PONENCIA CENTRO DE ESTUDIOS CONSTITUCIONALES,
9 DE DICIEMBRE DE 2020
LA MEMORIA DEMOCRÁTICA
PLURAL DE ESPAÑA: LA TRANSICIÓN DEMOCRÁTICA DE LA REPÚBLICA DE 1931 Y LA
TRANSICIÓN DEMOCRÁTICA DE LA MONARQUÍA DE 1978
Manuel Núñez Encabo
Catedrático Europeo ad personam Jean Monnet. Universidad Complutense.
Presidente de la asociación de Exparlametarios Nacionales y del Consejo de
Europa.
Desde el inicio de mi intervención
quiero señalar que el título de mi ponencia y su desarrollo debe entenderse
independientemente de los contenidos algunos polémicos del actual Anteproyecto
de la Ley de Memoria Democrática. Mi intervención se refiere a una visión mucho
más amplia y plural de la historia política democrática de España en la que se
ha desarrollado el sistema democrático con Formas diferentes de Gobierno que
deben ser valoradas y conocidas de manera no excluyente dentro de la historia
democrática de España, con comportamientos relevantes más allá del foco de la
actualidad de polémicas interesadas políticas, culturales y partidistas y en
gran medida superficiales, evitando las confrontaciones tendenciosas de las dos
Españas que denunciaba Antonio Machado, valorando cada vez más a Descartes con
su obra El Discurso del Método y la necesidad de ideas claras y distintas para
evitar confusiones en los temas que se traten.
En la historia de España después de la
unificación nacional de los Reyes Católicos de 1492 han predominado en etapas
posteriores los cambios políticos de gobierno impuestos violentamente y por la
fuerza de las armas e intervención de los Ejércitos con enfrentamientos
violentos entre los españoles-las dos Españas. No es el momento de analizar
este recorrido histórico de violencia política. Por el contrario, con ocasión
de este Seminario, pienso que es importante poner de relieve una visión amplia,
plural, no unidimensional y excluyente de la historia y memoria democrática de
España focalizando sistemas políticos diferentes pero con el denominador común
democrático. Es importante acentuar el recuerdo de cambios políticos de
gobiernos pacíficos, excepcionales a través de procedimientos democráticos
legislativos propios de un Estado de Derecho. Han sido muy pocos y entre ellos
sobresalen dos que además son de distinto sistema político y que merecen
figurar con la marca de la memoria democrática de España: la transición
democrática de la República de 1931 y la transición democrática de la Monarquía
de 1978.
Desde el inicio quiero enfatizar que la
diferencia de sistema político de Gobierno republicano o monárquico es un dato
secundario que no ha impedido el carácter democrático común. En consecuencia
debería quedar claro que el carácter formal republicano o monárquico de
gobiernos políticos no condicionan el calificativo de sistema democrático de
cualquiera de ellos siempre que prioritariamente se desarrollen con los
caracteres fundamentales que definen el sistema democrático, cuya síntesis es:
Instauración de Gobierno pacífico sin
violencia armada, a través de Elecciones Generales democráticas que deben
desembocar en la aprobación de una Constitución votada democráticamente que
establezca las normas jurídicas supremas, permanentes democráticas como
garantía de Estado de Derecho, que es lo que define el sistema democrático, de
acuerdo con la supremacía del Derecho, de la ley como expresión de la voluntad
general tal como se nos enseña desde los padres del pensamiento democrático
Montesquieu, Rousseau…. Hasta los autores modernos como Kelsen. Bobbio… Con
estos contenidos democráticos es independiente la forma de Monarquía o
República del sistema político. Con mi intervención quiero reivindicar y poner
de máximo relieve como relevante memoria democrática plural estas dos
transiciones políticas democráticas de España.
Comenzando por la Memoria democrática
histórica de la República de 1931, su carácter y legitimidad democrática se
mantuvo durante las difíciles circunstancias en que se desarrolló desde su
Proclamación en 1931 hasta su finalización por su derrota y el triunfo del
ejército golpista de abril de 1939. Y se constata en hechos incuestionables:
La instauración de la República comenzó
con el final de la Monarquía de Alfonso XIII que se desarrolló con el apoyo del
Golpe de Estado del General Primo de Rivera del 23 de septiembre de 1923 con la
dimisión del General el 28 de enero de 1930. La Monarquía continuó con los
Gobiernos de Berenguer y Aznar y la Transición a la República se realizó como
consecuencia de las elecciones municipales de 1931 con un resultado que es
reconocido como expresión mayoritaria del pueblo español en contra de la
Monarquía y así se entendió también por el Rey Alfonso XIII que abandonó España
y declaró que la elección revelaba “claramente que no tengo el amor de mi
pueblo. Que un Rey se puede equivocar… suspendo deliberadamente el ejercicio
del poder Real y me aparto de España reconociéndola así como Señora de su
destino”. Como consecuencia el Rey abandona España el 14 de abril y se proclama
la República con la formación de un gobierno provisional con la presidencia de
un católico, Alcalá Zamora, continuando la legitimidad de la República con las
elecciones generales democráticas para las Cortes constituyentes de 28 de junio
de 1931 en que se concedió el voto a la mujer y con el cambio en la Presidencia
del Gobierno provisional de Manuel Azaña, el 14 de octubre de 1931,
representante de otros sectores políticos diversos y plurales y culminando el
desarrollo democrático de la República con la aprobación de la Constitución que
se promulgó el 9 de diciembre de 1931. El 10 de diciembre de 1931, reflejando
un amplio acuerdo, se eligió por las Cortes Presidente de la República a Alcalá
Zamora con la elección el 16 de diciembre de 1931 de Manuel Azaña como
Presidente del Gobierno. Para desde el principio tener los datos más
importantes de la representación política, democrática de la República señalar
que Alcalá Zamora fue reelegido Presidente de la República hasta el 7 de abril
de 1936 en que fue sustituido por Manuel Azaña. Todas las combinaciones y
cambios de los poderes de la República con su distinta ideología política se
efectuaron con el respeto del desarrollo democrático de la Constitución, cuya
definición democrática se expone en el artículo 1: “España es una República
democrática de trabajadores de toda clase, que se organiza en régimen de
libertad y de justicia. Los poderes de todos sus órganos emanan del pueblo.
La República constituye un Estado
integral compatible con la autonomía de los Municipios y las Regiones.”
La unidad de España se ratifica con la
importancia del Castellano como lengua oficial y común de los españoles y
obligatoria para la enseñanza. Artículo 4: “El castellano es el idioma oficial
de la República.
Todo español tiene la obligación de
saberlo y derecho de usarlo, sin perjuicio de los derechos que las leyes del
Estado reconozcan a las lenguas de las provincias o regiones.
Es obligatorio el estudio de la lengua
castellana, y ésta se usará también como instrumento de enseñanza en todos los
Centros de instrucción primaria y secundaria de las regiones autónomas.”
La Constitución democrática estableció
un Parlamento unicameral (con supresión de las Cámaras Altas por su
consideración de menos democrática por su tendencia al conservadurismo) que
garantizaba un desarrollo democrático con todas las ideologías políticas de
izquierdas y derechas, la separación de poderes con la supremacía del poder
legislativo y la independencia del poder judicial. Es importante subrayar que
el artículo 121 y siguientes configuraban un tribunal de garantías
constitucionales para asegurar la constitucionalidad de las leyes y con la
jurisdicción para resolver los conflictos del Gobierno de la República con las
regiones autónomas. Se protegían los derechos fundamentales. El artículo 29
protegía el derecho de Habeas Corpus, y la justicia gratuita para los
necesitados. La Constitución se desarrolló con leyes democráticas. Hay que
destacar la Ley de 20 de octubre de 1931 para la Defensa de la República para
evitar los comportamientos violentos por las diferencias de ideas políticas,
sociales y religiosas, esta Ley se derogó sin embargo más tarde en 1933 por la
tendenciosidad de su aplicación en algunos ámbitos y la manipulación
informativa desde los medios de comunicación. A señalar que el Rey Alfonso XIII
fue condenado al destierro por su complicidad con el Golpe de Estado de la
Dictadura de Primo de Rivera el 13 de septiembre de 1923, que he citado
anteriormente.
También la Constitución establece el
principio del carácter laico de la República, haciéndolo compatible con la
libertad religiosa, artículo 26 con algunos problemas para su aplicación
especialmente con la educación religiosa, con algunas actuaciones violentas
contra personas y edificios religiosos. (No me detengo con más detalles de sus
contenidos que han sido expuestos magistralmente por la intervención de la
profesora Ángeles Egido).
El desarrollo democrático de la
Constitución se efectuó principalmente a través de dos elecciones legislativas
posteriores: las elecciones a las Cortes de 19 de noviembre de 1933 con el
triunfo electoral de representantes políticos de la derecha y las graves
tensiones de la Revolución de Asturias de 1934 que pusieron en peligro a la
República y que no es el momento de su análisis en esta ocasión pero que no
impidieron la continuidad del desarrollo democrático de la República. Mencionar
que también se superaron los importantes problemas del desarrollo de los
plebiscitos aprobados de los Estatutos de Autonomía de Cataluña 1931, País
Vasco 1933 y Galicia 1936. Las últimas elecciones generales democráticas de la
República se celebraron el 16 de febrero de 1936 con el triunfo del Frente
Popular y las tensiones posteriores desde algunas radicalizaciones de la izquierda
que podían amenazar con una dictadura del proletariado y desde la derecha con
posiciones de amenazas de golpe militar. Estas tensiones conducen a la dimisión
de Alcalá Zamora el 7 de abril de 1936 como Presidente de la República y con la
elección de Manuel Azaña de Presidente de la República el 10 de mayo de 1936. A
continuación el 18 de julio de 1936 se produjo el inicio del golpe de Estado
militar, aunque la República mantuvo su legitimidad como tal en medio del
gravisimo enfrentamiento militar y armado de los golpistas hasta su triunfo en
abril de 1939. Siguiendo a Descartes de ideas claras y distintas los graves
acontecimientos a causa del golpe antidemocrático, que se produjeron también en
algunos territorios dependientes directamente de la República desde julio de
1936 a abril de 1939, no deben suponer negar el carácter del sistema
democrático y la memoria democrática de la República que mantuvo la vigencia y
validez democrática de la Constitución de 1931.
En consecuencia dentro de la plural
Memoria democrática de España y más allá de los contenidos polémicos del actual
Anteproyecto de Ley de Memoria Democrática, debería figurar la Transición
democrática de la República de 1931, desde su proclamación pacífica y
democrática el 14 de abril de 1931 hasta la finalización de la Guerra Civil de
abril de 1939 con su derrota por el ejército golpista poniendo de relieve su
memoria democrática y su reconocimiento democrático en base a la vigencia
permanente de la Constitución democrática de 1931.
DECLARACIÓN DE ANTONIO MACHADO HÉROE
NACIONAL DE LA DEMOCRACIA EN ESPAÑA
En este marco histórico democrático de
la República y lejos de toda interpretación partidista y no pudiéndose citar ni
entrar en el detalle de polémicas posibles de actuaciones y personalidades más
relevantes, al menos debería aprovecharse la ocasión y poner de manifiesto como
punto de referencia de supremo e indudable comportamiento democrático para
Memoria de los españoles el ejemplo y lección de Antonio Machado de defensa del
sistema democrático de la República con el supremos testimonio de su obra y su
vida en contra del enfrentamiento de los Españoles-las dos Españas lo que le
causó su muerte heroica en el exilio de Collioure.
El apoyo permanente de Antonio Machado a
la República por su legitimidad democrática está más allá de circunstancias y
actividades concretas de las que pudo discrepar, porque es imprescindible
recordar y reiterar que su muerte heroica fue en defensa de la República como
representante de la democracia en España más allá de sus legítimas ideas
políticas republicanas, como él reconocía podían ser otras ideas también
legítimas de otras personas de distintas ideologías, por lo que es importante y
debe quedar muy claro es que Antonio Machado muere por el valor supremo de la
defensa de la democracia que representaba la República por lo que la apoyó
prioritariamente hasta el final, porque se proclamó pacíficamente y lo más
importante y así lo declara expresamente es que fue votada legítimamente por la
mayoría de los españoles y del pueblo español. Así lo expone en diversas
ocasiones en intervenciones públicas y en textos con ideas siempre claras y sin
confusión, como el siguiente:
“el 14 de abril fue un día de Paz que
asombró al mundo entero… Soy un viejo republicano para quién la voluntad del
pueblo es sagrada” y añade con total claridad “más de una vez he dicho, y nunca
me cansaré de repetirlo, que mi ideario político se ha limitado siempre a
aceptar como legítimo solamente el Gobierno que representa la voluntad del
pueblo, libremente expresada. Pueblo no tiene para mí una marcada significación
de clase: del pueblo español forman parte todos los españoles. Por eso estuve
siempre al lado de la República española, en cuyo advenimiento trabajé en la
modesta medida de mis fuerzas y dentro de los cauces que yo estimaba legales.
Cuando la República se implantó en España, como una inequívoca expresión de la
voluntad política de nuestro pueblo, la saludé con el alborozo y me apresté a
servirla, sin aguardar de ella ninguna ventaja material. Si ella hubiese venido
como consecuencia de un golpe de mano, como imposición de la astucia o de la
violencia, yo hubiera estado siempre enfrente de ella. Yo sé muy bien que
dentro de una República se plantean problemas mucho más hondos que el
estrictamente político, son ellos de índole económica, social, religiosa,
cultural en suma y que dentro de esa República caben ideologías no solo
diversas sino hasta encontradas. Pero por muy honda y enconada que sea la
lucha, la República conserva su legitimidad mientras la voluntad del pueblo
libremente expresada no la condenen. Por eso cuando un grupo de militares
volvió contra el legítimo Gobierno de la República las armas que de él había
recibido para defenderla de agresiones injustas yo estuve sin vacilar al lado de
ese Gobierno desarmado.”
Teniendo en consideración este ejemplo y
lección democrática de la vida y obra de Antonio Machado, desde la Fundación
Española Antonio Machado que me honro en presidir, con motivo de la
conmemoración el 22 de febrero de 2019 del 80 Aniversario de su muerte
anunciamos que solicitaríamos del Gobierno español con información a las Cortes
Generales la Declaración del Reconocimiento de Antonio Machado Héroe Nacional
de la Democracia de España. Así lo comunicamos en su momento de manera informal
a la Ministra de Memoria Democrática y al Secretario de Estado. A señalar que
el Presidente del Gobierno visitó el 21 de febrero de 2019 la tumba del poeta
en Collioure, con otra visita también a la tumba de Azaña, declarando la
importancia histórica y democrática de Antonio Machado, lo que reiteró también
desde España en enero de 2020, con manifestaciones de elogio también por los
diversos representantes políticos. A resaltar que con anterioridad el 6 de
noviembre de 1985, el año siguiente de la creación de la Fundación Española
Antonio Machado el Rey Don Juan Carlos recibió en audiencia al patronato de la
Fundación y a su Consejo Directivo, que me honraba en presidir. La Audiencia
Real tuvo un significado muy particular y tal y como se indica en la memoria
publicada por la Fundación: “la Fundación que lleva el nombre de un republicano
ejemplar que murió en el exilio en defensa de la democracia se reunió con un
Rey que desde la Monarquía también había defendido la democracia en fechas
recientes y difíciles para España (el 23F). El denominador común de la
democracia hizo posible una Audiencia Real histórica.” Supone el reconocimiento
de Antonio Machado como patrimonio común de todos los españoles más allá de
formas de gobierno republicana o monárquica. También desde Europa se reconoce
el magisterio machadiano. Así el portavoz de la Comisión Europea concluyó su
rueda de prensa en Bruselas el 28 de marzo de 2020, con motivo de la grave
situación de la pandemia con los versos de esperanza del inmortal poeta:
“caminante no hay camino, se hace camino al andar.”
Hoy con motivo de este Seminario en el
marco de la Memoria Democrática de España y en base al comportamiento heroico
de Antonio Machado y su trascendencia democrática reiteramos que la Fundación
Española Antonio Machado presentará formalmente esta Solicitud de Declaración
de Héroe Nacional de la Democracia en España con motivo de la
próxima conmemoración del Aniversario del poeta de todos los españoles, que ya
tiene el reconocimiento mundial de la UNESCO declarándole Poeta Universal y de
la Humanidad en 1989 siendo Director General Federico Mayor Zaragoza con motivo
del 50 Aniversario de su muerte, a propuesta de nuestra Fundación, que es la
institución más representativa machadiana, ya que consideramos que en
coherencia con su reconocimiento universal, también debería declararse su
reconocimiento nacional en España.
A continuación me voy a referir a la
Memoria Democrática de la Monarquía de 1978 que también forma parte del título
de mi ponencia y a la que he citado al inicio conjuntamente con la Memoria
Democrática y Plural Española de la Transición Democrática de la República de
1931.
La Transición Democrática de 1978 es la
mejor Memoria Democrática de la historia de España que se inicia y se desarrolla
en esta ocasión desde el diferente sistema político de la Monarquía. Esta
transición democrática supone el paso de gigante de más de 40 años de dictadura
a la democracia que se inició a partir de la muerte del dictador el 20 de
noviembre de 1975, que había decidido la restauración de la Monarquía y la
designación de Don Juan Carlos como Rey y Jefe del Estado. La incógnita sobre
el comportamiento del nuevo Rey ante el dilema de continuación de la dictadura
o la apertura de vías democráticas, se despejó a favor de un desarrollo
democrático desde el primer momento con el nombramiento decisivo, a pesar de
las dificultades de los partidarios de la Dictadura, de Adolfo Suárez como
Presidente del Gobierno el 1 de julio de 1976. Desde el primer momento Suárez como
Presidente del Gobierno fue el máximo aliado del Rey para la Transición de la
Dictadura a la Democracia que se desarrolló bajo el principio relevante de la
Transición pacífica para evitar el enfrentamiento y la violencia entre los
partidarios de la continuación de la Dictadura, incluido gran parte del
Ejército, y los demandantes mayoritariamente de la democracia, estableciendo
para avanzar hacia la democracia el modelo del Consenso y pacto pacífico,
diálogo, tolerancia y generosidad entre unos y otros con la concordia por
encima de las divergencias estableciendo puentes entre las dos Españas
machadianas para evitar vueltas atrás en el avance hacia el Estado de Derecho y
con la aprobación inmediata de nuevas normas jurídicas que lo garantizasen. La
primera y más importante fue la aprobación de una nueva Ley de Reforma Política
hacia la democracia que se efectuó por las propias Cortes franquistas y que se
convirtió posteriormente en la ley democrática votada por referéndum
democráticamente por todos los españoles el 15 de diciembre de 1976 y que
continuó con las primeras Elecciones Generales democráticas de junio de 1977 y
el primer Gobierno democrático de UCD de Adolfo Suárez, en cuya etapa se
desarrolló el proceso de elaboración y aprobación democrática de la
Constitución de 1978.
Este modelo de consenso que es
considerado en el mundo como el mejor modelo de transición pacífica de la
Dictadura a la Democracia, como una ruptura pactada y casi como un milagro, se
visualizó en todas las actuaciones públicas y es importante por ejemplo la
visión de las imágenes de la Presidencia de la Mesa de edad en la constitución
del Congreso de los Diputados el 13 de julio de 1977, compuesta por Santiago
Carrillo, Dolores Ibarruri, la Pasionaria y Rafael Alberti como la nueva
democracia que integraba a los exiliados de la República y de la Guerra Civil
que retornaron con motivo de la Transición Democrática de España.
El guión democrático del Consenso
iniciado por el Rey culminó con la aprobación de la Constitución de la Monarquía
Parlamentaria con la colaboración de todos los representantes
políticos de las más diversas ideologías. El nuevo y democrático Parlamento
español elaboró la Constitución española que fue ratificada por referéndum el 6
de diciembre de 1978, que es una de las Constituciones europeas más completas,
cuyo contenido no es el momento de exponer y que es desarrollado en múltiples
publicaciones, las más recientes con motivo de la Conmemoración del 40
Aniversario de su aprobación. Únicamente como punto máximo de referencia citar
el artículo primero:
1. “España se constituye en un
Estado social y democrático de Derecho, que propugna como valores superiores de
su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo
político.
2. La soberanía nacional reside
en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado.
3. La forma política del Estado
Español es la Monarquía parlamentaria.”
Y el artículo segundo: “la Constitución
se fundamenta en la indivisible unidad de la Nación española.”
En momentos actuales de confusión y
deterioro democrático es indispensable reivindicar la Memoria Democrática de
nuestra Transición Democrática que culminó en 1978, poniendo de relieve su
mérito extraordinario ya que el adecuado método de transición pacífica a través
del diálogo y consenso mayoritario, no fue sin embargo aceptado por todos y
desde su inicio existió una oposición minoritaria pero muy violenta y peligrosa
procedente de grupos revolucionarios terroristas y golpistas principalmente
desde de 1978 y que se extendió en una primera etapa hasta 1982 con víctimas
mortales y atentados muy numerosos, concretamente más de 800 cometidos por la
Banda terrorista de ETA, preferentemente contra las Fuerzas Armadas con la
perversa intención de que interviniesen abortando el proceso democrático (lo
que se intentó con el 23 F) y contra el que la propia Banda estaba en contra por
sus intereses independentistas, y también deben citarse bombas, muertes y
secuestros por parte de otros sectores violentos, contrarios a la democracia.
Esta acción violenta se realizó también contra los representantes políticos
entre ellos los Parlamentarios, a los Diputados se nos entregó en alguna
ocasión un manual de cómo actuar contra el terrorismo, que continuó en distintas
etapas principalmente por parte de ETA hasta finales de 2011 con el llamado
Pacto Antiterrorista.
La mayor expresión de violencia contra
la Transición democrática y concretamente contra la Constitución culminó con el
Golpe de Estado del 23F que afortunadamente fracasó, promovido por algunos
sectores del Ejército y Fuerzas Armadas que se consideraban todavía herederos
de la Dictadura franquista.
Al mando del Teniente Coronel Tejero de
la Guardia Civil los golpistas irrumpieron con la violencia y disparos de las
armas en el Congreso de los Diputados y mantuvieron el secuestro armado del
Gobierno y Parlamentarios, con disparos y amenazas continúas de muerte durante
cerca de 18 horas, desde las 18:20 del 23 de febrero hasta las 12:30 horas del
día siguiente del 24 de febrero. La entrada violenta de los golpistas coincidió
precisamente en el momento en que yo como Diputado me encontraba de pie
emitiendo mi voto en relación con la investidura del nuevo Presidente del
Gobierno, el señor Calvo Sotelo.
No es el momento de detenernos en el
detalle de tantas horas de secuestro armado, pero lo que es importante conocer
es conocer y recordar es que el fracaso del Golpe de Estado y el triunfo de la
Constitución Democrática se debió principalmente a la decida intervención del
Rey don Juan Carlos como Jefe del Estado contra los golpistas, que se hizo
pública para conocimientos de todos (golpistas y ciudadanos) por televisión la
noche del 23 al 24 de febrero. La Transición democrática de la Monarquía que se
inició con el guión y el compromiso del Rey don Juan Carlos y que culminó con
la aprobación de la Constitución de 1978 con el consenso de la gran mayoría de
los españoles y el triunfo de la mayor amenaza del 23F y que ha dado lugar al
desarrollo democrático de España más valioso y más duradero que ha llegado
hasta nuestros días. Son hechos de la Memoria Democrática de la Monarquía
constitucional que deben reconocerse más allá de los focos manipulados de la
actualidad de presuntas irregularidades del ya Rey Emérito don Juan
Carlos en otros ámbitos no políticos, para citando nuevamente a Descartes,
tener ideas claras y distintas.
Partiendo de las experiencias
democráticas expuestas está completamente desfasado cualquier debate sobre el
valor mayor de un sistema democrático de la República y un sistema democrático
de la Monarquía. En este sentido resaltar que el Rey Don Juan Carlos coherente
con la reconciliación nacional que impulsó con la Transición Democrática a la
Monarquía, en su primer viaje a México (país que recibió gran parte del exilio
de la República) saludó y se reunió en la Embajada de España el 21 de noviembre
de 1978 con la viuda de Manuel Azaña, Dolores Rivas Chérif, como muestra de
homenaje del Rey de todos los españoles al Presidente de la República Española
en un emotivo encuentro en que de acuerdo con las informaciones publicadas, en
medio de lágrimas emocionadas, la viuda del Presidente de la República española
expresó: “¡Cuánto le hubiera gustado a don Manuel vivir este día, porque él
quería la reconciliación de todos los españoles!”
A resaltar también como acto relevante
de la plural memoria democrática de España, el homenaje conjunto que se celebró
en el Congreso de los Diputados el 20 de septiembre de 2011 por acuerdo de la
Mesa en que se presentaron y colocaron en el denominado Salón de los Pasos
Perdidos los retratos de Manuel Azaña, Presidente democrático de la República y
de Adolfo Suárez, Presidente del Gobierno Democrático de la Monarquía. La frase
de Azaña de “Paz, Piedad y Perdón” se corresponde también con el pacto
constitucional de 1978 (para mí fue un gran privilegio haber sido diputado
nacional también en la etapa de la Presidencia de Suárez y haber ocupado como
Vicepresidente del Ateneo el mismo despacho que ocupó Manuel Azaña como
Presidente entre 1930 y 1932).
Este homenaje plural y democrático a dos
insignes máximos representantes políticos debería compartirse con el homenaje
democrático a otros ciudadanos sin representación política pero insignes por su
relevancia democrática como es el caso más importante en la etapa republicana,
como he indicado, del inmortal poeta y escritor Antonio Machado.
Sería importante que en las Escuelas y
Centros escolares sin manipulación se enseñase la Memoria democrática plural de
España con la Memoria de la República de 1931 y la Memoria de la Constitución
Monárquica de 1978, quedando claro que la verdadera disyuntiva democrática no
es la forma de gobierno de la República o la Monarquía, temas absolutamente
secundarios, sino el sistema democrático del Estado de Derecho constitucional o
la Dictadura o los sistemas no democráticos incluidas las diversas formas
actuales y variantes de demagogia y de arbitrariedad política, populismo
nacionalismo, etcétera. Los problemas actuales democráticos de España no pueden
manipularse con los debates interesados de actualidad sobre la Monarquía
parlamentaria y constitucional que sirven para ocultar los reales e importantes
problemas del desarrollo del sistema democrático español en estos momentos, por
lo que es importante finalizar con la lección democrática de Antonio Machado
para poner de manifiesto que hoy en España la legitimidad democrática está
garantizada y representada por una forma de Gobierno distinta, la Monarquía
parlamentaria, con la Constitución votada democráticamente, lo que exige
lealtad y el máximo respeto a la Monarquía democrática, constitucional que
Antonio Machado demandaba para la República por su legitimidad democrática, lo
que le costó la vida. Esta es la actualidad y la vigencia del ejemplo y lección
democrática de la muerte heroica de Antonio Machado.
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