíclica. Las raíces
de la crisis cultural son profundas y no es fácil rediseñar hábitos y
comportamientos, pero la educación y la formación siguen siendo desafíos claves.
Como señala el Papa “todo cambio necesita motivaciones y un camino educativo”,
por lo que se han de implicar la escuela, la familia, los medio de comunicación,
la catequesis, etc., apostando por cambiar el estilo de vida y educar en la
alianza entre humanidad y ambiente.
EVALUACIÓN
DE LA ENCÍCLICA LAUDATO SI’
Firmada
el 24 de mayo de 2015, pero hecha pública el 18 de junio de 2015, solemnidad de
Pentecostés, la encíclica Laudato Si’ (LS),
sobre el cuidado de la ‘casa común’, tiene una importancia excepcional. Es
cierto también que la exhortación apostólica Evangelii Gaudium se ha convertido en el documento programático del
pontificado del Papa Francisco. Pero la fuerza de LS y el amplio impacto que ya
ha tenido en la Iglesia y en la sociedad, así como el enfoque y el contenido de
la encíclica, permiten entrever una nueva etapa en la Doctrina Social de la
Iglesia. En 1891, León XIII abordó las “cosas nuevas” en su encíclica Rerum novarum; 125 años más tarde,
Francisco se sitúa a la altura de los nuevos
retos de la época. Si la llamada cuestión
social marcó el siglo XX, la cuestión socio-ambiental
dominará las preocupaciones de nuestro siglo XXI.
En
general, la recepción de la encíclica ha
sido muy positiva tanto fuera como dentro de la Iglesia, tras un cierto
desconcierto en un primer momento por lo novedoso de la temática.
Que
un Papa se pronuncie sobre la degradación del medio ambiente, dedicándole toda
una encíclica, sorprendió a propios y extraños, aunque una vez leído el texto y
escuchado a los expertos resulta evidente que la Iglesia exprese su opinión y
fije su doctrina sobre una cuestión social tan nuclear como es el cuidado de la
creación.
El
gran número de ediciones, publicaciones, libros, comentarios, conferencias,
mesas redondas, que ha generado LS (sólo en España) en el año transcurrido
desde su promulgación dan buena cuenta de su enorme eco mediático.
La encíclica ha tenido
un gran impacto e influencia en tres
eventos celebrados en el año 2015: 1) La Tercera Conferencia Internacional
sobre la Financiación para el Desarrollo (Addis Abeba, Etiopía, del 13 al 16 de
julio ; 2) La Cumbre de las Naciones Unidas para la adopción de la Agenda de
Desarrollo a partir de 2015 (Nueva York, del 25 al 27 de septiembre); 3) La
Vigésimo Primera Sesión de la Conferencia de las Partes en la Convención Marco
de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP21), celebrada en París
del 30 de noviembre al 11 de diciembre).
Ofrezco
solamente algunos ecos de la voz de
la encíclica:
1. La
creación de un curso sobre la encíclica desde la Red de Soluciones del
Desarrollo Sostenible de la ONU.
https://www.sdsnedu.org/learn/laudato-si-on-care-for-our-common-home-september-2015
2. La
recepción positiva de las organizaciones sociales católicas, por ejemplo en la
campaña Enlázate por la Justicia:
En
el plano internacional, el Secretario General de las Naciones Unidas, Ban
Ki-Moon, al poco tiempo de la publicación, destacó que las conclusiones de la
encíclica sobre el calentamiento global “tienen consenso científico”. Indicó
que esperaba recibir al Papa Francisco en las Naciones Unidas en septiembre
cuando el Pontífice se dirija a la Asamblea General. Así fue. El Papa en esa
ocasión solemne tuvo un importante discurso, comentando pasajes de su encíclica
LS.
El
Papa Francisco ha abierto un camino nuevo
para la ecología. Así lo afirma, por ejemplo, Marcelo Sánchez Sorondo, Canciller
de las Academias Pontificias de las Ciencias, que asesoró al Papa en la
redacción de la encíclica, y que desde su publicación ha participado en
encuentros internacionales sobre el documento. Para Sánchez Sorondo la
encíclica ha tenido una influencia decisiva en la aprobación de los nuevos
Objetivos de Desarrollo Sostenible, en la cumbre inaugurada en septiembre por
el mismo Papa en la sede de la ONU en Nueva York. Y, sobre todo, en el éxito de
la XXI Conferencia Internacional sobre el Cambio Climático celebrada en París
en diciembre, de la que salió por primera vez un acuerdo global.
La
evaluación de Sánchez Sorondo sobre el papel de la encíclica LS en París la
comparte en gran medida Thomas Stocker, coordinador del último Informe
científico que el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático preparó para
esta cita. LS - explica este físico ambiental - es un documento sin
precedentes, del máximo valor. Es la primera vez que un Santo Padre habla del
cambio climático, la biodiversidad, y de nuestro propio comportamiento de una
forma tan completa. A título personal, - decía- me impresiona la amplitud de su enfoque, desde
los datos científicos hasta las raíces del comportamiento humano hacia la
naturaleza.
El
Papa ha tocado el corazón de los hombres creyentes y no creyentes. La razón
reside en la idea fundamental de que no será posible solucionar la crisis
ambiental y crear un mundo con más justicia sin perfilar qué es el hombre.
El
Premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel destaca que el documento es la
“primera encíclica dirigida a toda la humanidad”. La encíclica habla de “una
auténtica deuda ecológica” sobre todo del Norte con el Sur del mundo,
reconociendo que frente al cambio climático hay “distintas responsabilidades”,
y son mayores las de los países desarrollados.
Las
Organizaciones Ecológicas Internacionales también respaldaron el documento,
como el caso de Greempeace, que indicó en un comunicado: “Todo el mundo, ya sea
religioso o secular, puede y debe responder a este llamamiento con la acción
urgente”.
En
este sentido, la Fundación Mundial para la Naturaleza (WWF), por sus siglas en
inglés) señaló que el texto LS “supone una llamada a la acción para todos, en
todas partes”.
El
Director de la Organización Ecologista en el Reino Unido, David Nussbaum,
señaló: “Estoy muy animado de que el Papa haya trazado la intrínseca relación
entre los humanos y la naturaleza y que no se pueda dividir la justicia económica,
social y ecológica”. “Para que la gente y la naturaleza puedan prosperar, para
promover el bien común, debemos cuidar de nuestro hogar común”, completó.
Hasta
aquí algunas indicaciones sobre la evaluación y los ecos que ha tenido la recepción eclesial
y mundial de la encíclica LS.
RETOS
DE LA ENCÍCLICA LAUDATO SI’
En
la segunda parte de mi conferencia trato de presentar un marco de lectura que
permita entender las implicaciones y plantear los retos. Lo hago en diez puntos, que forman una especie de decálogo ecológico, que resume los retos fundamentales.
1.
La
causa de los pobres
Hay
que reconocer que, a pesar de la buena recepción de la encíclica como he
apuntado en la primera parte de mi conferencia, en no pocos ambientes
eclesiales y sociales, la causa de la ecología es aún considerada como algo
exótico, como un lujo propio de sociedades ricas, como un freno al desarrollo
de los pueblos o, poniendo un ejemplo gráfico, como un desenfoque que prioriza
los animales como las focas antes que las personas.
Por
eso, a algunos les ha podido sorprender que un Papa que viene del sur del
planeta, y que ha mostrado una sensibilidad social tan aguda, haya dedicado su
primera encíclica a esta cuestión. Esas voces escépticas parecen olvidar que
muchas personas y grupos, dentro y fuera de la Iglesia, vienen insistiendo
desde décadas en que las principales víctimas de la crisis ecológica son las
poblaciones más pobres de la tierra. El Papa Francisco asume esta visión cuando
indica que “entre los pobres más abandonados y maltratados, está nuestra
oprimida y devastada tierra” (LS 2).
Más
aún, la encíclica desgrana “las consecuencias dramáticas de la degradación
ambiental en las vidas de los pobres del mundo” (LS 13). A lo largo de la
encíclica, el Papa describe algunos efectos de la crisis medioambiental. Veamos
algunos ejemplos. 1º) “La exposición a los contaminantes atmosféricos produce
un amplio espectro de efectos sobre la salud, especialmente de los pobres” (LS
20); 2º) el calentamiento global es particularmente grave “en los lugares más
pobres de la tierra, especialmente en África, donde el aumento de la
temperatura unido a la sequía hace estragos en el rendimiento de los cultivos”
(LS 51); 3º) la situación de los migrantes y refugiados medioambientales (LS
25); y 4º) las graves dificultades que sufren las poblaciones empobrecidas para
acceder al agua potable (LS 28 ss.).
2.
Preocupación
por la biodiversidad
Junto
al modo de tratar la “cuestión socio-ambiental” como única, las palabras del
Papa Francisco introducen otra novedad significativa en la historia de la
Doctrina Social de la Iglesia: una sorprendente preocupación por la
biodiversidad (cfr. LS 32-42).
¿A
qué se debe esta novedad significativa? Se debe, sin duda, a la centralidad de
la cuestión la cual va más allá de su valor estético o sentimental hacia
algunos animales icónicos en peligro de extinción. Así, se recuerda a los menos
familiarizados con la biología que “algunas especies poco numerosas, que suelen
pasar desapercibidas, juegan un rol crítico fundamental para estabilizar el
equilibrio de un lugar” (LS 34).
Muchas
de las numerosas especies que están desapareciendo a gran velocidad debido a la
acción del hombre poseen un valor irremplazable puesto que “podrán significar
en el futuro recursos sumamente
importantes, no sólo para la alimentación, sino también para la curación de
enfermedades y para múltiples servicios” (LS 32). En efecto, “estamos hablando
de valores que exceden todo cálculo” (LS 36). Pero, además de su potencial
utilidad, las especies con las que convivimos en nuestra ‘casa común’, aquellas
con las que compartimos un cierto grado de fraternidad, deben ser conservadas
porque “tienen un valor en sí mismas” (LS 33).
En
último término, en la preservación de la biodiversidad está en juego mucho más
que la conservación de algunas especies, la calidad y la preservación de
nuestra propia vida: “Porque todas las criaturas están conectadas, cada una
debe ser valorada con afecto y admiración, y todos los seres nos necesitamos
unos a otros” (LS 42).
3.
Los
consensos científicos
Aunque
la separación entre la fe y la ciencia constituye uno de los dramas de la
Modernidad, hace ya mucho tiempo que la postura del magisterio eclesial admite,
defiende y valora el campo propio de investigación científica. De ello da fe el
Concilio Vaticano II cuando reconoce que “las cosas creadas y las sociedades
gozan de leyes y valores propios, que el hombre va gradualmente conociendo” y
que, por tanto, la autonomía de las realidades terrenas “no solo es una
reclamación de los hombres de hoy, sino algo que responde a la voluntad del
Creador” (Gaudium et spes, 36).
En
coherencia con este planteamiento y como no podía ser de otro modo, LS se apoya
en el trabajo de los científicos. El Papa afirma con claridad que “hay un
consenso científico muy consistente que indica que nos encontramos ante un
preocupante calentamiento del sistema climático” y que “numerosos estudios
científicos señalan que la mayor parte del calentamiento global de las últimas
décadas se debe a la gran concentración de gases de efecto invernadero
(anhídrido carbónico, metano, óxidos de nitrógeno y otros) emitidos sobre todo
a causa de la actividad humana” (LS 23).
El
cambio climático y el calentamiento global no son los únicos temas, aunque sí
son especialmente significativos y relevantes. Una postura igualmente
fundamentada y matizada puede encontrarse, por ejemplo, al analizar los
organismos genéticamente manipulados (cfr. LS 133). De hecho, la encíclica ha
venido precedida de una serie de estudios y jornadas de debate, en las que ha
jugado un papel destacado la Academia Pontificia de las Ciencias. Participan en
ella numerosos y prestigiosos científicos, incluyendo varios galardonados con
el premio Nobel, independientemente de sus creencias religiosas. La última de
sus Conferencias Internacionales tuvo lugar en el mes de abril de 2015, en
torno al siguiente tema: “Proteger la tierra, dignificar la humanidad: las
dimensiones morales del cambio climático y de la humanidad sostenible”. Al
respecto, Juan Pablo II ya escribió en 1988: “Al expresar mi admiración y mi
aliento hacia estos valiosos pioneros de la investigación científica, a los
cuales la humanidad debe tanto de su desarrollo actual, siento el deber de
exhortarlos a continuar en sus esfuerzos permaneciendo siempre en el horizonte
sapiencial en el cual los logros científicos y tecnológicos están acompañados
por los valores filosóficos y éticos” (Fides
et Ratio [FR], 106).
4.
Superación
del cientificismo y de la tecnocracia
Al
tiempo que valora y se apoya en la ciencia, la enseñanza social de la Iglesia
critica el cientificismo y la tecnocracia. A eso se refería Juan Pablo II que
constató: “la mentalidad cientificista ha conseguido que muchos acepten la idea
según la cual lo que es técnicamente realizable llega a ser por ello moralmente
admisible” (FR ,88).
En
este sentido, el Papa Francisco alude al paradigma de la tecnocracia, es decir,
al “modo cómo la humanidad de hecho ha asumido la tecnología y su desarrollo
junto con un paradigma homogéneo y unidimensional” (LS 106). Dicho paradigma
condiciona la vida de las personas y el funcionamiento de la sociedad, también
en los ámbitos económico y político. Por ello, insiste el Papa, que es preciso
alentar “una mirada distinta, un pensamiento, una política, un programa
educativo, un estilo de vida y una espiritualidad que conformen una resistencia
ante el avance del paradigma tecnocrático” (LS 111).
Todo
esto se hace particularmente significativo, porque las cuestiones tratadas no
se elaboran desde la teoría científica ni desde la imagen del mundo, sino a
partir de aspectos prácticos de la “tecnociencia”, que marcan toda nuestra
sociedad y cultura. En realidad, estamos hablando de la necesidad de repensar
el modelo de desarrollo y de progreso, para lograr realmente una calidad de
vida integral: el desarrollo sostenible, equitativo e integral (cfr. LS 13; 18;
52; 102; 159; 161; 191).
En
este punto, la encíclica se aleja de toda ingenuidad y gana en profundidad
crítica al desenmascarar no sólo el mito del “crecimiento ilimitado” (cfr. LS
106), sino también los modos interesados en los que “el discurso del
crecimiento sostenible suele convertirse en un recurso diversivo y
exculpatorio” (LS 194). Por todo ello, “no basta con incluir consideraciones
ecológicas superficiales mientras no se cuestione la lógica subyacente en la
cultura actual” (LS 198).
5.
Impulsar
decisiones necesarias, aunque sean costosas, ante la débil reacción política
internacional
Ante
la grave situación socio-ambiental que vivimos, “llama la atención la debilidad
de la reacción política internacional. El sometimiento de la política ante la
tecnología y las finanzas se muestra en el fracaso de las Cumbres mundiales
sobre medio ambiente” (LS 54). No podemos olvidar el liderazgo moral y la libertad
evangélica que ejerce la persona del
Papa Francisco sin esperar todo de la política ni de una ingenuidad idealista o
inclusive espiritualista.
Así,
se reconoce y se denuncia que, en las últimas Cumbres, “por falta de decisión
política, no alcanzaron acuerdos ambientales globales realmente significativos
y eficaces” (LS 166). De hecho, no es casual, como he señalado en la primera
parte al presentar la evaluación de la encíclica, que la encíclica se haya
promulgado en el verano de 2015, con tiempo suficiente para poder hacerse
presente en el debate público mundial de cara a la Cumbre de la ONU sobre los
objetivos de desarrollo sostenible (25-27 de septiembre en Nueva York) y la
Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (del 30 de
noviembre al 11 de diciembre de 2015, en Paris), ya citadas.
La
persuasión del Papa es que “necesitamos una política que piense con visión
amplia, y que lleve adelante un replanteo integral […] Si la política no es capaz
de romper una lógica perversa, y también queda subsumida en discursos
empobrecidos, seguiremos sin afrontar los grandes problemas de la humanidad”
(LS 197). Esta amplitud de miras, de ante mano, insta a superar las lógicas
cortoplacistas, partidistas e interesadas; y significa también caer en la
cuenta de que estamos ante un reto muy amplio, en el tiempo (solidaridad intergeneracional) y en el espacio (dimensión global que trasciende las políticas nacionales):
“La grandeza política se muestra cuando, en momentos difíciles, se obra por
grandes principios y pensando en el bien común a largo plazo” (LS 178).
Como
en otros retos de envergadura, el principio clásico de la subsidiariedad ofrece
pistas sabias para combinar las acciones políticas en los últimos niveles: hay
que pensar globalmente y actuar localmente, al mismo tiempo que mantenemos la
mirada local e incidimos globalmente. Y, en todo caso, es necesario superar la
lógica de la eficiencia y de lo inmediato
para que la acción política “asuma estas responsabilidades con los
costos que implican” (LS 181).
6.
La
política y la economía al servicio de la vida humana
“La
política no debe someterse a la economía y ésta no debe someterse a los dictámenes y al paradigma eficientista de
la tecnocracia. Hoy, pensando en el bien común, necesitamos imperiosamente que
la política y la economía, en
diálogo, se coloquen decididamente al servicio de la vida, especialmente de la vida humana” (LS 189).
Éste
es, precisamente, el sentido de la economía en el gobierno de la ‘casa común’.
Sin embargo, en la actualidad, se ha producido una grave “distorsión
conceptual” de la economía (cfr. LS 195), pues prima más la maximización de los
beneficios a corto plazo y, aún más, la economía financiera es más importante que
la economía real (cfr. LS 85).
Por
eso, las palabras del Papa Francisco nos alertan en este sentido, cuando
afirma: “las finanzas ahogan a la economía real” (LS 109). En consecuencia, se
producen una serie de disfunciones en el sistema, primero, “muy fácilmente el
interés económico llega a prevalecer sobre el bien común” (LS 54) y, segundo,
“los poderes económicos continúan justificando el actual sistema mundial, donde
priman una especulación y una búsqueda de la renta financiera que tienden a
ignorar todo contexto y los efectos sobre la dignidad humana y el medio
ambiente” (LS 55).
7.
Cambio
de actitudes. “Tú debes cambiar de vida”
Otra
economía es necesaria, pero no será
posible ni viable sin un cambio profundo de actitudes. Un cambio que, en último
término, demanda fuertes motivaciones espirituales, las llamemos así o no. Un
ejemplo puede resultar iluminador: el sobre-consumo de una minoría de la
población mundial. Este es el desorden antropológico que no puede ser abordado
sólo con análisis económicos, medidas políticas e innovación tecnológica. Es
una patología espiritual que requiere de un ejercicio espiritual. A ello se
refieren el filósofo francés Pierre Hadot con el ‘cuidado de sí mismo’ (souci
de soi) o el filósofo alemán Peter Sloterdijk con el imperativo categórico Tú debes cambiar tu vida. En este sentido,
las religiones pueden hacer una valiosa contribución, ayudando a “superar la
ansiedad enfermiza que nos vuelve superficiales, agresivos y consumistas
desenfrenados” (LS 226). Para un economista,
el sobre-consumo es una ineficiente asignación en el uso de los recursos; para
un científico, uno de los vectores
culturales que alimenta la desbocada demanda de recursos naturales; para un creyente es, además de todo lo anterior,
reflejo de un grave desajuste espiritual.
De
ahí que la espiritualidad resulte una pieza clave en el rompecabezas de la
sostenibilidad. “No se trata de hablar tanto de ideas, sino sobre todo de las
motivaciones que surgen de la
espiritualidad para alimentar una pasión por el cuidado del mundo. Porque no
será posible comprometerse en cosas grandes sólo con doctrinas sin una mística que nos anime, sin unos móviles
interiores que impulsan, motivan, alientan y dan sentido a la acción personal y
comunitaria” (LS 216).
En
este momento de impasse histórico, la
espiritualidad se presenta como una fuente imprescindible para la movilización
social de tipo ascético que la crisis socio-ecológica demanda.
8.
El
valor de la sobriedad en la propia vida
Las
crisis son tiempos de purificación, renovación y redescubrimiento. Las crisis
se convierten en oportunidades para volver a la experiencia fundante, a lo más
básico. La actual crisis global de la sostenibilidad puede ser un callejón sin
salida para nuestra civilización o puede convertirse en una excelente
oportunidad de trasformación, crecimiento y aprendizaje colectivo.
A
la luz de la crisis socio-ecológica que denuncia la encíclica, la ascesis
cristiana no aparece ya como una rémora histórica de la que convendría
deshacerse; al contrario, adquiere una actualidad insospechada que trasciende
el ámbito privado de una religión particular para adquirir una nueva relevancia
pública: “La espiritualidad cristiana propone un crecimiento con sobriedad y una capacidad de gozar con
poco. Es un retorno a la sobriedad que nos permite detenernos a valorar lo
pequeño, agradecer las posibilidades que ofrece la vida sin apegarnos a lo que
tenemos ni entristecernos por lo que no poseemos. Esto supone evitar la
dinámica del dominio y de la mera acumulación de placeres” (LS 222). De esta
manera, la espiritualidad cristiana implica también redescubrir los ciclos de
la naturaleza y aprender a vivir con serenidad, es decir, “dedicar algo de
tiempo para recuperar la serena armonía con la creación, para reflexionar
acerca de nuestro estilo de vida y nuestros ideales, para contemplar al
Creador” (LS 225). La búsqueda de la sostenibilidad es una oportunidad para
volver a la fuente de nuestra propia tradición y beber de ella.
9.
Promover
una “conversión ecológica”
El regreso a un estilo de vida más
sencillo implica una metanoia, un
cambio de dirección: la ‘conversión
ecológica’ a la que apela el Papa Francisco (cfr. LS 216-221).
Esto se fundamenta en la transformación
de hábitos mentales y patrones de comportamiento, producción y consumo que
precisamos con urgencia, lo cual no se consigue sólo con informes científicos
más precisos, con más regulación legal o con la invocación de grandes principios
éticos. Requiere, además, un compromiso personal, “implica también reconocer
los propios errores, pecados, vicios o negligencias, y arrepentirse de corazón,
cambiar desde adentro” (LS 218).
Desde este marco, nos parece
imprescindible subrayar la necesidad, hoy en día, de articular redes de apoyo y
comunidades de solidaridad capaces de sostener opciones de vida individuales que
no resultan nada sencillas: “A problemas sociales se responde con redes
comunitarias, no con la mera suma de bienes individuales […] La conversión
ecológica que se requiere para crear un dinamismo de cambio duradero es también
una conversión comunitaria” (LS 219). Frente a la propuesta individualista de
“empoderamiento del consumidor”, que circula en muchos círculos ecologistas, la
propuesta católica es universal y eclesial, comunitaria y mística; llama a la
responsabilidad social corporativa, sí, pero del “cuerpo de Cristo” que es la
Iglesia, un cuerpo capaz de nutrir los compromisos individuales y sostenerlos
en el tiempo.
10.
Valorar
la importancia de los comportamientos cotidianos
La envergadura de los asuntos tratados,
la complejidad de los mismos, la fuerza de los intereses políticos y
económicos, lo arraigado de los patrones culturales dominantes, la cómoda
inercia de la vida, pueden resultar obstáculos o resistencias que empujan hacia
un cierto escepticismo e impotencia. ¿Podemos hacer algo? ¿Es ya demasiado
tarde? ¿No es un tema que nos desborda? La encíclica quiere anclarse en la esperanza. Y afirma, con convicción, que
“un cambio en los estilos de vida podría llegar a ejercer una sana presión
sobre los que tienen poder político, económico y social” (LS 206), animando a
una acción coordinada “junto con la importancia de los pequeños gestos
cotidianos, el amor social nos mueve a pensar en grandes estrategias” (LS 231).
A esto debe añadírsele, algunas pistas
que la encíclica ofrece para ayudar a concretar el compromiso y la conversión
ecológica en los comportamientos cotidianos, al alcance de la mano de todos. Y
es que, “cuando somos capaces de superar el individualismo, realmente se puede
desarrollar un estilo de vida alternativo y se vuelve posible un cambio
importante en la sociedad” (LS 208). Desde esta convicción. LS menciona una
serie de propuestas que brotan de una ética rompedora de la ‘autoreferencialidad’ y el
individualismo: evitar el uso de material plástico y de papel, reducir el
consumo de agua, separar los residuos, cocinar sólo lo que razonablemente se
podrá comer, tratar con cuidado a los demás seres vivos, utilizar transporte
público o compartir un mismo vehículo entre varias personas, plantar árboles,
apagar las luces innecesarias” (LS 211), “dar gracias a Dios antes y después de
las comidas” (LS 227) y otros gestos que expresan y desarrollan “una sana
humildad y una feliz sobriedad” (LS 224), ejemplos de esas virtudes sólidas que
tanto necesitamos.
Conclusión
Estos
diez retos se resumen en dos: “escucharás
el clamor de los pobres” y “escucharás el clamor de la tierra” (cfr. LS 49). Y
los escucharás de tal manera, y con tal hondura, que descubrirás que “no hay
dos crisis separadas, una ambiental y otra social, sino una sola y compleja
crisis socio-ambiental” (LS 139).
Descubrirás “la íntima relación entre los pobres y la fragilidad del planeta,
la convicción de que en el mundo todo está conectado, la crítica al nuevo
paradigma y a las formas de poder que derivan de la tecnología, la invitación a
buscar otros modos de entender la economía y el progreso, el valor propio de
cada criatura, el sentido humano de la ecología, la necesidad de debates
sinceros y honestos, la grave responsabilidad de la política internacional y
local, la cultura del descarte y la propuesta de un nuevo estilo de vida” (LS
16). O dicho de otro modo, te adentrarás por el camino de la ecología integral.
I Seminario:
“Antonio Machado: el ejemplo
y el valor de la naturaleza y el medio ambiente”
16 de octubre de 2015
PONENCIAS PUBLICADAS
1. Vicente Jiménez Zamora, Arzobispo de Zaragoza
1. Vicente Jiménez Zamora, Arzobispo de Zaragoza
2. María García Angós
Fiscal Delegada del Medio Ambiente en Soria
I
+ Vicente Jiménez Zamora
Arzobispo de Zaragoza
LAUDATO SI’: EL CUIDADO DE LA CASA COMÚN
PRESENTACIÓN
Y SIGNIFICADO DE LA ENCÍCLICA
La primera encíclica del Papa Francisco
INTRODUCCIÓN
Antes de entrar en la exposición de mi
conferencia sobre el cuidado de la casa común, sobre el desarrollo y protección
de la naturaleza, a la luz de la encíclica del Papa Francisco, LAUDATO SI’, quiero hacer una evocación
del amor de D. Antonio Machado a la Naturaleza y, especialmente, a la tierra,
al paisaje y a las gentes de Soria.
Quiero entonar con D. Antonio Machado,
parafraseando a San Francisco de Asís en el Cántico de las criaturas, con el
que el Papa Francisco inicia su carta-encíclica Laudato Si’, un canto a Soria, “casa común” de todos nosotros, que
es también como una hermana, con la
cual compartimos la existencia, y como una madre
bella que nos acoge entre sus brazos.
1.
El periodo de Soria (1907-1912)
“Mi corazón está donde ha nacido
no
a la vida, al amor, cerca del Duero.
¡El
muro blanco y el ciprés erguido!
Soria es
fundamental en Machado. Allí descubre su gran amor, Leonor, con su posterior
desenlace trágico y allí se fragua una nueva temática para su poesía, la que es
claramente constatable en dos de sus obras capitales: Campos de Castilla y La tierra de Alvargónzalez.
Así lo demuestra el propio A. Machado, cuando un año
antes de su muerte contestaba con estas palabras a las preguntas de un
periodista: “No es extraño. Soy hombre
extraordinariamente sensible al lugar en que vivo. La geografía, las
tradiciones, las costumbres de las poblaciones por donde paso, me impresionan
profundamente y dejan huella en mi espíritu. Allá, en el año 1907, fui
destinado como catedrático a Soria. Soria es lugar rico en tradiciones
poéticas. Allí nace el Duero, que tanto papel juega en nuestra historia. Allí,
entre San Esteban de Gormaz y Medinaceli se produjo el monumento literario del
poema del Cid. Por si ello fuera poco, guardo de allí el recuerdo de mi breve
matrimonio con una mujer a la que adoré con pasión y que la muerte me arrebató.
Y “viví y sentí” aquel ambiente con toda intensidad. Subí al Urbión, al
nacimiento del Duero. Hice excursiones a Salas, escenario de la trágica leyenda
de los infantes. Y allí nació mi poema de Alvargónzalez” (Entrevista
concedida a “Voz de Madrid”. Paris, núm. 13, 8-X-1938).
2.
Soria y Machado.
Si en Soria había encontrado el amor, el primero, el
más puro, trocado pronto en dolor por la muerte prematura de Leonor, en Soria
halló también el verdadero camino espiritual por el que había de encauzar su
poesía.
En el poema Campos de Soria, inserto en el libro Campos de Castilla (1912), nos muestra la esencialidad y la
identificación espiritual del propio poeta con la realidad de Soria. Se trata
temáticamente de la “humanización” del paisaje soriano, el cual viene a ser para A. Machado como una quinta esencia
o arquetipo ideal del paisaje castellano y, por extensión, un símbolo de
España.
El poeta nos ofrece la idea de paisaje-alma, a través de una gama
recíproca y diversa de impresiones visuales y cromáticas. En el poema citado Campos de Soria, A. Machado ve los
“verdes” prados; los cerros “cenicientos”; las tierras labrantías, como retazos
de estameñas “pardas”; los llanos “plomizos”; y ve también las colinas
“plateadas”, los “grises” alcores, las “cárdenas” roquedas… Y en la última
estrofa, la IX, síntesis de las anteriores, exclama:
“¡Oh,
sí! Conmigo vais, campos de Soria
tardes
tranquilas, montes de violeta,
alamedas
del río, verde sueño
del
suelo gris y de la parda tierra,
agria
melancolía
de
la ciudad decrépita.
¡Me
habéis llegado al alma,
¿o
acaso estabais en el fondo de ella?
¡Gentes
del alto llano numantino
que
a Dios guardáis como cristianas viejas,
que
el sol de España os llene
de
alegría, de luz y de riqueza!.
Machado nunca olvidó a Soria y Soria no
olvidó a Machado. Por eso el Ayuntamiento de la ciudad, acordó el 16 de julio
de 1932, nombrarle por aclamación, “hijo adoptivo” de la Ciudad , “por haber sabido
-se decía en la propuesta-
describir en versos sublimes el paisaje, las costumbres y el alma
Soriana”. Se propuso hacerle entrega del título acreditativo el 5 de octubre de
ese año, como digno remate de las fiestas de San Saturio.
El 19 de agosto contestaba Antonio
Machado para dar las gracias y decía: “Nada me debe Soria, creo yo, y si algo
me debiera, sería muy poco en proporción a lo que yo le debo: el haber
aprendido en ella a sentir a Castilla, que es la manera más directa y mejor de
sentir a España. Para aceptar tan desmedido homenaje sólo me anima esta
consideración: el hijo adoptivo de vuestra Ciudad ya hace muchos años que ha
adoptado a Soria como Patria ideal”.
El acto se celebró con toda sencillez
el 5 de octubre de 1932. Y, según la prensa local, Machado dijo, entre otras
cosas: “Cuando yo os oí hablar tan puramente este rico tesoro de la lengua,
penetré en vuestra alma, y como mi arte es el del lenguaje, aquí ha brotado el
manantial de mis versos. Ya veis claramente que soy yo quien os debe todo”. Y
luego se extendió en otros aspectos que fueron, en realidad, los mismos de un
hermoso artículo que, solicitado por “El Porvenir Castellano –el periódico que
el propio Machado había impulsado y animado desde 1912- apareció en sus páginas
del 1 de octubre de 1932, como pórtico del acto del homenaje.
Se titula SORIA, y en verdad que no cabe una más precisa ni hermosa
evocación. Como no se ha incluido en todas las ediciones de sus obras y, en
general, es poco conocido, creo que vale la pena recordarlo, aquí y ahora:
“Con su plena luna amoratada sobre la
plomiza sierra de Santana, en una tarde de septiembre de 1907, se alza en mi
recuerdo la pequeña y alta Soria. Soria pura, dice su blasón. Y ¡qué bien le va
este adjetivo!
“Toledo, es ciertamente, imperial, un
gran expoliario de imperios, Ávila, la del perfecto muro torreado, es, en
verdad, mística y guerrera, o acaso mejor, como dice el pueblo, ciudad de
cantos y santos, Burgos conserva todavía la gracia juvenil de Rodrigo y la
varonía de su guante mallado, su ceño hacia León y su sonrisa hacia la aventura
de Valencia, Segovia, con sus arcos de piedra, guarda las vértebras de Roma.
Soria…sobre un paisaje mineral, planetario, telúrico, Soria, la del viento
“redondo” con nieve menuda, que siempre nos da en la cara, junto al Duero
adolescente, casi niño, es pura y nada más”.
“Soria es una ciudad para poetas,
porque allí la lengua de Castilla, la lengua imperial de todas las Españas,
parece tener su propio y más limpio manantial. Gustavo Adolfo Bécquer, aquel
poeta sin retórica, aquel puro lírico, debió amarla tanto como a su natal
Sevilla, acaso más que a su admirada Toledo. Un poeta de las Asturias de Santillana,
Gerardo Diego, rompió a cantar en romance nuevo a las puertas de Soria:
“Río Duero, río Duero
nadie
a acompañarte baja,
nadie
se detiene a oír
tu
eterna estrofa de agua.”
“Y hombres de otras tierras, que
cruzaron sus páramos, no han podido olvidarla. Soria es, acaso, lo más
espiritual de esa espiritual Castilla, espíritu a su vez de España entera. Nada
en ella que asombre, o que brille y truene. Todo es allí sencillo, modesto,
llano. Contra el espíritu redundante y barroco, que sólo aspira a exhibiciones
y a efecto, buen antídoto es Soria, maestra de castellanía, que siempre nos
invita a ser lo que somos y nada más. ¿No es esto bastante?... Hay un breve
aforismo castellano -yo lo oí en Soria
por primera vez- , que dice así:”nadie es más que nadie”. Cuando recuerdo las
tierras de Soria, olvido a veces a Numancia, pesadilla de Roma, y a Myo Cid
Campeador que las cruzó en su destierro, y al glorioso juglar de la sublime
gesta, que bien pudo nacer en ellas, pero nunca olvido al viejo pastor de cuyos
labios oí este magnífico proverbio, donde, a mi juicio, se condensa toda el
alma de Castilla, su gran orgullo y su gran humildad, su experiencia de siglos
y el sentido imperial de su pobreza; esa magnífica frase que yo me complazco en
traducirla así. Por mucho que valga un hombre nunca tendrá valor más alto que
el valor de ser hombre. Soria es una escuela admirable de humanismo, de
democracia y de dignidad”.
Valía bien la pena, como dije antes,
leer esta magistral evocación de Soria, tras de la cual vemos, asimismo, el
espíritu de Antonio Machado. Soria ha tenido en Machado su mejor intérprete y su
máximo cantor.
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Después de este amplio pórtico evocador
del inmenso amor de Antonio Machado a Soria, entro ya en el tema que se me ha
pedido: la presentación y el significado de la carta encíclica del Papa Francisco:
Laudato Si’ sobre el cuidado de la casa
común.
PRESENTACIÓN Y SIGNIFICADO DE LA
ENCÍCLICA
DEL PAPA FRANCISCO LAUDATO SI’
La encíclica toma su nombre de la
invocación de San Francisco de Asís; “Laudato
si’, mi’ Signore”, que en el Cántico
de las creaturas recuerda que la tierra, nuestra casa común, “es también
como una hermana con la que compartimos la existencia, y como una madre bella
que nos acoge entre sus brazos” (1). Nosotros mismos “somos tierra (cfr. Gn 2, 7). Nuestro propio cuerpo está formado
por elementos del planeta, su aire nos da el aliento y su agua nos vivifica y
restaura” (2).
“Esta hermana protesta por el daño que
le hacemos por el uso irresponsable y el abuso de los bienes que Dios ha puesto
en ella” (2). Su gemido, unido al de los pobres, interpela nuestra conciencia
“a reconocer los pecados contra la creación” (8).
La respuesta adecuada a esta conciencia
es la que San Juan Pablo II llamaba “una conversión ecológica global” (5). En
este recorrido, San Francisco de Asís “es el ejemplo por excelencia del cuidado
de lo que es débil y de una ecología integral, vivida con alegría y
autenticidad. […] En él se advierte hasta qué punto son inseparables la
preocupación por la naturaleza, la justicia con los pobres, el compromiso con
la sociedad y la paz interior” (10).
La encíclica Laudato si’ se desarrolla en torno al concepto de ecología integral, como paradigma capaz
de articular las relaciones fundamentales de la persona: con Dios Creador,
consigo misma, con los demás seres humanos, con los animales, con las plantas y
con toda la creación.
Algunas
características de la encíclica Laudato
si’:
1)
Es la primera vez
que un Papa aborda el tema de la ecología en el sentido de una ecología integral de forma tan completa
(por tanto que va más allá de la ecología del ambiente). Y una gran sorpresa:
elabora el tema dentro del nuevo paradigma ecológico, cosa que ningún documento
oficial de la ONU ha hecho hasta el día de hoy.
2)
Es bueno que su discurso se base en los datos
más seguros de las ciencias de la vida y de la tierra. Lee los datos
científicos no fríamente, sino con el corazón, pues discierne que detrás de
ellos se esconden dramas humanos y mucho sufrimiento también por parte de la
madre tierra.
3)
La situación
actual es grave, pero el Papa Francisco siempre encuentra razones para la esperanza y la confianza en que el ser
humano puede encontrar soluciones viables. No es profeta de calamidades, sino
un mensajero de esperanza.
4)
Enlaza con los
Papas que le han precedido Juan Pablo II y Benedicto XVI, citándolos con
frecuencia.
5)
Es un documento
que se inscribe dentro de la colegialidad con el resto de Obispos, pues valora
las contribuciones de decenas de Conferencias Episcopales del mundo entero,
desde la de Estados Unidos, Alemania, Brasil, la Patagonia-Camahue, hasta la de
Paraguay. Acoge también las contribuciones de otros pensadores, como los
católicos (Pierre Teilhard de Chadin, Romano Guardini, Dante Alighieri, de su
maestro argentino Juan Carlos Scannone), del protestante (Paul Ricoeur) y del
musulmán sufí (Ali Al-Khawwas).
6)
Los destinatarios
son todos los seres humanos, hombres y mujeres, pues todos son habitantes de la
misma casa común (palabra muy usada por el Papa Francisco).
7)
Un elemento
merece ser destacado, pues revela la forma
mentis (formación y estilo) del Papa Francisco: él es deudor de la
experiencia pastoral y teológica de las Iglesias Latinoamericanas, que, a la
luz de los documentos del Episcopado Latinoamericano (CELAM) de Medellín
(1968), Puebla (1979), Aparecida (2007), hicieron una opción preferencial por
los pobres contra la pobreza y a favor de la liberación.
8)
El texto y el
tono de la encíclica son típicos del Papa Francisco y de la cultura ecológica
que ha acumulado: los temas de la “casa común”, de la “madre tierra”, del
“grito de la tierra y del grito de los pobres”, del “cuidado”, de la
“interdependencia entre todos los seres”, del “ser humano como tierra” que
siente, piensa, ama y venera, de la “ecología integral”.
9)
La estructura
sigue el esquema del ver, juzgar y actuar,
y añade el apartado de celebrar.
10)
Después de una larga reflexión, gozosa y
dramática a la vez, propone al final dos oraciones: una que podamos compartir con los creyentes de otras Religiones,
que creemos en Dios creador omnipotente; y otra
para que los cristianos sepamos asumir los compromisos con la creación que nos
plantea el Evangelio de Jesús.
I. VER
La encíclica comienza con el VER “lo que le está pasando a nuestra casa” (nn. 17-61).
Afirma
el Papa: “Basta mirar la realidad con sinceridad para ver que hay un gran
deterioro de nuestra casa común” (61). En el capítulo
primero incorpora y sume los más recientes descubrimientos científicos en
materia ambiental y los datos más serios
y consistentes acerca del cambio climático (23-26): la cuestión del agua
(27-31); la pérdida de la biodiversidad (32-42); el deterioro de la calidad de
la vida humana y decadencia social (43-47); la denuncia de la inequidad
planetaria que afecta a todos los ámbitos de la vida (48-52) y tiene a los
pobres como víctimas principales (48); la debilidad de las reacciones (53-59).
En este mismo capítulo hay una frase
que nos remite a la reflexión hecha en América Latina: “Pero hoy no podemos
dejar de reconocer que un planteo
ecológico se convierte siempre en un planteo social, que debe integrar
justicia en las discusiones sobre el ambiente, para escuchar tanto el clamor de la tierra como el clamor
de los pobres” (49). Después añade: “el gemido de la hermana tierra […] se
une al gemido de los abandonados del mundo” (53). Esto es absolutamente
coherente, pues al principio dijo que “nosotros mismos somos tierra” (n. 2;
Cfr. Gén 2, 7), muy en la línea del gran cantor y poeta indígena argentino
Atahualpa Yupanqui: “el ser humano es tierra que camina, que siente, que piensa
y que ama”.
Condena la propuesta de
internacionalización de la Amazonía, que “solamente serviría a los intereses
económicos de las multinacionales (38). Hace una afirmación de gran vigor
ético: es una gravísima inequidad “obtener importantes beneficios haciendo
pagar al resto de la humanidad, presente y futura, los altísimos costos de la
degradación ambiental” (36).
Con tristeza reconoce: “nunca hemos
maltratado y lastimado nuestra casa común como en los últimos siglos” (53).
Frente a esta ofensiva humana contra la madre tierra que muchos científicos han
denunciado como la inauguración de la nueva era geológica lamenta la debilidad
de los poderes de este mundo que, engañados, “piensan que el planeta podría
persistir por mucho tiempo en las actuales condiciones”, como coartada para
“alimentar todos los vicios autodestructivos” (59) con un comportamiento que a
veces parece suicida” (55).
Prudente, reconoce la diversidad de
opiniones (60-61) y que “no hay un solo camino de solución” (60). Así y todo, “lo
cierto es que el actual sistema mundial es insostenible desde diversos puntos
de vista, porque hemos dejado de pensar en los fines de la acción humana” (61),
y nos perdemos en la construcción de medios destinados a la acumulación
ilimitada a costa de la injusticia ecológica (degradación de los ecosistemas) y
de la justicia social (empobrecimiento de las poblaciones). La humanidad “ha
defraudado las expectativas divinas” (61).
El desafío urgente, entonces, consiste
en “proteger nuestra casa común” (13); y para eso necesitamos, citando al Papa
Juan Pablo II: “una conversión ecológica global”
(5); “una cultura del cuidado que
impregne toda la sociedad” (231).
II. JUZGAR
Después de realizar la dimensión del VER, se impone
ahora la dimensión del JUZGAR. Este juzgar se realiza desde dos vertientes: una
teológica y otra científica.
1.Dimensión
teológica. La encíclica reserva un
amplio espacio al “evangelio de la creación” (62-100). Es el capítulo II, que
ofrece la visión general que proviene de la tradición judeo-cristiana, y ofrece
estos apartados: la luz que ofrece la fe (63-64); la sabiduría de los relatos
bíblicos(65-75); el misterio del universo(76-83); el mensaje de cada criatura
en la armonía de todo lo creado (84-88); una comunión universal (89-92); destino
común de los bienes (93-95); la mirada de Jesús (96-100).
La sección se inicia justificando la
aportación de las religiones y del cristianismo, pues siendo la crisis global,
cada instancia debe, con su capital religioso, contribuir al cuidado de la
tierra (cfr. 62). La encíclica no insiste en las doctrinas sino en la sabiduría
presente en los distintos caminos espirituales. El cristianismo prefiere hablar
de creación en lugar de naturaleza, pues creación “tiene que ver con un
proyecto del amor de Dios” (76). Cita más de una vez un bello texto del libro
bíblico de la Sabiduría (11, 24), donde aparece con claridad que “la creación
es del orden del amor” (77) y que Dios es “el Señor que ama la vida” (cfr. Sab 11, 26)” (89).
El capítulo se abre con una visión
evolucionista del universo, no utilizando la palabra sino haciendo un
circunloquio al referirse al universo “conformado por sistemas abiertos que
entran en comunión unos con otros” (79). Utiliza los principales textos que
vinculan a Cristo encarnado y resucitado con el mundo y con todo el universo,
haciendo sagrada la materia y toda la tierra. En este contexto menciona a
Pierre Teilhard de Chardin (1881-1955) (cfr. 83, nota 53) como precursor de
esta visión cósmica.
El hecho de que Dios-Trinidad sea una
relación de personas divinas tiene como consecuencia que todas las cosas en
relación sean resonancias de la Trinidad divina (cfr. 240).
Citando al patriarca ecuménico de la
Iglesia ortodoxa, Bartolomé, reconoce que “un crimen contra la naturaleza es
[…] un pecado contra Dios” (8). De ahí la urgencia de una conversión ecológica
colectiva que rehaga la armonía perdida.
3.Dimensión
científica. La encíclica dedica todo
el capítulo III al análisis de “la raíz humana de la crisis ecológica”. En esta
parte, el Papa se propone analizar sin preconceptos la tecnociencia, acogiendo
lo que ésta ha traído de “cosas realmente valiosas para mejorar la calidad de
vida del ser humano” (103). Pero este no es el problema. El problema reside en
que se independizó, sometió a su dominio la economía, la política y la
naturaleza con vistas a la acumulación de bienes materiales (cfr. 109). Ella
parte de una suposición equivocada que es la “disponibilidad infinita de los
bienes del planeta” (106), cuando sabemos que ya hemos tocado los límites
físicos de la tierra y que gran parte de los bienes físicos de la tierra y que
gran parte de los bienes y servicios no son renovables” La tecnociencia se ha
vuelto tecnocracia, una verdadera dictadura con una férrea lógica de dominio, sobre
todo y sobre todos” (cfr. 108).
La gran ilusión, hoy dominante, reside
en la creencia de que con la tecnociencia se pueden resolver todos los
problemas ecológicos. Esta es una idea engañosa porque implica “aislar cosas
que en realidad están entrelazadas” (111). En realidad, “todo está conectado”
(117), “todo está relacionado” (120), una afirmación que recorre todo el texto
de la encíclica como un ritornelo,
pues es un concepto clave del nuevo paradigma contemporáneo. El gran límite de
la tecnocracia está en la “fragmentación de los saberes” hasta “perder el sentido de la totalidad”
(110). Lo peor es que “no reconoce a los demás seres un valor propio” y hasta
“negar todo valor peculiar al ser humano” (118).
El valor intrínseco de cada ser, por
minúsculo que sea, es enfatizado permanentemente en la encíclica (cfr. 69),
como lo hace la Carta de la Tierra (Declaración
de principios éticos fundamentales aprobados a nivel internacional en el año
2000 en la sede de la UNESCO, en París). Al
negar ese valor intrínseco estamos impidiendo que miles de especies den “gloria
a Dios con su existencia” y nos comuniquen “su propio mensaje” (33).
La mayor desviación producida por la
tecnocracia es el antropocentrismo moderno. Este supone ilusoriamente que las
cosas sólo tienen valor en la medida en se ordenan al uso humano, olvidando que
ellas tienen valor por sí mismas (cfr.
33). Si es verdad que todo está en relación, entonces “todos los seres humanos
estamos juntos como hermanos y hermanas en una maravillosa peregrinación,
entrelazados por el amor que Dios tiene a cada una de sus criaturas y que nos
une también, con tierno cariño, al hermano sol, a la hermana luna, al hermano
río y a la madre tierra” (92).
Todas estas “virtudes ecológicas” (88)
se pierden por la voluntad de poder como dominación sobre los otros y sobre la
naturaleza. Vivimos una angustiante “pérdida del sentido de la vida y de la
convivencia” (110). El Papa cita algunas veces al teólogo ítalo-alemán Romano
Guardini (1885-1968), uno de los más leídos a mediados del siglo pasado, que
escribió un libro crítico contra las pretensiones de la modernidad (cfr. Romano
Guardini, El ocaso de la Edad Moderna. Guadarrama,
Madrid 1958).
La encíclica concluye esta parte: una
vez que el análisis ha indicado “la necesidad de un cambio de rumbo”, debemos
“salir de la espiral de la autodestrucción en la que nos estamos hundiendo”
(163). No se trata de una reforma, sino
-citando la Carta de la Tierra
– de buscar “un nuevo comienzo” (207). La interdependencia de todos nos lleva a
“pensar en un solo mundo, en un proyecto común” (164).
Puesto que la realidad presenta
múltiples aspectos, todos íntimamente relacionados, el Papa Francisco propone
una “ecología integral”, que va más allá de la ecología ambiental a la que
estamos acostumbrados (137). Ella cubre todos los campos: el ambiental, el
económico, el social, el cultural y también la vida cotidiana (cfr. 147-148).
Nunca olvida a los pobres, que testimonian también su forma de ecología humana
y social viviendo lazos de pertenencia y de solidaridad de unos con otros (cfr.
149).
III.
ACTUAR
El tercer paso metodológico es el
ACTUAR. Es el capítulo V, en el que la encíclica trata los grandes temas de la
política internacional, nacional y local (164-181). Subraya la interdependencia de lo social y de la educación con la ecología y constata
las lamentables dificultades que trae consigo el predominio de la tecnocracia,
que dificulta los cambios que ponen freno a la voracidad de acumulación y de
consumo y pueden inaugurar lo nuevo (cfr. 182-188).
Retoma el tema de la economía y la
política, que deben servir al bien común y crear condiciones para una plenitud
humana posible (cfr. 189-198). Aquí el Papa ofrece algunas pistas de actuación.
La primera es la acción política, crucial para contener lógicas tecnocráticas y
especulativas y para poner de nuevo en el centro la perspectiva de la persona y
del bien común. Esto vale a todos los niveles, desde los barrios de periferia
hasta la comunidad internacional. La mirada dirigida a la política no es ingenua o acrítica, puesto que parte de la
conciencia de la tendencia a “enmascarar los problemas” o “esconder los
síntomas” (26), a cerrarse en una “lógica perversa” y en “discursos empobrecidos”
(197).
La segunda pista de actuación es que la
acción política requiere la participación
de todos, una verdadera “ciudadanía ecológica” (211), capaz de ejercer “una
sana presión sobre los que tienen poder político, económico y social” (206).
Sin el compromiso competente y desinteresado de cada uno en el propio ampo de
actividad `profesional no se podrá llegar muy lejos.
La tercera pista de actuación que señala el
Papa Francisco es el diálogo: un
diálogo sincero y honesto, que estructure procesos de decisión transparentes,
huyendo de las ambigüedades detrás de las cuales anida a menudo la corrupción
(cfr. 182).
En este capítulo vuelve a insistir en
el diálogo entre ciencia y religión, como lo viene sugiriendo el gran biólogo
Edward O. Wilson (Cfr. Edward O. Wilson, La
creación: salvemos la vida en la tierra. Madrid 2007). Todas las religiones deben “entrar en un diálogo entre ellas
orientado al cuidado de la naturaleza, a la defensa de los pobres· (201).
Siempre en el apartado del actuar, la
encíclica desafía a la educación en el sentido de crear una “ciudadanía ecológica” (211) y un nuevo
estilo de vida fundado en el cuidado, la compasión, la sobriedad compartida, la
alianza entre la humanidad y el ambiente, pues ambos están íntimamente ligados,
así como la corresponsabilidad por todo lo que existe y vive y por nuestro
destino común (cfr. 203 – 208).
IV.
CELEBRAR
Por último está el momento del
CELEBRAR. Es el capítulo VI. La celebración se realiza en un contexto de
“conversión ecológica” (216), que implica una “espiritualidad ecológica” (Ib). Esta espiritualidad ecológica
deriva no tanto de las doctrinas teológicas, sino de las motivaciones que la fe
suscita para cuidar de la casa común y “alimentar una pasión por el cuidado del
mundo” (Ib). Esa vivencia es más bien una mística
que moviliza a las personas a vivir el equilibrio ecológico: “el interno con
uno mismo, el solidario con los demás, el natural con todos los seres vivos, el
espiritual con Dios” (210). Ahí se manifiesta la verdad de que “lo menos es
más” (222) y de que podemos ser felices con poco.
En el sentido de la celebración, “el
mundo es algo más que un problema para resolver, es un misterio gozoso para
contemplar con jubilosa alabanza” (12).
El espíritu tierno y fraterno de San
Francisco de Asís atraviesa todo el texto de la encíclica Laudato si’. La situación
actual no significa una tragedia anunciada, sino un desafío para que
cuidemos la casa común y unos de los
otros. El texto posee poesía y alegría en el Espíritu, como también una
apasionante esperanza en que, si grande es la amenaza, mayor aún es la
oportunidad de solución de nuestros problemas ecológicos.
La encíclica concluye, poéticamente con
las palabras: “Más allá del sol”, diciendo: “Caminemos cantado. Que nuestras
luchas y nuestra preocupación por este planeta no nos quiten el gozo de la
esperanza” (244).
Quiero terminar con las palabras
finales de la Carta de la Tierra que
el mismo Papa cita (207): “Que el nuestro sea un tiempo que se recuerde por el
despertar de una nueva reverencia ante la vida; por la firme resolución de
alcanzar la sostenibilidad; por el aceleramiento en la lucha por la justicia y
la paz y por la alegre celebración de la vida”.
Mesa Redonda
“Los retos actuales de la salvaguarda y desarrollo de los múltiples valores de la naturaleza”
II
Ponente: María García Angós
Fiscal Delegada del Medio Ambiente en Soria
Introducción:Nuestra Constitución no sólo consagra el derecho a disfrutar el medio ambiente, Artículo 45 CE sino que además ha optado por prever sanciones penales para las conductas que más gravemente atenten contra este bien jurídico. El medio ambiente junto al patrimonio histórico, cultural y artístico son los únicos supuestos cuya tutela penal asume directamente la Constitución.
La opción por la protección penal es también una clara decisión de la Unión Europea cuyo Consejo adoptó el 27 de Enero de 2003, la Decisión Marco relativa a la protección del medio ambiente a través del Derecho Penal. Dicha Decisión fue anulada por Sentencia de 13 de septiembre de 2005 del TJCE, a favor de una mayor implicación de la Unión en la protección penal del medio ambiente. La protección penal del medio ambiente cuenta por tanto con amplísimo consenso desde el punto de vista nacional e internacional.
Un papel muy relevante en esta tarea se encuentra el Ministerio Público como órgano defensor de la legalidad y de los derechos de los ciudadanos, más aún si se tienen en cuenta las especiales características del bien jurídico protegido ya que se trata de un interés tradicionalmente denominado colectivo o difuso. El sujeto pasivo, la víctima de estas infracciones, es la sociedad por cuanto que es la misma la también beneficiaria directa de un medio ambiente adecuado, y aunque en determinados casos pueda haber una persona o grupo afectados más directamente, en general son todos los ciudadanos, e incluso los futuros ciudadanos los que sufren y sufrirán el perjuicio derivados de estas actividades delictivas.
La especialidad al Ministerio Público en materia de medio ambiente fue a partir de la Ley 10/2006 de 28 de abril por la que se modifica la Ley 43/2003 de 21 de noviembre de Montes, prevé en su Disposición Final Primera, una modificación de la Ley 50/1981 de 30 de diciembre, reguladora del Estatuto Orgánico del
Ministerio Fiscal, en virtud de la cual se incorpora al Estatuto como delegado del Fiscal General del Estado, un Fiscal coordinador para los delitos relativos a la ordenación del territorio y la protección del patrimonio histórico artístico, del medio ambiente e incendios forestales con categoría de Fiscal de Sala.
Esta Ley incorpora también las Secciones de Medio Ambiente en las Fiscalías Territoriales para establecer en cada Fiscalía de Tribunal Superior de Justicia y de Audiencia Provincial, las que denomina Secciones de Medio Ambiente especializadas en delitos relativos a la ordenación del territorio, la protección del patrimonio histórico, los recursos naturales y el medio ambiente, la protección de la flora, fauna y animales domésticos y los incendios forestales.
Para el ejercicio de sus funciones específicas se exige que se le adscriban profesionales y expertos que le auxilien de manera permanente y ocasional. Concretamente se adscribirá al Fiscal de Sala una Unidad del Servicio de Protección de la Naturaleza de la Guardia Civil (SEPRONA) así como, en su caso los efectivos necesarios pertenecientes al resto de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad con competencias medioambientales. Igualmente se prevé la posibilidad de adscripción de los profesionales y técnicos precisos para auxiliarle de manera permanente y ocasional. Y se cuenta con la colaboración del Centro Internacional de Estudios de Derecho Ambiental en Soria.
La Sección en materia medioambiental debe emprender una labor de relación y coordinación con las autoridades administrativas y con los miembros de la Policía Judicial responsables de la protección medioambiental en sus distintos aspectos. En cada Provincia, como Soria, existe una coordinación y colaboración con el Equipo de Seprona y con la Sección de Medio Ambiente de la Junta de Castilla y León.
Intervención del Ministerio Fiscal en la especialidad de medio ambiente, con algunas breves reseñas de los casos más frecuentes de reproche penal en nuestro ordenamiento jurídico.
CONDUCTAS DEL ARTÍCULO 319 CÓDIGO PENAL
La acción típica consiste en la realización de obras de urbanización, construcción o edificación no autorizables.
Dentro del ámbito del Derecho Urbanístico, el acto de urbanizar se entiende como aquella actividad material consistente en dotar a un terreno de los servicios e infraestructuras necesarias, fijados en el planeamiento o legislación urbanística para que adquiera la condición de solar. Ello implica, por lo tanto la realización de movimientos de tierra para dotar a los terrenos de acceso rodado por vía urbana, abastecimiento de agua, instalaciones de saneamiento, suministro de energía eléctrica en baja tensión y en general, de los servicios básicos que pueden servir de soporte a las posteriores edificaciones.
La Sentencia de 29 de noviembre de 2006 de la Sala II del Tribunal Supremo cuando señalaba que la construcción debe alterar el suelo de una manera artificial, o por medios mecánicos o técnicos y significar una sustancial modificación con vocación de permanencia, por lo que este elemento del tipo debe referirse necesariamente a la ilegalidad de la edificación en el momento en que se realiza, de modo que no basta que se haya levantado sin licencia y que se haya hecho en suelo no urbanizable, sino que es necesario que, además , sea contraria a la legalidad urbanística vigente en ese momento y que, por ello no hubiera sido posible su autorización.
Todo lo cual supone que el carácter no autorizable de una obra depende del planeamiento urbanístico vigente al tiempo de realizarse los hechos. El delito, por tanto, no desaparece ni con la modificación posterior de ese planeamiento ni con la simple intención de proceder a dicho cambio.
La demolición es una medida que viene prevista en el apartado tercero del artículo 319 y que tiene por objeto la reparación de la legalidad infringida, incardinándose, en consecuencia, dentro de la responsabilidad civil derivada del delito, que comprende la restitución, la reparación del daño y la indemnización de los perjuicios materiales y morales de los artículos 109 y siguientes del Código Penal.
La Sentencia de 18 de marzo de 2010 de la Audiencia Provincial de Sevilla reconoce que la demolición es ya mayoritariamente considerada como la verdadera consecuencia civil derivada de un ilícito penal. La Sentencia de 28 de Mayo de 2010 de la Audiencia Provincial de Almería, señala que la demolición debe ser la regla general como única medida posible para restaurar el daño causado al bien jurídico protegido, porque de otra forma se perpetuaría el daño causado sin solución, lo que supondría la ineficacia de la finalidad preventiva que pretende la norma penal, que se eludiría fácilmente sin mucho riesgo ni personal ni económico.
En Soria, nos encontramos con una protección en este ámbito dentro del Espacio Natural Protegido de la Sierra de Urbión, por la Ley 8/1991 de 10 de Mayo.
PREVARICACIÓN URBANÍSTICA
El artículo 320 castiga a la autoridad o funcionario que hubiere informado favorablemente instrumentos de planeamiento, proyectos de urbanización, parcelación, reparcelación, construcción o edificación o la concesión de licencias contrarias a las normas de ordenación territorial o urbanísticas vigentes.
La aceptación jurisprudencial de la comisión por omisión en la prevaricación ordinaria del artículo 404 del Código Penal, Pleno no Jurisdiccional de la Sala II del Tribunal Supremo de 30 de junio de 1997. Sentencia de 19 de abril de 2010 del Juzgado de lo Penal nº 7 de Málaga, después de condenar al autor de una construcción ilegal, condena igualmente al Alcalde-Presidente de la Corporación dado que el mismo tenía obligación legal de velar por el cumplimiento de la legalidad urbanística en el territorio de su Municipio.
Artículo 320: Autoridad o funcionario público que con motivo de inspecciones haya silenciado la infracción de dichas normas o haya omitido la realización de inspecciones de carácter obligatorio. La especialidad dentro del concepto general de prevaricación, viene acompañada de los graves sucesos y los perturbadores casos de corrupción que se han producido en España en materia de urbanismo.
TRASLADO DE RESIDUOS
Una de las conductas delictivas incorporadas al Código Penal a instancias de la normativa europea, fue el traslado de residuos contraviniendo las leyes, de modo que causen o puedan causar daños sustanciales a la calidad del aire, del suelo o de las aguas, o a animales o plantas, muerte o lesiones graves a personas, o puedan perjudicar gravemente el equilibrio de los sistemas
naturales. La situación del reciclaje y tratamiento de residuos es muy irregular, y de manera especial en el caso de Residuos de Aparatos Eléctricos y Electrónicos, donde cabe destacar por su peligrosidad, aquellos que utilizan en su composición gases refrigerantes, como son los frigoríficos y los aparatos de Aire Acondicionado.
DESTRUCCIÓN O ALTERACIÓN GRAVE DE LOS HABITATS
El Código Penal prevé los delitos relativos a la protección de la flora y la fauna.
La directiva 92/43/CEE del Consejo, de 21 de mayo de 1992, relativa a la conservación de los hábitats naturales y de fauna y flora silvestres, define al hábitat de una especie como el medio definido por factores abióticos y bióticos específicos donde vive la especie en una de las fases de su ciclo biológico.
Art. 336 empleo para la caza o pesca veneno, medios explosivos u otros instrumentos o artes de similar eficacia destructiva o no selectiva para la fauna. La investigación criminal de los casos de envenenamiento supone un reto por su dificultad y complejidad, la característica común a la mayor parte de los casos es la ausencia de testigos reales o funcionales. Y solemos tener conocimiento de su comisión a posteriori, casi siempre se encubren y en muchas ocasiones se cometen en lugares remotos y de difícil acceso. De modo que es fundamental que los agentes de la autoridad, Agentes de Medio Ambiente y SEPRONA de la Guardia civil estén técnicamente cualificados y posean recursos y herramientas que les ayuden a reconocer e identificar a los sospechosos y dirigir las investigaciones e inspecciones técnico oculares en la dirección adecuada.
MALTRATO INJUSTIFICADO A ANIMALES
Art. 337 deben entenderse incluidos en el precepto aquellos casos lamentablemente cada vez más frecuentes, de grave falta de atención y cuidado de los animales que han derivado en situaciones que cabe calificar como deplorables, al mantener a los animales en condiciones de desnutrición y absoluta falta de salubridad e higiene.
DELITOS CONTRA EL PATRIMONIO HISTÓRICO
El artículo 46 de la Constitución contiene un mandato para que la Ley Penal castigue los atentados contra el patrimonio histórico, cultural y artístico.
Como elementos del patrimonio arqueológico se distinguen en primer lugar, las piezas arqueológicas que son bienes muebles fácilmente sustraíbles e introducibles en el mercado ilegal, en segundo lugar la arqueología tiene una dimensión monumental o arquitectónica, y de fuente de información científica y por último comporta una riqueza medioambiental al ser partes constitutivas de paisajes relevantes por su interés cultural.
La lucha contra esta actividad deben hacerlo los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, Jueces y Fiscales. Tanto la Guardia Civil como la Policía Nacional tienen especialidades de policía judicial dedicadas a la lucha contra las formas organizadas de expolio del patrimonio cultural, del cual el arqueológico es uno de los más dañados.
Los daños no son sólo los ocasionados sobre las piezas arqueológicas sino mucho más importante sobre el contexto. El valor de recuperar el conocimiento es un valor de naturaleza intangible. Cuando se destruye el contexto del yacimiento por un expolio llevado a cabo por furtivos, lo que realmente se pierde es la capacidad intrínseca que tiene todo contexto intacto a la hora de generar conocimiento sobre los acontecimientos de nuestro pasado.
La provincia de Soria, cuenta con el Yacimiento Celtibérico-romano-medieval, declarado Bien de Interés Cultural con Categoría de Zona Arqueológica desde el 1 de Octubre de 1999 y está sometido al régimen especial de protección que establece la Ley 12/2002 de Patrimonio Cultural de Castilla y León.
INCENDIOS
Los grandes incendios generan una importante alarma social y dejan una profunda huella en las comarcas en las que se producen. Un gran incendio provoca una serie de perturbaciones sobre el ecosistema que puede ser incluso irreversible en caso de que el suelo resulte dañado y se desencadenen procesos erosivos. El suelo es un recurso de vital importancia como asiento de vida y sustrato esencial para el desarrollo de vegetación, cultivos y seres vivos en general. Si hay suelo, la vegetación, tarde o temprano, de mayor o menor calidad ecológica, acaba por recuperarse. Sin embargo, el suelo es el único recurso que puede ser dañado de forma irreversible tras un incendio.
Medidas para garantizar la existencia de bosques sanos y productivos en el futuro:
* Impulsar estrategias de restauración de las masas afectadas: crear equipos especializados multidisciplinares, integrados por técnicos e investigadores, para la planificación, ejecución, seguimiento y evaluación de los trabajos de restauración.
* Asumir la importancia del carácter de urgencia de las labores de emergencia tras el incendio.
* Promover procesos de participación pública que impliquen a la población local en la definición del modelo de nuevo monte y de territorio al que dirigir la restauración.
* Garantizar la existencia de financiación a largo plazo que asegure la realización de las acciones necesarias para favorecer la regeneración natural y recuperar la cubierta vegetal.
Medidas para reducir el número de siniestros:
* Modificar conductas para reducir el uso del fuego en el medio rural, poner en marcha programas de intervención social en aquellas regiones de gran incidencia de incendios.
* Potenciar el efecto disuasorio con un régimen sancionador proporcionado al delito, incrementar los esfuerzos por investigar las causas de los incendios y orientar las soluciones a los conflictos sociales reales, mejorar la identificación de causantes y la aplicación efectiva y ejemplar de sanciones y condenas para disuadir a quienes están detrás de los incendios y terminar con la actual impunidad.
* Reforzar el compromiso de la sociedad: promover programas de sensibilización y divulgación ambiental efectivos, dirigidos tanto a la población urbana como a la rural, haciendo especial hincapié en grupos clave como ganaderos y agricultores, que persigan recuperar el vínculo con el bosque, mejorar la comprensión social ante los incendios y promover una cultura de prevención de riesgos.
COMBATIR EL CAMBIO CLIMÁTICO
La estrecha relación que existe entre la ocurrencia e intensidad de los incendios y la adversidad meteorológica y climática obliga a adoptar serios compromisos para combatir el cambio global.
Intensificar los esfuerzos para lograr un acuerdo climático global ambicioso que contemple la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero en los sectores más contaminantes y apueste por un modelo energético basado en la eficiencia y en las energías renovables.
Los efectos del cambio climático, con un aumento de las temperaturas medias globales.
Los Fiscales especialistas tienen cometidos atribuidos tanto en la persecución de los hechos delictivos como en el aspecto preventivo. Así en lo relativo a la quema de rastrojos y otros restos agrícolas y forestales es necesaria la autorización pertinente, de informar de forma clara y detallada de las medidas de prevención y de seguridad ineludibles que han de adoptarse cuando se procede a una de dichas quemas. Por otro lado, es conveniente instar a que se extremen las labores de vigilancia por parte de los agentes forestales y medioambientales de tales actividades como modo de combatir más eficazmente tales situaciones. Y en colaboración con las Administraciones competentes, haciéndoles saber la existencia de ese punto con alto riesgo de incendio forestal y que se pone en su conocimiento a fin de que se adopten las medidas procedentes en evitación de los incendios forestales.
Es necesario un proceso de concienciación individual y colectiva que evite no sólo las actuaciones dolosas sino también aquellas conductas imprudentes que pueden provocar resultados terriblemente gravosos. El Ministerio Público en cumplimiento de las funciones constitucionales recogidas en el Art. 124 de la Constitución, de ejercicio de la acción pública en defensa de la legalidad, de los derechos de los ciudadanos, y del interés público tutelado por la ley debe contribuir a la lucha contra esta problemática que tanto perjudica al mantenimiento de un entorno habitable.